El Bullying es una forma de maltrato que se puede presentar de manera visible
y muchas veces silenciosa. En este no se dimensiona el sufrimiento que experimenta la persona día a día, ya sea lo un niño, adolescente o adulto. Con frecuencia esta situación acontece en el espacio social, como el escolar y el laboral. Este último recibe el nombre de “Síndrome de Burnout”. Existen alarmas que nos permitirán identificar y tomar consciencia de este fenómeno. Entre ellas encontramos: irritabilidad, tristeza, miedos injustificados, pesadillas, pérdida de apetito y golpes o moretones en el cuerpo. Las consecuencias de esta experiencia producen una distorsión en la imagen social de la persona, minimizándose en su entorno y provocando problemas emocionales como depresión y/o ansiedad. El Bullying no afecta solo a la persona agredida, sino también a su agresor y espectadores. En el caso de estos últimos, se naturaliza la violencia, lo cual provoca una distorsión a la hora de identificarla y los vuelve tolerantes a ella, fomentando una personalidad carente de empatía. Es fundamental el rol de padres, amigos y pareja, para identificar la problemática y tomar medidas, puesto que en ocasiones la persona no es consciente de lo que está sucediendo.
En las sesiones terapéuticas se revisarán las pautas relacionales que operan en la cotidianidad, a su vez se analizará la postura y las acciones que realizan los padres (en el caso de adolescentes) en la resolución de conflictos. Es relevante trabajar en terapia la calidad de la contención y apoyo que se esté brindando, ya que estas formarán parte de las herramientas con la que el enfrentara la situación.