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DESARROLLO HUMANO
JOSÉ FERNANDO TABARES FERNÁNDEZ
Autor:
Presidente Corporación CIVITAS
PRESENTACIÓN
El presente trabajo pretende dar a conocer a los asistentes algunas regularidades propias del
fenómeno del ocio, que intentan aportar a la reflexión y atención de un fenómeno tan
olvidado, pero tan valioso para la construcción de mejores vidas humanas.
Quizás no sea este el espacio para hacer una disertación profunda sobre el binomio ocio y
desarrollo humano, sino para explicitar aquel mundo de las prácticas gustosas, con altos
niveles de autonomía y atravesadas por la gratuidad, que aportan de manera decidida a vidas
más integrales.
Así pues, este documento ofrece algunas pistas que intentan caracterizar este tipo de prácticas
para que los participantes encuentren elementos concretos que les permitan, de manera
intenciona, favorecer procesos hacia la potenciación de proyectos desarrollados con
cualquier tipo de población.
Este taller propone al ocio y la recreación como derechos ciudadanos, trascendiendo aquellas
posturas que van desde considerarlo como símbolo de las sociedades “industrializadas”, hasta
identificarlo como la madre de todos los vicios.
CONSIDERACIONES PRELIMINARES
Como el cometido de este documento es el de presentar al ocio como un ámbito propicio para
la búsqueda de mejores condiciones de vida para las personas, se inicia con algunos
conceptos que tradicionalmente se han asociado con este tipo de prácticas y que han
representado uno de los mayores obstáculos para su desarrollo. Particularmente en nuestro
medio, se encuentran imaginarios tales como: El ocio es madre de todos los vicios, es
peligroso y por tanto debemos estar ocupados en algo útil para evitar estar en tal situación. El
ocio es propio de sociedades desarrolladas, que pueden disfrutar de él por tener garantizadas
todas las demás necesidades y además por poder contar con los suficientes recursos para
acceder a sus prácticas. El trabajo es complejo y difícil y requerimos de formación y
preparación para realizarlo, el ocio en cambio es fácil y cualquier persona está en condiciones
de vivenciarlo.
En relación al primer imaginario relacionado con la perspectiva negativa del ocio, es
importante anotar que ha sido quizás uno de los mayores obstáculos para avanzar en
propuestas que permitan posicionar las prácticas de ocio en los diferentes escenarios, sea el
familiar, el escolar o el comunitario. Una sociedad fundamentada en el trabajo, no puede ver
en el ocio sino una amenaza contra la cual luchar, mediante todas las estrategias posibles.
Vale anotar que en esta perspectiva el ocio es mirado de manera menos despectiva, cuando
aparece como el espacio donde se recuperan las fuerzas para volver al trabajo. Es, podríamos
decir, la mirada “positiva” más reiterativa frente a este tema.
En referencia al concepto de ocio que lo ubica en un determinado tipo de sociedades, vale la
pena citar a Ruiz Olabuenaga cuando afirma:
“Una última interpretación relaciona al ocio con el desarrollo industrial haciéndolo
dependiente de un determinado grado de afluencia socioeconómica de la que, hoy por hoy,
solamente pueden disfrutar los ciudadanos de unas pocas sociedades, las opulentas del
capitalismo industrial, la elite internacional, social o política. Con estas limitaciones de
planteamiento el ocio queda reducido a una condición de oportunidad socioeconómica sin
que pueda atribuírsele ninguna otra connotación intrínseca. El ocio equivale al tiempo libre
del que disponen las sociedades industrializadas avanzadas, durante el cual ejercen una serie
de actividades que la ley económica de la subsistencia impide a otras sociedades, a quien
obliga a dedicarlas al trabajo constreñido”. [1]
Este tipo de imaginarios ha conducido a situaciones en donde lo económico como referente
fundamental aparece como determinante en la existencia o no de las diferentes expresiones
del ocio. Para nuestro caso particular se considera que el factor económico condiciona, más
no determina la existencia de diversas prácticas en todas las sociedades del mundo. De Lima
Camargo[2], en relación con este aspecto, plantea que supeditar la afluencia económica como
determinante del ocio es, en referencia a la pobreza, como vaciar a los empobrecidos de todo
referente de deseo humano de divertirse, de interactuar con los demás, de encontrar espacios
que bajo referentes distintos, posibilite la inclusión y la participación. Hoy otras perspectivas
del desarrollo más integrales reconocen el valor y presencia del ocio en todas las sociedades
del mundo, con sus características propias en cuanto a manifestaciones, referentes culturales
y barreras de acceso.
En cuanto al poco valor asignado al ocio como escenario de potenciación humana, basta
mirar su presencia en los planes de desarrollo municipal o en el sistema educativo. La
preparación del ser humano está dirigida más al mundo del trabajo que al del ocio. Quizás
un ocio estéril que sólo posibilita la reproducción básica de la vida y la existencia de
condiciones injustas de exclusión y marginación de las mayorías.
Reivindicar el valor del ocio como aspecto importante en la vida humana, requiere trascender
los imaginarios que lo ubican como algo sin valor y apenas merecedor de alguna
atención. En palabras de Csikszentmihalyi “
… hemos llegado a asumir que el tiempo libre es una de las metas más deseables a que
podemos aspirar. Aunque el trabajo se considera como un mal necesario, ser capaz de
relajarse y de no tener nada que hacer le parece a la mayoría de las personas la vía regia hacia
la felicidad. La creencia popular consiste en que para disfrutar del tiempo libre no se necesita
ninguna habilidad especial y que cualquiera puede hacerlo. Pero las pruebas obtenidas
sugieren lo contrario: el tiempo libre es más difícil de disfrutar que el trabajo. Tener ocio a
disposición de uno no aumenta la calidad de vida, a menos que se sepa cómo servirse de él
eficazmente, y esto no es de ningún modo algo que se aprenda automáticamente [3].
A MODO DE CONCLUSIÓN
Las prácticas de ocio, en ellas mismas, no pueden ser presentadas todas como elementos
potenciadotes de capacidades humanas. Se hace necesario relacionarlas con formas de vida,
con tipos, con la forma como favorecen u obstaculizan la participación y los niveles de
autonomía, para poder afirmar su direccionamiento hacia el desarrollo humano.
Buscar referentes que permitan leer en su complejidad este fenómeno, permitirá una lectura
más clara que aportará a posicionar este tipo de prácticas, como ámbitos con sus valores y
beneficios propios, tan importantes para la vida como cualquier otra necesidad.