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Para los seres humanos, el tiempo se mueve en una única dirección que
va desde la anticipación a la experiencia y a la memoria. Aparentemente
el tiempo progresa linealmente del pasado hacia el futuro, dejando
consecuencias tangibles. Esto convencionalmente parece algo
innegable, sin embargo, desde la perspectiva de la física, estos tres
tiempos son en realidad lo mismo. En términos científicos, las leyes de la
física son temporalmente reversibles, lo que significa que los mismos
efectos ocurren no obstante si el tiempo corre hacia adelante o hacia
atrás.
El filósofo Manly P. Hall dijo en una de sus lecturas que "el tiempo nace
de la mente observando el espacio ("Time is born from Mind looking at
Space"). Esto parece ser una glosa de la filosofía hermética y
neoplatónica, donde el nous es la difusión del espacio y por lo tanto el
tiempo es la actividad autorreflexiva de la mente, creatividad espontánea
que se va reificando como una sucesión de objetos separados, al perder
la noción de la unidad indivisible por el oscurecimiento de la conciencia
empañada por la ilusión de la materia. Asimismo, este es el mismo
instante de la creación, según relata el Poimandres, el hombre primordial,
que es sólo arquetipo, que se mira a sí mismo en el espejo del espacio y
detona la trama de la caída por las esferas y el posterior ascenso o
retorno a la fuente, todo como una gran ilusión, espejismo, narcisismo
redivivo. En el Timeo, Platón sugiere que el espacio y la mente están
entrelazadas y forman de su relación el tiempo:
CONCLUSIÓN
Como tema en común encontramos la noción de que el tiempo surge
solamente en relación al acto de observación. Esto es algo que se ha
antropomorfizado con la idea de historias de creación en las que ésta
surge de la mirada, del deseo del creador (o de la causa) de
contemplarse a sí mismo o de disfrutar de la potencialidad infinita de su
propia creatividad, es decir la Mente que se despliega como energía y
materia. La ecuación de la mente y el espacio, que según el budismo
son una unidad indivisible, produce como una de sus posibilidades el
tiempo, el orden, y su procesión de mundos, que desde la perspectiva
absoluta ni siquiera existen. Por otro lado, desde la perspectiva teísta
esotérica, podemos sugerir que el tiempo nace como la autopercepción
de la unidad absoluta, que para conocerse a sí misma debe multiplicarse,
hacerse un otro y de aquí la cadena de apariciones y sucesiones de la
unidad absoluta haciéndose conocida a través de la diversidad, es decir
a través de las relaciones. El Ser, dice Schwaller de Lubicz, se manifiesta
sólo a través de las relaciones. Y las cosas que vemos, como el tiempo,
son los "accidentes que existen en relación al orden absoluto de la luz sin
sombra que es la autocontemplación de la causa". "La creación es
constante y no tiene duración en sí misma. Es sólo cuando la luz se
divide en sí misma que la procreación o la duración comienza". Y
esta "escisión es una 'autocontemplación' que crea el ego" y el orden del
universo como una especie de fractal holográfico o imagen que contiene
en todas sus partes la totalidad. Este es el divino ilusionismo del tiempo,
que nos aparece como una película, con imágenes en
movimiento, cambiando, cuando hay un único fotograma: la eternidad.