Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
5 Estudios Avanzados de Performance Posmodernismo Subjetividad y Arte Corporal PDF
5 Estudios Avanzados de Performance Posmodernismo Subjetividad y Arte Corporal PDF
AMELIA ]ONES
A pesar de que el cuerpo es uno de los conceptos centrales que tanto artistas como teóri-
cos utilizan dentro del campo del performance, en los años sesenta una serie de artistas
visuales ubicaron su trabajo de manera especifica dentro de la categoría de lo que ha
dado en llamarse arte corporal (body art). En cierto sentido, el arte del performance
como género artístico pareciera incluir al arte corporal como una subcategoría, un modo
particular de performance como lo son el happening y los eventos de Fluxus. En el
ensayo que publicamos a continuación Amelia Jo n es, crítica e historiadora de arte fe-
minista nacida en los Estados Unidos, o/rece una interpretación del arte corporaljun-
to con el arte del performance como producciones "constitutivas del posmodernismo" no
sólo porque presentan sujetos que se apartan rotundamente del sujeto cartesiano de la
modernidad -en el cual el cuerpo se concibe como mero "envase"- sino porque plan-
tean que la clave de interpretación de la obra no está en su forma (como establecen los
estructuralistas) sino en su circulación, es decir, en la relación con los espectadores. En
este texto publicado en 1998, la autora se propone revisitar las lecturas feministas y
postestructuralistas que, según ella, llevaron al arte corporal a un lugar marginal por
considerarlo narcisista y exhibicionista, es decir, no adecuado para un proyecto anti-
patriarcal. Para las críticas feministas radicales de los años ochenta la exposición del
cuerpo (particularmente en el caso de las artistas de body art, muchas de las cuales se
presentan dentro de un proyecto feminista) no hace más que contribu,ir a un mercado
de consumo y cosificación del cuerpo de la mujer. Sin apartarse del proyecto de lucha
por los derechos de la mujer, Jones, en cambio, propone en el arte corporal el uso del
cuerpo como medio de expresión; explora y problematiz'a no s610 la comercialización
[ 125]
126 PRESENTACIÓN
del cuerpo dentro del sistema capitalista sino el ocultamiento del cuerpo por parte de la
modernidad. El punto central de la propuesta de Jones es que, en vez de localizar las
producciones de arte corporal únicamente como producciones o representaciones de sub-
jetividad (del artista), es necesario ubicar la obra como parte de un proceso de inter-
subjetividad que no se agota en lo que "semuestra" sino que se completa con el deseo del
espectador. Jones muestra cómo en las producciones de arte corporal que van de los sesenta
a los ochenta el cuerpo aparece como el sitio de disputa política por excelencia. El cuerpo
es aquí no un mero objeto expuesto a la mirada consumista del espectador sino el lugar
de producción y negociación de lo social. En vez de seguir un modelo de análisis basado
en el cuerpo como imagen -como lo hacen las críticas del arte corporal sobre las que
basa su rejittación- Jones señala, a través de un marco teórico que se nutre de lafeno-
menología, que lo central en estas producciones no es el cuerpo como garantía de un yo
que se expresa sino el proceso de intersubjetividad por el cual se demuestra que no hay
un yo que preexista la praxis social. Es así que, en contraposición con las producciones
del modernismo que se anclaban en un sujeto trascendente, universal (aunque, según
Jones y las teorías feministas, el modelo era claramente el hombre blanco occidental),
las producciones de arte corporal hacen aparecer sujetos particulares, mujeres, personas
de color, entre otros, es decir, sujetos supuestamente minoritarios. En el arte corporal,
señalaJones, el cuerpo no esgarantía de verdad sino que revela la relación de dependencia
y reciprocidad entre sujetos que es característica del posmodernismo. Así, el narcisismo
que sejuega en estas producciones más que rifirmar una identidad expone una metafísica
de la presencia siempre fallida, o, lo que es igual, presenta a la subjetividad como un
performance siempre cambiante.
M.F.
EL ARTE CORPORAL [BODYART]Y EL ARTE DEL PERFORMANCE SE DEFINEN COMO
[ 127]
128 AMELIA ]ONES
este periodo destacará mi motivación estratégica para sacar al arte corporal de este
estado de olvido crítico y preparará el terreno para un examen más profundo de
los problemas filosóficos que me parece están en juego en tales apreciaciones o
juicios negativos.
5 Mary Kelly, "Reviewing Modernist Criticism", originalmente publicado en Scre~n, 1981, reimpre-
sión en Art after Modernism; Rethinking Representation, Brian Wallis (ed.), Nueva York, New Museum of
Contemporary Art y Boston, Godine, 1984, pp. 95, 96.
6 Véase también "No Essential Femininity: A Conversation between Mary Kelly and Paul Smith",
Parachute 37, núm. 26, primavera de 1982, pp. 31-35. '
130 AMELIA JONES
como Laura Mu1vey y Griselda Pollock), Kelly centró su crítica sobre todo en las
declaraciones metafísicas crudas de los defensores y practicantes del arte corporal de
la década de 1970 (como Lea Vergine y U1rike Rosenbach),7 a quienes en ese en-
tonces criticó por su idealismo. Su crítica es convincente (en especial cuando se
entiende la importancia de este argumento en el contexto particular de esa época),
pero al descartar de plano la posibilidad de una práctica visual encarnada, me pa-
rece que la polémica de Kelly resulta demasiado limitada para entender las formas
en que dicha obra puede involucrar radicalmente al espectador hacia fines no in-
compatibles con los que reclama Kelly en su propia obra y en sus textos (activar al
espectador al postular que las identidades sexuales y de género dependen y se
cruzan con las de clase, raza y otros aspectos de la identidad).
En su ensayo, Kelly,cuyos textos y obra artística son ya paradigmáticos de 10que
podemos llamar un posmodernismo feminista "antiesencia1ista" como se desarro-
lló en Inglaterra en las décadas de 1970 y 1980, degrada el arte corporal al terreno
del esencialismo ingenuo: una creencia no reflexiva en la ontología de la presencia
y en que el género posee una base anatómica. Una vez más, la crítica de Kelly hacia
el arte corporal, que alinea con su crítica al modernismo greenbergiano, resultó es-
tratégica en la época ya que sirvió bien al propósito de legitimar rigurosos discursos
y prácticas artísticas feministas antiesencialistas. Aun reconociendo la importancia
de los textos y obra de Kelly en el desarrollo de una práctica feminista crítica en
las décadas de 1970 y 1980, vale la pena aquí ampliar la dimensión prescriptiva
de la crítica de Kelly, que implica que toda obra de arte que incluya el cuerpo del
artista, es indudablemente reaccionaria.
Como sugerí antes, la antipatía de Kelly hacia el arte corporal es una postura
habitual dentro del discurso artístico de la década de 1980 en Estados Unidos e
Inglaterra, tanto feminista como de otra índole, cuyos juicios tendían a estar moti-
vados por la sospecha del sujeto encarnado y deseado; en términos marxistas, en
especial el sujeto espectador, que podía manipularse con facilidad por los efectos
seductores de la cultura del consumismo. Este discurso se alejó de modo definitivo
del cuerpo, animado por una concepción vanguardista y marxista acerca de la im-
portancia política de construir una resistencia cultural a las estructura,s capitalistas,
7 Véase la postura utópica exaltada y melodramática de Vergine en JI Corpo linguaggio (La "body art" e
storie simili), Henry Martin (trad.), Milán, Giampaolo Prearo Editore, ~974; más tarde discutiré el texto
de Vergine.
POSMODERNISMO, SUBJETIVIDAD Y ARTE CORPORAL 131
De este modo, la actitud negativa hacia el arte corporal por parte de muchas
feministas parece originarse en una preocupación bien fundada acerca de la facilidad
9 Hasta cierto punto, los movimientos coincidentes, el minimalismo y conceptualismo, de modo simi-
lar pero quizás no tan insistente, abordaron cuestiones ligadas a la relación entre el cuerpo y el pensamiento,
el objeto y los espacios que habitan.
10 Mary Kelly, "No Essential Femininity", op. cit., p. 32.
POSMODERNISMO, SUBJETIVIDAD Y ARTE CORPORAL 133
con que los cuerpos de las mujeres se han constituido, tanto en las áreas comer- \
ciales como "artísticas", en objeto de la mirada.l1 A menudo se originan también,
en parte, en una inquietud acerca de los peligros a los que se enfrenta el artista
(en especia11a artista) al exponer su propia corporalidad (su supuesta carencia
personal), comprometiendo de esta forma su autoridad.12
Los "instrumentos distanciadores" que menciona aquí Kelly se relacionan
con la dimensión marxista del modelo crítico predominante en el discurso ar-
tístico de la década de 1980. Las feministas británicas (incluyendo a Kelly que
en esa época se había trasladado de los Estados Unidos) adoptaron y desarro-
llaron como modelo la teoría de la distanciación de Bertolt Brecht, teoría vanguar-
dista de práctica radical: la práctica feminista radical debe pretender desplazar
y provocar al espectador, hacerlo consciente de la vivencia del texto como pro-
ceso y evitar la identificación del espectador con las funciones ilusionistas e ideo-
lógicas de la representación.13 El rechazo del arte corporal en la década de 1970
en general extendió en parte esta desconfianza marxista de las formas de arte
que provocan placer, que seducen en vez de repeler al espectador, invo1ucrán-
dolo en el campo ideológico de la obra de arte como consumidor pasivo más
que como crítico activo.14 Como sostiene Criselda Pollock, historiadora de arte
11 Véase "Visual Pleasure and Narrative Cinema" de Laura Mulvey. La polémica obra de John Berger,
U0ys of Seeing, Londres, British Broadcasting Corporation, Harmondsworth, Penguin, 1972, proporciona
un ejemplo más temprano del acercamiento británico y marxista a la convención de representar el cuerpo
femenino como objeto de la mirada.
12 Esto es particularmente cierto de las feministas estadunidenses tales como Lucy Lippard. El punto
de vista de Kelly sobre la autoridad de la artista femenina es muy diferente, ella se enfoca más en el con-
flicto experimentado por mujeres que están posicionadas como objetos pero intentan ser sujetos de una
producción artística, véase Kelly, "Desiring Images/Imaging Desire", Wedge, núm. 6, 1986, pp. 5-9, y Lucy
Lippard, From the Center: Feminist Essays on Womens Art, Nueva York, Dutton, 1976, y 1he Pink Glass
Swan: Selected Femenist Essays onArt, Nueva York, New Press, 1995.
13 Existe una historia compleja detrás del desarrollo de estos modelos teóricos por feministas británi-
cas en los setenta y ochenta en lugares como la sede de la revista marxistalalthusseriana Screen y de las
publicaciones del Festival de Edimburgo. Véase el artículo sin título de Laura Mulvey que rastrea esta
historia en Camera Obscura 20-21, número de "Tbe Spectatrix", pp. 248-252; Griselda Pollock, "Screen-
ing the Seventies: Sexuality and Representation in Feminist Practice-A Brechtian Perspective", en Vision
and Dijference: Femininity and the Histories of Art, Londres y Nueva York, Routledge, 1988, pp. 155 -199,
Y Griselda Pollock y Roszika Parker (eds.), Framing Feminism:Art and ¡he Womens Movement 1970-1985,
Londres y Nueva York, Pandora, 1987.
14 Discuto extensamente el paradigma "antiplacer" de la crítica feminista dominante de los ochenta
y sus efectos en "Feminist Pleasures and Embodied Tbeories of Art"/ en New Feminist Criticisms: Artl
IdentitylAction, Cassandra Langer,Joana Fruch y Arlene Raven (eds.), Nueva York, HarperCollins, 1994;
134 AMELIA JONES
británica feminista que articula con firmeza esta opinión dentro del feminismo
(y que durante mucho tiempo ha apoyado la obra visual artística de Kelly), la
distanciación es una estrategia básica para las artistas feministas a causa de su
"erosión de las estructuras predominantes del consumo cultural que [... ] son clá-
sicamente fetichistas [... ] La distanciación brechtiana pretende hacer del espec-
tador un agente en la producción cultural y activarlo como agente en el mundo".15
Ésta es una estrategia feminista para Pollock porque el régimen objetificador del
capitalismo consumista es decididamente patriarcal. De este modo, la obra que
no se distancia no es eficazmente (¿o adecuadamente?) feminista.
Mi incomodidad con argumentos como los de Pollock y Kelly proviene de
10 que considero su insistencia en un modo de producción que supuestamente
tendrá efectos en el espectador que se determinan de antemano mediante un
análisis de las estructuras formales yel contexto histórico de la obra. Me parece
que estas lecturas, que de manera polémica pretenden producir un modo crítico
de compromiso cultural como constitutivo de una práctica posmoderna radical
(o, en este caso, feminista radical), privan en 10 fundamental al espectador del
potencial más drástico y transformador justamente al suponer que éste reaccio-
nará o participará por fuerza de una forma predecible. De esta manera, los pro-
yectos de arte corporal y el arte feminista de orientación corporal se rechazan
tan sólo porque reiteran indudablemente las estructuras del fetichismo; no se
consideran las múltiples interrupciones que estas prácticas han efectuado en la
red modernista que Pollock y Kelly tanto desean desmantelar.16 La desacreditación
yen el ensayo sin publicar "Pleasures of the Flesh: Feminism and Body Art". La prohibición del placer
dentro de esta facción de la izquierda puede contraponerse a la propuesta marcusiana de confirmar al
placer como un antídoto para el aparato represivo del capitalismo. Véase Herbert Marcuse, Eros and Civi-
lization:A Philiosojical Inquiry into Freud, Londres, Routledge y Kegan Paul, 1956. El modelo de Marcuse
era extremadamente influyente, entre los artistas estadunidenses en los sesenta y a pricipios de los setenta,
el auge del movimiento "amor libre" y la cultura de juventud y drogas. Véase Bryan Turner sobre el ideal
marcusiano: el revolucionario potencial de la sexualidad en 1he Body and Society: Explanatiom in Social
1heory, Nueva York y Oxford, Basil Blackwell, 1984.
15Griselda Pollock, "Screening the Seventies", p. 163. El argumento de Pollock está íntimamente
relacionado con los términos que Mulvey utiliza en "Visual and Narrative Cinema", p. 26, donde afirma
que el proyecto feminista respecto de las representaciones de mujeres en Hollywood es "destruir la satis-
facción, placer, privilegio del 'invitado invisible' (presuntamente masculino) al romper c011las estructuras
voyeuristas de la experiencia cinematográfica y liberando la mirada de la audiencia a la [ ... ] indiferencia
apasionada".
16En otros lugares he discutido extensivamente la manera en que obqs tales como la de Judy Chicago,
Dinner Par/y, 1979, una pieza que ha sido criticada severamente por Kelly, Pollock y otras feministas
POSMODERNISMO, SUBJETIVIDAD Y ARTE CORPORAL 135
británicas, han interrumpido el discurso moderno a pesar de sus problemáticas tendencias "esencializan-
tes" identificadas por estas críticas. Véase mi artículo "1he 'Sexual Politics' of 1he Dinner Party: a Critical
Context", en Sexual Politics: ¡udy Chicagos Dinner Party in Feminist Art History, Amelia Jones (ed.), Los
Ángeles, ueLA! Armand and Hammer Museum of Art; Berkeley y Los Ángeles, University of California
Press, 1996, pp. 82-118.
17 Esta última apreciación, relativa a la contingencia del significado del contexto ~ocial y político, es
la que Kelly y Griselda Pollock como teóricas dedicadas a un punto de vista marxista, han desarrollado
extensivamente en su obra. En cierto sentido hago uso de estas mismas apreciaciones que introdujeron
feministas tales como Pollock y Kelly pero las profundizo aún más para argumentar que existe una con-
tradicción. '
136 AMELIA JONES
vez en 1990), las cuales producen ciertos efectos que interpreto aquí (sin duda a
contrapelo de la lectura propuesta por Kelly) en concordancia con el arte corpo-
ral. 18 Ana Mendieta, quien nació en Cuba y llegó a Estados U nidos a la edad de
trece años, incluye su cuerpo en actos rituales (relacionados con los ritos de la
santería con los que entró en contacto cuando niña, y con la cultura de la diosa de
los indios taínos) documentados a través de fotografías en los cuales de manera
progresiva llegó a retirar su cuerpo por comp1eto.19 Estas luminosas y perturba-
doras fotografías presentan la impresión de su cuerpo en la tierra, a menudo en
formaciones vu1vares que recuerdan las esculturas de diosas de la edad de piedra.
En especial en las fotografías posteriores, a través de la ausencia de su cuerpo,
Mendieta queda marcada como un mero rastro del yo, más que como un yo idealista
o esencia1izado, por completo femenino.20 Al mismo tiempo, la propia Mendieta
envolvió estas piezas en una elegante mortaja de lenguaje esencializador:
18 Para las reproducciones de las obras de Silueta, véase Mary Jane Jacob, Ana Mendieta: 1he "Silueta"
Series, 1973-1980, Nueva York, Galerie Lelong, 1991; el proyecto está documentado en Mary Kelly,1nte-
rim, Nueva York, New lVIuseum of Contemporary Art, 1990. La obra de Kelly se caracterteriza por incluir
tanto la didáctica como materiales textuales lúdicos dentro de los objetos mismos y extensos textos críticos
desarrollados por Kelly y sus partidarias (como Griselda Pollock) que nos llevan a interpretaciones de las
obras arraigadas en lecturas teóricas marxistas y lacanianas. Véase por ejemplo, de Pollock, "Interventions
in History: On the Historical, the Subjective and the Textual", 1nterim, pp. 39-51.
19 Mendieta llegó a los Estados Unidos siendo una adolescente bajo los auspicios de la Iglesia católica,
que ubicaba niños cubanos en hogares sustitutos estadunidenses para "salvarlos" del comunismo. Mendieta
venía de una casa con sirvientes, muchos de los cuales eran afrocubanos que practicaban santería. Ella re-
gresó a la santería a principios de los setenta, combinó esta tradición con su interés feminista para afirmar
el poder de mujeres al estudiar y representar las figuras de cultos de diosas. Véase Mary Jane Jacob, Ana
Mendieta: 1he "Silueta" Series, pp. 3-8. Sobre su interés en los indígenas taínos de las Antillas prehispánicas,
véase Bonnie Clearwater, Ana Mendieta: A Book of Works, Miami, Grassfield, 1993, pp. 12-13, 41. Clear-
water documenta el proyecto de Mendieta, Rupestrian Sculptures, una serie de fotograbados de la figuras
de diosas femeninas que Mendieta talió y moldeó en las paredes de dos cuevas cerca de La Habana en
1981; como en las siguientes obras de la serie Silueta, Mendieta ausenta su cuerpo pero fuerza a la tierra
para que se "convierta" en ella, como está documentado para el público por medio de un rastro fotográfico.
Mendieta veía estas cuevas en términos femeninos, corpóreos, llamando a las imágenes de las diosas "un
acto íntimo de comunión con la tierra, un retorno amoroso al seno maternal", ella afirmó que "la tierra!
cuerpo esculturas llegan a los espectadores por medio de fotos [oo. ] Las fotografías se vuelven una parte
vital de mi obra".
20 El performance de Mendieta, Body Tracks, ejecutado en el Franklin Furnace en Nueva York, en
1982, también marca el cuerpo enfáticamenre como rastro más que como "presencia" (incluso en el acto de
performance). Aquí se llenó los brazos de sangre, después se volvió hacia un gran trozo de papel sobre la
pared de la galería, arrastró los brazos hacia abajo para producir huellas de manos y brazos en una súplica
sangrienta. Véase Petra Barreras del Río, y John Perreault, Ana Mendie{a: A Retrojpeciive, Nueva York,
New Museum ofContemporary Art, 1987, pp. 34-38. Rebecca Schneider discute la auto desaparición
POSMODERNISMO, SUBJETIVIDAD Y ARTE CORPORAL 137
de Mendieta como un efecto de la "presión bajo la que estaba para asimilarse, 'americanizarse' [ ... ] des-
aparecer". 1he Explicit Body in Performance, Nueva York y Londres, Routledge, 1997, p.119.
21 Ana Mendieta, cita de uria declaración no publicada por John Perreault, "Earth and Fire, Mendietas
Body ofvVork",Ana Mendieta:A Retrospective, p. 10; el sentimiento de Mendieta de haber sido "arrojada
del vientre" [viene de] "que me arrancaran de mi madre patria (Cuba) durante mi adolescencia'. En otros
lugares Mendieta exalta lo primitivo, y escribe: "fue durante mi niñez en Cuba que por primera vez quedé
fascinada con el arte y cultura primitivos. Parece como si estas culturas tuvieran un conocimiento interior,
una cercanía a los recursos naturales. Y éste es el conocimiento que da realidad a las imágenes que éstas
han creado [ ... ] me he lanzado a los mismos elementos que me produjeron, usando la tierra como mi
lienzo y mi alma como mis herramientas". También véase la interesante discusión de Miwon Kwon acerca
del "proceso de auto-otredad [oo.] [y] auto-primitivación" de Mendieta: "Bloody Valentine: Afterimages
by Ana Mendieta", en 1nside the Visible:An EllipticalTraverse of2(Jb Century in, of, andfrom the Feminine,
M. Catherine de Zegher (ed.), Cambridge, l\1assachusetts, y Londres, MIT Press; B08ton, Institute of
Contemporary Art; y Kortrijk, Flanders: Kanaal Art Foundation, 1996', pp. 167-168.
138 AMELIA JONES
Ana Mendieta, Untitled [Sin título] de la serie Silueta, 1978. Excavación en tierra hecha con
pólvora. Realizada en Iowa. Fotografía cortesíade la galería Lelong, Nueva York.
© 7he Estate of Ana Mendieta Collection
22 Mary Jane Jacob,Ana Mendieta: 1he "Silueta" Series, op. cit., p.5.
POSMODERNISMO, SUBJETIVIDAD Y ARTE CORPORAL 139
23 Acerca del uso que le da Kelly a las imágenes de Charcot, véase Marcia Tucker: "Picture This: An
Introduction to Interim", en 1nterim, p. 19.
24 Todo esto no es para equiparar las diferencias evidentes entre los dos proyectos. Cierto que Kelly
ha hablado de 1nterim como un documento posparto, "problematizando too.] la imagen de la mujer no para
140
AMELIA IONES
\E gún perro anaranjado?'''): para hacerlos más "reales", más fieles al acto; para ase-
gurar su existencia precisa en la historia.37
A mi favor está el hecho de que Anderson haya decidido publicar las recien-
tes reflexiones en "A Note on Documentation: The Orange Dog", en la misma
página que su análisis del arte corporal de 1975: la yuxtaposición no deja duda de
que es el arte corpora110 que genera de manera más insistente la cuestión de 10
"real" en relación con los sujetos y objetos de producción y recepción. Uno de los
principales problemas conceptuales y teóricos que destaca el arte corporal como
performance, según reconoce Anderson, es el de la ontología del objeto del arte,
así como el del estado del sujeto de la producción artística. La mayoría de los
primeros relatos acerca de estas prácticas elevaban heroicas declaraciones acerca
del arte corporal como la única forma de arte que garantiza la presencia del artis-
ta. Así, en el catálogo de la muestra Bodyworks de 1975 en Chicago, Ira Licht
proclama de manera triunfante que las obras corporales terminan con los medios
"intermediarios" de la pintura y la escultura para "entregar [... ] información di-
rectamente a través de la transformación".38 Y, también en la década de 1970,
36 Laufie Anderson, "A Note on Documentation: The Orange Dog", en Storie.\jrom the Nerve Bible, p. 109.
37 Idem.
38Ira Licht, Bodyworks, Chicago, Museum of Contemporary Art, 19'75.
POSMODERNISMO, SUBJETIVIDAD y ARTE CORPORAL 147
Rosemary Mayer afirmaba que el arte corporal era una reflexión directa de las
experiencias vitales del artista, mientras Cindy Nemser describía la "meta princi-
pal del arte corporal" como "el deseo de unir el yo subjetivo y objetivo como una
entidad por completo integrada", que después se proyecta directamente al púb1i-
CO.39En 1982, Chanta1 Pontbriand puso de relieve al performance con el argu-
1.
q1
(1
mento de que "presenta; no re-presenta".40 En fechas más recientes, Catherine \ .
E1wes afirmó que el arte del performance "ofrece a las mujeres un vehículo úniCUi
para establecer ~se acceso [al ~úb1ico] directo no media~o ..E1 performance trata .
sobre la presenCla real de la artlsta [... ] Ella es tanto el slgmficante como aquello '.
que se significa. Nada hay entre el espectador y la performer".41 •.
Es justamente este idealismo del que Mary Kelly, creo que con razón, descree
en su crítica a las primeras declaraciones acerca del arte corporal. Pero las descrip-
ciones contemporáneas de las obras tampoco constituyen del todo sus significados.
Al abordar las obras en el nivel de una fenomenología feminista profundamente
influenciada por la sospecha postestructura1ista hacia los discursos de presencia,
mi enfoque rechaza específicamente las concepciones metafísicas que presentan
al arte corporal o performance como entrega no mediada del cuerpo del artista al
espectador. La historiadora de arte Kathy O'Dell sostiene, mordaz, que justamente
al usar sus cuerpos como principal material, los artistas de body art y performance
destacan el "estado representaciona1" de tal obra, más que confirmar su prioridad
ontológica. Los aspectos representaciona1es de esta obra (su "juego dentro de la
arena de 10 simbólico" y, añadiría yo, su dependencia de la documentación para
alcanzar un nivel simbólico dentro del ámbito de la cultura) exponen la imposibi-
lidad de alcanzar el conocimiento del yo mediante la proximidad del cuerpo.
Finalmente, el arte corporal muestra que el cuerpo nunca "se conoce 'de forma
pura' como un conjunto de carne total que yace fuera de la arena de 10simbólico".42
Entablar un contacto físico directo con una artista que saca de su canal vaginal un
39 Rosemary Mayer, "Performance and Experience", Arts Magazine 47, núm. 3, diciembre de
1972-enero de 1973, pp. 33-36; Cindy Nemser, "Subject-Object Body Art", Arts Magazine 46, núm. 1,
septiembre-octubre de 1971, p. 42.
40Chantal Pontbriand, "1he Eye Finds No fixed Point on Which to Rest", Modern.. Drama 25, 1982,
citado por Auslander en Presence and Resistance, p. 44.
41 Catherine Elwes, "Floating Femininity: A Look at Performance Art by Womcn", en Womens 1mages
ofMen, Sarah Kent y Jacqueline Moreau (eds.), Londres, Writers and Readers Publishing, 1985, p. 165.
42 Kathy O'Dell, "Toward a Theory ofPerformance Art", pp. 43, 44.
148 AMELIA JONES
I'I'!
El ser radica inexorablemente en el cuerpo, nos dice el arte corporal. Y aún
,1 así, según mi lectura de estas obras, esto no significa que en el performance el
1/,1 ~ cuerpo sea completamente legible o que sus efectos sean estables. El arte corporal,
Ü mediante su misma performatividad y al develar el cuerpo del artista, saca a la luz
¡I ¡¡la insuficiencia e incoherencia del cuerpo/yo (o el cuerpo como sujeto) y su inca-
1;/ },I pacida~ de entrega.rsepor completo (sea al pro~i~ ~ujeto en e~perfo~mance mismo
.
j o a qUlen se relaclOna con este cuerpo). Quza mcluso mas pertmente que las
. 1I sugerentes observaciones de O'Dell sea la insistencia de Peggy Phelan en la ma-
lJ nera en que el cuerpo, en el performance, expone su propia carencia:
~I:::.-:--:::
¡~ El performance emplea el cuerpo del peiformer para plantear la pregunta sobre
. ~.. la incapacidad de asegurar la relación entre subjetividad y el cuerpo per se; el
)
1" performance usa el cuerpo para poner de manifesto la carencia de Ser que se
¡• promete mediante el cuerpo y a través de él, aquello que no puede ser visto sin
i un complemento [... ] El performance marca al cuerpo mismo como pérdida
I
11_ [...] Para el espectador, el espectáculo del performance es en sí mismo una pro-
~ección del escenario en donde tiene lugar su propio deseo.43
43 Phelan, Unmarked, pp. 150-152. En este caso la crítica de Kelly sobre el body art implica qu~
tiene éxito al colapsar la subjetividad al cuerpo. Podría dis'cutir que aunque se fantaseaba con tal suceso
en muchos textos de la época donde se describía esta obra (a veces en declaraciones orales o escritas de
los artistas corporales), tal fantasía nunca fue muy exitosa. Estoy interesada en el fracaso para asegurar la
presencia que representa el body arto
44Repito, las mismas declaraciones de Mendieta parec.ieran contradecir mi lectura pQstestructuralista
pero me involucro explícitamente con las obras de Silueta de otra manera, evocando sus implicaciones
menos idealistas. Mendieta afirmó que "al usar mi propia imagen en mi arte, estoy confrontando la dicoto-
mía siempre presente del arte y la vida. Para mí es crucial ser parte de todas mis obras. Como resultado de
mi participación, mi visión se vuelve realidad y parte de mis experienciasl,. Citada en Nancy Lynn Harris,
POSMODERNISMO, SUBJETIVIDAD Y ARTE CORPORAL 149
1he Female 1magery of Mary Beth Ede/son andAna Mendieta, tesis de maestría sin publicar, Louisiana State
University, Baton Rouge, 1978, p. 55; citada en ]acob, Ana Mendieta: 1he "Silueta" Series, p. 4.
45Estoy en deuda con Karen Lang, quien sugirió esta formulación del cuerpo que se torna sujeto.
46Jacques Derrida, "That Dangerous Supplement", 01 Grammatology, Gayatri Spivak (trad.), Bal-
timore, John Hopkins University Press, 1978, p. 198. Henry Sayre se nutre de la teoría de Derrida a lo
largo de 7he Object 01Performance, pero a mi ver contradice la crítica de la presencia de Derrida al usar la
posterior noción de "undecidability" [imposibilidad de decidir] para as~gnar significados definitivos a las
prácticas de performance.
150 AMELIA JONES
mismo. Sin embargo, esto no equivale a decir que el arte corporal sea por necesi-
dad radicalmente crítico del esencialismo y del idealismo (o que sea anti o pos-
modernista) en todas sus dimensiones. Como vimos, el planteamiento discursivo
del arte corporal a principios de la década de 1970 a menudo 10 ubicó definitiva-
mente del lado de un interés conservador, modernista, hacia una metafísica de la
presencia. El arte corporal no es ni progresista ni reaccionario de modo definitivo
o inherente (como Kelly quiso establecer). Todo 10 contrario: dado su énfasis en la
dimensión intersubjetiva, marca la contingencia de tales significados y valores en
la relación interpretativa. El arte corporal abre las vicisitudes de las relaciones
sujet%bjeto dentro del discurso artístico; en su rechazo a confirmar otra cosa
que no sea la ausencia del cuerpo/yo (la contingencia del sujeto en el otro), el arte
corporal se rehúsa a demostrar una presencia.
Si bien, como es de esperar, muchos han confiado en la fotografía en particu-
lar como prueba de una acción determinada, o de la significación del sujeto en el
performance, o como objeto comercializab1e que se eleva a la categoría formalista
de fotografía artística; de hecho tal confianza se basa en sistemas ideológicos se-
mejantes a los que sustentan el interés en la presencia del cuerpo en el perfor-
mance. En su reseña del libro de Henry Sayre, 7he Object o/Performance, Kristine
Stiles expuso con brillantez los riesgos de emplear la fotografía de un acto perfor-
mativo como prueba. Sayre comienza su primer capítulo con el cuento ahora
mítico de la automuti1ación genital de Rudo1f Schwarzkog1er, mito fundado en la
circulación de varios documentos que muestran un torso masculino con un pene
vendado (y, cerca, una navaja de afeitar). Sti1es, quien realizó una investigación
directa con entrevistas y rastreos del acto, señala que la fotografía en realidad ni
siquiera es de Schwarzkog1er, sino de otro artista que posa para la castración ri-
tual por entero fabricada de Schwarzkog1er.50
El deseo de Sayre de que esta fotografía implique algún acto "real" previo
10 lleva a ignorar la contingencia del documento en relación no sólo con una
acción pasada, sino también con la construcción de 10 que Sti1es denomina un
espacio por completo ficticio.51 Ésta es la misma contingencia que el libro de
Sayre pretende abordar a partir del argumento de que 10 que .cambia en el
su Kristine Stiles, "Pertormance and Its Ohjects",A¡·ts Magazine 65, núm. 3, noviembre de 1990, p. 35;
Sayre, 1he O~icct ofPe'fort'lallce, p. 2. ,
51 Stiles utiliza el término "espacio por completo fictico" en "Performance and Its Objects", op. cit., p.37.
152 AMELIA JONES
Leo el arte corporal como disolvente del idealismo metafísico y el sujeto cartesia-
no (el artista como genio heroico pero incorpóreo, como yo trascendente detrás
de la obra de arte) inserto en la concepción del modernismo hegemónico en Eu-
ropa y Estados Unidos en el periodo posterior a la guerra. Este sujeto cartesiano
tiene una larga historia en el pensamiento occidental. La concepción dualista de
René Descartes de una conciencia o cogito (incorpóreo y trascendente) opuesto al
objeto bruto del cuerpo que predominó en la Ilustración y después en las formas
modernistas (siglos XIX y xx) de concebir al sujeto. Con base en la visión (el yo
del sujeto era un ojo incorpóreo que convertía en objetos a todos los cuerpos),
el cartesianismo ejerció una fuerza especial dentro del modernismo artístico, en el
que primero predominaron los artistas y escritores franceses inmersos en la tradi-
ción cartesiana y que luego Estados Unidos tomó prestado a Francia después de
la segunda Guerra Mundial. El dualismo de Descartes se destaca en su famoso
pasaje del Discurso del método en el que establece que "este yo, es decir, el alma por
la cual soy quien soy, es por completo distinto del cuerpo: e incluso es más fácil
conocerlo que al cuerpo".56 La historia y la crítica del arte desde hace mucho to-
maron su rumbo a partir de esta concepción, con el ojo/yo del artista en estrecha
cercanía con el ojo/yo del crítico o historiador de arte, quien toma su autoridad
de una identificación cercana con la "visión"trascendente del creador original.
Sin embargo, como sugiere el intelectual e historiador Martin J ay, fue justa-
mente este asunto del dualismo de mente y cuerpo 10 que motivó a "críticos fe-
nomenológicos del siglo xx del perspectivismo cartesiano como Heidegger y
Merleau- Ponty [a] desafiar su versión de la visión, y a feministas como Irigaray
[a] [... ] condenar el prejuicio de género de su fi10sofía".57Así, me gustaría sugerir
que fue el mismo supuesto en el modernismo artístico 10 que, al menos en parte,
motivó a los artistas del body art, quienes, a menudo, al recurrir a modelos fenome-
nológicos de subjetividad (como también al feminismo), comenzaron a represen-
tar sus subjetividades corporizadas en relación con el público por conducto de este
intercambio intersubjetivo constitutivo de la obra de arte. Al trabajar de acuerdo
con los principales cambios en el pensamiento filosófico y en el dominio de 10
social, donde el sujeto normativo recibía un profundo cuestionamiento de los di-
versos movimientos de reivindicaciones sociales, el arte corporal disuelve la opo-
sición que sustenta la concepción cartesiana del yo, y, al hacerlo, contribuye a di-
solver al sujeto modernista.
Desde el mismo comienzo de su artículo de 1971 "Subject-Object Body
Art", uno de los principales análisis tempranos del arte corporal, Cindy Nemser
cita a Mer1eau- Ponty, en un texto en el que éste señala el vínculo conceptual en-
tre el arte corporal y la fenomenología:
Nuestro cuerpo no sólo está en el espacio como las cosas; habita o acecha el es-
pacio. Se aplica al espacio como una mano al instrumento, y cuando deseamos
moverlo no movemos el cuerpo como movemos un objeto. Lo transportamos
sin instrumentos como por arte de magia, porque nos pertenece y porque a tra-
vés de él tenemos acceso directo al espacio. Para nosotros, el cuerpo es mucho
más que un instrumento o un medio; es nuestra expresión en el mundo, la forma
visible de nuestras intenciones. Incluso nuestros movimientos más afectivos, los
más profundamente ligados a la infraestructura humoral, ayudan a moldear
nuestra percepción de las cosas.58
62 Desde el punto de vista cartesiano, Elizabeth Grosz ha argumentado que el cuerpo sólo es una
"vasija ocupada por una subjetividad animada e intencionada"; la idea de que la mente se aloja dentro del
cuerpo responde a una ideología asociada con lo masculino mientras que el cuerpo inmanente y contin-
gente significa feminidad como carencia u otredad. Véase la crítica de Grosz en Va/afile Bodies: Toward a
Corporeal Feminism, Bloomington e Indianápolis, Indiana University Press, 1994, pp. 8-10.
63 Merleau-Ponty, Phenomenology of Perception, Colin Smith (trad.), Nueva York, Humanities Press,
1962, pp. 146,161 ledo esp.: Fenomenología de la percepción, Madrid, Altaya, 2000].
64 Véase Alexander Kojeve, "Introduction to the Reading of Hegel", Deconstruction in Context: Lit-
erature and Phi/osophy, Mark C. Taylor (ed.), Chicago y Londres, University of Chicago Press, 1986,
pp. 98-120. Aquí me interesa específicamente esta trayectoria francesa de fenomenología, basada en la
presentación que hace Kojeve de Hegel, así como la fenomenología alemana (especialmente la obra de
Heidegger). Tanto Husserl como Heidegger atacaron la separaciÓn cartesiana entre el sujeto que observa
y el objeto que es observado, que asegura la coherencia del yo en el pensamiento dominante de la post-
ilustración (reconociendo el papel de la conciencia humana en la constitución de signi~cado y, en el caso
de Heidegger, señalando la diferencia y otredad como la condición de la posibilidad de la existencia hu-
mana). Para un resumen de las contribuciones a la fenomenología, véase Mark C. Taylor, "Introduction:
System ... Structure ... Difference ... Other", Deconstruction in Contexf, pp. 10-13, 18-21, Y la introducciÓn
de Richard Kearney, en Dialogues with Confemporary Continental1hi~kerJ, Dover, N.H., y Manchester,
158 AMELIA ]ONES
encarnado que depende de sus otros (el amo que define al esclavo y viceversa) se
expandió y se radicalizó a través del postestructura1ismo y el feminismo, así como,
según sostengo, por el arte corporal. De este modo, la trayectoria cultural de la fe-
nomenología (en especial la de la escuela francesa) y un postestructura1ismo femi-
nista, los cuales articulan una teoría explícitamente anticartesiana del sujeto, sub-
yacen en mi intento, y 10 sustentan, de repensar el arte corporal y sacarlo de su
concesión para el olvido esencia1ista.65
En las décadas de 1940 y 1950 fueron Merleau- Ponty y Lacan quienes em-
pezaron a teorizar con más vigor (en la filosofía y el psicoanálisis) la separación o
disolución del sujeto cartesiano. Las observaciones de Merleau-Ponty acerca de la
contingencia y reciprocidad del y%tro, y su crítica enfática de las teorías de
orientación visual que polarizan las relaciones sujet%bjeto, parecen relacionarse
de manera estrecha con el paradigma de Goffman, pero van mucho más allá de
sus dimensiones instrumentales, que son más sartreanas y rígidamente oposicio-
na1es: "El comportamiento de otro expresa una cierta manera de existir antes de
significar una cierta manera de pensar. y cuando este comportamiento se dirige
a mí, como puede suceder en el diálogo, y se vale de mis pensamientos con el fin
de responder a ellos [... ] me involucro entonces en una coexistencia de la cual no
soy el único constituyente y que cimienta el fenómeno de la naturaleza social
como la experiencia perceptua1 cimienta el de la naturaleza física".66
Manchester University Press, 1984, pp. 1-14. Sobre la crítica fenomenológica del sujeto cartesiano, véase
también Carolyn Dean, 1he Selfand Its Pleasures: Bataille, Lacan, and the History 01 the Decentered Subject,
Ítaca, Nueva York, Cornell University Press, 1992, y Martin Jay, Downcast Eyes, especialmente el capítulo
"Sartre, Merleau-Ponty, and the Search for a New Ontology ofSight", pp. 263-328.
65Esta sección toma como base análisis fenomenológicos de cine y arte. Véase, por ejemplo, Eugene
F. Kaelin, Art and Existellce: A Phenomenological of Aesthetics, Lewisburg, Pa., Bucknell University Press,
1970; Sobchack 1he AddresJ of the Eye; Galen A. Johnson (ed.), 1he Merleau-Ponty Aesthetics Reader:
Philosophy and Painting, Evanston, Illinois, Northwestern University Press, 1973. Agradezco a Jeremy
Gilbert-Rolfe por señalarme el texto de Kaelin y a Joanna Roche por sugerir el libro de Dufrenne.
66Merleau-Ponty, 1he Structure of Behavior, Alden L Fisher (trad.), citado en Jay, Downcast Eyes, p.
306. La obra de Sartre, Being and Nothingne.H, retiene un fuerte cartesianismo, como también una versión
de la visión como inexorablemente victimizante y en última instancia una descorporización de las rela-
ciones intersubjetivas. Véase particularmente la parte 3, "Being-for-Others", de Being and Nothingness,
Hazel Barnes (trad.), Nueva York, Washington Square Press, 1956, pp. 301-556. Acerca qel cartesianismo
de Sartre, véase también Judith Butler, "Sex and Gender in Simone de Beauvoir's Second Sex", Yale French
Studies, núm. 72, 1986; la sección de "Sartrean Bodies and Cartesian Ghosts", pp. 37-40, Y la crítica de
Merleau-Ponty de que Sartre mantiene la oposición hegeliana entre sujet%bjeto (de manera opuesta a
su propio entendimiento de la reciprocidad en las relaciones entre yo/~tros) en "Tbe Intertwining-Tbe
POSMODERNISMO, SUBJETIVIDAD Y ARTE CORPORAL 159
Chiasm", en 1he Visible and the Invisible, Alfonso Lingis (trad.), Claude Lefort (ed.), Levanston, Illinois,
Northwestern University Press, 1968, pp. 130-155. Judith Butler saca a la luz esta crítica al notar que con
esta obra, Merleau- Ponty propone una "antología de lo táctil" para reemplazar "la ontología social de la
vista" de Sartre; véase Butler "Sexual Ideology and Phenomenological Description: A Feminist Critique
ofMerleau-Ponty's Phenomenology ofPerception", en 1he 1hinking Muse: Feminism and Modern French
Philosophy, Jeffner Allen e Iris Marion Young (eds.), Bloomington, Indiana University Press, 1989, p. 97.
67En esta sección estoy leyendo a Merleau-Ponty esencialmente desde el postestructuralismo (con la
ayuda de Butler, Irigaray y Young), especialmente por medio de los trabajos posteriores de Merleau- Ponty.
Veo que el trabajo de Merleau-Ponty Qunto con los de Lacan, Heidegger y otros) establece la base para
lo que sería en Derrida la paradigmática deconstrucción textual y postestructuralista de la presencia y del
sujeto como un ser coherente. En cuanto a esto, vale la pena señalar que la crítica que Derrida hace en Speech
and Phenomena [Discurso y fenómeno} de la fenomenología por considerarla aún dentro del interés en la
metafísica de la presencia ("el recurso a la crítica fenomenológica es la metafísica misma", p. 5) se aplica
a una versión anterior de la fenomenología (Husserl) más que a la versiÓn de Merleau- Ponty. Martin J ay
discute la radicalidad de la obra de Merlau-Ponty a este respecto argumentando que "de hecho, incluso la
experiencia corporal de ser al mismo tiempo el observado y el observador, el que toca y el objeto tocado, era
un prerrequisito ontológico para esa internalizaciÓn de otredad que subyace la intersubjetividad humana. El
añoso problema filosófico de otras mentes se postuló de manera insuficiente porque la experiencia primaria
de la comprensión empática era prerref1exiva y corpórea" (Downcast Eyes, 1he Denigration oJVision in Twen-
tieth-Century French 1hought, Berkeley, Los Ángeles y Londres, University ofCalifornia Press, 1993, p. 311).
68En este sentido, la formulaciÓn de Merleau-Ponty es, se podría decir, mucho más interesante y
compleja que muchas teorías lacanianas feministas de relaciones del y%tro, las cuale; tienden a com-
prender estos términos en posiciones estrictamente opuestas (estoy pensando aquí, de nuevo, en muchos
de los textos de crítica sobre el arte que adoptaron la formulación de Laura Mulvey sobre la mirada
masculina de "Visual Pleasure and Narrative Cinema"). Sin embargo también se podría argumentar que
160 AMELIAJONES
esta comprensión de relaciones y%tro no le hace justicia a la complejidad y de hecho a las bases fenome-
nológicas de la obra de Lacan.
69l\1erleau- Ponty argumenta que debe haber un "Eros o Libido que le da vida a un. mundo original,
da valor sexual o significado a estímulos externos y delinea para cada sujeto el uso que le dará a su cuerpo
objetivo", Phenomenology of Perception, p. 156.
70 Merleau-Ponty, "The Intertwining-The Chiasm", op. cit., pp. 134, 135.
71 Ibidem, p. 138. '
POSMODERNISMO, SUBJETIVIDAD Y ARTE CORPORAL 161
72Merleau-Ponty, Phenomenology olPerception, pp. 354, 355; Sobchack cita este pasaje y lo elabora en
1he Address 01 the Eye, p. 141.
73 Ésta es la definición que hace Elizabeth Grosz de la carne en Volatile Bodies, p. 101. También quiero
vincular este concepto a la noción de Michel Duchamp sobre la bisagra en relación a la incongruencia y
asimetría de las relaciones del y%tro en la dimensión infrathin. Véase mi discusión sobre esto en Post-
modernism and the En-Gendering of Marcel Duchamp, Cambridge y Nueva York, Cambridge University
Press, 1994, pp. 195-198.
74Jacques Lacan, "1he Function and Field of Speech and Language in Psychoanalisis", en Écrits:
A Selection, Alan Sheridan (trad.), Nueva York y Londres, Norton, 1977, p. 86 ledoesp.: Escritos, México,
Buenos Aires, Madrid, Siglo XXI, 2009]. Véase también Lacan acerca de la fenomenplogía de la trans-
ferencia en "Of the Subject Who Is Supposed to Know, of the First Dyad, and of the Good" y "From
Interpretation to Transference", 1he Four Fundamental Concepts ofPsycho-Analysis, Alan Sheridan (trad.),
Jacques-Alain Miller (ed.), Nueva York y Londres, Norton, 1981, p~. 230-260 [ed. esp.: El seminario,
Libro 11, Los cuatro conceptosfundamentales del psicoanálisis, Barcelona, Paidós, 1986].
162 AMELIA JONES
del yo, del 'amo' en el 'esclavo'. En términos 1acanianos, 'es cuando ve que se pone
en marcha una cadena completa en el nivel del deseo del otro como se constituye
el deseo del sujeto'''.75
No obstante, si bien el cuerpo/yo es inexorablemente sexual en la formulación
de Merleau- Ponty, y si bien éste reconoce (con una mirada distante hacia la dialéc-
tica amo/esclavo) la asimetría de la reversibilidad de la percepción, Merleau-Ponty
teoriza como Lacan el sujet%bjeto sexual a partir de un punto de vista implícita-
mente masculino. Varias filósofas feministas han revisado la formulación de Mer-
1eau-Ponty a través de la lente de la diferencia sexual, y reconocen el rol central del
género dentro del aspecto asimétrico amo/esclavo de las relaciones sujet%bjeto en
el patriarcado occidental.76 Así, Judith Butler identifica la tendencia de Merleau-
Ponty en su obra temprana a teorizar las relaciones y%tro en términos que impli-
can pero no teorizan la asimetría de género.77 Y Luce Irigaray enfrenta la ceguera
de Merleau-Ponty respecto del género al insertar 10"maternal-femenino" en la ter-
minología de este último: la carne se torna femenina como "una carne, maternal,
maternalizadora, reproducción [... ] tejido p1acenta".78
Pero fue Simone de Beauvoir, amiga y colega de Merleau-Ponty, amante de
Sartre, la primera en exponer la especificidad de género de la relación y%tro en su
obra de 1949 El segundo sexo.79 El libro de Beauvoir fue el primero en extender la
75Kojeve, "Introduction to the Reading of Hegel", p. 101; Lacan, "Of the Subject Who Is Supposed
to Know", p. 235.
76Véase Lacan, "The Signification of the Phallus", Écrits, p. 281. Esquivo la formulación de Lacan
acerca de la diferencia sexual a causa de su misoginia persistente (algunos incluso la llamarían dominante,
si no irónica).
77 Véase Butler, "Sexual Ideology and Phenomenological Description", pp. 93-95. Butler señala que
Merleau-Ponty usa como ejemplo del fracaso de las relaciones y%tro el caso de Schneider (discutido
también por Freud); la "anormalidad" de Schneider, ella observa, es ilustrada por Medeau- Ponty a través
del hecho de que las fotografías de mujeres desnudas no lo excitan. Por lo tanto, M.erleau-Ponty asume
que la subjetividad sexual es universal, cuando de hecho propone "una relación de voyeurismo y objeti-
ficación, un dialecto no recíproco entre hombres y mujeres", p. 95. Véase también la crítica de Elizabeth
Grosz de Merleau-Ponty en Volatile Bodies, capítulo 4, "Lived Bodies: Phenomenology and the Flesh",
pp. 86-111.
78 Luce Irigaray, "The Invisible of the Flesh: A Reading ofMerleau- Po n ty, 1he Visible and the Invisible,
The Intertwining-The Chiasm", en An Ethics of Sexual Dijference, Carolyn Burke y GiUian C. GiU (trads.),
Ítaca, Nueva York, Cornell University Press, 1993, p. 159.
79 Simone de Beauvoir, 1he Second Sex, H. M. Parshler (trad. y ed.), Nueva York, Knopf, 1952 red. esp.:
El segundo sexo, Madrid, Cátedra, 1998]. Beauvoir y Sartre eran buenos, amigos y colegas de trabajo de
Merleau-Ponty de los años veinte en adelante. Merleau- Ponty editó Les temps modernes con la pareja pero
POSMODERNISMO, SUBJETIVIDAD Y ARTE CORPORAL 163
Cada sujeto representa su rol como tal específicamente mediante hazañas o pro-
yectos que operan como modo de trascendencia; logra la libertad sólo por medio
de una búsqueda continua hacia otras libertades. No hay otra justificación para
la existencia presente que no sea su expansión hacia un futuro indefinidamente
abierto. Cada vez que la trascendencia cae de nuevo en la inmanencia, hay una
degradación de la existencia hacia el en-soi -la vida brutal de la sujeción a con-
diciones determinadas- y de la libertad hacia la limitación y la contingencia [... ]
Cada individuo preocupado por justificar su existencia siente que su existencia
implica una necesidad indefinida de trascenderse, de comprometerse en proyectos
elegidos con libertad [... ] Ahora bien, lo que señala de forma peculiar la situación
de la mujer es que ella -un ser libre y autónomo, como todas las criaturas hu-
manas- no obstante se encuentra viviendo en un mundo donde los hombres la
rompieron su relación a principios de los cincuenta cuando Sartre se volvió cada vez más de izquierda y
se involucró en la política. Aunque Merleau-Ponty había sido el mentor político de Sartre, a medida
que se acercaba al activismo político Sartre se volvió despectivo hacia la decisión de Merleau- Ponty de
mantener su postura política dentro de su obra intelectual. Sartre virtualmente forzó a Merleau-Ponty a
renunciar a Les temps modernes en 1953. Véase Ronald Hayward, Sartre: A Lifo, Nueva York, Simon and
Schuster, 1987, p. 307. Véase también el duro comentario de Beauvoir "Merleau-Ponty et le Pseudo-
Satrisme", Privileges, París, Galiimard, 1955, pp. 201-272, donde acusa a Merleau-Ponty de liquidar el
dialecto marxista y de malinterpretar notablemente a Sartre al proponer una filoso(ía del sujeto ("La
. philosophie de Sartre na jamais été une philosophie du sujet", p. 205). Véase también Toril Moi, Simone
de Beauvoir: 1he Making of an Intellectual Woman, Oxford y Cambridge, Massachusetts, Blackwell, 1994,
y Dorothy Kaufmann McCali, "Simone de Beauvoir, 1he Second Sex, andJean-Paul Sartre", Signs 5, núm.
2, invierno de 1979, pp. 209-223. '
164 AMELIA JONES
obligan a asumir el estatus del otro. Proponen estabilizarla como objeto y conde-
narla a la inmanencia pues su trascendencia ha de eclipsarse y siempre ha de
verse trascendida por otro yo [... ] el cual es esencialy soberano.so
80 Simone de Beauvoir, 1he Second Sex, XXVIII. Vale la pena observar la ansiedad de Beauvoir sobre
la contingencia e inmanencia, 10 cual refleja su propio contexto como la pareja de Sartre y su partidaria
intelectuaL
81 Judith Butler, "Sex and Gender Sccond Sex", Yale French Studies, núm. 72,
in Simone de Beauvoir's
1986, pp. 35-50; véase también A. Simons, "Beauvoir and Sartre: The Philosophical Relation-
Margaret
ship" en la misma edición, pp. 165-179. Butler compara el cartesianismo dentro de la filosofía de Sartre
con la concepción de Beauvoir del género como un proceso y Simons explora la diferencia entre las teorías
de otredad de Sartre y Beauvoir. Mientras que Sartre se rehusó a dar cuenta del papel del inconsciente,
insistiendo en una postura voluntarista de libertad radical (la piedra angular del existencialismo como se
le entiende popularmente), Beauvoir articuló otra teoría más sutil de la subjetividad que diera cuenta de
la opresión social y el aparato discriminatorio de la diferencia sexual.
82 Lacan y Beauvoir se conocían, y Beauvoir aparentemente .llamó por teléfono a Lacan mientras ella
escribía El segundo sexo para consultarlo con respecto a la alienación (¡muy apropiado!); véase Moi, Simone
de Beauvoir, p. 157.
83 Butler, "Sex and Gender in Simone de Beauvoir's Second Sex", p. 43. Butler argumenta que una de
las contribuciones más dramáticas de Beauvoir al surgimiento radical de la concepción del sujeto descen-
trado, es su insistencia acerca del género como proceso más que como una cualidad inherente asociada a la
biología. Por lo tanto, en los términos de Butler, la proclama famosa de Beauvoir de que "uno no nace, más
bien se convierte en mujer" implica que convertirse en un género "es un proceso impulsivo pero consciente
de interpretar una realidad tabúes y pres<;ripciones" (Beauvoir, 1he Second
cultural cargada de sanciones,
Sex, p. 249, citada por Butler, p. 40). A pesar de lo que Butler quisiera, Beauvoir es en realidad mucho más
POSMODERNISMO, SUBJETIVIDAD y ARTE CORPORAL 165
Luce Irigaray, quien fuera una vez estudiante de Lacan y luego su adversaria,
explora esta dinámica en mayor grado en su libro de 1974 Speculum o/ the Other
Woman, en el que comenta que el hombre se exilia "aún más lejos (hacia) donde
reside el poder mayor [para convertirse] en el 'sol' siempre y cuando las cosas giren
en torno de él. [... ] Mientras tanto [... ] 'ella' [como la Madre Tierra] también
gira sobre sí misma [sabiendo] cómo volverse sobre sí pero sin saber cómo buscar
la identidad afuera, en el otro".84La inmanencia de la mujer es, como representa la
obra de Mendieta, su combinación con la "tierra" estática, invariable, que sólo se des-
plaza en torno al "trascendente" sollhombrelDios. Esta estructura ideológica es ne-
cesaria para el mantenimiento de la idea de que el sujeto como el yo (prerrogativa
masculina) es coherente y está más allá de la intervención o reproche "terrenal".
Las piezas de Silueta, de Mendieta, como los sutiles y poéticos argumentos de
Irigaray, exponen el hecho de que, justamente a causa de esta proyección de in-
manencia sobre la hembra, el sujeto masculino (¿intérprete de Mendieta?) está
siempre/ya atado a la tierra, implicado en aquello que intenta inspeccionar a tra-
vés de su mirada distanciada, "trascendente".
Con este fin, en su libro sobre el sujeto escindido del posmodemismo, Caro-
1yn Dean sostiene que el modelo del yo descentrado que los eruditos estaduniden-
ses conocen sobre todo a través de Lacan es en realidad una descripción de la
fragmentación del sujeto varón en el capitalismo tardío. El modelo 1acaniano ubi-
ca al yo como una construcción que se da mediante un reconocimiento equivocado
ambivalente sobre esto (hay todavía muchos biologismos en su libro, especialmente en la sección titulada
"Destiny: The Data of Biology", pp. 1-33); pero Butler está en lo correcto al enfocarse en este aspecto
de la obra de Beauvoir ya que, de hecho, su reconocido antiesencialismo ha influenciado profundamente
la teoría feminista subsecuente. Además la enfática lectura de Butler proporciona el concepto de género
como un devenir o como un performance de códigos culturales, un concepto que se vincula a lo que más
adelante sería la teorización feminista postestructural de la subjetividad como performance (de género) en
Gender trouble: Feminism and the Subveníon 01Identity, Nueva York y Londres, Routledge, 1990, y Bodies
that Malter: On ¡he Discursive Limits of"Sex", Nueva York y Londres, Routledge, 1993 ledo esp.: El género
en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad, Paidós, Barcelona, 2007 y Cuerpos que importan.
Sobre los límites materiales y discursivos del 'sexo': Buenos Aires, Barcelona, México, Paidós, 2002]. Esta
lectura de Beauvoir por parte de Butler nos regresa al body art y su relación con los sujetos performativos
y particularizados del pos modernismo.
84Luce Irigaray, Speculum of the Other Woman, GiUian C. Gill (trad.), Ítaca, Nyeva York, Cornell
University Press, 1985 ledo esp.: EsPéculo de la otra mujer, Madrid, Akal, 2007]. La leyenda nos dice que
Irigaray, quien era estudiante de la Écolefreudienne de Lacan, fue expulsada por escribir Speculum (original-
mente su tesis doctoral), la cual no se dirige a la obra de Lacan directamente pero reta profundamente sus
premisas por medio de una crítica extensa de la teoría freudiana. '
166 AMELIA ]ONES
Ana Mendieta, Untitled [Sin título] de la serie Silueta, 1979. Silueta depólvora, realizada
en Iowa. Cortesía Calerie Le!ong, Nueva York. © TheEstate o/Ana Mendieta Collection.
85Dean, 1he Self and Its Pleasures, p. 51. Mientras que Dean argumenta, algo problemático a mi
parecer, que el sujeto descentrado llegó a Jer en la era posmoderna (en vez de que llegó a ser reconocido
o conocido), ella proporciona una útil historia intelectual de este concepto de la subjetividad partida e
incoherente que yo postulo es central para el posmodernismo y evidente en el body ar.t. Ella también
pregunta, provechosamente, por qué un cambio tan profundo en (el concepto de) la subjetividad ocurrió
mayormente dentro de la filosofía francesa.
86El nerviosismo sobre la conformidad se expresaba en libros tales cOjIlo el de Sloan Wilson, 1he Man
in the Gray Flannel Suit (1995), y el de William H. Whyte JI., 1he Organization Man (1956).
POSMODERNISMO, SUBJETIVIDAD Y ARTE CORPORAL 167
87Barbara Ehrenreich, "Early Rebels: 1he Gray Flanne! Dissidents", en 1he Hearts of Men: American
Dreams and the Flight from Commitment, Nueva York, Anchor, 1983, pp. 32, 33; David Riesman escribió
su libro en colaboración con Reue! Denney y Nathan Glazer (1he Lonely Crowd: A Study of the Changing
American Character, New Haven, Connecticut, Yale University Press, 1950).
168 AMELIA JONES
9] Es este fin el que feministas posteriores como Kelly suelen criticar como "esencialismo", que a
menudo en el discurso del arte está relacionado al supuesto de que la artista feminista podría y debería
presentar de modo transparente e integral su "experiencia femenina" presuntamente completa a través de
un cuerpo femenino (idealizado). '
170 AMELIA ]ONES
Lea Vergine, partidaria a ultranza del arte corporal, explora la relación fun-
damental entre arte corporal y narcisismo en su importante catálogo de 1974 11
corpo come linguaggio (La "body-art" e storie simili) [El cuerpo como lenguaje (El body
art e historias similares)}:
Narciso se proyecta fuera de sí mismo para ser capaz de amar lo que hay dentro
de sí mismo [... ] La proyección expulsa una amenaza interna que se creó por la
presión de un impulso intolerable, y así se transforma en una amenaza externa
más fácil de manejar. Los artistas desplazan su problema del sujeto al objeto, o
del interior al exterior [... ] El consenso del espectador es esencial si el artista ha
de hallar una "confirmación" de su obra. La obra es el artista y su narcisismo ya no
[está] invertido en un objeto de arte, sino que se le permite explotarlo dentro de
su propio cuerpo.92
92 Lea Vergine, 11corpo come linguaggio, pp. 33, 35. Me he tomado la libertad de corregir varios errores
tipográficos a lo largo de este pasaje. Véase también la discusión de Rosalind Krauss sobre el narcisismo y
la etapa del espejo de Lacan en relación al trabajo de Acconci en "Notes on the Index, Part 1", pp. 196-197.
93 Ira Licht, Bodyworks, Chicago, Museum ofContemporary Art, 1975, sin página.
POSMODERNISMO, SUBJETIVIDAD Y ARTE CORPORAL 171
94Como Jed Perl había afirmado "El body art llegó en muchos disfraces: podía ser una celebración
de machismo o de la conciencia feminista, podía estar en la forma de performances únicos que se dieron
en espacios públicos o fotografías y videos de performance s realizados en privado" ("The Art Scene: Vile
Bodies", p. 20). Agradezco a Fran~oise Forster Hahn, quien ha remarcado que los proyectos de bodyart
masculino (especialmente aquellos que involucran violencia hacia las mujeres o la cosificación de los cuer-
pos de las mujeres) pueden analizarse como una reacción que se estaba formando en contra del feminismo
en vez de en paralelo.
95Las mujeres de color tenían más cuidado de mantener sus cuerpos cubiertos y de intentar adoptar
modelos preexistentes del genio artístico bajo el supuesto que éstos podrían darles el privilegio momentá-
neo como sujetos actores en una cultura que nunca les hubiera permitido ningún acceso a la creatividad.
Véase el excelente ensayo de Lorraine O'Grady, "Olympia's Maid: Reclaiming Black Fel11ale Subjectivity",
en Feminist Criticism:Art, Identity, Action, Joanna Frueh, Cassandra Langer y Arlene Raven (eds.), Nueva
York, HarperCollins, 1994, pp. 152-170.
96 En mi ensayo "Dis/Playing the Phalius" exploro extensamente esta ambivalencia entre los artistas
de body art masculinos. '
172 AMELIA JONES
las cuales los sujetos (y los sujetos varones en particular) desde hace mucho in-
tentan proyectarse en un yo coherente dentro del patriarcado occidentaP7
Por una parte, esta perturbación se ha visto con buenos ojos por parte de fe-
ministas y otros teóricos interesados en la descomposición de la estructura de la
familia nuclear, con su privilegio concomitante del sujeto normativo (caucásico,
varón) como signo de la trascendencia (guardián de la ley). Lacan examinó esta
"perturbación" en un registro teórico al alejar la ley paterna del padre real, anclado
en la formulación freudiana del sujeto postedípico, para acercarla al orden social
(a la ley del padre); otros críticos de izquierda del patriarcado moderno, como los
teóricos franceses Gilles Deleuze y Félix Guattari, explícitamente privilegian la
decodificación de la estructura edípica como una liberación en potencia revolu-
cionaria del deseo.98
Por otra parte, y sin que sea sorprendente, los críticos conservadores vieron
esta perturbación con alarma, como señal de la disolución anárquica de la familia
nuclear y de la autoridad y coherencia de la subjetividad (masculina) eIl1a cultura
occidental capitalista tardía. Consistente con la formulación de Riesman, el libro
muy vendido de Christopher Lasch de 1979, '!he Culture o/Narcissism:American
Lije in an Age o/ Diminishing Expectations [La cultura del narcisismo: la vida esta-
extrapola 10 individual a lo so-
dunidense en una época de decadentes expectativas],
cial, y etiqueta al sujeto estadunidense contemporáneo (implícitamente varón)
para alinearlo de forma negativa con la inmanencia y la emasculación. El sujeto
narcisista del capitalismo tardío demanda una gratificación inmediata y, como el
hombre "dirigido hacia los otros" de Riesman, depende de los demás para validar
su autoestima (de este modo Lasch etiqueta como negativa una cualidad que
97 Esta discusión de las vicisitudes del narcisismo en la cultura contemporánea se debe al libro de Bryan
Turner, 1he Body and Society. Sobre el narcisismo como un "disturbio", véase el catálogo de exhibición de
Michael Cohen: Narcissistic Disturbance, Los Ángeles, Otis College of Art and Design, 1995. Cohen
comprende al narcisismo en términos de un vuelco al interior (aceptando la definición convencional) pero
extiende esto para argumentar que de este modo se disuelve la falta edípica inducida la cual se asigna a los
sujetos a través de fenómenos culturales externos. A mi entender el narcisismo es la proyección del sujeto
hacia el interior como también hacia el exterior.
98 GiUes Deleuze y Félix Guattari, Anti-Oedipus: Capitalism and Schizophrenia, Roben Hurley, Mark
Seem y Helen R. Lane (trads.), Mineápolis, University ofMinnesota Press, 1981 ledo esp.: El anti-Edipo:
capitalismo y esquizofrenia, Barcelona, Paidós, 1985]; véase la excelente comparación de Eugene Holland
de los conceptos progresistas (Deleuze y Guattari) y reaccionarios (Lasch) de este fenómeno de decodi-
ficación y descentralización en "Schizoanalysis: 1he Postmodern Contrxtualization of Psychoanalysis",
en Marxism and the Interpretation ofCulture, Chicago, University of Chicago Press, 1988, pp. 405-416.
POSMODERNISMO, SUBJETIVIDAD Y ARTE CORPORAL 173
ubico como positiva en sus efectos radicales: la abierta dependencia narcisista del
otro para negociar su subjetividad en el mundo). A partir de la obra de Goffman,
Lasch escribe: "El narcisista no se identifica con nadie sin ver al otro como una
extensión de sí mismo", sin "arrasar la identidad del otro". Lasch argumenta 10
anterior con base en su suposición de que el otro tiene una identidad estable que
de este modo se ve arrasada por las proyecciones específicamente performati-
vas, pero en última instancia estabilizadoras, del narcisista.99 Sugiero aquí, con
Merleau-Ponty, que tal proyección del yo es, en cambio, una señal de la inestabi-
lidad tanto del yo como del otro (interrelación quiasmática), y que esto, desde el
punto de vista de quienes tienen todo el interés en dislocar al yo trascendente y
mito1ógicQc1el modernismo, es algo positivo.
Al afirmar el activismo social de los movimientos reivindicatorios de finales
de la década de 1960 y durante la de 1970, la crítica de 10 que Audre Lorde lla-
mó la "norma mítica" de la subjetividad occidental ("caucásico, delgado, varón,
joven, heterosexual, cristiano y con solvencia financiera"), el arte corporal despoja
de su fuerza al narcisismo que Lasch identifica negativamente con la disolución
capitalista tardía, posterior a la guerra, de la autoridad paterna y la familia nu-
clear.10o El arte corporal, según la reciente formulación de Judith Butler, propone
99 Christopher Lasch, 1he Culture ofNarcissism: American Lijé in an Age of Diminishing ExpectatiollS,
Nueva York, Norton, 1979, p. 158. Después, mientras cita al Living 1heater de los últimos años de los sesenta
como un ejemplo, Lasch ataca específicamente las prácticas del arte que intentan acortar las distancias en-
tre el público y el actor/artista, argumentando que esto "no convierte al espectador en un comulgante, sólo
le proporciona [oo.] una oportunidad para admirarse a sí mismo en el nuevo papel de seudoperformero",
p. 162. Además, Lasch cita a Andy Warhol como un ejemplo flagrante de la proyección del yo como un
performance, argumentando que "para el performance del yo, la única realidad es la identidad que él puede
construir de los materiales provistos por la publicidad y la cultura masiva, temas populares de películas y
libros, y fragmentos nacidos de una amplia gama de tradiciones culturales", pp. 166, 170. Estas últimas
(cultura masiva, cine popular, otras culturas aparte de la norma, etc.) son representadas como análogas y
se asume que son devaluadas.
100 Audre Lorde, "Age, Race, Class, and Sex: Women Redifining Difference", reimpresión en Out
1here: Maginalization and Contemporary Cultures, Russell Ferguson et al. (eds.), Nueva York, New
Museum of Contemporary Art; Cambridge, Massachusetts y Londres, MIT Press, 1990, p. 282. De modo
predecible, como en todas las teorías nostálgicas del cambio cultural, se le culpa a los malos cuidados ma-
ternales por el narcisismo degradado del sujeto contemporáneo y el reemplazo del poder paternal "real" con
el racionalismo burocrático del Estado (tipificado para Lasch por el Nuevo Trato de Roos~velt [New Dea!}).
Para Lasch, es la superficialidad y la impredicibilidad de la madre contemporánea (misma que se etiqueta
como narcisista) que engendra niños narcisistas; él admite que los padres están ausentes en este escenario,
pero en vez de que compartan la responsabilidad de lo que percibe Lasch como una decaída deplorable de
la cultura, él culpa a la madre por completo; véase especialmente pp. 293~ 299. En la década de los noventa
174 AMELIA JONES
de distancia entre el yo y el otro que feministas como Mary Kelly y Criselda Pollock
sostienen que sirve tan bien al modernismo patriarcal (y a la historia del arte
modernista), también es equiparable y exacerba el colapso de la distinción entre
10 público (el reino masculino de los valores de cambio) y 10 privado (el dominio
femenino de los valores de uso) que caracteriza al capitalismo tardío, y al colapso de
la distinción entre el yo y el otro que lamentan Riesman y Lasch.106 Como sugiero
aquí por conducto de Mendieta, no es casual, así, que las artistas feministas de
body arty los artistas de color -con sus performances explícitamente sexualizados
y específicamente "socializados" de sus subjetividades personificadas- sean quizá
los más obviamente eficaces en comprometer el narcisismo a fines radicales (en
los términos que expuse aquí), aunque colapsen la distinción entre sujeto y objeto
de una manera que resulta aberrante para las feministas de orientación brechtiana,
como Kelly y Pollock.
Las feministas tienen mucho que ganar del colapso narcisista de las fronteras
entre el yo y el otro, de las distinciones entre 10 público y 10 privado, de la diferen-
cia entre el significante y el significado mismo. Con la constitución narcisista del yo,
como Lacan la examina en "1he Mirror Stage" [El estadio del espejo], vemos cómo
la alienación, que muchos identifican como constitutiva de la condición pos-
moderna, se señala como fundamental para la condición humana de modo que,
como declara Krauss en la parte 1 de "Notes on the Index" [Notas sobre el índice],
la "identidad (autodefinición) se fusiona sobre todo con las identificaciones (una
conexión percibida con otra persona)". Este reconocimiento tiene el potencial de
derrocar la función paternal, con su interés en mantener la ilusión de una tras-
cendencia intocable y no una fantasía siempre centrada sólo en la inmanencia
corpórea del otro. De esta manera, puede considerarse que los despliegues corpó-
reos y narcisistas de Caro1ee Schneemann, Yayoi Kusama y Ana Mendieta recla-
man la inmanencia y la contingencia intersubjetiva de todos los sujetos (así como
la historia opresiva particular de los cuerpos/sujetos de las mujeres) en el patriar-
cado caucásico occidental.
106 Véase Griselda Pollock, "Screening the Seventies". Turner examina este colapso en 1he Body and
Society, p. 18. Contra la dominante trayectoria anglo-estadunidense del feminismo brechtiano durante los
ochenta, Luce Irigaray y otras feministas francesas propusieron la proximidad como una reconfiguración
de la estructuras patriarcales opuestas del y%tro. Véase Irigaray, Ethics of.Sexual Difference. La discusión de
Butler sobre este punto se encuentra en Bodies 1hat Matter, p. 46.
POSMODERNISMO, SUBJETIVIDAD Y ARTE CORPORAL 177
107Como con cualquier popularización de Freud, esta noción de narcisismo se enfoca en un aspecto
pequeño de la discusión entera de Freud, particularmente la fomulación temprana en' "Introducción al
narcisismo", 1914. Véase la discusión de]. Laplanche y]. B. Pontalis sobre el análisis freudiano del narci-
sismo en su libro 1he Language ofPsychoanalysis, Donald Nicholson Smith (trad.), Nueva York, Norton,
1973, pp. 255-257.
178 AMELIA JONES
108Véase mi ensayo "Interpreting Feminist Bodies: The Unframeability ofDesire", en 1he Rhetoric of
ofthe Frame in Art, Paul Duro (ed.), Cambridge y Nueva York,
the Frame; Essays Towards a Critica/1heory
Cambridge University Press, 1996. '
POSMODERNISMO, SUBJETIVIDAD Y ARTE CORPORAL 179
BIBLIOGRAFÍA
Adorno, 1heodor, y Max Horkheimer, "1he Culture Industry: Enlightment as Mass De-
ception", Dialectics ofEnlightment, Nueva York, Herder and Herder, 1972 [ed. esp.:
Dialéctica de la ilustración,fragmentos jilosijicos, Madrid, Trotta, 1998].
Anderson, Laurie, "What is Body Art", Storiesfrom the Nerve Bible: A Retrospective 1972-
1992, Nueva York, HarperCollins, 1994.
---, "A Note on Documentation: 1he Orange Dog", Stories from the Nerve Bible:
A Retrospective 1972-1992, Nueva York, HarperCollins, 1994.
Auslander, Philip, Presence and Resistance: Postmodernism and Cultural Politio' in Contem-
porary American Performance, Ann Arbor, University of Michigan Press, 1994.
Banes, Saliy, Creenwich Vil!ange 1963: Avant-Carde Performance and the Effervescent Body,
Durham, Duke University Press, 1993.
Barthes, Roland, The Pleasure of the Text, Richard Miller (trad.), Nueva York, Hill and
Wang, 1975 [ed. esp.: El placer del texto, México, Buenos Aires, Siglo XXI, 2004].
---, "Rhetoric of the Image", Image-Music-Text, Stephen Heath (trad.), Nueva
York, Hill and Wang, 1977.
Beauvoir, Simone de, The Second Sex (1949), H. M. Parshley (ed. y trad.), Nueva York,
Vintage Books, ca. 1952 [ed. esp.: El segundo sexo, Madrid, Cátedra, 1998].
---, Privileges, París, Galiimard, 1955.
Bénamou, M., y Charles Caramelio (eds.), Performance in Postmodern Culture, Madison,
Coda, 1977.
Berger, John, Ways of Seeing, Harmondsworth, British Broadcasting Corporation; Lon-
a
dres, Penguin, 1972 [ed. esp.: Modos de ver, Barcelona, Gutavo Gili, 7 ed., 2002].
Berger, Mauriee, Labyrinths: Robert Morris, Minimalism, and the 1960s, Nueva York, Ieon,
1989.
Biringer, J ohannes, Theatre, Theory, Postmodernism, Bloomington e Indianápolis, Indiana
University Press, 1991.
Blau, Herbert, ToAl! Appearances: Ideology and Performance, Nueva York y Londres, Rout-
ledge, 1992.
Bourdieu, Pierre, Distinction: A Social Critique of the Judgement of Taste,. Richard Niee
(trad.), Cambridge, Massaehusetts, Harvard University Press, 1984 [ed. esp.: La dis-
tinción. Criterio y basessocialesdel gusto, Madrid, Taurus, 1988].
Bürguer, Peter, Theory of the Avant-Carde, Miehael Shaw (trad.), Mineápolis, U niversity of
180 AMELIA JONES
Minnesota Press, ca. 1984 [ed. esp.: Teoría de la vanguardia, Barcelona, Península,
1987].
Butler,Judith, "Sex and Gender in Simone de Beauvoir's Second Sex", Yale French Studies,
núm. 72 (1986).
---, "Sexual Ideology and Phenomenological Description: A Feminist Critique of
Merleau-Ponty's Phenomenology of Perception", en 1he 1hinking Muse: Feminism
and Modern French Philosophy, Jeffner Allen y Iris Marion Young (eds.), Blooming-
ton, Indiana University Press, 1989.
---, Gender Trouble: Feminism and the Subversion of ldentity, Nueva York y Londres,
Routledge, 1990 [ed. esp.: El género en disputa: elfeminismo y la subversión de la iden-
tidad, Barcelona, Paidós, 2001].
---, Bodies 1hat Matter: On the Discursive Limits of Sex, Nueva York y Londres,
Routledge, 1993 [ed. esp.: Cuerpos que importan: sobre los límites materiales y discursi-
vos del 'sexo'; Barcelona, México, Paidós, 2002].
Carlson, Marvin, Performance: A Critical lntroduction, Nueva York y Londres, Routledge,
1996.
Carr, C., On Edge: Performance at the End ofthe Twentieth Century, Hanover, New Hamp-
shire y Londres, Wesleyan/New England Presses, 1993.
Case, Sue-Ellen, Philip Brett, y Susan Leigh Foster, Cruising the Peiformative: lnterven-
tions into the Representation of Ethnicity, Nationality, and Sexuality, Bloomington e
Indianápolis, Indiana University Press, 1995.
Cohen, Michael, "Narcissistic Disturbance", en Narcissistic Disturbance, Janine Antoni et
al., Los Ángeles, Otis College, Otis College of Art and Design, 1995.
Dean, Carolyn J., 1he Self and lts Pleasures:Bataille, Lacan, and the History of the Decente-
red Subject, Ítaca y Londres, Comell University Press, 1992.
Deleuze, Gilles, y Félix Guattari, Anti-Oedipus: Capitalism and Schizophrenia, Robert Hur-
ley, Mark Seem y Helen R. Lane (trads.), Mineápolis, University ofMinnesota Press,
1981 [ed. esp.: El anti-Edipo: capitalismoy esquizofrenia, Barcelona, Paidós, 1985].
Derrida, Jacques, Speech and Phenomena: And Other Essays on Husserl's 1heory of Signs,
Evanston, Illinois, Northwestem University Press, 1973.
---, "1hat Dangerous Supplement", en 01 Grammatology, Gayatri .Spivak (trad.),
Baltimore,Johns Hopkins University Press, 1978.
Descartes, René, Discourse on Method, Optics, Geometry, and Meteorology, Paul J. Olscamp
(trads.), Indianápolis, Indiana University Press, 1965.
POSMODERNISMO, SUBJETJVIDAD y ARTE CORPORAL 181
Dolan, JiU, Presence and Desire: Essays on Gender, Sexuality, and Peiformance, Ann Arbor,
University ofMichigan Press, 1993.
Dufrenne, Mikel, 1he Phenomenology ofAesthetic Experience (1953), Edward S. Casey et al.
(trads.), Evanston, Illinois, Northwestem University Press, 1973.
Durand, Régis, "Une nouveUe théatricalité: La performance", Revue fran{ais d'études amé-
ricaines 10, 1980.
Ehrenreich, Barbara, "Early Rebels: lhe Gray Flannel Dissidents", en 1he Hearts of Men:
American Dreams and the Flight from Commitment, Nueva York, Anchor Press, 1983.
Elwes, Catherine, "Floating Femininity: A Look at Performance Art by Women", en
Womens Images ofMen, Sarah Kent y Jacqueline Moreau (eds.), Londres, Writers and
Readers Publishing, 1985.
Foster, Hal, Recodings:Art, Spectacle, Cultural Politics, Seattle, Bay Press, 1985.
Freud, Sigmund, "On Narcissism: An Introduction" (1914), en Collected Papers, vol. 4,
Joan Riviere (trad.), Londres, Hogarth Press and the Institute of Psycho-Analysis,
1953.
Goffman, Erving, 1he Presentation of SelJ in Everyday Life, Doubleday, Nueva York, 1959
[ed. esp.: La presentación de la persona en la vida cotidiana, Buenos Aires, Amorrortu,
1993].
Grosz, Elizabeth, Valatile Bodies: Toward a Corporeal Feminism, Bloomington, Indiana
University Press, ca. 1994.
Harris, Nancy Lynn, 1he Female Imagery ofMary Beth Ede/son andAna Mendieta, tesis de
maestría, Baton Rouge, Louisiana State University, 1978.
Hart, Lynda, y Peggy Phelan (eds.), Acting Out: Feminist Peiformance, Ann Arbor, Uni-
versity ofMichigan Press, 1993.
Hayward, Ronald, Sartre: A Life, Nueva York, Simon and Schuster, 1987.
Heidegger, Martin, Poetry, Language, 1hought, Albert Hofstadter (trad.), Nueva York,
Harper & Row, 1971.
Irigaray, Luce, Speculum ofthe Other Woman (1974), Gillian C. Gill (trad.), Ítaca, Nueva
York, ComeU University Press, 1985 [ed. esp.: EsPéculode la otra mujer, Madrid, Akal,
200n
---, An Ethics of Sexual Dijference, Carolyn Burke y Gillian C. Gil~ (trads.), Ítaca,
Nueva York, Comell University Press, 1993.
Jacob, Mary Jane,Ana Mendieta: 1he "Silueta" Series, 1973-1980, Nueva York, Galerie Le-
long, 1991.
182 AMELIA JONES
Merleau-Ponty, Maurice, 1he Visible and the Invisible, Claude Lefort (ed.), Alphonso
Lingis (trad.), Evanston, Illinois, Northwestern University Press, 1968 [ed. esp.: Lo
visible y !o invisible, Seix Barral, Barcelona, 1966].
Moi, Toril, Simone de Beauvoir: 1he Making of an Intellectual Wóman, Oxford y Cambridge,
Massachusetts, Blackwell, 1994.
Mulvey, Laura, "Visual PIe asure and Narrative Cinema", Screen, 1975.
---, Sin título, en Camera Obscura20-21 (ed. The Spectatrix).
Nemser, Cindy, "Subject-Object Body Ast",Arts Magazine 46, núm. 1, septiembre-octu-
bre de 1971.
O'Dell, Kathy, Toward a 1he01y of Peiformance Art: An Investigation ~fIts Sites, tesis doc-
toral, Nueva York, City University ofNew York, 1992.
Owens, Craig, "The Discourse of Others: Feminists and Postmodernism", en Beyond Re-
cognition: Representation, Powel; and Culture, Craig Owens et al. (eds.), Berkeley,
University of California Press, ca. 1992.
Partington, Andrea, "Feminist Ast and Avant-Gardism", en Visibly Female: Feminism and
Art Today, Hilary Robinson (ed.), Nueva York, Universe, 1988.
Perl,Jed, "The Ast Scene: Vile Bodies", Sa!magundi (invierno-primavera de 1994).
Phelan, Peggy, Unmarked: 1he Politics of Performance, Nueva York y Londres, Routledge,
1993.
Poirer, Richard, 1he Performing Self, Nueva York, Oxford University Press, 1971-
Pollock, Griselda, "Screening the Seventies: Sexuality and Representation in Feminist
Practice-A Brechtian Perspective", en Vision and Difference: Femininity, Feminism
and the Histories of Art, Nueva York y Londres, Routledge, 1988.
---, "Interventions in History: On the Historical, the Subjective, and the Textual",
en Mary Kelly~,Interim, pp. 39-51-
--- y Rozsika Parker (eds.),Framing Feminism:Artand the Wómen5Movement 1970-
1985, Nueva York y Londres, Pandora, 1987.
Pontbriand, Chantal, "The Eye Finds No Fixed Point on Which to Rest",Modern Drama
25,1982.
Reinelt, Janelle G., y Joseph Roach (eds.), Critica! 1heory and Peiformance, Ann Asbor,
University ofMichigan Press, 1992.
Riesman, David, en colaboración con Reuel Denney y Nathan Glazer, 1he Lonely Crowd:
A Study of the Changing American Character, New Haven, Connecticut, Yale Univer-
,
sity Press, 1950.
POSMODERNISMO, SUBJETIVIDAD Y ARTE CORPORAL 185
Sartre, Jean Paul, Being and Nothingness (1943), Hazel Barnes (trad.), Nueva York,
Washington Square Press, 1956 [ed. esp.: El sery la nada, Madrid, Alianza Editorial,
1984].
Sayre, Henry, 1he Object of Performance: 1heAmerican Avant-Garde Since 1970, Chicago y
Londres, University ofChicago Press, 1989.
Simons, Margaret A., "Beauvoir and Sartre: The Philosophical Relationship", Yale French
Studies, núm. 72, 1986.
Sobchack, Vivian, 1he Address of the Eye: A Phenomenology of Film Experience, Princeton,
Nueva Jersey, Princeton University Press, ca. 1992.
Stiles, Kristine, "Performance and Its Objects", Arts Magazine 65, núm. 3, noviembre de
1990.
Taylor, Mark c., Deconstruction in Context: Literature and Philosophy, Chicago, University
of Chicago Press, 1986.
Turner, Bryan, 1he Body and Society: Explorations in Social1heory, Nueva York y Oxford,
Basil Black:well, 1984.
Vergine, Lea, JI corpocome linguaggio (La 'body-art' e storie simili), Henry Martin (trad.),
Milán, Giampaolo Prearo Editore, 1974.