La nación puede concebirse como la imagen de pertenecía e igualdad a partir de un territorio delimitado, construido desde un Estado moderno para normalizar, regular y difundir un ideal que agrupe a los individuos en una colectividad. En el caso de Colombia, la idea de nación tiene como acontecimiento de origen los procesos de conquista, coloninización e independencia, ya que marcan una historia común de la nación. Sin embargo, este mecanismo de representación estuvo constituido desde una esfera social específica; “la élite”, quienes podrían definirse como la agrupación de hombres que intentan construirse como agentes de ejercicio de gobierno, sobre los otros comprendidos como semejantes en los relatos nacionales y que su pertenencia a este grupo se decide por la idea de linaje, la blancura, las buenas costumbres, la cuna familiar, la crianza, la enseñanza, las facciones y rasgos físicos. En el ejercicio de construcción de una identidad nacional, la élite intentó tomar lo propio y la herencia del pasado. No obstante, la herencia que prevaleció fue la hispánica, lo cual estuvo fuertemente relacionado a la necesidad de pertenecer a un orden global que satisficiera las demandas de occidente, es por esto que se acogió la idea de orientar la nación a una perspectiva de horizonte civilizatorio, en el que se buscaba transformar a las sociedades “bárbaras” desde instrumentos como la religión, la educación, mandatos públicos y las ideas de moralidad. De ahí que la nueva república y su historia se construyera desde una imagen de historia décimonica reproducida hasta nuestros tiempos. En este sentido, la élite creó la idea de nación asumiendo que existía una diferencia entre ellos y “el pueblo”, pero también, asumió que se podría cambiar esta realidad en la medida que se tomaran los posicionamientos correspondientes, esto ligado siempre la idea de progreso. Bajo estas premisas, nace lo que se llamó el “capitalismo religioso” como impulso de laboriosidad, honestidad, vida familiar, moralidad, rectitud de patriotismo y actitud progresista. En consecuencia, la nación se estableció referenciando a una sociedad estamental ligada a valores racializados y clasistas, en donde la élite como poseedora de la tradición cultural ideal para la construcción de nación (pues eran descendientes de los conquistadores europeos) decidía cual era la norma que se utilizaría para regular el país, lo que generó una escala jerárquica interna. Algunos de los mecanismos de diferenciación estaban basados en el capital simbólico y social de los juicios estético y comportamentales, ya que se decía que estos exteriorizaban la condición moral de los sujetos. También, se tomaba en cuenta lo público, puesto que, la sociabilidad comprendía uno de los valores centrales de la civilización. Por tal motivo, los ejercicios de gobiernos eran desarrollados desde centros de dominios, lo que llevo que la idea de nación además de ser racializada, fuera regionalizada. En esa perspectiva de regionalización de la nación para clasificar, las élites apostaron por los estudios culturales mediante viajeros, quienes buscaban estudiar las costumbres populares, para ordenar y explicar las diferencias de los pueblos contenido en esas zonas. Es así como, llegaron a las conclusiones relacionadas con el pasado, pues, en las tierras cálidas las expediciones de los conquistadores fueron fallidas por el clima y por los indios bélicos y su violencia. Por este motivo los poblamientos selváticos, desérticos en medios caluroso son vulgares. Además, la tierra caliente era sinónimo de diversión por lo cual se daba paso a las fiestas populares, que dadas a su pasionalidad atraían hechos violentos. También, el clima tenía que ver con modos de vestir, la comida, el acento, el estilo, que como ya se mencionó antes, ayudaba a la construcción de escala jerárquica moral. Con los resultados de las investigaciones el gobierno de la élite empezó a plantear proyectos de solución. Así surgió el proyecto de mestizaje que significa el cruce o función de razas, entendidas como conjuntos poblacionales de apariencia somática particular con una historia moral y de civilización específica, en dónde el mestizaje deseado era aquel que terminaba en un blanqueamiento, pero con cualidades físicas de lo negro y nobleza trabajadora de lo indio. Esto con el fin de normalizar los valores racializados aportando a una sociedad “más civilizada" y unificada, generando así una integración a partir de la heterogeneidad moral, social y racial. De esta manera, surge también una escala jerárquica entre los tipos de “pueblos”, pues se distinguen especialmente dos, el pueblo ideal y el pueblo de los bárbaros. El primero estaba conformado por el campo y se regía bajo las lógicas de la nación, valores tradicionales, católicos, trabajado independiente, dinámico y aportaban al mercado nacional. Es decir, permitían la inserción de lo urbano con lo rural. Los segundos se dividan en dos, los indios errantes a quienes se les brindaba un mayor esfuerzo por transformarlos y que posteriormente gran parte de estas comunidades serian cambiadas por los misioneros y los negros, zambos y esclavos libertinos a los que se les consideraba como inferiros en tanto a la moral por lo cual las intervenciones hasta este grupo de personas no eran tan insistentes. Lo que si tenían en común los pueblos bárbaros era que no contribuían a la economía del país, lo por lo tanto retrasaban el progreso En este sentido, el proyecto del mestizaje termino afirmando que las condiciones climáticas inciden para la vida civilizada, pues, las fuerzas orgánicas no controladas influían en la vida humana. Por esta razón se concluyó (para normalizar o explicar la diferencia) que se presenta diferentes tipos de mestizaje dependido la condición del entorno.