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El humo oscuro que envuelve al paraíso.

Al escuchar la conferencia de Adichie, llega a la mente el recuerdo de la pequeña historia que

alguna vez Gabriel García Márquez relato en una conferencia; “Algo muy grave va a suceder en

este pueblo”. (Márquez. G) donde todo un pueblo cae en las garras de un estereotipo que surge de

un simple presentimiento; sin embargo, en esta corta historia este estereotipo logró compenetrarse

tanto con las personas del pueblo que pudo conseguir su fin último, corroborar el presentimiento de

esa madre que una mañana despertó preocupada, creyendo que algo muy grave iba a suceder en el

pueblo.

Es un paraíso donde el agua pasa roja, comentan muchos. Se refieren a Colombia como aquel

lugar donde la barbarie no cesa, y el pueblo ha naturalizado la violencia a tal modo de olvidar las

riquezas naturales, enmarcando la paz dentro del fatalismo. Sin embargo, en este país las historias

son muchas, y para comprender una de tantas, como lo es el conflicto armado se hace necesario, por

medio de la multiplicidad de narrativas hacer memoria histórica, de este modo puede ser posible la

emancipación del pueblo y que la utopía les permita caminar hacia la paz. Toda persona es una

historia que viene colmada de capacidades propicias para la construcción de dicha utopía, que

requiere de cada uno, un aporte de voluntad de cambio hacia entornos que propicien la empatía y el

dialogo asertivo. Aun cuando la violencia política sostiene la negación de las necesidades lo que

viene a dar lugar a la lucha en contra de la desigualdad social, y que para Galtung es la violencia

estructural; y que a pesar de tantos años inmersos en el conflicto, este tipo de violencia se

incrementa cada vez más.

Se puede esperar que en pro de este fin último que es lograr la disminución de la desigualdad, los

procesos de paz sean posibles, que los actores armados se deslinden del discurso hegemónico y

lleguen a un acuerdo con el gobierno y la comunidad, en pro del desarrollo humano y social y no

solo enmarcado en los propios, un acuerdo donde los que salgan más beneficiados sea el pueblo, ese

actor pasivo que como doña Hortensia han demostrado resistencia y lucha pacífica y que han
desnaturalizado este conflicto que ha sido el más largo de Latinoamérica. Aquí el peligro no es un

estereotipo, aquí el peligro es la indiferencia del estado y de la mayoría de los ciudadanos, que han

normalizado la violación a los derechos humanos, la corrupción y han aceptado una única historia,

olvidando la biodiversidad y multiculturalidad que abrazan a este país.

Y es lamentable que lo que ahora se tenga que contar sea que los pueblos suelen terminar como

terminó el pueblo de la historia, destruido, con sus viviendas quemadas y los campesinos huyendo

de la desgracia; no por estereotipos; sino por razón de los actores armados del conflicto. En nuestros

pueblos lo que corría de boca en boca no eran estereotipos, era la zozobra de pensar que en

cualquier momento llegarían a someterlos bajo el yugo de la violencia armada.

Yessenia Benítez Castaño

Yuliana Castro Álvarez

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