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¨La escuela después"…¿ con la pedagogía de antes?

Philippe Meirieu

El autor a lo largo de su artículo, se pregunta si habremos aprendido algo durante la


pandemia 2020 y si cumpliremos con los dichos acerca de que cuando todo termine, el mundo
(y la educación) no volverá a ser igual. Que nos unirán los principios de igualdad, cooperación,
etc. Al no mostrarse optimista, argumenta contra los enamorados de la educación a distancia.

En primer lugar, podría decir que la educación a distancia es excluyente. No solo por
las condiciones sociales, culturales y sobre todo económicas, sino por una cuestión etaria. Los
niños/as de nuestro nivel necesitan de la asistencia constantes de sus padres, madres o mayor
a cargo para acceder a los medios necesarios para ese tipo de educación. Esto conllevaría que
los adultos del hogar, además de cumplir con sus obligaciones diarias, deberían destinar una
parte importante de su tiempo a hacer de puentes entre las propuestas de la "escuela" y los
alumnos/as. Y que el resultado de esas propuestas, estarían viciadas de todo aquello que
pueda agregar, quitar, modificar, interpretar, etc ese adulto/a a cargo. Todo esto teniendo en
cuenta que en todos los hogares hay dispositivos digitales, internet, personas idóneas y
alfabetizadas para manejarlos, hasta me arriesgaría a decir luz eléctrica. A la vista de esto,
coincido con el autor al no ya solo plantearse la vieja teoría de que la escuela reproduce
desigualdades sociales, sino que las aumenta.

Otro eje importante que plantea, es acerca de aquellos alumnos/as "bloqueados, los
que hay que dar un rodeo, identificar los puntos de resistencia y localizar los puntos de
apoyo". Ya en estos pocos días, hemos evidenciado lo difícil que es llegar a estos alumnos. Si
de manera presencial y directa donde tenemos la ventaja de adecuar, reformular, cambiar la
propuesta, la forma, el recurso, ya se nos hacía dificultoso, no hay que ser muy creativo para
imaginar esta relación (vínculo) entre docente y alumno/a de manera indirecta y diferida. Se
agrava más aun cuando se tiene en cuenta que el puente que acerca nuestras propuestas, está
cargado/a, como cualquier individuo, de frustraciones, prejuicios, limitaciones, etc sobre el/la
menor y docente.

Por último, la educación a distancia atenta contra todo aquello en que se sustenta la
escuela, no como una mera trasmisora de conocimientos, sino como un lugar físico y simbólico
donde se conjuga todo aquello que puede darse de manera colectiva en cuanto a lo emocional
y vincular. Es el lugar donde se construye o no un sentido de pertenencia, una identidad, un
reconocimiento de otro diferente a mí. Philippe Merieu diría: "El acto pedagógico no es una
yuxtaposición de intervenciones individuales, sino una construcción, tanto material como
simbólica de la escuela. Aprender juntos gracias a la ayuda tutelar del profesor".

Paula Aguilera Falcón (PR)

10 de mayo de 2020

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