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La vida real del siglo XX y un cuento relatado en las noches, cuya accién se desarrolla en el siglo XV, se entrecruzan en esta primera novela de Ana Marfa Guiraldes. Y asf sucede hhasta que la ficci6n ~que no es sino el pasado de la protagonista~ se comienza a vivir como realidad El estilo dll, entretenido y natural de la autora despierta de inmediato el interés del lector, a quien se le hace diffcil dejar el libro antes de llegar al desenlace. La vida diaria y ef mundo de la imagina cién, donde todo es posible, se unen a través de Etelvina y de Francisco, un nifio que se convertira en el protector de Ia joven bruja y que, audazmente, intervendré para lograr que el cuento del siglo XV tenga un final feliz. ll o Pogeotisceese na Maria Guiraldes UN EMBRUJO E CINCO SIGLOS Inco et seta de cuba, pat ec ine gr sgn, Tce clos 190 Sept edee. 8 © ANA MARIA COMALDES eglaco de Pope lesions THasipasn 3 70353 Sango» chile “de Rta) emplaes en oes de ISIN: SOS ANA MARIA GUIRALDES UN EMBRUJO DE CINCO SIGLOS ILUSTRACIONES DE CARLOS ROJAS MAFFIOLETTI EDITORIAL ANDRES BELLO % A Maria Soledad, Maria Sofi Gonzalo, Felipe, Maria Pax José Ignacio. | INDICE | UNA MUJER DELGADITA ETELVINA TRABAJA CONTENTA vsssee VD FL CUENTO DE ETELVINA .... 25 La princesa bruja, Primera pare 226 LA PRIMERA SALIDA. - coe BL La princesa bruja. Segunda parte nm 38 ROBERTO, FL ARTESANO... . 40 MELIBERTO Y MELIBERTO.... - 47 “a princesa bru. Tercera pane oso 248 UBGA LA ABUELA 55 Au princesa bnuja. Cuarta parte : 9 LETELVINA ES SORPRENDIDA. i 6 = princess bruja. Quinta parte : 7% AIADA. 0 BRUIA? osssnnsnnnnnnnnnninsnnnnnnsens 79 POR ULTIMA VEZ, EL: CUENTO a ta princess bruja. Senta parte Os IBUSQUEN A ETELVINA! sn snes MAS SORPRESAS ooo - 100 VIAJE ALSIGLO XV sre 08 UN ALMUERZO CON SOBRESALTOS PTEIVINA Y MELIBERTO 123, FRANCISCO, PAJE DE ETELVINA... vse 130 SORPRESA'Y ADIOS. sence BT EL REGRESO. soe rennin 1 Lea ceutora ys obra. . 19 UNA MUJER DELGADITA Faclvina abrl6 los ojos. Bn forma instintiva cetendié una mano para detener el vuelo de So ampla falda de seda ges. algo duro pinche sus dedos. Un. geto de sorpresa escapé de su garganta estaba en lo allo de una palmera! Gerrb nuevamente los ojos. Nohace mucho, x descendia los trescientos eacalones de st hogar con el maletin de viaje, compatiada de su madre, Y Gavo., ahi a 50 lado, estaba la valja con estampados de tuna; soles y dragons. Sin intemtar moverse, en medio de ese rusdo desconoc doymolesio,y con una inguietud muy parecida ala angustia tra de serenarse. asa ella legaron sonidos de voces, risa fuerte y gritos de niow, sini €l sol en su cabeza y las ramas entre sus manos. Escucho los laidos de 0 cortz6n, cada vex mis Tigeres, como tambores en sus ofdos; record6 lo terble que habia sucedico en su hogar y, aferada au maleti, llr, Ya no le cabéa dud: se iniciaba su castigo, Rataba en el siglo XX Dej6 pasar unos minutos hasta sentie que su cuerpo y mente olan a normale Poco a pose intents adopear ti posiién rds Comoda arriba de exe colchén de hojas pundiagudas,y movi6 sus pies en busca de un buen apoyo. Hasta que, acurucada entre el ramaje duro, tom fuerzas para mirar hacia abajo, ‘Sus ojos pequetios y tristones se movieron de alli para act all, unos aparatos se desplazaban a toda velocidad por ‘una calzada brillante; acé paseaban algunas personas entee Arboles y flores; alld, unas casas pequefias en comparacién ‘con su hogar; por acé, otras inmensas, repletas de ventana por all, unos nifios jugaban con el agua de una pileta. Cast sonri6, El lugar era hermoso, colorido de flores y sombreado. de Arboles. Un hombre caminaba mientras lefay una anciana Je conversaba a un perro. 2 ex0 era todo? ;Nada mis le ofrecia el sigho XX :Nada mis, apare, claro est, de esa sensacion horrible que le apretaba la garganta? Solté una ligrima y s6lo la apreci6 un ‘gorrion que pas6 aleteando cerca de su cabera ‘Ay, Btelvina, debes mirar bien at ta gente: de ellas depende tu felickdad 0 infortunto en el castigo, recuérdalo, YY volvio a mira. Dos perros se ¥y dos nits de la pileta los imitaron. La pileta kt tenia casi ipnotizada: jqué chorro can ppotente lanzaba hacia lo ato! Pero un chorro de agua no era Suliciente para hacera eli. 223 que no habia ninguna familia en ese lugar? Ninguna seftora de rostro gemil y confiable ante quien presentarse, diciendo: “Buena matiana; ¢seria sted tan gent de ayudanme en mi infortunio, para no verme cbligada a vagar en esta ciudad desconacida y en este siglo que me es ajeno?” =iOh, Grande entre los Enormes, creo que fuiste demasiado severo! —gimi aferrada a una rama de bordes paunzantes, Justo en esos instamtes, cuando iba a comenzar a Horar fuerte porque s¢ Je vino a a memoria el amado rosto del que casi fue su novio, y sentia que estaba absolutamente sola en el mondo, tan sola que més valia defarse secarallé arriba al sol, legaron 2 Ja plaza una mujer sus tres nitos. Desde la ‘UN musnuyjo DE ANCO SIcLOS " ppalinera Btelvina la vio. Artastraba un cochecito. Un par de ppiernas se agitaban desde unas sabanas celestes. Apenas la Sefiora tomé asiento en el banco de madera el nifio y la mifia Salferon corriendo, El lanz6 una pelota por el aire, y ella la traté de recoger. sa era una familia, Hielvina se acomadé de nuevo. La esperanza la hizo suspirar entrecortado, y Sus ojos Se prepararon par no ni un detlle. ‘lige bien, Fielvina; debe ser buena, muy buena.” Parecia buena. Tenia modales alegres, como si atin le quedara mucha infancia en el corazén. Vela correr a sus hijos Y aplaudia, luego tocaba un talén del bebé y le lanzaba un beso. Le gustaron sus melas redondas y cejas aequeadas, como siestuviera siempre preguntando. Si, era la indicada, Sobre todo, pens6 Ftelvina, porque una mujer que espera en 2 ANA MARIA GOMALDES un banco de madera, a todo sal, en lugar de estar tendicla junto un plieido pantano tomando jugo de granadas, tiene ue ser una mivjer buena, Abajo, la mujer de ojos risuefios hacfa cosquilas a los pies de Sebastin, Ariba, la mujer de ojos testes se ponia de pie. Aprets bien lrme su niletiny mi hacia elfent.Enionces pares ue en la plaza todos los colores se hubieran molido y una rifaga luminosa salié disparada hacia ella, Fosforecieron en tomo a su cuerpo y una gran mancha azul la rodes. Ella Jevanté los braz0s y comen26 a deslizarse por el wonco de Ja palmera, lenta como una gota De pronto el niio dejé de darle botes a su pelota y la cenvié con un gran puntapié hacia la calle. Ftelvina toed tiema, y vio que un vehiculo se acereaba, veloz. ta mano del smaletin se extendi6 hacia un manchén de flores amarillas y algo zumb6 junto al nino que vio la pelota dar un giro justo cuando una de las medas del auto la iba a aplastar. Suavecita rod hasta Jas sndalias de la joven que esperaba —Vaya, vaya... suerte pura! —aljo Ptelvina, Elnifio se acerce a recoger su pelota con una mirada cle asombro. — Dio una vuckta en el aire! —coment6, —Yo creo que fue un golpe de viento caracoteado —replicd ella, En esos momentos se acercaron la seftora, la nia y el cochecito con el par de pies pataleando, — Es tu familia? —su sonrisa esta vez dej6 ver el hueco cen Ja encia por la falta de un dient —Si; mi mam, Claudia ¥y Sebastian, iY a? Francisco, :¥ v6 —Heelvina... mid a la seftora, hizo una venia, y la saludo— Buena manana tenga usted, ‘ow EMBHE DE CINCO SICLOS 2 ‘Elena, ineGmoda ante esa joven delgada y de cabellos lacies que la mirubs fio, intent6 una semisonrisa, y se quedo paraca con la sensici6a de que debia esperar algo. Buena maaan —respondié entonces, pero se sintio algo ridicula porque ella no hablaba asi En esos instantes Claudia, con una voz limpia parecida ala desu madre, apunté la palmera y guiflando los ojos para protegerse del sol, pidi: —nséfiame a volar igual que th, zquiere? El sobresalto de Feelvina no lo not6 nadie. Elena tomdé Ia mano de Francisco, como para volver & subanco, pero sintié que algo le impedia moverse. Mis bien, noqueria moverse. No podia dejar de mirar ala joven de ojos. pequefios y tan trstes. YY de pronto Btelvina sintié una inspiracion, —Necesto trabajo para tener un. hogar. lena escuchs la vo. Ese acento especial que pronun- ‘Gaba todas las letras sin saltarse ninguna, recomé su mente yydescenclié hasta el centro de su pecho, Sintié quee “necesito, trabajo" significaba “estoy sola y tengo miedo". También sintid que significaba, por encima de todo, “la necesito”. Y, znus an... jsh;mésaGnl comprendi6 de pronto y de golpe que (era exactamente la persona ideal para tener en su casa. Lo {que tantas veces le halbéa dicho su marido. Lo que justo esa ‘mafana habfan conversado, ‘gustan los nifios? —se encontr6 preguntando. Erelvina movio Ia cabeza de arriba hacia abajo con cenergia. Me gusta porque sabe volar y porque le estén saliendo los dientes igual que a Scbasttin —cijo Claudia. Y le toms ia mano, libre del maleti. Erelvina, colorada, colocé la lengua en el hueco de la a iY td? Qué opinas? Te gustarfa que fuera a casa con nosotros? —pregunt6 Flena a Francisco. t « ANA MANA cOmalBeS La mirada seria y reflexiva del nifio asusté a la joven recién llegada. Sin embargo, él solo se encogi6 de hombros ¥y no despegé su vista del maletin con estampados de lunas, soles y dragones. Qué guardas ali? —Admminfculos sin importancia —respondio ella, [Ati la sefiora no decia “vamos”, Ftelvina ya no escucha: ba el ruido molesto de los vehiculos, ni las conversaciones de los demas. Solo estaba pendiente de los labios de esa sefora de cara redonda y cejas arquendas. Pero el mundo volvi6.a sonary su coraz6n.a latr cuando, con tono pausado, dij: —Baté bien: vamos a casa, Belvina, El wecho que demoraron en caminar hacia el hogar de su nueva familia lo recortieron conversindo, Les divertia escucharla, con su hablar atolondrado, como si se arrepin= tera a mitad de camino de lo que iba a decir e iniciara una nueva frase que también dejaba inconclusa. Su voz aguda a veces terminaba en una rist y usaba palabras curiosas que no siempre comprendian. Asi supieron que venia legando, pero: no supo explicar de donde, y que vivia muy lejos, muy lejos, y que a lo mejor su hogar ya no existia; cuando le preguntaron por segunda vez qué llevaba en el maletin, respondié que era lo tnico que habia aleanzado a guardar antes del viaje, y cuando quisieron siber de qué viaje se trataba, ella respondi6 que del mmistso viaje que les habia contado hacia unos momentos. —iks que todavia no te entendemos nada! —exclamé Francisco, —iNi yo tampoco! —ri6 ella, con la lengua en el hueco de la encia, Habia tlegado, Estaban ante una casa blanea, de dos pisos. La alegréa de una enorme enredadera la cubria entera {de hojas. De cada ventana colgaba wa balcon; de cada bacon Ua MEALS DE CINCO sICLOS 6 ‘varios maceteros, y de los maccteros nacian tallos pequeiios Yy verdes que despuntaban en coloridos y formas. ‘Se sinti6 transporada hacia el interior por la déil fuerza de Claudia —,D6nde dormir? —pregunts su vocecita chillona —En el dormitorio que da hacia el patio. Espero que te guste, Felvina, No es muy grande, pero,..—hablaba con su ‘ono plc. Etelvina alcanz6 a ver unos sllones, una escalera, una especie de cocina, y entraron aun domitorio cusdrado, Elena descorsé unas cominas trinsparentes, para que la joven viera los arbustos que sombreaban a medias el pedazo de patio; Iuego se incliné para estrar el cubrecama con ppntitos de todos colores y Borrarla marca de unos zapatos Los nitosa veces juegan aqui... Ahora ese] dormitorio de Etelvina, gle acverdo? —adviri. Eielvina aspir6 con fuerza y su-pecho delgado se clev6. ‘hora tenia una familia y una casa. Oh, no como su casa, pen qué importancia tenia es0 ahora. Tendria que aprender muchas cosas, ayudaren lo que se le pidiers. Oh, ella estaba stcostumbrada a manda. Pero no estaba sola. Oh, si, estaba sola. Gracias, seflora Plena —adijo con los pequetos ojos arrasades, Pero na llores, nial —exclamé cll, preocupada. —Es i felicidad pura —respondié Bielins, aprosando sus manos con fuerza. —ueno, déenla sola para que se acostumbre. Después 20s llamas —dijo Elena, tomando de la mano a sus bijos y mirando al pequeto que dormia feliz en su coche con un dedo en la boca Claudia le sonuio y su cara redondha se achicé atin mis. Francisco le hizo un gesto vago con tna. mano, y salieron 6 ANA MARA GORALDES Desde adeniro Jos escuché cuchichear micnttas s¢ alejaban. También oy6 el lante de Sebastién al despertar y los pasos al subir la escalera hacia el segundo piso, De pie ante sv nuevo dormitorio, Btelvina respirt: hondo, hondo, Caming tres pasos hasta enfrentarse cori un espsjo que colgaba de la pared apoyd sus manos en una cémoda de madera oscura y palitos tomeados, igual a la cama, y susurré a su imagen: —trelvina: olvida que acabas de llegar del siglo XV. Olvida que el Grande entre los Enormes te envié-al castigo or amar aun moral. Olvida 2 Meliberto, Olvida queeres una bruja, y uaa de ser feliz, ‘Pero mientras contemplata un hermoso florero transpa- rente que dejaba ver los talos de unas flores y lo cambiaba ‘de lugar sobre la cGmoda, se dio cuenta de que era muy dic, olvidar tantas cosas al mismo tiempo. Y, como a veces le sucedia, le cambi6 de un momento a otro el humor. —Bueno —suspir6—. De Meliberto, por lo menos, no me pienso olvidar. ‘Asi es que, entonando a media voz una cancién que hhablaba de melocotones y aides trovadores, grit6 con su voz aflautada: —iNifos! (Estoy lista para conocer wuestro hermoso hogad Fduardaen esos momentos entraba alacasa. ¥ mirécon sorpresa a su mujer que corria con Sebastiin en heazos a explicérselo todo. ETELVINA TRABAJA CONTENTA, IN aiefigten ie acostumbrare lilo XX Stl er ‘capaz de entender que algo pudiera aparecer y desapa secer para luego hacerse visible, menos misterio significaba apretar un botén ¢ duminar la casa de noche, apretar ots prira que una mquina sacara bailo al piso y otra batiera Inuevos. Lo que sila descontolé un poco Fue el televisor. ue st primer error, y lo comet el mismo dia de st tera iy eso? —pregumts a Claudia, iy exo qué? Troe et ita tee, pues, telvina! —s6 la nia. ¥ la encenclo. Cuando ia honorizada joven vio a un hombre maria Sjamente en Ia pantalla, sus labios se movieron: el hombre sse desaniculé en un prisma de colores. La imagen qued6 esttica, como un calidoscopio muen, iQue hiciste! Francisco estaba paid. —iclvina es maga! —aplaudio Claudia Reaccion6: —Se malogr la caja, verdad? =ifstaba buena! —insistio Francisco. esd buena! —respondis ell De nuevo el hombre hablaba en la pantalla Desde ese dia habia culdado sus movimientos, Y todos cen la casa la consideraban algo estafalaia, pero nada mis. 8 ANA MARIA GOMALDES EI que mis estrafalaria la consideraba cra Eduardo. Siempre le hacia preguntas, s6lo por el gusto de verla reaceionar. Y eso a Btelvina la ponia en aprietos y evitaba las respuestas con risits 0 silencios. Definitivamente preferia a lena. No porque 61 usara barba y bigotes o fuera tan alto y con mirada seria y sonriera poco, sino porque a veces 10, escuchaba discutir con su mujer, siempre tan pacifica, que Jamis lo contradect Esa tarde, cuando Ftelvina regaba el jardin, fascinada de vver brotar agua de algo tan parecidoa una serpiente sin vida, escuché sus vores. —Siya tienes quien te ayude en la casa, deberias pensar len preocuparte un poco de ti misma —dijo Eduardo en tono, Elena, su vor plicida, respondié: Me gusta estar aqui, —ANo querias estudiar pintura? —insisti6 él —Esudié pintura —replic6 ella, alegre, No teminaste pintur. Nos casamos, ¢recvercas? —recales Eduardo con ese tonite que crispaba & Btelvina, Desde el jardin supo que su protectora hacia ese gesio caracterisico y pacffico de suspirar con las cejas bien clevadas y mirar hacia otro lado, Y también supo que [Eduardo movia la cabeza como diciendo: ‘no hay caso" Por 30, sin importarle que se anegara todo, dej6 la manguera sobre unos rosales y apareci en la sala: —Perdn, don Fduardo, pero quiero decile algo. Eduardo levanté la cabeza de su libro y Elena dejé de hermanar calcetines, —Di lo que tengas que decir —respondi él algo seco, Etelvina fespiré hondo hasta que su pecho se elevé en unos centimetros ¥ apreté una mano contra la ovra. —Si la sefora Elenita quiere reiniciar su pintura yo cestaria en condiciones de velir por la east. Pero solo si ell » ANA Manta GOIRALDES ‘quiere. Porquees terrible quea una ia obliguen ahacerlo que no quiere. Yo lo digo por experiencia propia —se estaba pPonlendo cada ver mis nervosa y elevaba el tono de la wor, lo aio en ri castigo. la expresn molest de Eduardo se ransforms en asombro: —cCastigo? ;Quién te castig6? ‘Ya habia hablado de més. Trat6 de explica —Digo que es un castigo hacer lo que no se quiere. ¥ yo Iago lo que no quiero. Es decir, me castigaron Quin te castigd? — insiaié Eduardo, de nuewo molest. Aqui no... ea mi cast..en mi casa, Pero hace tiempo —trenzaba los dedos, y traté de pedir ayuda con los ojos = Flena que no entendia nada Hizo un intento de escapur hacia el jardin, pero Eduardo ya estaba curtoso. —spera, Etelvina: zAlguien te castigaba en 1 casa? —su tono era el del abogado joven que encuentra un caso ppara defender. —iOh, nol —se horrorzs ella. ;Qué mal estaban inter pretando todo. Mi madre es una rei. mi madre es slo Severa com sus Subd,.mi madre es severa pero just. jAdemis fue el MAx..! Ademis fue otra persona la que me ‘cas. pero fue justo! ;No, no fe just! ‘Desesperad, dio media vuelta y se encert en la cocina Ay, Belvina, céllate Elena se pusode pie, quiso seguitta,y Eduardola deravo ‘con un gesto: —Aodo el tiempo es igual esx pobre nifia Se descon- trola tanto delante de los ninos? Sabes bien de donde viene, ‘como me dijste? —sus preguntas revelaban mas preocupa” ‘dn que dureza, Elena, sin perder su calma y con una sonrisa suave, res ‘—Es la mujer mas buena que he conocido, Despreoet= LUN EMBO DF cinco sTOLOS a pate. Solo es algo nerviosa. ¥ 00 aumentas'su nerviosismocon, ‘us preguntas, ‘—iYo! —exclam6 él, molesto de nuevo. Y volvié a su libro: con el ceo fruncido igual al que 2 ‘veces lucia Francisco, lena entréala cocina. Etevina estaba ante el chorro de agua, mojindose las manos. Miro 2 su protector “Vo séto queria ayudarla y 80 me result —hizo salar agua y agtego— me encanta e30 de abrir una manila y que salga agua pura lena iba a preguntar otra cosa, pero tuvo que decir: —Es que Eduarelo no te entiende, Btelvina, De dénde vienes, realmente? —De mi casa —Si, pero edénde estaba tu casa? —En,..hace tiempo... en Espatia: Qué vamosa preparar dle comida? hpegiY oSé que en Espa, peo a ahora’ —mom6 a YY, como de costumbre, no quiso seguir preguntando. Ya schabi dado cents Io especial deena oven sme quetenia ‘en su casa, A vecesacoptaba una personalidad tan segura de ‘si misma que no le importaba pedirle que le preparara una taza de'té,y otras, humilde y sumisa,l seguta por la casa con Jos ojos tristes. Como cuando miraba un punto indefinido en el aire y suspiraba por algo que nadie entendia. Era un lesastre para cocinar, y sin embargo hacia unos aseos perfectos, a pucrtas cerradas, con ruidos simultineos de aspiradons y traperos —Hiagamos una tortilla de papas para la comida — cudl elibet, Pe? iE del cuento, oe3e novo yo, parecide al atesano? la voz de Claudia ia hizo espirar de ‘huevo, “1 del cuento, mi donoelita!;Cu‘l otro! —respondio btelvina, con una isan forzada que no despeg los dienes. i plaza los recibio con barullo de gatos y péjaros. La sedora eeiié ventarse cerca de la palmera. Francisco no levantaba la cabe7a, y Felvina no se despeyd de él. Si ese ride deca lo que pasiba por su mente, odo estaria perdido “Desde al vt volar a Ete! —grit6 Claudia corriendo hacka la palmera “francisco levants con violencia su rostro y mir6 a bt bruja que no pudlo evitar eenpalidecer. “Sueno! bueno, ahora juegue, Claudita, goo queria veniza la plaza? —augicé la sefiora Masta con actinud de Shsoluta satisfacciin en medio de ais nictos : Na, yo quiero que Brel siga con el cuenlo —se acere, inns pre eo ela sents na ea ang: nO oria seguir con el cuenio ni con nada, Sélo ansiaba una itia de Francisco, y todo esaria bien. Todo Pero li sefiora hata, autora a hizo desist Psy, pues, hija, situ cuento es tan entretenido debe concluitio. No se haga la ieteresante wi cuento no concluye adn... —la voz ena tite. Sten. bastante liguita la histia —murmurs medias la seo. ee ‘Ue BaBRYJO DE GANCD sIGL05 ” ‘LA PRINCESA BRUJA ‘QUINTA PARTE ialvina decide contar toda la verdad a Guando este la escucha, cata sueloy lasiona seabces, Enonces lo que ve, mls los cudacor de la peneeca terminan por convencerlo de que dice Ia verdad. Sin embargo, lv acepta.) : Pa sn tas is 1 So ees bre pcm ss. Smetateane cement irénica arreglé vestido y cabellos. No sabia si conquis- Seemann nae —iBah! jEn todo caso, algo de amor hay en todo el wefan ee ae! ras del sctano. Lo themetae epee ¢ oat aren coger Ahora todo lo que debia hacer era mirarlo-a los ojos, esperar a que pestaneara tres veces para asewurarse de Zp aerees Eorecnmce crane Se eee omnes! ioe Soa ear een Sap cea eeeraeiace See aaa Pee Steen claret borin See a aSesne ee * A014 MARIA COMRADES Se acre silencio como gat ngosa de Meliberto decia ste voy a can un itl de i pve sti Escuché cuando lo componia en su taller mientras tallaba un lad, Pero... —su vor se hizo mis suave y Marisapo abrié la puerta para mirar— ayer le iniroduje unos arreglos especiales para ti. Dulee come purt de meloootéa suave como el ritmo de mi lad te entrego mi amor... oror hombre y bruja 1 YOY Ts. Oo Qué temo eres! to Malvina Y le dio un beso. Mario sitio el verde ear sus melas y entro de un salto, Con los ojos convertdos en poros cas rans parentes, mito 2 Melber —No despegues tus pupilas de las mias, mortal des- centonado —slabed exe! — gio Mv Tiptsante do una ver por eda, tonal de bells ops eS es eeetsndoal poder ee tose Resa sa skits ee no obederca! chlo Main Rie rea tie sho i pm {at pas de gar Se eburee e encoferon, la tur se eure fente a ls venianas gue rodeaban el ‘techo y las manos de la princesa temblaron cuando Welbeke pence unas do) tes ere Marisapo, com un gesto de triunfo, comenz6 a ri eS Uv mMERLIO be CINCO stoxos » LaF elegante la E hechicera merengue, merengue! fs casamentera Encanto y embrujo y estilo espatcl, merengue, merengue! ‘exijo tu amor. Meliberto, fascinado ante Ia sonrisa que brillaba frente a él, alargé la mano hasta tocar un hombro de la brujita hermosa Qué tal, Marisapito? —Hola, chaval Malvina, en un incén, no podlia citer lo que sucedia ante su propia vista. No, era imposible. ‘Su Meliberto no podia... Pero si, ahi estaba mirando con ‘expresion de absoluto arrobamiento a su prima, Cuando un sollozo iba a calmar el fuerte apret6n que sentia en el pecho se escuché afuera un rude come de nube al tocar el agua o del agua al converte en nube: el canto de niebia de Arevalo. Habia llegado, Recordé las pala. bras de su) madre al despeditse: "Ten todo listo, el ‘Grande entre los Enormes vends conmigo". ella tenia i nada menos que a un mamal en el castillo Mir6 a Marisapo. Ella también habia escuchado, Paré de golpe de recitar y los labios se le pusicron blancos de susto, De un salto se escondié tras el sllon, on patas de garras y su vor filuda advinio. —ifodo es culpa tuys, Malvina! Melibeno no perdia su mirada amorosa, y algo cconfuso responctié —No tengo la culpa de amarte, bella Marisapit. - Pobre Malvina, pobrecita —gimoteo Claudia, —Suceden cosas bastante hombles en su cuento, hija —seniencié la abuela, como desperando. “Tos cuentos, cuentos son —respondi6 Ftelvina con aire eansado. TY terinina bien su cuento? Porque los mos terminan siempre bien! —adviri6 la sefiors, “Ay, si yo lo pudiera saber —suspir6 la bruja. Sus ofos pestaiiearon como lo hacia Meliberto.. Se escuchd, entonces, una voz sumida en algo que le impedia modular bien: — No lo sabes? Hielvina se volvi6, radiante. francisco le habia habladot Su carta, enterraca en el hombro dela seaora Marta, evitaba volverse hacia ella, pero ile habia hablado! ‘—2Cémo dices, mi amor LE sonrisa sleteaba en la boca de Etelvina. Pero Francis- co no dijo nada mis. La bruja entonces, y con un tono muy, triste, tanto que el coraz6n de Francisco dio un violento salto, Sr si yo pusdiens lograr que Malvina fuera feliz Sebastcin se habia quedacio dormido con la pata de hule del conejo metida en la boca, La seflora Marta dej6 de pensar fen la respuesta incomprensible de Etelvina, se puso de pie ¥ dio la orden de regresar a casa. Por el camino la bruja habl6 sola: —jPor qué sera que siempre una tiene que dejar de ver ala gente que més quiere? iA quien dejards de ver, Btel? —se extran Claudia Por toda respuesta Btelvina hizo tintinear sus treinta y nueve pubseras en una oreja de la nina, que lanz6 una risa Pero Francisco se ensombrecia mis y mus En [a tarde el nif se habia sobrepuesto. Del pavor inicial, ahora tenia una gran incertidumbre. {Podia temer a [UN mennuyo De eINED stoLOS ” tuna persona buena? Porque Ftelvina cra buena, Muy buena, Hacia cosas extrafias, cosas que €1 no querfa entender. Pero tenia la mirada mas triste que ¢! habia visto en su vida. ‘Toco esto pensaba mientras la espiaba tras las cortinas de la ventana de la cocina, All4, en el patio, ella tocaba una hoja cel pequefio cirvelo. La vio sonrelr, sola, como sucedia a menudo. ;Por qué seria? —Qué ect pasando afuen? De un salto se volvi6 a mirar a Claudia que entraba, —Cillate! i hablas Fuente te..! —un-dedo en sus labios indieé absolute silencio. Claudia eaminé en puntas de pies y sus ojos brillaron de ‘excilacién. Se empujaron uno al otro para dejarse hueco en, aventana y vierona Helvina corer hacia el limonero y luego, aldamasco... Ahora retrocedia, como para dominar a los tres, rboles de una sola mirada. Las pulseras brillaron cuando su. mano indicé la tierra. Como si alguien borrara con una ‘enorme goma iin dibujo, los érbotes comenzaron a desvane- ‘cerse en medio de movimientos temblorosos. En cost de ‘segundos, los troncas eran lineas suaves y descoloridas; las amas, trizos disparados hacia los lados y hacia arriba, muchos circalos detenidos en el aire habian sido recién las hojas. La mano de la bruja subié de golpe y sssssss los tres, ™ ANA MARLA GOTRALDES. Sshoescrecieron con un sonido especial mcotraslos verdes ¥ cafés regresaban a tronco, ramas y hojas con otro sonido: Etelvina movi6 la cabeza, satisfecha, Regres6 a la cocina en medio de su luz ‘votast yan» bens qian cmos sn tc hublersaparecio en el patio citi omp el slenc. Abn la pucra y sal tnd = — Biel, qué lindo to que hiciste! Los ojos de la bruja se helaron, aHADA O BRUJA? | S22 no habla. Peo su paid er entema, elvina conic hacia con Claudia colgida des Braz: —iNihitos., lates! —fue lo Gnico que and a dee, Farciscono necestaba expicaciones, Menosticiano nel patio no terminaba de deweanecerse del odo! sal ‘no queria saber naca, SGlo queria poder respirar bien, porque le resukaba diel con el corazon sland en el cue [abs dejo de apres ls manos car Woelas ene al tvapltos ye refngerador, con tna vor parcel oa seplo, susune “Vamos a mi euaro: es int toda la ver, BH nto movi ls cabeza No queria excachar nad de labios de Helsing Slo qui. «lesperta? Ol toss face ‘unsveoy elasiguierssendo la mujer cores de astocpes conocieron ese da en a plaza, Pero se sini Hevado po a mano vimida hacia cl pequeto dornitona y ahi woth, sentado en la cama, Chandi a su lado, no debs de habe sobre los tres arboles que habian crecido ante: SUS ojos como sifhubieran sido de elastico, y preguntaba si se achicarian de ‘fucvo. Etelvina respondia con mionosflabos, hasta que, aMiemada cn la puerta, tan blanca conus las manos de areelo, rexpito hondo ytan fuere que Francisco leva la cbeory ta mir, desfiante ios queris decir algo? La bij tat desonzertn poco, pero fue inca. Pare Tomar fueras se sents en el suelo, Remte's los nivoe y © ana MARIA OOERALDES jugueted con los flecos de la pequefa alfombra. Abri6 varias Yeces la boca para hablar, pero la cert6 como si se hubiera rrepentido. A la cuara vez, y cuando Francisco seatia que in impaciencia era casi mas grande que el temor alo que ella confesaria, comenz6s: “Quiero pedirles algo. Bs un servicio especial, nisos, Por favor, por lo que més amen en el mundo, les ruego que nada de lo que sucedlié en el patio, ni nada de lo que les diga ahora, lo sepan ni sus padres ni la sefora abuela... Por servicio! “SAY si preguntan. qué les sucedié a los arboles? —pre- sgunto Claudia, Tielvina pens6, Pero-la nif se adetant6 con la cara lena de felicidad por la idea: —Pademos decir que t0 los hiiste crecer.. ;eon ts propias manos, porque tienes buena mano para los arboles! tel, ,qué nos ibas a deci? —pregunto, recordando. La bruja suspito. No digan a sus padres ni una sola palabra de lo que escuchen aqui Elles se horrorizartan, pero, més que nada, pensarian que soy... mala, ¥ eso no podria soporte. donde esth la abuela? se asust6, Durmiendo con Sebastian —dijo Claudia Frelvina dej6 que un lagrimén cayera sobre sus manos, y los o1tos que intindaban sus ojos amenzaron. seguit la Les diré quién soy. Claudia, carifiosa, la interrumpi6: —Yo sé quien eres, Fiel: eres un hada, Etelvina quedé en suspenso. dla, un hada? Records Meliberto diciendo palabras més 0 menos parecidas. Acari tuna de las mejilas redondas de Claudia, y se dirigio @ Francisco que parecia enfermo: “Ts también piensas que soy un hala? ‘Uv EmBRyo BE ECO sicLos evn sco nnn con ella: “— ‘todo contacto: Bets ease Prnareneyerin oe @Cémo confesar “soy una bruja’? Como horrorizar el restro de Claudia, y su voz sofadora al decir “jeres un hada?"? Ay, Eteleina, plensa bien, Bsas nifios fe quieren ylaspalabras mal abaya Saeee eee sene Sins namo any Te i tin a cin tud Nowy coma ustedes. Pere ego an comsson ape a de ustedes, y también me ducle si me dan un photdrs o me oc cate ek nape rompen un diente—explieé sin mirarlos—. Pero también nos Sguaanaee ormacee tmnt ss hie oe See meicg ete at cae age ra sabi ere aa Smee Se. enue do elon ‘en. busca de aprobacién. . " tensa, te bigar} del resto de la confesién, one et a 22a es Bice ae we {A914 MARIA GOIRALDIS Pero si alguien te dice; “esa mujer es una bruja’, 2446 pensarias? se Que es mala —nespondié Ia nia de inmediata Francisco miro a Btelvina, Feo est mujer a la que Haman bruja es buena, ¥ sobre todo quiere mucho a los nifios, eeguirias pens seers mala solo porque ¢s bruja? —su wor. era un. ito. ‘Claudia mosttO en su cara toda la confasiGn que ke pro- ducts ln pregunta. Al fin se Fevant6 de hombros: “puede ser una bruja buena. pero igual me daria miedo. elvina la mif6-con pena. —iMe das un beso? Ghavdia le ech6 los braz0s al cuelo y le dio uno en cada meiilla wMe tienes miedo? —pregunt6 la bruia ‘Gionala no respondi6, porque sehabia aburride, yahora sniriba los fiboles pot la ventana del domitori. paiva no dices qin eres —adviri Francisco, hax endo un esfuerz0. Suplicé con los ojos. Pero el niflo insist en la pregunta, con mayor firmeza Quien eres wi? Fe emonces, se irgui6 como sa madre Arévalo; a vox at principio no quiso salir, pero salié a fin: i Prudia Io dijo: soy un hada, Y no es la primera per~ sona que piensa ast iH geto de Francisco al lanzarse sobre la almohada ocl chillide de un pijaro asustado. Se escuchaba Pattie mintiendo.. (i sabes que estis aintiendo 1" Sus cGpuldas se remedian y gstaba ua youra ver lo miso, tanto, Ene! Cloudia se afer6 a la bruja panto de lanzarsea rar también, ‘Malvina sint6 que la tierra temblabs mis que si un tropa completa galopara por elcampo. Pero, a pest deta, ‘us Basryo De aNco sicLos * porencima de ese micdo atravesado por el aloe —y que no sentia desde su destierro— excl venta dee a desero=exclans eon voz qe por primera calle! {Cilate nmeditamente EI nifio levanté la cabe: Y Cli sobress a. Y Cli se sobs «eallind dance vaya aver a dese Sas ae tenemos un secreto. . ve aha de cerenarse, pero us man Gaudi i dea hbiacén an poco te Yi, Francico, ime quleres un poco, no di Yono tevoys moksar mis mafana me son a 1 boat dora en su alin de oneal cocina prepara por uta ve a com Franclto ps6 por suladocomendo. eomicnds ecb la eseala ye encert con un pera Sebastian y saltar a la abuela, = . POR ULTIMA VEZ, EL CUENTO adie alcanzé a ver los tes Atholes crecides, ponque la Nicci cuba on. as coninr comida, 9 heps bs ‘scuridad cubrié lena de compasién. lx obra de la pobre me ida, "Ani estaba, secando un plato, con la mirada perdida, ‘cuando la vor de la abvela lt hizo sobresalarse. La escu- ‘ché decir, como entre stuehos, que Francisco estaba raro Y Claudia algo excitada. La scfora repitié varias veces lo inemo, huego agrea6 que Ios ni no tenia interés en hhingén cuento hasta que Etelvina no terminara el famoso ‘hlvarina® como 2 Lamar. La bra sequin second el Psa: endl eh cho que es mala ecscion no responder a la gente? —djo, alterada. "icivina dejo plato-en su lugar, colg6 el pato y sais se le-cocina, como una sonsimbula. De tris sigui6 la abuela, repitiendo que en sus tiempos [a geate respondia a los iY Giada esperaba,despiena Al vel, sons6 con pur sda y clev6 varlas veces sus cejas, em sefial de compliidad, ‘elvina sonrio, cansada,y +e sent alos pies de a cama, Al segundo entr6 la abuecla Con Francisco de a manor “No queria venir, pero él es obediente con su abuela, ‘Venga, siéntese, y escuchemos el cugntecito, Ast duerme bien, verdad? Claro, siempre que Erelvina se digne a — UV amBniyo DE eINco stat0s » Sin mirar a los nifos, y con las manos unidas fuertemen- te, su voz de hilo murmmce —Escuchen el cuento por tk... —y call de nuevos Ene derex6. la espalda, arreglé sus mechones lacios sobre la frente, y comenz6, LA PRINCESA BRUJA SEXTA PARTE (Mtarisapo hechiza a Meliberto y éste se enamora perdi- damente de etla. Cuando Malvina desespert por la ‘stwacion, s¢ escucha llegar el carro de niebla dela reina Arevalo) Y¥ Ia figura de la eina Arévalo se recon en el ‘umbral de fa salita. Tris ella, un hombron de ojos como brasas, levanté la nariz para olfatear. Malvina y Marisapo se inclinaron, pélidas y nerviosas. Fl Grande entre los Enormes 226 una mano para salucr y su vor ronce Febot6 en todos los rincones: Abi, ahd, ahd, mutequitas brujas —su nariz buscaba y buscaba. Melibero, en un rincén, seguia con expresién de ‘enamorado sin despegat la vista del cabello cobrizg de Marisapo. Fl gigamton detavo su natiz y los olfiteos dejaron de sonar como sopladores, —2Quién es éste? Nadie respondi6, La vor sin matices de la teina atravess el azul de la pieza —# Maximo Brajo ha hecho una pregunta Meliberto: movié las pestanas de pavo real y las upilas café con leche se entemecieron al responder Soy Meliberto, un joven enamorado de la nina ‘mis henmosa de la regiée ANA MARIA GOTRALDES Ai se podria saber quién es esa nina? TS, seslora —comenz6 Meliberto entre pestancos lentos y pesados. Malvina traté de reprimir un sollozo y Marisapo se preparé para defenderse, Pero nadie alcanzé a hablar, porgue el Grande entre los Enommes trond, Y sus ojos fueron dos pozos de fuego. Y su cabeza parecié tocar el techo de la habitacién, Y los mozos-fideos dejaron de girar, Momo dej6 caer los plats al suelo y la bandera del {astllo flame, furiosa: ‘Sangre de mortal en esta habitacion! Ia reina Arévalo levant6 de gotpe la cabeza para mira. Meliberto se apoyé en.un pie y respondis,eespreo- cupado, Si, soy mortal. ¥ segtin supe, ella es bruja, 2n0? most a fa pobre Malvina, I bufido. del Grande entre los Enormes sono parecido al ruido de las rocas al despefiarse certo abajo lareina casi se evaporé de blancura y horror. ¥ Ia salita Juul se invadi6 de pénico cuando Melibert, sin impor fare nada lo que sus palabras acarreaban, siguic Me enamoré sabia? de Ia nina ms hermosa que Ihe visto-en la region: ella —dio un paso y rode6 con su Ibrazo el cuello de la espantada Marisapo, que dio un ‘princo para desprenderse y commer hacia su tia. Ei Grande entre los Enormes abs sus fosas nasales contal impetu, que dos moscas que volaban cayeron alli fara no salir jams, Marisapo se apegé a su tia en busea Ue proteccién, aterrada por la mirada de esos ojos de fuego en que resplandecian los castigos. Pero la seina reflejaba también la furia en todo su cuerpo, y con un fgesto de su rostro la envio de vuelta su lugar. La bri, fenfonces, supo que tenia que defenderse a su estilo. ‘evs Mam, oGieALDS ones ee in i poo ates at ae far eee eae” eta Sembee an ceamtod cnn tec eich oe ic cre tr te cnn atoms cae cher recone eer gale neon ss ey See enn t an dt es ete de Ja reina apenas se movieron regumta: Spacers dee tnpene cee A ee News carta be en et eee ae mee sna aa wri * PaRURENo puedo negar mis sentimientos, sade. Peto rash me ama”, y prefirié decir lo que todos ya sabian— se ul stp son ieee dicate et ite ath tet igs ete cate chess Cen we eal econ wa sale oe —éT6 me amas a mi? Vaya que curioso... Yo amo Recaeec renee ccnated ox dimer cia "soms cre anne ee ieee tun soplo, UN EMBRU}O DE CINCO seas » — "Soy culpable de amarlo, si Pero él no me corres: ponde! —grito Malvina, desespenada por la suerte que correria Melibero, —iDeclaro culpable a este mortal de haber traido la desventura al Castillo Negro! —sentenci6 el Grande centre los Enormes con el pute en alto, Meliberto escuché esas palabras y, por primera vez, parecié entender lo que ahi se discutia. Sintié que el nico se le instalaba en el medio de la cabeza y cay de espaldas al suelo. La princesa dio un grito y corrié hacia él, Sin hacer ‘caso de su madre que le ordenaba retirarse de alli ni de las otras dos moscas que desaparecieron en las fosas nasales del Méximo al resoplar de rabia, tomé la cabeza del desmayado. De sus unas conas y blancas salieron diez hilillos de luces, Y continuaron manando rectas y luminosas hasta que la cara del exinime Meliberto ‘comen6 a Henarse por dentro de un color parecido al del cielo reflgjade en el mar, Abrid Jos ojos y una luz celeste le iluminé las pestafias: —dDénde estuviste, mi linda brujita? ‘Malvina sinti6 que toda la felicidad del mundo se le jnstalaba en el pecho. —Atulado, siempreatu lado, s6lo quenomeveias. Marisapo cio un sako y se plant6 frente al Gran Bnyjo-y la reina que parecian aturdidos, —iVen? Ven? No se los decia? iY ese ridfculo que tno sabe ver Ia belleza y se cree artista! Donde esti la belleza en una nina tan simplona? —maullaba més que hablaba con sus pupilas lanzando chorros verdes. Pero Meliberto no se asust6. Por el contrario, Desde ct suelo, afirmado en una garra del sillén, responds de- safiante ——_—_———— ‘ive MARLA GORALDES —Su sonrisa es lo mis hermoso quehe vistoen mis veinte anos de vida. La Braj no soporto mis. Empunié su mano al estilo del Grande entre los Enomnes, yas Ia aplas© en ‘medio de la boca de Malvina, que en ese momento iba a decie “gracias” Gritton Meliberto, el Gran Brujo y Arevalo. Y gato laprincesaal ver que su diene, justo el que estaba junto al eolimilo derecho, ya no estaba. Es decir, ya no estaba en su boca, sino en su mano. ‘Ls forta del Grande entre los Enormes fue terible A giles envid a Marisapo a subir aun carro de niebla pa que regresaraa su hopar alli encontraria su propio Eaatigo, Tom, luego, de un brazo al espantado Meliber- to y con el pai tan apretado que casi esallaron los hhuesos, brasmd: wa Patio de los Hechizos Severost ;Dentro de ‘unos minutos estarés convertido en un dragon enamo- radot Fuera! “No te olvidaré, jamis te olvidasé! —gritaba el Joven al salar los trescientos escalones, precedide Por fos mozos-fideos que temblaban de pena as zancadas del Maxime —que deciia et castigo de la princesa—hacian temblar los muebles. Malvina, Sen lag manos en a cara stsurtaba palabras incompren- sible. Tareina inv, a miraba con sus ojos aec08. Pero tun Jeve temblor de sus manos advertia su ansiedad. MN Por que todo esto, madre? —pregunt6 al fin la princess. Una bruja no debe amar a un moral —fue I respuesta inmediatay fri “Spero por quéo castigan a€l,entonces?lasleyes son slo para nosotros! *” ed ‘Uv Exo De ciNeo slaLes 7 acinar emamort de una br. Eto alles el orden mac me —iPero él me quiere de v¢ madre! [ee Series alos. Hay que defenderse. snesearas, Nos qvec bar IPO que yo era bruja no huyél Me "Faba Arévalo hablaba sin despegar las labios mirada fa ene Gran Bru ie sopca on sus pcos ‘habandio solo y levantando los puftos de vezen cuando, hasta que detuvo sus zancades y el salén dee de smith cement! ip ae Los mozoefideos se metieron por las rencljas on Momo dej caer unas ligrimas vida medina tG misma, princesa loca. Iris al futuro a aimee gleams eos Ine manos elas de so madre MSA? “reece cries pienao bien —susuné Arevalo siento dues eae: eo oe Fim dommes das eae aceasta a ‘hasta el siglo... jveinte! jAl lugar thi sustal ad esis el Brujo Maximo. ° ————_—_~— on ‘souk MARIA GOMALDES Malvina apreté sus manos hasta hacerlas sonar. Pero no lors, Fscuché la vor extrafia de su madre murmur Después bajé los trescientos escalones del palacio hhacta el Patio de los Hechizos Severos. ‘Cuando sus ojos se nublaban de angustia aleanzé a vera su mascota Celso que la miraba desde un naranjo YS sas pupilas inmensas, escuchS que su madre decia algo, ¥ no supo mis. aelvina par6 de hablar. Su pecho subia. y bajaba, EY silencio era grande en el dormitorio de Claudia. rel, parece que tu cuento terminari mal —jo 1a nia con los 0s haimedos. Fancaco tenia sus masculos tensos y parecia que las preguntas se le escapaban por cada por. uefa, gpor, qué Malvina tiene tantas caracteriticas suyas?jMire que fatcer que a esa pobre princesa le fale el mimo dlente que a usted! le gustaria ser princesa, acaso? 7110 de su chistes Tielvina bajé la cabeza, Ya no responderia ni una cosa nis, aunque le dijeran; “Usted es la misma boa del cuenta!” fli callaria, Queria estar sola con su pena. Queria i en busca fal antesano Roberto averigvar algo. Cualquier cosa. {Aunque fuera para miratle los ojos! Ty sefiorasalid dela habltacton hackendo nuido con sus pisadas, Claudia recos6 la cabeza, y le sonrié. La bruja ie dio fin beso muy fuerte, muy largo, uno en cada mejilla redonds. Y la nti Ie dio las buenas noches, Francisco la siguié por el pasllo camo una sombra. Su vvor era de resolucién cuando le dijo: Shee, te voy a preguntar algo y 1G me tienes que pro- meter que responders con la verdad. w= Salguna ver te he mentido? ‘UN ENERO DE ANCO IGLOS . fo, s6lo has, omit. como dees Dine, anaeo. Set Yo. ue tu, eres Malvina, aendad? ia cabeza de la broj se movio de aba hacia abajo comp 3 estvierssspendida de un resorte no Francisco estaba palido. vonces Melber tenia raz: bay b 7 cen hadas. ybmbsaue pe Cuando Ravina cen6 la puerta des dormior habia despedido de Francisco. eves * laito,en su dormtoro, pensabay pensaba micas unas hte aus le bateaba ceed de raters. ee |BUSQUEN A ETELVINA! la manana siguiente todos buscaban ala bru. Mens Franco sao ee! in son mid pes Sebasin goraba imitando aso mand, y ego locaba tmitando a Clouda, ta abuela pregunta una ots ve que Tes habia pasado oe drbole,y Pardo, portlefono desde Iscicina, respond que no pela saber pero que cuando Hegara ai cha busca Ia explain, bia desaparecio sn dja rato, Sigel vet feado yi cami ce dori nc, regalos de Elena, hablan quedido muy plachados ls ples de Ia cama. Hasta que Francisco, serio, pidié permiso para ir a bus- cada, Hinginaba dade pods emt "pero este ni se puede perder en a chad i yo ine oreo ben! —replicb la abucla, —Yo sé andar solo, abuela —respondié el nifto. tenor apne nai abn co dst siado en pores das se encogio de bombo, Pero Elena, on une Eoteod tly grande en mu fost, cio Si a busca, tea slempre que ela quer e- esas. Biclina busca algo que no encuerr, ho. sle ota en li muda, ¥ lo que no encwersr, no es aqut Francisco no respond Sali de cas # carer el Un page De once 108 * En el centro comercial busc6 al artesano Robero, Lo encontré en el miso hugar de siempre, incinade sobre see joyas de beonce, patuclo rojo al cuello y sombrero negra ‘aldo sobre la rene..,Claro.que habia visto a la Maqui Ser misma mafiana! No er loa, verdad? Porquc habia inside en que le diera su dreccibn “De dénde le habia bajado ese antojo por conocer asx padre ya su abuelo? Seguro que noert falc de a cabeza? Seguro que no, Roberto. ¥ necesito a dreceion para jen busearla {Todo el mundo quiere hoy mi direccion!:No prefieres comprar alguna joyia? Otro dia, te lo prometo. Dame tu dreccion. —Bueno, qué tanto ser Vibedos 385, jOyel Es lejos de aqui! jOyel_ Etelvina caminaba por la calle Vitedos con su maletin cestampado. Miraba los nuimeros, y seguia. Apenss legata a fest casa se fijaria en las caras el padre y del abvelo de Roberto para saber si descenclian de Melibeito, Sus ojos eran Sinicos, eso ella lo sabia. Nadie podia mirar de esa manera, Y si alguien miraba como él, era porque descendia de su sangre. La cara se le ilumin6 de emocion con ato pensario, Si eran de la misma familia podran saber que sucedio con 8) casi-novio. Movi las manos al caminar y las pulseras sonaban como cascabseles. Hablaba sola, pero no Ie impor: taba que la gente se diera vuelta a mimtla, {Que podia importari, s!tba en busca de su pasado? Vifiedos 385. Una casa de fachacla color leillo, cuatro ventanas hacia calle, yuna puerta grande, firme, demadera foscura y Iusizosa, en cuya. parte supenior vatios vidios equefios y de colores formaban un curioso vAlreai. —Legué —murmuré. Respiré hondo, y golpe6. Und seiora bajta Con cara pacifica y vor timida dijo * AXA BARA GOTRALDES sr Etelvina restreg6 sus manos. No sabia c6mo empezar. Roberto, ¢s decir, yole compré unas pulseras a Rober 10, y. sr, —Es decir, ;serfa posible conoseral padre yal abuelo del encantador Roberto? —pidi6 con ojos angustiados.. Yen el colmo de Ia desesperacin, se puso a llorar, tan fuerte, que la sefiora bajita se asust6 —Hedberto! Ven ripidot Se acereaton unos pasos. Aparecié un hombre alto y delgado. Un bigotilo le adomaba el labio superior. Cuando tel hombre la miré, Frelvina sintié que le flaqueaban las piemas, Un zumbido le atravesé los oidos, solt6 el maletin y Se desmayé sin una palabra en los brazos de la setora ‘Cuando abri6 los ojos estaba tendida sobre un soft ‘verde. Tres rastros se inclinaban sobre ella. Uno era el de la sefiora bajta y los otros dos... Meliberto adulto y Meliberto, viejo! "Tan grande fue el remez5n de su cuerpo, que la seftora rit: se nas desmaya de nuevo! E'sefior adulto le palmed con suavidad! la cara a ver si Je volvian os colores, Fl viejo-trajo un almohadon se lo ‘acomod6 tras la cabeza. Frelvina hizo un esfuerzo inmenso. Con una débil -sonrisa se enderer6 para mirar bien los dos hombres, sobre todo sus ojas. Sus oj08, Color café con leche, pintitas verdes, pestafas langas y curvas, cejas movedizas. 1a misma expre- sin dulce al clavarlas pupilas, intica Forma de pestahear, como si cada pérpado pesart un kilo. —Caballeros —dijola bruja tratando de mostrarse como tuna persona normal—: ‘Serlan tan amables de contarme sus vidas? {uN mae yo DE emeD stGLOS o Primero lo lew6.en auto una sefiora y Francisco tuvo que soporuar todo el camino un lasgo dscurso sobre los nits que vialina dedo, .Y silo levaba un pillo? Tenia suerte de cue cllaera una mujercon hijos y entenda las locuras de Los nitos de esa edad. Pero que fuer la tltima ver. Francisco di “i™ on la cabeza hasta que sintis dolor en él euclo. ‘Ahora caminaba porla calle Vikeds. Ya habia aceptado lnidea de que Felvina era una bruj, Habia muchas cosasqnve no comprendla, demasiadss, pero prefera no penser ahora eneso, sno en apurarse para encontrarla luego. Lo nico. ccomprendi era que Etelvina era uenay sulfa mucho. Pobre Fel, y él habia sido tan antipitico, Pero... zcOmo se las amreplarian para explicar en la casa que ella habia hecho erecer los dtboles con un movimiento de dedo, ¥ que hacia ‘magias con los colores? No impor, No-explicamos nada y punto. Ahora tengo que encontrada cts Se pls a corre. Falkaban vasas cundas, En es0s mo- meng riko de ela ond my foe lao de cerea de fa acera, yun muchacho peceso lo mirS, cupado, Pedaleaba con fuerea mientras muy redonda. Francisco tuvo una idea. Amigo! aMe Hevaras al 385? HI muchacho disminuy6 sus pedaleos y Secé con la ‘mano la wanspiracién de su cara, PensO unos segundos. ~Sabete De un salto Francisco se instalo entre la cj Fl pecoso: hhablaba sin parar. Trabajaba en el transporte de bebidas ¥ las Tlevaba “al negocio". Ademés hacia mandados y con todo eso ganaba unas buenas propinas, —Vo no puedo pagarte —insinus el nif. AY quién te ha cobrado? —pregunté el pecaso. Lomir6 con la nariz lena de gonitas de sudor. Y con una risita, agrego: ee ————— ” ‘ANA MARIA CUALDES Pero si tienes algo, te lo aceplo. No tengo nada, To siento —se apresurt a responder Prancisco. SONY quién te pide nada? —se burlé el repartidor de bebidas Francisco se sintié confundido. Pero ahora el muchacho silbaba como si €l no existiera, Hasta queeltriciclo se detuvo, we tlegaste, chico. Todo el mundo debe descender del twen —anunei6: Gracias, amigo —grit6 Francisco, GH repartidor levant la mano y se alej6 con nuidosos pedaleos, Trancisco contemplé la casa de laiillos oscuros. Wi no estaba? 1 austo le aparé cl coraz6n. Ni siquiera sabia muy bien ‘como regresarala casa, porgue a setora delauto habia ado tnuchas Vuela, Sus papis ys debian estar algo preocupados. Filo mejor habia cometido una gran imprudencia. Tove el timbre. Que dira? is puerta se abrid, La mujer baja y de ojos pacificos TT LLL LUN ewanuTO De emo scL08 Francisco rog6 que dijera nuevamente * Estar aqui la sefiorita elvina? a. Brelvina? —balbuces, Franeiseo sinti6 el impulso de lanzarse a su cuello y besarla como hacia con sv abuela, MAS SORPRESAS vin ton de tet ct nc ot E Si dvtonltzes comenaron ate al lara F Satterlee en ce te caine ne ee oer 2 gets udp muy po? dt Sentados en un sofi verde, dos hombres, i oe 1 ay a so ‘confusién del nifio y se apresur6 a hacer las present ae 2.0 estoy don Neos reen anc oo otra meme Par 2 ay ps os ance co nf, came patch com Cee a oe os emer a ay acento nina dh ce ait no is tofone se lntmey rpm, Co a eta setae mca ee darian Soe ta ee ‘ew esau F cINcD stavos vo Entonces l anciano, con tono solemne, advirtié que se ‘estaba haciendo tarde. Frelvina tom6 la mano de Francisco. —Sigames, caballeros. Estébamos en que su paps, don Norberto, se Ilamaba... Cémo dijo que era su nombre? —y codeé al nifo, Alberto Nemesio, hija —respondis el hombre entre carrispers, Francisco la mind, radiante. (Otro Berto que la acercaba 18 Melibencr El viejo miré hacia arriba para inspirarse —Y cl padre de mi progenitor, es decir, mi abuele, que ‘en esos tlempos tenia unas tierritas en Andalucia, conitaio, ‘matrimonio con una dama de ciertaalcuria, pero los reveses de fortuna lo obligaron a emigrar y... cambié de pais... . —Si, suegro, pero la sefiorta solo quiere saber cémo se llamaisa su abuelo —interrumpié la suave vor de la seora bajta, al regresar de Ia cocina, El viejo pens6 moviendo la cabeza, Ah, caro, clito, el nombre de mi abuelo era, por lerto, Edgardo de las Mercedes. La bruja lanzé un resoptido, —Fallo todo —murmuré, palida, El anciano no prestaba atencidn a nada. Sélo movia la cabeza mirando altecho, como siallidesfilara su pasado. Con una risita cascada, apres He, je je. dicen que se Hamaba Edelberto, pero, i, jes, mo fe gustabs decirio y se hacia lamar por su segue apelativo. Brelvina se levant6 de un salto ycorié a besarlas manos del viejo, —Perdén, cabsllero Norberto; sige, sigs, por favor Failp-micntesregresaha a sentrse con los ojos diatadce v———— we ova DAMA GOIRALDES

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