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EL TIEMPO NO EXISTE MÁS QUE EN LA

MENTE, SEGÚN FÍSICOS


ALTERCULTURA

POR:  ALEJANDRO MARTÍNEZ GALLARDO - 10/03/2016

FÍSICOS PRESENTAN UNA IMPORTANTE TEORÍA QUE


MANTIENE QUE EL TIEMPO ES UNA CREACIÓN DE LA
MENTE, EN ESTO HACIENDO ECO DE LO QUE DIVERSAS
TRADICIONES FILOSÓFICAS HAN MANTENIDO POR
MILENIOS

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...

Una de las conclusiones que emergen de la teoría de la relatividad de


Einstein es que el tiempo es, evidentemente, relativo: depende de la
velocidad a la que se mueve en el espacio un observador, por lo cual se
considera que es parte de un compuesto llamado tiempo-espacio. Aquí
Einstein ya había esbozado algo que recientemente está siendo
formulado abiertamente diciendo que es la mente la que crea el tiempo.
El tiempo no existe independientemente de la percepción.

Para los seres humanos, el tiempo se mueve en una única dirección que
va desde la anticipación a la experiencia y a la memoria. Aparentemente
el tiempo progresa linealmente del pasado hacia el futuro, dejando
consecuencias tangibles. Esto convencionalmente parece algo
innegable, sin embargo, desde la perspectiva de la física, estos tres
tiempos son en realidad lo mismo. En términos científicos, las leyes de la
física son temporalmente reversibles, lo que significa que los mismos
efectos ocurren no obstante si el tiempo corre hacia adelante o hacia
atrás. 

Algunos físicos explican la dirección de la flecha del tiempo como una


propiedad emergente de la interacción de partículas a nivel cuántico.
Esto quiere decir, en cierto punto, que cuando empiezan a interactuar
con objetos más grandes, las extrañas propiedades del mundo cuántico
pierden coherencia y disminuyen las probabilidades de que puedan
existir en dos lugares al mismo tiempo (superposición) y cosas por el
estilo (como la spooky action at a distance del entrelazamiento cuántico).
Es en este punto, al disolverse el extraño comportamiento de las
partículas subatómicas, en el que el tiempo emerge como una
característica matemática considerable del universo. Esto es explicado
por la física a través de la ecuación Wheeler-DeWitt. La ecuación
sostiene que la gravedad obliga a las partículas subatómicas a
comportarse de manera clásica, por así decirlo, permitiendo que
emerja el universo sólido, predecible y linear que observamos.

En una nueva teoría publicada en la misma revista en la que Einstein


publicó sus artículos sobre la relatividad general, Robert Lanza, director
de Astellas Global Regenerative Medicine y Dmitry Podolsky, de la
Universidad de Harvard, pusieron a prueba la ecuación Wheeler-DeWitt.
Sus resultados muestran que los efectos de la gravedad entran en acción
demasiado tarde para romper la coherencia de las propiedades
cuánticas, lo cual pone seriamente en duda que la gravedad sea
responsable de la dirección universal de la flecha del tiempo. 

"Nuestro trabajo muestra que el tiempo no existe como algo que


esté allá afuera corriendo del pasado al futuro, sino que es una
propiedad emergente que depende de la habilidad del observador
de preservar información de los eventos experimentados", dice
Lanza, quien es autor también de la teoría del biocentrismo, la cual
sugiere que el espacio y el tiempo son constructos de nuestros sentidos
biológicamente limitados. Y afirma de manera categórica "de hecho el
observador crea el tiempo".

Esta afirmación no es tan radical como podría parecerle a algunos, en


realidad es algo que han señalado numerosos filósofos desde hace
siglos y que se encuentra en las tradiciones místicas de diversas
religiones. Consideremos algunas proposiciones filosóficas sobre la
existencia del tiempo solamente como una creación de la mente  o, mejor
dicho, como un constructo relativo a la mente. Podemos hablar de
un continuum espacio-tiempo-mente.

TIEMPO Y MENTE EN EL HERMETISMO 

El alquimista, egiptólogo y filósofo neopitagórico René A. Schwaller de


Lubicz, considera que todo el universo no es más que lo que llama el
evento cósmico, la creación misma que es igual a la eternidad, la cual
percibimos desde la multiplicidad y la separación como una serie de
eventos concatenados (como tiempo) siendo todo un único momento, el
cual llama el paso del Uno al Dos. "La Génesis nos aparece a nosotros
como tiempo", dice Schwaller. En otras palabras si nuestra percepción no
estuviera condicionada por la división sujeto-objeto, percibiríamos la
totalidad del universo dándose a luz (y aniquilándose) a sí misma todo el
tiempo.

En el presente todo se entremezcla, incluyendo todos los instantes


del génesis de todas las cosas. Este presente es una dimensión
inobjetificable que contiene todos los volúmenes. Desde la
perspectiva del espacio, es la necesidad la que provoca que las
cosas existan bajo ciertas condiciones; es también, en el sentido del
tiempo, la posibilidad inmanente en cada objeto cada instante. Así,
la Creación es constante en el esoterismo, pero para el exoterismo
está ubicada "En el principio...".

El filósofo Manly P. Hall dijo en una de sus lecturas que "el tiempo nace
de la mente observando el espacio ("Time is born from Mind looking at
Space"). Esto parece ser una glosa de la filosofía hermética y
neoplatónica, donde el nous es la difusión del espacio y por lo tanto el
tiempo es la actividad autorreflexiva de la mente, creatividad espontánea
que se va reificando como una sucesión de objetos separados, al perder
la noción de la unidad indivisible por el oscurecimiento de la conciencia
empañada por la ilusión de la materia. Asimismo, este es el mismo
instante de la creación, según relata el Poimandres, el hombre primordial,
que es sólo arquetipo, que se mira a sí mismo en el espejo del espacio y
detona la trama de la caída por las esferas y el posterior ascenso o
retorno a la fuente, todo como una gran ilusión, espejismo, narcisismo
redivivo. En el Timeo, Platón sugiere que el espacio y la mente están
entrelazadas y forman de su relación el tiempo:

Ya que si no hubiéramos visto las estrellas, el Sol y el cielo, ninguna


de las palabras con las que hemos descrito el universo habrían sido
dichas. La visión del día y la noche, los meses y las revoluciones de
los años, han creado el número, y nos han dado un concepto del
tiempo y el poder de investigar la naturaleza del universo; y de esta
fuente hemos derivado la filosofía...

TIEMPO Y MENTE EN LA PSICOLOGÍA DE JUNG 


La idea expresada aquí de una relatividad espacio-tiempo-mente fue
concebida por Jung en su libro Sincronicidad, donde plantea que
fenómenos como la astrología o la telepatía podrían explicarse no tanto
como un fenómeno de energía sutil sino a través del concepto del Unus
Mundi, la unidad de la mente y el espacio-tiempo. 

Como he dicho, es imposible, con nuestros recursos actuales,


explicar la percepción extrasensorial, o el hecho de la coincidencia
significativa, como un fenómeno de energía. Esto termina con la
explicación causal también, ya que un “efecto” no puede entenderse
sino como un fenómeno de energía. Así que no puede ser una
cuestión de causa y efecto, sino de caer conjuntamente en el
tiempo, un tipo de simultaneidad… considero que la sincronicidad es
una relatividad del tiempo y el espacio psíquicamente condicionada.

TIEMPO Y MENTE EN EL VEDANTA

Una mirada detallada a la palabra sánscrita māyā, nos puede hacer


comprender esta relación, que hace eco de la interdependencia entre el
observador y lo observado, que forma parte de la epistemología de la
física cuántica. Es en la medición donde el tiempo surge y no sin ella. La
palabra māyā curiosamente tiene una riqueza etimológica que la
relaciona tanto con medición, materia y magia o ilusión. Dice Ananda
Coomaraswamy que māyā es: 

La medición maternal y significa esencialmente la manifestación de


un mundo de apariencias, cuantitativo y en cierto sentido "material",
por el cual podemos estar hechizados o iluminados en la medida de
nuestra propia madurez. Así, la medición es la madre de la materia:
el nacimiento del mundo aparente de las cosas separadas que se
extienden en el espacio y en el tiempo.

Podemos pensar en māyā como la ilusión del tiempo. Esta ilusión puede


percibirse como el mundo del samsara, del sufrimiento que genera la
separación, la muerte, la vejez, la enfermedad, como en la mitología
griega, como Cronos, la cruel divinidad que devora a todos sus hijos. O
puede ser entendida como un espectáculo mágico insustancial, un sueño
que tiene la posibilidad de hacerse lúcido y despertar al goce estético, la
potencialidad infinita de la mente de manifestarse como cualquier cosa
siempre. Este último aspecto se encuentra entre el tantrismo,
especialmente es defendido por el shivaísmo tántrico, donde Māyā, es el
nombre de uno de los tattvas (aspectos o principios de la divinidad que
se manifiesta como el mundo) y uno de los shaktis o poderes de
esta divinidad que es conciencia absoluta no dual. Así, toda la ilusión del
tiempo es pura delicia. Podemos pensar en Māyā en su aspecto de
diosa, la diosa con la que se recubre la conciencia absoluta que es sólo
luz, así manifestándose miríficamente en un juego de seducción y
reconocimiento como una aventura erótica del tamaño del universo. 

TIEMPO Y MENTE EN EL BUDISMO

En su libro A Cascading Waterfall of Nectar, el gran maestro del


budismo vajrayana, Thinley Norbu Rinpoche cita uno de los tantras de su
tradición nyingma:

La conciencia de la mente se despliega como el tiempo.

La conciencia es el aspecto condicionado de la mente para el budismo, y


esta existencia de la mente bajo las causas y las condiciones es lo que
forma el tiempo. Sigue Norbu Rinpoche:

El tiempo puede ocurrir como un instante o muchos eones, pero que


el tiempo sea corto o sea largo depende de los hábitos de un ser.
Aunque se habla de un tiempo exacto, el tiempo exacto no existe. El
tiempo depende siempre de los hábitos de percepción de tiempo de
los seres, incluyendo los consensos sobre qué ocurrió antes o qué
ocurrirá después. La historia es creada a partir de lo que es
acordado por la mayoría de las personas de un cierto lugar y
contexto en común, pero en realidad no existe un tiempo que pueda
ser fijado... El tiempo no existe, es sólo conceptual. 

El budismo, sin un dios creador, es la religión de la mente, aunque es


muy cauto de no deificar y reificar a la mente. Sin embargo, no existe
nada que no sea más que el juego insustancial de la mente. En el tiempo
todas las construcciones son castillos de arena –incluyendo los soles y
las galaxias–, impermanentes y sin existencia inherente, ya que se
originan de manera interdependiente, y son sólo relativas, no se puede
decir que existen más que como apariciones momentáneas en el flujo de
la conciencia. O siguiendo las metáforas clásicas del budismo mahayana,
en este caso expresadas por Longchenpa:

Todos los múltiples fenómenos,

Aunque surjan, naturalmente no existen sustancialmente.


No hay tal cosa; no hay naturaleza material permanente.

Justo como el agua de un espejismo, un sueño, un eco,

una emanación mágica, el reflejo de una forma,

una ciudad de ghandarvas, y las ilusiones de los ojos.

Sólo aparece. Pero al aparecer, no tiene ninguna base,

no hay ninguna sustancia...

[...] Las cosas surgen, pero no existen materialmente.

De la misma forma que cualquier cosa que es soñada, 

es sólo un emanación del sueño y realmente no existe,

todas las cosas son sólo el éxtasis de la mente que se sabe a sí


misma...

TIEMPO Y MENTE EN LA HISTORIA DE LA CIENCIA

El historiador de la ciencia James Gleick escribe en su libro Time Travel:


A History:

"Meras sombras", dijo Minkowski [el maestro de Einstein]. Eso no


era sólo poesía. Lo dijo casi de manera literal. Nuestra realidad
perceptual es una proyección, como las sombras proyectadas por el
fuego en la cueva de Platón. Si el mundo (el mundo absoluto) es
un continuum en cuatro dimensiones, entonces todo lo que
percibimos en cualquier dado instante es una rebanada de la
totalidad. Nuestro sentido de tiempo: una ilusión. Nada pasa; nada
cambia. El universo (el universo real, oculto a nuestra vista
fragmentaria) comprende la totalidad de estas intemporales y
eternas líneas de mundo. 

CONCLUSIÓN
Como tema en común encontramos la noción de que el tiempo surge
solamente en relación al acto de observación. Esto es algo que se ha
antropomorfizado con la idea de historias de creación en las que ésta
surge de la mirada, del deseo del creador (o de la causa) de
contemplarse a sí mismo o de disfrutar de la potencialidad infinita de su
propia creatividad, es decir la Mente que se despliega como energía y
materia. La ecuación  de la mente y el espacio, que según el budismo
son una unidad indivisible, produce como una de sus posibilidades el
tiempo, el orden, y su procesión de mundos, que desde la perspectiva
absoluta ni siquiera existen. Por otro lado, desde la perspectiva teísta
esotérica, podemos sugerir que el tiempo nace como la autopercepción
de la unidad absoluta, que para conocerse a sí misma debe multiplicarse,
hacerse un otro y de aquí la cadena de apariciones y sucesiones de la
unidad absoluta haciéndose conocida a través de la diversidad, es decir
a través de las relaciones. El Ser, dice Schwaller de Lubicz, se manifiesta
sólo a través de las relaciones. Y las cosas que vemos, como el tiempo,
son los "accidentes que existen en relación al orden absoluto de la luz sin
sombra que es la autocontemplación de la causa". "La creación es
constante y no tiene duración en sí misma. Es sólo cuando la luz se
divide en sí misma que la procreación o la duración comienza". Y
esta "escisión es una 'autocontemplación' que crea el ego" y el orden del
universo como una especie de fractal holográfico o imagen que contiene
en todas sus partes la totalidad. Este es el divino ilusionismo del tiempo,
que nos aparece como una película, con imágenes en
movimiento, cambiando, cuando hay un único fotograma: la eternidad.

Twitter del autor: @alepholo

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