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2. Iglesia Católica Romana.

2.1. La Iglesia Católica Romana presenta un rostro unificado por fuera. Sin embargo,
hay diversidad dentro de ella. En cierto sentido, esa diversidad puede llegar a ser tan
marcada o más como la que existe entre los protestantes. En otras palabras, cuando un
católico desinformado o prejuiciado sobre el protestantismo acusa a éste de estar
dividido al extremo, no ha tomado en co nsideración la multiplicidad de acercamientos
que también están presentes en la Iglesia Católica Romana (ICR).

2.2. El Tomismo o Teología Natural.


Llamada así pues fue Tomás de Aquino quien mejor la formuló en la alta edad media. De
acuerdo con el “Doctor Angélico” existe suficiente capacidad en la razón humana para
captar la verdad de Dios en la creación y en la naturaleza. La razón independientemente
de la fe o de la revelación especial puede “conocer” a Dios. La naturaleza es el primer
libro sobre Dios. Ya que se trata de una propuesta epistemológica, algunos la consideran
como una de las más fuertes corrientes católicas con ramificaciones que permean a otros
sistemas. Según F. Schaeffer, Aquino abrió la puerta que más tarde llevaría al Deísmo de
los siglos XVIII-XIX.

2.3. Pelagianismo/semipelagianismo/neopelagianismo.
Estos nombres se aplican a una corriente teológica que tiene sus orígenes en las
enseñanzas de Pelagio (siglo V). Sus temas principales son la antropología y la
soteriología. Se enseña que la humanidad puede y debe colaborar con Dios en su
salvación por medio de las buenas obras. Si bien la humanidad ha sido afectada por el
pecado, esto no la ha incapacitado para responder por sí misma al llamamiento de Dios
hacia la salvación y santificación.

2.4. Agustinianismo.
Agustín de Hipona (siglo V) es conocido como el último de los Padres de la iglesia
antigua. Es justo afirmar que tanto Protestantes como Católicos reclaman a Agustín
como ascendiente teológico. Por el lado protestante, por ejemplo, Calvino citó
positivamente a Agustín quizá más que a cualquier otra autoridad.1 Cuando se piensa en
Agustín generalmente se piensa en su controversia con Pelagio. Agustín se opone a la
concepción antropológica y soteriológica de Pelagio. La humanidad está muerta en
pecado y sólo la gracia de Dios puede traerla a la salvación. En general la Iglesia Católica
se aleja de Agustín en este sentido. Sin embargo, se acerca a él en doctrinas como la
eclesiología. En donde se afirma que sólo dentro y a través de la Iglesia se puede aplicar
la salvación (se entiende Iglesia como la jerarquía católica romana). La iglesia para
Agustín, sin embargo, no coincidía totalmente con la jerarquía. También se asocia a
Agustín la idea de la salvación sacramental. La persona recibe “gracia salvífica” a través
de su participación en los sacramentos—símbolos del misterio salvífico. Es casi
imposible probar que Agustín entendiera esto en el mismo sentido que más tarde
tomaría. Para la iglesia católica del concilio de Trento, por ejemplo, los sacramentos se
convierten en buenas obras que al cumplirse favorecen que haya más gracia salvífica
disponible para la persona (Pelagianismo).

2.5. Catolicismo de vanguardia.


El siglo XX vio el florecimiento y renovación de varios sistemas teológicos católicos. Los
cambios en el mundo, las crisis económicas y los avances de la crítica bíblica motivaron
un “agiornamiento” de la ICR. El concilio Vaticano II también vio con buenos ojos el
avance de ciertas posturas teológicas que antes pudieran haber sido consideradas
heréticas por la misma ICR. Dentro de este catolicismo de vanguardia, ninguna figura
tomó más protagonismo que la del jesuita Karl Rahner. Este sirvió como un padrino
protector de las nuevas corrientes teológicas, entre las cuales, el trascendentalismo
humano, el existencialismo, la teología política y la teología liberación son sólo algunas
representantes.

1 Juan Calvino, Institución de la Religión Cristiana, 1.1-18.

¿Qué es la teología histórica?


La teología histórica está estrechamente vinculada a la historia de la iglesia, pero es más un estudio
de la forma en que las personas entendieron y enseñaron la doctrina desde que la iglesia se
estableció en el primer siglo hasta ahora.

La teología histórica generalmente se divide en cuatro períodos:

• 100 a 400 d. C. - el período patrístico

• 500 a 1500 d. C. - la Edad Media y el período del Renacimiento

• 1500 a 1750 d. C. - el período de reforma y post-reforma

• 1750 d. C. al presente - el periodo moderno

La teología histórica generalmente cubre el punto de vista y los cambios en la forma en que los
líderes de la iglesia vieron y enseñaron doctrinas como la naturaleza de Dios, la naturaleza de
Jesucristo, cómo se veía al Espíritu Santo, la doctrina de la salvación y otras. También estudia
cómo se difundieron esas doctrinas, a veces a través de credos y confesiones, cómo se
establecieron, a través de consejos de la iglesia y otras reuniones, y estudia herejías y sectas.

La iglesia siempre ha mirado hacia atrás para ver de dónde provienen sus raíces y cómo se han
desarrollado. El escritor de Hechos lo expresó de esta manera: "Estimado Teófilo, en mi primer libro
me referí a todo lo que Jesús comenzó a hacer y enseñar" (Hechos 1: 1).

Quienes se ocupan de la teología histórica deben tener cuidado de no basar sus creencias, ni
establecer un sistema de creencias, basado en lo que aprenden sobre esa historia. Solo la Biblia
debe ser el fundamento y la base de la fe.

Aún así, es muy beneficioso estudiar la forma en que la iglesia desarrolló su doctrina, cómo los
padres de la iglesia entendieron la Biblia y cómo las denominaciones veían la doctrina. Nuestra
lectura, instrucción y edificación no deben provenir exclusivamente de autores y teólogos modernos
(Efesios 4: 11-12).

Cuando estudiamos teología histórica, vemos a Dios obrando. Establece iglesias y movimientos
misioneros, levanta líderes y derriba a los herejes. A pesar de todo, Su palabra permanece (Salmo
119: 160). Aprendemos lo que Dios preserva y lo que no permite, preparándonos así para
preguntas doctrinales y batallas. Cuando vemos cómo la cultura impactó la visión de los líderes de
la iglesia en las Escrituras, podemos protegernos en contra de mirar la Palabra de Dios a través del
lente de nuestra cultura actual. Aquellos que no estudian el pasado tienden a repetirlo, como dice el
viejo dicho.

TEOLOGÍA EVANGÉLICA
VocTEO
 
Mientras que el adjetivo «evangélico» se ha usado muchas
veces para describir una forma conservadora de cristianismo
surgida en el siglo xx (ver Fundamentalismo y
televangelismo), generalmente la expresión teología
evangélica se refiere a la teología protestante en general y
especialmente a la que se desarrolla bajo la influencia de
Martín Lutero (1483-1546).

Para Lutero, el corazón de toda la teología es el tema de la


justificación y de la salvación por medio de la gracia de la
humanidad pecaminosa, por obra de un Dios que juntamente
juzga y tiene misericordia. La justificación por medio de la
sola fe y por medido de la sola gracia es el centro del
Evangelio. Cualquier teología que se construya sobre los
fundamentos de este centro puede ser llamada "evangélica».

La antropología teológica de esta teología considerará a los


seres humanos, no tanto como criaturas históricas racionales,
ni como potencias obedienciales para la unión con Dios, sino
ante todo y sobre todo como pecadores, completamente
incapaces de salvarse a sí mismos de las consecuencias de
sus pecados. La imagen de Dios que predomina en esta
teología acentúa su soberanía. Dios es el juez que condena a
la luz de la desobediencia de la ley por parte del hombre: y
solamente Dios, a través de su gracia y por medio del don de
la fe, puede salvar a los hombres del castigo eterno que
justamente merecen.
La teología evangélica se muestra escéptica sobre las
pretensiones de los recursos creados para mediar la salvación
y la revelación. No hay ninguna continuidad ontológica entre
el Creador trascendente y sus criaturas finitas. La razón
humana participa de esta debilidad y por tanto la teología
evangélica mira con escepticismo las pretensiones de la
teología natural o la doctrina de la analogía. El conocimiento
humano de Dios se basa en la Palabra de Dios, que condena
el error humano y la pecaminosidad, pero que proclama
misericordiosamente el perdón en la cruz de Cristo. La cruz
es el juicio de Dios sobre la pecaminosidad humana. La
teología evangélica, como teología que elabora esta palabra
de la cruz, es por tanto una theologia crucis (ver Theologia
crucis}.

A pesar de estas propuestas más bien negativas que forman


el marco de su fase inicial, gran parte de la historia de la
teología evangélica ha sido un intento de reconciliación con la
imagen más positiva del hombre que ha ido evolucionando en
el pensamiento occidental bajo el impacto del Renacimiento,
de la Ilustración y de la revolución científica moderna.

Ya a finales del siglo XVll y durante todo el siglo XVIII, los


teólogos evangélicos desarrollaron una comprensión del
cristianismo centrado en la enseñanza moral y en el ejemplo
de Jesús. Se emplearon argumentos históricos y filosóficos
para relativizar algunas doctrinas de la Escritura y de la
Tradición que no parecían armonizarse debidamente con el
nuevo tradicionalismo filosófico. A comienzos del siglo XIX, F.
Schleiermacher (1764-1834), en su obra Sobre la religión
Discursos a los intelectuales que la desprecian ( 1799),
defiende a la religión describiéndola en términos de
experiencia individual e interior. Schleiermacher ha sido
considerado a veces como el padre de la teología liberal
protestante, que se caracteriza por su voluntad de eliminar o
reinterpretar las doctrinas tradicionales que no parecen
conciliables con la visión contemporánea del mundo. La
teología liberal protestante propone generalmente una
valoración optimista del hombre y de sus expectativas para el
futuro. Los exponentes principales de esta teología serían a
continuación A. Ritschl (1822-1889) y E. Troeltsch ( 1865-
1923).

La teología evangélica volvió a una posición mucho más


crítica sobre el hombre en la teología kerigmática de la
Palabra, que apareció con la publicación de La carta a los
Roma7.105 (1919), de K. Barth (1886-1968). Esta
reafirmación de las doctrinas tradicionales, llamada a veces
"neo-ortodoxa», desafió valientemente al pensamiento
contemporáneo sobre la base de aquel viejo principio
evangélico de que la razón humana y los proyectos humanos
están inevitablemente manchados por el pecado. R. Bultmann
(1884-1976) formuló su teología kerigmática con la
terminología del existencialismo antropológico de M.
Heidegger (1889-1976).

Para Bultmann, la fe en Cristo abre a los seres humanos la


posibilidad de una existencia auténtica. P Tillich ( 1886-
1965) intentó mostrar la relación entre la Palabra de Dios y la
razón humana, elaborando un «método de correlación, en el
que las doctrinas cristianas pueden entenderse como modos
para comprender la respuesta de Dios a las preocupaciones
fundamentales humanas. Finalmente, la relación divino-
humana que está en el corazón de la teología evangélica es
desarrollada por los teólogos contemporáneos en términos de
una teología de la esperanza o de una teología del Reino de
Dios.

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