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Pasiones, sueños y conversaciones

Xóchitl Leyva

jan de vos, 2002 cual agrega información novedosa


después de revisar minuciosamente
Una tierra para sembrar sueños. Historia fuentes que otros dejaron de lado o

reciente de la selva Lacandona, 1950-2000 simplemente no llegaron a conocer.


De Vos también condimenta su escri-
FCE y CIESAS, México. tura con vivencias personales que tuvo
190  a lo largo de más de dos décadas de
trabajar como “historiador regional”
de la selva. Todo esto hace de Una tie-
I) Las voces la de los subcomandantes indígenas, la rra para sembrar sueños una voz privi-
del novelista catalán de “izquierdas”, legiada en el concierto universal de las

U na tierra para sembrar sueños se


suma a un concierto de voces
universales que, sobre todo, desde
la del líder guerrillero mestizo urbano
posmoderno, la del Nobel de literatu-
ra, la de la ex primera dama francesa,
voces que hoy cantan, alaban, mitifi-
can, la selva Lacandona.

1994 han cantado con diferentes rit- etcétera, etcétera. En pocas palabras, II) Los sueños
mos y a diferentes tonos a la Lacan- Una tierra para sembrar sueños no está
dona y sus habitantes. Dentro de esas sola y de hecho retoma temas ya abor- Una tierra para sembrar sueños es una
voces se encuentran la del ensayista dados por otros. Estos temas van obra bien escrita y bien ilustrada que
descendiente de don Porfirio, la de la desde la colonización, el refugio guate- cobra doble importancia al cerrar el
asesora agraria socióloga, la de los mi- malteco y las confluencias étnico-reli- ciclo personal y profesional de Jan de
sioneros católicos, la del obispo “liber- giosas hasta el surgimiento del EZLN, Vos como apasionado de la selva y
tario”, la de los antropólogos pioneros, la deforestación y el “conflicto de La como “historiador regional” que ha
la de los periodistas “anti-marquistas”, Brecha”. Pero una vez dicho esto uno mirado la Lacandonia con todos sus
se preguntaría por qué entonces reco- sentidos desde la Colonia hasta los
mendar leer Una tierra para sembrar albores del siglo XXI. Nadie como él ha
xóchitl leyva: CIESAS.
sueños. Pues bien, porque Jan Vos en realizado proeza tan grande. Pero la
Desacatos, núm. 11, primavera 2003, ese libro hace una síntesis sobre lo que relevancia del libro hoy reseñado no
pp. 190-192. se ha dicho acerca de esos temas a lo termina aquí, es también importante
primavera 2003 Desacatos reseñas

porque hila muchos cabos sueltos que colonos-campesinos y sus sueños de


no existían unidos en un solo texto. liberación a través de la teología india,
De Vos retoma, sobre todo en el de las Fuerzas de Liberación Nacional
capítulo II, el camino que dejó abierto y de las organizaciones campesinas
al final de su obra Oro verde (1998) en “independientes”. En seguida tenemos
la cual detenía el tiempo selvático en a la refugiada guatemalteca que vive
1949 cuando se retiraron de la zona en el exilio la pesadilla de las masacres
los madereros tabasqueños. En Una y sueña con el retorno a su tierra. Cie-
tierra para sembrar sueños, de Vos (a la rran la lista los sueños zapatistas del
luz de nuevas investigaciones agrarias, mestizo y del indígena. De Vos con to-
documentos y testimonios) replantea do ello nos quiere demostrar “las múl-
algunas ideas sobre los flujos de la co- Señora artesana; Teotitlán del Valle, Oaxaca, tiples selvas Lacandonas” que encontró
lonización: fechas de inicio, formas, 1999 / Roxana Acevedo “moldeadas según los intereses y preo-
rutas, redes, corrupciones, amiguismos, cupaciones de quienes se acercaron
afectaciones a viejos madereros, fraca- a ella” (p. 1).
sos de empresarios extranjeros, etc., Lacandona. Más allá de la historia de Una tierra para sembrar sueños será
etc., dándonos así nuevas luces sobre héroes de bronce, de Vos nos presenta para todo lector una fuente inagotable
la cuestión agraria y forestal de la selva historias de hombres que sueñan, que de inspiración. Para el no especialis-
contemporánea. La primera (la pertenecen a colectividades y que ha- ta de seguro hará las veces de un
cuestión agraria) poco trabajada entre cen de la selva eso, una tierra sembra- compendio de cinco lustros de escri-
1930 y 1994; y la segunda (la cuestión da de sueños. Recrea imaginarios tos, vivencias y sueños selváticos. Para
forestal), abundante en fuentes pero individuales-colectivos, expectativas, el especialista facilitará el camino del  191
poco sistematizadas hasta la fecha. esperanzas, utopías que llama sueños conocimiento y con ello contribuirá
En Una tierra para sembrar sueños y que pertenecen tanto a mestizos co- a crecer el debate histórico, político y
Jan, haciendo gala de sus dotes de his- mo a indígenas, a madereros como académico en torno y sobre la selva
toriador, nos lleva desde los archivos de a campesinos, a mexicanos como a Lacandona.
la Secretaría de la Reforma Agraria, guatemaltecos.
de la Empresa Forestal “Maderera Ma- No pudo haber mejor selección de III) Las conversaciones
ya”, de la familia Bulnes hasta los de las personajes que la que hiciera Jan para
organizaciones de base como el “CDLI” mostrar el mosaico humano que ha- No cabe la menor duda de que la lec-
o la misma “ARIC Unión de Uniones”. bitó y habita la selva. El descendiente tura de un libro es antes que nada una
A la par, Jan introduce sus vivencias de maderero que quiere parar la “colo- conversación orientada por los intere-
personales, sintetiza libros y artículos nización desordenada” a través de una ses del lector y, en ese sentido, no
académicos, retoma folletos, notas, “empresa forestal moderna”, sueña al puedo dejar de mencionar que en Una
cuadernos inéditos, informes, “diag- lado de la fotógrafa suiza protectora tierra para sembrar sueños encontré
nósticos” y leyes escritas entre 1950 y tanto de lacandones como de antro- motivos suficientes para seguir con-
1999 que estaban dispersas o que eran pólogos de la época. En seguida viene versaciones colectivas y debates en
totalmente desconocidas por un pú- el sueño del descendiente del latifun- torno a la sui generis cuestión agraria
blico numeroso. dista asturiano Canuto Bulnes, quien de la selva Lacandona. Me llamaron la
De Vos nos ofrece en su libro una más que vivir como opulento finquero atención en particular los sueños del
mirada diferente y bien documentada cuando Jan lo llegó a visitar en 1985, montero y escritor Pedro Vega y
sobre la tan manoseada historia re- habitaba en un “ranchito” cercano a la de Jaime Bulnes Flanagan, heredero de
ciente de los habitantes de la selva Laguna de Miramar. Luego vienen los un latifundista español. A través
reseñas Desacatos primavera 2003

de sus testimonios uno conoce de viva misma. Militarización que, enfatiza, indígenas politizados de la selva La-
voz cómo propietarios ausentistas o ha contribuido al crecimiento del candona y de Chiapas. Pero esto que
herederos latifundistas de la selva no divisionismo comunitario. El autor para algunos podría ser visto como una
quisieron, o bien no pudieron, defen- señala con certeza que para hacer virtud puede convertirse en motivo de
derse de la expropiación agraria pos- frente a las políticas neoliberales ve- controversia y crítica. De hecho, des-
revolucionaria cuando en otras nideras se requiere, antes que nada, de su primera presentación en Chia-
regiones de Chiapas la reforma agraria restaurar el tejido social de las comu- pas, Una tierra para sembrar sueños ya
no tocó los intereses de importantes nidades indígenas así como “preser- empezó a levantar pasiones entre ac-
familias latifundistas. Este trato dife- var” los recursos naturales de la selva. tores de los diferentes procesos políti-
rencial a los grandes propietarios de Esto último sería la mejor manera de cos de las tres últimas décadas. Esto
las distintas regiones de Chiapas celebrar la memoria de los tres per- no resulta extraño, pues en Chiapas
podría explicarse al recordar que la sonajes no indígenas que escogió de hay cientos de historias no contadas
selva fue la última frontera usada co- Vos para su libro: el montero-escritor, que en Una tierra para sembrar sueños
mo válvula de escape para resolver las la fotógrafa suiza lacandófila y la del encontrarán no sólo un interlocutor
demandas agrarias de muchas partes maderero-ranchero. Todos ellos “pa- sino una voz distinta y perturbadora.
del estado y del país. saron los últimos años de su vida Para finalizar de Vos señala la
Me parece también muy acertado viendo transformarse sus sueños necesidad —y agregaría yo un tanto
que Jan haya incluido como parte del [conservacionistas] en [verdaderas] de manera inocente, urgentísima— de
tejido actual selvático el sueño de una pesadillas” (p. 398). conocer de viva voz la historia de la
mujer refugiada guatemalteca. Ya no Por lo que toca a los sueños de los participación de los indígenas en los
se debiera, creo yo, hablar de los refu- otros cinco personajes indígenas que recientes procesos político-militares.
192  giados como un mundo en sí mismo, se incluyen en el libro, Jan nos dice Esto, cuando suceda, nos abrirá sin
encapsulado en sus “campos”, sino ver- que éstos de alguna manera vieron duda nuevas formas de concebir no
los como piezas claves de una historia transformar sus anhelos en realida- sólo la Lacandona sino lo que hasta
fronteriza, selvática, político-militar des. Transformaciones que no fueron ahora hemos dado en llamar “el con-
compartida y diferente. No quiero de- fortuitas sino producto de muchos flicto chiapaneco”.
cir que no se haya escrito suficiente años de esfuerzos organizativos y de
sobre los “refugiados guatemaltecos”; lucha política. Epílogo
por el contrario, se ha escrito mucho
pero a mi juicio lo que ha hecho falta IV) Las pasiones Quisiera concluir diciendo lo que ya
es explorarles como actores mexicanos, he dicho en otros foros: ahora que las
o mejor dicho, como actores binacio- De Vos llegó a México y supo escudri- políticas neoliberales parecieran que
nales de gran envergadura, como bisa- ñar lo mismo en la vida de los indios sólo se interesan por la docencia y la
gras político-culturales de la frontera como en la de los latifundistas; puso investigación mercantilizadas, que
sur. Aunque en Una tierra para sem- así a nuestro alcance voces, documen- bailan al son de los dólares o de la
brar sueños Jan no vincula la guerra tos, testimonios y fotografías que ha- empresa privada, de Vos está ahí con
guatemalteca con la [neo]zapatista, sí bían estado calladas y ocultas, pero lo su trilogía selvática (con su tríptico fla-
invita a pensar con más detenimiento más sorprendente es que a través de su menco como diría Mario Humberto
en esto y abre muchas preguntas para trilogía selvática (La paz de Dios, Oro Ruz) para recordarnos y demostrarnos
futuras investigaciones. verde y el libro que aquí se reseña) uno que para ser “de excelencia” no se
De Vos cierra su libro doliéndose puede, a manera de rompecabezas, lle- necesita más que una buena dosis de
de la deforestación de la selva y criti- gar a armar el propio sueño del autor, sensibilidad, honestidad, arduo traba-
cando la militarización excesiva de la sueño que comparte con muchos jo y mucha pasión.

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