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ALEJANDRO VILORIA

MOIRA
u
MOIRA
“Dedico este libro a todos aquellos que se
encuentran en la búsqueda de una verdad,
de un significado. A Dios Todopoderoso para
que mediante su divinidad pueda plasmar
aire para los ahogados en el mundo, para
que hallen el sentido de sus vidas en los
brazos del Señor.”
¿Cuál es tu verdad?
INDICE

DISTINTO
DESPERTAR…………………………………….1

VACÍO Y
TRANSPARENTE………………………………..13

EL COSMO, LOS
PLANOS……………………………..........34

LA JAULA……………………………………………………
73

MANTRA…………………………………………………….
92

EL JUEGO DE LAS
SOMBRAS…………………………....104

¿QUIÉN ERES
TÚ?........................................................................
209

DEBATE
INTERIOR……………………………………....216

PARADÓJICO
REFLEJO…………………………………..230

MISTERIO DE
AMOR……………………………………..245
ETERNIDAD………………………………………………
257

VIAJE
ASTRAL……………………………………………..268

LAS
MOIRAS……………………………………………….326

QUADRIVIUM……………………………………………..
362

TEORÍA DE LA
ILUMINACIÓN……………………….....429

TODO ESTÁ
CONSUMADO……………………………...462

CREDERE IN
DEUM……………………………………....489
NACER
DISTINTO DESPERTAR
ALEJANDRO VILORIA

DISTINTO DESPERTAR

Hoy desperté sin la ayuda de mi despertador.


Eran las cinco de la mañana; desperté de golpe,
como si una fuerza así lo hubiere querido. Me
dispuse a asearme, cumpliendo con la misma
rutina de siempre, pero me sentía distinto. No era
un día cualquiera, no era el mismo sentir de
siempre; me sentía vacío, de repente… desde que
desperté.

Mi vida fue una colina por la cual empecé a


descender; mi infancia era mi tope: soñaba con
alcanzar las metas más impresionantes que
cualquiera se pudiere haber impuesto. Soñé
siempre con ser músico, el mejor de todos. El
tiempo fue pasando y el mundo me fue borrando
la adrenalina, las sonrisas y el optimismo. Era
cuestión de una química rara en las personas,
como si se tratase de una coral cantando al
unísono; todos me obstaculizaban con sus
opiniones y miradas raras, todos me señalaban
cuál era el camino “correcto”, todo empezó allí,
todo fue cayendo, desmoronándose en mis manos
sin que me diere cuenta.

Mis días fueron menos alegres, fui dejando que la


amargura entrare por mis venas y que los otros
dictasen lo que era correcto para mí. Fui
armando una rutina llena de simplismo, llena de
lo mismo, lo que los demás hacían. Era parte del
mismo grupo y no me daba cuenta. La vida se
DISTINTO DESPERTAR
ALEJANDRO VILORIA

transformó en una pequeña habitación, la


habitación en donde me encuentro.

Todo esto pasó por mi mente, mientras me


duchaba, rápidamente, como una bala fugaz. Fue
un despertar de mi largo sueño, un sueño donde
desperdicié años de mi vida. Perdí personas que
alguna vez llegué a apreciar y me quedé conmigo
mismo en un cuarto de alquiler.

Me vestí y salí más temprano de lo habitual. No


había mucha gente en las calles, apenas eran las
seis de la mañana. Caminaba por el parque, para
tratar de despejar mi mente turbia por tantos
recuerdos agridulces. Me senté en un banco para
ver los árboles, me quedé un buen rato, mirando
fijamente los pájaros que se posaban entre las
ramas de uno de los árboles. El viento soplaba
con el frío del alba, y los pájaros se quedaban
quietos, en plena paz, sin emitir ningún tipo de
sonido… no cantaron mientras les miraba, como
si supieran de mi situación, apenados por
mí.Después de un tiempo sentado, decidí ir hacia
el trabajo. Fue un día ligeramente distinto, la
gente estaba más callada, concentrada en lo
suyo. Sólo se escuchaba el teclear de los
computadores y los eventuales movimientos de
las sillas buscando mejor postura para así seguir
postrados ante el ordenador.

Me detuve y miré alrededor. ¡Éramos esclavos!


Alguna chispa volvió a nacer en mí. Algo gritó por
dentro que ya era suficiente; ya no debía perder
mi tiempo por el bolsillo ajeno. Alguien tocó mi
DISTINTO DESPERTAR
ALEJANDRO VILORIA

hombro, como si tratase de contener mi arrebato


de adrenalina, volteé y se trataba del supervisor
del área, no me dijo nada, sólo me miró con
dureza dándome a entender que debía sentarme,
y volví a mi puesto; me volví a dormir en la
rutina.

Era una lucha interna la mía, tenía el deseo


latente de soltarme a volar, buscar un nuevo
rumbo, como cuando era niño; quería sentirme
niño de nuevo; buscar mis metas, lo que
realmente me hacía sentir vivo. Ya era hora de
ser libre, como aquellas aves que vi en el parque
y se indignaron con mi presencia. Se indignaron
por mi actitud, por verme encadenado. El tiempo
pasó lentamente, era una tortura por mi rebeldía
temporal. Miraba el reloj con angustia, no sabía
por cuál razón, porque nada me esperaba en
casa, pero estaba deseoso de partir.

Llegó la hora, me fui y regresé a casa. Abrí mis


cortinas para dejar entrar el aire frío y dejar que
refrescare un poco el cuarto. Al abrir las
cortinas, pude apreciar una paloma blanca. No se
movió a pesar de haber abierto las cortinas
bruscamente, se quedó mirándome y luego partió
serenamente. Me di cuenta que debía hacer lo
mismo. Esa noche dormí diferente.

Me costó dormir, los pensamientos llenaban más


mi mente. Caí rendido por el propio peso de la
noche, y el cansancio del trabajo. Soñé muchos
escenarios, muchas cosas que escaparon de mi
mente cuando despertaba en medio de la noche.
DISTINTO DESPERTAR
ALEJANDRO VILORIA

No recuerdo, sino sólo luz y siluetas danzando…


Era muy rápido, hasta que volví a despertar. Era
el mismo vacío. La misma sensación que ayer,
más lúcida, más vivida. Me levanté de la cama
tratando de recordar mis sueños, pero no podía.
Abrí mis cortinas y veía el tráfico de la mañana;
eran las nueve de la mañana, me quedé dormido.
No sentí estrés alguno, como si no me importaren
las consecuencias que pudieran estar sobre la
mesa.

Me senté de nuevo en la cama y el teléfono


empezó a sonar, dejando entrar el bullicio en mi
habitación callada y aislada. Revisé el número
por la pequeña pantalla del teléfono, era de la
oficina, decidí no responder. Dejé que la
contestadora tomara el mensaje. Al oírlo, se
trataba de la secretaria, preguntando por mi
ausencia y que llamase apenas escuchara el
mensaje. Decidí llamar inmediatamente y busqué
resguardo mintiendo con alguna enfermedad, un
resfrío. La secretaria no se escuchó conforme con
mi excusa, por lo que debía ir en la tarde o
mañana al trabajo con algún soporte que
justificara mi condición. No le di importancia y
finalicé la conversación. Sentí preocupación, no
por mi puesto de trabajo, sino por mi futuro.
¿Qué será de mí si vivo mis días con esta escala
de grises? Decidí ir de nuevo al parque, con la
esperanza de encontrarme de nuevo con las aves
y conocer por qué tanta paz entre ellas. Iba de
salida y me topé con la vecina de en frente, una
señora muy jovial, pero también chismosa. No me
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ALEJANDRO VILORIA

gustaba conversar con ella, de por sí no soy una


persona conversadora ni abierta. Me dio los
buenos días y yo amablemente respondí a su
saludo. Se me quedó viendo hasta perderme en la
planta baja. Era una mirada de extrañeza, parecía
que notase mi amargura interior. ¿Tan obvio soy
en esta situación? Espero que no.

Mientras caminaba, veía a un grupo de niños


jugando en plena calle, como si no les importase
lo que opinase la gente, o si molestaban a otros
con su presencia y sus risas escandalosas.
Estaban allí, disfrutando del momento, como si no
hubiere mañana alguno, eso me dio aires de
plenitud, por unos instantes, pero sentí algo
mejor a este malestar que ya tenía tantos años.

“Esa sensación se mantuvo conmigo desde


siempre”, pensaba yo, sólo que se hacía más
consciente. Quería saber, reiteradas veces el por
qué abandoné mis sueños ya abracé algo que no
me daba la felicidad. No conciliaba el sueño. No
lograba nada. Llegué al parque, había mucha
gente trotando, acostada en el césped,
conversando en los bancos, todos felices o todos
inconscientes de su infelicidad, y estaba yo en
otro mundo, uno más real… uno en el cual ya no
quería estar más de esa manera. Me acosté en el
césped, y empecé a llorar con un poco de
desesperación, porque yo quería encontrar mi
rumbo, pero no sabía por dónde empezar. La
gente pasaba y me miraba, algunos se burlaban y
otros caminaban preocupados, quizás interesados
DISTINTO DESPERTAR
ALEJANDRO VILORIA

en saber qué sucedía, pero sin las agallas de


preguntar para evitar compromiso o para evitar
salir de su zona segura. Una muchacha se acercó
a mí y se sentó. “¿Qué te ocurrió?”, me preguntó
ella. Quité mi brazo de mi rostro empapado y le
comenté que era algo difícil de explicar, y era
cierto, muy pocos entenderían mi situación,
dirían que sólo estoy huyendo de mis problemas o
que es algo insignificante, que me dedique a lo
que me guste y todo quedaría resuelto, pero no es
así, es más que eso. Ella insistía en saber, y
decidí sentarme con ella. Le expliqué que era
algo complicado, de nuevo, pero viendo su
interés, decidí intentar explicarle.

Le comenté que todo empezó al despertarme en


el día de ayer, que de la nada sentí incomodidad
en mi trabajo y con lo que es mi vida actual, el
cómo estoy viviendo, sin razón alguna, sin motivo
aparente que le de algún significado contundente
a mi existencia; sólo estaba viviendo para
sentarme a trabajar por alguien que quizás ni
sabía cómo me llamaba- ¿Y qué es lo que
realmente amas?- preguntó ella. No le di una
respuesta concreta, pues me quedé pensando en
lo que significaba el amor para mí. ¿Qué era el
amor? No pude pensar mucho en aquel instante,
ella me repitió la pregunta y debía responder-
Siempre me gustó la música- respondí
súbitamente. Ella sonrió y esperaba que dijera lo
usual, que debía dedicarme a eso así sin más,
como si la música diese mucho dinero, aunado a
que si renunciase hoy a mi trabajo, conseguir
DISTINTO DESPERTAR
ALEJANDRO VILORIA

tocar con algún grupo llevaría un tiempo


desconocido para mí. Simplemente no podía dejar
mi trabajo por algo tan desequilibrado como ser
músico de bar.

Sorprendentemente, ella no hizo referencia a


nada de esa idea absurda, sólo dijo que ella se
refería a amor como aquella decisión que uno
hace a la hora de estar con alguien o de hacer
algo, y esa decisión se basa en la plenitud que
sentimos cuando hacemos eso que decidimos
hacer o estamos con alguien por eso que nos
hace sentir. Y me di cuenta en ese instante que
jamás supe amar. Ella notó en mi extrañeza de
sus palabras que no amaba nada, e hizo otra
pregunta “¿Qué hay de tu familia?”, preguntó ella
con más sutileza. Sólo le comenté que mis padres
eran de mucho dinero y me dieron lo mejor,
siempre fui agradecido con aquel estilo de vida,
de alguna forma u otra; no pedía mucho, pero
cuando pedía cosas eran por puro materialismo,
me di cuenta de ello al venir a Nueva York a
trabajar por mi cuenta luego de graduarme. Le
comenté a ella que creí tener al mundo en mis
manos un tiempo: la independencia, mi dinero, mi
vida, era dueño de todo. Todo fue
desmoronándose al tiempo, no conseguí mayor
trabajo que el de ahora… cinco años en ello, sin
avance alguno. Mi familia seguía viviendo en la
misma casona, pero fui perdiendo contacto con
ellos por iniciativa mía, pues no quería que
sintiesen vergüenza de mí. Dentro de las pocas
veces que conversamos por teléfono, les decía
DISTINTO DESPERTAR
ALEJANDRO VILORIA

que todo estaba bien, pero, de resto, no había


mayor noción de nuestras realidades.

Ella bajó la mirada al escuchar mis palabras, y


me comentó que haga lo que haga, si no me
encontraba conmigo mismo, sería una persona
infeliz, que la música era un gusto, algo como
pintar, escribir, hacer algún deporte, un gusto
que, sin la sazón del amor, no conseguiría paz
alguna, y que sólo eso era la punta del iceberg.
Ello me ofendió y le dije que ella no me conocía lo
suficiente para darme orden alguna de cómo
hallar soluciones a mi vida. Sentí una rabia tal
que, sin pensar en nada más, me retiré, no volteé
hacia donde estaba ella, pero nunca olvidé su
ropa tan diferente: un vestido amarillo corto, con
una chaqueta hecha con pana, el material de los
jeans, y su cabello rubio. No pude ver su rostro,
sólo me fui y caminé sin rumbo. La rabia fue
pasando al tiempo y me di cuenta que estaba ya
en las calles de la ciudad, al lado de una barbería.
Vi por la ventana y observé al señor, un anciano
ya, cortando el cabello de un hombre que se veía
plácido. El anciano lucía contento con lo que
hacía y aquel hombre, de alguna forma, sentía el
“amor” con el que, aquel señor, cortaba sus
cabellos. ¿Esto era lo que me faltaba a mí
realmente? ¿En dónde consigo ese amor que
tanto, según, me hace falta? Estaba más
confundido que antes, y no sabía qué hacer, sólo
sentía que debía ir al trabajo, ya era de tarde y
debía hacer algo al respecto.
DISTINTO DESPERTAR
ALEJANDRO VILORIA

Eran las tres de la tarde, un jueves, fui al


trabajo, me arreglé bien para evitar mayor
impacto; iba a renunciar. Al entrar, todos
mostraron rabia en sus miradas, algunos
mostraron signos de preocupación o curiosidad, o
simplemente no les importó si fui o no, estaban
en su mundo. Fui a hablar con la secretaria y me
preguntó sobre mi ausencia. Comenté que tenía
problemas y que hablaría con el gerente. Al ver
mi postura tan decidida, ella no discutió. Me
mandó con el gerente. Me recibió con amabilidad
y dejó de hacer su trabajo para hablar conmigo
de lo sucedido. El gerente ha sido una persona
que no se ve mucho por el área de trabajo; vive
en su mundo, también. Sólo aparece cuando hay
problemas o deficiencias en el trabajo, pero
jamás celebra los éxitos de nosotros, sólo está
para las malas.

Él fue directo y conciso: “¿En dónde estabas?”,


me dijo mirándome seriamente, y yo, pensando
mejor, le respondí que no me sentía bien. Antes
de que él pudiere decir algo, continué: “Y tengo
tiempo sintiéndome así. No sé si logre
comprender mis palabras, licenciado, pero no me
siento feliz con mi trabajo, ni con mi estilo de
vida”, dije yo. Él me preguntó si se trataba del
sueldo, le respondí que el sueldo era suficiente
para mantenerme, pues vivía solo y me bastaba,
sólo que siento que ya ese puesto de trabajo no
era suficiente para mí. No captó mis ideas, y
comentó si era el puesto de trabajo, que si
añoraba otro puesto dentro de la empresa. Al ver
DISTINTO DESPERTAR
ALEJANDRO VILORIA

que la conversación no se veía fluida, fui directo


al grano: “Voy a renunciar, señor. Quiero
encontrar algo nuevo para mí, y eso no se
encuentra en este lugar”. Él no se inmutó. Me
pidió elaborar así mi carta de renuncia, y,
cumpliendo de alguna manera un protocolo muy
cínico, me deseó buena suerte con mis proyectos
futuros.

Cuando salí de la oficina sentí que volví a nacer.


Fue un aire positivo, aún sin saber qué sería de
mi vida, o qué pasaría en el futuro; cualquier
segundo próximo que naciere a continuación.
Nunca pude haber estado tan lejos de controlar
mi vida, pero jamás me había sentido tan libre,
¿será que el controlar siempre me controló? Sólo
sabía que debía volver a casa, sentarme y tomar
un poco aunque fuese temprano por la mañana.
Debía asimilar esta decisión que tomé y de la que
no había vuelta hacia atrás, y que, por lo que
sentía… júbilo, debía ser una buena decisión, así
que debía celebrar de alguna forma rudimentaria.

Pasaron algunos días y tenía la rutina de pasear


por la mañana en las avenidas principales de la
ciudad en busca de un empleo más dado a mis
gustos: Siempre fui una persona dada a cosas
más apasionantes como el arte, música, la
literatura, sólo que tampoco alimentaba tales
gustos, es decir, iba siempre por lo general, lo
cotidiano en esos mundos, pero sin buscar mi
espacio, lo que era para mí en esos mundos;
quería eso. Sí, pasó mucho tiempo, pero nunca es
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ALEJANDRO VILORIA

tarde, supongo, y nada perdía, pues nada tenía.


Por las tardes buscaba por Internet o los
clasificados de la prensa. No quería volver a
trabajar en lo que hacía; ser un asistente más,
una persona más, y no quiero ser
malinterpretado, pues, no es que quiera resaltar,
quiero encontrarme a mí mismo, y en una oficina
viendo números, documentos, uniformado, sólo
estaría distrayéndome de esta búsqueda.

Me dispuse sólo a enfocarme en aquello que me


ayudase a hallarme a mí y a mi libertad; las bases
de la felicidad. Entonces, iba pasando por una de
las avenidas poco concurridas y con locales
abandonados o cerrados, ya en quiebra por lo
añejo de los letreros que les identificaban, y vi un
local, sin nombre, decía abierto con las clásicas
luces de neón. Me llamó la atención esta
presentación tan indiferente, tan escondida del
mundo. Yo percibía que la calle era yo mismo; era
materia en este mundo, esta faz endeble, y que el
tiempo iba a la par de mis pasos, nunca iba atrás
de él o el tiempo atrás de mí, por lo que me
dispersaba del mundo, como aquella calle; nadie
sabía de su existencia, nadie sabía de la mía
realmente. Me quedé parado en frente de aquel
local con sus luces parpadeantes en pleno día,
como si no importase nada.

Sentí la necesidad de entrar. El suelo era


madera añeja borrada por la humedad y el pasar
de los años, las décadas. El techo abombado y
verdoso por las filtraciones. Los estantes estaban
DISTINTO DESPERTAR
ALEJANDRO VILORIA

polvorientos y grisáceos. Era un lugar hueco,


vacío, pero vasto. Se podía ver la caja
registradora al final de la tienda; en la esquina de
la derecha, al fondo. Estaba un señor leyendo un
libro, parecía ser una persona gustosa de estar en
aquella suciedad.

-Buenos días. –dije yo entre diversas


sensaciones –Disculpe que irrumpiere de esta
forma en este lugar, me ha llamado la atención.

-Buen día. –dijo él al quitarse sus anteojos,


donde pude percibir una mirada de confianza, de
que ese señor de alguna manera sabía que yo
iría hasta esta tienda –Tranquilo, no pasa nada.
¿Qué se te puede ofrecer?

-Nada realmente. Sentí la curiosidad de venir;


noté que este lugar estaba alejado de la zona
comercial de la avenida y parece ser una tienda,
¿estoy en lo correcto?

-Era una tienda. –dijo aquel señor abruptamente


–Quebré hace algunos años, pero, por fortuna del
Universo, logré salir de abajo y conformar un
nuevo negocio. –concluyó él con una sonrisa.
Aquel señor dejó su libro de aspecto antiguo,
como la tienda, y salió de su cubículo con la caja
registradora.

-¿A dónde va usted? –pregunté deliberadamente


– Aquel señor se volvió hacia mí con aquella
serenidad envolvente, me hizo una seña con sus
manos para que lo siguiese y así fue: más podía
DISTINTO DESPERTAR
ALEJANDRO VILORIA

mi curiosidad que con la intuición, ésa donde


huimos de lo que percibimos es el peligro.

Bajamos hacia lo que parecía el sótano del local,


igual de mugriento que el mismo, más tenebroso,
de alguna manera me arrepentí de mi decisión.
Pude haberme ido y seguir mi camino, pero abusé
de mi libertad y ahora estaba en un camino
desconocido.

-Tú rompiste con la doctrina de lo que es


políticamente correcto. – dijo el anciano
rompiendo con aquel silencio… encendiendo la
luz.

-¿A qué se refiere usted? ¿Qué hacemos en este


sótano? –pregunté con la adrenalina fluyendo por
el cuerpo.

-Digo que rompiste con tus cadenas, estás


experimentando los primeros aires de la libertad.
– dijo él mirando los alrededores de aquel sótano,
chocando su voz contra las paredes y el eco
rebotando hasta nuestro interior. – Lo digo
porque esa mirada tuya la tuve yo en esos días
negros. Me recuerdas esos días. – culminó.

-Es impresionante. Precisamente hace unos días


renuncié a mi trabajo porque me sentía una
persona inestable y que se empezaba a erosionar.

-Por eso bajamos hasta acá. En este sótano me


la pasaba yo divagando, maldiciendo, golpeando
estas cajas y estos muebles mugrosos para
DISTINTO DESPERTAR
ALEJANDRO VILORIA

desahogar mi rabia con el mundo y con lo que yo


creía era la injusticia.

- ¿A qué se refiere con injusticia?

-A que todo mal que me ocurría la juzgaba como


injusticia, pero nunca pensaba en si yo jugaba un
papel importante en esas situaciones, quiero
decir que nunca me plateaba si yo era el causal
de esos problemas con mi mal humor y con mis
metas obsesivas. – dijo el señor mientras buscaba
de entre la chatarra y muebles viejos algo.

-Ya veo. –me quedé pensando en sus palabras y


tenían algo de sentido. – Disculpe, nunca
pregunté su nombre.

-Me llamo Elías. Elías Torres. Mi padre era


mexicano y mi madre inglesa, rara combinación,
¿no lo crees? – Y estaba aún buscando ese algo
con mucho ahínco y rigor – Debe estar por algún
lado –murmuraba.

-¿Qué busca? – pregunté debido a ese alboroto


que se empezó a formar con la mudanza de
objetos de un lado a otro por parte del señor
Elías.

-Estoy buscando un libro que te será muy útil.

-Pero ni siquiera sabe mi nombre, no se moleste


en hacer tal cosa.

-Tranquilo, es algo necesario, sino te perderás


en este nuevo viaje tuyo. – se detuvo en su
DISTINTO DESPERTAR
ALEJANDRO VILORIA

búsqueda repentinamente, agachado en cuclillas


entre tantas cajas y objetos - ¡Lo he hallado!
Estaba acá en esta pequeña caja.

Sacó el libro de la caja, estaba sucio de polvo y


mal llevado por el tiempo. Su lomo maltratado y
las hojas amarillas como los dientes de un vicioso
de los cigarros.

-Gracias a este libro entendí que yo era el error


en mi situación, y que debía despojarme de mis
cadenas y ser responsable de mi libertad; uno no
es libre por hacer lo que a uno le plazca, uno es
libre cuando uno hace lo que es correcto
mediante nuestros talentos y entre otras virtudes
escondidas en nuestro ser. – se acercó a mí el
señor Elías con el libro y me lo puso en mis
manos – Este libro será uno de los más cortos que
tú hayas leído, pero lo rememorarás hasta el fin
de tus días. – El libro no tenía más de unas 20
páginas, no tenía ningún nombre en la tapa vino
tinto que la cubría. – Te pido que no lo leas aún.
Léelo cuando estés a mediados de tu viaje. El
viaje será cuando tu realidad cambie y cuando
descubras lo que tienes para ofrecer en este
mundo. – concluyó.

Tantas palabras se quedaron atoradas en mi


mente. El señor Elías parecía estar esperándome
desde quién sabe cuánto tiempo, y estaba
preparado para recibirme cualquier día.
Verdaderamente si existe tal viaje y tales
descubrimientos, serán una aventura
impresionante digna de envidiar hasta por Julio
DISTINTO DESPERTAR
ALEJANDRO VILORIA

Verne. Iba ya de salida, después de hablar


banalidades con aquel señor como si lo hubiere
conocido desde hace mucho tiempo ya.

-Por cierto, señor Elías, ¿por qué sigue usted


viniendo a este local a pasar tanto tiempo? –
pregunté ya de salida.

-Porque nunca es malo mirar hacia el pasado y


ver de dónde venimos, es ideal esto para saber a
dónde vamos y para recordar los motivos por los
cuales cambiamos. Siempre me ha gustado esa
frase de que venimos del polvo y que volveremos
a él. – me respondió con una sonrisa jocosa
dibujada entre esa barba canosa y poblada.

Me fui con una sonrisa de la misma magnitud


que la de el señor Elías, pues definitivamente
nuevas cosas sucederían en mi vida de forma
súbita o aletargada, pero sucederían en algún día
de mi existencia, pues iniciaría un viaje dentro de
mi misma vida. Todo fue cambiando desde ese día
en donde me desperté inquieto por saber qué me
depararía si salía de mis cuatro paredes y rompía
mis cadenas. Fue gracias a un distinto despertar
en donde empecé a ver un distinto yo.
VACÍO Y TRANSPARENTE
ALEJANDRO VILORIA

VACÍO Y TRANSPARENTE

Pasaron días ya desde que entré a aquella tienda


“abandonada”, en donde conversé con el señor
Elías Torres y se sintió como una conversación
que hubiésemos tenido siempre durante años y
que siempre nos encantaba tratar en el momento
oportuno. Aún no le echo un vistazo a ese libro
que me dio, confieso que he tenido una
curiosidad enorme, pero más puede mi respeto a
sus palabras que mi naturaleza humana.

Empecé a idear un viaje, tenía buenos ahorros y


decidí cambiar de aires. Era hora de irme y
terminar de romper mis cadenas, o las pocas que
quedaban. A pesar de no haber leído siquiera el
prefacio del libro, puse el mismo sobre la mesa de
noche para recordarme el por qué tomé mis
decisiones y por qué debo seguir adelante, todo
esto me llevó a idear un viaje sin retorno.

No tenía suficiente dinero para un viaje cómodo


y lujoso, apenas pudiera costearme la comida y
una cama decente en un motel de camino largo y
muerto, pero no me importó; sabía a dónde
quería ir. Decidí ir a pie y movilizarme con
aventones de gente que aún pudiere ser valerosa
y generosa en el mundo. Quería llegar a un
VACÍO Y TRANSPARENTE
ALEJANDRO VILORIA

pueblo que se encontraba entre esta ciudad y la


más próxima. De pequeño siempre quise visitar
ese lugar, pues veía en él cierta magia y cierto
misterio, como si estuviere, así como esa vieja
tienda, estancada en este tiempo dominante. No
sabía qué me esperaba, ni si conseguiría en
dónde dormir. Solo llevaría una mochila grande
con la poca ropa que siempre tuve, mis productos
de aseo personal y un saco de dormir por si la
marea se volvía alta y la vida me lanzaba
tempestades.

Quise ser un poco más precavido y pregunté y


me informé más sobre el camino a ese pueblo y
preguntaba a los pocos conocidos sobre la
distancia a pie para llegar. Resultó ser de un par
de días, máximo cuatro para arribar al lugar. Mi
instinto humano era necio y persistente. Cuando
menos lo pensé, ya había vendido el
departamento, sacado el dinero del banco y con
rumbo a ese viaje necesario.

Era un sábado por la madrugada, estaba


despierto desde las cuatro de la mañana y
preparé todo para partir, pues ese día entregaría
el departamento y acordé con el nuevo dueño que
le dejaría todo a las siete de la mañana, además
de que ya él tenía una copia de las llaves, así que
mi salida era forzosa.
VACÍO Y TRANSPARENTE
ALEJANDRO VILORIA

Di un recorrido por cada rincón. Sentía algo de


nostalgia y de apego por estas paredes, porque, a
pesar de tener poco tiempo viviendo aquí y entre
la soledad, fue el lugar donde finalicé una etapa y
empecé otra, por lo que me era difícil renunciar a
ese patrimonio mío. Me fui sin mirar hacia atrás,
sintiendo con mayor intensidad este sentimiento,
y bajé las escaleras rápidamente, hacía un poco
de frío en las calles y unos pocos transeúntes de
las mismas. Caminé y miraba de otra manera la
misma ruta que siempre tomaba para ir a mi viejo
trabajo, o para ir a comprar a donde el panadero,
o a la bodega a comprar mis licores favoritos. Era
diferente porque sabía yo que no volvería a tomar
este mismo camino, y que tampoco volvería a
esos lugares a comprar lo que más me gustaba.
Así debe sentirse morir, supongo.

Cuando menos lo pensaba ya andaba


acercándome a las afueras de la ciudad. Tenía
alrededor de dos horas caminando y el sol ya me
seguía las espaldas. Los carros avanzaban y uno
se orilló más adelante, activó las luces
intermitentes y el conductor sacó la mano y me
hizo señas para ir. Mi naturaleza humana siempre
precavida me anunciaba lo peor, quise seguir
adelante, pero iría justo al auto, no podía
atravesar la avenida, pues había muchos autos
pasando a gran velocidad. Irremediablemente me
VACÍO Y TRANSPARENTE
ALEJANDRO VILORIA

acerqué, me asomé por la ventana del copiloto y


aquel hombre en ropas deportivas y coloquiales
bajó la ventana:

-¿A dónde vas? – preguntó él con sus lentes de


sol.

-Me dirijo hacia un pueblo hacia el norte –


contesté ojeando todo el interior, precisando de
cualquier indicio de peligrosidad.

-¿A cuál pueblo vas? Yo voy hacia Stoneville –


me dijo él señalando hacia el norte.

-Sí me dirijo hasta allá. – dije yo mientras


pensaba en la irremediable idea de que mi
amabilidad me forzaría a aceptar la probable
invitación y a que me llevase a Stoneville o a que
me llevara a otro lugar y quién sabe qué pudiera
suceder. – Pero estoy yendo caminando para
disfrutar el camino. – resolví rápidamente.

-¿Disfrutando el camino? ¿Sabes que estás a


cinco días del pueblo? – insistía él.

-Con que cinco días… - susurré impresionado.

-Ven conmigo, el camino es peligroso y a los


próximos tramos aparecen animales salvajes por
la noche. – sugirió él. Yo no tenía defensa alguna
y siendo así, o él tenía razón o se equivocaba,
VACÍO Y TRANSPARENTE
ALEJANDRO VILORIA

pero en ambas yo salía perdiendo, así que pasó lo


que más temía: cedí.

-Está bien, iré contigo. ¿A cuántas horas


estamos en automóvil?

-Estamos a unas seis u ocho horas, depende del


tránsito y la velocidad. – dijo riendo – Quiero
agregar que soy muy rápido manejando. – dijo
mientras la inseguridad se acumulaba en mí.

-Está bien, iré contigo. ¿Cómo te llamas?

-Me llamo StevanSmolarek. Voy hasta el pueblo


a quedarme unos días, tengo familia allá. – dijo él
pasando el seguro del auto abriendo sus puertas.
Era hora de montarme y ya sería cosa de la vida
lo que ocurriese. Me monté. – ¿Tú a qué vas? –
preguntó ya en vía hacia el pueblo.

-Voy a conocerlo. No tengo idea de qué me


espera allá. – respondí inciertamente.

- ¿No tienes familia allá? ¿No sabes ni cómo es


el pueblo?

-No conozco a nadie ni tengo a dónde llegar allá.


– respondí mirando el paisaje de bosques que
surcaban a lo largo de la ventana con velocidad.
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ALEJANDRO VILORIA

-Puedes quedarte conmigo y con mi familia si lo


deseas. Es una casa grande. – dijo él. Parecía ser
una buena persona después de todo.

-No me gustaría ser una carga. Tampoco planeo


estar mucho tiempo en el pueblo.

-¿Cuánto tiempo planeas estar allá? – insistía


Stevan en desmenuzar mis objetivos para
satisfacer su curiosidad.

-Es necesario. – respondí cortante. – Es el inicio


de muchas cosas para mi vida. – agregué.

-Ya veo. Suena interesante. – dijo él como para


dejar un colchón de palabras que suavizaran mi
actitud tan recia. Aun así él se mantenía amable y
dispuesto a escuchar, a pesar de que, desde
entonces, no volvimos a hablar durante el viaje.

El sol cruzó el firmamento y ya estaba en picada


al ocaso. Las nubes kilométricas, dignas de
posarse sobre el bosquejo verde que nos
rodeaban, iban surcando sobre nuestras cabezas
a algún lado. El silencio se rompía de vez en
cuando con murmullos incoherentes y por la
incomodidad entre dos personas. Ya estábamos
cerca de Stoneville.

-Nunca había tenido un viaje tan callado como


este. – dijo Stevan.
VACÍO Y TRANSPARENTE
ALEJANDRO VILORIA

-Yo tampoco. Lamento mucho el que esté tan


callado, es que, como bien te comenté hace
horas, mi futuro ahora es incierto. – expliqué.

-¿Y desde cuándo el futuro es algo claro? – me


dijo él abruptamente – No sé qué clase de
decisiones has tomado ni por qué decidiste venir
tan improvisadamente, como huyendo de algo.
Mucho menos sé yo qué esperas de abandonar
una vida con bases a una vida vagabunda sin
sentido.

Me quedé callado nuevamente pensando. No era


que sus palabras hubiesen frenado en seco mi
motivación y mi decisión, era que en sus palabras
me di cuenta que faltaba algo más; ciertamente
no podía irme por el mundo a aprender del mismo
y a hallarme a mí mismo, mi verdadera esencia,
debía tener una determinación extra, el agua de
mi vaso.

Llegamos a Stoneville. Caía la noche entre las


colinas desnudas en verde camaleónico, verde
que se iba desdibujando a azul marino con negro.
Nos bajamos del auto y Stevan me invitó a
seguirle, ya había perdido el miedo hace horas
por el camino. Stoneville era un pueblo estancado
en un siglo añejo; las casas eran de bloques de
roca y techo de madera. Chimeneas por doquier y
establos con caballos. Criaderos de cerdos y
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ALEJANDRO VILORIA

cabras y vacas rondando por allí esperando ser


ordeñadas. Pensaba en los pueblos de Escocia o
cualquiera de Reino Unido, y cómo una persona
con un vehículo de este año podía vivir aquí, era
el choque de dos tiempos.

-Acá estamos. Esta es mi casa. – anunció Stevan.


Era una casa grande. El mismo material con el
que estaban hechas las otras casas, pero era de
tamaño doble.

-Se ve muy acogedora. – dije yo un poco


sorprendido.

-Gracias por el cumplido. Pasemos, mi familia


nos espera.

Cabezas de animales adornando las diferentes


áreas de la casa, pieles en el suelo y forrando los
muebles. Un enorme candelabro, sin velas, pero
sí con bombillos de punta fina. Era una casa
peculiar.

-¡Mamá, ya llegué! – dijo a viva voz Stevan.

-¡Bienvenido, hijo! – dijo la señora, desde lo que


parecía ser la cocina.

-Traje a un invitado. – dijo él y la señora se


asomaba un poco acalorada, supongo yo porque
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hacía la cena para la familia. – Espero no sea


molestia alguna.

-No pasa nada, hijo. ¡Bienvenido, muchacho!


¡Esta también es tu casa! – dijo con una sonrisa la
doña.

Solo alcancé a sonreír y a darle las gracias. Me


sentía muy plácido con tanta atención. La familia
iba asomándose de entre las diferentes áreas.
Una bella muchacha bajaba de las escaleras en
una bartola que le llegaba hasta un poco más de
las rodillas, ella me miró y se asombró. Corrió
para volverse hacia, infiero, su habitación.

-Ella es mi hermana, se llama Olenka. – dijo


Stevan riendo por lo ocurrido. Un señor de edad
se levantó desde el área de la sala y se acercó
con sus bragas y lentes de botella.

-Sabes que Olenka es una persona tímida, debes


avisarle cuando alguien desconocido venga a
nuestra casa. – regañaba el anciano a Stevan.

-Es algo temporal, ya después les contaré. –


justificó él.

El señor se llamaba Noel y la cándida señora


Nora. Eran la familia Smolarek, conocida por sus
criaderos de animales y por la leche de sus vacas.
Su hija Olenka estudiaba en la universidad de la
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ciudad, siempre debía levantarse temprano, antes


que siquiera cantare un gallo, para llegar a
tiempo los lunes, luego se quedaba en la ciudad
en casa de Stevan, quien iba y venía para velar
por sus viejos padres, a pesar de que siempre
habían otros familiares como primos, tíos y
amigos de la familia rondando en la casa y
compartiendo con los viejos.

La cena estaba lista y llegaron más personas,


empezamos a conversar todos y todos
precisamente enfocaban sus ojos en mí y sus
preguntas a mi persona. No creían que yo
abandonase mi trabajo, mi casa, mi vida para
buscar algo mejor a expensas del destino. Un
vecino me ofreció trabajo, al igual que varios
integrantes de la familia Smolarek, mostrando
preocupación y queriendo hacerme ver el error
que estaba cometiendo. Solamente Stevan y
Olenka mantenían silencio; comían y miraban el
intercambio de palabras. Yo solo, amablemente,
rechazaba las propuestas.

-¿Qué esperas encontrar yendo de un lado a


otro? – preguntaba uno de los comensales.

-Simplemente busco una verdad. – respondí.

-¿Cuál es esa verdad? – preguntaba otro.


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-Lo que me haga feliz, encontrar eso, ésa es mi


verdad. – respondí ante el silencio posterior que
resultaría.

Se cambió el tema posteriormente y todos se


fueron al ir avanzando la noche, solo quedábamos
en la parte trasera de la casa Stevan, Olenka, la
señora Nora y yo compartiendo ante la luz de la
hoguera.

-¿A qué llamas tú felicidad? – me preguntó


Stevan de repente.

-¿Quieres una definición? – repuse yo mientras


movía las brasas de la hoguera con un palo.

-Sí, pues es bastante intrigante estas decisiones


tuyas por una búsqueda.

-No sé qué es la felicidad. –contesté a secas


mientras me miraba con cierta impresión Stevan
–Pero quiero encontrar señales de ello, supongo
que de alguna forma me daré cuenta, así como
cuando los enamorados se ven y se dan cuenta de
que son el uno para el otro. –concluí.

-Mucha gente se enamora, se ilusionan y


derrochan sus energías y sentimientos en
cuestión de meses, luego todo se desmorona. Si
basas tu búsqueda en un ejemplo así creo que
tropezarás bastante. –dijo Stevan ante el titilar de
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mi amargura prematura por esas palabras


crudas.

-Pero, al final, hallan lo que encontraban. Nadie


dijo que era algo sencillo; se requieren de los
tropiezos necesarios, creo que así funciona el
hombre. –respondí.

-Difiero de ello. La felicidad es un tema muy


moldeable a tantas cosas. Creo que la felicidad
está en lo que logras por ti mismo, debes
conocerte y saber cuáles son tus limitaciones
para romperlas; ir más allá, ser diferente al resto
de las personas. – Olenka nos miraba desde el
otro lado de la hoguera mientras comía unos
dulces. Parecía indiferente al tema, y se notaba
más conforme Stevan me refutaba.

-Suena un poco brusco tomar la felicidad por los


cuernos así como lo planteas. – le dije.

-Las cosas deben ser así. Somos libres de tomar


el camino que queramos y eso debería ser
considerado una vía de la felicidad. No
necesitamos de cosas etéreas, psicologías baratas
o religiones para descubrir nuestras capacidades.
Verse al espejo basta; eres una persona con la
gran opción de ser superior o ser del montón, tú
eliges. – decía Stevan con cierta alteración.
VACÍO Y TRANSPARENTE
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Yo no dije nada, pues de alguna sabía que la


discusión pudiera alcanzar tonos mayores y, de
alguna forma, me hizo reflexionar un poco
Stevan. No necesito de lo que hay afuera, de
filosofías cómodas; yo era el protagonista de mi
vida. Mi felicidad depende de mí mismo… así
como el hombre fue mejorando su calidad de vida
gracias a la sapiencia y al provecho de lo que el
Cosmos proveyó en los primeros pasos del
mundo. Olenka seguía allí, callada y mirando con
sus ojos azules marinos, brillantes por el fuego
vivo de la fogata. Stevan me seguía hablando de
las bondades del impulso del hombre, de sus
capacidades y pronto se fue a descansar, seguro
por tanta palabra que brotaba con fuerza de sus
labios. Olenka se movió de su lugar y se acercó a
mí.

-Mi hermano es ateo. – dijo ella a secas.

-Eso lo pude notar. – le respondí con sarcasmo,


para mi sorpresa ella rió.

-Es difícil comentarlo, pues aún eres un


desconocido, que, por cierto, lamento la escena
en las escaleras.

-No hay problema, Olenka. Es comprensible en


vista de que un completo extraño entró a tu casa.
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-Sí… bueno, –se notaba un poco incómoda por el


tema de su hermano– es difícil saber por dónde
empezar.

-Si lo deseas, puedes reservarte el tema, no


quiero entrometerme en asuntos familiares. –dije
para aliviarla.

-Tranquilo, algo me dice que puedo confiarte


estas cosas, pareces buena persona. –me quedé
callado esperando paciente sus palabras, pues no
podía hacer nada más.

-Nuestro padre siempre fue una persona recia y


exigente, pero muy sensible por dentro. Él
siempre fue despegado de las costumbres
religiosas, pues para él no necesitábamos de
ningún Dios para ser felices. Que es tonto ir a
iglesias, conventos, o cualquier institución, pues
el hombre mismo podía lograr cualquier
cometido, aunado a la hipocresía de tales
instituciones; guerras, mafias, entre otras cosas
mucho más impuras de las cuales hasta el más
ruin estaría avergonzado. Así nos ha criado, y mi
hermano ha sido fiel a este pensamiento. –
Olenka hizo una pausa, mirando la hoguera
haciendo saltos entre las brasas, y continuó –En
cambio, mi madre es una persona más abierta en
divinidades, y ha habido sus discusiones por estos
temas tontos. Creo que los ideales separan a las
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personas de lo que realmente es importante. –


concluyó ella.

-¿Qué es lo que realmente importa? –pregunté.

-El amor por el otro. –respondió ella– Yo pienso


que las personas que defienden cualquier ideal,
sea religión, sea filosofía, sea lo que sea, por
encima de sus seres amados son personas
miserables. Yo particularmente soy atea, pero no
soy fiel a la ideología de la misma; me refiero a
que entiendo que somos más que hijos de un
Dios, venimos del Cosmos, somos más complejos
que el Edén, que la Cábala…

Yo me silencié y me recosté sobre el césped a


ver las estrellas. Esta familia era más que
caballos y vacas. Más que cuernos adornando
paredes. Era interesante, y por algo me encontré
con ellos. Olenka no dijo más nada, solo sonrió y
se recostó a mi lado a contar estrellas y a
hablarme del Cosmos y su misterio, parecía una
amante del Universo y celosa de la naturaleza de
nuestro mundo tan recóndito. Y yo me daba
cuenta que, tal vez, necesitaba estudiar un poco
esa verdad que tanto estoy deseando, y esa
libertad que deseo promulgar.

Repentinamente llegó el otro día. Los gallos


cantaban al alba y con esa tonada despertábamos
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todos. La señora Nora preparaba el desayuno:


huevos, pan y tocino. El señor Noel se alistaba
para ir al día a día con sus animales. Stevan se
preparaba para comer, Olenka, por su parte,
continuaba durmiendo. La mesa estaba vestida
con manteles añejos, tejidos todos, y platos de
barro bastante bien laborados.

-¿Cuáles son los planes hoy? –me preguntaba


Stevan.

-No lo sé, planeaba indagar por los bosques y


conocer más el pueblo. –respondí.

-¿Te parece mejor si te llevo a un lugar que


solíamos visitar a menudo Olenka y yo de niños? –
me proponía.

-¿Cuál lugar es ése?

-Es un riachuelo no muy lejos de aquí, quisiera


mostrarte algo único que reposa allá. –me decía
él con un brillo bastante infantil en su mirada.

-¿Y Olenka? ¿La dejaremos aquí?

-Créeme, es mejor que la dejemos; no le gusta


que la despierten tan temprano. – dijo entre risas.

Finalizando la comida y con una mirada materna


de la señora Nora, viendo, quizás, a su hijo ser
niño de nuevo, y el señor Noel manifestándose en
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frente de la ventana dándole comida a sus cerdos.


Nos fuimos y nos fuimos caminando hacia ese
lugar.

-Sabes, estaba pensando en nuestras


conversaciones de ayer por la noche. – dije yo
buscando de qué hablar.

-¿Ah, sí? – dijo como predispuesto.

-Sí, y me parecía interesante lo que comentabas,


al punto en el que empecé a revisarme y
cuestionar un poco mi búsqueda; necesito un
plan, algo más profundo, algo que grite por
dentro que la pieza que me falta tiene nombre.

-Siempre necesitamos el título de nuestro


cuento, el nombre de lo que buscamos. Tú decías
ayer que buscabas la felicidad, pero no sabes
cómo es, pues muchas cosas nos hacen sentir
bien, y eso es peligroso, pues no todo lo que nos
hace sentir bien nos hace un bien realmente. –
compartía Stevan mientras nos adentrábamos
dentro del bosque– Sino mira este bosque, mira
como pasa la luz por las hojas, mira como la luz
alimenta la vegetación y cómo fluye la vida por tu
alrededor, la felicidad puede ser esto, puede ser
ver cómo, a pesar de todo, seguimos con vida.
VACÍO Y TRANSPARENTE
ALEJANDRO VILORIA

Yo no dije nada, pues sentía cómo la adrenalina


empezaba a fluir en mi interior y me contagiaba
de esta luz, de este aroma del bosque tan puro y
fértil. ¡Qué bella es la naturaleza! ¡Qué poco
valor le damos a lo que el mundo nos regala!
Empezaba a ver los guiños del camino correcto,
pues, veía a la felicidad brotar cual fruto de estos
árboles de entre mi oscuridad interior. La
felicidad no era algo general, es algo de detalle,
precisamente de las cosas que evadimos por el
esclavismo de nuestra rutina.

-¡Este es un gran pedazo de felicidad! – gritaba


Stevan a todo pulmón por el bosque, luego, así de
la nada, empezó a correr como un niño que se
impresionaba del fruto del mundo y lo adoptaba
como su casa de juegos. Lo perseguí;
atravesamos árboles caídos, y mucha maleza,
hasta cruzarnos con un río a unos cuantos metros
de un pequeño risco. Stevan se había lanzado y
parecía ser un río muy lento. -¡Ven! ¡Lánzate! –
me gritaba Stevan.

-¡Estás loco! – le respondí.

-¡Lánzate! – continuaba gritando desde el fondo,


entre tanto pensar, decidí lanzarme así sin más;
mojando la ropa que tenía y exponiéndome al frío.

-¿Qué tal se está? – me preguntó Stevan.


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-¡El agua está muy fría! – le grité, y solo se echó


a reír. Nunca vi a una persona ser tan alegre.
Empezamos a nadar como niños en el río, Stevan
nado río arriba y pidió que lo siguiese,
aparentemente el río no era el sitio especial del
que tanto habló.

-¡Acá estamos! – anunció él. Estábamos ante una


cascada muy alta postrada en una de las tantas
colinas que rodean a este pueblo estancado en el
tiempo. Era una cascada sencilla, como cualquier
otra, pero albergaba una majestuosidad
implacable; desbordaba vida por ella. Yo me
quedé sin palabras, y Stevan continuó con su
oratoria. - ¡Esto era lo que deseaba mostrarte! ¡A
la vida misma! ¡A la naturaleza desnuda y virgen
de la maldad del hombre! ¡Esto es la vida! ¡Esto
es la verdad que todos debemos ver! – gritaba
extasiado un hombre que aparentaba frialdad en
la urbe, la jungla de concreto, que iba y venía de
mundos diferentes: la ciudad y el pueblo.

Nos quedamos allí y nadábamos bajo el chorro


de la cascada, reposábamos sobre las rocas y nos
lanzábamos desde la misma cascada hasta el
fondo del nacimiento del río. Pasamos horas allí
hasta que caía la tarde y decidimos orearnos con
el viento a orillas del río.

-Espero me hayas entendido. – dijo súbitamente.


VACÍO Y TRANSPARENTE
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- ¿A qué te refieres? – pregunté perdido en lo


que él quiso decir.

-Que no dependemos de ideales, no necesitamos


religiones, mucho menos de algún dios para
saber lo que realmente puede tener valor en
nuestras vidas; tú lo viste, lo sentiste y
visualizaste en esta cascada. La vida es esto que
nos rodea, la vida es cada detalle, la felicidad
reposa en eso; la naturaleza es un ejemplo
constante de que debemos prestar atención a los
detalles. Por otro lado, el seguir un ideal te hace
ser esclavo del mismo, te ciegas, te haces
dependiente de palabras ajenas. No te oyes a ti. –
comentaba Stevan.

Sus palabras calaron en mí. Nunca fui una


persona religiosa, pero tampoco denigré su
existencia, así como también nunca me llamaba la
atención. Tampoco sentía a Dios en mi vida.
Stevan tenía razón en muchas cosas y esto, así
como esa cascada, refrescaba mi búsqueda, el
encuentro que tanto anhelo y que se dibujaba y
tomaba forma, tomaba nombre. Caía la noche y
regresamos al pueblo.

Olenka ayudaba a su madre con la cena y nos


miraba de reojo a Stevan y a mí que estábamos
sentados en el comedor. Estábamos aún hablando
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de los momentos vividos en la cascada y Stevan


se abrió un poco más conmigo.

-Siempre tengo la necesidad de venir al pueblo.


– comentaba él – Es mi pilar para los días fuertes
que me tocan vivir en la ciudad, pues mi trabajo
es complicado.

-¿En qué trabajas? – irremediablemente


pregunté.

-Soy gerente de finanzas de una empresa


importante. – cuando dijo esto me sentí
identificado con mi clase de trabajo, uno de
oficina.

-¿Y te gusta lo que haces? – quise preguntar


para determinar si Stevan padece o padecía lo
mismo que me carcomía por dentro.

-Me gusta, pero el entorno no es agradable,


pues mucha gente idealista me rodea.

-¿Hablas de religiosos? – no comprendía su


terminología de idealismo enteramente.

-Religiosos, gente materialista, gente simple;


esta gente hace al trabajo algo rutinario, algo de
etiquetas, y la imagen de la cascada se empaña
con enredaderas.
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Notaba que Olenka se detenía constantemente


en sus quehaceres para nuestra conversación,
como queriendo decir muchas cosas, pero
callaba, quizás, por respeto.

-Me siento un poco identificado con lo que dices.


– comenté abruptamente – Y fue en parte causa
de la decisión que tomé para emprender este
viaje. – concluí mirando a Olenka a sus ojos
azules. Ella terminó de secar unos platos y fue
fríamente a su habitación.

-Entiendo… – hiciese Stevan un silencio


repentino, como pensando en sus próximas
palabras – ¿Y tú comprendes la incomodidad que
te rodeaba? – me preguntó.

- ¿A qué te refieres?

-Que no solo basta con percibir que no


perteneces a un lugar, sea por su entorno, por las
personas, por la actividad per se. Debe existir
una comprensión del asunto, de que te llama otra
cosa, y esa cosa te llama a comprender algo más
allá, algo que ignoras. – dijo Stevan entre sorbos
de vino, a plena mañana.

-Creo entender. – dije, pensativo a lo que


pudiera estar “llamándome” y que está por allí
afuera.
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-Es en base a esas cosas que hemos


evolucionado, que hemos logrado grandes cosas
que hace décadas, siglos, milenios, nunca
hubiéremos imaginado. Creo que te ayudará esto.
– dijo él rebuscando en su cartera llena de
papeles doblados y arrejuntados. Sacó uno de
esos papeles y me lo entregó. Desdoblé el papel y
era una especie de folleto con diferentes tonos de
azul y galaxias dibujadas. – Eso que te estoy
dando es una convención que hace un buen
amigo mío que conocí en la ciudad hace años, él
da a conocer el Cosmos, su energía, y su misterio;
él tiene una interesante metodología de trabajo,
conocerás lo mismo de otra forma, o verás de
frente las cosas que, durante mucho tiempo, has
ignorado. – me dijo con satisfacción en su rostro.

No dije nada, solo miraba el folleto, y la próxima


reunión sería mañana por la noche en la ciudad
próxima siguiendo el camino donde Stevan me
dio el aventón aquel día. Consideraba que era
hora de irme de Stoneville al día siguiente.
Terminé conversando con Stevan de a dónde
pudiera quedarme en esa ciudad, y me comentó
de un motel decente cercano a donde sería
aquella reunión. Llamaría a su amigo y le
comentaría de mi asistencia. Por otro lado, me
quedé pensando en qué cosas cruzaban por la
mente de Olenka mientras nos escuchaba. Pasó la
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mañana y Stevan debía volver a la ciudad. Se


despidió de la familia, como es usual, le
entregaron sus buenos deseos y su madre lo
entregó al Señor para que fuese con bien,
recibiendo Stevan con cariño aquellas oraciones,
quizás por afecto a su madre, la señora Nora.

Se acercó a mí y me dio indicaciones para llegar


al lugar del encuentro de mañana. No estaba
lejos de la ciudad, debía salir de madrugada, a
eso de las seis de la mañana, pues el autobús
llegaba en la parada del pueblo a las seis y
cuarto. Él me dio un abrazo de hermano y me
deseó éxitos con mi búsqueda, y para finalizar me
entregó la imagen de una cascada, sin nada más
qué decir, simplemente se fue en su auto que
rompía con el entorno pueblerino del lugar. Sus
padres se volvieron a la casa con una sonrisa
agridulce, pues su hijo partía nuevamente, y
Olenka no estaba, apenas lo despidió. Decidí
buscarla, sus padres me dijeron que estaba en el
patio, que usualmente iba hasta allá luego de
despedirse de Stevan cada vez que él partía.

-Te he notado extraña hoy – dije yo al verla


recostada sobre las sillas del patio. Ella solo me
miró indiferente.

-Es normal. – dijo así sin más.


VACÍO Y TRANSPARENTE
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-¿Por qué es normal? ¿Qué sientes? – pregunté


preocupado.

-Es mi hermano. Sé que te contó sobre la


cascada, esa historia llena de adrenalina y magia
interior, de igual forma supongo te contó de su
vida en la ciudad. ¿Cuál crees que sea la realidad
de Stevan? – me preguntó mirándome a los ojos.

-No sé a qué te refieres con realidad, Olenka.

-Mi hermano no es feliz. Él trabaja para


ayudarnos a mantener esta granja y con eso
sacrifica horas de sueño. Nos ama mucho, pero
está sacrificando su felicidad. Él se enfoca en esa
cascada como su signo de libertad, pero vuelve a
encadenarse en la ciudad, ¿entonces de cuál
felicidad está hablando? – se quejaba ella con
rabia. Yo solo callaba y la dejaba hablar – Él
habla de que los ideales nos atan y nos separan
de la felicidad, pero eso mismo que narra es un
ideal que defiende. Somos ateos por nuestro
padre, pero su ateísmo es una rabia y una
realidad que quiere falsear. Yo soy atea, pero
reconozco que debemos creer en algo, así sea en
el crecimiento del hombre a lo largo de su
historia. No necesito de algún dios, pero sí
necesito que mi hermano halle su felicidad
realmente, y no se esconda en cascadas o esta
VACÍO Y TRANSPARENTE
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granja para hallar una paz temporal. Para mí la


verdadera felicidad reposa en el amor.

-¿En el amor? – le pregunté yo, mientras la


consolaba, pues había roto en llanto.

-El amor es lo que nos une. Es lo que une a mi


padre ateo y a mi madre creyente. Es lo que me
hace abrazar a mi hermano cuando llega, a pesar
de que lo despido entre rabias. El amor es lo que
nos llena. Lo que nos hace pasar de vacíos a
llenos, lo que nos hace pasar de sucios y
empañados de mentiras a limpieza y
transparencia. – comentaba ella.

Yo no dije nada ante tal respuesta, no sabía qué


decir, no sabía cómo reaccionar ante esta
explosión de emociones que Olenka dejaba fluir
violentamente. Su madre se asomaba por la
ventana y luego se iba, se le notaba un rostro
como de calma, quizás porque vio que su hija
afloraba sus emociones que tanto tiempo callaba.

-Lamento empaparte de tantas cosas. – decía


más calmada.

-Tranquila, es bueno que saques todo eso que


tenías escondido. Y me hace pensar en tu
hermano, que quizás está haciendo un esfuerzo
muy grande por ese mismo amor del que hablas.
VACÍO Y TRANSPARENTE
ALEJANDRO VILORIA

Que el amor que tiene por ustedes es la felicidad


que lo llena y lo transparenta por momentos.

-Si amor fuese lo que sintiese, empezaría por


buscar algo mejor para él allá, pues todo lo tiene
aquí. En el fondo se siente incapaz, y lidiará con
ello toda su vida. Algo siempre le faltará si sigue
con esos pensamientos… Aún si lo amo yo, y
nuestros padres, aún si viniste acá y te llevas sus
palabras, él será un gran farsante para sí mismo.
Es un vaso vacío, empañado. Es algo que te
puede suceder si no piensas lo que realmente te
está llamando, más allá de algo mental, es algo
que debe venir de nuestros sentimientos. – dijo
ella secando sus lágrimas.

No dijo más nada, yo tampoco quise llenar el


silencio de palabras burdas. Simplemente se
recostó en el césped y yo me quedé mirando el
cielo, a lo lejos se adornaba el ambiente con los
sonidos de los animales de granja y las aves
cantando en los árboles. Olenka me mostró que
muchas cosas pueden sentirse y no mostrarse, así
como que también mucha gente nos quiere
engañar, pero peor aún es engañarse a sí mismos
con deseos que no podemos alcanzar mediante el
camino necio. Quizás no era una cascada lo que
necesito para refrescarme, o para llenarme.
¿Cómo puedo llegar a llenar mi vacío? ¿Cómo
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puedo limpiarme hasta ser transparente conmigo


mismo? Hay tantos conceptos del amor, supongo,
Olenka me mostró el suyo. ¿Cuál será el que
necesito?
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

El COSMOS, LOS PLANOS

Era temprano, de madrugada, y preparaba todo


para partir a mi siguiente destino. Fue apreciable
lo que viví con la familia Smolarek en su casa y
en este pueblo durante estos días. La cascada, las
palabras de Stevan, el llanto de Olenka, el amor
de madre de la señora Nora y la dureza de antaño
y exigencias del señor Noel. Me llevaba muchas
cosas que cambiaron mi planteamiento inicial, el
de mi búsqueda, y sentía que volvería a cambiar
conforme fuere avanzando.

Tenía ya mis cosas listas, me despedí de la


señora Nora, quien hacía café, y del señor Noel,
quien leía el periódico en la mesa de la cocina,
acompañando a su esposa. De alguna forma sentí
que me gané el afecto de ambos a su manera.
Olenka, quien generalmente duerme hasta tarde
cuando visita a sus padres, estaba despierta, a la
entrada de la puerta. Se le veía triste en su
mirada.

-Espero te vaya bien en tu viaje. – me dijo ella.

-Gracias, Olenka, espero lo mismo. Fue un


placer el poder haberme quedado en la casa de
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

tus padres durante este corto tiempo. Espero


volverlos a ver.

-¿Puedo acompañarte hasta la parada de bus? –


preguntó súbitamente, a lo que le respondí que
sí.

Caminamos hasta la parada. Todavía el cielo


conservaba la oscuridad de la noche, entre tintes
morados del alba. Había algo de frío, y hubo
silencio durante el trayecto, lo cual me recordaba
el camino largo que tomamos Stevan y yo al inicio
de todo esto; un silencio sepulcral. Llegamos al
lugar, desolado como el silencio que nos envolvía,
y Olenka se veía un poco apenada, mirando con
sus ojos azules profundos al suelo grisáceo de la
parada.

-¿Qué esperas de ahora en adelante? – le


pregunté yo a ella.

Ella me miró y se quedó pensando un poco.

-No lo sé. Supongo que la rutina, pero con aires


diferentes, quizás los note más de ahora en
adelante.

-¿A qué te refieres con ello?

-A que la rutina nunca es exactamente igual,


siempre hay algo diferente, y siempre está en
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

detalles del día a día. De eso me he dado cuenta


hace tiempo y lo reafirmo desde que llegaste a
nuestra casa – dijo sonriendo un poco entre las
envolturas de su bufanda.

-Ya veo. ¿Y yo qué tengo que ver en esa manera


de pensar tuya?

-En que me identifico un poco con tus razones


para viajar. También deseo ir más allá en mi vida.
No solo ver los detalles del día a día, sino
aprovecharlos, más allá de verlos. – dijo ella
melancólicamente.

-No debes sentirte así. Siempre contarás con


tiempo para ir más allá. Eres joven y falta un
gran recorrer. – dije yo para animarla un poco.

-Hablas como mi papá. – dijo ella sonriendo.

-Por mi parte, espero profundizar más en el gran


concepto del amor. Me llamó la atención eso
desde que me lo comentaste; me hizo pensar
muchas cosas… Hay mucho camino por recorrer.

El autobús se avistaba en la lejanía con sus


luces encendidas. Anunciaba su llegada con la
corneta.

-Ya viene. – dije yo.


EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

-Espero que te vaya muy bien y logres encontrar


lo que tanto buscas. También espero que nos
volvamos a ver y me cuentes lo que hayas vivido
para entonces. – me dijo ella con un fuerte
abrazo.

-Así será. Nos volveremos a ver. – le respondí.

El autobús llegó y abrió las puertas. Solamente


crucé una última mirada con ella al montarme… y
nos despedimos con una sonrisa. Así partí hacia
Livingtone, la otra ciudad que me esperaba. No
sabía precisamente qué viviría además de aquella
convención sobre el Cosmos, el universo y esas
cosas. Debía encontrarme con alguien allá, que
me esperaría hasta que llegase a la estación
principal. Solo me quedaba mirar por la ventana
y ver el paisaje pasar. No pensaba mucho, solo
me dejaba llevar por los matices de aquella vista,
hasta que caí dormido con el pasar del tiempo.

Desperté abruptamente con un golpe del


autobús al frenar, vi mejor y ya estábamos en la
terminal de Livingstone. Al bajar del bus busqué
con la mirada a la persona que, según Stevan, me
recogería. Había bastante gente y tuve que
caminar entre aquella aglomeración de personas,
vi una banca y me senté. Pasó algo de tiempo y
no veía algún indicio de alguien con algún cartel
o una persona que estuviese identificada con algo
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

para ayudarme. Empecé a tomar ideas, a pensar


en soluciones: buscar un motel con ayuda de la
misma gente que estaba en el terminal; alguna
podría ayudarme, pensaba; quizás volver a mi
ciudad, empezaba a sufrir ansiedad y sentía cómo
el mundo baja mis pies tórridamente a la tierra;
quizás era algo muy complicado para mí; quizás
no estoy listo para algo así. Tenía dinero
suficiente como para volver a mi ciudad, el
asunto era volver a encontrar trabajo, ni siquiera
eso… en dónde podría dormir, no tenía muchos
conocidos allá, no tengo amigos en mi ciudad.

Estaba sumergido en mis preocupaciones y un


señor bastante anciano se sentó a mi lado, estaba
vestido con gabardina y tenía una barba
frondosa. Se sentó con su periódico y se dispuso a
leer, me llamó la atención sus vestiduras, porque
era de tarde y no llovía, además de que el sol
estaba postrado a su máxima expresión
ahogándonos de calor.

-¿No le da calor vestir esa gabardina? –


pregunté yo a destajo.

-No, realmente no. La uso desde hace tiempo y


me he acostumbrado. – respondió él sin quitar su
vista del periódico.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

-Hoy es un día caluroso realmente, quizás


debería considerar quitarse la gabardina, se le ve
sudar bastante. – insistía con algo de
preocupación.

-Eres un buen muchacho, ¿sabes? Stevan me


comentó eso por teléfono anoche. – dijo aquel
señor. Me quedé sorprendido pues pensaba que
se trataría de alguien mucho más joven quien
vendría a recogerme, pero se trataba de un viejo
con una gabardina en pleno verano.

-¿Es usted Richard? – pregunté asombrado.

-Sí. – dijo él con una sonrisa mientras se


levantaba y se quitaba la gabardina y el sombrero
– Hace bastante calor realmente; estoy
empapado. – completaba entre risas.

Nos fuimos al estacionamiento y me llevó en su


auto camino a su casa. Livingstone era una
ciudad más grande que en la que yo residía y me
impresionaban los avances arquitectónicos que
estaban allí; parecía un niño impresionado con
cosas que no lograba comprender y se apreciaba
por mi postura hacia la ventana del copiloto.

-¿Primera vez que vienes a Livingstone? – me


preguntaba él.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

-Sí. Es una ciudad bastante bonita; es primera


vez que veo esta clase de edificaciones.

-Es una ciudad bastante desarrollada, además


de que aquí han surgido muchos y buenos
científicos para el país. Nos sentimos orgullosos
de ello y han crecido grupos de estudio de
nuestra historia y sobre la ciencia.

-Suena bastante interesante. ¿Es por eso que se


hará la famosa convención de la que me habló
Stevan?

-Así es, esta es una más de muchas


convenciones o reuniones para exponer algún
tema sobre ciencias. Pero esta tiene algo
especial, pues se hablará del Cosmos y de sus
energías, no tanto desde un lado científico per se,
pero sí desde una perspectiva filosófica. Ya
Stevan ha ido a algunas y se ha empapado mucho
del tema, supongo te habrá comentado algo. – me
decía el señor Richard.

-Sí, pero no fue sobre el Cosmos… me hablaba


sobre la naturaleza y sus bondades. Me hablaba
con mucha pasión, eso sí. – recordaba yo en pleno
camino.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

-A él le maravilla la naturaleza y ese podemos


decir que es su “credo” – me decía sonriente el
señor Richard.

-¿A qué se refiere con credo? – pregunté yo

-A su creencia, muchacho. Aquí la gente está


dejando de creer en dioses. Con el paso del
tiempo, mientras más avances logramos, más
dejamos nuestras raíces dependientes de mitos y
leyendas. Ya aquí creemos en lo que somos
capaces, en lo que vamos descubriendo.

Ya estábamos llegando a la casa del señor


Richard; era una casa un poco moderna para ser
un señor ya de edad. Todo forrado en ventanas de
cristal y se veía bastante caro. Era una
urbanización bastante agradable a la vista, se
veía un señor culto y de dinero.

-Ya hemos llegado, esta es mi casa. – me muestra


orgulloso.

-Es bastante moderna. – le dije yo entre halagos.


EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

Me invitó a tomar un té en sus aposentos y


empezamos a hablar sobre la convención en sí. El
señor Richard me hablaba extasiado sobre los
tópicos a tratar y que el doctor Walter Howard
expondría ante los presentes. Sonaba bastante
interesante y nuevo para mí, pues el señor
Richard me hablaba de energías que transitan y
se transforman en nuestra existencia; que van y
vienen sin rumbo, pero como si supiesen a dónde
debían estar en el momento exacto, por todo el
universo. Me hablaba de la perfección del
Cosmos y sobre que esto es lo que se puede
palpar y estudiar. Que se ha corroborado el
crecimiento de nuestro universo y lo que
contiene, que historias bíblicas solo quedan para
consuelo del que teme a la realidad.

-Es algo que se está dando y la gente se está


dando cuenta de ello. – decía entre sorbos de té
el señor Richard.

-Yo siempre he visto esta clase de temas como


algo fascinante, más nunca como algo que deba
regir mi vida.

-No es que deba hacerlo, ya lo hace; todo lo que


ves está conformado por los mismos átomos de la
Creación. Todo nace de ello y todo, al morir,
vuelve a ello.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

“Este señor está muy fanatizado”, pensaba yo


entre sus sermones y enseñanzas. Y todo esto
tenía sentido, le veía mucho más sentido pues
todo esto ha sido demostrado a lo largo de la
historia; desde que la mente humana siguió sus
instintos y desarrolló, mediante su curiosidad,
nuestro crecimiento y expansión en todos los
sentidos. Por otro lado, la religión ha sido un
estanque histórico en donde reposan esperanzas
de la gente que no quiere ver estos avances. Todo
tenía sentido, pero no quería ser un predicador
de ciencia, pues para mí es un fanatismo más con
otro título.

Era de noche y la convención sería mañana en


un anfiteatro de la ciudad. Había mucha
propaganda en la calle: anuncios en los postes de
luz, personas repartiendo volantes y pendones en
centros comerciales. Sería algo grande y que
saldría en la prensa al día siguiente. Yo sentía
algo de emoción por el asunto, por tantas cosas
que se han dicho y nada negativo en tantas
palabras.

Había llegado el día, el sol me despertaba


dándome justo a la cara con sus rayos. Ya el
señor Richard estaba haciendo ruido por la casa.
Me alisté rápidamente y comimos el desayuno.
Nos encontrábamos ya de salida y el señor
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

Richard me reiteraba la importancia de este


evento, que mi vida cambiaría y que vería las
cosas de una nueva y mejor manera para mi ser.

Llegamos al anfiteatro Gerald Utrich y había


una fila cuantiosa de personas esperando por
entrar, aún faltaba una hora para el inicio y yo
solo pensaba en tener que hacer tal fila y
sentarme en las lejanías del lugar, quizás hasta
quedarme de pie a regañadientes. El señor
Richard se veía tranquilo, hasta se le veía una
semi sonrisa surcando su rostro.

-Tranquilo, no haremos esa fila. – dijo como si


hubiese leído mi mente.

-¿Y cómo pasaremos? ¿Pasaremos así sin más? –


le preguntaba yo un poco estresado, pues no
quería abucheos de la muchedumbre o colarme
como un pordiosero.

-Pasaremos por atrás, pues pertenezco a la


logística del evento y tú pasarás conmigo.

Esto me dio mucha más ansiedad, pues ¿qué tal


si no me dejaban pasar?, ¿qué tal si quedaba solo
afuera del anfiteatro esperando a quién sabe
cuántas horas durase la convención? Tan solo me
ponía a pensar en opciones para lo peor: un taxi
de regreso a la casa del señor Richard, buscar un
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

restaurante o un lugar de comida rápida para


pasar el rato. Y volvía a la casa, pero no entraría
pues no tenía llave alguna; esperaría afuera de
todos modos. En mi mente ocurría todo esto y
aquello y sin darme cuenta ya él estaba apagando
el auto para bajarnos.

-Tranquilo, te dejarán pasar. No te atormentes


por tonterías. – decía riendo él.

Yo no dije nada y nos bajamos, llegamos a la


parte trasera y los guardias de seguridad –
corpulentos y todos serios– nos mirando y
chequearon.

-¿Quién es él? – preguntaron ellos.

-Viene conmigo. No hay problema. Fausto sabe


de ello. – explicó el señor Richard. Yo no tenía
idea de qué se había hablado antes de mi llegada,
pues ya estaba acordada mi presencia. Mi mente
dirigió sus pensamientos a la incógnita de quién
sería ese tal Fausto.

Entramos y había varias habitaciones con


descripciones puestas en un papel de color
fluorescente. Caminamos por un pasillo largo
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

hasta una de las habitaciones, en su descripción


pegada a la puerta decía Dr. Fausto Lamoratti,
entonces el señor Richard tocó a la puerta y
atendió una persona bastante joven para lo que
yo tenía en mente. Le calculaba unos veinte y
tantos años de edad, quizás de mi misma edad.

-¡Qué tal, Richard! Pensé que nunca llegarías. –


dijo él poniendo sus ojos en mí. Hizo una pausa y
me observó detenidamente. El señor Richard lo
tomó del hombro en ese instante.

-Él es nuevo por aquí. Viene conmigo. ¿Recuerdas


la persona de laque hablaba Stevan? – dijo el
señor Richard.

-Ya veo, entonces eres tú. Un placer conocerte,


soy Fausto Lamoratti, científico, astrónomo y
curioso de las cosas que nos rodean.

Yo le estreché la mano y apreciaba en los ojos


de Fausto un deseo o mejor dicho un hambre de
sabiduría bastante voraz. No hablamos nada
sobre la convención, cosa que es sorprendente
debido a tanto que han metido en mi casa al
respecto. Fausto nos invitó unos bocadillos que le
han regalado y nos invitó a pasar al anfiteatro a
esperar por la convención. Pasamos hasta allá y
noté que no estaban las butacas respectivas, eran
muchos estantes colocados de tal forma que
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

hacían tres pasillos grandes y anchos. Los stands


tenían un tema detallado y único, por lo menos de
los que pude apreciar. Y de fondo la tarima, era
enorme. Las luces, apagadas por supuesto, daban
en dirección hasta ese lugar. Supondría la
exposición de Fausto a una hora determinada.
Además, el último detalle, se veía reflejado en el
techo del anfiteatro una proyección de las
constelaciones bastante agradable a la vista.
Definitivamente sería algo grande.

La gente empezó a entrar y se empezó a


acomodar en los alrededores, no me había fijado
que los promotores de los stands ya estaban en
sus puestos y todos vestidos de ropas oscuras,
quizá simulando así la noche o la materia oscura
del universo. Pasaron unos veinte minutos
aproximadamente y se empezaron a encender las
luces. Se proyectó un vídeo en la pared blanca al
fondo de la tarima donde se daba la bienvenida.
Pasaron la historia de varios científicos, fotos e
invenciones, todos nacieron en Livingstone.
Todos aplaudieron al concluir el vídeo y un
animador salió al escenario donde empezaba a
explicar la importancia de este evento y
agradecía a todos por su presencia.
Posteriormente empezó la visita en cada stand.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

El señor Richard fue por su lado a visitar un


área donde se hablaba de las estrellas y yo me
quedé vagando mirando temas como los hoyos
negros, las nébulas, numerología, historia
universal, teorías de conspiraciones, todo era
fascinante. De repente ya habían pasado dos
horas y había recorrido la gran mayoría de los
stands. De repente, las luces enfocan el escenario
de la tarima y sale Fausto entre aplausos y
alaridos de las personas.

-Él disfruta esto en secreto. –me decía


susurrante el señor Richard atrás de mi persona,
cosa que me inquietó un poco.

-¿De qué está hablando? – pregunté yo


alejándome un poco de él.

-Que al Dr. Fausto siempre le gustó esto de


exhibirse ante la muchedumbre. No es malo, pero
se denota cuando lo conoces bien. Tampoco es de
criticársele pues lo que habla y cómo lo habla es
algo de otro mundo.

“¿Sería más un gurú que un científico?”, pensaba


yo en mis adentros. Fausto empezó su oratoria.

-Buen día a todos, estimados. Les retiro de


primera mano mi agradecimiento por estar
presentes hoy. Se trata de un momento muy
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

especial para mí, pues siempre me es grato


compartir con ustedes lo que descubro, lo que
conozco y lo que pienso, pues para eso es mi
trabajo y para eso vivo. – la gente empezó a hacer
mayor bullicio, y Fausto hacía gestos de calma
con cierta satisfacción en su rostro, de verdad lo
disfrutaba tal cual como lo decía el señor Richard
– El Cosmos es tan profundo y tan misterioso
para todos nosotros; siempre habrá algo que no
sepamos; siempre descubrimos e inventamos,
innovamos y progresamos, pero siempre habrá
una incógnita que nos impulsa, que nos eleva a
seguir adelante. Somos una bacteria
insignificante si nos comparamos la vastedad del
universo, con sus rutinas complejas y fuera de
nuestra comprensión. Y solo basta con ver las
estrellas, con saber que esa luz que titila en
nuestro firmamento oscuro de la noche ya se ha
apagado hace millones de años, pero que aún así
esa luz viaja a nosotros y sigue viajando, así de
grande es el universo: con su propio tiempo y
medida.

La gente no aplaudió, pues se quedaron mirando


al techo para, probablemente, visualizar el
ejemplo de Fausto.

-¡De verdad habla muy bien! –comentaba uno de


los presentes para con los otros.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

-Vivimos en una época en donde esto es una


realidad, donde cada vez vemos más allá y se
confirman nuestras teorías o el mismo universo
nos sorprende con otra situación. Todo es gracias
las bondades del Cosmos, a sus energías que
transitan por doquier, por cada detalle que
conforma nuestra persona, nuestros alimentos,
nuestras mascotas, todo lo que conocemos y lo
que no. Y todo escapa en un punto de nuestras
manos, las teorías quedan en teorías y se necesita
de mayor avance para ir confirmando y
reafirmando nuestro desarrollo como seres.
Desconocemos de ciertas cosas como multi
universos, dimensiones, viajes en el tiempo.
Llegamos hasta a manejar diferentes puntos de
vista y, por consiguiente, de teorías que chocan
unas con otras. En fin, vamos con lo que sí
conocemos fehacientemente.

Me quedé pensando en estas cosas, Fausto


hablaba con esa misma pasión con la que me
habló Stevan en la cascada, con la misma con la
que me habló el señor Richard camino a su casa y
en su casa. Parecía algo que se contagiaba como
un virus, pero un virus de sabiduría y sed de
conocimientos, una sed de demostrar una
realidad, una verdad.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

-El universo, como bien sabemos, surge del Big


Bang, de aquella explosión que manifestó toda la
Creación mediante su propio tiempo, física y
química; algo tan majestuoso que aún se sigue
expandiendo por lo que aún sabemos, hasta que
un día regrese a su origen cuando no pueda
expandirse más.

La gente seguía contemplando los ejemplos


visuales de Fausto en el techo del anfiteatro.
Realmente la calidad de la imagen era
espectacular, al punto en el que uno se sentía
inmerso en el espacio, viendo el Big Bang
manifestándose ante nuestros ojos.

-Es tan maravilloso saber que aún no sabemos


todo, que mediante nuestras propias manos
vamos construyendo un futuro, vamos alcanzando
lo que hace siglos era imposible.

Fausto continuó hablando sobre la creación y la


muerte de estrellas, los hoyos negros, teorías
sobre el propio Cosmos y su futuro, habló sobre
la antimateria, la materia oscura. Hablo desde
nebulosas, galaxias y planetas, hasta sobre
posibilidades de hallar vida en otros lugares o
conseguir habitar un planeta con el paso del
tiempo. Habló posteriormente de otros tópicos
como la Evolución; desde neandertales,
cromañones, dinosaurios, bacterias, la Panguea,
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

abarcó bastante. Hizo subir con él al señor


Richard para que continuase la cátedra sobre la
historia: los avances tecnológicos y las
invenciones de los científicos más destacados de
la ciudad. Estaba maravillado pues tantos
argumentos calaron en mí y me demostraron que
la verdad radicaba en mis manos, en lo que me
rodeaba, en cada creación. Ya entendía a Stevan
y su éxtasis por el mundo y el universo; no se
necesitan dioses o creencias en magia mitos, solo
aquel con suficiente masa gris se daría cuenta
que todo está ante nuestros ojos y no en los
cielos.

La convención había terminado ya en la tarde,


eran casi las cinco de la tarde y se estaba yendo
la muchedumbre, yo me quedé quieto y esperaba
a por el señor Richard. Lo veía a él con Fausto
hablando con otras personas, asumí que eran
científicos o estudiosos de algún tema científico.

El señor Richard me vio y me hizo señas de ir


hacia donde estaban.

-Ellos son David Fonseca y Pere Venegas, son


científicos estudiosos de la Teoría de Cuerdas –
me presentaba el señor Richard. Yo solo alcancé
a saludar y presentarme, pues no tenía la
sapiencia para tener una buena conversación con
ellos.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

-¿Qué tal te pareció todo? – me preguntaba


Fausto.

-Me gustó mucho, he aprendido como no tienes


idea, y esto me hace replantearme muchas cosas
de ahora en más.

Se acercó tímidamente una muchacha con


aspecto de universitaria con una libreta y
bolígrafo en mano.

-¡Buenas tardes! Espero no molestarles, mi


nombre es Amanda, pertenezco al club de prensa
de la universidad de Livingstone y quería saber si
podría entrevistarles. – decía la muchacha un
poco tartamuda y nerviosa.

Fausto le miró con cierto fastidio a medio


esconder, los otros dos científicos estaban
indiferentes a ello y empezaron a hablar entre sí,
el señor Richard contemplaba la situación.

-Adelante, pero que sea rápido, señorita


Amanda. – respondió Fausto con una sonrisa,
pero con cierto dejo de altanería.

-Buenas tardes, comunidad universitaria de


Livingstone, estamos acá en compañía del joven y
prometedor científico Dr. Fausto Lamoratti, y hoy
le presentaremos unos pocos cuestionamientos
para celebrar nuestra semana científica de la
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

universidad. – relataba la estudiante a un su


grabadora, mientras se guardaba en los bolsillos
el lápiz y la libreta, quizás fue un truco para
hacerse menos intensa. Fausto solo la miraba
conteniendo unas risas, no sé si de burla o de
gracia por ver a la joven estudiante arreglárselas
para narrar su noticia –Para empezar, Dr. Fausto,
tenemos un tema particular en nuestro club en
donde estamos debatiendo con los estudiantes
sobre los viajes en el tiempo y sobre los objetos
fuera del tiempo, los famosos Ooparts, muchos
estudiantes creen en las historias de estos
objetos y que fueron causa de algunos errores de
viajeros del tiempo, otros creen que es una
fantasía y una mentira y otros en conspiraciones
al respecto, ¿qué opina usted? – concluyó
Amanda acercándole la grabadora a la cara de
Fausto.

-De primera mano quiero agradecerte por esta


amena entrevista y mando un cordial y fuerte
saludo a toda la comunidad universitaria de la
Universidad de Livingstone, la mejor en el país, y
una de las mejores del continente. Para
responder a tu pregunta, en mi opinión –tomó
una pausa y suficiente aire como para soltar
ráfaga de palabras al mundo–,pienso que son
situaciones muy específicas; unas son de estudio
continuo para llegar a una conclusión sólida,
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

otras están en incógnita permanente, incluso hay


objetos desaparecidos de los museos, como el
Jarrón de Doncaster, pero considero que hay que
guiarnos por lo demostrable, por lo que es
verificable; muchos Ooparts solo son fotos
guindadas en la Internet, otras son rumores. Es
difícil hablar sobre viajes en el tiempo en la
actualidad, pues no ha sido demostrado el viaje al
pasado; lo más cercano es la variación que tienen
los astronautas al ir al espacio, pues varía su
tiempo de vida, se puede decir que viajan
ligeramente al futuro. Y, pues, en conclusión,
opino que estamos muy lejos de hablar de la
veracidad de muchos Ooparts, algunos apenas
tienen argumentos de existir, más no de ser
provenientes del futuro. Espero haber satisfecho
tu pregunta. – concluyó Fausto.

-Gracias por su respuesta, Doctor, ahora una


última pregunta, si usted me permite. –agregaba
la señorita– ¿Qué opina usted sobre los planos? Y
me refiero a aquellas dimensiones, por así
decirlo, o hasta otros universos, donde
desconocemos el todo de lo que contiene.

Fausto miró a sus colegas y estos le miraron con


cierta burla por la pregunta de la joven
estudiante, el señor Richard susurró un “qué
ridículo” para sí sin darse cuenta que lo
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

escuchaba. La estudiante se notaba un poco


incómoda al ver tales eminencias de la ciencia
demostrando aires de fastidio por tal pregunta.

-Bueno, joven Amanda, –iniciaba su discurso


asesino– es algo complejo lo que acabas de
preguntar, incluso para mí. Los planos no existen.
– respondió cortante.

-¿A qué se refiere con que no existen? –


desafiaba Amanda.

-A precisamente eso, no existen los planos, pues


estos hablan de algo espiritual, cosa que
lógicamente no pudiere existir, respetando los
credos que los estudiantes pudieren tener;
ciencia y creencia no funcionan igual, no se
mezclan: la ciencia demuestra con lo que se
puede ver, sentir, tocar, percibir; inunda los
sentidos. La religión va a algo más sentimental,
más de esperanzas y sordera de realidades
científicas.

-Entonces, siendo así, ¿podemos hablar de


dimensiones?

-Tampoco –refutaba cortantemente– .No


podemos hablar de dimensiones puesto que no
hay evidencias de ello. Existen teorías, pero, por
ahora, para no ser tan negativo y obtuso, no hay
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

muestras de nada. El universo es muy vasto,


quién sabe, pero actualmente no hay evidencias
de nada.

-Muchas gracias, Doctor, por su respuesta. Esto


es todo por ahora. – finalizaba la estudiante su
grabación y posteriormente agradeció
personalmente a Fausto, claramente aturdida por
la crudeza con la que respondía a las preguntas.

Nos fuimos del lugar ya eran las siete de la


noche y Fausto nos había invitado al señor
Richard y a mí, junto a David y Pere. Primero
volvimos a casa del señor Richard para
cambiarnos, ya que iríamos a un restaurante
caro, según decía él.

-¿No percibió un poco grosera la actitud de


Fausto con aquella estudiante? – le pregunté al
señor Richard ya en el auto.

-Bueno, nada es perfecto. Además eran


preguntas de niños. Considero que era una falta
de respeto hacer preguntas así para con la
universidad así como para con Fausto.

Habíamos llegado al restaurante; se veía muy


contemporáneo, esperaba algo más elegante y
fino de lo que esperaba. De hecho, me veía muy
elegante para lo que ameritaba el lugar: con
EL COSMOS, LOS PLANOS
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chaqueta y camisa, sin corbata por lo menos, y un


pantalón negro de vestir. El señor Richard estaba
vestido de igual forma. Pasamos y los vimos a
ellos sentados ya al fondo del restaurante. Fausto
nos hizo señas con la mano.

-No debes hacerle caso a Richard. – dijo Fausto


riéndose.

-¿A qué te refieres? – le pregunté yo, mirando


también al señor Richard a ver si me daba
señales de algo.

-Pues que él siempre se viste elegante y fuera de


tiempo siempre, seguramente te dijo que había
que venir así aquí. – me respondió.

“Con razón iba con gabardina cuando me buscó


ayer”, pensé. Y quizás era una vieja maña de este
anciano, que los años ya le pasaron por encima y
se obliga a recordar momentos personales
usando trajes siempre, quizás era eso.

-Es mi estilo, no es necesario tanto bullicio por


ello. – se excusaba el señor Richard.

Empezamos a hablar de tonterías y jovialidades


donde se me olvidaba el hecho de que trataba con
gente prometedora en el ámbito científico;
parecían personas normales: mujeres, familia,
metas, infancia, adolescencia, estupideces,
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

anécdotas de todo tipo salían a relucir a la mesa.


Ya había avanzado la noche y quedamos hablando
durante la comida sobre la convención después
de haber pedido muchos aperitivos.

-Estuvo bien todo, creo que se alcanzó el


objetivo planteado. – dijo David.

-Opino lo mismo, se hizo bien dinero para


invertir en los centros de investigación. –
complementaba Pere.

-Sí, y la gente fue menos eufórica que otras


veces; hubo un poco de calma esta vez. – dijo el
señor Richard.

-Yo percibí que hace un poco de falta un área o


momento para aclarar dudas. – dije yo.

-No hace falta, ya que con la venta de libros


masiva que se hace en cada convención, el
mensaje llega con un plus. Además se evalúa la
oratoria de cada participante porque para
nosotros es importante que siempre esté claro el
mensaje del tema a exponer. – me decía Fausto
con un poco de molestia.

-Además siempre estamos, como viste hoy,


compartiendo abajo y estamos abiertos a
cualquiera que llegue. – comentó David con copa
de vino en mano.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

-Pero quizás exista una mejor manera, además,


yendo a ello, noté un poco grosera la manera en
la que se le trató a la estudiante. – el señor
Richard me dio un codazo leve, probablemente
para darme a entender que la había liado y que
estaba demás mi comentario.

-Es que ella llegó con una faceta tímida y luego


mostró los dientes; además de las preguntas tan
básicas, claramente estaba buscando un poco de
fama dentro de la universidad. – respondió Fausto
molesto – Una pregunta amerita algo más de
seriedad, que demuestre verdadera pasión por lo
que se expuso, que muestre que sí estuvo
inmerso en el tema y quiera saciar sus dudas
dentro del tema. No basarse en mitos y leyendas
para crear polémica.. – complementó él.

-Opino lo mismo, creo que tampoco era la


manera, aunado al hecho de que tú como gran
estudioso e ilustre de ciencias no debías rebajarte
a su nivel. – replicó Pere.

Fausto mordió sus labios y aumentó su rabia,


quizás también por los tragos demás por la noche
y los momentos.

-Quizás me dejé llevar un poco, tampoco soy un


ser perfecto. Pero es que me causa resquemor.
¿Cómo alguien que dice ser un estudiante de
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

ciencias, alguien que se especializa en ciencias,


puede andar creyendo en patrañas?

-Si hablas de mitos y leyendas, yo soy creyente.


– respondió Pere ante la mirada sorpresiva de
David y la incomodidad del señor Richard – Creo
en que puede haber un Dios, y la ciencia ayuda a
demostrar lo que es imposible también, porque si
a eso vamos, ¿cómo se han corroborado tantos
fraudes y se ha despejado la mentira de lo que
aún no es demostrable por nuestras limitaciones?
Es gracias a aquellos científicos que van por una
lógica bastante básica: si es tan falso este mito,
¿por qué aún hay tanta gente que lo cree
habiendo tantos avances? Pienso que es
necesario esto para el desarrollo de la ciencia. –
acotó él.

Fausto solo pudo soltar algunas risas que


molestaron bastante a Pere.

-¿Cómo puedes decir algo así? El hecho de


demostrar es por el mismo hecho de que la
ciencia va abarcando centenar de temas a
estudiar, es de forma consecuente que se vean
inmersos temas absurdos como esos que
planteas, Pere, y me sorprende que digas algo así
realmente, pues posees un currículum de envidia
y unos estudios dignos de aplaudir.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

David le tocó el hombro a Pere para evitar que


se profundizare más la discusión. Pere cerró sus
ojos y alejó un poco la copa de vino que estaba
por la mitad.

-Y esa es tu opinión, Fausto. – acto seguido se


levantó y se despidió de nosotros, y se fue. David
estuvo unos veinte minutos y también se fue, ya
que, entre tantas cosas que hablamos antes de la
discusión, salió a relucir que ellos, David y Pere,
eran mejores amigos de la infancia y trabajaban
juntos.

-Así son las cosas y hay que aceptarlas. – dijo


para sí Fausto.

-Creo que deberían hablar. – le aconsejó el señor


Richard.

-Ya veremos, ya veremos. Es que son temas


delicados. – dijo mirándome – Nunca creí en
algún dios, pues me parece que es una ideología
básica en donde hay intereses comunes. Es un
protocolo para lavar cerebros y despedazar la
sociedad; hacerla más tonta y dependiente de lo
que diga un padre, un pastor, un sacerdote o
sacerdotisa, lo que sea. Siempre hay algo que les
beneficia usando los “milagros” de un dios. Yo me
siento más libre que cualquiera de los borregos
que van a alguna celebración espiritual por
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

dependencia de palabras básicas para tener una


esperanza, para oír lo que quieren oír. –
completó.

-Te entendemos, Fausto. – dijo calmadamente el


señor Richard. Yo solo permanecía en silencio
para dejar que él se desahogase.

-Me molesta mucho eso y más que se me quiera


imponer ello. No existe ningún dios solo en
nosotros reposa nuestro crecimiento y nuestra
libertad. – sentenció.

-La historia lo dice, Fausto, sino mira la


Inquisición, la cual hasta se cataloga se santa.
Entre ellos mismos se contradicen; dioses que
matan, pero hablan de amor, profetas que
fornicaban y hablaban de santidad. Hasta la
actualidad se ven esas cosas; curas violadores,
entre otras aberraciones. La gente que se deja de
esas hipocresías es más sincera: “no soy perfecto,
pero intento mejorar” es lo que reza mi manera
de pensar. – le decía el señor Richard a Fausto y
este se calmó un poco más.

-Tú me comprendes, Richard, por eso te


considero una clase de padre para mí desde que
estaba solo. – dijo él ya un poco sentimental.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

El señor Richard pidió la cuenta mientras


Fausto seguía hablando un poco más, yo le
hablaba un poco también y se dejaba hablar;
Fausto bebía y bebía, incluso de las copas
rezagadas de David y Pere y nos fuimos a casa
del señor Richard.

Llegamos a su casa, ya Fausto estaba ebrio y lo


acostamos en un sofá como es la vieja usanza. El
señor Richard salió al patio trasero y lo
acompañé un rato. Ya eran las dos de la mañana.

-Parece que Fausto tiene un pasado turbio. –


dije yo.

-Sí, ha sufrido bastante el muchacho. Yo soy su


padrastro. –me impactó bastante esto, y noté que
lo decía un poco melancólico– Me casé con su
madre unos años después de que se divorciase de
Joseph, su esposo en aquel entonces. Él falleció
luego unos pocos años después de un ataque
cardiaco. Y, bueno, las cosas se fueron dando y su
madre y yo nos fuimos enamorando. Éramos
amigos de la universidad y mantuvimos contacto.
Fue difícil para Fausto, pues el divorcio le afectó.
Luego vino esto del matrimonio de Mónica
conmigo y me odiaba y odiaba mucho a su madre.
Los años fueron pasando y trataba de ganarme su
confianza y aprecio, fue bastante duro para mí,
pero más para su madre. –yo solo me dispuse a
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

escuchar y empecé a comprender varias actitudes


de Fausto y sus falencias– Ella lloraba a menudo
al recibir las groserías de Fausto cuando niño y
cuando él le achacaba la culpa de la muerte de su
padre a ella. Ya Fausto fue creciendo y me tomó
más confianza al yo estar con él cuando estaba
depresivo y triste… pero nunca perdonó a su
madre. Ella luego falleció hace un año y es difícil
para nosotros. Él vive en su departamento, era un
niño índigo, un genio y la universidad se dio
cuenta de ello y le dio campo abierto para
desarrollar sus estudios y crear grupos
científicos, actualmente son los mejores del país.
Vive bien y gana buen dinero por estas
convenciones y por sus proyectos personales,
pero carga ese agujero dentro de él, el nunca
haber resuelto su relación con su madre. –
concluyó.

Richard tomó unos minutos y un sorbo de


whisky que se había preparado al llegar. No sabía
qué hacer, si darle unas palmadas o dejarlo así,
me quedé sin decir nada. Fausto estaba ya
dormido después de haber balbuceado cosas que
quizás él solo entendía. El señor Richard cambió
el tema.

-¿Y tú en qué crees? – me preguntó después de


otro sorbo.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

-Yo no creo en ningún dios tampoco, antes sí,


pero era algo más de cultura, algo más mecánico
que de fe propia. – respondí.

-¿Tus padres son creyentes?

-Sí, son protestantes. Pero mi madre es la más


fiel a las celebraciones de su iglesia, mi padre es
más suave con ello, aunque un poco hipócrita,
pues el tiende a beber mucho y a ser muy
ambicioso con las cosas; muy materialista, opino
yo, eso me hizo discernir mucho en lo que yo
creo.

-¿Y por qué no estás con ellos?

-Porque quise diseñar mi futuro, ser


independiente. Me gradué de administrador y
trabajaba en unas oficinas de una empresa media
en la ciudad de Cross, pero la monotonía me
empezó a ahogar y empezó esta idea en mi
mente, una idea que se fue transformando en
cuestionamientos… y esto fue haciéndome infeliz.

-Entonces terminaste abandonando tu trabajo y


te lanzaste al mundo por una respuesta.

-Exactamente. – respondí, entonces el señor


Richard me alcanzó su vaso con whisky y pidió
que tomase un poco, dejándome el vaso conmigo.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

-Es una decisión difícil, yo no lo hubiera hecho y


soy alguien que ha tomado decisiones
arriesgadas, una fue casarme ya siendo un poco
mayor para lo que es más usual. Percibo en ti que
buscas un golpe de suerte, un sitio que dé
comodidad a tu persona.

-¿A qué se refiere usted?

-A que no tienes una pregunta realmente


planteada, percibo que quizás no sabes para qué
eres bueno y deseas descubrirlo o que deseas
algo más cómodo en tu vida, pero, pensándolo
bien, abandonaste tu comodidad.

-Pero puede ser una comodidad en otros


aspectos de la vida. – completé yo.

-Sí. Es complicado. ¿Y cómo qué dinero cuentas?

-Con el dinero de mi renuncia, más dinero que


he venido ahorrando durante unos años por
contingencias, ya que vivía solo en un
apartamento tipo estudio.

-Ya veo, fue algo bien organizado. ¿Y qué harás


ahora? ¿Sabes a dónde ir?

-No, no sé a dónde ir ahora. – respondí tomando


un sorbo largo del whisky.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

-¿Por qué no te quedas aquí? Puedes trabajar un


tiempo conmigo hasta hallar el próximo lugar al
que desees recalar.

Me quedé pensando en ello, pero no estaba con


todos mis sentidos a tono por tanto alcohol;
podría decir que sí o que no sin tomar en cuenta
todas las opciones.

-Necesito pensarlo. – respondí a secas.

-Creo que es mejor dormir. ¿Qué opinas de ir a


comer en el almuerzo a un lado para seguir
discutiendo esto? – me proponía él y yo le dije
que me parecía una buena idea.

Nos fuimos a dormir, él a su cuarto y yo al de


huéspedes. El tiempo pasó volando, ya eran las
nueve de la mañana y amanecí con un fuerte
dolor de cabeza por tanto que bebí anoche. Salí
luego de prepararme y estaba Fausto aún
durmiendo, el señor Richard se hallaba en el
patio trasero nuevamente, en una bata de estar
en casa con shorts y pantuflas, además de una
camiseta blanca.

-En la cocina hay para prepararte algo de


desayuno. – dijo el señor Richard.

-Parece que Fausto no es bueno bebiendo. – dije


yo.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

-Nunca lo fue. Seguro la euforia de haber


logrado éxito en la convención le anuló este
defecto de su mente.

-¿Sabe algo? Me gustaría comer con usted para


discutir lo que me propuso anoche.

-Me parece estupendo. – me respondió él con un


tono muy normal y corriente, como si hubiese
sabido con certeza que atendería a su sugerencia.

Fausto se levantó a las once de la mañana,


estaba destruido: ojos rojos, claros gestos de
molestia por un dolor seco de cabeza, entre otros
síntomas de resaca.

-Bebí demasiado. – dijo.

-Demasiado es poco. –dijo el señor Richard,


riendo– Báñate con agua fría y vístete, vamos a
comer.

-¿A dónde iremos?

-A comer pescado en el puerto.

Llegamos al lugar después de que Fausto tardó


bastante en arreglarse. Tomó un par de aspirinas
y se sintió mejor. El restaurante se veía bastante
bien, pero estaba algo vacío.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

-¿Por qué está tan vacío este lugar siendo hora


de almuerzo? – pregunté yo.

-Es un restaurante del cual se cree ha quebrado,


pero es la fachada, aún funciona y tampoco se
han preocupado en hacer publicidad; pocos
vienen, pero los que vienen son clientes fieles,
soy uno de ellos. – respondió el señor Richard.

-¿Y cómo se mantiene el negocio con tan pocos


clientes?

-Porque nosotros financiamos el lugar, les


ayudamos a mantenerse. – me respondió Fausto.

-Lo hacemos y comemos gratis. – dijo el señor


Richard.

Entramos y el lugar se veía bien, no se veía


caro, pero tampoco un lugar muerto. Comimos
gratis como dijo el señor Richard y la comida era
buena. Todos se conocían entre sí y se saludaron
afectuosamente. Me presentaron con la gente y
fue un momento extraño para mí.

-Ojalá el mundo fuese así. – dije yo.

-¿Así cómo? – me preguntó Fausto.

-Así, donde todos nos saludemos con todos en


fraternidad.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

-Nos separan las ideologías y lo que creemos


que es correcto. – explicaba el señor Richard.

-Gente con poder corrompe al débil. Malversa la


filosofía, la esperanza. Entiendo lo que dices y lo
veo cada vez que vengo hasta acá con Richard,
por eso lo financiamos, porque en este simple
restaurante vemos cierta unión entre las
personas sin importar lo que piensen. Por ello me
molesto con la gente que pretende hacerme creer
en dioses y fantasías. Aquí está lo real: gente que
comparte así sea un plato de comida, pero que
comparte. Me dirás tú qué comparten los
religiosos entre sí, sino división, hipocresía y
odio.

-No empieces, Fausto, ya tuvimos suficiente con


el show de ayer. – dijo el señor Richard.

-Comprendo a Fausto y comparto lo que piensa,


tiene mucha razón en muchas cosas y eso me
ayuda un poco a entender, como lo decía anoche.
Entiendo por qué Stevan me envió con ustedes y
ahora estoy mejor encaminando en lo que deseo.

-¿Y qué deseas? – me preguntó Fausto.

-Hallar la verdad absoluta. Hallarme a mí mismo


en ella, acercar a la gente a la verdad.

-¿Y cuál verdad estás buscando?


EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

-Estoy viendo un destello de ella en este


momento, en este restaurante. Debe existir una
semilla o varias en el mundo donde la gente se
reúna sin importar qué, sino con aprecio y gusto.

-Esto nos lleva a una proposición. – dijo el señor


Richard.

-¿Qué le propondrás? – preguntaba Fausto,


aparentemente no conocía nada desde un
principio.

-Quiero que aprenda con nosotros y conozca


nuestra filosofía.

-¿En dónde podría trabajar? Nuestras áreas son


netamente científicas y, con permiso de él, no
conoce sobre nada de ello. No es una simple clase
de biología o ciencias, es algo bastante profundo.
– reprochaba Fausto, cosa que me molestó un
poco, pues pecaba de egoísta y ególatra.

-Siempre hay algo que hacer, incluso para los


que no están empapados en las áreas que
laboramos tú y yo. Quiero que seas mi asistente. –
me ofrecía el señor Richard– Estate aquí el
tiempo que desees: vivirás en casa en esa
habitación, ganarás un sueldo razonable y podrás
conocer más de ti mismo en nuestro mundo.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

Fausto no se veía contento, a pensar de


maquillar su rostro con una cara de indiferencia.
No sabía qué hacer, pero el señor Richard se veía
bastante entusiasmado y se veía razonable,
quizás aquí podría estar mi última parada. Lo
pensé bien luego de unos minutos y accedí. El
señor Richard me estrechó la mano y dijo que no
me arrepentiría. Terminamos de comer y
recorrimos la ciudad; me mostró las calles más
transitadas y las paradas de autobuses y el metro,
me mostró bastante, como si lo hubiere planeado
todo meticulosamente.

Me llevó a lugares baratos para comer y me


mostró ambulatorios y hospitales por cualquier
contingencia. El tiempo se acostumbra a volar y a
elevar su vuelo… Ya pasó una semana y mi
trabajo era bastante dinámico: llevaba encargos,
leía en ratos libres sobre diversos tópicos de
historia y ciencia, psicología y filosofía, era como
si volviere a estudiar. Redactaba documentos y
archivaba papeles de proyectos importantes que
se harían o que se están desarrollando.

Era a veces agotador, a veces no tenía nada que


hacer sino leer. Fausto se mostraba celoso desde
lejos, quizás por la atención que me brindaba el
señor Richard, que por cierto, era bastante
exigente fuera de lo cortés que es él con los
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

extraños. El tiempo siguió avanzando y ya habían


pasado los meses, estaba planificando visitar a
mis padres en verano. El trabajo se volvió
rutinario; me atasqué en ello, no veía avances y el
pánico me invadía.

Las noches eran largas como antes y esta vez


fue más rápido que la primera vez. ¿Qué era este
malestar? Si ya estaba buscando la verdad con
mis propias manos y me sentía útil, ¿por qué no
soy feliz? Surgían las preguntas sin respuestas de
nuevo. No sabía qué hacer, me vendría bien
visitar a mis padres después de mucho tiempo sin
verlos. Les empecé a llamar y a principio era
difícil decirles sobre mi vida y en lo que andaba
actualmente. Les dije que ahora vivía en
Livingstone y trabajaba con científicos y que
estaba estudiando nuevamente. Ellos se
alegraron al respecto y estaban ansiosos de que
les visitase.

El señor Richard notaba la pérdida de mi pasión,


lo veía en sus ojos decepcionados, pero nunca me
decía nada. Quizás me despediría pronto. Quizás
estaba esperando a que volviese de mis días
libres para darme la noticia. Así como empecé a
vaciarme nuevamente, Fausto también se le veía
poco en el laboratorio. Viajaba constantemente y
veía las fracturas de la relación entre el señor
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

Richard y él; mucho de lo que me dijo él hace


meses era muy exagerado, porque nunca le vi
atento con su hijastro en las pocas veces que, de
reojo, les miraba “compartir”; era una relación
laboral, fría y sin mayor comunicación. Cuando
venía un visitante esporádicamente los dos se
entonaban y hablaban entre sí como si nada,
como si fuesen grandes amigos, entonces me di
cuenta que eran los mismos hipócritas que decían
despreciar.

Era jueves y mañana por la noche partiría en un


autobús a Charente, ya tenía todo organizado. Mi
padre me esperaría por la mañana, ya que sería
un viaje muy largo en autobús. El señor Richard
se mostraba más distante conmigo; solo nos
dábamos los buenos días y las buenas noches. Ya
yo compraba mi comida y era cuestión de tiempo,
pienso yo, de que me cobre alguna renta por vivir
en su casa.

Llegó el día, me levanté muy temprano por la


mañana. Me preparé el desayuno con los víveres
que compré y comí un desayuno liviano. Vi en el
refrigerador una nota del señor Richard que
decía que salió temprano al laboratorio, que no lo
encontraría en casa hoy y que me deseaba un
feliz viaje. Decidí caminar un rato antes de
terminar de empacar algunas cosas y quise
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

caminar hasta el restaurante donde comimos


pescado aquella vez. En auto eran unos veinte
minutos, en transporte público treinta.

Me demoraría lo suficiente como para hacer


tiempo y para reflexionar conmigo mismo sobre
mi flaqueza y sobre lo que necesito para ser feliz.

Mientras caminaba empecé a recordar el día en


donde desperté vacío. Era una sensación como si
hubiere abierto los ojos, el viajar me calmaba
aquel vacío y el conocer diferentes personas que
tenían un vacío como yo, pero que llenaban
siguiendo una verdad. Aunque, dentro, muy
dentro quizás, me daba cuenta que ellos aún no
eran felices; sin importar la convicción y
seguridad con la que me hablaban, estaban
alegres, sí, por tiempos, pero no enteramente
felices. Y así tenía mi cabeza llena, avancé y
avancé hasta que tenía el restaurante a dos
cuadras. Se veía el puerto por debajo, ya que
estaba en una calle alta y desde allí pude ver a un
hombre sentado en soledad, mojando sus pies a
orillas del atracadero.

Descendí y llegué al restaurante, estaba


cerrado; no había nadie siquiera organizando
compras o lo que es usual en estos
establecimientos por la mañana. Me empezó a
llamar la atención aquel hombre, se veía plácido,
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

inamovible de aquel lugar. Me acerqué sin


sospechas y me senté a orillas del puerto. Quise
buscar lo que él contemplaba, pero no noté nada
diferente. Nada raro había en el agua; todo era
normal. ¿Qué hacía ese hombre entonces?

-¿Te sientes perdido? – me preguntó desde


donde estaba él.

No sabía qué responder, pero algo en mi interior


me hizo decir que sí a los segundos de la
pregunta.

-Es extraño, pues debes ser uno de los


científicos que vienen a este lugar. Te vi con ellos
hace unos meses.

-¿Cómo sabes eso?

-Tengo buena memoria. Siempre me siento aquí


a meditar, es algo que hago todos los días en la
mañana temprano. Hoy fue diferente, esperé a
que saliese el sol y estuviese en buena posición.
Me gusta orar a orillas del agua. – me comentaba
el hombre.

-Está bien. – respondí a secas.

-No pareces contento, amigo.

-No soy creyente de esas cosas. – le dije.


EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

-No es necesario que creas, es algo mío. Tú en lo


que crees y yo en lo mío. – me respondió
chapoteando el agua en sus pies.

-No hay problema.

-Aún así te ves mal. ¿Qué tienes? – me insistía


él.

-Son muchas cosas en mi vida. Es algo de lo que


no quiero hablar, mucho menos con un extraño,
así que disculpa.

Me dispuse a retirarme del lugar; no conseguí


paz sino rabia por aquel tipo tan metiche. Pero él
me atajo, lo cual me molestó más, así que le quité
la mano y me volteé.

-¿¡Qué te sucede!? – le dije yo alterado.

-Ten calma. ¿Hay algo de malo en que me


preocupe por ti? ¿Debo ser yo alguien conocido
para poder preocuparme por una persona?

-No se trata de eso, simplemente no deseo


hablar de ello y tú insistes. No respetas. – le
respondí.

-Los que se guardan todo su dolor y negatividad


para sí son los que más quieren ser escuchados. –
me dijo él.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

-No es cierto, simplemente quiero mi espacio,


ahora, por última vez, déjame ir. No quiero que
esto termine mal.

-Espero halles tu verdadera razón de ser. – me


dijo él.

Me fui sin voltear y regresé a la casa del señor


Richard. Él aún no estaba. Terminé de preparar
todo y me dispuse a dormir un rato. Entre
dormido recordaba a ese hombre y lo grosero que
fui. Quizás no debí ser tan duro, pero él también
debía respetar mi decisión, más siendo un total
desconocido.

Ya cuando había despertado faltaba una hora


para que partiese a Charente. Me bañé tan rápido
como pude, comí unas sobras del almuerzo y
tomé todo: maleta y mochila. Organicé lo mejor
que pude el cuarto que me acogió durante estos
meses. El señor Richard nunca llegó a
despedirme, quizás esperaba a que yo me fuera.
Le dejé una nota en la puerta del refrigerador
dándole las gracias y deseándole éxitos. Tomé un
taxi y me dispuse a partir a la estación de
autobuses. Llegué y había una cantidad
considerable de gente esperando por partir y
gente que llegaba, además de las personas que
esperaban por los que venían.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

Me tocaba el autobús de la línea número cuatro.


Ya estaba allí, le estaban terminando las
revisiones y los acondicionamientos para recibir
los pasajeros.

“Extraño las estrellas”, pensaba yo sentado en


aquella banca. Livingstone puede ser una ciudad
muy moderna y de calidad de vida envidiable con
respecto a otras ciudades del país, pero nunca
pude ver las estrellas en todas las noches que
estuve acá. Siempre el ayuntamiento se
preocupaba del reciclaje y la consciencia verde
del pueblo, pero había mucha contaminación
lumínica. No todo es perfecto, aún cuando se
quiera reflejar eso.

De repente sentí que alguien se sentaba a mi


lado, sumergido en lo suyo; con gabardina y un
sombrero. Había algo de frío, pero no era para
tanto. Me recordó al señor Richard y me dio algo
de nostalgia. Pasaron unos minutos y por los
megáfonos se escuchaba el llamado al autobús de
la línea cuatro. Me levanté e hice la fila; entré el
boleto, y mi maleta. Era un autobús mucho más
cómodo que el que me trajo a Livingstone.
Después de esta ciudad está Charente en
cuestiones de calidad de vida por ello los
autobuses deben ser así.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

Ya estaba dentro del autobús, me senté del lado


de la ventana y me recosté para ya solo esperar
la partida. Sentí que se me sentó alguien al lado y
era de nuevo el hombre de la gabardina negra. Vi
bien su rostro y me impacté bastante pues era el
hombre de esta mañana. Mi paz se fue al abismo
y la ansiedad y el resquemor me invadían.

-Buenas noches. – me dijo aún sin haber notado


que era yo.

Le respondí por educación mirando hacia la


ventana con la esperanza de que no me
reconociese.

-El destino…no, el karma nos conecta a todos


cuando estamos mal, es un boomerang–dijo él. Yo
no dije nada, me quedé mirando la ventana,
inmóvil–. Lamento lo que pasó en la mañana, me
gustaría empezar desde cero, más teniéndote acá
a mi lado en un viaje de muchas horas.

-No hay problema. – dije yo a ver si por lo menos


guardaba silencio.

Pasaron varios minutos de silencio y lo veía a él


tranquilo como si nada. Me dio un poco de
sentimiento verle buena actitud para conmigo así
que decidí hablarle así como si nada hubiere
sucedido.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

-No me había fijado que esta ruta tuviese tantas


bellezas. – dije yo.

-¿Te gusta la naturaleza? – me preguntó él.

-Sí, me fascina ver el detalle con el que todo es


creado, y el vivo ejemplo es la naturaleza.

-Mi nombre es Ahmed. Ahmed Boudebouz.

-Un placer, Ahmed. – le respondí cordialmente


con una sonrisa.

-Es agradable saber que no eres un hombre


rencoroso. – me dijo.

-Gracias, supongo. ¿Desde hace cuánto vives en


Livingstone?

-Tengo unos diez años, más o menos. Siempre


me la paso en aquel lugar cercano al restaurante.
Donde tú y yo nos conocimos.

-Es bastante. Tengo curiosidad, ¿por qué vas a


meditar en aquel puerto?

-El agua siempre me recuerda la calma. – me


dijo él.

Seguimos conversando a lo largo del camino.


Tocamos temas más profundos, como la religión
que él practica. Es creyente de la palabra de
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

Buda Gautama. Me habló de muchas cosas sobre


ello, me llamó la atención el Nirvana y lo que
conlleva. Yo le hablé de mi ateísmo, pero no se
sintió incómodo, sólo me preguntó el basamento
de ello.

-Yo solo confío en lo que puedo hacer por mí


mismo. Suena egocéntrico, pero considero que
solo yo conozco lo que es bueno para mí y lo que
me puede llevar a alcanzar mi propia felicidad. –
le dije yo.

-¿Entonces por qué te vas de Livingstone?

-Porque noté que esa gente era hipócrita con lo


que decían hacer y ser. – le respondí.

-Ya veo. ¿Conoces en dónde yace tu felicidad


entonces?

-Si te soy sincero, aún no lo sé, pero aunque sea


sé que en Livingstone no está. Es precisamente
por ello que voy a visitar a mis padres, para
escuchar sus consejos y opiniones. A pesar de
que ellos sean creyentes.

-¿En qué creen ellos?

-En el Dios anunciado por Jesús. Son católicos.


EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

-Seguramente como padres tuyos sabrán qué


decirte y tú sabrás escucharles como hijo que
eres.

-Eso espero. ¿Y tú qué harás en Charente?

-Me encontraré con un amigo que vive en Lyon.


Conversaremos sobre los planos.

-¿Sobre los planos? – pregunté.

-Sí. Esas áreas a donde nuestra alma va luego


de morir. – yo me reí un poco para dentro al
escucharle decir eso.

-Yo no creo en esas cosas. – le dije.

-¿En qué crees? – me preguntó.

-En lo que es demostrable. Y no quiero parecer


alguien que solo lee por leer, o que solo cree lo
que lee o lo que ve; le doy un sentido para mi
vida. Hay tanto detalle en lo que vemos y es algo
hermoso, eso me da cierta fuerza. Es lo que creo.

-No quiero ser conflictivo contigo, pero te


contradices mucho – me aquejó un poco su crítica
–.Quiero decir que si eso fuese así no estarías
aquí conmigo en este autobús; no estarías
buscando algo que tú ves en los detalles que me
estás diciendo.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

-¿Y qué hay de la religión en general? ¿Si esta


busca la paz por qué las guerras y el odio? ¿Por
qué la hipocresía de sus fieles? – preguntaba con
enervación.

-Un cuchillo sirve para cortar objetos, ¿no es


así? – me dijo él.

-Así es. ¿Y esto qué tiene que ver con todo esto?

-Pues así son las cosas de nosotros, los hombres,


amigo mío. El cuchillo se creó para cortar, por
facilidad de poder crear cosas u obtener un
producto final a través del corte; recalco que se
creó para facilitar el trabajo del hombre al hacer
estas cosas que mencioné, pero el mismo vicio de
nosotros los hombres, el vicio del poder, del
dominio, del imponer, lo fue utilizando para
matar, y lo fue deformando de su objetivo
principal a objetivos secundarios, llegándose a
diseñar diferentes tipos de cuchillos que ya ni se
llaman cuchillos sino dagas, espadas, machetes,
entre otros. El cuchillo se creó para cortar, pero
algunos lo usan para matar. Así es la religión, así
es todo –me decía mirándome fijamente a los
ojos; en sus ojos podía percibir calma,
serenidad–. La religión, técnicamente, es una vía
de enfocar y estudiar, así como el vivir la
espiritualidad del hombre. Son muchas
religiones, pero todas indican el mismo fin:
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

caminar por un sendero de fe para estudiar,


reflexionar y vivir las enseñanzas de un dios. Es
manera de vida y debe respetarse. Así como
deben respetarse todos los pensamientos,
incluidos el tuyo y el mío. El hombre puede matar
por “religión”, por el pensamiento que tenga
sobre este, y es cuando esta idea, este
pensamiento se vuelve más importante que el
dios a quien dice defender y a quien dice creer
esta clase de hombres.

Yo no dije nada después de ello. Ahmed dijo esto


y luego guardó una pausa de silencio y continuó.

-En fin, es solo mi opinión, ¿verdad? –dijo con


una sonrisa–.Volviendo al tema de los planos,
creo en esto pues son etapas, puedes llamarle
energía, estaciones, como mejor te plazca, allí,
según esta fe mía, vamos nosotros; nos
transformamos. Nuestro espíritu asciende y
transciende. En nuestro interior, el subconsciente
si así deseas llamarle, tenemos esta sensación de
dejar huella porque sabemos que esto que
conocemos, esto a lo que estamos
acostumbrados; este autobús, este paisaje, la
comida, el aire, el agua, la gente, el mundo; todo
es una etapa temporal. – dijo Ahmed con cierta
pasión entre sus palabras.
EL COSMOS, LOS PLANOS
ALEJANDRO VILORIA

Conocí dos pasiones diferentes, o quizás la


misma pasión plasmada en puntos de vista
totalmente contrarios uno del otro. Ahmed era
apasionado de su fe, de su religión, pero en un
tinte diferente al que estaba acostumbrado a ver
de otros fanáticos. Stevan era un apasionado de
los detalles que percibía y tenía un concepto
propio como el señor Richard, como el mismo
Fausto.

Stevan amaba esos detalles, pero esos detalles no


lo llenaban lo suficiente como para mantenerlo
con esa llama viva al salir de Stoneville. Así
mismo, yo percibí eso de Fausto, que, más allá de
esa pasión que quería transmitir, quería más bien
demostrar con ego que su verdad era la absoluta,
el señor Richard era un poco más flexible, pero,
al final repudiaba una opinión diferente a la de él,
faltaba Ahmed; decía cosas con un sentido
enigmático, pero ¿sería también contrariado por
una falencia de su misma personalidad? No lo
sabía, y este viaje no sería tiempo ni recorrido
suficiente como para notarlo. Ahora era Ahmed
quien me empapaba de otras aguas que
desconocía.
LA JAULA
ALEJANDRO VILORIA

LA JAULA

Llegamos a Charente, una ciudad al sur de


Francia. Allí se mudaron mis padres cuando
estaba estudiando y allí se mantuvieron todos
estos años. Ahmed y yo comenzamos con
diferencias, pero nos ganamos el respeto del otro
durante el viaje. Él iba a visitar a unos amigos,
me invitó a compartir con ellos este fin de
semana entrante. Accedí, pues me parecía
interesante el conocer personas con mentalidades
diferentes a la mía. Con respecto al contacto,
anoté su número de teléfono y lo llamaría a la
noche. Ya en el terminal, me senté a la salida a
esperar por mi padre quien ya estaba llegando.

-¡Bienvenido! No has cambiado en nada. – me


dijo mi padre, ya bastante canoso y con sus
pellejos arrugándose por el tiempo.

-Tú tienes más canas. – le respondí jocosamente.

Me dio un fuerte abrazo y empezamos a


conversar rápidamente, como si no hubiesen
pasado años. Al principio me fui añorando mi
libertad, pero ya poco a poco se me fue olvidando
que disponía de esta. Fui perdiendo poco a poco
el contacto con mi familia y me sentí bastante
LA JAULA
ALEJANDRO VILORIA

solo. Durante este tiempo que ha pasado parte de


la verdad que estoy buscando recae en el tiempo
que perdí alejado de mi familia. Me di cuenta de
ello no al momento de abrazar a mi padre, ya con
sus años encima, sino después, como suelen
aprender los hombres, ¿no es así?

Íbamos ya camino a la casa de ellos. Conversaba


aún con mi padre sobre el día a día de ambos. Me
hablaba de las preocupaciones que tenía él y mi
madre para conmigo; siempre pensaban en lo que
yo hacía en cualquier instante, en cómo me
sentía. Notaba mucha alegría en él al verme. Me
di cuenta que fue acertado venir.

Pasamos por el centro de la ciudad. Era


bastante agradable, tenía buen clima y se sentía
que era una ciudad movida, no tanto como
Livingstone, pero sí tenía sus cosas. Me gustaba.

Llegamos a casa y tenía yo cierto nerviosismo de


ver a mi madre después de algunos años. No
sabía si me regañaría o se alegraría, o un poco de
ambas, al fin y al cabo era mi madre y todo podía
valerse para ella.

-Estás tan grande... – me dijo ella desde la


puerta.
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-Tú sigues igual, mamá. Me alegra volver a


verte. – le respondí, mientras mi padre observaba
la escena desde la puerta del auto. Mi madre no
dijo más nada y vino a mí y me abrazó, yo
tampoco le dije nada y la sostuve en mis brazos.
Lloró de alegría y también me regañó del por qué
no les visitaba o por qué no les llamaba a menudo
cuando mucho. Solo pude responder que ya
estaba aquí y quería compartir con ellos unos
días, además de plantearles ciertas inquietudes.

Vi la casa y era acogedora. Mamá me ofreció


unos dulces y una taza de té y me senté con ellos
en la sala. Así como hablé con mi padre, con mi
mamá fue el doble; repetí lo mismo que le
comentaba en el camino a papá aunado a esto
que les planteé.

-¿Qué cosas tienes para decirnos? – me


preguntaba papá.

-Renuncié a mi trabajo.

-¿Cómo que renunciaste? – preguntó mi madre


preocupada.

-Renuncié hace meses a la oficina; sentí que ya


no tenía sentido estar allí. Dejé de sentirme bien,
me sentí como uno más en un montón. Usé el
dinero de la renuncia para viajar hasta
LA JAULA
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Livingstone y fue bien por un tiempo, pero me


pasó algo similar. Ya no era por lo que hacía sino
por la gente que me rodeaba; gente muy falsa,
por lo que decidí venir con ustedes a plantearles
mi situación.

-Ya veo, hijo. Pero no entiendo; a veces hay días


buenos y días malos. No importa si te consideran
o no en tu trabajo, importa es llevar el pan a la
mesa, tener tus propias cosas; ese es el fruto del
esfuerzo –me decía mi padre con cierta molestia–.
Debes entender que las cosas no siempre deben
funcionar como uno quiere. Debes construir tu
felicidad con lo poco que hay.

-Tu padre tiene razón, hijo. – defendía mi madre


a papá.

-Entiendo lo que me dicen, pero ustedes no


entienden lo que acabo de decir. No es si me
valoraban o no. Comprendo bastante bien el
hecho de que el trabajo es para la independencia
y supervivencia de uno como persona. Pero es
algo que va más allá y no es el hecho de que no
me siento bien ahora mismo, de que no me hallo
en cosas en donde usualmente la gente se halla
fácilmente, el problema es que no sé cómo
hallarme. No sé a dónde debería ir ahora mismo.
– contesté.
LA JAULA
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-Comprendo, hijo. Lo mejor que pudiste hacer,


entonces, fue volver con nosotros. ¿Qué esperas
de nosotros ahora? – preguntó papá.

-Sinceramente no sé qué esperar, quizás sea el


instinto del hijo que vuelve a brazos de sus
creadores. Tal vez, hablando con ustedes, logre
confort, logre cierta estabilidad.

-Suena un poco más a que quieres una


aprobación de nosotros; escuchar lo que quieres
escuchar y no lo que deberías escuchar, hijo. –
repelió papá.

-¿A qué te refieres? – pregunté.

-A que hay algo en ti que desea surgir, pero te


da miedo. Eso o es que hay algo más que
desconoces de ti o que estás negando.

-No vengas con esos cuentos, papá. Ya hemos


hablado de estas cosas antes y quiero ser directo:
no iré a la iglesia o a lo que sea que hagan con su
comunidad.

-No sabes cómo se siente si ni siquiera has ido


una vez. – dijo mamá.

-No quiero ir, ya les he repetido que no me


gusta la hipocresía tan vulgar que reza su
comunidad. Ese pastor solo juega con la
LA JAULA
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necesidad de los ignorantes que van a oír su


verborrea. Ustedes hablan de amor y apoyo al
más necesitado, pero viven hablando mal uno de
los otros. Una cosa es que se haga, pero otra es
promulgar lo contrario y seguir asqueando con
esos actos. – dije con tono fuerte de voz.

-Todo siempre se aprende por testimonio propio.


– dijo mi papá y se levantó hacia su cuarto.

Mi madre cambió el tema y me empezó a hablar


sobre lo que ha hecho ella y mi papá en este
tiempo que hemos estado separados. Yo también
conté algunas anécdotas en mi estancia en la
ciudad.

Cayó la tarde, ya difuminándose en tonos


carmesíes y tibios dando antesala a la noche. Era
el crepúsculo y me acordé de mi estancia en
Stoneville. Me recordé de la máscara de Stevan y
el sufrimiento de Olenka. Ella me habló del amor,
de que pensaba ella que era. Me recordé de la
despedida en la madrugada y en su mirada. Sentí
un cosquilleo como cuando me enamoré a lo lejos
de una muchacha en aquella época en donde
estudiaba. Estaba yo recostado en el patio trasero
y sentí que algo me incomodaba en los bolsillos
del bluyín, toqué el bolsillo y saqué el papel
donde anoté el número de Ahmed. Recordé que
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quedamos en que le llamaría para vernos esta


noche.

Fui a la sala a por el teléfono y disqué el número.


Me atendió rápidamente. Él iba a visitar a sus
amigos a unas cuantas cuadras más debajo de
donde vivían mis padres. A las ocho de la noche
me dijo él que saliese a esperar fuera de la casa
que él pasaría por mí y me llevaría hasta allá.
Debía vestir normal, como usualmente uno
saldría a caminar por allí un domingo por la
tarde.

Me preparé y salí a diez minutos para las ocho a


esperar sentado en el pórtico de la casa. Justo a
las ocho él pasó y me ubicó con la mirada, me
saludó y fui hacia él.

-¿Qué tal estás? – me preguntó él de forma


animosa.

-Estoy bien. Me siento bien ahora en casa de mis


padres.

-Me alegra mucho oír eso. Bueno, es hora de


irnos, vamos a llegar tarde.

-¿Y qué haremos allá? – pregunté.

-Simplemente a encontrarnos. Tengo tiempo sin


verlos y, pues, viendo que estás aquí y llegaste
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conmigo, creo que no sería malo conocer nuevas


personas, en vista de que tú mismo me
comentaste en el autobús que deseabas conocer
cosas nuevas y gente nueva.

-Suena muy interesante. – contesté.

Nos fuimos caminando hasta allá. Esta zona de


Charente era bastante calmada; eran los
suburbios. Había cierta humedad en el ambiente,
cerca del mediterráneo y con bosques y costas.
Era una ciudad muy agradable.

Habíamos llegado a la casa de su amigo. Era


una casa un poco humilde y tenía el pasto
bastante crecido. Parecía una casa de hippies. A
la entrada de su puerta había una cruz hecha con
hojas de palmas secas. Ahmed llamó a la puerta y
atendió una muchacha morena de ojos color miel,
bastante atractiva. Debía tener unos veintitantos
años.

-¡Bienvenido a casa, hermano! – contestó a


muchacha.

-¡Hace tantos ya que no nos vemos, Casia!


¿Cómo estás? ¡Te ves muy bien! – contestó
Ahmed.

-¡Yo estoy muy bien! ¡Hay tantas cosas que


deseo contarte!
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-Bueno, bueno, pero primero entremos, quiero


ver a los demás. Por cierto traje a un amigo. –
dijo él.

Ella me miró y me sonrió, creo que me sonrojé


en ese instante. Sabrá ella si me vio titubear.

-¡Mucho gusto! Me llamo Casia Zuberogoitia,


soy del País Vasco de España, pero tengo muchos
años viviendo aquí en Francia. ¡Es un placer
conocerte! – me dijo ella de forma radiante.

Le estreché la mano y también le sonreí.


Pasamos hacia adentro y el casa parecía de
gitanos. Había mucha decoración extravagante y
peculiar. Me gustaba, debo acotar. En la sala
estaban las demás personas sentadas. Eran unas
cuatro más, los demás hombres.

-¡Pero mira quién ha llegado!- saltó diciendo uno


de ellos y abrazó a Ahmed, luego se levantaron
todos a ensalzarle. “¿Podía haber tanta
hermandad así?” me preguntaba yo en mis
adentros.

-Hace tanto que quería verlos a todos ustedes


aquí juntos. – dijo Ahmed un poco sentimental,
mientras yo estaba a un costado de la sala viendo
la escena dramática.

-Traje a un amigo. – les dijo Ahmed a los demás.


LA JAULA
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-¡Sí y se ve muy agradable! – acotó Casia.

Todos me miraron y me saludaron cordialmente.


Uno a uno se me acercaba y se presentaban. Eran
Romeu Lacazette, Laurent Borges, Adrià
Lafayette y Marco Cecereu. Todos tenían su
propia historia, pero convergían en algo y era el
por qué terminaron en Francia algunos y el por
qué están juntos.

-¿En qué crees? – me preguntó Marco, quien era


un fiel protestante, bajo los términos sociales;
cristiano, así a secas, prefiere ser llamado.

-No creo en dioses, creo en mis propios


recursos. – contesté yo. Ahmed me miraba
tranquilo, ya él y yo habíamos abordado este
tema y fue bastante respetuoso, por lo tanto
respeté su convicción y su credo, ¿no es así como
deberíamos tratarnos los iguales? Pude percibir
una mirada de sorpresa en unos, frialdad en otros
a pesar de ser siervos de sus credos, cosa que me
sorprendió y rompió un cliché que tenía en mi
mente sobre el fanático religioso.

-Es normal. – respondió sentado en el suelo


Adrià. Él cree en el Islam. Su familia es
tradicionalmente musulmana. Es bastante
respetuoso en algunas cosas, pero a veces es muy
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abrupto con otras y pareciese grosero, pero es


tolerable al fin y al cabo.

-¿Por qué es normal? – pregunté yo.

-Por tus actitudes. – contestó Laurent. Noté que


era una persona bastante amigable. Él dijo, entre
tanto que se habló,que creía en varias cosas, no
tenía una religión con la cual se identificase
fehacientemente, sin embargo, él no criticaba las
religiones, las respetaba de alguna forma y se
quedaba con lo bueno de cada una.

-La cultura influye mucho también, nosotros,


más allá de confirmar lo que creemos, nos
convencemos por lo que dice alguien más o nos
justificamos porque lo leímos. – dijo Casia.

Casia nació en el País Vasco, en España, y se


mudó muy joven a Francia con sus padres por
trabajo. Pasaron muchas cosas entre ellos; les fue
mal un tiempo y se repusieron posteriormente.
Ellos son descendencia gitana y era una persona
muy feliz, bastante diría yo. Ella creía en Dios,
mediante convicción propia, sin religión alguna
en su vida.

Yo no dije más nada, pues intuía que me


atacarían todos a la vez defendiendo sus
creencias. Me quedé escuchando el cambio de
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tema que dio Ahmed para relatar anécdotas


personales sobre sus vivencias en Livingstone.
Ahmed me habló que hablaban cosas poco
cotidianas, pero veía que más cotidiano que esto
no podría haber nada. Solo me dijo algo que me
dejó pensando justo al llegar a Charente: “A
nosotros nos une la Moira”.

-¿Fumas? – me dijo Romeu, era un hombre


barbudo, de unos, quizás, veintitantos años,
cercano a los treinta. Usaba chaqueta de cuero y
bluyines un poco desgastados; parecía un
roquero de la vieja escuela, solo que tenía lentes
bastante gruesos.

-No, gracias. No tengo ese hábito. – dije


amablemente.

-No hay problema. Los muchachos ahora están


en lo suyo. ¿Gustarías en salir conmigo a ver las
estrellas? –me invitó, cosa que me dio un poco de
incomodidad. Él me miró y creo que lo notó–.
Tranquilo, soy bastante heterosexual, solo que
me gusta ver las estrellas acompañado, así sea de
alguien que estoy conociendo apenas.

-Disculpa por el gesto, es que no estoy


acostumbrado a tales invitaciones. – quise yo
acomodar las palabras.
LA JAULA
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-¿De dónde eres? – me preguntó él mientras


estábamos sentados en un sofá viejo en el patio.
Algo bastante inusual.

-Soy de un viejo pueblo de donde mi familia


surgió. Creo que se llama Argel. Mis abuelos,
cuando estaban vivos, me contaron que eso fue
por nativos de Argelia que dejaron huella en el
lugar. Bastante absurdo a mi parecer.

-Suena a que no pasaste mucho tiempo allí.

-No, de hecho, tenía unos cinco años cuando nos


mudamos a la ciudad. Vivíamos en San Sebastián
y hasta que estudié en la preparatoria, luego me
fui a vivir a Riga y pasé varios años ahí.

-¿Y qué pasó?

-Caí en depresión, creo que ese sería el término


correcto. Dejé de sentirme bien en el trabajo, era
como si no tuviese sentido estar allí y mi intuición
me decía que debía salir a buscar un nuevo
rumbo.

-Ya veo. – dijo riéndose un poco, cosa que me


molestó un tanto sabiendo él que estaba contando
algo bastante personal.

-¿Qué es lo gracioso?
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-Que estás preso en una jaula teniendo la llave


contigo.

-¿Cuál es ésa llave? ¿Qué quieres decir con que


estoy preso?

-Nosotros los humanos somos personas bastante


estúpidas si nos concentramos en una sola cosa.
Casualmente esa cosa es símbolo de satisfacción;
esa satisfacción puede traducirse a cosas
materiales o intangibles como orgullo y poder. En
tu caso, pues, tu satisfacción es hallar una pieza
que te falta, y esa pieza es material. ¿Por qué
digo yo que es material? Bueno, estás caminando
por una palabra, un consuelo, una señal de
estabilidad, y eso lo quieres oír, lo quieres ver, lo
quieres palpar, si pudieras lo harías. –no dije
nada en respuesta a sus comentarios y él
continuó–. La llave es lo más difícil de conseguir,
pues la tenemos ahí mismo dentro de la jaula,
solo que estamos tan desesperados en una meta
ficticia que no nos concentramos en la realidad.

-¿Y cómo hallaste tú la dichosa llave? – pregunté


yo.
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-Aún no la termino de conseguir, muchos no la


consiguen.

Casia salió al patio y nos halló en el sofá, se


acercó y nos preguntó si queríamos comer ya,
harían pizzas caseras. Romeu se levantó gustoso
de la idea y entró yo dije que me quedaría afuera
unos minutos mirando el cielo.

Romeu era católico, no dio muchos detalles, solo


eso. No le gustaba hablar mucho de religión
realmente. Me dejó pensando aquello que dijo.
¿Estaba yo en una jaula?

Estaban hechas ya las pizzas. Nos sentamos a


comer, pero nadie lo hacía ya que tocaba la
oración de agradecimiento. No imaginaba cómo
sería tal cosa con tantas religiones sentadas a la
mesa, aunado al hecho de que no lo hacía porque
nunca me acostumbré a hacer tal cosa. Hubo un
silencio, se acabaron las risas y las bromas;
vendría la oración. Se tomaron de las manos,
cerraron sus ojos y oraban mentalmente, se veía
que estaban muy concentrados en lo suyo.
Después de un minuto, todos empezaron a comer
y a hablar tranquilamente, yo estaba consternado
de cómo religiones tan contradictorias entre sí
podrían convivir con tanta fraternidad. Me acordé
de Fausto y me reí un poco.
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-¿De qué te ríes? – me pilló Casia.

-De nada, Casia, me acordé de un viejo chiste.

-¿Podrías contarlo? – dijo del otro lado de la


mesa Adrià.

-Bueno, realmente no es un chiste. Es algo que


me contó un viejo amigo cuando vivía en
Livingstone.

-Ya veo. – dijo indiferente Romeu mirando la


pizza que seguía comiendo.

-Él es un científico bastante reconocido y me


acordé cuando, bastante molesto, refutaba las
religiones. Ahora que vi el cómo agradecían los
alimentos veo que no todo es lo que se dice. – dije
yo.

-Realmente sí es gracioso. – dijo Adrià.

-Tu amigo tiene que entender muchas cosas del


mundo. – comentó Laurent.

-Entonces, eres ateo. – me preguntó Marco,


pregunta que me dejó un poco frío, pues me
incomodaba responderla.

-Sí… Yo no creo en Dios, como dije


anteriormente. – respondí un poco cohibido.
LA JAULA
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Todos, aparentemente, estaban normales.


Continuaban comiendo, riendo, hablando
tranquilamente. Marco me miró y sonrió.

-¿Has vivido algo que te haya creado esa idea? –


me hizo una nueva pregunta él.

-Espero no se molesten, pero simplemente no


creo porque para mí es algo ficticio en lo que se
apoya la gente que no quiere afrontar la realidad
con sus propias manos. Solo es mi opinión de
todas formas.

-Es interesante tu idealismo. – contestó Adrià.

-A pesar de ello, aún sigues buscando la


“verdad”, ¿no es así? – me dijo Romeu, aún
comiendo.

-Eso sonó un poco fuera de lugar, Romeu. –


comentó Casia, quien estaba a mi mano izquierda
en la mesa.

-Solo es mi opinión. – contestó él, cual niño


entre berrinches. Casia me miró y suspiró como
si fuere un caso perdido.

-Tranquila. No es problema. – le dijo yo en voz


baja.

-En fin. Todo esto es tan parecido a como nos


conocimos. ¿Lo recuerdan? – dijo Ahmed.
LA JAULA
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-Fue en la universidad, después conocimos a


Romeu por medio de Casia. – respondió Laurent.

Me miró Ahmed y señaló que sería bueno


compartirme el cómo surgió este grupo y cómo se
fueron uniendo.

-Laurent, Adrià y yo estudiamos filosofía en


Marguerite de Valois, en la ciudad de Angulema.
Nos conocimos desde el primer periodo y
debatíamos sobre cualquier cosa hasta que
tocamos el tema de la religión. Adrià es
musulmán, Laurent es alguien más “tibio” en
estos temas y, pues, yo soy budista. Pensé que
esto nos dividiría por duelos sin sentido.

-Recuerdo el primer día donde debatimos. –


comentó Laurent.

-Estábamos sumidos en la idea, más no en la fe.


– dijo Adrià.

-¿Sumidos en la idea? – pregunté yo.

-Nuestra jaula –dijo Ahmed, volvía el tema de la


jaula que ya me había dicho Romeu y seguía mi
ignorancia al respecto–. La jaula de nuestros
pensamientos; esa jaula en donde estamos
atrapados en lo que creemos que es correcto, que
es ideal y que es la verdad, entonces damos la
espalda a lo que debería ser realmente. Nuestra
LA JAULA
ALEJANDRO VILORIA

jaula era más pequeña y los primeros barrotes


era el idealismo religioso que teníamos cada uno.
Adrià, Laurent y yo estábamos ciegos en nuestra
religión, al punto en que dimos espalda a nuestra
fe. Aunque en el caso de Laurent, estaba
atrapado no en la religión per se, sino en la idea
de un mundo sin religión alguna.

-¿Y cómo es que ustedes se han unido? –


arrojaba yo otra pregunta.

-Porque aprendimos no sólo a respetar la


opinión ajena, sino que llegamos al punto de
entender la fe del otro. Entonces, poco a poco se
fueron uniendo a nosotros Casia, Marco y Romeu.
Ellos no estudiaban filosofía, fueron anexándose a
nosotros por curiosidad.

-Nosotros vimos que se creó un grupo llamado


Lumen Nostrum y era una especie de club que se
reunía todos los viernes en la tarde. – acotó
Casia.

-Lo creamos Ahmed, Laurent y yo. – dijo Adrià.

-Queríamos compartir nuestra perspectiva con


las demás personas y que otras gentes pudieran
compartir su perspectiva sobre la fe a nosotros.
Al tiempo entró Casia con su creencia sobre un
Dios más presente en la naturaleza. En unos
LA JAULA
ALEJANDRO VILORIA

meses vino Marco con su concepto cristiano-


evangélico. Por último, llegó Romeu, era la
persona más cerrada, pero ahora es más
tolerable. – dijo entre risas Adrià.

-De eso hace unos ocho años. – dijo Romeu.

-Es bastante interesante eso de que personas


con creencias tan diferentes puedan compartir de
forma tan amena. Es algo que nunca he visto. –
dije yo.

-Es algo que debería ser normal. – agregó


Marco.

-Y ahora, ya que nos graduamos hace un par de


años, nos reunimos una vez al año en esta casa,
la cual es de los abuelos de Casia, para compartir
como los viejos tiempos. De resto compartimos
mediante el correo o llamándonos. – dijo Ahmed.

-Estamos planificando ir al bosque a pasar tres


días en fraternidad. ¿Te gustaría ir con nosotros?
– me preguntó Casia.

-Me gustaría, pero tengo planes de estar con mi


familia y planificar mi futuro.

-En tres días no tendrás tu futuro hecho,


tampoco estarás solamente tres días con tu
familia. Te tocará estar unas semanas y es muy
LA JAULA
ALEJANDRO VILORIA

optimista si lo pensamos. – comentó Romeu


mientras lavaba los platos.

-¡Romeu, debemos respetar las decisiones de los


demás!– refutaba Casia.

-Sólo comparto mi opinión. Yo tengo esposa y un


hijo de dos años en casa y yo no tengo problemas
en ir al bosque por los tres días. Ella me entiende
y puede cuidar a Antoine durante ese tiempo. –
respondió él.

-No importa. Hablaré con mis padres e iré con


ustedes. – dije yo obstinado de las respuestas
odiosas de Romeu.

-¿No habrá ningún problema con ello? – me


preguntaba Ahmed.

Respondí que no pasaría nada. Mis padres


comprendieron cuando me marché hace tiempo y
comprenderán ahora, aún más cuando es aquí
mismo en Charente. Hablamos sobre muchas
cosas y ya eran las doce de la noche. Me despedí
de todos y acordamos reencontrarnos por la
tarde, cuando fuese el crepúsculo para partir al
bosque a las afueras del pueblo. Ahmed me pidió
que llevase una buena disposición para aprender
algo que no se aprende en la vida cotidiana de las
personas. Yo aún sentía indiferencia por sus
LA JAULA
ALEJANDRO VILORIA

creencias… sólo me llamaba la atención el buen


ambiente del grupo, aún con la amargura de
Romeu dentro del mismo.

-Jamás pensé que harías algo como esto. – dijo


mi madre cuando le conté a ella y a papá sobre lo
planificado en el bosque.

-¿Y sin conocer a esas personas? – preguntaba


mi papá por su parte.

-Es algo difícil de creer, lo sé. Simplemente me


agradan y, pues, es una experiencia nueva; algo
bueno dejará. – contesté yo.

-Bueno, quizás aprendas algo que te sirva en la


vida. – dijo mi papá.

Después de haber cenado, me dispuse a


preparar un pequeño bolso con poca ropa y
demás implementos para tener agua, un saco
para dormir, entre otros.

Una vez en la cama, mirando el cielo, me puse a


pensar en el concepto de la jaula y en ese grupo
de personas. Yo estaba dentro de una jaula, pero
desconocía el por qué, mucho menos sabía yo
cuál era la llave, pero, por lo menos, ya sé que
estoy preso dentro de un algo y que necesito de
la llave para hallar mi propia felicidad y libertad.
Algo me llamaba la atención de ellos, más allá de
LA JAULA
ALEJANDRO VILORIA

que son buenas personas. “¿Por qué quieren


inmiscuir en sus ritos a un ateo? ¿Por qué yo?”,
pensaba.

Entonces, me quedé dormido, mirando las


mismas estrellas que vi en Stoneville… en la
misma posición, recuerdo. Y así me dormí con el
enigma y la nostalgia.
MANTRA
ALEJANDRO VILORIA

MANTRA

Llegamos al bosque. Era un bosque de pinos,


pero en un ambiente bastante cálido, pero fresco.
Se respiraba paz, y se escuchaban las aves cantar
su sinfonía a los cielos. Caminamos más adentro,
alrededor de unos veinte o treinta minutos más,
no lo sé, no llevábamos reloj, de hecho, no
llevábamos nada tecnológico que nos
“dispersara”, según me dijo Ahmed al partir hasta
acá.

-Ya vamos a llegar. – dijo Casia.

Adrià, Marco y Romeu hablaban sobre ir al


“círculo”. Laurent estaba callado, mirando a su
alrededor y contemplando las bellezas del
bosque. Casia tarareaba una canción que se me
hacía conocida, pero no me acordaba del nombre.
Ahmed también caminaba en silencio.

Continuamos caminando hasta llegar hasta lo


que creía yo eran los límites del bosque para con
una clase de terruño de arado y agricultura; caía
la noche y era uno de los paisajes más bellos que
yo había visto jamás.

-Sigue estando como siempre, no cambia su


magia. – comentó Marco.
MANTRA
ALEJANDRO VILORIA

-Es como la primera vez. – resonó Casia con


sentimiento.

-Serán unos buenos tres días, más aún con tu


compañía. – me dijo Ahmed con alegría.

-Acomodemos todas las cosas para iniciar. – dijo


Laurent.

Montamos unas dos carpas y preparamos la


fogata. Trajimos enlatados para no tener que
cocinar nada y así dañar el lugar. Los desechos
irían en bolsas negras y cada quien trajo un
material. Según los planes de ellos, Ahmed
iniciaría esta especie de retiro con un tópico o
una reflexión. Yo no decía nada, sin embargo
sentía nostalgia por los recuerdos que tuve con
Stevan y Olenka en un ambiente similar, así como
rechazo a estas ideas extrañas que
probablemente querían inculcarme ellos, pero
estaba aquella sensación de calma y tranquilidad
que me bajaba a tierra y me hacía dejar de
pensar en contratiempos y situaciones negativas.

Una vez todo preparado, y con el sol ya


fundiéndose en crepúsculo, dejando avistar las
estrellas, Ahmed llamó a formar un círculo ante la
fogata. Todos tomaron una actitud serena y seria,
y por sobre todo muy callada. Pasaron muchos
minutos, sentía que pasaban eternamente, hasta
MANTRA
ALEJANDRO VILORIA

que Ahmed empezó a pronunciar palabras


extrañas, las cuales me incomodaban un poco y
hasta me hacían dudar de permanecer aquí
sentado oyendo quién sabe qué palabras.

Yo sólo me dejé llevar y cerré mis ojos. Me


dispuse a escuchar a Ahmed en su discurso en
lenguajes muertos para mí. Supongo yo que
pasaron unos diez o quince minutos de esto para
dar inicio a una charla.

-Las palabras son el arma más poderosa del


hombre; desconocemos de su fuerza, pero
conocemos que tiene un efecto en el resto de las
gentes. – dijo Ahmed luego de su lapsus.

-¿Qué es esto? – le susurré a Laurent, este me


hizo un gesto de que guardase silencio y
escuchara a Ahmed.

-Nosotros canalizamos nuestra energía


mediante nuestra lengua, lo que decimos;
podemos herir a alguien de gravedad con lo que
digamos sobre él; podemos dragar en su corazón
y dejarle sembrado el malestar, la duda, la
impotencia… emociones que son inestables para
nosotros. Por otro lado, también podemos
sembrar alegría en la persona con lo que
digamos, depende de la sinceridad de nuestras
palabras, de la emoción y los sentimientos. Estas
MANTRA
ALEJANDRO VILORIA

son las energías que visten las palabras, y es por


eso que la palabra es muy importante en la
comunicación con nuestros dioses –veía a todos
concentrados en lo que decía Ahmed, y veía cómo
él hablaba con mucha seriedad; a la par de que él
hablaba el viento soplaba haciendo sonar con
fuerza las ramas de los árboles, hacía bailar la
hoguera–. La oración es nuestra necesidad; esto
es el mantra en mi cultura. Les invito ahora a
levantarse y sentarse alejados entre sí, necesito
que se conecten con este entorno, que su
respiración compagine con el viento que sopla en
este momento y que se concentren en sus
adentros. Cuando alcance este grado de paz,
emitan las palabras que deseen exponer al aire,
al dios que siguen; oren como se les enseñó, oren
como deseen, o suelten lo que nunca han podido
decir a los oídos del resto; dejen correr sus
secretos, sus pensamientos, todo, dejen todo en
sus palabras.

Todos se dispersaron a conversar con el


ambiente u orar, al final todos deberían decir
algo. Yo me senté en las raíces de un pino del
montón y me quedé pensando en lo ridículo que
sería para mí hablar solo o hablarle a los árboles
o al viento. No salía nada de mi ser, ninguna
palabra. Ahmed era el único que no estaba en esa
onda, como si fuera el profesor en una clase que
MANTRA
ALEJANDRO VILORIA

vigila que los demás no se copien en este


examen. Yo, por orgullo, traté de aparentar
devota oración con mi alrededor cerrando mis
ojos y quedándome quieto. Veía con los ojos
entrecerrados que Ahmed me miraba y hacía un
gesto de risa de forma disimulada, quizás se haya
dado cuenta que no encajo bien con estas
actividades.

Pasó un rato y veía cómo todos ejecutaban esta


actividad mediante las herramientas que
aprendieron con su religión: unos oraban de
manos abiertas y ojos cerrados, otros tocaban los
árboles y hablaban con ellos, otros miraban a su
alrededor y sonreían, era extraño. Ahmed se
paseaba cerca, pero sin estorbar ante los demás
para ver cómo lo hacían, parecía satisfecho con lo
que veía. Decidí intentar ¿qué podría salir mal?
Era una experiencia diferente, lo que yo buscaba,
¿no es así? A pesar de la vergüenza.

Cerré mis ojos y traté de concentrarme en lo que


me rodeaba, fue difícil, personalmente considero
que fracasé pues no me hallé completamente
concentrado, sin embargó intenté sinceramente.
No le oré a ningún Dios, pero sí traté de
conectarme con mis pensamientos, con lo que
necesito escuchar; empecé a pensar en el por qué
estoy en este momento en este lugar, en este
MANTRA
ALEJANDRO VILORIA

bosque, con estas personas, por qué dejé todo a


un lado, por qué dejé a las personas que dejé.

Mis compañeros de clase, mi colegas en el


trabajo, el señor Elías, Stevan y su aventón hacia
su pueblo natal, su hermana Olenka y sus dolores
más ocultos, aquellos ojos azules que penetraron
en mí y me hicieron dudar de mi viaje en un
momento antes de tomar ese autobús a
Livingstone, Richard, Fausto y los demás
científicos, fue la experiencia más agridulce de
mi vida… Aprendí mucho y le di lógica a muchas
cosas de mi vida gracias a ellos, pero también me
enseñaron a que no contase con ellos para lograr
éxitos o celebrarlos; estaba solo acompañado con
ellos. Luego reflexioné sobre mi relación con mis
padres y lo que he hecho mal, también lo que
hice bien según sus palabras. Y luego empecé a
pensar en este grupo de personas: La alegría de
Casia, la buena energía que transmitía Ahmed
con Laurent, lo reflexivo que es Adrià, la
contundencia de Marco y la personalidad recia de
Romeu.

Pensando en todas estas cosas percibí un


arrebato de emociones que pasaban conforme
iban sucediendo las cosas en mi mente, era algo
que siempre me pasaba, pero a lo que nunca le
presté atención. Sentí una calma bastante
MANTRA
ALEJANDRO VILORIA

agradable que bajó mis ansiedades. Empecé a


hablar conmigo mismo. Empecé a hablar como
interrogándome, muy a lo profundo, a mi “otro”,
al ser con el que pudiera compartir mi propio
cuerpo; así lo asumí, ese ser era yo mismo, el yo
que cometía los errores y los barría bajo el
tapete. Quería preguntar muchas cosas, quería
respuestas “¿Por qué he dejado a mis padres a un
lado en los momentos en donde debía estar con
ellos? ¿Por qué achaco mis culpas a otras cosas?
¿Por qué he abandonado la gente a la cual he
abandonado? ¿Por qué estoy en este tramo de mi
vida sin un propósito real y sólido? ¿Por qué soy
tan cobarde?”

Me preguntaba de todo y la rabia se apoderó de


mí. Pasó bastante rato. En mis momentos de
consciencia, pude apreciar que algunos se
levantaban de sus áreas habiendo así culminado
su actividad personal. En cambio, otros aún
continuaban, eso me calmó, no quería retrasar
nada. Aún estaba iracundo y me sumergí en
memorias del pasado, en las cosas que pude
haber hecho o que pude mejorar, en las mejores
decisiones que pude tomar en ciertos
momentos… Todo me inundaba en esta
habitación onírica donde estaba sentado.
MANTRA
ALEJANDRO VILORIA

Se acercó Ahmed y percibí que se sentó a mi


lado, ahí sin hacer nada, contemplando las copas
de los árboles. Detuve mis susurros iracundos en
un santiamén y me quedé callado esperando a
que se fuera o me dijera algo. Me empezó a
incomodar y a impacientar.

Una tormenta se empezó a manifestar al


horizonte; las nubes pasaban del azul marino de
la noche a grises en diferentes tonos, un plateado
que rebosaba el firmamento y rayos que se
dibujaban entre los colosos que parecían
montañas flotantes. Los que habían terminado
empezaban a meter ciertas cosas a las carpas, y a
reforzar el sostén de las mismas. Ahmed seguía
ahí, no aguanté.

-Necesito que te vayas, Ahmed. – le dije


cortante.

-La tormenta se acerca, pero es temporal, así


dure varios días destruyendo todo a su paso; los
días soleados abarcan más el calendario. – me
contestó él haciendo caso omiso a mi petición.

-¡Vete por favor! ¡Ya me estoy cansando de esto!


– dije con rabia en mi voz.
MANTRA
ALEJANDRO VILORIA

Ahmed sólo me miró, no era la mirada pasiva y


tranquila; ésa mirada alegre que surcara su cara
y que transmitiera serenidad y gozo.

-La vida no siempre es la película que deseamos


ver. No es eso que queremos y añoramos con
alevosía. ¿Así es que planeas tú hallar tu rumbo?
No sabes ni por dónde empezar, sólo tanteas
charcos para poder refrescarte, pero el calor
sigue ahí y, al final, sólo abandonas a las
personas. ¿Es así como tú quieres hallar paz? –
me dijo él con palabras fuertes y duras. Mis
emociones se sobregiraron y la lluvia se
avecinaba. Los demás ya habían terminado y
ayudaban al resto a reforzar el “campamento” y a
planear lo siguiente en base a lo que diría Ahmed
una vez reunidos nuevamente todos.

-¿¡Qué puedo hacer yo!? ¿¡Qué opciones tengo!?


¡No tengo nada! ¡No sé ni a dónde voy! ¡No tengo
un maldito manual que me diga qué debo hacer!
¿¡Qué propones tú!? ¿¡Que vaya por el mundo
promulgando y anunciando a tu dios? ¿Al dios de
los demás? ¡Eso es mentira! ¡Todo eso es
mentira! ¿¡Y qué si me estoy quejando y otros
sufren más!? ¿¡Debo agradecer a los cielos que
sufro menos que los otros!? ¿¡Acaso lo que yo
opino no importa a los dioses!? ¡Es una basura! –
le grité, lo que llamó la atención del resto, pero
MANTRA
ALEJANDRO VILORIA

Romeu hizo un gesto a los demás de dejarnos


solos, vi a Casia intentado venir, pero él no la
dejó; ella hizo gestos de que llovería fuertemente
y que deberíamos resguardarnos y él se mantuvo
firme en no dejarla venir.

Ahmed sólo me miró, esta vez con pena –si es


que así se le puede llamar a los pensamientos que
atravesaban su mirada–. Él sólo elevó su mirada a
los cielos turbios y empezó a llover de golpe, a
cántaros.

-¿Acaso si no importaras tú no estarías aquí


viviendo? Ya está lloviendo y puedes sentirlo, ¿no
es así? Estás vivo y sólo te preocupa el futuro…
algo que no existe… No sabes si vas a morir
mañana, o si te caerá un rayo en este momento.
¿Lo imaginas? Morir con tanta rabia. No. Rabia
no, sino capricho, por un capricho que nunca será
satisfecho. ¿Y qué hay de las cosas buenas? Sí,
quizás las recuerdes, pero ¿las revives? –él se
detuvo un segundo y cerró sus ojos y elevó sus
manos a los cielos, yo no hice nada, sólo me
quedé gélido ante sus gestos y palabras, no sabía
qué decir, ni qué hacer– Ah ¡que viva la lluvia!
¿No lo estás disfrutando? ¡La vida está en los
detalles! ¡Los detalles son parte del pilar de
nuestras vidas! ¡Ahí está una pieza de la llave de
nuestra jaula! ¡Los detalles son como las letras de
MANTRA
ALEJANDRO VILORIA

una oración compuesta de lo que tú quieres que


sea!

Él luego se calló un momento y me miró y me


tomó de los hombros con fuerza. Me miraba
fijamente y yo me sentí débil.

-Escucha, tú al decir estas cosas sólo te estás


humillando a ti mismo, y no lo digo para
ofenderte. Eres capaz de muchas cosas; todos
somos capaces de todo lo bueno, pero también de
todo lo malo. Tú escoges, tú decides. El mantra es
esto, es la fuerza de tu palabra, y tu palabra viene
del interior. La comunicación contigo mismo es
necesaria, y para nosotros los creyentes de las
deidades es más importante con nuestro dios o
nuestros dioses. Tú me gritas y tu energía se
eleva, pero ya se fue… Si sigues el camino que
debes seguir, esa energía será positiva y será
permanente. El futuro no existe, amigo. El hoy,
en cambio, sí, y lo es todo; cada segundo, cada
gota de esta torrencial lluvia que nos baña, todo
es valioso y lo ignoramos por tonterías.

Yo bajé la mirada y él me sacudió.

-¡Mírame! ¡Mírame a los ojos! Tú me hablabas


de libros que leías en tu estancia en Livingstone,
incluso de libros que leías en esa otra ciudad
donde trabajabas antes. El conocimiento es
MANTRA
ALEJANDRO VILORIA

importante, sí, pero ¿es la llave de tu felicidad?


Saberlo todo es una gran herramienta, pero para
estas cosas, esos libros, no son nada; se quedan
en pensamientos y teorías de gente que se
estancó en el futuro que nunca logró alcanzar, y
eso convirtió su presente en vacío y sed de
verdad, una verdad que ellos querían oír, pero
que debía ser hecha y dicha como ellos querían.
¿Tú quieres ser así? ¿Quieres tu propia verdad o
tú quieres La Verdad?

Yo no sabía qué decir. No sabía ni qué mirada


hacerle a Ahmed. La lluvia caía y nos
empapábamos más. El viento empezó a soplar
con fuerza y los árboles se agitaban y bailaban
entre sí.

-Siempre quise La Verdad, pero no sé por dónde


empezar. – le respondí con voz derrotada.

-Es simple reconocer una realidad, más no es


fácil abrazarla. Tu camino es largo y ese camino
tiene sus sacrificios y sus desilusiones, pero esas
desilusiones son sólo los sueños que tú te
planteas. La verdad que tú quieres dibujar. La
Verdad no es lo que tú quieres, es lo que tú
necesitas. – dijo él aún con sus manos
sosteniéndome bajo la lluvia, luego me dio una
palmada sólida con su mano derecha a mi
hombro.
MANTRA
ALEJANDRO VILORIA

-Lamento decirte esas cosas tan horribles. – le


dije yo.

Él sólo me miró e hizo una mueca para sonreír.

-Ven, volvamos con el resto y culminemos esta


actividad – me dijo él y nos levantamos
empapados y caminamos hacia el campamento.

“El futuro no existe. Es la ilusión de un miedo o


un deseo tuyo. Aquí tienes el presente, y estás
borrando cada segundo”, fue una de las cosas
que me dijo Ahmed yendo hasta los demás. No
dije más nada. Nos resguardamos y sólo se
escuchaba la lluvia caer con fuerza y los
relámpagos cayendo a lo lejos. Hicimos un círculo
dentro de la carpa; nos miramos fijamente a las
caras, excepto Ahmed, él estaba mirando al suelo,
pensando, su mirada estaba fija al terruño
cubierto con el plástico de la tienda. De repente,
rompió el silencio haciendo una petición:

-Quiero que, dejándose ustedes llevar por el


sonido de la lluvia iracunda, relaten la
experiencia que vivieron dejando ir sus palabras;
haciendo sus oraciones, hablando con ustedes,
pensando ¿qué se dejó oír en sus corazones?

Yo tenía aún malestar por lo sucedido: tenía


rabia, pena, vergüenza, confusión y cierto
MANTRA
ALEJANDRO VILORIA

desconsuelo. Cada quién empezó a hablar. Cada


uno empezó a relatar sus miedos, sus
inquietudes; cada uno rompía el cliché de
persona feliz y perfecta. Cada uno fue relatando
el por qué piensan lo que piensan, o sienten lo
que sienten; por qué siguen la fe de ellos en la
religión que idolatraban con ahínco. Mientras
tanto, yo estaba a solas con mis pensamientos…
Mi mantra negro como las nubes que se posaban
sobre nosotros y escupían en lenguas
desconocidas las aguas que nos bañaban hasta el
alma. Mi mantra era yo mismo, no la “fe” que
ellos hablaban para sí mismos. Antes estaba
buscando la verdad con esperanza, ahora la
mendigo como animal en el desierto, esperando a
que los buitres me arrojen al desasosiego... Mi
juego de las sombras.
VIVIR
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

EL JUEGO DE LAS SOMBRAS

Nacemos buscando la felicidad… ser felices,


pero nos topamos con tantas joyas preciosas que
nos invitan a beber del trago amargo de la
ilusión. Al final, el vicio por la opinión –opinión
que se convierte en ideas, ideas que se
convierten en un estilo de vida, en una
convicción, en una verdad– nos convierte en los
esclavos de nuestros sueños. Somos el
pensamiento en una mente imposible que es
posible. Nos convertimos en el pensamiento de
una ilusión. La verdad es la paja en cordilleras de
agujas; sólo hay una y pocos, lastimosamente, la
conocen y logran siquiera interpretar una
pequeña parte, a veces a conveniencia propia…
Así es el hombre, ¿verdad? Pensamos en nuestro
propio beneficio y manchamos la buena voluntad
de los pocos que están sedientos de la verdad.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

PARTE I: EL BESO DE CASIA


ZUBEROGOITIA

“Mi pequeña Casia, la vida es muy bonita para


que estés llorando por estas tonterías. Poco a
poco descubrirás las maravillas que te rodean y
apreciarás los momentos. Por lo pronto, debes
saber que te amo como el río ama desembocar
hacia el mar. Que te amo como las montañas
adoran el tacto suave de las nubes en sus picos.
Que te amo como las noches a la luna y las
estrellas a las constelaciones. Siempre fuiste el
orgullo más grande que he tenido; la acción más
bella que yo haya tenido para con el mundo.

Soy un hombre que pudo haber dado más, pero


estoy satisfecho con lo vivido, ¿sabes? Recuerdo
los líos que causabas y los berrinches y los
problemas que me dabas cuando pataleabas para
no cambiarte el pañal. No llores más de lo que
debes, de ahora en adelante debes sonreír.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Sonreír por cada momento bueno y hasta malo.


Los buenos los celebrarás porque son buenos,
pero quien se ríe ante los malos momentos se da
cuenta que está vivo, y más vivo que nunca
porque llora, siente y sufre algo apreciado y se
vuelve a levantar… Mira el ocaso, mi pequeña…
tus ojos son del mismo color ámbar de las nubes
cuando miras a la luz… Quisiera que me tomaras
de la mano y mirases este espectáculo conmigo.
Este es el mejor final para una vida normal y
corriente…”

Fueron las últimas palabras de mi padre antes


de morir en nuestro pueblo natal, Aduna, en el
País Vasco español. Yo tenía unos doce años
cuando eso sucedió. Mi mamá nos abandonó por
otro gitano que conoció a los pocos años de yo
haber nacido. Mi padre fue el mejor padre y la
mejor madre.

Le besé la mejilla y cuando recogí mi rostro del


suyo pude ver que estaba descansando en paz. Es
algo que no puedo explicar en simples palabras;
simplemente él estaba durmiendo, y no sé si era
mi imaginación o las emociones de ese momento,
pero creo que le vi una sonrisa muy discreta,
como si palpase los cielos y estuviese en lo más
alto. No todos tienen un recuerdo así de un ser
querido, mucho menos de los padres.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Quedé al cuidado de mis abuelos paternos, que


cariñosamente les llamaba “aito” a mi abuelo y
“aita” a mi abuela, eran apodos que les coloqué
desde muy niña al intentar llamarles abuelos en
euskera, lo que sería aitona o amona. No eran
muy viejos y siempre trataban de educarme y
enseñarme a ser buena persona, lo cual siempre
agradeceré por toda mi vida.

Fue difícil sobrellevar la muerte de papá


durante los primeros meses y en la escuela me
afectaba más, pues no tenía con quien hablar
durante ese tiempo. Mi papá siempre me habló
de creer en Dios, pero mi fe era efímera; a esa
edad mi fe era mecánica y se averió con su
muerte. Sentía rabia hacia Dios por ello y poco a
poco le di la espalda.

Los días más desolados fueron esos, a veces los


siento a lo lejos en la actualidad. Mi abuelo me
consolaba en las noches, mi abuela en las
mañanas, a veces se invertían los papeles. Mi
abuelo me hablaba del misterio de la vida y el de
la muerte; que cada quien tiene su tiempo de vida
y cada quien tiene una misión que cumplir en ese
tiempo. Que la muerte es sólo un instante, mucho
más corto que un segundo.

Mi familia era de una vieja tradición gitana por


parte de mi sangre materna. Mi madre huyó con
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

mi padre en la juventud violando la tradición y


ganándose el rechazo de toda su familia, hasta el
odio fue erigido entre los sentimientos negativos
que tenían hacia ella. Mi padre la amaba y
tuvieron una vida de novelas; eran una pareja que
se comprendía y se aceptaba. Hablaban de tener
muchos hijos y vivir todos juntos en una granja al
norte del País Vasco. La fantasía terminó cuando
mi madre me tuvo, según mi padre, ella nos dejó
por otro hombre, un gitano que le prometió
mejores cosas y la aceptación de su familia al
tiempo. Mi padre me contó que a veces ella
lloraba en las noches, muy tarde ya, por cómo su
familia la dejó y la odió.

De alguna forma, siento que no me hizo falta


ella, y mejor si se fue antes de saberlo yo por
consciencia propia a verla partir de un día al otro.
Mi padre hablaba conmigo como si yo fuese más
grande de lo que era realmente; me hacía ver las
cosas antes de sufrir por ellas y por sobretodo
reía conmigo siempre. Mi abuelo y mi abuela
siempre estaban ahí también, y éramos una
familia humilde. Papá siempre iba temprano a
trabajar como vendedor de verduras que el
abuelo y él cosechaban en el patio y mi abuela
vendía dulces a los niños del pueblo. No tenía
muchas cosas, pero apreciaba lo que me daban.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Desde muy pequeña, desde que tengo memoria,


un hombre de la edad de mi abuelo siempre iba a
visitarle y a jugar rummy con él –el rummy es un
juego de cartas del cual desconozco, pero mis
abuelos lo jugaban bastante y mi papá también,
nunca me llamó la atención– y él me interesaba,
ya que iba con prendas muy llamativas y zarcillos
y una barba prominente. Fumaba muy a menudo
tabaco y mi abuela, cuando este señor partía de
la casa, discutía con mi abuelo porque ese
hombre fumaba mucho delante de mí y afectaba
la salud de todos. Siempre les veía jugando
escondida en el pasillo y mirando de reojo. Así
como él me interesaba por su manera
estrambótica de vestir, de igual manera me
inquietaba su esencia. Había algo en él que no
era de este mundo. Hasta que un día, cuando ya
tenía dieciséis años, mi abuela cayó muy enferma.
Tenía neumonía y se fue complicando poco a
poco. Sentí ese mismo miedo, el mismo que me
invadió cuando mi padre cayó en cama un día y
jamás se pudo levantar a jugar conmigo de nuevo.

Mi aito pasaba noches al lado de la cama con


ella, le sostenía la mano y le hablaba de
recuerdos. Yo escuchaba escondida al marco de
la puerta y a veces lloraba un poco por él. Sabía,
a pesar de mi edad, que él lo sufría bastante,
quizás más que mi propia abuela, porque si la
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

perdía, de alguna forma, él perdería su mitad, la


mitad de su todo.

Un día de aquellos, aquel señor extravagante


fue de visita. No fue a jugar cartas ni a hablar de
cotidianidades con aito. Él traía consigo velas y
aceites e imágenes de personas, como aquellas
estampas que venden en las tiendas religiosas,
pero no eran vírgenes ni santos, eran personas.
Era extraño. Mi aito me pidió que me quedase en
el patio jugando o lo que fuere, mientras él
estaba con el señor “sanando” a aita. La
curiosidad me picaba y deseaba saber qué hacían
en la habitación, cuya puerta estaba cerrada con
el seguro.

Pasó un buen rato y salió aito con el señor. Él se


quedaría el fin de semana para ayudar en la
sanación de mi abuela. Aito la había llevado al
hospital del pueblo, pero no habían suficientes
medicamentos para ayudarla a mejorar, sino para
mantenerla en ese estado y que no empeorase,
pero empezó a empeorar. No podíamos llevarla a
Bilbao o alguna ciudad, puesto que escapa de
nuestras posibilidades monetarias. Era un
aprieto; por lo tanto, mi abuelo optó por buscar a
su amigo “el curandero”. Esa misma noche lo vi
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

sentado fumando su tabaco en el pórtico de la


casa y decidí hablar con él a pesar del miedo.

-H-hola, señor. – le dije con escalofríos.

-Hola, pequeña. ¿No deberías estar durmiendo


ya? – dijo él con su voz gruesa y la barba canosa
moviéndose, pues esta poblaba la totalidad de la
parte baja de su rostro.

-No puedo, y tampoco soy una niña. Soy una


adolescente.

-Ya veo. Está bien, si tu abuelo lo permite, no


hay problema.

-¿Quién es usted? ¿Y cómo pretende ayudar a mi


abuela? – le pregunté sin tapujos. Él se rió al
escucharme y luego de unos segundos me
contestó:

-Me llamo Xavier Echeverría, pero me llamo a


mí mismo “Espíritu Libre”, soy curandero y tengo
muchos años haciendo lo que hago. Tú no habías
nacido siquiera.

-¿Cómo cura a la gente?

-Con mi magia, pequeña. – me dijo riéndose.

Yo quedé extrañada y no entendía eso de la


“magia” de la que me hablaba, él vio mi cara y
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

pareciese que hubiese entendido mis


pensamientos y continuó hablando.

-Yo soy un chamán. Creo en los poderes de la


naturaleza… poderes que están ocultos desde las
hojas de los árboles que te rodean, hasta en los
corazones de las montañas.

-¿Y qué son esos aceites que usted trajo?

-Son brebajes. Los hice en base a hierbas y


diferentes plantas.

-¿Y esas estampas?

-Son imágenes de santos míos. Son mis


intercesores ante estas circunstancias. Yo les
pido un favor y luego se los pago.

-¿Con dinero?

Él volvió a reír y me dijo:

-No, no es con dinero. Es muy complicado para


tu edad, Casia.

Me intrigaba esos ideales que él tenía. Lo de las


imágenes me parecía una locura, pero el hecho
de tomar su “energía” de la naturaleza me
maravillaba mucho a esa edad, más aún cuando
mi padre y yo jugábamos en los cultivos y en los
parques. Él me hablaba maravillas de los bosques
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

y los mares; de toda la naturaleza y eso me hizo


darle un valor importante a esto, al mundo que
nos rodea.

Pasaron los días, y aita fue mejorando con las


diferentes sesiones que “Espíritu Libre” hacia en
la habitación. Siempre llevando sus brebajes y, a
veces, las imágenes. Sólo podía oír tras la puerta
algunos rezos extraños, en un lenguaje que no
había oído antes. No era inglés, francés, ni
euskera o español. Era una lengua nativa de
algún lugar olvidado por el mundo.

Siempre que podía, luego de esas sesiones,


conversaba con él y me contaba de la naturaleza,
su energía y sus poderes. Algunos ritos extraños
y las bondades que pisoteamos, bondades que
nos regala el mundo, producto de sus entrañas.
Fue tanta esa pasión que entré en la última
sesión. Mi abuela estaba recostada, tenía fiebre
esa vez y sus ojos estaban cerrados con bastante
agotamiento. Él tomó asiento y agarró un trapo
viejo, lo untó con uno de los brebajes –era un
aceite bastante denso y de color vino– y lo
empezó a pasar por el rostro y los brazos de aita.
Conforme pasaba aquel harapo, él iba recitando
aquellas palabras extrañas. Yo estaba
concentrada en lo que decía. Aito estaba
preparando un vaso con agua que Espíritu Libre
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

le solicitó. Mi aita se quejaba de la viscosidad de


mencionado brebaje y él sólo le pedía calma y
paciencia.

Aita empezó a sentir dolor y se empezó a quejar


más. Él se veía dudoso y eso me empezó a
decepcionar y, a la vez, a temer por el hecho de
que mi abuela esté en manos equivocadas. Mi
abuelo no estaba en las calles desde temprano,
pero desconocía en qué y tenía miedo, pues no
sabía qué hacer en cualquier situación negativa
que se presentase. Pasaba el tiempo y él seguía
con sus rezos y sus masajes con el harapo bañado
en aquellos aceites viscosos y densos. Mi abuela
se quejaba de a ratos, y en otros momentos se
calmaba y conciliaba paz.

Espíritu Libre terminó con su sesión y me miró


con alivio, no entendía por qué, ya que siempre
se veía muy seguro de sí mismo.

-Todo saldrá bien ahora. – me dijo como si


tratase de buscar paz para mi angustia, cosa que
no funcionó, algo no me daba buena espina de lo
que sucedía.

-¿Aita saldrá con vida de esto? – le pregunté.

Tardó un poco en responderme; me miraba a mí


y miraba a mi abuela.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-La vida a veces es cruel, pero a veces benévola.


Tu abuela saldrá bien de esto. La naturaleza está
de nuestro lado, confía en mí. – me contestó.

Él se fue y no lo volví a ver más ese día, ni los


restantes… fue la última vez que lo vi. Mi abuelo
aún seguía fuera de casa y me quedé con aita en
su habitación. Le acariciaba las manos y le
sobaba la frente. Ella dormía, pero, de alguna
forma, yo sentía que ella sabía que yo estaba a su
lado y que necesitaba de esta clase de cariños y
no roces con un áspero trapo sucio untado con
aceites asquerosos.

Sentía a mi abuela un poco caliente; la fiebre


volvía y yo empezaba a temer nuevamente. Fue el
mismo miedo de cuando mi padre estaba
respirando en sus últimos días con agonía y dolor.
Me sentí impotente y quería evitar una nueva
tragedia, pero no sabía qué hacer y la confusión
me tenía presa… Mi sonrisa se apagó aquel día,
igual que en el día donde falleció papá.

Empecé por elaborar compresas de agua fría


para colocarle en la frente. Preparé cubos con
agua y muchos pañuelos y ropa para mojar. Le
coloqué la primera compresa y con otra frotaba
las extremidades de aita. En aquel momento, por
mi mente pasaba la duda de si la naturaleza
realmente era benevolente y si tanta belleza
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

podía ser cierta en la vida de las personas. ¿Mi


papá estaba errado? Él me decía constantemente
que debía ser feliz, pero ¿cómo? ¿Cómo puedo ser
feliz cuando siempre caigo? ¿Cómo lo puedo ser
cuando mis seres queridos sufrían o morían? Es
difícil, no sé ni por dónde empezar. La gente dice
muchas cosas y no sé qué es real.

Empecé a llorar… tenía miedo de que mi aita


muriese de esta forma tan contrariada, tan
alejada de lo que realmente ella es: una mujer
enérgica y alegre. Una mujer que me enseñó las
danzas gitanas de la tradición de mi madre, sólo
para que yo conociese sobre mis raíces y las
abrazase sin resquemor. La misma mujer que
hacía el papel de segunda madre y me cuidaba y
me leía cuentos junto a aito. Sentí rabia porque
no era justo para ella. Siempre salíamos a
compartir con los animales y con la flora del
bosque, siempre, en vez de arrancar las flores,
las besábamos, ¿así nos devuelve el trato la
naturaleza? ¿Enfermando a mi abuela con sus
vientos fríos y veranos húmedos y calurosos?
¿¡Cómo puede ser tan cruel!?

Mi aita abrió sus ojos con cansancio y me miró.

-¿Qué tienes, Casia? – me preguntó con voz


tenue y lenta.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-No me pasa nada, aita. No hables, necesitas


descansar. Déjamelo a mí, yo te cuidaré mientras
regresa aito. – le respondí.

-Hija, algo tienes, lo sé, soy tu abuela. No debes


mentirle a tu abuela, sabes eso ¿verdad? – me
dijo con una sonrisa.

Me quedé en silencio unos segundos y bajé la


mirada, ella me acarició las manos con sutileza y
no pude contenerme.

-¡Tengo miedo de que mueras, aita! ¡No quiero


que te mueras! ¡No quiero perder… – le dije
exasperada y llorando, pero me interrumpió.

-Hija, tranquila, no llores. Todo saldrá bien… De


la mano de aquel hombre, o del destino; será lo
que deba ser. Ni tu abuelo, ni tú, ni siquiera tu
padre estando con vida, podrán cambiar lo que se
ha decidido desde el mundo etéreo. Así como la
naturaleza se marchita y así como también
renace después de invierno, así es nuestra vida,
pequeña. Nacemos para morir… morimos para
volver a nacer, por ello nuestra única opción es
vivir. Y yo, si me toca morir, estoy feliz de haber
vivido tanto y verte crecer; ver crecer al fruto de
mi amor por tu abuelo en nuestro hijo y que él
nos dejase a su tesoro más preciado, eso que eres
tú. – me decía ella, consolándome.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Yo me derrumbé y puse mi cabeza en su regazo


y sólo me quedó por rezar a los cielos, a los
árboles, a la fauna, a los mares, a todo el mundo
y el universo por la mejoría de mi aita. Porque
durase, por lo menos, unos años más con vida y
tuviese una muerte mucho más digna e indolora.

Después de horas, aito regresó estresado y


apurado; dejó la puerta principal abierta y entró
de golpe a la habitación.

-¿¡Cómo está tu abuela!? ¿¡Cómo se siente!? –


me preguntó asfixiante.

-Ella sigue igual. Ella no ha mejorado. ¡Aito, le


puse compresas y la temperatura bajó, pero el
mal sigue y tengo miedo!

Él se calmó un poco. Mi abuela dormía, pero


estaba ya sudada por la fiebre que tuvo.

-Traje a alguien más. – dijo mi abuelo, y acto


siguiente le hizo pasar a la habitación.

-Buenas tardes, bueno pronto será de noche. Me


llamo Rómulo Asturiz, espero poder ser de ayuda.
– dijo presentándose amablemente aquel señor.
Era muy diferente al otro curandero, este era más
“normal”, por lo menos en vestimenta. Estaba
vestido con un suéter de cuello de tortuga y
lentes. Era calvo, pero también barbudo, aunque
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

sin tanta barba como Espíritu Libre. Este no tenía


bastones ni pieles extrañas que lo vestían, mucho
menos –y que es más importante aún–fumaba
tabaco.

-¿Me permites? – me dijo el señor en son de


alejarme de mi abuela y darle un lugar cercano
para que él pudiera examinarla.

-¿Quién es él, aito? – pregunté a mi abuelo.

-Es alguien que me recomendó uno de los


agricultores de la parte baja del pueblo. Me dijo
que este señor es milagroso, pero que no le gusta
ofrecerse a la gente. Lo buscamos en lo más
profundo de los bosques y hallamos su cabaña. Le
conseguimos allí y le planteamos la situación, él
accedió amablemente. Esperemos tu abuela
mejore con su ayuda, sino no tendremos más
opciones. – me respondió con preocupación.

Aquel señor empezó a revisar a mi abuela. Le


tomó el pulso, y evaluó su respiración con un
estetoscopio e hizo diversos chequeos que jamás
hizo el otro curandero. Habló con mi abuela y le
preguntó sobre cómo se sentía y desde cuándo
ella percibía sus malestares. Qué comía y qué
bebía. Era un doctor, no era un curandero; sabía
qué hacía y eso me alivió mucho a mí y también a
mi abuelo.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

El señor Rómulo salió de la habitación y nos


llamó a nosotros dos. Nos llevó hacia afuera.

-Ella está delicada de salud. Su neumonía está


avanzada y su respiración tiene mucha
mucosidad gruesa.

-¿Y qué nos propone hacer? ¿Qué soluciones


hay? – preguntó mi abuelo.

-Elaboraré medicamentos con hierbas que yo


cultivo en el bosque. Tardará unos días. Dele este
jarabe para refrescar su garganta y que pueda
expulsar esa mucosidad con la tos. Los
medicamentos estarán listos mañana por la tarde.
Vendré con ellos y les explicaré cómo aplicárselos
a la señora. – respondió él.

-De acuerdo, Rómulo. Lamento nuevamente


venir con esto, pero no teníamos opción. Somos
muy pobres para pagar un tratamiento clínico. –
dijo mi abuelo.

-Tranquilo. Esto corre por mi cuenta, que pasen


buenas noches. – dijo el señor Rómulo ya
retirándose.

Mi abuelo y yo entramos de nuevo a la casa, le


dimos el jarabe a aita y conforme tocía a lo largo
de la noche, expulsaba la mucosidad. Mi abuela
concilió buen sueño después de varios días de
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

malestar y angustia. Mi abuelo, en vista de esto,


me invitó a tomar con él. Él se preparó un vaso
con hielo y un licor que frecuentemente bebe
cuando está de buen humor, yo sólo tomé un vaso
con leche tibia, y nos sentamos a hablar en la
madrugada de aquel fin de semana. Fue parecido
a aquellas noches en donde hablaba con papá y
me contaba historias fantásticas de cuando él era
un niño.

-Estamos benditos de alguna forma, Casia. Tú


tienes cierta madurez para tu corta edad, pero
aún falta mucho para que comprendas esto. – me
dijo aito.

-Tranquilo, aito, cuando las cosas salen bien sé


que estamos benditos por las bondades de la
naturaleza.

Mi abuelo se rió un poco y me invitó a un


brindis.

-Brindemos por tus palabras, pequeña. Te falta


mucho por aprender, pero estás por un camino
cercano al principal. – dijo él.

-¿Y cuál es el principal? – le pregunté. Mi abuelo


no me respondió con palabras, pero miró hacia
los cielos y miró hacia las estrellas y sonrió.

-¿Es el cielo? – le pregunté.


EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Digamos que sí, que es el cielo, y nosotros


estamos en la tierra con la naturaleza; estamos
cerca, pero nos falta mucho.

-¿Cuánto nos falta?

-Eres muy preguntona, Casia. Pero te diré que


no sé cuánto, pero sí que es un viaje que vale la
pena disfrutar sin importar los obstáculos. – me
respondió sobándome la cabeza.

En la mañana siguiente, muy temprano, volvió el


señor Rómulo con una bolsa tejida. Eran las seis
de la mañana y llamó a la puerta varias veces.
Aito estaba acostado, bebió bastante anoche, así
que atendí yo.

-Buenos días, pequeña. ¿En dónde está tu


abuelo? Traje los medicamentos. – dijo él.

-Él está bastante dormido. Si lo desea, puede


dejarme los medicamentos conmigo. – le
respondí.

-¿Y pudiera esperarle aquí afuera? Los


medicamentos debo suministrárselos yo.

-No sé cuándo podrá despertar. Lo llamaré.

Fui a despertar a aito para que recibiese al señor


y pudiese curar a aita. Le desperté y se apresuró
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

en vestirse y asear sus dientes para recibir al


doctor.

-¡Buen día, Rómulo! Lamento recibirle así, no


esperaba que viniese tan temprano. – dijo
excusándose mi abuelo.

-Tranquilo. Vine muy temprano y sin avisar, pero


es necesario porque, mientras más rápido las
consuma la señora, mejor será el efecto en su
salud. – dijo él.

Pasó y despertamos a mi abuela. Él la ayudó a


sentarse en la cama y le dio una cucharada
grande del jarabe verde que traía en aquel frasco
protegido por el saco pequeño. Luego tomó un
polvo que sacó de otro bolso pequeño y lo echó
en un vaso con agua. Aita bebió de aquella
mezcla color marrón… el mismo color del polvo.
El doctor Rómulo le dijo a aita que se mantuviese
sentada y luego de unos minutos se acostase
nuevamente a descansar. Se cumplió lo que él
pedía y ya mi abuela estaba durmiendo
nuevamente. El doctor Rómulo decidió quedarse
una hora más para ver el avance de mi abuela
luego de consumir de lo que él trajo.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Por otro lado, aito le estuvo muy agradecido al


señor Rómulo y fue a comprar algunos
implementos para hacer comida; le invitó a comer
el almuerzo con nosotros, mientras tanto, yo me
quedé con él y nos sentamos en el patio a
conversar.

-Tu abuela mejorará. – me dijo con una sonrisa


el señor Rómulo, sentado a las orillas del césped.

-Eso dijo el curandero anterior. – le dije


odiosamente.

-Bueno, él no es un “curandero” realmente,


¿sabes eso, pequeña?

-No, realmente no. ¿Qué era él? – le pregunté


con mucha confusión.

-Él es un santero. Hay muy pocos en esta región,


pero los hay.

-¿Qué es eso? – seguía yo con las dudas.

-Son personas que rinden culto a los “santos";


gente que murió y tenía poder en vida, así como
también gente que fue hechicera y que ahora
están muertos. – me explicó.

-¿Y eso es malo?


EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-No estoy de acuerdo con ese pensar, pero


tampoco soy quien para decidir qué es malo y qué
es bueno, pequeña. Dime tú si él hizo bien en la
salud de tu abuela o si no logró nada.

Me quedé pensando y, pues, no logró nada, sólo


empeoró la situación, aún siendo amigo de mi
abuelo.

-No logró nada. Sólo fumaba y venía con aceites


y brebajes raros.

-Ellos usan magia negra; huesos, pertenencias


para hacer un “bien”, haciéndole un mal a otro.
Hacen alianza con algún santo de ellos y pagan
con su vida o parte de ella. Es algo bastante
oscuro… creo que no debí contarte tanto, eres
muy pequeña. – me dijo el doctor sobándome la
cabeza.

-¡No hay problema! Soy muy madura para mi


edad. – le dije muy pomposa.

-¡Ah! Pues no sabía eso, pequeña. Muy bien por


ti.

-¿Y qué más hacen ellos?

-Ellos se dividen en diferentes maneras o


conceptos de su religión. Hay Babalawos,
Paleros, entre otros, usan hasta el vudú en sus
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

cosas. No quiero meter a todos en un saco, hay


gente de buen corazón y de mal corazón en todo
el mundo, en toda sociedad, Casia, pero no me
parece que estén haciendo bien. No saben el
verdadero poder que tiene la naturaleza. – me
dijo él mientras limpiaba sus gafas con su
camiseta.

-¿Y cuál es ése poder?

-¿Quieres que te muestre un poco de ese


“poder”? – me invitó con una sonrisa.

-¡Sí! ¡Sí quiero! – le respondí sin titubear.

Él me extendió la mano y me llevó al centro del


patio y nos sentamos mirándonos uno al otro. Me
pidió que hiciese todo lo que él hiciera. Se sentó
cruzando sus piernas, sin zapatos; totalmente
descalzo. Miró a su alrededor: los árboles, las
siembras, los pinos a la lejanía, el cielo, la casa, el
césped bajo nosotros, todo. Yo trataba de ser lo
más exacta posible al momento de copiarme.
Continuó ahora apoyando sus codos sobre las
rodillas haciendo una posición como las que me
mencionaba mi papá para relajarse, en aquel
viaje que hizo a la India. Luego el señor Rómulo
cerró sus ojos y empezó a susurrarme que
respirase lentamente y me dispusiera a escuchar
todo lo que nos rodeaba.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Fue algo mágico; escuchaba las aves, el viento


soplando entre los árboles, las campanas del
patio emitiendo su sinfonía gracias al viento.
Empecé a percibir los olores del césped verde
como nunca antes lo había estado. El olor de la
siembra… ese olor a tierra húmeda y fresca. Todo
era un ciclo, todo estaba atado de la mano
sutilmente, sin mucha fuerza para dañar este
equilibrio. De esto me hablaba el señor Rómulo.

Él procedió luego a tocar la tierra y a emitir


rezos raros, pero sonaban diferentes a los de
Espíritu Libre, podía percibir amor en sus
palabras. Luego empezó a hablar en euskera a
todo lo que él observaba; se reía solo, como si
estuviera conversando con las plantas y la fauna.
Me quedé gélida ante sus expresiones; era
felicidad pura lo que yo estaba viendo ante mí.

Luego él terminó besando el suelo y acariciando


el césped. Me dijo que habíamos terminado.

-¿Qué sentiste? – me preguntó.

-Es la primera vez que vivo algo así, señor


Rómulo. ¿Qué fue esto?

-Tú siempre disfrutas del estar rodeada de las


personas que quieres mucho, ¿verdad? – me
preguntó obviando lo que le dije.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Sí. Sí, lo disfruto muchísimo.

-Bueno, de eso se trataba lo que hicimos hace


rato, de hablar con la Madre Tierra, con los
regalos que nos da; todo esto que estás viendo
nos lo regaló Ella, y cuando nos toque partir,
volveremos a ella. Somos sus hijos. – me dijo.

-¿Y qué fue eso que dijo en ese idioma?

-Le hablé en catalán, mi primer idioma. Soy de


Girona y abandoné todo para venir a lo más
lejano posible para mí y vivir dentro del bosque.
Yo era doctor neumonólogo en esa ciudad, pero
me apasionaba la idea de vivir entre los bosques
y vivir de todo lo que me regalase. Tengo
cuarenta años viviendo en los bosques estos que
nos rodean y soy feliz. Todo lo hago y lo puedo
con lo que me regala Ella –se levantó y se sacudió
el pantalón de pana que vestía y me invitó hacia
dentro para beber agua–. Las medicinas de tu
abuela las hice con hierbas que cultivo y allá y el
polvo lo hice con raíces de los árboles y con otros
cultivos que el mismo bosque tiene muy a lo
profundo. La gente desconoce de ello y no le digo
a nadie para evitar que dañen el bosque en la
búsqueda de estos materiales.

Yo me encontraba silenciada, pues este hombre


era el que sanaría a mi aita sin lugar a dudas.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Todo lo que dijo e hizo me lo demostró, aún sin


tener pruebas sólidas, le creo todo.

-Escucha, cuando tu abuela sane, vivirá muchos


años más junto a tu abuelo. Eso lo puedo ver, eso
me lo dijo la Madre Tierra. Tú eres una joven muy
alegre y debes ser así, es en parte lo que tiene
tan sólida la tierra que usa tu abuelo para
cultivar; por eso produce frutos tan bellos, por la
energía positiva que transmiten ustedes. Me
alegra haberles conocido.

-¿A dónde va? – le pregunté al ver que recogía


sus cosas.

-Le daré un último vistazo a tu abuela, y dejaré


escrito el cómo deben darle estos medicamentos.
Yo me marcharé, no los volveré a ver, no lo puedo
hacer.

-Pero mi abuelo lo ubicó en su casa, le podemos


visitar. – le dije con tintes tristes.

-No lo creo, Casia, cada vez que alguien ve mi


casa, la abandono y construyo una nueva más en
lo profundo del bosque. No puedo explicarte el
porqué, pero tú misma lo entenderás cuando
vayas creciendo, esto si solo deseas comprender
a la Madre Tierra. Tendrás un futuro prometedor
y harás grandes cosas, ya verás. – me dijo
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

sonriendo y sobando mi cabeza como si fuera una


bebé.

-Lo extrañaré mucho, señor Rómulo. – le dije


con pucheros y algunas lágrimas que resbalaban
por mis mejillas.

-Tranquila. Siempre estaremos comunicándonos


por el viento, y no sólo conmigo sino también con
tu padre. Fue un gran hombre… eres igual a él,
tienes sus mismos ojos. – dijo esto y me tocó con
un polvo de color púrpura en el rostro, luego caí
rendida del sueño en el sofá. Nunca más lo volví a
ver.

Desperté y era más tarde, mi abuelo iba


llegando y me preguntó por el señor Rómulo. Le
dije que él se había ido y que no volverá más. Que
dejó una nota explicando cómo seguir el
tratamiento de aita, el cual duraría una semana
exactamente. Mi abuelo se enfadó porque
sobraría comida, pero era mejor así, pues
quedaría más para nosotros.

Mi abuela fue mejorando con los días y ya


caminaba y hablaba como antes. Me contó de
sueños que tuvo con papá en donde conversaban
unos segundos. En cada sueño, ella me decía que
él se despedía dándonos una bendición a todos. Y
que sonaban las campanillas guindadas en el
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

patio cuando él llega y cuando él partía. Eso me


calmaba y me decía que mi papá estaba bien en
donde quiera que él estuviese.

Poco a poco, sentía mayor curiosidad por la


naturaleza, pero ya no eran los árboles mi mayor
centro de atención, sino la tierra. Fuese áspera o
húmeda, me apasionaba la tierra. Crecí ayudando
a aito arando y cultivando y a veces, por las
noches, veía movimiento de luces verdes… un
verde claro, a lo lejos, en las colinas boscosas del
pueblo. Me recordaba al señor Rómulo, quien
portaba en su mochila una linterna muy vieja,
sucia por manchas verdes de la misma tonalidad
de aquellas luces. Quizás era él visitándonos de
vez en cuando, o eso quería yo pensar cada vez
que contemplaba aquel espectáculo.

A veces aito iba al bosque con la esperanza de


volver a ver al señor Rómulo, pero sólo conseguía
las humildes chozas que él hacía ya abandonadas,
pero con mensajes en la puerta, mensajes que
deseaban la paz y felicidad al que encontraba la
choza.

No sé en qué religión él estaba metido, pero su


fe en la tierra hizo que mi esperanza creciese y
que me uniese al mismo amor por esta tierra que
nos vio nacer. Quise seguir sus pasos y decidí
estudiar medicina en Francia. Ahorré desde esa
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

misma semana de los acontecimientos, de


pequeña, hasta ese día en donde logré entrar.
Mis abuelos se veían igual que siempre, ya ambos
con ochenta y tantos años.

Casualmente, el día en el que partiría a


Angulema, aquella madrugada de agosto, luego
de abrazar a mis abuelos que me desearon el
mayor éxito del mundo, no sólo sonaron
extrañamente las campanillas que guindaban en
el patio, sonaron sin haber viento alguno que las
moviese, y no sólo eso, sino que a lo lejos pude
ver de nuevo las luces color verde claro. No sólo
mis abuelos me acompañaban en ese momento,
estoy segura de ello. Y estoy feliz de tener no sólo
a mi padre cuidándome, sino a aquel señor
amante de la tierra orando por mi futuro.

PARTE II: EL MIEDO DE ADRIÀ LAFAYETTE

¿No te ha pasado eso de que tienes dudas? ¿Y


que esas dudas se convierten en miedos? Me ha
sucedido en situaciones puntuales… me sucede
cuando no comprendo las cosas, y con cosas me
refiero a estos sucesos del mundo; situaciones
que ponen a prueba tu fe.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Me he cuestionado a mí, a mis acciones, mis


creencias, mi propia religión. Me he cuestionado
muchísimo ante esas situaciones donde pude
haber dado más, donde pude haber sido más
sólido, ser más que esto… He fallado, he fallado
muchísimo, y sin darme cuenta –y a veces
teniendo total consciencia de ello– causo heridas
o alejo a las personas de un mejor camino. Me
pregunto yo si Ibrahim habrá dudado alguna vez
de los planes de Alá… ¿Qué cosas habrá
pensando él cuando su nombre fue pronunciado
de los labios de mi dios?

Es allí cuando me siento un grano más de arena


en el desierto. Otro más que continúa una rutina
y que teme a seguir la senda de Alá, la misma
senda de Ibrahim. Es por esto que me da miedo
hablar con mi padre de este sentimiento mío; él
siempre fue una persona un poco brusca y
cerrada ante los temas que conciernen a nuestra
fe. Siempre asistía con él a la mezquita en
Barcelona y cumplía con el Ramadán junto a mi
familia. Somos muy tradicionales con nuestra
religión. Aprendí mucho de mi padre, pero el
demostrarle dudas sería una decepción para él.

Pensando en todo esto cada día, cada noche,


decidí contarle a mi mejor amigo, HamzaFarûq.
Él y yo nos conocemos desde niños, desde que
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

nos mudamos de Estambul a Barcelona. Su padre


y mi padre fueron grandes amigos, conociéndose
en las callejuelas de comerciantes de la ciudad,
hasta formar varias tiendas de víveres secos. Yo
jugaba con Hamza y estudiábamos juntos el
Corán en los tiempos libres.

Nos mudamos porque la economía en Turquía


fue decayendo y afectó mucho el negocio de
nuestros padres. Tenemos familia residiendo
desde hace mucho en España y nos invitaron a
Barcelona. Mi padre es mitad catalán y mitad
turco. Mi nombre me lo colocó por mi abuelo.

En fin, decidí acudir a Hamza y le pedí


quedarme en su casa el fin de semana. Le reservé
el porqué para evitar discusiones por teléfono,
pero, al final, sé que comprendería.

Llegó la noche de aquel viernes. Llovía,


recuerdo, y avisé a Hamza. Me recibió, saludé a
sus padres y subimos directamente a su
habitación.

-Entonces, ¿qué ocurre? – me preguntó yendo al


grano, él se caracterizaba mucho por ser muy
frontal y no le gustaban los rodeos.

-Tengo pensamientos muy raros últimamente,


Hamza. Bueno… no pensamientos per se, mejor
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

dicho se trata de sentimientos que me perturban


mucho.

-¿De qué se trata, Adrià? – me preguntaba ahora


con un tono de preocupación.

-Desde hace un tiempo para acá he dudado de


nuestra fe. – le dije con mi mirada baja y esquiva.

Hamza se tomó su tiempo para responderé.


Claramente se veía consternado.

-¿A qué te refieres con eso que me estás


diciendo, Adrià?

-Desde hace un tiempo veo cómo estamos


decayendo nosotros con nuestra fe en Alá. Veo
una sociedad falsa y a veces creo que Alá nos da
la espalda con nuestros problemas.

-Adrià, escucha, lo que dices es completamente


loco. ¿Cómo que Alá nos da la espalda? ¿Acaso
tienes en mente lo que haría tu padre si te oye
decir tal cosa? – me decía él en voz baja para
evitar que sus padres pudiesen oírnos.

-Sí, lo sé. ¡Tú me conoces! Ambos aprendimos


juntos muchas cosas maravillosas. No sé qué me
ocurre.

-¿Y cómo empezó todo esto, Adrià?


EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-¿No te ha pasado que, cuando más deseas


seguir las enseñanzas de Ibrahim, más piedras
hay en el camino? ¿Que hay tanta gente que
ensucia el mundo de inmundicia y no puedes
hacer? ¿Has sentido tal impotencia?

-¿¡Qué tiene que ver esto que me dices con que


dudes de Alá!? – me preguntaba molesto Hamza.

-En que Alá siempre estuvo para los más


perdidos en el pasado, y ahora ¿en dónde está él?
Es mi pregunta. No quiero sonar como aquellos
que viven en sus mundos simples. Pero ¿por qué
Alá no nos guía como antes?

-Escucha, Adrià, no entiendo de qué hablas ni


entiendo por qué empiezas a pensar así. Yo sólo
sé que esto que dices es para que te den una
golpiza en la mezquita o en tu casa si lo sueltas
fuera de esta habitación –me decía él tomándome
de los hombros y con actitud de decepción–. No
creo poder ayudarte, amigo. Es complicado, pero
sí te recomiendo buscar a Alá en las cosas
simples de la vida, seguramente lo hallarás.

-Ya veo… está bien… Escucha, Hamza, me


gustaría postergar quedarme aquí para otro día.
Quiero estar solo esta noche, no hay problemas
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

con eso, ¿verdad? – le dije yo un poco


frustrado.Hamza se quedó pensando unos
segundos.

-Tranquilo, Adrià, rezaré por ti para que puedas


recuperar la senda nuevamente. – me abrazó y
me dio un beso en la mejilla.

Bajé las escaleras hasta la entrada de la casa y


me despedí de los padres de Hamza. Me
preguntaron de mi pronta y extraña retirada, y
les respondí que había olvidado unos asuntos que
debía resolver de la universidad con prontitud
para poder salir del paso. No sé si me habrán
creído.

Entré a casa e hice lo mismo con padres; les dije


que debía terminar de suministrar información
para la universidad y que era urgente para poder
entrar en ella; así como se los dije, así fui
corriendo a mi habitación.

Esa noche me quedé sentado en el suelo, me


dispuse a mirar en dirección hacia la muy lejana
La Meca. Mi mente permaneció en blanco, sólo
miraba por la ventana que daba vista hacia la
calle con sus focos encendidos.

“¿Será que Shaytán ha de tenerme en esta


situación de dudas para alejarme de Alá?”, pensé
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

yo de repente con lo cual me quedé asombrado.


Este mismo mundo corrupto, es un mundo
manipulado por el mal y es un mal que nos
contamina a todos, incluso a los más puros de
corazón. El mismo ángel Gabriel bajó a sacarle
las impurezas a Mahoma. Nada es imposible en
un mundo como este. Me levanté y pude conciliar
el sueño, por lo menos esa noche.

Durante los siguientes días, Hamza me llamaba


y me preguntaba cómo estaba. Me acompañaba a
la mezquita diariamente para nuestras oraciones.
Llegó un día en donde Hamza no podía
acompañarme por sus arreglos con la
universidad, por lo que fui solo.

Luego de terminar mis oraciones, me dispuse a


sentarme en el parque que estaba afuera, sólo
para esperar a que fuese un poco más tarde y
poder ir a la universidad a entregar los
documentos finales. De repente, un señor muy
barbudo y de rasgos árabes se sentó a mi lado.
Era un señor bastante conversador y así como se
sentó, me saludó amablemente.

-¿Cómo te llamas muchacho? – me preguntó el


señor.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Me llamo Adrià. – le respondí educadamente


mientras mis ojos se desviaban a su abultada
barba canosa y desaliñada.

-¡Ah, bastante catalán tu nombre! Es raro ver


catalanes que sigan nuestra religión.

-Bueno, mi padre se crió aquí, pero nuestra


familia desciende desde Turquía. Mi madre sí es
turca, y bueno, vivimos aquí por situaciones
económicas. – le expliqué al señor.

-Qué historia tan interesante. Tu familia siempre


está bajo la mirada de Alá, ¿sabías eso? – me dijo
de repente el señor desconocido, lo cual me erizó
los vellos.

-Sí, siempre lo supe. – dije a secas.

Aquel señor me miró y suspiró, luego dirigió su


mirada al cielo.

-Muchacho, la fe no significa venir a orar


solamente. Eso es sólo un grano de arena en la
playa de lo que debemos ser… lo que debemos
hacer, ¿entiendes de qué hablo?

Yo me quedé en silencio y no sabía qué decirle.


Leía mucho el Corán, debatía con Hamza, hasta
con mis padres sobre lo que Alá nos dice y sobre
las enseñanzas de Mahoma para nuestras vidas,
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
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pero, por primera vez, sólo pude callar sin saber


qué decir. El señor sólo sonrió y prosiguió con su
soliloquio.

-Nosotros debemos estar agradecidos porque


conocemos de Mahoma, de Su mensaje para
nosotros. Debemos dar gracias de rodillas no sólo
en la mezquita, sino en nuestros hogares.
Debemos agradecer por las tierras santas; donde
vivieron Ibrahim y toda su descendencia.
Debemos agradecer que conocemos de la senda
de Alá, muchacho, y eso es sólo el principio.
Ibrahim lo sabía y por eso su nombre está escrito
en la historia de este mundo.

-Pero yo no soy Ibrahim. – le dije yo.

-No, no eres Ibrahim. Él es único y existió para


ser un ejemplo para los que vendríamos. ¿Cuál
será tu ejemplo para las próximas generaciones,
muchacho?

Sus palabras golpearon fuertemente mi orgullo.


Sólo pude pensar en mis sinvergüencerías… Perdí
mucho tiempo aprendiendo para mí, pero no para
vivir lo que aprendí. Era sólo un saco lleno de
palabras y sin acciones… Sentí mucha pena para
con ese señor, mi hermano; alguien que tiene
mucho más tiempo que yo caminando hacia Alá y
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que, a pesar que aún le falta mucho por caminar,


se acercaba y eso le bastaba.

-Muchas gracias por decirme lo que tanto quería


escuchar, señor. ¿Cuál es su nombre?

-Me llamo Abdul, Eden Abdul. No fui yo, Adrià,


fue Alá. – me dijo sonriendo. Luego se levantó, se
rascó la barba y se despidió.

Nunca más volví a ver a Eden Abdul. Pregunté


al resto de mis hermanos en la mezquita, pero
jamás supieron decirme algo de él. De hecho,
nadie sabía quién era él.

Alá obra de maneras misteriosas… No


necesariamente debe romper las aguas, como lo
hizo para Musa. No es necesario abrir los cielos.
Son épocas, y cada generación necesitaba un
golpe diferente de fe. Alá obra en los detalles, y
sólo nosotros decidimos si atendemos a su
llamado.

Precisamente por ello el mundo es esta


decadencia que vivimos; estamos sordos a Él. El
legado de Mahoma está en lo que haga yo de
ahora en adelante y en lo que hagan mis
hermanos.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Llamé a Hamza aquel día donde me encontré


con el señor Eden, le conté lo sucedido y sólo se
echó a reír.

-Ah, Adrià, me alegra que, así fuere mediante un


extraño. Nos falta mucho, ¿verdad?

-¿A qué te refieres con que nos falta mucho? – le


pregunté extrañado por sus palabras.

-No pude darte unas mejores palabras en aquel


momento. Y en este momento me lamento por el
pasado. Nos falta ser más fuertes. – me dijo con
un tono de voz un poco triste.

-Lo sé, pero creo que para eso la vida nos da las
oportunidades de tropezar y aprender, ¿no? Será
un buen viaje. – le dije de forma más optimista.

Pasó el tiempo y logré un poco de tranquilidad.


Mis padres jamás se enteraron de mis viejos
sentimientos encontrados. Fueron días como los
de antes: tranquilos. Alababa a Alá desde lo más
profundo de mi ser y quería bañar mis rutinas
con tales alabanzas. Me acuerdo a menudo del
señor Eden y su carisma y calma. Pero sigo
manteniendo mi preocupación por mis hermanos
que no saben comprender la palabra de nuestros
profetas. Siempre he pensando que la violencia
no es digna de llevar y vivir nuestra fe. Hasta que
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

un día sucedió algo que aún me duele dentro de


mi ser.

Fue un domingo. Caía la tarde y Hamza y yo


veníamos hablando tonterías por la calle. De
pronto, salió en la conversación los problemas en
el Medio Oriente. Yo di mi opinión, pero Hamza
estaba “un poco de acuerdo” con el hecho de
defendernos de la imposición de otras religiones
e incluso de otras maneras de ver nuestra fe, así
fuere necesaria la violencia.

En vista del incómodo choque de ideas, no


quisimos profundizar y cambiamos el tema. Quise
hablar con mis padres sobre lo sucedido y ellos
pensaban igual. Mi hermana se hizo la indiferente
al respecto. Me deprimí al verme sumergido en
un ideal solitario. Hamza y yo “tratábamos” de
seguir nuestra fe juntos, pero las noticias
llegaban y él se alejó de la mezquita que tantos
años estuvimos concurriendo. Fue a otra y así
como se apaga una fogata, dejamos de estar en
contacto. Nunca peleamos, nunca discutimos
fuertemente, pero sentí como si nos hubiésemos
dado una paliza hasta la muerte.

A veces pienso en los detalles, en cómo palabras


pueden elevarnos o destruirnos, creo que por eso
mediante la palabra es que alcanzamos hablar
con Alá, y por ello es tan importante orar con la
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

palabra hablada. Para Él es importante que le


hablemos y por eso la palabra tiene tanta fuerza
sobre nosotros. Y por la palabra podemos
transformar el ideal de alguien; podemos llevarla
por buen o mal camino. De otra forma, podemos
hasta caminar por las orillas del buen camino;
interpretar mal lo que Alá nos dejó y lo que sus
profetas nos aunaron e hicieron por su fe, por
nuestra fe.

Me mudé solo a un condominio en las vísperas


de comienzo de clases. Hice pocos amigos al
principio, pero mi fe sigue siendo el pilar de mis
días y mis noches. A veces extraño a Hamza y sus
palabras de buena fe. Lo más importante que
aprendí en estas etapas de mi vida es que a veces
ciertas personas se quedan breve o mucho tiempo
en nuestro día a día, pero así como llegan, se
pueden ir; nada es para siempre, incluso Mahoma
lo sabía. Nada es para siempre, sólo las obras que
dejamos en nombre de Alá y su amor para con
nosotros…
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

PARTE III: EL ROMANCE DE LAURENT


BORGES

Hablar de religión nunca ha sido algo que esté


en mis temas de conversación para con la gente.
Siempre me pareció que regirme por alguna
religión no es del todo bueno, aunque tampoco
del todo malo, quiero decir que es una vía para
aprender de Dios, pero ¿cómo sé yo que lo que
anuncia y predica cualquier representante de su
iglesia, mezquita o lo que fuere, es la verdad?
Jamás hablarán mal de su casa, de lo que creen,
no ven los errores de sus “hermanos”, y es por
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

eso que creo en Dios bajo mis medios, bajo mis


experiencias de vida.

Mis padres se divorciaron a los pocos años de yo


haber nacido. Mi papá nunca vio de mí y sólo sé
que es español y conozco su rostro por una vieja
foto que mi madre guardó para siquiera tener
consciencia de cómo es mi progenitor. Llevo el
apellido de él, es lo único que poseo además de
su foto. Mi madre ha sido mi papá también en
ciertas ocasiones, y es lo más valioso que tengo, a
pesar de las fuertes peleas que hemos tenido y,
que sé muy bien, tendremos a futuro. Los dos
vivimos en un pequeño apartamento, algo
humilde, pero tenemos techo. Para ser un niño de
dieciséis años, tengo bastante comprensión de en
dónde estoy parado y que debo ser un hombre
digno de orgullo para mamá. He leído mucho, me
encanta leer. Soy fanático de Nietzsche, a pesar
de que no estoy de acuerdo con el ateísmo que
profesa, pero su filosofía me parece de otro
mundo.

Yo asisto a círculos de literatura y discutimos,


cada viernes por la noche, sobre cualquier novela
de diferentes épocas y géneros. Tocaba discutir
sobre cuentos románticos y me gustaba una
compañera, Lorena… Lorena Moor, ella venía de
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

intercambio desde Escocia hasta acá en Brujas,


Bélgica. Me llamó la atención desde que la vi y
me encantó su manera de hablar, a pesar de
manejar el francés en los términos básicos del
idioma, ella siempre tuvo algo detrás de su
personalidad, además, que también me sumergió
más y más en querer conocerla y, por qué no,
arriesgarme a invitarla a salir.

La discusión se dispuso de la siguiente manera:


hacer una discusión previa en pareja y luego
exponer el punto de vista mutuo ante los demás.
Los cuentos eran de Bécquer, y empecé a sudar
profusamente bajo mi camisa porque,
casualmente, Lorena era mi pareja asignada.
Traté de llevar la conversación con normalidad.
Debía hablarle en francés y lo que ella no
entendiese hablárselo en inglés. Leímos el cuento
y veía como ella se reía esporádicamente, como si
disfrutase esta actividad conmigo, lo cual me dio
un poco más de seguridad al hablar.

Terminamos la actividad y la reunión del círculo,


quise aprovechar –pues era ahora o nunca
sucedería– el momento de la salida para invitarla
a salir. Se lo dije, así sin más, ella sonrió un poco,
guardó silencio por unos segundos, yo estaba
muriendo por dentro, pero accedió. El argumento
que usé fue el de enseñarle más la ciudad, ya que
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

ella apenas tenía un mes viviendo en Brujas y no


salía mucho, sólo a las clases que ella tenía
asignada de francés y este círculo de literatura,
eso según ella me relató en tiempos libres de la
actividad.

Fuimos a un café esa misma noche y se veía muy


bien con su chaqueta negra y gorro gris.

-¿Qué te parece la ciudad? - le pregunté para


romper el hielo.

-Es muy hermosa. Me encanta, es como lo que


imaginaba yo al leer novelas basadas en el siglo
XIX. Me encanta su romance. - me dijo ella. No
podía quitar mi vista de sus ojos azules.

Poco a poco, fuimos hablando fluidamente y


hablamos sobre muchas cosas. Luego tocamos un
tema que nunca imaginé conversar, mucho menos
con alguien como ella.

-¿En dónde queda alguna iglesia a la que pueda


yo asistir? - me preguntó ella como si fuese algo
cotidiano, algo de los que todos hablaran en su
primera cita.

-Hay varias. Su arquitectura es imponente, nos


queda cerca la Iglesia de San Basilio. A unas
cuantas cuadras de aquí. - le respondí.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-¿Y cómo llego hasta allá desde la casa en donde


vivo? - seguía ella indagando.

-Solamente debes salir hacia la calle y caminar


hasta la avenida principal. Tomas el autobús y lo
tendrás al frente. Es la única iglesia románica en
la ciudad, por lo que, si sabes cómo son, sabrás
cuál es.

-¿En serio es la única iglesia románica? - me


preguntó entusiasmada.

-Bueno… realmente no es una iglesia, es una


capilla, pero es la única al estilo románico. Es
hermosa. - le respondí.

-Sabes mucho sobre las arquitecturas


eclesiásticas, ¿no?

-Solamente me llaman la atención, pero no


comparto mucho sobre algunas actitudes de sus
religiosos. - le dije yo mientras jugaba con el café
usando un sorbete.

-¿Crees en Dios? - me preguntó ella sin tapujos,


a lo cual me quedé unos segundos sin responder.

-Sí creo en un dios. Pero creo que enseñárnoslo


mediante una iglesia, sea cual sea, no solamente
la católica sino cualquiera que fuere la religión,
me parece que es mostrar lo que conviene
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

mostrar y no mostrar el todo, lo que debería ser. -


le dije.

-Yo opino un poco como tú, a pesar de ser


católica profesa, pero sólo como algo meramente
cultural. - me dijo un poco melancólica.

-¿Acostumbras a asistir a misas?

-No voy siempre. De hecho, nunca voy… sólo los


días en los que cumple aniversario de muerte mi
abuela. Es necesario para mí hacerlo ese día. -
me explicó ella.

-Entiendo que se trate de un ser querido, pero


¿por qué el compromiso? - le pregunté. Ella
tomaba el café de a sorbos y se tomó su tiempo
para responderme. Quizás no era una pregunta
apropiada.

-Yo fui la última persona que la vio en vida y lo


último que me pidió fue que orase por ella cada
vez que este día surgiese. Se refería a sus
aniversarios y soy la única que lo hace. Mi abuela
era católica, pero el resto de mi familia es
protestante… Soy descendiente de irlandeses y
allá hay una fuerte división de religiones
cristianas. En parte, es por ello que no profeso
religión alguna.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Yo no dije nada más y cambiamos el tema. Era


temprano aún, eran las nueve de la noche, por lo
que le propuse a Lorena en ir a la capilla para
que cumpliese con sus oraciones. Entendí que el
aniversario era mañana; si no sabía llegar, jamás
cumpliría con su promesa.

Al llegar, Lorena estaba emocionada con la


arquitectura. Literalmente quedó boquiabierta
con el diseño, yo disfrutaba de sus expresiones.
Se le veía que no disfrutaba de la vida en mucho
tiempo.

-¡Muchas gracias por traerme! - me dijo con un


abrazo sorpresivo para mí.

-No es nada. Me alegra haberte podido ayudar. -


le dije con una sonrisa en mi rostro.

Entramos y se sentía cálido por la luz de las


velas. Vimos la reliquia de San Basilio guardada y
noté a Lorena un poco sentimental al entrar.
Decidí sentarme en uno de los primeros bancos
que yo vi, ella, por el contrario, se fue más
adelante y se postró ante el altar. Yo me quedé
observándola y contemplé que derramó algunas
lágrimas, las cuales secó rápidamente con la
manga de su suéter.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Perdón por dejarte verme así. - me dijo


dándome la espalda, desde la primera banca.

-No te disculpes conmigo. Es normal llorar la


pérdida de las personas que nosotros amamos 
le dije tratando de consolarla.Creo lo ideal sería
que, en todo caso, yo te dejase a solas en un
momento tan íntimo como este.

-¡Por favor quédate! - me dijo ella llorando más


profusamente. Me di cuenta que había algo más
detrás de este duelo que Lorena tenía y me
empecé a preocupar.

-¿Ocurre algo más? - le pregunté frontalmente


mientras me acercaba a la banca en donde ella
estaba sentada.

-Mi abuela era la única que me aceptaba por lo


que soy, a pesar de la tradición de nuestra
familia. Yo siempre quise ser diseñadora, ser
independiente, crecer. Mi familia se quedó
atrapada en el Medioevo entre el Clero y las
restricciones. No sabes lo que luché para que me
dejasen venir hasta acá. Hice muchos sacrificios
durante un par de años solamente pensando en la
oportunidad de venir. – me relataba ella, llorando.

Yo no dije nada, solamente la abracé y nos


quedamos allí un rato. Ella se logró calmar y se
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

quedó contemplando el sagrario de la capilla, yo,


entre tanto, me quedé pensando en los
sufrimientos de ella. Quería hacer algo al
respecto, pero ¿qué podía hacer un puberto como
yo? Mi madre me entendía y no sabía lo que era
una pelea que nos dejase enmudecidos el uno al
otro, o que fomentase el ignorarnos. Mi madre
me respetaba y yo a ella, quería reflejar eso en
Lorena para con su familia de alguna forma.

-¿Me quisieras acompañar mañana para orar por


mi abuela? – me solicitó ella.

Yo sólo apreté mis dientes en son de


incomodidad, pero, si eso la ayudaba a conseguir
cierta estabilidad, lo haría, por lo que accedí
amablemente y sin dudar. Ella respondió con una
sonrisa de vuelta.

Salimos al día siguiente más temprano de lo


usual en nuestro círculo de literatura, y nos
dirigimos a la Capilla de San Basilio, había gente
orando allí, pero el recinto estaba igual de
silencioso que siempre. Ella se arrodilló en la
primera banca, de igual manera lo hice yo para
que no se sintiese sola en sus actos. Ella oraba
con fervor, mientras que yo aproveché para
encontrarme cara a cara con mis problemas…
esos que ignoro para no lidiar con ellos.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Me sumergí en mi mente. Empecé a pensar en


mi padre, en cómo me abandonó, en mis
confusiones con Dios, en los tantos caminos que
quise tomar y que dejé por decepción, entonces,
me di cuenta de mi Limbo, de mi estancamiento
en la vida, algo me faltaba, algo necesitaba para
continuar, allí abrí mis ojos y ya Lorena estaba
sentada esperando por mí. Había pasado cerca de
una hora desde nuestra llegada a la capilla.

-Te veías muy concentrado en tus oraciones,


Laurent. – me dijo Lorena mientras sorbía de su
malteada en la cafetería que visitamos ayer.

-Creo a todos nos hace falta tener un encuentro


así, no importa el lugar, pero importando siempre
el silencio. – respondí.

-Opino lo mismo. A pesar que no vivo la religión


en la que fui criada, siempre respeto estos
rituales y me es menester aplicarlo
correctamente cuando oro por mi abuela.

-Creo que el respeto es necesario; no se


justifican las diferencias religiosas para no
llevarlo a cabo. – le dije yo.

Desde entonces sentí una gran conexión con


Lorena. Ya no tenía aquella pena de hablarle,
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

sentía que podía decirle todo conforme avanzaba


y crecía el lazo que nos unía.

Decidí confesarle que me gustaba. Sería en el


parque cercano al café. Sería en la noche. Mi
excusa sería caminar un poco y contemplar el
parque bajo la luz de la luna. Es perfecto, o eso
pensaba yo entre mis alaridos enamorados.

Estaba nervioso, confieso, era algo difícil para


mí pues solamente había tenido una sola novia y
fue algo de una semana. Me sudaban mucho las
manos desde el momento en el que la vi a ella.
Estaba hermosa: con su suéter de lana color gris
pizarra, su cabello negro peinado que se
enmarcaba su rostro blanco como la nieve. Sus
labios rojos y sus ojos azules como el mar. Estaba
vuelto loco, pero, claramente, no revelaría ni la
más mínima pista de mi estado eufórico y mi
nerviosismo ante ella.

-¿Qué tienes? – me preguntó ella de golpe. Yo


quedé impactado. “¿Cómo lo supo?”, pensaba yo
en mis adentros.

-¿A qué te refieres con qué tengo? Yo me siento


normal, como siempre. – le dije intentando
mostrarme seguro.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Te noto un poco pálido, como si tuvieses un


resfriado. – me dijo.

-Quizás es el clima. Está nevando en este


momento y soy un poco friolento. – le dije
esperando convencerla.

Empezó el conversatorio sobre obras de Mihai


Eminescu y todo fluía como era de costumbre.
Nada raro sucedía y notaba a Lorena con una
actitud normal y corriente. Me sentí aliviado.

Al finalizar el conversatorio, nos dispusimos a ir


al café, como es usual, a conversar un poco.
Habían pasado semanas, quizás un par de meses,
no lo sé, desde aquella visita a la Capilla de San
Basilio, y aquella duda, aquel vacío, que
confronté se había llenado. Lorena era lo que
necesitaba en mi vida; una persona con la cual
caminar, una persona que me haga andar por mi
rumbo propio, a su lado. Hablé con ella de
muchas cosas en los diferentes días y las
innumerables noches en aquel café. Le conté
sobre mi madre, sobre la ausencia de mi padre,
entre otras cosas, también le comenté que
estudiaría filosofía en Angulema, Francia.

Ella, por su parte, me hablaba de que estaba


evaluando diferentes universidades para estudiar
el diseño que tanto anhela. Además, me comentó
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
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que pasaba varios días pensando en confrontar a


su familia y buscar su aceptación a estas metas
que ella tiene trazadas. Vi una Lorena más
determinada que aquella que lloraba ahogada en
sus penas. Me encantó aquella actitud y fuego en
sus ojos al hablar.

Salimos del café y le propuse caminar por el


parque para “variar nuestra rutina”, según cito
mis palabras en aquel momento. Era un buen
argumento para llevar acabo mi plan.
Indudablemente, ella aceptó con su dulce sonrisa.

Era una noche fría, recuerdo, más fría que las


anteriores. Se sentía el rigor del viento chocando
en las mejillas. Entonces, los nervios volvieron.
Era una sensación extraña, pues el sudor se hacía
presente cual rocío en los pétalos de las flores
luego de la lluvia, pero los pétalos eran mis
manos cubiertas del cuero de los guantes que
transpiraban el frío de afuera. Caminamos hasta
un banco cerca de la zona de los columpios y nos
sentamos. Ella abruptamente, luego de unos
segundos de silencio, me comentó que tenía algo
que decirme.

-Hay algo que he querido comentarte hace unos


días, Laurent, pero no he sabido ni cómo ni
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
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cuándo, creo que es mejor decirlo y ya. – me dijo


ella apagando de golpe mis ganas colmadas de
confesarme ante ella.

-Me preocupa la manera en la que me hablas,


Lorena. ¿Sucede algo grave?

Ella se tomó su tiempo y me miró al rostro. Sus


ojos azules portaban mucha seriedad.

-Volveré a Escocia el viernes. No regresaré a


Bélgica. Hablé con mi familia y logré una
oportunidad. Estudiaré en Londres diseño y debo
demostrar de lo que estoy hecha.

Mis sentidos se perdieron al escuchar sus


palabras. No lo podía creer. ¡Aún faltaban
algunos niveles más de su curso! ¿Qué pasaría
con el círculo de literatura? No lo podía creer.

-¿Y qué sucederá con tus estudios del francés y


el círculo? – le pregunté de la manera más
tranquila posible.

-Los tendré que dejar, Laurent. Continuaré el


francés en Londres, si es posible –dijo ella
haciendo una pausa y con sus ojos brillosos, como
si fuese a llorar–. ¿Realmente sólo te importa si
seguiré el francés? ¿No preguntarás por nuestro
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

futuro? – me preguntó ella, a lo cual no supe


reaccionar.

-¿Nuestro futuro? – le pregunté.

-¡Sí! Yo sé muy bien, Laurent, yo sé que tú


sientes algo por mí, pero que no has podido
decírmelo. Se te ve claramente en tu rostro.
¿Todos los días posibles vamos al café a hablar?
Nunca definimos ninguna amistad. Sé muy bien
que estás enamorado de mí. – me dijo ella con las
emociones hirviendo.

Yo sólo pude asimilar esto rápidamente y ser


sincero.

-Sí, tienes toda la razón, Lorena. Estoy


enamorado de ti, y no desde hace días o semanas.
Desde la primera vez que te vi me llamaste la
atención. Resultaste mejor persona de lo que ya
alguna vez imaginé y durante estos meses he
vivido muchas felicidades y he compartido parte
de mi vida contigo. Sí, tuve miedo. Tuve miedo al
rechazo tuyo, al no saber qué sentías. Sin darme
cuenta, me conformé con esto de conversar y
pasar un tiempo nosotros juntos luego de los
conversatorios y debates. – le dije yo tomando su
mano.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-¿Y tú nunca miraste más allá de lo que sentías?


– me preguntó ella apretando de mi mano.

-No. Estaba sumergido en mis propios miedos


para hacerlo.

-Yo también estoy enamorada de ti. Y tomé esta


decisión porque, sea el viernes o en los dos meses
que me quedan en Brujas, tendría que irme y
dejarte. Prefiero cortar nuestro lazo ahora a que
me enamore más de ti y me duela más. – me dijo
ella dejándome helado nuevamente.

No dijimos nada en un rato. A ella se le


empezaron a resbalar algunas lágrimas por hacia
sus blancas mejillas.

-Definitivamente el universo nos tiene


sumergidos en un laberinto de dificultades. Nada
es fácil y nada lo será, creo que por eso, de
alguna forma, siempre necesitaremos de Dios. –
me dijo ella. No le dije nada, solamente le volví a
tomar de la mano.

Me quedé pensando en esas palabras. Lorena


tenía razón. A pesar de que ignoramos las
religiones, el asunto siempre va más allá si uno
ve los detalles. No los vi en Lorena, fue mi error,
mucho menos vi a Dios sobre estos asuntos tan
humanos y simples.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Lorena me besó esa noche. No es el clásico beso


dramático, no. Éramos muy jóvenes a pesar de
nuestra “madurez”. No sabíamos llevar bien estas
situaciones, por lo que un beso simple, con aún
sus mejillas húmedas por las viejas lágrimas,
bastó. Eso y una sonrisa, su clásica sonrisa. Eso
bastó para ambos en aquel momento. No dijimos
más sino un “hasta mañana”, hasta que llegó ese
día.

Era un viernes de agosto. El único día en el que


nos ausentamos del conversatorio del círculo.
Estábamos en la estación de tren. Sería un largo
viaje para ella. Debería salir de Brujas y llegar a
París, luego arribar al noroeste para ir a
Inglaterra por el Canal de la Mancha.

No me dolió el día en el que me lo dijo, ni los


demás días, sólo sentí vacío, el mismo del que me
quejé ante el altar esa noche en la capilla. No
sentí más que eso hasta darme cuenta en aquel
instante, en la estación, que no la volvería a ver.
Más allá de contactos telefónicos que poco a poco
se desvanecerían con el paso del tiempo y de las
prioridades, no sabría de ella, no la volvería a
ver. Allí sentí el dolor.

-No soy buena despidiéndome. – me dijo ella,


faltando cinco minutos para que el tren partiese.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Creo que bastará un adiós o un hasta luego,


dependerá de si deseamos encontrarnos
nuevamente. – le respondí.

-¿Deseas que exista una próxima vez? – me


preguntó con una sonrisa.

-Siempre lo estaré deseando. – contesté.

-De igual forma yo también lo estaré. Te quiero


agradecer por ser mi única y verdadera compañía
aquí en Brujas. Recordaré con mucho cariño
estos momentos y a esta ciudad. Hoy te amo,
espero este sentimiento no de disipe con el paso
de los años, pues deseo estar contigo. – me dijo
ella un poco emocional.

-El universo hará lo posible por alejarnos, pero


contamos con nuestra fe, ¿no? Visitaré la capilla
cada viernes para orar por ti, así no sea el mejor
católico ni el más religioso.

Ella sólo sonrió y me dijo que haría lo mismo.


Que allá en Londres buscará alguna iglesia, pero
que sería más de su agrado si fuese una capilla
humilde y sencilla, para así recordar la calidez de
la noche en la que oramos juntos. Así sin más, nos
dimos un beso, igual que aquella noche en el
parque. No me fui hasta que perdí de vista el
tren. Ella me dejó un anillo de ella. Uno normal y
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

corriente, siempre lo llevo puesto. Y cada viernes,


voy a la capilla, así sea para contemplar su
arquitectura. A veces le pido a Dios por ella, a
veces sólo susurro mis deseos de que esté bien a
la nada. Nunca supe orar como es debido, por lo
que espero y sea suficiente.

Lorena me enseñó que una religión es


simplemente la punta del iceberg. Que hay más
allá y que todo es, incluso, mucho más que la
metafísica que tanto siempre quise estudiar
alguna vez. La vida está compuesta por hilos y
esos hilos compuestos por más. Es una infinidad
de situaciones y posibilidades. La vida está
escrita con soliloquios de decisiones… y Dios
siempre está allí con nosotros de alguna forma.

Con el paso del tiempo me di cuenta que Dios


estuvo en los ojos azules de Lorena.

¿Lo habrá visto ella a Él en los míos?

PARTE IV: LA INDIFERENCIA DE MARCO


CECEREU
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

El pastor había terminado su charla habitual en la


iglesia. No era la celebración dominical; él
siempre ha hecho charlas sobre temas específicos
los sábados por la mañana, desde muy pequeño
mis padres me han llevado para acompañarles y
desde entonces lo disfruto bastante.

Salí de la charla de hoy, era sobre el prójimo.


Quedé encantado. Sus palabras siempre hacen
eco en mi mente y reflexiono sobre ello a
menudo. Mis padres me han acostumbrado a vivir
humildemente y poniendo la otra mejilla cuando
la circunstancia lo amerita. Ellos son parte
importante de mi vida; mi padre me enseñó a ser
responsable y mi madre a respetar la creencia
ajena. A veces flaqueo, a veces mantengo mi
régimen existencial.

Hay días en los que ellos me reprochan mi


moralidad tan alta, que nunca se logra entrar con
“la ropa limpia” a la fiesta del Señor, sin
embargo, hay que entrar lo más limpio posible,
pero nunca estaremos impecables. No soy
perfecto, pero quiero vivir en rectitud.

Paul es mi mejor amigo desde la infancia, él me


comprende perfectamente, entiende cuán
importante para mí es Cristo y siempre me apoya.
No recordamos desde cuándo admiramos al
pastor Roger Phillips, pero nos encantan las
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

charlas que mencioné anteriormente. Es un


ejemplo a seguir.

Todos mis días han sido buenos, a pesar de que


haya golpes duros… Comprendo la gracia del
Señor. Solamente una semana es la que tengo
bajo llave en el baúl de mi mente: fue una semana
turbia, de encuentros con mentiras… ¿o quizás
sean verdades? No lo sé.

Al salir de la charla del pastor Roger, me dirigí


hacia la casa de Paul para visitarlo, pues él había
sido operado de apendicitis. Después del saludo y
de conversar un rato, Paul me pidió que le
comentase sobre la charla de hoy, lo que yo
gustosamente acepté.

-El pastor nos introdujo al amor por el


prójimo.le dije alegre.

-¿Y de qué se trata? antes que le respondiere él


me atajó Y claro, Marco, obviamente sé que
debemos ayudar al prójimo a acercarse a Cristo,
a que le conozca, sólo pregunto sobre cómo lo
trató el pastor. añadió.

-Está bien, sólo si me dejaras hablar pudiera


comentarte todo al detallele dije yo para dar pie
a la información, suspiré un poco porque era
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

bastante lo que diría.Fue algo muy reflexivo;


comenzó hablándonos del mundo, de sus
amistades, del trato con los conocidos; cómo
clasificamos a las personas y la ordenamos en
base a la importancia que tienen para nosotros:
amigos, conocidos, desconocidos. Y dentro de
cada renglón, clasificamos más a las personas:
unos son más amigos que otros, ante algunos
conocidos somos más indiferentes que con otros.
Nos habló de un ejemplo muy sencillo: cuando
vamos por la calle y no queremos que nos vea esa
persona conocida que visualizamos que se dirige
hacia nosotros. Nos causa hastío, incomodidad.

-No se equivoca. dijo riendo Paul.

-No bromees cuando hablo sobre algo serio. le


reclamé de buena forma. Él continuó riendo, él
sabe cómo somos los dos.

-Continúa entonces, señor orador. me exigió


con sarcasmo.

-Bueno, él nos habló sobre esa clase de


situaciones y pude ver gente que se incomodó, ¡y
tan sólo era el comienzo! Luego hizo una pausa
bajó del escenario para ir hacia la gente. Tomó de
la mano a una muchacha de unos treinta y tantos
años y le preguntó “¿y tú acaso sabías que Jesús
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

está en la mirada de aquel que querías


esquivar?”.

-¿Y qué hizo ella? preguntó interrumpiéndome.

-Ella sólo guardó silencio, pues era verdad.


Ninguno de nosotros tuvimos el valor de mirar a
los ojos de la persona que queríamos evitar, pero
el pastor fue más allá. Continuó su locución con
anécdotas e historias…

“¿Qué tal si Él estuviese en la mirada del pobre?


¿Del que te pide una limosna para comer. ¿Cómo
sabremos nosotros si comerá o se drogará, o que
tal si bebe del alcohol más ruin con el dinero que
le pudieras dar? No lo sabemos, y así como no
sabemos si usará el dinero para un vicio, no
sabremos si lo usará para comer. ¡Tú no sabes,
hermano, si ese dinero que te estás guardando
sea el único bocado de comida que pudiera tener
ese hombre o esa mujer durante el día! ¡No lo
sabes! Y como no sabemos, es más fácil esquivar,
seguir con nuestras vidas, con nuestro día a día
en nuestra burbuja rutinaria y plácida, ¿no es
verdad?

Ésa es nuestra realidad, hermanos, damos la


espalda a Jesús, aún cuando alcanzamos la
oración plena, cuando nos reconciliamos con Él
aceptando que Él es nuestro camino, nuestra
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

salvación. Él está en el pobre, en el marginado,


en el abandonado, en el que es infeliz. Él está en
el hermano de en frente, a tu lado, hacia atrás.
¡Jesús está en ti! Es por eso que debes amar al
prójimo como a ti mismo, pues no podrás amar,
hermano, sino te amas como Él quiere ser amado.

En este momento, hermano, te invito a cerrar


tus ojos y a pensar en todas las personas que
detestas; aquellos que te han tratado mal, que te
han humillado, que te han hecho daño, aquellos
que te dieron la espalda cuando más los
necesitabas. Ahora piensa en todos a los que tú
has humillado, de los que tú te has burlado, a los
que tú has herido, a los que tú ignoraste y les
diste la espalda cuando más ellos lo necesitaban.
Hermano, te han robado y te han herido, pero tú
también has robado y has herido… ¿No es que
todos somos humanos al fin y al cabo?

Luego de estos minutos de reflexión, hermanos,


les invito a pensar ahora en que aún tenemos
tiempo, tenemos vida y tenemos la gracia del
Señor. ¡Vayamos todos a anunciar la Buena
Nueva! ¡Abracemos al hermano perdido, al Jesús
escondido en sus ojos perdidos! ¡Dios está allí,
hermanos! ¡No demos más la espalda! ¡Demos
nuestros corazones! ¡Nuestro amor!”
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Eso dijo, mis vellos se erizan apenas pienso en


ello… Y el compromiso pesa con Su cruz. Noté
que a Paul se le cambió su actitud inmadura y
sarcástica, se tornó más serio de lo usual, como si
se estuviese acordando de sus cosas, de su
mundo, de lo que está afuera apenas salga del
hospital cuando le den de alta.

Lo acompañé un rato más y me fui a casa. Me


acosté en mi cama y solamente podía pensar en
el mañana. “Todos tenemos imperfecciones”,
pensé yo, porque por más que lo intentase, yo
siempre fallaba por algún lado. Siempre busco
ser correcto, y por otro lado ignoro el sufrimiento
de los demás. Es una conducta difícil de cambiar
para mí, y sé que ignoraba de cerca; no debía
remitirme al ejemplo del pastor con los
indigentes, no, era algo más cercano, era Paul.

Él vive con su tía, ella le enseñó sobre la vida en


Cristo, pues sus padres desaparecieron… Por
mucho tiempo él creyó que habían desaparecido
en un viaje, eso fue en su infancia. Él siempre
preguntaba por ellos antes de dormir, y su tía,
Ellen, con trago de amargas palabras, le
susurraba palabras de placebo: “No lo sé, Paul,
sólo Dios sabe…”, era lo que le decía, para luego
darle un beso en su frente, quizás pensando que
eso compensaría un poco su complicidad.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Hurgando en el sótano de su casa, Paul


encontró fotos y álbumes de fotos de sus padres
con él cuando era un bebé. Él, gustoso, se
dispuso a ver todas las fotos polvorientas, hasta
que vio la última página de fotos, según él me
relató aquella noche: “Era la foto de mis padres;
papá me levantó con sus brazos y mamá estaba
abrazada a él, ambos me contemplaban mientras
yo alzaba mis pequeños brazos y me reía con
ellos. En la esquina derecha inferior había una
nota: te amamos, papá y mamá. Moví la foto de
su sitio y encontré una carta… era una hoja
amarillenta por el tiempo que debía estar ahí
escondida. Y la leí. Era una carta de papá. Estaba
pidiendo perdón a mi tía Ellen y decía que lo
intentaba pero que ya era tarde, que no podía
reparar el daño y que me deseaba lo mejor a mí y
a ella. Al final de la nota me deseó un feliz
cumpleaños. Estaba escrita con fecha del día de
mi cumpleaños, hace unos doce años atrás…”

Le contó a su tía y ella irremediablemente, con


lágrimas en sus ojos, le contó la verdad: Su padre
tuvo una discusión con su madre. Ellos
empezaron a discutir diariamente debido a que él
se sumergió en un vicio con los juegos de azar.
Apostaba el sueldo y poco a poco fue erosionando
a su familia. Él jugaba de vez en cuando, según
su tía le dijo, incluso cuando era novio de su
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

madre, pero era algo que podía controlar. Su


madre, Paula, lo veía como un hobby que él
tenía… algo que lo relajaba de su rutina.

Poco a poco esto fue obsesionando a John, su


padre, hasta que perdido en el vicio, apostó
hipotecando la casa en secreto. Lo perdió todo y
llegó desesperado a casa, Paula lo estaba
esperando, como todas las noches, para darle su
sermón, un sermón que ya no causaba efecto
alguno, sino la ira de John. La discusión se puso
candente y John en hilarantes gritos de ira le dijo
que perdió la casa, Paula no tuvo reacción alguna
que darle una cachetada entre gimoteos con
lágrimas. Él respondió con un golpe directo en su
cabeza, dejándola noqueada. La hirió de
gravedad, ya que, según relataba su tía por lo
que le dijeron los doctores, ella sufrió un
traumatismo craneoencefálico más una
hemorragia que se le produjo. Ella azotó la
cabeza contra una mesa de mármol que tenía
atrás, esto por el impacto del puñetazo de John.
Ella murió en el hospital y él fue a prisión, sigue
allí hoy en día.

Paul yacía llorando en su habitación, John lo


abandonó producto de la desesperación y el
miedo del momento. Lo recogió la policía y Ellen
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

se hizo cargo, ya que era la única pariente


cercana de la familia.

Esto se lo dijo su tía llorando y él sólo quedó en


shock. Al principio dejó de hablarle a su tía,
consecuencia de la rabia porque ella nunca le
dijo, poco a poco lo fue entendiendo y se
reconcilió con ella. Pero no ha sido fácil para él,
esto es algo que me dijo una sola vez porque no
lo soportaba más. Desde entonces, él no ha
tocado el tema, y yo tampoco. No sé si intentó
hablar con su padre, si lo odia, si lo ha
perdonado. No me he interesado, tampoco me he
preocupado, ya que veo en Paul una conducta
normal, considero que está bien, que lo ha sabido
llevar y lo ha sabido, por sobre todo, aceptar, no
debería preocuparme, ¿verdad?

Lo vi en sus ojos cuando le conté la charla del


pastor, él pensó en ese momento de su vida, y no,
no estaba bien… Esta noche me di cuenta de ello,
y no pude dormir. No sabía en qué pensaba Paul,
no sabía qué sentía y no era algo bueno. Mañana
por la tarde lo darían de alta médica y se iría a
casa a descansar, pensé en invitarme a dormir
unos días aquí en mi casa para conversar con él y
responder estas incógnitas.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Luego de descansar el primer día en su casa


después de la alta médica, él gustosamente
aceptó.

-Hacía mucho tiempo que no volvíamos a estas


costumbres, ¿verdad? me dijo él gustosamente.

-Creo que, entre tantas cosas, dejamos perder


nuestras reuniones para compartir y reírnos un
poco.

-A mí en lo particular me daba nostalgia


recordar tantas veces que dormíamos en la casa
del otro y amanecíamos conversando sobre las
muchachas y sobre diferentes cosas. Es algo que
nos llenaba de alguna manera, me alegra
bastante sobre todo por estas dos noches
solitarias en el hospital.

-¿Y Ellen no durmió allá?

-No. Tú sabes que ella trabaja muy temprano


por la mañana. La notaba preocupada, pero le
dije que estuviese tranquila, que estaba en
buenas manos. Yo la llamaba antes de dormir
para que estuviese en calma y durmiese sin
estrés.

-Bueno, ya, de todas maneras, es cosa del


pasado, ¿no? Ya no tendrás el lastre del apéndice
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

contigo. le dije en son de broma. Él reía, se le


veía bastante contento por el encuentro.

La noche avanzaba y hablábamos desde asuntos


cotidianos, curiosidades y tonterías varias, hasta
que decidí tocar el tema prohibido a Paul: sus
padres. Eran las tres de la mañana.

-Oye, Paul, y cómo se siente Ellen. - le dije un


poco temeroso.

-Está bien, ¿por qué lo preguntas?

-A veces la he notado un poco decaída y me


preocupa un poco. - le explicaba con algo muy
general a ver si atinaba a la respuesta que
buscaba.

-Bueno, ella tiene mucho tiempo así, Marco. Tú


sabes, desde el caso de mis padres. No hemos
hablado más de ello, no quiero abrir la vieja
herida.me explicó con cierta incomodidad
reflejada en su rostro.

-¿Y tú cómo te sientes? pregunté frontalmente.

-Es algo difícil de decir con palabras, Marco.


Cualquiera que oye el hecho de que tu padre
mató a tu madre y bajo los términos en los que se
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

dio tal tragedia, la gente que oye esto debe sentir


una piedra en el estómago, ni te imaginarás cómo
me siento al respecto.

Yo difícilmente pude decir algo más, incluso


pensé que era mala idea sumergirme en la vida
de Paul usando como argumento la ayuda al
prójimo. Sólo pude continuar un poco más.

-¿Has hablado con él?

-No. Jamás siquiera he respondido alguna de sus


cartas. Y, sí, lo sé, entiendo que debo perdonar,
pero ¿cómo he de hacerlo, Marco? Mi padre
asesinó a mi madre. No puedo, simplemente no
puedo.

-Quizás sean los obstáculos de la vida, una


prueba de tu fe. le dije buscando su reflexión.

No me dijo nada más… cambiamos el tema y


sentí que había cometido un error, más allá de
lograr alguna redención del asunto. La noche
terminó y continuaron los días. Decidí no
intentarlo nuevamente. Era problema de él de
todas maneras y él mejor que nadie sabe cómo
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

lidiar con ello, además va a la iglesia y oye al


pastor.

Pasaron los días y veía a Paul igual que siempre.


Nos dispusimos a ayudar en los proyectos de la
iglesia para alimentar a los indigentes y eso veía
que a él le llenaba de alguna forma. Volvía el Paul
de siempre y eso me relajaba.

Llegó el invierno en Blackstone y llegaron


buenas noticias a casa: ¡entraría en la
universidad!

Al principio, no logré entrar en las diferentes


universidades que hay en el país, pero conseguí
una oportunidad en Angulema. Me encantaba la
idea ya que tengo familia paterna cerca de allí y
no estaría totalmente solo al principio. Llamé
inmediatamente a Paul para contarle sobre la
noticia.

-Me alegra bastante esto, Marco. Lo mereces.


dijo él con un tono bastante seco para la
ocasión, cosa que me extrañó bastante.

-¿Y tú cuándo entrarás? pregunté yo cambiando


el tema.

-Estaba pensándolo y creo que no estudiaré,


Marco. No cuento con el dinero suficiente y mi tía
apenas puede costear lo necesario para nosotros.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Empezaré a trabajar en un par de semanas


ayudando a un amigo de ella con su tienda.

Yo me quedé mudo. Era lo mismo de siempre:


intento alegrar a Paul y siempre se amargaba.
¿Era envidia acaso?

Conversamos un poco más y cambiamos el tema.


Llegó el día y emprendí mi viaje despidiéndome
de mi familia y mis amigos, y de Paul. No fue una
despedida dramática, sólo una cena familiar y un
compartir con mis amistades. Con Paul, pues, el
no es de las personas que salen muy a menudo,
por lo que se quedó una noche más en casa antes
de mi viaje. Conversamos sobre el futuro y fue
una noche muy tranquila, sin incomodidades,
aunque, de alguna manera, percibía que Paul
ocultaba algo, algo que quería decirme, pero que
no dejaba salir, que no terminaba de expresar.
No indagué para evitar los errores del pasado y
evitar frustraciones… “Es mi imaginación”, clavé
en mi mente como remedio.

Llegó el gran día, y me fui con aquel


pensamiento. Desde que conozco a Paul él ha
sido una persona bromista y ácida con sus
bromas, solamente con los de su confianza, sin
embargo, él no ha tenido muchos amigos que
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

digamos… Solo unos pocos que van y vienen a su


vida en situaciones meramente superficiales, el
único que ha permanecido he sido yo. Me
preocupaba dejar a Paul solo, porque detrás de
su máscara de bromista hay una persona
deprimida y siempre ha sido así, seguramente por
consecuencia de lo que sucedió con sus padres.
Ellen no ha podido romper esa última barrera, y
no podrá… es decisión de él sentirse así. Y es por
eso que he estado evitando caer en estos temas
inconfortables para él… para nosotros dos siendo
mejores amigos. A diferencia de mí, él estaba
estancado en un pasado amargo, donde el pastor
le daba anestesia, pero él no decidía sanar.

No puedo hacer nada más por él, al final él es


quien lo decide. Asimismo, no puedes alimentar
al pobre si decide que sus gustos son exquisitos y
debe comer lo que le plazca y no lo que hay, así
es él. Me llevé esto en mi cabeza durante el
vuelo. Yo volvería, pues solamente iría a los
últimos trámites para ingresar a la universidad.

Me quedé unos cuatro días en Angulema. Me


encantó la región. Había avistado una iglesia neo
pentecostal en el pueblo donde viven mis
familiares y decidí que allí debería vivir. Llamaba
mucho a Blackstone, pero poco a poco, en mi
éxtasis, dejé de hacerlo.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

En el último día que estuve antes de volver a mi


ciudad y completar las diligencias para volver
definitivamente a Angulema, fui al bosque. Fui
solo. No me adentré mucho, no quería terminar
perdido. Entré lo suficiente como para dejar de
ver las luces de las casas y los focos de los autos
pasar por la carretera. Me hice una pregunta
estúpida luego de un rato de contemplar el lugar.
“¿Por qué los árboles no están juntos y sin
embargo se ven tan conectados?”, pensé en aquel
momento. Y es que así lo veía: los árboles juntos
en una zona particular, como una tribu de épocas
muertas, como una manada de lobos. Todos
agrupados, alejados de las demás cosas, pero
separados entre sí, respetando el espacio de cada
uno, pero siempre en contacto por sus hojas
rozando entre sí.

“Las obras del Señor son tan perfectas…”,


concluí, y volví a casa.

No llamé al otro día. Sólo empaqué mis cosas y


me fui de regreso, quería dar la sorpresa en casa
y quería llevarle unas cosas a Paul para animarle.
Le había comprado una artesanía con un salmo
escrito en barro. Era el Salmo 45.

El viaje fue por la tarde, estaba muy ansioso,


pero llegué gracias al Señor. Llegué a casa y lo
primero que vi fue a mi madre con cara de mucha
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

preocupación. No me regañó, como es usual


cuando hago esta clase de cosas. Vi a papá y
tampoco hizo algún gesto habitual de cuando
realizo mis viajes y no me comunico. Hubo
silencio durante un rato, como si hubieren visto
un fantasma.

-¿¡En dónde habías estado!? ¡Ayer intentamos


comunicarnos contigo! ¡Nunca respondiste! dijo
mamá muy alterada.

-¡Lo lamento! ¡Estaba en el bosque meditando y


orando! No me pasó nada, estoy bien. le dije a
ella tratando de calmarla.

-No es por ti. Sabíamos que estabas bien, tu tío


llamaba para acá a diferencia de ti y nos avisaba.
Siempre toleramos estas cosas de ti, pero esto ha
sido un abuso. dijo papá igualmente alterado,
pero sin alzar su voz.

-¿Y qué ha ocurrido? pregunté yo.

-Paul se intentó suicidar. Está muy grave en el


hospital. Venimos de allá. Ellen está devastada y
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

tratamos de ayudarla a ella junto a sus vecinos en


lo que podamos. Yo quedé en estado de shock.

“¿¡Por qué lo hizo!? ¿¡En qué estaba pensando!?


¿¡Qué sucedió para que él lo hiciera!?”, repetía
incesantemente en mi cabeza. Solté todo y quise
ir al hospital a verlo con mis propios ojos, pues ni
lo podía creer de boca de mis padres.

Ellos me detuvieron y me llevaron en el auto. No


hablamos nada por el camino. Yo estaba llorando
un poco, pues es como mi hermano. Nunca pensé
siquiera que alguien como él intentase tal
barbaridad, más siendo un cristiano. Traté de ser
lo más fuerte posible, y sólo podía orar por su
salvación.

Llegamos al hospital y había varias personas.


Todos en silencio… Mucha tensión se respiraba
en el lugar, como si esperasen el resultado.
“Ojalá lo logre”, escuché entre los susurros de las
conversaciones que allí se daban lugar en voz
baja. “Los doctores no han dicho nada desde hace
unas cuatro horas”, decía Amanda, la vecina más
atenta con Ellen. Mi preocupación iba in
crescendo.

-¡Marco! me dijo Ellen corriendo hacia mí y


dándome y fuerte abrazo. ¡Gracias al Señor
estás aquí!
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-¿¡Está todo bien, Ellen!? ¿¡Cómo está Paul!?


¿¡Qué sucedió!?

Ella guardó unos segundos de silencio y empezó


a sollozar.

-Él estaba muy triste, Marco. No hablaba nada.


Él estaba así desde hace mucho tiempo, pero lo
ocultaba detrás de sonrisas y abrazos. Él decía
que todo estaba bajo control, pero yo lo conozco.
¡Yo lo crié por amor a Dios! Conozco su
naturaleza y cuándo me miente. Pero nunca supe
qué tenía, nunca me quiso decir. Sólo lo confiaba
a Dios y a Sus manos… No sé qué hacer ahora…
Si él muere, yo…  y rompió a llorar ella. Yo la
abracé y no sabía qué decirle a ella o a todos. Era
lo que estaba sospechando. Siempre lo vi, pero no
hice nada. Soy un idiota.

Él ocultaba sus dolores ante mí y sólo lo


envolvía con mis problemas, mis situaciones, pero
nunca fui más allá, nunca afronté sus barreras y
pude darle mi mano amiga. Él no callaba por
orgullo, el callaba por miedo, y no pude ser más
fuerte, no pude ser más amigo… No, no pude ser
un amigo suficiente para él. Decepción para él,
dolor para mí.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Pasaron las horas y la tensión era indescriptible.


La gente iba y venía. Unos no soportaban y se
iban para no regresar, sólo llamarían o
esperarían a que rodara el chisme para saber qué
sucedió. Otros eran más humanos y se quedaban
y ayudaban en lo que podían. Yo nunca me fui.
Mis padres iban y venían, pero yo permanecí al
lado de Ellen esperando una respuesta. El
cansancio era demasiado, pero la incertidumbre
era más que ello.

Se escuchaban los pasos por el pasillo y a lo


lejos se veía la silueta del doctor que venía con su
tapabocas en las manos.

-¿Son los familiares de Paul? ¿Usted es Ellen


Whitegates? preguntó él.

-Lo lamentamos mucho. Soy sobrino, Paul


Whitegates, murió a las veintitrés con cero cinco
horas por insuficiencia respiratoria. Hicimos lo
que pudimos, señora, pero el veneno que tomó
hizo mucho daño en el tiempo en el que tardó en
venir al hospital. dijo el doctor, y con cada
palabra se derrumbaba nuestra realidad.

Era como una película, ¿sabes? Un


cortometraje, algo que pasa ante tus ojos y que
hace distorsionar el sonido, el tiempo, la vida. A
la vez en donde, como por arte del masoquismo y
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

del dolor, piensas en los mejores momentos con


esa persona, en los más íntimos, en donde sus
palabras eran tu única escucha y tu único apoyo,
así como también los malos momentos, en donde
esa persona sufrió por ti, o donde podías hacer
más para cambiar las cosas, para que las cosas
no se tornasen en este insufrible presente.

No supe cuánto tiempo pasó, sólo empecé a


escuchar los alaridos de Ellen; gritaba como si la
estuvieran torturando y varios enfermeros la
atajaban y la intentaban, sin éxitos, calmarla. La
gente iba llegando y lloraba desconsolada, no sé
si por Paul o por Ellen… o ambos. No recuerdo
qué más sucedió, ni deseo hacerlo.

Mis días siguientes fueron amargos. Solo tenía


descanso cuando dormía después de caer por el
cansancio del cuerpo. No comía bien, no quería
comer, quería darme un castigo, por lo menos,
por no haber sido de ayuda. No quería saber de
Angulema ni la universidad. No salía del cuarto.
Se me olvidaba bañarme. No sabía de Ellen,
supongo que estaba peor que yo. Mis padres
trataban de levantarme amablemente o a la
fuerza de la cama. No podía vivir así.

Llevaron al pastor a casa, luego de haber


visitado a Ellen. Él entró al cuarto y se sentó. No
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

habló sino hasta que me di vuelta para verlo. Lo


veía apacible, con tristeza en sus ojos.

-No hay palabras, Marco, en las que te dé un


alivio de inmediato. No existe tal cosa. me dijo.

Yo no podía decir nada, sólo estaba mirándolo.

-No te diré que no es tu culpa, ni nada que


hayas pensado que diría o que te hayan dicho ya.
Sólo quiero que en este momento visualices a
Jesús, allí en la cruz. Sufriendo como jamás nadie
ha sufrido, y allí abajo, sintiéndose impotente,
sintiéndose inútil e incapaz, a Juan. El único
discípulo que perduró a su lado, pero que no hizo
nada. ¿Cómo crees que se sintió él? Verlo sufrir
tan cerca, pudo siquiera haber intentado tumbar
la cruz o luchar por soltar sus clavos, pero no lo
hizo. ¿Sabes por qué? Porque no era decisión de
él, sino de Jesús. Él sabía que le tocaría vivir esto
y más, y Juan debía asumir el rol más difícil de un
hombre ordinario: el de un observador, un
paciente observador que no puede alterar los
hechos ni los acontecimientos.

-¿Entonces a Paul le tocaba suicidarse y yo ver


este acontecimiento? pregunté con rabia.

-No. No comprendes, Marco. Significa que


cuando las cosas suceden, a veces no podemos
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

evitarlo, aún cuando queramos. Y en este caso no


hubieras podido hacer nada. Él decidió hacerlo y
tú estabas lejos, tú no podría haberle sacado sus
daños con cuchara alguna, tú estuviste allí en lo
que pudiste, pero sucedió y sólo queda orar por
su ser. Por su salvación.

-Pastor Roger, yo me preocupaba por mis cosas


y dejaba a un lado a Paul. Yo no pude ver más
allá. ¡No pude hacer nada por él cuando él
necesitaba ser escuchado, ser movido por una
mano amiga que le dijera que todo tendría
solución! Yo en vez de eso le contaba de mis
cosas, de mis viajes, de la universidad, todo
menos de cómo estaba preocupado por él y su
situación, de su silencio, de su máscara.

El pastor me abrazó con fuerza y me pidió que


guardase silencio.

-Marco, los humanos somos los seres más


imperfectos, y aún así Dios nos ama. Jesús nos
abraza y nos guía como Maestro; siempre nos
está llamando. Dios conoce mejor que nadie lo
mejor y lo peor de Paul, así como de cada uno de
nosotros… pero así sucedió todo, ¿pudo evitarse?
No lo sabemos. Ya no nos corresponde rompernos
el corazón con preguntas juiciosas, no podemos
juzgar a nadie, pues nadie es culpable, ni siquiera
el mismo Paul.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Yo no decía nada, sólo le escuchaba con lágrimas


en mis ojos.

-Él tuvo una vida dura, pero buscó al Señor y


quiso seguir su camino. Fue bendecido con una
tía que lo amó como padre y madre y con un
amigo que siempre estuvo allí cuando muchos le
daban la espalda. Él aprendió de ti y tú de él, y
con eso debes quedarte. Debes continuar
viviendo, muchacho. Debes vivir por él, por todos
los que te aman. concluyó.

Los días pasaron, fueron mejorando, a veces


decaía como el primer día después de su muerte.
En el funeral pude desahogarme y tratar de
redimirme con él. Ellen trata de seguir viviendo
por él y de ser feliz por él. Sabe que Dios nos
exige de alguna forma u otra y pues ella lo
intenta, a veces falla, a veces lo logra.

Yo estoy ahora en Angulema, en el bosque


nuevamente. “Pude haber hecho esto, o aquello”,
pero ya no se puede cambiar lo que ya sucedió.
Recordé el día después de la operación de Paul y
sobre cómo le expliqué la oratoria del pastor. En
sus ojos vi esperanza… Al final, la enseñanza la
recibí yo de parte de él; Jesús no sólo está en los
ojos de aquel indigente que mendiga unas
monedas para comer o para saciar sus vicios.
Jesús también está en los ojos de todos nuestros
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

seres amados: familia, amistades… “¿Cómo puedo


yo ver a Jesús en otro, sino pude verlo en los que
están más cercanos a mí?”, pensé. Jesús me pidió
ayuda en los vacíos de Paul. No pude ni saber el
por qué lo hizo, ni cómo lo sufrió. No vi ni una
lágrima en su rostro, pero sí debió llorar mucho
en sus días solitarios. No pude, y debo cargar con
esa cruz hasta el día de mi muerte, intentando
darle un sentido más allá de esto. Trato de hallar
más con Dios. Trato de vivir con energía y
luchando por mis metas. Como lo dijo el pastor:
por él y por todos los que amo.

Los hombres a diferencia de los árboles, no


permanecemos juntos correctamente. O estamos
en un tumulto de situaciones o estamos en
soledad sin nadie cerca. Al final, lo comprendí…
Las creaciones de Dios son perfectas y todas
tienen un mensaje para nosotros. Una hoja cayó
en mis manos… Espero ver a Jesús en los
próximos ojos que vea.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

PARTE V: EL DESEO DE AHMED


BOUDEBOUZ

“La pobreza es un mal que pone a prueba la


estabilidad del hombre… Nos derriba y nos hace
cometer actos que violan nuestra humanidad,
nuestra sanidad… Cuando crece este mal, nos
aleja de nuestra espiritualidad y nos volvemos
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

netamente carne buscando sobrevivir. ¿Existe


algún mal que la pobreza material? Todo puede
ser peor en este mundo ensuciado. Existen clases
de pobreza que nos sumergen en la oscuridad,
una pobreza que no puede ser erradicada con lo
material; la soledad, la depresión… son tipos de
pobreza que sólo pueden ser erradicadas con
determinación, amor, pero más aún con fe…”

Empezaba el primer mes del año en la ciudad de


Mumbai, India, y era bastante caluroso, como es
habitual. Ansiaba iniciar las clases. Tengo buenos
amigos; la mayoría son hindúes, pero yo soy de
familia budista. Somos pocos los que profesamos
nuestra fe de esta forma, pero se nos respeta,
pues tenemos algunos conceptos en común.
Desde pequeño siempre he añorado ir al mar, ser
un gran pescador, comer pescado todo el día…
Sentir la brisa del mar salado y el sol picando
sobre mis hombros. Sentir el agua que pocas
veces siento recorrer mi cuerpo, y que sólo
alcanza para satisfacer un poco de la sed
continua que poseo yo y mi familia. Era un sueño,
y eso era todo, pero quería luchar por ello, por
mi familia, por ayudarlos a salir de esta situación.

Tengo sólo trece años y ayudo después de la


escuela a mi papá y mi abuelo con la carpintería.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Somos una familia numerosa: mi madre, mi


padre, mis cinco hermanos y hermanas, mis
abuelos paternos y maternos. Vivimos en una
casa pequeña, en un barrio muy pobre. Los
abuelos duermen en la única habitación que hay,
sobre dos colchas. Nosotros en la sala, en un piso
hecho con colchas amarillentas ya por el pasar de
los años.

Generalmente papá trae siempre la comida


diaria; un poco de pan, agua... A veces tiene
suerte y trae leche que consiguió por patrones
generosos que valoraron su buen trabajo. El
abuelo trae a veces arroz y soya. Mis abuelos
maternos tienen conocidos en los guardianes del
río sagrado que cruza parte de la ciudad, estamos
relativamente cerca y para bañarnos
intercambiamos un poco de comida a los
guardianes por unos cinco minutos de baño en las
aguas del río sagrado. Lo hacemos una vez a la
semana, para no levantar sospechas, a veces lo
hacemos tres veces al mes.

Papá me hablaba de paisajes maravillosos fuera


de la India… Montañas muy altas que besan las
nubes y quedan cubiertas de nieve, bosques
infinitos llenos de animales que aún
desconocemos y que tienen magia, desiertos tan
calientes como para derretir todo el hielo del
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

mundo durante el día, y tan fríos por la noche


como para congelarte en la eternidad. Sin duda
alguna el mundo era una maravilla que quería
conocer, pero los mares era mi pasión; papá
hablaba de ellos como si fuesen otro mundo, otro
universo, con reglas propias y con bondades más
allá de los animales marinos. Papá lo vio par de
veces cuando ayudó por unas monedas a unos
pescadores… siempre dice que ha sido el mejor
trabajo de su vida.

“¿Cómo puedo llegar al mar?”, era mi pregunta


diaria y que no tenía una respuesta convincente.
En mis meditaciones pensaba en mi familia y en
nuestra felicidad cerca del mar, siempre…
Siempre lo deseaba con ahínco y con pasión. Pero
la realidad era más fuerte que el deseo… Más
fuerte que el sueño de todos nosotros.

-Yo creo que podemos ir al mar, Ahmed, sólo


debemos buscar la ruta. ¿O es que tú olvidaste lo
que nos enseñó la profesora sobre las
proporciones del mar en la tierra? ¡Hay más
agua que tierra! No debe ser difícil llegar si
buscamos el camino adecuado. me dijo Ilkay
mientras íbamos a nuestras casas luego de un día
más de clases bajo el puente del río sagrado.

-¿Y qué hay de nuestros padres? le pregunté yo


con una sonrisa sarcástica.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-No debe ser tan lejos. Si seguimos el río


sagrado seguramente llegaremos al mar, Ahmed.
Faltemos a la escuela un día y vayamos río abajo
hasta llegar al mar, ¿¡no te parece una gran
idea!? me decía extasiado.

-No lo sé, Ilkay, papá se molestará mucho y…


le decía yo, pero fui interrumpido por su enérgica
oratoria.

-¡No digas nada más! me dijo en voz alta


Ahmed, somos jóvenes, debemos arriesgar.
¡Debemos dar un paso hacia adelante! ¿Qué
pasaría si vemos el mar y regresáramos como si
nada hubiese sucedido? ¿Qué pasaría si en ese
día, a esta hora, venimos felices recordando
momentos en el mar camino a nuestras casas?
¿Para qué vamos a la escuela entonces si no
vivimos lo que nos enseña la profesora?
continuó.

-No lo sé. ¿Y si nos perdemos? insistí.

-No podemos perdernos, siguiendo el río no


sucederá, Ahmed. ¡Vamos! Si vemos algo extraño
o se hace muy tarde, regresaremos, ¡lo prometo!

Durante el camino Ilkay continuó rogándome


que hiciésemos esta aventura. Él siempre fue
muy frontal y arriesgado en lo que quería; pues si
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

quería algo, iba a por ello. La profesora lo


regañaba mucho durante las clases por estar
distraído con el agua de las orillas bajo el puente
o jugando con las rocas de alrededor. Era un
caso, por eso dudaba de él, pero también era
buena persona, por lo que lo estaba pensando a
pesar de todo lo anterior que ha hecho.

Me insistía al pasar los días. Era bastante


persistente, siempre quería meterme la idea en la
cabeza de ir. No pude más y le dije que sí…
fueron cinco días después de la primera vez que
me lo insinuó, creo. Planificamos el día, era
sencillo: tomar el mismo camino hacia la escuela,
pero rodear el puente para evitar que nos viesen
todos. Bajar unas cuantas cuadras a la orilla más
hacia adelante y caminar hasta hallar el mar.
Tenía miedo, pues sólo caminaba con papá o mis
abuelos por la ciudad, nunca solo. Mi
“independencia” era ir a la escuela, pero con la
compañía de Ilkay o uno que otro compañero que
vive cerca.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-¿Tienes todo listo? me preguntó él mientras


caminábamos hacia el puente.

-Sí. Tal como lo planificamos: una almohadilla


que le robé a mi abuela, un poco de arroz y agua
embotellada que logré robar a uno de los vecinos
cuando se distrajo. ¿Trajiste lo tuyo, Ilkay?

-¿Por quién me tomas?se inflaba cual paloma


de egocentrismo conmigo ¡Por supuesto! Traje
la brújula de papá y unos dulces que me dio mi
tía para el recreo. luego me miró seriamente y
me preguntaba: “¿Y tú cómo te sientes? Tu papá
no sospecha nada, ¿cierto?”

Yo tenía miedo de que nos descubriera, ya que


papá salía todos los días temprano por la ciudad
para hacer cualquier tipo de trabajo, igual mi
abuelo. Tenía miedo de toparme con él en el
camino o por la ciudad.

-No digas nada, Ahmed. Ya lo sé todo me dijo


seriamente mirando hacia el camino. No has
pensado que si te ves preso por una persona
¿entonces no te estarías abandonando a ti
mismo? Quiero decir que no debes pensar en qué
te dirá tu papá. Él entenderá, confía en mí.
concluía sonriente y confiado.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-¿De dónde sacaste eso que me has dicho? No


parecen palabras tuyas. le dije yo.

-Lo dice mucho mi tío a mis primos más


grandes, no sé por qué realmente, pero suena
bastante poderoso.

Continuamos caminando y todo salía bien.


Estábamos emocionados, pero con cierto temor.
Ilkay avanzaba entre la muchedumbre de la
ciudad y yo iba a pasos más lentos; estaba
nervioso de perderme o de ser secuestrado.
Estábamos cerca de llegar hacia la cuadra que
nos llevaría hacia abajo nuevamente, a las orillas
del río sagrado.

Veíamos a la gente tomando agua con cubetas y


con miedo. El agua se veía más oscura por este
tramo, e Ilkay y yo no entendíamos por qué. La
gente pasaba y aquellos interesados en el agua
aprovechaban el tumulto para pasar y recoger un
poco.

Notamos que algunos fracasaban dejándose ver


sin intención y gente con túnicas marrones
tomaba a estas personas y las llevaban
violentamente a un callejón. Tenía miedo, pues no
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

sabía qué sucedía. “¿Por qué no pueden tomar el


agua?”, era lo que pensaba.

-Hemos caminado bastante, ¿cuánto tiempo ha


pasado? le pregunté yo a Ilkay.

-No lo sé. Pero seguro estamos cerca, el sol ya


se apunta para el ocaso. El agua sigue siendo de
color marrón oscuro. Debemos estar cerca,
hemos caminado bastante. me respondió él un
poco apático, sin energías. Caminamos
aproximadamente por ocho horas. Estamos en
las afueras de la ciudad y casi no hay gente, sólo
campesinos e hindúes meditando en algunas
casas abandonadas. Quería regresar ya. No
llegaríamos a tiempo a casa, pero sí llegaríamos
durante la noche. Podré decir que nos quedamos
jugando en el puente, pues a veces lo hacemos y
nos quedamos hasta tarde.

-Mejor regresemos, Ilkay. El río va muy lejos y


huele mal. Descansemos un poco en esa casa de
culto y regresemos por favor. le dije ya
obstinado. Él se detuvo y se me quedó mirando
con la vista cansada.

-Tienes razón, Ahmed. Regresemos, el mar está


muy lejos, jamás lo veremos. Lamento
decepcionarte.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-No me pidas disculpas, fue un buen viaje; vimos


cosas nuevas. No sabía que más allá de la ciudad
habría este campo que rodea al río. le dije
tratando de animarle.

Fuimos a una de las casas y que se distanciaban


entre sí por muchas cuadras. Al llegar, notamos
olor fuerte a incienso y música muy relajante; se
oían flautas y una guitarra pequeña sonar, quien
la tocaba lo hacía muy rápido, pues vibraban
mucho las cuerdas. Era muy relajante, vimos a
algunos monjes, no eran hindúes, eran budistas,
lo cual me sorprendió pues se ven muy poco en la
ciudad. Estaban estoicos, sin moverse, sentados,
de ojos cerrados y con las piernas cruzadas. Me
gustó mucho. Ilkay se veía gustoso también de
ver tal cosa. Otra cosa me llamó la atención, el
agua sonaba de muchos lados; pequeñas fuentes
rodeaban la casa, pues estaban colocadas en las
esquinas y en el centro, por lo que el agua se oía
desde cualquier punto.

Un monje nos vio y nos invitó a pasar


amablemente, parecía ser de China, pues tenía
rasgos propios de esos lados.

-¿Qué hacen ustedes por acá, pequeños? nos


preguntó. No sabíamos qué responder.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-¿Tienen hambre? continuó él. No sabíamos


qué decir, teníamos miedo de que nos llevase con
la policía, o peor, algún guardián del río.

-Tranquilos, vengan conmigo. Les daré de


comer, vendrá la noche y es peligroso por el
camino.

Nos llevó a la cocina y comimos arroz con curry


y algo de sopa. Nos sentimos mucho mejor y
descansamos un poco, el monje estaba con
nosotros y nos mostró a los demás. Eran muy
amigables y pacíficos.

-¿Cómo llegaron hasta acá? ¿Qué buscaban,


niños? ¿Acaso no saben que esta zona es muy
peligrosa? nos volvió a interrogar el monje.

-Sólo queríamos ver el mar. respondióIlkay.

-El mar está muy lejos, pequeño. Desde aquí


están a unos días de distancia. Hicieron bien en
venir hasta acá, si hubiesen continuado no
hubiesen sobrevivido.

Me dio mucho miedo cuando dijo eso, pues


ahora ¿cómo volveríamos a casa? No podíamos
volver como si nada.

-¿Por qué quieren ver el mar?


EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Para sentirnos libres, señor. le respondí yo


esta vez.

El monje se sonrió y fue por unas vasijas con


agua que estaban en una repisa.

-La libertad está representada en el agua y


también el viento, pero al viento sólo se le siente
cuando sopla, eso es una decisión, por eso a
veces somos como el viento; decidimos cuándo
soplar y hacernos sentir en lo que queramos.
Ustedes soplaron como el viento para ver el mar,
y el viento los trajo hasta acá sanos y salvos, cosa
que no sucede muy a menudo por aquíél hizo
una pausa y tomó un poco del agua de la vasija.
Ahora bien, el agua es más profunda en este
concepto que el mismo viento, pues a diferencia
de él, siempre podrás tocar al agua si decides
hacerlo; ahí estará, además de visible, a
disposición para cuando desees hacerlo, el viento
no es así, al viento lo tocas cuando se le antoja.

-¿Y qué es agua, señor? preguntóIlkay.

-Es el complemento del viento, así como el


viento es el complemento del agua, pues así como
ellos, debemos fluir nosotros. Esto se llama el
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Tao. Tal es este efecto, que Buda ríe con ello, se


muestra alegre, tranquilo.

-Por eso suena el agua fluir en toda la casa. le


dije yo.

-Exactamente, pequeño. El sonido nos recuerda


lo que debemos ser. No es necesario ver el mar
para ser libres. Con ver el agua misma fluyendo
basta, con sentir el viento brisar es suficiente.
Siempre fueron libres, lo fueron al decidir venir,
lo fueron a caminar hasta aquí, lo fueron al seguir
la corriente del agua, al seguir el soplo del viento.
Fueron libres y no lo sabían. nos dijo él, cosa a
lo que me quedé sorprendido. Ilkay y yo no nos
dimos cuenta y me alegré en este instante de
haber entrado a este lugar.

-¿Y qué hay de sus padres? nos preguntó el


monje.

-No saben nada y tenemos miedo de regresar.


No podemos esperar hasta mañana, pues se
desesperarían. Debemos llegar esta misma
noche. le contesté. Ilkay se veía nervioso, pues
movía mucho las piernas, como si fuere un tic.

-No hay problema. Les llevaré con uno de mis


hermanos. dijo el monje mientras sonreía con
sus ojos semiabiertos todo el tiempo.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Fue por un pequeño carro el cual venía jalando


un burro, venía montado en él otro monje con una
capa para protegerse de la lluvia y el viento.

-Es mejor tomar un atajo para despistarlos a


ellos. mencionó el monje que venía en el carro al
monje que nos recibió en un principio.

-Pensaste lo mismo que yo. Tomando el atajo


llegaremos más rápido y evadiremos, al menos, a
estos que rondan por esta zonanos miró y nos
hizo señas de ir al carro. Vengan, niños,
móntense y ocúltense bajo estas sábanas,
pondremos un poco de heno para evitar levantar
sospechas. nos dijo.

Ilkay tenía miedo y yo también, pero no teníamos


opción. Aún era temprano, apenas el sol se
terminaba de ocultar. Nos montamos y nos
escondimos. Teníamos mucho miedo de lo que
pudiera pasar. ¿Por qué los guardianes eran
malos? ¿Acaso su labor no era solamente
proteger el agua de impurezas? ¿Por qué el agua
se puso tan sucia conforme avanzábamos Ilkay y
yo?

Sólo sentíamos el movimiento del carro y los


pasos del burro, oíamos el sonido del viento a
veces. Ilkay me susurraba a veces algunas cosas,
pero estaba tan tenso que no le escuchaba.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Pasaron horas y seguíamos avanzando, me


asomé un poco, pues ya íbamos a un paso más
lento, y pude observar que ya estábamos cerca de
la ciudad, pues veía algunos edificios con luces
encendidas a lo lejos. Estábamos en la sabana
cercana. Ya era de noche y la luna ya se posaba
sobre nosotros.

-Ya pueden salir dijo el monje que nos invitó a


la casa. Evadimos a todos los guardianes,
aprovechamos que estaban muchos campamentos
lejos y los cercanos estaban en descanso.
Estamos a unas dos horas de la ciudad. Llegarán
para las diez de la noche. ¿Van a buena hora?
preguntó.

-¡Sí! A veces llegamos hasta a las once de la


noche a nuestras casas. ¡Qué alegría! dijoIlkay
con emoción, la misma con la que iniciamos el
viaje.

Yo sonreí y estaba ansioso ya de volver y olvidar


todo este asunto.

Arribamos al puente, pues ya el burro no podía


avanzar más debido a que las calles que venían
eran más angostas para el carro. Nos despedimos
de los monjes y les preguntamos si planeaban
volver, ellos respondieron que se quedarían en
otra casa cercana y volverían al amanecer. El
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

monje nos dio unos amuletos. Eran monedas con


un agujero cuadrado dentro. Al irse, el monje nos
dijo una última cosa: “Soplen como el viento, pero
fluyan como el agua.”

Caminamos hasta nuestras casas hablando las


maravillas del viaje y recordando las cosas que
nos llamaron la atención. Aún nos preguntábamos
por qué los guardianes hicieron esas cosas
cuando pasamos entre la muchedumbre. Nos
despedimos cuando nuestros caminos se
dividieron y llegué a casa. Todo estaba normal, lo
cual me alivió. Mi abuela me dejó la cena en la
cocina y estaban durmiendo la mayoría, menos mi
papá, quien estaba en el patio trasero fumando
un poco. Me dijo que fuese para allá al terminar
de comer, cosa que me puso algo nervioso, pues
nunca dice tal cosa sino para regañarme.

-¿A dónde estabas? preguntó en un tono serio,


pero calmado.

-Estaba con Ilkay en el puente, ya sabes que a


veces nos quedamos jugando con las piedras y al
escondite, papá.

-No mientras, Ahmed, yo sé que no estuviste en


la escuela, pues me topé con varios de tus
compañeros y me dijeron que no fuiste a clase. Ni
tu ni Ilkay.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

No sabía qué decirle, me había atrapado. Sólo


podía decir la verdad, así que baje la cabeza
esperando mi castigo.

-¿En dónde estabas? ¡Dímelo, Ahmed! exigió en


un tono más fuerte.

-Ilkay y yo fuimos río abajo para poder ver el


mar, papá, pero al ver que era imposible, unos
monjes budistas nos trajeron de regreso. ¡No
pasó nada! le expliqué tratando de apaciguarlo.

-¿¡Que hiciste qué!? dijo exaltado.

-¡Pero ya regresamos, papá! ¡No te alteres!

Papá me castigó durante un mes sin poder salir


a jugar, sólo ir a clases y volver a casa. Además
debía ayudarle a él y a mi abuelo con los trabajos
que conseguían. Ilkay me buscaba a veces,
cuando lograba escaparse un rato, ya que
también fue castigado. Yo aprendí a decirle que
no a sus locuras, y él, poco a poco, aprendió a
aceptar un no como respuesta.

Cumplí con lo que me fue impuesto, y creo que


papá lo notó, ya que, en un fin de semanas de
esos donde debía trabajar con él o con mi abuelo,
me tocó acompañarlo, pero esta vez me dijo que
era una sorpresa, lo notaba un poco emocionado.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-¡No abras los ojos todavía! me dijo, mientras


me llevaba con sus manos sobre mis hombros,
mientras tapaba mi rostro con mis manos.

-¿De qué se trata, papá? le pregunté por


enésima vez, pero me volvía a evadir la respuesta
diciéndome lo mismo.

Sentía un olor extraño… un olor salado que se


hacía fuerte cuando la brisa soplaba, y que
disminuía cuando la brisa se detenía. Caminamos
colina hacia abajo por lo que pude percibir y
escuchaba sonido de agua fuerte, como si
chocase contra el suelo. Sentí el suelo muy suave
y mis pies se hundían en arena.

-Abre tus ojos ahora. me dijo.

Los abrí y no sabría cómo describir lo que vi en


ese instante. No fue sino después de unos
segundos que pude asimilarlo: la arena, la brisa,
el olor salado, las olas. ¡Era el mar! ¡Mi papá me
trajo al mar! No podía creerlo, sólo podía
abrazarlo y besarlo como nunca antes lo había
hecho mientras él se reía de mi asombro.

-Te lo ganaste, hijo. Conseguí un empleo, un


empleo permanente, con unos franceses que
trabajan pescando por esta zona. Seré pescador
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

de ellos y podré traerte de vez en cuando los


fines de semana, sólo si cumples con no volver a
decidir sobre cosas como las que hiciste con Ilkay
de esa forma nunca más. Debes contarme esas
cosas y todo, pues soy tu padre y tu mejor amigo,
¿has entendido, Ahmed? me dijo en un último
sermón para bajarme los humos.

-Sí, papá, he entendido. Más nunca volverá a


suceder, ¡lo prometo! le dije con un saludo
militar en son de broma.

Pude sentir el agua salada, ver los pelícanos.


Todo era mejor que en los libros que nos
mostraba la profesora. Pude traer a Ilkay algunas
veces y jugamos a construir castillos de arena.
Los jefes de papá son bondadosos pues nos
regalan pescado y ahora podíamos comer más
cosas. Todo fue mejorando, sólo sigo
preguntándome qué son los guardianes
realmente. El tiempo me dice que no son lo que
me dijeron mis padres y mis abuelos cuando era
más pequeño. Tampoco las acciones que ellos
hacían con los guardianes eran algo que mostrase
bondad en esa gente, pues después de recoger el
agua, ellos le quitaban dinero a papá, a veces lo
empujaban. Él me decía que era en broma, pues
eran amigos de confianza. Quizás son una mafia o
bandidos que se aprovechan de la necesidad de
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

las personas. Sólo doy gracias a la fortuna de que


mi familia esté bien y superando los obstáculos.

Aún tengo la moneda que me dio el monje,


ahora oro con el agua y el viento. Mi lugar
favorito para orar es a orillas del río luego de las
clases y, por supuesto, la playa cuando acompaño
a papá. Siempre trataré de ser como el agua que
fluye y como el viento que sopla; decidido, pero
sereno… Pues, al final, siempre desembocaremos
en el mar con sus olas, abrazándonos.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

PARTE VI: LA PROMESA DE ROMEU


LACAZETTE

“26 de Marzo de 1.980

Escribo esta carta como desahogo… No soy una


persona que sea abierta con las personas, es
decir, no comparto lo que siento… quizás un poco
de lo que pienso, pero, si a ver vamos, creo que
me ha funcionado en muchas situaciones de mi
vida, pero no en esta. Estoy felizmente
enamorado de Tatiana, mi esposa y, desde que
aceptó mi propuesta de matrimonio aquella
noche en el bosque, la mejor noticia de mi vida ha
sido que tendríamos un bebé. ¡Es lo más
gratificante y atemorizante que he sentido! Un
hijo producto de nuestro amor.

Los primeros meses de gestación han sido algo


de mucho nerviosismo, pero de emoción a su vez.
Tatiana se cuidaba mucho para el bien de nuestro
bebé. No abusaba de comidas grasosas y mucho
menos consumía bebidas alcohólicas. Tatiana
siempre fue apasionada por la música clásica, y
es lo que solía hacer; oír música para el bebé.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

En el chequeo mensual descubrimos que era


varón. ¡Qué emoción! Los nombres volaban en
nuestras mentes, por lo que, al final, debatíamos
bastante, pero decidimos por el nombre de
Antoine… Antoinecomo sus dos abuelos. Estaba
muy orgulloso y ya visionaba con sus primeros
pasos, su primer día en la escuela, la primera vez
comiendo helado. Estaba enamorado de nuestra
vida, de mi familia. No lo solía expresar a
menudo, pero lo sentía de corazón.

Conforme avanzaba el embarazo, entrábamos al


octavo mes de gestación y notaba a Tatiana con
algunos dolores. Yo no pude evitar preocuparme
por ello, pero, no la llevé al doctor, aún me
pregunto por qué no lo hice antes… Pasaron los
días y Tatiana sufría dolores más severos, pero
evitaba decírmelo, hasta que sufrió un dolor
fuerte que hizo que se desmayase delante de mí
una noche cuando recién llegaba yo del trabajo.
Jamás sentí un miedo similar como el de aquel
momento.

La llevé tan rápido como pude a emergencias y


tuve que esperar un tiempo a solas. Pensamientos
turbios maltrataban mi sanidad y mi estabilidad.
Mi peor temor era perder a Tatiana y a Antoine.
¡No sabría qué hacer! No sé qué hacer ahora…
Los doctores me buscaron y me dieron la noticia
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

de que se trataba de pubalgia producto del peso


de nuestro bebé, pero el doctor, según veía en su
mirada, guardaba más información. Pidió a los
demás que volviesen a atender a mi esposa y él se
quedó conmigo. Me sentó y me dijo que Tatiana
también tenía una infección y que era necesario
causar el parto del bebé ahora, pues, Antoine
corría alto riesgo de morir producto de esta
infección. No sabía si tendría éxito pues la
infección tiene días de causada, y que sus dolores
se mezclaban con la puvalgia. Sólo me dijo que
rezase, pues las probabilidades no eran tan
favorables, me dio una palmada y se fue con los
demás.

Yo empeoré y comencé a llorar mientras gente


iba y venía por el pasillo de las emergencias.
Ahora sólo temo lo peor y no puedo hacer nada…”

-¿Cómo sigue Tatiana, Romeu? me preguntó


Sarah, mi cuñada.

-Sigue estable, pero aún no mejora su cuadro.


le respondí cabizbajo.

-Ya olvidé cuánto tiempo tiene asídijo ella


tomándose de sus cabellos que caían mientras
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

miraba al suelo en desconsolación…Se ha hecho


ya una costumbre esta situación para nosotros.

-Ya son tres semanas. Antoine está un poco


mejor, pero sigue en observación rigurosa y
constante, pues, al verse envuelto en la infección,
quedó severamente complicado. le expliqué a
ella.

Llegaron los demás a lo largo del día; iban y


venían para saber el estado de Tatiana y mi hijo.
Mis suegros, familiares y amigos varios que
tenemos. Nunca estaba solo realmente, pero lo
necesitaba… Necesitaba estar solo, debía pensar,
drenar mi tensión, mi angustia. Decidí salir a
caminar al parque, frente al hospital, y dejé
encargada a mi suegra y a mi madre por
cualquier circunstancia o alguna información
repentina que pudieran dar los médicos. Debía
salir de allí como fuese, por lo menos unos diez
minutos. Diez minutos serían suficientes para
siquiera pensar en cómo sucedió.

Una vez en el parque, sólo podía ir a sentarme


bajo un árbol y drenar mis adentros mediante
lágrimas de amargura y de impotencia. No era
fácil para mí lidiar con que los doctores me
dijesen que Tatiana mejoraba, pero que Antoine
estaba en estado delicado, y que, de repente, por
la morbosidad del destino, Tatiana empeorase
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

con fiebre de cuarenta grados y que Antoine se


estabilizase. A veces, ambos se encontraban mal,
a veces, mis pocos momentos de alivio,
mejoraban un poco.

No lograba consuelo ni descanso. Y ya no se


podía hacer nada sino esperar. ¿Cómo no puede
haber más opciones? ¿¡Cómo es que sólo puedo
esperar a que mejoren o empeoren!?

Y mientras tanto, yo sólo me seguía torturando


ante el soplar de la brisa, el cantar de las
palomas y bajo el calor de los rayos del sol; la
vida seguía y todos vivían en sus mundos.

“Dichoso el que sufre, porque recibirán


consuelo…”, escuché a un hombre leerles a unos
niños sentados bajo un árbol. Yo sólo pude hacer
la mueca de una sonrisa a medio dibujar. Es como
si hubiese oído a papá dándome un sermón de los
evangelios de la Biblia para ponerle rumbo o
darle una solución a mis problemas. Papá no
estaba desde hace un par de semanas… Apenas
pude hablar con él de lo que estaba sucediendo
por teléfono, pero no era lo mismo. No lo era. Él
siempre ha sido un hombre religioso, fiel a la
iglesia católica; iba cuanto podía a la iglesia, y lo
sigue haciendo. Mamá no le llevaba este ritmo y
sólo lo acompañaba a veces entre la semana, pero
siempre iba con él los domingos igual que yo.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Muchas veces, él no me daba las palabras que


quería: palabras que aliviasen mis pesares,
mucho menos pretendía yo en esta situación que
me las diese ahora. Su presencia me hacía falta,
pero no sus mismas ambiguas palabras de confort
citadas en la Biblia. Tampoco sucedió al oír a ese
hombre catequizando a esos niños.

Un hombre se sentó a mi lado a leer el


periódico, yo traté de secar mis lágrimas para
evitar incomodidades, siempre he sido reservado
con mis cosas, de igual forma, también un poco
tímido.

-¿Le ocurre algo, amigo? me preguntó el


desconocido.

-Nada complicado, sólo problemas habituales


que la vida te regala. le contesté simulando una
sonrisa.

-Pareciese algo más complicado, no pude evitar


verle llorar desde hace rato. Estaba yo sentado
en las bancas que están próximas a esta parte del
parque me dijo él con dejo de preocupación en
su tono de voz. ¿Cuál es su problema? me
preguntó dejando su periódico y colocando su
mano en mi hombro.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Yo me tomé unos segundos para responder,


pues me era difícil contar esto a un simple
extraño curioso y metiche.

-Mi esposa y mi hijo recién nacido están graves


de salud y los médicos aún no dan con un
tratamiento que les termine de estabilizar y
mejorar. No sé qué hacer y ya he acudido a
opiniones de otros doctores. No he tenido
resultados positivos. le comenté.

Él no respondió, abrió nuevamente su periódico


y se guardó una pausa que me resultó
desagradable e incómoda.

-¿Me dejarías verla a ella y a tu hijo? me


solicitó aquel extraño.

Yo le miré a la cara con amargura e


incredulidad.

-¿A qué está jugando usted? Está bien, se acercó


con la excusa del periódico, es normal la
curiosidad en ciertas personas a tal magnitud.
Tiene el valor de meterse en mi problema y
preguntarme qué ocurre. Lo acepto, sí. ¡Claro
que lo acepto! Sin embargo, ¡esto no! ¿¡Por qué
demonios usted quiere ver a mi familia, unos
desconocidos para usted, en esta situación!?
¿¡Acaso es usted uno de esos sádicos que se
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

satisfacen en los problemas ajenos!? le grité al


hombre ante los transeúntes del parque.

El hombre sólo me miró seriamente y suspiró


como si yo me hubiere comportado como un niño
malcriado haciendo un berrinche por un
capricho.

-Yo soy doctor, amigo, quisiera verlos a ver si


puedo ayudarles de alguna forma, así sea
hallando los medicamentos que hagan falta. me
contestó.

No le respondí, sólo bajé la cabeza en son de


pena y vergüenza. Aquel hombre entendió y me
dio unas cuantas palmadas en la espalda.

-Tranquilo. No puedo imaginar en la situación


en la que te encuentras. Veremos cuáles son las
opciones.

Volví al hospital con él, en la sala de espera


estaba mi madre con mi suegra conversando. Los
doctores estaban en la habitación de Tatiana
haciendo el chequeo rutinario para ver cómo
estaba su estado de salud.

-¿Quién es él? me preguntaron ellas


susurrándome mientras lo invité a esperar frente
a la puerta de la habitación.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Él es un doctor que se ofreció a ayudarnos.


Veré qué puede hacer por nosotros. les
respondí.

Ellas me dijeron que estaba loco que no le


conocíamos y que no podía confiar en gente
extraña cual niño recibiendo regaños. Estaba
desesperado y ese hombre tenía algo que yo
quería ver; se mostraba seguro y cándido a la
hora de actuar. De cualquier forma, yo estaría
atento a sus movimientos.

-¿Hace cuánto que está así? me preguntó él


mientras yo me acercaba.

-Semanas. Su malestar empezó al penúltimo


mes de embarazo, tuvieron que practicarle una
cesárea de emergencia para lograr salvar a
nuestro bebé.

-¿Y nunca mostró signos de malestar o alguna


actitud que llamase tu atención? continuaba él
indagando.

-No, nada que yo pueda decir. Tenía sus antojos


durante el embarazo, cambios de humor,
malestar normal como náuseas, lo normal.

Él se quedó pensativo, insatisfecho. Él pareciese


pensar que se trataba de algo de mucha más
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

complejidad, incluso más de lo que pensaban los


doctores que la trataban a ella.

-Te ayudaré con la obtención de los


medicamentos que te hagan falta. Por lo que veo,
ella tiene una infección severa, quizás la placenta
se rompió y se acumuló líquido dentro de ella,
pero es algo bastante agresivo para ser
simplemente eso. Hablé con los doctores y están
haciendo lo correcto, sólo queda obtener los
medicamentos restantes luego de decir esto se
tocó la cabeza como si se le pasase algo por alto.
¡Lo olvidé completamente! Nunca nos
presentamos. Yo soy Sergei, soy doctor también,
soy cirujano.

Yo quedé impresionado nuevamente, pues su


comportamiento, era errático y extraño. No
preguntó por mi nombre siquiera.¿Por qué él
quiere ayudarme de forma tan entregada? ¿A qué
viene todo esto? Lo ataje, pues ya iba de salida a
por los medicamentos restantes.

-¿Por qué hace todo esto, Sergei? le pregunté


mirando directamente a sus ojos.

Él sonrió esta vez, y suspiró igual a la primera


vez.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Yo siempre fui una persona indiferente a los


demás. Perdí a mi mujer por eso, y mis dos hijos
me odian por no haber estado lo suficiente. Ella
vive con alguien más en otra parte del mundo,
igual mis hijos… Jamás logré contacto con ellos,
como si ellos hubiesen muerto. Tiempo después,
en medio de la soledad, me di cuenta que quien
estaba muerto era yo… Debía cambiar, así fuese
para los extraños que pasaban por las calles en
su mundo. Es algo loco para este mundo, pues
cada quien vela por su gente, pero dan la espalda
a los demás, a los desconocidos hizo una pausa
para volver a reír, esta vez con un poco de
sarcasmo y cierto desasosiego. Quizás lo use de
excusa para evitar lidiar con mis errores y con mi
pasado. Probablemente sea un placebo de mi
presente, pero siempre reaparecen cuando estoy
solo. concluyó él.

Yo me quedé mirándole y me dio un poco de


lástima su historia.

-Me llamo Romeu, un placer. me presenté yo


esta vez, estrechándole la mano. Acción a la que
respondió sonriendo, esta vez con sinceridad.

-Quédate aquí, yo tengo ciertos conocidos que


pudieran saber en dónde hay estos
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

medicamentos. así como lo dijo, así se fue él.


Parecía un niño con un amigo nuevo. Ése era
Sergei, el cirujano errante.

Desde aquel día, todo parecía tener mayor


lucidez, las cosas parecían cambiar para mejor.
Tatiana logró mejorarse y ya podía hablar y
comer ciertas cosas que antes no podía. Sergei
ayudó mucho, sin embargo, no logró conseguir
algunos medicamentos clave para la recuperación
de Antoine, quien seguía delicado. No dejaba de
pensar en él.

-Espero logremos hallar lo que falta en estos


días. – me dijo Sergei buscando levantarme el
ánimo.

-Gracias por tu ayuda, Sergei, has hecho más de


lo que se le puede exigir a alguien que apenas se
le va conociendo. Muchas gracias.

Él me miró con emoción y me dio una palmada.


Escuché que alguien venía por el pasillo del
hospital, era papá.

-Tenía tiempo sin verte, Romeu. Apenas tu


madre me contó busqué cómo regresar de
Alemania. ¿Cómo están Tatiana y mi nieto?

-Tatiana ha mejorado y Antoine tiene su salud


estática; no ha mejorado, pero tampoco ha
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

empeorado. Sin embargo, los doctores me dijeron


que de no hallar los medicamentos restantes para
él, se podría complicar su cuadro en cuestión de
días, por lo que seguirá hospitalizado una semana
o dos más. – le expliqué a papá.

-No estaría demás orar por su recuperación–me


contestó él. Yo guardé silencio al respecto–. Lo
has hecho, ¿verdad? – me insistió para confirmar.

-No lo he visto necesario, papá. Más allá de una


oración, Antoine necesita los medicamentos.

Papá me miró e hizo un gesto de decepción.

-Hijo, te falta comprender muchas cosas de este


mundo, y muchísimas más de los cielos.

-No quiero discutir, papá. ¿Me acompañarás a


buscar las medicinas? Voy de salida hacia ello y
me vendría bien un poco de ayuda.

De repente, mamá venía llegando con jugos y


sándwiches.

-¡Me alegra que hayas logrado llegar, Ulises! –


papá no pudo evitar sonreír e ir a abrazar a
mamá.

-Cuando se trata de nosotros, siempre buscaré


estar en cualquier situación, cariño–papá me miró
y se acomodó su Fedora–. Acompañaré a Romeu a
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

buscar las medicinas de Antoine, reza porque


logremos avances.

Ya habíamos pasado por diversas farmacias y


locales similares, pero faltaba una medicina.
Muchos dijeron que se encontraba en Alemania,
pero un viaje así era imposible, y no por el dinero,
el dinero no era obstáculo, sino el tiempo.
Antoine se estaba debilitando sin esa medicina.
Era la más importante.

-Nos falta ésa. –dijo mi padre a todos los que


estaban congregados en la sala de emergencia
una vez volvimos.

-¿Qué haremos ahora?–preguntó mi madre con


la preocupación brotando de los gestos de su
rostro.

Los médicos debían tramitar los permisos para


ese medicamento. El medicamento lo empezó a
necesitar desde ayer, debido a su recaída sin
explicación. Es un medicamento de difícil acceso,
por lo que los hospitales y clínicas en Europa
deben realizar papeleo junto con el caso del
paciente para demostrar la necesidad del mismo.
Según, la clínica esperaba respuesta del Reino
Unido para el envío del medicamento, mientras
Antoine se mantenía con otros fármacos que le
alargaban la vida lo necesario.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Yo estaba estresado, inmerso en la tormenta en


mi cabeza. Estaba desesperado. Sergei me dio
una palmada y no dijo nada, sólo me miró con
sentimientos de pena y de impotencia.

-Seguiré buscando. –le dije a él.

-No está ese medicamento en toda Francia. Sólo


nos queda orar, Romeu. –me dijo en respuesta.

-No puedo perder el tiempo en ello. Prefiero


luchar por mi hijo con obras que con palabras
mendigando a Dios.

Él no dijo nada más y me fui. Decidí ir a otros


pueblos cercanos. Manejé varias horas bajo la
tormenta que se gestó en la noche. Fui a toda
farmacia posible consiguiendo la misma
respuesta. Viajé de pueblo en pueblo. Dormí en el
auto me repuse así fuesen un par de horas; seguí
buscando.

La respuesta era la misma, no había la medicina


y el tiempo transcurría. Estaba desesperado y
volví impotente a la ciudad. Mis padres estaban
sumergidos en angustia, a pesar de que ellos
oraban constantemente buscando el consuelo,
quizás, en palabras vacías al aire. Mi esposa
estaba en su habitación en medio de su
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

recuperación, ella aún no sabía la gravedad del


estado de salud de Antoine.

Yo, sin más en qué pensar, sin más en lo que yo


pudiera hacer algún esfuerzo por salvar a mi hijo,
entré a la pequeña capilla del hospital, aquella
ubicada en la soledad del ala oeste de inmensidad
de las instalaciones del recinto. Entré y me senté
en uno de los bancos y me dispuse a contemplar a
la cruz con el Cristo crucificado en ella. No dije
nada en ese momento, sólo estaba mirándole con
sentimientos de rabia e impotencia.

-¿¡Por qué él!? ¿¡Por qué debes llevártelo a él!?


¡No pudiste llevarte a mi esposa y la dejaste
maltrecha en una maldita cama en un hospital!
¿¡Ahora quieres llevarte a mi hijo!? ¿¡Y qué rayos
ha hecho él!? ¡Es un ser inocente! ¡Llévame a mí
en tal caso! ¡Ya yo viví parte de mi vida! ¡No
valgo nada! ¡Llévame a mí! ¡Maldita sea, llévame
a mí!

Gritaba yo en medio de la soledad de aquella


capilla. Gritaba y gritaba entre lágrimas y golpes
secos que arrojaba hacia la madera añejada por
el tiempo de la banca que tenía yo al frente.Aquel
Cristo seguía con su mirada caída hacia el
costado donde estaba su herida.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-¿¡Qué debo hacer yo para que salves a mi hijo!?


¡Él no merece morir! ¿¡Es porque yo no sigo tu
sendero!? ¿Es por eso? ¡Mi hijo debe pagar por
mis pecados? ¡Vamos! ¡Dame una señal! ¡Dame
una señal! –exigía dando una patada al banco de
en frente– ¡Dímelo por favor!

Luego de haber yo desahogado todos mis


sentimientos y sin más nada que decir, me dejé
caer sobre mis rodillas, derrotado y humillado en
ésa, la soledad de aquella capilla. Volví a lanzar
otra mirada en aquel Cristo, mi conecté mis ojos
con los de Él. Empecé a llorar, no podía decir más
nada; y puse mi cabeza sobre mi regazo, no sé
cuánto tiempo pasó realmente.

En mi mente visualizaba a Antoine corriendo y


jugando en los parques, su madre regañándole,
rayando las paredes con crayolas, una infinidad
de situaciones que le construirían y le
convirtiesen en un hombre que merece vivir los
altos y los bajos de la vida. Yo quería verle
alcanzar las metas que se trazase, verlo pedirme
consejos a mí y a su madre con respecto a novias
y enamoramientos; estar ahí para él en todo
momento, ser un buen padre para él, eso era todo
lo que yo anhelaba.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Pensaba y seguía pensando en su vida y en


nuestra vida como familia, y conforme calmaba y
mis emociones a duras penas, podía comprender
que todo lo que anhelaba eran sueños míos, fue
un despertar que tuve conmigo mismo. “¿Cómo
puedo anhelar un futuro así para él si en este
momento no puedo ser un buen padre y
ayudarle?”, pensé.

-Él estaba bajo mi cuidado y mira lo que sucedió


–le decía a la imagen del Cristo entre mis
sollozos–. Tal vez sí deba confiártelo en tus
manos, probablemente seas un mejor padre que
yo. Sólo te pido que lo salves y que sea él quien
elija su futuro. ¡Te lo pido de rodillas! Y te pido
perdón por estos arrebatos míos y por mi
egoísmo ciego. Espero sepas entenderme, Dios,
nunca fui un hombre de tu Iglesia, por más que
mis padres me inculcasen ello, pero estoy
desarmado y sólo quedo de Ti. –sequé mis
lágrimas y me levanté para acercarme a la Cruz
–. No puedo confiar en mí, pero puedo empezar a
confiar en Ti; y te prometo que pase lo que pase,
confiaré en que mi hijo estará bien, sea aquí o sea
allá contigo. Aun así, mientras exista la
oportunidad, te ruego que le salves y como
sacrificio andaré de rodillas desde el frente de la
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

catedral de San Juan Bautista de Lyon hasta tu


altar, lo haré por cada día que Antoine estuvo
sufriendo por la salvación de su vida. ¡Sólo te
pido que le salves, Señor! ¡Sólo te pido eso! – al
terminar mis palabras abracé la Cruz y sentí
como si la imagen me estuviese abrazando, fue
una sensación extraña, fue como si estuviese
sintiendo el calor humano de Jesús. Allí lo
entendí, entendí todo lo que luchó mi padre y mi
madre por mí. Todo lo que ellos me decían era
cierto.

“No siempre lo que elegimos es lo que


necesitamos, pero, sin duda alguna, todo lo que
Dios nos pone en nuestra vida, es todo lo que
necesitamos para nosotros”

Sin darme cuenta, quizás por el cansancio de


todos estos días y todo el estrés con el que
cargaba, me quedé dormido en una de las bancas
de la capilla, mi padre fue por mí y me despertó,
ya era de madrugada.

-¡Antoine está mostrando síntomas de mejoría!


¡Los doctores no se explican el cómo! –me decía
él con mucha emoción. Yo no me lo explicaba en
un principio y no lo podía creer, sólo pude correr
hacia la sala de emergencias y verlo por mis
propios ojos. Mi padre iba a mi lado.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-¿¡En dónde estabas, Romeu!? ¡Tu hijo está


mostrando signos de mejoría! – me dijo Sergei a
las puertas de su habitación.

No me detuve a hablar con nadie, ni siquiera a


mirarles el rostro, yo quería ver a mi hijo. Me
acerqué y miré por la ventana, estaba el doctor
dentro y me hizo señas de que entrase.

-No nos podemos explicar cómo, pero hay


regresión del virus de su hijo; está cediendo. Sin
embargo, requerimos del medicamento para
asegurar que el sistema inmunológico de Antoine
se restablezca satisfactoriamente–empecé a
preocuparme de nuevo ante estas palabras, pero
el doctor continuó–. La buena noticia es que
hallamos el medicamento en Finlandia y lo
tendremos para mañana.

Yo volví a ver la luz. Pasó el tiempo, y con los


días mi esposa y Antoine fueron dados de alta.
Antoine tuvo algunas recaídas de las cuales el
doctor me había comentado con anticipación y
que estas serían normales en su recuperación.

Era el primer domingo desde aquellos días en el


hospital en donde estaba tranquilo, mis padres
nos visitaban. Mamá estaba con Tatiana en la
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

sala, Antoine dormía en sus brazos. Papá y yo


estábamos en el patio.

-Ha cambiado tu fe y eso lo sé, no te lo comenté


antes debido a la situación que vivíamos, pero
ahora te lo estoy diciendo. – comentó papá.

-Tenías razón–le dije–. Conseguí mucha paz


gracias a Dios. Le debo una promesa, la planeo
cumplir más tarde.

-Ya veo.–me dijo sonriendo–. Tu promesa te


llevará a un compromiso más grande, sabes eso,
¿verdad?

-De momento no sé nada, sólo sé que tengo una


deuda pendiente con Dios.

-Así empezamos todos y, al final, nosotros


mismos somos los que aceptamos el camino de
Dios, pues Él nos busca desde los pájaros que
cantan por las mañanas hasta mediante los rayos
que rugen en el horizonte. Él sabe cuál es nuestra
tecla y siempre la toca esperando nuestra
melodía.

-No empieces con tu poesía, papá–le dije en son


de broma–. Pero tienes razón, apenas soy un niño
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

en este camino y aprenderé muchas cosas, quién


sabe qué cosas cambie de mí para mejor.

-No hay nada más característico del Amor de


Dios que tus seres amados; ellos siempre serán el
espejo de Él en este mundo. No en balde San
Agustín de Hipona servía mediante su comunidad
y compartía con ellos, pues él veía a Dios en los
que le rodeaban, pero no sin antes poder verlo a
Él dentro de sí mismo.

-¿A dónde quieres llegar? – le pregunté a mi


padre.

-A que siempre querías una prueba fehaciente


de Dios, cuando siempre estuvo aquí entre
nosotros, pero sobre todo dentro de ti como tu
Maestro Interior… Y aun así siempre estará
dentro por más que le busques fuera.

Estas palabras resonaron mucho en mi padre y


pensé en Sergei, no lo vi más después del último
día la clínica. Cayó la noche y decidí, sin decirle
nada a Tatiana, ir a la catedral de San Juan
Bautista, el camino fue bastante tranquilo y pude
contemplar las bellezas de la noche, llegué y
pude observar sus portales iluminados y la luna
cayendo a través de su inmensidad.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

Me dispuse a ponerme de rodillas y empecé a


desplazarme hacia el templo. Mis rodillas
terminaron rotas y me ardían las heridas, pues el
camino era rocoso, lo hice durante dos semanas
seguidas, un día por cada vez que Antoine sufrió
en aquel hospital, cada día me dolía más, pero
siempre miré hacia la Cruz, la misma que abracé
en aquella capilla.

Era la última noche y me dispuse a orar antes de


irme, pero alguien de entre las sombras puso su
mano en mi hombro derecho, era Sergei.

-Siempre te estuve mirando durante cada noche


en la que te escabullías aquí y te sacrificabas
para Dios. ¿Cómo alguien como tú hizo un cambio
tan drástico durante tan poco tiempo?

-No existe un tiempo necesario para cambiar en


este mundo, un segundo basta, así como un
segundo basta para morir o para nacer, Sergei,
me alegra mucho haberte visto aquí – le dije.

-El placer es mío, Romeu, yo sirvo aquí en esta


iglesia, pero soy de otra orden, de los Agustinos
Recoletas.

-Me gustaría ir más allá, ya que esta es mi


última noche aquí.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-No tiene por qué serlo, Dios siempre nos brinda


una oportunidad perpetua de acercarnos, está en
ti si es por siempre o sólo por un rato, por algo
nos hizo libres de escoger.

-Quiero empezar una nueva etapa, quiero


pertenecer a esa Orden, ¿qué debo hacer?

-Debes estar sediento de Dios, no de


conocimiento, sino de mucho más, sediento de Él
y sediento de su Amor.

Me tomó de la mano y besó mis rodillas


encostradas y rotas, así como Jesús besó los pies
de sus discípulos, así quería estar yo, cerca de
aquel que salvó a mi hijo y que fue y es mejor
padre de lo que yo jamás podré ser.

PARTE VII: EL SOLILOQUIO MÁS TRISTE


DEL MUNDO

Era una de esas noches lluviosas en Livingstone,


y había llegado otro cristiano más buscando
debatir con Fausto, era el tercero en este mes.
Cada vez que sucedía esto, Fausto se saboreaba
la situación y nos llamaba al señor Richard y a mí
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

para contemplar la masacre argumental; era su


disfrute, y, en parte, el nuestro también.

Se trataba de una mujer, parecía ser de unos


treinta años, llevaba su Biblia en mano, cual arma
fulminante, se veía confiada de paso. Fausto,
siendo cortés sin quitar lo valiente, la hizo pasar
a la biblioteca. Le invitó una copa de vino, pero
ella le rechazó amablemente. Él nos hizo señas
para pasar y sentarnos cerca.

-Y dígame, ¿qué desea de mí? – preguntó


Fausto.

-Vengo a probarle que Dios existe – respondió


sin más.

-¿Y cómo pretende demostrarlo? – preguntó


burlonamente.

Yo miraba al señor Richard, y se veía


entusiasmado en ver cómo Fausto humillaría a
esta mujer. Yo estaba ansioso en ver una buena
discusión de dos temas tan polémicos.

-Simplemente no tiene sentido que usted afirme


que todo se creó de la nada, y si a ver vamos,
contradice bastante su manera tan meticulosa y
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

lógica de pensar; bien defiende el cómo todo se


crea y se destruye en la tierra y más allá, pero, al
final, todo lo sustenta en que el universo nace de
aquel estornudo llamado Big Bang.

-Bastante impresionante su forma de ofensiva,


señorita, pero ¿acaso esto demuestra que Dios
existe? Yo defiendo una teoría de miles que
existen, defiendo la más aceptada, y si esta
resultase errónea, cosa que es improbable,
alguna otra teoría será la real. El que yo me
equivoque no demuestra que Dios existe, y
lamento que venga a perder su tiempo aquí
conmigo, y que haga perder el mío de esta
manera – contestó Fausto en su clásica actitud
arrogante.

Aquella mujer sonrió y sobó su Biblia cual tesoro


perdido y encontrado luego de un centenar de
años buscándole.

-Dios es eterno; siempre estuvo desde un


principio y desde un final, lo que usted llama Big
Bang, el universo, los mismos multi universos
fueron su obra. Nunca lograremos abarcar
aquella clase de sapiencia y de conocimiento,
somos unos átomos bailando en la inmensidad de
todo.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Muy buen argumento, señorita, pero


lamentablemente no responde a mi pregunta.
¿Cómo es que Dios existe? Vayamos un poco más
profundamente en el tema. Usted me está
invitando a creer en un Dios que todo lo hizo
posible en un principio del todo, bien, es lo que
usted está defendiendo y le respeto esa manera
obtusa de pensar, sin embargo, ¿si todo lo pudo
en aquel tiempo por qué no hace nada con
respecto a este? ¿Si Él es Todopoderoso por qué
no interviene ante la mediocridad del hombre?
¿Por qué permite las guerras, la muerte, el
hambre? ¿Por qué la “Iglesia de los pobres” no
comparte sus riquezas con el resto? ¿Por qué,
señorita?

La mujer quedó en silencio durante unos


minutos y Fausto decidió terminar con todo de
una vez por todas sin darle la oportunidad de
siquiera discernir en lo que él decía con lo que
ella pregonaba desde un principio.

-Esta gente nunca abrirá los ojos – me susurró el


señor Richard a un oído, dejando escapar unas
risas camufladas por su mano puesta sobre su
boca. Me incomodaba esta manera de debatir de
Fausto, no me parecía pertinente pisotear las
creencias de los demás, aunque ellos mismos
viniesen a por ello.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-E incluso la Biblia que usted tanto abraza con


firmeza se contradice. Habla de un Dios
castigador, pero usted defiende al Dios del Nuevo
Testamento, ¿y qué hay de su pasado? ¿Qué hay
de todo lo que le hizo a Job? ¿Acaso pretende que
yo crea en un Dios que apuesta con el mismo
Lucifer? ¿Que usa la vida de un fiel hijo de Él
para demostrar su fidelidad? ¿No le parece esto
cruel? ¿Y qué me dice usted sobre el Edén? ¿Por
qué Dios permitió a Eva ser tentada por la
serpiente? Si lo analizamos mejor, gracias a esa
serpiente Adán y Eva pudieron concebir la luz de
la conciencia plena sobre su entorno – Fausto
hizo una pausa para beber un poco del vino tinto
caliente de su copa, mientras la mujer mostraba
una mirada perpleja ante sus palabras; él se
relamió los labio y decidió continuar – Pero, de
todas maneras, es una simple historia, no podría
creer en serpientes que hablan – sentenció.

-Yo también estoy interesado en su respuesta,


señorita. – vociferó Richard, yo sólo estaba
anonadado por el cómo había entrado la mujer
firmemente y cómo ahora estaba estoica y sin
pronunciar ninguna palabra.

-Por cierto, ¿cómo es que se llama usted? Lo


olvidé por completo – preguntó entre risas
Fausto.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Me llamo María.

-¡Ah! ¡Cómo la Virgen! La vida definitivamente


nos regala perfecciones en detalles.

La mujer no dijo más y decidió marcharse, pude


ver que derramó algunas lágrimas antes de que
tirase la puerta, además ella dejó su Biblia tirada
en el sillón.

-Vino confiada con esto en sus manos, la


desarmé con simplemente mi forma de pensar y
miren cómo dejó la “palabra del Señor”, así de
firme era su fe, ¿no es cierto? – dijo Fausto al
tomar la Biblia.

-Más que defender a su dios, defienden una


opinión más en este mar de mentes, Fausto. – dijo
Richard.

-No es más que eso, una opinión, cerrada y


obtusa, pero debe ser respetada supongo.

-Quisiera tomar la Biblia. – le pedí a Fausto.

-¿Para qué la quieres? Si deseas un buen libro


de ficción puedes tomarlo de la biblioteca.

-Sólo deseo saber cuál es tanto alboroto. –


justifiqué.
EL JUEGO DE LAS SOMBRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Está bien, no tengo problemas. Iré a leer un


poco también. – me dijo y me lanzó la Biblia a mis
manos. El señor Richard y Fausto se fueron de la
biblioteca y yo fui a mi habitación. Una vez
recostado, miraba por la ventana mojada por la
lluvia y decidí abrir la Biblia…

“Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me


levantaré? Mas la noche es larga, y estoy lleno de
inquietudes hasta el alma”, leí, casualmente en el
libro de Job, capítulo 7, versículo 2. Derramé
algunas lágrimas de la nada, recordé a la mujer
humillada y que abandonó su fe. Las palabras
pueden salvar vidas a veces, pero también
pueden destruirlas, quizás por eso Dios, de
existir, transformó toda la historia de todo en
palabras legibles para todos nosotros, pues la
palabra tiene poder.

“¿Cuándo me levantaré?”, no paraba de


preguntarme en la soledad de mi alcoba.
¿QUIÉN ERES TÚ?
ALEJANDRO VILORIA

¿QUIÉN ERES TÚ?

Empezó a cesar la lluvia sobre nosotros y había


silencio en la tienda de acampar. Algunos
secaban lágrimas, y otros estaban perdidos en su
mente, esto era el “mantra”; la fuerza de la
palabra y de los sentimientos; el compartir
experiencias íntimas con extraños que pudieren
llegar a más que eso en tu vida.

-Esto es lo que somos. – dijo Romeu mirando al


resto.

-Y todavía falta vida. – comentó Casia secando


sus lágrimas.

-¿Qué sigue ahora? – les pregunté a ellos.

-Esta actividad la hacemos cada vez que nos


encontramos; revisamos nuestras vidas y
esperamos la opinión del otro, luego de visualizar
mejor los errores que cometimos y posibles
soluciones, luego de reconocer las virtudes del
otro y apoyar su continuidad, debemos
redescubrirnos y no existe una manera con la
cual puedas hacerlo, debes crearla, visionar
sobre cómo quieres construir tu futuro, pero un
futuro más espiritual, más allá de los éxitos que
¿QUIÉN ERES TÚ?
ALEJANDRO VILORIA

desees alcanzar como persona en este plano. –


me respondió Ahmed.

Salimos de la tienda y vimos el sol deslizando


sus últimos rayos de luz entre las nubes que
oscurecían conforme se asomaba la noche. Los
muchachos fueron a buscar más leña para hacer
la fogata nocturna. Estaba con Casia, quien
estaba alistando la próxima actividad, y decidí
ayudarle a acomodar lo que sería su
“ambientación”: unos carteles con frases
positivas y una gran hoja blanca en medio de la
tienda.

-¿Qué vendrá ahora? – le pregunté.

-Es un secreto, no puedo decírtelo. – me


respondió sonriendo, como es usual en ella.

-Y por cómo están las cosas no podría sacarte


nada. – le dije riendo con ella. Terminamos de
alistar todo y decidimos salir a esperar a los
demás.

-Me gustó mucho tu historia, es muy enigmática.


– le comentaba mientras estábamos sentados en
el césped rociado con la lluvia.

-Gracias, fue una parte compleja de mi vida que


me hizo ser lo que soy–luego se me quedó
mirando con esos ojos color verde esmeralda
¿QUIÉN ERES TÚ?
ALEJANDRO VILORIA

hipnotizantes y sentía que me ruborizaba con


cada segundo que transcurría –. ¿Y ese momento
fue especial para ti?– me preguntó.

-Digamos que no fue especial, fue un momento


que complicó un poco las cosas de mi vida,
digamos que fue el punto de inicio para que
decidiese abandonar Livingstone.

-Suena a que tuviste muchos problemas allá.

-Digamos que aprendí que no todos los que


piensan similar a ti son dignos de tu respeto –
Casia quitó su mirada de mis ojos y la dirigió
hacia el cielo, nuevamente recordé aquel
momento donde conversé con Olenka, una noche
así como esta.

-Las personas somos mucho más que una


manera de pensar o un par de opiniones sobre la
vida y sus derivados –me decía ella con bastante
seriedad–. Somos un mar que no sabemos
navegar o que ni siquiera mojamos nuestros pies
en sus aguas.

-Entonces ¿qué somos exactamente, Casia?–le


pregunté contemplando la escarcha del rocío de
la lluvia sobre el césped.
¿QUIÉN ERES TÚ?
ALEJANDRO VILORIA

-No lo sé; somos diferentes mundos y cada quien


sabe lo poco o lo necesario sobre sí mismo; cada
quien define cómo quiere ser presentado al resto–
concluyó mientras notamos que los muchachos
venían desde el horizonte boscoso.

Llegaron con muchos troncos para la fogata,


pero muchos estaban mojados por la lluvia, por lo
que decidimos esperar unas horas para que la
brisa secase los troncos más pequeños. Mientras
tanto, nos ayudábamos con las linternas de aceite
y con la luz de las estrellas. Casia sonó una
campanilla que tenía consigo para anunciar que
nos reuniésemos en asamblea ante ella;
empezaría su momento.

-Tomen asiento y que alguien tome una lámpara


para sí, de forma que estemos iluminados –
anunció ella. Se levantó Laurent, Marco y Ahmed
a tomar cada uno una lámpara, Casia los mandó a
sentar en cierta forma para que quedásemos
alineados todos como un triángulo.

-En este momento les pasaré a cada uno un


espejo, no lo miren hasta que yo les diga. –
dictaminaba ella todo el asunto, yo me sentía
bastante curioso con lo que tenía planeado.
Además, se le notaba bastante decidida y seria
con el tema.
¿QUIÉN ERES TÚ?
ALEJANDRO VILORIA

-¿Es necesario tanto protocolo? – reclamaba


Adrià.

-Tampoco pueden hablar durante este momento,


lo siento, Adrià. – replicó ella.

No nos quedó de otra que obedecer, veía a Adrià


un poco fastidiado, a Ahmed con cierta
indiferencia, a Marco y a Laurent atraídos al
tema como yo y a Romeu se le notaba el disfrute
con la actitud de Casia; se reía a medio disimular
de todo lo que ella les decía al resto.

-¿De qué te ríes? – le susurré a Romeu.

-De nada importante–me dijo mientras la miraba


a ella–, sólo es que ella ha madurado bastante
desde la última vez que le tocó iluminarnos con
algún tópico.

-¡Ustedes dos, sepárense!–exclamó Casia hacia


nosotros dos– ¡Siéntense en los lugares de Adrià
y de Laurent!

-Tranquila, tranquila, ya me cambio de lugar. –


le contestó apaciguado Romeu. Yo por mi parte
también obedecí para evitar más regaños.

Casia prosiguió con la actividad, empezó con ella


misma exponiendo sus inquietudes, debilidades y
añoranzas, así sin más, no sabía muy bien si
¿QUIÉN ERES TÚ?
ALEJANDRO VILORIA

debía decir exactamente esas cosas de mi vida.


Continuó Adrià y le siguieron los demás, sólo
quedábamos Romeu y yo. Habían pasado varias
horas, ya era casi la medianoche.

-Yo sólo deseo hallar mi felicidad. – dijo Romeu.

-¿No eres feliz? – preguntó Marco.

-Cuando sonríes de a ratos no eres feliz, o así lo


pienso. – respondió él.

-¿Y cómo planeas hallarla? – continuó Casia con


el momento.

-Sólo debo seguir el camino de mi Señor, sin


embargo no es fácil. Para ninguno de ustedes es
fácil seguir su camino; sólo nos reconforta saber
que sentimos estar en el camino correcto. –
sentenció Romeu.

Prosiguió contando sus metas y sueños, cosas de


su familia en la actualidad. No entendía bien el
meollo de todo esto.

-¿Y tú quién eres? – me preguntó Casia.

-Ya me conocen. – dije bromeando, pero todos


estaban serios, mirando directamente a mis ojos,
especialmente Casia.
¿QUIÉN ERES TÚ?
ALEJANDRO VILORIA

-Todo eso es sólo tu nombre, tu forma de ser, lo


que piensas y crees que es correcto, pero aún no
sé quién eres. – me dijo ella.

-¿Quién eres? – preguntó Laurent.

-Yo soy una persona que desea hallar la verdad.

-Muy bien, pero quién eres. – preguntó Marco.

-Yo soy una persona más en este mundo. –


contesté, ya obstinado.

-No te preguntan qué eres, sino quién eres,–me


dijo Ahmed– sólo responde lo que te pregunta.

Me perdí en mis pensamientos, no sabía qué


más decir.

-¿Quiénes creen ustedes que soy yo? – pregunté


a todos.

-Da lo mismo, lo que piensen sobre ti no te


define–me contestó Romeu–. No es lo mismo lo
que piensa sobre ti Marco, a lo que yo piense de
ti; tú reflejas algo diferente para todas las
personas que te conocen, e incluso nunca te
conoceremos enteramente así pasen los años, por
ello Casia hace esto con nosotros.

-Nadie puede responder a tal pregunta, nosotros


los hombres somos más de lo que creemos.
¿QUIÉN ERES TÚ?
ALEJANDRO VILORIA

Somos una creación poderosa, pero tan débil a su


vez. Somos una estructura, somos un compuesto
de experiencias que nos definen. No hay
respuesta en una oración que llene tal pregunta.
– dijo Casia.

-Yo soy lo que soy, nada más. – susurró Adrià a


todos.

-Somos lo que somos. – dijo Casia, en


reciprocidad con Adriâ.

-Somos lo que existe dentro de la existencia. –


agregó Romeu.

-Es por ello que está esta hoja conmigo; somos


una hoja en blanco que jamás podrá llenarse con
dibujos ni frases, somos recipientes infinitos
hasta que morimos. ¿Ya entiendes? – me dijo ella
con una sonrisa.

Yo le sonreí como respuesta. Me acordé de


todas las veces en la que esta pregunta me
azotaba con fuerza, dejándome desmoralizado en
la vida, dejándome sin ideas, sin herramientas.
Soy lo que soy. Y todo lo que ha ocurrido en mi
vida y todo lo que aspiro ser y a hacer me hacen
ser lo que soy. Soy esto, y nada más.
DEBATE INTERIOR
ALEJANDRO VILORIA

DEBATE INTERIOR

Le tocaba a Laurent su sección con nosotros,


para lo que se levantó de donde nos hallábamos
sentados.

-Sabemos ahora lo que somos, pero ¿qué hemos


hecho para emendar nuestros errores? ¿De qué
te sirve saber quién eres y caminar hacia una
meta si estás arrastrando el peso de tus errores?
– preguntaba él al aire.

-Depende de cuáles son esos errores. – dijo


Ahmed.

-No, no depende de cuáles errores, sino con


quiénes los cometes.

-Los problemas son más o menos complicados


de acuerdo a quién se ve inmiscuido. – añadió
Casia.

-Exactamente, Casia. Nosotros debemos ir más


allá con esto; debemos mirar dentro de nosotros y
ver cuáles son las cuentas que tenemos
pendientes.

-¿Y luego qué? – pregunté yo.


DEBATE INTERIOR
ALEJANDRO VILORIA

Laurent me miró con dureza e hizo una señal de


que guardase silencio.

-Si hay cuentas pendientes, hay que pagar, ¿no?


– comentó Romeu.

-Es lo que debería ser, sería lo correcto, pero lo


correcto no se aplica en nuestra sociedad de
forma común.

-¿Por qué debo guardar silencio? – insistí.

-Porque no sabes nada. – me contestó Laurent.

-¿Y qué sabes tú? Una persona tibia que no sabe


si hay un dios o no.

-Sé lo suficiente, como por ejemplo saber


guardar silencio para evitar estas cosas; esto que
estás haciendo: un disparate, un escape de ti
mismo buscando algo afuera de lo cual quejarte.

Todos los demás sólo miraban en silencio la


discusión.

-¡No sabes nada sobre mí!

-Sólo sé que estás aquí buscando un camino


fácil; el ser ateo te queda grande y vienes por el
mejor postor. No has cambiado tu actitud desde
que te he conocido.
DEBATE INTERIOR
ALEJANDRO VILORIA

Todos guardaron silencio, menos Ahmed.

-Creo que ya es suficiente. ¿Cómo puedes


impartirnos tu sección de esta manera, Laurent?
Si él quiere llamar la atención, que lo haga, de
todas maneras está viendo y aprendiendo a su
manera. ¿O acaso no recuerdas cuando tú
empezaste con nosotros aquel día hace años
atrás? ¿Lo recuerdas?

-Lo recuerdo, pero hay una diferencia, Ahmed.


Yo bajé mi guardia cuando vivimos aquel
momento todos juntos; allí me di cuenta de mi
posición, pero a estas alturas él –señalándome–
sigue contrariándose y contrariando los
momentos del resto, ¿lo crees justo?

-No se trata de ser justo o no, se trata de


comprender a las personas. Si no puedes tener la
paciencia para comprender, entonces soporta su
presencia; se tolerante, Laurent. Todos
aprendemos a nuestra manera, por más atorrante
que sea el camino – dijo Romeu.

-¿Cómo podemos aprender si no hay un orden?


¿Cómo saber cuál es el camino? ¿Qué es lo
correcto? Si dejamos todo a interpretación y a
libre usanza de la gente, entonces nada hacemos
aquí. – interfirió Marco.
DEBATE INTERIOR
ALEJANDRO VILORIA

-Por eso es que precisamente es que nos


reunimos cada año, para converger en un solo
camino. – dijo Casia.

-Yo mejor me voy, ya han habido varios


disgustos y nada hago acá.

-Si eso es lo que prefieres… adelante. – me dijo


Laurent.

-No comprendo. Primero tú me dices que guarde


silencio y que nada hago acá, ahora hablas de
preferencias al momento de irme. ¿De qué estás
hablando?

-Lo comprenderás una vez te hayas ido, lo


mismo digo para el resto.

Sin nada más que agregar, me levanté y fui a


por mis cosas para marcharme. Todos estaban en
sus lugares y sólo miraban y susurraban, algunos
con disgusto y otros más neutrales.

No entendía todo esto. En un principio pensaba


haber logrado una armonía conmigo mismo, con
el entorno. Pensaba que fui iluminado por un
asunto divino, algo simple, algo que podía
DEBATE INTERIOR
ALEJANDRO VILORIA

sacarme de esta situación en la que llevo toda la


vida.

Sólo fue un sueño, una ilusión. No existe tal


cosa como la gente buena o la gente mala, sólo
existen las personas y sus beneficios. ¿Hay un
dios en todo este asunto? No tendría sentido
pintarlo, pues alguien así no permitiría esta
guerra filosófica y cínica en la que hemos vivido
durante toda nuestra existencia, ¿o sí lo
permitiría? No lo sé, ya no sé nada.

-¿De verdad te vas? – me dijo Ahmed.

-No lo aguanto más, Ahmed, no puedo tolerar


las ofensas, las indirectas hacia mi persona, las
directas y la humillación. Sea por mi bien o no, no
lo tolero.

-Es tu decisión, pero antes de irte, creo que


debes entender un par de cosas.

-¿Más cosas? ¿Qué debo comprender? No


necesito más rodeos, Ahmed. Al final, quizás
Laurent tenga razón. No pertenezco aquí y sólo
busco escapar de mis problemas proyectándome
en las demás personas.

-De esto se trata; en la vida sufrimos y a la vez


disfrutamos. No hay una estabilidad, pero existe
un equilibrio. La vida es un debate, si lo quieres
DEBATE INTERIOR
ALEJANDRO VILORIA

ver así. Generalmente hacemos esto para


determinar quién desea seguir en busca de un
balance, y quién quiere que la balanza se torne
hacia su persona, a favor siempre.

-Yo sólo busco la paz.

-¿Pero cuál es el precio?

-¿De qué me hablas?

-¿Vas a sacrificarte a ti o vas a sacrificar lo que


crees que eres?

-No planeo sacrificar nada más que mi


comodidad, Ahmed. Siempre he sacrificado lo que
pudo haber sido algo bueno para mí.

-No, no comprendes, hay que ir más allá. Si


deseas ser feliz, ¿cuál sería el precio? ¿Qué
felicidad buscas tú?

-La felicidad que me lleve a estar tranquilo


siempre.

-¿Y esa felicidad enfocada en la paz interior


requiere un sacrificio?

-Lo amerita.

-¿Y esto que has venido a hacer es un sacrificio


o un acto de cobardía?
DEBATE INTERIOR
ALEJANDRO VILORIA

-No lo sé.

Ahmed se me acercó y me tomó de los hombros,


me miró y me sonrió.

-¡Oh, tú lo sabes muy bien!

-Mejor me voy, Ahmed. Fue un placer.

Tomé mis cosas, y decidí marcharme a pesar de


la oscuridad que inundaba el bosque a esas
horas. No soportaba este esquema de filosofía y
aplaudir mi humillación justificándola de
sacrificios y melodrama. Ya yo hallaría otro
camino, siempre los hay, siempre los habrá, ¿no?

Es peor caminar sobre tu ruta y seguir


tropezando. Es peor seguir un camino con
enseñanzas, y seguir errando; seguir de
prepotente cometiendo los mismos pecados; errar
sabiendo que estás mal es peor que errar en
ignorancia, por lo menos tengo ese concepto
claro en todo esto. Lo lamentaba por Casia y
Ahmed, pero no por el resto. Romeu y su
egocentrismo, Marco y su fanatismo, Laurent y su
soberbia, Adrià y su silencio; su complicidad ante
todo ello. ¿Si hay un cielo, ellos irán primero que
DEBATE INTERIOR
ALEJANDRO VILORIA

yo? No lo sé, pero tampoco tienen fundamentos ni


argumentos como para ascender primero que yo.

De nada sirve ser de una religión si vas a


bañarte en oro y falacias que no cumplirás nunca.
Eres un hipócrita, no eres digno de seguir o de
aplaudir; sólo buscas ser referencia, la
vanagloria. Al final, son lo mismo que Fausto y el
resto de su gente. El hombre sigue una idea y esa
es la correcta, las demás están erradas. Quisiera
ver personas más a menudo como Job, como
Jonás, como Moisés, como Buda, como Ibrahim.
Personas que seguían su camino, pero que eran
lo que eran y eso era el pavimento de su ruta; un
camino sin agujeros y sin desvíos.

Cada religión tiene su profeta, unos más


“humanos” que otros, pero profeta al fin y alguna
lección habrá dado, algún legado habrá dejado.
Dejar una huella en este mundo se nos hace más
complicado conforme “evolucionamos”; las ideas
se malinterpretan y se ensucian a favor o en
contra de terceros. Somos más borregos de lo
que creemos que es y no de lo que es o no es. Yo
me cansé de ello.

No creo en nada ni en nadie ahora. Soy dueño


de mi camino.
DEBATE INTERIOR
ALEJANDRO VILORIA

Empecé a adentrarme al bosque pensando en


todo esto, y en todo lo demás. Pensaba en mi
familia y en mi pasado. Pensaba qué hacer ahora.
¿Cuál sería mi futuro? El tiempo pasa y no tengo
trabajo, no tengo pareja, no tengo mucho, pero
tampoco tengo nada. No es un camino fácil, pero
es mi camino, es lo que soy, ¿verdad? Nada es
perfecto, mucho menos yo, pero es lo que soy, lo
que realmente soy y a lo que pertenezco.

Soy esta estructura.

Seguiré creciendo, mejoraré algunas cosas,


seguiré en otras, descubriré nuevos errores; esto
es la vida y así la vivimos, siempre bajo el
perfume de nuestro idealismo y en lo que
creemos, pero esta es la base, el pilar, está
tatuado en nuestros cromosomas, en lo que
hemos sido desde nuestros primeros pasos en
este mundo, este plano. No hay nada más, basta
de refugiarnos en divinidades que justifican lo
injustificable. Basta de mentiras, basta de
sufrimientos innecesarios. A donde quiera que yo
vaya, seré yo, y eso es lo que tengo y a eso me
abrazo. Siempre queda algo de las experiencias
buenas y de las malas. Tengo claridad ahora, me
siento bien y lograré mi felicidad.

-¿Estás contento ahora, Laurent?


DEBATE INTERIOR
ALEJANDRO VILORIA

-¿Me estás achacando culpa alguna, Ahmed?

-Él tenía potencial para descubrir cosas en sí


mismo.

-Yo sé que las tiene. De hecho, tiene muy buenas


cualidades que pueden ayudar a más personas en
este mundo. Es un oráculo de bienestar en este
mundo.

-No sé si sea un oráculo, pero tiene buenos


dones, o mejor dicho, buen corazón. – comentó
Casia.

-Queda en sus manos lo que suceda en su vida


de ahora en más. – dijo Adrià.

-Sólo espero que salga bien esto. – susurró


Laurent.

Romeu le miró y se dio cuenta rápido, pues ya


estaba sospechando de estas actitudes tan
extrañas en Laurent. Esta era su sección, de esto
se trataba, sólo fue un debate en donde Laurent
pasó el “balón” para que discutiese consigo
mismo. Al final, siempre proyectamos cosas de
nosotros en el resto, como humanos, nos lavamos
las manos siempre para no cargar con culpa
alguna, esto siempre que podamos hacerlo, a
menos que no exista otra opción que la sinceridad
y la responsabilidad sobre nuestros actos.
DEBATE INTERIOR
ALEJANDRO VILORIA

-Es en parte responsabilidad tuya lo que suceda


con él y lo sabes. – le dijo Romeu a Laurent a
solas, mientras el resto reflexionaba sobre lo que
sucedió.

-Lo sé, pero era necesario. Lo mismo me hizo


Ahmed hace años, cuando yo me uní a ustedes.
Lo veo a él y me veo a mí de alguna forma; es un
mal que atravesamos todos. Tú lo viviste, Ahmed
lo vivió en su oportunidad; todos debemos decidir
qué hacer y a dónde ir. Debemos decidir quiénes
ser y cuando tomamos esa decisión, pocas veces
regresamos a ser lo que éramos antes, incluso,
pocas veces nos transformamos en algo más. Si
creo en lo que sucederá, confío en que él volverá.
Es por ello que debemos meditar y orar en este
lugar hasta que eso suceda, ésa es mi sección: el
debate, la esperanza en el prójimo.

Romeu se rascó la parte trasera de su cabeza y


sacó un cigarrillo con su encendedor.

-Fue tu decisión, conoces el riesgo, repito, pero


también opino que volverá. Será lo mejor,
supongo. Sin embargo, debes tener en mente que
tienes tu cuota de responsabilidad y lo que él
decida no erradica esto: eres el benefactor de su
DEBATE INTERIOR
ALEJANDRO VILORIA

regreso o el destructor de lo que él pudo ser si


seguía aquí con nosotros. Ya lo sabes.

-Estoy consciente de ello, pero así sabremos si él


no estuvo perdiendo el tiempo, ni nosotros el
nuestro.

Caminaba a través del bosque y sentía cierta


ansiedad por volver, pero reflexionaba en mis
argumentos una y otra vez y, conforme hacía
esto, daba un paso más en el bosque, pasos de
certeza.

Ya quería ver a mis padres y enmendar malas


actitudes que tuve para con ellos.

“La vida da muchos giros, ¿en cuál giro caerás


tú?”, surgió este pensamiento en mi mente, así de
la nada.

Quería sentarme en mi cama y empezar a


visualizar mis opciones a futuro. ¿Volver a
DEBATE INTERIOR
ALEJANDRO VILORIA

estudiar? ¿Descubrir nuevos gustos? Podría


intentar con la música, siempre me ha gustado.

“¿Y si vuelvo a caer en el mismo agujero? ¿Qué


tal si todo queda en palabras y no hay ninguna
acción de mi parte?”

No dejaba de caminar por el bosque. Quizás un


paseo por Angulema expanda mejor mis ideas y
pueda hallar lo que realmente necesito.
Posiblemente estudiar y trabajar en un empleo de
medio tiempo, no lo sé.

“¿Podré restaurar mi relación con mis padres?


¿Podré dar lo mejor de mí para ellos? ¿Habrá
alguien en la vida para mí? ¿Y si no es así, qué
debo hacer?”

Es difícil volver a empezar, sobre todo cuando


inviertes tiempo en algo en donde creías que
encajarías.

“¿Y lograré encajar en algún camino esta vez?”

Siempre debo levantarme cada vez que caiga,


por más difícil que esto sea para mí. Debo luchar,
continuar adelante.
DEBATE INTERIOR
ALEJANDRO VILORIA

“¿Tiene algún sentido creer que voy hacia


adelante? No sé realmente si es el camino
correcto… no sé si hay un camino.”

Me detuve unos instantes y caí de rodillas al


suelo. No lograba contenerme; tantas dudas y
miedos empezaron a invadir mi alma y mi mente,
que no podía seguir hacia adelante. Estaba allí en
medio del bosque, sufriendo un ataque de
ansiedad, un ataque depresivo; me sentía en lo
más bajo, un pozo profundo sin salida… Y la luz
estaba lejos, muy lejos hacia arriba.

Un gran peso cayó sobre mí, desordenó todo lo


que llevaba conmigo allí dentro. Sin saber porqué
razón, volví al inicio. No sabía si realmente debía
volver a casa, o si regresar con los muchachos.

“¿De qué sirve regresar si no me ayudarán?”

¿De qué servía entonces volver al inicio sin


tener siquiera una idea clara?

“Ni yo mismo me comprendo: me contradigo


siempre, soy un niño…”

No me moví más, me dormí en el bosque y fue


una de las noches más largas en mi vida; jamás
había estado tan solo, y a su vez, tan acompañado
por mis demonios.
DEBATE INTERIOR
ALEJANDRO VILORIA

No dormí mucho, pero tampoco me di cuenta de


cuándo el sol salió y lanzaba destellos entre las
hojas de los árboles de mi alrededor. Sólo pude
empezar a armar el rompecabezas de mi
existencia, nuevamente, pero esta vez poniendo
las piezas en su lugar.

¿Por qué no logro ir más allá? ¿Por qué me


sumerjo siempre en el mismo pozo? ¿Por qué mi
mente se cierra a la mediocridad? ¿Por qué yo
soy así? Tengo buenos padres, se puede decir que
también he tenido una vida decente, sin excesos
ni locuras.

-Tú quieres vivir una historia facilista. Añoras lo


que quieres, pero le das la espalda a lo que
necesitas. – me dijo Laurent, quien
sorpresivamente me halló en el bosque en el lo
que transcurría de la mañana.

-¿Qué haces aquí?

-Decidí venir a buscarte. No habías pasado la


prueba y temí que te perdieses en las
profundidades de este bosque. La salida está por
el otro lado.

-Ya no sé si quiero volver por ese lado, de hecho.


DEBATE INTERIOR
ALEJANDRO VILORIA

-Haz lo que quieras, pero debes escucharme.


Todo lo de ayer fue una prueba. Mi prueba para
ti; fallaste por tu comodidad y malcriadez.
Quieres vivir un rompecabezas de verdades para
hacer de tu vida algo más dulce, algo que dé
sentido.

-¿Qué hay si deseo eso?

-Pues que nunca serás feliz. Además, tú mismo


murmurabas y sollozabas peleando contigo
mismo. No deseas esto; tienes miedo a confrontar
grandes retos en tu vida.

Me quedé callado cuando Laurent me dijo esto.

-¿Qué sabes tú de mí?

-Sé que en tu “necesidad” has tenido la obsesión


de sentirte identificado con una verdad que te
describa. Tal y como yo soy, tal y como oíste
cuando yo hablé de mi vida– se dio cuenta que
bajé la guardia y se sentó en el terruño del
bosque–. La vida es complicada, pero no es el
hecho de que sea la vida misma una complejidad,
es el hecho de que somos seres que deambulan
con criterios y opiniones que dibujan verdades a
lo largo de nuestro camino. Cada verdad es un
camino, y muchos de esos caminos son errados,
pues somos imperfectos.
DEBATE INTERIOR
ALEJANDRO VILORIA

-Yo ni siquiera estoy sobre un camino.

-Y ésa es una ventaja. Pues estás viendo como


un espectador cuál camino sería el mejor para ti.
¿En cuál lado del rostro de Dios pretendes caer?

-¿A qué te refieres con eso?

Laurent se echó a reír.

-Todo camino tiene más o menos una porción del


rostro de nuestro creador, esto con respecto a los
demás caminos. A este creador le damos nombre
por cuestiones de culturas e historia. Pero el
hecho de que se asome un poco más o un poco
menos este rostro no significa que este camino
sea el mejor o un camino benevolente. La esencia
de este rostro es copiada por las cadenas que nos
atan, y estas cadenas nos engañan para vivir un
frenesí de mentiras… cual espejismo en el
desierto, no bebes agua, sino que tragas arena.

-No sé qué camino tomar aún.

-No lo debes saber, ya, para eso estás con


nosotros. Todos hacemos esto por una razón:
aprender de los demás caminos para pavimentar
mejor el nuestro. ¿Sino para qué otra razón gente
de diferente cultura y religión se reuniría y
compartiría de su fe y sus vivencias?
DEBATE INTERIOR
ALEJANDRO VILORIA

Empezaba a comprender mejor todo este


asunto.

-¿Qué te hizo salir de la mentira en la cual tú


vivías? – me preguntó Laurent.

-No lo sé, simplemente me desperté angustiado


y con mucha ansiedad. Como cuando deseas
desprenderte de ropas que te asfixian y te quitan
la movilidad.

-Así es como funciona. Escucha bien: no todo


necesita una explicación que te haga
comprender, o, más allá de ello, que te haga ver
un “sentido” a algo, o algún acontecimiento en tu
vida. Son sólo situaciones que nos mueven como
los corales se mueven por el oleaje del mar.
Quiero que vengas conmigo, que empieces de
nuevo. Que dejes de pelear contigo mismo. Que
realmente pelees con lo que realmente debes
pelear: contra la realidad que te rodea.

Yo bajé la mirada y empecé a pensar en todo


con mayor tranquilidad y lucidez.

-La vida es mucho más que un sueldo, buscar


ser rico, cumplir con los sueños de tus padres,
inclusive el cumplir tus metas. La vida es
compleja y hermosa que eso. La vida es más que
DEBATE INTERIOR
ALEJANDRO VILORIA

un libro, que tu comida favorita, que incluso, el


enamorarte de alguien. ¿Te puedes imaginar algo
tan hermoso que desconoces de su belleza? ¿Qué
ante tus ojos tanta hermosura sea sólo un fondo
negro debido a que eres pequeño y eso es más
grande que tú? Es lo primero que debes
comprender para poder vivir bien lo que resta de
esta experiencia con nosotros. – me comentaba
Laurent con emoción.

-Sólo puedo caer y levantarme. – le dije.

Laurent me miró, sonrió un poco y me extendió


su mano.

-No. Tú sólo puedes vivir a plenitud.

Volvimos en ese momento hacia el campamento.


PARADÓJICO REFLEJO
ALEJANDRO VILORIA

PARADÓJICO REFLEJO

-¡Volvieron! – gritaba con euforia Casia mientras


Laurent y yo nos acercábamos al campamento.

-El hombre decidió volver. Continuemos con


nuestras actividades.

Marco, Ahmed, Adrià y Casia estaban contentos.


Romeu se acercó y me tomó del hombro derecho.

-Me gustaría que te sentases y hablásemos


todos antes de proseguir, pues lo que viene es
muy importante y necesitamos estar todos claros
en lo que buscamos y en lo que buscas.

-Me parece bien. – le respondí.

-¿Qué quieres ahora de nosotros? ¿Qué


pretendes ahora?

-Deseo aprender de todos ustedes; trazar mi


propio camino, sabiendo que este no será fácil ni
en el construirlo ni en caminarlo.

-¿En qué crees? ¿En qué has creído siempre?

Me quedé pensando un poco ante esta pregunta.


Todos me miraban impacientes.
PARADÓJICO REFLEJO
ALEJANDRO VILORIA

-Yo siempre he sido una persona insegura en lo


que respecta a decisiones grandes en la vida; me
acostumbro fácilmente a una rutina y la aplico
rigurosamente. Soy… o mejor dicho, fui un robot.
Ahora estoy acá con ustedes, y, a pesar de haber
fallado en muchos contextos, sigo acá. ¿En qué
creo? Siempre he creído en lo justo; nunca me
gustó cómo mi antiguo jefe maltrataba al
personal a veces, mucho menos cuando Fausto
humillaba a quienes creían en deidades por sólo
pensar diferente. Estoy acá para aprender sobre
ustedes, ver sus conceptos y testimonios sobre la
justicia.

Romeu levantó una ceja y miró a Laurent.

-¿Y qué necesitas en tu vida?

-Necesito ser fuerte. Quiero ser una persona


completa ante las adversidades; ser alguien con
quien se pueda contar.

Romeu sonrió y me dio unas palmadas en la


espalda.

-Te pareces mucho a mí cuando decidí seguir a


Sergei un tiempo–se acercó cara a cara a mí–.
Quiero que te quedes. Los demás también lo
desean, pero quiero que te quedes, por lo menos
hasta ver este tema que sigue, pues, en su
PARADÓJICO REFLEJO
ALEJANDRO VILORIA

sencillez, verás el rostro de la justicia, no el que


quieres ver, sino el que necesitas ver.

-Tú vives una paradoja que todos hemos vivido


alguna vez. Decides creer en algo y luego dudas,
después te contradices y retornas frustrado a la
idea inicial. Sucede mucho cuando quieres creer
en la existencia de Dios y alguna situación te
hace cuestionarte; sufres ansiedad, decepción.
Eres uno más, pero tienes algo destacable:
deseas ver más allá, ahora sí lo deseas. – me dijo
Marco.

-¿Qué sigue ahora? – pregunté a todos.

-Debemos dejarte solo para que te cuestiones a


ti mismo, nuevamente, pero ahora con estas ideas
que fluyen en ti. ¿Qué desearías corregir? ¿Qué
te dirías a ti mismo en este momento? ¿Si
pudieras volver al pasado qué cambiarías? ¿Qué
cosas no volverías a hacer? Debes plantearte
nuevamente estas respuestas, pues para estar en
este próximo momento deberás estar consciente
de quién eres realmente y de lo que tú deseas, y
lo que tú necesitas. No puedes ser aquel niño
malcriado que huye cuando la verdad sopla en su
contra. – me dijo Romeu.
PARADÓJICO REFLEJO
ALEJANDRO VILORIA

El grupo se levantó y se fue hacia donde estaba


la fogata que colocamos ayer por la noche. Yo
decidí irme bajo un árbol grande que estaba
cerca para poder interiorizar y poder hacerlo
bien esta vez. Ellos tenían razón, yo debía
confrontar mis demonios y a mí mismo con
convicción.

Me recomendaron imaginarme en un lugar


tranquilo y apaciguado, donde yo pudiese
respirar paz y pudiese entablar una conexión real
con todo lo que necesito depurar. Y así lo hice.

Me imaginé a mí mismo en las orillas de una


playa. Una playa del sur, con piedras frías y el
agua gélida. Empecé a escuchar las olas
rompiendo contra un acantilado que estaba a la
distancia, lejos de mí. Olía a salinidad, me sentía
descalzo; sintiendo la arena fría bajo mis pies.
Aspiraba lentamente y exhalaba el aire. Todo
malestar y razón por la cual “debía” estar
estresado fue desapareciendo. Seguí las
instrucciones de todos para llegar a este punto.

Marco dijo que me dejase tocar por Jesús, que


sintiese sus manos sobre mi cabeza. Adrià me
sugirió arrodillarme ante Alá y suplicarle por mi
tranquilidad. Casia me motivó a meditar; decir
cosas buenas del mundo y lo que lo compone, al
son de un ritmo lento y tranquilo de ejercicio
PARADÓJICO REFLEJO
ALEJANDRO VILORIA

respiratorio. Ahmed me comentó sobre el


imaginarme en un lugar pacífico de mi gusto,
donde me sintiese en paz y pudiese dejar ir,
simbólicamente, mis problemas. Laurent fue
quien me atestiguó sobre el hablar solo, conmigo
mismo, con el dios en el cual creyese o me
llamase la atención, que hablase como si todos
mis problemas fueren a ser solucionados o
direccionados a una solución. Romeu, por último,
me habló sobre “mirar dentro de mí mismo”,
buscar a mi “maestro interior”, Jesús, y poder
entregarme a él y, de esta forma, conciliar la paz
y el camino para hallar mi felicidad.

Pensé muy bien en todo esto y lo fui reflejando


en aquel lugar dentro del bosque. Todo se hacía
muy real. Todo se hacía claro. Decidí caminar
hasta cierto punto de las aguas. El frío llegaba
hasta mis huesos, ya no sentía mis dedos. Las
aguas llegaban hasta mi pecho y me costaba
respirar.

-¿Qué haces aquí? – me dijo un niño que se


encontraba en una balsa. El niño tenía sus ropas
rotas y muy mojadas, sus labios estaban resecos,
como si tuviese días sin tomar agua potable.

-Estoy aquí para hallar la paz. – le contesté.

-Hay mucho frío, ¿cómo puedes hallar paz aquí?


PARADÓJICO REFLEJO
ALEJANDRO VILORIA

-A veces debes tocar fondo para saber lo que es


realmente la paz, niño.

El niño guardó silencio y empezó a flotar a mi


alrededor, se reía y chapoteaba para fastidiarme.

-¿Tú qué haces aquí? – le pregunté yo en un tono


obstinado.

Él se detuvo y se acomodó mejor sobre la balsa


hecha con tablas podridas de madera.

-Ya no lo recuerdo, –dijo en tono burlesco– pero


ya no importa. Esta es mi casa.

-¿No recuerdas nada? – le pregunté, ya con las


aguas llegando a mi cuello.

-Estoy aquí desde que tú eres como eres.

Me sorprendió su respuesta y él lo había notado,


a lo que empezó a reírse.

-¿A que soy como soy? ¿Quién eres tú?

Él dejó de reírse y me miró a los ojos


directamente y dijo:

-Yo soy tú.

Me quedé sin palabras y empecé a llorar, justo


en ese instante comenzó a llover sobre el mar.
PARADÓJICO REFLEJO
ALEJANDRO VILORIA

-¿Recuerdas cuando yo estaba triste y solitario?


– le pregunté al niño.

-Sí. Había flores en las orillas de la playa antes


de que te sintieras así. El ambiente no era tan
frío.

-¿Hace cuánto de ese momento?

El niño bajó la mirada y dijo:

-Tenías estas mismas ropas, este mismo corte de


cabello. Tenías mi edad. Fue cuando nuestra
abuela falleció.

Empecé a recordar: era un día después del


cumpleaños de mi abuela materna. Ella siempre
fue un personaje que se destacaba mucho por su
forma de ser bonachona y alegre. Era de un
corazón cálido y era muy sabia sobre las
decisiones a tomar en la vida. Compartíamos
mucho en familia cuando era apenas un infante.
Jugaba en sus jardines. Fueron buenos tiempos
junto a ella.

Ése día; justo antes, en su cumpleaños, se


encontraba en cama y no se sentía bien, pero
todos nos reunimos para compartir con ella de
igual forma.
PARADÓJICO REFLEJO
ALEJANDRO VILORIA

La abracé y sólo me dijo “Dios te bendiga”,


fueron sus últimas palabras para mí. Después de
ese día, en la madrugada, nos despertó en casa, a
mis padres y a mí, una llamada telefónica; era
una de mis tías quien llamó, entre lágrimas, que
mi abuela había fallecido. Puedo decir que, por
primera vez, y desde tan temprana edad, sabía lo
que era sentir aquel sentimiento de vacío y de
frío en el pecho. Una parte de mí murió ese día
junto a ella.

Estaba con esas ropas, dormí con lo que me


puse en su cumpleaños… las mismas ropas de ese
niño sobre la balsa: camiseta de a rayas rojas y
negras, con shorts marrones.

-No es justo. – reclamó el niño.

-¿Por qué no es justo?

-Porque ella no merecía morir, por lo menos no


en ese momento. Tú lo sabes muy bien.

-Simplemente le tocaba, pequeño. No somos


quiénes para decir cuándo debe partir alguien o
quién debe partir.

-¿Y quién puede? ¿Dios? ¿Por qué él sí? – me


reclamaba con una voz más desafiante. Yo sólo
guardé silencio.
PARADÓJICO REFLEJO
ALEJANDRO VILORIA

-¡Pareciese que no te doliese! ¡No te importa


todo lo que hizo por nosotros! ¡Por ello estás
solo! ¡Morirás solo! – me gritaba exasperado
aquel niño. El agua empezó a sofocarme, y la
lluvia aumentaba en cantidad y fuerza. Debía
decir algo, no podía huir. Debía hacerle saber a
ese niño la verdad. Ésa que yo tanto buscaba y
que no encontraba, hasta ahora.

-Ella ya vivió su vida, niño. ¿Acaso no


comprendes tú cuántas veces ella nos hizo saber
y sentir que estaba feliz? ¿Qué acaso no la
escuchabas cada vez que nos relataba una
historia de su pasado? Todos debemos morir,
nacemos y empezamos a morir, es por ello que de
esas historias que nos contó, ésas mismas que
nos cuentan siempre los ancianos de nuestra
familia y aquellos con quienes nos topamos en
nuestra vida, que debemos aprender a mejorar el
cómo vivimos. Nosotros morimos, pero debemos
vivir para llevarnos algo al morir. Nuestra abuela
se llevó mucho, y se llevó nuestro amor hacia
ella. ¿Es que eso no te basta?

El niño guardó silencio y empezó a llorar,


inmediatamente la lluvia empezó a cesar.

-No es fácil dejarla ir, y tú lo sabes. – murmuró


él.
PARADÓJICO REFLEJO
ALEJANDRO VILORIA

-Nunca ha sido ni será fácil dejar ir a alguien


que amas, mucho menos sabiendo que no lo
volverás a ver en esta vida. Pero eso sólo significa
algo hermoso que no comprendemos.

-¿De qué se trata? – me preguntó intrigado


aquel niño.

-Que nuestras vidas son más que un abrazo, más


que momentos y aprendizajes con las personas
que amamos y que amaremos o que
confrontaremos. Nuestra vida es un legado; algo
que dejaremos a aquellos que amamos y que
quedarán viviendo en este plano.

El niño secó sus lágrimas y mostró una sonrisa


de satisfacción. El agua del mar se calmó y pude
flotar con tranquilidad. Empezó a darme sueño y
el niño comenzó a hablar.

-Has crecido mucho desde aquella vez. Espero


que logres hallar tu verdadero camino. – me dijo.

No tuve oportunidad de pronunciar palabra


alguna cuando me quedé dormido sobre las aguas
frías de aquel lugar.

Sentí que pasó mucho tiempo y me dolía la


cabeza. No estaba bajo el árbol, estaba en otro
lugar. Esta vez era un desierto… hacía mucho
frío; era de noche. Estaba desorientado y todo se
PARADÓJICO REFLEJO
ALEJANDRO VILORIA

sentía tan real, podía ver las estrellas con


claridad, además de la luna llena; se veía gigante
y muy brillante.

Empecé a caminar, seguía a la osa mayor.


Aprendí sobre ello en documentales que
disfrutaba ver sobre supervivencia. Sentí que
caminé kilómetros, pero la noche seguía igual de
imponente. Pude ver a la distancia, sobre un
médano, una especie de luz amarillenta. Sin
dudarlo, continué mi camino hacia allá, y al
llegar, luego de unos veinte minutos caminando,
resultaba ser una fogata con una persona
contemplándola, sentada sobre un tronco seco y
muerto, cubierta con una clase de manta. La
persona estaba concentrada y parecía no
haberme notado, a pesar de estar, prácticamente,
en frente de ella o de él.

-Buenas noches, amigo. Disculpa que te


interrumpa y que llegue así aquí, pero estoy
perdido y no sé en dónde estoy ni cómo llegué
aquí. ¿Sabes en dónde puedo hallar el pueblo más
cercano? – pero él no contestaba. Su rostro
estaba cubierto con una bufanda y sólo sus ojos
muertos por la luz de la fogata podían verse.

Insistí varias veces, pero todo fue en vano, sólo


me escuchaba yo y el viento, de vez en cuando,
soplando sobre los médanos de este eterno
PARADÓJICO REFLEJO
ALEJANDRO VILORIA

desierto. Miraba las estrellas bailar sobre el


cosmos y cambiando de posición conforme la
tierra se movía también. Veía la luna alzarse
como reina sobre los cielos, pero la noche no
cambiaba; seguía igual de oscura, e igual de
tácita. Supe que seguía dentro de este sueño o
trance, ya no sabía cómo llamarle luego de lo que
viví en aquella playa fría con el niño.

Decidí hablar con él, como si estuviere


escuchándome, o siquiera oyéndome. Sentía que
era hora de hablar de mis amores imposibles, de
mis fracasos en el amor; desde todo punto de
vista. No sabía por qué, pero era lo que sentía
que debía dejar ir esta vez por alguna razón.

-¿Sabes algo? A pesar de no saber quién eres y


de que no me oyes, me siento bien acá. No sé si
podré regresar a mi sendero, pero me siento bien
hoy en esta noche. No he tenido días buenos
como estos; he sufrido bastante, muchas veces
porque así lo decidí.

Él o ella sólo hizo un movimiento; tenía oculto,


bajo aquellas telas que le envolvían, un palo de
madera seca con el que sólo agitó lasbrasas de la
hoguera.

-Yo me enamoré una vez, ¿sabes? No fue la


primera vez, tampoco fue mi primera relación,
PARADÓJICO REFLEJO
ALEJANDRO VILORIA

pero viví sentimientos muy fuertes con esa


persona. Quizás yo pueda relacionar esa persona
con este desierto frío, que, supongo, durante el
día es el mismísimo infierno; así era ella; era de
un carácter ardiente y voraz como sería este
desierto bajo la luz del sol del mediodía. Algunas
veces era tan fría como lo es este lugar en este
momento. Era difícil sobrellevar sus actitudes y
deseos, no era fácil comprenderla, pero lo
intentaba, pues le tenía aprecio.

Aquella persona seguía moviendo lasbrasas,


algunas saltaban fuera. No parecía mostrar
ningún interés en mí.

-Sufrí mucho, pues me gusta ser atento con las


personas que estimo, y me gusta recibir lo
mismo. Recibía, algunas veces, indiferencia de su
parte o cierto sarcasmo ante las atenciones
usuales que le daba con amor. Algunas veces, ella
se encontraba en situaciones difíciles en donde
no podía hacer nada. Me sentía impotente. Nos
queríamos, pero nunca hubo una conexión
sincera, o algo que pudiera denominar una
conexión. Me cuestioné mucho, y eso generó
otros fracasos en mis futuras relaciones.

Esa persona soltó aquel palo de forma abrupta y


comenzó a hablar. Su voz era femenina; sonaba
con mucha delicadeza.
PARADÓJICO REFLEJO
ALEJANDRO VILORIA

-No todos estamos hechos para el amor. – me


dijo ella.

-¿Por qué lo dices? ¿Por mi historia?

-No, sino que así como hay unos hechos para ser
carpinteros, hay otros que tienen otros talentos.
El tuyo no es el amor. Probablemente eres
cerrado con tus otros seres queridos; pagan las
penurias que viviste con esa mujer que dices
haber amado.

-Así ha sido algunas veces, pero ya no más.

-¿Cómo saber que no flaquearás? Tú le dabas


todo a ella, pero diste la espalda a los que sí te
cuidaban y estimaban. ¿Qué hay de tus padres?

Ella me miraba con dureza y pareciese que


mirase dentro de mí. El frío aumentaba, el viento
era tan helado que sentía que desgarraba mi piel.
No sentía los dedos de mis pies y de mis manos.

-No soy el mejor hijo, quizás nunca lo sea


realmente. – dije titiritando.

-No, no lo eres. Buscas satisfacer tu soledad.


Mira este desierto, así es tu corazón.

-¿Y por qué crucificarme por errar? ¿Qué hay en


que me sienta solo? ¿Qué hay en el que lo dé todo
a una persona que no lo merecía? ¿Qué hay en el
PARADÓJICO REFLEJO
ALEJANDRO VILORIA

hecho de haber fallado y haber dado la espalda a


quienes no lo merecían? ¿¡Qué hay en todo eso
sabiendo que soy un hombre más!? – dije
gritando, exhalando mi aliento cual niebla se
resbala por sobre los montes más altos.

Ella sólo se rió ante mi reacción violenta.

-¿Crees que es así de fácil? ¿Qué mientras exista


vida puedes corregir todo lo que destruyes? ¡No
podrías estar más errado!

El frío aumentó y podía ver mi piel pálida como


la luna. Asimismo, mis extremidades empezaban
a entumecerse con rapidez. Sentía que perdía mis
fuerzas, y sólo pude desviar mi mirada hacia la
hoguera débil y a la que ya sentía distante como
una estrella en el universo. Sólo podía hablar un
poco más, pero no sabía cuánto.

-Mientras exista vida, habrá solución para lo que


menos podamos imaginar, inclusive un corazón
frío y roto como el mío. Mis padres me dieron
todo y fui… No. Soy un ingrato. Nunca supe
valorar los detalles, sólo me enfoqué en lo que
quería, nunca en lo que necesitaba realmente.
Soy todo esto, inclusive más.
PARADÓJICO REFLEJO
ALEJANDRO VILORIA

-¿Y cuál podrá ser esa solución? – me preguntó


ella.

-No tengo ninguna verdad absoluta, sólo sé que


volviendo a casa y darle un abrazo a mis padres
sería un buen comienzo.

Ella se quitó los harapos y sábanas de encima.


Yo empecé a ver borroso todo mi alrededor, no
sentía ya el dolor del frío abrazador. Caí sobre la
arena gélida, y sólo podía verla a ella… vi su
rostro. Era “mi desierto”, la mujer que amé.

-Este fuego débil que lucha por sobrevivir es


como tú. Lucha para sobrevivir a su entorno.
¿Dejarás que el frío del desierto te carcoma? ¿O
serás el fuego que traiga nuevamente el calor a
este desierto muerto?

Mi visión se desvaneció. No supe más nada…


sentí que pasaron años. Fue allí cuando desperté.
Me encontraba sentado, dentro de una cabaña la
cual se veía muy antigua y húmeda. Delante de
mí había una mesa con una hoja de papel y una
pluma con tinta a su lado, también una vela a
medio consumir por el fuego.
PARADÓJICO REFLEJO
ALEJANDRO VILORIA

-Escribe algo. – me dijo alguien en la oscuridad


que inundaba el fondo de la cabaña.

-¿Quién está allí? – pregunté.

-¿No reconoces tu propia voz? – me dijo él con


una voz ronca y rasposa.

-¡Muéstrate! – le exclamé con fuerza.

Él sólo se asomó en la ventana. La luz de,


supongo yo, la luna iluminó su rostro. Era un
anciano barbudo.

-Me parece raro que no me reconozcas. – dijo él


desde la ventana.

-¡Ya basta! ¡Dime quién eres!

Él guardó silencio y se acercó a la mesa. Lo


pude observar mejor, se parecía mucho a mi
padre, pero no era él.

-Debes calmarte – dijo él con un tono de voz


fanfarrón y burlesco –. Yo siempre he estado
contigo; tú demuestras gran parte de mí en ti. Yo
soy tu Maestro.

Sentí cierto escalofrío en mi espalda cuando él


me dijo esto.
PARADÓJICO REFLEJO
ALEJANDRO VILORIA

-¿Mi Maestro? No tienes aspecto de ser un


maestro o alguna clase de sabio. No juegues
conmigo, anciano.

Él se echó a reír lentamente. Pude notar que


exhalaba su aliento de color blanquecino, como si
estuviésemos a temperaturas bajo cero.

-No todo es lo que parece ser, niño. Confía en


mí. Olvidemos todo esto, debes escribir sobre esa
hoja que tienes frente a ti.

-¿Qué debo escribir?

-Tu más grande deseo.

Miré la hoja y tomé la pluma. No sabía sobre


qué escribir, y las dudas volvieron a mí; me
arroparon cual camisa de fuerza. Mis manos
comenzaron a sudar, y sentía un gran vacío en mi
estómago.

-¿Qué sucede, niño? ¿Acaso nunca has deseado


nada? ¿No posees fuego en ti? – me preguntaba
ese anciano, presionándome, burlándose de mí.
Decía ser mi Maestro, lo repetía varias veces.
Escuchaba sarcasmos, ofensas de su parte, y mi
hoja permanecía en blanco.

Sentí que pasaron horas, horas muy lentas y


agonizantes. La vela no se consumió más desde
PARADÓJICO REFLEJO
ALEJANDRO VILORIA

donde la vi, a la mitad. Empecé a inhalar y a


exhalar lentamente, cerré mis ojos para intentar
concentrarme. Algo me decía que ese lugar no
era ni remotamente parecido a mi Santuario, a mi
verdadero interior. Era una trampa de alguna u
otra forma.

-No eres nada. Nunca valiste la pena, pero aquí


te tengo; siempre he de abrazarte, ¿no que no
eras alguien fuerte? Qué desperdicio. –
continuaba el anciano insultándome.

-No escribiré nada para ti.

Él se quedó mirándome con profunda ira.


Abruptamente, golpeó la mesa, rompiéndola en
una esquina.

-¿¡Acaso estás probando mi paciencia, niño!?


¡Escribe algún maldito deseo tuyo! – me gritaba y
escupía.

-No lo haré –dije calmadamente–. No eres nadie.


No mereces conocer mis deseos más profundos.
Sólo conoces de mis derrotas, de mi pasado. No
sabes qué soy actualmente, mucho menos qué
haré en el futuro. Eres sólo una sombra más.
PARADÓJICO REFLEJO
ALEJANDRO VILORIA

Él rompió en carcajadas enfermizas. Luego


empezó a gritar con locura y con mucha fuerza
hasta quedar ronco, dejando así su voz inhumana
sin posibilidad de ser comprendida. Empezó a
murmurar cosas que no lograba entender.

Decidí levantarme de la silla, pude escuchar la


tormenta azotar con más fuerza, causando
filtraciones en el techo de madera de la cabaña.
Volteé y pude notar una puerta, la principal
supuse yo, la cual nunca pude notar en las largas
horas que estuve sentado. Era hora de
marcharme.

-¡No irás a ningún lado, maldito niño! – me dijo


él con la poca fuerza en su voz que ya tenía.

-Tú no eres ningún maestro, sólo eres un peso


innecesario. Siempre estuviste conmigo; ya te
reconozco, eres mi reflejo… acumulaste todo lo
malo que hice y que pensé. Acumulaste mis
fracasos, mis malos deseos, mis berrinches, mis
egoísmos. Acumulaste mis miedos, mis dudas, mi
cobardía. Te hiciste muy viejo antes de lo que te
correspondía; mi podredumbre te erosionó y ya
no tienes remedio, pero yo sí.
PARADÓJICO REFLEJO
ALEJANDRO VILORIA

Él se quedó catatónico y se puso de rodillas en


el suelo, pude escuchar algunos sollozos. No sentí
pena, no sentí malestar, sólo piedad. Era hora de
marcharme.

-Oraré por ti, anciano. – le dije al final. Abrí la


puerta y di mi primer paso hacia mi libertad.
Consolé a mi inocencia, me humillé ante el amor,
puse de rodillas a mis errores… ya no soy lo que
soy… No, ahora sí soy lo que soy, y ya era hora de
empezar de nuevo.
MISTERIO DE AMOR
ALEJANDRO VILORIA

MISTERIO DE AMOR

El amor es la base de nuestro ser; el río que


buscamos para saciar nuestra sed. Nacemos
ciegos, pero sedientos. Sabemos que tenemos
sed, pero no sabemos que necesitamos agua del
río; agua pura y fría que calmaría hasta la sed
más quebrajosa. ¿Cómo llegar al río sin saber en
dónde está? ¿Cómo saber cómo es el río sin
siquiera saber cómo luce? Es nuestro enigma de
vida. Algunos llegan y se bañan en el río, otros se
pierden en el camino y lo primero que consiguen
es lo que usan para intentar saciar su sed.

¿Nos volverá a dar sed una vez lleguemos al río?


Siempre tendremos sed, pues, al final,
dependemos del agua del río, pero estaremos en
él y siempre estaremos accediendo a sus aguas
blancas. ¿Qué otras cosas pueden llenar esta
necesidad? Lo que sea que tú veas; cualquier
cosa en este mundo puede ser usado para
intentar suplir al río, pero tu sed será más
grande, hasta que eso que tú usas, a eso a lo que
tú te aferras, no pueda llenar aquella necesidad.
Esto se vuelve un vicio, y este vicio te hace
esclavo. ¿Llegarás al río o serás esclavo de ti
mismo?
MISTERIO DE AMOR
ALEJANDRO VILORIA

Mira hacia atrás, ¿hace cuánto dejaste atrás la


vida que se acercaba al río y hace cuánto vagas
en el desierto? Sólo tus huellas conocen la
respuesta, pues, inclusive tú mismo puedes
desconocer las razones y el por qué.

Somos seres dependientes, lo seremos siempre.

Abrí mis ojos, y tenía lágrimas bajando por mis


mejillas. No sabía cuánto tiempo pasó. Veía a lo
lejos la tienda encendida, ya caía la noche.

Me costó levantarme. Supuse que pasaron


varias horas desde que caí en este “trance” mío.
Fue muy real y aún recuerdo con frescura mucho
de lo que soñé… o de lo que viví.

Me dispuse a ir hacia la tienda y al llegar me


topé con Adrià quien estaba cocinando la cena; le
tocaba a él por esta noche.

-¡Vaya sorpresa! ¡Pensé que te quedarías todo el


día bajo ese árbol!

Yo sonreí y le di unas palmadas a Adrià.


MISTERIO DE AMOR
ALEJANDRO VILORIA

-Me gustó mucho la experiencia. ¿Ustedes lo


han hecho antes?

Adrià salteaba los vegetales con fuerza y con


pasión, a lo que me dijo al ritmo de sus
movimientos de brazo con el sartén:

-Todos pasamos por esa experiencia, para


algunos fue algo hermoso y para otros fue una
experiencia amarga. No sabemos el por qué, pero
esos sueños se tornan vividos y uno sueña lo que
debe soñar, sea esto bueno o malo.

-Entiendo. Hay muchas cosas que siguen


revoloteando en mi mente –le dije a él mientras
iba de allá para acá con ingredientes para lo que
estaba preparando–. ¿Qué sigue ahora, Adrià?
Hoy es la penúltima noche según tengo
entendido.

-Debes ir con Marco. Él está cerca del río. –me


dijo él en medio del calor de lo que cocinaba. Salí
de la tienda y fui de camino al río.

Al llegar, Marco se encontraba buscando rocas


en la orilla.

-¿Qué planeas hacer con esas piedras del río? –


le pregunté.
MISTERIO DE AMOR
ALEJANDRO VILORIA

-Son para una fogata que haremos más tarde.

-Ya veo. Adrià me mandó contigo, no sé


precisamente para qué.

Marco me miraba de reojo a la par de su


búsqueda de las piedras ideales para su fogata.

-Es para que me ayudes con esto. – me contestó.


Yo sospechaba un poco, puesto que él ya tenía
varias piedras de varios tamaños, las suficientes
como para armar la rueda para una fogata.

-Está bien, ¿qué necesitas?

-Un poco de leña. Cruza el río por esas rocas


que están a tu izquierda y del otro lado habrá
troncos de árboles caídos.

Acaté la encomienda y fui por algunos troncos.


Armamos la fogata, y sólo quedaba el fuego.
Debíamos esperar a Ahmed por el fuego.

-Cuéntame, Marco, ¿esta fogata se hace cada


vez que se reúnen?

-Así es. Es la fogata de nuestra celebración, la


penúltima noche.

-¿Y qué celebran ustedes?

-Celebramos nuestra unión. Se llama ágape.


MISTERIO DE AMOR
ALEJANDRO VILORIA

-¿Qué es eso? – pregunté con extrañeza.

-Es la máxima expresión del amor. Es la


fraternidad entre personas que se consideran
hermanos. Para expresar esto debes entender
bien de qué se trata el amor.

Empecé a entender por qué Adrià me envió con


Marco; necesitaba escucharle y entender qué era
realmente el amor, dejando atrás todo lo que yo
pensaba que fuese esto.

-¿Qué es el amor para ti? – le pregunté.

-Ahí está el primer error; el amor no se debe


definir por lo que la persona considere que es. El
amor es universal, uno solo. No hay diferentes
tipos de amores; compartes de diferentes formas
el mismo amor, de acuerdo a la persona, pero sin
desviar la esencia del amor.

-¿Y entonces qué es?

-Es dar todo sin esperar nada a cambio, sólo por


el hecho de contribuir a la felicidad del otro.

Marco cambió abruptamente el tema a


preguntas sobre el trance que viví y no volvió a
tocar el tema. El resto de cosas que pregunté las
evitaba con un simple “pronto lo sabrás” y una
sonrisa.
MISTERIO DE AMOR
ALEJANDRO VILORIA

Ahmed vino con un encendedor y un poco de


combustible para facilitar la realización del
fuego; lo encendió y el fuego empezaba a devorar
toda la fogata y las estrellas se empezaban a
asomar una a una en el firmamento.

-Noto muchos cambios en ti. – me dijo Ahmed.

-¿Te parece? Me siento diferente, pero aún


siento que me faltan muchas cosas por aprender.

Ahmed se río y me dio una palmada en la


espalda.

-¡Nunca nadie termina de aprender en la vida!


Siempre nos quedaremos cortos en conocimiento,
es por eso que hay que apreciar lo poco que
sabemos y tenemos.

-Adrià ha tardado con la comida, iré a ayudarle.


– comentó Marco.

-¿En dónde estarán Laurent y Romeu? –


preguntó Ahmed.

-Tendrán actividades asignadas, ¿no? – comenté.

-Lo último que supe de ellos era que buscaban


agua en un pozo a unos quince minutos de
camino.

-Iré a buscarles. ¿En dónde es, Ahmed?


MISTERIO DE AMOR
ALEJANDRO VILORIA

Ahmed me señaló el camino bajando hacia


donde las aguas de río desembocan. Caminé y
llevé conmigo mi linterna, pues se hacía cada vez
más oscuro en el camino. Las estrellas estaban
colmadas en el cielo.

Al llegar al lugar, según me describió Ahmed,


encontré el pozo, uno que se veía bastante
antiguo. Pude ver dos siluetas en la orilla del
pozo y los iluminé con la linterna.

-¿¡Quién está ahí!? – pregunté con cierto temor


y estrés.

-Somos nosotros, tranquilo. – me dijo riendo


Laurent.

-¡Se han tardado bastante! – exclamé.

-No pasa nada. Tenemos el tiempo medido.


Relájate, mira el cielo. ¿No es hermoso? Uno
debe descansar de vez en cuando de nuestra
mecánica humana. – dijo Romeu.

-¿Qué tienen allí?

-¿Esto?–preguntó Romeu mientras levantaba la


botella que tenía entre él y Laurent–. Es vino
tinto, ¿quieres un poco?
MISTERIO DE AMOR
ALEJANDRO VILORIA

En otras circunstancias habría declinado, pero


esta vez, quise vivir y no pensar. Me senté con
ellos a tomar vino y a mirar las estrellas.

Me puse a pensar en la última vez que bebí vino


y fue en casa de Fausto, hace muchos meses
atrás. Era una noche como esta, pero no había
alegría. Es difícil de describir; era como estar en
un juicio, un holocausto mental y verbal para con
personas a la cuales él les plantaba una cara
amigable y estos al irse él destruía con su vasto
conocimiento y punto de vista sobre lo que
conversaban. Era una noche larga y falsa.

¡Cómo cambia un día o una noche, sólo por el


hecho de tener las personas que tienes en tu
vida! Me sentí muy vivo en ese momento. Sólo
conversaba con Laurent y Romeu sobre
banalidades, y eso me hacía sentir una llama por
dentro. No sabría definirlo, pero se sentía bien.

Después de lo que pienso y fueron cuarenta


minutos o una hora más o menos, nos dirigimos
alebrestados hacia el campamento con el agua
encomendada.

-¡Aquí estamos! – anunció Romeu con su aliento


empañado de vino.
MISTERIO DE AMOR
ALEJANDRO VILORIA

-¿¡En dónde estaban ustedes!? ¡Nos tenían muy


preocupados! – nos reclamaba Marco.

Nos echamos a reír los tres y Laurent puso el


agua a los pies de Adrià.

-No importa en dónde estábamos, acá está la


preciada agua. – dijo Laurent.

-¿Y la comida está lista? – pregunté.

Marco y Adrià me miraron un poco obstinados y


me respondieron al unísono:

-Ya la trae Casia. Pudieras ir a ayudarla.

Yo sentí que mis orejas se calentaron como dos


ollas que hervían agua. Y sentí que los
muchachos se habían dado cuenta de ello. Me
puse nervioso sin razón alguna.

-¿¡Qué estás esperando!? ¡Ve! – me gritó Marco.

Me dispuse a apresurarme y a tratar de bajarle


los humos al licor en mi cuerpo, no quería dar
una mala impresión de mí ante Casia.

Fui corriendo y en el camino sudé bastante.


Llegué a la tienda y Casia estaba ordenando la
comida para llevarla.
MISTERIO DE AMOR
ALEJANDRO VILORIA

-¡Aquí estoy para ayudarte! – dije jadeando del


cansancio. Casia sonrió y me señaló que llevase
los platos que ya tenía ordenados.

-Te cuidado, son platos de cartón y los


movimientos bruscos harían que se desparrame
la comida.

-Están en buenas manos, Casia. Tú tranquila.

Me dispuse a partir con cuatro platos. Estaba


nervioso y no quería que se cayesen. Pude llegar
a la fogata con todos los platos intactos. Sin
embargo, faltaba un último viaje de platos, ya que
eran de degustación. Todos en la fogata se
mofaban de mí y me llamaban mesero.

Llegué nuevamente a la tienda y terminamos


Casia y yo de repartirnos lo que quedaba para
irnos a la fogata con los demás. Empezamos a
conversar en el camino.

-He notado grandes cambios en ti. ¡Estoy muy


contenta! – me dijo ella muy entusiasmada. A lo
que pude sólo sonreír y sonrojarme.

-He cambiado. – le respondí.

-Y siempre habrá más cosas por conocer y por


aprender.
MISTERIO DE AMOR
ALEJANDRO VILORIA

-Tengo un nuevo concepto sobre mí mismo.


Todo gracias a ustedes.

Casia me miró con ternura y volvió su mirada


hacia el camino.

-No. No nos agradezcas eso a nosotros.

-¿Y por qué no habría de hacerlo? ¡Ustedes me


cambiaron completamente!

Casia volvió nuevamente su mirada hacia mí. Me


miró directamente a los ojos con sus dos espejos
color esmeralda:

-Porque nosotros sólo somos instrumentos. La


vida es mucho muy profunda y es más que simple
deseos y aspiraciones. Era nuestro destino
conocernos y que vivieras esto. Si rechazabas el
momento en que Ahmed te ofreció venir,
entonces lo habrías vivido en otro momento, de
otra forma muy diferente a esta y con otras
personas.

-Entiendo. – contesté.

-Estoy feliz que haya sido de esta manera.


Somos más que simple animales que sobreviven
en el mundo. Somos más que eso y es algo que
MISTERIO DE AMOR
ALEJANDRO VILORIA

debemos disfrutar al máximo; es un regalo esto


que llamamos vida.

Mientras Casia hablaba de estas cosas, volví a


mirar al cielo por unos pocos segundos para
grabar las estrellas en mi mente. Ella tiene razón;
somos más que esto que sentimos y vemos.

Al salir de nuestra burbuja, todo se hace


desconocido e inmenso. Sentimos miedo,
curiosidad; nos sentimos pequeños ante el
enigma de todo lo que existe y que desconocemos
en nuestras limitaciones. Pero, de momento, mi
existencia se limitaría a esta comida y a esta
fogata con estas personas que trabajaron en abrir
mis ojos, o que la vida usó para que eso
sucediese. Era momento de celebración y no de
sentirse pequeño e insignificante.

Llegamos a la fogata y comenzaría nuestra


celebración. Todo estaba listo. Romeu se levantó
para decir unas palabras ante nosotros.

-Un nuevo encuentro en un nuevo año. Ya me es


costumbre compartir con ustedes; ser uno con
ustedes. Somos personas que tenemos caminos
distintos y que pensamos y sentimos diferente.
Todos seguimos caras distintas de nuestro
creador –se detuvo un momento, suspiró y
continuó–… Mejor dicho, conocemos porciones
MISTERIO DE AMOR
ALEJANDRO VILORIA

más o menos completas de nuestro creador; todo


en función de nuestra fe y de nuestro obrar. ¡Qué
delicia compartir con ustedes! ¡Ustedes son mis
hermanos! –Romeu me miró de repente y me
señaló–. Y tú que viniste buscando verdades,
ahora eres parte de nosotros. Estoy complacido
de tenerte y de verte con otros ojos y otro
semblante.

Todos aplaudieron y sonrieron a Romeu ante


tales palabras.

-Nos juntamos hace tanto tiempo. Éramos pocos.


Se fueron sumando uno a uno y siempre somos
más que en el pasado. Ustedes forman parte de lo
que yo creo y de lo que predico ante las personas.
Podremos discrepar en algunas cosas, pero en el
amor estamos unidos. – dijo Marco.

Todos estaban felices y decían todo lo que


sentían. Yo decidí reservarme mis palabras
porque ya todos sabían lo que sentía y cuán
agradecido estaba yo con su trabajo en mí.

Entre tantos talleres, temas, charlas y


conversaciones, todos concordaban en algo que
resultó ser muy valioso para mí, era el amor. Esta
fogata, estas sonrisas, este compañerismo, esta
MISTERIO DE AMOR
ALEJANDRO VILORIA

hermandad que es contagiosa. El sentirse


apoyado, el servir de apoyo a los demás, esto es
una pequeña muestra de amor.

El amor es más profundo que el mismo vacío del


universo del cual tanto aprendí en Livingstone. El
amor es un misterio si nos vamos a la
representación bíblica, o a cualquier otro texto
religioso que hable y señale al amor. El amor de
un creador es más que el calor del prójimo en los
diferentes momentos de nuestras vidas. Es algo
que escapa de nuestras manos. Es sacrificio y
sufrimiento, porque lo estás dando todo de ti en
cuerpo y alma por una persona que no conoces y
que no sabes si volverás a ver.

Salir a las calles a dar amor aquellos que viven


encerrados en su burbuja como yo viví y como,
aún considero, vivo actualmente, es doloroso y
difícil. El rechazo, la burla, el frío; todo lo
contrario a este fuego que es emanado de estas
personas que abrieron sus puertas a mí, todo eso
es un misterio. Es más que hacerlo por una
satisfacción propia.

Este amor no es condescendencia y no es una


lobotomía a achante nuestro como seres
humanos.
MISTERIO DE AMOR
ALEJANDRO VILORIA

“La peor pobreza es la que existe en nuestro


corazón, pues al hambre la sacias con comida, la
sed con agua, el frío con ropa cálida y con un
techo que te abrigue, pero dentro de ti el saciar
tu vacío es algo que empieza por tu decisión de
escapar de esa oscuridad, pues lo único que
tienes es tu libertad, de resto dependes del amor.
El amor es la columna de tu felicidad. Este
misterio nuestro no es algo que vas a ver en
libros ni en la calle, es algo que te toca vivir y que
debes aprender a impartir. Este misterio que nos
envuelve acá y ahora no se puede descifrar, pero
sí se debe vivir a plenitud.”, dijo Casia cuando
habló.

Mañana era el último día. No sé qué pasará


después, pero después de que termine esto
empezará una nueva vida para mí.
ETERNIDAD
ALEJANDRO VILORIA

ETERNIDAD

-Mamá, ¿por qué hay tanta maldad en el mundo?


– le pregunté a ella. Tenía once años y me estaba
iniciando en un ministerio de música cristiana.
Quería ser músico, uno muy bueno, y en ese
grupo había buen balance y armonía entre los
integrantes.

-Es difícil de responderte, hijo. Todo radica en


que nos hemos alejado de nuestro Señor. ¿Por
qué me preguntas así de pronto?

-No lo sé, surgió esa duda en mi mente. ¿Y cómo


podemos cambiar el mundo?

-Obrando bien día a día y orando a nuestro


Señor, así podrás cambiar este mundo.

No quedé satisfecho con esa respuesta. Surgían


más dudas en mí en tan corto tiempo y a tan
corta edad. Traté de dejarlo ir y enfocarme en la
música.

Fui a mi primer ensayo con mi guitarra y todos


quedaron satisfechos con mi habilidad, que, a
pesar de ser básica, cumplía con sus
expectativas. La música cristiana no es difícil;
ETERNIDAD
ALEJANDRO VILORIA

generalmente maneja los mismos acordes y


vueltas melódicas.

Mi rutina se convirtió en salir de clases, hacer


mis tareas, comer, asistir a los ensayos, volver a
casa, comer y dormir. Nunca conversaba con mis
padres. Los acompañaba los domingos a la iglesia
y me ofrecieron formar parte de uno de los
diferentes cultos que estructuran la misma.
Quería pensarlo. Me gustaba mucho la música y
estaba satisfecho con eso.

Asistíamos a una iglesia adventista. A mi corta


edad veía espectáculos muy escandalosos y me
daba miedo algunas veces ir. Papá y mamá eran
muy rudimentarios con su forma de criarme
algunas veces, y en el ámbito eclesiástico me
trataban así: como un simple niño, en donde ya
habría algún momento en donde yo entendería
todo, cual robot.

Mis padres eran muy respetados en la iglesia,


pues ayudaban al pastor con el diezmo. Siempre
les acompañaba un miércoles al mes para que
contasen el dinero. Fue un miércoles de
noviembre en donde les acompañé con es usual;
ellos nunca me dejaban pasar al cuarto donde
contaban, por tanto, me quedaba por la iglesia
vagando o jugando con mis juguetes. Ese día fue
ETERNIDAD
ALEJANDRO VILORIA

diferente, pues decidí averiguar cómo contaban o


qué hacían.

Me escabullí hacia el pasillo en donde estaba el


salón, y cuidadosamente me asomé por la
ventana de la puerta, vi algo que no logré
comprender al estar contemplando lo que hacían
por largos segundos. Veía a mi mamá contando el
dinero y guardando una parte en su cartera y
otra en una caja que se veía bastante pesada. Mi
papá sacaba las cuentas en una calculadora y
anotaba en un cuaderno lo que, supuse yo, era el
monto de cada cuenta.

Se veían algo apurados, decidí regresar a la


iglesia como tal, y cometí el primer gran error de
mi vida: callarme y no decir nada. Ya de por sí mi
vida tenía muchas dudas sobre el mundo y la
religión, y al ver esta acción de parte de mis
padres, me sumergí en el desasosiego. No pude
contarle a nadie, y me fui distanciando poco a
poco de mis padres; no conversaba casi con ellos
y fui siendo más brusco en mi decisión de no
volver a la iglesia.

Consideré que así como ellos hacían eso, debían


haber muchos más hipócritas allí y en cualquier
iglesia, sin distinción de religión. Etiqueté de
mentira al cristianismo y sus similares. No dije
nada, pero las consecuencias se manifestaron en
ETERNIDAD
ALEJANDRO VILORIA

mi vida. ¿Qué peor castigo para unos padres tan


apegados a una iglesiaen donde son conocidos,
sino tener a un hijo que se distancia de la fe de
ellos y de su iglesia?

Los años pasaron y ese simple vistazo por esa


ventana generó cambios drásticos en mí; dejé la
música y me enfoqué en mis estudios con mucho
esfuerzo. Me convertí en administrador, pero dejé
de lado a mis amigos, vecinos, familia, todo. Lo
que era una eternidad placentera en mi infancia,
se volvió un infinito agrio en mi vida y eso fue
creciendo en mí. Al sol de hoy mis padres
desconocen que les vi haciendo eso. Al sol de hoy
esa herida aún no sana, pero eso pudiere
cambiar. Si bien no estoy identificado con la fe
que profesan y que aún no logro hallar la ruta de
mi fe, debo sanar esa herida con ellos. Debo
hallar mi eternidad.

¿Cuán infinita puede ser una herida? ¿A cuántas


generaciones pudiera alcanzar? Un error puede
desembocar un bosque de espinas; tus hijos
pudieran sufrir consecuencias por estupideces
tuyas. Eso me dijo un profesor de la universidad
un día de esos, y tiene razón. Mis padres, en mi
infancia, me dieron todo, no me faltó nada. Me
dieron educación, ropa, comida. Me amaban a su
manera… Sin embargo, no se comunicaban
ETERNIDAD
ALEJANDRO VILORIA

conmigo. Un simple error, una simple mala


costumbre que persigue a tu familia de
generación en generación, puede transformar el
futuro de tu legado, tus hijos; un abrazo que
dejas de dar, unas palabras, un acto de amor.

Mi vida se fue congelando y perdí gran parte de


mi juventud por ello. Mis padres no me conocen
realmente, ¿¡cuán espinoso puede ser eso!?
Mucho. Cada persona tiene su tragedia en este
mundo; tienen un peso con qué lidiar. Nuestra
vida tiene un bosque con más o menos espinas.

¿Cuántas espinas dejarás tú, o dejaré yo en el


futuro? ¿Qué será el legado que dejaremos?
Siempre hay tiempo para rectificar, pero no es
eterno, tampoco es infinito, su existencia es
mortal en nuestras vidas. Tu fe, tu manera de ser,
tu forma de pensar, tu forma de expresarte y de
actuar, todo está relacionado con el huerto de tu
hogar. Siempre podrás cambiar en el camino, ya
cuando tienes noción de lo que tú eres, pero no
todos corren con esa dicha.

¿Cuántas espinas dejaremos? ¿Y cuántos pétalos


brotaremos?
ETERNIDAD
ALEJANDRO VILORIA

Llegó el último día del campamento al cual


Ahmed me invitó. Fueron cinco días en total, en
donde viví charlas de todo tipo y de diferentes
religiones que convergían en el afecto que se
tienen todos entre sí. La mañana fue perezosa;
limpiamos cualquier suciedad que dejase la
fogata de anoche y nos dispusimos a pasar el
resto del día dispersos y en silencio, como cuando
yo lo hice y entré en ese trance profundo. Tenía
fijado en mi mente conversar con mis padres
sobre lo que hicieron hace tantos años y
encontrar respuestas y paz con ello, después
vería qué haría con mi vida.

Así sin más, cayó la noche. El crepúsculo avisó


sobre el “ritual de celebración” del que tanto
ETERNIDAD
ALEJANDRO VILORIA

hablaron anoche y en lo poco que conversamos


durante el día. Romeu notificó que usásemos
nuestras mejores ropas para ello, no podíamos
comer nada. Nos encontraríamos en el camino
que nos lleva al pozo. Me puse una camisa
blanca, un bluyín y mi par de zapatos deportivos.
Era lo que me quedaba de vestimenta limpia.
Entre otras cosas que supe, cada uno elabora
esta celebración de forma particular; es decir, en
cada reunión anual asignan al que hará la
celebración y este la ejecuta en plena libertad
como mejor le parezca que esta deba darse. Este
año le tocaba a Romeu.

Llegó la hora y él nos llamó con un silbato para


anunciar que todo empezaría. Nos ordenó en una
fila y nos miró a todos en silencio. Pude mirar al
resto: Ahmed llevaba un pantalón de vestir y una
camisa blanca con corbata azul, Laurent portaba
un flux negro y una camisa azul sin corbata y un
bluyín similar al mío. Adrià tenía una camiseta
bastante llamativa con varios colores y Marco
también estaba de flux y con un pantalón de
vestir. Casia, por su parte, traía un vestido de
flores, tipo coctel, se veía hermosa. Todos nos
veíamos bien, a pesar que había muchas
contradicciones en nuestra vestimenta.
ETERNIDAD
ALEJANDRO VILORIA

-Estas son nuestras mejores ropas, y esta es


nuestra última noche en este campamento.

Romeu estaba vestido con una camisa negra y


un pantalón de vestir, pero portaba una cruz de
metal, se veía bastante usada y vieja, pues había
perdido el brillo.

Todos se veían contentos a la espera de lo que


Romeu tenía preparado. Él nos mandó a
colocarnos en forma de círculo de forma que nos
viésemos los rostros. Nos mandó a cerrar los ojos
y él empezó a orar:

-Oh, Padre, tú que estás entre nosotros y que


enviaste a tu hijo para que cargase con nuestros
pecados, bendice cada hogar de cada uno de
estos mis hermanos. Bendice sus corazones y sus
mentes; que toda acción sea en Tu nombre.

Luego procedió a rezar el Padre Nuestro y los


cristianos del grupo rezaron con él. En cambio,
Casia, Adrià y Ahmed permanecieron en silencio
con sus ojos cerrados; como si rezasen en sus
mentes a su manera alguna oración equiparable a
la que recitaba Romeu. Yo oré con él, incluso
Laurent que no sigue ninguna religión específica
como yo nos acompañó en la oración. Sentí mi
corazón colmándose de alegría.
ETERNIDAD
ALEJANDRO VILORIA

Cada quien hizo algunas peticiones y luego


Romeu nos mandó a colocar en fila horizontal,
uno al lado del otro, con respecto al camino en
donde estábamos.

-Caminaremos hasta donde podamos, y


regresaremos apenas se canse el primero. Esta
caminata la haremos por nosotros, por nuestro
hermano, aquel que tenemos a nuestro lado. No
podemos soltarnos las manos. Cantaremos al
cielo cualquier canción de alabanzas. No importa
nuestra cultura ni nuestra religión – nos anunció
él.

Todos nos miramos y nos sonreímos los unos a


los otros. Me sentí en familia, como aquella
infancia mía, donde a pesar de que mis padres no
se comunicaban lo suficiente conmigo, estábamos
juntos en nuestras imperfecciones. Así debería
ser siempre. Empezamos a caminar,
primeramente en silencio. Nos acompañaban la
luna llena y las estrellas. El sonido del bosque nos
envolvía a todos.

Romeu, quien estaba al extremo derecho de


primero, sacó una campana, la cual se veía
oxidada y vieja, y la empezó a sonar, silenciando
el canto de los búhos de alrededor. Daba una
tocada seca cada diez segundos más o menos, y
el bosque quedaba estoico. Era como magia ante
ETERNIDAD
ALEJANDRO VILORIA

mis ojos. Pude verlo murmurar algunas palabras,


considero que eran algunos rezos para el
momento.

Empezó a cantar y nos enseñó su canción hacia


Dios. No había cansancio alguno. Luego cada uno
procedió a cantar alguna canción de culto
tradicional de la tierra de cada quien. Nunca
pensé que se pudiese manifestar con tanta
homogeneidad y armonía algo como esto. ¿Qué
pasaría si todos los hombres del mundo se
uniesen de esta manera?

La caminata era como transitar en la eternidad.


La cálida eternidad; como si uno se dirigiese
directamente al cielo, dejando todo atrás.
Dejando el tiempo, la materia, los pensamientos,
las preocupaciones, las alegrías, las tragedias.
Caminé junto a ellos, muy lejos. Jamás
caminamos así. La luna estaba en su punto
máximo en el firmamento. Miré al suelo en un
momento de lucidez y vi mis zapatos sucios hasta
los tobillos por la tierra del camino.

-Estoy agotado. – dijo Marco. Todos lo miraron y


se rieron.
ETERNIDAD
ALEJANDRO VILORIA

-Yo también lo estoy, pensé que nadie lo diría. –


dijo Adrià.

-Entonces es hora de regresar. – dijo Romeu,


jadeando un poco.

-¡Yo puedo continuar! – exclamó Casia. Todos la


miraron con asombro, pues vestía sandalias de
tacón y caminamos aproximadamente como tres
horas.

Nos sentamos a descansar, fue allí cuando sentí


el dolor en mis tobillos y gemelos. Nunca olvidaré
esta experiencia tan íntima conmigo mismo y con
ellos. En estos pocos días que estuve en el bosque
acampando jamás pensé que podría aprender
tanto de gente joven como yo y de tan diferentes
culturas y religiones.

Era hora de regresar a casa. Llegamos al


campamento, era plena madrugada. Siempre se
terminaba a esta hora, según me dijo Adrià en el
camino de regreso. Se recogió todo con premura
y se limpió la zona con rapidez a pesar del
agotamiento.
ETERNIDAD
ALEJANDRO VILORIA

Ahmed nos reunió y nos colocamos en círculo


nuevamente. Allí me di cuenta que todo terminó,
pues dio unas palabras de despedida, donde cada
quien volvería a su vida y a su rutina. Nos
abrazamos todos y nos dimos buenos deseos y
palabras cálidas de afecto.

“Espero que tu vida tenga cierto orden a partir


de ahora. ¡Eres importante! ¡Puedes hacer
grandes cosas!”, me dijo Marco.

“¡Este es el tú que quería ver en ti! ¡Esto es lo


que siempre quise ver cuando te vi por primera
vez! Espero verte pronto. La vida traerá grandes
cosas para tu existencia.”, me dijo Laurent.

“Nada sucede por casualidad. Todo tiene un


sentido. Recuerdo aquel día, no hace mucho,
cuando nos conseguimos por primera vez en
aquel lugar donde yo meditaba a orillas de las
aguas. Todo tiene una razón, y nunca pensé que
tú serías ahora un hermano más en mi vida.
Espero todo lo que sueñas sea cumplido y
alcanzado por ti. Cuentas conmigo y con mis
oraciones.”, dijo Ahmed.

“Alá es bueno. Le doy gracias porque estuviste


aquí con nosotros. Te abriste y mostraste tus
debilidades y virtudes con nosotros. Espero verte
de nuevo. ¡Éxitos!”, dijo Adrià.
ETERNIDAD
ALEJANDRO VILORIA

“No tengo mucho que decir, hermano. Sólo


puedo decirte que oraré por ti y por tus sueños.
Espero encontrarme nuevamente contigo. El
Señor ya sabrá mover sus hilos para que eso
suceda.”, me dijo Romeu.

“Nunca pensé que integraríamos a alguien más


después de tanto tiempo en donde veníamos los
mismos de siempre. Debo reconocer que te
ganaste mi respeto y mi cariño. ¡Eres un gran
hombre! Espero que el destino nos reúna
nuevamente. ¡Te aprecio mucho!”, me dijo Casia
para luego darme un abrazo y un beso en la
mejilla.

Sin duda alguna, mi vida cambió; tengo una


nueva oportunidad de demostrar quién soy yo y
de lo que soy capaz ante el mundo. ¡Me siento
dichoso! ¡Me siento poderoso! Como cual
guerrero halla nuevamente su espada para luchar
ante las bestias. Era hora de terminar de reunir
las piezas que me faltaban para determinar
algunas cosas que aún no me son precisas, pero
sé que tengo el tiempo a mi favor, y a mis nuevos
hermanos que me acompañarán en el corazón y
en el espíritu.
ETERNIDAD
ALEJANDRO VILORIA

Nací para vivir, soy lo que soy y esto es lo que


ofrezco al mundo y a su creador.
MORIR
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

VIAJE ASTRAL

“La vida es un árbol de incontables ramas.


Venimos desde las raíces que se conectan al calor
de un mismo terruño, y, al llegar al tallo de
nuestra existencia, las oportunidades se
dispersan en múltiples opciones buenas y malas;
un camino puede llevarnos a otro o regresarnos a
una etapa pasada que ya creímos haber
superado.

Podemos elegir ramas fuertes, en donde al final,


no hay ningún fruto, donde nos damos cuenta
que fue sólo una rama muerta que nunca retoñó
nada, o podemos elegir una rama endeble y débil;
frágil y fácil de romper; podemos caer y volver a
empezar, o podemos morir en la caída. Hay
ramas firmes que nos llevan hacia la copa de
nuestro árbol, hay ramas que no llevan a ningún
lado, sino a la orilla del abismo.

¿Cómo es mi árbol? Espero saberlo al llegar a su


copa y poder contemplar su natura con la luz del
firmamento.”
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

PARTE I: CONCILIACIÓN

Estaba amaneciendo y había llegado a casa de


mis padres. Me encontraba agotado por lo
realizado en el último día del campamento. Debía
dormir primero para luego hablar con mis padres
de aquel acontecimiento en mi infancia.

Llegué sin hacer mucho ruido y caí rendido en el


sofá, creo haber dormido unas diez horas. Nunca
había dormido tanto, y, sin embargo, me sentía
aún un poco cansado y adolorido.De repente,
sentí un abrazo muy fuerte desde mi espalda, lo
cual me aquejó mucho en los músculos debido al
mismo agotamiento.

-¡Buen día, hijo! – me dijo mamá dándome


muchos besos en la mejilla.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

-¡Buen día, mamá! –decidí interrumpirla–.


Disculpa, me duele aún todo el cuerpo; hice
muchas cosas en el campamento.

-Lo siento, es que tenía mucho tiempo sin verte,


apenas estuviste un día con nosotros después de
mucho tiempo y luego te fuiste por varios días así
sin más. ¿Cómo la pasaste allá?

-Me fue excelente, mamá. Pude darme cuenta de


muchas cosas.

Mamá se sintió un poco curiosa con mi


respuesta.

-¿Sí? ¿Y qué has hecho allá? – preguntó.

-No puedo comentarte, es algo confidencial del


grupo.

No gustó mucho mi respuesta, no insistió más


en el asunto, pero reflejó su inconformidad en su
rostro.

-Siempre has sido muy cerrado, hijo. – desahogó


ella con melancolía. No sabía si hablar con ella
sola, o evadir el asunto hasta que mi padre
llegase a la casa. Él se encontraba comprando
algunas legumbres en el mercado, no debía
tardar, así que decidí apaciguar sus emociones
negativas.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

-Me gustaría hablar contigo y con papá de un


asunto que es necesario para nuestra
comunicación.

-¿De qué se trata? – preguntó con cierta


angustia.

-Tranquila, no es nada que no se pueda resolver


sino conversando. No es algo fuera de este
mundo.

-Tu papá debe llegar en cualquier momento.


¿Por qué no te vas y te das una ducha? Así
hacemos tiempo para lo que tengas que hablar
con nosotros. Acaté su recomendación y, además,
me hacía mucha falta un baño caliente para
relajar mis músculos.

Papá había llegado y yo me encontraba


vistiéndome. Salí de la habitación de huéspedes y
ellos estaban en la cocina esperándome.

-¡Es un gusto verte en casa, hijo! – me dijo él de


forma muy alegre. No iba a ser fácil esta
conversación, pero lo necesitaba, ellos también.

-Me hacía falta volver, así fuere un tiempo, con


ustedes.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

-¿Y qué es eso de lo que deseas conversar con


nosotros, hijo? – me preguntó papá.

-Es algo que necesito saber, algo que despertó


mi interés entre las cosas que viví en ese
campamento. Se trata sobre mi infancia –papá y
mamá se veían en zozobra con cada palabra que
dejaba ir por mi boca–. Hace muchos años, iba
siempre con ustedes a la iglesia, cada domingo,
durante mi infancia y parte de mi adolescencia.
Ustedes siempre me han preguntado el por qué
dejé de ir; desde su exigencia hasta
conversaciones mansas entre nosotros, nunca les
dije hasta hoy.

-¡Vamos! ¡Suéltalo, muchacho! – me reclamó


mamá.

-Un día les acompañé a recibir y contar el


diezmo del día en la iglesia. Ustedes eran los
responsables de ello, y, cada vez que les
acompañaba, me decían que fuese a jugar en los
pasillos o que me sentase en algún banco o en las
escaleras. Ese día decidí, por simple curiosidad,
ir a echar un vistazo por la ventana de la puerta
de uno de los tantos salones que posee la iglesia,
y lo que vi cambió por siempre mi fe y mi
percepción sobre la bondad y la maldad en el
mundo. Ustedes estaban guardando el dinero en
el bolso de mamá y se veía que lo escondían con
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

fervor y con nerviosismo. Yo pensaba de alguna


forma que así funcionaba el sistema, pero volví a
ver, ya era otro día, otros encargados del diezmo,
y estos lo guardaban en una caja fuerte. Luego
firmaba un testigo del conteo y los que contaron,
y luego el pastor revisó eso. Quisiera una
explicación razonable de qué hicieron y por qué.

Mamá y papá quedaron asombrados y sin


palabras. Esperé varios segundos hasta que
alguno de ellos dijese algo y se expresara al
respecto.

-Oh, hijo, sinceramente no esperaba esto aquí y


ahora, mucho menos después de tanto tiempo –
decía papá cabizbajo–. Sin embargo, mereces una
explicación. En aquel tiempo tu mamá y yo
atravesábamos problemas financieros graves
debido a la crisis financiera que hubo; tu mamá
fue despedida de su empleo y me costaba lidiar
con nuestros gastos… Lo pensamos mucho, y en
nuestra desesperación, empezamos a tomar del
diezmo. Yo lo reponía al tiempo, pero se volvió un
vicio.

-¿Y por qué ni siquiera pidieron prestado? Hablo


de algo de más formalidad. Fue muy bajo eso que
hicieron ustedes, sabiendo que son personas
importantes en la iglesia. – recriminé.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

Mamá empezó a sollozar un poco y papá


tartamudeaba mucho en su explicación:

-Estábamos desesperados. Ya cuando las cosas


mejoraron, repusimos todo el dinero, y decidimos
acudir a otra iglesia ya cuando no estabas con
nosotros.

-Hijo, sabemos que no hay justificación para lo


que hicimos, y ahora que sé que por esto tú
abandonaste tu fe, me siento hundida y con
mucho pesar.

-Esto que quería saber no es para que se sientan


mal. Necesitaba confirmarlo y ahora que lo sé
tengo en dónde empezar. Yo pienso que necesitan
sanar esa vieja herida e ir a pedir disculpas a
aquella comunidad, pues traicionaron su
confianza y decidieron evadir su responsabilidad
y sus consecuencias.

-Tienes razón, pero no es algo que uno hace así


sin más. – me dijo mamá.

-El arrepentimiento es más difícil de lograr que


el simple hecho de pedir perdón. El perdón es
más que una simple expresión –les dije–. No
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

deben hacerlo por cumplir con esa comunidad,


deben hacerlo de corazón. Dense el tiempo
necesario, pero deben hacerlo por ustedes.

Mamá y papá no podían verme a los ojos.

-Yo les perdono a ustedes. Mi fe se perdió por


mí mismo no es culpa de ustedes propiamente.
Una acción no debería desmoronar mi camino,
mucho más si es ajena a mí.

-Siempre has tenido un gran corazón, hijo.


Nosotros debemos sanarnos ante nuestro Señor.
No somos quienes para proclamarle, pero
necesitamos de su amor y del tuyo. – dijo papá.

-Yo les amo. Sin embargo, no comparto el mismo


camino que ustedes. No volveré a la iglesia, por
lo menos no esa ni ninguna otra que sea
protestante. Y no es por ustedes ni por lo que
hicieron, sino porque mi corazón desea guiarme
hacia otro sendero, mi fe lo necesita.

-Ya eres un adulto y sabrás lo que necesitas. Me


duele profundamente escucharlo de tu boca esto;
esperábamos que volvieses a la iglesia y que
fuésemos juntos como familia. – dijo mamá.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

-Yo puedo acompañarles de vez en cuando.


Decidí mudarme acá un tiempo. Quería pedirles
dejarme vivir con ustedes por unos meses
mientras consigo un lugar propio para vivir.
Quiero establecerme acá cerca de ustedes.

Mis padres se contentaron con la noticia y nos


dimos un abrazo en familia. Pude sentir paz en
todo mi ser. No sé si papá y mamá acudan a la
iglesia a donde íbamos hace tantos años, queda
de parte de ellos conciliar el perdón. Yo ya hice lo
que debía hacer y ahora comenzaría una tarea
compleja y difícil: enmendar mi vida y conseguir
el equilibrio que tanto necesito. En mis planes
tengo localizar un departamento, así fuese
alquilado, hallar un trabajo y conocer nuevas
personas que puedan darle nuevos aires a mi
camino.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

PARTE II: LUCIDEZ

Sonó el despertador, eran las seis de la mañana.


Ya tengo muchas noches donde duermo tranquilo
y donde descanso lo necesario. Obtuve la misma
rutina, pero con diferente enfoque; no me sentía
del todo vacío.

Han pasado cinco meses y ya tengo un nuevo


empleo acá en Angulema, soy asistente de la
gerencia en una compañía mediana. Me va bien y
mis compañeros de trabajo son cordiales y
respetuosos, a veces hay pequeños roces, pero
sólo por el mismo peso del trabajo, nada que no
se resuelva con disculpas posteriores. Vivo con
mis padres aún, pero ya tengo dos opciones para
residenciarme: hay un departamento al centro de
la ciudad y otro un poco más en las afueras,
ambos lugares son económicos y son rentables y
bien ubicados para vivir. Mi vida está
encaminada y tengo muchas ambiciones.

Sin embargo, a veces pienso por las noches en


lo que viví con Ahmed y el resto, a veces pienso
en cómo estarán o en si les estará yendo bien en
sus vidas. Miraba las estrellas desde el techo de
la casa de mis padres y revivía una y otra vez
palabras, risas, muchos momentos con el grupo.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

Recordaba el cansancio y el trabajo en equipo…


La nostalgia inundaba mis pulmones con suspiros
amplios; era difícil a veces estar sin ellos, pero la
vida debe ser así: no debemos poner en
dependencia nuestra felicidad en los que nos
rodean.

Era un día más en la oficina y debía colaborar


con la proyección fiscal de la empresa, pues su
periodo era irregular y cerraba a septiembre del
siguiente año. Era una labor fuerte, pues había
en consideración muchos factores que rodeaban
nuestra entidad. Debido al estrés, decidí salir un
rato, vi un café y, ¿por qué no? Me provocó un
mocaccino con crema, seguro me ayudaría a
despejar mi mente para proveer más y mejores
soluciones al trabajo.

Al llegar y sentarme con mi mocaccino, pude ver


a Laurent sentado justo en la mesa de en frente.
Se encontraba con un grupo de personas y no me
notó. No quería ir a interrumpir, me daba pena
con aquel grupo de desconocidos. Sí, una
estupidez, pero así soy. Decidí quedarme quieto y
mirar a otro lado. Me sentía bien saber que él
estaba en la zona y que pudiere tratar de
contactarlo de alguna forma luego.

“Aún me faltan cosas por mejorar”, pensé


mientras tomaba de mi mocaccino. Me faltaban
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

algunas piezas en mi rompecabezas blanco. Me


faltaba darle color a mi “fe”. ¿No sucede acaso
que nuestra fe pierde un poco de brillo algunas
veces? Que por situaciones muy exactas que
involucran personas claves en tu vida pierdes
algo de esperanzas, o, peor aún, ganas más
desconfianza ante las personas y sus acciones.
Somos tan mecánicos; si uno nos hiere, todos
pagan, por lo menos todo aquel que posea
características similares o iguales a esa persona
que nos lastimó. Castigamos en grupo e
involucramos una característica resaltante de esa
persona que nos sirva de llave para abrir las
puertas de la frialdad y el sarcasmo. Por otro
lado, somos un rebaño; no podemos y no nos
permitimos estar solos, está en nuestra necesidad
codearnos con nuestros similares, aquellos que
piensan igual a nosotros o que comparten una
idea fundamental que es consigna en nuestras
vidas.

Siempre habrá esto, pues es esencia del


hombre. Pocos son los que consideran una
opinión como eso, y muchos pocos más que saben
distinguir entre la libre opinión sobre idealismos
errados. Es entonces en donde me pongo a
pensar: ¿Cuál idea es la correcta? Aún si no hiere
a nadie, ¿la idea que pueda perseguir será la
indicada? ¿Necesito de una religión en mi vida?
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

¿Necesito defender el libre albedrío de cada


quién? Es lo que necesito saber, pues aún tengo
dudas. Claro, no son tan tormentosas como hace
un tiempo; sé quién soy y sé qué necesito en mi
vida material, pero la vida espiritual es más
complicada.

Todo esto está en mi mente. De momento, debo


regresar al trabajo. No me di cuenta, pero
Laurent se fue, espero toparme con él
nuevamente.

Regresé al trabajo y me dispuse a ayudar con el


trabajo de la proyección fiscal, que, con el paso
de dos semanas, pudimos completarlo sin
problemas, por lo que pude volver al día a día al
que estaba acostumbrado. Sin embargo, pasaba
de vez en cuando por ese café para ver si, de
casualidad, me topaba con Laurent. De momento,
no ha dado resultados.

Han pasado ya once meses desde que viví el


campamento con los muchachos, y la rutina me
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

está consumiendo poco a poco. Logré mudarme, y


visito a mis padres los fines de semana. Ya no
paso tan a menudo por el café. De hecho, ya no
paso casi.

No puedo decir que soy el mismo de antes, pero


tampoco puedo decir que he mantenido
firmemente lo aprendido en el bosque. No he
mantenido todo lo que ellos me han mostrado y
he recaído en viejas malas costumbres, pues, a
veces, dudo de mí mismo ante ciertos retos. Me
da impotencia y a veces ira saber que me estoy
desviando de mi camino y que a veces tomo
atajos que, al final, dificultan más mi travesía. Es
difícil, ya que mi día a día y el trato con personas
tan comunes y corrientes que están sujetas al
mundo y a sus vicios, hacen que yo me
acostumbre a esta clase de vida. Empiezo a tomar
por costumbre el hablar mal de todos
nuevamente y el justificar mis opiniones ante los
errores de terceros.

Dicen que cuando uno cae una vez, uno debe


levantarse dos veces. Pero, ¿qué hay para cuando
vas escalando una montaña y caes al vacío? Te
rompes los huesos, ¿cómo te logras levantar? Es
difícil decirlo con certeza, pero constantemente
estoy en busca de la solución; no bajo mis brazos
como antes.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

Soy el empleado del mes, todos veneran mi


trabajo, pero añoro aquellos quehaceres en
donde sólo me daban las gracias y me ofrecían
una noble sonrisa. ¿Qué será de los muchachos?
Espero que el destino me conceda la oportunidad
de toparme con alguno de ellos.

Ha pasado más de un año cuando vine a


Angulema y Ahmed me invitó a vivir una
experiencia que cambió mi vida unos meses. Aún
conservo ciertas costumbres buenas que aprendí
con ellos, pero son efímeras, como si más que una
experiencia hubiere sido un sueño.

La directiva de la empresa está discutiendo


otorgarme la gerencia de un departamento, creo
que el de ventas. Me va excelente en el trabajo,
nunca pensé lograr tan rápido mis metas
laborales, aún tengo hambre de éxitos, pero por
dentro me siento vacío. No me siento como
cuando empecé mi viaje y mi primera visita fue
en Stoneville, mucho menos me siento como
cuando viví en Livingstone, pero esto que siento
se le acerca y tengo miedo de empezar desde
cero o, incluso, menos que eso.

Hay una iglesia cerca de la residencia donde yo


vivo en el centro de la ciudad, creo que iré. Será
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

la primera vez que asista a una iglesia católica.


Será raro para mí. Planeo ir este domingo.

Espero hallar algo allá, pues ya fui a una


mezquita, me acerqué a una sinagoga e incluso
me dispuse a meditar en el bosque como me
enseñó Ahmed a hacerlo; no puedo decir que ha
sido en vano, pues, al contrario, pude hallar
cierta paz en esos lugares siguiendo los pasos
que ellos realizan para orar y encontrarse con su
dios, más que encontrarme yo con el mío, sólo
sentía una calma temporal.

No quería optar por asistir a la iglesia católica,


pues la considero muy contradictoria y, pues, de,
considerar ir, quise dejarla como última opción.
Hoy es ese día donde considero que no hay más
opciones.

De todas formas, hoy es viernes y saldré con mis


compañeros de trabajo por una cerveza.

Ya era de noche, me estaba vistiendo y


perfumando para ir al bar donde suelen reunirse
mis compañeros a beber un rato para conversar y
relajarse. Hacía mucho que no hacía tal cosa,
incluso me dio un poco de fastidio la idea, pero,
en fin, la vida es una sola y vale pasar un rato
diferente.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

Estaba ya alistado y ya en camino al bar. Pasé


frente a la iglesia a la que iré y se veía
imponente. Algo que debo reconocer es que la
arquitectura eclesiástica es muy rica, muy
detallada y compleja. Había algo enigmático que
me atrapaba y me invitaba a ir.

Llegué al bar y había bastante concurrencia, me


acerqué a la barra y allí estaban mis compañeros.

-¡Oye! ¿¡Cómo estás!? ¡Me alegra mucho verte


por aquí! – me dijo uno de ellos, de nombre
Rafael.

-¡Estoy bien! Me alegra verlos a todos acá.

Nos saludamos todos y compartimos un rato


agradable. Había entre ellos varias mujeres,
algunas que trabajaron conmigo durante el
tiempo que llevo en la compañía. Se rumoraba
que ellas tuvieron o tienen una relación amorosa
con los muchachos, no sé quiénes y tampoco me
importa mucho que digamos.

-¡Esa canción es mi favorita! – dijo una de


aquellas mujeres claramente ebria. Ya era más de
medianoche y el ambiente estaba en su máximo
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

exponente. Habíamos bebido demasiado, y yo por


mi parte me dejé de ataduras; estaba más suelto
y sin ninguna vergüenza.

-¡Vamos a bailar! – incitaba otra de ellas. Todos,


al unísono, se dispersaron con sus parejas para
bailar. Quedaba una, quien vino hacia mí de
forma muy seductora y me dijo al oído: “¿acaso
no bailas?”, yo en mi estado de “libertad” le
sonreí y le arrojé un “¿por qué no me pruebas?”.
La tomé de la mano y fuimos a bailar.

Tenía mi trago en la mano y, en medio de la


lujuria que se encendía poco a poco y la
borrachera, siempre llenaba mi vaso y siempre
tenía una mujer frente a mí bailando.
Cruzábamos miradas devoradoras; ya ni sabía
quién era quién y qué era qué; no importaba si
estaba comprometida, soltera o, incluso, casada
con niños durmiendo inocentemente en casa.

-Me encanta como bailas. – me dijo ella al oído


cuando, por obra y gracia de la hora, bailábamos
una canción suave, de esas románticas en inglés.
Su nombre es Amanda, es lo que recuerdo, aparte
de su cabello oscuro y brillante, su piel morena y
sus ojos café claro. Bailamos varias canciones y
me puso sus brazos extendidos sobre mis
hombros, tomando mi nuca con sus suaves
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

manos. Podía ver un hermoso lunar pequeño


sensualmente dibujado a un lado de su nariz.

Hubo cierta química, y mi corazón latía con


velocidad. Sudaba con exceso y me gustaba ese
momento, pudiera vivir allí por siempre bailando
con ella y contemplando sus ojos y aquel lunar.
Sin embargo, en sus ojos pude ver los ojos verdes
de Casia y su sonrisa inocente, pude ver a Olenka
y su melancolía. Sentí nostalgia por unos
segundos y mi mirada se perdió aquel instante,
Amanda se dio cuenta y me invitó a tomar un
descanso de tanto baile y bebida.

-¿Te parece si nos sentamos? Estoy algo


agotada. – dijo ella sonriente, a lo que accedí y
nos sentamos en una mesa cercana a la barra.
Los demás seguían bailando, ausentes de este
bar, presentes en el pequeño mundo que les
arrinconaban en un momento de éxtasis con sus
parejas.

-Nunca te había visto por aquí. – me dijo


Amanda.

-Tengo casi un año viviendo en Angulema. Estoy


conociendo aún la ciudad.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

-Ya veo. Pero me refería a que nunca te había


visto en encuentros anteriores con los chicos.

-¡Ah! Lo siento –estaba distraído con el paro


abrupto de licor en mi cuerpo, aunado a la
mirada penetrante de Amanda sobre mí. Me
comportaba como un mismo idiota–. Bien, es que
no les conocía a profundidad, a pesar de que nos
llevamos excelentemente en el trabajo. No soy
una persona acostumbrada a bares y a bailes. –
contesté para romper un poco el hielo. Aunque,
ya estaba más que roto con el baile previo.

La estábamos pasando bien, cualquier


incomodidad se vio anulada, ya que todo empezó
a fluir entre nosotros. Los demás lo pudieron
percibir, ya que permanecían en la barra y nunca
se nos acercaron.

-¿Y cuáles son tus metas? – preguntó ella


jugando con la punta de un mechón de su cabello.

-Quiero llegar a la presidencia de la compañía y


deseo conocer todo lo que pueda del mundo –
contesté sonriente y confiado con lo poco que
quedaba de mi trago ya diluido en el agua del
hielo derretido–. ¿Cuáles son las tuyas?
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ALEJANDRO VILORIA

-Pues lo mismo que tú. Deseo viajar y llegar a la


meca de mi profesión; quiero ser lo mejor que
pueda llegar a ser. Y más con hombres como tú al
lado.

Creo que jamás había sentido tanto calor en mi


vida como en aquel bar, en aquella mesa, que,
casualmente, tenía un aire acondicionado
apuntándonos directamente. No sabía qué decir,
por lo que preferí sonreír y mirarla a los ojos para
que no me viese intimidado. Pude ver de vez en
cuando al resto chismoseando claramente sobre
nosotros dos; hablándose al oído y señalando
discretamente a nuestra mesa. Continuamos
conversando, y había más soltura y confianza
aún.

-¿Qué esperas de un hombre como yo? –


pregunté.

Ella me miró jugueteando con el pitillo de su


coctel.

-Eso es algo que un hombre como tú no


preguntaría.

-Touché. –dije, a lo que ella se echó a reír.

La noche avanzó y ya eran casi las cinco de la


mañana. Ya varios estaban muy pasados de
tragos y los enviamos en taxis a sus casas.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

Quedamos tres compañeros, Amanda y yo. Mis


colegas se despidieron abruptamente de mí y me
dieron un codazo en son de celebrar lo sucedido
con Amanda. Yo les di unas palmadas y les pedí
que avisasen que llegaron con bien a sus casas,
sabía que así no sería pues sus cuerpos
mendigaban una cama cálida y un día entero de
sueño.

Amanda me miraba y me tomó de la mano. Pidió


irse conmigo, cosa a la que no me negué. Nos
fuimos en un taxi a mi residencia. Al llegar,
apenas me dio oportunidad de cerrar con seguro
la puerta principal, cuando ya se lanzó sobre mí y
empezó a besarme con pasión. A duras penas
llegamos al cuarto, nos quitamos las ropas y fue
allí en ese momento en donde olvidé quién era y
de dónde venía. Olvidé promesas, errores,
sueños, todo. Sólo era ese momento y nada más,
y lo viví como si fuere a morir a penas terminase.
Hicimos el amor con locura y pasión hasta que
salió el sol, colando su luz entre las cortinas de
mi cuarto. Fue la noche en la que perdí mi
virginidad y fue la noche en donde hice más que
contemplar las estrellas y añorar el pasado.
Estaba vivo, más que nunca.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

Dormimos abrazados y la intensidad del sol me


despertó, pude ver a duras penas el reloj del
despertador que anunciaban las tres de la tarde
del sábado. Me dolía la cabeza y tenía revoltijos
en mi estómago. Vi a Amanda y en fragmentos de
segundos olvidé quién era ella y cómo llegó a mi
cama. Asimismo, recordé todo al instante;
momento de locura y olvido.

Recordé sus gemidos y movimientos, sus besos y


sus palabras lujuriosas y apasionantes, a lo que
resolví darle un beso en la mejilla. Ella abrió sus
ojos y sonrió.

-Buen día. – dijo con su voz ronca de haber


dormido tanto.

-Mejor dicho, buenas tardes, son ya las tres de


la tarde.

Ella espabiló y se levantó rápidamente de la


cama. Recogió su ropa interior y sus sostenes.

-¿Qué sucede? ¿Por qué esa reacción? –


pregunté extrañado. Ella no me contestó, sólo
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ALEJANDRO VILORIA

veía con desespero su celular a lo que ella


reaccionaba:

-¿¡Ahora qué le diré!? ¡Me va a ir muy mal con


esta! ¡Cómo las lías, Amanda!

-¿Pudieras, por favor, responderme a lo que te


pregunté? ¿Qué te ocurre? ¿A qué viene todo
esto? – pregunté sentado desnudo en la cama.

-¡Se supone que debo verme con mi novio a las


cuatro! ¡Pero estoy aquí y vivo a media hora de
esta zona cuando no hay tráfico! – me respondió
estresada y alterada. No esperaba eso, a lo que
me alteré yo también.

-¿¡Tienes novio!?

-¡Sí, sí tengo!

-¿¡Cómo es posible que no me hayas dicho


semejante cosa antes!?

-¡Escucha! –anunció ya vestida, pero


desarreglada y desaliñada–. ¡Tú sólo eres una
noche de diversión! ¿¡Has entendido!? ¿¡Está eso
claro para ti!? – exclamó a vox populi. En ese
momento, creo que toda la residencia se enteró
de este teatro improvisado.

No sabía qué decir, estaba iracundo y no sabía


cómo reaccionar ante tal baño de agua fría. Lo
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ALEJANDRO VILORIA

que ayer suponía el florecer de algo que, más allá


de ser beneficioso para mí en muchas cosas,
parecía ser la rosca que me faltaba de mi
complejo engranaje. Idiota yo que apresuré
conclusiones y ya visualizaba una relación con
ella y un futuro estable a su lado, pero no, la vida
me enseñó que esas cosas no son así como así.
Volvía el vacío y las noches estrelladas llenas de
soledad. Todo esto sucedía en mi mente en medio
del choque que tenía con Amanda, estando yo
desnudo y ella de salida con sus cosas y su
premura ante el desliz de su aventura.

-¡Vete! ¡No te quiero volver a ver! – le grité


desde la puerta. Ella sólo me enseñó el dedo y se
fue a toda prisa.

Pasé el resto del día acomodando el


departamento y una hora o dos duchándome
pensando todo con más calma. Tenía su número
telefónico y ella el mío, pero no le quise escribir o
llamar. Tampoco recibí mensaje o llamada alguna
de su parte. De repente, volvió a mi mente la
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ALEJANDRO VILORIA

majestuosidad de la iglesia y con ello las olas de


recuerdos sobre el campamento. Casia y su
alegría, Ahmed y su pasividad, Laurent y su
personalidad explosiva, Marco y su
meticulosidad, Adrià y su poca conversación, pero
con expresiones cálidas y de comprensión, y
Romeu con su personalidad compleja y misteriosa
detrás de su madurez y sarcasmos. Extraño todo
eso con ahínco. Extraño esa vida, que, aunque
corta, me demostró transparencia y claridad
sobre mis deberes y oportunidades de ser feliz
como persona.

Empecé a llorar y sentí desesperación dentro de


mi pecho, como si me estuviere ahogando. Eran
ya las nueve de la noche, decidí salir a caminar
para dispersar mi malestar. Pasé frente a la
iglesia y estaba abierta, ya que es costumbre por
estos lares dejar las iglesias abiertas para los
feligreses que necesiten orar, sin importar la
hora del día, eso me lo explicó Romeu en el
campamento. Decidí entrar a la iglesia, para ver
si conciliaba la calma.

Al entrar, quedé impresionado con la


arquitectura y la inmensidad de la iglesia. Debía
ser una catedral o algo similar. Me quedé
impresionado con las pinturas y las imágenes.
Había mucho frío en la ciudad, me senté en un
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ALEJANDRO VILORIA

banco y titiritaba un poco. Al estar sentado, pude


contemplar con más calma el frente de la iglesia,
es decir, el altar. Vi a una persona, la única que
estaba allí, orando en los bancos más cercanos al
altar.

No quería interrumpir, así que, en silencio,


empecé a hablar con Dios, como me enseñó
Romeu en un breve tiempo de descanso que
teníamos en aquel momento. Sólo me dispuse a
poner mis pensamientos al aire, hablando con él;
una conversación mental. Puse mis pesares y mis
añoranzas, me sentí bastante idiota en un
principio, pero luego lo dejé ir, lo tomé más en
serio.

Pasó un rato y estaba concentrado, pero sonó de


repente el quebrar de la madera de los bancos
cercanos al altar. Abrí mis ojos y vi que la
persona que se levantaba de los bancos era
Laurent. Estaba asombrado, pues él no era una
persona católica, además que la última vez que le
vi fue en ese café hace ya muchos meses.

-¡Eres tú! – me gritó desde allá quebrantando el


silencio sagrado de aquella iglesia, lo cual me
escandalizó un poco.
VIAJE ASTRAL
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-¡Laurent! ¡Cuánto tiempo, hermano! – le grité


yo también. Me levanté y fui a abrazarle.

-¿Qué haces acá? ¿Por qué estás solo? – le


pregunté.

-¿Recuerdas que yo mencioné que tengo la


recurrente costumbre de ir a orar en las iglesias
algunas noches? Debido a mi promesa con
Lorena, la chica que cambió mi vida.

-¡Ah, claro! Lo había olvidado. He olvidado


algunas cosas desde hace un año para acá.

-¿Y tú? ¿Qué haces aquí? ¿Qué hay de nuevo en


tu vida? Se te ha extrañado mucho.

-Bueno, decidí venir acá a conciliar un poco de


paz, pues he pasado unos meses terribles
últimamente.

-¿A qué se debe eso? ¿Qué ocurre?

-Me gustaría contarte esto en otro lugar más


privado. Es bastante extenso y hay mucho frío a
estas horas.
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-No hay problema. Estoy libre, si deseas


podemos ir a un bar a tomar algo.

-¡No! ¡Un bar no! –exclamé a lo que él reaccionó


confundido–. Lo siento, no me gustan los bares.
Ya te contaré al respecto. ¿Te parece si vamos a
mi residencia?

-Me parece bien. – contestó.

Camino al departamento empezamos a


conversar sobre las cosas buenas que nos han
sucedido desde el campamento y conversamos
sobre cómo les ha ido a los demás. Laurent sólo
habló con Marco hace un mes y me comentó que
estaba bien, que era el pastor en una nueva
iglesia neo-pentecostal que abrieron en Bruselas,
donde Laurent está viviendo actualmente. Tenía
planes de visitarle al culminar las vacaciones que
tenía, las cuales tomó para venir a Angulema a
visitar el bosque y para resolver asuntos
laborales que tenía por acá.

-Bien, ¿qué es lo que sucede? – me preguntó una


vez instalados en el departamento.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

Le conté todo lo que sentía desde hace unos


meses para acá, la nostalgia y el vacío que volvía
en mi interior. Lo sucedido con Amanda y todo
sobre la gente que me rodea actualmente. Hablé
con él sobre mi conversación con papá y mamá
hace meses y el resultado que hubo, ya que ellos
atendieron a su malestar y fueron a pedir perdón
a la comunidad de la iglesia a donde asistían
cuando era niño. Fue un viaje que valió la peña,
sobre todo para ellos. Le conté todo esto sin
reparo y él no mostró signos de decepción o
disgusto. Estaba normal y me estaba escuchando.

-No esperaba eso que sucedió con esa mujer,


pero de que pasa, pasa. Pues, esto que te está
sucediendo es normal, todos nosotros, desde el
más cercano a Dios, hasta el más desinteresado
de Él, tienen tiempos de incertidumbre, tiempos
de oscuridad. La vida no es un blanco ni tampoco
un negro, la vida es un diseño complejo de
situaciones en las que te sumerges y vives. Debes
asimilar todo lo bueno y lo malo que te ocurre y
obtener la experiencia que te forma como
hombre. Debes entender que no estás solo,
aunque a veces es complicado de comprender.

-Lo sé. Sin embargo, me siento así. Algo me


falta, Laurent, no sé qué me falta.

-Debes seguir viviendo y lo descubrirás.


VIAJE ASTRAL
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-Mi fe necesita de un color, pues es vaga no


tiene identidad.

Laurent me miró y me dio una palmada en la


espalda. Me miró y se vislumbró como si hubiere
tenido una asombrosa idea.

-¡Escucha! ¿Qué te parece si vienes a Bruselas


conmigo?

-¿A qué pudiera yo ir para allá? – le pregunté.

-Me gustaría mostrarte varias cosas de allá.


Además, no estaría mal que salieses de Angulema
un tiempo para despejar tu rutina un poco.

-Lo malo es que no tendré vacaciones hasta


dentro de un mes.

-No hay problema, ve en un mes, allí estaré


esperándote.

Insistió más y más, hasta que logró


convencerme. Empezamos a planear el día, y le
dije que en segundo día de mis vacaciones
viajaría hacia Bruselas por una semana. Le pedí
su número y le di el mío para hablar más seguido
y mantener el contacto. Él debía regresar el lunes
a Bruselas.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

Conversamos un poco más y ya debía irse, pues


era ya la una de la madrugada. Debía ir a su
hotel. No nos veríamos mañana, debido a que
quedaría en verse con aquel grupo que estaba
con él en el café cuando lo vi hace meses. Pero
estaríamos en contacto. Por mi parte, yo iría a la
misa dominical para hallar algo de paz.

Quería hallar un poco de lucidez ante tanta


niebla en mi vida. Por primera vez en mucho
tiempo siento que la luz está cerca y que la podré
contemplar a plenitud como era antes, como debe
ser ahora.

PARTE III: DESDOBLAMIENTO

Era domingo por la mañana y me estaba


alistando para asistir a la misa dominical. Debo
confesar que nunca había ido a alguna misa, por
lo que no quería pasar penas con el resto de los
feligreses, así que quería sentarme muy atrás.

Al llegar a la iglesia, había más o menos


feligreses. Me senté en los bancos más cercanos
a la puerta principal y me dispuse más que todo a
visualizar cómo era el ritual de la misa. Romeu
me explicó un poco, muy por encima de qué
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

trataba esto y por qué se hacía. Conforme veía lo


que hacía el sacerdote, yo recordaba un poco lo
que me explicó él. Algunas cosas me parecían
absurdas, y otras bastante gratificantes.

Llegó un momento en donde el sacerdote


levantó la ostia ante todos, uno de los
monaguillos sonó un campana en su mano y los
feligreses se arrodillaron, algunos permanecieron
de pie contemplando el momento, yo estaba
sentado y a mi lado estaba un anciano al cual le
calculo yo, quizás, unos ochenta y tantos años.

-¿Qué dirías tú si yo te contase que en esa ostia


radica todo el poder del universo? – me dijo aquel
anciano.

-¿Me habla usted a mí? – Él exasperó un “já” y


continuó:

-Antes de que el sacerdote levantase la ostia e


hiciese sus rezos, ese pequeño disco era un
simple trozo de pan común y corriente. Lo puedes
conseguir en cualquier tienda que se dedique a
vender artículos religiosos católicos acá en la
ciudad.

-Ya veo. – dije yo un poco incómodo ante su


intromisión en mi momento.
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-El sacerdote los bendice y los guarda para cada


eucaristía, para este momento en cada misa. Esto
que hizo se llama la transustanciación, en donde
todo el poder que existe en el universo converge
en esa ostia para pasar de un simple pan a ser el
cuerpo de Cristo. Es un misterio hermoso.

No sabía qué decir a este punto del soliloquio


del anciano, por lo que sólo lo miraba. Él sonrió y
me miró:

-Es sinónimo de sacrificio, la máxima expresión


de amor por alguien. Es algo que tú ni yo jamás
lograremos comprender a plenitud, pues
seguimos pecando, y aun así Él en cada misa se
inmola por nosotros, por nuestros pecados.

-¿Qué se supone que deba hacer, señor? –


pregunté pues no entendía el por qué me decía
todo esto. Él volvió a mirarme y me tocó el
hombro izquierdo:

-A pesar de que Él se sacrifica y de que no


merecemos su amor, siempre tendremos Su
Misericordia entre nosotros. Lo mínimo que
puedes hacer es cargar con tu cruz, así como Él
cargó con la suya.

-¿Cargar con mi cruz? – pregunté confundido.


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-No hay peso imposible de cargar en tu vida,


sólo toma tiempo asimilarlo y aceptarlo. Se
paciente, muchacho, pues llegarás lejos en tu
vida.

De repente, él se levantó para comulgar, y me


dejó allí. Me quedé pensando en lo que dijo, pero
no le di tanta importancia. Concluyó la misa y no
vi al anciano regresar. Me dio curiosidad y decidí
quedarme para conversar con el sacerdote, quien
era uno bastante joven para lo que acostumbraba
ver. Le calculaba unos treinta y tantos años.

Me acerqué a la sacristía y le saludé.

-¡Hola, hijo! ¿Qué se te ofrece?

-Disculpe la intromisión, pero quisiera saber si


usted conocer a un señor bastante avanzado de
edad. Vestía en la misa de hoy con una gabardina
negra y tenía un sombrero en sus manos.

-¡Ah! Él es Sergei. Tiene muchísimos años


viniendo a esta iglesia. Es muy conocido en la
comunidad. Han pasado muchos sacerdotes
desde que él está acá. ¿Por qué le buscas?

Su nombre lo había oído antes, pero no


recordaba en dónde.
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ALEJANDRO VILORIA

-No le busco, sólo que me llamó la atención por


su forma tan amable de tratar con las personas.

-Ya veo. Conversaste con él, ¿de qué te habló? –


dijo el sacerdote mientras ordenaba un poco la
sacristía.

-Habló de que debo cargar con mi cruz, así


como lo hizo Jesús.

El sacerdote me miró y se sonrió.

-Sergei siempre es muy claro con sus palabras, y


mucha razón que tiene con eso que te dijo. Todos
tenemos grandes y pequeños problemas en algún
punto de nuestras vidas. El golpe siempre lo
amortigua tu fe. Si tu fe es muy débil, pues será
como caer al vacío sobre una hoja de papel; no
contendrá el golpe. Ahora, si tu fe es muy grande,
es como si cayeses sobre una cama de plumas; te
golpearás, pero lograrás levantarte.

-¿Una fe débil causa la muerte? – le pregunté.

-Una fe débil es estar muerto de por sí. Ni te


hablo de no tener fe alguna.

-¿Y qué hay de aquellos que no creen?


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ALEJANDRO VILORIA

-Pues que no han vivido la experiencia del Amor


del Padre. No saben qué es y le refutan sea
porque le exigieron una vez algo que no fue
cumplido a su momento o que no era la Voluntad
del Señor.

-¿Y no le parece a usted que eso sería juzgar


fuertemente a aquellos que no creen, pero
respetan la manera de vivir y de pensar de los
demás?

El sacerdote me miró con seriedad y me


preguntó:

-¿Tú qué opinas al respecto? ¿Qué responderías


tú, hijo?

-Pues que no es correcto sentenciar con muerte


a aquellos que van por otros caminos.

El sacerdote se sentó frente a mí y me invitó a


sentarme.

-Hijo, la fe es más que la etiqueta de una


religión. La fe es el fruto de la esperanza y del
amor. De la confianza plena tanto en ti mismo
como en el Señor. Aquel que no cree,
simplemente está enojado con el Señor por
alguna situación. El hecho de que respete o no a
aquellos que sí creen en Él no contraria esto que
te digo, pues la vida es muy compleja y
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

complicada y en un momento puedes ver la luz


del Señor y darte cuenta de Su Amor o puedes
alejarte de Él, sencillamente porque nosotros los
hombres somos seres de impresiones; aquello que
nos sacuda más es lo que nos hace ver lo que nos
hace sentir más cómodos ante nuestra realidad.

Yo guardé silencio y empecé a acordarme de


Romeu y de Marco quienes generalmente
hablaban sobre esta premisa.

-Entiendo. Muchas gracias, padre. – le dije antes


de irme.

-Espera –me dijo desde su silla–. Ten en cuenta


lo que Sergei te ha dicho, hijo, pues no se expresa
muy a menudo de esa forma con cualquiera. Algo
vio en ti y eso pudiera generar cambios drásticos
en tu vida. Yo asenté un sí con la cabeza y me
marché.

Ya afuera de la iglesia empezó a repicar mi


celular, era Amanda. No contesté y me molesté
un poco al recordar lo que hizo. Decidí ir al
parque cercano a la iglesia para relajarme un
poco. Me ayudó ir a la misa, a pesar de no rezar
todo, sino apenas el Padre Nuestro.

De camino al parque, quise recordar en dónde


había escuchado ese nombre, pero no recordaba.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

Llegué y veía a las personas pasear a sus perros


y trotar. Me senté en el césped y mi celular vibró,
al revisarlo vi un mensaje de Amanda, decía que
quería conversar conmigo sobre lo sucedido. Que
prometía calma y madurez si yo accedía. Sopesé
la situación y decidí darle una oportunidad para
saber qué tenía para decirme. Le dije que estaba
en el parque y que la esperaba allí para
conversar.

Pasaron unos cuarenta minutos desde mi


mensaje y la vi llegar. Le hice señas para que me
viese y se acercó.

-¿Cómo estás? – preguntó ella.

-Estoy bien, aunque he tenido mejores días–


Conversamos un poco sobre nuestro día, como
preludio al verdadero tema de conversación.
Después de un rato, yo fui directo al grano.

-Y bien, ¿qué es lo que debes decirme?– Ella me


miró y luego bajó la mirada hacia el césped en
donde nos encontrábamos sentados.

-Escucha, quería disculparme contigo. No debí


hablarte de esa forma o irme de esa manera sin
siquiera darte una explicación de lo sucedido.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

-Creo que fuiste clara, tienes novio y lo debías


ver.

-Sí, tengo novio, pero no soy una zorra que va de


bar en bar para acostarse con cualquiera que se
le cruce en frente. Él y yo estamos atravesando
problemas en nuestra relación y he vivido muchas
cosas fuertes por su culpa. Él y yo, en una noche
donde nos dejamos llevar, se confió y no usó
protección, yo también me confié. A las pocas
semanas, no tenía el periodo cuando ya me
tocaba y, pues, con algunas pruebas, me di
cuenta que salí en estado –quedé sorprendido con
esto que me contaba, ya que nunca imaginé que
me contaría algo tan personal así sin más–. Le
llamé para informarle de lo que estaba
sucediendo, esperando y confiando plenamente
en que él asumiría su responsabilidad, pero él se
puso a la defensiva e incluso dudaba que fuera su
hijo el que se estaba concibiendo en mi vientre.
No sólo basta con eso, ya que me mandaba a
abortar. No pude soportar y rompí a llorar – en
aquel momento varias lágrimas se empezaron a
desbordar de sus ojos por sus mejillas – Dejó de
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

atender mis llamadas y se desentendió de mí y


de mi hijo.

-No sé qué decirte, Amanda. No esperaba nada


de esto. Es bastante fuerte, cuánto lo siento.

-Tranquilo, sólo quiero que sepas quién soy.

-¿Y cuánto tiempo ha pasado de aquello?

-Dos años. A los pocos meses, sufría de dolores


en mi vientre, el doctor me dijo que mi embarazo
era de alto riesgo y de que era probable que
perdiese al bebé. Una noche sufrí varios dolores,
más fuertes de lo normal, y cuando revisé mi
cama, estaba toda cubierta de sangre. Me
espanté demasiado, y mis padres me llevaron de
emergencia al hospital. Me llevaron de
emergencia a cirugía, y no había nada qué hacer.
Perdí a mi hijo –Estaba impactado de cómo
Amanda me contaba todo esto–. Mi novio me
llamó al día siguiente al enterarse de lo sucedido.
Estaba devastada. Él me acompañó en todo
momento desde ese día, hasta que poco a poco
cayó en sus viejas malas costumbres de
desentenderse de mí y de no darme explicaciones
de nada. Y así hemos estado durante estos años.
Ayer terminé con él, es por eso que te cuento
esto. No sabía lidiar con mi día a día y con este
sufrimiento. Le di un punto y final, y eso es lo que
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

quería que tú supieras, porque yo no soy una


cualquiera, soy alguien que vive y que también
sufre como tú y como cualquiera.

“Todos tienen una cruz que cargar en sus vidas.


Jesús pudo con la suya… El Señor no te dará un
peso que no puedas cargar, pues Él sabe muy
quién eres tú y de qué eres capaz. Ten paciencia,
pues llegarás lejos…”

Me acordé de lo que me dijo el señor Sergei, y,


sí, tiene razón; todos tienen una cruz que cargar,
una a la medida de cada persona. Mis problemas
no son más grandes que los de Amanda, quizás
hasta los de ella sean más complicados, y por
mucho, que los míos, y aquí está ella dando la
cara y, a pesar de estar llorando en frente de mí,
es una persona valiente que se equivoca y trata
de levantarse para continuar.

-Eres una mujer muy fuerte, Amanda. – le dije.

-Gracias. Hago lo que puedo. Como te dije


aquella noche en el bar: quiero llegar lejos en mi
vida, quiero alcanzar lo máximo que pueda ser.
VIAJE ASTRAL
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-Todos tenemos una misión acá en esta tierra.


Todos llegaremos a lo que nos toca por justicia.
Seguramente obtendrás lo que anhelas. Y quiero
que sepas que te perdono. También quiero
disculparme contigo por gritarte de esa forma.
No es forma de hablarles a las mujeres.

-Tranquilo, te perdono.

Ella se acercó a mí y me dio un abrazo muy


fuerte, secó sus lágrimas y me preguntó que qué
pasaría ahora. Era una pregunta difícil para mí.
No sabía responderle.

-No lo sé, quiero ser sincero, no lo sé. Tú me


gustaste desde aquella noche, pero difícilmente
te amaré, y no es porque no pueda hacerlo, sino
que debo resolver cosas dentro de mí. Necesito
hallar algunas piezas que me faltan en mi vida.
No tengo mucho que ofrecerte, Amanda.

Ella sonrió y me contestó:

-El amor es paciente, es bondadoso, no es


envidioso ni jactancioso, tampoco orgulloso. Todo
lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta.

-Eso lo tomaste de Corintios, ¿no es así?


VIAJE ASTRAL
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-Así es. Algo me habrá quedado de mi


confirmación. – dijo riéndose.

-Yo no soy católico, debería ser protestante


como mis padres, pero tampoco ese es mi
sendero.

-¿Eso es lo que quieres saber?

-Sí y no. Sólo necesito darle color a mi fe.

-Primero necesitas fe antes de darle color.

-Tienes razón, es por ello que viajaré a Bruselas


pronto a visitar un amigo.

-Ya veo. Espero que te vaya bien y logres hallar


lo que buscas.

-Muchas gracias. Sé que todo saldrá bien para


ambos. Esto es el inicio de algo importante y
espero que de ahora en adelante nos conozcamos
por quiénes somos realmente, a ver qué trae la
marea consigo.

-Lo mismo digo.

Sin más que decir ella se levantó y se despidió


para irse a casa. Yo me disponía a lo mismo.
¿Amanda y yo? ¿Juntos? Me gusta mucho, debo
admitirlo, pero será difícil para bregar con sus
demonios y sus virtudes, ya es difícil bregar
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

conmigo mismo. También sería difícil para ella


aceptarme por lo que soy, pero ya veremos. La
vida me ha enseñado a cerrar mi boca muy a
menudo.

Pasó el tiempo y ya llegaron mis vacaciones.


Estuve en contacto con Laurent durante las
últimas semanas, como también salía de vez en
cuando con Amanda. Preparé todo para mi viaje,
me quedaría con Laurent en su casa y ya allí sólo
quedaría disfrutar y olvidarme del trabajo y de
mis preocupaciones. Amanda estaría en contacto
conmigo mediante el celular por las noches. Todo
iba viento en popa.

Tomé un tren directo a Bruselas, me costó


ciento cincuenta euros. Partí en la mañana y
llegué a mediados de la tarde. Ya Laurent
esperaba por mí en la estación.

-¡Por aquí! ¡Aquí estoy! – me gritaba Laurent


saludando efusivamente con su brazo.

-¿¡Cómo estás, hermano!? – le pregunté con un


fuerte abrazo.
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ALEJANDRO VILORIA

-Estoy muy bien, llevo rato esperándote. ¿Tienes


hambre?

-Bueno, tengo bastante, no me satisfizo la


comida del tren.

-Bueno, te llevaré a un buen café en la ciudad.


No te arrepentirás.

En el camino conversamos un poco. Le hablé a


Laurent sobre lo que me pasó con la iglesia con
ese señor de gabardina negra.

-¿¡Sergei!? ¡Claro que ese nombre lo has oído


antes!

-¿En dónde? – pregunté.

-Romeu lo nombró en su historia. Fue quien lo


llevó al mundo religioso bajo una Orden, no
recuerdo su nombre.

Entonces, fue allí donde me sorprendí bastante.


Tiene sentido que Romeu se reúna con los
muchachos en Angulema después de todo.
Sergei… aquel médico que llevó a Romeu a una
vida católica, estuvo mi lado en una misa.

-¿Y no lo volviste a ver? – preguntó Laurent.


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-No. Pero el sacerdote me comentó que tiene


una vida hecha en esa iglesia. Debo volver a
verle, es lo que siento.

-Tranquilo, ya tendrás el tiempo. Debes


primeramente despejarte, extrapolar tu ser a un
mejor sendero.

-Tienes razón.

Ya en el café nos encontrábamos comiendo y


hablando sobre la vida glamurosa de Bruselas, su
gente y su cultura. Laurent me comentó que hace
varios meses vio a Lorena de nuevo en la ciudad,
pero que no tuvo oportunidad de llegar hacia ella
y saludarle, pues estaba en un auto, pero que, sin
embargo, decidió seguirla, hasta que se perdió
entre las calles y la multitud de personas.

-Es el amor de tu vida, ¿verdad? – le pregunté.


Laurent se echó a reír:

-No. No la considero como tal, pero sí realizó


cosas importantes en el breve tiempo que estuvo
en mi vida, sólo por ese hecho no la puedo
desechar, mucho menos seguir como si nada
cuando logro identificarla luego de tanto tiempo
sin saber de ella.

-Entiendo. Las mujeres son muy misteriosas.


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ALEJANDRO VILORIA

-Pero eso es lo que le da el gusto a esto de la


lucha para vencer o ser derrotado cuando de
conquistarlas se trata, ¿no?

-Brindo por ello. – dije levantando mi taza de


café.

Continuamos conversando y tocamos el tema de


Marco y su iglesia, que estaba acá en Bruselas.

-Mañana podremos visitar a Marco después de


los rezos en su iglesia.

-Me gustaría estar en ese momento. – le dije.

-¿Seguro? – preguntó muy dudoso Laurent.

-Bastante, ¿o es que acaso en los rezos se


retuercen las personas como locos? – pregunté
ironizando.

-No, no se trata de eso, sino que eso de saltar de


iglesia en iglesia no te beneficia en nada. Al
contrario, chocan tus perspectivas sobre tu fe.

-Tranquilo, me conozco lo suficiente. Quiero ver


cuál es el entorno de Marco. Además, yo fui
protestante alguna vez en mi infancia, así fuere
por la simple costumbre de ir a la iglesia con mis
padres.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

-Bueno, si tú lo dices, vayamos al inicio de las


oraciones en su iglesia.

Llegó el día y fuimos temprano por la mañana a


la iglesia donde predica Marco. No era muy
grande, era una especie de edificio pequeño, de
unos tres pisos. Más parecía una tienda comercial
a una iglesia.

Al llegar, Laurent y yo nos sentamos de último,


en sillas que estaban dispuestas para unas,
calculo yo, cien o ciento cincuenta personas.
Fueron llegando poco a poco, algunas sillas
quedaron vacías, pero había suficiente afluencia.
Así como llegó el último, así salió Marco, muy
bien vestido, nada parecido a cuando Romeu nos
mandó a vestir lo mejor posible en el cierre del
campamento.

Empezó su soliloquio saludando y bendiciendo a


los asistentes, quienes aplaudían su ingreso.
Comenzó hablando sobre un extracto del
evangelio de Lucas y a predicar sobre lo que
quería decir Lucas y cómo aplicar ello en
nuestras vidas. Debo reconocer que Marco habla
de forma muy firme y convincente, como si
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

entendiese los problemas de todos. Me agradó


mucho su manera de expresarse.

-La vida trae complicaciones, sí, no lo niego,


pero ¿quién no pudiere levantarse cuando Jesús
te brinda su mano? – decía él en su predicación.
La gente respondía con manos al aire y ojos
cerrados; todos concentrados. Algunos
murmuraban oraciones. Se parecía un poco a lo
que vi cuando niño, pero era diferente en algunas
cosas. Era difícil de explicar.

Marco, luego de su predicación, llamó a todos a


hacer una fila hacia él, dijo que los bendeciría
uno a uno mientras los asistentes pensaban en
sus más grandes angustias, temores y problemas.
Laurent se quedó sentado, pero me dispuse a ir,
así también Marco me podría ver.

Ya faltaban pocos delante de mí, y, al llegar, miré


a Marco a sus ojos, él se sorprendió. No me dijo
nada, sólo puso mi mano en mi frente y luego me
dio un abrazo. Continuó con su sermón, y, entre
lágrimas, los asistentes le aplaudieron. Al
terminar todo, él nos hizo señas para quedarnos
una vez se hayan ido todos los demás.

-¡Estoy tan contento de verte! – me dijo Marco


con mucha emoción.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

-¡Igualmente a ti, Marco! ¡No sabía que ya


instalaste tu propia iglesia! – Él se rió y me
contestó:

-No, no es mía. La abrí con todos los que siguen


mi misma convicción. Queríamos alabar a Cristo
a nuestra manera, y muchos se llenan al
contemplar su presencia acá.

-Y eso se refleja en ti. Te noto más vivaz y más


seguro en la vida. – Él me puso la mano en el
hombro en son de agradecimiento por mis
palabras.

-Él quiso venir a verte personalmente para ver


con sus propios ojos esto que haces. – comentó
Laurent.

-Pues hiciste bien, hermano. – respondió Marco.

“Poco a poco nos vamos moldeando a nuestra


realidad, y en el momento en el que estamos
listos para tomar una decisión, sólo en ese
momento, pensamos en lo que arrastramos en
nuestro camino con nosotros, y en lo que dejamos
a un lado mientras avanzamos. Tú decides lo que
serás mañana, siempre cargando con un peso, así
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

le consideres como muerto o como un sacrificio


por alguna meta o por algún error que cometiste.

Mientras llega ese momento, nosotros vamos


esquivando la realidad con ideas que se
transforman en un placebo que nos duerme en
nuestro mundo ideal; y no aceptamos lo que nos
diga quien sea para evitar el quiebre total de
nuestro ser.”

-Ya no soy el mismo de aquel entonces. – dijo al


aire Marco. Estábamos en su casa en ese
momento.

-¿Cómo es eso? – preguntó Laurent.

-Cuando murió Paul –Laurent y yo guardamos


un silencio incómodo, pues tanto él como yo
habíamos olvidado aquella página oscura en la
vida de Marco, pero el continuó hablando–. A
veces pienso en él y recuerdo las cosas, pero es
diferente ahora. No puedo lamentarme en el
pasado teniendo el presente para un mejor
futuro. Cuando mis hermanos apoyaron mi
propuesta de armar nuestra iglesia, me mentalicé
en salvar a la gente que es como Paul; que se
lanza a la muerte teniendo un regalo tan preciado
como lo es la vida.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

-Me alegra verte con este semblante, Marco. De


verdad estoy contento por tu convicción. – dijo
Laurent.

-A ustedes también los veo más cerca del Señor.


Laurent y tú han madurado en espíritu y mente.

-Yo aprendí a no temer al mar sin siquiera


avistar una ola en su horizonte. Debo vivir día a
día. – le dije a ellos.

-Pues te diré algo, hermano, tú eres una persona


noble que se está recuperando todavía de una
herida de muerte. No importa el causal de esta,
sino su persistencia y sus consecuencias. Y tú has
aprovechado la oportunidad de darle un enfoque
nuevo a tu existencia. Yo, particularmente, tengo
mis brazos extendidos para que, cuando necesites
de mí, estar para ti. Asimismo, nuestro Señor
Cristo quien siempre espera y esperará por ti.

Me conmovieron un poco las palabras de Marco,


pues había sinceridad en sus palabras. Mucho
compromiso. Allí me di cuenta que eso es en
parte lo que a mí me falta: compromiso. ¿Y
compromiso con qué entonces? Con mi creador.
Necesitaba volverá ver a Sergei, no para que me
acoja como lo hizo con Romeu, sino que a través
de él, llegaría a algo más. No sé si sea Dios quien
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

lo hizo, pero Sergei despertó mi curiosidad en su


camino, en ese que recorrió.

Ahmed y su budismo me calmaron y me dieron


el tiempo necesario para salir de mi tormenta.
Casia y su amor por la naturaleza despertaron en
mí la conciencia por mi entorno y los seres que
me rodean. Adrià y el Islam me enseñaron el
amor incomprendido, el amor noble hacia el
creador; la disciplina dentro de la serenidad.
Laurent me enseñó el equilibrio y la importancia
del comprender mi libertad, sobre todo la paz con
el creador.

Marco me enseñó el compromiso con mi creador


y con sus obras, y Romeu me enseñó el carácter,
sin embargo, me falta profundizar en su camino.
Sonará estúpido, pero, a pesar de lo que aprendí
con los demás, me sigue faltando algo, y espero
hallarlo en el camino que Romeu siguió.

Mi camino no está aquí con Marco ni con


Laurent, eso era lo único que tenía seguro, y,
pues… ya veía las olas acercarse a la orilla de mi
playa.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

PARTE IV: CONTEMPLACIÓN

Me quedaba un día en Bruselas, y decidí llamar


a Amanda para comentarle lo vivido en los
últimos días; no hablo con ella desde hace cuatro
días. Hablamos un rato para ponernos al día, y,
por lo pronto, todo estaba bien.

Durante la semana Laurent me paseó por


Bruselas junto a Marco cuando este tenía tiempo,
pues la iglesia le ocupaba bastante. Aprendí
muchas cosas y sobre el lado más profundo y
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

serio de Laurent, que, por un amor complicado,


se refugia en la iglesia de su amada a orar por
ella y por él. Tiene sus problemas y tiene sus
virtudes, no va a la iglesia propiamente por Dios
si lo analizamos un poco, pero algo es algo. No
necesariamente quien va a la iglesia lo hace por
Dios, pienso que son la mayoría quienes hacen
esto por alguna razón. Ya mañana partiría a
Angulema. Decidí comprar un diario para
enmarcar estos días, los cuales considero que
serán determinantes por alguna razón.
Empezaría con la noche de hoy.

-¿Cuáles expectativas tienes a partir de ahora? –


me preguntó Laurent.

-Espero encontrar la última pieza de mí mismo.


Algo me dice que así será.

-No pongas tu felicidad en una persona,


hermano. Percibo que estás muy ilusionado
con lo que puedas conversar con ese señor.

-Tranquilo. No sé si todo saldrá bien, no sé si él


siquiera estará cuando visite la iglesia, pero por
primera vez tengo una buena sensación en mí.
Hace mucho dejé eso de ser negativo para
defenderme de los golpes de la vida.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

-Bueno, sólo digo, pues uno nunca sabe. Sin


embargo, confío en que algo hallarás en todo
esto.

Nos quedamos allí tomando brandy en su casa


esa noche. No había mucho que conversar
después de esto, así que sólo tomamos de toda la
botella que él tenía guardada para este momento.

-El silencio es importante, ¿sabes? –dijo Laurent


al rato. Yo no le respondí; estaba bastante “ido”
con tanto brandy en mi cuerpo–. El silencio nos
ayuda a detener el tiempo y darnos el lujo de
reflexionar y pensar si estamos haciendo las
cosas bien.

-Es verdad lo que dices. ¿Por qué no


continuamos con el silencio para disfrutar de este
momento? Incluso el silencio sirve para admirar
los miles de pequeños detalles que adornan
nuestra vida, y que, por la rutina y nuestra
tragedia diaria, ignoramos.

Laurent sonrió y guardó silencio. Así


permanecimos durante dos horas, lo que tardó la
botella en consumirse en su totalidad.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

Llegó el día de regresar a Angulema. Me dolía la


cabeza de tanto brandy que bebí ayer con
Laurent, quien me acompañó a la estación de
trenes junto a Marco.

-Como te dije ayer, espero halles lo que buscas.


– dijo Laurent.

-Yo sólo deseo que halles lo que necesites. – dijo


por otra parte Marco.

-Gracias por sus deseos, hermanos. Y me alegra


haber pasado este tiempo con ustedes.
Seguiremos en contacto y a la espera de un
próximo encuentro en donde estemos todos.

Recibí un libro azul pequeño de Marco y me


llevé una pieza de ajedrez de Laurent, un peón
precisamente. Me dijo que me diría para qué me
lo dio cuando nos veamos nuevamente, sin más
que agregar, me monté en el tren. Este, después
de unos diez minutos, empezó a moverse y ya
sabía que me acercaba a las respuestas que
necesito.

Empecé a recordar el principio de todo, e,


incluso, mucho antes que eso, y me di cuenta de
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

cuán enigmática es la vida, en donde creemos


tener todo bajo control, pero realmente somos
simple seres existiendo, ya depende de nosotros
hacer algo más que existir. Es difícil, sin
embargo, vivir sin inquietudes, penas, rabias;
siempre justificando nuestras acciones, y siempre
juzgando las acciones del otro con o sin razón.
Aun no entiendo cómo di el paso hacia el otro
lado.

Llegué un poco agotado a Angulema, llegué al


final de la tarde y sólo quería llegar a casa a
darme un baño. Planeaba visitar a mis padres
para ver cómo estaban ellos. Llamé a Amanda de
camino a la residencia y estaba contenta con mi
llegada; quería verme y no sabía si era apropiado
hoy así como tengo mi mente turbia por tantas
cosas que quería preguntarle a Sergei en caso de
verle en la iglesia.

-Prefiero que nos veamos mañana, estoy


bastante agotado. Mañana luego del trabajo
pasaré por ti para vernos, ¿te parece? – le
propuse a ella cuando me llamó nuevamente. Ella
aceptó con la frustración entre los dientes, pero
esperaba que ya mañana se le pasase.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

Llegué a mi departamento y saqué una botella


de vino que tenía en mi nevera. Abrí mis ventanas
y me asomé hacia la calle; estaba soplando el
viento y se sentía bien. Hacer esto casi siempre
cuando anduve en Bruselas con Laurent se me
hizo una relajante costumbre para reiniciarme y
volver a empezar. Al tomarme dos copas, fui a
bañarme. Llamé a mis padres para avisarles que
iba a visitarles en un rato lo cual les entusiasmó a
preparar una buena cena. Mamá sabe que estoy
saliendo con Amanda, por lo que preguntó por
ella, lo cual terminó en una invitación formal para
conocerla. ¡Vaya noche la que me esperaba! En
seguida llamé a Amanda:

-Estaba pensando las cosas y mereces una mejor


noche después de esperar a que regresase –le
dije a ella, pero se puso un poco a la defensiva, y
estaba dispuesta a no verme hoy–. Realmenteme
gustaría verte. Sí, estoy agotado, pero una
semana ha pasado y sólo hemos hablado una vez
al día, si acaso, cuando estaba en Bruselas.

Ella guardó silencio por unos segundos, pensé


que la había enojado, pero sólo suspiró y accedió.
Me pidió a cambio darle algún presente. Quiero
reconocer que fui un estúpido y no le compré
nada en Bélgica, a pesar de yo haber recibido dos
presentes que pudieron haberme recordado este
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

detalle, pero, espero arreglármelas durante la


cena.

Me terminé de refrescar y de vestir y fui por


Amanda para irnos directamente a casa de mis
padres. Le comenté a ella al respecto, y se puso
muy nerviosa.

-¿¡Es en serio!? ¿¡Así con esa tranquilidad me


preguntas que vaya a conocer a tus padres!? – me
preguntó ella sorprendida.

-¿Qué quieres que te diga? Mamá desea


conocerte y me agarró de sorpresa. De todas
formas, le dije que no estaba seguro y que
confirmaría tu presencia.

-¡Ahora debo ir! ¡Tus padres pensarán que no


les quiero conocer! – reclamaba ella.

-¿Pero quieres o no conocerles? – pregunté ya


un poco fastidiado.

-Sí quiero, pero así sin más me da un poco de


inseguridad. ¿Y si no les gusto?

Me hizo gracia su pregunta y le tomé de sus


manos:
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

-Escucha, al final, a quien te debe interesar


gustarle es a mí, y eso lo estás haciendo de
maravilla. La opinión de ellos es importante, pero
no fundamental para continuar contigo o no. Si te
considero una gran mujer, cosa que para mí es
difícil de hacer, inclusive con cualquier persona,
ellos también, al conocerte, lo harán como yo.
Sólo sé tú misma, y estoy seguro que les
agradarás.

Ella no me dijo más nada, sólo sonrió y me dio


un beso y un abrazo. Continuamos caminando
hacia casa de mis padres. Ella se veía muy
nerviosa, sus manos sudaban un poco, y estaba
paliducha y endeble. Habíamos llegado y tragó
grueso cuando toqué el timbre.

-¡Hola, mamá! – dije.

-¡Hola, hijo! –en aquel momento mamá vio a


Amanda.

-¡M-mucho gusto! – dijo ella notablemente


nerviosa, y tomé firmemente su mano para darle
un poco de apoyo.

-¡Es un placer conocerte por fin! Amanda,


¿verdad?

-¡Sí! Me han hablado mucho de usted. El placer


es el mío.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

Mamá abrazó a Amanda y nos invitó a pasar.


Papá estaba en la sala sentando en el sofá y se
veía muy contento y feliz de verme de mano con
Amanda. Les presenté y Amanda se sintió un
poco más cómoda. Papá compartió con té, y yo de
la botella de vino que ya había abierto en el
departamento.

-¿En dónde se conocieron? – preguntó papá ya


con el hielo roto.

-En una reunión de compañeros de trabajo que


tuve hace tiempo. Nos vimos y me empezó a
atraer Amanda. Salimos a bailar y poco a poco la
química nos conectaba. Las cosas fluyeron y,
pues, acá estamos. – Amanda sólo me miraba
tomando de mi mano. Se veía muy tierna debo
confesar.

-Debo decir que lo poco que he visto de ti me


agrada mucho, Amanda. Y cuéntame ¿de qué
trabajas tú?

-Soy publicista, señor. Tengo cuatro años


trabajando de ello.

-Es interesante. Hiciste buena elección, hijo. –


dijo bromeando papá.

Continuó la noche y habíamos cenado. Amanda


tomó confianza y conversaba con mamá cuales
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

amigas de toda una vida. Papá y yo salimos al


patio a hablar un poco también.

-Me agrada ella, hijo. Es buen partido para ti.


Estoy orgulloso.

-Gracias, papá.

-Hacía mucho que no tenías una novia.

-Desde la secundaria exactamente.

-Las cosas llegan definitivamente cuando las


necesitas.

Miré a papá y recordé sobre nuestra última


conversación en familia:

-Oye, ¿qué ha pasado sobre eso de volver a la


iglesia y enmendar las cosas, papá?

Papá suspiró y me miró:

-No fue sencillo, hijo. Lo hicimos, pero


esperábamos más comprensión de todos. Nos
señalaron y fue algo fuerte; tu mamá lloró
durante el regreso a casa. Eso me hizo cuestionar
un poco las cosas en la iglesia.

-Bueno, era de esperarse, ustedes, quienes eran


ejemplo de vida allá, al confesar eso el rechazo
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

era predecible. No debes cuestionar la iglesia per


se, sino al que va hacia allá a fingir cristiandad.

-La vida cristiana es complicada, hijo: cada


pecado es un riesgo contra ti, tu iglesia y tu
religión.

-Y Jesús lo sabía bien, ¿no es verdad? Por eso


hizo lo que hizo.

Papá guardó silencio y me miró:

-Has madurado mucho, estoy muy satisfecho. Lo


que venga ahora, hijo, es cosa tuya; ya eres un
hombre.

-Decidí visitar la iglesia que está cerca de la


plaza.

-Es tu decisión. Realmente te apoyo, así no esté


de acuerdo con la religión que vas a tomar.

-Aún no tomo ese camino, es por ello que voy;


quiero hablar con alguien allá para hallar
respuestas que necesito.

-Seguramente hallarás lo que necesitas. El


Señor es muy bueno con nosotros. Ahí tienes a
Amanda en tu vida.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

Entramos hacia la casa nuevamente y pasó el


tiempo volando, ya eran las once de la noche.

-Es hora de irnos. Muchas gracias por todo,


mamá, papá. Nos veremos pronto.

-Que pasen buenas noches. Fue un placer,


Amanda. – dijo mamá.

-El placer fue mío. Son una gran familia. –


contestó.

-Cuídense. Llamas al llegar a casa, hijo. – dijo


papá.

-Tus padres son unas personas muy agradables –


dijo Amanda muy contenta con la visita –. Espero
y ahora conozcas tú a mis padres pronto.

-Así estaremos a manos, así que lo haré.

-Y hablando de estar a mano, ¿en dónde está mi


presente?

¡Había olvidado resolver el asunto del regalo!


No sabía qué hacer, así que preferí decir la
verdad para evitar consecuencias más grandes.

-Te debo confesar que no traje nada. Lo olvidé


por completo.

Amanda me miró y sólo guardó silencio.


VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

-Quiero compensártelo, por favor. Realmente lo


olvidé; tengo muchas cosas en mi mente.

-Tranquilo. Te entiendo, sólo que percibo que


estás muy centrado en lo que necesitas y no
piensas un poco en los demás.

-Tienes razón.

-Da lo mismo si la tengo, sólo espero que cuando


hagas lo que debas hacer comprendas
perfectamente esto.

Pasábamos en ese momento por la iglesia, y


estaba abierta.

-Quiero que vengas conmigo a la iglesia.

-¿A esta hora? ¿Qué quieres hacer allá?

-Quiero ver si está alguien.

Amanda me acompañó curiosa sobre esto y


fuimos. No había nadie, sólo las velas encendidas,
alguna luz principal encendida y las imágenes
sagradas. Me dispuse a pasar a los bancos más
cercanos al altar junto a Amanda, quien tenía un
poco de miedo. Tenía tiempo sin venir
formalmente a una iglesia, sobre todo así de
grande.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

-¿A quién buscas? – me preguntó en voz baja


ella.

-A un señor que siempre viene, necesito


respuestas de él.

-¿Respuestas sobre qué? – comenzaba a


exasperar Amanda.

-Cuando lo veamos, lo sabrás.

Pasó un tiempo prudencial, y no veía a nadie ni


oía nada más que nuestro respirar.

-Amor, creo que mejor nos vamos. Pronto será


medianoche y mañana debemos trabajar. Quiero
que me expliques de qué se trata esto, me
preocupas –cuando volteé para responder a
Amanda, ella se quedó con la mirada asombrada
mirando hacia el fondo, detrás de mí–. ¿¡Qué es
eso!? –me giré rápidamente para ver qué era; se
trataba de una silueta. Tomé de la mano a
Amanda y me disponía a correr con ella cuando la
silueta nos habló:

-¿Quiénes son ustedes, jóvenes? ¿Qué hacen acá


tan tarde?–preguntó saliendo de las sombras. Al
verlo pude ver que era Sergei, pero vestía de
forma diferente: llevaba una túnica negra, como
si fuese un monje.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

-¿Sergei? – pregunté con Amanda


apretujándome el brazo de los nervios.

-Sí, soy yo. ¿Quién eres tú, muchacho?

-Soy aquel joven con quien habló hace una


semana en misa dominical.

-No recuerdo muy bien, hablo con muchas


personas.

-Pues yo sí lo recuerdo a usted. Vine para verles,


pues necesito respuestas.

-¿Y quién es ella?

-Ella es mi novia. – dije, ella se notó


sorprendida, pues nunca había afirmado tal cosa.

-Ya veo. ¿Y qué deseas saber, muchacho?

-¿Usted conoce a una persona llamada Romeu? –


Sergei abrió sus ojos con espasmo.

-¿Y tú de dónde le conoces?

-Viví con él una grandiosa experiencia hace


meses. Con él y otras personas; aprendí muchas
cosas y debo decidir mi camino en este instante.
Romeu habló sobre usted y su influencia en su
vida.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

-Ya veo. – contestó el anciano. Me invitó a


sentarme a mí y a Amanda.

-Entonces, ¿vienes a decidir sobre tu “camino”?

-Sí.

-Pues, joven, usted perdió el tiempo en vivir


aquel campamento con Romeu.

-¿Cómo sabe usted del campamento?

-Es algo que viví y le mostré a Romeu bajo la


Orden.

-¿Usted le mostró el campamento?

-Así es. Es una tradición dentro de nuestra


Orden; el compartir con nuestros hermanos
viviendo y contemplando el Amor de nuestro
Señor. Ágape, así se llama el “campamento”.
Desterrarte de tu vida mundana y tus costumbres
de comunidad y egoísmo; orar y contemplar en
silencio al Señor junto a los hermanos, eso es el
Ágape. Romeu lo compartió y adaptó a las
necesidades de sus amigos y pues tienen ahora su
propia tradición. Por lo que dices, viviste eso.

-Sí. Cambió mi vida.


VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

-Cambió tu vida de forma emocional, pero no tu


vida de forma espiritual. ¿Oras todos los días?
¿Hablas con el Señor?

-Es difícil para mí, pues no me he hallado en


ninguna religión. La religión no es fundamental
para amar a Dios.

-Pero vienes a una iglesia a casi la medianoche


en día de entre semana buscando respuestas de
un religioso como yo.

-Lo busco a usted, no a la religión.

-Efectivamente para amar al Señor no necesitas


de alguna religión para eso, pero una religión, así
como cualquier estudio, cualquier ciencia, es
necesaria para la comprensión y mejor aplicación
dese Amor, hijo. El Amor del Señor es
eternamente profundo y el nuestro es una miseria
comparado con la de Él. Necesitas de Él para
amar verdaderamente a los tuyos.

Guardé silencio y bajé mi mirada.

-Hay mucha gente que no comprende esto, pero


muchísimos más que vociferan de vivir en
plenitud en cualquier iglesia y no dan ejemplo
para ello. Ellos la tienen más complicada, pues
quien desconoce del Señor es lógico que viva
lejos de Él, pero quien le conoce y sabe lo que
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

nos pide y lo que nos regala y aun así peca, pues


se encuentra en tremendo lío.

-¿Dios les castiga? – preguntó Amanda.

Sergei sonrió.

-No, señorita. El Señor no nos castiga, nosotros


nos castigamos. Cuando nosotros vayamos a
morir el día en el que nos toque, presenciaremos
el Amor del Señor en espíritu y existencia… en
eternidad. Si nos encontramos lo suficientemente
sucios, nosotros mismos nos lanzaremos hacia el
infierno al no considerarnos dignos de Su Amor.
¿Imaginas eso? ¿Tú mismo decidir irte al averno
por asumir que por tus pecados no eres digno tú
del Amor del Señor?

-Es algo difícil de contemplar. – dije yo.

-Efectivamente, pues es un acto que no se


evidencia en este plano. Entonces, joven, ¿qué
quieres?

-Sólo me queda una pregunta para mí, la más


importante. La que siempre ha hecho y hace ecos
en mi mente. Y no quiero palabrerías ni frases de
auto ayuda. ¿En dónde está la verdad absoluta?
No la hallé en la ciencia, no la hallé en el Ágape.
No la hallo hoy. ¡No la consigo ni en mi familia ni
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

en mi novia ni en nada!– Sergei me miró


seriamente.

-La tienes dentro de ti. Buscaste fuera toda tu


vida porque aprendiste de un Dios externo, que
su amor depende de plegarias y de rezos, cuando
es mucho más que eso. Buscaste fuera en
placeres y trabajo, buscaste en amores
temporales que sólo duran en esta vida. La
verdad no está afuera, cualquiera puede afirmar
una verdad, inclusive yo en este momento que lo
estoy haciendo. Cualquiera proclama verdades
con o sin religiones, con o sin ideales.

-¿Está dentro de mí?

-Sí, sólo debes reflejarte en el Maestro Interior,


nuestro Maestro Jesús.

Justo en ese instante, miré hacia el Cristo


crucificado y recordé lo que le dije a papá sobre
qué hizo Jesús con nuestros pecados. Recordé
sobre Amanda y su decepción conmigo. Recordé
mis errores y mis virtudes. Recordé todo una y
otra vez, como si fuese un ciclo eterno. Sentí
debilidad en mis piernas, es algo que no puedo
explicar. Quité mi mirada y pude ver a la Divina
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

Misericordia, justo a sus ojos. En ellos sentí miles


de cosas y el cómo me miraba profundamente,
como si desnudare mi alma y supiese realmente
lo que soy y mi esencia bruta y virgen.

“Él sabe lo que necesitas y lo que añoras. Sabe


muy bien quién eres y no le puedes engañar,
pues habita en ti. Fue carne de tu carne. Fue
sangre de tu sangre. Sufrió, lloró, prometió y
amó como tú. Jesús es el Maestro Interior; quien
habita en nosotros en lo profundo de nuestro
corazón…San Agustín se dio cuenta de esto y
pronunció bellezas de palabras con verdadero
amor: “¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y
tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de
mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y,
deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas
hermosas que tú creaste…”

Me dijo Romeu aquella última noche siendo


nosotros lo últimos en dormirnos. Lloraba en ese
momento y mi piel se erizó. Recordé exactamente
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

eso en aquel instante y de mi corazón quería yo


decir:

-¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan


nueva, tarde te amé! – grité a todo pulmón en la
iglesia ante Sergei y Amanda. Sergei se puso
frente a mí y se arrodilló. Estaba temblando y me
tomó de las dos manos.

-¡Nunca imaginé que esto sucedería


nuevamente! ¡Nunca lo imaginé! ¡Oh Señor! ¡Tú
me sigues regalando momentos de los cuales no
soy digno! ¿¡Por qué yo, Señor!?

Yo estaba llorando como nunca había llorado y


me aferré a Sergei. Estuve aferrado a él como si
fuera la vida misma. Sentía que me curaba de
alguna herida de muerte. Sentía calor y frío. No
sé describir lo que sentí. Fue eterno y fue de
temporal, todo a la vez.

Amanda estaba nerviosa y estaba llorando


también. No podía hacer nada.

-¿Qué es esto que siento? – pregunté a Sergei.

-La conversión al Señor, hijo. La conversión que


vivió Agustín de Hipona, la que vivieron muchos y
las que vivirán algunos.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

-¿Por qué así y por qué ahora?

-Porque el Señor sabe cuándo necesitas las


cosas, y por ende en dónde.

-¿Qué debo hacer ahora?

-Te acompañaré a casa, debes dormir. No


trabajes mañana, ven acá temprano y te estaré
esperando. La joven puede venir si desea. No
digas esto a nadie aún.

Obedecí y sin más me fui un poco mareado.

-¿¡Qué te pasó!? ¿¡Qué fue todo eso!? – me


preguntó llorando aún Amanda.

-No lo sé. No sé responderte. Fue la experiencia


más hermosa en mi vida. No lo sé explicar, pero
me siento liberado. Debo venir, este es mi
camino, Amanda.

Ella no dijo más nada y decidió quedarse


conmigo esa noche. Se aferró a mí con miedo,
confundida. Yo sentí que volví a nacer. No fue
Sergei, fueron sus palabras, fue obra del Señor.
Estoy seguro de ello. He visto el verdadero rostro
del Señor.
VIAJE ASTRAL
ALEJANDRO VILORIA

“El tiempo no existe para el Señor como existe


para nosotros, un suspiro de Él puede durar
cuales vientos eternos que naufragan entre las
nubes y montañas de nuestro mundo. Su palabra
se cumple en su momento y vale la decisión de
sus hijos ante su cumplimiento. Nosotros vamos
por las ramas y Él nos llama a la copa del árbol
para observar el fruto de nuestro crecimiento y
de su obra. Adán y Eva no comprendieron esto. El
jardinero nos llama semilla a semilla para
abrazarnos nuevamente… Busca la rama firme
hacia el Señor, no sea que caigas al abismo de
donde viniste y no puedas escalar nuevamente a
contemplar el Amor de nuestro Dios…”
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

LAS MOIRAS

El mundo me sorprende más; cada vez lo


entiendo menos. Nada es aleatorio, no hay un
azar y vemos muchos rostros del sentido de las
cosas. No dormí en toda la noche, a pesar de que
Amanda estuvo conmigo y que cayó rendida ante
el sueño, pero yo no puedo. No comprendo; no
esperaba eso. Fue tan real como ver la luz del
día… Siempre busqué en toda clase de libros,
arte, en el día a día, y siempre estuvo aquí la
verdad que tanto buscaba.

“¿Qué debo hacer ahora?”, ese es el pensamiento


que inunda mi cabeza esta noche.

“En el mundo hay tanto que desconocemos.


¿Qué hay en los confines de los mares y océanos?
¿Qué nos ocultan en los grandes estratos de la
sociedad? ¿Por qué hay secretos? ¿Por qué
estamos aquí? ¿Soy esclavo de un sistema? Ni
siquiera sabemos quiénes somos y estamos
buscando bregar en el espacio exterior. Para
entender lo que hay afuera, hay que mirar hacia
dentro. Mira en tu espejo, eres más que eso que
estás viendo; más que células haciendo mitosis y
células que mueren. Eres más que un eslabón del
organigrama de una organización. Eres parte de
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

algo grande, y sólo tú tienes la libertad de


entender esto u optar por un camino más sencillo
de recorrer”.

Dormí sólo cuatro horas, y, sin embargo, no


sentí cansancio. Amanda sí se encontraba
arrollada por todo lo que vio ayer, aunado a su
día rutinario de trabajo.

-¿Cómo te sientes? – me preguntó con su voz


ronca de haber dormido profundamente.

-Me siento bien. Me siento con inquietud, de


hecho.

-¿Inquietud? – me preguntó ella.

-Sí. Ya estoy aquí, he llegado lejos. Han sido


muchos años, Amanda, y creo que este es el
momento de continuar y llegar hasta el final.

Amanda se sentó en la cama y me abrazó:

-Escucha, haz lo que debas hacer. Tú tienes mi


apoyo.
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

Saber que ella me decía eso, me reconfortaba


bastante. Sin más que esperar, me alisté y comí
el desayuno con ella. La iglesia debía estar
abierta, así que de inmediato nos dirigimos hacia
allá. Al llegar, buscamos a Sergei, quien estaba
orando ante el sagrario. Sergei culminó sus
oraciones y se puso de pie.

-¡Buen día, jóvenes! ¿Cómo estás tú? ¿Te sientes


bien? – me preguntó él.

-Me encuentro bien. Hay muchas cosas de las


que deseo hablar contigo.

Él me miró fijamente y sonrió. Nos hizo señas a


Amanda y a mí de que le siguiéramos. Subimos
por unas escaleras y llegamos al campanario de
la iglesia. Se veía todo imponente desde allí.
Sergei tenía una mesa cerca de la ventana con
varias sillas viejas, y nos invitó a tomar asiento
allí.

-No sé qué hacer con tantas cosas que tengo


dentro. No sé cómo asimilar o entender esto, ni
hablar de por dónde empezar. Mi vida no es igual
después de lo de ayer, a pesar de que
progresivamente mi vida ha cambiado.
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

Sergei sólo me miraba y Amanda estaba tensa,


se le podía ver por cómo movía su pie estando
sentada.

-El espíritu sólo se parece en pocas cosas al


cuerpo, muchacho: Sufre de hambre y de sed,
puede sufrir heridas como el cuerpo también.

-¿Y eso qué tiene que ver? – preguntó Amanda.

-Pues que siempre buscamos saciar nuestra


hambre, sólo que no conocemos el alimento
propicio que nos nutra y nos llene de vida. Una
persona que come muchas grasas, en promedio,
no tiene el mismo tiempo de vida que alguien que
come sanamente. Es lo mismo con el espíritu –
Sergei se levantó y empezó a caminar alrededor
de la campana–. Nosotros buscamos lo que sea
que pueda saciar esa necesidad; y aquellos que
logran hallar el alimento de vida y escapan de sus
vicios del mundo, son los que tienen el
compromiso de compartir este testimonio y esta
verdad a los demás.

-No comprendo, Sergei. – le dije.

Él sonrió llevándose la mano a su rostro.


LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Lo mismo me dijo un día Romeu. Lo que quiero


decir con todo esto es que te ofrezco conocer del
alimento de vida. Quiero darte la oportunidad de
conocer este camino a mayor profundidad.

-¿Quieres llevarme a la Orden?

-La Orden no queda en ningún lugar en


específico. Sólo quiero que conozcas más y tomes
una decisión final. Romeu estuvo en tu misma
posición alguna vez y pienso que esto te hará
bien.

Amanda me miraba un poco conmocionada


esperando mi respuesta. Mis vellos se erizaron y
no dudé en acceder.

-Quiero intentarlo. Deseo hacerlo, Amanda. Esta


es mi última oportunidad.

Amanda tomó mis manos y empezó a llorar de


repente.

-Yo sé qué viene después de irnos de acá. No te


volveré a ver en un tiempo y eso me duele, pues
no sé qué nos depare el futuro ahora. Sin
embargo, yo te apoyo y sé que necesitas de esto.
Al final, yo también lo necesitaré al fin y al cabo,
¿no?
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

Me levanté y fui a abrazarle. Sergei lucía


contento.

-Entonces consideraré esto como una relación


formal que tendremos de ahora en adelante.
Antes que nada, debes saber que debes
abandonar muchas cosas: a tu familia, tu novia,
tu trabajo, tu vida como la conoces ahora, para
poder venir conmigo. No será para siempre, pero
no podrás recuperar todo a la vez. ¿Estás seguro
de venir?

-¡Sí! – dije sin dudar.

-Bien, muchacho. El Señor sabe lo que hace


después de todo.

-¿Cuándo empezamos?

-Desde mañana. Luego viajaremos a España,


concretamente a Granada. Allá te enseñaré un
par de cosas de nosotros.

Estaba expectante sobre todo esto, y más


importante para mí era saber que Amanda me
apoyaría. Sergei me pidió venir mañana por la
tarde, después del trabajo, me comentaría sobre
ese viaje y lo que haremos precisamente en
España. No podía esperar.
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Siento un poco de emoción debo confesarte. –


me dijo Amanda mientras íbamos caminando por
la calle.

-Creo que estoy en un punto de mi vida en el


cual siento que estoy en la dirección correcta y
en donde muchas cosas buenas nos sucederán a
ti y a mí.

-Me hace feliz saber que me incluyes en estas


cosas. Tú no parecías ser así, supongo.

-No. Nunca incluía a nadie. Ni a mi última novia


en la secundaria la tomaba en cuenta siquiera
para comentarle sobre mis pesares.

-Eso debió ser difícil para ti y para ella.

-No sé qué tan difícil pudo ser realmente;


éramos niños. Ella a sus asuntos y yo en mi
mundo. Se hizo de una costumbre a una razón de
vida. Lo más difícil es cuando explota tu burbuja
y te das cuenta que estás totalmente solo.

Amanda guardó silencio y me tomó del brazo y


continuamos caminando en silencio hasta llegar a
nuestros trabajos. No deseo perderla, a pesar de
lo que pasó hace un tiempo entre los dos, lo
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

pudimos resolver, y no suelo resolver muchos de


mis problemas, no estoy acostumbrado a ello.
Tampoco lo está ella.

Veo nuestra relación frágil, pero pudiente.


Mientras más felices somos, más frágil es nuestra
mirada y nuestras caricias. La comunicación es
limpia, pero todo se hace más retador. Tengo
cierto miedo de perderla, dudo que suceda, pero
es una posibilidad. Supongo que es el mismo
miedo que tienen los dioses de perder a sus hijos;
de que al verlos cara a cara, no puedan
recuperarlos nunca más. Las decisiones
definitivamente son la tiza que dibujan nuestro
rumbo y nuestro final.

Ya eran las seis de la tarde y salí un poco


agotado del trabajo. Tomé un autobús y me dirigí
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

a la catedral de Saint-Pierre una vez más, y se me


hacía ya un lugar cálido y conocido; un hogar.
Llegué mientras las campanas sonaban
anunciando la noche. Entré y, por mera intuición,
fui directamente al campanario. Allí estaba con
un libro en su mano, vestido con una camisa de
mangas cortas y un pantalón de vestir marrón
oscuro, estaba fumando.

-¿Es permitido fumar acá? – pregunté. Sergei


me miró de reojo y sacudió un poco su cigarro
para que cayese la colilla:

-Lo estoy haciendo, es permitido mientras no me


vean.

-No creo que sea un buen ejemplo, Sergei.

-Ya el Señor me juzgará por esto a su momento,


pero hoy no será. – dijo. Obvié el tema y fui al
grano.

-Bueno, acá estoy. Empecemos.

-Un momento. Déjame terminar de fumarme


esto.

Me empecé a impacientar un poco con su


conducta tan ligera.

-Está bien, qué más da.


LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

Sergei me miró y aspiró un poco de lo último


que quedaba de su cigarrillo.

-Debes mejorar muchas cosas. Tu actitud, ahora,


no es buena. Aunque, lo entiendo, eres un
muchacho todavía.

-Es sólo que he estado trabajando duro hoy y


tengo muchas cosas que hacer.

-Es difícil mantener un equilibrio, pero te diré


algo, tu constancia te ha llevado aquí. La clave es
ser firme y rígido como una piedra romana ante
las adversidades. La vida no se trata de que
siempre te irá bien o siempre te irá mal; es una
percepción nuestra, ¿o tú sabes qué es el bien y
qué es el mal?

-Hacer el bien es hacer algo que te beneficie y el


mal algo que te perjudique.

-No. Eso es muy general y se presta a muchas


situaciones complicadas.

-¿Entonces qué es el bien y el mal? – pregunté.

-El mal es todo aquello que destruye tu espíritu;


es algo que no necesariamente debe causarte
dolor; el placer más dulce puede ser el más
destructivo. El bien es todo lo contrario, e
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

inclusive la situación más dolorosa puede ser algo


provechoso para ti. Hacer el bien debe beneficiar
a todos por igual, ya que hacer algo bueno para ti
puede perjudicar al otro.

-Entiendo. Somos seres muy limitados.

-Así es. Nunca vemos todo el panorama, sólo


vemos lo que más nos interesa y no salimos de
allí. Mientras no veamos y cuidemos de todo el
paisaje, nunca estaremos en armonía.

-¿Entonces por qué Dios permitió el mal?

Sergei botó por la ventana lo último que


quedaba de su cigarrillo y se sentó en la ventana
del campanario.

-No es que lo permitió, nos contaminamos de


algo más y es por eso que surge una pugna que
ha sido infinita para nosotros los humanos.

-¿De qué se trata entonces?

-Es el Misterio de la Iniquidad. Hay varios


misterios cristianos, que son misterios porque
jamás lo lograremos comprender, pues somos
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

parte de una estructura muy complicada, mucho


más complicada que el mismo universo.

-¿Y qué es ese misterio, Sergei?

-Es aquel en donde se refleja el rechazo a la Ley


Divina; la evasión de la justicia y de lo correcto.
Nuestra sociedad está plagada de ello y la lucha
más constante es contra el relativismo moral que
muchos tenemos. Ese relativismo es aquel en
donde cada quien interpreta a conveniencia lo
que es correcto; eso se llama libertinaje. El
libertinaje es, literalmente, hacer lo que quieras
sin medir consecuencias para ti o para los que te
rodean.

-“Debes respetar lo que opine y haga el otro; es


su vida y no la tuya”, es lo que se dice desde hace
mucho – dije.

-Así es. Debe haber respeto y debe haber


derecho opinar, pero muchos juzgamos y
etiquetamos eso como opinión. El Señor te da una
vida con una misión y en ese “es su vida y no la
tuya”, defiendes que cada quien haga lo que
quiera mientras no te estorbe. Mientras no dañe
lo que consideres valioso, entonces cuando
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

sucede esto último que menciono yo, pues existe


la separación profunda y el resentimiento. Al
defender el libertinaje, de un momento a otro,
verás la avalancha sobre ti.

-¿Y por qué esto es un misterio, Sergei?

-Porque todo esto de la relatividad moral viene


desde milenios y milenios de lucha. Todo empezó
con la coral de ángeles del Señor. El Señor
anunció a sus ángeles que el hombre, su próxima
creación, y que este estaría por encima de ellos y
que sería a su imagen y semejanza. Un tercio de
esta coral no estuvo de acuerdo; este tercio fue
encabezado por Lucifer, el ángel más bello que
creó el Señor. Lucifer era un querubín, el
segundo rango más alto en la coral.

-¿Y cómo son esos rangos?

-Son serafines, con tres pares de alas, donde dos


cubren sus rostros pues sólo el Señor puede
verles a la cara y el último par cubre sus pies.
Ellos alaban directamente al Señor y cuidan de su
trono. Los querubines son guardianes de la luz y
de las estrellas y poseen cuatro pares de alas.
Luego vienen los tronos quienes llevan registro
de las acciones de los hombres y al final vienen
dominaciones, virtudes y potestades; estos
reciben órdenes de los serafines y querubines y
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

como tercera jerarquía están los principados


arcángeles y ángeles que son mensajeros y velan
directamente por nosotros.

-Entiendo, es muy interesante esto que me


dices.

-Lo sé. Me encanta estudiar sobre esto. Y, con


respecto al Misterio de Iniquidad, el Señor
expulsó a estos ángeles rebeldes y perdieron su
poder como ángeles; descendieron al infierno y
Lucifer, como líder de estos demonios, creó su
jerarquía y escalas; los demonios manejan
legiones y pueden ser reyes, condes, presidentes
y príncipes distribuidos como tronos, potestades,
virtudes, entre otros.

-¿Lucifer creó todo eso?

-No. Lucifer sólo puede copiar, más no crear.


Desde entonces, viene una cadena que ha sido
una constante pugna la cual se manifestó desde
Adán y Eva hasta nuestros días. Eso se llama la
Profecía de la Pasión.

-¿Qué es eso? – Sergei se echó a reír y me


contestó con otra pregunta:

-¿Puedes ver más allá de este campanario y de


esta ciudad? ¿Puedes ver la creación?
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

-No comprendo, Sergei, esto es mucha


información para mí – dije a medio reír. Nunca
supe de todo esto que él me decía y me resultaba
un poco desestabilizador.

-Adán y Eva tuvieron prohibido comer del fruto


del Señor. Satanás provoca la primera tentación e
invita a Eva a hacerlo, quien en su inocencia,
cayó. El Señor destierra a ellos y continúa con
todo lo que conocemos sobre ello hasta Abraham
hasta todo el Antiguo Testamento. Cada ciclo en
este Testamento tuvo un profeta como líder, cada
uno fue elegido por el Señor para cumplir un
papel en específico. Abraham demostró fe, Noé se
encargó de comandar la evolución de una nueva
generación entre hombres y animales por hablar
de ellos. Luego estuvieron Moisés, Elías, Jonás y
mucho más que tuvieron un papel fundamental en
la enseñanza del Señor hacia el pueblo. Todo esto
fueron filtros de errores y fallas, de logros y de
victorias y todo termina en Juan el Bautista como
el último profeta para dar pie a Jesús y lo que
conocemos como su Pasión. Todo fue un ciclo de
muchos siglos que se resumen en la muerte de
Jesús, quien, al final, fue el fruto de aquel árbol.
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

-¿Jesús fue el fruto?

-Eva fue determinante para abrir nuestra mente


y dar pie a la iniquidad humana, María fue
determinante en dar a luz al hijo del Señor para
combatir esta iniquidad. Muchos menosprecian
las mujeres, pero ellas dos son el principio y el fin
de esta situación. ¿O es que cuando oyes a un
católico rezar el Rosario no escuchas decir
“bendito sea el fruto de tu vientre Jesús”? No
estábamos listos en ese momento para recibirlo y
por impaciencia desencadenamos lo que hoy
vivimos.

-¿Pero Jesús no murió por nuestros pecados?

-Sí, así es. Su papel fue ese para nosotros por su


amor hacia nosotros, y también el de su abolición
hacia la herencia del pecado de la que tanto se
temía en aquella época desde los tiempos del
Antiguo Testamento. Jesús marca una nueva
época en donde el Señor directamente nos habla
a todos y nos invita a seguir el camino de su hijo –
yo me encontraba asimilando todo lo que me
decía Sergei y me quedé contemplando el vacío -
¿Nunca te ha llamado la atención eso de que
Yahvé era castigador en los tiempos del Antiguo
Testamento y es amoroso en estos tiempos?

-Sí, respondí.
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

-El Señor hablaba con sus mensajeros y ellos


interpretaban esto de otra forma, y los oyentes
del mensaje también hacían sus interpretaciones.
El Señor nunca castiga, siempre nos recibe de
brazos abiertos en Su Amor. El famoso castigo
son simple consecuencias de nuestra necedad y
de nuestros errores, pero esos errores son los
que nos hace constatar lo que el Señor quiere
para nosotros y rectificamos gracias a la
humillación y al reconocimiento del error. Es por
eso que el Señor nos crea, pues pasando por ese
“fuego” de errores y de dolor, así como el mismo
Jesús lo vivió, seremos puros y seremos santos y
podremos devolver al Señor la totalidad de su
coral cuando esta guerra eterna termine.

-Nunca lo pensé así, Sergei.

-Y esto es sólo una molécula de toda la verdad y


la lógica divina del Señor y del porqué de las
cosas que suceden y existen. Nunca, como dije
antes, lo sabremos todo, no está en nuestra
capacidad. Es la Ley de la Hormiga.

-¿Qué es esa Ley?

-Las hormigas son seres diminutos que viven en


su mundo y sólo comprenden esto, pues es lo que
ven en toda su vida, más no comprenden las
grandezas que le son imposibles contemplar. Una
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

hormiga no conoce de la mano humana ni del


hombre, pero le teme cuando este le aplasta. No
sabe qué les aplastó y cuál es el mundo de este
ser gigante. Así somos nosotros: unas hormigas
que viven en su mundo y de su rutina y orden,
jamás contaremos con ojos ni de la capacidad
mental para comprender cómo todo funciona y
cómo todo se entrelaza entre sí: la ciencia, el
misticismo, la creación y la evolución; todo está
entrelazado y lo comprendemos a nuestra manera
y bajo nuestra capacidad, la cual es más limitada
o más desarrollada en cada persona según su
estilo de vida.

-Es demasiado, es increíble, Sergei.

-Lo sé, y no sé nada realmente, esto es sólo,


como dije, una pequeña parte, una parte
insignificante del porqué del todo. De nada nos
sirve obsesionarse con esto y buscar la razón de
todo y de cómo funciona todo, pues jamás lo
lograremos comprender, a nosotros nos vale, y al
Señor le importa, sólo buscar del Señor a través
de su hijo, o así lo vemos los católicos, en otras
religiones, el Señor se refleja en diferentes
formas.

-¿Y estas personas van al infierno entonces?

Sergei se rió a carcajadas al oír mi pregunta.


LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

-No. El Señor es más que religiones. El Señor es


un Dios de orden, pero también amoroso. El
Señor te juzgará por tus acciones y por tu fe. Las
religiones sólo son escuelas de formación en la fe
de las personas bajo un camino u otro. Las
culturas, lenguas e historias han influido mucho
en la comprensión e interpretación del Señor y de
Su Amor. Tanto es ello, que las mismas biblias
poseen traducciones diferentes a un mismo
idioma.

-Entiendo. Quiero aprender más de estas cosas,


Sergei.

-Pues, has pasado la prueba, muchacho. Lo veo


en tus ojos, esto te tiene apasionado y, quien
sabe, y seas un cura en el futuro – dijo Sergei
riendo.

-¡De momento no tengo algo así en mente!

-Esa es tu decisión, pero puede que la Voluntad


del Señor sea otra, muchacho. Tú sólo ábrete a lo
que el Señor desee para ti, pues Él te conoce
mejor, mucho mejor, que, siquiera, tú mismo.

Continuamos conversando, pero ya sobre Sergei


y sus planes en Granada. Visitaríamos un
seminario y allí me enseñaría un par de cosas.
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

Ya en la noche fui con Amanda a prepararme


para viajar al día siguiente con ella a Lyon para
ver el festival de luces de la localidad. Luego de
ello me iría con Sergei a Granada en cinco días a
partir del regreso a Angulema.

-Siempre voy todos los años a Lyon para esto.


Me emociona ir contigo. – me dijo ella.

-Nunca he ido y tengo muchas expectativas. Te


agradezco esto, Amanda. No soy de viajar mucho
y últimamente no me alcanza la vida para tantos
viajes que he hecho y que haré, donde espero y
sea siempre contigo. –Ella se sonrojó y continuó
empacando.

Nos levantamos temprano para irnos por tren a


primera hora, ya que no queríamos irnos durante
las horas más transitadas.
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Hay algo que me gustaría contarte antes de


partir. – dijo ella. Ya estábamos esperando la
llegada del tren.

-¿Qué me quieres decir?

-Mis padres viven en Lyon y saben de ti, les he


comentado bastante. Quiero, y ellos también
quieren, que se conozcan. No son estrictos, pero
son muy sobreprotectores, así que trata de ser
comprensivo cuando te pregunten cosas que
pudieran parecernos a ti y a mí un poco tontas,
pero para ellos es importante, ¿entiendes?

Nunca imaginé que Amanda me diría eso y justo


antes de partir. Me dio ansiedad, pero traté de no
demostrar eso ni tampoco incomodidad. Ella se
enfrentó a lo mismo y quizás en peor situación
que yo en este momento, debía mostrarme ante
ella seguro y contento con ello.

-Me parece bien. Estoy algo nervioso ahora,


debo confesar, pero espero a cuando les conozca.
¿Será hoy?

-No. Mañana por la noche, ya que te quiero


mostrar algunas cosas en Lyon; mis lugares
preferidos.

Se anunció en la estación que el tren estaba


próximo a llegar por lo que hicimos la fila de
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

costumbre. Quería sentarme ya y dormir para


despejar la mente; no sabía qué sucedería cuando
conociera a los padres de Amanda, tampoco
sabría qué reacción tendrían ellos al verme de la
mano de su hija; todo esto me resultaba
estresante, por más todo que fuere el simple
hecho de especular.

-¿Te sientes bien? – preguntó Amanda.

-Sí, amor, estoy bien. ¿Por qué?

-Tienes la piel pálida.

-Seguro es el frío. Me siento bien, tranquila. – le


dije sonriente, pero me moría por dentro del
estrés y la ansiedad. El tren había llegado.

El personal empezó a recibir a las personas, no


eran muchas. Amanda y yo nos sentamos
cómodos y entregamos nuestro pasaje. Decidí
dormir un rato desde el momento en que me
senté, pero Amanda estaba muy conversadora. Ya
el tren se encontraba en marcha.

-Esta revista es muy interesante. Estoy leyendo


sobre la cultura y mitología griega, ¿sabes?

-Suena bien, amor. – dije cortante del sueño.


LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Estoy leyendo sobre Las Moiras, son semi


diosas, o algo por el estilo. Son tres seres
femeninos en donde una decide cuándo naces,
otra cómo vives y la tercera cuándo debes morir.
En la mitología romana se les conoce como Las
Parcas. Suena muy poético si lo piensas.

-Tienes razón, amor. – Amanda me tocó la frente


y me miró con cierta preocupación.

-¡Estás muy flácido! ¿Seguro que te sientes


bien?

-Sí, sólo que estoy algo agotado. Por favor, lee


más sobre Las Moiras y me cuentas cuando
despierte, ¿sí? Suena interesante y deseo prestar
atención. – le dije para evitar que se sintiese mal
o preocupada por mí.

-Está bien. – dijo ella sin dejar de acariciar mi


cabeza. No se detuvo y no me di cuenta cuando
me quedé dormido.

Me desperté y aún faltaba una hora para llegar


a Lyon. Amanda seguía leyendo, pero otro tipo de
revistas sobre moda y chismes del mes.

-¿Descansaste? – me preguntó ella.

-Me siento mucho mejor ahora. ¿Qué estás


leyendo allí?
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Una modelo se divorcia de un actor y pelean


por la custodia de los hijos. Lo normal en el
mundo de la fama.

-Ya veo. ¿Y en qué concluiste con la lectura


sobre Las Moiras?

-Pues fíjate que me quedé pensando en ello, y en


cómo las culturas de todo el mundo pueden
converger en la misma historia divina de nuestra
creación. De Roma a Atenas no es muy lejos, pero
son culturas totalmente diferentes y, en ciertas
cosas, creían en lo mismo, pero con otro nombre.
En Asia resulta igual y allá hay mucha más
diversidad de creencias. Es impresionante si lo
piensas.

-¿Entonces tres mujeres deciden cómo nacemos,


vivimos y morimos porque pueden? – pregunté en
son de broma.

-No se trata de eso, tonto. Es una manera de


tantas que existen en el mundo y en el tiempo de
ejemplificar la relación entre la libertad del
hombre y la Voluntad de Dios, o por lo menos lo
veo yo así.

-¿Pero ellas no son quienes deciden?

-Sí, pero podemos hablar de que sus decisiones


no son humanas; no involucran una orden, ya que
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

no somos seres mecánicos; nosotros sentimos y


analizamos las cosas. Supongo y ellas consideran
esas cosas, y eso es libertad y voluntad. Ellas, en
ese sentido, se parecen un poco al dios cristiano,
¿no crees?

-Pues, sí, tienes razón con eso que dices: suena


muy poético. Una manera diferente de ver las
cosas.

-Así es. Me gustó leer sobre ello. El mundo es


muy rico en cultura, y muy profundo en misterios.
¿Te imaginas saber el porqué de tantas cosas?

-Me volvería loco. – le dije riéndome.

Habíamos llegado a Lyon y tomamos un taxi


hacia una posada en donde pagamos el
hospedaje. Llegamos a la posada y pusimos
nuestras cosas en la cama.

-Bien, es hora de salir.

-¿Tan pronto, Amanda?

-¿Y por qué esperar? ¿Precisamente qué


debemos esperar? ¡Aprovechemos el tiempo! Hay
muchos sitios que quiero que conozcas.

-Es que, no sé, pensaba siquiera avisar a mis


padres que llegamos bien.
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Bien, llámalos y luego nos vamos. – dijo ella


muy demandante.

Hablé con mis padres y les conté sobre cómo


nos fue. No hablamos mucho, para suerte de
Amanda.

-Quiero llevarte a la parte antigua de la ciudad.

Salimos así sin más y caminamos mucho,


demasiado diría yo. Amanda me paseó por casi
toda Lyon en las últimas horas y me gustó mucho
visitar el parque de la Têted’Or; Lyon tiene
lugares fascinantes. En la noche, ya estábamos
en el muelle de Ródano, uno de los ríos
importantes de la ciudad.

-¿Qué te ha parecido el recorrido? – preguntó


ella.

-Me ha parecido espectacular. Me he relajado


bastante, de hecho. Esto me ayudará a calmar
mis emociones con respecto a conocer a tus
padres mañana.

-¡Me alegra bastante!

Caminamos de regreso a la posada. Caí muerto


en la cama y no recuerdo si Amanda se durmió
conmigo o si se quedó un poco más de tiempo
despierta. Al día siguiente hicimos algunas
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

compras para el festival de luces que se


celebraría el ocho de diciembre, es decir, en dos
días. Había mucho movimiento en la ciudad, y
Amanda parecía estar contagiada de ello. No
paraba de hablar con sus familiares por teléfono,
a la par que caminaba de mi mano por las
callejuelas del casco histórico. Tenía el
presentimiento de que conocería más que a sus
padres. El estrés me hizo sudar bastante, a pesar
del clima frío que nos envolvía.

-Es hora de ir a casa de mis padres, ¿cómo te


sientes?

-Me siento bien, estoy ansioso.

-¿Seguro? Mis padres no son gran cosa. No


debes sentirte presionado.

-No lo estoy, tranquila. Ya es hora de ir,


¿verdad?

-Sí. Vamos.

De camino a casa de sus padres, Amanda les


llamó para notificar que ya íbamos para allá.
Utilizó altavoz y pude oír mucho bullicio de fondo.
Temía que hubiere mucha gente allá.

-Acá estamos. – anunció Amanda. Era un


departamento entre las callejuelas de la ciudad.
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

Se veía muy bien el lugar; se combinaba lo viejo y


lo nuevo de forma armoniosa. Subimos y tocamos
la puerta, y abrió una señora:

-¡Hija! ¡Qué placer tenerte por acá!

-¡Hola, mamá! ¡Hola, papá! – dijo ella al señor


que se encontraba parado en la sala mirándonos.

-¿Y tú eres el afortunado? – me preguntó la


señora.

-Creo que sí. ¡Un placer conocerla!

-Él es de quien te hablé, mamá.

Entramos al departamento y sólo estaban sus


padres para mi suerte. El televisor tenía el
volumen muy alto, así que eso debía ser el sonido
que estaba de fondo en la llamada.

-Eres muy popular por aquí, muchacho. Nuestra


hija no deja de hablar de ti.

Yo no decía nada, sólo sonreía. Amanda no


dejaba de tomarme de la mano. Nos sentamos a
conversar un poco, y me fui soltando. Cenamos y
compartimos. La familia de Amanda es muy
cálida y extrovertida. Planificamos ir todos juntos
al festival de las luces. Nos quedamos hasta tarde
esa noche.
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

-¿Qué tal te parecieron mis padres?

-Son encantadores. Ya veo de dónde sacaste


tanta energía; tus padres no pararon de bailar, y
eso que sólo éramos cuatro personas.

-Ellos siempre han sido así: muy enérgicos y


optimistas en la vida.

-Los callejones son muy solitarios a estas horas.

-Bueno, son las dos de la mañana, raro fuese


que estuviesen transitados. Creo que has tomado
bastante.

Llegamos a un pequeño puente sobre uno de los


ríos de Lyon. Me sentía un poco mareado de tanto
que había bebido. Amanda me tomó de la mano y
me miró fijamente a los ojos:

-Escucha, quisiera ser sincera contigo en este


momento. – me dijo seriamente. Allí, en ese
momento, cualquier síntoma de mareo y de
malestar fue depurado de mi cuerpo.

-¿Qué quieres decirme?

-Desde que te vi acceder a ese viaje con ese


señor, y ver la emoción en tu mirada, he tenido
miedo y un poco de preocupación.

-¿Por qué lo dices? ¿Qué te preocupa?


LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

Ella soltó mi mano y se apoyó en las barandas


del puente.

-Tengo miedo de que te vuelvas sacerdote o algo


por el estilo. Temo que me dejes así.

Intenté interrumpirle, pero ella dejó ir sus


sentimientos junto con el río.

-Te he visto muy apegado a esto y me dejas de


última en tus intereses; ya no nos vemos tanto
como solíamos y no conversamos a profundidad,
sino lo mismo de siempre.

-Yo te amo, Amanda. Sí, tengo mucha ilusión de


todo esto. No creo ser cura en un futuro, no creo
ser algo sino mejor persona para mi bien, para
nuestro bien. Lamento haber descuidado esa
parte de nuestra relación. Lo siento mucho, de
verdad. Trato de dar lo mejor de mí, y fallaré
varias veces, pero haré bien las cosas. Lo
prometo.

-Yo también te amo, pero debes saber equilibrar


tus cosas, tus prioridades e intereses.

No dije nada después de eso, era lo mejor. Al día


siguiente fuimos al festival y estuvimos algo
distanciados entre aquel mar de luces. Me puse a
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

pensar si me faltaba más por dar a Amanda o


simplemente ella tenía razón: me estaba
enfocando en algo que estoy empezando a
atesorar. ¿Qué más debo ofrecerle a ella? El caso
es que también ella no desea ir más allá conmigo
en esto. Está limitada a su día a día como yo
alguna vez lo estuve. Así fue el tiempo que
estuvimos en Lyon.

Ya estábamos de regreso de aquella visita


agridulce, y ya me encontraba pensando en el
viaje con Sergei a Granada. Estábamos callados
en el tren. Era ya casi de noche, sólo se veía el
crepúsculo sobre los bosques y sobre las
praderas.

-¿Quieres algo de tomar? – le pregunté a


Amanda, a lo que se negó moviendo su cabeza
mientras leía un libro. ¿Cómo sucedió todo esto?

En un principio, al ir a Lyon, todo estaba muy


bien: conversábamos sobre todo lo pudiéramos
imaginar. Ahora todo es este silencio e
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

incomodidad. ¿Acaso lo ideal sería no ir a


Granada?

Decidí dormir en el tren para “recortar” el


tiempo. Me desperté luego, de golpe, con el aviso
de que ya habíamos llegado a Angulema. Amanda
estaba tomando su maleta y me dejó la mía. Nos
bajamos y, en la fila para taxis, por fin decidió a
hablarme:

-Necesitamos un tiempo. No quiero que


hablemos por unos días. Tengo muchas cosas que
pensar.

Yo me quedé estupefacto con la brusquedad de


Amanda al decidir esa clase de cosas. No quise
decir nada que pudiera profundizar el problema
que claramente teníamos ella y yo, por lo que
sólo accedí a su demanda.

Tomó su taxi y se fue, yo decidí esperar un rato


más para asimilar todo esto. Creí que lo mejor
era visitar mañana a Sergei para contarle de mi
situación, pues ahora dudaba sobre viajar con él,
pues temía que este fuera el fin de mi relación
con Amanda.

Por la noche intenté contactarla, pero no


atendía mis llamadas. No entiendo por qué todo
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

esto explotó por algo tan insignificante como un


simple viaje. En la mañana me dirigí hacia la
catedral para hablar con Sergei, pero al llegar un
monaguillo al que acudí me dijo que él aún no
había llegado, pero que sí vendría pues había
varias cosas que él debía dejar listas en el
cronograma de actividades litúrgicas antes partir
conmigo a Granada.

Me quedé reflexionando y escuchando las


oraciones de algunos feligreses que se
encontraban interiorizando a mi alrededor.

-Me alegra encontrarte por aquí – dijo él al


llegar.

-Lo mismo digo, Sergei. ¿Cómo estás?

-Muy bien. Espero estés preparándote, ya que


nos vamos en dos días.

-Ya estoy listo, de hecho.

-Bueno, algo me dice que no sólo viniste a


“orar”. Si no es el viaje, ¿entonces a qué has
venido?

-Tuve un problema muy delicado con mi novia y


quisiera que me ayudaras.

Sergei se echó a reír y me dio una palmada en el


hombro.
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Escucha, muchacho, los problemas de parejas


se resuelven en pareja. Es algo que debes
solucionar tú mismo.

-Sólo necesito un par de consejos.

Sergei me miró como si estuviere analizando


mis palabras y se sentó a mi lado.

-Las mujeres sienten mucho más que nosotros,


muchacho.

-Lo sé, son complicadas.

-No, te equivocas. No son complicadas; nosotros


las volvemos complicadas en nuestra obsesión
por comprenderlas.

-¿Cómo sabes eso?

-Pues estuve felizmente casado por cuarenta


años. – dijo él a medio sonreír.

-Es mucho tiempo, Sergei.

-Sí. Es un sacramento difícil de vivir, pero lo


vale. Hace tiempo ya que mi esposa falleció, pero
aún me queda el sabor en la boca de muchos
momentos, y créeme he vivido lo que tú estás
viviendo. Lo he vivido muchas veces y lo afronté
de muchas maneras diferentes.
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

-¿Y qué debo hacer?

-Debes primero saber qué necesitas: si a ella o a


ti mismo. Si aún te sigues necesitando y no
puedes mirar a nadie más como se debe,
entonces no estás listo para una relación de esa
clase. Cuando valores lo que eres y sepas cuánto
puedes dar sin cambiar tu esencia, es allí cuando
puedes ofrecer amor. Las mujeres denominan eso
como “seguridad”.

-Entiendo, Sergei.

-Lo importante no es entenderlo, muchacho, lo


importante es saber si ya tienes todo lo que
necesitas para poder pararte ante ella y darle a
entender que la puedes amar sin titubeos.

No pude evitar pensar mucho sobre esto que me


decía Sergei. Y, así de la nada, me recordé sobre
una de las noches en aquel campamento. Allí
estaba yo con Casia, luego de escuchar a Ahmed,
estábamos acostados sobre el césped mirando
algunas estrellas que se asomaban en el
firmamento y otras que se colaban entre los
hoyuelos que dejaban las hojas entre sí mientras
guindaban de las ramas de sus árboles:
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Yo no sé lo que es el amor. No sé amar, no


tengo idea de qué debo entregar… ¿y por qué
debería entregar yo algo? – dije yo ante la luz de
una fogata pequeña que hicimos ella y yo.

-El amor es lo por lo que nacimos. –hizo una


pausa ella mirando la fogata– Es energía que
está allí escurriéndose en este mundo… nacemos
para buscarlo. Y lo buscamos porque nos hicieron
con ello, pero apenas lloramos
desgarradoramente al ver la luz por primera vez,
esa energía se va, y nos deja ciegos del alma. ¿O
no sientes tú eso cuando la gente se mata entre sí
por cualquier material que los acerque a tal
sensación? – preguntó mirándome.

-¿Por qué buscar algo que se supone y está allí?


– cuestionaba yo.

-Porque no lo vemos… No sabemos mirar con el


corazón, sólo percibimos con cosas físicas,
palpables y tangibles, o a eso nos hemos
acostumbrado; que lo de acá es la realidad,
siempre despreciando el lado espiritual, el lado
de las sensaciones plenas.

-¿Y qué debo hacer para sentirlo?

-Debes dejarte ir… Debes soltar tus


sufrimientos, porque volverás a sufrir, pero
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

cuando sufras nuevamente y estés limpio, cuando


tengas a alguien por quien tu corazón lata, ese
sufrimiento será lucha, será un sueño. Esa
emoción te invadirá, te hará caer, y te levantarás.
Luego te enamorarás de la vida, sufriendo o
riendo, y te darás cuenta que estarás lleno de
tanto, que te tocará caer rendido ante los brazos
de aquella persona que tanto habías añorado –
contestó ella, tendida, mirando al cielo
estrellado.

-Con que dejarme ir, ¿eh? Espero atravesar por


algo como eso. Debo confesar que suena
angustiante, pero interesante.

Casia me miró con sus ojos verdes y tomándome


de la mano me dijo:

-En un simple latido del corazón, todo puede


cambiar. Un día mirarás hacia atrás y tantas
palabras dichas serán tu mejor consuelo o tu
peor verdad. Sólo vive y deja vivir, que la marea
es infinita y algo traerá a tu vida.
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Y bien, muchacho, deja de mirar tanto al vacío y


dime qué harás ahora – me dijo Sergei
batuqueando mis hombros para sacarme de mi
trance.

-He descubierto muchas cosas desde hace un


tiempo para acá, Sergei, y sé bien qué necesito y
qué añoro. Sé muy bien cuán importante es la
tolerancia y el respeto a los demás, pero aún
tengo el miedo de compartir mis daños y dolores
con las personas que amo.

-No se trata de compartir daños; una persona no


debe sufrir por tus necedades, orgullos,
prejuicios y por consecuencias de tus errores
básicamente. Si a eso te refieres, pues te
equivocas, muchacho.

-No hablo de compartir mi daño precisamente,


Sergei. Hablo de darlos a conocer: que vean mi
lado más mediocre o más ruin.

-¿Más ruin? ¡Já! ¿Qué eres? ¿Alguna clase de


monstruo incomprendido? No seas dramático. Ya
te entiendo, pero no eres ni la mejor y tampoco la
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

peor persona, eres uno más del millar de


personas que buscan lo que creen necesitar,
algunos más acertados que otros en su búsqueda,
pero búsqueda al fin. Llámese amor o lo que sea
para sustituirle. Debes mostrar todo lo que eres,
¿o acaso dudas que ella se enamoró de “otro tú”?

-No lo sé. Ella es muy volátil y temo que tome de


excusa esto para irse cuando lo necesite.

-Pero, muchacho, ¿acaso ella ya no se encuentra


lejos? ¿Acaso ella no te dio la espalda justo en
este momento? Y no es que te la dio porque le
vino en gana como buscas interpretar, lo hizo
porque vio inseguridad en ti… Esta inseguridad
que yo mismo estoy viendo y que estás brotando
de tus propias palabras. Ella necesita conocer
todo de ti, eso es lo que quiere, eso fue lo que
seguro quiso hacerte saber con su
comportamiento. Habla con ella, tómala en
cuenta en tus decisiones; no sólo pidas su opinión
para ver si viajas o no viajas, para ver si haces o
deshaces cosas tuyas. Tómala en cuenta para tus
más grandes miedos, tus más grandes dudas, que
ella sea tu mejor amiga, tu fiel consejera, así
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

como tú también has de ganarte ese puesto para


ella; eso es el amor en pareja.

Estaba yo cabizbajo y mirando al suelo, luego de


oír a Sergei, sentí un fuego por dentro y me sentí
muy estúpido por buscarla de las formas
incorrectas. Debía viajar, pero debía hacerlo con
ella sabiendo todo, sabiendo que sí la amo y que
sí quiero que forme parte de mi vida.

-Ve a su casa, sana estas heridas que puedes


ponerse peores. El futuro puede deparar grandes
cosas si tomas las oportunidades en el momento
justo, hazlo ahora.

Y así sin más, abracé a Sergei y le agradecí que


me dijese todas esas cosas, incluyendo sus
insultos y sarcasmos, y me decidí a ir a casa de
Amanda por la tarde, ya que generalmente no
está de mañana; no creí propicio volverla a llamar
a su teléfono celular. Esperaba que ella me
dejase hablar con ella después de un día sin
poder hablarnos. Fui a casa a descansar un poco.

Llegué esa tarde a la puerta de su casa y toqué el


timbre varias veces. Miró por el hoyuelo de la
puerta y desde el otro lado me preguntó:

-¿A qué vienes?

-A hablar contigo.
LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

-No es el mejor momento.

-¿Y cuándo habrá un mejor momento? Sólo


quiero que me escuches, sólo te pido eso. Si no
quieres contestarme luego de que yo hable, lo
respetaré. Pero necesito que oigas lo que tengo
que decirte.

-Está bien.

-En este breve tiempo que he tenido para pensar


todo lo que pasó, me di cuenta que lidias con
muchas cosas que callas por mi bien. Me
involucras en tus cosas, pero yo no lo hago
contigo en las mías; he estado mal. Quiero que
sepas que esto no lo hago por egoísta o porque no
te considero. Lo hago así porque no quiero que
cargues con mis errores o mis malestares. No
quiero que te angusties por mí.

-Es que ése es el problema: yo quiero cargar con


todo eso. Quiero saber qué pasa dentro de ti; más
me angustia desconocerte que conocer tus
tormentas. Me angustia estar con alguien que es
como una pared. No soy una niña, sé lo que es el
dolor, sé lo que es llorar y sufrir. No soy nueva en
esto.

-Lo siento de verdad. Quiero arreglar las cosas.


LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

Amanda se quedó en silencio unos segundos,


como pensando qué hacer a partir de ahora. Yo
estaba nervioso, me sudaban las manos. Y, así de
repente, abrió la puerta:

-Quiero irme contigo. Quiero aprender lo mismo


que tú. Entiendo un poco tus ansias y manías de
viajar con ese señor hasta el fin del mundo. Pero
quiero realmente comprender el mensaje de todo
esto. ¿Qué tan fuerte es esa experiencia que tú
abandonaste tanto para lanzarte a la buena de
Dios? Quiero saber eso, vivirlo.

Me acerqué a ella y la miré cara a cara.

-Haz tus maletas entonces. Tienes el día de hoy


y de mañana para saber qué cosas necesitas
llevar. Conocerás conmigo el por qué esta
experiencia será única.

Ella sonrió y me abrazó con mucha fuerza. Me


soltó y me miró como si fuera a besarme.

-Nos veremos el día en el que partiremos, no


mañana, ni te quedarás. Creo que es lo más ideal
para ambos, pues siento que dejaremos una etapa
atrás y comenzará otra más exigente para los
dos.

-Estoy de acuerdo contigo.


LAS MOIRAS
ALEJANDRO VILORIA

-Las Moiras son perfectas, ¿verdad? Tejen a


perfecta simetría nuestros hilos, quién sabe a
dónde nos lleven – dijo ella en son de broma.

-No sé si las Moiras, pero el amor trabaja de


forma más misteriosa y hasta por medio del
orgullo puede dejar semillas.

Nos despedimos con el sabor agridulce en la


boca. No estaba todo reparado, pero sí limpiamos
el terreno para volver a construir algo que
signifique mucho para nosotros dos, y en ese algo
seguramente encontraremos el amor que
realmente necesitamos.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

QUADRIVIUM

“Las siete artes liberales son la base del


conocimiento como lo conocemos actualmente.
Suponen la liberación del hombre ante la
esclavitud de la imposición de conocimientos
específicos según la conveniencia de la época. La
Edad Media dio este salto en dos partes mediante
el Trívium (los tres caminos) y el Quadrivium (los
cuatro caminos): Gram loquitur, Dia vera docet,
Rhet verba colorat… Ar numerat, Geo ponderat,
As colitastra, Mus canit. La base de la economía,
humanidades y diversas ciencias yacen en esto.
Libérate y conoce al mundo; a tus dones y
virtudes…”
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

DÌA 1: EL INICIO

Amanda y yo llegamos temprano al nuestro


punto de encuentro: la Catedral. Le dije ayer a
Sergei que ella iría con nosotros, él no se inmutó.
De hecho, se mofó de mí como si ya hubiere
sabido que esto sucedería. Sin embargó, me
advirtió que este viaje sería muy exigente y que
dudaba que Amanda, con lo quejica que él
imagina que ella es, pudiera aguantar esta
exigencia.

-Aquí estamos – le dije yo a Sergei, quien estaba


sentado en los bancos exteriores del portal de la
Catedral.

-Un placer verlos a ustedes, sobre todo a ti,


Amanda. Espero saquen el provecho máximo a
esto que viviremos.

-Estamos muy entusiasmados – dijo ella.

-¿En dónde está tu maleta? – pregunté a Sergei.

-Sólo necesito de esta mochila. Aquí tengo todo


lo que necesito. Veo que ustedes llevan morrales
más grandes.

-Nunca se sabe qué puedas necesitar en un viaje


tan largo, ¿verdad? – le respondí.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

-En este viaje que emprenderemos, viviremos


algunas paradas de camino a Granada. Estas
paradas no son sólo para descansar, cosa que
será vital, por lo que les recomiendo desde este
momento que aprovechen ese momento. Habrá
momentos de silencio que hay que respetar y
momentos de aprendizaje.

-Entiendo. ¿Y cuándo nos iremos? – dijo


Amanda.

-Ya mismo.

Sergei se levantó y empezó a caminar. No sólo


tenía una mochila común, como si fuere escolar,
consigo, sino una vara muy larga, como la que
usaba Moisés según relata la Biblia. Caminamos
sin parar, y ya entendía por qué la mochila
pequeña, ya me pesaba la mía y Amanda también
se notaba exhausta.

-¿Cuánto falta para la primera parada? –


preguntó ella.

-Deberíamos llegar en dos horas para comer el


almuerzo.

-¿A las tres de la tarde? ¡Apenas son las once! –


recriminó.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

-Les dije que este viaje sería fuerte. Podemos


detenernos en cualquier momento, pero no hay
muchos árboles a la vista. Probablemente en el
próximo pueblo podamos parar un poco para que
se hidraten bien. Dame tu bolso, Amanda. – dijo
Sergei. Él tomó su bolso para alivianar su carga y
continuamos. Amanda tomó mucha agua y yo
traté de preservarla un poco más.

El sol empezaba a irradiar su luz con más fuerza


y nos detuvimos en medio de unos matorrales
para sentarnos y descansar un poco bajo la
sombra de algún árbol aledaño.

-¿Cuánto tiempo hay hasta Granada?

-Al paso que vamos, cuatro semanas a pie. Si


salimos muy temprano por día, pudiéramos llegar
en tres semanas.

Amanda y yo guardamos silencio, con cara de


derrotados.

-Ya empezamos a cometer errores. Quiero que


sepan algo, y es que este viaje no es de turismo ni
de paseos; es un viaje de vida, un viaje para
despegarse de la rutina y nuestra comodidad; es
un viaje de sacrificios. Si quieren regresar,
háganlo, yo continuaré. Es un viaje importante
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

para mí, lo estoy haciendo desde los años setenta.


Quisiera decirles más, pero aún llegamos a la
primera parada oficial, por lo que no les diré
nada más. Descansaremos diez minutos y en ese
tiempo deben decidir si continuarán o no. Si
continúan conmigo, deben hacerlo en silencio, sin
quejarse de esto.

Amanda y yo nos miramos y nos levantamos


para hablar, mientras Sergei sacaba un cigarrillo
para fumar.

-¿Qué quieres hacer? – le pregunté a ella.

-Siendo sincera, quiero regresar, pero


discutimos y todo y por fin estamos en esto. Sería
demasiado egoísta de mi parte volver.

-Ya esto no se trata de caprichos o deseos, se


trata de tu salud. Estamos en la intemperie bajo
el sol abrazador y a dos horas del pueblo más
cercano. Podemos ir al pueblo y regresarnos
mañana por la madrugada.

Amanda me tomó de la mano con fuerza y me


dijo:

-No. No digas tonterías. Esto es algo que


esperabas hace tiempo y es algo que, de alguna
forma, también esperaba. Seamos fuertes,
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

sigamos. Si Sergei puede, quien es un anciano,


¿por qué no podemos nosotros?

Asenté con la cabeza y volvimos con Sergei.

-¿Y bien? ¿Qué decisión han tomado? – nos


preguntó con su cigarrillo ya consumado por la
mitad.

-Continuaremos y acataremos lo que nos has


demandado – le dije.

Sergei sonrió y nos dijo:

-El pueblo que sigue se encuentra a media hora.


Sólo los estaba probando, me alegra no haberme
equivocado con ustedes.

-Si usted es tan patán a esta edad, no imagino


cómo sería cuando joven. – dijo furiosa Amanda.

-Ni lo querrás imaginar, muchacha. Es por eso


que deben continuar; este viaje es el mejor que
jamás harán en sus vidas.

Nos levantamos y continuamos con el camino.


Efectivamente llegamos al pueblo que mencionó
Sergei en media hora aproximadamente. Aquel
pueblo era bastante pequeño, pareciese que fuere
constituido por dos calles y una plazoleta central.
Se veía bastante humilde y antiguo, como si no
hubiese avanzado con el paso del tiempo y las
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

nuevas necesidades del hombre. Era todo


rudimentario y a la vieja usanza.

Sergei nos señaló una casa que se encontraba


cerca de la plaza y nos dirigimos hacia allá. La
casa se veía muy colonial.

-Aquí descansaremos–anunció Sergei–.


Continuaremos mañana por la madrugada. Nos
levantaremos a las cinco de la mañana.

Entramos y llegamos a una especie de


recepción.

-Buen día. ¿De dónde nos visitan? – nos


preguntó la señorita sentada detrás del
escritorio. Su rostro brillaba por el sudor, y
apenas la sostenía un ventilador de techo que a
duras penas giraba.

-Somos de Angulema. Siempre vengo acá. El


dueño me conoce, el señor Guzmán. ¿Se
encuentra acá? Me gustaría saludarle.

-Él no se encuentra, está haciendo las compras


de la semana en el siguiente pueblo, pero debe
volver para el final de la tarde.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

-Está bien. Necesitamos tres habitaciones, sólo


por la noche de hoy.

-¿Las desea juntas? – preguntó la muchacha


secándose el sudor con su pañuelo.

-No. Mientras más distanciadas, mejor.

La muchacha procedió con el check in de las


habitaciones y nos dio nuestras llaves. Cada
quien fue a su habitación para dejar maletas e ir
a comer luego. Yo decidí revisar las cosas del
cuarto: baño, ducha, cama.

Al entrar, pude ver la cama, la cual era vieja y


estaba dura. El baño tenía la ducha sin puerta o
con alguna cortina, estaba desnuda y al
ducharme se mojaría todo el baño. Por lo menos
la ducha tenía agua caliente. Era un cuarto muy
humilde e incómodo, había un ventilador de techo
igual o peor al de la recepcionista. Salí y fui a la
habitación de Amanda, estaba acostada mirando
al techo.

-Supongo ya tenías en mente esto, ¿no es así? –


me dijo ella.

-Digamos que es algo diferente que podemos


vivir. El agua es caliente, así que no todo está
mal. – dije para intentar darle un lado positivo a
esto.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

-Siempre has sido bueno con las palabras, pero


no mucho con los ánimos.

Sergei nos llamó para comer en el restaurante


de la posada. Quería dormir y Amanda también
estaba exhausta por haber caminado tantas horas
bajo el sol. Nos sentamos a la mesa del
restaurante, igual de añejo que la posada.

-Por este día comeremos lo que queramos. Yo


pediré un filete de pollo a la plancha. ¿Qué
comerán ustedes?

Amanda miró la carta y no había mucho para


escoger. Había sopa encebollada, pescado al
ajillo, el filete de pollo y una ensalada “de la
casa” que me daba mala espina pedir.

-Creo que tomaré la sopa. – dijo Amanda.

Yo decidí pedir el pescado. El mesero se


aproximó, un señor muy anciano, quizá más viejo
que Sergei, y nos tomó la orden. Pedimos un poco
de pan y de agua de entrada.

-Bien, descansaremos un poco por la tarde para


reunirnos en la noche y ver nuestro primer
conversatorio. Les enseñaré un poco sobre los
conocimientos libres y esto nos llevará a
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

profundidades de conocimientos que pocos saben


y que deben conocer ustedes dos.
Progresivamente iremos viendo estas cosas en
cada pueblo en donde nos detengamos.

-¿Conocimientos libres? – pregunté.

-Sí. Es algo muy antiguo, quizás más viejo que


este pueblo polvoriento. Mañana pasaremos los
pirineos y deberíamos tocar suelo español.
Descansaremos en los pirineos y luego
continuaremos en Cataluña hasta bajar a
Andalucía. Creo que pasaremos por Andorra, no
lo sé aún, no lo recuerdo bien si está en nuestro
trayecto. – comentó Sergei cambiando el tema.

Nos trajeron los platos y no se veía tan mal. De


hecho, la comida estaba muy buena. Era bastante
sana.

-¡Esto está muy bueno! – dijo Amanda.

-¿Qué tal lo tuyo? – me preguntó Sergei.

-Está bueno. No esperaba esto de un lugar como


este.

-Por eso vengo siempre. La calidad de los


cuartos se compensa en la cocina. Y el mejor
plato es la ensalada.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

Yo sonreí; ya entendía un poco todo este asunto.


Nada sería como lo esperaríamos y nada sería
igual a lo que nos tiene acostumbrado nuestras
vidas.

Comimos y fuimos a descansar. El sueño y el


haber comido hicieron que nos olvidáramos del
calor del día. Cada quien fue a su habitación, y yo
particularmente caí rendido en la cama así con
las ropas que yo traía puestas. Ni un zapato me
pude quitar.

Cuando abrí los ojos ya eran las seis de la tarde.


Me levanté y decidí ducharme, y, como lo pensé,
mojé todo el baño. Salí al área común de la
posada, era un jardín bastante agradable. Allí
estaba Sergei con Amanda.

-Apareciste en un buen momento, muchacho.

-En una hora nos reuniremos en la habitación


del señor Sergei para empezar con el
conversatorio. – dijo Amanda.

-Me parece bien.

-El señor Sergei me contaba de su primer viaje a


Granada. ¡Tenía veintiún años!

-¿Tan joven, Sergei?


QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

-Sí. Lo quise intentar por mi padre. Mi padre era


ruso igual que mi mamá y nos mudamos a
Francia temporalmente para luego migrar a
España. Mi padre tenía la ida de que vendría
nuevamente otra guerra entre países y quería
escapar a España, hacer dinero, y luego irnos a
Latinoamérica. Eran personal del campo, sin
mucho estudio, pero trabajaron muy fuerte para
darme la educación que ellos nunca pudieron
tener, y eso lo agradezco desde el alma a mis
padres.

-Así que tu padre quería ir a Granada.

-Sí, pero todo lo hace el Señor, nos topamos con


muchas cosas. Esta posada por ejemplo, y vivimos
en familia muchas desgracias, como la hambruna
por un tiempo de nuestra travesía.

-¿Y cómo pudieron soportar algo así? – preguntó


Amanda.

-Nos encomendamos al Señor. Nos fuimos de


casa mi padre quien tenía cincuenta y tantos
años, mi madre de igual edad, mi hermano
gemelo, mi hermana menor y yo. Pasamos
algunos días en donde trabajábamos en los
pueblos que visitábamos por comida. Los
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

hombres limpiábamos sembradíos y mi madre con


mi hermana ayudaban a limpiar a casas.
Conocimos a un sacerdote en Girona en donde
nos ofreció estadía unos meses y allí aprendí
muchas cosas que fui reforzando en cada viaje. El
sacerdote nos dijo que fuéramos a un monasterio
en Granada en donde nos recibirían muy
gustosos. Son de la Orden de los Agustinos
Recoletas y así hicimos.

-Es bastante impresionante lo que nos cuentas,


Sergei.

-¿Y por qué continuó yendo y regresando a


Granada a pie?

-Es una promesa conmigo mismo y con el Señor:


volver a donde todo inició y no olvidar de dónde
vengo y por lo que pasé para ser lo que soy.
Además visito a la Orden en Granada. Una de sus
sedes principales.

-Suena interesante. Por cierto, ¿cuándo


cenaremos?

-¿Tienes hambre? – me preguntó Amanda.

-No mucha, pero no sé cuánto podamos tardar


en el conversatorio y no sé a qué hora cierre el
restaurante.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

-Tranquilo. Cenaremos luego de explicarles a


ustedes el primer conversatorio. No podemos
cenar antes, además el restaurante estará abierto
para nosotros. Ya hablé con Guzmán y se dispuso
a ayudarnos en cuanto quisiéramos y que toda la
posada estaría a nuestra disposición.

Pasó el tiempo y Sergei nos convocó a su


habitación para iniciar “el verdadero viaje” como
lo dice él. Tenía muchas expectativas con esto, y
Amanda, de alguna forma, también.

-Bien. Encendí una vela, pues es mejor hacer


esto sin tanta luz que nos distraiga de las
palabras que escucharán –se nos quedó mirando
de repente sin decir nada por unos segundos.
Amanda estaba nerviosa, y yo también–.
Empecemos con la bendición.

Nos persignamos todos y Sergei puso su vela en


el medio. Nos mandó a cerrar nuestros ojos
lentamente y a tomarnos de las manos. Y así
empezó:

“El conocimiento libre es la base del desarrollo


del hombre, de su evolución existencial. El
hombre nació y fue creado para buscar, para
conocerse y desenvolverse en su entorno de
múltiples maneras y formas. Esto es un arma de
doble filo, pues se nos seduce con conocimientos
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

ponderados y poderosos que sólo nos confunden


más. Son los conocimientos que te prometen
independencia y coherencia, pero te llevan a la
infelicidad y a la podredumbre espiritual y
mental. ¿Cómo saber qué es bueno y qué es
malo? Sólo mira tus obras. ¿Cuánto beneficio
individual y grupal hay en ellas?

El conocimiento libre se divide en siete vías que


se agrupan en dos: el Trívium y el Quadrivium. El
Trívium agrupa tres vías que son más de
desenvolvimiento lingüístico y gramatical. El
Quadrivium involucra números, aritmética, astros
y música. Esta es la base del conocimiento de hoy
en día. Y esta base ha dado pie para desarrollar
conocimientos ocultos negativos como la
brujería, ritos secretos y órdenes ocultas que
practican el desvío de información para sí y para
manipular masas a cambio de dividir sociedades.
La Iglesia adoptó fomentar las siete vías al
tiempo de haberse asentado en el Medioevo. No
les voy a enseñar sobre música o gramática,
ustedes saben lo general y lo esencial sobre ellas
y conocen un poco de cada cosa. ¿Pero qué han
desarrollado? ¿En cuál camino están ustedes? Su
espiritualidad radica en tomar en cuenta al Señor
en el desarrollo de su camino, de sus dones para
ese camino.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

No vengo a insertar las doctrinas eclesiásticas


en ustedes ni a lavarles el cerebro. Ustedes solos
se darán cuenta. Hay tantas ramas en el árbol del
mundo que no sabemos si caminaremos por una
muerta que se romperá al primer contacto o si
seremos fruto de otra que no retoñará mucho y
que morirá al tiempo. Es difícil saber cuál rama
es la que nos llevará a nuestro máximo
esplendor. Y quedará en nosotros si ser un fruto
maduro y provechoso o un fruto muerto y podrido
que sólo servirá de abono para los gusanos o las
moscas. En el mundo se nos ofrecen muchas
cosas y es inevitable siquiera echar un vistazo a
ello. También habremos observado el camino
ideal pero una caída o un mal ofrecimiento nos
alejaría por siempre de ese sendero. Aquí
aprenderemos a conducir por esta rama. Tú, sí,
tú, que me oyes decir estas palabras: has sido
fruto muerto y aquí estás. Has visto el fracaso y
lo viviste. Te han engañado y has sido derrotado.
Miraste por muchas ventanas y viste pinturas,
más no el paisaje real. Ven conmigo. Ven y mira
esta otra rama, y de ella podrás mirar hacia abajo
y contemplar esas otras por las que anduviste
para darte cuenta de cuánto has crecido y de que
aún tienes el tiempo para aprovecharlo y seguir
escalando por este árbol.”
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

Sergei nos empezó a relatar sobre las siente


vías en dos partes: el Trívium y el Quadrivium y
de sus fallas y de sus grandes éxitos. Han sido
base para las ciencias y las humanidades de hoy
en día y de viejas generaciones. Nos contó de
cuál es su camino y en dónde aplica los frutos del
mismo. Nos conversó sobre cómo se usa
negativamente el conocimiento para manipular,
destruir y sembrar discordia y odio. Que las
religiones han sido blanco de repudio por esto,
pero sin mirar al hombre que es quien realmente
malversa la razón y objetivo de estas; que el
mundo está plagado de gente mala y gente buena
y que eso se sirve para todos los ámbitos. Nos
enseñó el cómo se malinterpreta la información y
el cómo distinguir entre lo bueno y lo malo
cuando esto sucede.

Nos narró esto en el primer día y logramos


cenar después de todo.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

DÍA 2

Nos levantamos temprano y dejamos la posada.


Continuamos nuestro camino hasta los pirineos.
Allá habría más frío y deberíamos llegar al
anochecer. Compramos comida enlatada para
comer el almuerzo a una hora prudencial.
Amanda se veía con mejor temple que ayer y
Sergei estaba igual que siempre. De hecho,
estaba como si no nos hubiese compartido nada
anoche. Sólo se escuchaba el viento pasando
entre la maleza y el bastón de Sergei golpeando
rocas de vez en cuando con su caminar.

-¿A cuál pueblo llegaremos en los pirineos,


señor Sergei? – preguntó Amanda.

-No recuerdo su nombre, es muy largo. Te


avisarán las luces entre las colinas.

-¿Y qué haremos allá aparte de descansar?


QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

-Conocerán a un amigo mío. Nuestro lazo es


oculto, inclusive nadie en la Orden sabe que me
relaciono con esa persona. Es un masón.

-¿Conoceremos sobre los masones? – insistí.

-Digamos que sí. Y digamos que habrá cosas que


no les gustará haber sabido, pero que sabrán. No
responderé más preguntas. Silencio, muchachos.
Aún falta muchísimo.

Continuamos caminando. Me empecé a dar


cuenta de las bondades de la naturaleza y de
cómo la rutina me deja pasarlas por alto. Era un
viaje que nutría otras cosas; era un viaje
diferente. No descansaba mi cuerpo, pero sí
relajaba mi mente.

Atravesamos el estado y estábamos


acercándonos a los pirineos. Tocaba descansar
por quinta vez.

-Les noto diferente a ambos – dijo Sergei


sentado en el pie de un árbol.

-Me está gustando esto. Nunca imaginé estar


aquí en medio de la nada yendo a un lugar
desconocido así sin nada más que mi bolso – dijo
Amanda.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

-La creación es tan perfecta, simple y compleja –


respondió él. Yo estaba en silencio mirándoles y
también volteando de a ratos para contemplar las
montañas de los pirineos que se avistaban en la
lejanía.

Nos levantamos y continuamos hacia los


pirineos. Sergei comentó que ya su amigo tenía
previsto esperarnos en aquel pueblo de nombre
complicado, por lo que llegaríamos a cenar y a
dormir. Mañana descansaríamos en aquel pueblo,
pues la ruta hacia España era más agotadora. En
ese día de descanso hablaríamos sobre el
siguiente conversatorio.

-Ya estamos cerca – anunció Sergei. Empezaba a


sentir la brisa de los montes y nos pusimos
nuestros suéteres.

-Es empinado este camino – dijo Amanda, ya


visiblemente agotada.

-Muchacho, creo que debes cargarla. La entrada


del pueblo está al pasar esta montaña. Quítate los
zapatos, hija. Hay que trabajar en equipo. Dame
sus cosas y llévala.

Amanda y yo nos miramos las caras y, por cómo


lo ordenó Sergei, pareciese que sería el camino
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

más duro de nuestras vidas. Ella se montó en mi


espalda y, lentamente, empezamos a avanzar.

El camino se tornó más rocoso y empinado. La


subida era curva por las laderas de aquella
montaña y poco a poco subíamos y miraba con mi
visión periférica el verde claro del bosque que
dejamos atrás hace ya horas.

-¡Esto no es fácil! – dije en una de las bocanadas


profundas de aire que hacía para poder
continuar.

-¡El camino de la fe nunca ha sido fácil! –


exclamó él.

Amanda no decía nada, pero se sentía como si


ella callase por alguna culpa que sintiese.

En el camino, en una de las últimas curvas, caí


de rodillas. Sentí como si se me hubiere
explotado la rodilla derecha, pues allí me apoyé
para amortiguar la caída.

-¡Cuidado! – gritó Amanda, quien se bajó de mi


espalda inmediatamente para revisarme y
ayudarme a levantar.

-¿¡Qué ocurrió!? – preguntó Sergei, quien


lideraba la caminata un poco más arriba.

-¡Él cayó! ¡Creo que no podremos continuar!


QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

Sergei bajó inmediatamente y sacó de su bolso


unos trapos que mojó con la poca agua que ya
tenía. Amanda arremangó mi pantalón y mi
rodilla se veía hinchada y con raspones. Sergei
me puso el trapo mojado y buscó algo de alcohol,
lo roció y no pude continuar mis quejas de dolor.

-¿Puedes flexionar la rodilla? – me preguntó


Sergei. Hice el intento con mucho cuidado,
temiendo lo peor. Lo pude hacer e hice algunas
repeticiones lentamente.

-Sí, puedo. No duele mucho.

-Gracias al Señor es un simple golpe. La


hinchazón pasará en un día o dos. Nos
detendremos aquí.

-¿Por qué debemos llegar a ese pueblo? –


preguntó Amanda.

-No me creerías si te digo que las otras rutas


son mucho peores.

-Espero este conversatorio valga la pena – dije.

Sergei se rió y nos dijo:

-Seremos bien atendidos allá. Comida caliente,


una cama cálida y muchos conocimientos que nos
motivarán a continuar hacia España. Sólo les digo
que sean discretos con lo que escucharán, pues
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

no muchos conocen de ello y se puede prestar a


malinterpretaciones y chismes.

Quedé contrariado con esto que nos advertía


Sergei.

Esperamos un par de horas, y sentía que podía


continuar. Sergei me dio su bastón y
continuamos. Ya estaba bajando el sol y debíamos
apresurar el paso para evitar que la oscuridad
nos dificultara la visión del camino rocoso.
Además, el frío se hacía cada vez más presente.

Llegamos al tope de la montaña y el camino de


bajada era más sencillo, se encontraba mejor
asentado. Nos tomó una hora más bajar la
montaña y ya el pueblo se encontraba visible con
sus luces titilando entre la noche.

-Ya estamos aquí–dijo Sergei ante la entrada del


pueblo –. En diez minutos estaremos en la casa
de mi compañero.

El pueblo era mucho más vistoso que el


anterior. Sus caminos eran empedrados, había un
frío húmedo y las personas se encontraban en su
pequeño mundo de compras de víveres y de
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

bebidas nocturnas para aquellos que, supongo yo,


pasaban el día trabajando con empeño.

Llegamos a una casa. Era algo grande, de


aspecto colonial como el resto del pueblo.
Llamamos hacia adentro golpeando el portón con
el candado que lo aseguraba.

-Buenas noches, ¿quiénes son? – preguntó una


señora que se asomó desde la puerta.

-Buenas noches, soy SergeiSóbolev, y busco a


Etienne Allamand. Él me conoce.

La señora, un tanto extrañada, cerró la puerta a


buscar a su patrón. Unos segundos después, salió
un señor alto, de barba prominentepelirroja y con
varias canas. Su cabello era un poco largo, con
cola de caballo. Estaba bien vestido con camisa y
pantalón de vestir, como si estuviese en alguna
oficina o una reunión semi formal.

-¡Sergei! ¡Cuánto tiempo, hombre! – exclamó


emocionado aquel elegante hombre.

-Lo sé, lo sé. Ya deberías estar acostumbrado,


pues siempre nos encontramos de esta forma.

-¡Pasa! ¿Quiénes son los que te acompañan? –


preguntó desde el portón.
QUADRIVIUM
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-Son amigos míos. Vivirán esto por primera vez,


así que están algo nerviosos y confundidos.

El hombre se llevó la mano al rostro y se


regocijó en gracia al oír esto.

-Hace mucho que no hacías esto. La última vez


que trajiste a un novato fue hace muchos años ya.
¿Cuál era su nombre?

-Era Romeu. ¿Ya lo olvidaste? ¡Fue uno de los


mejores que traje!

Mientras ellos hablaban del pasado con el


portón cerrado de por medio, estaba mirando a
Amanda. La veía claramente nerviosa, así que le
tomé de la mano.

-Todo saldrá bien – le dije a ella para que se


calmara un poco. Me apretó la mano con fuerza y
asentó un “sí” con la cabeza.

-¡Disculpen mi descortesía! Me llamo Etienne,


es un placer recibirles.

-El placer es nuestro, señor Etienne – contesté.

Nos invitó a pasar. La casa era gigante por


dentro y con muchos adornos lujosos. Había
armaduras completas y de pie y candelabros
dignos de castillos de Inglaterra. Pasamos a una
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

especie de biblioteca y nos sentamos cerca de


una chimenea inmensa echa con piedras gruesas.

-Deben tener bastante hambre. Pediré que


traigan comida para acá – dijo Etienne.

Nosotros, con vergüenza, dijimos que no se


preocupase por eso. Sergei, por otro lado,
concordó con el señor Etienne para que trajesen
comida a la biblioteca.

-Bueno, Etienne, acá nos tienes. Comeremos y


proseguiremos con el tema.

-Así es. Espero no queden muy llenos, ya que


hablaré bastante.

La comida llegó al poco tiempo de haberla


pedido, era pato a la naranja. Comimos, y el
señor Etienne nos ofreció beber vino. No accedí,
ya que me encontraba muy agotado, Amanda
tampoco quiso tomar. Sergei fue el único
dispuesto.

-Bien, demos inicio a esto. Es algo muy informal


para mí, lo cual me resulta un poco liberador
debo confesar–tomó un sorbo de su vino–. Yo soy
masón y les comentaré un poco al respecto.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

Sergei nos miraba de reojo para ver nuestra


reacción. Etienne se levantó y empezó a caminar
por la biblioteca, por nuestro alrededor.

“La francmasonería tiene un origen muy antiguo.


Entre los historiadores e investigadores ha
habido discrepancias, pues algunos estiman que
se creó en la época de los años 1400, otros en los
años 1600, inclusive algunos destacan su
creación en la época de la construcción del
templo de Rey Salomón, en el periodo del año
988 a.C., aproximadamente, bajo la
representación de Hiram Abif, el albañil que
construyó las columnas del templo. Otros se lo
atribuyen a los constructores de las pirámides
egipcias. Incluso su creación es atribuida a Noé,
Moisés o a Adán.

Nuestra meta desde entonces ha sido buscar la


mejora de la humanidad indagando en sí mismos.
Mediante el respeto, el debate, la
fundamentación de la creación de las cosas, allí
yace la perfección del hombre. Nuestra sociedad
ha pasado por etapas de evolución en cuanto a la
manera de llevar las logias. Todo comenzó
arquetípicamente en Londres creando la
masonería gremial; una masonería más secreta y
selecta mediante el escrito de las constituciones
de Anderson. Poco a poco, la masonería pasó de
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

operacional a moderna y continental, yaciendo su


diversificación acá en Francia. Las grandes logias
involucraban a la mujer y no etiquetábamos al
Gran Arquitecto del Universo como dogmático
sino más representativo.

Desde entonces, existen dos corrientes: la


antigua y la moderna. Los primeros son igual de
discretos, pero conservan la regla de no debatir
sobre temas religiosos o políticos. Asimismo ven
a GADU como un ser dogmático y existente sobre
una creación latente. La mujer es sólo la esposa y
no se involucra en las actividades de las logias.
Nosotros, por otro lado, abrimos el debate para
conocer más al hermano y para profundizar en
estos cuestionamientos que siempre han existido.

Al final, somos los mismos. Yacemos en el


perfeccionismo y orden gremial que
caracterizaba a los albañiles del Antiguo
Testamento. Sacerdotes, pastores, obispos,
empresarios, escritores, políticos, activistas;
todos ellos formaron o forman parte de nosotros,
pues no somos una religión, somos una
alternativa que busca romper las barreras de la
religión y de la cultura. Mantenemos nuestros
rituales históricos: El Rito Escocés Antiguo y
Aceptado y el Rito de York, mediante los cuales
se dividen en diferentes capas donde el Escocés
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

llega al máximo grado treinta y tres y el de York


alcanza a Maestro Masón en uno de los tipos de
masonería según la historia. Hay otros grados
diferentes según la localidad en este rito.

Estos Ritos, en lo referente a su comprensión y


ejecución, son secretos. Todo se resumen a
nuestro símbolo: el compás y la escuadra que son
representativos del orden y la capacidad de
abrirnos a un equilibrio mutuo y perfecto entre la
materia y el espíritu. A pesar de las situaciones
difíciles en nuestra historia y la mala imagen que
se nos da, estamos aún aquí por alguna razón y
continuaremos dando una mano a este mundo
para seguir creciendo…”

Esa noche el señor Etienne nos mostró sus


medallas y pertenencias masónicas. Nos habló a
profundidad de las leyendas masónicas y las
diferentes vías para llegar a ser masón en las
diferentes logias, grandes logias y logias azules
que se decantan por un rito u otro. Nos comentó
de anécdotas personales en su vivencia
filantrópica y simbólica mediante la incursión en
la francmasonería.

Pasó cuatro horas y quince minutos hablando.


Estaba extasiado con tanta información
interesante.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

Terminó el conversatorio y el señor Etienne nos


ubicó tres habitaciones conjuntas. No podía
dormir con tanta información. Sentía emoción,
pero, de alguna forma, confusión, pues estaba
manejando muchas alternativas para decantar mi
fe. Sergei no nos dijo nada luego del
conversatorio. Al señor Etienne se le vio gustoso
de haber dado su presentación.

¿Por qué tantas creencias chocan entre sí? ¿Por


qué no respetar una y otra y dejar que las
personas vivan de acuerdo a como su fe les exige
o a como creen necesitar de su fe? Tantas cosas
ocultas en este mundo y que estamos ignorando.
Sólo pude recordar a Fausto con sus discursos, y
allí pude afirmar con certeza que él no podía
haber estado más alejado de nuestra realidad.
Definitivamente hay tanto por conocer y tan poco
tiempo.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

DÍA 3: LA OTRA CARA

Despertamos y comimos el desayuno como si no


se nos hubiere informado de nada ayer por la
noche. Definitivamente estaba mucho más
descansado, pues las camas eran grandes y muy
cómodas. Amanda se veía reconfortada, pero no
hablaba mucho. Conociéndola, quizás tenga
mucho para contarme a mí luego de que termine
todo esto.

-Iremos a caminar un poco, Etienne. Volveremos


para el atardecer. Quiero mostrarles el pueblo a
los muchachos – dijo Sergei al terminar de comer.
Eran alrededor de las nueve de la mañana. El
señor Etienne no tenía problema alguno. De
hecho, planificó salir con uno de sus chefs para
comprar los implementos necesarios para un
banquete que nos daría en la noche como
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

despedida, ya que mañana continuaríamos a


Cataluña.

Caminamos un poco por el centro. Era un


pueblo un poco más grande que el anterior.
Sergei nos hablaba de ciertos lugares turísticos y
me puse a pensar en por qué no nos hablaba de lo
que nos habló el señor Etienne ayer. Algo
ocultaba y necesitaba saber qué era.

-¿Sergei? – pregunté tocando su hombro.

-¿Qué quieres?

-Te noto extraño. ¿Qué ocurre?

-No pasa nada, muchacho.

-También le he notado muy relajado. ¿No tiene


algo que decirnos con respecto al conversatorio
de ayer?

-Ya hablaremos de ello más adelante. Todo a su


tiempo.

Caminamos hasta una colina en las afueras del


pueblo en donde había un árbol sin hojas,
totalmente desnudo y negro, como si hubiere
sufrido por algún incendio hace años.

-¿Qué es este lugar? – preguntó Amanda.


QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

-Acá es donde escucharé su opinión de lo que


Etienne les conversó; quiero saber qué piensan
en este lugar.

Amanda y yo nos miramos extrañados, pero yo


dejé de darle importancia al lugar en sí, quise
que Sergei escuchase lo que tenía para decir.

-Pues, al oír a Etienne puede ver un lado


diferente al mundo en el que vivimos. Nunca supe
de tal sociedad o agrupación, como se les quiera
llamar. Nunca supe de la francmasonería y debo
reconocer que me gustó. Es una alternativa
bastante adaptable a las situaciones actuales de
nuestra sociedad para perseguir un equilibrio con
la fe. No me gusta que sean tan selectos con
quienes deben integrarles, pero sin ello no
tuviesen tanto tiempo entre nosotros.

-Para mí ellos se contradicen en muchas cosas,


pero permanecen unidos por simple imagen
social. Ellos internamente pareciesen tener
muchas discrepancias que barren bajo el tapete –
comentó Amanda.

Sergei se llevó unos dedos a sus ojos para


limpiarse un poco y suavizar su vista, como si de
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

alguna forma no hubiéremos dicho lo que él


quería oír.

-No han dicho nada nuevo. Este mundo nos


presenta infinidad de variantes que son cada una
tan profunda como la existencia misma. Cada
camino que queramos seguir nos presentará
disyuntivas y secretos que, probablemente, nunca
llegaremos a revelar y a entender. En este
sentido, nosotros como seres imperfectos, somos
fáciles de manipular y para nosotros nos resulta
difícil y hasta imposible determinar cuál camino
es el verdadero.

-¿Qué significa esto? – pregunté.

Sergei nos mandó a sentar a los pies del árbol,


dándonos las espaldas Amanda y yo.

“Los traje a este pueblo para que conocieran a la


“más popular” sociedad “secreta” que existe en
la historia. Los traje para recrearles a ustedes
una situación que sucede día a día, hora tras
hora, minuto a minuto: la mentira echa verdad.
¿Qué es la Francmasonería de la que nos habló
Etienne? Efectivamente mucho de lo que nos
comentó, pero ¿qué hay de malo con ello? Es
sencillo: busca perfeccionar al hombre mediante
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

una filantropía sin Dios; una fe sin Dios. Una fe


“baja en calorías” independientes de los
mandatos divinos de un Ser Supremo. Amanda
tiene razón, hay muchas contradicciones en ellos.
Si bien buscan un bien para el hombre, no
comparten libremente lo que promulgan puertas
adentro de la logia. Fueron estafados por
Etienne, y muy fácilmente.

La francmasonería no es un culto satánico, no


es un culto de magia negra. Pero sí una
alternativa engañosa a Dios. La masonería
moderna busca la independencia de Dios
haciendo filantropía de que nosotros mismos
somos nuestros propios dioses, nuestros propios
jueces y nadie más. Nos hace creer que somos
dueños de nosotros mismos y de nuestro destino
bajo lo que profesa cada grado que te designan.
Juran bajo la Biblia palabras que nunca Dios
utilizó. Como ellos existen muchos grupos ocultos
en la historia; errores de un pasado oscuro de mi
religión: templarios y misas rojas. Entre los
masones hay rosacruces y seguidores de los
templarios del Medioevo. Hay otras órdenes que
persiguen, y otras que no, ser una alternativa a la
religión. Ser el agua tibia y el balance entre
ciencia, filosofía y la religión, siendo esta la
excusa para concentrar poder y dominio.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

Muchachos, es simple: cuando un grupo,


llámese como se llame, sea religioso o no lo sea,
se divide en diferentes corrientes, se contradicen
en cada corriente y en donde cada corriente nos
lleva a muchas más al punto de ignorar el
objetivo por el cual inicialmente fueron creados
estos grupos, significa que es un grupo guiado
por hombres; allí no está Dios. Allí no hay fe
verdadera, sólo deseo y orgullo; defensa de
idealismos y nihilismos que anulan la verdadera
razón de nuestra existencia. En este mundo el
diablo divide y vence, así funciona él. No lo hace
saliendo de alguna grieta del suelo despidiendo
fuego y almas en pena en su presentación. No es
un ser con cuernos y con cola. Es un ente
profundo fuera de este tiempo y de este plano.
Actúa mediante la voluntad del hombre y de sus
deseos más materiales. Todos somos débiles ante
estos deseos, incluyéndome.

Nunca seremos perfectos, nunca rozaremos la


perfección. Sin embargo, podemos crecer
espiritualmente, siempre y cuando sea el camino
correcto; un camino de Dios y con Dios. Un
camino en donde seas árbol de frutos radiantes
para los que tienen hambre de justicia y de amor.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

No sean como este árbol que sufrió las


consecuencias de las cruzadas de hace siglos y
que sigue en pie como cicatriz imborrable de los
horrores causados por los deseos del hombre. Mi
Iglesia sufrió de ello en el Medioevo y aún lo
sufre en sus diferentes países y parroquias, pero
aquí estamos después de dos milenios. No les
ofrezco un boleto gratis a la salvación mediante
mi Iglesia. No les chantajeo con seguir al Señor
por este camino y que los demás sean malos, sólo
abran sus ojos y su mente a lo que claramente
está errado.

El mismo Vaticano ha excomulgado a los que


profesan la masonería y otras alternativas anti
religiosas. Y no sólo el Vaticano sino demás
religiones y sociedades. Inclusive la Gran Logia
de España tuvo una época anti cristiana e
intolerante con nosotros, jurando muerte y
persecución.

Esto era lo que quería enseñaros, el cómo así de


cerca estamos siendo tentados constantemente
de maneras que jamás pudiéramos imaginar y
cuán delgada es la línea entre una religión y un
culto a idealismos terrenales y limitados. Todo
aquel que no sigue su camino y quiere crear uno
propio, terminará perdido y sin salida. Terminará
saturado de oscuridad…”
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

Empezó a llover y nos levantamos. Amanda y yo


nos quedamos mirando al árbol en silencio.
Sergei se quitó su chaqueta y se puso un ropaje
negro con capucha y con un cinturón de cuero
muy largo que terminaba colgando de su cintura.

-¿Qué traje es ése? – preguntó Amanda.

-Soy un fray agustino recoleta. Este es el


carisma que sigo en mi Iglesia y era el momento
de mostrárselo a ustedes. Fui por muchos años
un médico más en Francia enamorado de mi fe, y
luego de la muerte de mi esposa, decidí seguir
este camino.

No sabía qué decir ante todo esto. Amanda


tampoco. No sabía qué esperar de ahora en
adelante.

-¿Qué sigue ahora? – preguntó Amanda.


QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

-Conoceremos la parte oscura del mundo; la


misma que se ensañó con nuestra Iglesia y causó
lo que está plasmado en este árbol. Esa oscuridad
ahora está en muchas cosas y destruye mediante
otros medios. Es lo que van a ver. Es lo que
necesitan entender para diferenciar entre el bien
y el mal; y destruir así su “subjetividad” en el
mundo.

-¿Adónde vas? – pregunté a Sergei quien


abruptamente se dio la vuelta para regresar al
pueblo.

-Síganme, no se queden allí mojándose en la


lluvia fría. Iremos a un lugar en donde verán
parcialmente la oscuridad.

Seguimos a Sergei hacia el pueblo. Caminamos


hacia otra de las salidas que este posee y nos
dirigimos hacia el bosque aledaño. Había muchos
árboles calcinados y tierra arrasada por fuego y
que nunca más pudo servir para producir algo
más.

-Ya llegamos. – dijo Sergei.

-¿En dónde estamos? – preguntó Amanda.

-En donde hacen brujería y magia.


QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

Amanda y yo nos miramos. Debo confesar que


me puse muy nervioso; sentía cómo un frío se
torcía entre mi pecho y mi estómago. ¿Qué quería
demostrar este hombre? ¿Por qué alguien que se
hace llamar católico nos trae a este sitio? No
podía hacer nada más que acceder y ver a dónde
nos llevaría todo esto.

-¿Nos predecirán el futuro? – pregunté


sarcásticamente.

Sergei se volvió a mí seriamente y dijo:

-No es gracioso, muchacho. Conocerán una


persona experta en el tema y que ha estado y que
ha tocado muchos puntos y sociedades que
“juegan con fuego”, que ven verdades falsas en
esta clase de obras que escapan fuera de las
cosas del hombre.

-¿Eso es una cabaña? – preguntó Amanda.

-Sí, allá iremos. Conoceremos a Agatha.

Caminamos hacia la cabaña oscurecida por la


lúgubre energía del bosque. Sergei tocó la puerta
tres veces y una voz desde adentro nos invitó a
pasar.

-Bienvenidos, ¿qué desean? – preguntó ella, una


señora bastante anciana vestida con un suéter
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

gris y una falda azul con lunares blancos. Estaba


descalza. Pude notar que la cabaña no tenía un
piso como tal; estaba la tierra desnuda con cuatro
paredes que la encerraban.

-Somos unos forajidos que quieren escuchar tu


historia.

La señora frunció el ceño con sus cejas pobladas


y canosas. Se quitó su sujetador para el cabello.
Tenía el cabello largo y blanco.

-¿Cuál historia, hombre? ¿Qué buscas


realmente?

Sergei se sonrió y dijo:

-Tú ya sabes, este mundo no es lo que parece y


la verdad está oculta. Tú sabes muy bien qué
pasa cuando buscas la verdad fuera, en el
bosque, en el mundo, en la nada.

Ella se levantó abruptamente y salió hacia el


bosque con premura. Nos apartó con rudeza para
salir.

-¿¡Qué tiene esta vieja loca!? – preguntó


iracunda Amanda al ser empujada.

-Calma, muchacha. No deben hablar, sólo


escuchar. – susurró Sergei.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

Yo estaba estoico viendo lo que sucedía. La


señora se encontraba inhalando y exhalando el
aire como si le costase respirar.

-¡Detente! – exclamó Sergei.

Ella se volvió hacia la puerta de la cabaña, su


rostro expresaba miedo.

-Tengo algo para ti. – Sergei se acercó a ella


lentamente y de su vestimenta negra sacó una
bolsa. Se lo dio a la señora y ella lo abrió, era
dinero. Se veía que era abundante, su mirada de
incredulidad lo decía claramente.

-¿Por qué le está dando eso? ¿Qué hacemos


aquí? – me preguntaba Amanda con miedo.

-No te preocupes, estamos juntos en esto. – dije


para reconfortarla un poco.

Ella se sentó e invitó a sentarse a Sergei. Él nos


hizo señas para venir, como si ya no hubiere nada
que temer. Nos acercamos con cuidado. La
señora tomó una rama del suelo y dibujo un
círculo alrededor de nosotros y entró nuevamente
a sentarse.

-Mi historia no es una historia cualquiera –


advirtió ella. Sergei la miraba fijamente y no
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

tenía intenciones de hablar. Guardamos silencio y


sólo nos dispusimos a contemplarla en sus fachas
extravagantes.

Empezó a llover con más fuerza y la tierra se


hacía barro. Mínimo pensaba que nuestras ropas
ya no valían nada y que tendríamos que irnos
rápido para evitar un resfriado o algo peor.
Empezaba a hacer frío de repente y me dieron
escalofríos en mi espalda.

“El príncipe de esta tierra es Satanás. Él causa


nuestras guerras, nuestras diferencias y nuestra
hambruna material y espiritual. Divide nuestra fe
en varias interpretaciones que nos llevan al
libertinaje y al hacer lo que nos parece bien sin
pensar o medir en consecuencias para nosotros y
para el resto. La filosofía es el perfecto ejemplo
de cómo las interpretaciones, teorías y
suposiciones nos llevan a discrepar
perfectamente en todo; lo que divide todo en
muchos más caminos turbios para nosotros, y en
los que podemos caer fácilmente.

Yo perdí mi fe hace mucho en la gente, en Dios,


en todo. Sólo me escapé hacia este bosque
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

carcomido por la historia oscura que envolvió


esta zona en la época de los templarios, las
guerras, y las enfermedades. Cada árbol es una
estatua edificada sobre muerte y podredumbre.
¿Qué si pienso que no hay dioses ni demonios?
No, no pienso eso. Sé muy bien que ellos existen
y defienden su feudo y buscan conquistar este
plano. En mi juventud me uní a un grupo
satanista, puesto que mi hogar era de católicos
muy devotos y muy conservadores. Fui a varios
conventos y mis padres siempre decidían por mi
futuro. Aborrecía la Iglesia y sus tradiciones; me
parecían muy absurdas y muy nihilistas con la
vida terrenal. ¿Por qué un pedazo de pan ha de
salvarme de la muerte? No tiene sentido. Era un
cuento mágico para niños.

Pero sí hallé la magia en el satanismo. No


piensen que adoro a Satanás, es absurdo, pero se
comprende que se piense así. El satanismo busca
la rebeldía ante las normas. No quemamos
corderos ni cagamos sobre ostias, esos son otros
que se burlan de las cosas de dios y sus
tradiciones. Mi grupo sólo buscaba al “satán” que
todos llevamos por dentro. Somos nuestros
propios dioses, somos los dueños de nuestro
destino y de nuestras decisiones. No es justo que
alguien superior desde los cielos mueva nuestros
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

hilos. No decidimos nacer, lo justo sería decidir


cómo vivir y morir.

Hacíamos rituales para conversar con los


demonios. Usábamos muchos grimorios, que son
libros especializados en hechicería y en rituales
para crear alianzas con entidades sobrenaturales.
Algunos sirven para medicinas naturales y otros
son para magia blanca o negra. Dejé el satanismo
décadas después por problemas que tuve con
cierto demonio que quería someterme durante
una sesión. Me di cuenta que estaba jugando con
fuego y que mi alma sería adueñada por ellos en
cualquier momento.

Hui de aquel pueblo en donde vivía y en donde


convivía con mi grupo. Escapé al norte de
Francia. Conocí la santería y el poder de los
santos, así como también el beneficio de las
alianzas que ofrecían. Eran ritos más agotadores
y desgastantes en mi opinión. Probé de todo y
tuve muchas visiones mediante trances. Crucé
muchas líneas a lo largo de mi vida; probé la
magia blanca y negra. Viví en una casa donde los
cuartos eran zonas para practicar estos tipos de
magia. Me sumergí en el mundo del tarot.
Desperté ese don mediante una alianza. Jugué
con los tres elementos y he sido testigo de
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

apariciones de criaturas que se creen son un


mito.

Me di cuenta que esto era lo mío y que esto era


la libertad que añoraba, sólo que descubrí que
este mundo es muy misterioso; lo que pensamos
que no existe y es una fábula, resulta que existe
bajo otros medios. La lógica de cómo funciona
todo no está a nuestro alcance; todo tiene un
sentido entre sí.

Somos seres que añoran la verdad y que añoran


el poder. Abogamos por nuestra verdad y nuestro
beneficio; lo que escapa de nuestras manos y de
nuestras compresión lo desechamos. Tenemos
miedo de lo que no podemos comprender, lo peor
que puedes hacer es asumir el riesgo de hacer
algo sin saber cómo, sin saber por qué. ¿Qué si
soy una bruja? Ja, ja, ja. No, yo tan sólo soy la
dueña de mi vida y de mis virtudes. Mi trabajo es
ayudar al otro a descubrir esto por sí mismo.

Mi inspiración es AleisterCrowley; su trabajo y


conocimientos sobre lo oculto le daban gran
poder. Dejó su legado con sus seguidores y sigue
vivo entre nosotros; él dominaba la magia en sus
diferentes ámbitos y trataba con espíritus…”
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

Ella siguió hablando de experiencias personales y


su idolatría por personas especialistas en el
asunto y ámbito de la magia y el ocultismo, la
esotérica y las adivinanzas. Ella practicó de todo.
Mi piel estaba con todos los vellos erizados.
Sentía miedo y mucha ansiedad. Quería salir de
allí corriendo. Terminamos de escuchar todo esto.
Sergei se levantó todo empapado por la lluvia y
nos miró.

-Levántense, nos vamos. – Sin dejar que


terminase sus palabras, nosotros nos levantamos
del fango. No nos despedimos de Agatha ni
mediamos más palabras. Ella no hizo nada, es
como si estuviera acostumbrada. No
comprendíamos nada.

Caminamos de vuelta al pueblo y volvimos a la


casona del señor Etienne. Él no se encontraba en
la casa. Nos fuimos a nuestros cuartos para
darnos un buen baño caliente.

Pasó un poco más de una hora, y salí de mi


habitación. Me dirigí a la biblioteca, allí estaba
Sergei.

-¿Qué fue todo esto? Y espero que nos des una


buena explicación, anciano.

Él me miró y sólo dijo:


QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

-Espera a que venga tu novia.

Amanda llegó luego de unos diez minutos.


Replicó lo mismo que yo. Sergei nos invitó a
sentarnos a ambos en el suelo. Él se sentó
también.

-Sé que se sienten mal y que les hice pasar un


muy mal momento, pero esto debía darse así.

-Necesitamos saber qué deseas mostrarnos con


esto, Sergei. Hoy fue muy desgastante, y no me
refiero físicamente, que sí lo fue, hablo del
espíritu. Sentí un gran peso en mi corazón y sé
que Amanda lo sufrió más. Queremos saber si
esto ha de continuar así, porque no seguiremos.

-Oigan mis palabras mi primero y luego


conversaremos sobre lo que desean hacer a partir
de mañana.

“Me disculpo por lo que les hice pasar. No


muchos toleran este día porque,
fehacientemente, hay un gran desgaste espiritual
y mental. Espiritual por la energía que nos rodea
en aquellos lugares y mental porque se
descubren cosas que jamás pensarían que
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

existirían en este mundo. Cosas que rompen el


equilibrio y que buscan unificar el infierno con la
tierra y con el cielo.

Los llevé a aquella bruja para que viesen el otro


lado de la moneda. ¿Cuál moneda? La moneda de
las creencias. Ella buscó y se arropó en el
satanismo, la brujería y el ocultismo para buscar
su propia verdad, para buscar ser dueña de su
vida y creerse esa premisa con certeza. La
francmasonería, en pocas palabras, busca que las
cosas se hagan a voluntad del hombre. Que todos
tenemos dominio completo sobre nuestra vida.
Esta idea se diversificó mucho en la historia,
sobre todo en las religiones orientales que
ofrecen un abanico de dioses que caen en pecado
y en estado de imperfección, es decir, su
antropomorfismo se desarrolla en ser carne
sufriente en todos los aspectos, pero conservado
su estado de deidad. Y mediante esta
diversificación esta premisa cobró muchas
formas; esto nos lleva al satanismo y al ocultismo
que rezan la misma premisa, pero bajo otras
herramientas.

AleisterCrowley colaboró a que esto sucediese. Él


creó sus sociedades y religiones: Thelema,
ArgentinumAstrum (A.: A.:),
OrddenTemplisOrientis (O.T.O.). En su deseo de
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

poder y de demostrar su dominio de su propia


fortuna, alimentó parafilias y deseos mórbidos
mediante orgias y toda clase de improperios
sexuales, así como también pudo alimentar su
destreza en las artes ocultas, magia, entre otras
cosas. Su vida es compleja y profunda. En estos
días de ahora, aún se le venera y se le idolatra.

Sus sectas abogaban por la ley de la voluntad de


cada hombre, bajo el “amor” humano. Se hablaba
del Tercer Ojo, doctrina oriental del budismo, en
donde se dice que ese Tercer Ojo se abre cuando
Shiva se une a Parvati para despertar el
conocimiento total de todo… El ojo que todo lo
ve. Crowley se fascinó por ello y le dio a la
sexualidad un corte mágico y espiritual, dándole
un aspecto tántrico. A raíz de estos idealismos
oscuros independentistas y contrarios a las
exigencias del Señor, nacen otros organismos y
asociaciones posteriores a Crowley: la Wicca, la
Nueva Era, Hall and Oats y la Cienciología.
Llámalo como quieras, mírales como quieran,
más allá de sus reglas y metas, abogan por el
mismo libertinaje arropado en filosofías baratas
que siempre han buscado la humanización de la
libertad y la adaptación de esta a las añoranzas
carnales y materiales del hombre, inculcadas
desde el Génesis de la vida cuando
desobedecieron Adán y Eva al Señor.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

Todo radica en la libertad sexual, en el uso de la


magia y el ocultismo en un acto demostrativo,
erróneo por supuesto, del hombre para constatar
que tiene el poder de dominar lo espiritual y lo
material. Al final, sólo se busca imitar a Lucifer:
querer demostrar que somos más que Dios, que
somos más dignos que Él. El Señor lo expulsó por
su orgullo y soberbia, por no arrodillarse ante su
Hijo y ante el hombre, creado a su imagen y a su
semejanza.

Todas estas personas que se arropan en este


acto de soberbia mediante estas sectas y estas
filosofías manipuladoras, terminan pagando bajo
su propia deuda. Caen por su propio peso; el
Señor no les castigará nunca, pero bajo sus
propios actos serán juzgados. No existe el amor
sin el Señor, no existe una fe independiente del
Señor y su Iglesia. No existe algo como una vida
libre sin Dios, ya que Él siempre está, pero ¿tú
estás en Él? Somos uno, por ello estamos a su
imagen y semejanza. Somos uno sólo en Su Amor.
Tanto el hombre como la mujer, y es algo que no
se puede romper. No podemos ser Dios, no
podemos crear algo mejor que su creación. El
demonio jamás creó algo, sólo pudo copiar un
pedazo mal versionado de lo que el Señor obró.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

Esto del Tercer Ojo, la fijación que tienen todas


estas sectas con ello, incluyendo la misma
masonería quien practica con ello en sus ritos, no
es más que la fusión de nuestra conciencia con la
del demonio; la maldad y la astucia para el
beneficio material, pero al final consignas tu
alma hacia él.

Esto era lo que quería mostrarles. Etienne vive


en una casa que parece un castillo, pero vive una
doble vida, una hipocresía en donde no se ha
ayudado a nadie. Donde busca la perfección
inexistente en el hombre. Agatha busca esta
misma independencia y miren cómo vive. Son la
misma idea básica maquillada una con blanco y
otra con negro, pero vienen de la misma fábrica.

No fue la mejor manera, incluso, no debí


mostrarles y ser partícipe de ello dándole dinero
a esa señora, pero estaba en mi deber humano
mostrarles a ustedes que este mundo está, hoy
por hoy, manejado por el mal, porque nosotros lo
quisimos así. Porque somos débiles y soberbios, y
porque pagamos las decisiones erradas de
nuestros ancestros.

El demonio siempre busca el conflicto y la


confusión, esto causa la división, ya que cada
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

quien buscará su propia verdad y buscará


defenderla. Esto sucede cuando un político
defiende ideas de guerra y de violencia. Esto
sucede cuando un religioso, de cualquier religión
busca confundir usando las escrituras sagradas
de su fe. Esto sucede cuando se quieren ligar
ideas contrarias. Esto sucede cuando te dejas
manipular sin buscar la razón de las ideas, el
origen de lo que te quieren ofrecer o de lo que
estás defendiendo. Esto pasa cuando nos
creemos perfectos e invencibles. El diablo está
presente en estos actos y mueve sus hilos para
que esto se dé. No imaginan cómo lo hace, pues
usa a las personas que menos pudieran imaginar
para que ocurra lo que tanto desea.

Detrás de tantas religiones, de tantas creencias,


sólo existen dos tipos de hombre: el bueno y el
malo de corazón. Sólo hay gente buena y gente
mala. Gente buena herida y golpeada que con
violencia, en su ignorancia, busca defender a los
suyos. Gente mala que se disfraza de oveja para
herir, como si estuviesen en un caballo de Troya
buscando entrar en el corazón de los ingenuos.
Así siempre ha funcionado, sólo que el guion y la
época son las que van cambiando.

¿Por qué tengo estas “amistades” conmigo?


¿Por qué conozco a esta gente tan de cerca?
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

Digamos que antes y después de ser creyente, me


ha gustado siempre tener a todos mis adversarios
cerca, ya que es la mejor defensa.”

-Es por ello que hablamos del Quadrivium en un


principio. El Trívium y el Quadrivium son las siete
artes básicas y han sido manipuladas hasta
convertirse en estas sectas y en estos grupos que
han estado incrustados en la historia y que siguen
existiendo de una forma u otra.

-Nunca lo habría pensado así – dijo Amanda.

Yo sólo guardé silencio para asimilar todo lo que


dijo Sergei.

-Y bien, ¿continuarán conmigo mañana? ¿O


volverán a casa a vivir sus vidas sin aliño?

-Sólo quiero seguir porque algo me dice que


debo hacerlo, pero debo confesar que jamás vivir
todo esto en tan poco tiempo – dije.

-Yo lo seguiré a él y a mi corazón. Continuaré en


esto, pero, por favor, no más ocultismos. – dijo
Amanda.

Sergei se echó a reír y se levantó del suelo


alfombrado.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

-Mañana nos iremos, ustedes serán los últimos a


los que haré pasar por esto en este pueblo
marcado por la discordia humana.

-¿Y qué ha sido de los templarios, Sergei? –


pregunté.

-Ahora son los masones de hoy en día y también


los satanistas de hoy en día que se han refugiado
en los grupos de Crowley, al final, evolucionaron
en algo peor. Habían nacido como servidores del
Señor y de su causa en benevolencia y, por los
intereses humanos de poder y dominio, se
transformaron en esto. A veces la gracia del
Señor no penetra estos corazones y omiten su
doctrina de amor.

-¿Es por ello que ocurrió la Inquisición? –


preguntó Amanda.

-Sí, si bien se buscaba justicia por tantos


ataques en aquella época y por la mal versión de
las artes en cultos paganos, aquellas personas
empezaron a ser contrarias a lo que promulga la
Iglesia mediante las escrituras: amor y
misericordia; sus métodos de castigo y de muerte
estaban de más, y fue peor el remedio que la
misma enfermedad. Fue una muestra que el
enemigo podía penetrar la Iglesia, pues está
compuesta materialmente con el hombre, quien
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

es imperfecto y vulnerable, pero sobre todo,


manipulable como lo fueron Adán y Eva en su
inocencia. Ya esto había sucedido cuando Judas
traicionó a Jesús, fue lo mismo, pero con
diferentes víctimas.

-Es fácil juzgar sin saber, ¿eh? – dijo Amanda.

-Así es, muchacha. Inclusive muchos de nosotros


los creyentes en este camino católico dudamos de
nuestra Iglesia y nos apenamos de ella. La madre
no tiene culpa de sus hijos réprobos; muchas
veces no estamos a la altura de lo que la Iglesia
quiere impartirnos mediante la doctrina del
Señor. La Iglesia es santa, sólo que sus miembros
son pecadores por esto que he dicho. Muchos no
lo comprenden por este conflicto del bien y el mal
que entrelazan verdades con mentiras y las
funden en una misma materia ante los oídos y
ojos de los que no conocen.

Me pude dar cuenta que esto va más allá de


seguir un camino; se trata de lidiar con tantas
cosas que embullen nuestra mente. Hay tantos
misterios y mentiras, que todo fácilmente se
torna en caos. Hay tantas criaturas antinaturales
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

como naturales que uno no piensa que existen,


pero sí. Todo esto es la consecuencia del primer
pecado. Toda esta semilla creció en aquel árbol
quemado con raíces turbias y enredadas que se
dividen en miles que escarban hasta las
profundidades del mundo.

Me di cuenta que debía seguir hasta el final con


Amanda en esto. Debía llegar a Granada a como
fuese lugar. Esto era lo que debía vivir, esto era
mi destino.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

DÍA 8

Habíamos llegado a Andorra como escala a


Cataluña.

-¿A cuánto tiempo estamos de España? –


preguntó Amanda.

-A unas pocas horas. Llegaremos al primer


pueblo que veamos para descansar y seguir hacia
Girona bien temprano por la mañana – contestó
Sergei.

Sergei ya nos había hablado de cuatro


conversatorios sobre el Trívium y el Quadrivium,
el ocultismo, y las sociedades secretas. Suponía
que al llegar a España conversaríamos sobre algo
más, ya que él nos dijo que serían siete
conversatorios antes de llegar a Granada.

Atravesamos la tierra nevada de Andorra, y ya el


cansancio no nos golpeaba como cuando
empezamos. Llegamos a España y nos detuvimos
en un pequeño pueblo entre las montañas.

-Dormiremos aquí, ya son las seis de la tarde –


anunció Sergei.

Cenamos y nos hospedamos en una pequeña


posada, como es usual. Sergei se despidió y se
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

fue a dormir. Amanda y yo nos quedamos


conversando un poco sobre toda esta experiencia.

-Ha sido algo impresionante todo esto, ¿no lo


crees así? – le dije a ella.

-Ciertamente. Pero aún tengo muchas dudas con


el mundo y con Dios.

-¿Cómo cuáles dudas?

-Bueno, sobre todo con la muerte y el daño que


esta causa en la sociedad. Por ejemplo, cuando
matan a un niño o a un hombre inocente. Cuando
se sufren con enfermedades, ¿cómo queda Dios
con todo esto? No es que culpe a Dios, pero ¿cuál
es su papel? Son cosas que me gustaría saber en
este viaje a su momento.

-Pienso que es algo muy complicado como para


saber una razón que se conteste con un sí o un
no. Romeu me habló una vez sobre esto a solas.

“Las razones de por qué morimos de una u otra


forma mediante una acción fortuita o una
enfermedad son complicadas para comprenderlas
así sin más. Hay dos factores que inciden mucho
aquí: El hecho de que el hombre se ha desatado
mediante su libre albedrío y que está corrompido;
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

las guerras que ha habido, las que habrán por


causas meramente absurdas; por poder, por
ideologías, por defender una causa. Esto ha
traído sus consecuencias. El experimentar con
químicos, con energía nuclear, con diferentes
materiales que no son necesarios para nuestro
desarrollo han dejado huella biológicamente, así
como también la irresponsabilidad de las
personas que concebirán sus hijos al fumar y
beber o comer alimentos que dañan el sistema.
Esto que te digo son situaciones muy particulares
pero que traen cola biológicamente hablando,
creando una cadena de caos. En esto el Señor no
posee culpa.

Pero te preguntarás que está bien, digamos que


no posee culpa, pero ¿por qué no hace nada?
¿Por qué no intercede para acabar con todo esto?
No lo hace porque su amor no es humano; es más
profundo que emociones y mariposas en el
estómago; él no actúa por mero impulso
sentimental como nosotros. Nos ama tanto que
respeta sin titubeos la libertad que nos concedió.
Nosotros los que le conocemos y los que le
adoramos debemos ser sus instrumentos para dar
luz en medio de tanta oscuridad. Actos de rabia,
ira, orgullo, soberbia, todo ello debe desaparecer;
debemos emular a Jesús poniendo la otra mejilla
y siendo justos entre las partes. La oración es
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

nuestra herramienta más sólida. Debemos


empezar en nuestras casas con nuestra familia.
Tantas familias disfuncionales han creado la
sociedad que hoy estamos sufriendo.

¿Por qué no hay milagros? Los hay, pero los


milagros no tienen como finalidad salvar a las
personas como tal, su finalidad es crear un
cambio de perspectiva; hacernos creer, así como
Santo Tomás no creía y debía meter sus manos
en el casto de Jesús y sus dedos en los agujeros
de sus manos, aún hay personas así. Pero se
entiende, es difícil buscar a Dios para la gente
que no le conoce o que no sabe cómo funcionan
las cosas realmente. ¿Si matasen a un hijo tuyo
violentamente, o si violasen a tu mujer y tus
hijas, tú perdonarías al perpetrador de estos
actos? Seguramente me dirás que no, y se
entiende, incluso es completamente normal este
comportamiento, y te soy sincero, yo tampoco
perdonaría, pues es un acto de amor mucho más
profundo. Sin embargo, necesito llegar a ese
amor, el cual es el mismo amor que tiene Jesús
por nosotros. El que tuvo por aquellos que lo
crucificaron, lo humillaron y denigraron. El
mismo amor que tuvo María por su hijo… Tanto
amor que confió en él y sufrió en silencio su
muerte mediante oración. Este amor no es
humano. Este amor se logra mediante la fe y la
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

confianza en la voluntad del Señor. Ese es


nuestro alivio, nuestro dogma.

La muerte nunca será fácil, pues vivimos


apegados a lo material, inclusive un abrazo, un
beso, una caricia, son actos materiales. Son
necesarios, sí, pues nuestro amor humano
siempre estará allí, pero cuando desaparecen nos
volvemos muy vulnerables y drásticos en
nuestras acciones. Debemos comprender que hay
vida eterna, que esto es sólo un viaje y debemos
valorar cada momento que tenemos con los
nuestros y enseñar a los demás a valorar eso.
Nada es para siempre en este plano; ni el
sufrimiento más ácido ni la alegría más cálida.
Nada es para siempre.”

-Entiendo. – dijo Amanda.

-Eso me dijo él y, de alguna forma, tiene razón.


Si yo te perdiera, sería algo difícil para mí de
sobrellevar o de superar, pero debería hacerlo,
pues debo confiar en que te volveré a ver. No, en
que estarás bien en donde estés. Igual tú debes
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

hacer eso conmigo, pues lo más seguro que


tenemos es la muerte.

-Es algo filosóficamente romántico esto que


dices.

-La muerte no es más que un momento, el


momento más corto de nuestras vidas. Es el
puente entre esto que somos a lo que debemos
ser alguna vez, así lo pienso yo.

-Es difícil hacer entender esto a los que sufren


con mucho dolor estas situaciones.

-Sólo podemos consolar y pedir por su pronta


serenidad y paz. Necesitamos eso para poder
continuar, pues la vida continúa y no se detendrá
ni por ti ni por mí. Nos vamos adecuando a esto y
debemos superar nuestras más grandes
desgracias.

Amanda me besó y se despidió para irse a


dormir.

-Nunca había nevado tanto por estos lados. –


dijo otro de los huéspedes que se acercó al área
común con su esposa. Nunca había visto tanta
nieve cayendo en mi vida. Sin embargo me sentía
bien, no sentía frío, ¿así se sentirá el amor de
Dios ante los momentos más fríos de nuestras
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

vidas? Su calor no es de estos lares y nunca lo


será.

DÍA 9: LA OTRA CREACIÓN

Llegamos a Cataluña y Sergei decidió que


debíamos detenernos en el camino para tener el
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

próximo conversatorio allí mismo y no en el


pueblo.

-Les hablaré de la otra creación. – anunció.

-¿La otra creación? – pregunté.

-Sí. Existe otra creación a la cual no se le prestó


atención en la Biblia. Y esta creación trae muchas
historias que se puede considerar se entrelazan
entre sí. En el Génesis, poco después de empezar,
se hace mención de los “gigantes”.

-¿Hubo gigantes en la Biblia? – preguntó


Amanda, impresionada.

-Así, es caminaban antes que nosotros, así dice


la Palabra. Luego, en la época del Diluvio
Universal, bajaron desde los cielos tres ángeles:
Lucifer, Samael y Azazel, quienes fornicaron con
mujeres. Se hicieron pasar como hombres de este
mundo para tener relaciones. Esta creación
impura fue condenada por el Señor. De aquellas
relaciones indebidas nacieron los nephilim,
gigantes que destruían la creación por donde
fueren.

-Recordé algo sobre eso, ¿Goliat no era un


gigante? – pregunté a Sergei.

-Así es. Él fue el último de ellos.


QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

-¿Y qué otras cosas se pueden decir sobre ellos?

-No mucho, pero hay muchos textos ajenos a la


Biblia que nos arrojan información adicional, no
sólo de esto, sino otras cosas que pueden tanto
ayudar a confundir y a desviar o a fortalecer a
quien ya conoce su fe.

-¿Hay otro libros a parte de la Biblia? –


pregunté.

“Hay otros textos que se pueden considerar


como gnósticos, son la Cábala y el Libro de Enoc.
La Cábala fue creada en el siglo XII en el imperio
otomano, según se dice. Pero sale a la palestra en
el mundo en la comunidad española, según en
Cataluña. No es muy conciso esto, pero así logran
concordar varias teorías. Es un texto netamente
judío y contextuado en la Torah, o lo que nosotros
los cristianos llamamos el Pentateuco, que son
los cinco primeros libros de la Biblia. Se afirma
que fueron escritos por Moisés.

La Cábala fue escrita buscando desentrañar a la


Torah, buscando darle un sentido y una verdad
oculta en esos cinco libros. Se dice que La Cábala
incluso es un conocimiento otorgado por el Señor
a Adán y posteriormente a Moisés al recibir los
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

mandamientos en el monte Sinaí… Aunque, no


precisamente fue Yahvé sino, según los rabinos,
su ángel Raziel, el ángel de los secretos, quien
escribió todo conocimiento celestial y terrenal en
un libro y lo entregó a la primera pareja de
humanos, este libro se le llama el Sefer Raziel
HaMalach. Se dice que Raziel era un querubín
que estaba cerca del trono del Señor y, pues,
escuchaba todo lo que allí se decía.

Entonces, él, al ver que Adán y Eva comieron


del fruto prohibido, les dio este libro. Los ángeles
del Señor arrebataron el mismo y lo lanzaron al
océano, no se castigó a Raziel por ello, sino que
el Señor recuperó el libro y lo devolvió a la
pareja, quienes dieron este libro posteriormente
a su hijo Enoc, quien se convertiría después en el
ángel Metatrón, llamado también el YWHW
menor. Este ángel es el mediador entre los cielos
y el hombre. En fin, el libro lo dio, luego de ser
llevado por el Señor, llamado Shaddai en hebreo,
a Noé, luego lo dio a Salomón y luego no se supo
en dónde más paró. Se dice que se encuentra en
el Vaticano.

La Cábala se llama verdad dentro del judaísmo


místico. La Cábala ofrece interpretaciones
interesantes sobre el Antiguo Testamento y vías
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

de comprensión muy profundas del mismo. Es


prácticamente una ciencia, una filosofía difícil de
comprender.

El Zohar, libro central cabalístico, habla otras


cosas, como por ejemplo de las mil quinientas
llaves escritas en el libro de Raziel, son secretos
ocultos, incluso, de los mismos ángeles y
arcángeles del Señor. Se hace mención del cubo
de Metatrón, que es una composición de figuras,
como círculos, triángulos, entre otros, que
contienen coordenadas. El misticismo cabalístico
habla que este cubo lo creó a partir de su propia
alma y que este protege a cualquiera de los
demonios y de posesiones demoniacas.

El Libro de Enoc, según la cábala hijo de Set,


tercer hijo de Adán y Eva, posterior a Caín y
Abel. Este libro es gnóstico y no pertenece a la
Biblia, pero sí está dentro de los textos sagrados
de la Iglesia Ortodoxa de Etiopía. El libro se
divide en tres, todos escritos con siglos de
diferencia entre sí. El libro está escrito en
lenguaje apocalíptico y tiene el aspecto de ser
más bien una carta escrita a una comunidad o a
una persona, pues trae saludos y bendiciones en
su primer capítulo.

El Libro se divide en varias partes dentro de su


trilogía: Libro del Juicio, Libro de los Vigilantes,
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

que fueron los ángeles que descendieron de los


cielos para fornicar con las mujeres y poder así
engendrar a los nephilim, libro de las parábolas,
en donde se habla de la venida del Mesías, o
también llamado el Hijo del Hombre mediante
parábolas escritas. Existen los demás capítulos
como el libro astronómico en donde se detalla el
antiguo calendario hebreo. El libro de los sueños,
el cual contiene visiones apocalípticas en sueños
de Enoc, luego viene la carta de Enoc. El estudio
de este libro es profundo, y refuerza con más
detalle algunos hechos en la Biblia, como el
mencionado Diluvio Universal. En estos libros se
habla mucho de angiología o demonología.
Pueden ser perturbadores para los hombres de fe
débil o de convicciones inseguras. El libro
complementa bien algunos hechos, pero no se
puede considerar como una verdad fehaciente, lo
mismo sucede con la Cábala y el resto, y quizás,
sin fin de libros judíos de hace dos siglos o de
hace un siglo escritos con la mística apocalíptica.

Se dice que hay dos linajes, uno de bien y otro


de mal, todos provenientes de Set, otro hijo de
Adán y Eva, quien tuvo a Enoc. Set tuvo sus hijos,
los llamados hijos de Dios, y Caín, concibió a los
hijos del hombre. Los hijos de Dios se
enamoraron de las mujeres hermosas del
hombre, se encontraron y nacieron los gigantes.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

Allí se dividen los linajes con más ahínco, y esto


persistió incluso luego de Noé mediante sus
hijos.

Además, entre las leyendas judías, se habla de


Lilith, la primera esposa de Adán, la mujer
perfecta que salió del Edén por voluntad propia
para instalarse a orillas del Mar Rojo para
fornicar con Samael y concebir demonios. Nunca
le gustó estar por debajo de Adán en los actos
sexuales. Bíblicamente se hace mención de ella
en Isaías y se interpreta al Génesis, capítulo 1,
versículo 27, que reza: «Creó, pues, Dios al
hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó,
varón y mujer los creó», este versículo se
interpreta actualmente como una misma
explicación hecha dos veces, pero se puede
interpretar también como que el Señor creó en
primera instancia a un hombre y a una mujer a su
imagen y semejanza, y luego de que se va Lilith,
crea a Eva a partir de la costilla de Adán.

Todo esto que les mencioné es objeto de muchos


libros explicativos, investigativos, contiene una
profundidad muy amplia y difícil de digerir, pues
nos saca de contexto todo en lo que creímos, a
menos que tengamos una fe sólida. El judaísmo
es amplio y profundo en su esencia. Es el
primogénito de las religiones occidentales. De
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

parte de estos libros nace la ciencia que estudia a


los demonios y a los ángeles, su jerarquía y sus
capacidades, entre otras cosas. La religión no es
meramente fe, también posee su ciencia, filosofía
y el estudio de ellas. Todo esto refuerza la fe de
quien está convencido de la gracia del Señor.

Podemos decir que esta es la otra creación de la


que muchos desconocemos, y como dije antes, no
es la verdad que seguimos, pero sí puede
complementarla en algunas áreas como un punto
de vista más amplio, pero no es la verdad que
seguimos…”

-Es increíble. No tengo palabras – dijo Amanda.

-El Antiguo Testamento es un mar de misterios –


acoté.

-Es por ello que todo lo que allí está escrito son
actos de fe; nunca se actuó por evidencias sino
por el mero hecho de creer que así debía hacerse,
y es por ello que las profecías fueron
cumpliéndose una tras otras antes y durante la
Pasión de Cristo.

-¿Y por qué nada de esto se encuentra anexo a


la Biblia? – preguntó Amanda.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

-Porque no cumplen directamente con el relato


canónico expuesto en los otrora pergaminos
hallados con siglos de diferencia entre sí. Todos
estos mantienen un sentido y cumplen con la
misma profecía del Cordero de Dios. Por otro
lado, la Cábala y el otro abanico de textos
gnósticos relatan parcialmente esto. Además son
escritos realizados, por lo menos, diez siglos
luego de la muerte y resurrección de Cristo, a
excepción del Libro de Enoc, el cual no fue
considerado porque su trilogía tiene demasiados
siglos de diferencia entre uno y otro.

-Esto es mucha información, Sergei. ¿Por qué nos


las estás impartiendo? – pregunté.

Sergei se quedó contemplando el firmamento,


cuyas nubes densas pasaban sobre nosotros.

-Tú lo decidiste. Tuviste sed de conocimiento…


No, sed de la verdad. No descansaste hasta
hallarte satisfecho, así como San Agustín de
Hipona estuvo caminando en su búsqueda
incansable.

-¿Y cómo quedan las demás religiones? –


preguntó Amanda.

-Pues, es un tema muchísimo más profundo, el


cual escapa, a cierto punto de mis manos. El
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

Señor se ha manifestado históricamente a


diferentes personas, en diferentes épocas, y en
diferentes regiones y zonas, lo cual nos lleva a
diferentes lenguajes y culturas.

-¿Entonces cada quien lo interpretó a su


manera?

“Todas las religiones tienen parcialmente el


rostro del Señor. Él se manifestó de una forma u
otra ante nosotros en diferentes épocas de
nuestra existencia. Desde la creación, hasta
nuestros días. Se manifestó a los llamados
profetas, quienes, mediante su cultura, hicieron
la Voluntad del Señor. Históricamente, mediante
la variación de las lenguas y la evolución cultural
humana, estos hechos han variado de
interpretación, creando división en muchas
religiones, lo cual, se ha prestado a
malinterpretar y a utilizar esto a beneficio del
hombre como el yo y no como una sociedad.

Asimismo, el demonio se ha manifestado a


muchos como si fuere un dios, una deidad
prominente y también ha hecho cumplir su
voluntad en nosotros. Es cuestión de que tú
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

mismo evalúes las raíces y lo que predica cada


religión. Yo, personalmente, opino que en donde
hay más división sólo existe el camino de la
perdición, pues te lanzas a un laberinto del cual
no hallarás una salida, sino una paradoja
existencial. Sólo en los caminos que han sufrido
daños y que se mantienen en su pilar son los que
pueden considerarse como una religión sólida y
que tiene una meta.

Pero este soy yo hablando por mí. Cualquier


opinión pudiere ser válida, pues la religión es la
idea del Señor manifestada por el hombre
imperfecto. El Señor está por encima de
cualquier idea. Sin embargo, es menester seguir
un camino pavimentado, pues el Señor es un dios
de orden y de detalle, por tanto, Él tiene un plan
para nosotros y eso conlleva a estudio, práctica y
aplicación mediante una religión. Nosotros somos
una miseria existencial que no sabe ni qué
necesita en su vida cuando nacemos. En este
sentido, no podemos guiarnos solos, pues somos
muy limitados; no podemos seguir al Señor
mediante nuestro amor imperfecto, sino adorarle
aplicando Su Amor Eterno.

Tu fe es la manifestación de Su Amor aplicando


lo enseñado en tu Iglesia, Sinagoga, Templo,
entre otras edificaciones sagradas. Aplicándolo
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

en el mundo, en donde nadie lo conoce, en donde


el demonio impera. Esto fue parte de lo que el
apóstol Juan escribió a las siete iglesias de Asia
en su carta del Apocalipsis.

Pero esta es mi opinión con base a lo que he


vivido, visto y aprendido por este camino. Tú me
dirás si en otros caminos donde se despotrique
de los demás, o donde se fomente el libertinaje
existe el Amor Divino. Es por eso que te he traído
y te he mostrado algunas cosas del mar de ramas
que nos ofrece el mundo; entre tantas mentiras
hay una verdad, y es lo que quiero enseñarte.

Es por esto que creé el primer grupo multi


religioso, para aprender el carisma y el amor de
los otros caminos que son sólidos, sin descuidar
el camino propio, sin darle matices que no tiene.
Sólo para aprender a valorar lo que seguimos
conociendo lo que practican los demás, pues, al
final, el Señor se nos manifestó parcialmente a
todos de una u otra forma, y por eso algunas
religiones comparten algunas cosas en su
misticismo y doctrina. Romeu y los que tú
conoces crearon el suyo, y todos son imperfectos
en su camino y en su fe, pero siguen allí
buscando acercarse al Señor.

Al final, todos somos hombres, todos somos


iguales en condición y en imperfección. Todos
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

somos ignorantes de algo material o espiritual.


Todos necesitamos del amor del Señor y unos lo
buscan fuera, pero otros lo buscan dentro. Otros
creen necesitar otra cosa y se pierden en el
mundo y en la voluntad del demonio. No hay
discípulo a medias, no hay creyente que no cree o
que cree en lo que le beneficia. Crees o no crees.
Lo sigues o no lo sigues, por más que tropieces
en el camino, sigues caminando.

Todos somos iguales. Todos somos amados por


Él en su Eterna Misericordia, y nuestras acciones
son las que valen ante Él. No le vale cuántas
veces leímos el Torah, el Corán, la Biblia o
cualquier libro sagrado. No le vale si aplicaste
todas las reglas de Levíticos o no. Sólo le vale
cuántas veces lo divulgaste, cuántas veces
ayudaste a quien le necesita haciéndole saber
que esa persona es amada y valorada. Cuántos
enfermos ayudaste a sanar, cuántas luces
encendiste en esta oscuridad. Es por todo esto
que serás juzgado en su profundísimo Amor y en
su tribunal que escapa de nuestra lógica.

Este mundo es un hormiguero tan simple, y aun


así no lo conocemos completamente en su
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

naturaleza y su física, tampoco lo lograremos


comprender, pues, como dije, somos imperfectos
y limitados. Sin embargo, fuimos dotados por los
dones del Espíritu Santo, los cuales hemos
desarrollado y creemos que discrepan de la
profecía y mística de las Sagradas Escrituras.

No podremos saber con certeza cómo seremos


juzgados y si el Señor tomará en cuenta qué
cosas. Sólo podemos seguir su Voluntad y
cumplir mediante su Amor nuestra misión…”

Dicho esto, nos tomamos unos minutos para


reflexionar. Nos levantamos en silencio y
continuamos nuestro camino.

DÍA 18: ORACIÓN Y MISERICORDIA


QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

Estábamos en algún lugar de Andalucía. Sergei


nos dijo que en dos días llegaríamos a Granada,
en donde nos enseñaría algo muy interesante del
carisma que él vive.

-Ya nos has enseñado muchas cosas, abuelo.


¿Qué más hay para nosotros? – le preguntó
Amanda. Ya tiene la confianza para llamarle
abuelo, y no está mal, pues después de tantos
momentos buenos y malos en intimidad,
cualquiera se vuelve de tu familia en estas
instancias.

-Quiero enseñarles a orar. No es lo mismo rezar


que orar. Orar es la conversación amena que
tienes con el Señor.

Estábamos en una plaza muy concurrida en el


centro del pueblo en donde nos encontrábamos.

Nos mandó a sentar en el césped y a respirar


lentamente profiriendo de nuestros labios el
nombre de Jesús. Nos dijo que nos relajáramos y
nos proyectáramos en nuestra cabeza que nos
encontrábamos en nuestro lugar favorito. Yo me
perfilé las orillas de una playa en soledad, con el
atardecer en su punto más calmo y romántico.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

“Imaginen que están en su lugar favorito. Un


lugar calmo que les presenta el lado más noble y
puro de la naturaleza a sus pies y a sus manos.
Un bosque, las montañas, una playa, los médanos
de un desierto. Cualquier lugar que les apetezca.

Sigan respirando por su nariz y exhalando


lentamente por su boca. Están calmos oyendo el
viento que se mece entre árboles, o entre los
médanos, quizás entre los valles de las montañas.
El agua oleando hasta la orilla de la playa.
Respiran en compás con los ritmos de la
naturaleza.

De repente, Jesús se acerca a ustedes. Les


abraza, les saluda. Les mira directamente a sus
ojos con su infinita misericordia. ¿Qué tendrían
para decirle? ¿Qué esperan que Él les diga?”

Nos dejó así sin más a la palestra de este caldo


imaginativo que nos creó. Me sentía bien con
ello. Me sentía realmente allí con Jesús. No le
pregunté cosas, sino que decidí pedirle a Él por
mi familia, amigos y por Amanda. Por este mundo
y por las personas que habitan en él.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

Terminé de hacer este ejercicio, me sentía pleno


y satisfecho por dentro. Miré a Amanda y ella
estaba llorando con sus ojos cerrados. A los pocos
minutos, ella terminó su ejercicio.

-¿Qué sucede? – le pregunté.

-No es nada, no te preocupes por mí. Me puse


sensibles, eso es todo.

-Tú sabes que te amo y que estoy para ti, ¿sí?

-Lo sé. Tengo muchas cosas que resolver. Tengo


ciertos desórdenes con algunas personas que
debo organizar.

Sólo pude pensar en su familia cuando ella me


dijo esto. También pensé en la mía y en los
achaques que tenemos como tal. Es algo que
debía afrontar al regresar a Francia.

-¿Están listos? – nos preguntó Sergei, quien


venía con palomitas de maíz que había comprado.

-Sí – respondimos.

-Bien, esta es una manera de tantas para orar.


La oración no tiene alguna regla, siempre y
cuando sea de corazón y con sinceridad. Puedes
hablar con Él para pedirle algo o pedir por
alguien que ames, esté vivo o muerto. Puedes
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

sólo hablar con Él para contarle de tu día, cual


amigo que te escucha, consuela y aconseja.

-¿Y qué hay con el rezo? – le pregunté.

-Rezar es una doctrina que tiene sus palabras


exactas, ya estructuradas. El rezar es algo
importante también, pues sirve para apoyarnos
en una necesidad que sólo el Señor conoce y que
sólo puede ser saciada por Él.

Sergei nos dijo que orar y rezar todos los días es


una rutina más que importante, es el empaparse
el espíritu con el Amor del Señor, pues ya somos
amados, pero orando y rezando hacemos mucho
más íntimo este acto y este hecho.

Nos llevó a una zona más pobre del pueblo, en


donde había una fundación que cuidaba a los
ancianos que no tenían familia.

-¿Qué hacemos aquí? – preguntó Amanda.

-Vengo a mostrarles las obras de la


misericordia.

Pasamos hacia adentro, pedimos visitar el lugar


para colaborar con el almuerzo a los ancianos. El
lugar estaba un poco descuidado. La casa era
antigua y los ancianos se encontraban por
doquier; algunos en sillas de rueda mirando algo
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

que les llamase la atención, que para nosotros


pudiera resultar cualquier cosa, como palomas,
lagartijas, entre otras cosas. Otros caminaban
deambulando por allí.

Nos anotamos para servir el almuerzo. Pude ver


la pobreza en ese asilo. Sergei, con una sonrisa,
servía y hablaba con los ancianos. Amanda se
contagió de ese sentimiento. Luego del almuerzo
nos sentamos con un grupo de señoras que iban a
orar.

-Ustedes no son de por aquí, ¿verdad? –


preguntó una de ellas.

-No, venimos de Francia. Estamos de paso,


iremos a Granada. – contestó Amanda con mucho
cariño hacia la señora.

-¿¡De Francia!? ¡Ese país es hermoso! ¡Carmen!


¡Carmen! ¡Ellos vienen de Francia! – exclamó a
otra señora que estaba a su lado. Todos se
contentaron con ello, y, pues teníamos algo de
pena de ser el centro de atención por algo así,
pero lo empecé a disfrutar, sobre todo al ver a
Amanda y a Sergei contentos con las señoras. Era
como si no existiesen problemas en el mundo,
como si hubiere ese amor que nos comentó
Sergei hace unas semanas.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

-Haremos el Santo Rosario, ¿se nos quieren


unir? – nos dijo una de las ancianas.

-No lo sé hacer – dijo apenada Amanda. Sergei


se puso un poco lejos, como para ver cómo nos
desenvolvíamos.

-¡Oh, hija! ¡Es muy sencillo! Toma esto – la


señora le había dado un rosario color rosado a
ella. Nos explicó cómo hacerlo, era sencillo. Se
hace un Padre Nuestro, diez Ave María, y luego
un Gloria. Esto se hace cinco veces y luego se
hacen las Letanías, que se leen en un libro.
España es un país muy católico, pero me gustó
aprender algo diferente.

Cada quien hizo sus peticiones antes de iniciar y


comenzamos el Rosario. Me sentí muy bien, me
sentí pleno. Al terminar, tomamos el té con las
señoras, conversamos con ellas, fue un momento
muy ameno. Nos contaron sus historias y el cómo
terminaron allí. Algunas fueron abandonadas por
sus familias, otras no tenían otra opción, pues
nunca tuvieron hijos, ni siquiera un marido. Eran
historias tristes, algunas señoras lloraron
recordando esos momentos amargos.

Sergei se acercó y empezó a consolar a una que


era, pienso yo, la más anciana. Una creyó que yo
era su nieto y me abrazó llorando; se aferró a mí
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

y no pude contener mis lágrimas. La abracé y le


di un beso, simulé ser su nieto. Muchos de los
ancianos de ese asilo tenían esperanza de volver
a ver sus familias, aún después de décadas de
haber sido abandonados. Esa esperanza era fe.

Se hicieron ya las seis de la tarde y decidimos


marcharnos. Nos despedimos con mucho afecto
de ellos y regresamos a la posada.

-Debo confesar que me encantó visitar a los


abuelitos – dijo Amanda. Estábamos en el cuarto
de ella para compartir un poco la experiencia.

-Al ir allí te das cuenta de cómo está el mundo y


cuánto nos necesitan esas personas – dije.

-¿Cómo puede haber gente que abandone a sus


padres de esa forma?

-Pues les ven como una carga –le respondió


Sergei a Amanda–, es gente que no valora lo que
tiene y que sólo piensan en sí mismos.

-¡Jamás haría eso con mis padres! – dijo ella con


sus ojos llorosos.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

“Los llevé hacia allá, como pude llevarlos a la


zona más pobre de cualquier ciudad de nuestro
recorrido. Les quise enseñar la miseria de
nuestro mundo. Nosotros estamos llamados a
ayudar al más débil mediante la misericordia.

Existen dos obras de misericordia llamadas las


obras materiales y las obras espirituales. La
primera consiste en alimentar, vestir, dar techo
al que lo necesite, sea pobre o sea una necesidad
temporal, pero estamos llamados a eso. Las obras
espirituales consisten en consolar, aconsejar,
orar y ayudar en necesidades emocionales al
prójimo. Para hacer esto debemos reconocer el
amor del Señor, quien siempre nos ama, pero si
no le reconocemos esta acción, pues no seremos
espejo de Su Amor para los demás. Se puede
ayudar a los demás siendo una fundación, una
asociación que se dedique a ayudar en alguna
necesidad general, el Señor ve con buenos ojos
esto, pero ve con mejores ojos el ayudar en su
nombre, en silencio, sin hacer vanagloria de ello.

Si ayudas por el hecho de ser reconocido como


alguna clase de héroe, pues sólo lo estás
haciendo por tu egocentrismo y no por el
prójimo. Existe mucha pobreza, pero la más
cruda es la pobreza espiritual, la pobreza del
amor, la pobreza del calor humano. Lo material
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

es más sencillo de satisfacer: comes y se te pasa


el hambre, te vistes y no pasas frío. Pero no
cualquier abrazo satisface tu soledad, no
cualquier palabra alivia el dolor. La pobreza que
habita en el corazón es difícil de erradicar,
porque es como la gangrena que se esparce. Por
esto el Señor nos llama a ayudar de esta forma,
pues dejamos una semilla sembrada en el
corazón del prójimo…”

-Tengo la firme convicción de dedicarme a


ayudar a quien me necesite. Esto me ha hecho
abrir mis ojos. – anunció Amanda.

-¡Me alegra mucho! Pero considéralo bien, pues


nos quedan algunos días de viaje y esa emoción
puede ser una simple chispa que se apagará con
el viento. Esto es un compromiso fuerte y
exigente, no es cualquier cosa, mucho menos si
es en Su Nombre.

-Soy bastante decidida, y sé que esto no será


cuestión de días, semanas o meses, tampoco de
años. Es algo que haré constantemente – dijo ella
mirándome de reojo. Ella sabía que de hacer esto,
debía hacerlo conmigo. Yo también tenía esa
chispa en mí. Pero necesito más formación para
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

saber afrontar los obstáculos que se presenten,


más si ella está involucrada conmigo.

Debíamos empezar por nuestras casas, sin ello


no podemos ofrecer nada al extraño. Debía
empezar por mi familia, y ella por la suya. No
podemos llevar luz afuera cuando en casa todo
está a oscuras. Ella debía saber esto, pues la
conozco, y quizás era eso por lo cual realmente
me estaba mirando.

Y ya faltaba poco para llegar a Granada después


de tres semanas de viaje.
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

NOCHE 19: CANCIÓN DE LA LIBERACIÓN

Mañana llegaríamos a Granada como alrededor


de las ocho de la mañana, es decir, estábamos a
dos horas de camino, pero Sergei decidió que era
mejor dormir en la intemperie. La zona era muy
utilizada para camping, por lo que no era
peligroso.

-Hacía mucho que no hacía esto – dije yo


rememorando el campamento que viví con Ahmed
y el resto.

-Yo tengo muchos años ya que no hago esto,


pero nos viene bien. Mira esas estrellas, es
hermoso.

Amanda se encontraba caminando por la zona, y


venía con algo en sus brazos. Era un estuche de
guitarra.

-¡Miren lo que encontré!


QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

-¡Amanda! ¡Eso debe ser de alguien más! ¡Debes


devolverlo!

-¡Tranquilos! ¿Ese estuche lo encontraste bajo


las raíces desnudas de un árbol enorme?

-Sí.

-Es mi guitarra. La abandono allí de regreso a


Francia cada vez que viajo a Granada. Nadie más
la hallado, o si lo ha hecho la deja allí mismo.

-¿Por qué abandonas esta guitarra?

-Porque es sólo para tocarla aquí, es una vieja


maña que tengo. O más bien una promesa que
hice con mi esposa, que la usaría para cantarle a
ella acá.

-Eso es muy hermoso – dijo Amanda.

-¿Puedes tocar un poco? – le solicité.

-¡Claro! Pero antes quiero que cierren sus ojos,


pues este es el último conversatorio.

“Cierren sus ojos y piensen en la brisa que nos


conforta. Piensen en el mundo, sus personas. Los
que duermen, los que están despiertos riendo,
llorando, trabajando, estudiando. Los que viven
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

su día a día con esfuerzo. Ahora, piensen en la


figura de un copo de nieve, en los ciclos de las
plantas, los animales y su instinto de
supervivencia. Piensen en cómo funciona nuestro
cuerpo, el cómo se recupera de las heridas leves,
el cómo la ciencia ha evolucionado.

Piensen ahora en el cosmos, sus constelaciones,


sus misterios, sus bellezas. El milagro de nuestra
existencia, el cómo día a día sobrevivimos, sin
que lo sepamos, a asteroides, rayos gamma, a
todo lo que escapa de nuestras manos. Piensen
en cómo todo está creado con un ciclo tan
detallado y tan perfecto. ¿Es cosa de la
evolución? Sí, lo es, pero lo que no
comprendemos es que la evolución es un código
creado por el mismo Señor. Todo diseñado bajo
estas temáticas. La evolución no se manifestó de
forma automática porque sí; tuvo su creador.
Tuvo su artífice. El cómo los animales se adaptan
a los cambios, al igual que las plantas. Todo esto
que pasamos por desapercibido tiene su
mecanismo y fue diseñado por el más grande.

El cómo los planetas exteriores atraen los


asteroides peligrosos para que colisionen hacia sí
evitando que nos destruyan. El cómo nuestro
sistema inmunológico se actualiza y nos protege
de las bacterias. El cómo nos desarrollamos en
QUADRIVIUM
ALEJANDRO VILORIA

función de los dones del Espíritu Santo. Esto es el


Trívium y el Quadrivium. Estas son las vías con
las que crecemos día a día, y que son atacadas
con manipulaciones. La lengua, la razón, las
formas, la música, la geometría, la astrología y
los números. La base de todo ser humano. Así
funciona parte de las Artes Liberales, la Lógica
Divina…”

Empezó a hacer arpegios con su guitarra, el


viento empezó a soplar con más fuerza. Todo
sonaba en perfecta armonía: el viento, el fuego,
las aves nocturnas, la guitarra, todo ello. Amanda
y yo estábamos tomados de las manos. Pude
sentir el Rosario que recibió entre sus dedos y los
míos, como si hubiere un tercero con nosotros.

-Te amo. La mejor decisión que pude haber


tomado fue venir contigo – me susurró.

-Dios obra de maneras misteriosas, me alegra


que me encontrara contigo.
LA TEORÍA DE LA ILUMINACIÓN
ALEJANDRO VILORIA

LA TEORÍA DE LA ILUMINACIÓN

Llegamos a Granada. Era como llegar a El


Dorado. Tanto tiempo caminando, yendo en
carreta, durmiendo en pueblos con diferentes
culturas y ambientes, tantos momentos en la
búsqueda de este lugar. Por fin llegamos.

-¿Adónde iremos? – pregunté.

-Vamos a la residencia. Quiero presentarles a un


grupo de personas.

La ciudad era calurosa pues estaba atravesando


por el verano. Se encontraba en Andalucía, al sur
de España. Caminamos bastante para llegar a
aquel lugar, el cual se encontraba en una de las
pequeñas calles de la urbe como tal.

-Aquí viven los frailes agustinos recoletas. Los


más ancianos usualmente. Ellos son formados en
otras ciudades, como por ejemplo Guadalajara
acá mismo en España. Quiero presentarle a
ustedes dos al Fray que me cautivó y me convirtió
en este camino.

Entramos y subimos al tercer piso. Todo el lugar


tenía imágenes de San Agustín de Hipona, fotos
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ALEJANDRO VILORIA

de los frailes y de celebraciones juntos a través


de la historia.

-Buen día, ¿por acá se encuentra el fray


Nemesio? – preguntó Sergei a uno de los
servidores. Nos señaló en dónde se encontraba y
nos dirigimos a un salón. A pesar de estar en un
edificio que pareciese ser angosto, el completo
era amplio y profundo.

Nos asomamos por una ventana y había varias


personas reunidas en una mesa, con muchos
libros alrededor.

-¿Quiénes son ellos? – preguntó Amanda.

-Todos ellos son frailes. Deben estar reunidos


discutiendo sus cronogramas de actividades. Es
muy usual, generalmente se organizan por
trimestres o semestres.

Pasó un poco más de diez minutos y culminó su


reunión. En una silla de ruedas salió él, fray
Nemesio.

-Yo a ti te conozco. – dijo él.

-¡Por supuesto! – exclamó con júbilo Sergei.


Amanda y yo sólo sonreíamos apreciando el
cálido reencuentro.

-¡Tú eres el ruso! ¡Cuánto tiempo!


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-¡Así es! ¿¡Cómo estás, hombre!?

-Pues acá sobreviviendo a estas cuatro paredes.


Ahora enseño en esta zona. ¿Recuerdas
Guadalajara? Pues me vine de allá hace dos años.

-¿Y qué sucedió? ¿Te amputaron la pierna?

-¡No! La dejé en Guadalajara, y me dije ¡va!


Para qué la necesito si aquí tengo una igualita
conmigo.

-Siempre tan sarcástico y odioso. – dijo Sergei


sobándole la calva.

-¿Y ellos quiénes son?

-Son mis acompañantes. Son sedientos de la


verdad.

-¡Ah, pero mira qué alegría!

Nos presentamos ante él. Era un anciano que se


veía muy repuesto para su edad. Sergei nos
comentó mientras mirábamos la reunión que fray
Nemesio es mayor que él por sólo unos tres años.
Y le conoció aquí cuando su familia bregó y llegó
de Francia a España.

-Hablando en serio, ¿qué ocurrió?


LA TEORÍA DE LA ILUMINACIÓN
ALEJANDRO VILORIA

-Pues me amputaron la pierna por mi diabetes.


Tú sabes que yo como mucho y me encanta
darme mis gustos.

-Debes cuidarte, anciano, que aún tienes mucho


que ofrecer aquí, ¿eh?

-No me digas qué hacer, ya el Señor dirá si es


hoy, mañana o en dos años.

-¿Y qué has hecho durante este periodo acá en


Granada? ¿En dónde enseñas?

-Enseño a los seminaristas algunas materias en


su vocación. Los jóvenes de ahora son tan
endebles e inseguros. Que el Señor nos guarde de
sacerdotes que dudan de lo que hacen.

-Bueno, pues tienen un buen profesor aquí, con


una pierna perdida, pero aquí estás.

El fray Nemesio se ofuscó y le dio un golpe en la


pierna a Sergei, quien sólo se moría de la risa con
sus reacciones. Parece ser que él siempre fue así.

-¿Y qué buscan acá?

-Pues les traje a ellos a este viaje para darles un


enfoque diferente a sus vidas. Tú sabes que yo
vengo cada año a esta zona por mi promesa con
mi mujer y conmigo mismo. Es bueno para mí y
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con ello recuerdo el compromiso que tengo con el


Señor.

-¡Tú y tus tonterías! ¡El compromiso con el


Señor no está en caminar como vagabundo de un
país a otro! ¡Está en tus acciones! ¡En tu corazón,
hombre!

-Lo sé, lo sé. Trabajo duro en Angulema, pero es


mi “oasis” espiritual el hacer este viaje, me
refresca y me fortalece, ya tu sabes de esto, pues
fuiste el primero en enseñarte de estos “rituales”.

-¿Cómo se conocieron ustedes? – preguntó


Amanda.

-Nos conocimos en una misa. Él vino con su


familia y yo era monaguillo en la parroquia.
Venían a menudo y le ofrecí cursar para ser
monaguillo, pues nos hacía falta gente en aquel
entonces. No quiso en un principio y, pues,
accedió.

-¿Monaguillos tan grandes? – pregunté.

-¿Y por qué no? ¿Acaso es obligado ser joven


para servir al Señor en su ritual más sagrado?

-Al principio, yo no quería, pero accedí al final.


Me llamaba la atención.
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ALEJANDRO VILORIA

-¿Y qué enseñarás a estos jóvenes acá en


Granada?

-Quiero enseñarles el carisma de San Agustín –


El fray hizo un gesto de sorpresa.

-¿Qué ocurre? – preguntó Sergei.

-Nuestro carisma es hermoso, pero muy


profundo para enseñarlo así tan informalmente,
Sergei.

-Tú me conoces bien y sabes que soy bastante


organizado. Sino que te lo digan ellos – dijo
señalándonos.

-Hagamos algo que considero es mejor.

-¿De qué se trata?

-Paseen hoy por la ciudad, descansen un poco,


pues imagino que, así como lo has hecho con los
demás que has traído, has venido mostrándole
muchas cosas a ellos a las cuales no están
acostumbrados. Paseen hoy que les estoy
invitando mañana a ir a Morel para mostrarles
nuestro carisma en vivo.

-Sólo estaremos aquí tres días, así que me


parece bien.
LA TEORÍA DE LA ILUMINACIÓN
ALEJANDRO VILORIA

-¿Y qué planeabas hacer mañana y pasado


mañana, hombre?

-Pues disfrutar del viaje como cualquier persona


común y corriente junto a ellos.

-Bueno, pues eso ya cambió. Nos vamos a Morel


mañana.

No nos quedó de otra sino acceder a la


imposición del fray. Dormiríamos en una posada
de Granada. Recorrimos la ciudad y visitamos
muchos puntos turísticos, pero sólo lo hicimos
hasta temprano, pues estábamos muy agotados
de todo el trayecto que hicimos en general. Nos
fuimos al hotel alrededor de las tres de la tarde.

-Sergei, tu historia es muy complicada – le dije


en el restaurante de la posada durante el
almuerzo.

-No es complicada, sino que no la he contado al


detalle.

-¿Puedes contarnos? – preguntó Amanda.

-¡Claro que puedo, muchacha! Pero mejor por la


noche, cuando estemos más relajados. Aquí en
medio de tanta gente es bastante estresante, ¿no
lo crees así?
LA TEORÍA DE LA ILUMINACIÓN
ALEJANDRO VILORIA

Había muchas cosas que no sabíamos de Sergei


y de su juventud, a pesar de que nos contó el
haber viajado producto de la guerra hacia
España, haciendo una escala por unos meses en
Francia.

-¿Qué es Morel? – pregunté.

-Es una zona de Granada en donde se encuentra


una de nuestras parroquias locales. Les mostraré
la cara del Maestro Interior junto a fray Nemesio.

Terminamos de conversar y nos fuimos cada


quien a nuestras habitaciones. Estaba yo
acostado en la cama pensando en todo lo que he
vivido.

Así estaba yo: acostado de lado, con la cara


iluminada por los rayos del sol con una gran
pregunta conmigo. Nació desde que mis padres
me llevaban al culto y a la Iglesia con ellos cada
domingo por la mañana. ¿Por qué? ¿Por qué
hacer esto o aquello? No me llenaba ello y no me
llenaban mis metas al ser cumplidas. Me hacía
falta algo más en aquel momento. Yo no fui nunca
de muchos amigos. No era de salir mucho a
fiestas o a vivir la vida al máximo; siempre fui de
casa.
LA TEORÍA DE LA ILUMINACIÓN
ALEJANDRO VILORIA

Desperté aquel día en esta posición con la luz


del sol cegándome. Desperté vacío. Hoy estoy así:
acostado, pero me siento lleno. Ningún hombre
escarmienta por cabeza ajena, tampoco ha de
valorar lo que tiene al no reconocer su valor en el
momento justo. Lo mismo ocurre al saber la
importancia de tu rol en este mundo, en tu
trabajo, en tu casa. Algunos al desconocer de ello
no dan lo mejor de sí mismos. Yo soy de esas
personas. Hay tanto que se pudiera contar y
decir, pero es excesivo… Y tan sólo es un grano
de arena en este mar infinito llamado creación.
Hay tantos misterios ahí afuera con tantas
mentiras que ciertamente es difícil dilucidar la
verdad.

Me quedé dormido así sin más, en un profundo


sueño. Sentía un calor por dentro. Ese calor no
era fiebre ni mucho menos, era como un ardor en
mi pecho. Como si mi corazón ardiera en júbilo.
Era un sentimiento extraño, pero confortable
para mí. Sólo pude pensar en aquellas personas
que estuvieron en mi vida desde ese día en donde
desperté fuera de mí mismo. Sólo podía pensar
en esos momentos desconcertantes y
maravillosos. Sólo podía pensar que no era azar
ni suerte, que era algo que debía suceder. Como
si las Moiras lo hubiesen querido, según los
griegos, o las Parcas según los romanos. Aunque
LA TEORÍA DE LA ILUMINACIÓN
ALEJANDRO VILORIA

es más acertado decir que era la voluntad del


Señor.

Desperté y salí para buscar a Amanda y a


Sergei. Amanda se estaba duchando y Sergei
había salido a hacer unas compras personales.
Me quedé esperando en los jardines de la posada.

-¿Contemplando las rosas? – preguntó Amanda


al verme allí solo.

-Las estaba contando. Dicen que cada pétalo es


un acto de amor.

-¿Un acto de amor?

-Sí. Cada rosa es como una relación: espinosa


por un lado y suave y delicada por el otro.
¿Cuántas rosas tienen más espinas que pétalos?
Ninguna.

-Tú siempre con tu filosofía romanticona. ¿De


dónde sacas todo eso?

-De la vida – dije riéndome.

Había llegado Sergei y nos encontró a Amanda y


a mí abrazados.

-Vaya, uno se va y no dudan un instante en


acurrucarse entre ustedes. Eso definitivamente
es amor.
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-¿En dónde estaba usted? – preguntó Amanda.

-Comprando algo para ustedes, pero ya será


algo que verán mañana en Morel.

-¡Estoy muy ansiosa! ¡No soy buena con esto de


esperar!

-Pues deberás buscar de dónde sacar la


voluntad y fuerza, pues será hasta mañana. Y fin
del tema.

-Por lo menos habrás de contarnos al detalle de


tus vivencias acá en Granada con el fray
Nemesio.

Bueno, es una historia interesante las que les


contaré.

“Nací y pasé mi infancia en San Petersburgo,


Rusia. Mi padre era obrero y mi madre
enfermera. Ambos eran ortodoxos, la cual nace al
dividirse de Roma debido al Gran Cisma. Era una
confesión distinta en varios aspectos al de la
Iglesia Católica Apostólica Romana. La gran
discrepancia entre ambas era sobre el
pontificado, pues, en pocas palabras, ellos ven
que una iglesia no puede ser dirigida por un
hombre, igual de pecador que nosotros, sino por
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Jesús. Así como también hay discrepancias en el


Filioque, pues consideran que el Espíritu Santo
proviene del Padre solamente y no del Hijo. Son
las dos más grandes diferencias entre ambas a
nivel dogmático. A nivel logístico se diferencian
en más cosas que son insignificantes. Esta
división surgió más que nada por asuntos
políticos y militares entre los otomanos y los
romanos.

Eso fue lo que se me explicó en Rusia. Mis


padres eran muy devotos y yo también. Sin
embargo, tuvimos que migrar huyendo de la
guerra y del dominio comunista que se afianzó
con Stalin. Estábamos desesperados, y se corría
el rumor que Francia sería un buen sitio para
pasar las calamidades de la guerra. Yo tenía unos
veinte y tantos años cuando esto sucedió. Yo
crecí ayudando a papá, pero me gustaba la
medicina. La empecé a estudiar desde muy joven,
pero mis padres no querían que me contaminase
de la propaganda comunista.

Mis hermanos menores también eran muy


volubles a ello. Debíamos suspender nuestras
metas para sobrevivir a la guerra. Escapamos a
Francia, específicamente a Ainhoa. Vivimos allí
por varios meses ayudando como carpinteros,
mamá ayudaba limpiando casas. Eran tiempo en
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donde comíamos dos veces al día con suerte.


Trabajábamos duro, y nos ganamos el cariño del
pueblo a base de trabajo honrado.

Nos costaba mucho mantenernos en ese pueblo;


el idioma era muy difícil para nosotros. Sólo
mamá lo dominaba a medias. Nos apoyábamos un
poco en el inglés, pero en el pueblo tampoco lo
hablaban muy bien. Era difícil. Teníamos unos
dos meses sin ir a una misa, debido a que allí sólo
había una iglesia que era la Católica Occidental,
es decir, la Apostólica Romana, y nosotros siendo
de la Apostólica Ortodoxa, no íbamos allí, por
discrepancias entre ambas confesiones, las que
ya he mencionado.

Un día, luego de trabajar, decidí ir a la iglesia


del pueblo. Quería orar, pues las cosas iban
aumentando de costo y no nos rendía el dinero.
Yo pensaba que quizás el Señor no miraría la
iglesia a donde yo fuere, sino que miraría lo que
yo hiciese en ella, el cómo confesaría yo mi fe
más allá de las doctrinas y organizaciones
eclesiales. Entré y era algo diferente para mí, al
principio me sentí fuera de lugar, pero luego lo
decidí ignorar. No conocía al detalle ritual
eucarístico romano, por tanto me senté de último
aquel día. Allí me di cuenta de que el Señor era
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maravilloso. Me sentí tan seguro y sereno de que


nos iría bien. Me sentí excelente.

Continué yendo solo. Mis padres al tiempo se


enteraron y, pues, en vista de la situación, me
dejaron y me respetaron. “Al final todos
necesitamos encontrarnos con el Señor y
afianzarse a Él de una forma u otra”, me dijeron.

Un mes después, uno de los compañeros de


papá le ofreció ir a España a trabajar, pues la
guerra involucraría a Francia como aliados y en
ese país no se sentiría, de momento, el golpe de
la guerra. Era la época de Franco, así que
tampoco fue un viaje de color rosa. Era un nuevo
idioma incluso; volver a empezar ya cuando
entendía el francés. Allí iniciamos el camino que
nosotros hicimos para llegar hasta acá. El
compañero de papá me dio un libro. Él era un
hombre muy religioso y me dio un libro llamado
Confesiones, escrito por Agustín de Hipona. Él
sabía por papá que me encantaba leer en mis
ratos libres, así que le eché un vistazo, lo cual me
atrapó. Leía un capítulo por día. Al llegar a
España terminé ese libro, el cual resultó ser una
fracción de una serie escrita por ese santo. Me di
cuenta que Agustín se parecía a mí, o mejor
dicho, yo a él en muchas cosas. Tenía sed de una
verdad que resultó nunca ser una idea, una
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opinión, resultó ser una persona: Jesús. Allí


decidí profesar la fe católica romana. No lo sentí
una traición ni nada similar, pues, al final, ambas
iglesias, ortodoxa y romana, son ambas caras de
la iglesia fundada por Cristo en manos de Pedro
por un lado y de Andrés, su hermano, por otro.

Llegamos a Granada y lo demás fue historia.


Nemesio me convenció de ser monaguillo en
Morel, a donde iremos mañana. Aprendí mucho
allí sirviendo y me di cuenta de que todo lo que
me hacía falta estaba dentro de mí. Pude estudiar
medicina y decidí no entrar al seminario. Conocí
a mi mujer en la facultad y nos casamos. Con el
pasar de los años volví a Francia junto a ella, y
anualmente hacíamos este camino, pues le decía
que sin él nunca la hubiere conocido a ella y a mi
carisma agustiniano. Al fallecer ella de cáncer
treinta años después, aún lo sigo haciendo y le
sirvo al Señor llevando conmigo a las personas
que mediante Su voluntad se acercan a mí. Desde
entonces hago eso y sirvo en Angulema como
laico. He llevado mucha gente, pero los
destacados han sido cuatro personas: una mujer
que me acompañó en mi primer viaje al fallecer
mi mujer, Romeu y ustedes dos.

Me di cuenta hace poco que no importa cuántas


veces recorra este largo camino, el resultado
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siempre será diferente; es como hacerlo por


primera vez siempre. Es mi catarsis y mi
recordatorio de las bondades y gracias del
Señor.”

-Es decir que cambiaste de la iglesia católica


ortodoxa a la romana, ¿no? – pregunté.

-Sí –Sergei sacó un cigarro como es usual y lo


encendió inmediatamente con sus fósforos–. Fue
una decisión muy personal que pensé durante un
tiempo prudente, pues, como dije, mis padres
eran muy fieles a la iglesia ortodoxa, mis
hermanos también siguieron ese camino. Por más
que asistían, por ausencia de templos ortodoxos
en España y Francia, a templos romanos, ellos
buscaban con ahínco algún templo de su fe, lo
consiguieron al año de habernos radicado en
Granada. Mi esposa era católica romana, por lo
que pude asentar bien mi fe en esta religión.

-¿Qué tal es ese Agustín? Todos los frailes lo


veneran con mucho amor.

-Pues, eso lo sabrás con más detalle mañana


durante el día y la noche. Deberían descansar, los
agustinos recoletos madrugan y se activan desde
temprano. No queremos ofender la tradición.
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Sergei se fue a dormir temprano y quedé con


Amanda para tomarnos una botella de vino que
compramos.

-¿Has encontrado lo que tanto buscabas de este


viaje? – me preguntó ella.

Yo me quedé pensativo, mirando el líquido


suspendido en mi copa.

-Han sido vivencias maravillosas y fuertes, algo


que nunca habría de vivir trabajando, enseñando,
divirtiéndome en mi “vieja vida”. Nunca pensé
estar acá en una posada colonial de Granada con
mi novia en un viaje espiritual.

-¿Pero has hallado la respuesta a tu gran


pregunta? – insistía.

-No. Pero no me siento mal por ello. Más


preocupado estaba por no tener ni la más remota
oportunidad de sentirme pleno, y me siento
pleno. Estoy acá rodeado de gente buena que
desea mi bienestar. Estoy contigo tomando vino.
Aún no hallo la verdad propiamente... O no –me
detuve para agitar un poco mi copa –, no
hablemos de que no la he hallado.

-¿Y de qué estamos hablando?


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-De que sí, ya la vi. Ahí está la verdad, pero sólo


he visto una estela de ella. Tengo noción de que
está aquí mismo, en este tramo final, pero que no
la he vivido. Más allá de verla, de palparla, de
constatarla, no la he vivido.

-Sé de lo que hablas, me siento igual.

-Pero aquí estamos. Sé de tu historia y la tengo


muy presente siempre que amanece y te veo al
inicio del día, lo mismo cuando nos despedimos y
nos acostamos.

-Para mí es difícil – y no dijo nada más. Se tomó


su copa de golpe, y no dijo nada después de ello.

Amanda tiene una familia disfuncional. Ella me


ha contado trozos de su historia. Sí, al ir a Lyon
les conocí y me parecieron personas
excepcionales. Gente comprensiva que cuida de
su hija, aunque me parecía un poco forzada la
atención que nos dieron, pero así se veía.

Su padre ha sido distante desde su infancia. A


veces no estaba en sus cumpleaños por trabajo, o
eso decía. Al tiempo se dio cuenta su madre que
él era infiel; se acostaba con una colega de su
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trabajo. En respuesta, su madre se distanció de


ella y se echaba a llorar todos los días. Esto fue
consumiendo a Amanda poco a poco dejando una
cicatriz en su infancia. ¿Cómo siguen ellos dos
juntos? Es complicado. Digamos que el perdón a
regañadientes, ácido que nunca olvida, que se da
por sentimentalismos y dependencias de la
pareja. El padre, seguro por recapacitación en su
error, luchó por ganar la confianza. Pero se
resolvieron ellos como matrimonio, ¿qué quedó
para Amanda? Ese es el problema: una familia
rota con parches que no cubren la herida, mucho
menos la pueden sanar.

Su familia es políticamente correcta, pero sólo


es ese maquillaje y nada más. Hay cosas que
quedan tatuadas en el alma y no se borran.

-¿Ya te vas a dormir? – le pregunté al verla


levantándose de la silla.

-Sí. Necesito descansar – Se levantó y se fue. Me


preocupaba que Amanda se estuviera guardando
muchas cosas y se las consumiera por dentro, así
como solía hacer yo.

Amanda no ha estado ciento por ciento en este


viaje, y temo que desperdicie esta gran
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oportunidad para abrirse a grandes cosas.


Definitivamente cuando existen heridas que no
sanan, se pudren y te carcomen el espíritu.

-¿Están listos? –nos preguntó Sergei por la


mañana. Ya era el día en el que iríamos a Morel a
contemplar un encuentro de agustinos recoletos.
Amanda contestaba alegre, pero, al recordar lo
de ayer, sabía que era falso. Me preocupaba
bastante que no pudiera seguir adelante por su
ruptura familiar y por su ruptura consigo misma.

-¿Es muy lejos? – preguntó ella.

-No mucho, pero debemos estar temprano.


Ustedes sólo mirarán la “primera parte” del
encuentro, luego pasarán como oyentes en su
segunda etapa.

Sin nada más que decir, caminamos hacia


Morel, a la parroquia agustina de Granada.

-¿Qué esperas de esto? – le pregunté a Amanda


en el camino.

-Espero lo mejor. – respondió cabizbaja.

-No te encuentras bien desde hace rato.


Quisiera que por favor me digas realmente qué
esperas, Amanda.
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Ella me miró con rabia, le conocía lo suficiente


como para saber que esto me arrastraría con ella.
¿Vale la pena aun cuando ella no camine por mi
mismo sendero?

-No sé qué esperar… Tenía esperanzas en este


viaje; cada día que transcurría sentía ansiedad y
emoción. Esperaba grandes respuestas a mi vida,
no sólo aclaratorias culturales y religiosas que de
nada me sirven en este momento. No soy de
espíritu fuerte.

Sergei iba muy adelante, así que no nos


escuchaba conversar.

-Sencillamente esperabas soluciones, no


respuestas – le contesté.

-¿Y qué tiene de malo? Mi vida ha sido saltar de


charco en charco para evitar ahogarme. He
tenido muchas parejas y todas me han roto. He
tenido la culpa, y sigo errando. ¿Qué debo hacer?
¿Debo ser monja? ¿Convertirme al Islam? ¿Qué
hago? Me siento atrapada.

Yo sólo la miré, no continuaría respondiéndole a


sus quejicas durante el camino. Sergei se detuvo
abruptamente para visualizar en su alrededor
cuál camino seguir.

-Creo que es por la izquierda – dijo él.


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-¿Seguro que sabes en dónde es? – le pregunté.

-¡Por supuesto, hombre! Sólo que con este sol


incandescente es difícil ver la ruta – se quedó
mirando uno de los letreros de señalización y
continuó caminando – ¡Síganme! Es por aquí.

Caminamos un par de cuadras más y llegamos a


la iglesia de Morel. Era grande y con una gran
entrada con un espacio amplio y vacío en el
exterior.

-Llegamos.

-Es bastante grande esta iglesia – dijo Amanda.

-Me halaga que lo digas, aquí fue donde me crie


espiritualmente.

Entramos y había gente orando en la iglesia.


Parecía que la misa iniciaría pronto.

-Acá no es la reunión, es en uno de los salones.

Caminamos hacia la parte trasera interior de la


iglesia, detrás del altar. Sergei saludaba con
mucho cariño a algunos ancianos que
probablemente le conocían desde su primera vez
en España. Entramos a un salón grande con
muchas sillas alrededor. Había mucha gente,
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sobre todo ancianos y adultos vestidos con aquel


harapo negro que usó Sergei en Francia. Estaban
todos en clima de silencio, de oración. Amanda
me tomó de la mano, como si mostrase cierto
temor a este encuentro.

-Nos sentaremos por acá, vengan – dijo Sergei.


Pasaron los minutos y vi entrar a algunos jóvenes,
al rato entraron más. Seguía el silencio sepulcral.

-¿Qué harán? – le susurró Amanda a Sergei,


quien respondió llevándose su dedo índice a su
boca cerrada en señal de que respetase el
silencio. Se puso muy serio, por lo que pude
comprender que el momento era sagrado aquí.

Llegó el fray Nemesio en su silla de ruedas, el


único ruido que se percibía era el rechinar de su
silla al moverse. Hubo saludos respetuosos a su
persona. Él tenía vestiduras blancas, de
sacerdote, como cualquier otro. Detrás de él
vinieron dos niños, uno que parecía tener doce
años y otro más grande, uno que ya debía ser
adolescente, le calculaba unos dieciséis años.
Traían una especie de escultura dorada, parecía
un sol en su punta, la cual era plana y circular.
Creo que llevaba una hostia dentro.

-En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu


Santo – anunció el fray Nemesio alzando sobre sí
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aquella hermosa escultura, que, mejor dicho, era


un recipiente.

-¡Amén! – contestaron todos al unísono.

-Tú, Padre, que enviaste a tu Hijo a redimir el


mundo y a nuestros corazones, te encomiendo
esta comunidad y a estas personas para que
puedan hallar su camino y puedan encontrar con
la vocación que tanto necesitan.

Todos se arrodillaron y se postraron ante


aquello. Sergei cerró sus ojos e inclinó su cabeza.
Amanda y yo hicimos lo mismo. Empezamos a
orar como nos enseñó Sergei una noche, y de
repente se escuchaba el sonido de una guitarra
siendo tocada lentamente.

-Por nuestra sociedad y nuestras familias… que


seamos personas de bien que lleven tu palabra
por el mundo. Roguemos al Señor – dijo una
muchacha.

-Te lo pedimos, Señor – respondieron todos.

Cada cierto tiempo alguna persona salía a dar a


relucir alguna plegaria por alguna situación
negativa o para dar gracias por las bondades del
día a día. No importaba la edad ni el género,
todos oraban.
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Había cánticos hermosos recitados por el coro


del momento. Me di cuenta del por qué Sergei
nos trajo hasta acá; este era el resultado de todo,
el verme aquí sentado con la gente que más
estimo y, a su vez, rodeado de extraños que
buscan o buscaban lo mismo que yo y que lo han
encontrado.

-Te pido por mí, para que me ayudes a sanar mis


heridas y me ayudes a superar mi pasado. Para
que logre comprender tu misión en mí y mi
misión en esta tierra. Roguemos al Señor – dijo
Amanda de repente con serenidad.Todos dieron
su responsorial.

La miré con ternura, pues se estaba dejando


llevar. Quizás no esté convencida o segura de
todo esto, pero lo está intentando, hay cambios
en ella. Al rato el fray empezó a relatar lecturas
de la Biblia. Leyó sobre Pedro y su hermano
cuando intentaban, tras muchos fracasos, pescar
en las aguas del mar de Galilea. Les llamó a
seguirles y como prueba de su misión en la tierra
les inundó las redes con peces.

-Acá se nos muestra la vida en comunidad –


anunció él luego de leer los versículos–. El barco
se inclinó por tantos peces y otro barco cercano
les auxilió; así funciona nuestras vidas, nuestra
historia. Así debería ser siempre: el ayudarnos los
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unos a los otros en las dificultades y


adversidades. Jesús sabía esto y lo ejecuta con
este milagro. Jesús nos llama a obrar y seguirle
por el camino, que es Él mismo – concluyó.

-¿A qué estoy llamada? – susurró Amanda. Ella


era como yo: sedienta de una razón para vivir.
Una razón que fuese válida y significante para su
vida. No era ser la protagonista del mundo, sino
la ayuda anónima de otro. Yo me di cuenta de ello
en aquel campamento, y lo ratifiqué en este viaje.
Ella está en ese limbo turbio y agrio. Yo debía ser
su “ayuda anónima”.

Continuó el momento de oraciones y lecturas


como por dos horas. Amanda y yo nos quedamos
contemplando aquella figura dorada. Jamás había
sentido tanta paz, era inexplicable. La música, el
ambiente, y el silencio interior. Era inexplicable.

-Jamás habrá tanto poder concentrado en el


mundo como en aquel pedazo de pan. Ese que
ven allí es el Santísimo – nos dijo Sergei.

El fray, con ayuda de otro sacerdote, paseó al


Santísimo alrededor de todos. La gente se
arrodillaba y se persignaba. Era el cierre del
primer momento. Se concluyó con cantos alegres
y bailes entre los jóvenes.
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-¿Qué hacen? – pregunté.

-Bailan. Celebran el Amor del Señor. Nosotros


los agustinos recoletos somos personas orantes y
alegres; propagamos la Buena Nueva con amor y
alegría.

-¿Adónde van todos?

-Vamos al otro salón. Bueno… no es


precisamente un salón, es un jardín grande.

Pasamos a un jardín con caminos hechos con


caico, una señora empezó a repartir biblias a
todos los que pasaban.

-¿Ya todos tienen sus biblias? – preguntó el fray


Nemesio. Todos alzaron el libro en señal de que
lo obtuvieron.

-Bien, se reunirán en grupos de cinco personas


cada uno. – Todos empezaron a reunirse. Amanda
y yo nos miramos. Sergei se alejó con otras
personas, y tres jóvenes se nos acercaron para
formar el equipo. – Nos enumeraremos y los
grupos se les será asignada una lectura. –
concluyó.
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-Ustedes serán el grupo número cinco. Les


tocará la lectura del Hijo Pródigo – anunció el
monaguillo.

-Yo lo leeré – dijo uno de los muchachos.

-Es un acto de amor y comprensión. – dijo una


muchacha en el grupo.

-El padre tiene sus brazos abierto para su hijo, a


pesar de haberse perdido y de haber abusado de
los placeres.

-Así es el Señor con todos nosotros en algún


momento de nuestras vidas. – comentó otro de
ellos.

-¿Es decir que soy una hija pródiga? – preguntó


Amanda.

-Todos los somos en algún momento, como dije.


Algunos por más tiempo que otros, pero, al final,
buscamos al Señor cuando más lo necesitamos.

-¿Te sientes bien? – preguntó la joven a Amanda.

-Si te soy sincera, no me siento bien.

-¿Qué tienes? – preguntó ella.

-He hallado la verdad, pero no estoy completa.


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-Entonces aún no la has hallado – replicó uno de


los muchachos. Yo sólo observaba lo que ocurría.

-¿Cómo que no? ¡Jesús es la verdad!

-¿Pero qué tanto vives de esa verdad? El


escuchar sobre ello no amerita necesariamente
que sabes de esa verdad. Debes constatarlo, pero
en el caso de Jesús es un acto de experiencia, de
vivencia para saber realmente que Él es el
camino de la vida.

-¿Cómo vivo tal cosa?

-Primero está en reconocer que lo necesitas, y


por cómo estás manejando tu situación, percibo
que achacas tus problemas al Señor y no buscas
de su mano para que te ayude.

Amanda se quedó en silencio y no dijo más nada.

-San Agustín comprendió esto con el pasar de su


vida. Desperdició su infancia y su juventud en
este sentido – dijo la joven.

-Así es, y tú estás en la flor de la vida. Todos


sufrimos y nos revolcamos en la miseria en algún
momento. Son altibajos producto de la gente que
nos rodea y de nosotros mismos. Son cosas de la
vida misma.
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-El amor es paciente, todo lo espera, todo lo


tolera y todo lo soporta. El amor es benévolo –
dijo Amanda. Todos la miraron y se sonrieron.

-Tú lo has dicho. Y lo más importante es que


cuentas con todos nosotros, pues nos apoyamos
en fraternidad para aguantar y superar las
adversidades.

El fray anunció que debíamos romper los grupos


y reunirnos como una comunidad nuevamente.

-Todas las lecturas que leyeron se relacionan un


poco a cómo vivió San Agustínen su tiempo de
vida. Él fue un hombre de mucho intelecto que
siempre buscaba la verdad. Fue abogado y orador
en Milán. Nació en Tagaste, Argelia. Se convirtió
al cristianismo de mano de San Ambrosio de
Milán, orador y obispo en aquella época. Agustín
vivió de su mano la forma de interpretar el
Antiguo Testamento y mediante los textos de
Simpliciano de Milán decide rotundamente
romper lazos con la secta de los maniqueos. San
Agustín era filósofo y teólogo; recogió toda la
teología de la época y la condensó en sus textos;
es uno de los cuatro padres de la Iglesia y uno de
sus doctores. El Padre de la Gracia, pues era bien
conocido por su gran carisma con la gente. Todos
conocemos al buen Agustín, pero sus teorías y
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textos son un mar de conocimiento vasto y difícil


de digerir.

Miraba a todos contemplar con mucha


concentración a las palabras del fray Nemesio.

-Y Agustín, mediante sus escritos y sus


conocimientos, reformó la iglesia en aquella
época y aún se mantiene la costumbre de aplicar
algunas de sus teorías. Hoy veremos la Teoría de
la Iluminación. – anunció uno de los sacerdotes
que se encontraban allí.

-Miren este jardín, ¿no es hermoso? – prosiguió


el fray Nemesio – Todas estas flores, estos
árboles, todo lo ven gracias a la luz solar. Sin luz,
no se ve nada. No podríamos ser capaces de ver
siquiera nuestras manos, así logremos adecuar
nuestra visión a la oscuridad, siempre la ausencia
de la luz nos deja ciegos. La luz es fuente de vida.
Así también sucede con el espíritu y esto lo
entendió San Agustín.

-Las ideas vienen del Señor por medio de su luz


divina y con ella comprendemos el porqué de las
cosas. No confundamos la definición y esencia de
los objetos, esto es algo que materialmente es
identificable, pero su interpretación y adecuación
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en nuestras vidas, es lo que la luz del Señor


ilumina en nuestras mentes – dijo otro sacerdote.

-Podemos saber muy bien qué es A o qué es B y


sus razones de existencia, pero mediante la luz
del Señor es cómo comprendemos lo que A y B
traen de provecho a nuestras vidas. Esto se llama
ir más allá y comprender los regalos y señales del
Señor para seguir Su Voluntad – dijo el fray
Nemesio.

Me pude dar cuenta que esto tiene sentido, pues


a veces logramos hallar respuestas en situaciones
mediante las cuales no solemos dilucidar
soluciones para avanzar o resolver el problema.

La charla continuó sobre la teoría y sobre otros


escritos de San Agustín, luego, ya para el
atardecer, todos estaban haciendo cantos alegres
como los que se hicieron por la mañana.

-¿Qué sigue ahora, Sergei? – pregunté.

-El Ágape. Nuestro compartir fraterno.

Hubo risas, historias, conversaciones, comida,


abrazos, oraciones, conocimiento. Imagino y así
era San Agustín, me sentí identificado con él
desde la primera vez que escuché de su historia
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de vida. Él siempre quiso encontrar la verdad,


pues se sentía incompleto y buscó en lugares en
donde estuvo atrapado por mucho tiempo. Así era
yo.

Amanda, por su parte, le noté una mejora en ella


misma. Estaba más alegre y tuvo conexión con
aquellos muchachos que integraron nuestro
grupo; compartía mucho con ellos y se encariñó
con ellos. Sergei estaba con fray Nemesio y el
resto de los sacerdotes de igual forma celebrando
el Ágape. Al terminar todo, nos despedimos, y de
camino al hotel, Sergei nos preguntó que qué nos
pareció la experiencia.

-Ya comprendo por qué veneran tanto a San


Agustín. Era todo un personaje. – dijo Amanda.

-Y sólo conocen una porción de él. Si leen sus


libros, tendrán un concepto totalmente diferente
sobre la fe.

-Yo me sentí movido por todo esto. En verdad


quisiera vivir esto en Francia. Hay mucha calidez
humana aquí.

-Allá también la hay, muchacho. Pero debes


moverte por el amor del Señor, no por el amor
humano. Sin embargo, ya tienes la idea en la
cabeza. Poco a poco irás viviendo de ello.
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-¿Qué haremos mañana? – preguntó Amanda.

-Mañana será nuestro último día aquí y será el


más importante de todos. Es la razón por la que
viajamos tanto tiempo. Esto de hoy no era el
motivo por el que vinimos. En este sentido, es un
secreto. Mañana lo sabrán.

-Bueno, debe ser algo especial.

-Lo es. Pero lo más importante es que todo ha


salido bien.

-¿A qué te refieres?

-A que ustedes se han abierto a esta experiencia


y han absorbido lo más importante de todo.

-La verdad es que no me arrepiento de ello – dije


yo.

-Y yo tampoco – contestó Amanda.

-Ustedes dos son buenos muchachos. Serían un


buen matrimonio si superan esta etapa del
noviazgo. –Amanda se puso roja y yo tragué
grueso– ¿O es que acaso no planean casarse?

-Pues, primero debemos conocernos más y vivir


más cosas juntos.

-Así es, todo a su tiempo, señor Sergei.


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-No es malo pensarlo y considerarlo. La meta de


todo noviazgo es consolidarse en un matrimonio,
¿o no?

-Tiene razón. Pero poco a poco – insistía


Amanda.

Sergei sólo nos miró y se sacó un cigarrillo para


fumárselo.

-Así es, poco a poco. Disfruten esto, pero


piénselo. Déjense llevar por esa idea. Es algo
hermoso.

Amanda y yo nos miramos. Quería hablar con


ella sobre lo que sintió el día de hoy, a diferencia
de lo que ayer me dijo debía haber cambios en
ella. Quería que saliese de su oscuridad.

Llegamos y comimos, y así de golpe Sergei fue a


dormir diciéndonos una vez más que mañana
sería el último día.

-Te noto mejor. – le dije a Amanda en su


habitación.

-Estoy mejor. Creo que esto que vivimos hoy me


ayudó bastante. Siento algo en mi pecho, como si
ardiera desde entonces.
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-¿Se podría decir que se trata de euforia?

-Sí, digamos que es eso. No pensé que unos


niños me dirían tales verdades, tampoco pensé
que en algo tan sencillo como estar en una sala
normal en silencio y el leer la biblia en un jardín
para luego oír una charla sencilla, me harían ver
tantas cosas.

-Creo que esto es lo que Sergei buscaba con


nosotros.

-Quién sabe lo que hará mañana para ti y para


mí.

-Ha pasado un buen tiempo, que creo que ya


olvidé cómo era Angulema.

-Exageras mucho –dijo riendo Amanda. Yo le


besé la mano y me quedé pensativo luego–. ¿Qué
ocurre, amor?

-Estaba pensando en esto del matrimonio. ¿Te


imaginas tú y yo de viejos siendo visitados por
nuestros hijos?

-Creo que imaginaste mucho tiempo hacia


adelante, pero sí, lo he pensado, no tan viejos,
pero sí tú y yo juntos con un bebé. Es algo normal
como dice el señor Sergei.

-Es algo que quisiera vivir realmente.


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-Primero debemos irnos a Angulema, ¿no lo


crees?

-¡Ah! Pero sí te estás incluyendo, ¿no? – dije


tomándole de la nariz.

-¡Por supuesto que sí! Yo te amo y obviamente


pienso en un matrimonio a futuro, tonto.

La miré fijamente a sus ojos verdes y ella


también se quedó en silencio mirándome. No
pude evitar besarla y darme cuenta que ella era
la mujer que amaba. Esta preocupación que
sentía por ella, este cuidado mutuo, esto era
amor. Amor humano, sí, pero amor al fin. El
mismo amor que Dios quiere entre nosotros.

Debía amarla con sus virtudes y abrazar a sus


defectos y a sus dolores. Debo aceptarla por lo
que ella es realmente y ayudarla a sanar sus
defectos y saberla apoyar en sus momentos
difíciles. Aprendí mucho y ya no soy el que era al
inicio. Era hora de dormir.

Al otro día, Sergei nos despertó muy temprano y


nos mandó a vestirnos sin asearnos ni nada. Eran
como las cinco de la mañana y él vestía sus
ropajes negros agustinos.

-¿Este es el secreto? – pregunté somnoliento.


LA TEORÍA DE LA ILUMINACIÓN
ALEJANDRO VILORIA

-Guarda silencio, muchacho, esto es importante.


Vamos, debemos irnos, nos esperan afuera.

-¿Nos vamos así? Por lo menos debo cepillarme


los dientes – replicó Amanda.

-No importa, yo tampoco me aseé. Debemos


irnos.

Sin entender nada, nos montamos en un auto y


nos fuimos hacia las afueras de Granada.
Estábamos con fray Nemesio y un monaguillo de
la iglesia de Morel, quien era el que manejaba.

Llegamos a una pradera en donde estaba cerca


un río.

-¿Qué haremos aquí? – pregunté.

-Serán iniciados entre nosotros. – dijo el fray


Nemesio.

Caminamos hacia el río y durante el trayecto


Sergei nos dijo que había alguien esperándonos
allá. Llegamos y había un mantel blanco sobre el
césped a orillas del río. Había una cesta con uvas
y con pan. Allí sentado estaba alguien sentado
mirando hacia el río.

-Aquí estamos. ¿Tuviste un viaje agotador? –


preguntó Sergei a esa persona. Se volvió hacia
nosotros y me sorprendí mucho, era Romeu.
LA TEORÍA DE LA ILUMINACIÓN
ALEJANDRO VILORIA

-¡Eres tú! – exclamé.

-Teníamos mucho tiempo sin vernos, hermano.


Estás muy bien acompañado, Sergei. El viaje fue
agotador, pero vale la pena hacerlo por esto. Me
alegra que me lo pidieras a mí.

-Hablaremos mejor después, debemos celebrar.

Nos sentamos alrededor de la cesta. El


monaguillo trajo una botella con vino y se sirvió
el pan con uvas. Había cordero servido también.

-Esta comida es en su nombre, para ustedes dos


de parte nuestra –anunció Romeu–. Ustedes
caminaron por mucho tiempo, así como han
caminado cada día de sus vidas viviendo todo tipo
de experiencias. Aquí están ambos al día de hoy,
sin un futuro que exista y con el pasado teñido de
memorias.

-Yo quiero hacerle la invitación a ambos, de


manera informal, para que se unan a los
agustinos recoletos. Esta invitación no significa
que forman parte de algún movimiento de esta
orden o de la orden misma, pues cada órgano de
la orden tiene su iniciación y su compromiso. Esta
es una invitación informal para vivir el carisma
agustiniano de manera formal – dijo Sergei.
LA TEORÍA DE LA ILUMINACIÓN
ALEJANDRO VILORIA

Amanda y yo nos miramos y con emoción


dijimos que sí al mismo tiempo.

-Esta aceptación a nuestra invitación es


escuchada por el Señor con júbilo, pues es el
inicio del verdadero camino, un camino con el
Señor bajo una fe con un color y con un nombre.
Así como San Agustín se convirtió ante el Señor,
así ustedes lo aceptan a Él. Así como yo abracé al
Señor en mi conversión, así lo deben abrazar
ustedes, pues son instrumentos de su obra y de
su misericordia – continuó Romeu.

-De ser así, yo valido su ingreso en el nombre


del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo – dijo el
fray Nemesio a lo que todos respondimos amén.

-¡Bienvenidos al carisma agustino recoleto! –


exclamó Romeu entre el aplauso de los pocos que
estábamos allí –. Vamos a comer ahora. Este es
un buen desayuno.

-¿Por qué esta comida? – preguntó Amanda.

-Así se comía antes: pan sin levadura, verduras


agrias y cordero, pero obviamente era comida
para almuerzos y cena. Este desayuno lo hicimos
así porque somos creativos – dijo Romeu.

-¿Y tú sabías de todo esto?


LA TEORÍA DE LA ILUMINACIÓN
ALEJANDRO VILORIA

-Sí. Sergei me informó hace un mes. Él y yo


estamos en contacto. Me llamaba seguido
durante su viaje hasta acá. Generalmente de
noche en su habitación. Así somos los agustinos
recoletos, muy unidos sin importar el movimiento
al que pertenezcas.

-Me alegra verte. ¿Sabes de los demás?

-A mí también. Has cambiado bastante, sobre


todo en personalidad y actitud; has madurado. Y
de los demás no sé mucho. Sé que en Bélgica vive
Marco y Laurent. Casia debe estar en el País
Vasco y Ahmed y Adrià en Asia. Habrá un
reencuentro en unos meses.

-Iremos para allá – dije.

-¿Así que ya ni esperas invitaciones? ¡Me alegra


verte tan determinado! Por cierto, ¿ella es tu
pareja?

-Sí, lo soy. Él nunca tiene modales en


presentarnos. Un placer, soy Amanda.

-El placer es mío. Ustedes dos se ven muy bien


juntos, eso se nota y me alegra bastante. Es una
buena base para el matrimonio.

Volvía el tema del matrimonio.


LA TEORÍA DE LA ILUMINACIÓN
ALEJANDRO VILORIA

-¿Qué haremos de ahora en adelante? – pregunté


para evitar tocar el tema que más nos
incomodaba a Amanda y a mí.

-Haremos vida eclesiástica en Angulema, o a


donde vayamos en nuestras vidas. Ustedes eligen
si vivirla en pastorales, movimientos o como
laicos.

-Entiendo, estoy muy ansioso.

Continuamos comiendo, y puedo decir ahora


que me siento completo. Soy creyente del Señor y
teñí mi fe de los colores agustinos recoletos. Así
me guio la vida y así yo lo decidí.

Llámalo como quieras, Moira, Parcas, destino,


decisión, consecuencias, coincidencia, karma, o la
vida misma, aquí estoy y aquí estoy rodeado de
gente buena. Esto es lo que soy y así lo veo a
través de la luz divina. He sido iluminado y era la
hora de volver a casa.
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

TODO ESTÁ CONSUMADO

Aquí estoy en Livingstone. Han pasado ocho


meses desde que viajé a Granada con mi novia y
Sergei para encontrar la verdad. Regresamos
todos juntos en tren. Amanda y yo nos
comprometimos a la semana de haber llegado a
Angulema y ayudamos a Sergei dentro de las
actividades de la catedral, desde entonces he
estado en paz. Mis padres aceptaron con el paso
del tiempo mi conversión católica y Amanda se
armó de valor para volver a Lyon a confrontar sus
demonios familiares. Ella está allá ahora y yo vine
a donde todo empezó.

¿A qué vine? A entender por qué pasé por aquí.


Todo hecho nace de una palabra. Toda acción es
consecuencia de alguna oración. Las palabras
que pronuncié aquí no fueron provechosas,
mucho menos las que yo escuché y asimilé.

Sergei me habló de un amigo suyo de su antiguo


círculo espiritual, el que dejó a Romeu y al que
pertenezco ahora. Ese amigo vive aquí y debo ir
con él para que me enseñe sobre las Siete
Palabras, pues se acerca la Semana Santa.
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

-Buenas tardes, ¿es usted el señor Lornharp? –


pregunté al ser atendido. Llegué a Livingstone y
me dirigí a la casa según la dirección que anotó
Sergei para mí.

-Así es, ¿quién eres? – me preguntó el anciano.


Era un señor de bigote canoso muy pronunciado y
con cabello grisáceo por las canas. Ojos cansados
y con bolsas resbalando de sus párpados
inferiores. Se veía un señor que ha vivido
bastante y que ha visto cosas impresionantes a
través de sus ojos color marrón claro.

-Soy amigo de Sergei. Él me envió acá con esta


dirección.

-Ya veo, ¿y a qué vienes? – preguntó ajustándose


sus anteojos, los cuales resbalaban
constantemente de su nariz.

-Yo viví aquí en la ciudad hace un tiempo. Decidí


volver para afrontar una página manchada de mi
vida y casualmente he querido entender las Siete
Palabras. Sergei me comentó que usted las
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

conoce muy bien y que él aprendió mucho de su


parte.

-Fue una buena época para nosotros. Ven, pasa.


Mejor hablemos dentro, hace mucho frío en la
ciudad.

La casa era sencilla. Bastante humilde, parecía


ser que el señor vivía solo.

-Entonces, vienes a resolver tu pasado.

-Sí – contesté a secas.

-A veces se pueden corregir las cosas, otras


veces es mejor no repetirlas, pues es la mejor
corrección que se puede aplicar.

-Esto es más una retrospectiva que una


intención de reparar algo. Cuando mencioné
afrontar quise decir hacer frente a estos
recuerdos y saberles mirar.

Él sólo guardó silencio y se acomodó


nuevamente sus anteojos.

-¿Deseas algo de tomar?

-No, gracias. ¿Es usted religioso?

-No, no lo soy. Si te refieres a que si soy cura,


pues no. Claro, soy un sacerdote, como tú, como
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

cualquier feligrés que está llamado a llevar la


Palabra, pero no un cura. No es mi vocación.

-Comprendo, ¿y cómo conoció a Sergei?

-Lo conocí en Granada. Nos encontramos en una


fuente, yo me encontraba escribiendo mi diario,
pues, para aquella época, era un trotamundos y
pasé por España de forma temporal. Empezó a
llover y le ofrecí mi paraguas, ya que él estaba
orando en soledad.

-¿Y qué ocurrió luego?

-Pues me ofreció cenar en su casa. Conversamos


mucho y me di cuenta de cuán gran persona es.
Su esposa era encantadora, para entonces era su
novia. Le ofrecí viajar conmigo a China a ver algo
impresionante allá, y viajamos su novia él y yo.

Recordé que exactamente viajamos Amanda él y


yo hacía Granada. Esto no era solamente
aprender sobre las Siete Palabras; Sergei iba
siempre más allá.

-¿Viajaron así sin más?

-Nos tomó tiempo. Él debía organizarse con ella.


Yo le di un plazo de tres meses, pues viajaría a
Latinoamérica y volvería a pasar por España de
regreso. Ellos tenían diferencias, pues para ella
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

parecía algo descabellado y muy infantil viajar así


como si nada a China.

-Debió ser algo increíble.

-Lo fue. Allí le enseñé sobre las Siete Palabras,


las mismas que te enseñaré. ¿Cuánto tiempo
tienes pensado estar aquí conmigo?

-Dos días. Mañana habrá una conferencia


científica, ¿cierto?

-Sí. ¿Qué buscas allá?

-Quiero ver a alguien. Seguramente no me


reconocerá, pero debo verle.

-Comprendo. Las heridas viejas a veces dejan


cicatrices que duelen con los movimientos.
Cuando caminas duele, ¿verdad?

-No son heridas – contesté a secas.

-Si no lo fueren, ¿por qué viniste entonces? ¿Qué


buscas realmente? ¿Crees que ver a alguien del
pasado basta? Ver no es suficiente. No sirve de
nada ver y quedarse así sin más.

-Vine a conversar con esa persona.

-¿Por qué? – insistía él.


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ALEJANDRO VILORIA

-Es una persona, así como tú, que me instruyó


por otro camino. No me fue bien. Él es ateo.

-¿Y qué tiene? Dame más detalle, muchacho,


esto no es suficiente información para mí.

-Pues, es arrogante, no mide sus palabras y


humilla a las personas.

-¿Y qué tiene que ver su ateísmo con ello?

-Pues así son todos ellos, ¿no?

Él suspiró y luego hizo una risa sarcástica.

-De nada sirvió este viaje, ni el que hiciste a


España, ni el que hiciste a Francia. Nada de ello
sirvió, qué triste.

-¿¡Por qué lo dices!? – pregunté furioso.

-Padre, perdónalos, porque ellos no saben lo que


hacen. La primera palabra.

-¿De qué hablas?

-Nosotros los humanos somos tan efímeros y


simples. Tú vienes acá a gastar tu dinero y tu
tiempo; vienes desde tan lejos sólo para encarar a
una persona bajo el auto-engaño de “conversar”
con la misma. Por eso te pregunto nuevamente ¿a
qué vienes? ¿Qué aprendiste realmente con
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

Sergei? Dudo mucho que él te haya enseñado


esto, mucho menos enseñándote el seno de los
agustinos recoletos.

-¡Él me enseñó muchas cosas! ¡Esto es algo que


viene de mí mismo!

-¿Nunca te has preguntado por qué Jesús dijo


eso ante los soldados romanos mientras se
jugaban su túnica como trofeo?

-No. Sencillamente él mostró un acto de


misericordia para con ellos.

-Es más que eso. Él lo dijo como un mensaje


eterno. ¿Cuántas veces no hemos jugado el papel
de los soldados que lo humillan y despotrican con
nuestras acciones? ¿Cuántas veces nos jugamos
el “trofeo” de la verdad? Jesús pide clemencia
ante el Padre. Intercede por nosotros. ¿Has
pedido a Jesús que te acompañe en este viaje?

Su última pregunta me contuvo. Nunca he


mencionado a Jesús en mi vida, y me refiero a
considerarlo parte de ella.

-¿Qué ocurre? –prosiguió él al verme callado–.


Viniste aquí a ganarte una posición que no existe.
Nadie es dueño de la verdad, sólo el Señor. No
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

juzgues a un grupo de personas por un idealismo.


¿Cuántos católicos asesinan y roban? ¿Cuántos
mormones, musulmanes, protestantes? ¿Y
cuántos de ellos son buenas personas? No existe
un número, todo es relativo.

-Entonces Jesús pidió, pide y pedirá por nuestro


perdón.

-Sí. No somos ni seremos dignos del amor del


Señor, pero igual nos lo concede, eso es la gracia.
Es difícil para nosotros no sentir ira, rencor,
impotencia, pero debemos lidiar y pedir al Señor
que nos ayude, específicamente a Jesús que
interceda ante el Padre para nuestra
santificación. Nadie está salvo por su credo o su
ideal, sino por sus acciones, y no nos corresponde
juzgar a la persona.

-Comprendo. Lamento el haberte gritado. Tienes


razón.

-¿Quieres ayudar a un ateo? Ora por él, se su


amigo, que la religión no sea una barrera. No
dejes que sus ideales invadan tu credo, pues no
harás nada. Más bien usa tu credo, tu fe, como
herramienta anónima y silenciosa para ser tú
mismo con quien sea. La gente no puede dejar
que la fe sea un arma divisoria sino unificadora.
Para esto debemos pensar qué haría Jesús en
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

nuestra posición, y para pensar en ello debemos


conocer las obras y palabras del Hijo, del Cordero
del Señor.

-De esto se trataba siempre, ¿verdad? Sergei


siempre supo lo que hacía. Ya entiendo por qué
me mandó contigo.

-Ya lo sabes entonces. Yo le enseñé el verdadero


significado de las Siete Palabras, las cuales no
son más que el arte de actuar como lo haría el
Maestro.

-¿Cómo le enseñaste todo eso?

-Sencillo, actuando como lo haría Jesús; siendo


buen consejero, siendo paciente y amoroso. El
amor no es ser dulce, es ser justo y comprensivo,
pero fuerte en las acciones cuando se deba ser
fuerte y asertivo. Jesús lo sabía mejor que nadie.

-¿Cuál es la Segunda Palabra?

-Primero debes practicar la Primera. Debes


responderme a qué vienes a Livingstone, a mi
casa. ¿Qué haces aquí?

-Vine a aprender.

-Muy bien. Quiero que vayas a aquella


habitación y te pongas de rodillas. Ora por
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

quienes lo necesitan. Ora por las cosas malas que


suceden.

Entré a la habitación y ante mí estaba una


alfombra y en una pared una imagen de la Divina
Misericordia. Su mirada me recordó a aquel
acontecimiento fugaz, pero eterno. La mirada que
me deslumbró en la Catedral de Angulema.
Estaba muy turbio emocionalmente por esto que
me dijo el señor Lornharp.

Recordé los ejercicios espirituales del viaje y me


dispuse a tratar de encontrar a mi Maestro
Interior; cerré mis ojos y empecé a respirar
lentamente, exhalando el aire mientras
pronunciaba con mis suspiros el nombre de Jesús.
En pocos minutos pude encontrar la serenidad
para orar.

Empecé a orar por los que estaban muriendo,


por sus familiares, por las personas que “odiaba”,
por quienes me hicieron daño, por mis seres
queridos. Estaba orando de rodillas por los
corazones rotos y torturados, por quienes
tomaron caminos equivocados para encontrar su
verdad. El mundo estaba dividido por ideales,
muchos de ellos que nacieron de odio y repudio,
de manipulación y humillación. El mundo estaba
dividido por aquellos quienes secuestraron el
poder y las religiones para usarlas como armas y
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

como justificativos para actos malignos. No todos


son iguales y no todos deben ser medidos con la
misma vara. Nadie debe serlo. Nadie puede ser
juzgado por unas cuantas personas.

Por todo eso, yo estaba orando. Por todos ellos,


estaba orando. La oración es una conversación
íntima. No salva vidas en un instante… o puede
que sí. Nuestra idealización de ser salvos cae en
muchas interpretaciones. Nuestra salvación es
profunda, es más que un acto de rescate, se trata
de un cambio. El hombre cambia por momentos
drásticos o trágicos; debe vivir una experiencia
fuerte que lo saque de su equilibrio.

-¿Todo bien? –me preguntó el señor Lornharp al


yo salir del cuarto–. Has sudado mucho.

-Estoy bien. Creo que no tuve una oración tan


profunda como esta. Gracias nuevamente por
despertarme de mi letargo.

-Estás listo para la Segunda Palabra: Yo te


aseguro que estarás conmigo en el Paraíso.
Seguramente pediste por la salvación de mucha
gente, ¿no es así?

-Así es, así lo hice.


TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

-Jesús dijo esto cuando uno de los ladrones


crucificados junto a él le suplicó ser recordado
cuando partiese a su reino. Esto fue un acto de
arrepentimiento, lo cual, con esto que contestó
Jesús, valió para limpiarlo de todos sus pecados.
El arrepentimiento es un corazón que se humilla
en duelo para la búsqueda de una reconciliación.
Esta reconciliación es el perdón. – comentó
Lornharp.

-Es difícil conciliar esto que me dices.

-¿Y qué es fácil en la senda del Maestro? Nada


lo es. De hecho, sufrimos más tentaciones. Somos
carne y polvo.

-Pero de esto se trata al fin y al cabo.

-Esto lo supo el ladrón y por eso se humilló ante


el rey crucificado. Muchos pensarán que era un
acto de rendición o de resignación, pero fue un
acto de arrepentimiento. Tú no te rindes en algo
que nunca peleaste. Él se rindió cuando fue
condenado, inclusive antes, al ser atrapado, se
resignó al verse juzgado en la cruz, sólo le quedó
arrepentirse. Nosotros somos así: nos
arrepentimos cuando nos encontramos sin nada y
desnudos ante el mundo. Muchas veces debemos
llegar lejos en nuestro fracaso para darnos
cuenta del error que cometimos. Sólo hasta que
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

el daño sea irreparable, o cuando parezca serlo,


es que reaccionamos ante ello.

-Las religiones poseen un grado de profundidad


muy amplio. Hay tanto para sacar y conocer.

-Las religiones, al final, en sus raíces, siempre


han buscado el enderezamiento dogmático del
hombre; mediante el amor, el conocimiento y la
espiritualidad. Es un hecho que el hombre
necesita esto, es algo con lo que no nace, pero sí
nace con la necesidad de encontrarse con ello.
Así como el hombre nace buscando su pareja, así
también nace para encontrarse con su creador.
Somos seres que aman y sufren, como el ladrón
arrepentido.

-El arrepentimiento es el puente entre el amor y


el sufrimiento.

-Más que un puente, es lanzarse al amor cuando


has sufrido mucho. Arrepentirse es abandonarse
al Señor, a tu dios, a tu creador. Es por ello que
esto nos conlleva a ti y a mí a una nueva tarea.

-¿Cuál es?

-Vamos a ayunar. Comeremos sólo el desayuno y


nos dedicaremos a orar todo el día de hoy y de
mañana. Supongo desayunaste y comiste el
almuerzo antes de venir.
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

-¿Por qué debemos dejar de comer? Y sí, ya yo


comí antes de venir.

-Porque es un sacrificio, un acto de


independencia sobre las cosas. Sólo comes lo
necesario. Los musulmanes lo hacen en Rabadán,
el periodo de ayuno sexual y de alimento en
donde se entregan en oración a Alá. No hay
persona más devota y orante que un musulmán
tradicional. Aunque este mundo alberga
comunidades atrapadas en el tiempo que son muy
devotas a sus dioses.

-¿Esto nos ayudará?

-El dejar de comer no, depende de con qué


sustituyas la comida. Si eres fiel a tu fe, tendrás
frutos de esto, si no es así, entonces estás
perdiendo el tiempo y la vitalidad.

-Lo haré. ¿En dónde oraremos?

-Afuera. Y descansaremos una hora cada tres


horas. Es decir, oraremos tres horas continuas y
descansaremos una para luego orar nuevamente
tres horas más. En cada hora de descanso te
hablaré de las demás Palabras.

Y así lo hicimos. El señor Lornharp sacó una


alfombra grande en su patio trasero, hacía mucho
frío. Nos vestimos con nuestras ropas más
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

gruesas y nos sentamos a orar. Él sacó un libro


muy grande.

-¿Qué es eso? – pregunté.

-La Liturgia de las Horas. Digamos que es la


Biblia de la oración. Aquí está todo. Se ora con
antífonas y cantos antiguos.

Me explicó cómo es la metodología de la oración


con las liturgias. Tocaban las Vísperas porque era
de tarde. El señor Lornharp ubicó el día y
comenzamos a orar. Al principio me costó
muchísimo orar con el frío que había en
Inglaterra, pero me adapté rápidamente al
concentrarme en las antífonas. Las tres horas
pasaron muy rápido.

-Nos toca escuchar la Tercera Palabra: Mujer,


ahí tienes a tu hijo… Hijo, ahí tienes a tu madre.
Esta Palabra es contundente, pues acá Jesús crea
una nueva familia; asigna al cuido de su madre al
discípulo amado, Juan. Acá se aplica que las
cosas del reino son primero que las terrenales y
todo lo que el Maestro nos pida debe hacerse. Se
muestra el acto de confianza y de amor de Jesús
hacia su discípulo, aquel que le acompañó de
principio a fin en su pasión. Así ocurre con
nosotros.
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

-¿De cuál modo nos puede ocurrir? – pregunté.

-Cuando huyes de una situación que, al final,


termina ocurriendo, es decir, cuando no se trata
de lo que quieres sino de otra voluntad.

-O también aplicaría con nuestras


responsabilidades diarias.

-Depende de lo que catalogas como


responsabilidad. Estamos hablando de una
familia que nace, no se pueden mezclar, por
ejemplo, responsabilidades laborales con las
familiares.

-Precisamente, estoy hablando de las familiares,


las cuales abarcan más que el alimento o la ropa.
Se trata del amor.

-Te fijaste en ello, ¿verdad? Todo radica en el


amor – me dijo de forma muy jubilosa.

Rápidamente pasó la hora y, como si de una


escuela militar se tratase, abrió nuevamente el
libro y se puso serio el señor Lornharp.

-Antes de que empiece, ¿cuál tarea nos deja esta


Palabra?

-¿No te diste cuenta? La tarea la tienes en


Francia.
TODO ESTÁ CONSUMADO
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-¿Mi familia?

-Así es, tu familia. Tienes responsabilidades


desde que naciste con ellos. Son tus padres, sean
como sean, debes horrarlos como lo merecen, así
lo dicen las Escrituras. Tu familia debe ser amada
por lo que son, pues ese amor es heredado y
contagiado a tus hijos. Al final, cosecharás lo que
siembres y tu casa es un huerto de situaciones.
Es tu tarea dar ese cambio con ellos, y eso se
logra con oración. Siquiera debes saber tolerarles
sus defectos.

-Comprendo, quiero continuar.

Leroy Lornharp me miró y suspiró. Prosiguió


con las Liturgias. Me pude dar cuenta que todas
las religiones se basan en las palabras antes que
las acciones; no puedes actuar sino reflexionas y
no hay reflexión sin lectura. Las palabras nos dan
conocimiento y el conocimiento nos da libertad y
poder. La oración, los hechos, los mandamientos,
todo está escrito, de igual forma lo está la ciencia
y las teorías. Las palabras son llaves.

El mismo Jesús es llamado el Verbo que se hizo


carne. Él es la palabra hecha hombre, la profecía
materializada. Pude darme cuenta de lo que el
señor Lornharp buscaba instruirme dentro del
mismo conocimiento sobre las Siete Palabras, me
TODO ESTÁ CONSUMADO
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sentí aliviado con ello, pues Sergei siempre va un


paso adelante y sabía que yo necesitaba ver esto
para continuar con mi vida.

Empezó a anochecer. Nos tocaba una hora más


de descanso, tenía mucha hambre y me
empezaba a perjudicar mi humor y mi
concentración.

-¿Qué tienes? ¿Ya no das más? – me preguntó en


una actitud desafiante.

-¿Usted no tiene esposa e hijos? Sólo estamos


los dos aquí.

-Nunca tuve pareja, siempre fui un laico del


mundo.

-¿Laico del mundo?

-Así es. Yo siempre serví a las personas, no me


importaba su credo, yo viajaba y ayudaba a
quienes podía. Mi fe es mi fe y nadie puede
quebrarla con palabras o hechos.

Con esa actitud tan recia y prepotente, no era


sorpresa para mí que estuviera solo. Quizás lo
aceptó hace años, pero no puedo imaginar su
crisis en la juventud, quiero decir que todos
siempre soñamos con amar a alguien, pero, como
bien me dijo, quizás otra voluntad fue la causante
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

de su “soledad”. Aceptación y determinación


fueron lo que blindaron su corazón y lo que lo
mantiene aquí con esta energía a pesar de sus
defectos.

-Nos toca la Cuarta Palabra.

-Sí, la cual es la siguiente: ¡Dios mío, Dios mío!,


¿por qué me has abandonado? – recitó gritando,
me asusté bastante y más aún que veníamos de
toda una tarde de oración.

-¡Me asustó!

-Así lo debió decir el Maestro en su angustia.


Esta Palabra fue muy polémica en la primera
época de la iglesia, pues se habla del Jesús
histórico, el hombre, quien, en su situación, se
sintió desolado y abandonado. Si bien esta
palabra viene del Salmo 22 y de otros libros de la
Biblia, se puede interpretar de esta manera.
Asimismo, se puede ver como su entrega al
sacrificio por nosotros, por nuestros pecados.

-Su aceptación ante tal sacrificio.

-Así es. Esto es algo que solamente puede


entender y haber vivido el Maestro como Hijo del
creador. El Señor nunca lo abandonó, pero le
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

privó de una posibilidad que él solamente se


idealizó: el ser liberado de su tortura, de su
socorro y auxilio. ¿Cómo podemos imaginar ser
privado de tal cosa? Cuando el único que
comprende perfectamente y sabe en su
naturaleza eterna lo que es estar unido al Padre
es el mismo Jesús. Solamente él sabe cómo se
sufre este abandono, que resulta terrible para
nosotros, pero que realmente es el acto de amor
más profundo que nadie jamás podrá vivir o
mucho menos entender.

-El sacrificio humano no es ni cercano a este.

-Ni lo será. Para nosotros el sacrificio es un acto


de sadismo, un acto desubicado que busca dañar
la humanidad de una persona, sacándola de su
comodidad o de su estabilidad.

-Es difícil entenderlo realmente.

-Sólo lo podemos ver como la entrega del Hijo


hacia nosotros. Su sacrificio más fuerte fue
privarse de su libertad humana teniendo la
posibilidad de ser librado mediante el Padre. Este
es el sacrificio que tanto se le debe valorar.

-Y mediante este sacrificio posicionamos el


nuestro y en ese sacrificio posicionamos nuestro
amor.
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

-Comprendes muy bien cómo va esto, muchacho.


Eres bastante inteligente a pesar de no haber
comido.

-Creo que es hora de continuar con la oración.

Lornharp tomó el libro y proseguimos orando


durante tres horas más, hasta alcanzar las doce
de la noche.

-Por hoy lo dejaremos hasta acá. Veremos la


Quinta Palabra por la mañana, pero no será acá,
sino en otro lugar que debo mostrarte.

Al día siguiente nos despertamos temprano por


la mañana, alrededor de las seis de la mañana
aproximadamente.

-Te noto más “liviano” – me comentó Lornharp.

-¿De verdad lo cree así?

-Por primera vez puedo decir, y me tomo el


atrevimiento, en nombre de muchas personas que
han estado en tu vida, que te ves cambiado.
¿Reflexionaste anoche?

-Antes de dormir analicé cada Palabra y la llevé


a mi vida. Me hizo analizar un montón de cosas.
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

-Aún nos quedan algunas Palabras por ver,


después de ello quedará por ti mismo saber qué
hacer de ahora en adelante.

-Estoy dispuesto a ello.

-Acompáñame, iremos al lugar en donde


debemos conocer la Palabra.

-¿En dónde es?

-Iremos a unas cuevas no muy lejanas. Iremos


en auto.

Yo, dejándome llevar por todo esto, confié en su


palabra y nos dispusimos a ir a las cuevas de las
que me mencionó. No comimos el desayuno, pero
sí tomamos mucha agua antes de ir.

-¿Y por qué unas cuevas?

-Es algo que presenciamos Sergei su novia y yo


en aquel entonces en China.

-¿Qué es?

-Nosotros en China fuimos a un pueblo


recóndito. Había montañas extrañas envueltas en
niebla, había mucho frío, demasiado, el clima de
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

Inglaterra no se puede comparar con aquello. La


gente era mística y peculiar. Nuestro guía nos
llevó sobre una canoa en un río hacia una de esas
montañas, pues le pedí que nos llevara a un lugar
peculiar para orar, ya que tocaban las vísperas
dentro de la Liturgia. El viaje fue un poco largo…
el río era lento y las aguas calmas.

-¿Y qué opinaban Sergei y su mujer? Me refiero


a ese viaje tan fuerte.

-Ellos estaban fascinados. Al principio, durante


el viaje hacia China en avión, su mujer estaba
muy malhumorada y callada. Si hablaba era para
quejarse de cualquier cosa, y con el pasar de las
horas, se hacía peor. Sergei y yo sólo podíamos
tenerle paciencia y comprenderla, aun así
hablamos con ella y se calmó un poco.

-Comprendo – me encontraba mirando el paisaje


por la ventana del auto mientras íbamos camino a
esas cuevas.

-Pero, desde el momento en el que viajamos del


aeropuerto de Shanghái hacia las entrañas del
distrito, ella fue quedando impresionada con la
diversidad del paisaje chino. Sobre todo en aquel
río. Al final llegamos y vimos algo que nunca
esperábamos ver… –El señor Lornharp guardó
unos segundos de silencio como si intentase
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

revivir aquel recuerdo del pasado–. Subimos la


montaña, jamás vi escaleras tan empinadas como
esas. Llegamos exhaustos a la entrada de la
cueva, y el guía nos indicó que entráramos con
confianza; él podía ver nuestro nerviosismo.

-¿Y por qué los nervios?

-Porque era un lugar totalmente diferente a lo


que uno acostumbra ver, hijo. Supongo tú tenías
tus inseguridades y miedos en carne viva cuando
fuiste a aquel campamento hace tanto tiempo.

-Así es. Fue algo que me movió de mi mundo y


me llevó a uno más grande.

-Exactamente eso nos sucedió, y eso que éramos


personas teólogas y de conocimiento espiritual.
La cueva no era grande, entraba una persona a la
vez, pero había una cámara central al final del
recorrido. Allí había una roca con muchos
amuletos y adornos, los cuales brillaban a la luz
del fuego que iluminaba la amplitud de la
cámara. Allí estaban ancianos, niños, jóvenes,
parejas, gente solitaria. Todos estaban de rodilla
orando en diferentes dialectos. Sergei lloró al ver
esa escena con claridad, pues era algo que nunca
pensábamos ver.

-¿Qué significa eso?


TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

-Significa que es posible la unicidad de las


personas en una meta tan polémica y conflictiva
como lo es honrar y alabar al creador en un
mismo lugar con idiomas y religiones diferentes.
Orabanen hermandad, sin distinción de género,
credo y cultura. Era como si el mundo hubiese
olvidado dividir aquel espacio tan pequeño.
Sergei, su esposa y yo sólo podíamos unirnos a tal
acto. Desde entonces he querido enseñar esto,
enseñar su posibilidad, la cual está en cada
persona y en su corazón. Esa es mi misión y así la
acepté, al igual que Jesús en su Quinta Palabra.

Llegamos a las cuevas, pude comprender por


qué escogió aquellas cuevas de las que tanto
habló, era por el viaje que tuvo con Sergei y su
esposa hacia China. Era para enseñar lo que
vivieron allá.

-Estas cuevas no se parecen en nada a la que vi


en China, pero podrás entender lo mismo que yo
de igual forma.

Entramos a aquellas cuevas húmedas y caminos


un techo. Llegamos hacia una zona iluminada por
un agujero en la parte superior de la cueva.

-¿Es aquí?
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

-Sí –él hizo una pausa y miró hacia la luz–.


¡Tengo sed!–exclamó haciéndose un eco en las
profundidades de la cueva. Era la Quinta Palabra.

Lornharp se sentó sobre los charcos producto de


las filtraciones de la cueva y sacó su libro de las
Liturgias.

-Oraremos sentados sobre las aguas, ¿no es así?

-Sobre las aguas que no pudo beber Jesús, sí.


Esta palabra nos habla de dos ansiedades del
Maestro: su sed corporal, el peor martirio de una
persona crucificada, y su sed espiritual, la de
consumar su pasión y salvarnos a todos, pues, de
nuestros pecados. Esa era su misión, para eso
vino y abrazó eso con su amor.

-Él bebió del vinagre, sabía que le darían eso.

-Y a sabiendas del trago amargo que le


esperaba, lo pidió para cumplir su misión. Es más
difícil hacer un sacrificio cuando sabes qué
sacrificas y cómo lo debes sacrificar. Es mucho
más fácil que sacrificar algo de forma inesperada.
Es por esto que este sacrificio es tan profundo.

-Lo sabía desde muy joven… en aquella


sinagoga, allí en donde fue ubicado por María.
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

-¿Tú podrías lidiar con ese peso?

-No. No podría en lo más mínimo.

Al yo responder, Leroy abrió el libro y


comenzamos con las vísperas. Su
comportamiento tan cambiante era bastante
confuso para mí, pero supongo es por la edad.
Mientras estábamos orando, veía la luz que se
escurría por los agujeros, mientras el agua
mojaba mis rodillas y regazo, sólo podía hacerme
una imagen en mi cabeza y era a Jesús mirando
aquella esponja aproximarse a sus labios con la
amargura del vinagre. Algunas lágrimas
resbalaron mi cara y cayeron sobre el agua de la
cueva.

-Si Jesús no hubiese aceptado esta carga,


¿nosotros hubiéramos podido? ¿Existe pregunta
más absurda que esta, hijo? No se le da a nadie
una carga que no pueda levantar y llevar.

-Sólo el Maestro Interior podía llevar este peso,


nadie más.

-Y es por eso que él aceptó – concluyó él.

-Esto nos lleva a la Sexta Palabra, la cual


veremos afuera.
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

Salimos empapados de la cueva, ya era de tarde.


Veíamos las copas de algunos árboles y, a la
distancia, la ciudad. Las nubes paseaban sobre el
cielo y el azul del firmamento pintaba nuestra
cima.

-Todo está consumado… la Sexta Palabra – dijo


él en voz baja.

-¿Qué proclamaba el Maestro?

-¿Qué crees tú, muchacho?

-Jesús tomó del vinagre y anunció esto, ¿no es


así? Puede decirse que estaba listo para morir.

-Sólo estás viendo por encima y no con


profundidad. Es más que eso que dices.

-¿Existe algo más?

-Tú y yo estábamos hablando de una misión que


tenía el Maestro. Él está anunciando que se
cumplió su misión redentora, y mucho más que
eso, anuncia el cumplimiento detallado de todas
las escrituras en este acto de muerte. Se hizo la
voluntad del Padre, y el Maestro estaba
consciente de todo ello, desde muy joven: él era
el cordero en el holocausto. Él era el cordero
sacrificado en los actos del Antiguo Testamento.
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

-Desde que Eva tomó el fruto y lo compartió con


Adán, ¿desde aquel momento?

-Incluso podemos decir que desde antes. Mucho


antes que las tinieblas y la luz se separasen. Una
época perdida antes de que naciese el tiempo
mismo.

-Así que todo esto lo sabía el Maestro.

Empezamos a subir por la colina que contenía


las cuevas, y mientras subíamos Lornharp me
comentaba sobre la Profecía de las Escrituras.

-Todos los profetas desde Abraham, Moisés y


Noé hasta Juan Bautista, todos hablaron sobre
este hecho, sobre este sacrificio. Incluso David
mediante los salmos.

-El tomar un cordero o un cabrito de buen


tamaño para matarlo y comerlo en familia,
inclusive, si era muy grande, compartirlo con los
vecinos, y tomar la sangre para pintar la puerta
de sus casas. Esto era la Alianza, ¿verdad?

-Sí. La Alianza con el Señor. Esto y los


holocaustos en el Antiguo Testamento, en donde
presentaban el cordero en una mesa, esto era una
señal de la venida de Jesús para ser crucificado,
para el holocausto mayor. Cada profeta hizo su
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

parte, no más que eso, cada uno consumó su


papel en la voluntad del Padre.

Llegamos a la cima de la colina y veíamos con


mayor claridad el horizonte.

-Y esto fue el resultado de la consumación de la


redención.

-Así es: nuestra sociedad, y, en consecuencia,


nuestro entorno. Ahora queda de parte de
nosotros continuar con la segunda parte de todo
esto; debemos llevar la Palabra a los que no la
conocen, o esa es la misión del cristiano. Otros,
mediante su fe, tienen otra misión.

-Ahora lo comprendo todo. Todo tiene sentido


ahora para mí.

-¿Y no lo veías con Sergei?

-Lo veía, más no lo miraba. Lo oía, más no lo


escuchaba con claridad. Todo se reduce a esto,
todo se trata de estas Siete Palabras.

-Las Siete Palabras sólo resumen la misión del


Maestro y la de nosotros como cristianos, más no
se trata del todo. La vida misma y tu fe te irán
mostrando más detalle de esto; nunca sabremos
todo, nunca dominaremos el conocimiento de las
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

cosas, pues somos parte de esto y no los que


mueven los hilos.

-¿Y eso nos lleva a la Séptima Palabra?

-Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. La


última palabra que pronunció Jesús en vida
terrenal. La palabra más importante de todas, ésa
que sí nos dice a dónde acudir, qué hacer, y cómo
actuar ante las circunstancias de la vida.

-No hay mejor cobijo que entre las manos del


Señor.

-Tú lo has dicho. Esta Palabra es símbolo de la


confianza que debemos tener los hombres en el
Señor. Esto nos lleva a las Postrimerías: la
muerte, el juicio, el infierno y la gloria. Los
católicos sustituyen juicio por Purgatorio. La
muerte es un momento, el momento más corto de
nuestras vidas; el paso de la vida terrenal a la
inmortal. Antes de la consumación de la profecía,
todos los que morían, y me refiero al hombre
común del Antiguo Testamento, moría en pecado
y era condenado. Con la muerte del Maestro
aquellos que mueren en Él son exaltados en la
vida eterna con Él.

-Y el juicio supongo es el ser juzgado por


nuestros actos en vida.
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

-Por una parte es así, se nos juzga y se nos


determina nuestro futuro: el infierno o la gloria,
pero hay otros que, dentro de la catequesis
católica, determinan la purificación dentro del
Purgatorio, lo cual es un estado temporal de
agonía: hay que pasar por el fuego para
convertirse en oro. Por otro lado, está el Juicio
Final, el fin de todo. El infierno y el paraíso son
estados. El infierno es la ausencia del Señor, allí
no hay esperanza y allí es retribuido todo pecado
causado en conciencia, por sobre todo el pecado
de voluntariamente alejarse del Señor. Ya el
paraíso es el estado de gracia máxima…de donde
vino el Maestro y a donde volvió luego de su
sacrificio. De esto se trata todo.

-Es por eso que la clave está en emular al


Maestro.

-Precisamente; para ser salvos debemos vivir en


misericordia con nuestros hermanos, quienes son
espejos del Maestro, y nosotros ser reflejo de su
enseñanza. En este se resume todo.

-Y por supuesto es un acto que se dificulta más


cada vez que nos acercamos al Padre y a Su
Voluntad.

Terminamos la Liturgia allí mismo, y me pude


dar cuenta de la impresión que tuvieron Sergei,
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

su esposa y Leroy en China, pues vieron lo que


quieren expresar estas Siete Palabras que
personas que la desconocen totalmente. Suena
extraño, pero así sucede. Actuamos muchas veces
en desconocimiento tanto para bien como para
mal. Así nos lleva el río lento sobre la vida.

-¿Y ahora qué harás? – me preguntó Lornharp


una vez que regresamos a su casa.

-Sólo te puedo asegurar que no iré a ver a aquel


que vine a buscar ayer. No vale la pena como me
habías dicho, no es de bien para él ni para mí.

-Tu futuro no está aquí. De aquí viniste, no


debes volver a revivir páginas marchitas.

-Lo comprendo bien ahora. Mi futuro ya lo tengo


definido. Mi futuro está con alguien especial que
está en Lyon ahora, y, por supuesto, de la mano
con el Señor.

-Me alegra saberlo. Sergei estaría muy orgulloso


de oír esto. Supongo mañana te irás temprano.

-Debo hacerlo, sólo venía por el día de ayer y el


de hoy. Valió la pena después de todo.

Leroy y yo continuamos conversando un poco y


al día siguiente me llevó a la estación de trenes.
Iría a Londres y luego a París, para luego
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

regresar a Angulema y encontrarme con Amanda.


Debía definir mi futuro a su lado, y, a pesar de no
tener más de un año en esta relación, sabía que
ella era la mujer de mi vida y que ella era la que
me soportaría y me amaría por lo que soy.

-Acostumbra a orar las Liturgias, allí está todo


lo que necesitas para una buena oración.

-Así será. Espero verte de nuevo.

-Si no es en esta vida, pediré al Señor que sea


en la otra, hijo. Eres un buen hombre, el Señor
tiene grandes cosas para ti.

-Amén. Que tus palabras sean hechos en el


futuro – luego me di cuenta que me faltaba algo:
las tareas de las palabras restantes - ¡Leroy!
¿Qué pasó con las demás tareas? Nunca me las
dijiste.

Él me miró riéndose. Se quitó sus gafas para


limpiarlas y me dijo:

-Tú mismo dijiste cuáles son las tareas… sólo


existe una: amar a tu prójimo como a ti mismo
mediante el amor del Señor; déjate amar para
poder amar a los demás, pues el amor humano es
muy volátil e infantil, pero sobre todo,
incompleto.
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

Allí me di cuenta cuán ignorante se puede ser


aun sabiendo mucho. Era una tarea difícil, pero
no imposible, pues no hay peso que el Señor no te
dé y que sea imposible de cargar.

Y sin nada más que decir, partí de Livingstone


con algo más que una revancha o una imposición
de mi verdad por sobre la de Fausto. Salí de aquí
con esta revelación y determinación. No se puede
explicar… no se puede demostrar con palabras
simples. Yo sabía cuál era mi misión ahora; qué
hacer con esta verdad mía, la del Maestro
Interior.

Debía ver a Amanda y esas eran mis ansias,


pues, todo lo que viví en Livingstone era parte de
este plan que no era mío, y era hora de lanzarme
al río lento como lo hicieron ellos en China.

Al final de todo, cada quien va trazando su propia


historia de la mano de tantos factores externos.
Cada quien dibuja su vida de alguna forma u otra,
a veces el Señor te quita el pincel, o, quien sabe,
si Él siempre estuvo tomando nuestra mano para
ayudarnos a dibujar nuestro camino.

Cada historia tiene sus episodios tristes,


oscuros, felices y claros. Estas páginas no se
borran ni se sobre escriben. Sólo en nuestro
TODO ESTÁ CONSUMADO
ALEJANDRO VILORIA

lecho de muerte sabremos si cumplimos nuestra


misión o no.

¿Podremos consumar nuestro final en gracia?


Sólo revisando nuestras páginas lo lograremos
saber, pues, de alguna forma u otra, todo estará
consumado con nosotros o sin nosotros.
CREDERE IN DEUM
ALEJANDRO VILORIA

CREDERE IN DEUM

“Y después de todo, él me ayudó y me amó por lo


que soy. Me tiene paciencia y, con aires serenos,
me acaricia mis heridas. Él no es perfecto, pero
lo intenta siempre… Intenta dar lo mejor. Quiero
ser como él; quiero amar como él me ama.

Debo perdonar y dejarme sanar. Debo dejar que


el tiempo fluya libremente y dejar que las cosas
ajenas a mí ocurran. Debo dominar lo que se me
permite controlar para ser mejor persona. Debo
saber usar mis talentos. Debo ser mejor mujer
para él.

Nadie me ha amado así y me es difícil amar de


igual forma. No sé amar intensamente, de hecho,
nunca supe amar… Mucho menos haber sido
amada por alguien. La vida da muchos giros, y
quizás en épocas remotas se crearon las Moiras
para poder saber interpretar la pequeña línea
que hay entre lo que podemos hacer y lo que
escapa de nuestras decisiones.

Quiero amar hasta que duela, hasta que no me


quede nada… él lo merece, yo también lo
merezco.
CREDERE IN DEUM
ALEJANDRO VILORIA

Es hora de que nos volvamos a ver y nos


contemplemos lentamente nuestras almas y
corazones.”

PARTE I: AMOR OMNIA VINCIT

Volví a Angulema y estaba determinado en


declarar mis planes a Amanda. No quería decirles
a mis padres, pues armarían un alboroto, pues no
tengo empleo, tampoco casa. El viaje a Granada
fue muy largo y terminaron cancelándome el
contrato de residencia.

No importaba. No sé qué ocurriría, pero contaba


con el amor del Señor. Lo primero que hice al
llegar a casa de mis padres fue llamar a Amanda.

-Buenas noches, ¿quién habla? – me preguntó al


contestar el teléfono.

-Hola, amor, soy yo. Volví de Livingstone – ella


sabía que en un principio mi plan era
CREDERE IN DEUM
ALEJANDRO VILORIA

encontrarme con Fausto, pero no supo el giro que


hubo en mis planes gracias al señor Lornharp.

-¿Pudiste hablar con Fausto? – me preguntó con


un tono de preocupación que ya era obvio para
mí después de tanto tiempo conversando esta
clase de cosas.

-No. No fui a hablar con Fausto, me dediqué a


orar en ayuno con el amigo de Sergei, ése que
nos comentó la semana pasada.

Hubo un silencio corto, pero eterno.

-¿Y qué tal te fue?

-Muy bien. Me siento, por primera vez,


completo. Por lo menos, espiritualmente
hablando, pero me falta algo y eso debo hablarlo
contigo en persona.

Ella se tomó su tiempo para responder, podía


sentir cierta tensión de su parte.

-Estoy nerviosa, no lo puedo negar. También


quiero hablar contigo. Me gustaría verte hoy.

Yo accedí. Le sugerí que nos encontráramos en


uno de los puentes que había en la calle. Pensé
en un puente, pues justamente en uno de los
puentes de Lyon tuvimos nuestro dilema y gran
problema: la distancia.
CREDERE IN DEUM
ALEJANDRO VILORIA

Nos encontramos en aquel lugar.

-Hay tantas cosas que quiero decir. – le dije


cuando la miraba fijamente a sus ojos.

-Quiero hablar primero. Quiero decirte todo


primero –me dijo recostando su cabeza sobre mi
pecho. Yo sólo me quedé en silencio, dejándome
llevar por el perfume floreado que brotaba de su
cabello–. Antes de viajar a Lyon para hablar con
mis padres y sanar estas cosas que tengo, hablé
mucho con Sergei, sobre todo cuando te fuiste.

-¿De qué se trata? – pregunté un poco


angustiado.

-Hablamos sobre tú y yo: nuestro futuro. Le dije


a él que sentía tantas inseguridades. Sentía que
por más que estábamos juntos, tú estabas en un
mundo lejano y yo en otro; la distancia entre tu
corazón y el mío me carcomía por dentro.

Yo sólo pude abrazarla. No sabía qué más hacer.


Ella siempre se hundía en su oscuridad y no podía
hacer nada; por más que trataba de incluirla en
mi vida y en mis pensamientos… mis acciones, no
encajaba. Ella era una pieza de muchos lados que
no encajaba mi espacio vacío. No quería perderla,
pues, de alguna forma, yo sabía que ella era, es y
será la mujer de mi vida.
CREDERE IN DEUM
ALEJANDRO VILORIA

-Nada es imposible si luchas por esa meta con


todo tu ser – sólo pude decir.

-Eso me lo dijo él, pues deseo estar contigo y


superar estas barreras mías. Estos sentimientos
tan burdos. Quiero estar contigo… tú que me lo
diste todo sin esperar nada a cambio.

“El amor es difícil de expresar, ¿sabes? Eres


una buena muchacha, lo pude ver en nuestro
viaje a Granada. Siempre lo mirabas con dulzura,
a pesar de estar callada o malhumorada, es algo
que no podías esconder. La clave es luchar: amar
hasta que duela, amar hasta que no te quede
nada, darlo todo sin esperar nada a cambio, pues,
quien te otorgue lo mismo, te amará con todo y
ambos recibirán todo a cambio. Él te ama.

Y claro, todos tienen defectos que se apegan


como parásitos a nuestros ideales y nuestro
actuar, nuestro amor ayuda a sanar esto, siempre
y cuando tu amor ayude a dilucidar la solución a
tu pareja. No debes cargar con el peso de tu
pareja, por más intimidad que exista, pues cada
quien lidia con sus demonios y cada quien conoce
cómo mantenerlos a raya… pues no conocerás
completamente a nadie; cada día descubrimos
algo nuevo, y eso es algo hermoso.
CREDERE IN DEUM
ALEJANDRO VILORIA

No llores, no llores aquí conmigo, llora afuera.


Allá donde el viento se lleve tus lágrimas muy
lejos, hija. Deja el peso de tu sufrimiento en
brazos del Maestro, quien sana en el momento
perfecto, sino mírate en la Sagrada Familia: José,
el santo anónimo, quien lidió con paciencia y
amor el embarazo de su esposa. Mira a María
quien, desde tan joven y con las leyes tan
machistas de la época, aceptó su compromiso.
¿Qué relación puede superar a esta? Una relación
en donde la confianza no es ciega, pero sí
razonable y respetuosa. Se respetaban y se
conocían, y buscaban conocerse más para lidiar
con los continuos obstáculos de la vida.

El Señor nos hizo un solo ser: somos el mismo


hombre con su lado femenino y delicado, y su
lado masculino y sencillo. Somos la misma
imagen ante el mismo espejo. Él es tu otro lado,
tu otra cara, tu sombra y tu luz. Tú eres lo mismo
para él, te lo dice este vejestorio que ha vivido un
matrimonio extenso y un noviazgo apasionado. Ve
y ámalo como el Señor quiere que lo ames, que él
te amará como el Señor quiere que te ame.”

-No podía esperar menos de él.


CREDERE IN DEUM
ALEJANDRO VILORIA

-Y al viajar a Lyon pude abrir los ojos. No eran


mis padres, era yo. Nunca me apertura a ellos;
sólo quería de su atención. Algo tan infantil y que
me hiciera tan infeliz. Me di cuenta mirando
directamente a los ojos de mi madre, en ellos vi
tu mirada, igual en los de mi padre. Vi el amor.

-Yo me di cuenta de que eres mi otra mitad


desde hace tanto tiempo… fue algo tan fugaz.
Nunca lo imaginé de esa manera.

Ella se aferró a mí con todas sus fuerzas.

-Yo quiero una vida a tu lado, quiero una familia


contigo, quiero niños corriendo por la casa y que
pinten las paredes. Quiero despertar a tu lado y
ver en tus ojos el amor que el Señor quiere que
yo regale.

-Perdón por tantos abandonos, y por hacerte a


un lado cuando más tú lo necesitabas. Vi en
muchos ojos el amor, pero no el que necesitaba y
no respeté eso de tu parte. Lo siento mucho, y
lucharé por no dejarte en un segundo plano, lo
haré con todas mis fuerzas para estar contigo
siempre.

Entonces ella levantó su mirada hacia mi rostro.


La luz de las calles se reflejaba en aquellos
faroles verdosos. Había lágrimas resbalando, y en
CREDERE IN DEUM
ALEJANDRO VILORIA

ellos pude ver al Maestro… a mi Maestro Interior.


Era ella… siempre lo fue.

-¿Te casarías conmigo? – me pregunto entre


lágrimas. Yo me arrodillé ante ella y acepté su
proposición. La conocí de la nada en un simple
bar. La conocí porque así debía ser. Y de forma
tan abrupta me pide matrimonio cuando pensaba
que la había perdido. Así era nuestra historia…
así la escribimos con una mirada y así la teñimos
con momentos, y con un beso, cambiamos la
página para seguir disfrutando este regalo que el
Señor nos dio: la vida.

PARTE II: IN VERITAS CONTEMPLATIO

Todos tenemos una historia. Todos somos


protagonistas en este mundo. Existimos gente
buena y gente mala, pero todos compartimos una
historia alguna vez. Algunas historias son tristes
y crueles, otras son alegres, y otra porción que se
tiñe de ambos colores.
CREDERE IN DEUM
ALEJANDRO VILORIA

Todos tenemos una historia y gente que nos ama


o que nos amó y se fueron a hacer su vida. Hay
gente que es temporal y nos deja algún mensaje o
legado, otras duran lo que dura nuestra vida en
este plano.

¿Cuánta gente ha pasado por tu vida? ¿Has


pensado que piensan o qué sienten? ¿Habrás
pensado alguna vez el por qué hacen lo que
hacen? Siempre hay una razón para todo, y la
razón nos lleva al entendimiento… el
entendimiento, a su vez, nos lleva a la
comprensión. ¿Se puede comprender en medio de
la ira? En primer lugar piensa cómo llegó la ira a
tu corazón.

Es fácil decirlo, pero hacerlo es escalar una


montaña empinada con las manos y pies
desnudos. Sólo mediante el Señor, ése en el que
tú crees… el Creador de todo, sólo en Él
alcanzarás la luz. Sólo en Él entenderás lo que
necesitas entender.

Todos tenemos una historia, y somos millones de


historias que se escriben día a día… Muchas
lágrimas se derraman día a día, muchas risas se
desbordan día a día. Después de todo, sólo somos
parte de esto y debemos llevarlo como mejor lo
podamos hacer.
CREDERE IN DEUM
ALEJANDRO VILORIA

Han pasado dos años desde que me casé con


Amanda. Nos quedamos en Angulema junto a
Sergei ayudándole con el día a día de la Catedral,
tal y como lo pensamos en aquel viaje juntos. He
tenido contacto con Romeu, Laurent y Marco.
Nos hemos visto un par de veces y hemos
compartido anécdotas.

Siempre quise volver a vivir ese campamento


para aprovecharle mejor, también para que
Amanda lo viera con sus propios ojos. Pero desde
que fui a Livingstone a aprender sobre las Siete
Palabras, esas que me dieron la última pieza de
mi rompecabezas, he querido vivir la oración que
rompe las barreras del lenguaje y la cultura. La
unicidad del hombre en una voz.

Me reuní con Romeu un día en mi casa, ya que


quería que nos reuniéramos todos en oración en
algún lugar.

-Hay algo que nunca supiste y que te contaré


ahora: Nosotros vivimos eso que vivieron Leroy y
Sergei, pues ellos, de alguna forma, fundaron
esta sociedad en donde nos damos las manos los
creyentes de diferentes religiones e ideales.
Hicimos el oratio y el contemplatio.

-Me gustaría que se hiciera nuevamente. Quiero


eso, quiero que lo vivamos todos juntos.
CREDERE IN DEUM
ALEJANDRO VILORIA

-He hablado con Ahmed, Adrià y Casia. Ellos


están viajando hacia acá nuevamente y nos
reuniremos un día y saldremos hacia Lourdes al
siguiente. Yo te avisaré.

Pasaron los días y Amanda y yo no sabíamos qué


esperar. Yo no viví una oración así, sólo escuché
sobre las creencias que hay de los mismos
creyentes en aquel campamento. Esto era algo
más grande.

Un sábado por la noche, Romeu me llamó y me


pidió que lo visitase a casa de Sergei. Fui con
Amanda y al llegar, no hubiese podido imaginar
nunca que allí vería a Casia, Ahmed, Laurent,
Adrià, Marco juntos con Romeu. Sentí que todos
mis vellos se erizaron. Eran mis hermanos
nuevamente reunidos.

Saltamos de alegría y nos abrazamos. Era como


si no hubiesen pasado casi tres años sin vernos,
era como si hubiéramos amanecido en aquel
campamento para otro día de aprendizaje. Sólo
pude recordar todo y entender cómo funciona la
voluntad del Señor.

Todo empezó con Ahmed y su meditación a


orillas de las aguas de aquel puerto. Él me trajo a
CREDERE IN DEUM
ALEJANDRO VILORIA

este lugar y me convenció de darle una


oportunidad a esta experiencia… y me enseñó
sobre el equilibrio entre el espíritu y lo que nos
rodea. Casia me irradió de su inocencia y su
alegría mediante las bondades de la naturaleza.
Marco de su pasión por Cristo, así como Adrià de
su determinación en su fe por Alá. Laurent me
contagió del hambre del conocimiento en la fe, de
ser comprensivo con las diferentes creencias, y
Romeu me llevó a mi camino hacia Sergei… ellos
me enseñaron sobre la misericordia y el amor.
Todo esto son porciones del rostro de nuestro
Creador; una manera de acercarnos a Él y a Su
Voluntad.

Elías, aquel viejo desconocido profundizó el


ruido en mi interior. Olenka y su hermano Stevan,
ambos ateos, pero creyentes de su camino y su
destino forjado. Ignorantes del mundo, pero
conscientes de lo que ocurre en él. Sus corazones
los guían, aun así siempre el Señor les tendrá sus
puertas abiertas para que, mediante un momento,
una persona, vean lo que yo vi y vivan lo que yo
vive en el momento en el que más lo necesiten.

Fausto y Richard me enseñaron el rostro de la


debilidad humana, la que todos adolecemos en la
vida. La cara de nuestras imperfecciones y
desdichas. Todos tienen sus historias. Todos
CREDERE IN DEUM
ALEJANDRO VILORIA

tienen la razón del por qué son como son. Todos


defenderán lo que aman o creen amar, todos
lucharán por lo que creen que es justo y correcto.
Otros creerán que ignorando las situaciones es la
mejor forma de obrar. Todos seguiremos nuestro
camino, el cual puede cambiar como también
puede que no.

Y allí estábamos todos nosotros en el Santuario


de Lourdes… tomados de las manos, todos con
sus ropas y sus implementos para orar. Ahmed
oraba sentado con sus perlas negras rodando por
sus manos, al igual que Romeu, quien oraba de
rodillas con sus ojos cerrados, mientras un
Rosario se movía por su mano derecha con cada
oración. Casia besaba el césped y daba gracias
por todo lo creado a su creador sin nombre. En su
sonrisa se veía su devoción. Adrià oraba hacia la
Meca, sobre su alfombrilla y descalzo respetando
su territorio santo. Marco oraba de brazos
abiertos mirando hacia los cielos, dando gracias
al Maestro y al Rey de Reyes. Laurent oraba en
silencio, de pie mirando hacia el horizonte. Por su
mente pasaban corrientes de palabras de
agradecimiento y arrepentimiento.

Yo sólo podía conversar con el Señor y mi


Maestro Interior. Darle gracias por todos estos
buenos y malos momentos en mi vida. Agradecer
CREDERE IN DEUM
ALEJANDRO VILORIA

porque Amanda está en mi vida y porque


compartimos el mismo carisma y el mismo
camino bajo su amor… Mientras Amanda lloraba
y veía a todos con clamor. Ya ella lo sabía y eso
me apaciguaba.

Ahora me siento completo y puedo comprender


el fervor de Leroy y Sergei sobre lo que vivieron
en China, pues lo estoy viviendo ahora, entre mis
hermanos, por quienes estoy orando también, y
por quienes me siento afortunado y protegido
mediante sus oraciones.

Me desperté vacío, pero hoy dormiré pleno,


porque, después de todo, Dios siempre estuvo
ahí… y ésa, sólo ésa, es mi verdad.
CREDERE IN DEUM
ALEJANDRO VILORIA

PARTE III: HISTORIA

-Y todo esto ocurrió hace cuarenta años –


concluyó el hombre.

-Es impresionante tu historia. De verdad, hoy


salgo con muchas cosas en qué pensar.

-Ja, ja, ja. Siempre estoy aquí ayudando y


colaborando. Podrás encontrarme cualquier día y
podré aclararte cualquier duda que tengas, o eso
intentaré.

-Muchas gracias. ¿Y en dónde está tu esposa?

-Allá, esa señora de ojos verdes con el cabello


blanco que está encendiendo las velas del altar.
¿No te parece adorable?

-Cómo me hubiese gustado tener padres como


ustedes.

-Bueno, seguramente tus padres son como son,


pero son tus padres, Amanda puede contarte
mucho sobre ello. Debes amarles, y para eso
debes aprender.
CREDERE IN DEUM
ALEJANDRO VILORIA

-Tienes razón, estoy dispuesto a ello. Por cierto,


¿qué ocurrió con Sergei?

-Él falleció cinco años después del oratio en


Lourdes. Romeu y yo continuamos las reuniones
anuales en Angulema, Granada y Bruselas con
nuestros hermanos. Al sol de hoy lo seguimos
haciendo y lo seguiremos haciendo hasta nuestra
muerte. También es por él que continué
ayudando en la Catedral de Saint Pierre.

-Nunca terminamos de aprender, ¿eh?

-No, créeme que no. Incluso ver lo mismo


muchas veces te da diferentes perspectivas que
son únicas entre sí. Cada quien recibe el mensaje
que necesita al momento.

-¿Y Leroy cuándo murió?

-Curiosamente en el mismo año que Sergei. A


veces voy con Amanda a Livingstone a llevar
flores a su tumba, por lo menos una vez cada
trimestre.

-Es increíble, de verdad. ¿Qué hacen tus


hermanos hoy día?

-Todos se casaron, menos Laurent quien prefirió


vivir en soledad y oración. Sintió que era la mejor
manera de vivir su vida y de obrar para el
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ALEJANDRO VILORIA

prójimo. ¿Ya tienes lo necesario para tu nota en la


prensa?

-Aún no. Siento que le falta un buen mensaje. Al


final de todo, ¿con qué mensaje te quedas de todo
lo que tú has vivido?

-Pues, que el mundo, el universo, el todo,


presentan infinidad de misterios y
acontecimientos que escapan de nuestra
compresión. Descubriremos cosas, sí,
inventaremos cosas innovadoras como siempre lo
hemos hecho en la humanidad, sí, pero esto no
significa ser el creador de algo, ser el dueño de
algo… Somos pequeños granos de arena en este
mar de existencia, y siempre, muy en el fondo de
nosotros, necesitamos averiguar sobre nuestras
raíces, sobre lo que nos falta, pues nacemos
incompletos. Siempre buscaremos la pieza que
nos falta, esa pieza es Dios. No importa tu credo
o ideal, en algún momento de tu vida te darás
cuenta, sólo lucha porque no sea muy tarde, pues
ningún segundo se repite, todos los momentos
son únicos. Esta es mi historia.

-¿Algo más que agregar? – preguntó el


muchacho con un poco de premura.
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ALEJANDRO VILORIA

-No, lo demás lo descubrirás tú mismo, joven,


así como yo lo hice, sólo llegará el día y lo demás
queda de ti.

-Algún día volveré, así como tú volvías con


Sergei y con todas las personas que te topaste en
tu vida. Volveré porque quiero saber más –
anunció con emoción el muchacho.

-Aquí te esperaré muy gustoso.

-Por cierto, ¿cómo dice usted que se llamaba?

El hombre se levantó del banco de la Catedral


en donde se encontraba sentado junto al joven y
le dijo:

-Yo tengo el nombre de todos los que Dios


colocó en mi vida, tengo el nombre de la piedra, y
tengo el mismo nombre que tú – dijo sonriéndole.

El joven le devolvió la sonrisa, pues en ese


momento se dio cuenta que esta historia la viven
todos en algún momento, pues todos escribimos
nuestra propia vida de la mano de nuestro
Creador. No se trata de cuántas cosas
descubrimos, sino de cuántas cosas compartimos
con los que nos rodean. Al final, somos los dueños
de nuestras Moiras, y el Señor nos ofrece las
oportunidades de desempeñar nuestra libertad
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ALEJANDRO VILORIA

como mejor lo podamos hacer, porque siempre


habrá altibajos.

Esta fue su historia…

Entonces dime,
¿y cuál es tu verdad ahora?
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ALEJANDRO VILORIA

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