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Cuento: El color de los fantasmas

Hace muchos años, en un viejo castillo abandonado, vivía la familia Fantasmina que, como su nombre lo
indica, era una familia de fantasmas. Pero no eran como los fantasmas que todos conocemos. Ellos eran de
colores rojos, azules, verdes, rayados, a lunares, con florecitas y todos muy alegres y divertidos. La historia
que quiero contarles ocurrió durante una noche tormentosa. Los más pequeños de la familia ya estaban
acostados cuando vieron que unas extrañas sombras entraban por la ventana acompañadas de unos fuertes
ruidos que retumbaban por todos los rincones.

¡Fshhhhhhhhhh! ¡Fshhhhh! ¡Plam, plum, plam! Nunca antes habían escuchado algo parecido.

-¡Qué miedo! -dijo uno de ellos y se tapó hasta la cabeza con la sábana.

Los otros lo siguieron y todos juntos se quedaron dentro de sus camas bien quietecitos pero temblando del
susto.

Parecía que las horas nunca pasaba y los hermanitos permanecieron en sus escondites esperando que esa
noche terrorífica terminara. Cuando comenzó a amanecer, la claridad trajo algo de tranquilidad y las
sombras desaparecieron junto con los ruidos.
-¡Ya podemos salir! -dijo el mayor de todos-. ¡Por suerte fue sólo un susto!

Los fantasmitas salieron de su escondite y volaron hasta donde se encontraban su mamá y su papá.

-¿Pero qué les pasó? -gritó la mamá al verlos.

-¡Están todos blancos! -dijo el papá, asombrado.

Los hermanos se miraron de pies a cabezas, y notaron que ya no eran ni rojos, ni azules, ni verdes, ni
rayados, ni a lunares, ni con florecitas; eran blancos.

Con el susto de la noche anterior se habían puesto pálidos como un papel y ahora eran… ¡blancos por dentro
y por fuera!

Los hermanos nunca descubrieron que las sombras eran las de las ramas de los árboles que se movían por
el viento y que los ruidos eran sólo las ventanas que se golpeaban con fuerza.

Desde entonces, dicen, que los fantasmas son blancos y recorren las casas por las noches para asustar a los
niños y a las niñas esperando que ellos les devuelvan los colores que algún día tuvieron y

perdieron.

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