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Pactos de la Moncloa 2.0, ¿un nuevo fraude para la clase trabajadora?

Vivimos tiempos de incertidumbres, dudas, miedos y peligros. Llevamos mas de un mes de


confinamiento en el que la ciudadanía y, especialmente, la clase trabajadora no podemos salir de
casa para otra cosa que no sea ir a trabajar y/o realizar actividades estrictamente necesarias.

Sin embargo tras mas de un mes de confinamiento y de estado de alarma, y cuando parece ser que
ya estamos visualizando la salida de este confinamiento, también visualizamos, poco a poco, como
va a ser la etapa post-coronavirus y la manera en que esta crisis va a afectar a la clase trabajadora.

En la crisis generada por el virus del Covid-19, se han podido observar dos lineas discursivas muy
diferenciadas y que responden a las estrategias sindicales existentes en el Estado Español; por un
lado los sindicatos del diálogo social, UGT y CCOO, que han acompañado y avalado las decisiones
socio-laborales del gobierno del estado y por otro lado la voz del sindicalismo de clase, que ha
defendido desde el primer momento la defensa de la salud y la vida sin que la misma tuviese
repercusiones negativas para la clase trabajadora.

En materia socio-laboral, todas las medidas que ha adoptado el gobierno del tándem PSOE-
Podemos han antepuesto los intereses económicos de la patronal al derecho a la vida y a la salud de
las y los trabajadores. Tardaron demasiado en decretar el paro de la actividad económica no
esencial, y cuando lo hicieron, lo hicieron tan mal que dejaron resquicios a interpretaciones que
posibilitaron que muchas empresas continuasen trabajando. El hecho de que las y los trabajadores
tengamos que devolver los días que no hayamos ido a trabajar, no hace mas que evidenciar que las
medidas de este gobierno suponen que somos las y los trabajadores quienes paguemos las
consecuencias de la crisis y mientras que a
la patronal le saldrá gratis.

Todo indica, que el régimen del 78 está


preparando unos acuerdos de estado que
pretenden cerrar la crisis económica,
social y político-territorial que tiene el
estado español. El objetivo es bien claro,
salvar el régimen instaurado a la muerte
del dictador para homologar como
democrático un estado neo-liberal,
monárquico, patriarcal y que sustentaba en
la opresión de las naciones sin estado el
poder de la oligarquía. El famoso atado y bien atado.

Por todo ello, en esta publicación haremos un repaso de lo que fueron los pactos de la Moncloa, y lo
que podría suponer para los pueblos y para la clase trabajadora una reedición de los mismos.

LAB Sindikatua Euskal Herria, Intersindical Canaria, CUT Galiza, Intersindical CSC y COS Països Catalans
Twitter: @FSM_naciones
FEDERACIÓN SINDICAL MUNDIAL
¿Que fueron los Pactos de la Moncloa?
COORDINADORA DE LOS PUEBLOS

La historia oficial nos dice que los Pactos de la Moncloa fueron unos acuerdos firmados en el
Palacio de la Moncloa, durante lo que se conoce como transición española, el 25 de octubre de
1977. El congreso de los diputados se comprometió a su desarrollo dos días después, y el Senado el
11 de noviembre. Los acuerdos fueron firmados entre el Gobierno de España presidido por Adolfo
Suárez, los principales partidos políticos con representación parlamentaria en el Congreso de los
Diputados, con el apoyo de las asociaciones empresariales y el sindicato Comisiones Obreras
(excepto algunas secciones sindicales del mismo) y el rechazo de la Unión General de Trabajadores
(que finalmente lo firmaría) y de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). En Euskal Herria y
distintos puntos del Estado serían rechazados de manera contundente por las distintas fuerzas
políticas y sindicales, por las consecuencias que iban a tener para las condiciones laborales y
salariales de trabajadores y trabajadoras.

A través de estos acuerdos, todo el franquismo al unísono, desde sus hombres más significados
hasta sus aparatos policiales, se integraba de pleno derecho en el régimen democrático con una
impunidad garantizada.

La presencia de los Pactos de la Moncloa se hizo evidente en la evolución de los dos grandes
partidos clásicos de la izquierda española, el PSOE y el PCE. El primero descolgó de su definición
el término marxista a instancias de su secretario general, Felipe González, cuando había sido
precisamente él mismo en el congreso de Suresnes en 1974, quien había hecho hincapié en su
fortalecimiento. Similar adecuación escenificó el PCE, que borró de su capital teórico la palabra
leninismo. Estas circunstancias hicieron posible que Jordi Solé Tura, por los comunistas, y Gregorio
Peces-Barba por el PSOE, estuvieran presentes en la Comisión Mixta que redactó el texto
constitucional español.

En los Pactos de la Moncloa sentaron las bases para una transición política de una dictadura a la
democracia burguesa homologado en Europa. Unos pactos que fueron la base para una supuesta
reconciliación nacional, en la que, a
cambio del privilegio de participar en el
reparto del pastel, la supuesta izquierda
representada por el Partido Socialista y el
Partido Comunista, aceptaban la
monarquía, una Guardia Civil (policía)
con las manos manchadas de sangre, una
constitución que imponía un sistema
socio-económico liberal y la
transformación express de franquistas en
“demócratas de toda la vida”. A cambio
de participar en el juego, estos sectores
políticos olvidaron la memoria de las
personas asesinadas por el franquismo y
que seguían enterradas en cunetas, se olvidaron de la lucha por cambiar el mundo y por la liberación
de la clase trabajadora.

El precio que pagamos y que seguimos pagando los que en su día nos opusimos a este proceso ha
sido muy caro. La violencia policial, la represión política y social, la guerra sucia, la corrupción, la
institucionalización de las luchas de las mujeres a través de reconocimientos formales pero son
incorporar las reivindicaciones históricas del movimiento feminista, el apartheid sindical padecido
por los sindicatos de clase que denunciamos esta operación y la explotación laboral que sufre la
clase trabajadora, se sustenta en el marco discursivo de los Pactos de la Moncloa, que dividía a
“demócratas” contra “violentos” mientras su constitución permitía al ejercito ser el garante de la
unidad nacional Española.

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No a un nuevo fraude para la clase trabajadora
Nos opusimos a los Pactos de la Moncloa, dijimos no a una constitución Española que encarcelaba
a los pueblos, legitimaba jurídicamente un franquismo sin Franco, y frente a la represión, y el
apartheid sindical seguimos luchando por una ruptura real con el Franquismo y por un futuro en
libertad para la clase trabajadora y las naciones sin estado como el País Vasco, Països Catalans,
Galiza y Canarias. El
sindicalismo de clase y
nacional que, entre otras
organizaciones, representamos
LAB, Intersindical Canaria,
CUT Galiza, Intersindical
CSC y COS de los Països
Catalans, ha estado desde un
principio en la primera linea
del frente de lucha contra este
régimen del 78.

Somos organizaciones
sindicales de un marcado
carácter socio-político, que
desde el independentismo o
soberanismo hemos defendido
que la lucha nacional de los
pueblos y la lucha por un
cambio de modelo social y económico eran las dos caras de una misma moneda que estaban
intrínsecamente unidas. Lo que estaba en juego durante lo que la historiografía oficial llama
“transición española” era si se rompía con el régimen franquista o si, simplemente, todo quedaba en
una reforma que no iba mas allá de ser un lavado de cara del régimen. Los grandes partidos
estatales, de izquierda y derecha, junto a los partidos políticos representantes de las burguesías
nacionales apostaron por la reforma, mientras que nuestras organizaciones defendimos y luchamos
la ruptura con el régimen. Triunfó la reforma gracias a las renuncias de los partidos auto-
denominados de izquierdas y los partidos nacionales de derechas, que prefirieron ser cola de león,
antes que luchar junto al movimiento sindical consecuente y las clases populares.

Las renuncias sociales, políticas y sindicales de los sindicatos UGT y CCOO empezaron en los
pactos de la Moncloa del año 1977. En el caso de las renuncias de CCOO y el PCE son muy
anteriores a la caída del muro del Berlín. Comisiones Obreras llevaba desde 1973 pidiendo
incorporarse en la Confederación Europea de Sindicatos CES, proceso que terminó con el ingreso
de la mismas en la mentada Confederación en 1990.

En las naciones sin Estado como Euskal Herria, Països Catalans, Galiza o Canarias el movimiento
sindical de clase y nacional se va configurando a finales de los años 70 en el contexto político de
reforma Vs ruptura. El sindicalismo nacional y de clase siempre defendió la ruptura, el derecho de
auto-determinación de los pueblos y un modelo sindical de confrontación frente al modelo pactista
y de diálogo social de UGT y CCOO.

Sin duda, frente al modelo sindical pactista y sin capacidad ni voluntad de confrontar con el capital
de la Confederación Europea de Sindicatos que representan UGT, CCOO y USO, existe un
sindicalismo de clase, soberanista, feminista, antiimperialista, y con una clara voluntad de
transformación política, económica y social. Un modelo que representado por el sindicalismo
nacional, de clase y feminista, que defiende los principios de la Federación Sindical Mundial:
internacionalismo, transformación social, democrática y de clase y defensora del derecho de auto-
determinación de los pueblos.

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Al igual que en 1977; ¡no al fraude!

Cuando ya han pasado varias semanas desde la declaración por el Gobierno Español del Estado de
Alarma, ha quedado claro lo que desde los sindicatos de clase manteníamos; que las medidas
adoptadas pretenden que sea la clase trabajadora quien pague las consecuencias de la crisis.

Enfrentar una situación de emergencia sanitaria como la que vive medio Mundo con la pandemia
del Covid 19, solo es posible desde un enfoque humanitario y social, jamás poniendo en primer
plano los intereses del capital. Desde que comenzó la crisis sanitaria nada de esto ha ocurrido. A la
incompetencia del gobierno a la hora de afrontar la pandemia, le ha seguido la elaboración y
escenificación de toda una narrativa de naturalización del Régimen del 78 en toda su esencia; como
ya dijimos, la unidad de España, Ejército de Franco en las calles y la policía y Guardia Civil.

Dicho relato no es casual. Los laboratorios del Régimen saben de que va realmente la presente
crisis, conocen muy bien las consecuencias que están por venir, y se preparan para ello. Primero
inocularon el pánico en el pueblo, para que este se postrara en una puesta en escena de la doctrina
del shock. Ahora toca tirar de recetario para que asumamos el mantra del “enemigo común” no
escatimando el lenguaje militarista y patriotero español. Todo con el objetivo de buscar unos nuevos
acuerdos “nacionales” que emulen a los Pactos de la Moncloa y que cierre la crisis económica,
social y territorial que sufre el Estado Español. Unos nuevos pactos donde la clase trabajadora y las
naciones sin estado volvamos a perder frente a la alianza estado-capital.

Los gestores de PSOE y Podemos saben que habrá rescate que llamarán con cualquier eufemismo y
que este tendrá que ser pagado con el sudor de la clase trabajadora. Ellos saben que el post-
coronavirus será mas cruel que el primero; nuevos recortes, precariedad laboral, represión, estado
policial, etc.
Los acuerdos firmados en noviembre de 1977 constituyen la cimentación de lo que se denominó el
Régimen del 78. La alianza del franquismo representado por UCD y AP con el PSOE y PCE hizo
posible borrar de un plumazo la lucha de la clase obrera en décadas, la legitimación de la peste
borbónica, la negación del derecho a decidir de las naciones oprimidas y en definitiva darle manga
ancha al accionar de los grandes grupos oligárquicos hasta hoy.

Los sindicatos de clase de las naciones sin estado, decimos NO ante la eventualidad de repetir los
nefastos Pactos de La Moncloa. De la misma forma pondremos todo nuestro esfuerzo y
coordinación intersindical para evitar que una vez mas la clase trabajadora y los sectores populares
paguen los platos rotos de este sistema capitalista agónico que se niega a morir e intenta a través de
sus nuevos gestores reflotar los intereses del gran capital financiero.

LAB Sindikatua Euskal Herria, Intersindical Canaria, CUT Galiza, Intersindical CSC y COS Països Catalans
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