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Resumen

Toda persona con un título universitario válido tiene derecho al ejercicio profesional. Empero, en
aras de proteger los derechos de los usuarios de los servicios que ofrecen esos profesionales, el
ordenamiento jurídico establece una serie de límites y obligaciones técnicas, jurídicas y éticas que el
profesional debe observar y cumplir. Cuando esos límites y deberes son infringidos y con ello se
lesiona la integridad física o moral y, en general, los derechos de terceras personas, la autoridad
competente podrá imputarle al actor, según el caso, responsabilidad penal, civil, administrativa o
ética disciplinaria, previa observancia del derecho de defensa y los principios del debido proceso. La
responsabilidad es una garantía a favor de los derechos de posibles afectados por la conducta del
profesional. Los principios del debido proceso son la garantía del profesional frente a la denuncia e
investigación de que es objeto.

En conclusión, como ya se ha expuesto y sustentado a lo largo de


todo el escrito, el psicólogo no está obligado bajo ninguna
circunstancia, sin ninguna excepción y en ningún caso, a revelar la
información que en el ejercicio de su profesión se le ha confiado, ni
siquiera a través de una orden judicial, esto incluye no solo las cosas
que ha escuchado sino aquellas que han quedado registradas en
grabaciones o historias clínicas. Quien revele el secreto profesional
puede arriesgarse a perder su tarjeta profesional y hasta ir a la cárcel,
y hay que recordar que el hecho de no conocer la ley no exonera de la
responsabilidad, y aunque no nos parezcan justas algunas normas
como bien dicen nuestros legisladores "la ley es dura pero es la ley".

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