Cuentos para
Marisol
Marta BrunetCuentos
para Marisol
Marta Brunet
@‘CARMEN CARDEAT.
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INDICE
(CUENTOS PARA MARISOL.
Buscacamino
La flor dol cobre
Gazapito quiere comer torta
Yo sf. Yono..
Mama Condocina y Mam Suaves-Lanas
Laterible aventuta de don Gato-Gloin
LAS HISTORIA DE MAMA TOLITA
Historia de Sapete que se enamnoré del Sol
istora de por qué la Lloica tiene el pecho colorado
Primera historia de Perros y Gatos
Segunda historia de Perros y Gatos
“Tercera historia de Perros y Gatos
Historia de a sora Rata det pueblo de los Ratones
Una historia que pas6 no més
Historia del Ratén que engané ala Zora
Historia con dos Gatas,
Historia del Lobo cuando se enformnd
Historia de Sapos
Historia de los Albatros sahios
Historia de los amigos de Azolina
EPILOGO
‘Marta Brunet y sus obras
B
9
2
31
37
45
9
3
7
61
65
1
8
y
a
st
91
109(CuenTos PARA MarisoLBuscacanino
Resulta que en una montaia del Sur vivia un
sefior Chuncho al cual los otros pajaros Hamaban
Buscacamino. No creas ti que lo llamaban asf por
sus grandes ojos, relucientes como esos focos que
encienden por la noche los autos para encontrar la
ruta extraviada, No. Le dieron ese sobrenombre
arraiz de un gran servicio que les prestara, Pero
antes debo advertirte que hasta ese momento nadie
queria al sefior Chuncho. Este no hacia otra cosa
‘que augurar calamidades:
Usted se va aenfermar... Yale habfa dicho que
chocarfa contra ese érbol... Dése cuenta de que
tiene el moquillo... Maiiana vendré el Peuco.
‘Conestas frases nada alegres, desde que anoche-10 Marta Bruner
ciahasta el alba presagiaba desgracias. Y resultaba
‘que nadie gustaba de su compania en la montafa,
‘como ya te dije y como era légico.
YY aunque las seioras Cachahas son muy amigas
ela sociedad y del comadreo y a los sefiores Pide-
nes les encantan fos corillos, no querian tampoco
relacionarse con el sefior Chuncho, y el pobre ter
min6 por andar completamente solo; mejor dicho,
terminé por irse todas las noches a un ato roble
‘que dominaba la montafaentera, quedindose allt
rmelancélicamente, muy corresto en su chaque, di-
ciendo a toda vor sus vaticinios para tener siquiera
en el amable Eco alguien que lerespondiera
Pero resulta que una vez, en una primavera muy
fia y Hena de heladas y de neblinas y de Uv
en una de esas primaveras en que parece que el
invierno no quiere ise, los pobres pros, ateridos
por el Viento que bajaba furioso de la cordillera,
Vieron un dia que la neblina se espesaba en tal
forma que la poca luz que dejaban pasar las nubes
vestidas de luto se iba perdiendo, y que a media
tarde se formaba una noche Hlena de miedos y de
sobresaltos, porque todos los paras andaban lejos
de sus nidos, buscando algo que comer. ¥ piaban
desesperadamente, Hlamandose unos a otros, bus-
‘cando los paps a las mamas y ambos asus hijitos.
(Cuneros ana Manso u
Y¥ como nadie encontraba a nadie, s6lo se escucha-
baen la montafia un solo piar lloroso.
Mientras tanto, el senior Chuncho habia desper-
tado, y después de dar varios bostezos, de estirar
las alas y de rascarse un poco ~como es dle rigor
al salir de un buen suefio-, puso atencién a lo que
Jos pijaros decfan entre desolados sollozos
~iPeriquito! ;Periquito!
~{Has visto a mi To Agustin?
—jlests! Jess!
jAqui! jAquit
~jAlll!jAl
Era para volverse loco.
Pero el seitor Chuncho no se afligis con tanto
agrito ni con tanta confusién, Se puso las botas y
el impermeable, y con su paso de grave notario
salié de la.casa, dejando la puerta bien cerrada para
cvitar robos. Guards la Have en el bolsillo de tras
del pantal6n y realizado ese gesto precautorio se
fue de un vuelo hasta “el érbol de enfrente”, donde
‘una seftora Diuca lloratsa a mares llamando a st
marido,
Con los ojos bien abiertos y bien brillantes en
Ja oscuridad, el sefior Chuncho le fue alumbrando
cl camino una vez que averigué dénde vivia. La
ddej6 en su casa, arropada y tranquil, yéndose enseguida a otro drbol, donde una sefiorita Cachafia
sritaba como si la estuvieran matando, rodeada de
sus hermanas, que ya no gritaban, porque se ha-
bfan quedado roncas. Y las llev6 a su casa, donde
apd Choroy y mama Cachafia estaban rezando
tuna letanfa para que San Cristébal les trajera. con
bien @ casa.
Y enesta forma, auxiliando a unos y a otros, el
sefior Chuncho logré poner orden en La montaiia y
que cada cual llegara sano y salvo a su domicilio.
Tan atareado estaba, que olvid6 sus anuncios de
calamidades.
Desde entonces, los pajaros de la montana
tienen por el sefior Chuncho un gran afecto y le
aman cariniosamente Buscacamina, y, aunque
€\ siga presagiando los males, lo oyen con gran
cortesfa y hasta suelen contestarle con algiin mo-
nosflabo. Claro es que en la mayoria de los casos
estén pensando en otra cosa, pero como el sefior
Chuncho no to sabe, se considera el més feliz de
los habitantes de la montafia,
Esta ¢s la historia del sefior Chuncho, a quien
sus compaieros llaman Buscacamino.
La For pet conre,
Resutta que una vez habia un matrimonio
{que vivia en un campito, cerca de un pueblo en el
Sur. Los dos eran viejos, reviejos. ¥ resulta que
el marido era tan flofo que nunca haba trabajado
en cosa alguna, y en cuanto le hablaban de hacer
algo, se quejaba a gritos de sus muchas enferme-
dades y se iba a la cama, diciendo que ya poco le
ia faltando para entregar su dnima al Tatita Dios.
Y resulta también que la pobre mujer, a pesar de
sus aos, ena que seguir comidiéndose para ella
sola mantener el hogar.
Con laterrible pereza del marido,a.quien lama
‘ban don Quejumbre-No-Hace-Nada, el campito
estaba hecho una maraiia de zarzas y la casa sea Mara Buoner
cafaa pesarde los puntales que le habfan arrimado
algunos vecinos miscricordiosos, Pero esto no-era
impedimento para que don Quejumbre-No-Hace—
Nada siguiera durmiendo 0 lamentdndose de sus
males. Y resulta que un dia estaba dofia Maria So-
plillo-que asf se lamaba la mujer zurciendo los
pantalones de don Quejumbre-No—Hace-Nada,
‘cuando sintié que éste Hegaba muy contento del
pucblo, donde habfa ido en busca de remedios para
Jas muelas,
Apenas la divis6 le dij:
~Figarese la suerte, vieja.
did, Aunque seria mejor que diera antes
las aiienas tardes.
~Gilenas tardes. Pero no interrumpa. Figdrese
Ja suerte... A la primera glelta del camino me le
encontré con una seffora muy encachi, que me
predunt6 pa’énde iba, Yo le contesté que p'al
pueblo a mercar medicinas p'al dolor de muelas.
Entonces ella me ice qu'es meica y que me puede
dar un remedio no sélo pa las muelas, sino que es
‘pa toititos los males conocfos. Y voy entonces yo
y le predunto: “;Y qué remedio es ése, Misid?”
Y celia al tiro me contesta: “Es la flor del Cobre",
“No la conozco, ni munca la habia afdo mentar”,
Je respond. Y ella va y me ice: “Aut tiene la
‘Cunyros pan Manso Is
semilla, vayase pa su campito y la siembra, y en
‘cuanto florezea vers cémo se livia de sus muchos.
achaques".
“LY qué le dio, viejo?
Esta bolsita con semillas, Mire, Al tro las voy
a sembrar.
Entonces sofia Maria Soplillo se puso en pie,
‘muy contenta al ver a su marido tan dispuesto y
alegre. Y le pregunt6:
—{Dénde las va'sembrat?
Aquino més, en la huerta, Pero la Misia me'ijo
también que tenia que sembrarlas toas y en tierra
limpia y bien barbechs, Por suerte que no son
‘muchas las semillas.
‘¥ don Quejumbre-No-Hace-Nada se fue en busca
de a pala, elazadén y el ratio, queestaban por ah,
cen un cuarto, todos llenos de telarafas y moho.
orla tarde se pas6 arreglando un retazo de tierra,
sacando maleza, arrancando races, arando y rasti-
land. Cuando legs la puesta del sol estaba el retazo
de huerta convertido en una lindeza de barbecho,
'Y don Quejumbre-No-Hace-Nada se fue a acostar
completamente rendido, dispuesto a levantarse al
alba para sembrar las semillas de la planta del cobre,
cuya flor habria de mejorarle la salud,
Pero resulta que ala mafiana siguiente, cuandoCurva pata Manis. ”
comenz6 a esparcr la semilla ~que estaba en una
bolsita de cuero no mas grande que una mano
cerrada— ésta no terminaba nunca, y, aunque don
(Quejumbre-No-Hace-Nada lanzaba grandes pufa-
dos al surco, el contenido de la bolsa no menguaba.
TY yano habfa dénde sembrar més!
~{Qué haré? “le pregunt6 a doiia Marfa Soplillo
-Usté sabré -dijo In mujer modosamente-,
Pero, segtin ijo usté ayer, la Misié le recomends
que sembraratoittas las semillas.
~Asf no ms jue ~dijo el viejo
YY se puso a preparar otra porcién de tierra més
grande que la que barbechara la vispera
Pero al dia siguiente pass exactamente lo mis-
mo: la semilla no Hlevaba trazas de disminuir, Al
‘gran holgazdin de don Quejumbre-No-Hace-Nada
le dieron ganas de no seguir en la empresa; pero
{justamente en ese momento le dieron unas fuertes
ppunzacas en las muelas, tan fuertes como no las
hhabfa sentido nunca, ¥ esto lo hizo decidirse a bar-
bechar un pedazo del potrerillo, en vista de que la
huerta ya estaba toda sembrada y que las semilias
parecfa que no se hubieran empleado nunca.
Y al cabo de diez dias de trabajos y rezongos y
de decir que no daba una palada mids, y de volvera
dolerle las muelas y de volver entonces a trabajar,
don Quejumbre-No-Hace-Nada se encontré de
repente con todo su campito limpio, barbechado y
sembrado, y que empezaban a brotar unas hojitas
verdes, y que haba que regarias, cuidando de que
enlos camellones no fuera a salir de nuevo maleza,
Yy que habia ademas que vigilar los caracoles y los
fgorriones, y que, por lo tanto, habia que seguir
levanténdose al alba y trabajando el dfa entero,
Y resulta que a don Quejumbre-No-Hace-Nada
see aba ofvidado quejarse y ni una mala ipria le
aba, Y resulta también que Cuanto mds crectan las
plantas de la Flor del Cobre més parecfan matas de
maiz. y al fin don Quejumbre-No-Hace-Nada tuvo
‘que convencerse de que no habia tal Flor del Cobre,
sino unos choclos lindos, que empezaron a comet he-
‘chos ricas huritas por mano de dovia Marfa Soplillo,
‘euando no eran cocidos y en unos pasteles con pino
y todo. Y como los choelos cada vez cundian més,
resolvieron cosecharlos y venderlos en el pueblo.
Pero eran tantos, tantos, que dejaron una parte de la
casa para hacer chuchoca y otro poco para darles a
las aves, y el resto, en la carreta del compadre Juan
Pablo Retamales, que se la prestara, lo levaron al
‘mercado, sacando por él un buen precio.
Entonces compraron ropa para el inviemo, una
olleta grande, una vaca y un burro, tres gallinas, un8 Manes 8
zaillo y dos conejitos blancos con manchas rubias
¥ ojos negros. ¥ una pala y un arado y un rastill,
'Y muchas cosas para comer,
Y aunque hicieron tanta compra, ain le quedaba
«don Quejumbre-No-Hace-Nada plata amarrada
en una punta del paftuelo de yerbas al volver a su
campito.
Entonces le dijo a dofia Marfa Soplilo:
—Aquella Misid que me dio la semilla, gen dar
que me pits...
Si no hubiera sio por ella, a estas horas segui-
rfa siendo pobre y enfermo, gtieno pa’ na, No sea
malagradecfo ~contest6 la vieja.
~iCierto no mas es!
—Con razsn le ijo la Misi que se le quitarian
toftos los males. Hace tiempo que no lo oigo que-
jarse e ma. Y la Flor del Cobre sus gtienos cobres
Y ehauchas y pesotes que le ha dao..
“iY quign seria la Misia?
Pa’ mi qu’era la mesma Mamita Virgen de los
Cielos..
—Hiasta que al fin di con quén era.
~Entonces le vamos a dar altro las gracias y te
‘vamos a rezar un avemarfa con harta devocién,
Y¥ ésta es a historia de La Flor del Cobre, qe
volvié diligente y samo a: un hombre.
Gazavrro Quiet COMER TORTA
Resulta que una vez habia un conejito blanco
amado Gazapito. ¥ resulta que era muy goloso y
siempre estaba robindole a su mamé, Largas Ore-
jis, zanahorias y betarragas, que para los gazapos
es algo tan exquisito como los chocolates y los
caramelos para los Nifitos-del-Hombre. ¥ aparte
de los castigos que mamé Largas Orejas le imponia
al descubrir sus merodeos por la despensa, suftia
Gazapito unos tremendos dolores de estémago, tan
tremendos que a veces requerian la intervencién
de dofia Rata-Sabia-Yerbatera,
YY como a pesar de los castigos y de los dolores
no escarmentaba, pues result6 que al fin enfermé
_gravemente y hubo que ponerlo aréginien estricto
de yuyitos ternos y agtita de boldo.Maeca Bruner
Bueno
Resulta que una tarde estaba muy triste Gaza-
pito pensando en Io amarga que era la existencia
sin un poguito de zanahoria o de betarraga que
la endulzara, y dando suspiros y més suspiros se
-queds medio dormido debajo de una gran col,
‘en la huerta de don Pedro Pérez, que lindaba con
‘el bosque. Y a poco despabilése muy asustado,
‘oyendo cereanas voces de nifios:
Una de las voces decta:
Jué torta mas rica! Es de pura almendra... Y
tiene huevo mol...
Gazapito sabia que las tortas eran dulces, con-
dimentadas con azsicar, que, segtin dofia Rata del
‘Campo. era lo més delicioso en la despensa del
Sefior-Hombre. Y al pobre goloso de Gazapito
se le hacfa la boca agua al ver que los nifios de
don Pedro Pérez daban grandes mascadas a un:
tortas redondas y blancas. Pobre Gazapito, al o
hablar de comida y de dulce, habia separado un
poco las hojas de la col y asomaba un ojo, curioso
de mirarlo todo.
Entonces a Gazapito le dio verdadero antojo
por comer torta redonda y blanca, con almendra
¥y huevo mol.
Y tan preocupado se qued6, que esa noche no
(Cuesros naa Matsou a
pudo dormir, y en su inquietud daba vueltas y mis
‘Yueltas en su Cama de stave musgo, yal fin, pasito,
sali6 de la cueva en que vivia con mamé Largas
Orejas y sus hermanos Gazapillo y Gazapeta. En
cuanto a papa Ojo Colorado, habia muerto en un
acciclente de caza.
(No habia que hablar de esto delante de mama
Largas Orejas, porque le daban ataques de pena y
agitaba las manitas desesperadamente, lo mismo
‘que si tocara el tambor).
Resulta que Gazapito se intemé esa noche en
el bosque, moviendo las orejas.a cada ruido que le
trafa el Viento, ariscando la naricilla, desazonado
por cada olor desconocido, representindosele en
cada cosa aquella torta blanca y redonda con al-
mendra y huevo mol...
Y enesto...joh!... sorpress, Gazapito vio ante
sus ojos, enel fondo de un hoyo al cual se asoma~
1 por casualidad, pues nada menos que una torte
blanca y redonda, que tenfa que ser de almendra
on huevo mol y todo,
Y dando un brinco: ;Zas! ;Bre!
Gazapito cay6 al fondo del hoyo, justamente
sobre la torta redonda y blanca,
YY resulta que, como el hoye era mucho més
profundo de To que imaginara, ese ;Brr¥ que ti2 Marca Buuver
ves, lo dio Gazapito de susto. Pero lo lamentable
fue que al hacer ;Zas!, se percat6 de que con la
impresisn le habia pasado una cosa terrible, que no
se puede contar, pero que lo obligaba a levantarse
cen la punta de sus patitas para no mojar la bata de
piel blanca que Hevaba puesta.
YY todo acongojado, sin acordarse més de la tor-
ta, ni de las almendras, ni del huevo mol, se ech
a llorar a toda boca, como un conejito chiquitito
que era, Ademés, el hoyo estaba muy oscuro y el
miedo aumentaba sus sollozos.
‘Andaba por all, volando, en el bosque y cerca del
hoyo, una mariposa llamada Falena, que al ofra Ga
‘apito pregunt6 asoméndose al boquerén negro:
~{Quién tora?
Yo. Gazapito, que me cai por casualidad.... de
puro distraido...
Noes verdad dijo misié Rana Vieja, que todo
Jo sabfa y era muy chismosa-s se cay porque el
tonto queria comer torta.. La torta que vio en ef
fondo del hoyo..
—iCallese la acusete! —dijoel seftor Grillo, que no
porque hablara dejé de darle cuerda a su rej
{Tengo miedo! ;Tengo miedo! ;Tengo miedo!
-decfa entretanto Gazapito
“Voy a avisarle a tu mamé. ;Dénde vives?
‘Curso para Manso B
~preguni6 Falena,
-No, no. No hay que decirle nada a mamé,
‘que me castigard por haber salido sin su permiso
“contests enire sollozos Gazapito,
~Avisele, avisele grit misié Rana Vieja, para
‘que le den su merecido por meterse en casa ajena.
Para que le den sus buenos coscorrones...
No, por favor, no le digan nada... Pero siquen-
me de aqui... ‘Tengo miedo! ;Tengo miedo!
Entonces Falena ~que es muy buena, a pesir de
cierto atolondramiento que se le reconoce~ fue a
avisara las seioritas Luciémagas para que vinierana
ituminar et hoyo y pudiera Gazapito salir fécilmente
Estas seforitas Luciémagas son bailarinas de oficio,
Yy estdn siempre dando representaciones noctumas
al aire libre, vestidas con coseletes de azabache y
fuciendo sus lindos ojos de luz celeste. Y como
también son muy serviciales, vinieron en seguida e
ituminaron el hoyo formando guirnaldas y muedas
¥y estrellas de cineo puntas, todo ello con es0s ojos
lindos de luz celeste que ya te dije que ellas tienen,
Le dio entonces a Gazapito una verguenza
‘enorme, ya que todas se iban a enterar de lo que le
habia pasado y que ti sabes, eso gute Io obligaba a
ponerse de puntillas para no mojar la bata le piel
blanca. Pues bien: resulta que al ver con claridad24 Masta Bauer
lo que habia en el hoyo, se dio cuenta Gazapito de
‘que era aquello una poza, vivienda de misié Rana
Vieja, y de abt sus protestas. Y que lo que creyera
una torta no era otra cosa que la sefiora Luna Lle~
na reflejada en el agua, y que esta agua en que se
empinaba no era eso terrible que él ereys que Te
habia pasado con el susto al caerse...
‘Ya con més brios y sin ninguna vergllenza,
Gazapito se dispuso a salir del hoyo. pero no al-
canzaba a saltar hasta afuera. Entonces pasé una
cosa maravillosa, que te sorprendeté: pues nada
menos que las raices de un gran Sauce Llorén
{que por allf asomaban, se fueron moviendo len-
tamente hasta tomarse de la mano unas con otras,
formando una escalera por donde agil y retoz6n
subié Gazapito.
"Y resulta que al poner éste pie afuera, Falena se
osé en su mejilla, con Ia intencidn tal vez de darle
un beso, pero caso fe que Gazapito sinti un cos-
uilleo en la nari, dando un estomuido formidable:
=iAchis!
Y entonces despert6 lleno de sobresalto ~con
la noche encima y una gran Estrella dorada mi-
rdndolo atentamente-, debajo de la col donde se
hhabfa dormido. {Porque todo esto no habia sido
otra cosa que un suefio!
YO Siew. YONOus
Resuita que hace miles de afios vivia un ma-
trimonio de Sapos que se querfan mucho, y que lo
pasaban muy bien a orillas de una charea, La casa
cen que vivian era de dos pisos, con terraza.y todo, y
cen el verano salfan de excursiGn en una barea hecha
con un pedacito de pellin y una vela que les tejiera
‘una Arafia amiga, Se mostraban muy elegantes con
sus trajes de seda verde y sus plastrones blancos.
Y no eran nada de feos, con sus grandes bocas
sus ojos de chaquira negra.
Por la sinica cosa que a veces peleaban era por-
que al sefior Sapo le gustaba quedarse conversando
ccon sus amigos de la ciudad Anfibia y legaba tarde
‘a almorzar y entonces la sefiora Sapa se enojabamucho y discutfan mucho més alin, ya veces las
cosas Hegaban a un punto muy desagradable.
Y resulta que un dia Ulegé el sefior Sapo con
las manos metidas en los bolsillos del chaleco,
‘canturreando una cancién de moda, muy contento.
Y resulta también que ya habfan dado las tres de
la tarde. ;En verdad que no era hora para llegar a
almorzar! Como nadie saliera a recibirlo, el sehr
Sapo dijo, llamand
~Sapita Cua-Cua... Sapita Cua-Cua...
Pero la seftora Sapa no aparecis. Volvié a lla-
‘marla-y volvi a obtener el silencio por respuesta.
La buses en el comedor, en el sain, en la cocina,
enel repostero, en el escritorio, en la piscina, hasta
se asomé a la terraza para otear los alrededores.
Pero por ninguna parte hallaba a su mujercita
vestida de verde,
De repente, el seiior Sapo vio en una mesa del
sal6n un papel que dect
ALMORCE Y SAL{. NO ME ESPERES
EN TODA LA TARDE.
Al sefior Sapo le parecié pésima la noticia, ya
‘que no tendria quién le sirviera el almuerzo. Se fue
centonces a la cocina, pevo vio que todas las ollas
cestaban vacfas, limpias y colgando de sus respect.
Cums rita Manso, x
-yos soportes. Se Fue al repostero y encontrd todos
‘os cajones y armarios cerrados con lave.
El sefior Supe comprendi6 que todo aquelto lo
‘habfa hecho la sefiora Sapa para darle una leccidn.
Y sin mayores aspavientos se fue donde la sefiora
Rana, que tenfa un despacho cerca del sauce de
Ta esquina, a comprarle un pedazo de arrollado y
unos pequenes para matar el hambre.
Pero como este sefior Sapo era muy porfiado y
no entendta leeciones, en vez de egar esa noche
4 comer @ las nueve, como era lo habitual, legs
nada menos que pasiias las diez.
La sefiora Sapa estaba tcjiendo en el sal6n, ,
sin saludarlo siquiera, le dijo de mal modo:
No hay comida.
Tengo hambre ~contest6 el sefior Sapo con
{gual mal humor.
—Yono.
—Yo si.
‘Y como si uno era porfiado, el otro lo era mas,
y ningun de ellos queria dejar con la Gltima pa-
Jabra al otro, pues a medianoche todavia estaban
repitiendo:
~Yono.
-Yo st.
Y cuando aparecis el sol sobre-la cordillera, elManus Bruner
matrimonio segufa empecinado en sus frases:
~Yo st
~Yono.
Y resulta que esto pasaba poco tiempo después
del Diluvio, cuando Noé recién habfa sacado los
animales del Arca. Y resulta también que ese dia
Noé habia salido muy temprano para ira darles.un
Vistazo a sus vinedos,y al pasar cerea de lacharca
096 la discusién y movié la cabeza desaprobato-
riamente, porque no le gustaba que los animales
del Buen Dios se pelearan. Y cuando por la tarde
asd de nuevo, de regreso a su casa legaron a sus
{dos tas mismas palabras
~Yo st
Yo no.
Ledio su paco de fastidio a Noé,y, aceredindose
ala puerta de la casa de los Sapos, les dijo:
~iQuieren hacer el favor de callarse?
Pero los sefiores Sapos, sin oftlo, siguieron
diciendo obstinadamente:
~Yo si
~Yo no.
Entonces a Nog le dio fastidio de veras y grité
cenojado:
{Se quieren callar los bochincheros?
Y San Pedro -que estaba asomado a una deMax Base
Jas ventanas del cielo, tomando el freseo~ le dijo
No, enojado a su vez porque hasta alld arriba
legaban las voces de los porfiados diseutidores:
~Los vamos a castigar, y desde ahora, cuando:
quieran hablar, s6lo podréin decir esas dos palabras
cestiipidas.
Y sabes ahora, Mari-Sol de mi alma, por qué
todos los Sapos de todas las charcas del mundo
dicen a toda hora y a prop6sito de toda cosa:
—Yo si.
~Yono.
Mani Coxvorina
Mans Suaves-Lanas
Resulta que una vez el seior Céndor andaba
buscando algo que Ilevarle de almuerzo a su fa-
milia, que vivia en un alto riseo corillerano. Con
Jas alas abiertas movigndose apenas, se mantenia
‘como suspendido en el aire, tan alto que desde Ia
tierra era invisible. Su ojo de mirada prodigiosa
vigilaba desde esa distancia un rebaiio de Corderos
triscando poret valle, comel Pastor ceca y el Pero
dando wueltas descontfiads alrededor.
Pero resulta que era ya la hora sin sombra del
medida y el Pastor sac6 de sus alforjas el pan y
el charqui majado que eran sualmuerzo, y el Pero
‘vino a sentarse a su lado muy discretamente, como
«30s nifios buenos que esperan sin alboroto que la2 Maca Beuner
mamé les sirva su racién. Y entonces los Corde-
ros aprovecharon para jugar entre ellos, dindose
topadas, haciendo corvetas y lanzando balidos de
ontento. ¥ resulta que entonees el seRior Céndor
“que estaba arriba esperando el momento de ata-
‘ear— se dej6 caer como una piedra a plomo sobre
mama Suaves-Lanas. ¥ com ella entre las garras se
lev6 vertiginosamente hasta gran altura,
Y es claro que el Pastor y el Perro se pusieron
entren de defender el rebafio. El primero tomé su
honda y empez6 a lanzar piedras al que hufa. El
otro ladraba con frenesf, mordiendo entre ladrido
y ladrido las patitas traseras del rebaiio espantado
Y disperso, hasta lograr reunislo y tranquilizaro,
Pero sie Perro al fin logx6 éxito, el Pastor sélo
‘daba pedradas en el are.
“Mientras tanto, el efor Céndor iba acercandose
«4 su casa. Quedaba ésta en el saliente de un ris-
‘60, asf es que tenfa una preciosa terraza donde lo
esperaban mam Condorina y sus tres polluelos:
‘Condorito, Condoriluo y Condorica
Y como todos estaban con grande apetito,
apenas divisaron al seftor Céndor con su presa,
para demostrar su contento empezaron una danza
‘guerrera algo parecida al baile del pavo.
Lleno de majestad, el sefior Céndor hizo- un
‘Cuper0s evs Manso. x
vuelo planeado y aterriz6 en su aerédromo patti:
cular, depositando a los pies de su sefiora la caza
para el almuerzo,
La pobrecita Suaves-Lanas venta medio muerta
‘de miedo y lena ademas de dolorosas hers, por-
{que las garras duras del sefor Céndorse le elavaron
cen las cares. Pero ;qué era todo eso comparado
‘con su espanto al verse-cerca de la muerte pensar
{que su hijto Copito-de-Nieve quedaba abandonado
cen la tierra, sin mamita que lo cuidaray le diera de
‘comer? Los ojos redondos de mamé Suaves-Lanas
se llenaron de lagrimas, pensando en el destino de
su pobre hijto huachito...
Mamé Condorina dijo entonces:
Buenos dis, sefior Céndor! {Qué rica cazuela
‘vamos a comer hoy!
{Con chuchoca, mamita; la queremos con chu-
choca!..-exclamaron tos tres poltuclos a la vez,
Entonces mamd Suaves-Lanas dijo con voz
temblorosa, drigiéndose a mamé Condorina:
Sus hijos tendrin hoy almuerzo; en cambio,
el mio, que esté en la tierra, no hallaré quién le
‘busque su racién de pastito tierno, ni quién le d&
sus sopitas de leche... ;Pobrecito mio, muerto de
abandono y de hambre!
‘Mamé Condorina se puso muy pélida y despuésca Marea Bauer
‘muy colorada. Miré para un lado. Mir6 para otro.
“Mama Suaves-Lanas continu a ta par que Horaba
srandes lagrimones:
Un solo favorle pido antes que me maten: que
cuando el seitor Céndor vuele del lado del valle,
le diga a mi comadre Chincola que, por favor, de
vyezen cuando vayaa darle un vistazo ami hijto y
que le eante esa cancién que a mi Copito-de-Nieve
tanto le gusta, (Lo hard usted, mama Condorina?
Mami Condorina segufa mirando para uno y
‘tro lado y los tes polluelos empezaban a hacer
pucheros, tentados de seguir el ejemplo de mama
Suaves-Lanas, echindose a llorar con ella
No tengo nadia de hambre, mamita -dijo Con-
dovito.
~Yo voy a comer pifiones, que son tan ricos
~asegurs Condor.
Y yo voy contigo...-agre6 Condorica
feniga usted léstima de esta mamita que quiere
mucho a su hijito, tanto como usted a fos suyos
~y mamé Suaves-Lanas dio una mirada a mamé
Condorina, capaz de ablandar una roca,
Pero en esto mama Condorina dé de mirar de
soslayo, y, sin esperar consultarse con su marido,
dijo a mama Suaves-Lanas:
Voy a llamar al sefior Céndor para que vaya
(Cunxros nun Manson 3s
4 dejarla a su casa. No es posible que su hijto se
quede sin mamita que lo cuide...
Y como era bastante mandona, se puso a llamar
‘a grandes voces al sefior Céndor, que estaba des-
ccansando de su largo viaje matinal
=Ya le be dicho que no traiga mamitas para la
‘comida. jHay muchas otras cosas con que alimen-
tarse! Fijese bien en lo que hace...Y vaya inmedia-
tamente u dejar a su casa a mamd Suaves-Lanas,
{que Su hijito debe estar llorando: sin consuelo.
iVayase ligero, le digo!
[Al sefior Condor le pareci6 pésimo el mandado,
ya que tenfa que hacer otro viaje, exponerse a las
Piedras del Pastor, buscar otra presa y volver a casa
sabe Dios a qué hora, para almorzar a las tantas..
ero ya te dije que mam Condorina era muy
‘mandona, as{es que el sefior Céindor preparé en un
instante su equipo volador; abrié las alas, tomé su
carga, dio lapartida y e lanz6alos aires, buscando
el rebatto donde deberfa dejar su fardo
Todo pas6 tan ripidamente, que mam Sua-
vves-Lanas ni siquiera alcanzé a darle las gracias
‘a mama Condorina, ni a decirles algo carinoso a
Jos polluelos.
Como piedra a plomo, igual que antes, bajaba
el efior Condor hasta acercarse al rebatio. Dejé la% Magra Brune
‘oveja dulcemente en el suelo y de nuevo se elev6,
desapareciendo en lo alto. ¥ resulta que todo esto
sucedi6 en el espacio de un segundo. El Pastor silo
alcanz6 a lanzar una piedra, que silb6 inétiimente
su furia, y el Perro no aleanz6 tan siquiera a dar
un ladrido.
E] Pastor y el Perro se dieron cuenta, entonces,
de que el sefior Condor devolvia a mama Sua-
vyes- Lanas, Al Pastor se le abrié tamatia boca de
asombro, y en cuanto al Perro, con la impresién
pas6 dos dias sin poder meneat el rabo.
Y resulta que todo el rebaflo vino a saludar
4 mamé Suaves-Lanas y la rodeaban y Je daban
topetoncitos Llenos de afecto y balaban con gran
contento, porque ya todos la daban por muerta, y
verla all, viva, les parecfa cosa de milagro. Y ella
les contaba lo que haba pasado en casa de mama
Condorina, y todos movian la cabeza en seftal de
‘maravilla, porque lo que iba diciendo era verda-
deramente prodigioso.
Y el més contento era Copito-de-Nieve, que
hhabfa tlorado mucho buscando a sumamita, y que,
Juego del momento de alborozo al hallarla, se puso
a tomar su papa bien apurado,
La TeRRIBLE AVENTURA DE
oN Garo-GLorox
Resulta que una vez habia. un seftor don Gato—
Glotén, negro y reluciente, con ojos de lentejuelasy
grandes bigotes de paco de otros tiempos. Y poreso
Je lamaban Paquito. Perot y yole lamaremos don
Gato-Glotén. ;Hay que verlo que coma el animali-
to! Sopitas de leche. Pan con mantequilla Fietitos
de ternera, Pechuguitas de pollo. Alas de perdiz
Siempre andaba gazu7o, y con los afios el apetito
Je iba en aumento a La par que se le refinaba.
Porque este don Gato-Glotén, en sus afios mo-
70s, comia buenamente lo que se le ponia delante,
sin refunfufios ni desdenes. Pero al correr del
tiempo fue torndndose mafioso y sélo aceptaba lomejorcito que se guisaba en la casa, Claro que mu-
cha culpa de estos dengues tenfa dovia Tato, 0 sea,
Ja cocinera, que era la duefa de don Gato-Glotén
yy su consentidora
Resulta también que en aquella casa habitaba
‘un Gato-Sin-Nombre, esmirriado y hambriento,
sin otro dominio que las bodegas ni otro alimento
ue las ratas. Cada ver que hacfa una aparici6n
por la cocina, dofia Tato le enviaba un escobazo
sobre el lomo, y don Gato-Glot6n, el mas fiero de
sus butfdas.
Pero como bien dice el refi: “mis sabe un
hhambriento que cien letrados”, el pobre Gato-Sin
Nombre, a fverza de meditar en la injusticia de los
hhumanos—y también de los gatos-, invent6 una treta
para vengarse de los desdenes y amenazas de don
‘Gato-Glot6n y de los escobazos de doa Tito.
En aquella casa habfa un gran parque, y en la
galerfa que abria sobre sus prados, en una alta
mesa con bandeja y aro, el Papagayo-Tornasol
ddaba vueltas majestuosas diciendo todas las pa-
labras de su gran repertorio, Sabfa versos. Saba
cl Cielito lindo. Y hasta sabia refranes. Y unas
palabras feas, muy feas, que no-se sabia quién le
habia ensefiado.
Y resulta que una vez el Gato-Sin-Nombre se
(Cursos nin Manson »
eneontré en el tejado con don Gato-Glotén, que
andaba por alli de paseo. ¥ desde lejos dijo muy
suavemente, casi sin drigirse a él, como si hablara
para sf mismo:
~iQué bella piel tiene Paquito! (Recordarés
que s6lo para nosotras dos se llamaba don Gato-
Glown).
Y prosiguié diciendo, como si siempre hablara
sol
~Esel més hermoso gato que mis ojos han visto.
Bien se conoce que séto se alimenta de aves, Era
de creer que le hatbian dado papagayos, que son
el alimento que produce mayor belleza
Claro que don Gato-Glotén estaba muy atento
alo que el Gato-Sin-Nombre decia y, como era
un gran vanidoso, le parecié muy bien el clogio
que aquellas palabras encerraban. El otro siguié
diciendo;
—Bien que hace dofia Tato en alimentarto con pa-
peagayos tornasoles..;Qué piel. Qué sedat... ;Oué
terciopelo!...jNoes milagro que se vayaa casarcon
la gata morisca que anda por los teiados!.
En este momento don Gato-Glotén, como si
no hubiera ofdo nada, siguié andando, porque,
justamente, las palabras del Gato-Sin-Nombre le
recordaron que su novia lo esperaba.“0 Moses Bruner
Pero su vanidad y su glotonerfa hicieron el
efecto que el muy ladino del Gato-Sin-Nombre
aguardabs.
Al dia siguiente, don Gato-Glot6n se mosteé
‘completamente displicente con cuanta golosina le
presentaran, para gran desesperacién de dofa Tato,
Y porla tarde se fue acolocar cerca de la alta mesa
con bandeja y aro en que el Papagayo-Tomnasol
daba sus vueltas y mas vueltas. Y don Gato-Glo-
‘én, por mas que miraba en todas direcciones, no
atinaba a averiguar quién hablaba por esos lados,
Y sin saber cémo pass el accidente. Don Gato-
Glot6n dio un salto y agarv6 al Papagayo-Tornasol
de las plumas del cuello, saliendo con él alarastra
como una flecha, parque adentro. El Papagayo-
‘Tomasol se asusté tremendamente al principio,
pero despues recobré ek habla y empez6 a dar los
mis terribles chillidos, diciendo en tropel todas sus
palabras, que ya sabes que eran muchas y algunas
muy feas, de esas que no se deben decir.
Y resulta que don Gato-Glotén casi se murié
de susto cuando sintié que el Papagayo-Tornasol
hablaba, porque él erefa que eso s6lo to podfan
hacer los Sefores-Hombres. Y fue tal su espanto
que solts su presa y se qued6 mirindola,erizados
todos sus pelos, que eran su orgullo, muy abiertos
{Curseros en Manson 41
y redondos los ojos.
Y agu{ cambi6 la escena, porque el Papagayo-
‘Tornasol, enfurecido, se le fue encima y de cada
ppicotazo que le daba eran mechones de pelo que
Je iba quitando. Esto, entreverado con palabras y
palabrotas,
Para qué te digo cémo maullaba don Gato-
Glotsn!..
Hasta que llegé dofia Tato y con su escoba,
que tan bien manejaba, pudo separarlos y ibrar
a don Gato-Glotén del mas extraordinario de los.
peluqueros..
‘Y mientras esto pasaba, el Gato-Sin-Nombre se
refa silenciosamente de su pequefia venganza.LAS HISTORIAS,
DE MAMA TOLITA‘Historta be SAPETE QUE se
ENAMORO DEL Sor.
Results que una vez haba una familia de Sapos
muy feitos, muy negrucios y muy saltones, que
vivian en el fondo de un pozo hondo y oscuro,
Y resulta que en esta familia habia un Sapo may
joven que se lamaba Sapete y que se pasaba la
vida mirando para arriba, para la boca del pozo,
alli donde el cielo ponfa una moneda de plata azul
‘0 de oro rubio, 0 por donde echaba la Huvia sus
argos hilos de agua o por donde se mostraban los
Clavos refulgentes con que la noche sujeta su told.
'Y Sapete, cuando bajaba el balde en busca de agua,
tenfa unas grandes tentaciones de echarse en él de
cabeza, para que lo subieran a conocer todo eso que46 Maga Buxer
‘habia arriba y que segtin decian era ef mundo,
Pero una vez que expresé este deseo delante de
su familia, le dijeron que no pensara mis en tal
cosa, porque allf estaban los Seflores-Hombres,
que matan de un escobazo 0 de un pisot6n a Tos
Sapitos negrucios, y estaban también las aves que
hallaban muy sabroso comerlos.
En verdad ~segtin la familia sabihonda-, en la
tierra s6lo calamidades esperaban a los Sapos.
Pero a Sapete estas pavorosas perspectivas no
Ie hicieron gran mella. Y un buen dfa, cuando el
balde se Lenaba de agua, dio un saltito y se dej6
ccaer en é1, Empez6 el balde a subir y un gran gozo
fue inundando a Sapete, y luego una claridad lo
dleslumbré, y cuando lleg6 arriba y unas manos
tomaron el balde para volear su contenido en un
{arro, oy6 gritos de asco y apenas, dando un brinco,
prodigioso, pudo librarse del zapato que amena-
zaba reventarlo.
Pero logr6 ocultarse entre unas matas.
jEISol!
Fuc tal su sorpresa cuando vio el Sol, que un
largo rato Io estuvo mirando con ojos redondos
ide asombro, No sabfa qué era esa especie de gran
redondel brillante que iba cayendo allé a lo lejos,
‘en una especie de charca de agua blanca con ribetes,
‘Cosas Pas Manin, a
rojos. Tampoco sabia qué era la yerba ni las flores,
ni los arbustos.ni los drboles,niel cielo, El conocta
Sélo el pozo negro con su agua oscura y el balde
que bajaba y sub. Y el pobre Sapete creyé que el
Sol era también un balde que iba a buscar agua en
‘aquella extrafia charca blanca ribeteada de rojo.
Y enel corazén de Sapete nacis el deseo violen-
tode llegar al pafs que esta mas alld de las colinas.
Y se puso a andar, saltando, saltando, como andan
Jos Sapitos, hasta que se hizo noche oscura y el
cansancio y el miedo lo hicieron buscar un refugio
para dormir,
A la mafiana siguiente el balde aparecié en lo
alto, por el lado contrario al que desapareciera.
Subia el Sol y Sapete lo miraba fascinado subir y
subir, Hasta que empezs a bajar. ¥ entonces Sapete
‘empezé también a andar, saltando, saltando, como
andan los Sapitos, deseoso de llegar al pais de las
colina junto a la charca blanca ribeteada de rojo
¥yaallf esperar el balde prodigioso y dejarse caer en
1 de un salto, Pero la noche se Te vino encima y
no alcanzé su objetivo.
Desde entonces la vida de Sapete no fue sino
luna constante marcha en pos de ese balde lejano,
sin desanimarse, sin una duda, firme en su espe-
ranza, mirando siempre a lo alto.48 Maier Bruner
Pero resulta que una mafiana en que iba a
descubierto por un prado de tieno trébol, lo vio
desde arriba un Aguila que se descolg6 como una
fliccha sobre él, aprisiondndolo para llevarlo a st
ceria como desaytno.
Sapete no supo que iba a morir. S6lo pens6 que
lo elevaban y que iba a aleanzar et gran balde,
el Sol, el Sol que recién amanecido era aim una
bola roja, Tuvo un momento de perfecta dicha y
Juego murié sin dotor entre las fuertes garras que
Jo aprisionaban.
Y aqui acabé la triste y bells historia de Sapete,
elenamorado del Sol. Esta historia que, como to-
das las que siguen, me la conté Mamé Tolita hace
‘muchos, pero muchos afos, cuando era yo una nifia
tan nifia como lo eres ahora ti, Mari-Sol.
Historia DE Por Qué La Lioica
TIENE EL PECHO COLORADO
Results que una vez, hace muchos, pero mu-
‘chos afios, andaba por unos potreros un Hombre,
morral al hombro y escopeta lista, viendo si vefa
algtin pdjaro para hacerle Ta punterfa. Y en esto
se encontré con una Lloica, muy distrafda en una
rama de un roble, cantando una tonada que recién
habia aprendido. Veria el Hombre, hacer punterfa
Y disparar fue todo uno,
Pero result6 que la escopeta estaba mal cargada
Yel iro revent6, hiriendo en la cara al Hombre, en
tal forma que queds medio ciego, dando grandes
sritos de dolor y auxilio,
Por los contornos no pasaba un alma,0
La Lloica, mientras tanto, haba volado a un ir-
bol lejano y desde alli, muy asustada porel peligro
que acababa de correr, miraba al pobre Hombre
baiiado en sangre ¥ quejumbroso.
Socom... Socorro... Me he quedadociego..1
yAunxilio... ;
YY sus gritos se perdian por las quebradas int-
tilmente.
Poco a poco el Hombre dejé de gritar: Dabs
ahora ayes y suspiros, y al fin pareci6 perder el
conocimiento y se quedé inmévil, recostadio en el
pasto y con la cara mirando al cielo.
La Lloica, mientras tanto, se habia ido acercando
Jentamente, de drbol en srbol, hasta quedar sobre
quel que cobijaba al herido. Desde a siguid un
rato observandolo. ¥ cuando se convencid de que
estaba como muerto, de un vuelo se dej6 exer sobre
el pecho del Hombre, escuchando atentamente si
cel corazén latfa ain.
‘La Lloica era una buena avecitla del bosque,
temerosa del Hombre y de su malignidad, que se
distrae matando, Pero al propio tiempo tenia por
el Hombre un gran respeto y admiracién: por el
Hombre que sabe cantar, que sabe silbar, que sabe
hablar y en cuyas manos estin el Bien y el Mal de
Joshabitantes de los bosques. Y la Lloica, que nunca
Curvrosrata Mamie, $1
habia visto abatise y morira un Hombre, tuvo una
{gran compasién por este que ah alentaba apenas.
Entonces la Lloic fue hasta el roy trajo unas go-
titas de agua que eché en la boca del Hombre, y fue
de-nuevo al fo y trajo otras gotitas, que refrescaron,
sus heridas, y fue hasta la montaiia y trajo hierbas
medicinales que fue poniendo sobre las Hagas que
‘eran los ojos, y de nuevo trajo agua y de nuevo trajo
hierbas, y tanto trabajé la pobre y con tanta intli-
zgencia, que al fin el Hombre dio un suspiro hondo
¥¥ pareci6 recobrar el conocimiento.
Entonces la Lloica llamé a la Brisa, que todo
Jo sabe porque hasta por las rendijas se mete para
curiosear, y le pregunt6 donde vivia el Hombre.
la Brisa dio la direccién y la Lloica se fue de un
‘uelo hasta la casa, que estaba en la colina rodeada
de jardines. Ahi Ilams al Perro y le dijo:
~Avisa ats Patrones que el Hombre esté herido
en el potrero, al comienzo de la montafa.
El Perro empez6 a ladrar desesperadamente, a
cotrer, a aullar. Hasta que Hlamé la atencién del
Hombre Viejo y del Hombre Joven, que salieron
detrds de él, encontrando al herido.
‘Mientras tanto la Lloica estab feliz en la rama
del roble, viendo cémo, con grandes precauciones,
se levaban al Hombre en una improvisada camilla.2 Mas Boner
El Hombre estaba salvado,
Poro resulta que entonces oy6 a la sefiora Ca
chafia que le decf
{Qué linda pechera roja tiene usted, comadre
Lloica! ;Dénde la ha comprado?
La Lioica se dio cuenta de que la sangre del
Hombre le habia manchado toda Ia pechugs.
YY la seftora del Jote-que ni siquiera tiene nom-
bre y que estaba poralli cercase dirigié a la Lloica
en forma insidiosa y lena de envidia.
Pero resulta que aquel dia San Pedro habia bajado
ala Tierra a tomar un poquito de fresco a fa sombra
de unos hualles y habia visto todo lo pasado,
Entonces se aceres a las aves y les dijo:
~Atestiguo que la Lloica tiene el pecho mancha-
do por obra de una buena accién, Y en premio de
efla, con la venia del Padre que esté en los cielos,
desde hoy en adelante tendrd sobre su noble pecho
un escudo escarlata
Ya saben ustedes por qué la Lloica tiene esas
plumillas rojas que le hacen tanta gracia,
PRIMERA HUSTORIA DE PERROS Y
No sé si ustedes saben por que el Perro y el
Gato se odian
Resulta que wita vez habia un matrimonio de
chinos —porque este cuento es chino~ que tenfan
un Gato y un Perro. ¥ tenfan también un anillo
muy bonito, que era un anillo de virtud; pero
ellos no lo sabian. Y por obra del anillo, siempre
habia de todo en la casa de! matrimonio, que era
e viejos campesinos. Bueno. Results que un dia
al viejecito se le ocurrié vender el anilfo en la
ciudad, para comprar un par de bueyes; y no hizo
mds que venderlo, y en su casa todo se puso patas
arriba, como se dice
Las siembras se perdieron, el ganado estaba
tan flaco que no se podia tener en pie, lus verdu-st Maza Beyer
ras de la huerta estaban quemadas por la helada,
las gallinas tenfan “la pepa'” y los viejos estaban
baldados por el reuma,
EI Perro y el Gato ya no hallaban qué hacer,
muertos de hambre, sin un solo hueso que roer y
sin ratones, siquiera, para engafiar el diente,
Entonces el Gato le dijo al Perro que él sabfa que
el anillo era de virtue y que habfa que ira buscarlo
ala ciudad. ¥ los das se fueron por el camino, co-
rriendo a todo correr, para tracr el famoso anillo.
Llegaron a la ciudad, y el Gato se entr6 por una
ventana abierta a 1a casa del hombre que habia
‘comprado el anillo y que estaba rico y requeterri-
co por la virtud del anillo, El Perro se quedé en
Ia calle, haciendo de “loro”, para que no fuera a
venir alguien y los pillara.
El Gato sacé el anillo y empezaron los dos a
corres de regreso a la casa: pero no se fueron por
cl camino, sino por el medio de los eampos, para
asfTlegar mas ligero. Y pas6 entonces que el Gato,
cuando hallaba una casa que les interrampia el
paso, se subja por tina pared, atravesaba el techo
y daba un salto al otro lado; mientras que el Perro
tenfa que dar vuelta alrededorde la casa. Con esto,
el Gato le gan6 terreno y Ileg6 donde sus amos
mucho antes que él. Y los viejos creyeron que36 Maura Brower
sélo el Gato se habia comedido para ira buscar el
anillo de virtud.
Cuando legs el Perro, encontré al Gato muy
ccaballero, comindose un plato de sopas de leche
tamafo de grande, y alosamos sanos y felices con
¢anillo. Los campos estaban otra vez preciosos de
pasto, las verduras bien lindas, el ganado gordo y
Jas gallinas vuelts locas cacareandl porque habian
puesto un huevo. ¥ tanto el viejo como la vieja es-
taban Hlenos de cariio por el Gato, que les asegur
‘que él solo habia ido a buscar el anillo y que era
de virtud; y se enojaron mucho con el Perro, que
se pasaba los dias sin hacer nada, vagando por los
‘campos, ladrindole a las nubes y ala luna Hema.
Entonces al Perro le dio mucha rabia con el
Gato, y quiso explicar lo que habia pasado, pero
le dieron un buen escobazo y lo eeharon para
fuera.
Desde entonces, el Perro esté en el patio y el
Gato enla.casa, y desde entonces, también, el Perro
aborrece al Gato y le llama hipéerita.
SrGuNDA misroRtA
DE PERROS ¥ GATOS
‘Resutta que me encontré con una nifita espafiola,
y me dijo que ella habfa lefdo el cuento chino del
Gato y del Perro, y de por qué el Perro le tiene odio
al Gato, y entonces me dijo queen Espaia su abuelita
Je habia contado a ella el cvento de otra manera
Resulta que cuando el Gato y el Perro estaban en
el Arca para el diluvio universal, habia tantos ani-
‘males, que Noé no hallaba qué hacer para cuidarl
¥ entonces llamé al Gato y le dijo que se hiciera
cargo de las Pulgas. Entonces las Pulgas dieron un
salto, se subieron al lomo del Gato y, sin mayores
tmiramientos, se pusieron 2 picarlo, porque tenian
‘mucha hambre. El Gato se puso furiosoy fie a que-
{arse donde Nog, pero éste no le hizo caso, porque
estaba colocando a los animales en forma de que
‘unos cuidaran de otros. Pero el Gato siguis a Noé,8 Mas Baur
diciendo que él no estaba para ser la nifera de una
gente tan mal educada como eran las Pulgas. Y Nog,
ceansado de ofrlo, le dio un escobazo, y el Gato, cad
\ez mas enojado, tuvo que arrancar a perderse.
Entonces el Gato se puso a pensar qué harfa. Y
tras mucho pensar y pensar, se fue donde estaba el
Perro, cuidando a los niitos de Noé, y te dijo:
(ote creas que sélo ti tienes aqui privilegios.
‘Nuestro padre Nog me ha hecho el gran honor de dar-
me a cuidar las Pulgas. Figtrate, las sefioras Pulgas,
Jas grandes acrobatas, ti las conoces, ;verdad?
Yel Pero, ue erarebueno, pero que no sabia nada
‘dc nada, para que ne se le viera la ignorancia, hizo un
_gesto de aprobaciéin, menes el abo y leech una me-
«ia sonrisa al Gato, para hacerle ver que se daba cuenta,
« laimportancia que tenfa¢l cuidar a tas Pulgas.
Entonces el Gato siguié con su més suave voz:
Si té quisieras hacerme un favor, te lo agrade-
cera mucho,
El que quieras ~contest6 el Perro, ya que se
sabe que es muy servicial,
Mira, quiero ir a estirar un poco las patas por
allé por las vigas del techo del Area, pero me da
miedo de que a las sefioras Pulgas, por lo mismo
que son acrébatas, les pueda pasar algo y, después
nuestro padre Noé se enoje conmigo. ;Quieres ti
cuidarlas mientras yo subo?o Magra Brexer
El Perro acepté muy gustoso, El Gato se sacé las
Pulgas y se las ech6 al Perro. Y dando un brinco
subié por las vigas y las cuerdas del Arca, hasta
Jo més alto del techo, donde se qued6, muerto de
risa, viendo al Perro hacer al principio toda clase
de gestos de sorpresa al sentir los picotones que le
ddaban las Pulgas. Y poco después, el Perro empe-
aba a rascarse y hasta a llorar de desesperacién,
con el hocico en alto, como cuando Hloran porque
han visto un dnima en pena y tienen miedo.
Pas6 por allf Nog, y le pregunts qué le pasaba.
El Perro contest:
-El Gato me dejé a las Pulgas, a las sefioras
Pulgas acrobatas, para que las cuidara, mientras él
ddaba un paseo por las vigas del echo. ¥ las Pulgas,
aunque sean tan sefioras, son unas mal educadas y
no hacen otra cosa que picarme, y me tienen como
loco, Haga el favor de llamarlo y entregarselas.
Y Nog, que andaba muy de malas porque los
animales no hacfan otra cosa que molestarlo con re-