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NUMERO ESPECIAL DE PROFECIA El fundamento profético de la fe adventista Utilizando los pilares de nuestro pasado para edificar nuestro futuro. POR HYVETH WILLIAMS N EL ANTIGUO ISRAEL los nombres describf- an el caréeter o revelaban alguna caracteristica de tuna persona o un lugar. E incluso en la sociedad ‘occidental contemporsinea los nombres todavia son mas que etiquetas de identificacién La decisién de los delegados en una reunidn organizacio- nal en el otofio de 1860 de adoptar el nombre Adventistas del Séptimo Dia debfa comunicar dos cosas: nuestra creen- cia en la pertinencia comprometedora del reposo sabitico, y nuestra esperanza en el retorno inminente y literal de Jesucristo. R. W. Schwartz, en su libro Light Bearers to the Remnant (Portadores de luz al Remanente), escribié: “Qué nombre mejor que el de Adventistas del Séptimo Dia? Se lo habjan aplicado tanto como otros nombres y tenta la virtud de identificar claramente las verdades biblicas principales que proclamaban”.* Elena G. de White endosé de todo corazén la seleccién de este nombre para el ntimero creciente de sabatistas que todavia anticipaban ansiosamente la segunda venida de Cristo luego del gran chasco de 1844. "No podrfamos elegir un nombre mas apropiado que el que concuerda con nuestra, profesién, expresa nuestra fe y nos sefiala como pueblo peculiat”, dijo ella. “EI nombre adventista del séptimo dfa presenta los verdaderos rasgos de nuestra fe, y convencers la mente inquisidora. Como una saeta del carcaj del Seftor, herirs a los transgresores de la ley de Dios, e inducira al arrepentimiento para con Dios y a la fe en nuestro Seftor Jesueti un apartamiento atrevido de las tradiciones heredadas de la comunidad protestante, los adventistas desarrollaron, cn lugar de un credo, “creencias fundamentales” como su. regla de fe y prictica, Estas “creencias”, que en el presente ascienden a 27, clatfican emo la iglesia entiende, expresa y ensefia las Escrituras respecto a las doctrinas referentes a Dios, la humanidad, la salvacién, la iglesia, la vida cristiana y los eventos del fin. El asunto de Identidad Durante la mayor parte de los primeros aftos de nuestra existencia, los adventistas se esforzaron por mantener un cardcter e identificaci6n peculiares, particularmente a través de las ensefiancas proféticas de Elena G. de White. Isafas 8:20: “{A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecida, desafio adventista para aquellos que descuidaban los diez principios de la voluntad revelada de Dios para su pueblo, especialmente el 10 (ver Exo. 20:3-17). Pero a la misma vez algunos de nuestros oponentes nota- convirtié en un ron que las referencias a la salvacién por medio de Cristo tinicamente, se hallaban conspicuamente ausentes de nues- tras presentaciones, aunque nuestros fundadores indudable- mente crefan esta verdad capital. En el pasado, desafortuna- damente, se colocé demasiado énfasis en la observancia de la ley, mientras que parecfa que existia un descuido abi del Evangelio de la gracia, especialmente en conexién con tener una relacién personal con Cristo. Esto hizo que nues- tras doctrinas parecieran un pesado legalismo, que a menudo producfa una reaccién t6xica entre aquellos que habfan sido criados bajo sus estrictos reglamentos religiosos. Para sobrevivir, algunos abandonaron la fe de sus padres tan pronto como fueron suficientemente independientes, como para tomar sus propias decisiones. La iglesia también recibié criticas publicas severas por su enfoque extremista sobre los escritos y el don profético de Elena G. de White, 8 REVISTA ADVENTISTA + ENERO-FEBRERO + 2002 aparentemente excluyendo la Palabra de Dios. Entonces hubo discusiones por tales creencias impopulares como el estado de los muertos y el santuario celestial. Nuestro descuido en destacar publicamente los imperativos de la regeneracién personal y la justificacién por la fe también nos dej6 vulnerables al ataque y nos gané el titulo de “lega- listas”. Estos eventos pudieron habernos paralizado. Pero mas bien fortalecieron nuestra decisién de vivir ala altura de ‘omo obe- nuestra elevada voeacisn. dientes adventistas guardadores del sibado, continuamos estudiando para ‘mostrarnos aprobados ante Dios; hom- bres y mujeres que no tenemos que avergonzamos de nuestro testimonio (2 Tim. 2:15). Elena G. de White dedieé gran parte de su ministerio a establecer un fundamento profético basado en el Evangelio. Sus libros El Deseado de todas las gentes y El camino a Cristo son. obras clasicas que exaltan la gracia y subrayan la necesidad de una relacién personal con Jesueristo Con la publicacién de Questions on Doctrine [Preguntas sobre doctrina] en. la década de 1950-1960, las ereencias adventistas finalmente ganaron el res- peto = més tarde la admiracién— de otros cristianos que reconocieron nues- tra diligencia en el estudio de las Escrituras y las inspiradoras interpreta- ciones de la profecia btblica Nuestro nombre, Adventistas del Séptimo Dia, nos recuerda nuestro cometido de proclamar el Evangelio, lamar la atencién al significado de los diez principios de Dios y anunciar la segunda venida de Cristo. Si hemos de emplear nuestro pasado eficazmente para edificar un futuro positivo como tuna iglesia que glorifiea a Dios a la ver que beneficia a la humanidad en este ‘nuevo siglo, no podemos olvidar nues- tra misién ordenada por Dios y repre- sentada por nuestro nombre. Debido a nuestro fundamento pro- fético, los dones de Dios para la pro- clamaci6n y la prediccién, y nuestra devocién a la Palabra de Dios, los adventistas estamos equipados singu- larmente para proveer respuestas cohe- rentes, significativas a las preguntas que producen la agitacién ereciente de cesta generacién, de la cual pareciera que no hay escapatoria. Enfrentando el cinismo Los “profetas® seculares han publi- cado cientos de libros y articulos que describen y denuncian el inminente colapso moral y cultural de Nortea- mérica y el mundo. Y mientras que otras denominaciones eristianas se ven incapaces de reaccionar ante estos asuntos debido a su participacin en estilos de vida que contribuyen a este declive, nuestra historia de insistir en pricticas conmensurativas con una vida regenerada en Cristo (ie, estudio consistente de la Biblia, adoracién, servicio y vida saludable) nos permite teferirnos a ellos confiadamente. Las ideas y prcticas seculares ~pro- movidas a través de la television, las peliculas y otras fantasfas pervertidas de los medios de comunicacién-, influyen para que las ideas religio- sas, las instituciones, las interpreta iones y los voceros pierdan su efi- ceacia espiritual y social entre los ntimeros en constante expansién de personas irregeneradas. El resultado es una pérdida sin precedentes de un sentido de vergiienza. Esto gene- ra cinismo, confusién y finalmente la muerte espiritual a medida que la santidad es rechazada en favor de la ilegalidad por los postmodernistas seculares que ya ni siquiera pueden distinguir entee aquello que es nece- sario para la edificacién de la mente yel alma y aquello que debe ser des- cartado como basura. El compromiso histérico de los adventistas con la ley y la gracia de Dios, por la fe, sumado a una perspec- tiva integral de la expe cia humana ejemplificada en nuestro ministerio médico, son claves para cualquier esperanza furura de sanar las heridas morales y culturales de! mundo. ‘Otra poderosa fuerza que contribuye al cambio social y el declive moral es Ja privatizacién: un cisma en la expe- riencia moderna entre las acciones pri- vadas y la vida publica, que causa una cristalizacién del significado en priva- do que puede no tener conexién 0 que impacta sobre lo que uno predica © practica en pablico, Este proceso se debe mayormente a la explosién tec- nolégica de la actualidad. Las compu tadoras personales y tales métodos de comunicacién como Intemet proven oportunidades ilimitadas e ininterrum- pidas para recibir la influencia de pro- motores y practicantes de la disolu- cidn, pornografia y otros vicios secre tos. La privatizacién crea una divisién centre la conviecién personal y la accion piblica de manera que algunos lideres religiosos y politicos pueden denunciar piblicamente la inmorali- dad mientras que en privado practican formas de la misma. Esta montafia de oscuridad ensombrece nuestro futuro, influye sobre nuestras acciones a medi- dda que nuestro mundo se abalanza de cabeza en un curso de colisién con la segunda venida inminente de nuestro Seftor. El resultado es la pérdida de un El humanismo pluralista es una de las religiones de mayor crecimiento en el mundo occidental. sentido de significado, interconexisn social, dignidad y honor entre las per sonas que participan de estos desabri- dos elementos en la intimidad de sus hogares y oficinas y luego participan atrevidamente en la adoracién publica sin el menor hormigueo de la concien- cia El compromiso de los adventistas con un programa diario y balanceado de ley y gracia y la proclamacisn auto- ritativa del Evangelio nos da el poder para ministrar en el mundo a la vez que escapamos de sus adicciones y su moral libertina, Nuestro legado de educacién cris- tiana provee un arma poderosa contra la pluralizacién, la competencia entre iiltiples perspectivas del mundo, nin- guna de las cuales predomina. La plu- ralizacién, promovida mayormente por medio de escuelas y universidades secullares, produce y propaga el escepti- cismo entre una generacién que ya protesta contra la existencia de valores absolutos. Se trata la religién, no como tun objeto de hostilidad, sino como un pasatiempo que no influye sobre las decisiones morales o politicas. La per- misividad del pluralismo esta produ- 10 REVISTA ADVENTISTA © ENERO-FEBRERO + 2002 ciendo una revolucién promovida por una variedad de libertarios civiles que amenazan con procesos legales a cual- quiera que destaque la fe cristiana. El cristianismo ha sido debilitado, mien- tras que las “religiones civiles” dificul- tan cada vez mas la comunicacién del verdadero Evangelio de Jesueristo sin recibir la ridiculizacién de estos “vigilantes”. El humanismo pluralista, post- modernista, secular, es una de las religiones de mayor crecimiento en el mundo occidental. Se apresta a ofrecer consejo moral a la vez que rehiisa afiliacién con alguna prefe~ rencia teligiosa o conviccisn. La pluralizacion incluso ha expandido sus tentculos divisivos dentro de nuestra comunidad de fe, donde a veces causa que la proclamacisn del Evangelio sea diluida o pierda su caricter distintivo. Pero nuestro legado de obedecer Jas verdades sencillas de la Palabra de Dios, apoyado por un compromi- ‘so inamovible con la educacién: cristiana en la adoracién y las escuelas, es un factor importante en la lucha contra el mal de la pluralizacién Estamos enfrentando un futuro con personas que viven con un tremendo sentido de chasco hacia los gobiernos e instituciones. Los adventistas del sépti- mo dia le ofrecen a la gente esperanza y reposo en Cristo, cuyo amor, perdén y aceptacién nos mantendré a todos hasta su triunfante retomno. Debemos preservar nuestro fundamento pro co aprovechando cada oportunidad para promover el Evangelio dentro de nuestra iglesia con tanto celo como con el que proclamamos la segunda venida de Cristo al mundo. TW. Schwan (Mounsain View Ass, 2000), . 95. Elena G. de White, Joys dels tstimonios, tls pe 8. 1 Bearers tothe Remnant, itornias Pacific Press Pub. Hyveth Williams divige la Iglesia Adventista de Campus Hill, en Loma Linda, California

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