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LA CONSTITUCIÓN COMENTADA
Juan Pablo Ciudad Pérez
Editor

LA CONSTITUCIÓN
COMENTADA
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

2
Ciudad Pérez, Juan Pablo
La Constitución comentada [texto digital] / Juan Pablo Ciudad Pérez (Editor literario).
1ª ed. – Santiago: Universidad de Santiago, 2020.
146 p.: 22 Mb. (Colección Disciplinaria).

ISBN : 978-956-303-441-7

1. Chile – Constitución 1980 2. Derecho constitucional - Chile I. Título. II. Serie

Dewey: 342.8302 .-- cdd 21


Cutter: C581

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I.S.B.N. edición impresa: 978-956-303-440-0


I.S.B.N. edición digital: 978-956-303-441-7

Director Editorial USACH: Galo Ghigliotto


Diseño: Andrea Meza Vergara
Diagramación: Andrea Meza Vergara / Javiera López Espinoza / Felipe Raveau Drouilly
Edición técnica: Juan Pablo Cuidad Pérez
Corrección de textos: Rodrigo Pinto
Prensa: Consuelo Olguín

Primera edición, marzo 2020

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera
alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico o mecánico, óptico, de grabación o de fo-
tocopia, sin permiso previo de la editorial.

Editado en Chile
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LA CONSTITUCIÓN COMENTADA
ÍNDICE

Prólogo, por Juan Pablo Ciudad Pérez.................................................................................................................................... 7

Capítulo I
Las bases institucionales de la Constitución vigente.............................................................................................. 9
El concepto de familia, por María Magdalena Bustos Díaz..........................................................................................11
La familia como núcleo fundamental de la sociedad, por Lucía Elena Rizik Mulet...........................................14
El Estado Subsidiario, por Jaime Bustos Maldonado......................................................................................................18
Estado subsidiario, por Jaime Bassa.....................................................................................................................................19
Estado unitario, (des)centralización y (des)concentración, por Francisco Zambrano Meza.......................22
Transición del estado unitario de derecho al estado regional
y social de derecho, por Cristián Castillo Vásquez...........................................................................................................24
República Democrática, por Jaime Bustos Maldonado..................................................................................................27
¿Qué significa República?, por Francisco González.........................................................................................................28
Sobre las relaciones internacionales, por Cristián Castillo Vásquez........................................................................31
Principio de legalidad y juridicidad en la función pública, por Francisco Zambrano Meza..........................34
Del principio de Probidad, por Francisco Zambrano Meza.........................................................................................37
Principio de probidad con enfoque multidimensional, por Alexis Garrido.................................................................................39
Derechos humanos y Constitución, por Francisco Zambrano Meza........................................................................42
Terrorismo y Constitución, por Sofía Esther Brito..........................................................................................................44

Capítulo II
Los derechos y deberes constitucionales.....................................................................................................................46
En Chile sí hay grupos privilegiados. Para una idea de la Igualdad
como no somentimiento, por Juan Pablo Ciudad Pérez................................................................................................48
Hombres y mujeres son iguales ante la ley, por Bárbara Sepúlveda Hales...........................................................53
Protección de la vida privada y datos personales, por Francisco Zambrano Meza...........................................56
El derecho a la privacidad y la protección de datos personales
en la era virtual, por Juan Pablo Ciudad Pérez..................................................................................................................57
Lo constitucional es también ambiental, por Beatriz Bustos y Manuel Prieto Montt.......................................62
Derecho a vivir en un medio ambiente libre
de contaminación, por Francisco Zambrano Meza ........................................................................................................65
Derecho a la Salud, por Cecily Halpern Montecino..........................................................................................................68
Derecho a la educación y libertad de enseñanza, por Claudio Herrera.................................................................72
Derecho preferente y deber de los padres de educar a sus hijos
y el derecho a escoger su establecimiento de enseñanza, por Lucía Elena Rizik Mulet..................................76
Análisis crítico al artículo 19 N° 16 de la Carta Fundamental Chilena, por Tarik Lama Gálvez..................79
Seguridad Social y Transformación Constitucional, por Marcos Barraza Gómez..............................................82
Análisis crítico al artículo 19 N° 19 de la Carta Fundamental Chilena, por Tarik Lama Gálvez..................86
Constitución y los tributos como cargas públicas, por Luis David Bobadilla Madrid......................................89
El régimen de propiedad privada, la actividad minera, hidrocarburos
y aguas en la constitución, por Luis David Bobadilla Madrid.....................................................................................91
La Propiedad Blindada, por Alejandro Ramírez...............................................................................................................95
Hacia la desprivatización del agua en Chile, por Andrés Kogan Valderrama.........................................................99
Capítulo III
Sobre algunos órganos constitucionales y la reforma de la Constitución..............................................101
Gobierno y Constitución, por Pamela Figueroa Rubio................................................................................................102
Sobre el congreso y la formación de la ley, por Danielle Zaror...............................................................................104
Formación de la ley, por Francisco Zambrano Meza....................................................................................................107
Del Ministerio Público, por Tania Alejandra Gajardo Orellana...............................................................................110
Sobre el Tribunal Constitucional, por Paula Ahumada..............................................................................................112
Reformas que ha sufrido el Consejo de Seguridad Nacional, por Jaime Bustos Maldonado......................114
Reforma a la Constitución, por Francisco Zambrano Meza......................................................................................115
Otras observaciones al Proceso Constituyente Chileno, por Juan Pablo Ciudad Pérez................................118

Capítulo IV
Los silencios de la Constitución vigente....................................................................................................................122
Las personas en situación de discapacidad: los ciudadanos
de tercera categoría, por Jaime Ramírez Fuentes..........................................................................................................123
Proceso constituyente y pueblos indígenas: una oportunidad para el reconocimiento
de sus demandas, por Verónica Figueroa Huencho y Camila Peralta García.....................................................125
Pensar lo constituyente a partir de la representación. Arte y cultura desde la perspectiva
de la historia y la heterogeneidad, por Gonzalo Mora y Emilio Vargas...............................................................128
El Deporte consagrado como Derecho en la Constitución, por Nicole Sáez Pañero......................................130
El proceso constituyente y la diversidad sexual en Chile,
por Cristian Cerón Prieto y Rebeca Gaete Santelices....................................................................................................132
Derechos de los Animales en la Constitución Política de la
República de Chile, por Cristián Castillo Vásquez.........................................................................................................135

Sobre las y los autores.............................................................................................................................................................137


PRÓLOGO

Es muy probable que algunas de las principales preguntas que resuenan en las diferentes ra-
mas de las humanidades y las ciencias sociales en estos días sean: ¿qué reflexiones surgen del
hecho de que esta “revuelta social” haya conseguido concretar un acuerdo en tiempo récord
con miras a crear una nueva Constitución Política?, ¿cuál es el rol de la Constitución en la con-
formación de comunidad política? y ¿cuáles son los principales contenidos de la Constitución
vigente que llevaron a la necesidad de abrir un proceso que podría rediseñar institucional-
mente el país?
La movilización social se ha desarrollado de manera espontánea e inorgánica, a pesar de
eso se ha instalado la idea del cambio constitucional como una forma de modificar algunos
elementos del modelo económico, social, institucional y cultural que han definido las relacio-
nes entre el Estado y las y los sujetos en los últimos 30 años. El modelo imperante en Chile no
sólo debe entenderse como una forma de producir economía objetiva, sobre todo, consiste en
una racionalidad respecto de cómo constituir relaciones subjetivas.
Este modelo, al estar tan imbricado en la arquitectura jurídico-política, configura una racio-
nalidad sobre cómo constituir relaciones institucionales entre el Estado, los servicios públicos
y las personas. Esta última característica se expresó, entre otras cosas, en que el aseguramien-
to y la garantía de los derechos sociales no fuese prioridad para el Estado durante este tiempo.
En nuestro país, la Constitución y la racionalidad constitucional que se instaló desde la
hermenéutica constitucional, desarrollada por parte importante de la doctrina y por el Tri-
bunal Constitucional, habría influido a que en muchas situaciones el Estado se erigiera como
la dimensión juridificada y constitucionalizada de la racionalidad neoliberal. Buen ejemplo
de ello es el comunicado del Tribunal Constitucional respecto del recurso de inaplicabilidad
cuya pretensión era el eventual derecho de los pensionados a retirar sus fondos, en la que el
órgano no acogió siquiera una interpretación propietarista sobre este asunto y superpuso los
intereses de las AFP por encima del derecho a la seguridad social.
La apertura constituyente, que comenzó a instalarse a finales de octubre de 2019, abrió
espacios deliberativos, formativos e informativos, directos y virtuales, que permiten avizo-
rar que el poder público y la democracia en poco tiempo más podrían experimentar trans-
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

formaciones que consistan, probablemente, en la combinación de instancias participativas y


representativas, que traerán consigo cambios jurídicos, políticos, sociales, culturales y proba-
blemente económicos.
Sería muy provechoso que este proceso constituyente pudiera incorporar anticipadamen-
te algunas de estas transformaciones, que permitirían recomponer los lazos y la legitimidad
entre la ciudadanía y las instituciones; por ejemplo, incluyendo canales democráticos más
directos con la ciudadanía, con debates más abiertos, inclusivos, vinculantes, horizontales y
transparentes.
En miras de cooperar con el bien común, las universidades –que son las principales institu-
ciones intelectuales, científicas y culturales de un país– deben estar empeñadas en acompa-
ñar pedagógicamente este proceso, para que la participación ciudadana en los debates sobre
la nueva Constitución sea informada, responsable y crítica.
7
En ese espíritu, este libro pretende constituirse en una herramienta individual y colectiva
de educación, reflexión, deliberación y acción constituyente. Para lograr este objetivo, junto a
Editorial USACH hemos diseñado una publicación de cuatro capítulos que pretenden revisar
en forma interdisciplinaria y pluralista las principales temáticas presentes o relacionadas con
el derecho y la teoría constitucional que informan el debate público.
En los dos primeros capítulos hemos copiado en la parte inferior de las páginas el texto vi-
gente de él o los artículos de la Carta Fundamental que se comentan, para que el lector conoz-
ca la norma constitucional y tenga a mano uno o más comentarios respecto de ella. Además,
se consigna el nombre del autor o autora que comenta y el título de su contribución inmedia-
tamente abajo de la o las normas constitucionales sobre las que estos reflexionan.
Finalmente, el último capítulo contiene un amplio y significativo abanico de materias, rei-
vindicaciones y derechos a los que la Constitución actual no les dedica un desarrollo especial
y/o derechamente omite. Se quiso incorporar este último capítulo porque, a juicio de este edi-
tor y coautor, todos estos temas son claves para comprender de mejor manera lo que somos
como sociedad y para pensar en cómo construir la comunidad política que queremos ser.

Juan Pablo Ciudad Pérez


Abogado
Profesor de Teoría Política y Constitucional
Universidad de Santiago de Chile
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

8
LAS BASES INSTITUCIONALES
DE LA CONSTITUCIÓN VIGENTE
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

CAPÍTULO I

9
Comentario de:
María Magdalena Bustos Díaz

El concepto de familia
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

En página 11

Comentario de:
Lucía Elena Rizik Mulet

La familia como núcleo fundamental de la sociedad

En página 14
10
María Magdalena Bustos Díaz

El concepto de familia
Comentario a: Artículo 1°, Inciso 2°

Conforme lo dispone el artículo primero inciso segundo de la Constitución Políti-


ca de la República1, “La familia es el núcleo fundamental de la sociedad…”. Luego,
en el inciso quinto de ese mismo artículo, el constituyente señala: “Es deber del
Estado resguardar la seguridad nacional, dar protección a la población y a la fa-
milia, propender al fortalecimiento de ésta, promover la integración armónica de
todos los sectores de la nación y asegurar el derecho de las personas a participar
con igualdad de oportunidades en la vida nacional”2.
Las transcripciones anteriores implican inevitablemente la siguiente pregunta:
¿cuál es la familia o el tipo de familia o el tipo de familia o de familia(s) que cons-
tituye el núcleo fundamental de la sociedad? ¿Cuál es la familia o familia (s) que el
Estado debe proteger y propender a su fortalecimiento?
Una de las herramientas que el derecho contempla para interpretar el signi-
ficado de sus preceptos jurídicos atiende al tenor literal de las palabras y a su
sentido natural y obvio según el uso general de las mismas3. Si se considera el cri-
terio de interpretación literal o textualista de la palabra “familia”, puede afirmarse
que este no es constante, por el contrario, es sumamente indeterminado y abarca
conceptualmente una serie de situaciones. Ejemplo: para el diccionario de la real
academia de la lengua española4, familia es: “1. Grupo de personas emparentadas
entre sí que viven juntas; 2. Conjunto de ascendientes, descendientes colaterales
y afines de un linaje; 3. Hijos o descendencia; 4. Conjunto de personas que tienen
alguna condición, opinión o tendencia común; 5. Conjunto de objetos que presen-
tan características comunes”.
Por su parte, si lo que se sigue como criterio de interpretación es aquel que
busca el significado en el sentido natural y obvio de las palabras, el concepto de
familia “según el uso general de las mismas palabras”5 es variable a lo largo del
tiempo; así, por ejemplo, a fines del siglo XIX6, la familia estaba restringida úni-
camente a la familia matrimonial7. Pero hoy en día se ha entendido por parte im-
portante de la sociedad así como por los estudiosos del derecho (Tapia, M. 2005,
pp. 102 y ss.) que la familia no comprende únicamente a la familia matrimonial,
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

considerando que integran este concepto también las familias nucleares mono-

1 En adelante “La Constitución”.


2 Por su parte, el artículo 19 N° 4 de La Carta Fundamental, a propósito del derecho constitucional
a la honra, señala que: “La Constitución asegura a todas las personas (…) el respeto y protección a la
vida privada y a la honra de la persona y su familia”.
3 El artículo 19 del Código Civil señala: “Cuando el sentido de la ley es claro, no se desatenderá su
tenor literal a pretexto de consultar su espíritu…”. Luego, el artículo 20 del mismo cuerpo normativo
dispone que “Las palabras de la ley se entenderán en su sentido natural y obvio, según el uso gene-
ral de las mismas palabras…”.
4 www.rae.es
5 Haciendo referencia al artículo 20 del Código Civil recién citado.
6 Época que coincide con la dictación y entrada en vigencia del Código Civil.
7 Considerando que a la época de la dictación del Código Civil, el grupo de élite dominante en Chile
estaba compuesto principalmente por conservadores católicos.
11
parentales sin hijos (hogar constituido por una sola persona que es jefe (a) de
este); familia nuclear monoparental con hijos (hogar constituido por el/la jefa
(e) de hogar y al menos un hijo (a) o hijastro(a); familia nuclear biparental con
hijos (hogar compuesto por un (a) jefe (a) de hogar, su cónyuge o conviviente, con
presencia de hijos (as) o hijastros (as); familia nuclear biparental sin hijos (hogar
compuesto por dos personas: un(a) jefe(a) de hogar y su cónyuge o conviviente,
sin presencia de hijos); familia extensa biparental (hogar compuesto por un(a)
jefe (a) de hogar, su cónyuge o conviviente, con o sin presencia de hijos o hijastros,
y al menos otro pariente), familia extensa monoparental (hogar constituido por
un (a) jefe (a) de hogar, con o sin presencia de hijos o hijastros y al menos con otro
pariente), y familia compuesta (hogar constituido por un (a) jefe (a) de hogar con
o sin cónyuge o conviviente, con o sin hijos y con la presencia de al menos una
persona que no sea pariente)8.
No obstante lo señalado, la Constitución no hace referencia a las distintas for-
mas de familias, sino más bien a la familia que el constituyente consideró como
grupo de protección al momento de redacción de la carta fundamental, y esta es
la familia matrimonial. En palabras de Corral, las razones de ello son las siguien-
tes: “a) La Constitución no precisó que se refería a la familia legítima, porque le
pareció algo obvio que no requería explicitación. El constituyente se quiso referir
al modelo paradigmático, tradicional y clásico de familia, que no es otro que el de
la familia legítima o matrimonial; b) la conciencia de que se trataba de una rea-
lidad obvia que se daba por supuesta, explica el silencio que sobre el punto tuvo
la Comisión Constituyente; c) los textos internacionales en ningún caso hablan de
familia como una realidad abierta y de carácter descriptivo. Más bien coinciden
con el texto constitucional en que la familia es una institución fundamental y fun-
dada en la misma naturaleza humana e íntimamente relacionada con el derecho
a contraer matrimonio; d) es absurdo pensar que constituya deber del Estado no
sólo proteger sino propender al fortalecimiento de las uniones de hecho o de las
parejas homosexuales” (Corral, H. 1994, pp. 29 y 30)9.
Esta idea de considerar a la familia matrimonial como la principal forma fa-
miliar se encuentra comprendida también en la nueva ley de matrimonio civil
del año 2004 que introduce importantes reformas al derecho de familia chileno,
dentro de las que destaca el divorcio vincular, ello pues en el artículo primero de
dicha ley se lee literalmente lo siguiente: “La familia es el núcleo fundamental de
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

la sociedad. El matrimonio es la base principal de la familia”.


Esta situación ha dado lugar hasta el día de hoy a un fuerte debate respecto del
concepto de familia regulado en la Constitución, no siendo pocos aquellos que
adhieren a restringir la protección familiar únicamente o preferentemente a la
familia matrimonial.
Es por ello que la regulación actual de la familia en la Constitución resulta pro-
blemática, pues deja abierto para el intérprete seguir la interpretación en el sen-
tido original de familia del constituyente del 80’, cuestión peligrosa y que excluye

8 Estas distintas familias o formas familiares que fueron recogidas por Instituto Nacional de Esta-
dísticas en el informe denominado: “Estadísticas del Bicentenario, La Familia Chilena en el Tiempo”.
9 En este mismo sentido: ROSENDE ÁLVAREZ, Hugo, Algunas consideraciones acerca de los efectos
unitarios de la filiación matrimonial y extramatrimonial”, en Revista de Derecho y Jurisprudencia, T.
XCII, 1ª parte, p. 1.
12
las minorías legislativas que conforman las otras formas familiares. El legislador
no es un ente omnipresente ni atemporal, es un ser humano de carne y hueso que
toma decisiones teniendo en consideración la información disponible en su época
y bajo un contexto, el que no necesariamente coincide (más bien nunca coincide)
con el contexto actual en que se presenta el conflicto jurídico al que debe aplicar-
se una norma constitucional. Por ello es que es el precepto constitucional es el
que debe ajustarse a la realidad actual y no esta al precepto constitucional.
En razón de ello es que es lo relevante para los intérpretes de la Constitución es
no olvidar que el derecho es el que se encuentra al servicio de la persona humana
para que esta pueda satisfacer sus propios fines específicos y no nosotros –las
personas– esclavizados al derecho, de ahí también que la mejor interpretación
del texto constitucional no necesariamente es aquella que coincida con la inten-
ción del legislador, sino aquel que nos sirva para dar la mejor solución al conflicto
jurídico que se nos presente, en pleno respecto de los derechos y de los principios
garantizados por la Constitución.
Así, entender e interpretar el concepto de familia importa rechazar y excluir
cualquier resultado que suponga la imposición de ideales determinados o la in-
tromisión del Estado en los planes de vida de las personas, ello en tanto, la auto-
nomía, como principio, proscribe la interferencia con la libre elección de ideales
de excelencia personal” (Nino, C., 2003, p. 76). Como consecuencia de ello, cual-
quier interpretación del concepto constitucional de familia que pretenda impo-
ner una sola forma “legítima de familia” como en el caso del matrimonio, excluye
la libre elección de otras formas familiares por parte del resto de las personas,
infringiendo la autonomía personal.

Referencias Bibliográficas
1. CORRAL TALCIANI, Hernán. (1994). Familia y Derecho. Santiago, Universidad de Los
Andes, Colección Jurídica.
2. NINO, Carlos Santiago (2003). La Constitución de la democracia deliberativa. Barcelona:
Editorial Gedisa.
3. TAPIA RODRÍGUEZ, Mauricio ( 2005). Código Civil 1855-2005. Evolución y perspectivas.
Santiago: Editorial Jurídica de Chile.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

13
Lucía Elena Rizik Mulet

La familia como núcleo fundamental de la sociedad


Comentario a: Artículo 1°, Inciso 2°

La familia es un organismo sujeto a transformaciones constantes, en búsqueda


de nuevas formas de convivencia, en la que se lleva a cabo un proceso de reasig-
nación o redistribución de roles derivados de procesos de individualización1. A
partir de esta deconstrucción de la idea de familia (nuclear) en occidente a fines
del siglo XX, Rodrigo y Palacios, explican que la familia actual se articula como “la
unión de personas que comparten un proyecto vital de existencia en común que
se quiere duradero, en el que se generan fuertes sentimientos de pertenencia a
dicho grupo, existe un compromiso personal entre sus miembros y se establecen
intensas relaciones de intimidad, reciprocidad y dependencia” “ (Rodrigo y Pala-
cios, 2014a, p. 33).
El proceso de individualización de la familia nuclear es un elemento que permi-
te explicar por qué hoy no resulta útil que el legislador tutele las relaciones fami-
liares desde una concepto univoco de familia, puesto que la actual configuración
de las relaciones familiares se abre no solo a una dimensión biológica, sino que
también a una dimensión social o afectiva, emergiendo lo que en la actualidad se
ha denominado “familias complejas” (Espejo. 2017, p. 36). Ahora bien, más allá
de la configuración de la familia, respecto de los hijos menores de edad esta se
constituye como un agente de crianza y de socialización, distinguiéndose en ella
elementos que (re) significan ser padre o madre y funciones básicas que la familia
cumple en relación con los hijos, hasta que desarrollen una vida independiente.
De ahí que la familia se configura como un espacio que busca asegurar la supervi-
vencia de los hijos, su sano crecimiento, su socialización en las conductas básicas
de comunicación, diálogo y simbolización.
Desde un punto de vista jurídico, se ha explicado que dada la responsabilidad
que les cabe a los padres en el nacimiento de los niños, y bajo el supuesto que los
padres tienen un especial interés en el bienestar de su prole, derivado del vínculo
de amor y afecto que puede generar la interacción entre padres e hijos, el Estado
les reconoce en primer lugar la responsabilidad por su cuidado (Campoy Cervera,
2006, p. 1003; y, Eekelaar, 2017, pp. 22-23). Esta responsabilidad se desarrolla
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

teniendo en cuenta el dinamismo del estatus evolutivo del niño, el cual está con-
dicionado por los cambios que se producen durante la niñez, cuestión que condi-
ciona las prácticas de crianza, las atribuciones, las estrategias de socialización y
las pautas de interacción, que los padres redefinen de manera permanente con el
objeto que estas se adapten a las necesidades del hijo (Rodrigo y Palacios, 2014b,
p. 69).

1 Beck-Gemsheim junto a Beck han explicado que la individualización significa que “los seres huma-
nos son liberados de los roles de género internalizados, tal como estaba previsto en el proyecto de
construcción de la sociedad industrial, para la familia nuclear y, al mismo tiempo, se ven obligados
(y esto lo presupone y lo agudiza) a construirse bajo pena de perjuicios materiales, una existencia
propia a través del mercado laboral, de la formación y de la movilidad y, si fuera necesario, en de-
trimento de las relaciones familiares, amorosas y vecinales”. Beck y Beck-Gernsheim (2001), pp.
20-21.
14
Siguiendo la nomenclatura de diversos tratados internacionales de derechos
humanos, la CPR establece que la familia se constituye como el núcleo fundamen-
tal de la sociedad, evidenciando con ello el valor que para el ordenamiento jurí-
dico tiene la familia como entorno de convivencia entre distintas generaciones,
configurándose como un espacio de transmisión de tradiciones, experiencias y vi-
vencias. Desde un punto de vista jurídico, la familia se constituye como un grupo
intermedio, que se sitúa entre las personas y la sociedad, otorgándoles estructura
y organización (Barrientos Grandon, 2011, p. 39).
En este contexto, se desprenden ciertas características que perfilan el rol que
la familia cumple. En primer lugar, la familia es un grupo intermedio que ocupa
un lugar preferente en la organización social y, en consecuencia, los demás pre-
ceptos constitucionales deben interpretarse conforme a esta filosofía orientadora
(Ídem, p. 53). En segundo lugar, la familia es un ámbito íntimo de la vida de los
individuos, y exige del Estado el resguardo a dicha intimidad, cuestión que se ve
reflejada en la garantía constitucional sobre privacidad e intimidad familiar2. Fi-
nalmente, y en tercer lugar, la familia es la encargada del resguardo y protección
de los niños, y en dicho ámbito, se advierte que son los padres quienes tienen un
rol primordial en el cuidado y educación de los hijos, mediante la garantía consti-
tucional del artículo19 núm. 10.
En la legislación nacional, el dato genético aparece como el elemento central
para el establecimiento de las relaciones jurídicas familiares de los niños. La filia-
ción, tanto en el c.c., como en leyes especiales está enraizada en los lazos de san-
gre, si bien a partir de la ley núm. 20.830 que incorporó modificaciones al c.c., en
materia de cuidado personal, ha trasladado poco a poco la parentalidad del ámbi-
to biológico al ámbito de la afectividad (Kemelmajer, 2014, p. 85), abriéndose al
afecto como concepto jurídico que supera nociones tradicionales del derecho civil
y de familia como conyugalidad o el parentesco, aun enraizadas en la legislación
sobre responsabilidad civil extracontractual (Íbid).
De este modo, los padres aparecen como los primeros destinatarios de los
deberes de cuidado y protección de los niños. La relación jurídica, biológica y
afectiva entre padres e hijos constituye a la familia como contexto de desarrollo
esencial del niño, proporcionando el marco de socialización al que aspira el orde-
namiento jurídico. En este ámbito, los padres son quienes establecen y ejecutan
metas y estrategias de socialización con sus hijos, las que se manifiestan como
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

pautas educativas (Ceballos y Rodrigo, 2014, p. 241), que aunque parezcan im-
provisadas, pues muchísimas veces no son explícitas ni verbalizadas, obedecen a
un plan de acción (Ceballos y Rodrigo, 2014, pp. 241-242).

2 Sobre ello, Barrientos Grandon (2011), p. 62 explica que la autonomía familiar es diversa a la au-
tonomía contractual: “esa diferencia a radice se sitúa en los bienes sobre los que se ejerce, pues toca
a bienes espirituales y recae, las más de las veces, sobre la propia integridad personal de cada per-
sona, como cuando se contrae matrimonio, pues allí se ejerce, no para disponer sobre contenidos
económicos exclusivamente, sino que, primordialmente para formar una comunidad de vida que
compromete a las propias personas de los cónyuges que se reciben y aceptan como marido y mujer.”
15
Referencias Bibliográficas
1. BARRIENTOS GRANDON, J. (2011). Código de la Familia. Santiago de Chile: Thomson
Reuters.
2. BECK, U., BECK-GERNSHEIM, E. (2001). El normal caos del amor. Las nuevas formas de
relación amorosa. Paidós, Barcelona.
3. CAMPOY Cervera (2006). La fundamentación de los Derechos del Niño. Modelos de reco-
nocimiento y protección. Madrid: Dykinson.
4. CEBALLOS, Esperanza y RODRIGO, María (2014). “Las metas y estrategias de sociali-
zación entre padres e hijos”. En: Rodrigo, M., y Palacios, J. Familia y Desarrollo Humano.
Madrid: Alianza Editorial.
5. EEKELAAR, J (2017). “La responsabilidad parental como privilegio”. En: Lathrop, F., y
Espejo, N. Responsabilidad Parental. Santiago de Chile: Thomson Reuters.
6. ESPEJO, N. (2017). “El derecho a la vida familiar, los derechos del niño y la responsabi-
lidad parental”. En: Lathrop, F., y Espejo, N. Responsabilidad Parental. Santiago de Chile:
Thomson Reuters.
7. KEMELMAJER, A. (2014). “Las nuevas realidades familiares en el Proyecto de Código
civil y comercial argentino”. En: Kemelmajer, A., Borrillo, D., Flores Rodríguez, J. (Coord.).
Nuevos desafíos del derecho de familia. Buenos Aires: Rubinzal-Culzoni.
8. RODRIGO, M., y PALACIOS, J. (2014a). “La familia como contexto y la familia en contex-
to”. En: Rodrigo, María y Palacios, Jesús. Familia y Desarrollo Humano. Madrid: Alianza
Editorial.
9. RODRIGO, M., y PALACIOS, J. (2014b). “Conceptos y dimensiones en el análisis evo-
lutivo-educativo de la familia”. En: Rodrigo, María y Palacios, Jesús. Familia y Desarrollo
Humano. Madrid: Alianza Editorial.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

16
Comentario de:
Jaime Bustos Maldonado

El Estado Subsidiario
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

En página 18

Comentario de:
Jaime Bassa

Estado subsidiario

En página 19
17
Jaime Bustos Maldonado

El Estado Subsidiario
Comentario a: Artículo 1°, Incisos 3° y 4°

La Constitución Política de la República no consagra expresamente el principio


de la subsidiaridad del Estado. El origen de esta idea proviene de la denominada
Doctrina Social de la Iglesia.
El punto de partida de este principio es que se reconoce a las personas, y a las
organizaciones que estas creen, el derecho para realizar los fines o actividades
que estimen conveniente de acuerdo con su voluntad e intereses.
El Estado así les permite, a las personas y a sus organizaciones, sus actuaciones
o funciones siempre que sean reales y eficaces en el logro de los objetivos o pro-
pósitos tenidos en cuenta.
Sin embargo, al Estado también le asiste el derecho a intervenir y actuar en
caso que las personas y sus organizaciones no cumplan con sus cometidos u ob-
jetivos, lo hagan en forma ineficiente o bien en aquellas áreas que el Estado se ha
reservado para sí.
De esta forma, el Estado tiene el deber de permitir y facilitar que las personas
cumplan con sus objetivos pero, al mismo tiempo, tiene el derecho de actuar si los
particulares –personas u organizaciones– no desarrollan sus actividades o si las
ejecutan lo hacen en forma deficiente.
El Estado adopta su derecho a accionar o actuar por medio de los órganos que
la propia Constitución establece con esta finalidad. Será así el legislador, integra-
do por el Presidente de la República y el Congreso Nacional, quien ejerciendo sus
atribuciones resolverá que el Estado opere o intervenga en el quehacer nacional.
De esta forma el Estado podrá crear servicios públicos, otorgar prestaciones
económicas a los particulares que lo necesiten, tales como subsidios o subvencio-
nes, y establecer regulaciones para una actividad o materia.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

18
Jaime Bassa

Estado subsidiario
Comentario a: Artículo 1°, Incisos 3° y 4°; Artículo 19, N° 21 Incisos 1° y 2°;
Artículo 19, N° 24 Incisos 1° y 2°

La idea de Estado subsidiario es uno de los pilares fundamentales del proyecto


constitucional vigente desde 1980 pues, aunque ninguna norma lo declara o con-
sagra expresamente, ha sido configurado por la interpretación de diversas nor-
mas constitucionales y por la práctica institucional. Así, el proyecto político que
se impulsó a través del texto constitucional hace ya cuarenta años, mantiene su
vigencia en esta dimensión que configura el tipo de relación que se traba entre el
Estado y la sociedad, una relación en clave subsidiaria. Para entender qué impli-
ca ello es importante entender el sentido de la subsidiariedad, un principio que
prioriza la actividad privada por sobre la actividad pública o estatal, obligando al
Estado a abstenerse de intervenir en determinadas actividades cuando un agente
privado –típicamente, una empresa– esté en condiciones de hacerlo y, además, lo
haga satisfactoriamente. Así, el Estado estaría autorizado a intervenir en deter-
minada actividad cuando no haya privados que quieran participar en ella, o bien,
cuando estos privados lo hagan mal.
Se trata de un principio que se viene configurando hace décadas, no solo en
Chile, y que tiene por finalidad garantizar la autonomía de los cuerpos interme-
dios de la sociedad civil, especialmente contra la intervención estatal. En Chile,
se trata de un principio que se construye a partir de ciertas interpretaciones de
lo señalado por el artículo 1° inciso 3° de la Constitución (“el Estado reconoce y
ampara a los grupos intermedios a través de los cuales se organiza y estructura
la sociedad y les garantiza la adecuada autonomía para cumplir sus propios fines
específicos”), la garantía de la libre iniciativa económica (art. 19 N° 21 i. 1°), el
estatuto del Estado empresario (art. 19 N° 21 i. 2°) y el derecho de propiedad (art.
19 N° 24 i. 1° y 2°).
Explicitados estos supuestos preliminares, revisaremos la normativa constitu-
cional y la creación doctrinaria del llamado orden público económico. Pareciera
ser un lugar común en la doctrina que este término da cuenta de determinado
contenido, que comprende la protección de la propiedad privada, el principio de
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

subsidiariedad y la limitación a la intervención estatal en la economía. Sin embar-


go, una revisión de las normas permite concluir que no hay una determinación
constitucional explícita sobre este contenido, sino una cierta interpretación de
las mismas, a partir de una concepción particular de los derechos fundamentales
y de la actividad económica del Estado que ha logrado consolidarse como una
posición dominante.
Se ha naturalizado una concepción particular de orden público económico que
no se desprende necesariamente del texto de la Constitución. En concreto, el artí-
culo 19 N° 21 de la Constitución tiene dos incisos: mientras el 1° protege el ejerci-
cio del derecho fundamental a la libre iniciativa económica, el inciso 2° distribuye
las competencias normativas para la configuración del estatuto del Estado em-
presario, en tres partes:
19
• Primero, que el Estado solo podrá actuar como empresario previa habili-
tación de una ley de quórum calificado. Ahí no hay contenido, solo forma;
• Segundo, ordena que, actuando como empresario, el Estado se someterá
a la legislación vigente común, aplicable a los particulares. Todavía no hay
subsidiariedad ni hay propiedad privada; y,
• Tercero, que la excepción a la regla anterior deberá constar en una ley de
quórum cualificado.

Como se desprende del enunciado normativo revisado, el estatuto constitucio-


nal del Estado empresario es uno de carácter formal que, siguiendo la lógica de la
reserva de ley, distribuye competencias normativas. La Constitución no le prohíbe
al Estado desarrollar actividad económica alguna. Al contrario, establece un ré-
gimen de habilitación legal previa que, dado el principio de legalidad, parece ra-
zonable. Luego, ante el evento que el legislador autorice la actividad empresarial
del Estado, esta le impone que deba someterse a la legislación general. Ahora, si
el legislador lo estima, podrá autorizar un régimen de excepción, el que también
deberá constar en una ley de quórum calificado. Es decir, si el legislador autoriza
que el Estado desarrolle ciertas actividades económicas y prefiere que no se so-
meta al derecho general aplicable a los particulares, deberá decirlo.
Sin embargo, la comprensión del orden público económico ha estado condi-
cionada por cierta interpretación que se ha hecho de él, como si se desprendiera
pura y simplemente de los enunciados constitucionales y fuera construida desde
la propiedad privada y la subsidiariedad. Se trata de una opción hermenéutica,
pero no normativa. El problema es que se ha naturalizado cierto discurso hege-
mónico, en el sentido que el orden público económico y el estatuto del Estado
empresario suponen solo propiedad privada y subsidiariedad, cuando esto no es
necesariamente así; y no es que sea un error, se trata de una comprensión parcial
del fenómeno constitucional.
Esta doctrina ha recurrido a principios que constan en la Constitución para
darle contenido a sus instituciones. Y han encontrado un principio de subsidia-
riedad en el artículo 1° inc. 3°, formulando una concepción particular del mismo,
solo en su dimensión negativa –que obliga a la abstención del Estado– mas no de
la positiva, que obliga a intervenir al Estado allí donde el desarrollo de la socie-
dad y del individuo lo requiera. Sin embargo, de la lectura del art. 19 N° 21 inc.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

2° puede concluirse que el contenido propiamente constitucional del estatuto del


estado empresario se limita al principio de legalidad, donde no hay propiedad
–privada, pública o colectiva– sino solo un sistema de distribución de competen-
cias normativas con reenvío a la ley. Lamentablemente, esta forma de entender la
subsidiariedad y el rol del Estado en la economía y en la sociedad ha significado
una desprotección de los derechos sociales –uno de los principales negocios a los
que habilita esta interpretación de la normativa constitucional– debido a que su
mercantilización (desde la garantía de la libertad de emprendimiento del art. 19
N° 21) supone una amenaza para la universalidad en la protección de su ejercicio.
Esta comprensión del Estado subsidiario –que atraviesa las prácticas políticas e
institucionales más relevantes para la garantía de ciertos derechos– ha configura-
do un importante espacio para la actividad económica privada en la prestación de
servicios sociales, como salud, educación, vivienda y seguridad social.
20
Comentario de:
Francisco Zambrano Meza

Estado unitario, (des)centralización y


LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

(des)concentración

En página 22

Comentario de:
Cristián Castillo Vásquez

Transición del Estado Unitario de Derecho al


Estado Regional y Social de Derecho

21 En página 24
Francisco Zambrano Meza

Estado unitario, (des)centralización y (des)concentración


Comentario a: Artículo 3°

La Constitución de 1980 dedica su artículo 3°, en el marco de las bases de la ins-


titucionalidad, a consagrar la forma de Estado unitario, esto es (en oposición al
Estado federal) aquel donde las normas y decisiones se adoptan con efecto ge-
neral e igualitario para todo el territorio, de modo de que no existen diferencias
sustanciales en la aplicación de decisiones normativas.
El Estado unitario se caracteriza porque son los órganos nacionales los que
detentan el poder de creación de normas y las entidades regionales, provinciales
o municipales pueden desarrollar su normativa –esencialmente de ejecución– a
efectos de implementar aquella del nivel supremo.
Esta premisa que define al Estado como unitario tiene mayor impacto en la
esfera legislativa (creación de leyes), dado que la ley sigue siendo una norma ge-
neral y aplicable en todo el territorio nacional sin que exista legislación regional
como en los sistemas federales.
En la esfera judicial los tribunales territoriales y especialmente las Cortes de
Apelaciones deciden con libertad en su esfera de competencias, aun cuando el
criterio de los tribunales superiores sea distinto. El ejercicio de la Corte Suprema
al revisar la sentencia de los tribunales inferiores, por regla general, no puede
invadir competencias de estos jueces.
Desde la perspectiva de la gestión pública, la opción de la Constitución no es
centralista, por el contrario, la Carta Fundamental declara en el mismo artículo
que “la administración del Estado será funcional y territorialmente descentrali-
zada, o desconcentrada en su caso, de conformidad a la ley”, asimismo, dispone
como uno de los fines del Estado “el fortalecimiento de la regionalización y el
desarrollo equitativo y solidario entre las regiones, provincias y comunas del te-
rritorio nacional”. En el mismo sentido, en el artículo 115 la Constitución impone
el principio básico de la “búsqueda de un desarrollo territorial armónico y equi-
tativo” en el gobierno y administración interior del Estado, para lo cual deben
incorporarse “criterios de solidaridad entre las regiones, como al interior de ellas,
en lo referente a la distribución de los recursos públicos”.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

La Constitución entrega a la ley la posibilidad de transferir competencias a los


niveles regionales o locales, a la vez, reconoce la existencia de territorios espe-
ciales (artículo 126 bis) como la Isla de Pascua y el Archipiélago Juan Fernández,
los que pueden tener una forma de gobierno y administración diversa, lo cual es
compatible con el Estado unitario.
La ley puede establecer las modalidades de descentralización (en contraste con
la centralización) y de desconcentración (en contraste con la concentración), las
que a su vez pueden ser funcionales y administrativas.
La centralización administrativa ha sido entendida como aquella en que la
Administración del Estado central “asume la responsabilidad de satisfacer las
necesidades de interés general y, consecuentemente, se atribuye [por ley] todas
las potestades y funciones necesarias” (Parada, 1996, p. 39). Por oposición, la
descentralización administrativa es la técnica de organización por la cual “una
22
persona jurídica pública, creada por el Estado [por ley], pero distinta de él [del
“fisco”], con un patrimonio propio y cierta autonomía respecto del poder central”
(Aylwin y Azócar, 1996, p. 161) asume determinado ámbito de la gestión pública.
Desde luego, ambos sistemas de organización administrativa pueden coexistir y
lo hacen, por ejemplo, ante un órgano centralizado como la Subsecretaría de Edu-
cación y otro descentralizado como la Superintendencia de Educación.
La centralización y descentralización funcional radican su clivaje en “privile-
giar la gestión técnica que realicen determinados órganos, para hacer más efi-
ciente y especializada la actividad administrativa” (Bermúdez, 2011, p. 313), lo
que repercutirá en qué tanto control tenga la autoridad central sobre la decisión
del órgano inferior (desde un control jurídico de dependencia en los órganos cen-
tralizados funcionalmente, hasta una relación de supervigilancia en aquellos des-
centralizados funcionalmente).
La concentración administrativa es la técnica por la cual en una única entidad
se ejerce el poder de decisión mientras que la desconcentración administrativa es
la “transferencia de competencias [por ley] de forma permanente de un órgano
superior a otro inferior, sea central o periférico, dentro de un mismo ente público”
(Parada, 1996, p. 45).
La concentración o desconcentración funcional se mide en la delegación de
atribuciones y facultades propias de un organismo mediante un acto administra-
tivo, parcial y específico, desde un órgano superior a otro inferior y dependiente.
En conclusión, el Estado de Chile es unitario, pero admite e incentiva la exis-
tencia de diversas formas de organización administrativa y con cada vez mayor
distribución de la toma de decisiones y ejercicio del poder público.

Referencias bibliográficas
1. AYLWIN, Patricio y AZÓCAR, Eduardo (1996). Derecho administrativo. Santiago: Ed.
Universidad Nacional Andrés Bello.
2. BERMÚDEZ, Jorge (2011). Derecho administrativo general. 2º edición. Santiago: Ed.
Thomson Reuters.
3. PARADA, Ramón (1996). Derecho administrativo, tomo II.. Madrid: Ed. Marcial Pons.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

23
Cristián Castillo Vásquez

Transición del Estado Unitario de Derecho al Estado Regional y Social de


Derecho
Comentario a: Artículo 3°

En el noble ideal de disminuir la desigualdad, es necesario pensar en las regiones


y su administración para generar una descentralización real, considerando las
características socioculturales del país, su multiculturalidad y plurinacionalidad,
y alejarse de la noción que justifica al Estado Unitario dando cuenta del carác-
ter “homogéneo” de la estructura social de Chile. Las dimensiones del territorio
nacional, su accidentada geografía y diversidad climática obligan a repensar el
Artículo 3° de la Constitución, que tanto en palabra como en acción no ha podido
plasmar concretamente la idea de regionalización y descentralización.
Para el abogado Juan Ferrando Badía, la región es “un hecho geográfico, et-
nográfico, económico e histórico vivido en común” y prosigue mencionando que
el regionalismo plantea tres proposiciones: “asegurar una mejor adecuación de
la acción estatal a las necesidades y características locales; realizar un mayor
acercamiento de los ciudadanos al Estado; promover, a través de una más justa
distribución de la renta nacional, el mejoramiento de las condiciones económi-
cas, sociales y culturales de las regiones atrasadas”. El Estado decente y digno es,
entonces, uno que, haciéndose cargo de los aspectos únicos de la Nación chilena,
reconoce la existencia de zonas condicionadas que por su historia, geografía y
cultura han generado una fuerte personalidad y que requieren un tratamiento
especial, así como el resto del territorio, considerando su vastedad y aplicando
el principio de proximidad, esto es, mientras más local sea el problema, mayor
injerencia y decisión deben tener quienes son directamente afectados y generar
ellos mismos, su influencia.
Ante esto, la Constitución Política de la República Italiana cita en su Artículo
°114 que, “las municipalidades, provincias, ciudades metropolitanas y regiones
son entidades autónomas que poseen sus propios estatutos, poderes y funcio-
nes”. Por otra parte, la experiencia española indica en su Artículo °2, el carácter
indisoluble de la Nación, reconociendo y garantizando el derecho a la autonomía
de las nacionalidades y regiones que la integran. Asimismo, referencia un punto
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

importante: la solidaridad económica de las regiones, que permitan un desarrollo


armónico de las mismas. (Artículo °138). En el Artículo °143, dan cuenta de las
especiales características históricas, culturales y económicas de las provincias,
las que pueden acceder a un autogobierno y constituirse en Comunidades Autó-
nomas.

Un Estado Social de Derecho


La consecuencia que derivó de la gran crisis del petróleo en la década de 1970 y
el objeto de las más ácidas críticas de la corriente neoliberal es el Estado Social
de Derecho, que surgió de la gran crisis económica de 1929. Sin embargo, no co-
mienza allí. Recoge y se nutre de las experiencias de la clase trabajadora derivada
24
de la Revolución Industrial, la Constitución de la República de Weimar, la materia-
lización del Estado Socialista en la Unión Soviética y, finalmente, las experiencias
socialdemócratas. Lo que se propone es configurar la acción estatal y económica
considerando una verdad ineludible: el Estado deberá hacerse cargo de más de 7
millones de chilenos que envejecerán y que no podrán mantenerse con las pen-
siones que dejaron las AFP. En ese oscuro escenario que tendrá una duración de
no menos de veinte años, un gobierno respetuoso de la voluntad popular diseñará
las estrategias en materia económica y laboral que generen tanto justicia social
como desarrollo que marque el término ineludible del Estado Subsidiario.
El Estado Social de Derecho es, entonces, la búsqueda de un Estado que activa-
mente combata la desigualdad, de forma que la libertad individual y otras garan-
tías que ya están consagradas no sean palabras vacías a ojos de los ciudadanos. La
dignidad humana no es sino condición para el ejercicio de la libertad plena.
Los recursos naturales no deben verse como la herramienta ejecutora de los
planes sociales, sino como la garantía de sostenibilidad del sistema. En ese sen-
tido, un Estado decente y digno propondrá la vinculación con empresas privadas
siempre y cuándo se privilegie un porcentaje de las utilidades en proyectos de
I+D+I1, que permita alcanzar las más altas cuotas de autonomía productiva ante
las siempre presentes presiones e influencias de Estados foráneos y de las corpo-
raciones multinacionales.
Esta visión de Estado se encuentra en la Constitución de la República Federal
Alemana, en sus Artículos °20 y °28; en la Constitución de la República de Co-
lombia en su Artículo °1 y en la Constitución de la República del Ecuador en su
Artículo °1.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

1 Investigación, desarrollo e innovación.


25
Comentario de:
Jaime Bustos Maldonado

República Democrática
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

En página 27

Comentario de:
Francisco González

¿Qué significa República?

En página 28
26
Jaime Bustos Maldonado

República Democrática
Comentario a: Artículo 4°

La Constitución Política de la República en el artículo 4 establece que nuestro país


es una república democrática.
Para efectos de comprender esta regla, es necesario precisar que república es
una forma de gobierno en que los gobernantes son transitorios, elegidos y res-
ponsables. Es el caso del Presidente de la República, quien es electo por la ciuda-
danía, dura cuatro años en su cargo y tiene diversas responsabilidades, incluida la
política. Asimismo, los miembros del Congreso Nacional –senadores y diputados–
son elegidos, están en sus cargos ocho y cuatro años, respectivamente, y también
les asiste responsabilidad.
Por otra parte, la Constitución señala que la República de Chile es democrática.
Cuando la Constitución alude a la democracia permite que existan representan-
tes del pueblo, como diputados o senadores, como también la participación direc-
ta de los ciudadanos, sin intermediarios, a través de plebiscitos, que son consultas
al pueblo respecto de algún asunto determinado.
La Constitución reconoce como titular o dueño de la soberanía al pueblo, es de-
cir al electorado, quien se expresa a través de elecciones periódicas o plebiscitos,
según lo dispone el artículo 5.
La democracia que consagra la Constitución permite el pluralismo político en
los términos que el Art. 19 N° 15 dispone. Esta norma declara inconstituciona-
les, o sea contrarios a la Constitución, a los partidos, movimientos u otras formas
de organización: 1) cuyos objetivos, actos o conductas no respeten los principios
básicos del régimen democrático y constitucional, 2) que procuren el estableci-
miento de un sistema totalitario y 3) aquellos que hagan uso de la violencia, la
propugnen o inciten a ella, como método de acción política.
En consecuencia, la democracia que reconoce la Constitución permite las elec-
ciones y plebiscitos y asegura la diversidad de pensamientos políticos, con la sola
limitación hacia los partidos u organizaciones cuyos objetivos, actos o conductas
no respeten principios básicos del régimen democrático, procuren un sistema to-
talitario o recurran a la violencia como método de acción política.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Por otro lado, para entender qué es una democracia resulta necesario precisar,
en primer término, que es una forma de gobierno, pero que, además, constitu-
ye una forma o estilo de vida en la cual la participación de los ciudadanos en
los asuntos públicos resulta vital, como también la aceptación del pluralismo y
la tolerancia, es decir, entender la existencia de formas de pensar distinto y acep-
tar como legitimas esas formas de pensamiento. Requiere, asimismo, un diálogo
como método para superar las diferencias o diversidades y, por último, un gran
consenso fundamental, cual es que la sociedad o el pueblo quiera o desee vivir en
un régimen democrático.

27
Francisco González

¿Qué significa República?


Comentario a: Artículo 4°

Es la forma de gobierno en la que el puesto de jefe de Estado queda a cargo del


mandatario temporal, llamado presidente, elegido mediante sufragio, a partir de
elecciones o por asamblea de dirigentes notables.
República viene por la composición de dos conceptos.
Res, que significa literalmente “cosa”. También se puede usar «res publica»
como término genérico para referirse al Estado.
Dos ideas sostienen la idea de República: Primero, la dimensión ética (“La
cosa”), La virtud, que motiva a las personas en autorrealizarse más allá del inte-
rés personal. La segunda corresponde a la “dimensión institucional”, es decir, la
organización bajo el imperio de la ley1, es decir un Gobierno gobernado por leyes.
Por ello, la República se opone a la arbitrariedad de la tiranía2.
Se distinguen diversas formas de gobierno, a saber, las tres clásicas:

1.- Monarquía: Mono (uno)+ Arquía (Gobierno o régimen): Gobierno de uno o


una solo.
2.- Aristocracia: Aristoi (de los mejores) + Cracia (del griego “Kratos”, fuerza o
poder): Gobierno de los mejores. Históricamente se denominaba al gobierno
de los nobles, y de las clases sociales altas, antes de la llegada de la democracia
en la Antigua Grecia.
3.- Democracia: Refiere a la denominación griega: Demos (del griego: pueblo)
Cracia (Kratos-Forma de poder). De este modelo, se derivan otras formas de
gobierno:

3.1.- Democracia parlamentaria: Existen dos figuras, el Jefe de Estado, gene-


ralmente denominado presidente. Un jefe de Gobierno, denominado Primer
Ministro3.
3.2.- Democracia semi-presidencialista: Existen por separado las figuras del
jefe de Gobierno y de Estado. A esto se lo denomina ejecutivo separado. El
primer ministro es responsablemente políticamente ante el Parlamento jun-
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

to a su gabinete o Consejo de Ministros.


3.3.- Democracia presidencialista: Es el sistema que impera en Chile actual-
mente. En ella los cargos de jefe de Estado y de Gobierno recaen en el presi-
dente de la República. Quien, además de poseer amplias atribuciones como
dictar Decretos Leyes, otorgar suma urgencia a proyectos de ley, dirigir las
relaciones exteriores del país, también designa su propio gabinete de minis-
tros, los que gozan de su absoluta confianza.

1 “Rule of Law”.
2 La tiranía corresponde a la forma de gobierno en la que el gobernante posee un poder absoluto e
ilimitado del que abusa.
3 La mayoría de las veces es quien ejerce el poder en los hechos.
28
Por su parte, el Congreso es elegido mediante elecciones periódicas. Los par-
lamentarios, además de proponer y elaborar proyectos de ley, fiscalizan al poder
Ejecutivo (el presidente de la República). Es un poder independiente.
Se le critica a este sistema el hecho de que el Poder ejecutivo no tiene contra-
peso efectivo. Por ello, se sugiere la idea de una democracia semi presidencial, en
su defecto.
Otro concepto que ayuda a entender la democracia es el de la Poliarquía. Poli
(muchos) + arquía (gobierno de) = Gobierno de muchos.

Democracia: Modelos de Democracia


David Held (1993) propone la existencia de distintos modelos de democracia. Ta-
les son:

El modelo chileno se inspira en el modelo de democracia liberal, la cual se basa


en los siguientes principios: 1.- Gobierno fundado en la Constitución 2.- Sobera-
nía del Estado, 3.- Representación política.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

29
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Comentario de:
Cristián Castillo Vásquez

Sobre las relaciones internacionales

En página 31

30
Cristián Castillo Vásquez

Sobre las relaciones internacionales


Comentario a: Artículo 5°, Inciso 2°

Qué duda cabe que hace un par de meses las justas demandas de la sociedad eran
similares a utopías y las propuestas mínimamente sensatas fueron sistemática-
mente tildadas como “radicales” o “extremistas”. Pues bien, esa noción –respecto
de la cual la clase política chilena hoy se encuentra silente– es nítida en el mundo
occidental. El nuevo Estado decente y digno se podría ver enfrentado a posibles
embargos, bloqueos, pérdida de influencia regional y mundial y al descrédito a
todo nivel, como son víctimas la Federación Rusa, Venezuela y otras naciones que
no siguen el patrón común de alineamiento político y económico.
Es de reconocer que el Estado de Chile ha alcanzado un buen nombre e in-
fluencia de la mano de los exitosos números macroeconómicos y de una di-
plomacia semiprofesional que, debido a su habilidad y tacto, ha sido capaz de
insertar a nuestro país en las más variadas instancias como un ente no solo
presente, sino que convocante y propositivo. Esa imagen, desafortunadamente,
se ha visto afectada por la situación política y social, pero será también una
oportunidad para renacer en el concierto internacional como un país más igua-
litario, justo y digno.
Para defender esto, el Estado necesitará la competencia de una Cancillería pro-
fesional, con diplomáticos que, en primer lugar, sean la imagen del nuevo Chile. Es
decir, que su integración sea paritaria entre hombres y mujeres, que provengan
de etnias y que tengan procedencia regional. Por otra parte, en la figura del Presi-
dente de la República recae la responsabilidad de definir la política exterior y las
relaciones internacionales del país como prerrogativa exclusiva de su investidura.
También cuenta entre sus facultades la negociación y celebración de tratados in-
ternacionales.
La diferencia reside en el cambio de paradigma de lo que debe ser el cargo de
un Presidente: debe ser el primer servidor público de la Nación (alejándose de la
figura monárquica o administradora del pasado) y deberse a la soberanía del pue-
blo. Para esto, debe considerar la figura del plebiscito para resolver importantes
materias que pueden comprometer el destino del país, como derechos humanos,
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

economía, recursos naturales y otras.

Sobre las relaciones del Estado


El nuevo Estado debería buscar generar relaciones culturales y comerciales con la
mayor cantidad de naciones, considerando siempre el beneficio mutuo, el respeto
a la integridad política y social de la Nación y el destino que, para sí, ha elegido su
pueblo. En ese sentido, resulta de la mayor importancia poner en marcha un plan
de desarrollo destinado a la independencia industrial, productiva y alimentaria
del Estado, sin por ello renunciar a fortalecer los vínculos con las naciones del
continente sudamericano y otras que elijan para sí un camino de independencia
respecto de los grandes centros de poder, siendo parte activa del movimiento de
31
países no alineados, buscando el multilateralismo y la cooperación como figuras
que propenden a la paz entre las naciones, el respeto a la intangibilidad de los
tratados y el respeto a la soberanía nacional.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

32
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Comentario de:
Francisco Zambrano Meza

Principio de legalidad y juridicidad en la


función pública

En página 34

33
Francisco Zambrano Meza

Principio de legalidad y juridicidad en la función pública


Comentario a: Artículo 6°, Inciso 1°; Artículo 7°, Inciso 1°

La justificación de la existencia de una Constitución se reflejó en el artículo XVI de


la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, gestada en la Revo-
lución Francesa. Allí se expresó que dos son los componentes esenciales de una
Constitución: (i) aseguramiento de los derechos y (ii) la separación de los pode-
res del Estado.
Esta idea tradicional de la separación de poderes fue el mecanismo propuesto
por los franceses para limitar los excesos del absolutismo monárquico y el au-
toritarismo ilustrado. Confiando entonces en que una norma, como es la Cons-
titución, sometiera al poder, fue como se constituyó el “Estado de Derecho”: un
Estado limitado y sometido por el Derecho.
En nuestra Constitución no encontramos en realidad una separación de po-
deres estrictamente hablando, sino más bien una distribución de competencias
(Pantoja, 2004, p. 273), pero sigue siendo la norma jurídica la que regula el ejer-
cicio de la potestad pública. En efecto, el artículo 6° de la Constitución establece
que “los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las nor-
mas dictadas conforme a ella”, siendo sus disposiciones obligatorias para todas
las personas, instituciones o grupos de personas.
Si bien es cierto que una de las principales fuentes del Derecho es la ley y mu-
cho tiempo se habló de un principio de “legalidad”, lo cierto es que la Constitución
establece como estándar “la Constitución y las normas dictadas conforme a ella”,
es decir, todo el ordenamiento jurídico (incluyendo la ley, los reglamentos, tra-
tados, etc.) y es por ello que se ha entendido que “el principio de la juridicidad
es una forma evolucionada de aquella escueta legalidad característica del Estado
constitucional de comienzos del siglo XIX” (Pantoja, 2000, p. 156).
El principio de juridicidad, entendido como más que el mero apego formal a
la ley, “comprende, en primer lugar, a la puesta en ejercicio de las atribuciones
del poder público, en segundo término, dicho principio juega un rol esencial en
el control jurídico de la actividad administrativa y, en tercer lugar, es una base en
la apreciación de la existencia de la responsabilidad extracontractual” (Caldera,
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

1992, p. 128). Es decir, que el principio de juridicidad es fundamento de la ac-


tuación del Estado, asimismo es su parámetro de control y, en caso de infracción
del ordenamiento jurídico, permite hacer responsable a quien ejerce la función
pública por dicha vulneración.
Por otro lado, el artículo 7° de la Constitución establece tres requisitos para
que las actuaciones del Estado sean válidas: (i) ser investidos regularmente de
autoridad, (ii) actuar dentro de su competencia y (iii) actuar en la forma que la ley
establece. Estas actuaciones son exclusivas de quienes la ley se las ha atribuido y,
por lo tanto, excluyen que cualquier persona que no detenta esas funciones, las
desempeñe.
Finalmente, existen consecuencias por la vulneración del principio de juridi-
cidad: “las sanciones que determina la ley (art. 6°) y la propia Constitución se
34
encarga de disponer –ya desde 1833– la nulidad del acto dictado en su contraven-
ción (art. 7° inciso 3°)” (Soto, 1988, En Tavolari, 2010, p. 329).
En suma, el principio de legalidad y su evolución, el principio de juridicidad,
aseguran la sujeción del ejercicio del poder al sistema jurídico, de modo que fijan
estándares formales y materiales de actuación que permiten motivar la actuación
administrativa, controlarla y hacer responsables a sus infractores por la vulnera-
ción del ordenamiento jurídico.

Referencias bibliográficas
1. CALDERA, Hugo (1992). “Juridicidad, legitimidad y principios generales de Derecho”,
En: Revista de Derecho Público, vol. 51/52.
2. PANTOJA, Rolando (2000). “El principio de la juridicidad”, En: Revista de Derecho Públi-
co, vol. 62, pp. 156-168.
3. PANTOJA, Rolando (2004). La organización administrativa del Estado, Ed. Jurídica de
Chile, Santiago.
4. TAVOLARI, Raúl (2010). Doctrinas esenciales. Derecho constitucional. Santiago: Ed. Jurí-
dica de Chile, Ed. Puntolex, Ed. Thomson Reuters.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

35
Comentario de:
Francisco Zambrano Meza

Del principio de Probidad


LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

En página 37

Comentario de:
Alexis Garrido

Principio de probidad con enfoque multidimensional

En página 39
36
Francisco Zambrano Meza

Del principio de Probidad


Comentario a: Artículo 8°

El principio de probidad es explícito en la Constitución desde la reforma de 2005,


donde se incluyó en el artículo 8° una obligación a todos quienes ejercen una fun-
ción pública a dar estricto cumplimiento a este principio en todas sus actuaciones.
Si bien hasta 2005 era común hablar del principio como “probidad admi-
nistrativa”, lo cierto es que, desde esa reforma constitucional de las bases de la
institucionalidad, todos los servidores públicos deben respetarlo, no solo los fun-
cionarios de la Administración, sino que también los congresales, jueces, fiscales,
entre otros. Es más, la jurisprudencia de la Contraloría General de la República ha
hecho extensivo el principio incluso a los que reciben honorarios del Estado (sin
ser funcionarios) o quienes prestan funciones ad-honorem (sin remuneración),
de modo que todo aquel que cumple una actividad pública en procura del interés
general está obligado a respetar el principio de probidad en todas sus actuaciones
y de modo estricto (dictamen 39.453/2010).
El principio de probidad no tiene una definición constitucional, pero sí la Ley
19.653 introdujo dos definiciones respecto de la Administración del Estado y del
Congreso Nacional que apunta a tres aspectos de la conducta del servidor públi-
co: (i) conducta intachable, (ii) desempeño honesto y leal de su función o cargo y
(iii) primacía del interés general sobre el particular. En este sentido, el Tribunal
Constitucional ha dicho que, a propósito del principio de probidad, “el propio or-
denamiento jurídico desplaza la protección del interés particular dando primacía
a valores o principios inherentes a la misma vida en sociedad” (sentencia de 9 de
agosto de 2007, rol 634).
Si bien la Constitución exige a todos quienes ejercen la función pública dar
estricto cumplimiento al principio de probidad, una mayor jerarquía implica
también una mayor responsabilidad frente a este principio. De acuerdo con la
Contraloría General, las jefaturas están igualmente obligadas que los funcio-
narios, pero de ellas se espera un mejor cumplimiento del principio (dictamen
49.465/2006).
El principio que comentamos tiene como principal objetivo evitar la corrup-
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

ción al interior de la Administración del Estado, para lo cual existen diversos me-
canismos que se incardinan en el principio de probidad constitucional.
Este principio es naturalmente constitutivo de un Estado de Derecho y de la de-
mocracia republicana en la que se defina nuestro modelo político. Así se lee de la
Carta Democrática Interamericana de la Organización de los Estados Americanos,
que en su artículo 4° reconoce como componente fundamental del ejercicio de la
democracia a la probidad.
Diversos tratados internacionales también han hecho referencia a ella, como la
Convención Interamericana contra la Corrupción y la Convención de las Naciones
Unidas contra la Corrupción, asociándola también a la actividad de los ciudada-
nos en el control y prevención de la corrupción. En palabras de Ángela Vivanco,
“la probidad no puede ser considerada como tal si no se la asocia a la transparen-
cia, es decir, a la voluntad permanente de decidir sobre la cosa pública abierta-
37
mente, permitiendo que los ciudadanos conozcan los fundamentos y las razones
de la decisión, además de cómo esta se ejecuta” (Vivanco, 2008, p. 385).
El mero control de la actuación de los agentes públicos es insuficiente, pues
“si bien va en la línea de garantizar el principio de probidad, se inscribe en un
objetivo último que los guía y orienta, cual es, afianzar el Estado Democrático y
el Estado de Derecho, finalidad que nos demanda un esfuerzo permanente para
perfeccionar y profundizar los mecanismos de control del poder. En este marco,
la eficacia de los controles será gravitante para la efectividad de la Constitución
misma” (Camacho, 2018, p. 77).
En definitiva, es correcto afirmar que la probidad es reciente en la Constitución,
pero no es novedosa en nuestro ordenamiento jurídico, en tanto es esencial para
la existencia del Estado de Derecho y, en particular, para los actuales desafíos de
prevención, persecución y sanción de la corrupción.

Referencias Bibliográficas
1. CAMACHO, Gladys (2018). “Sobre la transparencia, el derecho de acceso a la informa-
ción pública y los deberes de publicidad”, En: Revista de Derecho Público, nº especial, pp.
75-95.
2. VIVANCO, Ángela (2008). “Transparencia de la función pública y acceso a la informa-
ción de la Administración del Estado: una normativa para Chile”, En: Revista Chilena de
Derecho, vol. 35, nº 2, pp. 371-398.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

38
Alexis Garrido

Principio de probidad con enfoque multidimensional


Comentario a: Artículo 8°, Inciso 1°

Probidad es un principio fundamental consagrado en la Constitución Política a


partir de las reformas en 2005.
Probidad significa honradez, honestidad, integridad y rectitud de comporta-
miento. Lo contrario a la probidad es la corrupción, desvío a las normas morales
y de las normas jurídicas.
Según Ley 18.575 el principio de probidad administrativa1 consiste observar
una conducta funcionaria intachable y un desempeño honesto y leal de la función
o cargo, con preeminencia del interés general sobre el particular.
La Constitución considera un mecanismo que evitaría la corrupción mediante
la Declaración de Intereses y Patrimonio, realizada por la propia persona decla-
rante en la institución y de forma pública. En virtud de la Ley 20.8802 se encuen-
tra sometida a la fiscalización de la Contraloría General de la República.
El contenido del formulario de la Declaración de Intereses y Patrimonio consi-
dera:

1. Ámbito económico del declarante: bienes inmuebles situados en el país


o en el extranjero, derechos de aprovechamiento de aguas y concesiones,
bienes muebles registrables, derechos o acciones de empresas en Chile y
extranjero.
2. Ámbito económico del cónyuge o conviviente civil y de los hijos.
3. En algunos casos, individualización de los parientes por consanguinidad
en toda la línea recta y en la línea colateral en el segundo grado tanto por
consanguinidad como por afinidad.

La Contraloría General de la República y el Consejo para la Transparencia3 de-


ben dar publicidad a la Declaración de Intereses y Patrimonio a disposición de la
ciudadanía en formato de datos abiertos. Solo se mantendrá en reserva los datos
sensibles del declarante del cónyuge o conviviente civil e hijos, en virtud de la Ley
19.6284.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

1 Ley 18.575, artículo 52, inc. 2°, de la Ley Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Admi-
nistración del Estado.
2 Ley 20.880, sobre Probidad en la Función Pública y Prevención de los Conflictos de Interés.
3 Ley 20.285, Ley de Transparencia de la función pública y acceso a la información de la Adminis-
tración del Estado.
4 Ley 19.628, artículo 2, letra g), de la Ley sobre Protección de la Vida Privada, define datos sensi-
bles, aquellos datos personales que se refieren a las características físicas o morales de las personas
o a hechos o circunstancias de su vida privada o intimidad, tales como los hábitos personales, el
origen racial, las ideologías y opiniones políticas, las creencias o convicciones religiosas, los estados
de salud físicos o psíquicos y la vida sexual.
39
A quienes va dirigida la probidad administrativa
El principio de probidad va dirigido a personas que prestan servicios en o para la
Administración Central del Estado que pueden desempeñarse en cargos de plan-
ta, en empleos a contrata o contratos a honorarios. En general son quienes ocupan
las altas jerarquías de cargos públicos frente a la responsabilidad en la toma de
decisiones de lo público, como se menciona en Art. 8 de la Constitución Política, el
Presidente de la República, los Ministros de Estado, los diputados y senadores, y
las demás autoridades y funcionarios que una ley orgánica constitucional señale.

La Constitución Política 1980, con la reforma del 2005, concibe la Probidad


unidimensional
La Constitución se centra en la dimensión económica personal y familiar del de-
clarante y se resuelve con la administración de los bienes por un tercero o la ena-
jenación (venta) de todo o una parte de los bienes, pero no se considera otras
dimensiones de conflictos de interés.

Principio de Probidad con enfoque multidimensional


La Nueva Constitución debería considerar varias dimensiones de conflictos de
intereses, según veracidad, según los participantes y según contenido que afec-
ta la correcta función pública. Es decir, no solo el ámbito económico personal y
familiar del declarante, sino también conflicto de interés de niveles relacionales,
legales, de medios de comunicaciones, lobby empresarial y centros de estudios
nacionales e internacionales, amplificándose a los distintos tipos de organizacio-
nes informales, relaciones de poder, grupos de presión y grupos de intereses e
influencias.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

40
Comentario de:
Francisco Zambrano Meza

Derechos humanos y Constitución


LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

En página 42

Comentario de:
Sofía Esther Brito

Terrorismo y Constitución

En página 44
41
Francisco Zambrano Meza

Derechos humanos y Constitución


Comentario a: Artículo 9°

La única mención expresa que hace la Constitución a los derechos humanos se


encuentra en el artículo 9° al decir que el terrorismo es esencialmente contrario
a estos derechos. Esto no significa que sea lo único que hace referencia a estos
derechos. En el artículo 5°, la Constitución se refiere a que los “derechos esencia-
les que emanan de la naturaleza humana” constituyen un límite al ejercicio de la
soberanía, así como un deber de respeto y promoción de tales derechos, los que
pueden estar garantizados por la Constitución o los tratados internacionales rati-
ficados por Chile y que se encuentren vigentes. Un tercer concepto que emplea la
Constitución es el de los derechos constitucionales del artículo 19, bajo el capítu-
lo III “de los derechos y deberes constitucionales”.
La comunidad jurídica se refiere a los derechos fundamentales, cuales son, se-
gún el Diccionario Panhispánico del Español Jurídico de la Real Academia Espa-
ñola, los derechos de una persona que emanan de la dignidad humana, del libre
desarrollo de la personalidad y de otros valores. Estos derechos no requieren ser
establecidos por una norma, pero cuando un tratado internacional los reconoce,
pasan a ser considerados como “derechos humanos”; cuando la norma es la Cons-
titución son conocidos como “derechos constitucionales”. En sí mismos, ninguna
de estas categorías está per se sobre otra.
Estos derechos pueden ser explícitos o implícitos, pero el modelo que reconoce
nuestra Constitución es el de los derechos preexistentes al Estado, es decir, este
se encarga de reconocerlos, establecer sus límites en colisión entre ellos y definir
la forma en que puedan restringirse legítimamente.
En Chile no hay derechos absolutos, todos son limitables y pueden ceder res-
pecto de otro derecho en ciertos casos. Por ejemplo, la vida puede ceder en el caso
de la legítima defensa o en las causales de aborto e incluso en la pena de muerte;
la propiedad cede ante el interés general y su función social y la libertad ambula-
toria puede restringirse por la autoridad administrativa.
La principal garantía judicial de nuestros derechos constitucionales o huma-
nos está radicada en el recurso de protección, que es una acción de urgencia que
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

conoce directamente la Corte de Apelaciones respectiva y que ha demostrado ser


una herramienta eficaz por su breve plazo de tramitación y la sencillez de su pro-
cedimiento. Este mecanismo es compatible con otros medios de garantía en el
derecho interno y también con los sistemas de protección de Derechos Humanos
de la Organización de los Estados Americanos (Comisión y Corte Interamericana
de Derechos Humanos), el sistema universal de la Organización de las Naciones
Unidas que tiene diversos comisionados y relatorías para velar por el respeto y
promoción de estos derechos.
No podemos terminar este acápite sin referirnos a las violaciones a los dere-
chos humanos que la Constitución repugna y habilita perseguir y sancionar a tra-
vés de los organismos jurisdiccionales internos de persecución penal (Ministerio
Público y Poder Judicial) e incluso reconociendo la competencia de la Corte Penal
42
Internacional que establece responsabilidad penal internacional por violaciones
a los derechos humanos, en la disposición transitoria vigesimocuarta.
Para concluir, debemos destacar que la Constitución reconoce un sistema flexi-
ble de consagración de derechos que no se agotan simplemente en las normas,
pues los reconoce como previos a la existencia del Estado, desde la esencia de
las personas que es su dignidad. La tarea del ordenamiento jurídico es, entonces,
darles eficacia, garantía y perseguir la infracción de estos derechos para proteger
a las personas.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

43
Sofía Esther Brito

Terrorismo y Constitución
Comentario a: Artículo 9°

La regulación constitucional del terrorismo no es una tendencia a nivel interna-


cional. Chile, Perú y Brasil son unos de los pocos países en América Latina que re-
gulan este tipo de conductas en sus constituciones, utilizando restricciones de los
derechos fundamentales que se encuentran comúnmente en la legislación penal y
procesal. En el caso de la Constitución de 1980, no se entrega una definición con-
creta de terrorismo, más allá de ser una conducta que atenta contra los derechos
humanos. No obstante, si vamos al origen de esta norma, podemos referirnos a la
versión original del artículo 8° que cumplía la función de complementarla, entre-
gando un contenido a la noción de terrorismo:

“Todo acto de persona o grupo destinado a propagar doctrinas que atenten


contra la familia, propugnen la violencia o una concepción de la sociedad, del
Estado o del orden jurídico, de carácter totalitario o fundada en la lucha de cla-
ses, es ilícito y contrario al ordenamiento institucional de la República.
Las organizaciones y los movimientos o partidos políticos que por sus fines o
por la actividad de sus adherentes tiendan a esos objetivos, son inconstitucio-
nales”.

Estos dos primeros incisos del artículo 8° original dan cuenta de lo que el cons-
tituyente entendía por terrorismo. Claro ejemplo de ello es el caso de Clodomiro
Almeyda, ex Presidente del Partido Socialista de Chile, contra el cual se presenta
un requerimiento al Tribunal Constitucional en función de esta norma por "ha-
ber incurrido en actos que propagan doctrinas que propugnan la violencia como
también en actos que propagan doctrinas que propugnan una concepción de la
sociedad, del Estado o del orden jurídico de carácter totalitario, e igualmente en
actos destinados a propagar doctrinas fundadas en la lucha de clases". El Tribunal
Constitucional afirma que el marxismo destruía los valores que emanaban de las
bases de la institucionalidad, atentando contra la dignidad del ser o contra los
derechos que emanan de la naturaleza humana, contra la familia o contra el orden
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

democrático. Como señala Myrna Villegas, si bien esta norma fue derogada por la
Ley de Reforma Constitucional N° 18.825 de 17 agosto de 1989, en el art. 9 subsis-
te su mismo fundamento ideológico. De este modo, el terrorismo como conducta
contraria a los derechos humanos no parece apuntar a su sentido clásico (viola-
ciones masivas y sistemáticas de derechos por parte del Estado a ciudadanos) nos
dice Villegas– sino más bien al atentado contra el sistema establecido, puesto que
las penas accesorias establecidas se refieren a la posibilidad de participar en la
vida política, económica y social, así como las suspensiones de derechos políticos,
lo que cierra la posibilidad de diálogos democráticos.
De este modo, podemos constatar que la noción de terrorismo que pervive en
la Constitución de 1980, pese a sus reformas, tiene por objeto la confrontación
de ciertos tipos de idearios políticos, que ponen en riesgo al concepto de Estado
que tenía el constituyente, más que necesariamente la protección de los derechos
44
humanos de las personas. No se explica sino por qué no se aplica a conductas que
causan temor en la población realizadas por pandillas de narcotraficantes, pero sí
a quiénes son parte de comunidades indígenas, como los casos que hemos cono-
cido en la Araucanía.
Por otro lado, el hecho que la tipificación de las conductas sea hecha a través de
una ley de quórum calificado es una clara afectación a la democracia, imponién-
dose además claras restricciones a las libertades personales, cuya función es la no
alteración del orden estatal, más que la protección efectiva de los derechos huma-
nos. ¿Debiese consagrarse una norma contra el terrorismo en la nueva Constitu-
ción?, ¿no son acaso suficientes los mecanismos legislativos para resguardar los
derechos humanos frente a este tipo de delitos a nivel democrático?

Referencias Bibliográficas
1. DRAGNIC, Laura. Análisis político-criminal de la aplicación del concepto de terrorismo
en Chile a la luz de la Ley 18.314. Memoria para optar al grado de Licenciado en Ciencias
Jurídicas y Sociales. Universidad de Chile, Santiago. 2019.
2. Tribunal Constitucional. Sentencia de 22-06-1987, Rol N° 46-8.
3. VILLEGAS, Myrna. El terrorismo en la Constitución chilena. Revista de Derecho (Val-
divia) versión On-line ISSN 0718-0950. Rev. Derecho (Valdivia) vol. 29 no. 2 Valdivia dic.
2016 http://dx.doi.org/10.4067/S0718-09502016000200014
4. VILLEGAS, Myrna. Contribuciones para un concepto de terrorismo en el derecho penal
chileno. Polít. crim. vol. 11 no. 21 Santiago jul. 2016. http://dx.doi.org/10.4067/S0718-
33992016000100006
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

45
LOS DERECHOS Y DEBERES
CONSTITUCIONALES
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

CAPÍTULO II

46
Comentario de:
Juan Pablo Ciudad Pérez

En Chile sí hay grupos privilegiados. Para una idea


LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

de la Igualdad como no somentimiento

En página 48

Comentario de:
Bárbara Sepúlveda Hales

Hombres y mujeres son iguales ante la ley

En página 53
47
Juan Pablo Ciudad Pérez

En Chile sí hay grupos privilegiados. Para una idea de la Igualdad como no


somentimiento
Comentario a: Artículo 19, N° 2

La igualdad ante la ley es un antiguo principio de la tradición constitucional. Los


Estados de Derecho erigieron los cimientos de sus instituciones en torno a los
principios de juridicidad y de igualdad en el trato que la ley le debe a todas las
personas y grupos, entre otros principios fundantes. Los primeros movimientos
constitucionalistas fundaron los Estados liberales en la idea revolucionaria de
erradicar toda forma de absolutismo. Esto pues ningún tipo de poder debía ser
salvaje; o, dicho de otra forma: todos los poderes debían someterse a los princi-
pios y normas de derecho.
Si bien los liberales de la época identificaban el poder absoluto o salvaje con la
monarquía absoluta, vale la pena analizar cuáles serían las fuentes de poder abso-
luto que actualmente contradicen y tensionan el principio de igualdad.
Con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, a la luz de los hechos acon-
tecidos durante las dos cruentas guerras mundiales, y durante las transiciones
democráticas que se sucedieron en la mayoría de los países de la región desde
la década de los 80’, Los países de Europa y de América latina, respectivamente,
fueron incorporando a sus ordenamientos jurídicos internos diversos tratados
internacionales en materia de derechos humanos que fueron consolidando el de-
recho a la igualdad y otros derechos fundamentales. Esto contribuyó a configurar
Estados Constitucionales con mayores herramientas para proteger la igualdad de
trato entre las personas y los variados grupos más postergados que componen
nuestras sociedades.
Nuestra tradición constitucional ha interpretado este principio de igualdad,
generalmente, desde el paradigma individualista clásico. En efecto, la línea her-
menéutica que se ha trazado sobre este principio ha girado en torno a la siguiente
fórmula: “La igualdad ante la ley consiste en que las normas jurídicas deben ser
iguales para todas las personas que se encuentren en las mismas circunstancias
y, consecuencialmente, diversas para aquellas que se encuentren en situaciones
diferentes” (STC Rol N° 28, dictada en abril de 1985). Esta interpretación ha sido
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

refrendada sistemáticamente hasta la fecha por los fallos del Tribunal Constitucio-
nal. Dicha interpretación se fundamenta en que las distinciones o clasificaciones
que se hagan se basen en diferencias razonables y no con motivos de hostilidad
contra determinados grupos o personas. Por tanto, el Estado tiene la facultad de
tratar de manera diferente a las personas, siempre y cuando el criterio que use
sea justificado. Por esta definición, el derecho a la igualdad se ha entendido tam-
bién como derecho a la no discriminación, complementándose, y muchas veces
homologándose, cuando en realidad debiese existir una relación género/especie
entre ambos, siendo la no discriminación uno de los bienes jurídicos fundamen-
tales que se desprenden del derecho a la igualdad.
El derecho a la igualdad de trato y no discriminación ha sido definido en la ley
20.609, popularmente conocida como “Ley Zamudio”, que en su artículo 2° define
lo que debe entenderse por discriminación arbitraria.
48
Sin embargo, como lo recuerda un juez actual del Tribunal Constitucional Fede-
ral Alemán, las más reputadas democracias occidentales han hecho convivir esta
interpretación del derecho a la igualdad con el trato inhumano para bárbaros y
esclavos, en el caso griego, o el mantenimiento de la prohibición del voto feme-
nino en todas nuestras denominadas democracias liberales hasta bien avanzado
el siglo XX, la odiosa desigualdad en materia de derechos civiles entre parejas
heterosexuales y homosexuales y otras tantas diferencias que han excluido a mu-
chos grupos de la población. Esto solo se explica por las restricciones jurídicas y
materiales que sufrían y sufren muchos grupos de la sociedad (STC Rol N° 1273,
dictada el 20 de abril de 2010).
Esta versión clásica de corte individualista ha sido asumida por los jueces y
abogados constitucionalistas como una interpretación casi natural.
Por ello, propongo una versión que analice estructuralmente la desigualdad y
que, en definitiva, se tome en serio la frase que reza: “En Chile no hay persona ni
grupo privilegiados”, que en nuestro ordenamiento constitucional vigente es solo
letra muerta.
Para esto, no basta con analizar la razonabilidad y correspondencia funcional
entre el criterio utilizado para hacer la diferenciación y la diferenciación concreta.
Se requiere, además, analizar la situación individual de la persona, pero enten-
diéndola siempre como integrante de uno o más grupos que posiblemente han
sido sistemáticamente desaventajados o excluidos en un contexto determinado.
Demostraré la insuficiencia de la interpretación clásica con el siguiente ejem-
plo: En la década de los setenta, en Estados Unidos, con el fin de evitar una ex-
tendida práctica discriminatoria y racista en la conformación de las orquestas
municipales, durante un año la audición de selección de los candidatos se realizó
detrás de paneles opacos que separaban a los postulantes del jurado. Además,
se pusieron alfombras en el suelo para no identificar ni siquiera el sexo de los
postulantes. Es decir, se descorporalizó a todos los participantes. Esta mampara
opaca era un equivalente de la metáfora que dice que la ley debe ser ciega, sal-
vo respecto de aquellas cualidades o criterios funcionales que justifican la dife-
renciación; en este caso, la selección a las mencionadas orquestas. Sin embargo,
esta interpretación de la igualdad ante la ley demostró ser incorrecta: al correr la
mampara, en la que solo quedaban los candidatos seleccionados, se dieron cuenta
que todos los elegidos eran varones blancos. No había mujeres, y ningún hombre
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

era afrodescendiente, asiático o latino (Saba, R. 2016, pp. 5-53).


Lo que comprueba este ejemplo que he querido utilizar es que el velo de ig-
norancia de la ley reproduce muchas diferencias, sometimientos y exclusiones
sistemáticas y estructurales. Requiriéndose, muchas veces, que el observador y
evaluador precisamente mire las particularidades de cada persona y su grupo
de pertenencia para poder tomar una decisión más justa. Esto porque nuestras
sociedades están compuestas por varios y significativos grupos desaventajados y,
desde el punto de vista normativo, existen muchas discriminaciones arbitrarias
indirectas, es decir, no previstas en la Constitución y las leyes, que de facto repro-
ducen esta desventaja. Es decir, discriminaciones que si bien no están explicitas
en los criterios clasificadores normativos, sí surgen de las circunstancias mate-
riales que afectan, y muchas veces condicionan, la libertad y las posibilidades de
las personas.
49
El Derecho Internacional de los Derechos Humanos en múltiples instancias, ta-
les como la UNESCO (1960), La CIERD (1966), La CEDAW (1979), la CPD (2006) y
recientemente el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, además
de los Tribunales internacionales, como la Corte Interamericana de los Derechos
Humanos y la Corte Europea de Derechos Humanos, ha reconocido el concepto de
discriminación arbitraria indirecta, es decir, aquella que se verifica producto de
las condiciones reales de subordinación de ciertos grupos o estratos, a pesar del
reconocimiento formalmente igualitario de sus derechos.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha incorporado en sus fallos
ambas nociones de igualdad. Respecto a esta segunda interpretación que se hace
cargo de las diferencias estructurales, la Corte ha señalado que para eliminar este
tipo de desigualdades y violencias, las reparaciones deben tener una vocación
transformadora, con un efecto correctivo de la situación estructural de violencia
y discriminación1.
Sin embargo, ni el texto constitucional, ni los órganos mandatados a interpre-
tarla, ni la Ley Antidiscriminación han reparado en la necesidad de incorporar
este tipo de discriminaciones.
Para desarrollar esta concepción, debe entenderse el principio de igualdad no
solo como un principio de no discriminación sino también de no sometimiento,
determinando cuáles son los grupos y clases sometidas, desventajadas, sistemáti-
camente excluidas o víctimas de tratos desiguales estructurales. Posteriormente,
habría que decir que todo acto proveniente del Estado fundado en criterios de ra-
zonabilidad pero que obvie o reproduzca esta situación de sometimiento debiese
ser visto como presuntamente inconstitucional (Saba, R. 2016, pp. 88 y 144).
Pero, ¿qué pasa respecto de los actos cometidos por los particulares? Los dere-
chos constitucionales, en este caso el derecho a la igualdad, ¿son solo oponibles
al Estado, o también los tenemos respecto de particulares? Pienso que la misión
de una Constitución también es contemplar los medios y mecanismos necesarios
para evitar que los derechos constitucionales sean afectados por particulares.
Si queremos superar el compromiso débil que nuestra tradición constitucional
ha tenido respecto al principio y derecho constitucional de igualdad se requiere,
como condición de posibilidad, primero, superar la añeja distinción que se en-
seña en las aulas entre derechos negativos y derechos positivos que tienen las
personas con relación al Estado. Y, en segundo lugar, superar el paradigma liberal
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

que reza que la Constitución solo puede limitar al poder público y no a los pode-
res privados.
Respecto a la primera condición de posibilidad, debe entenderse que la única
manera de conseguir un sentido fuerte de la igualdad es sabiendo que los dere-
chos son interdependientes e indivisibles (Pinto, M. 2009, p. 57). Es decir, si se
quiere lograr igualdad, se requiere fomentar medidas positivas que emparejen la
cancha y permitan a los grupos desventajados poder ejercer sus derechos y liber-
tades en igualdad de condiciones. Para esto, se requiere, además de promover el
igual ejercicio de los derechos civiles, incorporar garantías reales que aseguren a
toda la población sus derechos sociales, económicos y culturales.
1 (Véase, por ejemplo, “González y otras (Campo Algodonero) c. México”, sentencia dictada el 16 de
noviembre de 2009, Serie N° C-205, párrafo 450; o “Atala Riffo y Niñas c. Chile”, sentencia dictada el
24 de febrero de 2012, Serie C N° 239, párrafo 79).
50
Los derechos son costosos. No solo los derechos sociales, económicos y cultu-
rales. También los derechos civiles y políticos son derechos positivos, pues para
ejercerse en forma libre, amplia y transparente exigen prestaciones públicas fi-
nanciadas por todos y todas las contribuyentes. Todos los derechos que se exigen
en forma legal son derechos positivos (Holmes, S. y Cass, R. 2015, p. 63 y 64).
Solo a modo de ejemplo, en las últimas elecciones presidenciales y parlamen-
tarias el Estado gastó $39.894 millones solo en lo concerniente al proceso elec-
cionario llevado adelante por SERVEL. Además, $5.077 millones, por concepto de
financiamiento público a candidatos y candidatas a diputadas y senadoras y, por
último, $15.284 millones por reembolso del gasto de la campaña electoral pre-
sidencial y parlamentaria (Fuente: BCN. Argüello, S. 2019, p. 1). Asimismo, debe
pensarse en los gastos para resguardar el derecho de propiedad que algunos ven
afectado por catástrofes o emergencias: El año 2017 se gastaron $233.000 millo-
nes en apagar los incendios ocurridos durante ese año y en reconstrucción.
Tanto los derechos civiles como los derechos sociales requieren de la activa-
ción de importantes recursos estatales. Deben ser superadas las odiosidades neo-
liberales contra los derechos sociales y avanzar hacia una constitucionalización
rígida de los derechos sociales. Solo un constitucionalismo social permitirá que
muchos grupos salgan del estado de sometimiento que hoy padecen.
Finalmente, es perentorio avanzar hacia un constitucionalismo de derecho pri-
vado. Esta es la segunda condición de posibilidad. Si durante los siglos XVIII y XIX
fueron las monarquías absolutas las que representaban poderes salvajes, debe
entenderse que en la actualidad (con más fuerza, pero desde siempre) este papel
lo tienen los poderes económicos privados, que ejercen una suerte de neoabso-
lutismo muy peligroso para el presente y el futuro de los Estados democráticos y
constitucionales de derecho (Ferrajoli, L. 2018, p. 34-36).
Como vemos, la interpretación del principio y el derecho constitucional de
igualdad como derecho al no sometimiento (sin abandonar la no discriminación)
pudiera implicar que la categoría de grupo desventajado no solo se pueda aplicar
a sectores minoritarios, sino que también a mayorías y amplios sectores del país,
como los son las mujeres y los y las pobres.
Por ello, sería interesante que el próximo órgano constituyente que se encarga-
rá de la redacción de la nueva Constitución tuviera a la vista las formas de asegu-
rar que el derecho a la igualdad implique la eficaz erradicación de toda forma de
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

sometimiento, privilegios y desventajas. Solo así podrá conseguirse la paz social


tan anhelada por todos.

51
Referencias Bibliográficas
1. ARGÜELLO, S. (2019) Gasto público en las elecciones parlamentaria y presidencial de
2017. Biblioteca del Congreso Nacional de Chile. Recuperado de: https://www.bcn.cl/ob-
tienearchivo?id=repositorio/10221/26861/1/Informe%20Final.pdf
2. FERRAJOLI, L. (2018) Constitucionalismo más allá del Estado. Madrid: Editorial Trotta.
3. HOLMES, S. Y CASS, R. (2015) El costo de los derechos. Por qué la libertad depende de los
impuestos. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.
4. PINTO, M. (2009) Temas de derechos humanos. Buenos Aires: Editores del puerto.
5. SABA, R. (2016) Más allá de la igualdad formal ante la ley. Buenos Aires: Siglo XXI Edi-
tores.
6. SCIDH Serie N° C-205, párrafo 450, “González y otras (Campo Algodonero) c. México”.
Sentencia dictada el 16 de noviembre de 2009.
7. SCIDH Serie N° C-239, párrafo 79, “Atala Riffo y Niñas c. Chile”. Sentencia dictada el 24
de febrero de 2012.
8. STC Rol N°1273. Sentencia dictada el 20 de abril de 2010.
9. STC Rol N°28. Sentencia dictada en abril de 1985.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

52
Bárbara Sepúlveda Hales

Hombres y mujeres son iguales ante la ley


Comentario a: Artículo 19, N° 2

La única reforma constitucional que se ha hecho a la Constitución del 80 en ma-


teria de género es la de 19991. Con ella se modificó el artículo 1° para reemplazar
en la frase “Los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, la expre-
sión “los hombres” por “las personas”. La misma reforma introdujo en el artículo
19 N° 2, la frase “Hombres y mujeres son iguales ante la ley”. El problema, como
veremos, radica en que, a pesar de lo descrito en el texto constitucional, hombres
y mujeres no somos iguales ni ante la ley ni en la materialidad cotidiana de nues-
tras vidas. Esto, ya que se trata de la declaración de una idea formal de igualdad.
Ahora, si bien la intención de la consagración liberal de la igualdad no aspira a
corregir la realidad material, de todas maneras, sí aspira al menos a que el de-
recho no realice discriminaciones entre hombres y mujeres. Sin embargo, si la
igualdad de género que consagra el artículo 19 numero 2 fuera cierta, si fuera un
imperativo, la disposición que establece que una mujer casada en sociedad con-
yugal pierda la administración de sus bienes propios y no pueda administrar los
de ambos ya que esto lo realiza exclusivamente su marido, tal como establece el
Código Civil, debiera ser una norma inconstitucional y, por lo tanto, ser eliminada
de nuestro ordenamiento jurídico. O, al menos, suena lógico que bajo la idea de
igualdad entre hombres y mujeres las leyes laborales establecieran los mismos
derechos y obligaciones respecto a los permisos y descansos parentales, fomen-
tando la corresponsabilidad en los cuidados y el trabajo reproductivo; o que las
mujeres ganen lo mismo que los hombres por realizar las mismas labores; o que
puedan volver a casarse sin tener que esperar 270 días después de su divorcio,
plazo que los hombres no están obligados a cumplir; entre tantos otros ejemplos.
El problema de la igualdad formal es que se trata de una mera declaración de
intenciones, bajo la cual el derecho aparenta que los géneros tienen los mismos
derechos y libertades, a pesar de que de hecho no sea así. Por lo tanto, lo que ocu-
rre es que una pretensión de igualdad opera como una ficción, ocultando no solo
las desigualdades reales que existen entre hombres y mujeres, sino también las
diferencias dentro de y entre esos géneros, como las personas LGBTIQ+, las per-
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

sonas en situación de discapacidad, o quienes pertenecen a un pueblo originario.


Para estos grupos las consecuencias negativas de la igualdad formal son mucho
más profundas y complejas. Por ejemplo, la discriminación en materia de filiación
y matrimonio de las personas LGBTIQ+ o la vigencia del artículo 365 del Código
Penal que sanciona las relaciones sexuales entre hombres cuando uno de ellos
sea menor de 18 y sin que se trate de violación o estupro, más no las relaciones
heterosexuales o lésbicas en las mismas condiciones. Más aún, estas cláusulas de
igualdad formal sólo le son útiles al status quo, ya que, como señala Catherine
MacKinnon, no será posible cerrar la brecha entre hombres y mujeres si la aspi-
ración de igualdad es que el derecho les dé las mismas cosas o la misma cantidad
de cosas. El efecto perverso de la igualdad formal radica precisamente en el hecho

1 Ley 19.611, de 16 de junio de 1999, que Establece igualdad jurídica entre hombres y mujeres.
53
de que quienes ostentan privilegios en nuestra sociedad no requieren de las mis-
mas medidas, acciones, derechos, o libertades que las personas desaventajadas,
ya que o ya las tienen o no las necesitan. Es decir, el máximo efecto que puede
producir la igualdad formal es elevar el piso mínimo desde donde comienzan las
desigualdades, pero no disminuye ni disminuirá la distancia entre la posición so-
cial entre hombres y mujeres. Para evitar este efecto se requiere integrar en la
Constitución una cláusula de igualdad sustantiva, que reconozca la multiplicidad
de identidades en sujetos de derechos diferenciados, pero a la vez que realice un
mandato expreso al Estado para trascender fórmulas abstractas como “es deber
del Estado” que no obligan realmente a ningún Poder del Estado a efectuar los
cambios y las políticas que requiere la equidad de género y la erradicación de la
discriminación. Asimismo, es imperativo el reconocimiento de derechos especí-
ficos de mujeres, niñas y personas LGBTIQ+, derechos que deben asociarse a una
garantía para hacerlos valer en tribunales si es que son amenazados y vulnerados.
Por último, la igualdad material o sustantiva requiere garantizar la participación
política de mujeres y LGBTIQ+, e ingresar a lo que Gargarella denomina la “sala de
máquinas de la Constitución”, para que todos los órganos del Estado se compon-
gan de forma paritaria, y sean los obligados a incorporar la perspectiva de género
en todas sus acciones.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

54
Comentario de:
Francisco Zambrano Meza

Protección de la vida privada y datos personales


LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

En página 56

Comentario de:
Juan Pablo Ciudad Pérez

El derecho a la privacidad y la protección de datos


personales en la era virtual

55 En página 57
Francisco Zambrano Meza

Protección de la vida privada y datos personales


Comentario a: Artículo 19, N° 4

El individuo tiene una esfera pública o social que se compone de los caracteres que la
persona o el ordenamiento jurídico buscan exteriorizar (como la libertad de expre-
sión, la participación política o el derecho de petición) y una esfera privada o íntima
que la persona reserva para sí y su entorno familiar y el Estado ampara y protege.
En este sentido, la Constitución reconoce un principio clave y transversal, que
es la primacía de la persona humana a la cual el Estado está a su servicio. Esta
protección de las personas se extiende también a su esfera familiar pues la Cons-
titución la sitúa como el núcleo fundamental de la sociedad, y establece como un
deber del Estado dar protección a la población y a la familia.
Por ello es que la Carta Fundamental garantiza el respeto y protección a la vida
privada y a la honra de la persona y su familia, y asimismo, la protección de sus
datos personales.
La vida privada es aquella porción de la vida que el individuo no pretende co-
municar públicamente y es más amplio que la intimidad personal. Es decir, es una
órbita que se exterioriza, pero en términos reservados en la medida que define
la propia persona. Se comprenden dentro de la vida privada el desarrollo de la
existencia personal y sus relaciones más cercanas. Muy ligados a la vida privada
están la inviolabilidad del domicilio y de las comunicaciones privadas, las que
solo pueden ser restringidas en los casos en que la ley lo disponga.
La vida privada puede ser restringida en diversos escenarios, por ejemplo, ante la
comisión de un delito, el interés general (como el caso de los servidores públicos y
la transparencia o el ejercicio de la libertad de prensa), entre otras causales. Es rele-
vante destacar que la vida privada no es una esfera que esté exenta de la aplicación
del Derecho, y por eso en ciertos casos, como las relaciones del derecho de familia y
la violencia intrafamiliar, el ordenamiento jurídico regula y sanciona estos espacios.
De acuerdo a la Ley 19.628 Sobre protección de la vida privada, los datos per-
sonales son aquellos relativos a cualquier información concerniente a personas
naturales, identificadas o identificables y, dentro de estos, se encuentran los datos
sensibles, que se refieren a las características físicas o morales de las personas o
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

a hechos o circunstancias de su vida privada o intimidad, tales como los hábitos


personales, el origen racial, las ideologías y opiniones políticas, las creencias o
convicciones religiosas, los estados de salud físicos o psíquicos y la vida sexual.
La Constitución ha estimado que la protección de datos personales se despren-
da y relacione directamente con la protección de la vida privada, en tanto dichos
datos se refieren a la vida de las personas, ya sea su vida privada o pública. Es
cierto también que en otros ordenamientos jurídicos y buena parte de los juristas
que se han referido a estos tópicos, prefieren regular los datos personales desde
la perspectiva de la propiedad sobre ellos, en tanto son un bien que se transa en
el mercado para identificar a las personas en sus diversas opciones o caracteres.
Este es el caso del reglamento europeo de protección de datos, sobre la protec-
ción de las personas naturales en lo que respecta al tratamiento de sus datos per-
sonales y a la libre circulación de estos datos.
56
Juan Pablo Ciudad Pérez

El derecho a la privacidad y la protección de datos personales en la era


virtual
Comentario a: Artículo 19, N° 4

Los fundamentos internacionales de la protección a la vida privada se extraen del


Artículo 11 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y del artículo
17 del Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos.
La Constitución chilena les asegura a las personas el respeto y protección a la
vida privada, a la honra y a la protección de sus datos personales.
Para nuestra filosofía constitucional la persona humana representa el centro
de la actividad del Estado. Por ello, la Carta Fundamental se ocupa de garantizar
el resguardo de la dimensión privada e íntima de todas las personas. En nuestro
caso, la mayoría de las veces, se ha optado por entender que los conceptos de vida
privada, privacidad e intimidad refieren a lo mismo.
Entre las definiciones que el Tribunal Constitucional Chileno (Sentencia Rol N°
1.990-11, dictada el 05 de junio de 2012) ha recogido, puede señalarse que para
nuestro ordenamiento jurídico la protección constitucional de la privacidad im-
plica resguardar aquellos asuntos, conductas, afectos, situaciones, documentos,
imágenes, datos y otros, que integran el ámbito íntimo de las personas, como tam-
bién su ámbito familiar o doméstico que se encuentra sustraído del conocimiento
de extraños (Zúñiga, F. 2012, p. 710). Es importante resguardar el derecho a la
privacidad, pues de revelarse algún elemento o asunto que integra alguna de las
anteriores dimensiones podría avergonzarse o afectarse moralmente a la perso-
na. En algunas circunstancias, esta protección se extiende a aquellas situaciones
que se han ejecutado en espacios públicos, pero con la evidente voluntad de apar-
tarlas de la observación ajena. Sin embargo, preferentemente, la interpretación
constitucional que se ha hecho de este derecho se restringe a las situaciones y
datos reservados a espacios cerrados. En definitiva, la privacidad hace referen-
cia a todos aquellos elementos, asuntos y relaciones que las personas no desean
someter a la deliberación de los demás. Y, como lo demuestra la jurisprudencia
internacional, esto dependerá del grado de vida pública que tenga cada persona.
Conjuntamente a la privacidad, la Constitución protege los datos personales.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

De hecho, a la fecha, la última reforma que esta ha sufrido fue el 16 de junio de


2018, mediante la Ley 21.096, que incorporó en este numeral del Artículo 19 de
la Constitución la protección de los datos personales. Fue incorporada en este
numeral porque se entiende que estos datos integran la vida privada de las per-
sonas. Esto implica que su protección también se circunscribe preferentemente
a aquellos datos reservados en espacios cerrados. Aunque los últimos dos años,
la Corte Suprema se ha abierto a incorporar otras hipótesis de perturbación a las
personas por circulación no permitida de estos datos, aunque estos no hayan sido
extraídos necesariamente de espacios íntimos.
La definición de datos personales podemos encontrarla en la Ley 19.628, “So-
bre protección de la vida privada”, los datos personales son aquellos relativos a
cualquier información concerniente a personas naturales, identificadas o iden-
tificables. Dentro de los datos personales se encuentran los datos sensibles, que
57
son aquellos datos personales que dicen relación con las características físicas o
morales de las personas o a hechos o circunstancias de su vida privada o intimi-
dad, tales como los hábitos personales, el origen racial, las ideologías y opiniones
políticas, las creencias o convicciones religiosas, los estados de salud físicos o psí-
quicos y la vida sexual.
Para uno de los Profesores de la Universidad de New York, Kenji Yoshino, la
protección a la privacidad debería implicar respetar el derecho a la publicidad.
Es decir, si nos tomamos realmente en serio la autonomía racional de todas las
personas, debería protegerse la privacidad de un o una ciudadana cada vez que
la circulación de una información propia se haya realizado sin la manifestación
clara de ella de publicarla. Todas las personas tendríamos derecho a la publici-
dad de nuestra información, y cuando no se haya verificado la intención de estar
ejerciendo este derecho en la ventilación de algún asunto, tendríamos derecho a
la protección de la privacidad, en igual nivel; no restringiéndose esta protección
a los ámbitos cerrados.
Esto tiene sentido, porque hoy las personas cotidianamente se comunican y
transmiten su información a través de sitios más o menos abiertos, pues suponen
que en los lugares abiertos donde interactúan no están constantemente siendo
vigiladas y controladas. Por tanto, restringir la protección de la vida privada ex-
clusivamente a sitios en los que no accede público no se hace cargo de las nuevas
hipótesis de vulneración que abren las tecnologías de la información y las nuevas
apps; y sería del todo insuficiente aspirar a que la protección constitucional de
este derecho no dé cuenta de esta realidad frente a la certeza de situaciones de
poder, vigilancia y control que caracterizan al mundo global.
En efecto, ya durante el Siglo XX, gracias al desarrollo científico y tecnológico,
el progreso permitió que el conocimiento sobre lo humano se transformara en
información y esta en datos cuantificables, comparables, organizables y prede-
cibles. Hardt y Negri (2002) han propuesto que, desde la década de los 60, la
expansión global del capitalismo necesitó de un proceso de acumulación de infor-
mación. Este proceso, maximizado y sofisticado en nuestros días, que cada vez de-
fine más nuestros comportamientos y relaciones inter-subjetivas, generó lo que
los autores llaman un “cognitariado”. Es decir, una acumulación de fuerzas socia-
les dispuestas a producir información y transmitir voluntariamente sus datos de
manera flexible y (re)creativa (pp. 240 y 241). En efecto, cada uno de nosotros
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

produce datos durante todo el día. Estos datos son bienes informáticos que son
apropiados, administrados, analizados y distribuidos con el objeto de construir
nuevos perfiles y producir más información.
En la era actual, nuestros datos no se encuentran vigilados por una persona,
ni solo por el Estado. La era informática y virtual combina la intervigilancia de
muchas personas con el control concentrado de esta información en bancos de
datos que son usados y administrados por unos pocos, y la mayoría de las veces
en forma automatizada.
Los datos rápidamente pueden llegar a corporaciones comerciales, empresas
publicitarias, entidades financieras, e incluso autoridades de gobierno, partidos
políticos y policías.
A modo de ejemplo: Google, cuyo número de usuarios sobrepasa los mil mi-
llones, cuenta con muchas aplicaciones que literalmente actúan como sensores
58
de comportamiento: Google Analytics elabora estadísticas de las consultas reali-
zadas en la Red. Gmail analiza la correspondencia privada intercambiada, la que
contiene mucha información sobre el emisor y sus contactos. AdWords sabe lo
que el empresario quiere vender o promocionar. Y el uso de teléfonos inteligentes
con Android, Google sabe inmediatamente dónde está el usuario y qué está ha-
ciendo (Ramonet, I. 2016). Un simple click que hacemos implica la configuración
de un dato que dice algo sobre nuestra personalidad.
En materia biomédica, además, se han diseñado un sinfín de aplicaciones dis-
ponibles para teléfonos móviles que recogen complejamente datos personales.
Todas las aplicaciones móviles o relojes inteligentes que ayudan a la sociedad a
crear y desarrollar rutinas de ejercicio, perder peso, tonificar, mejorar la respira-
ción o la posición de la columna, incluso para vigilar la diabetes o monitorear la
salud mental, constituyen una flagrante vulneración de la privacidad. Pero, como
la salud es un aspecto crucial en la población, cuanto más cerca se siente el cui-
dado científico, más protegidos creen los usuarios que están. Estos programas
día a día recogen muchos datos sensibles, sin que los usuarios hayan consentido
específicamente su captación, ni mucho menos cualquier otra acción.
En este sentido, la revista médica JAMA publicó un estudio que señala que los
usuarios/pacientes pueden creer por error que la información que depositan en
una app es privada, sobre todo si tiene política de privacidad, aunque general-
mente no es así. Señala este estudio que el 81% de las aplicaciones no tenían
política de privacidad. Y las que sí la tenían, no protegían la privacidad de los y
las usuarias: el 80% recopilaba sus datos personales y el 50% los compartía con
terceros (Soto, Y. 2017, p. 12).
Por ello, estas apps deberían informar detalladamente su política respecto a la
captación, almacenamiento, utilización y manejo de estos datos, prohibiéndose
el negocio que pueda generarse con los mismos, sin la previa, voluntaria, libre,
informada y explicita manifestación de consentimiento de los mismos usuarios.
Esto implica que, la protección de los datos personales debiera resguardarse
a partir de tres derechos constitucionales cada vez más entrelazados: el derecho
a la privacidad, el derecho a la honra y el derecho de propiedad. Nuestra actual
Constitución optó por protegerlos a partir de la privacidad, sin embargo, no pue-
de obviarse el hecho de que la conversión de la información privada a datos per-
sonales, como apuntábamos más arriba, permite vigilar, controlar y administrar
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

a una gran cantidad de personas, lo que vuelve más compleja la técnica constitu-
cional y legal para proteger la inviolabilidad de la vida privada de las personas.
Tampoco puede pensarse que resguardar este derecho únicamente desde el de-
recho a la propiedad es una solución definitiva. En la era informática y virtual que
vivimos, nuestros datos son automatizadamente trangulados para componer per-
files sobre nuestras personalidades, comportamientos y características. En con-
textos donde la vigilancia es cada vez más sofisticada e intrusiva se requiere una
protección integral para resguardar este derecho, porque la sola construcción de
perfiles amenaza y afecta cada vez más esta dimensión esencial de las personas.
Es absolutamente indispensable que la protección constitucional pueda abrirse
cada vez más a espacios que son de uso público, tanto materiales como virtuales,
pues la actividad de vigilar en las actuales sociedades neoliberales, atravesadas
por la digitalización y la expansión global del capital, han constituido un fenóme-
59
no que podríamos denominar vigilancia voluntaria, en la que las personas libre-
mente acceden a estos espacios y transmiten sus datos, pero sin necesariamente
la consciencia de que un tercero ajeno pueda conocerlos, usarlos, controlarlos
y comerciar con ellos. De no ampliarse la protección constitucional, podríamos
generar un estado de aletargamiento en el ejercicio de las libertades y derechos
civiles y políticos, como lo confirma el Tribunal Constitucional Alemán, quien ha
señalado que aquellos que se sienten inseguros de si en todo momento se regis-
tran y catalogan sus comportamientos, procurarán no llamar la atención. Quien,
por ejemplo, sepa de antemano que su participación en una manifestación civil
va a ser registrada y que podrían derivarse riesgos para él o ella por este motivo,
renunciará presumiblemente a lo que se supone es el ejercicio de sus derechos
fundamentales (Cordero, L. 2012, p. 370).

Referencias Bibliográficas
1. CORDERO, L. (2015). Videovigilancia e intervervención administrativa: las cuestiones
de legitimidad. Revista de Derecho Público, (70), Págs. 359-376.
2. HARDT, M. y Negri. A. (2002). Imperio. Buenos Aires: Editorial Paidós.
3. RAMONET, I. (2016). Google lo sabe todo de ti. LE MONDE Diplomatique, año XX n° 224,
febrero, 2016.
4. SOTO, Y. (2017). Datos masivos con privacidad y no contra privacidad. En: Revista Bioé-
tica y Derecho, N° 40: 101-114. Recuperado de: http://revistes.ub.edu/index.php/RBD/
article/view/19165/21619
5. YOSHINO, K. (1999). El derecho a la publicidad. En: Derecho a la privacidad, Revista
jurídica de la Universidad de Palermo. Buenos Aires: SELA. En: GARIBALDI, G. (2008) Las
modernas tecnologías de control y de investigación del delito. Su incidencia en el derecho
penal y los principios constitucionales (Tesis Doctoral). Facultad de Derecho, Universidad
de Buenos Aires.
6. ZÚÑIGA, F. (2012). Comentario a la sentencia del Tribunal Constitucional, sobre re-
querimiento de inaplicabilidad por inconstitucionalidad del art. 5 inciso segundo y art.
21, N° 1, letra b), de la Ley N° 20.285. Dictada con fecha 05 de junio de 2012, en caua rol
N° 1.990-11. Estudios constitucionales, 10(2), 699-716. Recuperado de: https://dx.doi.
org/10.4067/S0718-52002012000200020
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

60
Comentario de:
Beatriz Bustos y Manuel Prieto Montt

Lo constitucional es también ambiental


LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

En página 62

Comentario de:
Francisco Zambrano Meza

Derecho a vivir en un medio ambiente libre de


contaminación

61 En página 65
Beatriz Bustos y Manuel Prieto Montt

Lo constitucional es también ambiental


Comentario a: Artículo 19, N° 8

El momento constituyente es una oportunidad para realizar una reflexión crítica


de la relación entre economía política y naturaleza en Chile. Si bien históricamen-
te el país ha usado los recursos naturales como eje de su estrategia de desarrollo,
la Constitución de 1981 dio un giro al elevar a un rango constitucional los princi-
pios básicos del modelo neoliberal de gestión de la naturaleza: Un limitado rol del
Estado en la gestión de los recursos naturales (tanto regulatorio como produc-
tivo), una férrea protección de los derechos de propiedad privada sobre estos y,
finalmente, su redistribución por medio de mecanismos de mercado. A partir de
este modelo se ha impuesto una idea de naturaleza como una mercancía (Heynen
y Robbins, 2005). Esto implica reducirla a un recurso cuyo control es ejercido por
particulares e industrias, por medio de un régimen de propiedad privada; la ex-
clusión de comunidades en el control de los recursos comunes; una valoración de
la naturaleza por medio de mecanismos de precios de mercado. Estos principios
quedan consagrados en lo que se ha denominado “una constitución económica”
de corte neoliberal (Bauer, 1998). Esta garantiza la libertad económica privada
y un restringido rol del Estado en el ejercicio de actividades empresariales (art.
19 N° 21); también se limitan las facultades del Estado para otorgar beneficios a
sectores, actividades o áreas geográficas determinadas (art 19 N° 22). Por último,
cabe destacar la férrea protección a los derechos de propiedad privada (art. 19
N° 24), limitando sus funciones sociales y ambientales; así como garantizando el
derecho a apropiarse de cualquier tipo de bienes (art. 19 N° 23), restringiendo así
la propiedad estatal y colectiva de los recursos.
La protección ambiental se materializó en el art. 19 N° 8, el que establece el
derecho (de las personas) a vivir en un medio ambiente libre de contaminación.
Sin embargo, recién en 1993 a través de la Ley sobre Bases Generales del Medio
Ambiente (N° 19.300), se le dio institucionalidad operativa a este derecho. Sin
embargo, el fuerte peso de los derechos de propiedad e iniciativa privada deri-
varon en que esta institucionalidad, que solo podía coordinar, fuese débil ante
presiones empresariales. Recién en 2010, con la reforma a esta ley, la institucio-
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

nalidad ambiental se fortalece mediante la creación del Ministerio de Medio Am-


biente, la Superintendencia del Medio Ambiente y los Tribunales Ambientales; lo
que dotó al país de un sistema administrativo completo. No obstante, este sistema
sigue siendo reactivo y sectorial, subordinado a las decisiones económicas, mien-
tras que la complejidad de los problemas ambientales actuales requiere miradas
preventivas y sistémicas.
Durante los últimos 30 años, el territorio nacional se ha saturado de actividades
extractivas que gozan de estos privilegios especiales sobre los recursos, como la mi-
nería, forestales, pesqueros, acuícolas, frutícola, entre otros. Siendo aprovechados
por los privados quienes, acorde a la lógica constitucional de la dictadura, tienen
libertad de emprendimiento empresarial y propiedad sobre la naturaleza; subsu-
miendo el derecho tanto de las comunidades a decidir democrática y autónoma-
mente sobre sus territorios, como tomar medidas de conservación ambiental. Así los
62
capitales privados han obtenido ganancias millonarias a costa del medio ambiente, y
que no se ven reflejadas en la calidad de vida ni infraestructura nacional y, especial-
mente, de los territorios rurales, donde generalmente ocurren dichas actividades.
Esto lleva a una convivencia forzada; donde comunidades afectadas sienten que no
tienen injerencia sobre su desarrollo territorial y por ende, desconfían de las instan-
cias de toma de decisiones, y donde empresas ven mermados sus medios de produc-
ción y son vistas como malas vecinas.
El modelo ha derivado en conflictos y zonas de sacrificio. Esto ha disminuido de
la calidad de vida de las comunidades y la degradación de ecosistemas que, a su
vez, cumplen funciones ambientales, materiales, culturales y simbólicas; además
de –paradójicamente– afectar las mismas actividades económicas que de ellos
dependen.
La tardía reacción del Estado, defendiendo las élites económicas, ha traído por
consecuencia la desconfianza y pérdida de legitimidad no solo de las autoridades,
sino también de los espacios y mecanismos de decisión y resolución de conflictos.
Este escenario se complejiza si consideramos la cantidad de reportes científicos
(CAPP, 2016) que anuncian el aumento de la sequía y mayor frecuencia de even-
tos climáticos extremos, lo que aumenta la gravedad e incertidumbre de no con-
tar con una institucionalidad proactiva, con mirada ecosistémica y políticamente
democrática y legitimada.
Uno de los principales reclamos a la Ley ambiental actual es el carácter simbóli-
co de la participación ciudadana y, desde la perspectiva de las comunidades rura-
les y organizaciones urbanas afectadas, es la incapacidad que tienen de rechazar
o tener alguna injerencia vinculante en el tipo de actividades y toma de decisiones
políticas que se desarrollan en sus territorios. Este carácter simbólico deriva pre-
cisamente de la desconfianza que la Constitución política tiene a la participación
ciudadana.
El momento constituyente, y su resultado en una nueva Constitución, es una
doble oportunidad. Por un lado, puede abrir a las comunidades espacios de au-
tonomía territorial. Por otro lado, permite dejar atrás modelos institucionales
ciegos y reactivos ante la complejidad ambiental. Todo ello, desde luego, en la
medida que el mecanismo elegido para su redacción asegure una participación
amplia, significativa y representativa de la diversidad de actores presentes en el
territorio.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Necesitamos una Constitución que privilegie la equidad más que la eficiencia


económica; que garantice el bienestar, los derechos y la autonomía de las comuni-
dades, más aún cuando son rurales; de por que dé legitimidad a los mecanismos
de toma de decisiones, incluyendo el derecho de comunidades a decir no a una
actividad económica, por sobre la restringida mirada de la eficiencia de merca-
do. Todo ello, acompañado de una institucionalidad ambiental que garantice el
acceso oportuno y amplio a la información, que permita anticipar y abordar de
manera sistémica los escenarios climáticos extremos, que explicite las responsa-
bilidades de las empresas en el ciclo de vida completo de sus operaciones.
Si consideramos que el principal motor de la crisis climática y extracción des-
medida de recursos es el sobreconsumo y un modelo capitalista que entiende a la
naturaleza como recursos, necesitamos que, en la nueva constitución, se replan-
tee seria y responsablemente cuál es el rol de la naturaleza en nuestra sociedad
63
y economía. Para ello es vital que aprendamos de las experiencias de otros paí-
ses en América Latina, que han declarado en la Constitución la responsabilidad
de la sociedad y el Estado para con la naturaleza, vinculándolo con sus ideales
de desarrollo social. Es más, la gran parte de los cabildos ya realizados se pro-
mueve este vínculo, lo que obliga a quienes participen del diseño del nuevo texto
constitucional a considerar alternativas más solidarias, equitativas y respetuosas
del ambiente y de todos quienes vivimos en ella (tanto humanos y no-humanos).
La crisis social es inevitablemente una crisis ambiental, y la crisis ambiental es
también inevitablemente una crisis social. Una Constitución del siglo XXI, que en-
frente los desafíos del cambio global, debe tener entonces como piedra angular,
elementos de justicia social y ambiental.

Referencias Bibliográficas
1. Ley fácil. www.bcn.cl
2. ALLAD, Raúl y GALDÁMEZ, Liliana. “El derecho a la salud y su (des)protección en el Es-
tado subsidiario”. Estudios Constitucionales, Versión online. Vol. 14, N° 1, Revista Scielo:
Conicyt.cl.
3. VERDUGO, Mario. “La Constitución Política de la República de Chile sistematizada con
jurisprudencia”. Santiago: Editorial Abeledo Perrot. pp. 124 y sgts.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

64
Francisco Zambrano Meza

Derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación


Comentario a: Artículo 19, N° 8, Inciso 1°

La Constitución de 1980 fue la primera Carta Fundamental de nuestra historia


que incluyó el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación,
en consonancia con una serie de iniciativas internacionales que comenzaron a
reconocer este derecho, como fue la Declaración de Estocolmo sobre el Medio
Ambiente de la Organización las Naciones Unidas de 1972. Adicionalmente, la
Constitución establece un deber del Estado correlativo a este derecho: velar por
que este derecho no sea afectado y tutelar la preservación de la naturaleza.
Desde luego el enunciado constitucional hubo de especificarse en la Ley 19.300
de Bases Generales del Medio Ambiente a efectos de establecer con claridad el
contenido del derecho y los mecanismos del Estado para cumplir con su deber
de velar por ese derecho y tutelar la protección de la naturaleza. Así, dicha ley
definió el medio ambiente libre de contaminación como aquel en el que los conta-
minantes se encuentran en concentraciones y períodos inferiores a aquéllos sus-
ceptibles de constituir un riesgo a la salud de las personas, a la calidad de vida de
la población, a la preservación de la naturaleza o a la conservación del patrimonio
ambiental.
Asimismo, el medio ambiente, para la ley antes referida, es el sistema global
constituido por elementos naturales y artificiales de naturaleza física, química o
biológica, socioculturales y sus interacciones, en permanente modificación por la
acción humana o natural y que rige y condiciona la existencia y desarrollo de la
vida en sus múltiples manifestaciones.
Dado que el medio ambiente, constitucionalmente hablando, está protegido
en función del derecho a la vida del ser humano, además de que se entiende en
interacción con las personas y su acción, lo cierto es que es difícil imaginar un
medio ambiente sin contaminación por mínima que sea, es por eso que nuestro
ordenamiento jurídico distingue entre el deterioro ambiental tolerado (impacto
ambiental) y el deterioro ambiental no tolerado (daño ambiental), lo que se suele
determinar a través del sistema de impacto ambiental establecido en la ley seña-
lada.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

La ley entiende que el medio ambiente libre de contaminación se regula en


función de estándares llamados normas primarias, normas secundarias y normas
de emisión que es normativa técnica para definir cuáles son los niveles de conta-
minación que son tolerables para no afectar la salud o la vida de la población. La
infracción de estas normas es fiscalizada y sancionada administrativamente e in-
cluso puede acarrear penas de cárcel porque existen también delitos ambientales
en el Código Penal.
El derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación está protegido
por el recurso de protección, de modo que la perturbación, privación o amenaza
de este derecho por un acto u omisión ilegal cometida por una persona determi-
nada puede ser impugnada por esta vía, a fin de que la Corte de Apelaciones res-
pectiva restablezca el imperio del Derecho y dé protección al afectado adoptando
todas las medidas que estime pertinente.
65
La Constitución también dispone que, a propósito del derecho que comenta-
mos, la ley podrá establecer restricciones específicas al ejercicio de determinados
derechos o libertades para proteger el medio ambiente. La Carta Fundamental ha
dispuesto que los demás derechos distintos al vivir en un medio ambiente libre
de contaminación pueden ceder para protegerlo. Sobre esto, el Tribunal Constitu-
cional ha interpretado que existen solo tres requisitos: 1) la determinación de los
derechos, esto es que la ley debe indicar con claridad cuáles derechos se restringi-
rán; 2) especificidad, o sea señalar precisamente las medidas que el legislador ha
estimado; y 3) no afectar la esencia del derecho que se restringirá, como ocurriría
si es que se limitara completamente o imponiéndole condiciones que harían im-
posible o muy difícil ejercerlo (sentencia de 26 de junio de 2001, rol 325).
Tal como en la propiedad y la libertad económica (garantías con las que suele
colisionar el derecho a vivir en un medio ambiente libre de contaminación) son
los órganos del Estado que intervienen en el proceso de creación de las leyes los
que deben deliberar y decidir democráticamente qué derecho primará en cada
caso en función del bien común.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

66
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Comentario de:
Cecily Halpern Montecino

Derecho a la Salud

En página 68

67
Cecily Halpern Montecino

Derecho a la Salud
Comentario a: Artículo 19, N° 9

Este derecho emana directamente de la dignidad humana. Es por ello que, en


nuestro país, la salud es motivo de profunda preocupación. Se percibe en la acti-
tud de quien busca un servicio referido a la conservación de la vida; también se
refleja en las encuestas. Las expectativas de las personas de acceder a prestacio-
nes médicas de calidad y con rapidez son crecientes por cuanto es evidente que
los avances de la medicina han permitido prolongar la existencia humana.
En el presente apartado se pretende presentar de un modo fácil las obligacio-
nes que tiene, principalmente el Estado, para efectos de la protección de la ciuda-
danía en este vital aspecto de su vida.
El concepto de salud que se ha considerado en nuestro país es aquel al que se
refiere la OMS, que la define como “el máximo bienestar físico, mental y social,
unido al pleno desarrollo de las potencialidades personales y sociales.”
Esta norma constitucional se relaciona con el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, ratificado por Chile el año 1989.
Asimismo, existen varias leyes importantes que se vinculan o desarrollan de
un modo particular y concreto este derecho constitucional. Merecen citarse, solo
a modo de ejemplo, la de Seguridad del Estado, la ley de Isapres y la ley de Salud,
la ley de seguro social contra riesgos de accidentes del trabajo y enfermedades
profesionales y otras de similar envergadura.
Síntesis de los derechos básicos en salud que se derivan del texto constitucio-
nal:

1. Acceso: La Constitución Política de la República asegura el acceso libre e


igualitario a la salud, sea en acciones de promoción, protección, recuperación
y rehabilitación. Es deber del Estado garantizar la ejecución de las acciones de
salud, ya sea en el sistema público o privado.

2. Elección: Asimismo, cada persona tiene derecho a elegir el sistema de salud


al que desea acogerse, sea Fonasa, Isapre o ninguno de ellos.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

3. Atención en Accidentes del trabajo o enfermedades profesionales: la


persona que trabaja tiene derecho a ser atendida en el hospital con el que su
empresa tenga convenio, o, si no lo tiene, en el sistema público de salud, sin
costo alguno.

4. Licencia médica y subsidio: Si el accidente impide ejercer un trabajo, tiene


derecho a licencia médica y a un subsidio durante este tiempo, o si sufre una
pérdida de una extremidad que le impida seguir trabajando.
La licencia médica le otorga el derecho a ausentarse del trabajo para recuperar
su salud.

68
5. Seguro de salud para estudiantes: También se encuentra protegida la sa-
lud de los estudiantes, desde kínder hasta la educación superior, si sufren un
accidente o lesión durante sus estudios o práctica profesional. Este grupo tiene
derecho a ser atendido en forma gratuita en el sistema público de salud.

6. Prohibiciones: La ley prohíbe la exigencia de entrega de un cheque en ga-


rantía o de dinero efectivo como condición para ser recibir cualquier presta-
ción de salud.

7. Sistema GES o AUGE: Por otra parte, se ha creado el régimen de Garantías


Explícitas en Salud conforme a la ley, con miras a dar cumplimiento al derecho
a la protección de la salud garantizado en el N° 9 del artículo 19 de la Cons-
titución Política de la República. Rige para ciertas enfermedades, tanto en el
sistema público como privado, que garantiza la atención de la persona que la
padece.

8. Indigentes: Las personas calificadas como indigentes tienen derecho a aten-


ción gratuita en los servicios de salud pública.

9. Presos políticos: Asimismo, las personas que hayan sufrido prisión política
y tortura tienen derecho a las prestaciones médicas otorgadas por el programa
de Reparación y Atención Integral de Salud, las que son gratuitas en los servi-
cios de salud pública.

10. Vacunas: También constituye un derecho garantizado la recepción de las


vacunas que el Estado considere obligatorias. (Tuberculosis, polio, difteria)
que se aplican a menores de un año.

11. Medicina preventiva: El examen de medicina preventiva también es gra-


tuito, una vez a año.

12. Control de la natalidad: Por último, deben estar al alcance de la población,


en el sistema público de salud, los métodos de control de la natalidad (preser-
vativos, píldoras anticonceptivas y la píldora del día después).
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

13. Resolución de conflictos: Los conflictos que surjan con la Isapre, con Fo-
nasa o por dificultades en la entrega de los beneficios AUGE pueden ser recla-
mados ante la Superintendencia de Salud.

14. La jurisprudencia judicial, por su parte, ha interpretado de modo exten-


sivo la garantía constitucional por tratarse de una cuestión de interés públi-
co y un derecho fundamental de orden social, señalando que es el Estado el
llamado a garantizar el Derecho a la Protección de la Salud. En consecuencia,
una cantidad importante de fallos judiciales estima que es obligación del Esta-
do no solo regular el sistema de salud, sino principalmente ser proveedor del
mismo, y por medio de Políticas de Salud, administrar sus recursos. Sentencias
de la Corte Suprema así lo han declarado, principalmente acogiendo recursos
69
de protección, en que se ha invocado el inciso final del número 9, que en este
acápite se ha desarrollado.

No obstante, no debe olvidarse que la Carta Magna vigente recoge, aun cuando
sea de un modo indirecto, el principio del Estado subsidiario, lo que hace difícil
desentrañar el verdadero alcance de la protección de este derecho.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

70
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Comentario de:
Claudio Herrera

Derecho a la educación y libertad de enseñanza

En página 72

71
Claudio Herrera

Derecho a la educación y libertad de enseñanza


Comentario a: Artículo 19, N° 10 y 11

La CPR se refiere a la educación en el numeral 10 de su artículo 19, sobre dere-


chos y deberes constitucionales. La Constitución asegura a todas las personas el
derecho a la educación, concepto que define por su objeto, “el pleno desarrollo de
la persona en las distintas etapas de su vida”, según la carta fundamental.
En el ámbito internacional, UNESCO señala que “la educación es un derecho hu-
mano para todos, a lo largo de toda la vida, y que el acceso a la instrucción debe ir
acompañado de la calidad”. La organización es además la encargada a nivel global
de avanzar el Objetivo 4 de los ODS, Educación de Calidad, considerando que “la
educación es la base para mejorar nuestra vida y el desarrollo sostenible. Además
de mejorar la calidad de vida de las personas, el acceso a la educación inclusiva
y equitativa puede ayudar abastecer a la población local con las herramientas
necesarias para desarrollar soluciones innovadoras a los problemas más grandes
del mundo”.
En el mismo sentido, hace ya más de medio siglo el Pacto Internacional de Dere-
chos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC, suscrito por nuestro país en sep-
tiembre de 1969), en su artículo 13 señaló que “los Estados Partes en el presente
Pacto reconocen el derecho de toda persona a la educación. Convienen en que la
educación debe orientarse hacia el pleno desarrollo de la personalidad humana y
del sentido de su dignidad, y debe fortalecer el respeto por los derechos humanos
y las libertades fundamentales. Convienen asimismo en que la educación debe
capacitar a todas las personas para participar efectivamente en una sociedad li-
bre, favorecer la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones
y entre todos los grupos raciales, étnicos o religiosos, y promover las actividades
de las Naciones Unidas en pro del mantenimiento de la paz”.
A nivel local, la ley 20.370, General de Educación, en su artículo 2° aporta la
siguiente definición: “la educación es el proceso de aprendizaje permanente que
abarca las distintas etapas de la vida de las personas y que tiene como finalidad
alcanzar su desarrollo espiritual, ético, moral, afectivo, intelectual, artístico y físi-
co, mediante la transmisión y el cultivo de valores, conocimientos y destrezas. Se
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

enmarca en el respeto y valoración de los derechos humanos y de las libertades


fundamentales, de la diversidad multicultural y de la paz, y de nuestra identidad
nacional, capacitando a las personas para conducir su vida en forma plena, para
convivir y participar en forma responsable, tolerante, solidaria, democrática y ac-
tiva en la comunidad, y para trabajar y contribuir al desarrollo del país”. Asimis-
mo, la referida ley aporta las nociones de educación formal, informal y no formal,
entre otras.
De acuerdo al texto constitucional, hoy es obligación del Estado promover la
educación parvularia, para lo cual debe financiar un sistema gratuito para sus
niveles superiores (según dispuso la reforma a la CPR de fines de 2013). Esta obli-
gación del Estado viene a sumarse y se proyecta a compromisos de más antigua
data, como lo son los referidos a la educación básica y media, a las que también el
Estado debe asegurar acceso de toda la población.
72
La preocupación y el deber del Estado de promover la educación ha sido una
orientación constante en nuestras constituciones desde el siglo XIX. “Uno de los
primeros deberes del Estado”, de acuerdo al artículo 257 de la Constitución de
1823; “Una atención preferente del Gobierno”, según el artículo 153 de la Consti-
tución de 1833; “Una atención preferente del Estado”, de acuerdo al numeral 7°
del artículo 10 de la CPR de 1925.
Estas disposiciones hablan del rol que se asigna al Estado en materia de educa-
ción pública formal. Esta función es permanente, lo que no significa que no haya
ido mutando en sus orientaciones y énfasis durante los doscientos años de vida
republicana del país. Si en un primer momento el desafío estuvo puesto en la al-
fabetización y la ampliación de la cobertura de la educación pública, desde hace
años han irrumpido otros desafíos, como la necesidad de avanzar en gratuidad y
calidad de la educación pública, demandas que se explican a partir de la conside-
ración de la educación como un derecho social.
En lo que se refiere al derecho preferente y el deber de los padres de educar a
sus hijos (art. 19, n° 10 CPR), parte de la doctrina ha sostenido que se trata de una
expresión del principio de subsidiariedad del Estado en materia de educación.
Este derecho es preferente por cuanto prima en conflicto con otro derecho, sien-
do la función del Estado subsidiaria y su deber pasa por abstenerse de intervenir,
de acuerdo a lo discutido en la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución,
según recuerda Alejandro Silva Bascuñán.
El Tribunal Constitucional, por su parte, ha declarado que “en cuanto derecho
de los padres, es una facultad de obrar frente a órganos del Estado, instituciones,
grupos y personas que pretendieran dirigir, orientar o llevar a cabo la educación
de sus hijos, que se traduce en la elección del establecimiento de enseñanza en
que tendrá lugar la enseñanza formal y en las acciones educativas que realice el
núcleo familiar en la enseñanza informal de niños y adolescentes. Y en cuanto de-
ber constitucional se traduce en obligaciones de hacer, las que existen tanto en la
enseñanza formal en que los padres han de colaborar con la acción educativa del
establecimiento que eligieron para sus hijos, como en la enseñanza informal en
que no pueden eludir la responsabilidad educativa que les incumbe” (STC R. 740).
En lo que respecta la libertad de enseñanza, esta se consagra explícitamente en
el numeral 11° del mismo artículo 19 de la CPR y comprende el derecho de abrir,
organizar y mantener establecimientos educacionales, no reconociendo otras li-
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

mitaciones que las impuestas por la moral, las buenas costumbres, el orden pú-
blico y la seguridad nacional.
“La Constitución reguló el derecho a la educación y la libertad de enseñanza en
forma separada, con el objeto de ilustrar claramente las diferencias entre ambos
derechos. Mientras la libertad de enseñanza se erige como un derecho individual
de libertad tutelado por la acción de protección, el derecho a la educación es un
derecho social sin esta garantía. El fundamento de este tratamiento diferenciado
se basa en la definición de educación entendida por el constituyente, que engloba
en un concepto amplio todo proceso mediante el cual se infunden conocimientos,
valores y destrezas, permitiendo el desarrollo pleno de los individuos” (Contreras
y García, Diccionario Constitucional Chileno).
La libertad de enseñanza y el derecho de los padres a escoger establecimien-
to para sus hijos pueden ser también vistos como expresiones del principio de
73
subsidiariedad en estas materias. Sin embargo, es erróneo afirmar que la CPR de
1980 relegó al Estado a este rol subsidiario. Desde el siglo XIX en nuestro país
coexistió la educación pública con la privada a nivel escolar y más tarde en su
educación superior. Los vaivenes en nuestra historia educacional entre el estado
docente, libertad de enseñanza, provisión mixta y más recientemente el derecho
social a la educación son una constante y como tales seguramente volverán a ser
discutidas en el proceso constituyente en curso (sobre el particular, véase con
provecho el artículo de Carlos Peña “Derecho a la Educación y Libertad de Ense-
ñanza”, revista CEP n° 143, invierno 2016).
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

74
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Comentario de:
Lucía Elena Rizik Mulet

Derecho preferente y deber de los padres de educar a


sus hijos y el derecho a escoger su establecimiento de
enseñanza

En página 76

75
Lucía Elena Rizik Mulet

Derecho preferente y deber de los padres de educar a sus hijos y el


derecho a escoger su establecimiento de enseñanza
Comentario a: Artículo 19, N° 11

El derecho y deber preferente de los padres de educar a sus hijos, y la libertad


para escoger su establecimiento de enseñanza, se constituyen como un elemento
sobre el que se vertebra el resto de la legislación nacional sobre cuidado y educa-
ción de los niños. La redacción de esta garantía recuerda al antiguo artículo 235
del Código Civil de 1855, ya derogado. En él se otorgaba de manera exclusiva al
padre el derecho de “elegir la profesión futura del hijo y de dirigir su educación
del modo que crean más conveniente para él”. Se trata sin duda de un ámbito en
el que la Constitución estrecha relaciones con el derecho de familia, otorgándole
primacía constitucional a un derecho proveniente de la legislación civil, elevando
a dicho rango derechos y facultades vinculadas a la autonomía familiar. Esta re-
lación se vuelve aún más cercana si se mira el artículo 236 del Código Civil, que
replica algunos de los elementos de la fórmula que utiliza la Constitución Política,
estableciendo que “los padres tendrán el derecho y el deber de educar a sus hijos,
orientándolos hacia su pleno desarrollo en las distintas etapas de su vida”.
En este sentido, el derecho y deber preferente de los padres de educar a sus
hijos aparece en la Carta Fundamenta en tanto facultad de los padres de llevar
a cabo acciones educativas al interior de la familia con el objeto de propender
al desarrollo de la personalidad de los hijos en el ámbito ético, moral, artístico,
intelectual y físico, y en tanto privilegio de elegir el centro educativo para que los
hijos concreten su educación formal.
Reconocida dentro de la garantía constitucional que resguarda el derecho de
todas las personas a la educación, el derecho y deber preferente de los padres tie-
ne por finalidad el pleno desarrollo de las personas en las distintas etapas de su
vida, finalidad que concuerda con los objetivos de la educación reconocidos en el
artículo 29 de la CDN. La referida disposición señala que la educación debe estar
encaminada a “desarrollar la personalidad, las aptitudes y la capacidad mental
y física del niño al máximo de sus posibilidades”. En este sentido, esta garantía
constitucional justifica el desarrollo de otras dos obligaciones del Estado incorpo-
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

radas en los artículos 19 números 10 y 11 de la Constitución, a saber, la obligación


del Estado de proveer educación formal y la obligación del Estado de garantizar
la libertad de enseñanza.
Atendido los términos de la LGE, ley orgánica constitucional, es en la educación
informal el espacio en el que el derecho preferente de los padres de educar a los
hijos se desarrollará con más fuerza, mientras que el derecho a escoger el estable-
cimiento educacional de sus hijos se realiza por medio de la elección del colegio
o escuela.
Ahora bien, la formulación de la garantía constitucional resulta controvertida
respecto del posible debilitamiento de los derechos del niño frente a los derechos
y prerrogativas de los padres, especialmente el derecho de los niños a la religión,
el derecho de asociación, el derecho a la intimidad, la libertad de expresión o el
derecho a la educación. Al respecto, desde una perspectiva de derechos huma-
76
nos, esta garantía se explica mejor como una función en un modelo de conviven-
cia familiar, antes que como una imposición cuyo cumplimiento pueda exigirse
mediante apremios. En clave constitucional, las facultades de los padres no se
configuran como una potestad vertical y unidireccional en la relación intergene-
racional, lo que afectaría el ejercicio de garantías constitucionales de los hijos en
tanto personas, sino que como un equilibrio entre el derecho de los padres y la
autonomía del hijo en sus decisiones como persona en formación. De este modo,
la función educativa de los padres no sustituye la voluntad de los hijos respecto
del ejercicio de su derecho a la educación, sino que su rol se articula como una
asistencia para el ejercicio de los hijos de su derecho a la educación.
Para finalizar, es pertinente aclarar que la designación “derecho preferente y
deber de los padres” da cuenta que la Constitución concede en primer lugar a los
padres el derecho a educar a los hijos, pero dicha preferencia no implica exclusi-
vidad. Por medio de ella solo se expresa el mandato de que, para el Estado, al me-
nos en relación con la educación de los hijos, priman las decisiones de los padres
frente a otras personas o instituciones, y su merecimiento se basa en la relación
filial que los une.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

77
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Comentario de:
Tarik Lama Gálvez

Análisis crítico al artículo 19 n° 16 de la Carta


Fundamental Chilena

En página 79
78
Tarik Lama Gálvez

Análisis crítico al artículo 19 n° 16 de la Carta Fundamental Chilena


Comentario a: Artículo 19, N° 16

Esta es una de las normas laborales que más discusiones ha traído respecto a
su sentido y alcance. Principalmente, pues trata materias muy relevantes social-
mente (el derecho al trabajo, la negociación colectiva y la huelga) que debido al
modelo constitucional desarrollado en la Carta Magna (neoliberal) quedaron dé-
bilmente protegidas.
En primer lugar, el artículo garantiza la libertad de trabajo, sin aclarar si se pro-
tege el derecho al trabajo o la libre contratación y elección del trabajo. Esto es
relevante, pues son derechos con enfoques totalmente distintos: uno social (traba-
jo digno/salario justo) y otro individual (libertad para trabajar). Al parecer, todo
apunta a que se estaría hablando de una garantía liberal que permite a toda per-
sona realizar actividades productivas de manera libre y autónoma, con las únicas
limitaciones que imponga la misma Constitución o las leyes y que a nadie se le
impondrá un trabajo o un trabajador. El constitucionalista José Luis Cea (2015)
reflexiona al respecto señalando que la comisión constituyente protegió la libertad
de trabajo, entendiéndolo cómo “el derecho a buscar trabajo” (p. 459).
Si bien han habido interpretaciones progresistas1 que justifican un reconoci-
miento del derecho al trabajo digno en la Constitución, a través de una interpre-
tación amplia, sustentado en el Derecho Internacional, del concepto de una “justa
retribución” que contempla el artículo en comento. Lo cierto es que más allá de
esas dos palabras no hay otra alusión expresa. A mayor abundamiento, cuando
analizamos la discusión constituyente, es posible encontrar observaciones como
la del comisionado Enrique Evans que sostuvo: “Respecto del concepto de dere-
cho al trabajo, considero que decir que el trabajo es una expresión de la dignidad
y de la participación activa del hombre en la sociedad en que vive, es una mera
declaración teórica importante y verdadera; pero ella no tiene cabida en un texto
constitucional”2.
A modo de conclusión, lo conveniente sería que nuestra Carta Fundamental
protegiese el trabajo decente, concepto ofrecido por la Organización Internacio-
nal del Trabajo3, que pretende posicionar un derecho al trabajo digno, sin dis-
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

criminaciones, respetando los derechos fundamentales, el género, con un salario


justo y proporcional al esfuerzo realizado, con integración y protección social.
En el ámbito de la negociación colectiva la norma consagra el derecho solo a los
trabajadores respecto de la empresa. Es decir, en un solo nivel, a diferencia de lo
que ocurre en otros países en que es posible negociar colectivamente por rama
(por ejemplo: el transporte o la construcción) y a nivel nacional. Algunos ejem-

1 Véase, por ejemplo: BULNES, Luz. (1980) La libertad de trabajo y su protección en la Constitución
de 1980. Revista de Derecho Publico. N° 28. Universidad de Chile. P. 215. En el mismo sentido, MAR-
ZI, Daniela. (2012) Derecho al trabajo: Trabajo con contenidos y fines, en Derechos económicos,
sociales y culturales en el orden constitucional chileno. Editorial Librotecnia. Santiago. P. 127.
2 Actas oficiales de la Comisión Constituyente (1976), Sesión 199 celebrada el 7 de abril. P. 532.
3 Organización Internacional del Trabajo. (1999) Conferencia Internacional del Trabajo, Memoria
del Director General: Trabajo Decente, Ginebra.
79
plos de países que negocian en estos tres niveles son: Bélgica, Francia, Irlanda,
España, Noruega, etc.
Además, la Constitución ordena crear leyes que regulen el procedimiento y las
modalidades de negociación colectiva, entrabando de esta manera el libre ejer-
cicio de la libertad sindical, tanto así que incluso entrega facultades a la ley para
prohibir, en ciertos casos, la negociación colectiva.
Por último, la norma menciona la huelga en negativo, es decir no la desarrolla, no
la consagra y no la garantiza. Lo que hace la norma es señalar los casos y sectores
que no pueden irse a huelga: el sector público y las empresas que brinden servicios
de utilidad pública. Lo preocupante de esta prohibición es que no hace matices,
realiza exclusiones generales, lo cual no es acorde al principio de proporcionalidad.
Tampoco reconoce a la huelga como un derecho, lo cual transgrede los estánda-
res internacionales, en especial los principios4 y el Convenio n° 87 de la Organiza-
ción Internacional de Trabajo que sí lo hacen. Resulta interesante, para confirmar
esta conclusión, lo señalado por los constituyentes, al señalar que: “La comisión
no considera a la huelga como un derecho, sino como una solución de fuera que
no conlleva en sí ningún principio de justicia y, además, en nuestro país ha sido
usada por ciertos grupos políticos como un instrumento de la lucha de clases”
(Comisión de Estudios de la Nueva Constitución, 1978, p. 227).

Referencias Bibliográficas
1. CEA EGAÑA, José Luis. (2015). Derecho Constitucional Chileno, tomo III. Ediciones Uni-
versidad Católica de Chile. P. 459.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

4 Declaración de la OIT (1998) relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo


y su seguimiento. Adoptada por la Conferencia Internacional del Trabajo en su octogésima sexta
reunión, Ginebra.
80
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Comentario de:
Marcos Barraza Gómez

Seguridad Social y Transformación Constitucional

En página 82

81
Marcos Barraza Gómez

Seguridad Social y Transformación Constitucional


Comentario a: Artículo 19, N° 18

El impacto del actual sistema de pensiones, heredado de la dictadura y conso-


lidado con políticas neoliberales durante los gobiernos de la Concertación, ha
sido dañino socialmente en dos dimensiones. Primero y principalmente porque
la mayoría de los actuales pensionados recibe en promedio tasas de reemplazo
(pensiones) que llegan al 27,5% de su último salario (promedio de los últimos 12
meses), es decir, pensiones de miseria y, en segundo lugar, porque los cuantiosos
recursos de las y los chilenos para sus pensiones, aposados y administrados por
las AFP, le dan a estas un poder indebido en la políticas públicas que ha impedido
por años el reemplazo del sistema de pensiones, a la vez de una influencia y deci-
sión sobre el sistema económico, en este caso, lesivo para los derechos sociales.
Así, considerando a las pensiones como un derecho fundamental, los cambios
constitucionales que experimenten los países deben permitir transitar en la di-
rección de crear un sistema basado en los principios que rigen a la seguridad
social y en consecuencia erradicando el lucro.
La demanda ciudadana de años de lucha ha sido el fin de las AFP y el esta-
blecimiento de un sistema previsional público, en donde el Estado juegue un rol
fundamental.

Antecedentes
Desde los más diversos sectores, y a partir de distintos ángulos, la conclusión que
surge es que el Estado debe abandonar su rol subsidiario en la seguridad social.
El sistema de capitalización individual impuesto por la dictadura en 1981 no solo
materializó el traspaso del ahorro previsional de los trabajadores al mercado de
capitales, sino que además instauró un sistema de lógica individual, donde cada
trabajador, a través de su ahorro, financia su pensión; la iniciativa privada tiene
un rol central y el Estado solamente un débil rol fiscalizador.
El sistema de capitalización individual ha entrado en crisis en todos los países
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

donde se ha instaurado y no solo en Chile, porque entiende los sistemas previsio-


nales, que son parte de la seguridad social, como sistemas financieros sujetos a
los vaivenes del mercado. Esto es lo que explica el rechazo que genera en la ciu-
dadanía, la cual demanda un sistema de seguridad social en el cual sus ingresos
producto del trabajo, sean protegidos y no sometidos a la especulación financiera.
La reforma previsional del 2008 constituye el único avance, al reponer el rol que
le cabe al Estado, que hasta ese entonces estaba absolutamente ausente en estas
materias. Esto permitió que el 60% más vulnerable de los adultos mayores sobre
65 años tuvieran acceso a pensiones o pudieran mejorarlas. Pero tal reforma solo
mejoró parcialmente las pensiones, ya que no realizó modificaciones estructurales
al sistema, sin innovar o alterar la estructura de la capitalización individual.
Sin embargo, la mayoría de los países, para resolver el sistema previsional, lo
han sustentado en el sistema público, estableciendo modelos de múltiples pila-
82
res, potenciando un pilar más que otro en función de los recursos con los que se
cuente para ello. Los sistemas de múltiples pilares contemplan como mínimo un
fuerte pilar contributivo financiado con aportes del trabajador y aportes de los
empleadores a los menos a partes iguales con beneficios definidos, que asegure
una redistribución de reparto, garantizando niveles mínimos de ingresos y so-
lidaridad. Y un fuerte pilar no contributivo financiado por impuestos generales
orientado a enfrentar los problemas de pobreza y pobreza extrema, a partir de las
debilidades del mercado del trabajo.
Un sistema de estas características necesariamente debe ser tripartito en cuan-
to incorpora la cotización del empleador, la cotización de los trabajadores y la
contribución del Estado.

Transformación constitucional
Una nueva Constitución, en el capítulo de las Garantías Constitucionales, debe
considerar la responsabilidad directa del Estado en la Seguridad Social y por ende
en la previsión, como, asimismo, elevar a rango constitucional las contingencias
mínimas reconocidas internacionalmente que deben ser cubiertas por el Estado.
El futuro sistema de pensiones debe considerar el financiamiento con fondos
colectivos, y beneficios definidos, que tengan un carácter redistributivo, desde
aquellos de mayores ingresos hacia los de menores. También debe establecer una
Pensión Básica Universal para todas las personas, considerando sus grados de
vulnerabilidad; que se combine con un sistema de reparto que otorgue pensiones
crecientes y estables en el tiempo.
Asimismo, la seguridad social no solo significa una pensión digna en términos
monetarios, sino también la garantía de otros beneficios que deben constituirse
verdaderos derechos: el acceso a vivienda digna, salud de calidad, transporte pú-
blico rebajado, desarrollo de sus capacidades, ocio y recreación e incluso educa-
ción de calidad para las personas mayores.
El derecho a la seguridad social está reconocido por tratados internacionales,
teniendo presente que es universalmente aceptada e indiscutible la relevancia del
Convenio 102 de Organización Internacional del Trabajo como el principal instru-
mento internacional, basado en principios fundamentales de seguridad social, que
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

dispone normas mínimas aceptadas a nivel mundial para las nueve ramas de la
seguridad social, esto es, asistencia médica, prestaciones monetarias de enferme-
dad, prestaciones de desempleo, prestaciones de vejez, prestaciones en caso de
accidentes del trabajo y enfermedad profesional, prestaciones familiares, presta-
ciones de maternidad, prestaciones de invalidez y prestaciones de sobrevivientes.
La nueva Constitución debe establecer una normatividad coherente con el goce
de los derechos sociales y la aprobación del Convenio 102 constituye un paso
fundamental en esa dirección.
Extender la cobertura de la Seguridad Social es vital para lograr una redistri-
bución de la riqueza y cerrar las brechas de desigualdad, porque para extender la
cobertura de la Seguridad Social y alcanzar los términos del convenio 102, nues-
tro país estará en la obligación de desarrollar e implementar un nuevo sistema de
relaciones de trabajo, formal, con responsabilidad y participación empresarial en
83
las cotizaciones y mecanismos efectivos de negociación colectiva como vía para
alcanzar un ingreso regular, estable y justo sobre el que cotizar.
¿Qué significa que un nuevo modelo de pensiones deba ser justo, solidario, dis-
tributivo, progresivo, integral y universal?
Justo: Porque el sistema de pensiones debe estar garantizado como un derecho
social sin distinción ni privilegios, cuyo contenido sea asegurado por la Constitu-
ción y las leyes para cada habitante según las necesidades que requiera.
Solidario: Porque todas las personas deben contribuir económicamente al fi-
nanciamiento del sistema según sus posibilidades y capacidades. De los sanos
para los enfermos, de los jóvenes para los ancianos, de los hombres para las muje-
res, de los trabajadores de más ingresos para los de menos ingresos. La sociedad
es la que construye la Seguridad Social de la misma sociedad.
Distributivo: Porque a la vez que incrementa las pensiones de todas las perso-
nas concentra los aumentos de los beneficios de manera proporcional respecto
aquellos que tienen menores capacidades económicas, mayores daños previsio-
nales, o simplemente han quedado postergados por causa del sistema actual.
Progresivo: Porque considera que los beneficios deben incrementarse paulati-
namente a medida que el nuevo sistema se concretiza, a la vez que se prohíbe re-
troceder disminuyendo los propios beneficios o el contenido general del sistema
de Seguridad Social.
Integral: Porque debe ser capaz de proteger a la población en aquellos estados
de necesidad o riesgos que se produzcan de todas las contingencias reconocidas,
tales como vejez, enfermedad, situación de discapacidad, cesantía, maternidad
entre otras, estableciendo múltiples prestaciones unidas en un único sistema.
Universal: Porque a diferencia y en contraposición al modelo privado de AFP,
todas las personas deben participar de los beneficios del sistema y estar cubier-
tos en sus necesidades, dejando de ser un privilegio para algunos y una cobertura
por gracia para otros, transformándose en un verdadero derecho social colectivo.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

84
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Comentario de:
Tarik Lama Gálvez

Análisis crítico al artículo 19 n° 19 de la


Carta Fundamental Chilena

En página 86

85
Tarik Lama Gálvez

Análisis crítico al artículo 19 n° 19 de la Carta Fundamental Chilena


Comentario a: Artículo 19, N° 19

El presente artículo regula el derecho de sindicalización de las y los trabajadores


de Chile. Como primera precisión, cabe señalar que esta norma constitucional
se enmarca dentro del “plan laboral” ideado durante y por dictadura militar, el
cual tuvo como propósito disminuir al máximo la injerencia y el poder de los tra-
bajadores en la empresa, ya que –según el plan– afectaban el libre mercado y la
productividad del país (Piñera Echeñique, J. 1990. pp. 7 y 8). De esta forma, lo
plasmado en este artículo tuvo como fin consagrar un derecho de sindicalización
limitado, despolitizado y débil, sustentado en la creencia que un sindicato masivo,
representativo y robusto, era un “arma poderosa” utilizada por “los comunistas”
(en éstos términos), que debía ser neutralizada (Piñera Echeñique, J. 1990. pp. 26
y 43).
El artículo en comento otorga a la ley la regulación y limitación del derecho a
sindicalizarse, de lo que se concluye es una garantía incompleta, pues para ejer-
cerla necesariamente deberán revisarse los requisitos que determinada ley esti-
pule.
Al mismo tiempo, cierra la puerta a toda medida que incentive la sindicaliza-
ción a través de una afiliación obligatoria o la obtención de un beneficio por parte
del Estado. Dicho de otra manera, el sindicalismo ha sido –desde siempre– una
herramienta democratizadora, ya que solo el poder sindical unido y representa-
tivo ha logrado constituirse como un contrapeso suficiente frente a quien tiene el
poder económico (el empleador) generando instancias para que la riqueza acu-
mulada se redistribuya equitativamente. Así se ha entendido a nivel internacional
y también antes de la dictadura. Por lo mismo, en algunas leyes (durante la déca-
da de los sesenta e inicios de los setenta) se incentivaba la afiliación al sindicato,
otorgando beneficios fiscales a quienes poseían su “carnet sindical”. Del mismo
modo, en algunos países del orbe se ha adoptado la política de hacer obligatoria la
afiliación al sindicato, con el fin de promover la democracia, robustecer el poder
de negociación los trabajadores y así propender el mejoramiento de sus condicio-
nes laborales.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Nada de lo anteriormente descrito se puede hacer en nuestro país, ni siquiera


discutir su implantación legal, debido a la limitación Constitucional existente. Por
lo anterior, lo conveniente sería que la Carta Fundamental no prohíba la afiliación
automática, ni obligatoria, permitiendo que la ley, conforme a las necesidades e
intereses de cada época, lo determine.
Asimismo, el Constituyente de la actual Carta Magna se manifiesta en contra
de la idea que los sindicatos se posicionen y manifiesten en la política nacional1,
contemplando una prohibición expresa a la participación la política partidista, sin
siquiera definir qué significa aquello. Consideramos que tal prohibición atenta a
la independencia sindical y a la soberanía misma de la organización, vulnerando
así el artículo 3 del convenio n° 87 de la OIT, puesto que es perfectamente plausi-

1 Actas Oficiales Comisión Constituyente (1976). Sesión n° 195, celebrada el 30 de marzo.


86
ble que un sindicato, entendiéndolo como el conjunto de trabajadores, decida ad-
herir a alguna organización política o participar en alguna actividad de la misma
índole. No queremos decir que deseamos que así sea, simplemente razonamos
que el poder de decisión debiera caer en el sindicato y no ser impuesto constitu-
cionalmente. Menos aún si las organizaciones empresariales o de empleadores no
tienen tal prohibición.
Así las cosas, la actual normativa Constitucional laboral limita excesivamente
al sindicalismo como un mecanismo democratizador de la sociedad y conductor
de mejoras distributivas.

Referencias Bibliográficas
1. Actas Oficiales Comisión Constituyente (1976).
2. PIÑERA ECHEÑIQUE, José (1990). La Revolución Laboral en Chile (versión resumida
realizada por el autor). Santiago.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

87
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Comentario de:
Luis David Bobadilla Madrid

Constitución y los tributos como cargas públicas

En página 89

88
Luis David Bobadilla Madrid

Constitución y los tributos como cargas públicas


Comentario a: Artículo 19, N° 20

El análisis de este numeral requiere hacer presente la distinción doctrinaria entre


cargas personales y cargas reales:

Cargas personales: Prestaciones de carácter obligatorio y usualmente gratuito


que el Estado requiere de todos los habitantes de la República. Estas obligaciones
de prestar cierto servicio de carácter gratuito que el Estado puede exigir, en con-
creto, pesan sobre las personas, por ello se denominan personales. Ejemplo de
esto son el servicio militar obligatorio, ser vocal de mesa en procesos electorales
o ser designado abogado de turno por una Corte de Apelaciones.

Cargas reales: Obligaciones respecto del patrimonio o rentas de los habitantes


de la República. Esta disposición utiliza el concepto de habitantes pues permite
incluir a extranjeros vecindados, transeúntes, nacionales y ciudadanos.

La expresión típica de las cargas reales son los tributos.


La Constitución utiliza el término tributos, en vez de impuestos o contribucio-
nes, porque el constituyente consideró que tributos es un concepto más amplio,
que incluye todos los distintos tipos de impuestos existentes como lo son el IVA,
contribuciones a la renta, permisos de circulación, impuesto único (descuento
aplicado a los funcionarios públicos), derechos de aseo municipal, etc.
La legalidad en los tributos proviene de la propia Constitución y las leyes dic-
tadas conforme a ella. Ejemplo de lo anterior es el Código Tributario, principal
norma Tributaria en Chile.
La legalidad de los tributos dependerá de la armonía que guarde con las reglas
establecidas por el Articulo 19 número 20.
Un primer elemento es que los tributos sean proporcionales y no sean injustos.
Un impuesto será manifiestamente injusto en aquellos casos en que sea depreda-
torio de una actividad económica. Habrá desproporción en aquellos casos en que
los impuestos sea tan gravosos y pesados cuando su efecto termine implicando
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

derechamente una confiscación del patrimonio del contribuyente.


Por regla general, los tributos recaudados ingresan al patrimonio de la Nación
sin estar destinados o afectos a fines determinados. Sin embargo, en casos muy
calificados y siempre por ley, pueden autorizarse excepciones a este principio:

a) Destinar parte de la recaudación de tributos para atender necesidades de


defensa nacional (como lo fue por muchos años con la Ley reservada del
cobre);
b) Autorizar que parte de los tributos recaudados con cargo a los bienes o ser-
vicios asociados a una región del país puedan destinarse precisamente por
las autoridades comunales o regionales para obras que contribuyan al de-
sarrollo territorial.
89
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Comentario de:
Luis David Bobadilla Madrid

El régimen de propiedad privada, la actividad


minera, hidrocarburos y aguas en la Constitución

En página 91

90
Luis David Bobadilla Madrid

El régimen de propiedad privada, la actividad minera, hidrocarburos y


aguas en la Constitución
Comentario a: Artículo 19, N° 23 y 24, Inciso 1° y 2°

El artículo 19 número 23° establece como principio del Orden Público Econó-
mico (Conjunto de principios y normas que establecen el marco de desarrollo de
la actividad económica en Chile, de acuerdo a la Constitución y las leyes), el régi-
men de propiedad privada. Además, establece tres limitaciones para el dominio,
a saber:

1. La imposibilidad de adquirir el dominio de las cosas comunes a todos los


hombres, como el aire, los océanos, la luna o las estrellas.
2. La imposibilidad de adquirir el dominio de todos los bienes que pertene-
cen a la nación toda, también llamados bienes nacionales de uso público,
como las calles, plazas y playas.
3. Limitaciones establecidas por leyes de quórum calificado respecto a
la adquisición del dominio de ciertos bienes, como ciertas zonas fron-
terizas, producto de la seguridad nacional, establecen ciertas condiciones
o limitaciones para que puedan ser adquiridas por ciertas personas, como
los extranjeros.

En síntesis, el numeral 23° consagra el derecho a poder adquirir el dominio de


cosas o bienes, garantizando uno de los pilares fundantes del régimen de propie-
dad privada.
De acuerdo con el artículo 19 numeral 24°, solo la ley puede establecer los mo-
dos de adquirir la propiedad (usar, gozar y disponer de ella) y las limitaciones
y obligaciones que deriven de su función social. Actualmente la ley que aborda
estas materias es nuestro Código Civil.
La función social de la propiedad es una limitación al régimen de propiedad
privada imperante en la Constitución, en aquellos casos en que lo exijan los in-
tereses generales de la Nación, la seguridad nacional, la utilidad y la salubridad
públicas y la conservación del patrimonio ambiental.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

El concepto de función social no fue definido por la Comisión de Estudios de


la Nueva Constitución (CENC), aunque sí estableció los límites del dominio que
permiten determinarla, a saber:

1. El interés general de la nación;


2. La seguridad nacional:
3. La salubridad pública; y,
4. La conservación del patrimonio ambiental.

Sin embargo, uno los integrantes de la CENC, el Profesor Enrique Evans de la


Cuadra, aportó desde la doctrina jurídica con un concepto de función social, que
hace referencia al empleo o uso racional de la propiedad, en armonía con los in-
91
tereses colectivos. El ejercicio del derecho de dominio es válido, en tanto sea ser
racional, sin afectar el interés general.
En suma, el concepto constitucional de propiedad privada consagra, como regla
general, que nadie puede ser privado de su derecho de dominio, teniendo como
excepción a esta regla los límites que fija la función social.
En tal orden de ideas, nuestra Constitución contempla un mecanismo reglado
que pone termino al dominio cuando la función social se haya comprometida, de-
nominado expropiación, en el que el expropiado podrá reclamar de la legalidad
del acto expropiatorio ante los tribunales ordinarios de justicia, y en el que siem-
pre tendrá siempre derecho a indemnización por el daño patrimonial efectiva-
mente causado, cuyo monto se fijará de común acuerdo con el Estado, o, mediante
sentencia definitiva dictada conforme a derecho.
Atendida la naturaleza fundamental del derecho de dominio en nuestra insti-
tucionalidad, la Constitución establece requisitos de procedencia para la expro-
piación, a saber:

1. El acto expropiatorio debe estar en una ley general y especial.


2. El afectado debe recibir una indemnización.
3. El pago de la indemnización deberá ser al contado y en efectivo.

En cuanto a la propiedad minera, nuestra Carta Fundamental establece sis-


tema regalista patrimonial, toda vez que el Estado tiene el dominio absoluto,
exclusivo, inalienable e imprescriptible de las minas ubicadas en territorio
de la República.
En tal sentido, el sistema regalista establece concesiones de exploración y
de explotación a privados. Todas las grandes faenas mineras del país operan en
base a concesiones por parte del Estado, que inicialmente son de exploración,
pues previamente a la operación de la faena, las empresas mineras están años
desarrollando prospecciones geológicas para estudiar su viabilidad.
Así las cosas, nuestro sistema regalista minero estima mucho más provechoso
para el interés público que los yacimientos mineros estén en explotación con la
consiguiente recaudación de impuestos destinados a financiar una serie de polí-
ticas públicas del Estado.
Bajo este esquema, toda concesión incluye causales de otorgamiento, de eje-
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

cución y de término. Naturalmente, en la ejecución de todo acto jurídico puede


suscitarse algún conflicto entre las partes. En este sentido, en materia minera, la
competencia es exclusiva de los tribunales ordinarios de justicia, para conocer y
resolver los conflictos entre el Estado y el concesionario.
Respecto a los yacimientos de hidrocarburos, la Constitución dispone que solo
pueden ser explotados el mismo Estado o por sus empresas, a través de conce-
siones administrativas, por licitación pública, o, mediante contratos especiales de
exploración y explotación concedidos por Decreto Supremo.
En lo relativo al Derecho de aguas, el art. 19 n° 24 inciso final es enfático: Los
derechos de los particulares sobre las aguas, reconocidos o constituidos en con-
formidad a la ley, otorgarán a sus titulares la propiedad sobre ellos;
Luego, la norma encargada de abordar estas materias, el Código de Aguas, pres-
cribe en su artículo 5° que “las aguas son bienes nacionales de uso público y se
92
otorga a los particulares el derecho de aprovechamiento de ellas, en conformidad
a las disposiciones del presente código.
En ese orden de ideas, el derecho de aprovechamiento es un derecho real que
recae sobre las aguas y consiste en el uso y goce de ellas, con los requisitos y en
conformidad a las reglas que prescribe el Código de Aguas.
Contrariamente a la creencia popular, el Estado solo concede un derecho de
aprovechamiento de las aguas a los particulares, de manera que, al igual que
con los yacimientos mineros, el Estado tiene el dominio absoluto de las aguas,
pero otorga un derecho de aprovechamiento sobre ellas.
En consecuencia, las aguas tanto de ríos, de lagos, son bienes nacionales de
uso público.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

93
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Comentario de:
Alejandro Ramírez

La Propiedad Blindada

En página 95

94
Alejandro Ramírez

La Propiedad Blindada
Comentario a: Artículo 19, N° 24 Incisos 1° y 2°, y N° 26

En la constitución vigente, el derecho de propiedad se encuentra extensamente


regulado y fuertemente protegido. Sin embargo, a pesar de toda esa protección
y regulación hay una dimensión de este derecho que resulta ambigua e incluso
oscura al análisis jurídico: la relación de la esencia de la propiedad con sus funcio-
nes. La Constitución señala que los derechos no pueden ser afectados en su esen-
cia, y, cuando consagra la acción de protección, establece que la propiedad puede
ser protegida por ella, blindándola frente a la injerencia de agentes externos, ya
sean individuos privados, o incluso el Estado. Al revisar las actas de la Comisión
de Estudios de la Nueva Constitución, más conocida como “Comisión Ortúzar” (en
adelante, CENC), que participó en la redacción de la Constitución de 1980, vemos
que sus miembros, al discutir sobre tal punto, se manifestaron a favor de una
fuerte defensa de este derecho, principalmente frente a la actividad reguladora
del Estado1. Lo curioso es que luego se consagra la función social de la propiedad,
que precisamente busca permitir dicha actividad, generándose así una suerte de
contradicción entre ambas ideas contenidas en el mismo texto, pues, por un lado,
la propiedad se protege hasta en su esencia, y por otro, la función social permite
limitar el dominio en virtud del interés público y sus diversas causales, sin que tal
limitación constituya expropiación.
El blindaje es tan grueso como ambiguo, pues no queda del todo claro qué co-
rresponde a la esencia de la propiedad. Para los juristas no es un tema zanjado,
habiendo diversas opiniones. En síntesis, pueden reducirse a dos posturas, con
diferencias de grado entre ellas: por un lado, quienes señalan que cualquier limi-
tación o regulación de la propiedad es afectarla en su esencia, pues la propiedad
es un todo que incorpora sus facultades (uso, goce y disposición), e incluso su
valor económico, actual y potencial; y por otro, quienes creen que lo esencial de
la propiedad corresponde al control y poder sobre la cosa, y que mientras este no
se pierda, la esencia no se afecta. En la CENC se discutió intensamente sobre el
tema, sin alcanzarse acuerdo respecto a qué era la esencia de la propiedad, y se
decidió finalmente, con discrepancias, dejar tal definición en manos de los jueces,
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

quienes, como veremos a continuación, tampoco han podido dar una respuesta
uniforme2.
La función social de la propiedad pretende que el ejercicio de tal derecho se
realice en sintonía con los intereses generales de la Nación (seguridad nacional,
utilidad y salubridad pública y conservación del patrimonio medioambiental). De
esta manera, el derecho de propiedad puede definirse como “un derecho subje-
tivo establecido fundamentalmente para proteger el interés particular del pro-
pietario, pero que satisface a la vez intereses públicos y está subordinado a la
realización del bien común” (Castán Tobeñas, J. 1992, p. 148).

1 Actas de la CENC, Tomo IV, Sesión 148°, p. 906.


2 Actas de la CENC, Tomo V, Sesión 149°, p. 4; Sesión 150°, pp. 28-31.
95
En la práctica, la función social muchas veces resulta un precepto de difícil apli-
cación, fruto del blindaje de la propiedad, configurado por la operación conjunta
de tres disposiciones contenidas en la Constitución de 1980: derecho de pro-
piedad como derecho fundamental (artículo 19, n° 24), protección de la esencia
de los derechos (artículo 19, n° 26) y recurso de protección (artículo 20). Estas
disposiciones protegen a la propiedad como derecho subjetivo, esto es, en tanto
poder jurídico que permite al titular del derecho de propiedad a usar, disfrutar
y disponer de sus bienes, bajo la protección del ordenamiento jurídico, estable-
ciéndose para el resto un deber general de no intromisión en los derechos indi-
viduales del propietario. De esta manera, la Constitución blinda a la propiedad
en tanto derecho subjetivo, radicalizando su función de señorío sobre las cosas y
debilitando la función social que ella debiera cumplir.
Lo anterior constituye un obstáculo a la operatividad de una de las funcio-
nes constitucionales de la propiedad, pues impide su regulación por parte de la
administración del Estado, e incluso por la legislación. En los casos “Playas I”3,
“Comunidad Galletué v/s Fisco”4 e “Inmobiliaria Maullín v/s Fisco”5 las regula-
ciones legales y administrativas de la propiedad, en pos de hacer valer y proteger
el interés público se vieron entorpecidas, encontrando límites en la ambigüedad
característica de la esencia del derecho de propiedad, generándose así un des-
equilibrio entre la protección de la propiedad y su función social. Al revisar tales
fallos, resulta evidente la dificultad de determinar lo que corresponde a la esencia
del dominio, lo que a su vez hace imposible diferenciar de manera clara entre una
limitación legítima a la propiedad y una restricción que haya de ser considerada
por los tribunales como una expropiación encubierta, “por cuanto no habría cri-
terio jurídico que permitiese hacer una distinción entre ambos conceptos; la lí-
nea divisoria quedaría entregada a la mera subjetividad judicial en la apreciación
práctica de las consecuencias de una regulación legal”6.
La institución de la propiedad se encuentra constitucionalmente consagrada
de tal forma que la idea de función social resulta una anomalía en el ordenamien-
to jurídico chileno. El propósito de la función social ha sido históricamente com-
patibilizar el interés privado con el público, superando la idea de propiedad como
un dominio absoluto sobre las cosas, propia del siglo XIX, sin mayor límite que la
ley o el derecho ajeno, para configurar un modelo de propiedad que incorporase
consideraciones sociales, producto de los cambios políticos y económicos inaugu-
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

rados por el siglo XX.


El interés privado se superpone al interés público de manera sistemática en el
actual texto constitucional, y las posibilidades de compatibilizar el dominio de
los individuos sobre sus bienes con las necesidades de la nación y la colectividad
se ven estructuralmente coartadas y limitadas. Esta contradicción es fruto de la
ideología neoliberal y conservadora que anima a nuestra actual Constitución, que
a pesar de reconocer e incorporar a la función social de la propiedad (como se ha
hecho transversalmente en el derecho constitucional comparado, i.e., Alemania,

3 Sentencia del Tribunal Constitucional de Chile, Rol N°s 245-246, 2 de diciembre de 1996.
4 Sentencia de la Corte Suprema, Rol N°16.743, 7 de agosto de 1984.
5 Sentencia del Tribunal Constitucional, Rol N° 4309-2002, 18 de junio de 2002.
6 Aldunate, Eduardo (2006). “Limitación y Expropiación: Scilla y Caribdis de la Dogmática Constitu-
cional de la Propiedad”, Revista Chilena de Derecho, Vol. 33 N° 2, p. 288.
96
Colombia, España, Grecia, Irlanda, Italia, México, Portugal, entre otros), estableció
deliberadamente mecanismos para entorpecer su funcionamiento, y relegarla a
una disposición marginal.
En el caso chileno, el mecanismo consiste en dejarle a la jurisprudencia consti-
tucional, emitida por el Tribunal Constitucional y la Corte Suprema, la misión de
definir la esencia de la propiedad. Sin embargo, al no haber criterio jurídico más
o menos unívoco para interpretarla, su definición se torna política e ideológica,
como se desprende de las sesiones de la CENC y los fallos mencionados. Por esto,
la actual Constitución deja la puerta abierta para una protección desproporcio-
nada de la dimensión privada e individual de la propiedad, en desmedro de su
dimensión pública y social.

Referencias Bibliográficas
1. ALDUNATE, Eduardo (2006). “Limitación y Expropiación: Scilla y Caribdis de la Dogmá-
tica Constitucional de la Propiedad”, Revista Chilena de Derecho, Vol. 33 N° 2.
2. CASTÁN TOBEÑAS, J.(1992). Tomo 2°: “Derecho de Cosas”, Vol., 1°: “Los derechos reales
en general. El dominio. La posesión”, de la obra Derecho civil español, común y foral, Ed.
Reus, Madrid, España, 14ta. edición, (revisada por G. García Cantero).
3. Actas de la CENC, Tomo IV, Sesiones 116 a 148 (24-04-1975 a 26-08-1975), http://
www.bcn.cl/lc/cpolitica/constitucion_politica/Actas_comision_ortuzar/Tomo_IV_Comi-
sion_Ortuzar.pdf
4. Actas de la CENC, Tomo V, Sesiones 149 a 181 (02-09-1975 a 13-01-1976), http://
www.bcn.cl/lc/cpolitica/constitucion_politica/Actas_comision_ortuzar/Tomo_V_Comi-
sion_Ortuzar.pdf
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

97
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Comentario de:
Andrés Kogan Valderrama

Hacia la desprivatización del agua en Chile

En página 99

98
Andrés Kogan Valderrama

Hacia la desprivatización del agua en Chile


Comentario a: Artículo 19, N° 24 Inciso final

Chile se encuentra dentro de un proceso constituyente inédito después de 30


años de vuelta a la democracia, que tiene al país inserto en un momento histórico,
en donde la posibilidad de una nueva carta fundamental ha abierto la discusión
sobre qué país queremos y cuáles debiesen ser los derechos consagrados para
todas y todos sus ciudadanos en la redacción de aquel documento fundamental.
Uno de esos derechos en discusión, el agua, es quizás el que más fuerza ha to-
mado en los distintos cabildos autoconvocados que se han realizado a lo largo de
todo el país. Esto, en el contexto de ser el primer país en el mundo en privatizar
sus fuentes y gestión de las aguas, lo que ha traído consigo la imposición de un
modelo de lucro para un bien común fundamental para la reproducción de la vida,
en donde es posible ser dueño de agua sin tener tierra a perpetuidad.
Es así como desde la imposición en dictadura del Código de Aguas de 1981, se
generó un sistema hídrico que dividió su uso en derechos consuntivos y no con-
suntivos, en donde los primeros son los que pueden reutilizarse superficialmente
(riego, minería, industria y uso doméstico), mientras que los segundos refieren al
uso existente sin consumirla (hidroeléctricas).
Las consecuencias actuales de este sistema de aprovechamiento de agua para
el país han sido desastrosas, ya que el 80% de los derechos consuntivos están
en manos del negocio forestal y agropecuario, mientras que el 9% está en ma-
nos del negocio minero. En el caso de los derechos no consuntivos, el negocio hi-
droeléctrico está en manos de la empresa ENEL. Por otro lado, quienes controlan
la distribución del agua en el país (Aguas Andinas y ESVAL), son empresas con
capitales transnacionales, que no hacen más que controlar las tarifas y el consu-
mo humano, el cual no es más que el 12%.
En otras palabras, estamos en presencia de un modelo hídrico que concibe al
agua como un bien económico, y que responde a una ideología neoliberal que
pone en el centro el lucro de las empresas por sobre los derechos de las perso-
nas. De ahí la importancia de este proceso constituyente en Chile, que permita
desprivatizar un bien común tan importante y vital como lo es el agua. Se hace
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

necesario, por tanto, construir una nueva democracia hídrica, que tome en consi-
deración la legislación internacional en materia de aguas y también el aporte de
experiencias locales en América Latina y en el mundo.
Por lo mismo, si bien Chile se puede ver como un caso de lo que no hay que ha-
cer en materia de aguas, ha habido importantes avances jurídicos internacionales
en lo que respecta a este bien común. Por ejemplo, lo ocurrido el 28 de julio del
año 2010, fecha en la cual la Asamblea General de Naciones Unidas aprobara que
el acceso al agua potable y al saneamiento son derechos fundamentales, con 122
votos a favor, 41 abstenciones y ningún voto en contra de parte de los estados.
Una aprobación que, si bien no tiene un carácter vinculante para los países, di-
ferentes constituciones del mundo, como es la de Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Mé-
xico, Uruguay. Honduras, la República Democrática del Congo, Sudáfrica, Uganda,
han hecho explícito el derecho humano al agua, lo que nos muestra lo relevante de
99
legislar al respecto y lo oportuna que debiera ser esa discusión para Chile a nivel
constitucional.
No obstante, declarar el agua como un derecho humano a nivel constitucional
no es suficiente, en la medida que no se avance en una legislación que vaya más
allá de lógicas antropocéntricas. Es decir, que pongan en el centro a los seres hu-
manos, por sobre otros seres vivos y ecosistemas. De ahí la importancia de deba-
tir sobre nuevos derechos, que vayan más allá de los límites del derecho moderno.
Los casos de Ecuador y Bolivia, en donde se reconoce a nivel constitucional
derechos de la Naturaleza y la Madre Tierra respectivamente, nos muestran un
camino alternativo y más amplio de cómo históricamente se han entendido los
derechos. Lo mismo con respecto a países como Colombia y Nueva Zelanda, los
cuales han otorgado derechos a los ríos (Whanganui y Atrato).
Distintos casos que debieran ser tomados en cuenta por los distintos asam-
bleístas que redacten la nueva Constitución de Chile, que permita desmercantili-
zar el agua y ampliar los derechos a los distintos territorios del país. No obstante,
como muestra la experiencia de aquellos países anteriormente mencionados, no
es suficiente un buen marco jurídico si en la práctica se vulneran desde las empre-
sas y los mismos Estados aquellos derechos, para seguir profundizando modelos
extractivistas.
De ahí la importancia de salir no solo de lógicas privadas del agua sino también
de miradas estadocéntricas, que solo buscan nacionalizar los llamados recursos
naturales para seguir explotándolos ilimitadamente para su venta en los grandes
mercados internacionales. Por eso, la discusión debiera estar centrada también
en cómo generar mecanismos de gestión territorial local, que protejan las cuen-
cas de agua y le den un buen uso desde los ecosistemas.
En definitiva, desprivatizar el agua en Chile va mucho más allá que estatizarla.
Implica hacerse cargo no solo de un momento histórico del país, sino también en
un momento clave del planeta, en medio de una crisis climática profunda, herede-
ra de una civilización industrial, en donde la vida futura de todas y todos está en
juego en estos momentos.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

100
SOBRE ALGUNOS ÓRGANOS
CONSTITUCIONALES Y LA
REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

CAPÍTULO III

101
Pamela Figueroa Rubio

Gobierno y Constitución

Capítulo IV. Del Gobierno

La Constitución Política de la República tiene una característica muy importante,


pues al ser la ley de leyes define los derechos de los ciudadanos que somos parte
de una comunidad política y cómo estos serán garantizados, y además a través de
las instituciones políticas delimita cómo se distribuye el poder en nuestra socie-
dad.
El capítulo IV considera los artículos del 24 al 45, donde define las característi-
cas y funciones del Presidente(a) de la República de Chile.
“Art. 24. El gobierno y la administración del Estado corresponden al Presidente
de la República, quien es el Jefe de Estado.
Su autoridad se extiende a todo cuanto tiene por objeto la conservación del or-
den público en el interior y la seguridad externa de la República, de acuerdo con
la Constitución y las leyes.”
Chile se caracteriza por tener un régimen político presidencialista, es decir, el
Presidente de la República cumple la doble función de Jefe de Estado y Jefe de
Gobierno. El presidencialismo es el régimen predominante en América Latina, y
tiene su origen en una tradición histórica de un poder fuerte y centralizado, don-
de la figura de un líder o lideresa ha dado orden político a los proyectos de socie-
dad. Por otra parte, el poder legislativo en Chile es bicameral, con una Cámara de
Diputados compuesta por 155 representantes, y un Senado que se compone por
50 senadores. Todos los cargos de representación se eligen mediante votación
directa y democrática.
Nuestro país ha tenido una larga tradición democrática, con una trágica inte-
rrupción por el régimen burocrático-autoritario impuesto entre 1973 y 1989. Esa
tradición se ha expresado en un presidencialismo muy marcado que no ha estado
exento de críticas, y que incluso en crisis condujo a un período breve de parla-
mentarismo a principios del siglo XX.
El debate sobre el régimen político ha sido recurrente entre académicos y au-
toridades, existiendo argumentos a favor y en contra del presidencialismo. Un
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

primer argumento tiene que ver con el desempeño de los actores políticos dentro
del sistema, lo que está definido por el diseño institucional. En el caso del presi-
dencialismo muchas veces se da una tensión entre el poder ejecutivo y legislativo,
lo que se sustenta en un segundo argumento que es el de la legitimidad dual. La
legitimidad dual se refiere a que tanto el Presidente como el Congreso han sido
elegidos por el mismo grupo de ciudadanos, por lo que su legitimidad emana de la
misma fuente, lo que explica las tensiones de poder y representación que se dan
dentro entre ambos poderes del Estado.
Esta tradición de liderazgo presidencial ha convivido con un sistema de par-
tidos multipartidista, a veces moderado, a veces dividido. Hoy existen más de
16 fuerzas políticas representadas en el Congreso, lo que genera fragmentación,
haciendo necesario los pactos entre fuerzas políticas para ir construyendo los
acuerdos y las mayorías que la democracia necesita. Además, debido precisamen-
102
te a la fragmentación partidaria, el actual Presidente Sebastián Piñera tiene mino-
ría política en ambas cámaras, lo que genera una situación de un proceso político
bloqueado y trabado que impide avanzar en la agenda legislativa, afectando direc-
tamente la efectividad del gobierno y del cumplimiento de su programa.
El proceso constituyente que hoy vive nuestro país representa un momento
histórico, ya que por primera vez los ciudadanos tenemos la oportunidad de par-
ticipar directamente en la elaboración de una nueva Constitución. Es, por tanto, el
momento de revisar nuestras instituciones, que es donde se da la distribución del
poder político en nuestra sociedad. Tenemos la oportunidad de mejorar el equili-
brio de poderes entre el Ejecutivo y el Legislativo, y además instalar mecanismos
de participación ciudadana vinculante que nos permitan fortalecer nuestra de-
mocracia.
¿Qué tal si pensamos en un presidencialismo parlamentarizado? Podemos bus-
car una nueva forma de relación entre el poder ejecutivo y legislativo que incor-
pore la participación ciudadana en distintos espacios de toma de decisiones. La
democracia futura requiere de fortalecer la representación y dotarla de mecanis-
mos de resolución de controversias basados en la participación y deliberación.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

103
Danielle Zaror

Sobre el congreso y la formación de la Ley

Capítulo V. Del Congreso Nacional. Materias de Ley y Formación de la Ley

Este capítulo abarca desde los arts. 46° a 75° y tiene varios títulos donde se con-
tienen reglas para la generación y composición de la Cámara de Diputados y del
Senado (arts. 47° y siguientes), las atribuciones exclusivas de la Cámara de Di-
putados (art. 52°), del Senado (art. 53°), del Congreso (art. 54°), de su funciona-
miento (art. 55°), normas comunes para los diputados y senadores (arts. 57° y
siguientes), las materias de ley (arts. 63 y siguientes) y finalmente el proceso de
formación de la ley (art. 65° y siguientes).

El proceso de formación de la ley


La constitución establece que el origen de las leyes puede estar en la Cámara de
Diputados o en el Senado (Poder Legislativo) o en el Presidente de la República
(Poder Ejecutivo); cuando su origen es cualquiera de las corporaciones del Con-
greso, se llama Moción y cuando su punto de partida es el Ejecutivo, se llama Men-
saje1.
Cada Corporación y el Presidente tienen el derecho a iniciar de manera exclusi-
va algunas leyes, así, por ejemplo:

Cámara de • Tributos de cualquier naturaleza.


Diputados • Presupuesto de la Administración pública.
• Reclutamiento.
Senado • Leyes sobre amnistías.
• Indultos generales.
Presidente de la • Alteración de la división política administrativa.
República • Administración financiera o presupuestaria del Estado.
• Imponer tributos.
• Crear nuevos servicios públicos y funciones.
• Contratar créditos.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

• Fijar remuneraciones.
• Establecer reglas para la negociación colectiva y cuando ella no
procede.
• Establecer las normas de seguridad social.

El Congreso Nacional “sólo podrá aceptar, disminuir o rechazar los servicios,


empleos, emolumentos, préstamos, beneficios, gastos y demás iniciativas, sobre la
materia que proponga el Presidente de la República”. Esto significa que los parla-
mentarios no tienen facultades para tomar decisiones legislativas que signifiquen
nuevos gastos o que los aumenten.

1 En otros países (no es el caso de Chile) existe la denominada iniciativa popular de ley, que como
su nombre lo indica, nace de la organización y anhelo de un grupo significativo de ciudadanos, sin
necesidad de ser promovida por los parlamentarios o el Presidente de la República.
104
Quórums
Los proyectos de ley deben cumplir ciertas reglas para que sean aprobados y se
transformen en ley, estas reglas son los quórums, es decir, la cantidad de votos
que deben reunir para ser aprobadas y significan que mientras más importante
la materia, mayor debe ser el número de personas de acuerdo con ellas pues esos
consensos deben entregar estabilidad a la ciudadanía. Su alta votación debería
significar que la mayoría está de acuerdo, sin embargo, otros opinan que la alta
votación exigida sólo impide a la ciudadanía su modificación. El número de votos
dependerá del tipo de leyes.

Leyes Interpretativas
3/5 de los diputados y senadores en ejercicio.
de la Constitución
Leyes orgánicas
4/7 de los diputados y senadores en ejercicio.
constitucionales
Leyes de quórum
Mayoría absoluta de los diputados y senadores en ejercicio.
calificado
Otras leyes Mayoría de los presentes en cada Cámara.

La ley de Presupuesto
Tiene reglas especiales para el Ejecutivo quien debe presentar el proyecto al Le-
gislativo al menos 3 meses antes de que empiece a regir (1 de enero). El Legisla-
tivo a su vez sólo tiene 2 meses para discutirlo y si no lo aprueba dentro de ese
periodo, rige el mismo presupuesto del año anterior. Por esta razón es que vemos
durante los últimos días de noviembre cómo el Congreso llega a trabajar jornadas
diurnas y nocturnas para cumplir estos plazos.

Leyes con gasto


Como ya indicamos, el Congreso no puede crear, por iniciativa propia, más gastos
que aquellos que ha propuesto el Presidente en su proyecto de presupuesto fiscal
anual.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Rechazo, Insistencia y Comisión Mixta


Si una Moción se rechaza en la cámara de origen ella sólo puede volver a discutir-
se 1 año después, pero si es un Mensaje del Presidente, este puede solicitar que el
proyecto pase a la otra cámara y si esta lo aprueba por 2/3 puede discutirse en la
de origen si esta no lo rechaza por ese mismo quórum.
Cuando la cámara revisora (la segunda) lo rechaza se crea una comisión deno-
minada Comisión Mixta (porque está formada por diputados y senadores) que es
la encargada de proponer los puntos de acuerdo. Hecho esto, el proyecto vuelve
a la cámara de origen y revisora para ser aprobada solo con la mayoría de los
miembros presentes.
105
Si no hay acuerdo en la Comisión Mixta o si se rechaza el propuesto, el Presi-
dente puede formular una Insistencia, y esta debe ser aprobada por 2/3 de sus
miembros presentes. Si gana la insistencia, ella sólo puede ser derrotada por 2/3
de los miembros presentes de la cámara que la desechó.

Indicaciones
A los mensajes y mociones se les pueden hacer cambios o mejoras que tengan
que ver con las ideas matrices del proyecto de ley, mientras dura la tramitación;
esos cambios se denominan Indicaciones y deben ser votados y aprobados con el
quórum que corresponda según la ley de que se trate.
Una vez que se aprueba en la cámara de origen, pasa a la siguiente (cámara
revisora) para una nueva discusión.

Urgencias
Es el plazo que el Presidente de la República le establece al Congreso Nacional
para el despacho de ciertos proyectos de ley; ellas pueden ser:

Simple Urgencia Discusión y votación en 30 días


Suma Urgencia Discusión y votación en 15 días
Discusión Inmediata Discusión y votación en 6 días

Promulgación
Una vez que hay acuerdo en ambas Cámaras, el proyecto es remitido al Presiden-
te, quien, si también lo aprueba, lo promulga a través de un decreto como ley de
la República.
Puede ocurrir que el presidente no aprueba el proyecto y entonces lo devolverá
con observaciones dentro de los 30 días; si ambas cámaras están de acuerdo se
devuelve al Presidente. Pero puede ocurrir que no están de acuerdo, en ese caso
ellas deben insistir por 2/3 de los presentes y se devuelve al Presidente para su
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

promulgación.
Si el Presidente no devuelve el proyecto de ley dentro de esos 30 días se enten-
derá que lo aprueba y será promulgado como ley.

Referencias bibliográficas
1. Ley Orgánica Constitucional del Congreso Nacional N° 18.918.
2. SOTO B. Francisco. 2019. La Constitución en Debate. LOM Ediciones. Chile. 116. Págs.
3. SOTO V., Sebastián. 2015. Congreso Nacional y Proceso Legislativo. Teoría y Práctica.
Thomson Reuters. Chile. 408 págs.
4. URQUIZAR M., Pablo y Aguilera M., C. 2019. La Formación de la Ley. Editorial Metropo-
litana. Chile. 182 págs.
106
Francisco Zambrano Meza

Formación de la ley

Capítulo V. Del Congreso Nacional. Materias de Ley y Formación de la Ley

El ordenamiento jurídico chileno tiene variadas fuentes formales, esto es, reci-
pientes de las normas que son generados por los órganos estatales con competen-
cia para dictarlas. Así encontramos la Constitución, los tratados internacionales,
las leyes, los reglamentos, los autos acordados, las sentencias, instrucciones, or-
denanzas, entre otros.
Durante la historia de Chile, la ley fue –quizás después de la Constitución– la
principal fuente del Derecho, se estimaba que la ley era la fuente más vinculada a
la decisión democrática, al punto que, tal y como dice el Código Civil desde 1855
la ley es una declaración de la voluntad soberana que, manifestada en la forma
prescrita por la Constitución, manda, prohíbe o permite. Esta definición, que es
la más conocida y extendida, debe ser complementada por una concepción de ley
que encontramos en el numeral vigésimo del artículo 63 de la Constitución, que
la entiende como norma de carácter general y obligatoria que estatuye las bases
esenciales de un ordenamiento jurídico.
Hoy tiene una posición determinante en el ordenamiento jurídico al igual que
otras fuentes con las que se relaciona, como es la Constitución, el tratado interna-
cional y el reglamento.
No cabe duda de que su posición jerárquica es inferior a la Constitución pues
la ley debe dictarse conforme a ella (artículo 6° de la Carta Fundamental) y el
control de constitucionalidad de la ley que desarrolla el Tribunal Constitucional
confirma que la ley es la que debe someterse a la Carta Magna y no al revés.
Respecto del tratado internacional, es normalmente aceptado que la ley tam-
bién es de menor jerarquía (Henríquez 2016, p. 108), dado que conforme el inciso
quinto, numeral primero del artículo 54 de la Constitución y de acuerdo con la
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, la ley no puede contrade-
cir un tratado internacional, en cambio un tratado internacional sí provoca que la
ley deba modificarse en la contradicción con un tratado internacional.
Uno de los temas más debatidos es la relación entre la ley y el reglamento, en
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

tanto la Constitución no ha sido clara al respecto. La gran mayoría de las opi-


niones de los juristas es que la Carta Fundamental ha fijado materias que solo
pueden ser reguladas por ley y, a la vez, que la ley no puede extenderse más allá
de esas materias definidas en el artículo 63 de la Constitución, este conjunto de
materias constituye lo que se conoce como “reserva legal”, es decir, determinado
ámbito reservado o confiado a la ley. Los demás asuntos pueden ser normados a
través de un reglamento del Presidente de la República a través de su potestad
reglamentaria autónoma.
Las materias de ley han sido reservadas para que el Presidente de la República
y el Congreso Nacional (llamados órganos legisladores o co-legisladores) delibe-
ren y decidan democráticamente para regular dichas materias y son, ciertamente,
las esferas más relevantes de la vida nacional. La ley, entonces, si bien tiene már-
genes que no puede exceder (la Constitución, los tratados y las materias que no
107
alcanza a regular), tiene una gran importancia dentro de nuestro ordenamiento
nacional.
La Constitución comúnmente delega en los legisladores la regulación del orde-
namiento después de que ella ha establecido sus bases, como ocurre en la segu-
ridad social (pensiones), el establecimiento del sistema económico (regulación
económica e intervención del Estado en la economía), el modelo educacional en
sus diferentes niveles o las prestaciones y órganos que intervienen en la salud de
las personas.
La ley es el producto de un procedimiento en que intervienen los órganos le-
gisladores que son todos elegidos a través de las urnas. Tanto el Presidente como
cada uno de los diputados y senadores detentan sus cargos porque nuestro mode-
lo de democracia los ha entendido como representantes de la soberanía nacional
para que ejerzan la potestad de dictar leyes que rigen en todo el territorio nacio-
nal y para todos los habitantes de nuestro país.
Este procedimiento comienza con una iniciativa o proyecto de ley que, cuando
emana del Presidente de la República se llama “mensaje” y cuando proviene de
los congresales se llama “moción”. En el transcurso de su trámite intervienen las
dos cámaras del Congreso Nacional: la Cámara de Diputados y el Senado, y den-
tro e cada una, diversas comisiones compuestas por los respectivos diputados y
senadores. Una vez que ambas cámaras han aprobado el texto del proyecto de ley,
el Presidente debe promulgarlo, esto es, aceptarlo y fijar su texto definitivo para
luego ser publicada la nueva ley en el Diario Oficial, momento en el cual se presu-
me conocida por todos.
Cuando el Presidente, alguna de las cámaras o un grupo de diputados o sena-
dores estimen que el proyecto de ley es contrario a alguna norma de la Consti-
tución, debe pronunciarse el Tribunal Constitucional para determinar si es que
el proyecto es o no compatible con la Carta Fundamental, de no serlo, se estima
inconstitucional y el proyecto no será aprobado.
En el proceso legislativo, el Presidente de la República tiene amplia prepon-
derancia por su importante participación en la actividad de creación de la ley a
través de las materias en las que tiene iniciativa exclusiva, las urgencias que pue-
de disponer para la tramitación de los proyectos de ley y su facultad de observar
la aprobación de un proyecto (también conocido como veto presidencial). Esto
significa que al Presidente no solo le cabe la iniciativa exclusiva en determinadas
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

materias (como las normas de seguridad social, la organización de los servicios


públicos o cuanto involucre recursos públicos), sino que además puede priorizar
la tabla legislativa y vetar el resultado de este proceso, sin perjuicio que igual-
mente puede superarse dicho veto con la insistencia de las cámaras.
En conclusión, la ley es una de las más importantes fuentes del Derecho chile-
no que es determinante para la vida nacional en tanto recibe la delegación de la
Constitución para regular un gran número de materias a través de la deliberación
y decisión democrática de los órganos legisladores (el Presidente de la República
y el Congreso Nacional).

108
Referencias bibliográficas
1. HENRÍQUEZ, M. (2016), Las fuentes del orden constitucional chileno. Santiago: Ed.
Thomson Reuters.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

109
Tania Alejandra Gajardo Orellana

Del Ministerio Público

Capítulo VII. Ministerio Público

La Constitución Política de la República establece en el Capítulo VII, artículos 83


al 91, la creación de una institución nueva hasta el año 1997 en el país, llamada
Ministerio Público. Esta modificación a la Constitución se introdujo preparando
al país para el nuevo sistema procesal penal. Antes de la existencia del Ministerio
Público, que muchos también conocen como Fiscalía, los jueces del crimen inves-
tigaban y fallaban los hechos constitutivos de delito. En otras palabras, el mismo
juez que investigaba los hechos, acusaba y absolvía o condenaba. Con la creación
del Ministerio Público se separa el rol de investigar y el de fallar (absolver o con-
denar).
La Constitución define al Ministerio Público como un organismo autónomo, es
decir que se le otorgó la posibilidad de dirigirse a sí mismo, sin necesidad de
autorizaciones de otros poderes del Estado. La autonomía resulta ser una carac-
terística relevante cuando se trata de investigar delitos, con ella se intenta que la
investigación penal y ejercicio de la acción penal estén libres de presiones exter-
nas.
Igualmente, en la elección del Fiscal Nacional y de los Fiscales regionales parti-
cipan otros poderes del Estado, así para la elección del Fiscal Nacional la Corte Su-
prema confecciona una quina y de ella el Presidente de la República con acuerdo
del Senado nombran a la máxima autoridad del Ministerio Público. Los Fiscales
regionales son elegidos por el Fiscal Nacional, desde una terna confeccionada por
las Cortes de Apelaciones.
La Constitución indica que el Ministerio Público es un órgano jerarquizado,
esto es que se estructura y ordena en distintos niveles cuya autoridad máxima
es el Fiscal Nacional. La estructura encabezada por el Fiscal Nacional desciende
a las regiones en donde la autoridad es el Fiscal regional, luego en cada comuna
o grupo de ellas, se establecen fiscalías locales encabezadas por un fiscal adjunto
jefe. Entre los niveles jerárquicos se contemplan mecanismos de control, como las
evaluaciones, a través de lo que se busca que fiscales y funcionarios se desempe-
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

ñen en forma disciplinada, característica propia de una estructura jerárquica. La


misma estructura y disciplina opera para los funcionarios no fiscales.
La principal misión del Ministerio Público es la dirección exclusiva de la inves-
tigación de los hechos constitutivos de delito, para ello debe establecer si hubo o
no delito, y de existir un sospechoso (imputado) investigar si este lo cometió o no.
Para esta función constitucionalmente se estableció el principio de objetividad,
esto es que el Ministerio Público debe investigar tanto los hechos que acreditan la
participación del imputado, como los que establecen su inocencia.
Para la investigación de los hechos constitutivos de delito, el Ministerio Público
cuenta con Carabineros y la Policía de Investigaciones, quienes son los que en
concreto realizan las diligencias ordenadas por los fiscales.

110
Luego de investigar, el Ministerio Público está llamado a ejercer la acción penal,
esto significa que, si de la investigación se establece que hubo delito y la partici-
pación de él o los responsables, debe presentar los antecedentes ante un Juzgado
o Tribunal de la República, a efectos de que este decida acerca de la culpabilidad
o inocencia del imputado. Al ejercer la acción penal está representando el interés
público de que se esclarezcan los hechos y se sancione a los responsables, por lo
que no es el abogado de las víctimas, sino que representa el interés de la sociedad
frente a los hechos más graves que son los crímenes y delitos.
La última de las funciones que la Constitución otorga al Ministerio Público es
la protección de víctimas y testigos. Para ello cada Fiscalía Regional cuenta con
las llamadas URAVIT (unidades de atención a víctimas y testigos) integradas por
psicólogos y asistentes sociales que atienden estas necesidades. Si es necesario se
otorgan medidas de protección a las víctimas y testigos.
Cualquier ciudadano puede ser víctima o imputado por algún delito, y cuando
esto sucede se activa el proceso penal, ya sea mediante denuncia o de oficio por
parte del Ministerio Público. En este proceso el Ministerio Público está llamado
a investigar con objetividad, a ejercer la acción penal representando el interés
público, y a proteger a las víctimas y testigos, como asimismo a respetar los dere-
chos de los imputados.
De redactarse una nueva Constitución es relevante que se dote al Ministerio
Público de las herramientas legales acordes a las demandas sociales. Esto signi-
fica, por ejemplo, aumentar las penas de los delitos económicos o de corrupción
pública, a efectos de que no se puedan aplicar salidas alternativas en hechos de
gran relevancia social y que afectan a toda la sociedad, como las grandes evasio-
nes de impuestos y la colusión. Las penas de los delitos de robo en Chile son mu-
cho mayores a las de algunos delitos económicos, que terminan afectando a una
cantidad mayor de población y con montos superiores.
El trabajo de instalación del Ministerio Público en el país es un tema concluido,
pero se avizora una nueva etapa de consolidación que debiera incluir mejoras
como la indicada y volver a poner en el centro de la función el ser un servicio de
personas al servicio de personas. Todos los actores del sistema procesal penal
tienen metas de gestión por cumplir, pero estas no pueden estar por sobre los
intereses de la comunidad a la que se sirve, ya que el sistema penal opera en una
de las órbitas más sensibles del derecho; el proceso penal.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

111
Paula Ahumada

Sobre el Tribunal Constitucional

Capítulo VIII. Tribunal Constitucional

El Tribunal o Corte Constitucional se ha incorporado en la mayor parte de los


sistemas constitucionales de posguerra. Más del 80% de las constituciones in-
corporan este órgano en su sistema institucional (Ginsburg y Versteeg, 2014, p.
587). Su principal función es asegurar el principio de supremacía constitucional,
que implica el sometimiento de los órganos del Estado y de toda persona, insti-
tución o grupo a la Constitución. Por ello, se le reconoce como el “guardián de la
Constitución” y quien tendría la última palabra para interpretar el alcance de las
normas y principios de la ley fundamental de un país. La idea de un órgano con
competencias para encauzar la política democrática se refuerza con la “edad de
los derechos”, esto es, la expansión de los derechos fundamentales que tuvo lugar
durante el siglo XX.
A pesar de su incorporación en diversas constituciones, el rol que tienen los tri-
bunales o cortes constitucionales en un sistema democrático no es una cuestión
pacífica. Tampoco existe un diseño específico que pueda ser incorporado a diver-
sas jurisdicciones. Sus características dependerán de los problemas específicos
que un sistema político enfrente y que deban ser mediados por el TC.
En el caso de Chile, el Tribunal Constitucional (en adelante “TC”) tiene su ori-
gen en la Reforma Constitucional de 1970 y a lo largo de su historia ha decidido
importantes temas. Por ejemplo, para asegurar la transición a la democracia, dic-
taminó la necesidad de constituir el Tribunal Calificador de Elecciones de forma
previa al plebiscito de 1988 (STC 33-1985), y falló sobre la obligatoriedad de di-
fundir de forma gratuita de la franja electoral de televisión (STC 56-1988).
El TC es un poder autónomo que ha ido adquiriendo progresivamente mayor
protagonismo. En democracia ha decidido importantes cuestiones de política pú-
blica como la Ley de Prensa (STC 226-1995), la inconstitucionalidad de la ratifica-
ción del Estatuto de Roma que crea la Corte Penal Internacional (STC 346-2002),
o la Ley de Subcontratación y el concepto de empresa (STC 534-2006); también
se ha referido a la constitucionalidad del financiamiento del Transantiago (2008),
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

el alcance de la reforma laboral (2016), ha revisado la constitucionalidad de la


Ley de Inclusión (2015), la gratuidad en materia de educación superior (2016) y
el proyecto de ley que modificaba las atribuciones del SERNAC (2018). Asimismo,
se ha pronunciado sobre diversas cuestiones que por su carácter controvertido
han dividido a la opinión pública, como en los casos relacionados con la política
de anticoncepción de emergencia y la Ley que despenaliza la interrupción volun-
taria del embarazo en tres causales.
La Constitución actual enumera y regula las atribuciones del TC en el artículo
93. Dentro de sus principales funciones se encuentra el control preventivo obli-
gatorio de los proyectos de las leyes que interpreten algún precepto de la Consti-
tución, de las leyes orgánicas constitucionales y de las normas de un tratado que
versen sobre materias propias de estas últimas (artículo 93 N° 1). Por ejemplo, en
2008 el TC resolvió la constitucionalidad del Convenio 169 de la OIT sobre pue-
112
blos indígenas (STC 1050). Además, realiza un control preventivo facultativo de
supremacía (artículo 93 N° 3) y resuelve las cuestiones sobre constitucionalidad
que se susciten durante la tramitación de los proyectos de ley o de reforma cons-
titucional y de los tratados sometidos a la aprobación del Congreso.
Asimismo, el TC controla la actuación del poder ejecutivo, tanto de los decretos
con fuerza de ley (artículo 93 N° 4), como en relación con la constitucionalidad
de los decretos supremos (artículo 93 N° 16). Un ejemplo de ello fue la decisión
a partir de la cual se declaró la inconstitucionalidad de los decretos que aproba-
ban el préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo y del Banco Estado a
la “cuenta de reembolso” para el funcionamiento del Transantiago, y que dejó al
sistema de transporte público en una problemática situación presupuestaria (STC
1153-2008).
A partir de la reforma constitucional de 2005 le corresponde además “resolver la
inaplicabilidad de un precepto legal cuya aplicación en cualquier gestión que se siga
ante un tribunal ordinario o especial, que resulte contraria a la Constitución” (artí-
culo 93 N° 6). A diferencia del tímido alcance que la Corte Suprema le dio a esta fa-
cultad, este recurso representa aproximadamente un 80% de sus ingresos anuales1.
Adicionalmente, se le reconoce la facultad de declarar la inconstitucionali-
dad de las normas que hayan sido declarados inaplicables (artículo 93 N° 7),
algo inédito en la historia constitucional chilena. Un ejemplo paradigmático es
el caso de la norma de la Ley de Isapres, que permitía reajustar unilateralmente
el precio de los contratos de salud por el aumento de la edad o por el sexo de
los cotizantes y sus cargas a través de la tabla de factores de riesgo. En 2010, se
presentaron 158 requerimientos contra la aplicación de la de la norma, siendo
el 51% del total de ingresos del TC ese año2. A partir de esas decisiones, el TC
de oficio declaró inconstitucional parte del artículo 38 ter de la Ley de Isapres
(STC 1710-2010)3.
Frente a la extensión de sus atribuciones, se modificó el método de designa-
ción de los jueces constitucionales y se aumentó de siete a diez ministros: tres de
ellos son nombrados por el Presidente de la República, y cuatro por el Congreso
Nacional (dos miembros por el Senado de forma directa y los dos restantes a pro-
posición de la Cámara de Diputados); y, finalmente, tres de ellos son nombrados
por la Corte Suprema4.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

1 Cuenta Pública del Presidente del Tribunal Constitucional (2016: 185).


2 Cuenta Pública del Presidente del Tribunal Constitucional (2010: 5).
3 La declaración de inconstitucionalidad del TC ha implicado, en la práctica, que las Isapres están
imposibilitadas de subir los planes por aplicación de la tabla de factores, cuestión que ha dado lugar
a la presentación masiva y constante de recursos de protección frente a los Tribunales.
4 Adicionalmente, y de acuerdo a la nueva LOC del TC, cada tres años se eligen dos suplentes de mi-
nistro “quienes podrán reemplazar a los ministros e integrar el pleno o cualquiera de las salas sólo
en caso que no se alcance el respectivo quórum para sesionar”; el nombramiento lo hace el Presi-
dente de la República, con acuerdo del Senado, a partir de una nómina de siete personas que compo-
ne el Tribunal Constitucional previo concurso público de antecedentes (artículo 15 Ley N° 17.997).
113
Jaime Bustos Maldonado

Reformas que ha sufrido el Consejo de Seguridad Nacional

Capítulo XII. CONSEJO DE SEGURIDAD NACIONAL


Artículos 106 y 107

Este Consejo fue creado por la Constitución Política de la República originalmente


con un propósito de disponer por parte de las Fuerzas Armadas de un instrumen-
to que les permitiera representar, ante cualquier autoridad, su opinión frente a
algún hecho, acto o materia que, a su juicio, atentare gravemente en contra de la
bases de la institucionalidad o pudiere comprometer la seguridad nacional.
Estaba integrado por el Presidente de la República, quien lo presidía, y por los
Presidente del Senado y Corte Suprema, más los Comandantes en Jefe de Fuerzas
Armadas y el Director General de Carabineros.
Con la reforma constitucional aprobada en el año 1989, se integró al Contralor
General de la República y se le encomendó, ya no representar, sino hacer presente
su opinión respecto a situaciones relacionadas con las bases de la institucionali-
dad o la seguridad nacional al Presidente de la República, al Congreso Nacional y
al Tribunal Constitucional, limitándose así las autoridades que podían ser objeto
de su opinión.
De esta forma en 1989 se integra al Contralor General de la República, se cir-
cunscriben las autoridades receptoras de la opinión y se atenúa la facultad de
este Consejo de “representar”” a “hacer presente” su preocupación por asuntos
relacionados con la seguridad nacional. La importancia del distingo es que la ex-
presión representar significa rechazar y se eliminó del texto.
Con la integración se advierte, además, la paridad de civiles y militares: cuatro
y cuatro.
Con la reforma constitucional del año 2005, se incorpora al Consejo al Presi-
dente de la Cámara de Diputados quedando una primacía de miembros civiles (5)
y 4 uniformados, y sus facultades quedan reducidas a asesorar al Presidente de la
República en materias vinculadas a la seguridad nacional.
Este Consejo –que fue calificado como una expresión de la tutela militar a par-
tir del texto original de 1980– luego de la reforma del año 2005, que le da pre-
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

minencia a su integración civil, es decir, de miembros no uniformados, y que le


otorga una labor de mera asesoría al poder ejecutivo, es posible señalar que, si
bien no queda eliminada su tutela, ha reducido el eventual poder que puede ejer-
cer, habida cuenta que aún se mantiene como un órgano reconocido en la propia
Constitución Política.

114
Francisco Zambrano Meza

Reforma a la Constitución

Capítulo XV. Reforma a la Constitución


Artículos 127, 128 y 129

Cuando nos referimos a los cambios de la Constitución, debemos reconocer que


“aquí se esconde un conjunto de cuestiones extremadamente amplio, y que afec-
ta además a los valores fundamentales de la democracia” (Lowenstein, 1976, p.
188). En términos formales, la reforma constitucional es “la técnica por medio de
la cual se modifica oficialmente el propio texto constitucional” (Pereira, 2006, p.
67). En términos de la sociología jurídica, podemos afirmar que la reforma cons-
titucional es el vínculo que permite que la constitución de un país se actualice en
función de las sociedades de cada época.
Los procesos de reforma constitucional han sido más de tres decenas en menos
de tres decenios de vigencia efectiva. La Constitución vigente es la carta funda-
mental más reformada de nuestra historia (Cristi y Ruiz-Tagle, 2010, p. 198).
En el texto original de la Carta de 1980, la reforma constitucional se generaba
mediante las vías formales del mensaje presidencial o de la moción parlamentaria,
aprobadas con cierto quórum y la concurrencia del Congreso Pleno que compren-
día a los parlamentarios de ambas cámaras y constituía un trámite que alargaba
en el tiempo el procedimiento de reforma. Si había diferencias entre los poderes
constituidos (los que participan del proceso de cambio constitucional), existían
mayores límites para la intervención de la ciudadanía a través del plebiscito.
La actual Carta Fundamental dispone que el proyecto de reforma constitucio-
nal puede ser iniciado por mensaje o por moción (con las limitaciones dispuestas
para los proyectos de ley), los que deberán ser aprobados por los tres quintos o
los dos tercios de los congresales en ejercicio en cada cámara. En caso de que el
Presidente no apruebe un proyecto de las cámaras y ellas insistieran por las dos
terceras partes de sus miembros, el Presidente deberá promulgarlo o convocar a
la soberanía popular, mediante un plebiscito, para que zanje la controversia. Por
el contrario, si son las Cámaras las que no aprobaren el proyecto del Presidente,
no habrá plebiscito ni reforma.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Dice el artículo 129 inciso final de la Constitución que las disposiciones conte-
nidas en un proyecto de reforma constitucional, una vez que esté en vigencia, se
entienden incorporadas al texto fundamental, de tal forma, el proyecto de refor-
ma pasa a ser parte integrante de la Constitución.
Si bien el capítulo XV constitucional, titulado “Reforma de la Constitución” no
hace partícipe a otros órganos que los ya indicados (y el Tribunal Calificador de
Elecciones que comunica el resultado del plebiscito y fija el texto que debe ser
promulgado), el artículo 93 numeral tercero de la Carta Fundamental indica que
es atribución del Tribunal Constitucional resolver sobre las cuestiones de consti-
tucionalidad que se susciten durante la tramitación de los proyectos de reforma
constitucional.
Uno de los temas más discutidos en esta materia es el relativo a los límites de
la reforma constitucional. La Constitución no explicita ninguno más allá de los
115
formales del procedimiento, por lo que estos límites al cambio constitucional son
difíciles de definir.
Hay quienes sostienen que la reforma constitucional tiene como límites los de-
rechos esenciales que emanan de la naturaleza humana reconocidos por la Cons-
titución y los tratados internacionales (Nogueira, 2006 y Nogueira, 2009), dado
que el derecho internacional puede imponer límites al poder constituyente de un
Estado pues este, ni aún a través de una nueva Constitución, puede vulnerar nor-
mas internacionales aprobadas previamente, que condicionan la validez de estas
normas (Nogueira, 2009, p. 251), lo cual se evidenció, por ejemplo, con la asam-
blea constituyente peruana de 1993 donde no pudieron restablecer la pena de
muerte por el impedimento de la Convención Americana de Derechos Humanos.
Esta posición recibe, además, respaldo normativo en el artículo 27 de la Conven-
ción de Viena sobre el Derecho de los Tratados.
También se ha sostenido que existen límites implícitos (Nogueira, 2006, p. 445
y Silva, 2004, p. 264), estos límites serían el “carácter republicano y democrático
de gobierno, el Estado Constitucional de Derecho e incluso el Derecho Internacio-
nal” (Henríquez, 2011, p. 465), los cuales sí se encuentran claramente estableci-
dos en constituciones de otros países como la italiana y la francesa, hoy vigentes.
Finalmente, se han argumentado límites valóricos o inmanentes a la reforma
constitucional (Pereira, 2006, p. 73), entre ellos, la igualdad o dignidad humana,
la primacía del Derecho sobre el ejercicio de las potestades públicas, el repudio
a la acumulación excesiva de poder, todos los cuales constituirían los principios
originarios que inspiraron a los “padres fundadores” de la democracia constitu-
cional.
Cuando hablamos del cambio o la generación de nuevas normas constitucio-
nales, buena parte de su validez y legitimidad provienen de las reglas para hacer
esos cambios o nuevas normas, por lo que no solo debemos examinar qué cam-
biar sino cómo cambiarlo y con qué límites.
Desde luego, una nueva Constitución generada por vías no previstas en las
reglas de cambio constitucional del ordenamiento jurídico no tendría el funda-
mento de su validez en dichas normas, “sino en la eficacia, exactamente igual que
ocurre cuando se crea una Constitución nueva tras un proceso constituyente con
explícita ruptura con el orden anterior” (de Otto, 1987, p. 65). Esto es, que no
sería posible reconocerle legitimidad o validez de origen, pero sí de ejercicio, de
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

facto o por mero reconocimiento de que es la Constitución que rige nuestro país.

116
Referencias Bibliográficas
1. CRISTI, Renato y RUIZ-TAGLE, Pablo (2010), La República en Chile. Teoría y práctica del
Constitucionalismo Republicano. Santiago: Ed. LOM.
2. DE OTTO, Ignacio (1987), Derecho Constitucional: sistema de fuentes. Barcelona: Ed.
Ariel.
3. HENRÍQUEZ, Miriam (2011), “El Control de Constitucionalidad de la Reforma Cons-
titucional en el Ordenamiento Constitucional Chileno”, en: Anuario de Derecho Público.
Santiago: Ed. Universidad Diego Portales.
4. LOWENSTEIN, Karl (1976), Teoría de la Constitución [Verfassungsänderung].
5. NOGUEIRA, Humberto (2006), “Los límites al Poder Constituyente y el control de cons-
titucionalidad de las reformas constitucionales en Chile”, en: Revista Estudios Constitu-
cionales, año 4, n° 2, pp. 435-455.
6. NOGUEIRA, Humberto (2009), “Consideraciones sobre poder constituyente y reforma
de la Constitución en la teoría y la práctica constitucional”, en: Revista Ius et Praxis, año
15, n° 1.
7. PEREIRA, Antonio-Carlos (2006), Teoría Constitucional. 2° edición chilena. Santiago:
Ed. LexisNexis.
8. SILVA, Alejandro (2004), Tratado de Derecho Constitucional, tomo X. Santiago: Ed. Edi-
torial Jurídica de Chile.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

117
Juan Pablo Ciudad Pérez

Otras observaciones al Proceso Constituyente Chileno

Capítulo XV. REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN Y DEL PROCEDIMIENTO PARA


ELABORAR UNA NUEVA CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA
Artículos 130, 132, 133 y 134

La madrugada del 15 de noviembre de 2019, un grupo de parlamentarias y par-


lamentarios, junto a las y los presidentes de los partidos políticos de gobierno y
varios partidos de oposición, presentaron a Chile un “Acuerdo por la Paz Social y
la Nueva Constitución”. Este “Acuerdo” se cristalizó en la Ley 21.200, cuya vigen-
cia comenzó el 24 de diciembre del mismo año, que reforma el Capítulo XV de
la Constitución sobre “Reforma de la Constitución”, agregando un procedimiento
para elaborar una Nueva Constitución de la República. Esta Reforma Constitucio-
nal es sin duda la más importante que ha experimentado la Constitución de 1980
en materia de modificación y reforma del mismo texto constitucional. Pero ade-
más, es una de las reformas más significativas en todo orden de materias políticas
y constitucionales, pues contiene la posibilidad de transitar hacia un nuevo orden
institucional y democrático.
Esta reforma refleja, en primer lugar, una conquista del movimiento social, que
en el plazo de dos meses puso en jaque a toda la institucionalidad política del país,
logrando en tiempo récord poner en la Carta Fundamental un procedimiento para
elaborar una Nueva Constitución.
La segunda característica de esta salida política es que, a pesar de la victoria
que implica, reproduce, sin embargo, algunas de las limitaciones a la democra-
cia que caracterizaron el período de transición política de los últimos 30 años,
volviendo extremadamente difícil la posibilidad de incoporar significativamente
en el proceso constituyente a todos los grupos y sectores que no han sido incor-
porados tradicionalmente. Esto porque el Acuerdo entre el oficialismo y varios
partidos de la oposición, no obstante su breve extensión, se ocupó de amarrar
eficazmente el proceso constituyente venidero y asegurarle a los miembros del
Congreso una privilegiada participación en él.
Así las cosas, el Capítulo XV de la Constitución quedó dividido en dos títulos:
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

1) Reforma de la Constitución, y 2) Del procedimiento para elaborar una Nueva


Constitución Política de la República.
Respecto de la primera parte, el artículo 127 de la Constitución dispone como
quórum general para la aprobación de reformas al mismo texto el voto conforme
de las 3/5 partes de los diputados y senadores en ejercicio, y dispone como nor-
ma excepcional aplicable a las reformas que intenten modificar algunos capítulos
específicos, a saber, el de Bases Institucionales del Estado, Derechos y deberes
constitucionales, Tribunal Constitucional, Fuerzas Armadas, de Orden y Seguri-
dad Pública, COSENA, y el Capítulo sobre la Reforma a la Constitución, el quórum
de 2/3 de los diputados y senadores en ejercicio.
Por su parte, los artículos 128 y 129 se ocupan de regular la única convocatoria
a Plebiscito presente en nuestra Constitución antes de la Ley 21.200, que es una
convocatoria hecha por el Presidente de la República para consultarle a la ciuda-
118
danía respecto de un proyecto de reforma constitucional que haya sido aprobado
en dos votaciones por ambas cámaras del Congreso, teniendo como requisito el
haber sido aprobado en la segunda con el voto conforme de los 2/3 de los dipu-
tados y senadores en ejercicio, pero que aun así el Presidente no esté dispuesto a
promulgar.
Es decir, la Constitución, hasta antes de esta última reforma, consagraba –y si-
gue siendo así pues esta norma aún se encuentra vigente– la figura del Plebiscito
como una última posibilidad del Presidente de la República para negarse a pro-
mulgar una reforma a la Constitución, trasladándole la decisión a la ciudadanía.
Estas normas demuestran paradigmáticamente el hiperpresidencialismo que ca-
racteriza a nuestra Constitución y la desconfianza que el constituyente tenía res-
pecto del poder legislativo y la democracia, incluso la representativa.
El segundo título, que como decíamos entró en vigencia a fines de diciembre
del 2019, establece un procedimiento para elaborar una Nueva Constitución.
A juicio de este autor y de otras y otros autores1, esta reforma constitucional
más que habilitar en abstracto un procedimiento para confeccionar una Nueva
Carta Fundamental, lo que hace es reglamentar (es decir, regular detallada y con-
cretamente) un proceso constituyente para elaborar una Nueva Constitución.
Esto porque la técnica legislativa que se ocupó fue la de pormenorizar respecto de
las fechas para convocar a Plebiscitos, para realizar los mismos y las fechas de vi-
gencia, respecto de las cuales se aplicarán las leyes sobre procesos eleccionarios.
Respecto de los contenidos de esta reforma, quiero señalar que presto total
acuerdo con las observaciones que se le han hecho en lo relativo a la intransa-
ble demanda de paridad de género –que afortunadamente ya fue incorporada,
abriendo paso a un hito significativo en la historia de los procesos constituyen-
tes–, la inclusión significativa de representantes de nuestros pueblos originarios
y la integración reservada para personas con habilidades diferentes. Pero quiero
dedicar estas páginas a consignar otras observaciones a esta Reforma Constitu-
cional, algunas de las cuales no han sido dichas, o no con la fuerza de las más
bulladas, pero que me parece importante hacerlas presentes:

1. La Reforma Constitucional, fruto del acuerdo mencionado, opta por no


establecer inhabilidades para ser candidato a Convencional. En otros pro-
cesos constituyentes comparados, que han optado por el mecanismo de
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Asamblea Constituyente, se han establecido inhabilidades para ciertos car-


gos públicos, con el objeto de significar el proceso como un punto de fuga
rediseñador de la institucionalidad vigente.
Resulta paradigmático en este asunto el caso de la Asamblea Constituyente
Boliviana, que estableció inhabilidades para parlamentarios, miembros del
Poder Ejecutivo y otros funcionarios públicos. Así mismo, Colombia e Is-
landia, en su momento, dispusieron de inhabilidades para parlamentarios.
También es destacable que ciertos procesos constituyentes han establecido
inhabilidades para miembros de las Fuerzas Armadas, de Orden y Seguri-

1 Ver Cornejo, O. y Brito, S. (2019).Trampas y letra chica: Comentarios críticos al Proyecto de Refor-
ma Constitucional, publicado en Reddigital.cl el 22 de diciembre de 2019. Link: https://reddigital.
cl/2019/12/22/trampas-letra-chica-comentarios-criticos-al-proyecto-reforma-constitucional/
119
dad Pública, como ocurrió con la Asamblea Constituyente de Ecuador, Por-
tugal y otras2.

La Constitución, después de la entrada en vigencia de la reforma, permite a los


y las diputadas y senadoras, y a todas las personas que ocupan algún cargo de re-
presentación popular, ser candidatos y candidatas a Convencionales en el proceso
constituyente.
A mi juicio, en el actual orden de cosas, esto podría constituir un incentivo
perverso para los partidos políticos. ¿Por qué? El artículo 51 de la Constitución
vigente regula los casos de vacancia de los y las parlamentarias de ambas Cá-
maras. Señalando que los cargos parlamentarios vacantes serán ocupados por el
ciudadano o ciudadana que designe el partido político al que pertenecía el o la
parlamentaria saliente; prohibiéndose explícitamente la posibilidad de una elec-
ción complementaria. Por tanto, es muy probable que en la elección de Conven-
cionales de octubre 2020 tengamos a muchos y muchas parlamentarias actuales
en la papeleta, que junto a sus partidos políticos harán uso y abuso de estas nor-
mas constitucionales; a menos que, por pudor y/o como estrategia respecto del
bajísimo nivel de aprobación que la ciudadanía les tiene, los partidos opten por
presentar rostros nuevos. Más aún porque la Constitución señala que se utilizará
el mismo sistema electoral implementado en la última elección de diputados y la
misma subdivisión distrital, que por cierto favorece el despliegue político de los y
las parlamentarias que ya han trabajado en esos territorios.
Si se prefirió no optar por las inhabilidades, pudo haberse incorporado algún
mecanismo que permitiese superar esta objetiva desventaja para los y las inde-
pendientes. Tales mecanismos pudieron haber sido: a) presentar una Ley de Re-
forma Constitucional que modifique el artículo 51 de la Constitución y disponga
que los cargos parlamentarios vacantes se complementen con las primeras ma-
yorías de los y las candidatas que no lograron ser electas en la última elección; o
b) que los y las Convencionales electas no podrán ser candidatas a algún cargo de
representación popular por el plazo de 5 años y no por el plazo de uno, que en la
práctica no constituye ninguna limitación pues, si se respetan los plazos previs-
tos, en aquel período no existirán elecciones periódicas en Chile.
Además, en cualquier caso, deberían incorporarse las normas que se están tra-
mitando que emparejan la cancha para que los y las independientes puedan par-
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

ticipar más competitivamente en este proceso.

2. La Reforma establece que tanto la aprobación del reglamento de delibera-


ción y votación que regirá al órgano constituyente como las normas que se
pretendan incorporar en el futuro texto constitucional deberán contar con
la aprobación de los 2/3 de sus miembros.
Algo que no está cerrado aún es qué pasará con aquellas materias fundamenta-
les desde el punto de vista de la naturaleza de una Constitución y desde el punto
de vista de las demandas ciudadanas, que no logren los 2/3. Todavía circula la
tesis que dice que dichas materias no serían reguladas por la Nueva Constitución
2 PNUD (2015). Mecanismos de cambio constitucional en el mundo. Análisis desde la experiencia com-
parada. Recuperado de: file:///C:/Users/Juan%20Pablo/Downloads/undp_cl_gobernabilidad_IN-
FORME_Mecanismos_cambio_constitucional.pdf
120
y podrían ser simplemente materias de ley más adelante. Esto, sin duda, afectaría
a la consagración y garantía de los derechos sociales o la propuesta que muchos
tenemos de nacionalizar los recursos naturales como el cobre, el litio y el agua,
entre otras demandas ciudadanas.
Por tanto, solo se abren dos caminos: El primero es que la próxima Constitu-
ción se configure como una Constitución mínima que deje afuera asuntos sociales
e institucionalmente importantes, y un texto escuálido o carente de definiciones
importantes respecto a los problemas sociales y los abusos que han colmado a la
población y provocado este estallido social. Y la segunda posibilidad es que, con
el propósito de darle consistencia constitucional al próximo orden institucional
que regirá en Chile, se opte por la estrategia jurídico-constitucional de establecer
normas generales y/o ambiguas que puedan ser aprobadas ampliamente y que se
hagan cargo difusamente de los problemas instalados en las calles.
Una posibilidad para evitar estos rumbos es mantener el quórum de 2/3 para
la aprobación de las normas de la Nueva Constitución, incorporando una nue-
va norma constitucional (porque en el Reglamento de funcionamiento no podría
incluirse en virtud del inciso 3° del art. 133 que señala que “la Convención no
podrá alterar los quórum ni procedimientos para su funcionamiento y para la
adopción de acuerdos”) que disponga que, no obstante la obligación de reunir el
voto favorable de los 2/3 para aprobar alguna norma, aquellas propuestas que
no logren este quórum pero que hayan obtenido más de 60% (3/5) de adhesión
pasen a plebiscitarse para que la ciudadanía sea directamente quien decida sobre
su eventual incorporación en el texto constitucional.

3. No incluye participación de los y las chilenas residentes en el extranjero.

Finalmente, la Reforma nada dice respecto a la posibilidad de que estos com-


patriotas puedan ejercer su derecho político votar por Convencionales ni mucho
menos a ser candidatos y candidatas.
A este respecto, considero que debió haberse seguido la experiencia compa-
rada de algunas Asambleas Constituyentes y procesos de cambio constitucional
de la región, como la A.C. ecuatoriana, que permitió la elección de ecuatorianos
constituyentes residentes en América del Norte, América Latina y Europa. Meca-
nismos como estos permiten que el nuevo texto constitucional recoja ideas, de-
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

rechos e instituciones presentes en otras partes del mundo, que contribuyen al


desarrollo, la innovación, la justicia y la cohesión social.

121
CAPÍTULO IV EL SILENCIO DE LA
LOS SILENCIOS
CONSTITUCIÓN VIGENTE DE LA
CONSTITUCIÓN VIGENTE
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

CAPÍTULO IV

122
Jaime Ramírez Fuentes

Las personas en situación de discapacidad: los ciudadanos de


tercera categoría

Al iniciar la lectura de la Constitución, nos encontramos con que su artículo pri-


mero establece que “Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.
Lamentablemente para el colectivo de personas en situación de discapacidad (en
adelante PESD) el artículo antes señalado jamás los ha protegido. Las PESD han
estado históricamente oprimidas y se les ha negado de forma sistemática su de-
recho a ser parte de la sociedad chilena, transformándolos así en ciudadanos de
tercera categoría.
El lector podrá pensar que esto suena exagerado, para hacernos cargo de ello,
le presentamos los datos. El año 2015 el Servicio Nacional de la discapacidad en-
tregó el segundo estudio nacional de la temática, en él se desarrolla lo siguiente:
En el país, 2.836.818 personas se encuentran en situación de discapacidad (el
16,7% de la población). Es importante también agregar que el 50 por ciento de las
PESD se encuentran por debajo de la línea de la pobreza, solo 3 de cada 10 PESD
tiene empleo (la mayor parte de ellos con sueldos de precariedad) y, lamentable-
mente, solo 2 de cada 10 PESD pueden culminar su ciclo de educación media.
Las preocupantes cifras anteriormente expuestas son una muestra de cómo el
Estado de Chile ha vulnerado de manera sistemática los derechos políticos, socia-
les, culturales y de todo ámbito de la vida a este grupo de la población nacional.
La discapacidad poco o nada tiene que ver con una condición de salud, más bien,
es el producto político y social de una sociedad que oprime y excluye a las diversi-
dades, produciendo así relaciones sociales injustas y desiguales con todos aquellos
que no cumplen con los criterios de “normalidad” impuestos socialmente.
A juicio de este autor, resulta clave entender la exclusión social de las PESD
como un producto social, y no como una consecuencia individual, vinculada a las
patologías de estas personas.
Pero ¿qué tiene que ver la Constitución política de la república con la opresión
vivida por las PESD? La verdad, mucho, uno de los elementos claves de nuestra
Carta Fundamental es el llamado principio de subsidiaridad, que, en palabras
simples, es la decisión del Estado de intervenir solo si el privado no quiere ha-
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

cerlo. Lo que se plantea aquí es que el Estado de Chile da soluciones privadas a


problemas públicos.
Ejemplos de lo antes mencionado hay por montones, pero para efectos prácti-
cos se revisarán solo dos.
El Estado de Chile no garantiza la rehabilitación como un derecho, prefiere
que un privado, en el caso chileno, la fundación Teletón, se haga cargo de ello, y,
por supuesto el Estado también le entrega recursos en colaboración.
Existen también casos aún todavía más complejos que el anterior, en donde ni
el Estado ni los privados garantizan el acceso a este derecho al colectivo de PESD:
es el derecho a la educación. Cuando una PESD quiere entrar al sistema escolar
convencional, tiene dos opciones, la primera de ellas es que el colegio la acepte,
pero una vez dentro no garantiza las adecuaciones necesarias para que esa perso-
123
na pueda, en igualdad de condiciones con los demás, aprender. La segunda opción
es simplemente no permitir su ingreso.
En el papel, el Estado de Chile se hace cargo de la igualdad de oportunidades
para las PESD, el año 2008 firmó la Convención Internacional de los Derechos de
las Personas con Discapacidad, emanada desde la ONU, en 2010 promulgó la ley
20.422 para la igualdad de oportunidades de las PESD y, el 2018 se consolidó la
ley 21.015 para la inclusión laboral de PESD. Estos cuerpos legales, formalmente,
promueven el derecho a la educación, a la participación política, el derecho a que
las PESD trabajen, etc. Pero, la realidad dista mucho de lo que las leyes establecen.
Esto, se produce porque, como ya se ha reiterado, el Estado de Chile, consolidado
en su entramado constitucional, no es capaz de garantizar derechos y el acceso a
estos está supeditado fuertemente a la capacidad económica que los individuos
tengan para acceder a ellos.
La Constitución es la decisión fundamental respecto de dónde está el poder po-
lítico, cómo se crea y se ejerce y para qué se ejerce. En definitiva, la Constitución
sienta las bases de la política. Así las cosas, si existe una voluntad real de cambiar
la situación de opresión en la que viven las PESD, esto solo puede ocurrir crean-
do una nueva Carta Fundamental, en la que se reconozca explícitamente a este
colectivo su igualdad en dignidad y derechos. Esto es solo posible de conseguir
formulando un nuevo Estado que garantice derechos. En esa misma línea, esta
nueva Constitución debe ser la posibilidad de construir una nueva sociedad en la
que participen todos los colectivos, sin excepción, en la tarea de construir el Chile
nuevo que queremos, para que así, en el futuro, podamos decir con plena convic-
ción que todos los ciudadanos de esta patria nacen libres e iguales en dignidad y
derechos.

Referencias Bibliográficas
1. Estado de Chile. «Artículo n°1.» 1980.
2. OLIVER, Mike. ¿Una sociología de la discapacidad o una sociología discapacitada? Ma-
drid: Morata. S. L., 1998.
3. Servicio Nacional de la discapacidad. Segundo Estudio Nacional de la Discapacidad.
Santiago: Avendaño,Patricia, 2015.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

124
Verónica Figueroa Huencho y Camila Peralta García

Proceso constituyente y pueblos indígenas: una oportunidad para el


reconocimiento de sus demandas

Las movilizaciones que se han dado en los últimos meses, desde diferentes terri-
torios y realidades, se han convertido en una ventana de oportunidad para que
la ciudadanía reflexione respecto de los principales puntos a ser recogidos en un
nuevo acuerdo social y político. Entre estos aspectos, ha reemergido con fuerza
las reivindicaciones de los pueblos indígenas, los que han sido marginados de ma-
nera histórica en pos de la construcción de una nación sustentada en los ideales
que inspiraron la revolución francesa: igualdad, libertad, fraternidad. En el caso
de Chile, la búsqueda de la igualdad se sustentó en la incorporación forzada de es-
tos pueblos a una institucionalidad creada sin su participación, siendo obligados
a abandonar sus culturas, lenguas, sistemas de representación, saberes ancestra-
les, entre otros.
Entonces, ¿qué significa ser “iguales” en el Chile actual? La Carta constitucional,
de manera similar a la Declaración Universal de DD.HH que es reconocida por
el Estado de Chile, plantea lo siguiente: “Las personas nacen libres e iguales en
dignidad y derechos”. Lo anterior debiese traducirse en igualdad frente a la ley
y, por lo tanto, en el acceso a justicia, así como también a los planes y programas
entregados por el Estado. Pese a lo anterior, la actual Constitución no logra garan-
tizar estos derechos de manera igualitaria para todos aquellos ciudadanos que
poblamos la república, haciendo distinciones que responden a variables hereda-
das y reproducidas desde la colonización como son el origen social, el color de
piel, el género y también, el origen indígena de los y las herederas de las primeras
naciones que aun, pese a la violencia estructural, han resistido y están presentes
–nuevamente– en la demanda por una Nueva Constitución para Chile.
Es por ello que la posibilidad de un cambio a la Constitución actual se convierte
en una oportunidad para dar cabida a las demandas de estos pueblos. La Consti-
tución expresa los acuerdos sustantivos de convivencia, de derechos y de distri-
bución y ejercicio del poder, los que hasta ahora habían sido definidos desde una
sola mirada: la occidental. Es por ello que, entre las principales demandas para
esta nueva Constitución, los pueblos indígenas han planteado como condición
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

necesaria la existencia de un Estado plurinacional y los derechos de autonomía


y libre determinación, los que tienen incidencia en el reconocimiento de otros
derechos relevantes, tanto de carácter individual como colectivo.
De acuerdo a lo anterior, será correcto preguntarnos, ¿qué significa reconocer
la “diferencia” en una nueva Constitución? Históricamente la negación de la diver-
sidad existente al interior del Estado-Nación ha significado la omisión de dere-
chos culturales, sociales, económicos, territoriales y políticos para los miembros
de pueblos indígenas. El reconocimiento de la diferencia, entonces, podría tra-
ducirse en el ejercicio efectivo y no en el reconocimiento simbólico, de derechos
individuales y colectivos asociados directamente a la protección y reproducción
de las identidades indígenas y sus prácticas culturales, comprendiendo entre es-

125
tas, la reafirmación sus instituciones sociales, políticas, económicas y de justicia
de carácter ancestral.
La propuesta en torno a un Estado plurinacional que se convierte en un para-
guas estratégico para avanzar hacia una formalización de los derechos de los pue-
blos indígenas, al reconocer la existencia en este territorio de diferentes naciones
(no sólo la chilena), donde dicho reconocimiento obliga al Estado a encontrar,
definir y entregar nuevos espacios para que todas estas naciones se sientan re-
presentadas y partícipes de la construcción de un proyecto social y político como
es, efectivamente, pensar al propio Estado.
La plurinacionalidad se convierte así en un nuevo paradigma desde el cual de-
finir el nuevo pacto de convivencia, donde las naciones que discutan y legitimen
una nueva Constitución deberán comprometerse a la búsqueda del bienestar co-
lectivo, de una nueva manera de entender el bien común, pues esa misma idea
de bien común deberá construirse desde la diferencia. En ese sentido, un Estado
Plurinacional supone pensar en la instalación y el reconocimiento de los derechos
colectivos de las naciones indígenas, lo que no es contradictorio con el reconoci-
miento de derechos individuales. Será necesario pensar como conviven ambos
sistemas, lo que necesariamente pasa por revisar nuestra estructura institucional
política y administrativa y los poderes del Estado.
Es importante entonces, levantar un concepto/práctica que históricamente las
naciones indígenas han desarrollado y que, los Estados monoculturales y uni-
nacionales como Chile han decidido adoptar y trastocar: la interculturalidad. La
interculturalidad, como un ejercicio estatal, se ha configurado como el recono-
cimiento de la diferencia cultural para la incorporación de los miembros de na-
ciones indígenas en la implantación del modelo político y económico del Estado
mayor a lo largo del territorio, sometiendo así a los pueblos indígenas a espacios
de diálogo de carácter asimétrico, fomentando, bajo la idea de tolerancia, la im-
posición de estructuras de dominación en vistas de un proyecto país excluyente
y desigual.
En cambio, desde las naciones indígenas, la interculturalidad es comprendida
como un ejercicio crítico que busca deconstruir las relaciones de dominación, no
solo cuestionando el origen y reproducción de la discriminación estructural sino
que apuntando a la refundación y reconstrucción de la sociedad desde y para la
diversidad, donde se garanticen como condiciones mínimas la simetría, el respe-
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

to, la legitimidad y la equidad como ejes de la nueva relación entre las naciones
indígenas y el Estado mayor. Lo que además, no solo se restringe a la participa-
ción indígena en los diversos espacios de la estructura social, sino que significa
una colaboración efectiva en la construcción de un proyecto país de carácter plu-
rinacional.
Esto nos lleva a entrelazar la idea de un Estado plurinacional con el reconoci-
miento del derecho de autonomía y libre determinación que tiene todas las na-
ciones. No se puede hablar de derechos de los pueblos indígenas sin considerar el
derecho de autodeterminación, el que se refiere al derecho que tienen todos los
pueblos de controlar su propio destino, a través de la toma de decisiones que afec-
tan sus vidas en cuanto entes colectivos y diferenciados. La libre determinación
como derecho humano se consagra en dos pactos internacionales de derechos
humanos fundamentales, adoptados por la ONU en 1966: El Pacto Internacional
126
de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, además del Convenio 169 de la OIT. Ambos instrumentos
ratificados por el Estado de Chile.
Respecto de lo anterior, es interesante nombrar dos instrumentos internacio-
nales de los que Chile forma parte pero que, debido a su carácter de declaración
no tienen fuerza jurídica obligatoria, por lo que su firma no implicó ni la modifica-
ción en favor de las naciones originaria de la Carta constitucional, ni de la legisla-
ción interna referida a derechos colectivos: Ley indígena 19.253, Ley Lafquenche
20.249 y los reglamentos de consulta indígena DS.66 del ministerio de desarrollo
social y DS. 40 del ministerio del medio ambiente. Estos acuerdos, las Declaración
ONU (2007) y Declaración OEA (2016) sobre pueblos indígenas, representan un
salto cualitativo y cuantitativo en términos de Derechos Colectivos de pueblos
indígenas, ya que ambos articulados plantean de manera explícita ideas como la
libre determinación y consentimiento previo, libre e informado de todas aquellas
medidas legislativas o administrativas que sean susceptibles de afectar a las y los
integrantes de naciones indígenas presentes en el territorio, contribuyendo así al
ejercicio de la participación bajo las garantías de la buena fe y la interculturalidad
critica como un proceso de interrelación de saberes diversos.
El reconocimiento constitucional desde un Estado plurinacional con autono-
mía (territorial y no territorial) permitiría avanzar en el reconocimiento de nue-
vos derechos políticos, derechos de representación, de consideración de nuestros
sistemas educativos, de derechos culturales o lingüísticos, en la relación con la
naturaleza, y por qué no, en cambios al sistema judicial y la forma en la que reco-
noce las diferentes naciones que existen en este territorio. En ese sentido, podría-
mos plantear que para los pueblos indígenas el pleno ejercicio de sus derechos
individuales radica en el reconocimiento y goce pleno de sus derechos colectivos.
Sin duda que el cambio a la Constitución no garantiza el bienestar de los pue-
blos indígenas de la noche a la mañana, pero se convierte en un paso hacia ello. En
este sentido, la interculturalidad, desde su propuesta crítica y transformadora, es
una invitación a los integrantes de las diversas comunidades nacionales presen-
tes al interior del estado de Chile, a re-pensarnos en clave de respeto, simetría y
equidad, comprendiendo la nueva Constitución como una oportunidad de refun-
dar las relaciones al interior del Estado, posicionando como valores la solidari-
dad, la comprensión, el respeto, el reconocimiento y el buen vivir.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

127
Gonzalo Mora y Emilio Vargas

Pensar lo constituyente a partir de la representación. Arte y cultura


desde la perspectiva de la historia y la heterogeneidad

Los hechos que han acontecido en nuestro país a partir del mes de octubre nos
abren a la reflexión crítica sobre el momento constituyente a partir del prisma
de la representación. El descontento que se ha manifestado en las calles plantea
exigencias de carácter urgente que generan la necesidad de abordar posibles ca-
minos para encauzar dicho descontento. La orientación de este breve comentario
es dar cuenta de las posibilidades que otorga la producción artística y cultural
para pensar una carta constitucional. Con ello no pretendemos determinar reglas
a seguir desde la óptica del arte, sino, más bien, abrir perspectivas que nos permi-
tan avizorar cuáles son las posibles vías de acceso para relacionar arte, cultura y
constitución como también mostrar sus elementos comunes.
No cabe duda que un texto constitucional debe abordar el fenómeno artístico y
cultural sin caer en imposiciones normativas cerradas. No se le puede dar un con-
junto de normas a la producción artística y cultural para conducir su desarrollo y
evolución. Más bien, debe asegurar el derecho al acceso a la cultura, a su desarro-
llo y recepción, en toda su diversidad de expresiones. Asimismo, es responsabili-
dad del Estado el hacerse cargo del derecho a la identidad cultural, respetando y
reconociendo la existencia de dicha pluralidad.
Teniendo presente en todo momento la responsabilidad del Estado de proteger
y dar acceso universal al arte, la cultura y el patrimonio, así como garantizar el
libre desenvolvimiento de la diversidad de identidades culturales que se mani-
fiestan a lo largo del territorio nacional, consideramos que las artes y las culturas
nos proporcionan perspectivas para entender cómo opera la orgánica de las so-
ciedades en su complejidad y heterogeneidad. Asumiendo que el tema cultural es
tan omitido como problemático en la discusión actual, el proceso constituyente
que desembocará en una constitución como su resultado debe relevar esta multi-
plicidad de expresiones de la cultura para considerar de qué manera puede tomar
la forma dinámica necesaria para que nuestra sociedad escriba su propia historia
a partir de la soberanía popular.
Nos parece que hay dos relaciones que es necesario precisar para leer el mo-
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

mento actual desde el arte y la cultura: nos referimos a la relación del arte con la
historia, y, desde una perspectiva distinta pero igualmente fundamental, la cul-
tura y su orientación actual a la heterogeneidad. Ambas relaciones nos permiten
entender en su correlación los cimientos de lo constituyente para pensar la cons-
titución en función de una sociedad siempre cambiante y por construir1.
La relación entre el arte y la historia nos introduce a un elemento esencial para
entender la dinámica entre la tradición y el cambio constitutivo de toda práctica
humana: el arte a la luz de su existencia temporal da cuenta de dos momentos

1 Esta perspectiva que proponemos es materializada en el artículo (IV. 2) sobre cultura de la Cons-
titución política de Bután (2008): “El Estado reconocerá la cultura como una fuerza dinámica cam-
biante, y se esforzará por fortalecer y facilitar la evolución continúa de los valores y las instituciones
tradicionales que sean sostenibles, en el marco de una sociedad progresista.” Extraído de https://
www.constituteproject.org/constitution/Bhutan_2008?lang=es
128
fundamentales que se enmarcan en el concepto de modernidad. El primero de
ellos visibiliza los elementos que constituyen los fundamentos sociales e históri-
cos de la obra de arte: a saber, la producción artística es un hecho intrínsecamente
determinado por los aspectos sociales que caracterizan una época. El segundo,
advierte que el esquema básico del despliegue artístico en la modernidad estable-
ce una tensión que se articula entre la recepción y la asimilación de la tradición
que produce lo nuevo a partir de esta pretensión de diferenciación y superación
de la tradición. De esta manera, lo nuevo es el resultado, mediante la exigencia
moderna, de la articulación entre la tradición y el proceso elaborativo moderno,
que necesariamente propende al cambio.
La segunda clave para el entendimiento de lo constituyente es la relación entre
cultura y heterogeneidad. La cultura es expresión de un conjunto heterogéneo de
prácticas e ideas que se desarrollan en un espacio y tiempo determinados. Es así
que la posición para entender y abordar este conjunto de expresiones tiene que
dar cuenta del abanico amplio que tienen dichas expresiones. De este modo, la he-
terogeneidad cultural debe plantearse como un factor que establece las posibles
estrategias de entendimiento del fenómeno social. La apertura actual inédita a la
construcción de una nueva constitución se puede entender desde esta perspec-
tiva: el momento constituyente da cuenta de una división que está dada entre su
propia naturaleza soberana y su contradicción radical con la representación po-
lítica actual: la clase política institucional ya no comprende la lengua de lo cons-
tituyente (solo comprende la que le permite mantener sus privilegios). Es así que
la distancia infinita e insoslayable entre el orden de lo constituido y la aparición
de la soberanía constituyente desde el malestar se despliega desde una hetero-
geneidad que se dio el nombre propio de asamblea constituyente (entre otras
demandas legítimas para mejorar las condiciones de vida de la gran mayoría de
la población precarizada).
Estas dos relaciones nos permiten proyectar una alternativa en la cual el texto
constitucional tome la forma misma de lo heterogéneo para la construcción histó-
rica de una sociedad que entiende transversalmente a la diferencia y compromete
al Estado a configurarse como un ente que permite el movimiento social, que es
el fundamento de la soberanía. Es la representación del momento constituyente,
manifestado en las calles de nuestro país a partir del 18 de octubre, en oposición
a la representación política institucional, la que nos permite entender la necesi-
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

dad de cambio que surge por la imposibilidad de una participación efectiva de los
representados en una política institucional que ha impedido la expresión de la
soberanía popular legítima. Las preguntas urgentes que surgen a partir de la cri-
sis actual de la representación política serían, en primer lugar, sobre qué sentido
tendría escribir una carta fundamental que no se haga cargo de la orgánica cam-
biante de nuestra sociedad, y en segundo lugar si existe la capacidad por parte de
los representantes de escuchar a la soberanía a la cual representan.

129
Nicole Sáez Pañero

El Deporte consagrado como Derecho en la Constitución

La valoración del deporte en el mundo ha ido evolucionando debido a su amplia


contribución, donde inicialmente se le vinculaba al ámbito educacional y cultural,
y en la actualidad ha ido adquiriendo un rol de mayor significancia, abarcando
otros aspectos del desarrollo humano, tales como la salud, la formación integral,
la asociatividad y el bienestar.
La Carta Internacional de la Educación Física, la Actividad Física y el Deporte
(UNESCO), considerando lo dispuesto en la Declaración Universal de Derechos
Humanos, declaró “que una de las condiciones esenciales del ejercicio efectivo
de los derechos humanos depende de la posibilidad de brindar a todos y a cada
uno desarrollar y preservar libremente sus facultades físicas, intelectuales y mo-
rales y que en consecuencia se debería dar y garantizar a todos la posibilidad de
acceder a la educación física y al deporte. Afirmando que la educación física y el
deporte deben reforzar su acción formativa y favorecer los valores humanos fun-
damentales que sirven de base al pleno desarrollo de los pueblos”.
Así también, la Convención sobre los Derechos del Niño establece que “los Esta-
dos Partes reconocen el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego
y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la
vida cultural y en las artes”.
El deporte comenzó a cobrar cada ver más interés y con ello, incrementó la
preocupación por incorporarlo en los ordenamientos jurídicos de distintos paí-
ses, reconociéndolo como un derecho constitucional, y por tanto estableciéndolo
como una norma invocable y vinculante para el Estado y las y los ciudadanos.
Este es el caso en América Latina de países como México, Brasil, Cuba, Colom-
bia, Ecuador, Guatemala, Nicaragua, Paraguay y Venezuela, donde al establecerlo
como fundamento le otorgaron una protección jurídica efectiva.
En Chile nuestra Constitución señala en el Capítulo III, relativo a Los Derechos
y Deberes Constitucionales en su Artículo 19 que “la Constitución asegura a todas
las personas: 1° El derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de la perso-
na. Algo que no da cuenta de las dimensiones más específicas que debiesen estar
consideradas e institucionalizadas.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Es por ello que, hoy cuando nos encontramos discutiendo un proceso constitu-
yente que abre por primera vez en nuestro país la posibilidad de que las chilenas
y chilenos mediante un plebiscito manifestemos nuestro interés por contar con
una nueva Constitución redactada en democracia, es necesario analizar los distin-
tos derechos que debiesen estar consagrados en la misma, donde el deporte surge
como un derecho social que contribuye a la promoción de valores y principios.
Al analizar las definiciones y descripciones adoptadas por los países que es-
tablecieron el derecho constitucional al deporte, encontramos consagrados la
promoción de una cultura física, la enseñanza obligatoria de educación física, el
fomento de participación en organizaciones deportivas, el apoyo a deportistas y
la libertad para elección de la práctica deportiva y su manifestación. Si bien cada
país interpreta y establece de acuerdo a su propia idiosincrasia las características
130
de este derecho, se identifica transversalmente una amplitud en su reconocimien-
to social.
En el deporte también vemos reflejadas las inequidades presentes en nuestro
país, ya que los niveles de inactividad física son significativamente mayores en los
grupos socioeconómicos de menores ingresos1, lo cual tiene que ver las oportuni-
dades de acceso a la práctica deportiva y la falta de promoción de estilos de vida
saludable. En este sentido cobra aún más relevancia el avanzar a su consagración
como derecho en la Constitución, con el propósito de garantizar la integridad físi-
ca y psíquica para toda la población sin discriminación, impactando positivamen-
te en la calidad de vida de todas y todos los ciudadanos.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

1 Ministerio del Deporte, Resultados “Encuesta Nacional de Hábitos de Actividad Física y Deporte
2018 en Población de 18 años y más”, Ministerio del Deporte, http://www.mindep.cl/encuesta-ac-
tividad-fisica-y-deporte-2018/
131
Cristian Cerón Prieto y Rebeca Gaete Santelices

El proceso constituyente y la diversidad sexual en Chile

En Chile, la discriminación subyace estructuralmente por la institucionalidad


del Estado al mostrarse indiferente frente a los problemas vitales de la diversi-
dad sexual. Carecemos de estudios estatales que permitan determinar respon-
sablemente su situación social y solo contamos con iniciativas al margen de la
institucionalidad del Estado de voluntades de investigadoras e investigadores
independientes y de organizaciones sociales con interés en estos temas. Lo an-
terior es causa y consecuencia de una absoluta carencia de políticas públicas en
la materia, lo que contribuye a relegar selectivamente a esta población hacia la
marginalidad.
Es más, el rol del Estado por reivindicar los derechos de la población LTGBIQ+
se encuentra en tal nivel de precariedad que ni siquiera existe un diagnóstico na-
cional acabado que dé cuenta de la realidad sus integrantes en su más amplia
diversidad.
En primer lugar, se desconoce el estado de salud de las y los chilenos pertene-
cientes a esta comunidad. Hecho que se plasma de manera más crítica, quizás, en
la absoluta falta de formación profesional en ginecología y urología para usuarios
de la salud Trans, quienes ven mermado su derecho de acceso a la salud. Por otro
lado, la educación, la prevención y la promoción de una salud sexual se reduce a
uso de preservativos y/o de métodos anticonceptivos. Cuestión que omite las ne-
cesidades asociadas a una vida sexual no reproductiva, entre otras características
de la diversidad en la sexualidad. Un tercer ejemplo es que no existan ni estudios
ni líneas de acción responsables y focalizadas sobre la población homobisexual
que adquiere el VIH. La que necesita una política de salud al respecto y sobre el
SIDA que vaya más allá de destinar fondos concursables –a todas luces insuficien-
tes– para financiar a organizaciones de la sociedad civil con objeto que ejecuten
acciones preventivas creativas sobre la población donde la prevalencia del VIH
goza de una mayor concentración, como lo es la población caracterizada epide-
miológicamente como hombres que tienen sexo con hombres, HSH. Al punto de
encontrarnos con un reciente aumento significativo de la prevalencia nacional del
VIH que ha recaído fuertemente sobre esta población, lo que reafirma la inexis-
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

tencia de una política de salud pública efectiva.


En segundo lugar, se desconoce el nivel educativo de la población LTGBIQ+.
Existe acuerdo tácito entre las organizaciones sociales en que el efecto de la dis-
criminación incide fuertemente en los niveles de educación a los que puede aspi-
rar en general esta población. Este hecho influye en las capacidades potenciales
que pueden desplegar las personas LTGBIQ+ en sus espacios laborales. Existe la
convincente sospecha de que el derecho a la educación se ejerce gradual y selec-
tivamente según cuál sea la identidad dentro del abanico LTGBIQ+. Del mismo
modo, el nivel de escolaridad y nivel educativo alcanzado es distinto según la mis-
ma razón. Lo que corresponde a otra política de profunda indiferencia sobre la
población LTGBIQ+.
En tercer lugar, se desconoce la situación habitacional de las personas LTG-
BIQ+. La población trans parece ser una de las más afectadas. Una vez que hacen
132
abandono de sus familias, muchas veces por razones de discriminación, se ven
obligadas a ejercer el comercio sexual para sobrevivir. En general, escasamente
pueden pagar el arriendo de una habitación. Existen algunas iniciativas autóno-
mas y autogestionadas para contribuir a sobrellevar esta situación en Santiago
como la casa trans a cargo del Sindicato de trabajadoras sexuales Amanda Jofré.
Sin embargo, esta noble voluntad local no compensa el abandono del Estado en su
rol de garante de derechos, sin discriminación de ningún tipo.
En cuarto lugar, se desconoce la realidad de vulneraciones a los Derechos Hu-
manos básicos de la población LTGBIQ+, en tanto, integridad física y psíquica. El
Estallido Social que emergió a contar del 18 de octubre de 2019 develó la focali-
zación de los crímenes de lesa humanidad y de violaciones a los derechos huma-
nos sobre las mujeres y sobre la población LTGBIQ+. Algunos de sus activistas se
autoconvocaron para proporcionar un primer Reporte de las víctimas LTGBIQ+ a
manos de los agentes represivos del Estado. Este reporte (Albeal, F., Barrientos, J.,
Cáceres, V., Castillo, P., Cifuentes, D., Hernández, I., Muñoz, A., Smirnow, I., Soto, G.,
& Sutherland, J., 2019) da cuenta de una serie de brutales violaciones a los dere-
chos humanos de la población gay-lésbico-trans como detenciones ilegales, veja-
ciones, abusos sexuales y torturas. En este sentido, las garantías constitucionales
sobre reparación, verdad y justicia son exigencias sentidamente perseguidas y
aún no son atendidas con seriedad.
Por último, se desconoce la realidad material de la mayoría de la población
LTGBIQ+. Como si fuera poco, a la carencia de diagnóstico y política pública en
materia de salud, educación, vivienda y DDHH, le sumamos la doble postergación
social de aquellos estudiantes, pacientes, pobladores y ciudadanos LTGBIQ+ que
no cuentan con la solvencia económica para sortear los recovecos de la discri-
minación. Los gays acomodados, profesionales y públicos, aspiran a casarse con
tribuna en los diarios, matinales, inclusive respaldados por la clase dominante, al
mismo tiempo que las mujeres trans anhelan dejar de prostituirse en sus pobla-
ciones. Es decir, la población LTGBIQ+ vive interpretada por portavoces que se
arrogan conocer la realidad de una diversidad privilegiada. Le muestran al mun-
do el recorrido nocturno y solitario que significa para ellos salir del closet, pero
ignoran el lado más oscuro de la luna.
Necesariamente, el debate nacional respecto de los contenidos de la Nueva
Constitución debe ser capaz de garantizar para toda la población, sin distinción
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

de clase, credo, identidad de género, sexo o sexualidad, los derechos que, hoy por
hoy, este Estado incluso desconoce. ¿Pero cómo saltar desde la marginación hacia
la incorporación al debate constituyente? ¿Cómo superar la indiferencia estructu-
ral que ha relegado las conquistas al plano de la visibilidad y al reconocimiento?
¿Cómo superar la brecha de la ausencia de un diagnóstico sin siquiera contar con
la presencia de quienes viven esa realidad, desconocida por terceros? No habrá
justicia sin las mayorías ni democracia sin minorías.

133
Referencias Bibliográficas
1. ALBEAL, F., BARRIENTOS, J., CÁCERES, V., CASTILLO, P., CIFUENTES, D., HERNÁNDEZ, I.,
MUÑOZ, A., SMIRNOW, I., SOTO, G., & SUTHERLAND, J. (2019). Violencias a cuerpos disiden-
tes en Chile: El pre, durante y post estado de emergencia del gobierno de Sebastián Piñera.
Disponible en https://mailchi.mp/506cfc8f5aba/reporte-violencias-a-cuerpxs-disiden-
tes-3594353?fbclid=IwAR14la2RhN7ppfJWEfjIDEjT5X_4jdFw5PqbZ_wx5EFxzwHoNhF-
dTQ291i4
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

134
Cristián Castillo Vásquez

Derechos de los Animales en Constitución Política de la República de


Chile

El siguiente documento, haciéndose cargo del carácter revolucionario y complejo


que propone, intentará sentar las bases para un nuevo trato con la naturaleza: se
explorará un modelo ambicioso y que busca consagrar de forma definitiva una
cuestión que la nueva conciencia social y la ciencia demandan: el respaldo consti-
tucional que consagre a los animales como sujetos de derecho.

Consagración de los animales como sujetos de derecho


Nace de la idea de un nuevo modo de habitar el mundo, con una sociedad que se
respeta, respeta al prójimo y, así también a toda forma de vida. En este sentido,
la modernidad antropocéntrica entiende a la naturaleza como funcional a las ne-
cesidades del hombre. El orden capitalista se alimenta de la depredación de la
naturaleza tanto como de la explotación del hombre. Los atropellos que se han
realizado a las comunidades indígenas, rurales, a los cursos de agua por parte de
las megacorporaciones, han mermado, y en algunos casos, de forma definitiva, la
resiliencia ecológica de vastos espacios, otrora sostenedores de todo un ecosiste-
ma.
Los animales merecen tanto respeto como dignidad, al igual que los seres hu-
manos. En el ideal de una sociedad realmente justa, es necesario transitar des-
de el antropocentrismo hacia el ecocentrismo y considerar la realidad de que al
día de hoy sufrimos con el cambio climático, pero que, paradójicamente, no se
menciona ninguna palabra referente a la protección de la biodiversidad animal.
El equilibrio natural no puede supeditarse al crecimiento económico, el cual se
basa en la crueldad hacia los animales para el lucro, especialmente hacia aquellos
que se utilizan en la industria de la moda y vestuario, donde, en peleteras, los
animales son golpeados hasta la inconsciencia y luego despellejados vivos para
poder extraer su apreciada piel; otro sector es la ciencia, fundamentalmente en la
vivisección; y en la industria alimentaria, donde varias especies no ven la luz del
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

día ni pueden pisar el suelo durante toda su vida.


En este marco, lo que se propone es la creación de artículos en base a dos ini-
ciativas que recogen la cuestión: la Declaración Universal de los Derechos del
Animal (1978) y la Declaración de la Conciencia de Cambridge (2012), y en el
principio de que los animales deben ser tratados con dignidad, eliminándose las
crueldades anteriormente expuestas. Todo animal tiene derecho al respeto, y a
no ser sometido a actos crueles, como la experimentación comercial, científica o
médica, fomentando el uso y desarrollo de técnicas alternativas. Por otra parte,
ningún animal debe ser explotado para esparcimiento del hombre, así como las
exhibiciones de los animales y los espectáculos que se sirven de animales son
incompatibles con la dignidad del ser. Los actos que impliquen la muerte de un
animal sin necesidad deben ser considerados como un crimen contra la vida, con-
siderando que la contaminación y la destrucción de la naturaleza conducen al
135
genocidio de las especies. En este sentido, los animales deben ser representados a
nivel de gobierno, siendo los nuevos derechos aquí expuestos no solo defendidos
por la Constitución, sino también por la ley y las políticas públicas.
En el camino por un reconocimiento constitucional a los Derechos de los Ani-
males, proponemos una reforma que incluya:

• Que los animales, como seres sintientes, requieren protección contra todo
tipo de tratos crueles, acciones degradantes a su dignidad, actos injustifi-
cados que pudieren causar dolor, terror o angustia y muerte innecesaria.
• Ante aquellos destinados a la alimentación humana, es deber de sus propie-
tarios respetar los derechos de los animales, propender por su bienestar y
asegurar el mantenimiento en un ambiente sano y extenso que permita un
ciclo de dignidad desde el nacimiento hasta su muerte.
• Que el Estado asegure la conservación de las formas de vida presentes en el
territorio y promueva la creación y protección genética de las especies que
habitan la naturaleza, en línea con la seguridad genética de los vegetales y
cereales que componen la matriz alimentaria del país.

Consideramos que estas medidas podrían generar una batería de instrumentos


legales que penalicen y desincentiven definitivamente la utilización de animales
para uso deportivo, competitivo y la dignidad de aquellos que forman parte de la
industria alimenticia.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

136
SOBRE LAS Y LOS AUTORES

Alejandro Ramírez. Egresado de Derecho, Universidad de Chile.

Alexis Garrido. Analista Internacional, Universidad de Santiago de Chile. Coordinador Alter-


no del Área de Ciencias Sociales, Económicas y Humanidades del Comité de Ética Institucional
de la Universidad de Santiago de Chile.

Andrés Kogan Valderrama. Sociólogo. Diplomado en Educación para el Desarrollo Sustenta-


ble. Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea. Doctorando en Estudios Sociales de
América Latina. Editor del Observatorio Plurinacional de Aguas www.oplas.org.

Bárbara Sepúlveda Hales. Abogada, Universidad de Chile. Profesora de Derecho Constitu-


cional, Universidad Alberto Hurtado. Magíster en Género, London School of Economics and
Political Science, Inglaterra. Magíster en Derecho Público, Universidad de Chile. Directora Eje-
cutiva ABOFEM.

Beatriz Bustos G. Profesora Asociada del departamento de Geografía de la Universidad de


Chile. Sus áreas de expertisse incluyen desarrollo rural, geografía del desarrollo, geografía
económica y ecología política. Co-editora del libro "Ecología Política en Chile. Naturaleza, co-
nocimiento, propiedad y poder” (2015).

Camila Peralta García. Académica Facultad Ciencias Sociales e Historia UDP, integrante del
laboratorio de transformaciones sociales UDP.

Cecily Halpern Montecino. Abogada, Universidad de Chile. Magíster en Derecho del Trabajo,
Universidad de Chile. Vicedecana de la Facultad de Derecho de la Universidad de Santiago de
Chile.

Claudio Herrera. Abogado, Universidad de Chile. Académico de la Facultad de Derecho de la


LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Universidad de Santiago de Chile. Director del Departamento de Derecho Privado, Universi-


dad de Santiago de Chile. Máster en Administración Pública, ENA, Francia. Máster en Relacio-
nes Internacionales Universidad de París I.

Cristián Castillo Vásquez. Administrador Público, Universidad de Valparaíso. Magíster (c) en


Estudios Internacionales de la Universidad de Chile. Director del Centro de Estudios Críticos
y Sociales (CECS).

Cristian Cerón Prieto. Licenciado en Educación y en Ciencias Exactas por la Universidad de


Chile. Magíster en Estudios de Género y Cultura con mención en Humanidades, Universidad
de Chile. Consultor en Enfoque de Género, Colegio Pumahue.

137
Danielle Zaror. Abogada, Universidad de Concepción. Candidata a Doctora en Derecho por la
Universidad de Chile.

Emilio Vargas. Licenciado en Artes, mención en Teoría e Historia del Arte, Universidad de
Chile. Magíster en Estudios de la Imagen, Universidad Alberto Hurtado. Curador del Museo de
la Merced.

Francisco González. Analista Internacional, Universidad de Santiago de Chile. Aceptado como


estudiante de doctorado en Ciencia Política en la Universidad de Rostock. Profesor de Micro
y Macroeconomía de la Facultad de Economía y Administración, Universidad de Santiago de
Chile.

Francisco Zambrano Meza. Abogado, Universidad de Chile. Académico de la Facultad de De-


recho de la Universidad de Santiago de Chile.

Gonzalo Mora. Licenciado en Artes. Magíster en Teoría e Historia del Arte, Universidad de
Chile. Doctorando en Teoría Crítica y Sociedad Actual, Universidad Nacional Andrés Bello.

Jaime Bassa. Abogado, Universidad Católica de Chile. Profesor Titular de Derecho Constitu-
cional de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valparaíso. Magíster en Filosofía por la
Universidad de Valparaíso. Magíster en Derecho mención Derecho Público, Universidad de
Chile. Doctor en Derecho por la Universidad de Barcelona, España.

Jaime Bustos Maldonado. Abogado, Universidad de Chile. Decano de la Facultad de Derecho


de la Universidad de Santiago de Chile.

Jaime Ramírez Fuentes. Analista en Políticas y asuntos Internacionales, Universidad de San-


tiago de Chile. Activista por los derechos de las personas en situación de discapacidad.

Juan Pablo Ciudad Pérez. Abogado, Universidad de Chile. Profesor de Teoría Política y Cons-
titucional de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago de Chile. Doctorando
en Derecho Constitucional, Universidad de Buenos Aires. Abogado del Comité de Ética Insti-
tucional de la Universidad de Santiago de Chile. Docente investigador del Instituto de Ciencias
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Alejandro Lipschutz (ICAL). Coordinador Académico del Centro de Estudios Críticos y Sociales
(CECS). Redactor del “Glosario Constituyente Abreviado”, publicado por la Editorial USACH.

Lucía Elena Rizik Mulet. Abogada, Universidad de Chile. Académica, Universidad Central de
Chile. Máster en Necesidades, Derechos y Cooperación al Desarrollo en Infancia, Universidad
Autónoma de Madrid. Máster en Derecho Privado por la Universidad Carlos III de Madrid.
Doctora en Derecho por la Universidad Diego Portales.

Luis David Bobadilla Madrid. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de


Chile. Cursa Doctorado en Derecho, Universidad de Buenos Aires. Profesor de Derecho Consti-
tucional de la Facultad de Derecho de la Universidad de Santiago de Chile. Director del Depar-
tamento de Derecho Público de la misma Facultad.

138
Manuel Prieto Montt. Doctor en Geografía por la Universidad de Arizona. Profesor Asociado
del Departamento de Ciencias Históricas y Geográficas de la Universidad de Tarapacá. Autor
de diversas publicaciones científicas y co-editor de los libros "Ecología Política en Chile. Natu-
raleza, conocimiento, propiedad y poder” (2015) y The Routledge Handbook of Latin Ameri-
can Development (2018).

Marcos Barraza Gómez. Director de la Escuela de Psicología de la Universidad de Santiago


de Chile. Ex Subsecretario de Previsión Social del gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet
(2014-2015). Ex Ministro de Desarrollo Social del mismo gobierno (2015-2018). Fue Director
ejecutivo del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz (ICAL), entre los años 2010 y 2013.

María Magdalena Bustos Díaz. Abogada. Profesora de Derecho Civil de la Facultad de Dere-
cho de la Universidad de Chile. Doctora (c) en Derecho, Universidad de Chile-Universidad de
Girona.

Nicole Sáez Pañero. Terapeuta en Actividad Física y Salud. Diplomada en Promoción de la


Salud y Calidad de Vida. Cursa Magíster en Gestión y Políticas Públicas (MGPP) de la Univer-
sidad de Chile. Directora Ejecutiva de Rectoría en la Universidad de Santiago de Chile, ex Jefa
del Departamento de Gestión del Deporte y Cultura de la Universidad de Santiago de Chile y
ex Subsecretaria del Deporte de la Presidenta Michelle Bachelet (2014-2018).

Pamela Figueroa Rubio. Politóloga, Dra. en Estudios Americanos (Instituto de Estudios


Avanzados, Universidad de Santiago de Chile), Master of Arts en Estudios Latinoamericanos,
mención gobierno, por Georgetown University. Académica de la Facultad de Humanidades de
la Universidad de Santiago de Chile. Fue Jefa de la División de Estudios del Ministerio Secre-
taria General de la Presidencia durante el gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet (2014-
2018) desde donde le correspondió coordinar las reformas políticas e institucionales y el
Proceso Constituyente Abierto a la Ciudadanía. Integrante de la Comisión Técnica que redactó
la Reforma Constitucional que habilita el proceso constituyente.

Paula Ahumada. Abogada, Universidad de Chile. LL.M Duke University. Doctora en Derecho,
Universidad de Chile. Profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile y de la
Universidad Central de Chile.
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

Rebeca Gaete Santelices. Ingeniera Civil Industria, Universidad de Chile.

Sofía Esther Brito. Egresada de Derecho, Universidad de Chile.

Tania Alejandra Gajardo Orellana. Licenciada en Derecho, Universidad de Chile. Magíster


en Derecho, Universidad de Navarra. Doctoranda en Derecho, Universidad de los Andes.

Tarik Lama Gálvez. Abogado, Universidad de Chile. Postgrado en Derechos Humanos Labora-
les, Universidad de Castilla-La Mancha. Máster en Derecho del Trabajo, Universidad de Talca
y Universidad de Valencia.

Verónica Figueroa Huencho. Ph.D. Académica-Profesora Asociada del Instituto de Asuntos


139 Públicos de la Universidad de Chile.
*

Esta edición de La Constitución Comentada


queda a disposición de los lectores a partir
de marzo de 2020. La versión impresa esta-
rá prontamente disponible.
Para los textos de portada se utilizó la tipo-
grafía Cambria; y para el interior se utiliza-
ron las tipografías Cambria y Alright Sans.
141
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA

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