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Paso 6.

Identificar de manera individual la información pertinente que sustente el problema


con base en las lecturas sugeridas en esta unidad y en las búsquedas bibliográficas que han
realizado alrededor del problema.

En primer lugar, es imposible entender la conducta pro social en la conducción sin entender la
conducta pro social en general. En segundo lugar, el comportamiento social en general afecta
a la conducción. En efecto, puede ser que el tráfico sea víctima de la prosocialidad o
antisocialidad del usuario y que esto tenga su implicación en determinado tipo de accidentes o
incidentes, pero no es menos cierto que otros elementos del ámbito generen conductas pro
sociales en seres que calificamos de “antisociales”, y ¿por qué no? conductas antisociales en
los seres más pro sociales. Porque, “no hay nadie radicalmente bueno ni malo”. Por último, es
necesario realizar un ejercicio de inferencia si queremos dibujar un panorama más o menos
completo sobre esta cuestión.

Hoy en día en la actividad de conducir un medio de transporte (vehículos) implica que lo hacen
cambiar de manera significativa las actitudes que asumen cuando se pone al frente del
volante. El buen comportamiento del conductor en las vías no debe estar sujeto a la mirada
vigilante de las autoridades encargadas de regular y controlar el tráfico en la ciudad, ni a los
efectos de tipo económico que desencadena. Según la Ley 769 de 2002, un accidente de
tránsito es todo evento, por lo general involuntario, generado al menos por un vehículo en
movimiento, que causa daños a personas o a bienes involucrados en él, el cual se traduce en
víctimas con lesiones mortales o personales.

Es necesario intervenir en los entes de regulación gubernamental (Secretarias de Seguridad y


Movilidad Vial – SSMV y Policía) con el fin de prepáralos en el enfoque educativo más allá esta
la imposición de la multa, un adecuado comportamiento vial, se construye cuando
reconocemos el derecho propio y el de los demás al hacer uso de las vías, dejando de lado el
egoísmo, la viveza y las leyes propias tan frecuentes en una sociedad que eufemísticamente
siempre anda a toda prisa Son numerosas y en constante cambio las leyes en materia vial, lo
que dificulta medir los resultados de su aplicación en el largo plazo y definir las políticas
públicas que apunten a mejorar el comportamiento de los diferentes actores viales. Teniendo
en cuanta que el desarrollo humano implica una innumerable cantidad de factores que se
deben fortalecer para un adecuado progreso de las comunidades, dentro de dichos factores se
destaca la ética como componente fundamental de interacción, y el cual da paso a otros
elementos, que dentro del contexto de movilidad y tránsito, se pueden distinguir en el
respeto, el reconocimiento del otro como igual, la conciencia de autocuidado y de precaución
como medida preventiva de daño hacia los demás; de esta manera se propone la necesidad de
generar bases de orientación y concientización fundamentada en evidencias de las
consecuencias en las malas prácticas de conducción y desempeño en los roles de los actores
viales.

Sin embargo se debe reconocer que los lineamientos a nivel nacional en temas de seguridad
vial se han diseñado con horizontes de tiempos más amplios y algunos de ellos libres de
ataduras al programa de desarrollo del gobierno de turno.

A nivel local, las campañas orientadas a mejorar el comportamiento vial de los conductores
son de reciente aplicación por lo que los resultados de su efectividad son difíciles de cuantificar
en el corto plazo, teniendo en cuenta que estas campañas pretenden cambios culturales que
usualmente son de largo aliento. Esto se evidencia si se tiene en cuenta que el número de
infracciones en los últimos cinco años no presenta variaciones relevantes. Merece la pena
destacar el respeto que los habitantes de la ciudad de Manizales tienen por las autoridades de
tránsito, lo que puede ser capitalizado por las autoridades competentes y convertirse en un
importante insumo en la difusión y apropiación por parte de la comunidad de las diferentes

Texto de referencia unidad 3. Caravedo, B. (2010). Paradigma, ética y gestión (a propósito de la


responsabilidad social). Derecho PUCP

Para el presente caso sobre la problemática identificada la intolerancia en los peatones y


conductores, la responsabilidad social se reitera sobre las entidades gubernamentales como el
Ministerio de transporte y otros agentes privados e institucionales que estimulen el buen uso
del automóvil creando conciencia del vehículo compartido con el fin de evitar incremento de
emisiones, de dióxido de carbono que contaminan el ambiente. La educación vial toma una
relevancia desde una estrategia cívica personal el cual fomenta la responsabilidad personal
que se enmarca desde el cuidado del ambiente, el cuidado del auto, conducir sin afectar a
terceros, respetar las señales de tránsito, dejar libre las esquinas para aquellas personas con
capacidades diferentes, creando conciencia sobre los riesgos en la vía, así mismo el conocer y
emplear técnicas defensivas en relación al tráfico.

Para el funcionamiento operativo del sistema es indispensable que las personas actúen de
forma coordinada, ya sea porque su participación es directa en el engranaje (peatones,
ciclistas, pasajeros y conductores de vehículos motorizados) o indirecta, representada en los
actores involucrados como diseñadores de las políticas y programas en seguridad vial que
actúan como facilitadores del funcionamiento del sistema; entre estos se encuentran las
instituciones públicas y gubernamentales, las ONG, los actores privados y la sociedad civil. Hay
es donde se debe comprender que no solo para subsistir, sino para educarse, entretenerse y
llevar, en general, una vida saludable. Pero, para contar con un sector productor de bienes de
capital se necesitaba una capacidad de generación de excedentes que, en los países menos
desarrollados, no existía. La inversión extranjera era considerada necesaria.

Tal propuesta plantea la posibilidad de adentrarnos en las entidades de formación educativa


(Colegios y Universidades), con el fin de generar en los menores y adolescentes un
pensamiento consecuente que oriente su participación en el transito dentro de unas normas y
prácticas responsables.

Esta última es clave en cuanto a los procesos de veeduría ciudadana y vigilancia de las
actuaciones de las personas y no solo en la acción aislada de lo gubernamental, ante una
problemática que requiere de actuaciones y consensos de muchos actores en el escenario de
lo público. (Pico, Gonzales y Noreña., 2011, p.192)

Desde el texto citado por Caravedo, (2010), presenta el contexto peruano como referente en
la práctica de responsabilidad social desde las organizaciones, que permitan construir nuevos
hábitos, conductas, afectos, sentimientos y actitudes, como eje transformador que busca la
oportunidad para hacer una reflexión crítica que contribuya a mejorar las estrategias y las
políticas de las instituciones, se debe reposicionar el tema de la responsabilidad social como
una práctica que no solo guíe el accionar de las empresas privadas sino, de diversos tipos de
instituciones que existen en nuestra sociedad (privadas con fines de lucro, privadas sin fines de
lucro, públicas y, en general, organizaciones de la sociedad civil).

Caravedo, B. (2010). Paradigma, ética y gestión (a propósito de la responsabilidad


social). Derecho PUCP. Recuperado de http://bibliotecavirtual.unad.edu.co/login?
url=http://search.ebscohost.com/login.aspx?
direct=true&db=zbh&AN=52405367&lang=es&site=eds-live

Velásquez, A. (2018). La importancia de una comunicación horizontal transformadora, en una


comunidad con brechas en su esquema socio-cultural. (Tesis de pregrado). Universidad
Nacional Abierta y a Distancia, Colombia. Recuperado de http://hdl.handle.net/10596/20883

Bustos, V. A. (2018). Seguridad vial un problema de salud pública. Recuperado de:

http://repository.unimilitar.edu.co/handle/10654/20704.

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