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José Luis Luna Bravo

Universidad de San Buenaventura, sede Bogotá


joseluislunabravo@gmail.com

El mito de las razas de Hesíodo: un acercamiento a la lógica del mito

Hubiera querido morir antes o nacer después.

Hesíodo, Trabajos y Días (v175)

Las genealogías de los dioses, de la tierra, de los hombres y en últimas del cosmos entero,
que se presentan en los mitos se constituyen, bien es sabido, en ideas precursoras de las
posteriores reflexiones filosóficas. Estas ideas, si bien no son explícitamente referenciadas
en ulteriores configuraciones teóricas, no por ello significa que han desaparecido, pues, por
el contrario, han calado tan profundo en las formas de considerar el tiempo y la historia,
que las podemos rastrear a lo largo no sólo de la filosofía, sino a través del pensamiento
humano entero. Con Homero y Hesíodo presenciamos el punto de partida de la
configuración de un tipo de razón y de lógica que ha marcado el desarrollo del pensamiento
de occidente.

Es por esta razón que nuestro análisis parte de la propuesta de la obra del poeta Hesíodo en
Los Trabajos y los Días. Aquí nos hallamos frente a una forma de pensamiento que por su
dinámica, rigor y lógica conserva un plan de conjunto que desarrolla las ideas de equilibrio
y tensión de nociones polares.

El poema inicia con dos narraciones: la historia de Prometeo y de Pandora y el mito de las
razas. En ambas historias se pretende dar cuenta de cómo los males han llegado a ser
inseparables de la vida humana, sin embargo, para el análisis es de nuestro especial interés
el mito de las razas.

El mito de las razas de Hesíodo narra que en un primer momento, durante el reinado de
Cronos, los dioses crearon una primera raza de Oro, en la que los hombres vivían como
dioses: sin trabajo ni sufrimientos, con abundancia de alimentos, con el amor de los dioses
y donde morían encadenados por un profundo sueño. Una vez establecido Zeus en su eterno

1
trono, los dioses instauraron una raza de hombres de Plata, compuesta por seres de espíritu
infantil. Los hombres de plata, ignorantes, no querían dar culto a los Inmortales, y Zeus,
irritado, los exterminó, pasando a ser los muertos bienaventurados que aún gozan de honor.
Zeus formó después a los hombres de Bronce, frenéticos y salvajes guerreros que se
extinguieron, víctimas de sus enfrentamientos y sus almas fueron a poblar en el anonimato
el reino de Hades. Desaparecida la raza de bronce, creó Zeus una generación de semidioses
justos y valientes, raza divina de Héroes, que tras morir en grandes empresas, algunos
pasaron a las Islas de los Bienaventurados, donde habitan felices en fértiles campos.
Finalmente, Zeus estableció una raza de Hierro, que es la actual, condenada al trabajo para
conseguir el sustento y sometida a luchas fratricidas. También esta raza está condenada a
extinguirse por su propia injusticia, no sin antes vivir entre penalidades y efímeros gozos.1

Lo que en primer lugar llama la atención es que parece que las razas se suceden unas a otras
en una decadencia progresiva y regular: oro, plata, bronce, héroes y hierro. Esta decadencia,
en la que el desorden y la injusticia se instalan poco a poco, indica cierta oposición con el
orden inmutable del mundo de los dioses.

Mundo de los dioses Mundo de los hombres

Victoria de Zeus Múltiples razas

Orden Inmutable Orden cambiante (aparente decadencia)

Ahora bien, en el mundo de los hombres todas las razas, las mejores y las peores, han
debido abandonar la luz del sol. Luego nos hallamos frente a dos estratos: el terrenal y el
que acontece después de la muerte. Tenemos el siguiente esquema:

Razas Estado terrenal Tipo de muerte Estado en la muerte

Oro Sin trabajo, sin miseria, sin Morían encadenados por un Daimones

1
Cfr. Hesiodo, Trabajos y Días, Introducción, traducción y notas de Adelaida Martín Sánchez y María
Ángeles Martín Sánchez, Alianza Editorial, S.A., Madrid, 2001.

2
Guardianes de los hombres
vejez. sueño.
mortales, reciben honores.

Daimones.
Vivía junto a su madre, y en la
Zeus los hizo desaparecer
Plata juventud vivía poco tiempo
por no honrar a los dioses. Bienaventurados mortales
por la falta de experiencia. inferiores, reciben honores.

Terrible y vigorosa, tan sólo


Sometidos por sus propias Descienden al Hades en el
Bronce preocupados por los actos de
manos en guerras. anonimato.
violencia.

Algunos murieron en Algunos descienden al


combate en Tebas y Troya. Hades en el anonimato.
Semidioses, justos y valientes
Héroes
sometidos a batallas continuas. Otros son establecidos por
A otros Zeus los aleja de la
Zeus en los confines de la
vida de los hombres.
tierra sin preocupaciones.

Agobiados por la fatiga y la Zeus destruirá también a esta


Hierro miseria, están mezclados raza cuando domine la Se desconoce
bienes con males. siniestra envidia.

Este esquema nos permite identificar una aparente irregularidad en el proceso de


decadencia, pues Hesiodo incluye una raza que no tiene equivalencia metálica, destruyendo
la relación entre los metales y las razas. Además, en la narración se establece que la raza de
Héroes es superior a la que le precede, la de Bronce. Esto parece romper el esquema lógico.

Sin embargo, si analizamos el mito en torno a dos dimensiones, la genética y la estructural,


podemos observar que la irregularidad es más bien aparente. Todo mito genético explicita
al mismo tiempo una estructura de la realidad, ciertamente no existe en el pensamiento
mítico otra forma de explicar una cierta estructura de lo real más que a través de un relato
genealógico.

En este contexto, ¿qué implica la inclusión de esta raza de Héroes? Para abordar esta
pregunta es necesario plantear si en este relato genealógico se manifiesta un orden
cronológico de secuencia, teniendo en cuenta que Hesiodo no cuenta con una idea de

3
tiempo homogéneo y lineal. Luego, si el tiempo hesiódico no es lineal, ¿cómo lo
comprende? Un lamento de Hesiodo puede brindarnos una pista, pues al mencionar que él
se encuentra en la raza de Hierro exclama: “hubiera querido morir antes o nacer después.”2
Parece evidente que sí el tiempo fuera lineal y en tendencia decadente el poeta no desearía
haber nacido después. Entonces, según nos ilustra el contexto histórico de la Grecia antigua
y nos permite intuir el mito de las razas, nos hallamos frente a una comprensión del tiempo
cíclica. Se trata de un ciclo renovable, en el que se resaltan diversas virtudes de acuerdo a la
naturaleza propia de las razas. La noción de círculo no permite ubicar un punto de partida
ni de llegada establecido, de manera que cada raza posee su propia temporalidad, y “si la
raza de oro […] Hesíodo la hace figurar a la cabeza de su relato, es porque encarna las
virtudes – simbolizadas por el oro – que ocupan el punto culminante de una escala de
valores intemporales. La sucesión de razas en el tiempo reproduce un orden jerárquico
permanente del universo.”3 Así, la aparente irregularidad cronológica de la presencia de la
raza de Héroes puede cuestionarse, interpretándose a partir de un segundo criterio, los
valores.

En este sentido, nos hallamos frente a oposiciones entre las razas, sin algún tipo tendencia a
la decadencia. Entre la segunda y la tercera raza no se realiza ninguna comparación, son
simplemente diferentes, pues el antagonismo se presenta entre la raza de Oro y la de Plata,
así como entre la de Héroes y la de Bronce, que descienden al Hades entre enfrentamientos
frenéticos. En cada nivel se enfrenta Diké a Hybris, valores positivos como la justicia y el
orden versus valores negativos como la injusticia y desenfreno, configurando a través del
relato dos horizontes de valor. No obstante, en cada nivel se establece un valor dominante
basado en las características propias de los hombres que la conforman.

Hasta el momento parece una lucha dual, aunque, aparece la quinta raza, que
contrariamente a los precedentes no se desdobla en dos aspectos antitéticos, sino que se
presenta bajo la forma de una raza única, la de Hierro. Un mundo en el que bien y mal están
entremezclados, “un mundo humano ambiguo, definido por la coexistencia de los
contrarios en su seno.”4 En esta raza nos encontramos con dos tipos de existencia humana,
uno dominado por la Diké y otro por la Hybris. Hesiodo expone un mundo donde el bien y
2
Hesiodo, Trabajos y Días, Op. Cit. p.80. Verso 175
3
Vernant, Jean-Pierre, Mito y pensamiento en la Grecia antigua, Editorial Ariel, S.A., Barcelona, 1985. p. 25
4
Vernant, Jean-Pierre, Mito y pensamiento en la Grecia antigua, Op. Cit. pp. 28-29

4
el mal están mezclados y de una u otra forma se equilibran, sin embargo anuncia la
destrucción de esta raza “cuando al nacer resulten encanecidos” 5 y finalmente “sólo
penosos dolores quedarán para los mortales; no habrá remedio para el mal” 6, el mundo
estará entregado a la hybris.

Esto acontece en el mundo terrenal mientras las diversas razas pueblan la tierra. Así,
tenemos la siguiente estructura:

Nivel Razas Valor dominante Estado de relación

Oro Diké Pólemos


1
Plata Hybris Lucha de contrarios

Bronce Hybris Pólemos


2
Héroes Diké Lucha de contrarios

Diké Pólemos
3 Hierro Lucha de contrarios al
Hybris interior de la raza

Ahora bien, ¿de qué manera se presentan las relaciones entre las razas en el mundo después
de la muerte? Las razas de Oro y Plata son objetos de cierta promoción, pues de hombres
pasan a ser daimones, conservando algún poder sobre los vivientes siendo objeto de
honores. Por el contrario, en las razas de Bronce y de Héroes no se identifica promoción
alguna, pues, los primeros, muertos en las guerras devienen en el Hades como difuntos
anónimos, en completa banalidad; mientras en los segundos, sólo algunos privilegiados
escapan por voluntad de Zeus a la isla de los Bienaventurados. Finalmente, respecto de los
hombres de Hierro no contamos con noticias sobre su destino en el mundo de la muerte.
Tenemos la siguiente relación:

Nivel Razas Mundo de la muerte Estado

5
Hesiodo, Trabajos y Días, Op. Cit. p.84. Verso 180
6
Ibíd. p.85. Verso 200

5
Daimones
Oro
Promoción
Reciben honores.
1 Igualdad después de la
Daimones
muerte
Plata
Reciben honores.

Bronce Difuntos anónimos


Negación de la promoción
Difuntos anónimos
2 Igualdad después de la
Héroes
Isla de los Bienaventurados muerte
(no reciben honores)

3 Hierro No hay información No hay información

Hemos señalado las relaciones que se establecen en y entre las distintas razas tanto en el
mundo terrestre como en el mundo después de la muerte. Sin perder de vista la concepción
hesiódica del tiempo, el ciclo de las edades inicia con el reino de la Diké en la raza de Oro
y termina con el triunfal dominio de la Hybris en la raza de Hierro, sin embargo, “en lugar
de una sucesión temporal continua, existen fases que se alternan según relaciones de
oposición y de complementariedad. El tiempo no se desenvuelve siguiendo una sucesión
cronológica, sino según relaciones dialécticas de un sistema de antinomias.”7

En esta estructura lógica nos hallamos con tres niveles de oposición: el primero entre las
razas de Oro y Plata, el segundo entre las razas de Bronce y Héroes, y finalmente, al
interior de la raza de Hierro.

La raza de Oro se presenta sin ninguna ambigüedad, el Oro simboliza las virtudes supremas
intemporales de la Diké. La raza de Plata se define por oposición a la primera, aunque
después de su castigo se beneficie de los mismos honores. En este primer nivel nos
hallamos en el plano de lo jurídico-religioso, es decir, en el ámbito de los honores, del

7
Vernant, Jean-Pierre, Mito y pensamiento en la Grecia antigua, Op. Cit. p. 29

6
culto, y de sus respectivas contrapartidas. En este nivel prima el aspecto cualitativo de la
juventud. Aquí radican las variables de oposición.

En el nivel de las razas de Bronce y Héroes pasamos al plano militar, donde la fuerza bruta,
el vigor físico y el terror se constituyen en los puntos de relación. Los hombres de Bronce
sucumben en la guerra y no acceden a honor alguno. La simbología metálica se relaciona
con las armas de los guerreros. Los Héroes, por su parte, se definen en relación a su
contrapartida, son guerreros aunque más justos y valerosos. Ninguna de las dos razas tiene
tiempo de envejecer, ambas mueren en el combate.

El tercer nivel, el de la raza de Hierro, presenta un aspecto más ambiguo representado en la


mezcla del bien y el mal. La vida de estos hombres se desgasta en un continuo
envejecimiento en el esfuerzo por conseguir los elementos necesarios para la subsistencia.
Aquí nos hallamos en el plano de la agricultura.

De esta manera, el esquema lógico de la narración sería el siguiente:

Mundo de
Mundo de los hombres
los dioses

Orden Terrenal Paso Mortal


inmutable Plano de
Nivel Raza
Valor relación
establecido Relación Estado
dominante
por Zeus

Oro Diké Pólemos Daimones


Jurídico-
1
religioso
Plata Hybris Promoción Daimones

Bronce Hybris Anónimos


Pólemos

2 Anónimos Militar
Negación de la
Héroes Diké
promoción
Bienaventurados

3 Hierro Diké Pólemos Desconocido Agricultura

7
Hybris

Este esquema nos permite visualizar algunos de los elementos expuestos en la primera parte
de la presentación. Tratemos de identificar los más sobresalientes.

El mito hesiódico de las razas pretende establecer la verdad de una proposición general
mediante un razonamiento. Podríamos inferir que dicha proposición se centra en la lucha
continua entre la Diké y la Hybris en la dinámica cotidiana de los seres humanos. Ahora
bien, para demostrar esta proposición, organiza los acontecimientos pasados, analiza los
presentes y proyecta los futuros de determinada manera, de tal forma que le permita
confirmar la tesis general. Esta cierta manera de organizar los acontecimientos se explicita
en el esquema del encadenamiento de los sucesos que se presentan en la narración. En la
forma del encadenamiento identificamos el tipo de lógica que dinamiza el discurso.

A lo largo del análisis micro hemos encontrado relaciones binarias. En primer lugar, un
mundo de los dioses en el que se establece un orden inmutable frente a un mundo de los
hombres siempre cambiante. En segundo lugar, en el mundo de los hombres hay la lucha
entre las razas, que hemos organizado en 3 niveles, cada uno en lucha dual: Oro y Plata,
Bronce y Héroes, y finalmente, Hierro, al interior del cual se presentan relaciones
contrarias. En tercer lugar, el tipo de lucha que se presenta al interior de cada nivel
igualmente es dual, Diké enfrentada a Hybris. Finalmente, entre los niveles 1 y 2
encontramos relaciones binarias: el paso al mundo de los muertos para el nivel 1 implica
una especie de promoción, contrario al nivel 2; ya en el mundo de los muertos los hombres
del nivel 1 reciben honores, mientras los del nivel 2 quedan en el anonimato. Se desconoce
el destino de los hombres del tercer nivel.

En el análisis detallado de cada raza nos encontramos frente a un esquema lógico que
privilegia los principios propios de la lógica clásica, asumidos bajo el principio de
bivalencia. Incluso lo que parecía ser una contradicción con la inclusión de la raza de
Héroes ratifica la proposición general y el esquema propuesto.

Sin embargo, si realizamos el análisis de la estructura macro del discurso, nos encontramos
con que los polos bivalentes que hacen parte fundamental de la narración se constituyen en

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momentos de una relación dialéctica. Aquí, en la lectura macro, se enfatiza el principio de
la unidad de los opuestos, que sustituye (cuestiona) al principio de no-contradicción. El
discurso cuenta con tres grandes niveles que se encadenan en un continuum. Al nivel 1 (A)
se contrapone el nivel 2 (no-A), además se encuentra un nivel 3 que no coincide con
ninguno de los anteriores, pero en el cual es verdadero que algo sea A y no-A, en tanto
cuenta con características de ambos sin que por ello se corresponda totalmente con alguno.

Si bien hay lucha bivalente al interior de cada nivel, se encuentra cierta unidad en cada uno
de ellos que permite establecer la relación dialéctica. En el nivel 1 el paso del mundo
terrenal al de los muertos implica una cierta promoción, se convierten en daimones que son
objeto de honores; en el nivel 2 no hay promoción alguna, se pasa del mundo terrenal al
anonimato; y finalmente se desconoce el destino de los del nivel 3. Daimones (A),
anonimato (no-A) y desconocimiento (A y no-A). En el nivel 1 se encuentran dos razas en
pugna, inicia con diké, el nivel 2 inicia con hybris, y en el nivel 3 la lucha es al interior de
una misma raza. Finalmente, encontramos la relación dialéctica en el plano de relación
entre los niveles: primero, lo jurídico-religioso, que implica orden y relación con lo
trascendente, al que se opone el segundo nivel, lo militar, donde se presenta el caos y el
deseo de gloria. Se da paso, finalmente, a la agricultura, en el tercer nivel, en el que se
hallan los hombres de la actualidad.

En el mito hesiódico de las razas hemos identificado dos estructuras lógicas fundamentales:
en la lectura micro el principio de bivalencia propio de la lógica clásica, y en el lectura
macro el principio de unidad de los opuestos propio de la lógica dialéctica, un sistema de
las llamadas lógicas no-clásicas.

Llegamos a nuestra segunda tesis, nos hallamos desde los inicios de la tradición occidental,
tras la estructura del discurso mítico, con los dos sistemas lógicos que han hecho mayor
carrera en la historia del pensamiento en occidente: la lógica bivalente y la dialéctica.

¡Bienaventurados los tiempos que pueden leer en el cielo estrellado el mapa de los
caminos que le están abiertos y que deben seguir por la luz de las estrellas!

Georg Lukacs

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Goldmann, Lucien. “La sociología y la literatura: situación actual y problemas de método”.
En Sociología de la creación literaria. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión,
1971.
Luna Bravo, José Luis. Lógicas de la filosofía de la historia: hacia una crítica de la lógica
de la razón histórica. Serie filosófica, Número 17. Bogotá: Editorial
Bonaventuriana, 2011.

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