En términos generales, el problema fundamental que provoca la existencia de diferentes
procedimientos para la resolución de conflictos es que el dictamen de un grupo arbitral que
evalúa, por ejemplo, la relación comercial entre el país A y el B puede contradecir el emitido por otro con respecto a los nexos del mismo país A con algún tercero. El problema se agrava cuando las disposiciones legales contenidas en los acuerdos también son diferentes. El tema ya ha suscitado atención y en el seno del GATT existe inquietud con respecto al mecanismo previsto para dirimir controversias en el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Canadá. En particular, se ha señalado la posibilidad de que las conclusiones del grupo binacional entren en conflicto con las de un cuadro multilateral de analistas del GATT, y que los intereses de terceras partes resulten comprometidos (Inside US Trade, 1991). Cuando un país miembro de una zona de integración adopta procedimientos bilaterales para zanjar diferencias con un tercer país, puede que sean afectados los intereses de las demás partes del esquema. Una forma de reducir la complejidad y los costos asociados a la mayor o menor discriminación que puede resultar de diversos acuerdos de integración es restringir al mínimo el número de instrumentos de política comercial (aranceles y reglas de origen, por ejemplo) que puedan generar efectos preferenciales como consecuencia de negociaciones bilaterales o subregionales. Para lograrlo se puede recurrir a códigos multilaterales, como los del GATT, y aplicarlos a la regulación de otros instrumentos de política comercial. En este sentido resulta particularmente evidente la complementariedad entre el avance de las negociaciones en el ámbito multilateral (GATT) y el de las tratativas regionales y subregionales de carácter preferencial. En la medida en que se logren avances en el ámbito del GATT sobre temas como antidumping, subvenciones, derechos compensatorios y salvaguardias, se podrían aplicar a nivel nacional, subregional o regional, sin necesidad de adoptar compromisos discriminatorios frente a terceros.20 Se evitarían así posibles traslapos o engorrosas negociaciones bilaterales o subregionales en torno de cada uno de esos temas. Por otra parte, el GATT constituye una instancia supranacional que puede complementar o sustituir -al menos en parte- la capacidad institucional que requieren los acuerdos de integración. Muchos de los tratados de integración suscritos en el pasado, como los de la ALALC y el MCCA, contienen disposiciones reproducidas directamente del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). De la misma manera, acuerdos emanados de la Ronda Uruguay podrían traducirse en convenios subregionales o regionales que no supongan tratamiento preferencial en el área normativa. El TLC de América del Norte ilustra parcialmente esta posibilidad, puesto que incluye disposiciones propuestas en el marco de las negociaciones de la Ronda Uruguay. En la medida en que esos preceptos sean adoptados multilateralmente en el seno del GATT, se moderará la dimensión discriminatoria del TLC. 6. La simplificación de las normas de origen Con la globalización y la desverticalización de empresas, reflejadas en una proporción creciente de actividades sujetas a subcontrataciones en diversos países, las normas de origen son a menudo consideradas como instrumentos para evitar este proceso, contribuyendo a mantener actividades que de otra manera