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Junto a los jóvenes, llevemos el
Evangelio a todos.
Bautizados, discípulos
y misioneros
La vida es una misión: ser atraídos y ser
enviados son los dos movimientos que nuestro
corazón, sobre todo cuando es joven en edad,
siente como fuerzas interiores del amor que
prometen un futuro e impulsan hacia adelante
nuestra existencia. Vivir con alegría la propia
responsabilidad ante el mundo es un gran
desafío. El hecho de que estemos en este mundo
sin una previa decisión nuestra, nos hace intuir
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Hora Santa Misionera
que hay una iniciativa que nos precede y nos
llama a la existencia. Cada uno de nosotros está
llamado a reflexionar sobre esta realidad: «Yo
soy una misión en esta tierra, y para eso estoy
en este mundo» (EG 273). Cfr. Mensaje del Papa
Francisco para la jornada mundial de las
misiones 2018
Monición inicial
Hermanos, nos preparamos para este
encuentro con Jesús sacramentado, que con amor
nos espera día a día, momento a momento.
Avivemos nuestra fe y confianza en su presencia
Eucarística. Pidamos humildemente la gracia de su
Espíritu para dirigir a Él nuestra alabanza y
adoración. Presentemos a Él nuestros gozos y
esperanzas, preocupaciones y sufrimientos. Él más
que nadie nos comprende y viene en nuestra ayuda.
Nos dice San Juan de la Cruz: sólo y siempre se
produce el encuentro con Dios en fe verdadera,
esperanza cierta y caridad entera.
Exposición del
Santísimo
Entonamos un canto de adoración a Jesús
sacramentado. Sugerencia: Vengo ante ti Señor,
autor: Rafael Peña. En este momento entra el
sacerdote o el ministro y expone al Santísimo.
Todos de rodillas.
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Hora Santa Misionera
Ministro:
Señor, Dios nuestro, dueño de la vida y de la
historia te damos gracias por llamarnos a vivir este
encuentro contigo. Como tus discípulos, miembros
de tu Iglesia misionera nos presentamos ante ti, aquí
estamos Señor para adorarte y orar confiando a tu
corazón misericordioso a todo nuestro mundo y la
misión que se realiza en cada rincón de la tierra.
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Hora Santa Misionera
realidad: «Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este
mundo» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 273).
Os anunciamos a Jesucristo
La Iglesia, anunciando lo que ha recibido gratuitamente
(cf. Mt 10,8; Hch 3,6), comparte con ustedes, jóvenes, el camino y la
verdad que conducen al sentido de la existencia en esta tierra. Jesucristo,
muerto y resucitado por nosotros, se ofrece a nuestra libertad y la mueve
a buscar, descubrir y anunciar este sentido pleno y verdadero. Queridos
jóvenes, no tengáis miedo de Cristo y de su Iglesia. En ellos se
encuentra el tesoro que llena de alegría la vida. […] He visto mucho
sufrimiento, mucha pobreza, desfigurar el rostro de tantos hermanos y
hermanas. Sin embargo, para quien está con Jesús, el mal es un estímulo
para amar cada vez más. […] Siguiendo el ejemplo de los santos, que
nos descubren los amplios horizontes de Dios, os invito a preguntaros
en todo momento: «¿Qué haría Cristo en mi lugar?».
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Hora Santa Misionera
discriminación de hermanos y hermanas es siempre consecuencia del
rechazo a Dios y a su amor.
Los confines de la tierra, queridos jóvenes, son para ustedes,
hoy muy relativos y siempre fácilmente “navegables”. El mundo digital,
las redes sociales que nos invaden y traspasan, difuminan fronteras,
borran límites y distancias, reducen las diferencias. Parece todo al
alcance de la mano, todo tan cercano e inmediato. Sin embargo, sin el
don comprometido de nuestras vidas, podremos tener miles de contactos
pero no estaremos nunca inmersos en una verdadera comunión de vida.
La misión hasta los confines de la tierra exige el don de sí en la
vocación que nos ha dado quien nos ha puesto en esta tierra (cf. Lc 9,23-
25). Me atrevería a decir que, para un joven que quiere seguir a Cristo,
lo esencial es la búsqueda y la adhesión a la propia vocación.
Testimoniar el amor
Agradezco a todas las realidades eclesiales que os permiten
encontrar personalmente a Cristo vivo en su Iglesia: las parroquias,
asociaciones, movimientos, las comunidades religiosas, las distintas
expresiones de servicio misionero. Muchos jóvenes encuentran en el
voluntariado misionero una forma para servir a los “más pequeños”
(cf. Mt 25,40), promoviendo la dignidad humana y testimoniando la
alegría de amar y de ser cristianos. Estas experiencias eclesiales hacen
que la formación de cada uno no sea solo una preparación para el propio
éxito profesional, sino el desarrollo y el cuidado de un don del Señor
para servir mejor a los demás. Estas formas loables de servicio
misionero temporal son un comienzo fecundo y, en el discernimiento
vocacional, pueden ayudaros a decidir el don total de vosotros mismos
como misioneros. […].
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Hora Santa Misionera
La transmisión de la fe, se realiza por el contagio
del amor, en el que la alegría y el entusiasmo expresan
el descubrimiento del sentido y la plenitud de la vida. Los
ambientes humanos, culturales y religiosos todavía
ajenos al Evangelio de Jesús y a la presencia sacramental
de la Iglesia representan las extremas periferias, los
confines de la tierra, hacia donde sus discípulos
misioneros son enviados.
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Hora Santa Misionera
Agradezcamos el regalo de ser bautizados,
discípulos y enviados como misioneros del amor a las
diversas realidades que viven las familias, comunidades
y pueblos, manifestando la alegría de conocerlo y
amarlo, pues, el amor de Jesús da fuerza y alegría.
Después de este diálogo amoroso con el Señor, nos
ponemos de pie para continuar orando en comunión de
un mismo espíritu.
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Hora Santa Misionera
corazón que busca a Dios a través de la meditación y la
contemplación. Y por quienes a causa de la fe en Cristo y
su compromiso a favor de los que sufren son
perseguidos.
Oremos: Jesús, misionero del Padre, danos tu Espíritu.
Momento de agradecimiento
Agradecemos al Señor desde lo que ha tocado e
iluminado hoy a nuestro corazón y resuena para una
mejor actitud de vida como bautizados, discípulos y
misioneros para llevar a todos el Evangelio, porque Dios
es nuestra fuerza.
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Hora Santa Misionera
Oración conclusiva
Padre bueno, compasivo y misericordioso
fuente de alegría, serenidad y de paz, te damos
gracias por el inmenso amor que nos tienes.
Jesucristo, misionero del Padre, con la
mirada fja en ti
queremos seguir anunciando la Buena nueva de
tu Evangelio.
Espíritu Santo, conságranos con tu unción
para que con renovado entusiasmo realicemos la
misión evangelizadora de llevar la alegría de la
bondad, el perdón y la ternura a cada hermana y
hermano.
Que María nuestra madre, discípula y
misionera interceda por nosotros, nos acompañe
en la tarea de ser contemplativos en la historia,
y comprometidos con el proyecto del Reino. Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.