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Antes de empezar…

La verdad, cuando este libro era todavía una idea fresca en mi


mente, me pareció una buena idea entrevistar a varias personas lo
que pensaban acerca del discipulado, cómo lo vivían y sentían en sus
vidas, las experiencias a las que les había llevado el discipulado en
su camino cristiano. Grave error. Es que hoy en día el concepto que
se tiene de discipulado esta completamente distorsionado, de tal
forma de que muchas de las personas con las que hablé del tema
tenían conceptos erróneos, no supieron explicarme bien de que
constaba este ministerio, o no tomaban en cuenta el verdadero valor
de el mismo. Esta es la razón por la que me harté y decidí empezar
por lo más básico que encontré: el diccionario. Y solamente esto
encontré luego de leer por un rato:

Discipulado: acción y efecto de discipular.


Discípulo: el que es discipulado
Discipulador: Aquel que discipula
No les voy a mentir. Terminé de leer esto y me deprimí
completamente porque no encontré una definición más o menos
empírica de lo que es un discipulado.
Y no tardé demasiado tiempo en descubrir que no iba a encontrar
jamás esa respuesta exacta de lo que es un discipulado. Es que en
realidad no se trata de una simple relación alumno-estudiante, no es
tan sólo un seguimiento de un joven, niño o adulto por un líder de
una iglesia, ni tampoco un simple estudio bíblico de teología
sistemática una vez por semana. En este libro voy a tratar de
exponer todo lo que no es un discipulado, lo que sí lo es, su
importancia, y la correcta forma de llevar a cabo este ministerio tan
valioso como olvidado muchas veces.

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A menos que sea absolutamente necesario, voy a tratar de abordar
los temas a tratar de la forma más simple que pueda. Aún así, si no
se entiende algún punto, por favor comuníquemelo así puedo
corregir mis errores en ediciones futuras de este material. Todas las
citas bíblicas que sean puestas en este escrito son tomadas de la
edición Reina-Valera 1960. Igualmente, no creo que cause demasiado
conflicto al lector este detalle ya que esta versión es la más común,
pero nunca está de más la aclaración.

Es mi deber también informarle que este no es todo el libro


completo tal como me gustaría, sino un resumen del mismo con
toda la información básica que necesita cualquiera para iniciarse en
el ministerio del discipulado. Es por eso que esta versión “a prueba
de tontos”© es, realmente, a prueba de tontos. Realmente lo
lamento por todos aquellos lectores que esperaban un libro más
teológico, pero sentí la necesidad de escribir un material lo más
simple y entendible posible. Todas las demás cosas que necesiten
aclaración, serán oportunamente explicadas con asteriscos y notas al
pié de página.
Agradezco de antemano a todas las personas que me apoyaron y me
dieron sus testimonios y opiniones del tema, a la música de las
bandas como Cristo Para las Naciones (especialmente el disco
SuperGod , que, aunque tenga un par de canciones medio herejes
tiene otras muy buenas), Rojo, Prudentes, Hillsong y Relient
K que me acompañaron durante las horas que estuve escribiendo, y
especialmente a aquel que me dio absolutamente todo y al que solo
puedo ofrecerle mi vida para adorarlo y glorificarlo.
Bueno, creo que esto es todo por el momento, así que deseo desde lo
más profundo de mi corazón que este trabajo que llegó a sus manos
le sea de tanta bendición como lo es para mí el poder escribir esto.

El Escritor

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Discipulado: ¿Qué es?
Antes de abordar el tema de la ejecución de un discipulado,
debemos empezar por lo más básico. Qué es realmente
“discipular” o “ser discipulado”.
Para ello, tomemos en cuenta la definición de un diccionario
mejor del que usé al principio del libro*:

Discipulado: Relación de tutela en la que una(s) persona(s)


enseña(n) algo a otra(s)

Ahora, analicemos lo que acabamos de leer.


• “relación de tutela”
Esto se podría traducir como una forma de trato con otra
persona en la que no sólo se involucra una enseñanza. “Tutela”
es la palabra clave en ese fragmento: este simple vocablo
puede significar “autoridad”, “protección”, “cuidado” o
“consejería”. Pero ¿Qué término se aplica a la definición de
discipulado que estamos buscando?
La respuesta es simple: TODAS. Al convertirte en discipulador,
no se trata simplemente de una clase de la escuela, en la que
uno dicta su clase y punto. La experiencia me demostró que en
un discipulado regular, tanto discípulo como discipulador
aprenden más por el tiempo juntos que por la cantidad de
información que pueda proporcionar el líder a cargo. Esto, en
español significa que la relación que uno desarrolla con el otro
se convierte en una parte fundamental del ministerio. El
discipulado pasa a ser no solamente en un mero estudio
bíblico, sino en un trabajo integral en nada más y nada menos
que una vida. Una vez un amigo me dijo “el tema de discipular a
alguien no es ninguna broma. Pensá que en el tiempo que estés
compartiendo con tu discípulo estas influenciando no solamente en

*: Al principio del libro, use un diccionario común y sus definiciones de forma textual. En esta parte, formulé una
definición en base a la definición de discípulo y discipulador de un Diccionario Enciclopédico.
su conocimiento, sino que estas trabajando con su alma
directamente. Esa persona que vos dedicas tiempo no solo es
edificada por lo que vos le compartís de la Palabra, sino que también
por la forma en la que formas un lazo más profundo con ella. Esa
persona te ve no solo como un maestro, sino como un amigo, un
ejemplo, alguien en quién confiar. El discipulado no solo se limita a
la hora en la que hablan, sino a las otras 23 en las que seguís
orando por esa persona, que te preocupas por lo que le pasa, que se
convierte en tu responsabilidad.”

Sin embargo, este crecimiento gracias a la relación no es


solamente para el discípulo. Resulta sorprendente ver cómo la
vida del discipulador cambia a través del trabajo con otros. El
discipulador, para ser digno de ese título, debe estar a la altura
de ser “tutor” de su discípulo. Debe de estar en una situación de
dependencia directa a Dios para poder influenciar
correctamente a la persona a su cargo. Pensemos por un
segundo: ¿con qué cara podría venir uno a enseñar a
cualquiera sobre, no sé… cuidar nuestro cuerpo, cuando en
nuestra vida ese precepto no existe? El discipulado obliga al
discipulador a crecer espiritualmente a la par de su alumno para
poder cumplir correctamente con su labor, de lo contrario, sería
un esfuerzo en vano.
Ahora, esto no significa que el día que te conviertas en
discipulador está prohibido a tener luchas espirituales, sino todo
lo contrario. Al escribir esto, me acuerdo de otro amigo que
cada vez que lo veía, venía con alguna cosa nueva que había
aprendido. Durante un lapso de dos años y pico, sufrió cambios
espirituales realmente bruscos, padeció los peores momentos
de su vida, redescubrió infinidad de veces que no estaba
haciendo las cosas bien en su vida… y aún así nunca dejó su
ministerio de discipulado ni lo descuidó por un segundo. Es
más, podría decirle que todo eso que vivió lo usaba para
complementar y perfeccionar su trabajo. Todo lo que en su

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experiencia aprendía, compartía a sus discípulos, y a medida
que mantenía su ministerio, seguía buscando a Dios y que lo
cambiara a él con mucha diligencia y fervor. Una vez me dijo
“cuando prediques, discipules o quieras compartir con alguien algo
de la Biblia, si Dios no te habla a vos primero, mas vale no hablar
nada.”
En vista de todo esto, podemos resumir que al decir que un
discipulado es una “relación de tutela”, decimos que se trata de
una relación líder-discípulo en la que mediante el estudio de la
Palabra, el tiempo compartido y una relación personal con Dios
cada día más ferviente se consigue un crecimiento espiritual
mutuo, un lazo fraternal entre ambas partes (líder y discípulo) y
una ejercitación de los dones espirituales de cada uno.

• “…enseña(n) algo…”
Está más que claro que el discipulado tiene como fin afianzar
las raíces del creyente mediante el estudio de la Biblia. Pero…
¿es necesario tener un plan de estudio? ¿Debe uno prepararse
de forma especial para ser discipulador? ¿La enseñanza del
discipulado es siempre lineal, o puede sufrir variaciones?
Vayamos por partes. Es realmente útil tener siempre en claro
de lo que queremos hablar en un discipulado. No se puede abrir
la Biblia y hacer un tatetí de versículos para tener un punto de
conversación. Es algo estúpido u completamente irresponsable.
Sin embargo, no podemos apegarnos el 100% a un cuadernito
con lecciones, o a una planificación hecha con temas.
Pensemos por un segundo en esta charla entre un joven y su
discipulador:

-¿como andás chavón? ¿Cómo anduvo la semana?


-Y… la verdad no muy bien. Resulta que el otro día se me
murió mi perro y no tengo bien en claro por qué Dios dejó
que esto me pasara si yo lo quería tanto. No agarré tanto la
Biblia estos días porque me envicié con el “Pokémon

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Violeta con lunares amarillos” y me olvidé. Aparte hay una
chica en la Facu que me esta volviendo loco, y parece que
yo también le gusto. Se que anda con otro pibe, pero… ¡Es
tan linda! No se que hacer… Y lo peor de todo es que me
dieron unas ganas de volver al boliche que ni te cuento…
Unos amigos me mandaron un mensaje hoy de que si esa
noche íbamos a bailar no les contesté que sí ni que no…
-Bueno, que bajón. Igual, no te hagas drama. Hoy vamos al
paso 3 del libro 2 del discipulado que trata de los dones
espirituales y cómo aplicarlos en tu iglesia local. Abrí tu
Biblia en…

¿Realmente hizo bien el discipulador en esta situación? Es


demasiado obvio que en este caso la preocupación por
completar el librito del discipulado dejó de lado completamente
la necesidad de consejo de su discípulo. Es por eso que es
prácticamente obligatorio que el discipulador tenga siempre
versículos bajo la manga todo el tiempo para toda ocasión. En
mi experiencia personal, puedo acordarme más reuniones con
mi discipulador las cuales tratamos mis problemas personales
que de veces que seguimos con la lección en orden
cronológico. Al final, tal vez vimos todos los puntos que se
propuso en el año, pero no en un orden lógico-temático sino
mas bien basado en las necesidades espirituales de cada uno
No debemos olvidar que al trabajar en el ministerio del
discipulado estamos trabajando con una vida, una persona que
sufre, siente, piensa y vive todos los días, incluso, aunque
parezca increíble, cuando no lo vemos. Una vez alguien me dijo
“hay que estar siempre un paso delante de tu discípulo. Aunque
suene un poco feo, uno siempre debe saber más que el otro, tratar de
tener las respuestas siempre a al mano.” Y esa es la razón por la
que hay que estar cada día con una comunión más fuerte con
Dios para poder ser discipulador, y hay que prepararse bien
para esto. De lo que vayas a hablar, siempre tenerlo estudiado,

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pues siempre el discípulo te puede preguntar sobre algo más
profundo del tema. NO es necesario ir a un instituto bíblico
durante 3 años para ser un buen discipulador*. Sólo basta con
ser un siervo diligente de Dios, y dedicarle tiempo y esfuerzo a
estar cerca de Dios, así poder transmitirle lo mismo a tu
discípulo.
“El ejemplo que vos des con tu vida a tu discípulo es una parte
fundamental de la enseñanza y la edificación que se genere en él. Es
igual o más importante que el estudio que tengas de algún tema que
le hables el hecho de que realmente vivas lo que estas diciendo. De
lo contrario, no sos más que un mentiroso, un hipócrita, y todo lo
contrario a alguien de bendición para una vida”, me dijeron alguna
vez hace tiempo. Y en realidad, algo que parece tan lógico
muchas veces no le prestamos mucha atención. 1Co 10:12
dice: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.”, y es,
a mi parecer, una de nuestras mayores responsabilidades en
nuestro ministerio, y no solamente pensando en el discípulo,
sino también en el discipulador, quien resultaría más dañado al
desarrollar su tarea de forma indigna. Para resumir todo esto,
podríamos decir que es necesaria una preparación, que es
necesario una idea de lo que vas a hablar, pero más necesario
es un ejercicio espiritual diario y una dependencia constante de
la guía de Dios para no fracasar.

• “una(s) persona(s) enseña(n)... a otra(s)”


En esta parte vamos a tratar dos puntos en especial: 1)
¿Cuántas personas pueden discipular a la vez a alguien? 2)
¿Cuántos discípulos puedo tener al mismo tiempo? 3)¿Quién
enseña y quién aprende en un discipulado?
¿Cuántas personas pueden discipular a la vez a alguien?
A decir verdad, no hay ningún precedente de algún tipo de
problema en que varias personas discipulen a alguien que yo
haya oído. Haciendo memoria, recuerdo un grupo de chicos
que recibían instrucción de un joven, mientras eran discipulados

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: Con esto no digo que no sirve de nada ir a institutos bíblicos en cuanto a discipulados. Si tenés la posibilidad de ir
a uno, no lo dudes. Pero que no hayas ido o que no estés por ir a uno no debe de detenerte en tu deseo por discipular
*
por otro. También puedo nombrar un pequeño experimento que
hicimos una vez un amigo y yo manteniendo un discipulado en
conjunto con un solo chico a la vez. Nos juntamos ese día los
tres (el discípulo, mi amigo y yo) y no hubo ningún tipo de
inconveniente. Sin embargo, éstos son casos aislados, y de
acuerdo a la experiencia, considero como ideal que una sola
persona se encargue de discipular a alguien en particular, ya
que se me ocurre que pueden ocurrir estos inconvenientes:
1. Diferencias de criterio: Esto quiere decir, que
ambos discipuladores tengan ideas o
concepciones distintas de un mismo tema en
especial, causando confusión en el discípulo. Esto
es fácil de solucionar, pero aún así entorpece el
ministerio completamente.
2. superposición de horario: Esto es en el caso de
que ambos discipuladores deseen tener sus
reuniones aparte. Puede resultar bastante
incómodo hacer elegir al discípulo entre dos
líderes cuando en realidad los dos intentan
acercarlo a Dios, y esto sin mencionar los roces
que puede causar entre los dos discipuladores.
3. Falta de continuidad de la enseñanza:
Supongamos que un discipulador “X”, al cual
llamaremos a partir de ahora Marcos, le enseña a
su discípulo sobre… no se… el pacto mosáico. Al
otro día viene el discipulador “Y”, llamado Felipe, y
le da al mismo joven una clase de la doctrina de la
caída. Al día siguiente vuelve marcos y sigue con
su cátedra de pactos en el antiguo testamento, y
Felipe al otro día vuelve con su charla de teología
sistemática. Al final de la semana, no vamos a
tener otro resultado que un joven que no entendió
nada de nada porque, sin importar lo buenos
discipuladores que tenga, trataron de rellenarlo

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con información sin continuidad. Es enteramente
necesario tener un plan de enseñanza, y tratar de
variarlo lo menos posible. Si tenemos a dos
discipuladores a la vez, esto tal vez se complique
un poco.
4. Agobiamiento del discípulo: Es también
bastante probable que el discípulo se sienta
acosado en un punto por la iglesia si hay dos o
mas personas manteniendo un discipulado con él.
Esto, que al principio es algo que parece bueno,
se convierte en la causa principal de un posible
alejamiento del discípulo del interés por ser
discipulado.

Aún así, esto que aquí escribo es puramente teórico, y no es


todo lo que puede pasar. Puede ser realmente beneficicioso
que alguien tenga dos discipuladores, pero también puede ser
dañino.

¿Cuántos discípulos puedo tener al mismo tiempo?


Esta pregunta es sencilla de contestar: todos los que quieras,
siempre y cuando el resto de tus ministerios no se entorpezca si
es que tenés algún otro y no descuides tus obligaciones. Puedo
recordar fácilmente a un joven que conocí que pasaba todo un
día visitando jóvenes de su iglesia, pero esto causó que tuviera
problemas en su casa, descuidara su propio estudio bíblico y su
relación con Dios. Es evidente la necesidad del discipulado,
pero esto no te obliga que tengas veinte discípulos. Si podes
tenerlos, y te da el tiempo y las ganas, no lo dudes. Pero no se
recomienda que tengas más de tres o cuatro discípulos al
mismo tiempo. Una solución práctica a este problema también
puede ser el discipular a varios jóvenes a la vez. Yo mantuve
un discipulado compartido con un amigo durante más de una
año sin ningún problema, y esto era también un alivio para

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nuestro discipulador, agobiado por todos sus ministerios y
determinado a no abandonar ninguno. Dios nos hizo
administradores de nuestro tiempo, y es nuestra
responsabilidad cómo lo manejamos.
¿Quién enseña a quién en un discipulado?
Esta es en realidad una pregunta con trampa. Es evidente que
el discipulador enseña al discípulo, pero a lo que quería llegar
con esta pregunta es a los diferentes circuitos de la enseñanza.
Ahora vamos a ver cuatro esquemas aplicables en un
discipulado:

Esquema 1:
En este esquema, de extrema simplicidad,
podemos ver con claridad el circuito de enseñanza
más común: el maestro le enseña al alumno y
punto final. Este sistema es imposible de aplicar
al discipulado por estar incompleto y es
impersonal (no hay un lazo entre las dos partes).
Es más parecido a una clase de escuela que a
cualquier otra cosa.

Esquema 2:
Aquí podemos ver un tipo de relación en la
que ambos, discípulo y líder, aprenden el uno
del otro. Es una forma imperfecta del ideal
que debemos apuntar, ya que es solo una
parte de los componentes que necesitamos en
un discipulado bueno. Es muy parecido al
crecimiento obtenido de una amistad.

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Esquema 3:
En este otro esquema encontramos a Dios
proveyendo al discipulador de lo que debe
compartir al discípulo. Aunque esto parece
correcto, este modelo es mas parecido a una
predicación o una plenaria que a un
discipulado. Continua siendo imperfecto para
lo que necesitamos.

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Esquema 4:
Este es el sistema ideal de un discipulado:
Dios como proveedor del conocimiento tanto
para el discipulador como para el discípulo.
El líder pasa a ser, entonces, un instrumento
de edificación para su discípulo y viceversa.

Podemos nombrar sistemas más complejos, en donde


participan más de un discípulo o un discipulador, pero la forma
de trazarlos serían las mismas, o bien estaríamos hablando de
un sistema de células, el cual si bien es bastante parecido a un
discipulado consta de una organización diferente y más
compleja.

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Discipulado: ¿Para
qué?
Hasta ahora vimos, desde un punto de vista bastante teórico, lo
que es un discipulado, pero… ¿es acaso tan importante? ¿Cuál
es su utilidad en la iglesia? Esta pregunta se puede contestar
de diferentes miradas. Vamos a revisar cada una de ellas:

La mirada Bíblica
Desde el puno de vista bíblico, el discipulado tiene mucho a
favor. Primero que nada, el modelo primitivo de la iglesia estaba
basado en el discipulado. Podemos encontrar muchos ejemplos
de esto: las descripciones de la iglesia dadas en el libro de los
Hechos revelan que este sistema era algo muy común y
efectivo. Los libros de Timoteo son escritos de el apóstol Pablo
a su discípulo, en los cuales el apóstol le da una serie de
consejos a la distancia. E incluso el mismo apóstol fue, antes
de servir, discipulado: recibió instrucción del antiguo testamento
del rabino Gamaliel, uno de los hombres más influyentes entre
los doctores de la ley de la época. De hecho, todos y cada uno
de los apóstoles fueron discipulados antes de su servicio. El
mismo Cristo deja el mandato de “…hacer discípulos a todas las
naciones…” (Mt. 28:19). Además me atrevería a hacer un
paralelo entre el discipulado y la evangelización:: en los otros
pasajes donde se encuentra la Gran Comisión (en Marcos
16:15 y Lucas 24:45-46) en vez de hablar de discipulado
encontramos que hablaban de “…predicar el evangelio a toda
criatura…” y “…predicar el arrepentimiento y el perdón de pecados
en todas las naciones…”, pero sin embargo, aún pareciendo que
hablan de diferentes cosas, presentan la misma comisión de
distintas formas: predicar el evangelio, predicar el

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arrepentimiento y el perdón de pecados, hacer discípulos (o
discipular) a todas las naciones.
Cada uno de los discípulos de Cristo tuvo, a su vez, discípulos
(Justino mártir, Clemente de Alejandría, el historiador antiguo
de la iglesia Eusebio, por sólo nombrar algunos), los cuales se
encargaron de construir junto a ellos la iglesia primitiva.
En resumen, podemos encontrar al discipulado como una base
de la iglesia, un modelo de evangelización y enseñanza bíblica,
y un mandato.

El Discipulado desde el punto de vista actual


Actualmente, el discipulado es muchas veces olvidado,
postergado, o puesto en práctica de forma desordenada o poco
efectiva debido, posiblemente, a la falta de conciencia de lo que
este ministerio significa, conlleva y requiere. Entrevistando a
varias personas sobre lo que piensan del discipulado*, pude
obtener las siguientes opiniones:

“el discipulado es algo fundamental en una iglesia. Genera un


mismo sentir en cada uno de los miembros: ayuda a que todos y
cada uno de sus miembros crezca espiritualmente, que todos piensen
y sientan la Palabra de Dios de la misma forma, y crea unión entre
los hermanos. No se debe ver al discipulado como una simple clase
de teología o un maestro personal de Biblia, sino como un medio por
el que el inconverso puede conocer acerca del Salvador, el creyente
nuevo puede echar raíces más firmes en su nueva fe basándose en la
Biblia, y el hermano de hace tiempo puede seguir aprendiendo cómo
vivir plenamente su vida en Cristo y disfrutar de Dios cada día más”

“Una iglesia sin un ministerio activo de visitación y de discipulado


no puede progresar, ni crecer, ni nada. ¿Cómo esperamos que
vengan nuevos convertidos si entre nosotros mismos no estamos
seguros de nuestras bases? Rogamos por ganar almas, pero no nos
preocupamos de crecer espiritualmente, no escudriñamos la palabra

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*: Decidí no poner los nombres de las personas que entrevisté ya que no pedí la correcta autorización para publicar
sus opiniones en todos los casos debido al momento en el que escribo esto.
de Dios, no la enseñamos entre nosotros, y no la vivimos día a día.
Mira a todas las grandes campañas que se hacen en el Obelisco, en
las calles, en los estadios deportivos. Escuchamos que se convierten
100, 200 ,500 personas. Que en el recital de banda Pirulito en
nosedónde 9845310541540834866510318465,54894 jóvenes
levantaron la mano después de la predicación. Pasaron dos meses ¿y
dónde están? Las iglesias deberían estar rebalsando de gente. ¿Otros
más que se sumaron a las filas de los cristianos apartados? ¿Alguien
se preocupó de charlar con alguno de ellos? ¿De explicarles ALGO
de lo que escucharon? ¿De ver qué pasa por su cabeza? ¿De aunque
sea saber sus nombres y orar por ellos, de llevarlos a la iglesia, o de
velar de que crezcan espiritualmente? Por eso la iglesia no avanza.
Por eso el cristianismo está como está. Por que no buscamos crecer
nosotros, y porque no nos dolemos de verdad por las almas que se
pierden. Y estos dos problemas se solucionarían fácilmente con un
activo ministerio de visitación y discipulado”

“El discipulado es una fuente casi ilimitada de posibilidades de


crecimiento para una iglesia, aplicable a todos los sistemas
organizacionales de la misma y promotor de unión de criterio por
excelencia. Cualquier persona, de cualquier edad, condición física y
espiritual, nivel de pensamiento o posición en la iglesia es
beneficiada por discipular o ser discipulada. Desde una iglesia de
células hasta una estructurada con rangos jerárquicos puede
desarrollar este ministerio, tanto como herramienta de
perfeccionamiento como de evangelización. Como institución,
cuerpo o simplemente grupo humano de personas, la iglesia es
completamente beneficiada por el discipulado. Incluso me atrevería
a decir que es el ministerio que más frutos puede producir, por el
crecimiento, la preparación, el conocimiento que se adquiere y la
dependencia a Dios que este provoca tanto en el discipulador como
en el discípulo”

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Discipulado:
¿Cómo se hace?
Sinceramente, no creo que exista una receta mágica, una forma
metódica o un sistema especial que se pueda repetir parea
hacer un discipulado. Recordemos que estamos hablando del
trato con personas, y que este ministerio en sí mismo se trata
de relacionarnos con nuestro discípulo, por lo que es imposible
aplicar un sistema cerrado y súper mecánico en todos los
discipulados. Nunca nos vamos a encontrar con dos personas
iguales, y nunca vamos a poder hacer lo mismo en todos
nuestros discipulados.
Sin embargo, hay un par de cosas que no pueden faltar en un
discipulado, sin importar cómo hagamos un discipulado.
Algunas cosas que debemos tener en cuenta son:
 El lugar de reunión
Siempre debemos procurarnos un lugar de reunión tranquilo. Es
evidente que no podemos mantener un discipulado en un lugar
donde el ruido no permita charlar cómodamente. Pero además
de ser silencioso, sino que también debe ser de fácil acceso.
¿Qué sentido tiene citar a un discipulado a alguien en un lugar
demasiado lejos como para que pueda llegar? ¿O para que uno
pueda llegar? ¿O invitarlo a un lugar desconocido para él?
Debemos de procurarnos un lugar fijo para tener estas
reuniones. Pero, en el caso de no poder reunirse siempre en el
mismo lugar, por lo menos, debemos asegurarnos de que sea
un lugar cómodo. En un discipulado, como hemos visto, la
conversación no siempre se va a centrar en el mensaje que
preparamos para el día. Es muy probable que nuestro discípulo
traiga una carga en su vida de antemano, y no es para nada
conveniente mantener una reunión así en un lugar donde

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puedan ser interrumpidos, o donde el discípulo no se sienta
cómodo. Es mucho mejor atrasarse con la lección que tener un
discípulo que no pueda expresarse libremente. Una de las
principales causas por las que un discipulado falla, es por la
falta de afinidad y conexión entre discipulador y discípulo, y el
lugar de reunión es un factor que va a influir mucho en la forma
en la que puedas mantener tus discipulados.
 El Horario
El tiempo, como en todo ministerio o trabajo que emprendas, es
algo al que hay que prestarle especial atención. Lo primero que
debes buscar es un horario cómodo para ambos. Por ejemplo,
si tu discípulo trabaja hasta tarde, no podemos citarlo a las 7 de
la mañana, es algo que no tiene demasiado sentido. Otra cosa
que debemos tener cuidado es la extensión de la reunión. Una
vez oí a alguien decir: “No sabes loco, me junté con Pedrito* el
otro día para el discipulado. Después vino a dormir a casa y nos la
pasamos desde las 3 de la tarde hasta las 10 de la noche estudiando
la Biblia. Fue genial…”, mientras que otro discípulo de Pedrito
decía: “ufa Chacón estoy cansado de hacer discipulado con Pedrito,
siempre la hace re larga y me re aburro”. No todos soportan el
mismo ritmo de enseñanza, por lo que debemos fijarnos bien
respecto a esto. Lo más común son reuniones de una hora a
hora y media, una vez por semana, pero esto debería ser
ajustado de acuerdo a las necesidades de cada situación, el
tiempo con el que se cuenta, etc.
Otra cosa que es muy importante es la continuidad. Es vital que
se trate de mantener los días y horarios fijos lo más que se
pueda, incentivar la puntualidad y no interrumpir la regularidad
de las reuniones. Es bien sabido que cuando dejamos de hacer
algo por voluntad propia, lo postergamos una vez. Dos veces,
tres… luego se convierte en costumbre y termina por destruir la
actividad que estamos desarrollando. Pasa exactamente lo

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*: Pedrito, al igual que la banda pirulito citada en la página 14, son nombres de fantasía dados a personas y bandas
reales cuyas identidades reales no quiero revelar. Es una aclaración realmente tonta, pero por las dudas…
mismo con este tipo de reuniones. Recordá, el factor tiempo es
esencial.
 La lección
Es verdad que hasta ahora dijimos que no siempre vamos a
poder guiarnos por la lección que preparemos. Pero esto no es
excusa para ser holgazanes. No siempre vamos a poder
guiarnos de la experiencia semanal de nuestro discípulo. Es
importante que tengamos un orden de temas que vamos a
tratar en el discipulado tratando de organizar un programa que
abarque un periodo de mediano plazo (un par de meses es
suficiente, aunque debemos revisarlo periódicamente), de
acuerdo a la edad, el sexo, la mentalidad y su crecimiento
espiritual actual, No podemos hablarle a un preadolescente de
13 años recién convertido de escatología de los libros proféticos
del antiguo testamento, cuando inclusive cristianos desde hace
bastante tiempo ni siquiera tienen idea lo que significa
“escatología”. ¿Tu discípulo es recién convertido? Hablale de
vida cristiana: de la oración, de la importancia de la Biblia, de
doctrina simple como el nuevo nacimiento, o la salvación por
gracia, la Gran Comisión, etc. ¿Te tocó un/a adolescente?
Temas como las tentaciones, las cosas que contaminan la
mente, la concientización al trabajo cristiano, las relaciones con
otros, la forma de elegir tus amistades son obligatorios. ¿Estás
discipulando a alguien ávido de conocimiento? Enseñale
doctrina bíblica avanzada. Pero lo más importante: todo lo que
prepares debe tener al menos una aplicación personal. No
sirve de nada tener un súper teólogo que no viva lo que sabe.
Es evidente que no siempre podemos contar con que nuestros
planes salgan como queremos, peo no deja de ser importante
que nos preparemos con diligencia en caso de que todo salga
de acuerdo al plan.

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 Cuando no estamos en la reunión
Muchos piensan que el discipulado se limita a la hora y pico
que uno comparte con alguien que sabe menos de la Biblia que
uno. Que la función del discipulador es de guiar al discípulo una
vez a la semana mientras completa el librito que te dan el día
que levantaste la mano en una conferencia/reunión/encuentro
deportivo/campamento. Quienes piensan esto, los considero un
conjunto de fracasados que no tienen ni la más cercana idea
de… bueno… de ninguna cosa en la Tierra*. La tarea del
discipulador comienza en la reunión, pero es solamente el
comienzo. Cualquier ser humano con una pizca de corazón se
preocuparía por la persona que está bajo su tutela, aunque sea
un poco. Y un discipulador, que se supone que no está
trabajando para su propio orgullo, que actúa movido no con el
amor humano como combustible sino impulsado por el amor a
Dios, que busca perfeccionarse a sí mismo y a las futuras
generaciones en una vida piadosa que tema y ansíe a Dios en
todo momento, no puede ser diferente. Es esencial que el
discipulador mantenga contacto continuo con su discípulo, ya
sea telefónicamente, mandándole mensajes durante la semana,
o visitándolo. Que el discípulo tenga formas de comunicarse
con su discipulador es otra cosa muy importante: que pueda
contar con él en cualquier momento, que pueda encontrar
consejo no solamente una vez por semana. Enseñarle con el
ejemplo es algo de vital importancia, que vea que el creyente es
verdaderamente un cristiano el tiempo que esta en su estado
natural, que no vive una religión de fin de semana, sino una
auténtica vida nueva, con todos los conflictos y luchas de
cualquier otro ser vivo del planeta, pero siempre victorioso en
Cristo.
El ministerio de la visitación va prácticamente de la mano del de
discipulado. Permite al discipulador mantener una suerte de
control del crecimiento del discípulo durante la semana, aparte

19
*: Mi intención al escribir esto no es ofender a nadie, pero es lo que en mi corazón pienso. Si alguno se siente
ofendido de alguna forma por mis palabras, lo lamento mucho.
de brindarle apoyo moral y dirección en lo que le cueste
enfrentar. Es prácticamente obligatorio en los nuevos
convertidos y los “niños espirituales”, así como en los casos de
“cristianos apartados”. Es tal vez el ministerio más dejado de
lado por las iglesias por ser el más tedioso y el que más tiempo
requiere. Pero así también es el ministerio que más resultados
trae, el que más edifica, y el más gratificante; en el discipulado
no solo se convierte en una responsabilidad y una obligación,
sino en una herramienta.
Pero no sólo se puede ayudar al discípulo con la presencia. La
oración constante y diaria por la vida de tu discípulo es tanto o
más importante que todo lo que estuvimos hablando hasta este
punto. No olvides que el discipulador es tan solo una
herramienta, que el que realmente debe tocar la vida de el
discípulo es Dios, es el autor y único dueño de la obra, por lo
que siempre se le debe pedir a Él que trabaje en esa vida si así
es su voluntad. Siendo Él quien da todas las cosas, es lógico
también depositar nuestra confianza y nuestros deseos en Él.
 La preparación
Un par de páginas atrás escribí que no es necesario hacer un
curso en un instituto bíblico para ser un buen discipulador. Pero
eso en ninguna forma significa que cualquier zanahoria con
edad suficiente para ser líder puede ser un discipulador. Este
no es un ministerio tan simple como muchos piensan, pero con
las herramientas necesarias se convierte en algo que se mueve
y fluye por sí mismo. La preparación es algo primordial en este
ministerio. Uno no puede ir y hablar de algo que no tiene idea.
Es necesario conocer pasajes para cualquier situación, en caso
de que la lección preparada lleve a otros temas. Por ejemplo,
se puede empezar hablando de… no se… las tentaciones. En
base a esto, nuestro discípulo puede preguntar algo más
específico, como la tentación carnal, que lo lleva a preguntar
sobre noviazgo y casamiento. Explicamos que Dios prepara y

20
provee de estas cosas al ser humano, y el discípulo pregunta si
esto se aplica a todo o demás: dinero, salud, apoyo en
situaciones difíciles, consuelo en momentos de dolor, etc. ¿Qué
le contestaríamos? Obviamente que sí, pero… nuestro
discípulo nos pregunta: “¿y eso en qué parte de la Biblia lo
dice?”. Por experiencia, sé que cuando no podés contestar
esta pregunta, estás perdido. Esta necesidad de conocimiento
de la Biblia se puede solucionar de una y solo una forma:
leyendo la Biblia. Por ejemplo, para el tema de las tentaciones,
podemos cita 1ra Corintios 10:13, así como Génesis 39:7-13.
En el caso de todas las demás preguntas, encontramos
Romanos 8:31-32 como respuesta inmediata y clara a todas
sus inquietudes. Podríamos citar muchos otros pasajes.
Podríamos ir a Job para el tema de la aflicción, a 1ra Reyes
17:8-16 con el tema del sustento económico, o podemos citarle
uno de los muchos casos de ciegos que recuperaron la vista,
de leprosos que fueron limpiados, de muertos que fueron
resucitados y de cojos que caminaron de vuelta para hablarle
de el tema de la salud, si no deseamos mostrarle la visión del
apóstol Pablo en cuanto a este tema en 2da Corintios 12:7-10.
La Biblia es una fuente vasta de información, llena de palabras
de sabiduría, consejo, y de edificación. Sin esta primordial
herramienta, no somos más que unos charlatanes no muy
diferentes a un necio cualquiera. Lo mejor que podemos hacer
es basar todo lo que digamos a nuestro discípulo en la Biblia.
Tratar de que todo lo que enseñemos este apoyado con aunque
sea un pasaje, y que no vaya en contra de ningún otro*.
Una comunión cada vez más estrecha con Dios es otra parte
esencial de un discipulador; es ilógico trabajar para Dios si no
buscamos de Dios, si no disfrutamos a pleno de una relación
con Él.
Contando con estas herramientas a su favor, el discipulador no
tiene excusa alguna para desarrollar su labor de forma efectiva.

*: La Biblia interpreta a la Biblia, y no se contradice nunca. 21


Sin embargo, muchas veces un pensamiento basado en un
pasaje no es correcto por una mala interpretación del mismo. Por eso debemos asegurarnos que esa idea tenga
continuidad en la Biblia.
 Los pasos finales
Tal vez usted esté un mes, dos meses, o 5 años discipulando a
la misma persona. Lo único que tienen en común todas las
cosas de este mundo es que en algún momento terminan.
Pero… ¿¿Cuándo suspender o detener un discipulado??
La respuesta correcta es… no tengo idea. Eso depende de
cada caso en particular. Lo más recomendable es que nunca se
detenga el discipulado. Con el paso del tiempo, el discípulo
pasa a ver al discipulado más que una reunión de una vez por
semana en la que un líder de iglesia le enseña algo. Si el
discipulado es exitoso, pasa de ser una simple relación de
tutela a convertirse en una amistad íntima y profunda. El
discípulo pasará a ser un estudiante de la palabra, con
capacidad crítica y conocimiento de la Biblia suficiente para
poder estudiar a la par de su discipulador. Y con el tiempo y
esmero, el discipulado pasa a ser una reunión de amigos que
buscan a Dios juntos. Tal vez a estas alturas el discípulo
comience o tenga sus propios ministerios. Entonces el
discipulador sigue aconsejando y ayudando, pero ya no
solamente a generar un amor a la Biblia, sino a perfeccionarse
en su obra. El discipulador, en todo este tiempo, pudo ver
crecer a su discípulo de manera espectacular en los caminos
del Señor. Tuvo la oportunidad de aprender, compartir lo
aprendido y aprender de la experiencia de enseñar a otros.
Cuando llega a la etapa de madurez espiritual de su discípulo,
no se encuentra más con un aprendiz, sino con un par en
Cristo, alguien con el que podrá compartir y trabajar en la obra
sin ninguna dificultad.
A decir verdad, un discipulado exitoso nunca termina.
Solamente se transforma. Se perfecciona de tal forma que
todos sus miembros puedan acercarse a Dios cada día más. Y
cuando esto se logra, se puede decir, al fin, que el trabajo fue
completo.

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Epílogo
Una vez, hablando de mitos indígenas, salió el tema de la
danza de la lluvia. En medio de todo esto, alguien me dijo que
los indios tenían razón, que su danza era siempre efectiva.
Sorprendido, le pregunté por qué estaba tan seguro de eso.
Esa persona dijo entonces “la danza del la lluvia consiste,
tradicionalmente, con bailar una danza ritual alrededor del
fuego para agradar a los espíritus y que éstos produjeran
la lluvia. Resulta increíble saber que éste ritual era infalible
y siempre daba resultado, ¿sabés por qué? Porque el ritual
no cesaba hasta que lloviera: la tribu podía estar dos días o
seis meses repitiendo el ritual, y no paraban de bailar hasta
que lloviera”. Tardé un rato en darme cuenta que era un
chiste, pero no tanto para sacar una enseñanza de ello.
Durante su ministerio, y especialmente en este, va a
encontrarse con momentos hermosos, felices, provechosos.
Momentos que no quisiera olvidar jamás en su vida. Pero
también va a encontrarse con trabas, obstáculos, desilusiones,
fracasos. Pero debemos ser como los indios. No dejar de bailar
hasta que llueva. No rendirnos nunca en nuestro ministerio, no
dejar que el mundo nos gane de mano. Cuando comience con
su ministerio, va a encontrar miles de razones para
abandonarlo, pero debe bastarle solo una para continuarlo: la
alabanza al Señor mediante su trabajo por y para él.

“Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo


para la gloria de Dios.”
1ra Corintios 10:31

23
Índice
1
Antes de
Empezar___________________________
3
Discipulado: ¿Qué es?_______________________
• Relación de tutela
• …enseña(n) algo...
• …una(s) persona(s) enseñan… a otra(s)
o ¿cuántas personas pueden discipular a la vez a alguien?
o ¿cuántos discípulos puedo tener a la vez?
o ¿quién enseña a quién en un discipulado?

Discipulado: ¿para qué?_____________________12


• La mirada bíblica
• El discipulado desde el punto de vista actual

Discipulado: 15
¿Cómo se hace?____________________________
• El lugar de reunión
• El horario
• La lección
• Cuando no estamos en la reunión
• La preparación
• Los pasos finales

Epílogo____________________________________22

24

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