Está en la página 1de 30

See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.

net/publication/229077426

Enfermería del niño y adolescente

Chapter · January 2012

CITATION READS

1 3,558

2 authors:

Luis Miguel Ruiz Jose Luis Graupera


Universidad Politécnica de Madrid University of Alcalá
184 PUBLICATIONS   1,844 CITATIONS    66 PUBLICATIONS   542 CITATIONS   

SEE PROFILE SEE PROFILE

Some of the authors of this publication are also working on these related projects:

Motor skill learning and Excellence in sport View project

Soccer penalty kicks View project

All content following this page was uploaded by Luis Miguel Ruiz on 24 November 2014.

The user has requested enhancement of the downloaded file.


Refe. Ruiz, L.M., Jiménez, F., Mendizabal, S., García, V. y Graupera, J.L., (2012)
Actividad física en la infancia. En C. Martin-Crespo y F.J. Medina (Eds.), Bases del
cuidado infantil y adolescente. Enfermería del niño y adolescente V. (pp. 495-530).
Madrid: Enfo Ediciones. ISBN: 978-84-15345-26-8

Cap. 8. Actividad física en la infancia.

Luis Miguel Ruiz Pérez1. Fernando Jiménez Díaz2. Susana Mendizábal Albizu3. Virginia García
Coll4. José Luis Graupera Sanz5

1Doctor en Psicología. Profesor Titular de Universidad.. Universidad de Castilla La Mancha


2 Doctor en Medicina y Cirugía. Profesor Contratado Doctor. Universidad de Castilla La Mancha
3 Doctora en Ciencias de la Actividad Física y Deporte. Profesora Titular.. Universidad de Castilla La
Mancha
4Doctora en Ciencias de la Actividad Física y Deporte. Profesora Titular. Universidad de Castilla La
Mancha
5 Doctor en Ciencias de la Actividad Física y Deporte. Profesor Titular. Universidad de Alcalá de Henares

Resumen

En el presente capítulo se analiza el papel de las actividades físicas y deportivas en las edades de crecimiento
y desarrollo. La importancia que en la actualidad tiene el incremento notable de la obesidad y el sobrepeso,
así como el descenso de la tasa de actividad física en los escolares, hace necesario considerar los aspectos
más esenciales del desarrollo motor infantil y la competencia para aprender nuevas habilidades motrices y
deportivas. De ahí que en este capítulo se haya pasado revista a los aspectos más relevantes del desarrollo
motor, comenzando por los aspectos básicos de la condición física de los más jóvenes, para analizar el
desarrollo motor haciendo hincapié en las transformaciones que en estas edades de crecimiento tienen sus
habilidades motrices fundamentales. El incremento de escolares que presentan verdaderos problemas para
aprender las habilidades que forman parte de los programas deportivos o de educación física supone una
llamada de atención para los profesionales de la salud, educación y padres, de la existencia de esta condición.
Las actuales condiciones de vida constriñen de forma notable las posibilidades de moverse, por lo que el
déficit motor empieza a ser preocupante, a pesar de que los juegos motrices ofrecen un escenario óptimo para
el desarrollo de la competencia motriz. Los entornos deportivos poseen un gran valor potencial ya que
ofrecen a los escolares como posibilidades de reto y de sentirse competentes. A lo largo de estas páginas se
encontrarán argumentos a favor de promover la práctica deportiva desde la más tierna edad, presentando
algunos consejos de interés para los profesionales de la salud, el deporte y la educación, así como para los
propios padres.

1
1. Introducción

No es exagerado indicar que una de las necesidades primordiales de todo ser humano es la de poder
moverse, de explorar su entorno, de mostrar su competencia sobre él. Para los profesionales de la
salud, del deporte y el desarrollo infantil, el movimiento de los niños se convierte en expresión de
su vitalidad y de su salud, de ahí que sea necesario conocer cómo evoluciona y cambia esta
capacidad de moverse que todos los niños tienen, y el papel que el entorno personal, social y
cultural juega en la misma.

Actividades como correr, saltar, agarrar, voltearse, deslizarse o lanzar una pelota más allá de ser
consideradas habilidades que manifiestan los niños en determinados momentos de su desarrollo, son
expresión de su presencia en el mundo y de su interacción con él. Para muchos estudiosos es
expresión de una verdadera inteligencia corporal1 que se caracteriza por el desarrollo del control
sobre los propios movimientos, por el control de los objetos y por la posibilidad de elaborar
productos.

Todo el mundo esta acostumbrado a admirar la pericia de un cirujano, de un violinista o de un


jugador de baloncesto, en todos ellos se manifiesta el control de sus propios movimientos, el control
que tiene sobre los objetos y lo que son capaces de alcanzar en sus respectivos campos de actuación.
Todo esto tiene su comienzo en la infancia cuando el desarrollo motor infantil eclosiona y muestra
su amplia y variada expresión de modos de actuación donde la energía y la información se
combinan de forma armoniosa para dar lugar a un individuo sano y competente.

En la actualidad se ha levantado la voz de alarma por la presencia de niveles nada recomendables de


sobrepeso entre los más jóvenes. Los países occidentales manifiestan su preocupación ante lo que
consideran una verdadera epidemia de obesidad y las consecuencias de un estilo de vida inactivo2.
De nuevo la vista se está volviendo hacia la necesidad de ordenar los modos de alimentación y
favorecer un estilo de vida físicamente más activo entre los niños y jóvenes, lo cual supone que los
profesionales de la salud deben ser conscientes de su importante papel como personas que deben
aconsejar y convencer a los padres de la necesidad de que sus hijos e hijas practiquen más
actividades físicas y deportivas, ya que con ello se contribuirá a la mejora de su salud presente y
futura.

2. El niño y las actividades físicas. Aspectos generales.

Está abundantemente reconocido el papel dinamizador que en el crecimiento y desarrollo tienen las
actividades físicas tienen en los niños y niñas. Es por lo tanto necesario que los médicos y
profesionales de la salud junto con los padres y educadores se conviertan en promotores de la

2
práctica de actividades físicas y deportivas entre nuestros niños y jóvenes para asegurarles un
crecimiento físico normal y saludable.

La investigación ha demostrado el papel estimulador que sobre el tejido óseo, muscular y los
órganos internos poseen las actividades físicas y el deporte3. Como indica Tanner4 la presión
íntegra del cartílago ayudado por la gravedad, el soporte del peso y las acciones musculares, son
indispensables para permitir el crecimiento de los huesos en la proporción esperada. Larson5 es de
la misma opinión al exponer que un estrés dentro de límites funcionales favorece el crecimiento de
los huesos, siendo la inactividad un factor negativo. El crecimiento longitudinal del hueso es debido
a la proliferación de las células subepifisarias favorecido por la acción excitadora de las presiones.
Del mismo modo el crecimiento en latitud está muy influido por la acción de los músculos insertos
en la periferia6,4,7, asimismo la actividad física actúa como moldeador de las articulaciones,
realizando en las mismas un auténtico rodaje8. Bayley9 resumió este interés por las actividades
físicas y los deportes en la infancia con la siguiente frase: "Es tan importante la cantidad de
actividad física que un niño desarrolla como la leche que debe tomar”.

Uno de los aspectos importantes para favorecer que los niños y jóvenes practiquen actividades
físicas y deportivas es conocer que con su crecimiento y desarrollo están construyendo los recursos
necesarios para poder actuar, para ser capaces de resistir un esfuerzo o de moverse con agilidad en
el espacio, y que todo ello se manifiesta en las múltiples actividades que desarrolla en las clases de
educación física, en los juegos de los recreos o en la práctica deportiva extraescolar. En la
actualidad se puede decir sin exagerar que las actuales generaciones han disminuido sus recursos
físicos, o lo que es lo mismo, que su condición física es inferior a la de otras generaciones, lo que se
ha visto acompañado por el aumento del sobrepeso y obesidad, con todos los riesgos que eso
conlleva. Se hace necesario retomar este asunto y poner la práctica de actividades físicas en un
lugar destacado, y en ello los profesionales de la salud juegan un papel muy relevante.

En definitiva, como indican Casperson, Powell y Christerson10 la condición física es un conjunto


de atributos que poseen o que adquieren las personas, y que están relacionadas con la competencia
para llevar a cabo actividades físicas. Esta noción es dinámica, está constantemente en proceso de
cambio y se ve influida por numerosos factores. Suele ser concebida como un conjunto de diez
componentes separados. Se agrupan en dos grandes categorías, así la agilidad, equilibrio, co-
coordinación, potencia, tiempo de reacción y la velocidad componen los aspectos de la condición
física orientados a la optimización del rendimiento motor (skill-related), mientras que la condición
cardiovascular, la fuerza muscular, la resistencia muscular, composición corporal y la flexibilidad
son los componentes relacionados con la salud (health-related)11 puesto que se asocian con el

3
mantenimiento de una buena salud y/o con la prevención de enfermedades.

2.2. Elementos importantes de la condición física infantil.

2.2.1. La capacidad física aeróbica de los niños y su importancia para la salud


Implica la habilidad del sistema cardiorrespiratorio para transportar el oxígeno a los músculos, así
como la capacidad de éstos en el uso del oxígeno recibido para la producción de energía durante
periodos de tiempo relativamente prolongados. Los niños son resistentes y pueden ser capaces de
llevar a cabo esfuerzos moderados de larga duración, también denominados aeróbicos. Es éste uno
de los aspectos más estudiados por la participación predominante del corazón, circulación y
musculatura, siendo considerado uno de los elementos importantes en el mantenimiento de la salud,
de hecho se ha relacionado estrechamente con un riesgo incrementado de padecer enfermedades
cardiovasculares, tanto en adultos12, como en adolescentes13,14, del mismo modo que se llega a
sugerir que una pobre forma física cardiorrespiratoria durante la infancia y adolescencia podría
tener repercusiones negativas en la edad adulta en cuanto al desarrollo de tales enfermedades14. A
pesar de las diferentes opiniones, los niños responden al parecer adecuadamente, a los esfuerzos de
larga duración como lo hacen los adultos15. Si el niño o niña no posee ninguna alteración cardiaca ni
enfermedad excluyente, no existe riesgo de sobrecarga ya que los fenómenos adaptativos son
similares a los adultos15,16, lo cual parece que se ve favorecido por la existencia de un mecanismo de
control de la fatiga nerviosa que ayuda a evitar esa sobrecarga.

Esta capacidad es mejorable con la práctica, es más es deseable mejorarla, de ahí que deban formar
parte de toda práctica infantil en formas muy diversas, como pueden ser correr, montar en bicicleta,
bailar, patinar, etc. En la actualidad la capacidad aeróbica de los escolares se ha reducido de forma
notable, de ahí que las recomendaciones internacionales de práctica de actividad física17 se
conviertan en un objetivo primordial para las sociedades occidentales: conseguir que los niños y
jóvenes sean capaces de acumular como mínimo 60 minutos diarios de una actividad física de
moderada a vigorosa, ya que se convierte en el soporte del resto de las prácticas físicas y deportivas,
es la capacidad que les permitirá implicarse en múltiples tareas y que les llevará a elegir los
deportes extraescolares como fuente de divertimiento. Es necesario que los profesionales de la salud
asuman que la inactividad física está asociada al sobrepeso y obesidad infantil18,19. Graber y
Locke20 en un reciente estudio encontraron que más del 60% de los escolares evaluados poseían una
baja condición física. Según valores normativos en población española21 el 18% de los adolescentes
posee un riesgo cardiovascular futuro debido a su deficiente capacidad aeróbica. En la misma línea,
Gómez, Ruiz y Mata22 analizaron la competencia motriz de un grupo de escolares de educación

4
secundaria encontrando que más de 50% presentaba dificultades para llevara acabo habilidades
como saltar rítmicamente o saltar a la pata coja, demostrando el progresivo deterioro de la
competencia motriz que se está llevando a cano entre los escolares por falta de una práctica de
calidad y cantidad suficiente.

2.2.2. La fuerza

Es una de las cualidades físicas o capacidad condicional Como indica Pancorbo23 es una cualidad
muscular derivada de las contracciones de sus fibras. Su manifestación en las edades de
crecimiento y desarrollo se expresa en la capacidad de superar obstáculos, vencer resistencias o
movilizar objetos. El aumento del tamaño muscular juega un papel muy importante en el desarrollo
de la fuerza en las edades de crecimiento. Si a la hipertrofia natural ligada al propio crecimiento se
le añade el efecto de la práctica de actividades físicas, se estará contribuyendo a que el tejido magro
predomine sobre el tejido graso.

De los 8 a los 12 anos el incremento de la fuerza no es muy relevante23 siendo mas el resultado de
la mejora de la coordinación que del crecimiento y grosor de los músculos. Parece correcto admitir
que los incrementos de la fuerza y velocidad en estas edades anteriores a la pubertad son debidos a
una mejora de la coordinación24. Como Mandel15 indicó la práctica deportiva eleva el nivel de
fuerza de los niños. Del mismo modo Paritzcova6 mostró que los niños que participaban
asiduamente en actividades físicas poseían un porcentaje mayor de tejido magro que los más
inactivos. Luego la práctica juega un papel importante en el desarrollo de la fuerza de los niños y
jóvenes, y la falta de estimulación adecuada determinará rendimientos inferiores. Correr, saltar,
lanzar, jugar, etc. se convierten en elementos favorecedores del desarrollo muscular y por lo tanto
de la fuerza.

El entrenamiento especializado en la época preescolar debe ser rechazado ya que en estas edades la
fuerza es un factor poco diferenciado25 y no específico, siendo más clara su presencia en la
adolescencia. Un trabajo excesivo de la musculatura en estas edades de crecimiento podría tener
efectos negativos en el crecimiento óseo. Desarrollar la fuerza de forma específica en estos niños
más pequeños no parece adecuado ni efectivo, ya que no poseen la base hormonal necesaria.

Todo ello nos lleva a considerar que el trabajo muscular en las edades de crecimiento es un trabajo
en el que preferentemente se de prioridad a la musculatura de apoyo23. Trabajo centrado en el
manejo del propio peso corporal y con resistencias leves para evitar dolores y lesiones musculares,
lo cual supone eliminar las objetos como las pesas. Por último las actividades de fuerza con peso o
resistencia excesivos pueden ser perjudiciales durante la infancia ya que pueden ocasionar lesiones

5
en hueso y aún más importante en los cartílagos de crecimiento por lo que se debe ser muy cauto.

2.2.3. La flexibilidad

Este es un factor cuyas características son muy peculiares. Es el único componente, cuyo apogeo
coincide con el paso de la infancia a la adolescencia, perdiéndose después progresivamente. La
flexibilidad es la capacidad de movilizar una articulación hasta su máxima amplitud, lo que requiere
el concurso de todos los elementos constitutivos de cada articulación. Conseguir flexibilidad óptima
permite mayor fluidez y amplitud de los movimientos durante la realización de actividades físicas,
lo que mejora la capacidad infantil para evitar lesiones de tejidos blandos, desgarros musculares o
ligamentosos.

En la edad preescolar el aparato locomotor se caracteriza por su gran elasticidad, por ello parece
inadecuado en los niños entrenamientos estrictamente específicos, estando indicados, por contra, las
actividades globales, de movimientos básicos, que le permitan ejercer libremente su motricidad.

La flexibilidad se puede recuperar hasta los 17 anos si hay un trabajo centrado en ella, a partir de
esta edad su desarrollo es mas difícil23. Es diferente en función del sexo, siendo mayor en chicas.
También debemos tener en cuenta que en las fases de crecimiento la flexibilidad disminuye debido
a que las estructuras óseas crecen con mayor rapidez que los músculos y tendones. La maleabilidad
de las estructuras óseas es un importante factor de riesgo a considerar por los profesores de
educación física, entrenadores y médicos. Lo estético de muchas actividades deportivas inducen al
niño o niña a realizar movilizaciones que superan los límites estrictamente funcionales, lo cual debe
ser visto con detenimiento si de promover la salud se trata.

Cuando se realizan ejercicios de flexibilidad, su trabajo coordinado con la fuerza es muy compatible
ya que la segunda depende de la sección longitudinal del músculo y la primera de su capacidad de
elongación. Como nos recuerda Pancorbo23 una flexibilidad insuficiente puede llevar a que los
niños no aprendan adecuadamente las diferentes habilidades deportivas o a que estén m’as
predispuestos a lesionarse.

Es necesario recordar la necesidad de ser paciente y cuidadoso en el trabajo de flexibilidad, nunca


se debe estirar hasta sentir dolor y los movimientos se deben llevar a cabo de forma controlada, sin
rebotes ni tirones. Es importante ser constante pues la flexibilidad se pierde fácilmente si no se
trabaja regularmente. Somos más flexibles a edades tempranas por lo que es la mejor edad para
iniciar su práctica. El mejor momento para realizar estiramientos es cuando las articulaciones están
calientes porque es cuando son más flexibles, por lo que resultan mucho más efectivos en las fase
de calentamiento y de recuperación, evitando los estiramiento de tipo balísticos o de empujes ya que

6
podrían llegar a lesionar los tejidos blandos, recordando que los ritmos circadianos influyen sobre la
flexibilidad, siendo las horas de la mañana entre las 10 y 11 horas, y por la tarde entre las 16 y 17
horas las que permiten una mayor amplitud de los movimientos.

2.2.4. La composición corporal de los escolares

La composición corporal nos solo tiene una influencia en el rendimiento deportivo sino también en
la salud de los escolares, teniendo una influencia decisiva en la respuesta fisiológica al ejercicio.
Durante la infancia, la masa magra aumenta de forma similar en ambos sexos. La aceleración de la
masa magra que se produce en los varones a partir de la pubertad refleja el aumento de la masa
corporal que se manifiesta con la fase de crecimiento súbito de la adolescencia. Por el contrario, la
ausencia de aumento en la masa magra de las mujeres significa que éstas han alcanzado niveles
cercanos a los de la edad adulta, aproximadamente 5 años antes que los hombres, cuya masa magra
madura en la edad de 19-20 años16.

Como indican estos autores, la masa adiposa media en las niñas es mayor que en los niños a partir
de la mitad de la infancia. Esta diferencia es más obvia en los años puberales en los que las chicas
acumulan un mayor tejido adiposo. El porcentaje graso declina lentamente durante la primera
infancia en ambos sexos, después de un elevado crecimiento. Cuando se aproxima la pubertad, las
chicas muestran un progresivo aumento que continua durante la adolescencia. Por otro lado, las
chicas muestran un ligero aumento en la adiposidad relativa en los últimos años prepuberales. El
porcentaje graso declina luego lentamente, reflejando el desarrollo de la masa magra en la pubertad.

En consecuencia, las chicas tienen un mayor porcentaje graso que los chicos durante la infancia
después de los 3-4 años. A los diez años, la adiposidad relativa en las chicas se duplica de la
manifestada en los chicos. A los 18 años, la composición corporal de las chicas puede incluir un 24-
28% de grasa para solo un 12-16% en los varones. Estos cambios en las mujeres conducen a
disminución relativa de la potencia aeróbica y de la fuerza muscular, por lo que debe ser tenida en
cuenta por los profesores. Después de la adolescencia, solo el tamaño de las células es variable. La
investigación sobre este asunto es limitada, pero, parece indicar que la dieta y el ejercicio son
particularmente importantes en estos periodos sensibles.

En la actualidad es abundante la evidencia que apoya la idea de que un exceso del componente
graso de la composición corporal predice una mayor vulnerabilidad a todo un conjunto de
enfermedades degenerativas, cardiovasculares y metabólicas26,27,28. Según la encuesta nacional de
salud de 2006, en España el 27,61% de la población de entre 2 y 17 años presentaba sobrepeso y/o
obesidad, proporción que parece ir aumentando de manera progresiva y que sitúa a España dentro

7
de los porcentajes europeos más elevados. Los niveles bajos de actividad física hacen que los niños
y niñas con sobrepeso y obesidad sean más proclives al sedentarismo. Este es uno de los grandes
problemas a los que el siglo XXI se enfrenta y en él los profesionales de la salud tienen una gran
responsabilidad, no sólo aconsejando una dieta adecuada y equilibrada, sino promocionando la
necesidad de que los niños y jóvenes practiquen actividades físicas y deporte para favorecer su
salud.

2.2.5. Las actividades físicas en el niño con problemas de crecimiento.

Del mismo modo que se ha informado del efecto beneficioso de las actividades físicas en el
organismo infantil, parece adecuado resaltar que existen circunstancias en las que estas actividades
deben estar especialmente seleccionadas y supervisadas por el médico y los profesores de educación
física. Existen condiciones individuales que predisponen a alteraciones en el proceso normal de
crecimiento y que pueden restringir temporal o totalmente la práctica de actividades físicas. Han
sido denominadas por los especialistas29 enfermedades evolutivas. Aunque es labor de médicos
diagnosticarlas y de enfermeros conocer su existencia, son padres y profesores los primeros que
notan su presencia en los niños. Como problemas más conocidos citaremos las osteocondritis,
ostecondrosis y epifisitis.

Por osteocondritis se entiende la inflamación simultánea del hueso y su cartílago, por


osteocondrosis la degeneración o necrosis que tiene lugar en diferentes núcleos de osificación en los
períodos de máxima actividad del crecimiento, y por epifisitis se entiende la inflamación de una
epífisis o del cartílago que la separa del hueso principal. Como es bien conocido5 el efecto de estrés
en dichas zonas puede contribuir a la aparición de estas enfermedades.

Las osteocondrosis, cuyas causas son poco conocidas, suelen estar asociadas a una alteración
vascular que provoca necrosis en la epífisis y fibrosis en la metáfisis. Su cronología se ubica en las
edades de 5 a 7 años y de 10-13 años, épocas caracterizadas por brotes de crecimiento, apareciendo
después de que el núcleo epifisario se haya formado. Los síntomas son de aparición gradual
provocando una dificultad de la marcha cuando se afecta algún hueso de la extremidad inferior, con
ausencia de dolor aparente, sensibilidad en las epífisis, limitación del movimiento y, en algunos
casos, espasmos musculares o deformidades que avisan de la presencia de dicha entidad nosológica.
El diagnóstico precoz de estas afecciones en los niños es de capital importancia, pues la práctica de
actividades físicas puede agravar el problema. La consulta médica es imprescindible. Entre las
osteocondrosis más conocidas encontramos:

• La Osteocondritis deformante de la cadera juvenil o enfermedad de LEGG-CALVE-PERTES en la

8
zona femoral proximal. Es una alteración típica que tiene lugar en los niños en edades de 5 a 7 años
y que conlleva acortamiento del cuello del fémur y aplanamiento de la cabeza femoral (coxa plana),
siendo vulnerable a esfuerzos y a fuerzas compresivas. Su restablecimiento puede llevar meses e
incluso años. Las actividades físicas que involucren a la articulación de la cadera están
contraindicadas.

• La Osteocondritis del tubérculo proximal de la tibia o enfermedad de OSGOOD-SCHLATTER, es


otra alteración muy común y que se ubica en la tuberosidad anterior de la tibia, lugar de inserción del
potente tendón del cuadriceps. Su momento de aparición se localiza en la edad de la pubertad (9 a 14
años). Esta alteración no conlleva presiones sobre la epífisis tibial pues la alteración está en la
tuberosidad tibial. Su aparición suele acompañarse con sensibilidad en la zona y la práctica de
actividades físicas o deportes que requieran ponerse de rodillas o realizar ejercicios de extensión
vigorosa de la rodilla, pueden agravarla. Por esta razón se restringe la práctica de actividades físicas
en el período más activa de la alteración, máxime en deportes como el fútbol, fútbol-sala o la
gimnasia deportiva29.

• Por último nos referiremos a la Epifisitis vertebral o enfermedad de SCHEUERMANN que afecta
preferentemente a los centros secundarios de osificación de los cuerpos vertebrales. Suele aparecer
entre los 12 y 17 años, cuando el crecimiento de la columna vertebral es más activo. Del mismo
modo que la osteocondritis de Legg-Calve-Pertes aparece más precozmente en las niñas. Su
detección se lleva a cabo al manifestarse una desviación progresiva de la columna vertebral,
normalmente asociada a dolores de espalda. Esta enfermedad puede provocar una cifosis
permanente, de ahí la necesidad de un diagnóstico precoz y la restricción de la práctica de
actividades físicas que, como el ciclismo, impliquen una posición en flexión de la espalda. Son más
apropiadas la natación o las actividades físicas que conlleven una estabilización vertebral y que
deberían ser recomendadas por el médico.

Con las referencias a estas tres alteraciones o enfermedades evolutivas, como ejemplo, queremos
llamar la atención sobre las diferentes situaciones que los niños y jóvenes pueden presentar, y el
papel tan importante que los profesionales de la salud juegan en su precoz detección

3. Desarrollo de la coordinación y competencia motriz.

Son numerosos los libros16,24,30,31,34 en los que expone el proceso de cambio que supone el
desarrollo motor, en este apartado destacaremos aquellos aspectos que son de gran importancia para
observar el estado de salud de los niños y niñas. Frente a una observación del desarrollo infantil
más congelada, sin su dinamismo característico, se propone una óptica más activa en la que es
importante saber que los niños y niñas en las edades infantiles corren y que esta carrera le permite la
participación en numerosos juegos y deportes y que a su vez es medio de gasto calórico en una

9
época en la que la amenaza del exceso de peso y obesidad es característico. Si la forma de correr no
es muy apropiada y poco económica, es muy probable que no desee correr con lo que ello conlleva
de disminución de la tasa de actividad física recomendable para su salud. Es necesario que los
profesionales de la salud conozcan el desarrollo de la capacidad de movimiento de los niños, y
comprender que su desarrollo es un objetivo primordial para que puedan involucrarse en actividades
físicas y deportivas en sus años infantiles y juveniles, y con mucha probabilidad en su edad adulta.

3.1. Sobre la competencia motriz y habilidades motrices fundamentales de los niños y niñas.

Las posibilidades motrices del niño evolucionan ampliamente desde el nacimiento para ir siendo
cada vez más complejas y variadas. Comprender el desarrollo motor temprano supone analizar
como los niños y niñas van alcanzando su autonomía personal. Es en esta etapa cuando se
desarrollan simultáneamente los sistemas manipulativos, locomotores y posturales de los niños y
niñas. Uno de los núcleos fundamentales del desarrollo motor infantil es la adquisición de la
competencia para desplazarse de forma autónoma y mostrar la capacidad de controlar los objetos y
situaciones de forma cada vez más eficaz y eficiente. Está claro que en este transcurso evolutivo son
numerosos los factores que influyen pero el análisis de las denominadas habilidades motrices
fundamentales son el eje central. En numerosos textos se ha tratado esta cuestión de manera
detenida24,32,33 de ahí que no se pretenda en este capítulo cubrir todos los detalles, pero se destacarán
los elementos más importantes para comprender el proceso de cambio y sus consecuencias para
fases posteriores del desarrollo motor.

Tanto los profesionales de la salud, los padres como los pedagogos deben saber que las habilidades
fundamentales caracterizan el desarrollo motor infantil entre el 2º y 8/9º año de edad y supone que
el niño o niña sea capaz de desplazarse de forma variada, equilibrarse y moverse en el mismo sitio
de forma diferentes, y manejar objetos tanto con las manos como con los pies, supone calidad en
sus acciones y energía para poderlas llevar a cabo. Son requisito imprescindible para que los niños
y niñas se introduzcan en el mundo de las habilidades complejas como son las deportivas, de ahí
que su dominio sea aconsejable, y que sean estos años en los que deben cultivarse y entrenarse, y
porque además son elemento imprescindible para poder llevar un estilo de vida físicamente
actividad y saludable.

El desarrollo de las habilidades fundamentales es un complejo proceso en el que interviene la


maduración y la experiencia. Centrándonos en este segundo factor destacaremos la necesidad de
ofrecer oportunidades y enseñanza que permitan que los niños y niñas de las etapas infantil y
primaria puedan desarrollar estas competencias. La existencia de estudios que manifiestan la
posibilidad de que los escolares no estén desarrollando convenientemente sus patrones

10
fundamentales, incita a reclamar una mayor atención por parte de todos. Las habilidades
fundamentales no se desarrollan únicamente con las actividades de los recreos, sino que necesitan
un diseño inteligente de situaciones de práctica que favorezcan su empleo sistemático y eficaz, y las
sesiones de educación física y de aprendizaje deportivo son los contextos apropiados.

Sin la práctica apropiada, las habilidades fundamentales permanecerán en estadios elementales, y no


alcanzarán los niveles de madurez convenientes, pudiendo ser expresión de posibles problemas
evolutivos de coordinación16,32,34. Los cambios evolutivos que se manifiestan en estas habilidades
reúnen los criterios de orden, dirección y estabilidad necesarios para poder establecer unas
características generales que permitan su observación y diagnóstico, de ahí que a continuación
presentemos algunos ejemplos seleccionados incitando al lector a la consulta de los textos
recomendados.

Hablaremos en primer lugar de la carrera, de correr, una habilidad fundamental en estas edades que
permite explorar el espacio de forma intensa y que debería estar ampliamente desarrollada en todos
los niños y niñas. Es una habilidad fundamental que permite a los niños la participación plena en
multitud de circunstancias tanto deportivas como lúdicas, los juegos infantiles.

El niño que comienza a correr tiene numerosos problemas que resolver, ya que correr le exige que
se mueva de tal manera que cree menos resistencia hacia delante mientras mantiene un equilibrio en
la misma dirección. Tiene que aprender a parar y cambiar de dirección, a sortear obstáculos, a
emplearla intencionalmente en los juegos y deportes, en definitiva, debe aprender las reglas que
rigen su utilización en contextos de diferente exigencia informativa y energética.

Evolutivamente hablando, se puede decir que es a partir del 5º año cuando se puede hablar de una
carrera madura similar a la adulta. El desarrollo de una carrera eficaz y eficiente tiene una gran
importancia para la participación de los niños y niñas en los juegos y deportes, lo que influye en la
dinámica social que se establece en dichos contextos, y que se traduce en un incremento de los
sentimientos de competencia. Los padres, educadores y profesionales de la salud debieran estar
alertas ante determinadas señales que indican que la carrera del niño no es coordinada y económica
y que, por lo tanto, supondrá un gran esfuerzo su propia realización, aumentando las posibilidades
de que no desee participar en juegos o actividades que la reclamen. Por lo tanto no estaría mal que
ante las señales de que los niños o niñas corren torpemente, se chocan con los objetos, se fatigan
con facilidad o su forma de correr es, cuando menos, rara, se consideraran cuáles suelen se las
peculiaridades de un correr ineficaz:

• La cabeza la llevan demasiado extendida o flexionada, con poco control.

11
• Tronco demasiado erguido, o flexionado, al correr.
• Excesiva rotación del tronco al correr.
• Los brazos cruzan el cuerpo en vez de balancearse adelante y atrás.
• Excesiva tensión en los brazos.
• Pasos cortos y desiguales.
• Pasos pesados y planos que provocan ruido al apoyarse en el suelo.
Todas estas dificultades puedes ser solucionadas con una adecuada instrucción por parte de un
profesor de educación física, de ahí que el consejo a los padres de que se preocupen de estas
cuestiones es fundamental y de que los profesionales de la salud la recomienden, ya que es una de
las habilidades fundamentales que perdurará durante toda la vida mientras mantengan la condición
física necesaria para poderla aplicar a múltiples situaciones cotidianas o deportivo-recreativas.

Otra de las habilidades fundamentales de gran interés para los niños en la infancia es poder
interceptar y atrapar una pelota. Perseguir móviles es una tarea necesaria en numerosas situaciones
lúdicas y deportivas, y es necesario para desenvolverse de forma segura. Los juegos infantiles, los
juegos en el recreo o los deportes están cargados de situaciones en los que los niños deben ajustar
sus movimientos a los movimientos de la pelota. Si esta competencia no se manifiesta, las
dificultades del niño para poder integrarse en los juegos son notables. Atrapar implica el intento y
logro de perseguir, interrumpir o cambiar la trayectoria de un móvil (por lo general un balón o
pelota) mediante el control que con las manos, u otra parte del cuerpo, puede ejercer el niño sobre
dicho móvil. Tal es el caso de los niños más pequeños cuando tratan de interceptar un balón que
rueda por el suelo. Uno de los aspectos más destacables de esta conducta es la sincronización (ti-
ming) y la capacidad de anticipación - coincidencia que esta habilidad reclama, al tener el niño que
ajustar sus propias acciones con las acciones del móvil, lo que exige unos ajustes perceptivo-
motores más complejos.

A diferencia de otras habilidades fundamentales, es difícil establecer el origen evolutivo del atrape
y la caracterización de su secuencia evolutiva, dado el numero elevado de variables que influyen en
el atrape (tamaño de la pelota, forma, peso, color, velocidad, trayectoria, etc.) y las diferencias
individuales. Una forma primitiva de atrape de una pelota que llega volando, ya se constata en los
niños menores de 3 años, en estas edades la forma clásica de atrapar es colocar los brazos en forma
de una canasta (receptáculo) y esperar de forma pasiva donde el adulto colocará el balón. Los
brazos están rígidos y las manos extendidas mostrando una relativa respuesta intencional a atrapar
el balón. Es un momento evolutivo en el que el niño no está disponible para la complejidad de esta
tarea espacio-temporal, en la que deben mover el cuerpo en relación a un objeto en movimiento.

12
Con el progreso de la edad, 4 años, las manos comenzarán a abrirse para recibir el balón; más tarde
los brazos perderán su rigidez para volverse más flexibles y localizándose junto al cuerpo para
recibir más adecuadamente la pelota.

Las investigaciones realizadas33,35,36,37 en una amplia población infantil confirmaron que más del
50% de niños de 5 años eran capaces de atrapar al vuelo una pelota. Al observar la forma madura
de atrape hay que fijarse en aspectos tales como que la posición del cuerpo está en la dirección del
balón, los ojos realizan una persecución visual del móvil, los brazos y manos absorben la fuerza del
balón y la posición de los pies es equilibrada y estable, sin duda esta es una forma favorable para
que puedan atrapar una pelota en los numerosos juegos infantiles que los niños practican, y en los
abundantes deportes en los que el balón se debe manejar con las manos. Otros aspectos de interés
para conocer una atrape competente son:

• El cuerpo ubicado en dirección al objeto.


• Los pies se colocan separados ligeramente y paralelos o con un ligero paso hacia delante.
• Los brazos se mantienen relajados a los lados del cuerpo o delante del cuerpo, y los codos se
mantienen flexionados.
• Las manos y dedos se mantienen relajados y ligeramente dirigidos hacia el móvil.
• Los ojos persiguen el vuelo del móvil.
• Los brazos van hacia delante para coincidir con el móvil.
• Los brazos absorben la fuerza del móvil al tomar contacto con él, y los dedos atrapan el móvil.
El papel de las condiciones del atrape son claves para que el niño tenga éxito, así el tamaño del
balón o del material a atrapar es de capital importancia ya que los tamaños pequeños necesitan
ajustes perceptivos - motores más finos que los de gran tamaño. Es conveniente recordar que la
reiteración en la práctica del atrape con balones de tamaño grande puede condicionar la forma de
atrapar, incitando a estrategias de atrape menos maduras. Otro aspecto interesante es la velocidad
del móvil. Es necesario recordar que la capacidad de procesar información en el niño es menor que
en el adulto, del mismo modo que su tiempo de reacción es más lento, con lo cual, balones lanzados
directamente a velocidades inadecuadas, pueden favorecer conductas de rechazo o el fracaso.

Las estrategias de atrape son variadas a lo largo de estos años, los niños más jóvenes tienden a
emplear estrategias más o menos estereotipadas ya que prefieren utilizar siempre la misma
velocidad de acción de los brazos a pesar de la velocidad del móvil, incluso en situaciones de
velocidad elevada, aparece esta estrategia de nuevo. A medida que desarrollar su competencia
anticipatoria y mejoran sus mecanismos de programación y control motor, se ajustan a los
movimientos del móvil de forma más eficaz, algo que ocurre a partir de los 7 años. No obstante los
padres, educadores y profesionales de la salud debieran conocer que pueden presentar dificultades

13
al atrapar una pelota y que éstas se manifiestan en:

• Control postural débil.


• Cierra los ojos al acercarse el móvil.
• Incapacidad para mantener los ojos en el móvil.
• Colocación de forma incorrecta de las manos
• Volver la cabeza ante el temor de que el impacte.
• Tratar de atrapar o interceptar antes de tiempo, o de forma retrasada.
• No sujetar bien el móvil y se le cae de las manos.
• La pelota le rebota en las manos al estar demasiado rígidas
La práctica es necesaria para poder dotar a los niños y niñas de la experiencia y confianza necesaria
para participar en juegos de balón que reclaman el atrape y la intercepción en condiciones de
variada exigencia espacio-temporal.

Por último, hablaremos de la equilibración. El control postural y las equilibraciones son


componentes del desarrollo motor que evolucionan con la edad y que están estrechamente ligados a
la maduración del Sistema Nervioso Central. Las tareas equilibratorias se han empleado para
evaluar el desarrollo motor a partir de los 30 meses de edad solicitándoles que se mantengan sobre
un pie en diferentes posiciones o que se desplacen sobre una línea marcada en suelo. Esta
competencia ha sido estudiada muy abundantemente en las edades tempranas. Esta competencia
reclama la participación de numerosos sistemas corporales como indican Shumway-Cook y
Woollacott38, quienes destacan que en el control postural influyen sistemas como las sinergias
neuromusculares, componentes músculo-esqueléticos, los sistemas sensoriales, estrategias
sensoriales, mecanismos anticipatorios, mecanismos adaptativos y representaciones internas16.

Hacia el segundo año manifiesta progresivamente la posibilidad de mantenerse sobre un apoyo


durante muy breve tiempo, lo que le permite poder golpear con el pie un balón y realizar
desplazamientos múltiples, lo cual indica que esta competencia se convierte en un componente
básico en el desarrollo de las habilidades fundamentales. Hacia el tercer año puede mantener el
equilibrio en posición estática sobre un pie de 3 a 4 segundos y marchar sobre líneas marcadas en el
suelo. La estrategia que suelen emplear al desplazarse es la de adelantar siempre el mismo pie, algo
que recuerda el paso marcado empleado al subir y bajar escaleras. Hacia el cuarto año es capaz de
marchar sobre líneas curvas marcadas en el suelo. También en estas edades alterna los pasos al
desplazarse sobre una barra de equilibrio de 3 metros de longitud, por 6 cm. de ancho y 10 cm. de
alto (Tabla 1).

Es a partir del quinto año que el niño va mostrando los ajustes necesarios tanto equilibratorios como

14
visomotores que le permiten la realización de tareas estáticas y dinámicas de tipo equilibratorio,
aunque no es capaz todavía de mantener el equilibrio estático con los ojos cerrados. La
investigación (añadir cita bibliográfica) ha mostrado que un porcentaje elevado de niños y niñas son
capaces de realizar un numero abundante de tareas equilibratorias tales como mantenerse en una
posición estática sobre los dos pies, un pie o realizando movimientos como saltar y girar o marchar
hacia delante o hacia atrás. Como indican Keogh y Sudgen35 estas tareas son útiles hasta el 5º año,
después de esta fecha ofrecen poca información salvo que se establezcan condiciones concretas
tales como mantener una postura concreta durante un tiempo dado, como en la mayoría de las
baterías de desarrollo motor emplean. A partir de estas edades las demandas equilibratorias son
abundantes y variadas que reclaman un control postural complejo como en tareas sobre los patines,
monopatines, montar en bicicleta o los juegos de persecución y esquiva. Es a partir del séptimo año
que los niños y niñas no consiguen mantener el equilibrio con los ojos cerrados.

La investigación ha demostrado como la equilibración no es una competencia unitaria sino que lo


más adecuado es hablar de equilibraciones, ya que a la tradicional clasificación de equilibrio
estático o dinámico, se ha destacado la existencia de diferencias entre el equilibrio estático y
dinámico, con los ojos abiertos y ojos cerrados y del cuerpo o de objetos. Factores tales como la
base de sustentación, la altura del centro de gravedad, el número de apoyos, la elevación sobre el
suelo, la estabilidad de la propia base, el tipo de locomoción, son factores que pueden variar la
dificultad de las tareas equilibratorias tanto si se realizan con los ojos abiertos o cerrados.

Son otras muchas las habilidades que no son estrictamente denominadas fundamentales pero que
van tomando carta de naturaleza en el desarrollo motor infantil tales como el bote de balón,
levantarse del suelo con rapidez o realizar giros y volteretas33. Siendo una competencia fundamental
sus dificultades afectan al resto de las habilidades fundamentales, de ahí la necesidad de observar y
detectar los posibles problemas equilibratorios. Es posible que un sector de los niños y niñas de
estas edades puedan presentar dificultades para controlar y mantener la estabilidad al desplazarse o
al tratar de mantener una posición o adoptar posturas. La falta de control postural puede impedir
que el niño realice un control visual de las tareas a realizar. Es probable que las dificultades
equilibratorias se manifiesten en circunstancias en las que tengan que desplazarse sobre superficies
elevadas, al cerrar los ojos al girar o al cambiar de posición. Es interesante observar a los niños y
niñas cuando emplean objetos o materiales que reclaman este tipo de competencia.

La práctica juega un papel relevante por la importancia que esta competencia tiene en el sentimiento
de competencia que los niños puedan desarrollar en esta etapa. Ofrecer juegos y tareas en las que
deban adoptar posiciones con diferente número de apoyos, incitándoles a que mantengan

15
referencias visuales para mantener el equilibrio sobre un apoyo, ofreciéndoles contextos de
seguridad que les permitan realizar tareas con los ojos cerrados en circunstancias diferentes,
incitándoles a prestar una atención interiorizada a la posición adoptada, etc. son posibles
sugerencias para poder incrementar la competencia equilibratoria y el control postural en estas
edades.

4. Los problemas de coordinación motriz en la infancia.

Es muy probable que los padres se hayan preocupado en algún momento por las dificultades de sus
hijos al atrapar una pelota, correr entre obstáculos o jugar a un deporte. Es habitual que incluso lo
hayan consultado con el médico. Con toda seguridad su profesor o profesora de educación física se
haya percatado de esta situación y que incluso esté tratando de remediarla en las clases.
Rápidamente se establece que hay algún pequeño problema o retraso en el desarrollo motor de ese
niño pero que se solucionará con la edad.

Para los especialistas el que se trate de un retraso, disociación o desviación es importante porque
afecta a la interpretación del problema y a la intervención para paliarlo. El retraso estaría referido a
un menor nivel de desarrollo en un aspecto de la competencia motriz, como por ejemplo el atrape de
pelotas. La disociación supondría una diferencia en la tasa de desarrollo entre aspectos diferentes
del desarrollo de la competencia motriz. Por último, en la desviación, la progresión de cambio es
diferente, no está retrasada, por ejemplo, cuando un escolar de menos de tres años es capaz de
manifestar una clara preferencia manual, lo que pudiera llegar a indicar la existencia de un
problema dado que estas preferencias se consolidan en edades más avanzadas. Tal vez sea Nicolás
Oseretsky el primer investigador que destacó la existencia, como entidad neuroconductual, de la
torpeza motriz, lo que le llevó a su estudio y evaluación durante la década de 1920 en su laboratorio
del Instituto Neurológico de Moscú, desarrollando una de las baterías más conocidas para la
evaluación de lo que él denominó idiocia motriz.

Pasaron varias décadas hasta que diferentes estudiosos empezaran a sentirse atraídos por el estudio
de los problemas de coordinación. Así en los años 1960 Walton, Ellis y Court39 publican en la
British Medical Journal un artículo titulado “Los niños torpes”. En él describían las características
que presentaban un sector de la población infantil que les eran remitidos como médicos porque
mostraban torpeza al moverse en su vida cotidiana, y no encontraban que la literatura médica se
hubiera preocupado suficientemente de esta condición. De los 5 niños que fueron estudiados, y de
los cuales presentaban sus reflexiones, lo llamativo era que no manifestaban alteraciones en su
sistema nervioso, tales como defectos en las vías piramidal, extrapiramidal o cerebelosas tan

16
importantes para los movimientos voluntarios. Para estos autores la clave estaba en la propia
organización cerebral.

Aunque estos niños mostraban un comportamiento convencional en los exámenes neurológicos


habituales, frecuentemente exhibían una variedad de diferencias neurológicas cualitativamente
distinguibles denominadas signos neurológicos suaves (soft signs). Se consideraba que la presencia
de estos signos neurológicos suaves era un indicador de ligeras disfunciones del cerebro causantes
de la torpeza, de ahí que se acuñara la expresión “disfunción cerebral mínima”.

Tal vez uno de los esfuerzos más notable sea el realizado por Gubbay40 quien consideraba la
existencia de niños mentalmente normales, sin alteraciones morfológicas y sin problemas
diagnosticados pero con claros problemas para llevar a cabo movimientos intencionales y
coordinados, separándolos de otros niños con problemas de coordinación debidos a problemas
médicos diagnosticados, por lo que para este investigador, la torpeza motora poseía entidad
suficiente para ser estudiada por sí misma, y no solo porque formara parte de un cuadro más general
de dificultad, como muy bien presentó Hernández41 en su texto sobre Torpeza Motriz en 1995.

Sea como fuere lo cierto es que la mayoría de los escolares que tenían dificultades para coordinar
sus movimientos no presentaban un cuadro clínico claro que explicara dichas dificultades. Desde
este momento el interés creció y fueron muchos más los investigadores que se empezaron a
preocupar por esta paradoja, la de niños y niñas aparentemente sanos pero que son incapaces de
moverse con coordinación. Si nos centramos en el ámbito de la educación física, en todas las clases
de educación física o de aprendizaje deportivo existen alumnos que tienen dificultades en aprender
lo establecido en los programas, y como responsables de la materia tenemos una obligación moral y
profesional de conocer, evaluar y tratar de mejorar dichos problemas de coordinación motriz desde
las edades más tempranas.

Es común, como ya se ha comentado, que se les denomine de forma no muy favorable, así
expresiones tales como “poco avispados, indolentes, desmañados, incompetentes, patosos, torpes,
etc...”, sean de las más habituales entre sus compañeros de clase, algo que les puede llegar a marcar
en toda su vida escolar. Tal vez lo más paradójico es que son alumnos y alumnas normales que se
tropiezan con todo y con todos, que se golpean frecuentemente, se les cae todo de las manos,
pierden el balón constantemente, manifiestan temor hacia numerosas actividades y materiales del
gimnasio, no son bien admitidos por sus compañeros en los juegos y deportes, y pueden llegar a
desbaratar cualquier proyecto colectivo por su lentitud, impericia, pasividad o distracción.

17
Han sido muchos los términos que se han empleado para caracterizar a estos escolares hasta llegar
al consenso de denominarlos como Desórdenes o Trastornos Evolutivos de Coordinación
(Developmental Coordination Disorders) así la Asociación Psiquiátrica Americana42 (Manual
Estadístico y Diagnóstico de los Problemas Mentales) los caracteriza como:

• Problemas con la organización del movimiento y su estructura espacio-temporal.

• Diferencias cualitativas de sus movimientos en comparación con los realizados por sus iguales.

• La presencia de otros problemas asociados que afectan a su funcionamiento en la vida escolar o en sus
actividades cotidianas.

Tanto la Asociación Psiquiátrica Americana (APA) como el manual de la Organización Mundial de


la Salud y su Clasificación Internacional de las Enfermedades y Problemas de salud relacionados –
ICD -1043 reconocen la existencia de esta condición de dificultad y resaltan sus peculiaridades, así
mientras que para la APA la denominación es: Desorden evolutivo de la coordinación motriz
(DCD), para la OMS esta condición es denominada: “Desorden evolutivo específico de la función
motriz”. En este texto se utilizará de forma predominante la expresión Problemas Evolutivos de
Coordinación Motriz con su acrónimo PECM, aunque reconocemos que en medios terapéuticos se
emplea también la expresión trastornos evolutivos de la habilidad motriz.

Un análisis de los diferentes estudios realizados sobre este sector de la población escolar nos
manifiesta que globalmente poseen un conjunto de peculiaridades:

• Manifiestan dificultades para llevar a cabo y aprender las habilidades motrices del programa de
educación física, y muestran retraso en las habilidades motrices fundamentales.

• Poseen una integridad psicofísica que les hace normales a todos los efectos, de ahí la dificultad que
existe para establecer las causas de dichas dificultades.

• Su condición no es general sino que muestra una gran heterogeneidad y especificidad.

Pensemos por un momento en un escolar de primaria con dificultades de coordinación en las clases
de educación física. En estas clases se deben vestir y desvestir, lo que les puede poner en una
situación de cierta presión al no ser demasiado rápidos en esta tarea, perdiendo el ritmo del resto de
sus compañeros. Una vez se ha cambiado, debe salir al gimnasio y participar con sus compañeros en
las actividades de la clase, lo que les puede acarrear un mayor nivel de tensión y ansiedad ante la
imposibilidad de poder llevar a cabo las tareas como las propone el profesor. En las tareas de balón
se sienten desorientado, no sabe cuando debe actuar, y cuando lo hace, o es demasiado pronto o
demasiado tarde, el balón se pierde y sus compañeros le increpan, cuando no se ríen de él.

18
Cuando de lo que se trata es de llevar a cabo algún salto por encima de obstáculos, la cosa se
complica, debe correr y calcular bien el impulso para no tropezar con el banco sueco o con el cajón
del plinto, solo pensar en golpearse hace que su atención se reduzca drásticamente y que su
capacidad para adaptarse a los posibles cambios se vea anulada. En definitiva, para estos niños la
experiencia de la clase de educación física puede llegar a ser ansiógena, una ración diaria de
desprecio, de risas, de increpaciones cuando no de ofensas.

Establecer un retrato robot de estos escolares con dificultades para moverse coordinadamente es
difícil dada la heterogeneidad de su condición. Sus dificultades pueden ser variadas ante diferentes
tareas. Así, para algunos escolares sus dificultades se centran en el empleo de sus manos en tareas
que reclaman habilidad mientras que para otros las dificultades surgen cuando deben mover
globalmente su organismo para responder a los requerimientos de la clase de educación física.
Mientras que para unos es difícil realizar tareas de balón, para otros lo es mantener el equilibrio y
control en el espacio. Espacio que puede ser estable o inestable, lo cual añade otras exigencias para
las cuales no todos están bien dispuestos. Este mosaico de dificultades hace que sea difícil
establecer un único perfil44.

En definitiva, son escolares que suelen mostrar un desarrollo motor diferente al resto de sus
compañeros. En diferentes investigaciones llevadas a cabo34,45,46 se ha caracterizado al niño o niña
poco competente como aquel o aquella que manifiesta:

• Poca eficacia en el manejo y empleo de objetos y utensilios cotidianos.


• Dificultades para escribir, dibujar o modelar.
• Lentitud al vestirse, abrocharse la ropa, limpiarse los dientes o atarse los cordones de los
zapatos.
• Problemas al equilibrarse, lanzar, atrapar, golpear o conducir con el pie una pelota.
• Dificultades para seguir ritmos, de sincronizar sus acciones (timing) con otros o la música.
• Incapacidad para calibrar la fuerza de sus acciones motrices, demasiado fuertes o débiles.
• Dificultades para planificar y organizar sus acciones motrices.
• Baja conciencia espacial, temporal y cinestésica.
• Cierto retraso en su desarrollo de las habilidades fundamentales.
Si hubiera que destacar algunos indicadores evolutivos de los problemas de coordinación motriz
basándonos en los resultados de un gran número de investigaciones, diríamos que al menos existe
un consenso en que 6 indicadores parecen claros:

• Retraso en el dominio de las habilidades motrices básicas,

• Lentitud al vestirse,

19
• Problemas al escribir,

• Problemas con el equilibrio,

• Baja competencia en las habilidades de balón

• Problemas con las habilidades de locomoción.

Se hace necesario prestar atención a estas dificultades ya que son cada vez más los padres y
educadores que reclaman una explicación ante estas dificultades que sus hijos o educandos tienen a
la hora de desenvolverse en el campo de juego, el gimnasio o el aula. El desarrollo de programa de
intervención centrados en incrementar la competencia de los niños y niñas devolviéndoles la
percepción de que son capaces de realizar tareas motrices cada vez m’as complejas, es un aspecto
fundamental. Aceptar que los logros en estos escolares son lentos y complejos supone asumir que la
paciencia es la mejor aliada para favorecer el desarrollo motor de estos escolares34.

5. Juego y deporte en la infancia

Una de las características más importantes de los niños es su deseo de ser competentes en su medio,
de ahí éste se convierte en un incitador permanente de su capacidad de movimiento, movimiento
que toma expresión de actividad lúdica que le permiten dicha adaptación de tal manera que su
primeros juegos de dominio corporal son un medio de adaptación al medio físico y social. El juego
y su derivación en el juego deportivo, en los escolares representa una función de desarrollo y es
pieza clave en el educación de los seres humanos de nuestras sociedades industrializadas 47

Los juegos motrices son un excelente medio para refinar las habilidades que le permitirá acceder a
nuevos patrones de movimiento más complejos, ocupando un amplio espacio de las vivencias y
experiencias infantiles48, estos juegos se van transformando en formas jugadas de mayor
organización que permiten el acceso a los deportes y su práctica.

Sin duda los juegos infantiles son la antesala de juegos más organizados y complejos, frente al
dilema de tener que comprar una máquina de marcianitos o un balón, se debiera optar por la
segunda opción, ya que estaríamos contribuyendo a la salud de los más jóvenes al proponerles salir
al campo y ejercitarse. Las actuales condiciones ambientales no son muy proclives a la práctica
lúdica de ahí que sea necesario el buscar las instalaciones deportivas más cercanas al domicilio o las
instalaciones escolares para que sean el lugar donde se desarrolle una verdadera comunidad de
práctica a la que se debiera animar a los padres para que participen, la práctica de adultos cercanos
y significativos para los niños es un dinamizador de la práctica de los niños.

20
Existen centros en los que se favorecen programas de actividad física en los que madres y padres
pueden practicar con sus hijos, o programas acuáticos a los que se puede asistir desde muy
temprana edad. En las edades preescolares, edades en las que hemos indicado que se desarrollan las
habilidades fundamentales y la competencia para desenvolverse en juegos cada vez más complejos,
las actividades que puedes ser incitadoras y atractivas van desde los patines a la natación, los juegos
de balón o pelota, en definitiva, si las actividades está adaptadas a las posibilidades de los niños, la
mayoría de los deportes conocidos pueden ser fuente de salud para los niños, siempre que se
practiquen en una atmósfera emocionalmente positiva, en la que se respeten los ritmos de
aprendizaje de cada niño y en la que no se abuse de la comparación con los demás y se incite la
propia mejora y auto-superación.

Es este un punto en el debería destacarse la labor del profesor o profesora, ya que no todos poseen
los conocimientos pedagógicos necesarios para poder introducir en las actividades físicas y
deportivas a los más pequeños, de ahí que deba estarse alerta ante los abusos que pueda cometerse
por parte de los que ven a los niños como adultos en pequeño.

A partir de los 6/7 años los niños y niñas poseen los recursos necesarios para poder incluir en
cualquier grupo de práctica, comienza un periodo en el que los niños aprenden con gran facilidad y
están dispuestos a esforzarse en aquello que realmente les motiva, como ya se ha comentado son
muy resistentes si no se les exigen una elevada intensidad, pero pueden responder sin problemas a
los requerimientos de una actividad moderada y vigorosa sin grandes problemas. Los deportes son
escenarios favorables para el disfrute y el esfuerzo, que se convierten en la mejor medicina para la
mejora de su salud, de ahí que los profesionales de la salud deban animar a los padres para que
compartan con sus hijos estas oportunidades, y a que las consideren como una vía importante de
mejora de la salud de sus hijos e hijas.

Lo cierto es que todos los niños pueden disfrutar de la práctica deportiva si ésta se adapta a sus
posibilidades perceptivo-motrices y a su crecimiento, lo cual no es otra cosa que aplicar el sentido
común a una práctica que a la mayoría les agrada y que practican porque les agrada y lo pasan bien,
pero que además se convierte en fuente de salud a movilizar sus recursos físicos y contribuir a
disminuir el sedentarismo y sus efectos perniciosos en una sociedad preocupada por el exceso de
peso y la obesidad .

6. Deporte competitivo en edades de crecimiento

Anteriormente se han presentado los beneficios de la actividad física y el deporte en períodos de


crecimiento, y parece adecuado realizar algún comentario cuando estas actividades deportivas

21
adquieren un tono competitivo. Como primera afirmación diremos que una buena educación física
es una garantía de acceso al deporte con garantías de disfrute. La dedicación actual que en entorno
educativo tiene esta materia es, a todas luces insuficiente, para que sus enseñanzas y prácticas
provoquen algún tipo de cambio, de ahí la necesidad de estar alerta a los posibles excesos que
puedan cometerse con los más jóvenes al introducirlos en el deporte sin la adecuada formación.

La competición deportiva no debe contemplarse como una experiencia negativa para los niños y
niñas sino que cuando es adecuadamente desarrollada se convierte en fuente de enriquecimiento
personal. De ahí que los profesionales de la salud, los padres y los educadores deban conocer y
aceptar que primero es el niño y después la competición deportiva, de ahí la necesidad de realizar
alguna consideración al respecto.

Las competiciones deportivas en las edades infantiles son enriquecedoras cuando se cumplen una
serie de condiciones previas que los padres, educadores y profesionales de la salud debieran tener
en cuenta, tales como:

• Dotarle de una adecuada capacidad física que le permita participar de forma provechosa en
la actividad deportiva, de ahí la necesidad de saber quién organiza y cómo lo organiza.
• Incluirle en competiciones donde no existan diferencias de nivel elevadas, no deben pasarse
la vida sentados en el banquillo mientras sus compañeros más competentes disfrutan del
juego.
• Prever la asistencia médica adecuada, los deportes conllevan la posibilidad de accidentes que
deben ser asistidos convenientemente.
• Dotarle del material adecuado, la precariedad solo aumentan los riesgos.
• Evitar trasladar al niño sus frustraciones. La competición pertenece a los niños y no a los
adultos, el objetivo es que disfruten y se desarrollen.
• Disminuir el stress deportivo. El disfrute es la clave del deporte, todo lo que sean adultos que
presionan, padres que presionan o deportes que se miden exclusivamente por el resultado,
provocan atmósferas poco saludables para los niños y niñas.
• Controlar al máximo los posibles peligros (Hay que prestar atención a los deportes de
contacto).
• Profesionales competentes, cualquier persona no puede ser el responsable de la competición
deportiva, se debe exigir calidad en la formación y experiencia de los responsables.

7. El discapacitado y las A.F. y el deporte.

El papel que las actividades físicas y el deporte tienen en la salud de los niños y niñas con algún
tipo de discapacidad está considerado ha sido reconocido por numerosos especialistas49,50. El
mundo de los deportes ha mostrado como practicar permite el dominio de un amplio abanico de
habilidades. Los deportistas sordos fueron los primeros en mostrarse en la escena atlética, desde
entonces hasta la fecha se puede decir que existe una actividad física y un deporte adecuado para

22
cada discapacidad. Los efectos que la práctica tiene en los discapacitados va más allá de la
dimensión fisiológica influyendo en la salud global de los niños, en todas sus manifestaciones,
aumentando la sensación de bienestar personal y de percepción de competencia así como las
relaciones sociales.

Las actividades acuáticas y la natación son adecuadas para los niños y niñas cuyos problemas de
desplazamiento son manifiestos, mientras de deportes como la Boccia permite de niños con parálisis
cerebral puedan sentir la satisfacción de ejercer su capacidad sobre una pelota, como lo es el fútbol
con las personas ciegas o el esquí para un amputado. En definitiva, el ser humano siempre encuentra
soluciones y es capaz de logros antes impensables, pero como indicaba hace muchas décadas
Pearson51 los niños adoptan frente a sus discapacidades la misma actitud que sus padres, educadores
o profesionales de la salud. Si estos se apuran, él también lo hará, si se avergüenzan, él también lo
hará, pero si se le contempla como lo que pueda llegar a ser, seguro que se sentirá movido a serlo, y
estará vacunado para todo aquello que le pueda acontecer es su camino persona, y es necesario
recordar que tanto el sedentarismo como la obesidad, también afecta a las personas con
discapacidades, sus necesidades actividades y movimiento son reales, y en muchos casos muy
necesarias, de ahí que los profesionales de la salud por la confianza que los pacientes y los padres
ponen en ellos, son las personas idóneas para la promoción de la práctica de ejercicio física y
deporte.

Para que este contacto del niño discapacitado sea enriquecedor se hace necesario cumplir una serie
de recomendaciones52:

• Una buena calidad de las relaciones del adulto con el niño y niña

• La necesidad de mostrarle que existen muchas posibilidades de acción que no conoce y que siempre
existe alguna actividad deportiva que puede llevar a cabo.

• Todo esto supone que el educador emplee el material más adecuado a las situación de discapacidad y
sepa acomodar las exigencias de la tarea a la experiencia, conocimiento y posibilidades de los
escolares.

8. ¿Qué deporte en estas edades?


Llegado a este punto parece adecuado plantear algunas cuestiones sobre el tipo de deporte que
puede ser más adecuado en las edades escolares, así como plantear algunas consideraciones
adicionales. En primer lugar, cabe destacar que la gran mayoría de los deportes pueden ser
practicados en las edades escolares si estos se proponen de manera adecuada y acomodada a las
posibilidades conocimiento y experiencia de los escolares. Esto nos lleva a la primera

23
consideración: “Es necesario un profesional competente que conozca sobre esta cuestión y
favorezca este contacto con el deporte”. La tarea no es sencilla, no consisten en entretener o en
hacer pasar un buen rato a los escolares, supone ponerles en contacto con una cultura y con unos
hábitos que de ser adquiridos y mantenidos en su vida adulta le dotarán de salud y bienestar
personal. Los deportes son complejos y reclaman que la persona que los desarrollen con loas más
jóvenes sea sensible a esta complejidad y a la naturaleza del crecimiento y desarrollo de los
protagonistas.

La segunda consideración que deseamos transmitir es la necesidad de una consulta y examen


médico que permita eliminar cualquier tipo de riesgo y preserve la integridad de los escolares. No
es lo más habitual pero sí lo más recomendable.

Una de las preguntas más frecuentes es cuándo deben comenzar a practicar un deporte. A lo largo
de estas páginas parece haber quedado patente que se puede comenzar desde edades tempranas si el
contacto con el deporte se realiza de forma honrada, y si para quienes lo promocionan el niño es
siempre más importante que el deporte. Como indica De Knop53 se debe animar a los niños y niñas
para que practiquen deporte ofreciéndoles ejemplos positivos y siendo honesto con sus
sentimientos y buena voluntad, apoyando sus elecciones. Es nuestra obligación incitar a los padres
para que empleen más tiempo con sus hijos practicando juegos y deportes, sin duda es una buena
estrategia para promover estilos de vida mas saludables y activos. El respeto por la elección
deportiva de sus hijos es fundamental, superar la tentación de promoverle hacia la práctica de un
deporte que satisface los deseos del adulto, es un reto para muchos padres y madres. Parece
necesario considerar que los profesionales de la salud, de la educación y del deporte, estén alertas
ante los posibles excesos de una especialización temprana que pudiera llevar a llos niños y niñas a
un abandono temprano del deporte. Alertas ante el estrés que pudiera estar causando una excesiva
competitividad en el entorno deportivo, y a la pérdida de alegría y disfrute, paso previo al abandono
de la práctica.

Las edades comprendidas entre los 5 y 8 años son aquellas en las que habitualmente los niños
pueden tomar contacto con el deporte. Como ya se ha comentado es el tramo de edad en el que se
están desarrollando las habilidades motrices fundamentales, y en las que los juegos ofrencen un
verdadero escenario de pruebas y retos para combinarlas de múltiples maneras, hasta acercarse a las
técnicas deportivas. Su capacidad para aprender es enorme y la experiencia va dejando su huella
por lo que es posible que se encuentren diferencias entre los escolares. Es a partir de estas edades
cuando comienza la aventura de practicar deporte, de tomar contacto con una variedad de ellos que

24
les ofrezcan oportunidades de sentirse competente, y que les ofrezcan las condiciones más
favorables para vivir una infancia más saludable.

Para finalizar, presentamos una tabla referida a diferentes deportes, basada en la propuesta de De
Knop53 destacando las ventajas, desventajas y edad en la que habitualmente se suelen iniciarse los
escolares, en la esperanza de que tanto a los profesionales de la salud y de la educación como a los
padres, les sirva de referencia para favorecer que sus hijos y que los escolares participen en alguno
de ellos y lleven una vida mas activa y saludable (Tabla 2).

8. Bibliografía
1 Gardner H. Los entramados de la mente. La teoría de las múltiples inteligencias. México: Fondo
de Cultura Económica; 1986.
2 Graber KC, Woods AM., Castelli DM. Chapter 1. Setting the stage-research into Physical
Activity relationships and Children’s progress toward achievement on the National Standards.
Journal of Teaching in Physical Education, 2007; 26, 338-349.
3 AAHPER. Committee on athletic competition for children of elementary school age. Washington:
A.A.H.P.E.R.; 1968.
4 Tanner JM. Fetus into man. Cambridge: Harvard University Press; 1978.
5 Larson RL. Physical activity and the growth and development of bone and joint structures. En
Rarick GL. Physical Activity: Human Growth and Development. London: Academic Press; 1973.
p.33-59.
6 Paritzcova J. Body composition and exercise durin growth and development. En Rarick GL.
Physical Activity: Human Growth and Development. London: Academic Press; 1973.p.98-123.
7 Lowrey GH. Growth and development of children. London: Year Book Medical Pub; 1978.
8 Lapierre A. La reeducación física. Tomo I. Barcelona: Científico - Medica
9 Bayley A. The child and the need of physical activity. En Albison JC. Andrew OM. Child in sport
and physical activity. Baltimore: University Park Press; 1977.
10 Caspersen CJ., Pereira MA., Curran KM. Changes in physical Activity patterns in the United
States, by sex and cross-sectional age. Medecine & Science in Sports & Exercise. 2000; 32, 1601-
1609
11 Armstrong N. The scientist’s view of young people and fitness. En Whitehead J. (Ed.)
Developmental issues in children’s sport and physical education.. Leeds: Human
Kinetics;1993.p.22-29.
12 Wei M., Kampert JB., Barlow CE., Nichaman MZ., Gibbons LW., Paffenbarger RS.
Relationship between low cardiorrespiratory fitness and mortality in normal weight, overweight and
obese men. Journal American of the Medical Association, 1999; 282, 1547-1553.
13 Boreham C., Twisk J., Neville C., Savage M., Murray L., Gallagher A. Associations between
physical fitness and activity patterns during adolescence and cardiovascular risk factors in young
adulthood: The Northern Ireland Young Hearts Project. International Journal of Sports Medicine.
2002; 23, S22-S26.

25
14 Carnethon MR., Gidding SS., Nehgme R., Sidney S., Jacobs DR., Liu K. Cardiorespiratory
fitness in young adulthood and the development of cardiovascular disease risk factors. The Journal
of the American Medical Association, 2003. 290, 3092-3100.
15 Mandel R. Le guide du jeune sportif. Quel sport ? A quel age ? A quel niveau? A quel risque ?.
Paris: Carrere; 1987
15 Corbin, CB., Pangrazi, RP., Le Masurier GC. Physical Activity for Children. Current patterns
and guidelines. Bloomington. IN: President’s Council on Physical Fitness and Sport; 2004
16 Ruiz LM., Gutiérrez M., Graupera JL, Linaza, JL. Navarro F. Desarrollo, Comportamiento
Motor y Deporte. Madrid: Síntesis; 2001
17 Cavill NA. Biddle SJ. Sallis JF. Health enhancing physical activity for young people: statement
of the UK expert consensus conference. Pediatric Exercise Science. 2001; 13, 12-25.
18 United States Department of Health and Human Services (USDHHS). The Surgeon general’s
call to action to prevent and decrease overweight and obesity; 2001. Disponible en
http.//www.surgeongeneral.gov/topic/obesity/calltoaction/toc.htm
19 Welk GJ. The youth physical activity promotion model: a conceptual bridge between theory and
practice. Quest.1999; 51, 5-23.
20 Graber KC., Lock LF., Chapter 7: Are the National Standards Achievable?-Conclusions and
Recommendations. Journal of Teaching in Physical Education. 2007; 26, 416-424.
21 Ortega FB., Ruiz JR., Castillo MJ., Moreno LA., González-Gross M., Wärnberg J. Bajo nivel de
forma física en los adolescentes españoles. Importancia en la salud cardiovascular futura, Revista
Española de Cardiología. 2005; 58(8):898-909.
22 Gómez M., Ruiz LM, Mata E. Los problemas evolutivos de coordinación en la adolescencia:
Análisis de una dificultad oculta. International Journal of Sport Science-RICYDE. 2006; 3, 44-54.
Disponible en http://www.cafyd.com/REVISTA/ojs/index.php/ricyde/article/view/69/57
23 Pancorbo AE. Medicina y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Madrid: Ergon; 2008.
24 Ruiz LM. Desarrollo Motor y Actividades Físicas. Madrid: Gymnos; 1987.
25 Rarick GL. (ed.) Physical Activity. Human growth and development. New York: Academic
Press; 1973.
26 Bar-Or O., Foreyt J., Bouchard C., Brownell KD., Deitz WH., Ravussin E. Physical activity,
genetic, and nutritional considerations in childhood weight management. Medicine and Science in
Sport and Exercise. 1998; 30(1), 2-10.
27 Gutin B., Owen S. Rol of exercise intervention in improving body fat distribution and risk
profile in children. American Journal of Human Biology. 1999; 11, 237-247.
28 Hands B., Larkin D. Physical Fitness and developmental Coordination Disorders. En SA
Cermak, D. Larkin (eds.). Developmental coordination disorders.. Albany, NY: Delmar; 2002. p.
172-184.
29 Baluis, RI. Acción de la sobrecarga deportiva sobre el aparato locomotor del niño y del
adolescente. Apunts. 1983; 20, 85-95.
30 Cratty BJ. Desarrollo perceptual y motor en los niños. Buenos Aires: Paidos; 1982
31 Oña A. Actividad Física y Desarrollo. Ejercicio físico desde el nacimiento. Sevilla: Wanceulen;
2005.

26
32 McClenagham B., Gallahue D. Movimientos Fundamentales. Buenos Aires: Panamericana;
1985.
33 Wickstrom R. Patrones Motores Básicos. Madrid: Alianza-Deporte 1983.
34 Ruiz LM Moverse con dificultad en la escuela. Sevilla: Wanceulen; 2005.
35 Keogh J., Sudgen D. Movement Skill Development. New York: MacMillan; 1985.
36 Haywood KM., Getchell N. Life span motor development. 5th ed. Champaign: Human Kinetcis;
2009.
37 Cech D., Martin S. Functional movement development sacross the lige span. Philadelphia: WB
Saunders Co.;1995.
38 Shumway-Cook A., Woollacott MH. Motor control. Theory and practical applications.
Baltimore: Williams and Wilkins; 1995.
39 Walton JN., Ellis E., Court SDM. Clumsy children: developmental apraxia and agnosia.
Brain.1962; 85, 603-612.
40 Gubbay SS. The clumsy child. Philadelphia: Saunders; 1975.
41 Hernández FJ. Torpeza Motriz. Barcelona: EUB; 1995.
42 American Psychiatric Association. Diagnostic and Statistical manual of mental disorders (4th
ed.). Washington, DC: Autor; 1994.
43 OMS Classification of mental and behavioural disorders: Clinical descriptions and diagnostic
guidelines. Geneva: Switzerland; 1992.
44 Hoare D. Subtypes of developmental coordination disorder. Adapted Physical Activity
Quarterly. 1994; 11, 158-169.
45 Henderson S., Knight E.,Losse A., Jongmans M. The clumsy child in the school:-A we doing
enough?. British Journal of Physical Education. 1991; 9, 2-9.
46 Wall AE., Reid G., Patton J. The syndrome of clumsy awkwardness. En G Reid (Ed.). Problems
in motor control. North Holland: Elsevier Science Publishers; 1990. p. 283-315.
47 Linaza JL. Maldonado A. El juego y el deporte en el desarrollo psicológico del niño. Barcelona:
Anthropos; 1987.
48 Hahn E. Entrenamiento con niños. Teoría, Práctica, problemas específicos. Barcelona: Martínez
Roca; 1988.
49 Cratty BJ. Adapted Physical Education. Denver: Love Publishing Co.;1989
50 Winnick, JP. Adapted Physical Education and Sport. Campaign: Human Kinetics; 1990
51 Pearson A. The emotional problem of PH children. British Journal od Medical Psychology.
1928; 8
52 Binder M. Quel sport pour quel enfantl ? Paris : Calmann-Levy; 1987
53 De Knop P. El papel de los padres en la practica deportiva infantil. Málaga: Unisport

27
Tabla 1. Evolución de las tareas equilibratorias32

EDAD
TIPO DE EQUILIBRIO TAREA
APROXIMADA

ESTATICO Equilibrio sobre un pie ( 3 a 4 segundos) 3 años


Equilibrio sobre un pie (10 segundos) 4 años
Equilibrio investido (básico) 6 años

DINAMICO Marcha en línea recta (2,5 cm de ancho) 3 años


Marcha sobre una barra alternando los pasos 3 años
10 cm de ancho)
Marchar en una línea circular (2,5 cm de ancho) 4 años
Marcha sobre una barra alternando los pies 4 1/2 años
5 a 6 cm de ancho)
Salta con eficacia desplazándose. 6 años

28
View publication stats

Tabla 2. Deportes y características para la edad escolar.

Deporte Ventajas Desventajas Edad de inicio


1. Atletismo Condición física general, Gran motivación, posibles lesiones 7
habilidades fundamentales.
2. Bádminton De exigencia coordinativa. De fácil Unilateral de un brazo. Exclusivo de 8
aprendizaje. pista cubierta
3. Baloncesto Condición física general, La estatura puede condicionar. 6
coordinación, cooperación y
destreza.
4. Danza Condición física general y Exigente en lo económico. 5
educación artística
5. Balonmano Potencia, habilidad y coordinación Deporte de contacto, posibles lesiones 6
6. Hockey Condición física general, Deporte de contacto, posibles lesiones 6
cooperación y coordinación.
7. Judo y Condición física general. Riesgo de lesiones 6
Deportes Coordinación y disciplina
marciales
8. Tenis Técnica, coordinación y habilidad Unilateral de un brazo. Posibles 6
Lesiones
9. Gimnasia Reclama todas las cualidades Entrenamiento elevado para alcanzar 5
físicas, habilidad y osadía. logros.
10. Fútbol Condición física general, Lesiones 6
cooperación y habilidad.
11. Voleibol Condición física general y Requiere habilidad técnica para poder 6
coordinación, cooperación, jugar.
atención y concentración
12. Natación Condición física general y dominio Monotonía Desde la
acuático. educación
infantil

29

También podría gustarte