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Inquisición
Inquisición
Contenido
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1 Origen
2 Historia
o 2.1 Inquisición medieval
o 2.2 Inquisición española
o 2.3 Inquisición romana
o 2.4 Inquisición portuguesa
3 Inquisición y brujería
o 3.1 Características
o 3.2 La brujería en España
o 3.3 Cifras
o 3.4 Bruja y hechicera
4 Métodos de tortura empleados
o 4.1 Torturas para el castigo ejemplarizante y la humillación pública
o 4.2 Objetos vinculados al castigo físico y tortura de los reos
o 4.3 Instrumentos que tenían como objetivo final la ejecución
o 4.4 Aparatos creados para torturar específicamente a las mujeres
5 La postura de la Iglesia católica hoy
6 Notas
7 Bibliografía
8 Véase también
9 Enlaces externos
[editar] Origen
En los comienzos de la Iglesia la pena habitual por herejía era la excomunión. Cuando los
emperadores romanos convierten el cristianismo en religión estatal en el siglo IV, los
herejes empiezan a considerarse enemigos del Estado. En su momento San Agustín aprobó
con reservas la acción del Estado contra los herejes, aunque la Iglesia en general
desaprobaba en ese momento los castigos físicos.
[editar] Historia
[editar] Inquisición medieval
Cuadro de Goya.
Aunque el procedimiento inquisitorial como medio para combatir la herejía es una práctica
antigua de la Iglesia católica, la Inquisición medieval fue establecida en 1184 mediante la
bula del papa Lucio III Ad abolendam, como un instrumento para acabar con la herejía
cátara. Fue el embrión del cual nacería el Tribunal de la Santa Inquisición y del Santo
Oficio. El castigo físico a los herejes fue asignado a los laicos. Mediante esta bula, se exigía
a los obispos que interviniesen activamente para extirpar la herejía y se les otorgaba la
potestad de juzgar y condenar a los herejes de su diócesis.
A las anteriores disposiciones [...] agregamos el que cualquier arzobispo u obispo, por sí o por su
archidiácono o por otras personas honestas e idóneas, una o dos veces al año, inspeccione las
parroquias en las que se sospeche que habitan herejes; y allí obligue a tres o más varones de buena
fama, o si pareciese necesario a toda la vecindad, a que bajo juramento indiquen al obispo o al
archidiácono si conocen allí herejes, o a algunos que celebren reuniones ocultas o se aparten de la
vida, las costumbres o el trato común de los fieles.
La Inquisición española fue creada en 1478 por una bula papal con la finalidad de combatir
las prácticas judaizantes de los judeoconversos españoles. A diferencia de la Inquisición
medieval, dependía directamente de la corona española. Se implantó en todos los reinos de
España donde antes no existía, en Sicilia y Cerdeña (que entonces formaban parte de la
Corona de Aragón) y en los territorios de América (hubo tribunales de la Inquisición en
México, Lima y Cartagena de Indias). La Inquisición se convirtió en la única institución
común a todos los españoles, con excepción de la propia Corona, a quien servía como
instrumento del poder real: era un organismo policial interestatal, capaz de actuar a ambos
lados de las fronteras entre las coronas de Castilla y Aragón, mientras que los agentes
ordinarios de la Corona no podían rebasar los límites jurisdiccionales de sus respectivos
reinos.
La Inquisición romana, también llamada Congregación del Santo Oficio, fue creada en
1542, ante la amenaza del protestantismo, por el Papa Pablo III. Se trataba de un organismo
bastante diferente de la Inquisición medieval, ya que era una congregación permanente de
cardenales y otros prelados que no dependía del control episcopal. Su ámbito de acción se
extendía a toda la Iglesia Católica. Su principal tarea fue desmantelar y atacar a las
organizaciones, corrientes de pensamiento y posturas religiosas que socavaran la integridad
de la fe católica, y examinar y proscribir los libros que se considerasen ofensivos para la
ortodoxia.
La Inquisición portuguesa fue establecida en Portugal en 1536 por el rey Juan III. En un
principio, la Inquisición portuguesa estaba bajo la autoridad del papa, pero en 1539, el rey
nombró inquisidor mayor a su propio hermano, Don Enrique. Finalmente, en 1547, el papa
terminó aceptando que la Inquisición dependiese de la corona portuguesa.
Primero habría que comentar que se inició como un fenómeno popular, la aparición de la
figura de la bruja poseída por el diablo, y así se irían ajusticiando por la población local. En
1484, Inocencio VIII da por oficial la existencia de la brujería por medio de la bula Summis
desideratis affectibus:
Ha llegado a nuestros oídos que gran número de personas de ambos sexos no evitan el fornicar con
los demonios, íncubos y súcubos; y que mediante sus brujerías, hechizos y conjuros, sofocan,
extinguen y hacen perecer la fecundidad de las mujeres, la propagación de los animales, la mies de
la tierra.
[editar] Características
Alemania, Suiza, la Región del Jura, los Países Bajos españoles, Francia e
Inglaterra, donde hubo una brutalidad excepcional
Los países nórdicos, orientales y mediterráneos especialmente, la caza de brujas fue
algo tardío, sin fuerza y poco importante demográficamente.
En España, durante los tres siglos que dura especialmente, prácticamente la mayoría de los
casos se someten al proceso de la Inquisición local de forma regulada y documentada.
Aunque sería el último país en abandonar la cruel figura de la Inquisición, ya hacía mucho
tiempo que no ejecutaba a muerte a supuestas brujas; se ejecuta a la última en 1611, la
adolescente catalana Magdalena Duer. Los últimos casos son en uno de los cantones suizos
con Anne Goldin en Glarus, 1782 (es la última ejecución en Europa occidental) o en
Polonia en 1793.
A diferencia de otros países europeos como Alemania o Reino Unido, en el caso español
los juicios por brujería de la Inquisición eran juicios con un proceso legal, documentados y
organizados por el Estado, aunque todos los países usaron la tortura como medio habitual.
La pena más común era la abjuración de levi, con destierro de seis años de la ciudad donde
viviera; la absolución era frecuente. Era significativa la suposición de que las supuestas
brujas habían bebido vino y estaban enfermas de modorra. Con la confesión del brujo, la
inquisición advertía:
Que no procede en estos casos por solo la forma de ser brujos y hacer los dichos
daños, si no testifican de haberlos visto hacer algunos daños, porque muchas veces
lo que dicen han visto y hecho les sucede en sueños y juzgan se hallaron en cuerpo
y lo vieron e hicieron con los que testiffican y les figura el demonio cuerpos
fantasiosos de aquellos que dicen vieron sin haberlos visto ni hallándose allí para
que hagan esos daños de inflamar en peligro a los que no tienen culpa.
Julio Caro Baroja afirma en El señor Inquisidor y otras vidas por oficio:
[editar] Cifras
Algunas cifras (estimadas) de las ejecuciones por tribunales civiles y por procesos
inquisitoriales constatados , por proporcionalidad en relación ejecutados/población:
En total la mayoría de las cazas de brujas se produjo en el norte de Europa, con más de
50.000 ejecuciones[cita requerida] y en la gran mayoría de los casos por tribunales civiles. La
mayor parte de los ajusticiados por brujería fueron mujeres.
La hechicera tradicional fue la que dio origen popular a la brujería. La hechicería era una
figura ancestral, mística, local, su propio nombre variaba en función de su especialidad
(adivinadora, curandero, etc.) y con un fin generalmente lucrativo. La bruja en el folclore
apareció como una figura degenerada de la hechicería, irreal, anónima, sobrenatural,
pervertida por el diablo y de intenciones malvadas y sanguinarias.
Se trataba de objetos que se le colocaban al reo para humillarle ante los ciudadanos; éste era
insultado y maltratado por la muchedumbre mientras el verdugo multiplicaba su tormento,
de distintas maneras, según cuál fuera el instrumento que se impusiera. Estos instrumentos
de condena se imponían por las causas menos graves, como desobediencia, desorden
público, a los vagos, borrachos y a quienes no cumplían con sus obligaciones religiosas.
La finalidad de estos objetos era causar un largo dolor, y en su mayoría provocaban una
muerte agonizante. Hay dos instrumentos llamativos:
Están diseñados para causar la muerte, pero dejar al reo sentir el tormento que se le
aplicaba. Dos de los instrumentos de este grupo son:
No fueron escasos los objetos ideados para torturar y hacer sufrir a mujeres acusadas de
brujería, prostitución o adulterio. Normalmente, pocas mujeres eran acusadas de herejía.
La pera oral, rectal o vaginal: era un instrumento con forma de “pera al revés”,
hecho de hierro que terminaba con una llave de bronce y un gran tornillo. Fue
creado para torturar a las mujeres, pero más adelante se descubrió que también era
muy eficaz para los hombres. Se embutían en la boca, recto o vagina de la víctima,
y allí se desplegaban por medio del tornillo hasta su máxima apertura. El interior de
la cavidad quedaba dañado irremediablemente. Las puntas que sobresalen del
extremo de cada segmento servían para desgarrar mejor el fondo de la garganta, del
recto o de la cerviz del útero. La pera oral normalmente se aplicaba a los
predicadores heréticos. La pera vaginal, en cambio, estaba destinada a las mujeres
culpables de tener relaciones con Satanás o con uno de sus familiares, y la rectal a
los homosexuales pasivos.
El papa Juan Pablo II pidió perdón por los errores que hubieran cometido los hombres de la
Iglesia a lo largo de la historia, así como por haber dejado de hacer el bien necesario en
favor de judíos y otras minorías perseguidas. En una carta enviada a los cardenales
católicos, el papa Juan Pablo II exhortó a la Iglesia a reconocer los errores cometidos “por
sus hombres, en su nombre”, y la anima a arrepentirse.
En el caso de Galileo propuso una revisión honrada y sin prejuicios en 1979, pero la
comisión que nombró al efecto en 1981 y que dio por concluidos sus trabajos en 1992,
repitió una vez más la tesis de que Galileo carecía de argumentos científicos para demostrar
el heliocentrismo en la epoca en que fue publicado originalmente y sostuvo la inocencia de
la Iglesia como institución y la obligación de Galileo de prestarle obediencia y reconocer su
magisterio, justificando la condena y evitando una rehabilitación plena.[cita requerida] A veces
se ha sacado de contexto lo que el propio cardenal Ratzinger, prefecto de la Congregación
para la Doctrina de la Fe, expresó en 1990, citando al filósofo agnóstico Feyerabend: «En la
época de Galileo la Iglesia fue mucho más fiel a la razón que el propio Galileo. El proceso
contra Galileo fue razonable y justo».
Algunos han interpretado que de esta manera se revalida la posición de que la Iglesia tiene
derecho a decidir qué tesis científicas pueden ser defendidas y cuáles deben ser prohibidas,
y a condenar y castigar a los que defiendan estas últimas. La versión según la cual las
acusaciones contra la Inquisición son calumniosas o exageradas empezó con Jacques Mallet
du Pan en 1784 y fue reeditada múltiples veces con el beneplácito de la Iglesia católica
durante dos siglos, y en esencia dice que Galileo no fue condenado por ser un científico,
sino por ser un mal teólogo.