CAPITULO IV
Guerreros - Vestido de guerra y pinturas de guerra - Armas - Ahuman-
do el escudo - La guerra - El grito de guerra - Silbatos de guerra -
Banderas - Cabelleras - Prisioneros de guerra - Calumet (pipa de la
paz).
Bueno, mis jévenes lectores, ya llegamos pronto a las escenas
\ los acontecimientos mds apasionantes; no os saltéis nada, leed
cada palabra cuando paséis sobre ella, pues estamos estableciendo
iodavia las bases de lo que vendra luego. No os impacientéis por la
descripcién de la caza del bifalo, la medicina del hombre de piedra,
«| nido del trueno, etc., sino que enteraos primero de qué aspecto
lienen estas gentes, y luego, como ya he dicho, entenderemos con
mayor facilidad sus actos.
En el capitulo anterior os he descrito la familia de un salvaje
americano, un oficial del mayor rango, el jefe guerrero principal de
\u tribu, en uniforme de gala, con su esposa y sus hijos alrededor
uyo; y ahora os presento a tres distinguidos guerreros indios, en
\raje de guerra y pinturas de guerra, y equipados para la guerra.
Los he seleccionado entre mis numerosos retratos pintados del na-
tural, y de ellos podréis sacar nociones fieles y perdurables del as-
pecto de esta clase de ciudadanos que encontramos en todas la tri-
bus de indios americanos.
Estos gallardos jévenes fueron mis intimos y hospitalarios ami-
wos mientras vivi entre ellos, siempre dispuestos a ofrecerme en
iodo momento cualquier ayuda o servicio que estuviera en su
mano, dispuestos a proteger mis propiedades y mi vida atin a riesgo
de la suya. Con estos excelentes jovenes he fumado, hecho peleas,
S930 scarreras, etc.: y al ir con ellos de caza, confié mi vida en sus manos
con seguridad en nuestras salidas por las praderas y a lugares muy
alejados de sus casas,
Estos jOvenes eran guerreros. Guerreros, he dicho antes, son
aquellos que han arrancado cabelleras. Las polainas de estos hom
bres estaban ribeteadas con mechones de cabellos arrancados de las
cabezas de sus enemigos, y, con todo, eran los iiltimos en toda la
tierra que se hubieran atrevido a tocar la mia.
Puede que no haya nada, mis j6venes lectores, que yo pueda
comunicaros acerca del cardcter indio y de los modos de ser indios
que sea mas interesante y mas importante que el capitulo en el que
estoy entrando, el de los guerreros indios y el arte indio de la gué«
Ta, pues es la lave que da paso a la vidas india y a las acciones de
los indios, que habran de ser descritos, en los capitulos siguientes,
Cada tribu india es una comunidad aparte, rodeada por otras
tribus con las que generalmente est en guerra, debido a distintas
causas que no existen en el mismo grado en las naciones civiliza-
das. Ellas no tienen fronteras fijas, sino que éstas siempre estan en
litigio y estan definidas de forma imprecisa, y sus impetuosas sali-
das de_caza los llevan a menudo a traspasarlas, exponiéndose con
ello a los ataques-de-sus entmigos. Otra causa de guerra, y mas
frecuente, lo constituye la ambicién comin de distinguirse que sien-
ten todos los guerreros_indios, los cuales sélo tienen este método
para alcanzar una distincién envidiable en sus tribus, la de ser un
gran guerrero.
Ya he dicho que cada tribu tiene su jefe civil y su jefe militar 0
guerrero; y que todos los hombres jévenes son guerreros y bravos,
En la guerra, el jefe guerrero toma el mando, y sin la menor fuerza
de coercién, conduce a sus guerreros, que son todos voluntarios y
libres de abandonar a su jefe en cualquier momento, eso si estan
dispuestos a aceptar la deshonra que les acompaiiara a su vuelta,
De los tres guerreros que aparecen en la lamina, el del centro
representa a Om-pa-tong-ga (Alce Grande), un guerrero omaha, ves-
tido, armado y pintado para la guerra, con su arco y varias flechas
agarrados firmemente en su mano, envuelto en su manto de piel de
bifalo, en el que estan pintadas sus batallas, y su carcaj ala es-
palda, cargado de flechas. El de la derecha es Seekh-hee-de (Pluma
Color de Ratén), un guerrero mandan, en-traje y pinturas de guerra,
con el arco y las flechas dispuestos, y el carcaj colgado a la es.
palda. Lleva un collar hecho con la enorme garra de un oso pardo,
¥ Sus polainas estan ribeteadas con, mechones de cabellos. El de la
The
izquierda es Loove-wee-coo (Péjaro que va a la Guerra), un gue-
srero pawnee, con pinturas y trae de guerra, y com arco y :
escudo y-careaj, y su lanza en la mano izquierda. Lleva el cuerpo
curiosamente adomnado con su pintura de guerra; los adornos de sus
tobillos son sartas de pezufias de antlopes, que hacen un ruido de
matraca espantoso cuando danza o camina. Lleva un bello tonelete
hecho de plumas de dguila, y leva la cabeza afetada (conforme a la
costumbre uniforme de su tribu) y adornada eon un hermoso cre
t6n rojo hecho con los pelos de la cola de un ciervo tefidos de rojo,
y pelos de caballo, pareciéndose mucho por la forma a un c:
See Vestido de guerra y pinturas de guerra»: aqui (geen algo
muy curioso. Es costumbre invariable de los guerreros de todas las
tribus indias de-Amériea ira la guerra con vestido de guerra y pin-
turas de guerra. El primero consiste en un modo de vestirse como
cada individuo guste para si afin de que ofrezca la mayor facili
para el libre manejo de sus armas, y, de hecho, Is mayoria de las
veces equivale a no levar (casi) vestido alguno. Y las segundas,
como llevan los miembros generalmente desnudos, consisten en un
embadurado con una buena capa de arcilla roja y blanca, berme-
lin y carbon vegetal, mezelados con grasa de oso, que cubre varias
zonas del cuerpo y las extremidades, asi como la cara, a veces mi-
tad negra, mitad roja, y otras veces toda negra, de tal modo que,
menudo, queda disfrazado de sus propios familiares. ae
Cada guerrero tiene su forma particular y conocida de pintarse,
por Ia cual es reconocido por sus compafteros de armas a una dis-
tancia a la que éstos no lo distinguirian de los demas por sus
rencias naturales, tal parecido es el que guardan entre si en campo
abi los y en accion.
ina de Tos hechoscuriows einenlicables con aie me encon-
tré en mis viajes fue que munca, ni en un solo caso, pude conseguir
que un guerrero posase para su retrato sin que él toes ee i
antes el tiempo necesario en su arreglo personal (a veves desde la
salida del sol hasta las once o las doce), poniéndose su vestido de
guerra y sus pinturas de guerra. También comprobé en todas partes
aue todos Jos guerreros temian durante toda su vida, con la mayor
reocupacién, la posibiidad y la desdicha de que perdieran
in lev: as las pinturas de guerra.
= Sree inciples aris Ue fod los iba abe cere te
los retratos de estos tres guerreros: sus arcos y sus flechas, Sus ar
cos son cortos y ligeros, para un manejo facil y eficaz a .
eem-g0, Seckh-hee-de, Loo-va-we-re-¢0o, tres distinguidos guerreros indios,
pero tienen mucha fuerza, y la mayor parte de ellos tienen las cuer-
das recubiertas por capas de tendones de biifalo, que les dan gran
clasticidad. Sus flechas tienen generalmente puntas de silex, corta-
das de un modo tan ingenioso, con una punta y dos filos, para per-
mmitirles penetrar en la carne de los biffalos 0 de sus enemigos.
Estas flechas se llevan en un carcaj colgado a la espalda, gene-
ralmente hecho de las pieles de animales que se adaptan en forma y
tamafo para contenerlas. Cuando no las emplean, llevan las flechas
en el carcaj con las puntas hacia abajo, como proteccion, pero
cuando van a la batalla, las flechas son vueltas al revés, dejando
que sobresalgan las puntas, siendo mds facil asi sacarlas de pronto
y sin obstrucci6n,
‘Ademds del arco y las flechas, en la guerra se usan el toma-
hawk, ya mostrado y explicado, y mazas de guerra de distintas for-
mas y materiales, asi como lanzas, y en el brazo izquierdo se llevan
escudos para proteccidn. Estos escudos los llevan todos los jinetes,
completando su vestuario y equipo, en el estilo clésico, totalmente,
de la antigua caballeria romana y griega.
Estos escudos son hechos invariablemente con Ia piel del pes-
cuezo del bifalo, la parte mas gruesa de su pellejo; y son curtidos y
endurecidos de un modo tal con la cola que queda en ellos, que re-
sultan a prueba de flechas e incluso de balas cuando se sostienen
oblicuamente, cosa que hacen con gran habilidad. Ellos pintan y
adornan estos escudos de muchas maneras, y realzan su pintoresco
aspecto colgando de los mismos. plumas de aguila y otras plumas
hermosas, y a menudo pintando la reproduccién de sus bolsas-me-
dicina («Bolsas-medicina»: lo entenderéis dentro de un momento).
«Ahumar el escudo», ;Habéis oido hablar alguna vez de «ahu-
mar el escudo»? Creo que no. Pues bien, es una de las ceremonias
mas impresionantes que pueda contemplarse en los paises indios.
Vamos a ver: un chico indio ya es lo bastante mayor para ir a la
guerra, tiene diecisiete 0 dieciocho afos: Y quiere un escudo, nec
sia uno, no puede ir a la guerra sin un escudo. ;Puede comprar
uno? Quizés podria, pero «no le protegeré si lo hace», ha de ha-
cerlo él mismo, ;Cémo? Ha de matar al biifalo con sus propias ma-
nos. {Con un rifle? No, un chico mas pequeito que é1 puede hacer
eso. Debe matarlo con una flecha, y quitarle la piel con sus propias
manos. Y luego... luego, qué? Bueno pues, tiene que hacerse él el
escudo. {Puede hacerlo en privado y cuando le venga bien? No, los
soldados indios se cuentan por sus escudos, y los guerreros indios
son propiedad de la nacién india. ;Puede un chico indio alistarse en
Barressecreto y convertirse asi en un guerrero? ;Tienen periédicos para
publicar las listas de alistamiento? No, la creacion de un guerrero
es un acto piiblico, y ha de ser hecho de forma piiblica. Los guerre-
ros ayudan en esto.
En el gran poblado comanche, en 1836, fui invitado a ver una
ceremonia de «ahumar un escudo». Una enorme muchedumbre se
habia congregado un poco fuera del poblado, y en medio de ella se
habia reservado un circulo, de un centenar de pies o mas de didme-
tro, con una linea trazada en el suelo. En el centro de este circulo,
un joven hayia cavado un hoyo en Ia tierra, y encima, extendido
horizontalmente, algo elevado por encima de la superficie, el pe-
dazo de piel de biifalo con que tenia que forjar su escudo, que mu-
chas estaquillas hincadas en el suelo mantenian bien tirante. De-
bajo, en el hoyo, ardia un fuego, y la cola que se habia extraido de
las pezufias del bufalo y extendido sobre la piel, se frefa y se asaba
dentro de ésta para darle la dureza y consistencia requeridas.
Para presenciar esta ceremonia, que ellos llaman