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1. INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................... 3
2. LA GESTIÓN DEL PROFESORADO ............................................................................................... 3
3. PROGRAMAS DE FORMACIÓN DEL PROFESORADO UNIVERSITARIO ................................. 11
4. LA GESTIÓN DE LOS ALUMNOS ................................................................................................. 16
5. BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................................... 19
Como hemos visto a lo largo de este módulo la gestión académica es una pieza clave en una
institución de educación superior. En este caso, el profesorado se convierte en actor esencial para la
calidad de la enseñanza universitaria y es por ello que cuestiones como su selección, acceso y
contratación son elementos claves de la gestión. Pero, más allá de estas cuestiones, es necesario
contar también con programas de apoyo pedagógico al profesorado que nos garanticen el éxito en la
calidad de la docencia.
En este sentido, es importante que desde la gestión académica se planifique el apoyo al desarrollo
profesional del profesorado universitario. Una forma de hacerlo es a través de planes y programas
organizados, sistemáticos e integrados que permitan su relación con otras acciones y aspectos de la
política de profesorado, como por ejemplo con la política de incentivos y reconocimiento, con la
evaluación del profesorado, con los programas de promoción y movilidad.
Por último esta unidad tiene en cuenta la dimensión del alumnado en todas sus etapas y el
seguimiento de los mismos una vez que hayan finalizado sus estudios.
Sin duda la gestión del profesorado es una de las tareas fundamentales a las que se enfrentan la
mayoría de centros de educación superior, ya que constituye una pieza clave para organizar dos de
las actividades más importantes que realiza una Universidad: la docencia y la investigación. Este
capital humano es un elemento esencial para trazar las líneas estratégicas de la institución.
En la mayor parte de los países existe una legislación general sobre la contratación del profesorado
en educación superior y, a su vez, esto se refuerza con las normas internas que casi siempre se
incluyen en los estatutos para orientar la contratación y selección del profesorado.
Dedicación:
Sin embargo, en muchos otros países, y especialmente de América Latina este no es el caso,
ya que la dedicación plena no es considerada la norma a la hora de contratación, sino que,
por el contrario, la mayor parte del profesorado es de tiempo parcial. En este caso las causas
son distintas, ya que, por una parte, la dedicación plena se entiende como una suerte de
categoría profesional que se debe alcanzar y, por otra parte, la mayoría del profesorado
Categoría:
Este punto no deja de ser una de las cuestiones que lleva de cabeza a la mayor parte de los
responsables de legislar y regular la profesión del profesorado universitario. Es necesario
corregir la tendencia más o menos generalizada de que el profesorado surge del propio
alumnado egresado de la institución, o aquello que normalmente se denomina “endogamia”
universitaria. Si bien parece obvio que el sistema de selección debería apuntar a un sentido
de eficiencia y eficacia lo cierto es que la endogamia es una práctica generalizada difícil de
erradicar. Los defensores de la endogamia (que si bien en términos generales nadie parece
apuntarse pero en la realidad la mayoría lo practica) apuntan que, si bien un sistema de
selección abierto puede permitir el acceso a los mejores, la asimetría de información no
permite asegurar el procedimiento y, por lo tanto, se aplica el dicho “más vale malo conocido
que bueno por conocer”. En cierto sentido esto tiene algo de verdad puesto que se observa
que muchos profesores que acceden a una Universidad determinada lo hacen como puente
personal para otro tipo de actividad. Entonces la pregunta clave que debemos formularnos
es: ¿vale la pena elegir a los mejores si ellos no consideran que han sido elegidos para el
proyecto universitario?
De todas formas, es importante encontrar un equilibrio
en el sistema de selección, puesto que hay
procedimientos que permiten dar una oportunidad a
los profesores de la casa sin descartar qué profesores
externos puedan probar sus méritos para obtener una
plaza. Estos procedimientos son los concursos y
oposiciones que se llevan a cabo en las distintas
instituciones bajo normas muy parecidas, aunque los
matices pueden hacer que el procedimiento varíe.
Quizás el matiz más importante que se distingue en este tipo de actuaciones no se refiere
tanto a la forma del concurso-oposición (por ejemplo de qué manera se demuestra la
capacidad docente e investigadora), sino más bien a su validez. Se pueden identificar dos
sistemas claramente establecidos:
♦ Aquellos concursos-oposiciones que son permanentes y que duran toda la vida
laboral del profesor.
♦ Aquellos que son temporales y deben validarse cada cierto tiempo.
Posiblemente la endogamia está más enraizada en el primer caso ya que el “riesgo moral” es
muy elevado y perder una oportunidad (o ganar esa oportunidad) implica un coste (beneficio)
mucho mayor.
Remuneración:
En cuanto al sistema de remuneración la situación es muy diversa en cada institución (ya sea
pública o privada) y en cada país o región de un mismo país. Por regla general, es frecuente
encontrarse con la afirmación de que la docencia es una actividad poco reconocida, o lo que
es lo mismo, que el profesorado se encuentra en la escala de menor remuneración en la
sociedad atendiendo a sus responsabilidades y méritos. De ser esto cierto corresponde
preguntarse ¿a qué se debe el poco reconocimiento de la labor docente? Una primera
aproximación a la respuesta para esta pregunta sería que esto sucede al menos por tres
motivos que están relacionados con el salario de un profesor universitario:
♦ el hecho que el profesorado tenga una libertad de actuación mucho mayor que otros
trabajadores genera un aditivo que debe descontarse del salario,
♦ que sus decisiones erróneas no tienen una responsabilidad importante en materia
individual y pueden ser corregidas a lo largo de la carrera del estudiante y
♦ porque el nivel de cualificación individual no se puede comprobar de manera
permanente.
En todo caso ninguno de estos argumentos parece responder claramente al problema de los
salarios universitarios a pesar de que nos pueden dar una pista inicial de sus bajos niveles.
Es por ello que día a día, y según sea la institución, se comienzan a utilizar distintos tipos de
incentivos salariales para determinar de manera individual la capacidad del profesor
universitario y, sobre todo, su dedicación, ya que ésta puede ser muy variable e
independiente de su cualificación.
Estos incentivos se refieren fundamentalmente a la docencia y la investigación. Muchos
salarios se complementan con tramos relacionados con la productividad docente
(encuestas, porcentajes de aprobados en la asignatura) o con la productividad
investigadora (artículos, libros, publicaciones en general, así como contratos de
investigación), aunque hay procedimientos que premian también la dedicación horaria, las
tutorías, las ayudas en materia de gestión etc.
Si bien existen diferentes cuerpos en el profesorado, con regímenes distintos según el tipo de
contrato (funcionarios o laborales) y según la dedicación (tiempo parcial o completo), existen una
serie de deberes y derechos que se pueden establecer para todo el profesorado.
Un derecho básico del profesorado es la libertad para manifestar sus ideas, principio con el que la
universidad debe comprometerse de manera activa. A partir de este principio de libertad diversos
estatutos, reglamentos y legislaciones garantizan los derechos del profesorado. En cada uno de ellos
se pone el acento en distintos aspectos. Podemos establecer algunos derechos generales que se
recogen en la mayoría de las universidades y clasificarlos en:
Derecho a una carrera docente , en el que se incluye la promoción y provisión de plazas cuando
existan las condiciones para ello.
Derecho a optar por un régimen de dedicación docente.
Derecho al acceso a cargos académicos , a participación en diferentes órganos y a la
representación.
Derecho al disfrute de licencias .
Derecho a ser valorado, tanto en su tarea docente como investigadora.
Derecho al reconocimiento de los servicios prestados en la universidad.
En este apartado sin duda la percepción de una retribución es básica, pero ésta debe estar en
Derechos Económicos
Sin duda, la obligación básica de todo profesorado es cumplir con sus tareas docentes e
investigadoras, así como con las funciones determinadas en su contratación.
La docencia exige al profesorado el deber de programar, preparar, desarrollar y evaluar la
enseñanza que imparte de acuerdo al régimen de dilación establecido por cada universidad. La
obligación de investigar se encuentra estipulada y reconocida de modo diferente según cada
universidad. A ello se suma el deber que tiene todo profesorado de mantenerse actualizado y de
renovar sus conocimientos y metodologías.
Cumplidos estos deberes básicos, encontramos una serie de obligaciones que, si bien pueden variar
según la legislación vigente, comparten muchos puntos comunes. Entre ellos se destacan las
obligaciones para:
Prestar servicios al departamento o facultad en cuanto a necesidades de gestión,
organización decursos u otras enseñanzas complementarias se refiere.
Integrar comisiones oficiales y tribunales.
Acatar decisiones de los órganos de gobierno y cumplir con estatutos y normativas emanadas
por dichos órganos.
Actualmente existen presiones institucionales y sociales que están impulsando una nueva manera
de concebir la docencia universitaria. Estas presiones están relacionadas fundamentalmente con las
propuestas de reforma de titulaciones y enseñanzas, los procesos de acreditación y evaluación
institucional, la introducción y difusión cada vez mayor de las tecnologías de la información y la
comunicación, las necesidades y exigencias del mundo sociolaboral. Como consecuencia de estas
presiones algunas universidades están ofreciendo a su profesorado programas de formación que
contribuyan a comprender y asumir las complejas funciones que derivan de la sociedad del
conocimiento y de las condiciones sociales de la postmodernidad. En este sentido MIGU sería un
claro ejemplo de formación para profesionales del sector académico superior.
Paralelamente a las presiones institucionales existen una serie de presiones externas como las
demandas que plantea el sector económico y empresarial a las universidades, la fuerte
competitividad, la reducción de financiamiento público y el requerimiento de nuevas fuentes de
financiación, la redistribución en la demanda de estudiantado sobre las carreras (que lleva al
descenso en matrículas de titulaciones más tradicionales) y la demanda de nuevas titulaciones.
Todas estas presiones están configurando un nuevo panorama que es necesario enfrentar, no sólo
desde la gestión, sino también desde la preparación y formación del profesorado.
Otro factor que es necesario tener en cuenta para la gestión y formación del profesorado es el
alumnado. Los perfiles de los estudiantes que acceden a las universidades han ido cambiando a lo
largo de estos años por razones diversas, de acuerdo a cada contexto geográfico, histórico y social.
Lo cierto es que, fruto de la diversidad de experiencias de formación secundaria, actualmente asiste a
la universidad un grupo muy heterogéneo de alumnos, tanto por sus conocimientos previos como por
sus intereses y expectativas. Es también notoria la diversidad en cuanto a la edad y experiencia
laboral del alumnado. La idea del life-long learning, “aprendizaje continuo”, también denominado
“aprendizaje a lo largo de la vida” y las problemáticas personales han nutrido las aulas universitarias
con un tipo de alumnado que posee habilidades, capacidades y experiencias que requieren ser
atendidas con propuestas y estrategias diversas, adaptadas a contextos, características y situaciones
cambiantes.
Todas estas razones han llevado a los responsables de la gestión universitaria a diseñar nuevas
propuestas y consolidar servicios de apoyo al profesorado con el objetivo de contribuir a una
Queda claro que el profesorado universitario necesita aprender continuamente y actualizarse sobre lo
que hay que enseñar y cómo enseñarlo para poder responder efectivamente a las complejas
demandas de la sociedad actual, pero es deber de las universidades contribuir con este objetivo a
través del diseño de programas de formación, asesoramiento y apoyo pedagógico.
Voluntarios, es decir que el propio profesorado tiene que estar convencido de la necesidad
de formación para involucrarse en programas formativos. El profesorado detecta la necesidad
deformarse para hacer frente a las situaciones conflictivas que encuentra en su práctica, a la
necesidad de responder a las situaciones de cambio de la propia institución, a la necesidad
de buscar soluciones alternativas a los desafíos que se le presentan y a las lagunas que
El término competencias no deja de ser complejo y, en muchos casos, ha quedado restringido a las
competencias profesionales asumiendo un carácter más bien instrumental. En este caso se concibe a
las competencias como un conjunto de capacidades, habilidades, actitudes y conocimientos que se
ponen en práctica para resolver una situación nueva. La idea es traspasar la visión de competencia
operacional basadas en el saber cómo (definidas pragmáticamente y orientadas a resultados) y de
las competencias académicas basadas sólo en el saber qué (definidas por campo intelectual y
orientadas a proposiciones conceptuales) para llegar a un conocimiento sobre el hacer o
conocimiento reflexivo, con una definición abierta y basada en planteamientos múltiples y
orientadas al metaprendizaje.
A partir de un análisis de la enseñanza universitaria, Zabalza propone que el profesorado sea capaz
de:
Planificar el proceso de enseñanza aprendizaje.
Seleccionar y preparar los contenidos disciplinares.
Desarrollar competencias comunicativas: ofrecer informaciones y explicaciones
comprensibles y bien organizadas.
Uso y manejo de las nuevas tecnologías.
Diseñar metodologías y organizar actividades.
Capacidad de comunicación y relación con el alumnado.
Desarrollar funciones de tutorización.
Evaluar el aprendizaje de los estudiantes y también el proceso de enseñanza-aprendizaje, así
como su propia práctica.
Reflexionar e investigar sobre la enseñanza.
Trabajar en equipo y desarrollar compromiso con la institución.
A continuación, se analizarán las distintas etapas que se deben tener en cuenta para la gestión del
alumnado.
ETAPA PRE-UNIVERSITARIA
ETAPA UNIVERSITARIA
En esta etapa la gestión del alumnado demandará acciones relacionadas con la matrícula y para ello
resulta muy significativo contar con un buen sistema de información que permita obtener los datos de
los alumnos de manera integral, facilitando de esta manera su gestión a lo largo de la carrera.
Otra área de gestión importante durante esta etapa tiene que ver con las cuestiones relacionadas con
el pago de la matrícula y la difusión de información sobre las becas que se ofrecen, tanto en la
universidad como en el medio, para que el alumno pueda optar a ellas.
Toda esta información permite tener un mejor conocimiento sobre la realidad de la universidad y
facilitar la toma de decisiones.
ETAPA DE POSTGRADO
En esta etapa la información que deben recibir los alumnos tiene que ser mucho más exhaustiva que
en el grado ya que se trata de una especialización normalmente conducente a Máster o Doctorado.
La gestión del postgrado tiene una diferencia importante en la medida que la mayor parte de la
evaluación está determinada por trabajos de investigación especializados que deben estar
autorizados adecuadamente, por lo tanto la gestión del alumnado y de los centros debe adecuarse a
estas circunstancias.
¿Qué es un Postdoc?
La investigación postdoctoral es la investigación académica o científica llevada a cabo por una
persona que ha completado sus estudios de doctorado, para profundizar conocimientos en un tema
especializado, siguiendo su línea de trabajo doctoral. No es un grado académico ni se emite ningún
título al finalizar esta etapa.
Esta modalidad investigadora está incluida en la etapa de postgrado puesto que el investigador sigue
vinculado a una universidad, aunque también podría ser contemplada dentro de la etapa post-
universitaria puesto que no está cursando como tal ninguna titulación.
ETAPA POSTUNIVERSITARIA
Normalmente cuando los estudiantes terminan la carrera reciben su título y expediente académico
detallado y a continuación se desvinculan de la universidad. Sin embargo, entre la finalización de la
carrera y la etapa en la que pasan a convertirse en ex alumnos hay un área de gestión muy relevante
que tiene que ver con las prácticas en empresas que las universidades pueden ofrecer a sus
estudiantes.
Las prácticas en empresas normalmente se realizan en los últimos años de la carrera y constituyen,
para muchos estudiantes, el primer contacto con el mundo laboral y, en algunas ocasiones, pueden
Por último, el seguimiento de los alumnos titulados y la posibilidad de obtener un lazo de unión con la
Universidad después de su marcha puede ayudar en una doble dirección: en primer lugar,
demandando formación permanente a lo largo de la vida y, en segundo lugar, participando en
asociaciones de apoyo a la institución, tanto en materia de aporte financiero como de ayuda en la
inserción del mercado laboral de los futuros estudiantes.
5. BIBLIOGRAFÍA
Medina Rivilla, A., De la Herrán Gascón, A., & Sánchez Romero, C. (2011). Formación pedagógica y
práctica del profesorado. Madrid: Editorial Universitaria Ramón Areces.
Medina Rivilla, A. (2013). Formación del profesorado: Actividades innovadoras para el dominio de las
competencias docentes. Madrid: Editorial Universitaria Ramón Areces.
Finkel, D. (2010). Dar clase con la boca cerrada. Valencia: Universitat de Valencia.
Ramio, C. (2014). Manual para los atribulados profesores universitarios. Madrid: Catarata.
Hannan, A., & Silver, H. (2005). La innovación en la enseñanza superior: Enseñanza, aprendizaje y
culturas institucionales. Madrid: Narcea Ediciones.