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En la última década, Colombia ha sido el escenario de múltiples escándalos de tinte

político, los cuales, se han desarrollados en las principales ciudades de este país.
Entre los muchos casos que podemos encontrar se halla el carrusel de contratación
de Bogotá, un caso con el que se puede entrever la situación que está atravesando
nuestro país y al mismo tiempo nos lleva a pensar: ¿este hecho es legal, ilegal o a
legal?, ¿Qué sistemas sociales influyeron en el resultado que vive hoy Colombia
con respecto a este caso? Y ¿Qué solución se le podría dar a este problema?

El carrusel de la contratación de Bogotá, es un caso de corrupción política que se


llevó a cabo durante la administración del ex alcalde Samuel Moreno Rojas en el año
2010. Dicho escándalo estalló en junio del mismo año, más exactamente el 25 de
junio cuando salieron a la luz pública pruebas que daban evidencia de la
negociación que existía de multimillonarias comisiones por parte del ex congresista
de la república Germán Olano, al empresario Miguel Nule Velilla, del cual su
empresa realizaba el manejo de la mayoría de los contratos de la diferentes obras
públicas que se realizaban en la capital colombiana.

Una de las obras que fueron más afectadas por este carrusel, fue la construcción de
la tercera fase del sistema de transporte público TransMilenio, la cual tuvo alrededor
de unos tres años de retraso.

Por otro lado, está la doble calzada Bogotá-Girardot, la cual fue adjudicada al grupo
Nule, cabe resaltar que esta obra era de gran importancia para el país y sin importar
eso, cayó en un letargo absoluto. Esta obra dio inicio en el 2004 con una fecha de
entrega proyectada para el 2009 la cual debido a la parálisis fue entregada en el
2014, con unos cinco años de dilatación.

Al igual que las anteriores se encuentra los planes de ejecución del metro los cuales
eran una de las banderas principales del entonces alcalde de la ciudad.

En los días posteriores al 25 de junio del 2010, varias instituciones jurídicas iniciaron
sus respectivas investigaciones las cuales llegaron a tal punto de descubrir la
involucración de varios empresarios, políticos, directivos del IDU (instituto de
desarrollo humano) y el alcalde de la ciudad, en ese entonces.

Claramente podemos notar lo condenable que es este hecho que vendría siendo el
prevaricato por acción que podemos definir como la actividad o acción que comete
un juez o un servidor público con autoridad para beneficiar a otra persona. Es decir,
cuando un alcalde concede un contrato a una empresa privada sin cumplir los
requisitos legales y sin llevar a cabo el debido proceso de la contratación pública o
cuando un juez concede un beneficio a otro sin cumplir con los requisitos de ley.

Este delito se encuentra en el código penal, artículo 413 que dice: El servidor público
que profiera resolución, dictamen o concepto manifiestamente contrario a la ley,
incurrirá en prisión de cuarenta y ocho (48) a ciento cuarenta y cuatro (144) meses,
multa de sesenta y seis punto sesenta y seis (66.66) a trescientos (300) salarios
mínimos legales mensuales vigentes, e inhabilitación para el ejercicio de derechos y
funciones públicas de ochenta (80) a ciento cuarenta y cuatro (144) meses.

El Alcalde Samuel Moreno fue destituido y capturado, así como su hermano el


senador Iván Moreno y entre las decenas de personas involucradas con la máquina
de corrupción 26 terminaron condenados.

Algunas de las condenas que se han hecho por este caso son bastante tenue para
la gravedad del asunto sin embargo, hay algunas que si son acordes como: Miguel,
Manuel y su primo Guido Nule fueron condenados a siete años y medio de prisión
por el delito de peculado por apropiación. El juez Ignacio Martínez condenó a los
hermanos Manuel y Miguel Nule y al primo de estos Guido Nule a 89 meses de
cárcel por peculado por apropiación, mientras que sobre Mauricio Galofre recayó
una condena de 72 meses por el mismo delito.

Miguel Ángel Morales Russi, ex contralor de Bogotá. Condenado a 6 años de cárcel


en el 2011. Después de apelar tres veces la decisión un juez de Bogotá, en marzo
del 2016, obtuvo su libertad. Declaró que no era un peligro para la sociedad. Fue
puesto en libertad.

Inocencio Meléndez, ex subdirector técnico del IDU. Fue el primer condenado por el
carrusel de la contratación condenado. Pagó 4 de los 7 años de la condena, rebaja
que obtuvo por su colaboración con la justicia.

Durante las investigaciones se vieron salpicadas varias entidades tanto públicas y


privadas las cuales influyeron en el resultado que está viviendo Colombia hoy en día,
pero a mi parecer el mayor causal de esta consecuencia fue el IDU; al ser la
institución encargada del desarrollo de las obras viales de la ciudad junto con el
espacio público y las obras de infraestructura es inadmisible que presente casos de
corrupción, esto deja percibir el deficiente sistema que se implementa para elegir a
una persona en un cargo como este.

Una de las solucione más evidentes que se le pueden dar a este problema vendría
siendo un mayor fuerza en los organismos de control ya que estos, en ciertas
circunstancias no se percatan de lo que sucede, y cuando se enteran el daño ya
está hecho. De la misma manera, considero que al elegir un funcionario público el
cual valla tomar un cargo como lo es de director del IDU debe ser investigado más a
fondo con la finalidad de evitar que una persona con un historial de corrupción o algo
similar llegue a obtener semejante poder o responsabilidad.

La responsabilidad de elegir a esta persona no debe quedar en manos del actual


mandatario o del alcalde en su periodo de mandato ya que, esto garantizaría cierta
imparcialidad la cual no se presentaría en alguna decisión tomada por un alcalde.
Por lo tanto cierta entidades deben velar por el beneficio de todos siendo así
imparcial en las decisiones que tomo al respecto.

Contemplándolo desde el punto de vista del presidente o un miembro de la Corte


Constitucional la solución que daría para reparar y evitar el daño cometido se
basaría en forzar a las parte comprometidas a retribuirle económicamente al Estado
por los daños causados en él y sancionarlas basándome en el código penal para así
evitar impunidad además, sería más eficiente una ley que estables que esta clase de
cargos públicos sean elegidos por méritos, siendo así una elección más acertada.
En síntesis, un caso como este es de gran seriedad y es penalizado por la ley
Colombiana, aunque esto no evita que se siga practicando hoy en día, ya que el
control sobre las instituciones públicas y privadas no es el adecuado para la
sociedad colombiana, esa que es caracterizada por cierta astucia que se convierte
en aptos que van en contra de la ley. Cabe resaltar que esto no es en todas la
ocasiones, los colombianos hemos usado eso que nos caracteriza para salir
adelante en momentos críticos de nuestra historia.

Finalizando se puede decir que una de las formas de contrarrestar la corrupción de


nuestro país es mejorar el sistema penal, puesto que, para nadie es un secreto que
este sistema presenta muchas imperfecciones por consiguiente, son de gran ayuda
para que se generen aptos de corrupción o simplemente se evadan
responsabilidades que pueden afectar a la ciudad.

Sin embargo, no se contendrá el problema a totalidad con una serie de medidas


legales si en la sociedad colombiana sigue habiendo una cultura en la cual es
normal o se ha normalizado cierto tipo de aptos corruptos que poco a poco van
desangrando el país, sumado a esto, el aparente desinterés de cambiar esta
situación de parte de nuestros mandatarios deja mucho que pensar de las personas
que están en el poder.

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