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DERECHO ROMANO 1
Sesión No. 9
Contextualización
Los derechos reales son aquellos derechos subjetivos absolutos que confieren a
su titular un poder jurídico sobre un bien, y son limitados a un catálogo que se
acepta generalmente en el derecho positivo. Tienen gran relevancia puesto que
una gran clasificación de los derechos subjetivos se encuentra entre los
derechos reales y los derechos personales de los que derivan, la división entre
toda la teoría de las obligaciones relacionada con éstos últimos, y toda la teoría
relativa a los bienes y cosas así como su disposición, transmisión, uso,
titularidad, y todos los derechos que lo rodean.
Introducción al Tema
Los derechos reales son derechos subjetivos absolutos que recaen sobre una
cosa, es decir, regulan la conducta de una persona respecto de una cosa, y
pueden ser exigidos a toda persona como sujeto pasivo que debe respetar y
permitir su libre ejercicio.
Son derechos limitados, es decir, existe un catálogo preciso de los derechos que
se consideran como reales, aunque en el derecho romano se debe distinguir
entre los derechos reales que derivan del derecho civil y aquellos que derivan
del derecho honorario (Foignet, 1956: 92).
Explicación
X.1 Los derechos reales en el derecho romano
El contenido de los derechos reales son las cosas o bienes, por lo que el
derecho de propiedad es el más importante y también es el más amplio puesto
que permite a su titular plenos derechos sobre el bien, incluyendo la libre
disposición e incluso la destrucción del mismo. Existen también derechos reales
que se ejercen sobre cosas ajenas como la superficie, la servidumbre y la
enfiteusis que otorgan facultades más limitadas sobre los bienes, como
analizaremos en unidades posteriores. Asimismo, pueden existir derechos reales
que también versan sobre bienes ajenos pero son solamente como garantía, es
decir, la hipoteca y la prenda que autorizan la posesión de la cosa ajena para
garantizar el pago de una deuda previa.
Bienes o cosas: A lo largo del apartado anterior hemos expuesto que la parte
nodal de los derechos reales consta de los bienes sobre los que recae. En esta
sección analizaremos el concepto de bienes o cosas que rigen en el derecho
romano. Se entiende como cosa “todo objeto del mundo exterior que puede
producir alguna utilidad al hombre” (Morineau Iduarte; Iglesias González, 1993:
112). Sin embargo, se debe tomar en cuenta la distinción de términos que se
utiliza en el derecho romano, siendo la palabra res usado por el derecho civil y el
vocablo bona utilizado en el derecho honorario (D’ors, 1997: 179).
Por lo tanto, podemos distinguir entre los bienes dentro del comercio (res in
commercium), o sea, aquellos que pueden ser susceptibles de apropiación
particular, y bienes que se encuentran fuera del comercio (res extra
commercium) y del alcance de los particulares.
a) Res extra commercium: Los bienes pueden estar fuera del comercio según el
derecho romano por razones divinas o por razones humanas, es decir,
atendiendo a la naturaleza atribuida al bien, ya que son consideradas
pertenecientes a la colectividad y, por tanto, no son susceptibles de apropiación
particular.
b) Res in commercium En cuanto a los bienes dentro del comercio, que son los
que nos interesan puesto que pueden ser objeto de las relaciones jurídicas y por
tanto de los derechos subjetivos y objetivos de los particulares.
a) Uso (usus, ius utendi): El uso de una cosa se obtiene sin alterar su integridad,
ni la de sus productos, por lo que solamente versa sobre bienes no consumibles.
Se refiere a la posesión de la cosa, pero en la época de las XII tablas se hace la
distinción entre possidere, referido a los bienes corporales, e uti, que versa sobre
el ejercicio de derechos, como las servidumbres. En el derecho postclásico se
unifican estos dos conceptos (Iglesias, 1972:314).
b) Disfrute (frui, ius fruendi): Se refiere a la facultad de “consumir los frutos que
una cosa produce, sin alterar la cosa misma que los produce” (D’ors, 1997: 187).
Los frutos son “los rendimientos a cuya producción periódica está principalmente
destinada la cosa que los produce” (D’ors, 1997: 187), dentro de los cuales, se
distingue entre productos o frutos naturales, que suministran periódicamente las
cosas de la naturaleza, con o sin intervención del ser humano, por ejemplo, las
cosechas, crías de animales, leche y, los frutos civiles o rendimientos que se
obtienen por la concesión del aprovechamiento temporal de una cosa, tales
como alquileres.
Esta clasificación servirá para poder analizar los derechos reales en concreto en
las siguientes unidades, por ejemplo, el más amplio que es la propiedad, que
incluso se confunde con el bien mismo, y conlleva que su titular pueda ejercer
los tres niveles de utilidad de los bienes que en otros derechos reales está
limitado.
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Conclusión
Aunque también existen los derechos reales que se ejercen sobre cosas ajenas
como la superficie o la servidumbre.
Tiene relevancia esta clasificación puesto que para su transmisión, los bienes
considerados más importantes, o sea, los res mancipi, exigen mayores requisitos
para su transmisión, debiendo ser mediante actos solemnes como la mancipatio,
por el contrario los res nec mancipi pueden ser enajenados por simple
transmisión o traditio (Morineau Iduarte; Iglesias González, 1993: 113): Esta
clasificación, a pesar de que no fue derogada por alguna ley, perdió su vigencia
puesto que desaparecieron las diferencias entre las provincias y Roma así como
entre peregrinos y ciudadanos, por lo que careció de fundamento.
2. Corpóreos e incorpóreos:
Esta distinción atiende a la materialidad del bien a que se refiere. Los bienes
corpóreos son aquellos que se pueden apreciar por los sentidos, es decir, son
tangibles, por ejemplo, un terreno.
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Tiene importancia esta clasificación puesto que solamente los bienes corpóreos
son susceptibles de la posesión que es un poder físico sobre una cosa y las
consecuencias jurídicas que se derivan para su transmisión.
3. Inmuebles y muebles:
Esta clasificación se refiere precisamente a la movilidad de los bienes y se
relaciona con la división entre bienes corporales e incorporales, siendo una
subclasificación de los bienes corpóreos.
Los bienes inmuebles son aquellos que no tienen movilidad y se consideran más
importantes que los otros, entre los que encontramos los terrenos y edificios.
Para su transmisión requieren de ciertas solemnidades.
Se distingue entre éstos, a su vez, los bienes itálicos (dentro de Italia) y los
provinciales (en las provincias), urbanos (en la ciudad) o rústicos (fuera de la
ciudad), atendiendo a su ubicación (D’ors, 1997: 184).
4. Divisibles e indivisibles:
Se refiere esta clasificación precisamente a la susceptibilidad del bien para ser
dividido o fraccionado sin sufrir un menoscabo en su valor o en su utilidad, sobre
todo desde el aspecto jurídico más que en el material o físico (Iglesias, 1972:
234).
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Serán bienes divisibles aquellos que puedan ser fraccionados en otras de igual
naturaleza sin sufrir un menoscabo, por ejemplo, un terreno. Y serán bienes
indivisibles aquellos que si se parten conllevan un detrimento, por ejemplo, una
escultura, un esclavo.
5. Principales y accesorios:
Esta clasificación se refiere a la autonomía de los bienes, es decir, la aptitud de
ser independientes y tener existencia propia. Son bienes principales aquellos
que tienen una autonomía y sirven por sí mismos a las necesidades del ser
humano, por ejemplo, un terreno.
6. Fungibles y no fungibles:
Se clasifican de esta manera los bienes atendiendo a la capacidad de ser
intercambiados o sustituidos.
Son fungibles los bienes que pueden ser sustituidos por otra del mismo género,
y se individualizan al medirlas, pesarlas o contarlas, es decir, se consideran por
su cantidad en peso, número o medida, por ejemplo, los géneros alimenticios o
el vino (Iglesias, 1972: 233).
Los bienes no fungibles son aquellos que no pueden sustituirse pues tienen una
individualidad propia, por ejemplo, un cuadro, un terreno.
7. Consumibles y no consumibles:
Conforme a esta clasificación se distingue entre los bienes según su duración o
su extinción por su uso, sea material o jurídica (D’ors, 1997:182).
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Son consumibles los bienes que se acaban con el primer uso o salen del
patrimonio de su titular, por ejemplo, los comestibles o el dinero.
Actividad de Aprendizaje
Instrucciones:
Bibliografía