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HUD historia 16 La Revolucion rusa Marc Ferro / on : P 5 125 ptas CUADERNOS historia 16 1: Los Fenicios » 2: La Guerra Ci nada * 5: Flandes contra Felipe La Desamortizacién * 9: La Reforma protestante * 10: Espaiia y la OTAN * 11: Los origenes de Cataluia * 12: Roma con- tra Cartago * 13: La Espafia de Alfonso X * 14: Esparta * 15: La Revolucion rusa * 16: Los Mayas ° 17; La peste negra ° 18: El nacimiento del castellano * 19: Prusia y los origenes de Alemania * 20: Los celtas en Espafia * 21: El nacimiento del Islam * 22: La Il Repiiblica Espa- fiola * 23: Los Sumerios * 24: Los comuneros » 25: Los Omeyas * 26: Numancia contra Roma * 27: Los Aztecas * 28: Economia y sociedad en la Espafia del siglo XVII * 29: Los Abbasies » 30: El desastre del 98 * 31: Alejandro Magno * 32: La conquista de Maxi Islam, siglos XI-XIII * 34: El boom econémico espafiol * 35: La | Guerra Mundial (1) * 36: La 1 Guerra Mundial (2) » 37: El Mercado Comdn » 38: Los judios en la Espafia medieval * reparto de Afric: i : miento de Italia » 44: Arte y cultura de la Mlustracion espafiola * 48: Los Asirios * 48: La Coro- na de Aragén en el Mediterréneo * 47: El nacimiento del Estado de Israel * 48: Las Germa- nias * 49: Los Incas ° 50: La Guerra Fria » 51: Las Cortes Medievales * 52: La conquista del Pord » 63: Jaime | y su época » 64: Los Etruscos * 55: La Revolucion Mexicana * 56: La culture espafiola del Siglo de Oro * 57: Hitler al poder » 68: Las guerras cdntabras * 69: Los origenes del monacato * 60: Antonio Pérez * 61: Los Hititas » 62: Don Juan Manuel y su época * 63: Si- mén Bolivar * 64: La regencia de Maria Cristina ° 65: La Segunda Guerra Mundial (1) ° 66: La Segunda Guerra Mundial (2) » 67: La Segunda Guerra Mundial (y 3) * 68 Las herejias medie- vales * 69: Economia y sociedad en la Espajia del siglo XVII * 70: El reinado de Alfonso XII * 71; El nacimiento de Andalucia ° 72: Los Olmecas * 73: La caida del Imperio Romano * 74: Las Internacionales Obreras » 75: Esplendor del Imperio Antiguo de Egipto * 76: Los concilios medievales * 77: Arte y cultura de la llustracién en Espafia * 78: Apocalipsis nuclear * 79: La conquista de Canarias * 80: La religién romana * 81: El Estado espatiol en el Siglo de Oro * 82: El «crack» del 29 * 83: La conquista de Toledo * 84: La sociedad colonial en América Latina * 85: El Camino de Santiago * 86: La Guerra de los Treinta Afios » 87: El nacionalismo catalan * 88: Las conferencias de paz y la creacién de la ONU * 89: El Trienio Liberal * jamo © 87; La Espafia de Carlos V «$6; El Terear Mundo y el problema del petréleo * 99: La Esparia de Alfonso XIII * 100: Las dol afio 68. historia INFORMACION Y REVISTAS, S. A. PRESIDENTE: Juan Toms de Sales. VICEPRESIDENTE: César Pontvianne. DIRECTOR GENERAL: Alfonso de Salas, DIRECTOR DE PUBLICACIONES: Pedro J. Ramitez. DIRECTOR: J. David Solar Cubilas. SUBDIRECTOR: Javier Villalba REDACCION: Asuncién Doménach y Manuel Longares. COLABORACION ESPECIAL: José M.* Solé Marif. ‘SECRETARIA DE REDACCION: Marie Loup Sougez. CONFECCION: Guillermo Liorente FOTOGRAFIA: Juan Manuel Salabert, CARTOGRAFIA: Julio Gil Pecharroman. Es une publicacion del Grupo 16. FEDACCION Y ADMINISTRACION: Madrid. Herma: nos Garcia Noblejas, 41, 6.° 28037 Madtid. Tol fono 407 27 00. Barcelona: Plaza Gala Placidia, 1 y 3, planta 12. (08006 Barcelona, Teléfs.: 218 60 16'y 218 50 66, DIRECTOR GERENTE: José Luis Virumbrales Alonso. SUSCRIPCIONES: Hermanos Garcia Nobles, 41 28037 Madrid, Toots: 268 04 08 - 02, DIRECTOR DE PUBLICIDAD: Balbina Frage. PUBLICIDAD MADRID: Adriana Gonzale2. Hermanos Garcla Nobijas, 41. 28087 Madrid, Te- lotono 407 27 00. 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La guerra Las jornadas de 1917 Abril Julio Kornilov Las nacionalidades Las ciudades Las jornadas de octubre La accion Significado de la insurreccién de octubre. gratia 10 1 14 16 18 18 20 22 24 a 28 31 LA REVOLUGION RUSA 9 La Revolucion rusa Por Mare Ferro Historiador. Director de Estudios de la Escuela Practica de Altos Estudios de Paris, Codirector de la revista Annales Febrero. Estalla la revolucién més violen- ta de todos los tiempos. En unas semanas la sociedad se deshace de todos sus diri- gentes: el monarca y sus hombres de leyes, la policia y los sacerdotes, los propietarios y los funcionarios, los oficiales y los amos. No hay ciudadano que no se sienta libre, libre de decidir en cada momento su con- ducta y su porvenir. Pronto no queda ni uno sélo que no tenga en cartera un plan preparado para regenerar el pais. Como lo habian anunciado los vates de la revolucién, se iniciaba una nueva era en la historia de los hombres Surgié entonces, de lo més profundo de todas las Rusias, un inmenso grito de espe- ranza: en él se mezclaba la voz de todos los desdichados, de todos los humillados. Revelaron éstos sus suftimientos, sus ilusio- nes, sus suefios. Y, como en una ensofia- cién, vivieron unos momentos verdadera- mente inolvidables. En Mosci, los trabajadores obligaban a sus duefios a aprender las bases del futuro Derecho obrero; en Odesa, los estudiantes dictaban a su profesor un nuevo programa de Historia de las civilizaciones; en Petes- burgo, los actores se zafaban del director del teatro y elegian el préximo espectéculo; en el Ejército, los soldados invitaban al ca- pellén a que asistiera a sus reuniones para que diera un sentido a la vida. Hasta los nifios reivindicaron para las menores de ca- torce afios, el derecho a aprender boxeo para que los mayores les hicieran caso. Eta el mundo al revés. Cabe imaginar el terror de aquellos que pretendian fundamentar su autoridad en la competencia, el saber, el servicio publico, © en el antiguo derecho divino. Nadie sofié jamas con una revolucién asi Ni siquiera los sacerdotes de la misma, los bolcheviques, que se armaron de paciencia, 4 La REVOLUCION RUSA ante la posibilidad de que el pueblo hiciese calaveradas. En marzo, al igual que todos los revolucionarios, Stalin lanz6 un llama- miento a la disciplina militar; en junio, Kro- potkin pedia ponderacion. Hacia tiempo que Maximo Gorki se irritaba porque no se volvia al trabajo: Basta de palabras —repe- tia—, basta de palabras. Sumamente sorprendido a su regreso a Rusia, Lenin hizo caso omiso a esos socia- listas. Ese naufragio le satisfacia; eta preci- 80 acabar con. la antigua sociedad. En sus Tesis de abril, fue uno de los pocos en alentarlo: Hay que suprimir el Bjército, la policia, Jos funcionarios. Los electos tienen que ser inmediatamente revocables en todas las funciones. Paz inmediata Todo el poder a los soviets. abril.) Hubo de convencer primero a los miem- bros de su propio partido de que la politica del justo medio era una estupidez; no era el papel de los bolcheviques jugar al arbitro entre la sociedad y las instituciones; tenfan que colocarse a la cabeza de las masas, crear otras instituciones. Debieron transcurrir ocho meses de revo- lucién para que Lenin convenciera a sus compaiieros de la validez de esta ensefianza de Marx; para que la accién del partido no quedara rezagada de la sociedad; para que octubre aceptara el reto de febrero. Entre febrero y octubre, Ja oleada de la revolucién crecia como la de un torrente, nada podiamos hacer, ni detenerla y condu- cirla. Este testimonio de Kerenski es valido para los politicos, y para los militantes de todos los partidos. Creian poder dirigir el movimiento de la revolucién, acelerarlo o interrumpirlo; y se velan arrastrados por él. Tuvieron concien- (Tesis de SL TW AVA AOBPOBOADHEM? cia de este fracaso, pero no lograron anali- zar sus causas; habian luchado para que estallara la revolucién y cuando se produjo, el comportamiento de las clases populares no correspondia a sus previsiones ni a sus planes. La revolucién adquiria formas 0 re- gistraba sobresaltos que les sorprendia en cada ocasién dormidos como las Virgenes del Evangelio. Los «Cinco dias» Las jornadas de febrero habian adquirido un giro inesperado. Sin duda los més lici- dos habjan presentido la derrota. La miseria y el odio del zarismo constitufan una mezcla tan explosiva que, como observaba Zinaida Hippius, Ja casa reventaba. Ella invitaba a los liberales a que con sus propias manos contribuyeran a destruir lo que estaba con- denado a la destruccién para evitar que el edificio se derrumbara enteramente y en- terase bajo sus ruinas a la vieja sociedad Pero, {quién hubiera escuchado los presen- timientos de un poeta en febrero de 1917? Todo empezé con las manifestaciones de mujeres que, pasandose por alto las diver- gencias entre mencheviques, bolcheviques y SR, decidieron desfilar por las calles de Petesburgo. Manifestacién que pronto cre- cio con la presencia de obreros despedidos a raiz de las huelgas. Pero todos estaban de buen humor; los cosacos patrullaban, y los manifestantes les hacfan sefiales amistosas; sorprendia la pa- sividad de la policia. En realidad, las autori- dades no tomaron en serio la demostracién: gno eran acaso mujeres las que la en- cabezaban? El segundo dia, de tal modo incitadas, las mujeres obreras decidieron manifestarse por los barrios burgueses. Se trataba de lle- gar hasta la Perspectiva Nevski. Arrastraron para ello a los hombres y al mayor numero posible de gente. En esta ocasién, la policia ocupaba su puesto para impedir que los manifestantes cruzaran los puentes del Ne- va, Sin tenerla en cuenta, pasaron el rio caminando sobre el hielo, enarbolando la bandera roja, y cantando la Marsellesa Al tercer dia, los bolcheviques fueron los principales organizadores de huelgas y ma- nifestaciones. Se habia tenido en cuenta el llamamiento de los partidos politicos? A las ocho de la mafiana una inmensa muche- dumbre estaba en pie y fueron arrancados los carteles que invitaban a la poblacién a Protagonistas de la Revolucion Anarquistas —Internacionalistas: Volin, Makhno, Patriota-defensistas: Kropotkin. Socialdemécratas (marxistas).—Bolchevi- ques: Lenin, Sverdiov, Kamenev, Stalin, Zi- noviev y Trotski (desde junio). Unitarios: Lunatcharski, Trotski (hasta junio). Menche- viques.—Internacionalistas: Martov, Suja- nov. Centro: Techkeidze, Dan, Tseretellt Patriota-defensista: Plejanov. Popullistas (no marxistas). Socialistas Re- volucionarios —Izquierda_internacionalista: Maria Spiridonova, Kamkov (SR de izquier- da después de octubre). Centro internacio- nalista: V. Tchernov. Derecha defensista: Brechko-Brechkovskaja, Gots, Avksentev. Socialistas-Populistas: Pechekhonov. Trudoviks (laboristas): Alex. Kerenski. Estos partidos, asi como los afiliados na- cionales (Bund judio, SD letén, ete.) partici- pan en las elecciones de los soviets de dipu- tados, y luego en las elecciones a la asam- blea constituyente. KD, 0 demécratas cons- titucionales: Miliukov, Nekrassov, Konova- lov. Octobristas: Gutchkov. Extrema derecha: Purichkevitch, Shulgin. Estos tres ultimos grupos no participan en las elecciones de los soviets de diputa- dos (salvo Estonia), pero eligen diputados a la asamblea constituyente. Los soviets de diputados constituyen un parlamento obrero donde son elegidos los representantes de los partidos politicos, sal- vo los partidos burgueses 0 centristas. Si- multéneamente se constituyen soviets de soldados, de campesinos, etcétera. Los sindicatos tienen representantes en los soviets de diputados hasta octubre. Lo mismo ocurre con el Movimiento Coope- rativo. Los comités de fébrica, formados espon- taneamente, eligen un soviet pan-ruso du- ante el verano de 1917. Lo mismo hacen los comités de barrio de las grandes ciuda- des, que eligen un soviet de los barrios de Potersburgo. 6 LA REVOLUCION USA guardar calma. La policia se mostré més huraiia. Se notaba la diferencia de los cosa- cos: jHurral, les gritaban, y los policias ca- racoleaban junto a la muchedumbre como si quisieran protegerla Alas 15 horas de ese 25 de febrero, en la plaza Znamenskaja, un orador arengé a los manifestantes. Dispérsense, grité la policia Nadie se movié. Un policfa a caballo apunto entonces su arma hacia el orador; la muche- dumbre se puso a chillar. De repente, en medio de una nube de nieve y de polvo, surgié un cosaco y le dio un sablazo al faraén (policia a caballo) El incidente dejé estupefacta a la muche- dumbre. En el Gobierno, este hecho ‘puso alerta a Protopopov, ministro del Interior que a modo de sancién, amenazé con disol- ver la Duma y detener a su presidente. Pero la reunién estuvo marcada sobre todo por un telegrama inesperado de Nicolas Il, en el frente por aquel entonces: Ordeno que a partir de manana cesen en la capital él de- sorden, que en modo alguno se puede tole~ rar en esta hora grave de la guerra. Firma- do: Nicolds. Responsable de la seguridad, el general Khabalov cuenta que este telegrama fue pa- ta él como un mazazo. ;Qué iba a hacer? éQué significaba eso de cesen? Cuando se pide pan, se da pan, y se acabé. Pero, cuan- do en las banderas se lee Abajo la autocra- cia, no hay pan que valga, {Qué hacer en- tonces? El zar habia dado érdenes: era pre- ciso disparar. El cuarto dia era domingo. La ciudad se desperté mds tarde de lo corriente. Ya de pie, se encontré con los soldados en sus puestos de combate. La muchedumbre se aproximaba, les hablaba amistosamente, y ellos respondian; los oficiales redoblaban las érdenes para interrumpir el didlogo, pero éste empezaba de nuevo con otros ma- nifestantes. El mando, itritado y nervioso, sentia des- fallecer su autoridad. Y cuando uno de los oficiales del regimiento Volynski dio la or- den: ;Disparen! jFuego!, los soldados, por acuerdo tacito, dispararon al aire iApunten al corazén, cada uno su turmo, que Jo veal, chillaba el oficial. Corria entre la tropa, cogia el fusil de uno y de otto, disparaba él mismo... De repente, la ametra- lladora que una unidad de oficiales apunta- ba a la muchedumbre empezé a disparar y Ja sangre de los obreros puso roja la nieve de la explanada Hubo cuarenta muertos y cuarenta heri- dos aquel dia en la plaza Znamenskaja. En el centro de la ciudad hubo més de ciento cincuenta muertos. Un poder paralelo Por la noche, en el domicilio de Kerenski se reunieron militantes de todas las tenden- cias, como venfa ocurriendo desde hacia varios meses. Intentaron llevar a cabo la unidad imposible. Por una itonia del desti- no, el nico movimiento popular que habia crecido no se debia a una de las organiza- ciones presentes, ni era el resultado de una accién coordinada. {Qué hacer? Se comentaron los acontecimientos con pasion: el comportamiento de los cosacos, la represién, la actitud de la Duma que diri- Gié al zar suplicas de alarma. Las esperan- zas se ponen en la Duma. Pero los represen- tantes de las organizaciones clandestinas (Bolcheviques, izquierda de los SR., etc.) le teprochan a Kerenski su exaltacion, su en- tusiasmo. Cuando todos se separan, Kerens- ki es el nico en creer que la revolucién ha empezado. Al quinto dia, los manifestantes ni se imaginaban que, como decia Trotski, ha- bian realizado las nueve décimas partes del recorrido. Ignoraban que durante la noche Ja fiebre habia conquistado los cuarteles y que los soldados, lividos de célera, habjan jurado que nunca més dispararian contra el pueblo. Encarcelaron a sus oficiales y en la mafiana del 27 se lanzaron a la calle confra- temizando con los manifestantes que en- contraban. Escena inolvidable: la pelicula ha conservado las locas imagenes de esos soldados y de esos obreros desfilando con la bandera roja en cabeza, dirigiéndose ha- cia el Palacio de Taurida, sede de la Duma Mientras, los diputados, ansiosos, se pre- guntan si los manifestantes llegan para ata- cares 0 alentarles, sélo Kerenski decide pa- sar a la accion: Tal como iba vestido, sin abtigo ni sombrero, me dirigi corriendo ha- cia esos soldados. Recibe a los manifestan- tes y grita jDetened a las ministros, contro- lad Correos y la Telefonica, ocupad las esta- ciones y los centios oficiales! Entretanto, de la muchedumbre delirante se habia desgajado un reducido nticleo de militantes que entraron en la Duma y toma- on decisiones, como en 1905, para consti- tuir un soviet LA REVOLUCION RUSA. 7 Quienes llevaban Ia voz cantante eran to- dos mencheviques; entre ellos se encontra- ban dos diputados a la Duma, Tchkeidze y Skobelev; también habia socialistas revolu- cionarios, un representante del Bund, miembros de los sindicatos y del Movimien- to Cooperativo. Por parte de los bolcheviques estaba Chliapnikov, harto reticente ante la consti- tucién de ese soviet, porque su partido ha- bia decidido pasar la etapa del soviet y era partidario de formar inmediatamente un go- bierno revolucionario. Con todo, se adhirid al movimiento. Aquella misma noche en _ que se alerté a los delegados de todas las fabricas, el soviet de los diputados de Pe- tersburgo se constituyé oficialmente y lanzé un llamamiento a todas las Rusias. Lo hacia a través de su érgano, Izvestia, cuyo primer numero se publica ese mismo dia. La llamada invitaba a los rusos a prose- guir el combate hasta lograr la constitucin de un gobierno revolucionario, Pero, lo que el soviet ignoraba era que al mismo tiempo, la Duma acababa de constituir un Comité pata el restablecimiento del orden y las rela- ciones con las instituciones y las personali- dades, cuyo propio nombre formulaba el programa. Integrado por miembros de todos los partidos politicos representados en la Duma (por consiguiente sin los bolchevi- ques, ya que desde 1914 estaban encarcela- dos), el Comité delegé a su presidente, Rod- zianko, acerca del primer ministro, principe Golytsin, para que éste intercediera ante el zar con el fin de constituir un Gobierno de confianza. De este modo se institufa un poder para- lelo. Mientras, reinaba el mayor desconoci- miento sobre las préximas intenciones de Nicolas Il. En esta atmésfera de desasosiego y temor por la represion, los representantes del Comité y los electos del soviet negocia- ron la instauracién de ese poder paralelo. Kerenski y Tchkeidze, miembros de los dos organismos, actuaban como intermediarios. El zar abdica El problema era que en el soviet se mani- festaban de nuevo las disputas entre las distintas corrientes del movimiento revolu- cionario. Una vez mas se oponfan, en la derecha, los que consideraban, con los mencheviques y los SR, que puesto que —en la fase de desarrollo en que se encon- traba Rusia— esta revolucién era burguesa, habia que dejar a la Duma la responsabili- dad del Gobiemo y considerar la participa- cién de los socialistas como un éxito. Ke- renski se adhirié a este punto de vista. Sin embargo, una mayoria criticaba este punto de vista: mientras Rusia no poseyera los miedios de hacer una verdadera revolu- cién socialista (se estimaba con Sujanov, situado a la izquierda de los mencheviques), la paticipacién de los socialistas en el Go- biermo era un engafio para los trabajadores, perjudicaba su emancipacién y despresti- giaba a sus lideres. Era preciso que los re- volucionarios asegurasen un minimo de ga- rantias a los trabajadores para que se pudie- ra abordar la etapa siguiente de la revolu- cién. Esa izquierda querfa apoyar al Gobier- no en la medida en que éste llevase a la practica una politica democratica En_la extrema izquierda, por ultimo, bol- cheviques y anarquistas consideraban que las masas podian tomar el poder.

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