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Letras Libres - Fraenza&Perié - 2011 PDF
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1. Difusión
Durante los siglos xv y xvi, la letra impresa fue el resultado de una práctica en
extremo concentrada, escasa y custodiada. Entiéndase, esta actividad, piedra de
toque de la modernidad en su conjunto debe entenderse bajo los conceptos de
concentración, rareza y tutela. ¿Qué significa esto? Que en muy pocos reinos
(algunos señoríos y repúblicas de Italia y el reino de Francia) se daba el proceso
completo de producción de la letra. Como ya es bien sabido, el que va desde el
cortado de cada punzón en hierro dulce (como una escultura microscópica),
pasando por el templado y la estampa de matrices de cobre, hasta el fundido de
los tipos con los cuales se imprimían los libros. Así, los reinos hegemónicos o de
primera magnitud en la modernidad temprana poseían unas cuantas cajas de
punzones (cuyo valor era comparable al de varios ejércitos) y guardaban la
capacidad para el desarrollo completo de la secuencia como un verdadero
secreto industrial y comercial. En la época de N.Jenson, F.Griffo o C.Garamond,
muy pocos sujetos dominaban el arte y la técnica de esculpir el punzón y
originar la forma del alfabeto. Recordemos que esta capacidad atraviesa las
fronteras hacia la Europa del norte tan sólo cuando los Países Bajos y el reino
prusiano se convierten durante el siglo xvii en potencias comercial y militar de
segundo orden, las tierras bajas independizándose del reino de España y el
estado prusiano, compitiendo en jerarquía con el austríaco, al interior del sacro
imperio. Entre los siglos xvii y xviii, también Inglaterra produce sus propios
punzones y no sólo importa matrices y tipos.
Además de lo dicho, hemos de decir que tales sujetos cuyo trabajo originó la
forma de la letra occidental, fueron muy especiales, bien colocados en lo social y
–sobre todo- de superlativa destreza e inteligencia. Esto no significa que en la
actualidad, diseñar una familia o un alfabeto tipográfico, con los medios que
sea, es cosa simple o ha dejado de ser una de las tareas más difíciles y laboriosas
en el campo del diseño. No obstante, dar forma a un alfabeto ha estado al
alcance de cada vez más sujetos a lo largo de la modernidad. Luego del cortado
de punzones, ya lo sabemos: el trazado mecánico de las matrices y el fin del
plomo, para ser sucedida por la fotocomposición y finalmente con el estallido de
la letra digital.
Ahora bien, ¿una descentralización tal como ésta que mencionamos, la que
efectivamente ha consistido en una dispersión de la producción de las letras en
tanto que insumo del diseño comercial, agota las posibilidades democráticas de
la letra? ¿Es esto todo lo que queremos de la libre circulación de los saberes
relativos a la tipografía?
2. Patrimonio
Tal vez, el arte y el dominio de la letras impresas, no sólo debería estar abierto y
circular libremente para que algunos sujetos se aprovechen comercial o
profesionalmente de ello, sino que, además, dicho arte –en toda su riqueza y
articulación, y no sólo sus productos utilitarios- debería formar parte de la
esfera pública. Para conseguir esto, sería necesario desplegar una suerte de
cultura tipográfica generalizada para que los sujetos, frente a la letra, sean
capaces de comprenderla y tratar con ella en toda su densidad y no sólo en su
manipulación utilitaria. ¿Para qué queremos que circulen abiertamente miles de
fuentes, y que los sujetos con ellas no puedan más que tomarlas como
herramientas del desempeño de un oficio? ¿Acaso es este el dominio público (es
decir, del género humano) que se espera en relación a la letra? ¿Porqué no
conseguir que cada vez más sujetos se inicien en el universo complejo de las
letras? ¿Porqué no tener como meta que –además- lo hagan cada vez con más
conocimiento? Todo esto, para reducir el hiato entre legos y expertos en la
administración de una herencia que lo es, de toda la humanidad.
3. Galaxias
Desde que los astrónomos David Crawford y Tim Hunter de Tucson (Arizona)
fundaran en 1987 la International Dark Sky Association (ida), numerosas han
sido –en el mundo- las iniciativas cuya finalidad es la conservación intacta del
patrimonio del cielo nocturno. Las conocemos poco pero las reconoceríamos en
su cometido de fomentar una nueva planificación del alumbrado que -
preservando la seguridad y la economía- resguarde la oscuridad celeste, cada
vez que compramos luminarias para nuestro jardín, fachada o patio, las que
deben su forma (“de persiana”) o su tecnología (de sodio de baja presión) al
efecto persuasivo de tales colectivos. Si bien es cierto que se necesita un
alumbrado eficiente por motivos de seguridad -también- pública y tránsito, éste
no debería ser incompatible con los anhelos de quienes desean (o necesitan)
vivir bajo un cielo nocturno más contrastado como lo hicieron sus antepasados,
evolucionando bajo esa bóveda celeste y siendo hombres desde hace 4 millones
de años. ¿Porqué en una era en la que hemos adquirido la capacidad y la
obsesión por conservar hasta las cosas más irrelevantes no podemos preservar
la letra mediante la socialización irrestricta de su conocimiento más específico?
Mientras tanto, mareamos la perdiz discutiendo las licencias de uso de las
fuentes.
4. Público