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Resumen #2

Historia de la Cultura I
Nombre: Emanuel E. Parrales A. Cédula: 9 0142 0113 Carné: B95834 4/4/2019

LA AUTONOMÍA UNIVERSITARIA, LA VIGENCIA DEL III CONGRESO UNIVERSITARIO Y LA OBLIGADA


REFERENCIA A RODRIGO FACIO

La transformación universitaria que se generó por el III Congreso Universitario de la Universidad de Costa Rica celebrada entre 1973
y 1974 la comprenderemos de la siguiente manera: su contextualización y reconstrucción histórico-social, el análisis de algunos de sus
resultados, la vigencia de sus aportes y su importante antecedente en la forja de la autonomía.

Respecto al contexto histórico social se puede decir que el III Congreso Universitario se desarrolló dentro de un ambiente dinámico de
discusión política e ideológica donde influían las más variadas corrientes de pensamiento, causando inquietud en círculos de poder,
logrando que fuerzas y actores influyentes dentro del gobierno desarrollaran presiones para transferencias presupuestarias a la
institución. La comunidad universitaria tenía como objetivo renovar el rumbo de la Universidad, para no permitir injerencias externas.
Hubo factores que influyeron en esta convocatoria, pero es importante saber lo que sucedía en Costa Rica y en la Universidad durante
esa época.

A principios década de los 70 el istmo centroamericano era vital en las relaciones del mundo debido a su posición y Costa Rica era
punto clave en las contradicciones geopolíticas internacionales. La Guerra Fría era intensa. En 1962 la crisis de los misiles cubanos
puso al mundo al borde de la guerra nuclear. Eran palpables las consecuencias de la guerra civil costarricense de 1948. Al final de la
década de los 60 y principios de los 70 se revigoriza la resistencia de los trabajadores de las zonas bananeras y campesinos sin tierra,
se desarrollaron organizaciones sindicales nuevas y cuestionadoras entre los trabajadores del estado e instituciones. La Revolución
Cubana despertó interés en importantes sectores de la población y los jóvenes por sus banderas de defensa de la soberanía nacional, la
reivindicación de la historia y la cultura propia y sus propósitos de justicia social; manifestándose esa posición crítica en la
Universidad.

La Universidad de Costa Rica durante las largas dos décadas de la “pax romana”, con la administración de los rectores Rodrigo Facio
y Carlos Monge Alfaro, progresó considerablemente, se fortaleció, consolidó, creció y supo reafirmar su autonomía; estos elementos
contribuyeron a desarrollar el nuevo modelo social surgido a partir de 1948. Los factores mencionados anteriormente que se
presentaban en el mundo, hicieron surgir una fuerte resistencia en el país, teniendo una importante manifestación en el ámbito
universitario. Una de las manifestaciones fue el surgimiento de grupo estudiantiles de tendencias contrarias a la liberacionista,
logrando el control de la Federación de Estudiantes y de muchas organizaciones estudiantiles. Una muestra de la actitud crítica en el
medio nacional fue que a los primeros meses de 1968, la ejecución del contrario-ley del Estado con la compañía Aluminium Company
of America (ALCOA), fue paralizada gracias a la participación de movimientos activos de amplios sectores de la población
costarricense y de los estudiantes, especialmente universitarios, que fueron uno de sus ejes más importantes.

Entre los años 1970 y 1971, sectores del gobierno se cuestionaron el presupuesto universitario y se insinuó la intervención de revisar si
la institución universitaria ejecutaba políticas adecuadas para el desarrollo del país y si la inversión en ella era un fundamental
aprovechamiento de recursos. Es posible que entre ellos se encontraran grupos gubernamentales que se preocupaban por el gasto
público y querían asegurar una eficiente contribución de la Universidad al proyecto de desarrollo prevaleciente; pero también es cierto
que participaban grupos de poder económicos, que se sentían amenazados por los cuestionamientos de varios sectores de la población,
incluida la Universidad, debido a la presión que ejercía el grupo de profesores y estudiantes con posturas críticas.

La Universidad de Costa Rica exteriorizaba una intensa agitación intelectual, donde se reunían grupos de profesores para discutir os
temas universitarios y naciones, desarrollando debates, mesas redondas, etc., donde participaban los estudiantes. Algunos de estos
grupos demandaban un mayor involucramiento de la Universidad en los problemas nacionales, acto que algunos profesores y
estudiantes practicaban desde sus cátedras y sus organizaciones. Estos ambientes de debates, crearon interés en sectores del gobierno
para supervisar a la Universidad. La reacción de diversos grupos mostró una sorprendente coincidencia: la realización de un congreso
que bloqueara esas intenciones y que se produjera un examen autocrático del pasado y una propuesta para el futuro, lo cual debía ser
hecho por la comunidad universitaria sin injerencia exterior. El III Congreso es producto de un vigoroso movimiento de defensa de la
autonomía universitaria.

Las comisiones trabajaron por largos periodos en 1971 y 1972 en propuestas que luego fueron discutidas en las Asambleas Plenarias,
celebraron dos etapas, en octubre de 1971 y en mayo de 1972. Las comisiones se integraron por grupos de profesores con
participación de la cuota estudiantil, procurando que estuvieran representadas las diversas tendencias de pensamiento, sin restricción
alguna. Las resoluciones definitivas del III Congreso fueron conocidas por la Asamblea Universitaria prevista en el Estatuto Vigente,
en cinco sesiones, durante el segundo semestre de 1972 aprobando lo resuelto por el Congreso de forma casi intacta con la excepción
de la estructura administrativa, la cual sí fue modificada. El trabajo de la Comisión Redactora del proyecto y las sesiones del nuevo
Consejo Universitario consumieron todo el año 1973 y los primeros meses de 1974. El 15 de marzo de 1974, el Consejo Universitario
aprobó en definitiva el nuevo Estatuto Orgánico, el cual fue publicado siete días después de La Gaceta, el 22 de marzo de 1974. Ese
proceso parte en junio de 1971, con la Asamblea Universitaria que aprueba la convocatoria y culmina en marzo de 1974, con la
publicación del nuevo Estatuto.

El modelo de expansión de la Educación Superior consistía en la creación de nuevas sedes que podían adquirir independencia con su
propia Asamblea, su Consejo Universitario, su Rector, sus vicerrectores, sus escuelas y facultades. Se creaba una Junta Universitaria
Nacional que estaría por encima de los Consejos Universitarios de las sedes para garantizar que la autonomía concedida por la
Constitución Política a la UCR y cubriera a las nuevas instituciones estatales de Educación Superior que se crearan en el futuro. El
modelo aprobado es el vigente y ha mostrado ser funcional y aceptable. Estableció Asamblea Universitaria, Consejo Universitario,
Rectoría, vicerrectorías, sedes, facultades t escuelas, únicamente para la Universidad de Costa Rica, ese modelo implicaba que, si se
constituían otras universidades estatales, se regularían por las leyes específicas que el Ejecutivo propondría a la Asamblea Legislativa,
tal como se hizo posteriormente con la Universidad Estatal a Distancia y el Instituto Tecnológico. La fundación del Instituto
Tecnológico de Costa Rica tuvo una prolongada y dura huelga de los estudiantes para que la Asamblea Legislativa modificara la Ley,
creara la Asamblea Universitaria, modificara la forma de elección del Consejo Universitario y estableciera la normativa y las
condiciones para que el TEC adquiriera la capacidad de darse un gobierno propio.

Queda claro que la oposición entre los dos modelos de Gobierno Universitario, no era una simple discusión de teoría práctica de la
administración, sino involucraban un importantísimo debate sobre la autonomía de las instituciones de Educación Superior que se
crearían con Posterioridad.

La definición de los principios, propósitos y funciones de la Universidad de Costa Rica, es un buen ejemplo de la confluencia de
pareceres que existió como compromiso entre las fuerzas que se movieron durante el Congreso. En cuanto a los principios, propósitos
y funciones, el Estatuto de marzo de 1974 puede resumir que el propósito de la Universidad de Costa Rica es obtener las
transformaciones que la sociedad necesita para el logro del bien común, para este propósito, la Universidad estimulará la formación de
una conciencia creativa, crítica y objetiva en los miembros de la comunidad costarricense, teniendo como propósito general y
objetivos, la búsqueda constante, inagotable y libre de la verdad, la eficacia y la belleza.

Cabe a Resaltar algunas funciones de la Universidad de Costa Rica como: a) Contribuir al progreso de las ciencias, las artes, las
humanidades y la técnica. b) Estudiar los problemas de la comunidad y participar en proyectos tendientes al pleno desarrollo de los
recursos humanos. c) Contribuir a elevar el nivel cultural. ch) Impulsar y desarrollar la enseñanza e investigación de alto nivel. d)
Formar un personal idóneo que se dedique a la enseñanza, las ciencias, las artes y las letras. e) Proporcionar a los estudiantes una
cultura superior de orden general. f) Mantener la libertad de cátedra como principio de la enseñanza universitaria. g) Garantizar dentro
del ámbito universitario el diálogo y la libre expresión de las ideas y opiniones. h) Formar profesionales en todos los campos del saber
capaces de transformar, provechosamente para el país.

Algunos de estos párrafos singularmente son significativos para mostrar que esa declaración de principios, propósitos y funciones
constituye una reafirmación terminante de la autonomía, porque se centra en elevados fines, se perfila hacia grandes metas y se
compromete con la construcción de una sociedad informada, reflexiva, crítica y con justicia social.

Uno de los productos más interesantes de los debates y del espíritu del III Congreso, es la integración del quehacer universitario en
dos triados que denominaré la de recursos humanos y la funcional. La triada de los recursos humanos es la integración en el trabajo
concreto de los tres estamentos universitarios: académicos, estudiantes y administrativos. La triada funcional es la integración de los
quehaceres: docencia, investigación y acción social. La triada de los recursos humanos implicaba el compromiso de realizar el trabajo
universitario integrando los tres estamentos en cada acción. La triada funcional es la integración de la investigación, la docencia y la
acción social en todo el quehacer universitario. La combinación de ambas triadas implica que todo académico y todo estudiante
investiguen y que los resultados vuelquen hacia la sociedad.

El Estatuto de 1974 encomendó al Vicerrector de Investigación “Velar porque la investigación esté coordinada con la docencia y con
los programas de acción social”. Esa relación entre docencia, investigación y acción social, aunque no en forma terminante, se recoge
en el Estatuto vigente, cuando establece en su artículo 50: Velar porque la labor docente en la Universidad se lleve a cabo en forma
eficiente y actualizada, en unidad de propósitos con la investigación, utilizando los sistemas más adecuados de enseñanza y
evaluación. Velar porque los cursos universitarios presten siempre especial cuidado a la vinculación de los conocimientos universales
con la realidad nacional, desarrollando en el estudiante una capacidad de análisis y de crítica que le permita aplicar creativamente los
conocimientos adquiridos. El mercado, por supuesto, tiene mucha importancia, pero la Universidad concebida alrededor de esas dos
triadas, más bien tendría efectos en la sociedad, entre los cuales no se descartaría la modificación del mercado.
El III Congreso en la relación con la autonomía ha mantenido una vigencia a pesar de sus más de 50 años, a pesar de varias
modificaciones de los estatutos, la Universidad de Costa Rica ha tenido la sabiduría de conservar inalterados esos principios,
funciones y propósitos en reconocimiento de su actualidad. El artículo 51 del Estatuto de 1974, establece que corresponderá
específicamente al Vicerrector de Investigación: “velar porque la investigación no esté subordinada a intereses extranjeros, ni a los
que en alguna forma obstaculicen el desarrollo de Costa Rica”. Esto nos lleva a recordar que la autonomía no es solo frente a los
poderes públicos, sino también en contra de ciertos intereses privados. Sin embargo, hay un punto preocupante, se ha notado que
cuando se organiza un nuevo congreso, flota en el aire el prurito de superar al Tercero y por ello, surgen iniciativas de reformas al
Estatuto. Hay que aclarar que, aunque no les está vedado, los congresos no se instituyeron para reformar el Estatuto, sino para discutir
temas relacionados con el rumbo de la Universidad.

Rodrigo Facio fue uno de los importantes autores que ayudaron a la forja de la autonomía, en sus obras, Rodrigo advierte que: “… el
día de la liquidación de la vida espiritual creadora de la Universidad, será el día en que la Universidad estuviera al servicio de un
poder político, o de una confesión religiosa, o de una tendencia anti-religiosa mutiladora de la integridad de la vida interior, o de un
sectarismo de la vida doctrinario, o de una discriminación racial, o de un privilegio económico, o de una distinción social”. A lo largo
de su trayectoria vital, Rodrigo Facio propuso y defendió la aprobación de un texto que sigue incólume hasta ahora que dice: Artículo
84. La Universidad de Costa Rica es una institución de cultura superior que goza de independencia para el desempeño de sus
funciones y de plena capacidad jurídica para adquirir derechos y contraer obligaciones, así como darse su gobierno propio.

Las luchas de los universitarios lograron que en junio de 1975, se agregara a ese artículo la frase “las demás instituciones de educación
superior universitaria del Estado tendrán la misma independencia funcional e igual capacidad jurídica que la Universidad de Costa
Rica”. En el pensamiento y la acción de Rodrigo Facio se encuentran ideas centrales desarrolladas por el III Congreso Universitario,
como la relación de la Universidad con la sociedad, el compromiso universitario en la búsqueda del bien común, la misión
universitaria de ayudar a conseguir las transformaciones que la sociedad necesita para lograr la justicia social.

ARTÍCULO SOBRE LA AUTONOMÍA UNIVERSITARIA

La autonomía universitaria es un tema que preocupa en la Universidad de Costa Rica porque aunque siempre se hable sobre la
importancia de la autonomía o de su necesidad de “mayor autonomía”, pocas veces se reflexiona sobre lo que se supone. Dando a
conocer que el artículo a analizar revisa qué es la autonomía y cómo se refleja en el quehacer de una universidad cuya filosofía es
humanística. La discusión sobre la autonomía universitaria data de tiempos de San Agustín y ha sido un principio básico para la
organización de varias de las antiguas universidades europeas, sin embargo, sus inicios se dieron a partir de la reforma al sistema
educativo propuesta por Wilhelm von Humboldt en Alemania en los años de 1810-1811. Humboldt consideraba que los intereses del
Estado y de la sociedad serían mejor servidos bajo el principio de autonomía de la educación superior, afirmando la necesidad de
“tener en cuenta que la intrusión del estado, siempre es un impedimento y que las cosas, en principio, funcionan infinitamente mejor
sin su intromisión”.

El principio de autonomía universitaria se ha basado tradicionalmente en su autogobierno, su normativa propia y en la libertad para el
diseño de los programas de estudios. Al discutir sobre la autonomía y las relaciones entre las universidades y el Estado, estas son
analizadas a través de las leyes, normativas y regulaciones. La misma Declaratoria de Guadalajara sobre Autonomía Universitaria de
2011, establece que es necesario “velar colectiva, sistemática y permanentemente por la preservación y vigencia del principio de
autonomía universitaria dentro y fuera de las universidades”.

En el caso de las universidades latinoamericanas, el principio de autonomía universitaria está anclado en la Reforma Universitaria de
1918, promovida por estudiantes en Córdoba, Argentina en el Manifiesto Liminar. La reforma se fundamentó en los siguientes
principios: la autonomía universitaria, el cogobierno, la extensión universitaria, el acceso por concurso y periodicidad de las cátedras,
la libertad de cátedra, cátedra paralela y cátedra libre, la vinculación entre la docencia e investigación, la inserción en la sociedad y la
solidaridad. Estos se reflejan en la estructura de la Universidad de Costa Rica.

El Principio de autonomía reclama la autarquía financiera y una asignación presupuestaria establecida en un mínimo que no pueda ser
modificado por los gobiernos de turno. El cogobierno propone que la universidad sea gobernada en forma compartida por docentes y
estudiantes. A consecuencia de esto, las universidades que relaman la autonomía promueven las organizaciones estudiantiles. Este
punto fue ratificado en la Declaratoria de Guadalajara sobre la Autonomía Universitaria, al estipular que “El movimiento estudiantil es
pilar fundamental de la autonomía universitaria, reconocemos y garantizamos su independencia de funciones, de organización,
financiera y de gobierno”.
En la Universidad de Costa Rica, las autoridades son electas por su cuerpo docente y estudiantes, se espera que la Universidad asuma
una responsabilidad colectiva frente al terreno político y social por las decisiones que toma. Se pretende que haya una relación entre el
quehacer universitario y la sociedad creando cursos y programas de extensión y acción social. La extensión docente busca brindar
“servicios especiales a la comunidad, tales como asesorías especializadas, servicios técnicos y de laboratorio; los cuales son dirigidos
a sectores específicos con el propósito de colaborar con su desarrollo y el del país en general”. Resaltando que es fundamental el
vínculo entre la docencia, la investigación y la extensión docente y cultural. La inversión de la sociedad en la educación universitaria
hace que el estado sienta la necesidad de solicitar rendimiento de cuentas y transparencia en el manejo de los recursos. Otra fuente de
presión para el rendimiento de cuentas hacia la “academización”, las cuales han fomentado el interés del público general sobre el
“entrenamiento profesional” que se brinda en las universidad públicas. No obstante, son múltiples los ejemplos en la historia en los
cuales es evidente que la autonomía de las universidades no había garantizado el óptimo cumplimiento de sus tareas.

La reforma universitaria de 1918, también procuró el acceso a los puestos docentes mediante concursos abiertos y evaluación
periódica. Estas cátedras son ocupadas mediante concursos de oposición y antecedentes revalidando garantía de la calidad de docente-
investigador, lo que garantiza la sociedad un nivel adecuado del rendimiento de su cuerpo docente. La cátedra paralela ofrece a los
estudiantes la posibilidad de elegir libremente entre ellas y la cátedra libre es el derecho de los intelectuales idóneos de difundir su
conocimiento. El papel de la autonomía presenta principios donde se une la importancia de abrir el acceso al conocimiento a amplios
sectores, en especial, en aquellos con menor capacidad económica. El acceso universal a la educación en las universidades públicas,
solo se logra a través del cambio de estructuras pues la ampliación y flexibilización de los procesos de matrícula, lo cual necesitan más
docentes y mejores infraestructuras, trayendo problemas en las áreas de calidad docente y rendición de cuentas, evidenciando una
lenta respuesta de la institucionalidad a los cambios y a las presiones externas.

La responsabilidad de las universidades por su autonomía, emana del reconocimiento de la educación como un bien público social, un
derecho humano, universal y un deber del Estado. La universidad tiene la función compleja de generar conocimiento, custodiarlo y
socializarlo. Esto significa profundizar la investigación académica y la transferencia tecnológica, cultivar las artes y las letras en su
máxima expresión, analizar y criticar, con objetividad, conocimiento y racionalidad. La autonomía reitera que las universidades gozan
de independencia para el desempeño de sus funciones y de plena capacidad jurídica para adquirir derechos y contraer obligaciones, así
como para darse su organización y gobierno propio. Preservar y cuidar la libertad, decidir cómo se va a organizar, cómo va a
funcionar, qué ofrecer a la sociedad, qué pensamientos generar, qué temas de discusión y cuáles principios y valores fomentar, cómo
va a usar los recursos que tiene, es lo que caracteriza fundamentalmente a una universidad con Autonomía plena.

Pese a que el cambio en las culturas universitarias inició hace más de tres décadas, la respuesta de muchas de las estructuras
existentes. Los comités académicos, no corresponde a los cambios políticos y económicos, agravando los problemas al haber menor
interés de los docentes en participar en el gobierno académico. La organización interna ha variado poco, lo que ha producido un
desfase en su desarrollo como se ha discutido anteriormente. Una mayor autonomía universitaria está vinculada con una política de
rendición de cuentas y mayor productividad académica.

Las universidades públicas latinoamericanas enfrentan amenazas de grupos de poder económico y político. La agresión a la
Autonomía proviene de la represión policiaca y militar, y del deterioro de los fondos para su financiamiento. El financiamiento de la
investigación no debe condicionar el rumbo de la generación del conocimiento.

Los docentes universitarios han organizado autónomamente sus deberes institucionales, por ejemplo los docentes de la UCR se han
comportado “independientes” determinando el horario y carga académica sin tomar en cuenta las necesidades prácticas de los
estudiantes o de la institución. Algunos docentes trabajan en otros sitios, brindan asesorías, consultorías o incluso desarrollan otra
carrera fuera de la universidad utilizando los recursos institucionales sin compartir las ganancias pecuniarias y simbólicas con la
universidad. No se tiene datos del número de profesores que están en puestos políticos en este momento, lo cual también supone un
grado de conflicto de interés en cuanto afectan directamente las decisiones que se toman al interior de la Universidad.

La forma en que una universidad ejerce su autonomía, es identificando los poderes de toma de decisiones sobre los propios asuntos
que ellas tienen; estas se pueden resumir en cuatro dimensiones básicas; académica, recursos humanos, financiera y gobierno
institucional. Se hablan de dos tipos de autonomía: Autonomía de procedimiento que se encarga de las técnicas utilizadas para lograr
los objeticos y actividades propias de la institución y la Autonomía sustantiva, basada en los objetivos, políticas y programas
institucionales.

La creación del Consejo Nacional de Rectores y el Fondo de Estímulo a la Educación Superior fueron cambios que fortalecieron la
autonomía de las universidades públicas frente al Estado, al tiempo que les ha obligado a rendir cuentas en cuanto a las decisiones
relativas a los programas de las carreras, el profesorado y el uso de recursos financieros. Tales cambios promovieron un viraje hacia la
adopción de estructuras, mecanismos y valores empresariales y corporativos.

Mientras que el desarrollo académico es el objetivo declarado de los líderes institucionales, instituciones de educación superior se han
convertido en la sede de múltiples organizaciones profesionales. La universidad ha dejado de ser exclusivamente una comunidad de
académicos para convertirse en un servicio público con tintes empresariales y corporativos. Pensar en la autonomía universitaria
obliga a contextualizarla tanto social, económica, demográfica como políticamente, debido a que la naturaleza de las relaciones entre
el gobierno y las universidades son cambiantes. La autonomía es vista como una necesidad para que las universidades cumplan
adecuadamente su misión, definiéndolo como el poder de la universidad para gobernar sus propios asuntos sin interferencia externa.

Existen fuertes presiones sobre las comunidades académicas para que cambien sus estructuras con el objetivo de administrar el
entorno político y para revisar sus suposiciones acerca de los roles, las relaciones y los límites impuestos por los nuevos contextos de
la autonomía; estando la autonomía anclada a la capacidad que la institución tiene para cumplir sus acciones sustantivas con
transparencia frente a la sociedad.

Comentario

Respecto a todos los datos y hechos ocurridos para que fuese un éxito la autonomía universitaria, siento que tiene muchos baches aún
por rellenar, ya que a pesar de que la mayoría de las ideas están muy bien enfocadas y contextualizadas de manera correcta para tener
un régimen al cual seguir, el concepto se pierde porque ven a las entidades universitarias como un proceso administrativo
gubernamental enfocado en lo político y económico, cuando su principal enfoque está basado en tomar propias decisiones dándoles
libertades. Cabe a destacar que las universidades a pesar de tener una autonomía dependen de fondos dados por el Estado, pero ese no
es un hecho que le da autoridad al Estado de influir en decisiones administrativas de las universidades. Es un hecho decir que las
universidades van de la mano de la sociedad y eso es un punto vital en su autonomía porque rinden cuentas mediante programas
educativos que ayuden a mejorar socialmente a la población dándole a entender a los grupos sociales que su entidad da resultados que
ayudan al progreso de la nación.

Eje de discusión

¿Es verdaderamente importante y cumple con la definición de autonomía que los altos cargos administrativos tengan el mayor peso de
decisiones en las universidades cuando son el grupo jerárquico minoritario?

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