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Capítulo 2

TERRORISMO Y DERECHOS HUMANOS

TERRORISMO, DERECHOS Y SEGURIDAD

Miles de fanáticos en todo el mundo estarían dispuestos a dar


su vida por matar a occidentales, especialmente estadounidenses.
Este tipo de gente provocó una catástrofe increíble en septiembre
de 2001 y quizá dispongan ya de armas cuya apocalíptica capa-
cidad de destrucción podría hacer palidecer el horror que causó
aquella hecatombe. Estamos furiosos, y también asustados. La in-
formación es nuestra principal defensa; cuanto más sepamos sobre
los recursos, la identidad, los líderes y los planes de los terroristas
más seguros estaremos. Una fuente de información son las perso-
nas: aquellas personas que nuestros policías y militares creen que
podrían ser ellas mismas terroristas, o que al menos podrían pro-
porcionarnos información útil sobre terroristas. Los ciudadanos
norteamericanos discrepan acerca de qué puede hacerle el gobier-
no a esa gente a fin de conseguir la información que acaso tengan.
La controversia se ha centrado en tres prácticas: la vigilancia, los
interrogatorios coercitivos y la detención por tiempo indefinido.
Poco tiempo después del11 de septiembre de 2001, el Congreso
aprobó una ley que permitía nuevas formas de vigilancia, y lo hizo
con tal celeridad que muy pocos senadores o miembros del Con-
greso tuvieron tiempo siquiera de leerla. Aunque dicha ley, llama-
da Ley Patriótica (USA Patriot Act), mejoró la comunicación entre
las agencias federales, también otorgó al gobierno nuevos y, a jui-
cio de los liberales, temibles poderes para invadir la privacidad. Le
permitía, por ejemplo, registrar en secreto las casas de las personas
sin informar siquiera a posteriori de que habían sido registradas, y
le permitía imponer a las bibliotecas la obligación de suministrar
información sobre lo~ libros que la gente había tomado prestados.
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Una coalición de demócratas y republicanos moderados obligó a la mo y en otros lugares del mundo. La Administración Bush alega
Administración a eliminar algunos de los artículos más cuestiona- que estos detenidos son combatientes enemigos, pero no los juzga-
bles de la ley cuando el Congreso la renovó en 2006, pero algunos rá, y que tampoco proporcionará información de las pruebas en las
de los nuevos poderes de vigilancia que amenazan la privacidad que se basa para llegar a tal conclusión, ni a los detenidos ni a la
individual siguen en vigor. A principios de 2006, el New York Times opinión pública. N o tratamos de ese modo ni siquiera a nuestros
informó de que el presidente Bush había instituido un amplio pro- delincuentes comunes más peligrosos, ni a aquellos de los que se
grama de escuchas telefónicas a ciudadanos y extranjeros sin las au- sospecha que son asesinos en serie o dirigen cárteles de la droga,
torizaciones judiciales previas que exige la ley federal. El presidente por ejemplo. Nuestra Constitución prohíbe encarcelar a las perso-
reconoció los hechos. Tanto él como sus asesores defendieron la le- nas sólo porque son peligrosas o porque tienen información que
galidad de la actuación argumentando que la condición de coman- podría ayudarnos a evitar asesinatos y otros crímenes. Hemos de-
dante en jefe que la Constitución reconoce al presidente le permite sarrollado durante siglos una jurisprudencia de la justicia penal que
1 insiste en que la policía debe liberar inmediatamente a aquellos que
eludir las leyes ordinarias. Pocos juristas estuvieron de acuerdo.
La Administración Bush no ha reconocido formalmente haber ha detenido, pero que no quiere o no puede procesar. También in-
ordenado la tortura a sospechosos de terrorismo en campos de de- sistimos en que aquellos que van a juicio deben ser protegidos por
tención norteamericanos, ni tampoco haberlos «entregado» a otros procedimientos que, en la medida de lo posible, eviten condenas
países para que 'fueran torturados. Pero es sabido que ha hecho injustas. Decimos que es preferible que mil culpables queden libres
ambas cosas, y la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, vino casi a que una sola persona inocente sea condenada. Pero la Adminis-
a admitirlo en respuesta a las críticas expresadas en Europa por al- tración Bush ha ignorado todas estas garantías y protecciones ar-
gunos líderes después de que se informara de que Estados U nidos gumentando que de este modo protege más efectivamente a los
había creado centros de detención en territorio europeo. El depar- norteamericanos contra posibles ataques terroristas.
tamento de justicia de la Administración preparó e hizo circular Todas estas medidas de vigilancia, interrogatorios coercitivos
memorandos donde se argumentaba que el presidente tiene el po- y detenciones son nuevas y se reconoce que son extremas. Todas
der legal de ordenar la tortura aunque esté prohibida por la ley; el ellas son muy controvertidas y la frontera entre los contendientes
argumento se basa de nuevo en la declaración constitucional de coincide, aunque no exactamente, con la línea de demarcación que
que el presidente es el comandante en jefe. En cualquier caso, qué estamos explorando entre liberales y conservadores. Muchos norte-
es lo que debe considerarse tortura es materia de controversia. Al americanos aprueban estas nuevas políticas de la Administración.
parecer, la Administración niega la condición de tortura a ciertas Dicen que nuestra seguridad está amenazada de un modo más gra-
prácticas horribles, como verter un chorro continuo de agua sobre ve que nunca hasta el momento y que debemos, según sus propios
la cabeza de un prisionero encapuchado de modo que tenga la sen- términos, buscar un nuevo equilibrio entre seguridad y libertad.
sación de que se está ahogando. Otros muchos norteamericanos disienten; piensan que este nuevo
Estados Unidos mantiene hoy detenidos por tiempo indefinido equilibrio que la Administración ha creado implica un riesgo dema-
a centenares de prisioneros, sin acusación ni juicio, en Guantána- siado grande para la libertad, que la emergencia no es tan grave
como para justificar lo que el gobierno ha hecho y sigue haciendo.
La controversia en parte gira en torno a cuál sea la mejor inter-
l. Para una formulación del razonamiento contra la afirmación de Bush,
véase la carta enviada a los miembros del Congreso sobre los actos de espionaje
pretación de la legislación estadounidense y de los tratados que Es-
de la Agencia de Seguridad Nacional por catorce antiguos funcionarios y exper- tados Unidos ha firmado y ratificado. Algunos liberales argumentan
tos constitucionalistas, The New York Review o/ Books, 9 de febrero de 2006. que las disposiciones más radicales de la Ley Patriótica son incons-
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titucionales, y la mayoría de los juristas cree que el presidente actuó tra preocupación y que el presidente tiene el deber y por tanto el
de forma ilegal al ordenar escuchas y grabaciones sin una orden ju- derecho de poner la seguridad de los estadounidenses en primer lu-
dicial. Muchos críticos sostienen que la detención indefinida de gar y de hacer todo cuanto él y sus asesores piensen que es útil para
sospechosos de terrorismo es inconstitucional, porque incluso los ese fin. En parte se basan en afirmaciones que son falsas o dudosas:
extranjeros tienen el derecho constitucional a los procedimientos así, por ejemplo, apoyaron la guerra en Irak porque aceptaron la
tradicionales y a las garantías que ofrecemos a los delincuentes co- afirmación del presidente de que Irak había acumulado una gran
munes nacionales. En una importante sentencia de 2004, el Tribu- cantidad de armas de destrucción masiva algo que ahora sabemos
nal Supremo sostuvo que el gobierno había violado la Constitución que no era cierto, como tampoco lo era su afirmación de que Irak
al no permitir a los extranjeros detenidos en Guantánamo defen- había instigado o colaborado en el atentado terrorista de 2001
'
derse ante tribunales competentes.
2 aunque muchos de los conservadores todavía se lo crean. Pero la
Pero la cuestión legal no está en el centro del desacuerdo, por- principal discusión con respecto a las políticas antiterroristas no
que los defensores de Bush piensan que, en cualquier caso, la ley es expresa básicamente una divergencia con respecto a los hechos. La
anacrónica y debe modificarse. Sostienen que el régimen de dere- cuestión gira en torno a si esas políticas violan los derechos huma-
chos legales y constitucionales que la ley estadounidense ha desarro- nos. Si lo hacen, son inaceptables aunque sean legales, y aun supo-
llado durante siglos quedó obsoleto tras el ataque del11 de septiem- niendo que aumentaran la seguridad de los norteamericanos.
bre; que necesitamos, en el lenguaje que utilicé, un nuevo equilibrio Usamos el concepto de derechos humanos para describir los
legal entre la seguridad y los derechos de los acusados. Por consi- derechos más básicos y universales de todos; no hay una acusación
guiente, el verdadero debate no es legal sino moral. más grave contra un gobierno que la de haber violado los derechos
La imagen de la creación de un nuevo equilibrio es popular, humanos. Estados Unidos y otros países invocan la idea para justi-
pero es también especialmente inadecuada. Sugiere que «nosotros» ficar sanciones extremas; denegamos ayuda financiera o ventajas
-los norteamericanos en general- debemos decidir qué parcela económicas a los países a los que acusamos de violar los derechos
de seguridad y de libertad personal queremos para nosotros, del humanos e intentamos impedir que otros países o agencias los ayu-
mismo modo en que decidimos el trazado de una red de carreteras den. Además estamos convencidos de tener derecho a invadir estos
una vez que disponemos de la información sobre su coste e impac- países, en ciertas circunstancias, para impedir tales violaciones. No
to medioambiental. Las cuestiones en juego son muy distintas y la podemos afirmar que los derechos humanos quedaron obsoletos el
metáfora del equilibrio las oscurece. Lo que debemos decidir no es 11 de septiembre porque creemos que esos derechos son intempo-
dónde residen nuestros intereses, sino la cuestión, muy distinta, de rales. No podemos arrogarnos el privilegio de ignorarlos cuando
qué exige la moral, incluso al precio de nuestros intereses; no pode- creemos que nuestra seguridad está amenazada porque insistimos
mos responder a esa cuestión preguntando si creemos que los bene- en que los Estados deben respetar esos derechos sin importar las
ficios de nuestra política superan a los costes. razones que puedan aducir para vulnerarlos. Por tanto, es lógico
Muchos conservadores creen que Estados Unidos está moral- que los críticos de la Administración Bush apelen a los derechos
mente autorizado a utilizar armas no convencionales para combatir humanos cuando parece que una buena parte de la opinión públi-
una amenaza no convencional. Creen que los terroristas, con sus ca se muestra indiferente ante los derechos legales.
bárbaras acciones e intenciones, han perdido todo derecho a nues- N o obstante, debemos ser cuidadosos y distinguir entre dos ti-
pos distintos de afirmaciones que hacen los críticos. Tras la Segunda
2. Véase mi artículo «What the Court Really Said», The New York Review Guerra Mundial, una gran cantidad de países suscribió diversos tra-
o/ Books, 12 de agosto de 2004. tados internacionales y declaraciones en las que se enumeraban de-
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terminados derechos humanos y acordaron respetar esos dere- (según una opinión muy extendida en los países del Tercer Mun-
chos. Estos tratados incluían, por ejemplo, la Declaración de De- do) los derechos de libre expresión y libertad de prensa. Por tanto,
rechos Humanos de las Naciones Unidas, la Carta Europea de Dere- incluso aunque la Administración Bush tuviera razón en lo que res-
chos Humanos o la Convención de Ginebra, que fija las reglas para pecta a la tesis legal y técnica según la cual ni la Convención de Gi-
la definición y el trato que deben recibir los prisioneros de guerra. nebra ni otros tratados son aplicables a los detenidos en Guantá-
Algunos críticos sostienen que el trato que dispensa Estados Uni- namo, seguiría pendiente la cuestión moral acerca de si nuestras
dos a los sospechosos de terrorismo viola algunas de las obligacio- políticas tanto allí como en otros lugares violan los derechos hu-
nes suscritas en alguno de estos tratados. Hay muchas discusiones manos elementales de los detenidos, y la pregunta seguiría siendo
entre los juristas internacionales sobre si la acusación es legítima. La si la actuación de Estados Unidos es inmoral, aun cuando hubiera
Administración Bush argumenta, por ejemplo, que los prisioneros a quedado demostrado que no es ilegal.
los que acusa de haber luchado para los talibanes o para Al Qaeda Esta segunda cuestión moral es la que ahora debemos plantear-
en Afganistán no merecen las protecciones de la Convención de Gi- nos. Parece que los norteamericanos divergen completamente con
nebra porque son «combatientes ilegales». Un Tribunal de Apela- respecto a la respuesta, y la divergencia parece corresponder al me-
ciones de Estados Unidos aceptó este argumento, pero muchos ju- nos a grandes rasgos a la ya familiar frontera entre rojos y azules. Los
ristas internacionales lo rechazan, y yo estoy de acuerdo con ellos. 3 liberales atacan nuestras políticas de detención y otras medidas anti-
Esta controversia sobre los derechos humanos tiene un cariz terroristas y los conservadores las defienden. Ésta es una de las pro-
esencialmente legal porque gira en torno a la correcta interpre- fundas fisuras que mueve a los críticos a decir que estamos hoy en día
tación de ciertos tratados internacionales y otros documentos lega- en un país polarizado. Pero, aunque no estamos de acuerdo, no de-
les. Otros críticos lanzan una acusación distinta y más fundamental: batimos. N o hay un debate nacional sobre qué derechos humanos
que nuestra política de detenciones viola lo que podríamos llamar tienen los detenidos, ni siquiera sobre qué son los derechos humanos.
los verdaderos o genuinos derechos humanos, los derechos que to-
dos los seres humanos tienen por el mero hecho de ser humanos,
los derechos que los tratados deben proteger, los derechos cuya ¿QUÉ SON LOS DERECHOS HUMANOS?
violación no debería ser permitida a ninguna nación, ni siquiera
por razones de seguridad. Los tratados internacionales pretenden Las personas políticamente concienciadas recurren con frecuen-
identificar y proteger esos mismos derechos humanos. Pero los tra-. cia al concepto de derechos humanos; lo utilizan, como ya he dicho,
tados son inevitablemente compromisos entre diferentes Estados para lanzar las más graves acusaciones políticas o para justificar se-
con tradiciones e intereses diversos y, a menudo, son criticados rias sanciones políticas, a veces incluso la guerra. Pero muchas de
porque no consiguen plasmar de modo completo o adecuado los ellas tendrían problemas para definir qué es un derecho humano.
genuinos derechos humanos. Algunos grupos y Estados, especial- N o sólo no están de acuerdo en lo que debería contener una lista
mente del Tercer Mundo, creen, por ejemplo, que la mayoría de es- adecuada de derechos humanos -si debería incluir derechos eco-
tos tratados son deficientes porque ignoran los derechos económi- nómicos o la libertad de expresión, por ejemplo-, sino que también
cos, y también porque algunos de los supuestos derechos humanos tienen dificultad para encontrar un criterio para sus tesis, para pro-
que incluyen son sólo ideales reconocidos en las tradiciones de porcionar una explicación de cómo decidir qué derechos deberían
unas pocas, aunque poderosas, naciones occidentales, incluyendo pertenecer a esa lista. Son cuestiones importantes que requieren que
reflexionemos un poco más sobre la idea misma de derecho huma-
3. Hamdan v. Rums/eld, 415 F.3d 33 (2005). no. Si queremos hacer progresar la construcción de un debate na-
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cional sobre la moralidad de nuestras políticas antiterroristas, debe- justificada si, tras tener en cuenta las ganancias de unos y las pérdi-
mos abordar directamente esta cuestión filosófica. Más adelante, en das de otros, el resultado global es positivo. Si realmente es mejor
la sección siguiente, podremos volver a las controversias políticas. para todos construir el aeropuerto cerca de mi casa en lugar de ha-
cerlo cerca de la suya, no tengo argumentos legítimos para oponer-
Derechos legales y políticos. ¿Qué son los derechos humanos? me a esa decisión.
¿Cómo se diferencian de los derechos legales y de los menos fun- Sin embargo, ciertos intereses de las personas concretas tienen
damentales derechos morales? Entendemos la idea de derecho le- tal importancia que sería incorre.cto -moralmente incorrecto-
gal bastante bien. El gobierno crea y sanciona los derechos legales que la comunidad sacrificase esos intereses en aras de un beneficio
por varias razones. Por ejemplo, un país no puede tener una eco- general. Los derechos políticos identifican y protegen esos intere-
nomía que funcione si sus leyes no crean y no protegen los dere- ses particularmente importantes. Podríamos decir que un derecho
chos legales de la propiedad de modo que la gente pueda confiar político es un triunfo que vence al tipo de argumentos basados en
en que conservará lo que ha ganado con el trabajo o el comercio. ajustes que normalmente sirven de justificación para las acciones
Algunos derechos legales, los que llamamos «derechos constitucio- políticas. La Primera Enmienda otorga a los estadounidenses el de-
nales», tienen una fuerza y una función especiales: impiden algo- recho legal a librarse de la censura política; explicamos la conve-
bierno adoptar leyes o políticas que podrían parecer atractivas de niencia de este derecho legal partiendo de la suposición de que las
no ser por esos derechos constitucionales. La Primera Enmienda personas tienen un derecho político a expresarse que es lo bastan-
de la Constitución de Estados Unidos crea derechos legales de ese te importante como para recibir este tipo de protección legal (en
tipo, concede a los ciudadanos el derecho de expresión que el go- el capítulo 5 consideraré algunas de las razones por las que se su-
bierno no puede limitar, ni siquiera aunque fuera en beneficio del pone que las personas tienen este derecho político). La Constitu-
interés general hacerlo. A menudo justificamos tales derechos cons- ción también otorga a los norteamericanos ciertos derechos legales
titucionales diciendo que la gente ya tiene un derecho moral a lo que les garantizan un juicio justo en caso de ser acusados de un cri-
que la Constitución convierte en un derecho legal. Los derechos men. Justificamos esos derechos legales insistiendo en que las per-
morales en los que estamos pensando son especiales porque son sonas tienen un derecho político previo a no ser encarceladas sin
derechos que protegen, no contra otras personas en tanto indivi- un juicio justo, incluso en el supuesto de que su encarcelamiento
duos, sino contra los gobiernos, por lo que me referiré a ellos como pudiera beneficiar de algún modo a la comunidad. Recurrimos a
los derechos políticos no sólo cuando explicamos y justificamos de-
derechos políticos.
La mayoría de los actos legítimos de cualquier gobierno inclu- rechos legales en argumentaciones del tipo de las que acabamos de
yen ajustes entre los intereses de diversas personas; estos actos be- mencionar, sino también cuando criticamos al gobierno por no re-
nefician a algunos ciudadanos a costa de otros a fin de mejorar el conocer los derechos legales que creemos que debería reconocer.
bienestar de la comunidad en su conjunto. Cuando el Congreso Los norteamericanos que piensan que la discriminación positiva
estipula la imposición de un arancel sobre la importación de un -la cual otorga a los miembros de las minorías una preferencia es-
producto determinado, de un tributo sobre algunos productos de pecial en los procesos de admisión en las universidades o en las em-
lujo, o decide otorgar un subsidio a los agricultores que producen presas- es incorrecta, suelen invocar un derecho político para jus-
un cultivo en particular, o cuando un Estado o una ciudad deciden tificar su oposición a ella. Sostienen que las personas que son
construir un aeropuerto, un estadio deportivo o una nueva auto- miembros del grupo mayoritario, sean estudiantes o candidatos
pista en un lugar en vez de hacerlo en otro, esa decisión favorece a que compiten por un puesto de trabajo, tienen derecho a no ser
algunos ciudadanos y perjudica a otros. La decisión tomada queda perjudicados de ese modo, aunque la comunidad en su conjunto
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pudiera beneficiarse de esa política. Otras personas, que niegan tipo de reconocimiento. Incluso aquellas naciones que se adscriben
que la discriminación positiva sea injusta, alegan que no existe tal a nuestra misma cultura política se distancian de nosotros en cues-
derecho político.4 tiones importantes. En el Reino Unido y en otros países europeos,
Cuando una persona reivindica la existencia de un derecho por ejemplo, los ciudadanos tienen el derecho legal a no ser insul-
político abandera una tesis muy fuerte, que es que no es correcto tados públicamente por motivos raciales; ese derecho es protegido
que el gobierno haga algo que podría beneficiar al conjunto de la por unas leyes que criminalizan el «discurso del odio» (hate speech).
comunidad. Dicha persona debe mostrar de qué modo la impor- En Estados Unidos, por contra, la gente tiene derecho constitucio-
tancia de los intereses individuales que invoca permite justificar tal nal a insultar públicamente a quien quiera, denigrando la raza de
reinvindicación. Si aceptamos los dos principios de la dignidad esa persona o cualquier otro grupo al que pertenezca, siempre que
descritos en el capítulo anterior, podemos recurrir a ellos para in- no causen desórdenes y no inciten a otras personas a cometer actos
tentar justificar dicha afirmación. Podemos insistir en que las per- criminales. Esto refleja una diferencia bienintencionada en la inter-
sonas tienen derechos políticos a todas las protecciones que sean pretación de los dos principios de la dignidad: en N orteamérica,
necesarias para respetar la igual importancia de sus vidas y la res- pero no en Europa, la opinión dominante es que el respeto a la res-
ponsabilidad soberana de la que son titulares en el momento de ponsabilidad personal por los propios valores implica el permiso a
identificar el valor e incorporarlo a sus vidas. Así, por ejemplo, po- desafiar incluso los postulados más fundamentales de la sociedad
demos insistir sobre esta base en que las personas tienen un dere- democrática, incluida la premisa de que las vidas de las personas
cho político a no sufrir discriminación porque su raza ha sido his- tienen igual valor e importancia intrínseca.
tóricamente menospreciada, y tienen también un derecho político Ni que decir tiene que la distancia en relación con los derechos
a expresar sus opiniones sobre cuestiones que son objeto de con- políticos reconocidos por los países de cultpras religiosas y morales
troversia política. Sería injusto que el gobierno las discriminase o radicalmente distintas es aún mayor. En muchas comunidades polí-
que censurase sus opiniones políticas aun cuando esas prácticas ticas las mujeres padecen tal cantidad de limitaciones y desventajas
pudieran beneficiar de algún modo al resto de la comunidad. En que los norteamericanos las entienden como signos de que a las mu-
mi opinión, la lista de derechos constitucionales de la Constitución jeres no se les otorga la misma importancia en esas comunidades.
estadounidense, tal como ha sido interpretada por los tribunales Muchas comunidades desconocen los derechos de participación po-
norteamericanos en las últimas décadas, es un instrumento razona- lítica que nosotros consideramos derechos axiomáticos; muchos Es-
blemente bueno para la identificación y protección de los derechos tados no son siquiera formalmente democráticos, y muchos· de los
políticos que se derivan de los dos principios de la dignidad y la que pretenden serlo permiten sólo un único partido político y niegan
conversión de esos derechos políticos en derechos legales. Lo mis- derechos como la libertad de prensa y de expresión, que nosotros
mo ocurre con los textos constitucionales y los tratados internacio- consideramos derechos indispensables en una democracia genuina.
nales de muchas otras naciones y comunidades internacionales, en Por otra parte, tal y como dije, muchos critican a Estados Unidos
parte porque en su día fueron capaces de aprender de la práctica por no reconocer ciertos derechos que aparecen firmemente esta-
constitucional estadounidense, del mismo modo que Estados Uni- blecidos en algunas de las constituciones de muchos otros países, es-
dos puede hoy aprender de las suyas. pecialmente los más jóvenes, derechos tales como los denominados
Sin embargo, debemos observar que los países difieren sensi- derechos sociales y económicos, por ejemplo el derecho a una vi-
blemente acerca de qué derechos políticos deben ser objeto de ese vienda decente, a atención médica e incluso a un puesto de trabajo.
Derechos humanos. Ahora podemos preguntarnos de qué modo
4. Ésta es mi opinión. Véase Virtud soberana, capítulos 11 y 12. los derechos humanos se distinguen de los importantes derechos
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políticos que acabamos de considerar. No quiero preguntar -to- nas culturas. Esto restaría al concepto de derechos humanos buena
davía- qué derechos concretos deberíamos considerar como de- parte de su fuerza crítica.
rechos humanos. Pretendo más bien investigar cómo deberíamos Si deseamos justificar el papel especial que desempeña la idea
concebir la idea de derecho humano a fin de poder justificar el su- de los derechos humanos en la política tanto interior como inter-
puesto común de que los derechos humanos son· derechos políti- nacional tenemos que definir los derechos humanos de una forma
cos, aunque de un tipo especial y muy importante. Por regla gene- más crítica. Ésta es la razón de que otros filósofos sugieran que los
ral, la violación de derechos políticos, incluso de derechos muy derechos humanos se distinguen de los derechos políticos comunes
importantes, no justifica la invasión de la nación transgresora, ni porque los primeros son, de algún modo, más importantes para la
tampoco justifica boicotear deliberadamente su economía. Así, por gente. N o obstante, esta tesis se enfrenta a un tipo diferente de di-
ejemplo, algunos escritores permanecen encarcelados en Alemania ficultad. Consideramos que todos los derechos que aparecen en el
por mantener que el Holocausto fue en gran medida una invención debate político son muy importantes -insistimos en que se com-
de los judíos. Los norteamericanos podrían criticar a Alemania por portan como triunfos que se imponen sobre la justificación política
infringir de este modo el derecho a la libertad de expresión, que habitual- y explicamos que son tan importantes porque su viola-
consideran un derecho político muy importante, pero nadie pensa- ción ultrajaría uno de los principios que creemos que definen la
ría que esto proporciona una razón a Estados Unidos para invadir dignidad humana. ¿Qué puede haber más importante que esto? Si
Alemania o para imponerle sanciones comerciales. No obstante, pensamos que las leyes alemanas que limitan la libertad de expre-
cuando otros gobiernos violan lo que consideramos no sólo dere- sión violan la dignidad de los ciudadanos alemanes, ¿por qué no las
chos políticos sino derechos humanos (cuando encarcelan y tortu- consideramos como una violación de los derechos humanos? ¿Por
ran a la oposición o cuando sistemáticamente persiguen y asesinan qué no estamos entonces justificados para invadir Alemania a fin
a los miembros de una minoría racial o religiosa), al menos consi- de detener esta práctica?
deramos la posibilidad de imponer sanciones severas para intentar Creo que podemos explicar mejor la idea de los derechos hu-
detener esos crímenes. manos si, en lugar de intentar establecer los tipos de daño que los
Así pues, la distinción entre derechos políticos y derechos hu- gobiernos provocan cuando cometen errores bienintencionados en
manos es muy importante en la práctica, si bien los filósofos polí- la identificación de los derechos morales de la gente, procedemos a
ticos discrepan sobre el criterio en función del cual debería estable- distinguir los errores bienintencionados cometidos por los gobier-
cerse. Algunos de ellos recomiendan un criterio empírico en lugar nos que respetan en principio la dignidad humana, de aquellos ac-
de un criterio estimativo. Sugieren que califiquemos de derechos hu- tos que sólo revelan menosprecio o indiferencia hacia ésta. Debe-
manos sólo aquellos derechos políticos que son ampliamente reco- mos decir que el derecho humano fundamental es el derecho a ser
nocidos por las prácticas de las naciones de todas las grandes cul- tratado con una determinada actitud, una actitud que exprese el re-
turas políticas y religiosas. El atractivo de este enfoque está claro: conocimiento de que toda persona es un ser humano cuya dignidad
nos protege de las acusaciones según las cuales nuestra concepción importa. Un gobierno puede respetar este derecho humano aun
de los derechos humanos no es universal o se ha establecido a par- cuando algunas veces cometa errores a la hora de identificar qué
tir de una tradición cultural particular. Sin embargo, sus desventa- derechos políticos más concretos debe respetar, siempre que su
jas son igualmente evidentes. Con arreglo a ese criterio no podría- equivocación sea honesta o bienintencionada. Los dos principios
mos calificar como violaciones de derechos humanos ciertas que hemos identificado proporcionan un contenido mínimo a esta
injusticias patentes, tales como la discriminación masiva e incapa- popular idea. El derecho humano más básico de una persona, del
citante de las minorías o las mujeres, que son tradicionales en algu- cual se derivan todos los otros derechos humanos, es el derecho a
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ser tratado por aquellos que detentan el poder de una forma cohe- VIOLACIONES DE DERECHOS PRIMORDIALES

rente con el reconocimiento de que la vida de esa persona tiene una


importancia intrínseca y de que ésta es personalmente responsable Los países y las personas pueden discrepar ampliamente aun-
de hacer realidad el valor en su vida. Por supuesto, aceptar dichos que de buena fe acerca de cuál es la mejor interpretación de cada
principios significa comprender los límites de lo que podría pen- uno de los principios de la dignidad humana. Ésta es la razón que
sarse razonablemente que ellos toleran. Un país no se libraría de explica por qué los diferentes países reconocen derechos políticos
ser acusado de genocidio por el hecho de que sus dirigentes creye- ligeramente diferentes que se concretan en derechos constituciona-
sen que era algo bueno para las personas el ser brutalmente asesi- les y legales. La comprensión norteamericana del requisito de la
nadas a fin de poder profesar la fe verdadera en el paraíso. Nadie responsabilidad personal, tal como la enuncia el Tribunal Supre-
que entendiera lo que significa el principio según el cual las perso- mo, difiere de la comprensión europea, y más aún de la compren-
nas son responsables de sus vidas podría pensar que esa política lo sión en otras culturas más distantes. Alemania actúa de buena fe
respetó. cuando castiga a quienes niegan el Holocausto aunque, según la
Este enfoque de los derechos humanos ha sido hasta ahora ne- opinión de los estadounidenses que aceptan sus propias tradicio-
cesariamente muy abstracto por lo que, a continuación, debo ilus- nes, actúa incorrectamente. Los juristas estadounidenses creen que
trarlo con ejemplos concretos. La obligación básica de todo go- se equivoca acerca de los derechos políticos aunque no les parece-
bierno cual es el respeto por la dignidad humana opera de dos ría razonable negar que al menos ha actuado a partir de una inter-
formas que, desde un punto de vista práctico, es muy importante pretación inteligible de lo que significa respetar la importancia
distinguir. En primer lugar, esta obligación fundamental es la fuen- igual de las personas y su responsabilidad personal.
te de los que podríamos denominar derechos humanos primordia- Sin embargo, algunos actos de gobierno son tan claramente in-
les (baseline human rights): los derechos concretos, como el dere- compatibles con los principios de la dignidad humana que es impo-
cho a no ser torturado, que limitan el tipo de acciones que los sible pensar que alguna concepción inteligible de esos principios
gobiernos pueden realizar. Estos derechos prohíben actos que no pueda justificarlos. Debemos establecer una lista de derechos huma-
justificaría ninguna interpretación inteligible de la idea de que las nos esenciales que circunscriba las violaciones a actos de este tipo.
vidas de la gente tienen un igual valor intrínseco y la de que tienen Por supuesto, hay espacio para el desacuerdo sobre dónde trazar la
una responsabilidad personal sobre sus vidas. Éstos son los dere- línea; no hay ningún criterio mecánico. Esto explica por qué la gen-
chos concretos que los diversos tratados y convenios sobre dere- te discrepa del modo en que lo hace acerca, por ejemplo, de si los de-
chos humanos intentan identificar. rechos humanos incluyen derechos económicos. Pero también ex-
Sin embargo, en segundo lugar, la obligación fundamental de plica el alto grado de acuerdo que hemos alcanzado en la calificación
respetar la dignidad humana tiene una consecuencia ulterior bien de algunos actos como claras violaciones de los derechos humanos.
distinta de las precedentes. Prohíbe a cualquier gobierno tratar a Empecemos con el primer principio de la dignidad, el principio
una persona de un modo que contradiga la propia interpretación que declara la importancia intrínseca e igual de todas las vidas hu-
gubernamental de esos ideales -la comprensión encarnada en la manas, y empecemos con casos evidentes. El ejemplo más mani-
legislación y prácticas del gobierno-, puesto que esa contradic- fiesto de desprecio hacia este principio reside en los casos flagrantes
ción también negaría de modo igualmente rotundo el respeto a la de prejuicio y discriminación: en los casos en los que se presupone la
humanidad de sus víctimas. superioridad de una casta sobre otra, o de los creyentes respecto a
los infieles, o de los arios sobre los semitas, o de los blancos sobre
los negros. Aún resulta más espantosamente evidente en las tenta-
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56 La democracia posible

que niegan por principio el derecho de la libertad de expresión o


tivas de genocidio. En ocasiones el menosprecio es más personal. A
de ~rensa son ~obiernos que violan los derechos humanos por esa
veces los que detentan el poder humillan, violan o torturan a sus
razon. Esto m1smo ocurre también con los gobiernos que intimi-
víctimas sólo para demostrar el desprecio que sienten hacia ellas o,
d~n, matan .o .torturan a las personas porque odian o quieren cam-
lo que viene a ser lo mismo, sólo por diversión. Esto es lo que ocu-
blar sus op1n1ones políticas. La novela de Orwell, 1984, continúa
rrió con los prisioneros de los norteamericanos en Abu Ghraib.
?fr~c~endo la descripción clásica de un gobierno que usurpa a los
Ningún país que presuponga que algunas personas son inferiores o
1nd1v1duos la capacidad de decidir los valores que deberían definir
que perdone los actos de humillación y de tortura cometidos por
sus vidas imponiendo a todos ellos un único juicio ético colectivo.
diversión puede jamás defender que ha adoptado una concepción
Más de dos décadas después de la fecha en la que Orwell situó su
inteligible de la dignidad humana. pesadilla, algunos países reivindican tener la misma autoridad.
Consideremos ahora brevemente el segundo principio, el cual
También niegan los derechos humanos de sus miembros y ciuda-
insiste en que los individuos tienen una responsabilidad personal
danos.
en la determinación de los valores que definen el éxito en sus vidas.
Durante mucho tiempo se ha considerado que el derecho a no
Este principio sirve de apoyo a los derechos liberales tradicionales
ser torturado es el derecho humano paradigmático, el primero en
de la libertad de expresión, de conciencia, de actividad política y
cualquier lista. El dolor es algo horrible, pero la tortura no es sólo
de religión que aparecen incluidos en la mayoría de los documen-
una cuestión de dolor. A veces, se inflige como una grotesca mues-
tos sobre derechos humanos. Antes sostuve que las diferentes cul-
tra de poder y subyugación, y constituye una violación de los dere-
turas y naciones adoptan diferentes concepciones acerca de cómo
chos humanos por esta razón. N o obstante, la tortura también se
deben definirse y protegerse dichos derechos liberales. Las socie-
utiliza como una táctica en la defensa de la seguridad, y en este caso
dades también se distinguen respecto de lo que podríamos deno-
el argumento en su contra debe ser más complejo. Alberto Gonza-
minar el paternalismo superficial. La mayoría pensamos que la
les, ~ue ~ue fiscal general en la Administración Bush, expuso en las
educación obligatoria hasta el final de la adolescencia y la imposi-
aud1en~1as d~ su.confirmación que el interrogatorio coercitivo, que
ción de los cinturones de seguridad son dos formas permisibles de
puede 1nclu1r d1versos grados de tortura, constituye una herra-
paternalismo, porque la primera sin duda aumenta en lugar de dis-
mienta particularmente efectiva para descubrir información que
minuir la capacidad que una persona tiene de hacerse cargo de su
puede ser necesaria para salvar vidas norteamericanas. Esta afirma-
propia vida, y la segunda meramente ayuda a las personas a conse-
ción es controvertida: muchos expertos en interrogatorios creen
guir aquello que realmente desean, pese a la existencia de momen-
~ue la infor~ación obtenida mediante tortura casi siempre es inú-
tos de reconocida debilidad. Algunas sociedades son aún más pa-
ul. Ahora b1en, lo que debemos preguntarnos, no obstante, es si la
ternalistas, pero no violan los derechos humanos mientras el nivel
tortura violaría los derechos humanos incluso aunque Gonzales es-
de interferencia pueda razonablemente justificarse de este modo.
tuviera en lo cierto. La respuesta es que sí lo haría, porque precisa-
Podríamos decir que estas culturas políticas diferentes adoptan
mente la finalidad de la tortura no sólo es dañar, sino destruir la ca-
concepciones diferentes acerca del modo como debe protegerse la
pacidad que un ser humano tiene de decidir por sí mismo qué es lo
responsabilidad personal de los individuos.
que su lealtad y sus convicciones le permiten hacer. Ofrecer incen-
Pero una vez más, algunos actos de gobierno no expresan un
tivos como la reducción de condena a un criminal a cambio de in-
esfuerzo bienintencionado por definir y reforzar esa responsabi-
formación, aun cuando pueda ser discutible por otros motivos
deja ~tacta la facultad del convicto de sopesar los costes y conse'
lidad, sino más bien una completa negación de la responsabilidad
personal. Los gobiernos que prohíben la práctica de todas las reli-
cuenc1as de su decisión. La tortura ha sido pensada para eliminar
giones excepto la oficial, o que castigan la herejía, o la blasfemia, o
58 La democracia posible Terrorismo y derechos humanos 59

esa capacidad, para rebajar a su víctima a la condición de un animal sofos morales, que se distinguen por su sensibilidad hacia la digni-
que aúlla de dolor, para quien ya no es posible tomar decisiones (el dad, han adoptado esta tesis. A mí, en cambio, la tesis me resultara-
más grave insulto a su humanidad, el más profundo ultraje a sus de- dicalmente indefendible, pero no puedo decir que todo aquel que la
rechos humanos). acepta muestra su desprecio subyacente por la dignidad humana o
Consideremos ahora un ejemplo mucho más polémico. La por el valor intrínseco de la vida humana. No obstante, hay impor-
pena de muerte se aplica en la mayoría de los Estados de Nortea- tantes argumentos a favor del punto de vista contrario. Ningún ju-
mérica. Creo que la pena de muerte es moralmente incorrecta. rado, no importa lo justo y cuidadoso que sea, puede eliminar total-
También creo (aunque sé que la mayoría de constitucionalistas nor- mente la posibilidad de haber condenado a un inocente, y correr ese
teamericanos discrepan) que el Tribunal Supremo acertó en su dic- riesgo parece poco respetuoso con la vida humana. En la práctica
tamen original, que luego cambió. Según afirmó entonces, la pena norteamericana la pena de muerte se aplica desproporcionadamen-
de muerte es inconstitucional porque es un castigo cruel e inusual te a los acusados negros, con lo que resulta difícil no sospechar de la
y es por tanto una violación de la Octava Enmienda de la Constitu- influencia que el racismo tiene sobre esas decisiones. Con todo, tal
ción. Pero además de ser moral e inconstitucionalmente incorrec- y como afirmé, la acusación de que la pena de muerte viola los de-
ta, la pena de muerte ¿no es también una violación de los derechos rechos humanos no parece fundada si atendemos a la cuestión de
humanos? Mucha gente así lo cree; la pena de muerte está proscri- los derechos primordiales. Podemos comprender la opinión de
ta en muchas constituciones y la legislación de la Unión Europea quienes piensan lo contrario, pero estas mismas personas conven-
prohíbe la extradición de cualquier acusado a un país donde pue- drían sin duda en que sería ridículo que otros países invadieran Te-
da ser ejecutado. xas o Florida para detener esa práctica, aun en el caso de que reu-
Ahora bien, a la luz del criterio de los derechos primordiales, la nieran el poder suficiente como para tener éxito en su empresa.
acusación de que la pena de muerte viola los derechos humanos es Ahora podemos por fin reanudar la cuestión que nos concierne
como mínimo infundada: existen dos conjuntos de creencias que de manera inmediata. ¿Violan las políticas adoptadas por Estados
aparentemente podrían reconciliar la dignidad humana con la Unidos para combatir la amenaza terrorista los derechos humanos
muerte como castigo. El primero sostiene que esta práctica consti- primordiales, los derechos que todo país debe respetar con inde-
tuye una significativa fuerza disuasiva ante el asesinato. Si así fuera, pendencia de cuáles sean sus prácticas y tradiciones? Es obvio que
pudiera elaborarse una defensa adecuada de la práctica consideran- la tortura viola los derechos primordiales, al margen de lo que pue-
do que la pena mata al culpable para salvar al inocente y, por consi- dan alegar los abogados de la Administración Bush. La mayoría de
guiente, no niega la importancia intrínseca igual de todas las vidas los norteamericanos coincidirían con ese juicio; además, la Admi-
humanas. Alguien podría objetar que no existen pruebas convin- nistración niega oficialmente que torture a sus prisioneros. Así
centes de que la pena de muerte tenga un claro efecto disuasorio. pues, debemos concentrarnos en las políticas de detención que la
Estoy de acuerdo. Pero de esto no se sigue que todo aquel que afir- Administración reconoce seguir y que defienden una gran mayoría
ma que la pena de muerte frena el asesinato sea deshonesto. El se- de norteamericanos. Encarcelamos indefinidamente a cientos de
gundo conjunto de creencias sostiene que la pena de muerte está personas sin cargos ni juicio sólo apoyándonos en que el ejecutivo
justificada, incluso aunque no tenga efecto disuasivo, porque la co- los ha declarado enemigos peligrosos, una declaración que no está
munidad tiene derecho a castigar el asesinato y mantiene que la eje- sujeta a la revisión ordinaria por parte de los tribunales. ¿Viola esta
cución de un asesino proporciona lo que a menudo se denomina, en política los derechos humanos primordiales de esos prisioneros?
una expresión desafortunada, un «resarcimiento» a los familiares de Trataré de construir un argumento que exprese la opinión de
la víctima y a la sociedad en su conjunto. Algunos destacados filó- los norteamericanos que creen que no es así. Nuestra política de de-
Terrorismo y derechos humanos 61
60 La democracia posible

tendones se basa en determinados supuestos fácticos acerca de los Muchos norteamericanos consideran que éste es un argumento
cuales los norteamericanos citados creen que, de ser ciertos, justifi- plausible. Concluyen que las prácticas de detención del gobierno
carían esa política, y además piensan que esas suposiciones no son no violan los derechos humanos primordiales que toda nación tie-
tan cl~aramente falsas que ninguna persona razonable pueda acep- ne el imperativo moral de respetar. Comparten la tesis del gobier-
tarlas. Estados Unidos se enfrenta a una permanente amenaza de no según la cual la única cuestión pertinente es si las políticas de
una masacre terrorista, y nuestro gobierno piensa que esa amenaza detención violan los compromisos legales que adquirimos al suscri-
aumentaría si liberase a las personas que mantiene detenidas, o birla Convención de Ginebra u otros tratados. También aceptan la
cree que éstas tienen información que podría ser útil para reducir respuesta del gobierno que niega que dichas políticas violen esos
esa amenaza, o ambas cosas. Esto puede no ser cierto respecto de compromisos. Y a dije que yo no estoy de acuerdo con este último
algunos de los detenidos. Pueden ser inocentes y no suponer nin- juicio: creo que la política de detención de la Administración Bush
guna amenaza. Pero es demasiado arriesgado dejar que los jueces viola sus obligaciones en lo tocante al derecho internacional. Pero
dictaminen sobre ello mediante juicios criminales ordinarios, dado ¿qué podemos decir r~specto de la cuestión moral más profunda?
que sabemos que tales juicios permiten a veces que gente peligrosa ¿Debemos aceptar el argumento que he construido? ¿Violan nues-
quede en libertad. tras prácticas de detención los derechos humanos primordiales que
El argumento reconoce que es cierto que Estados Unidos debe toda nación debe respetar, independientemente de su historia?
mostrar respeto por la dignidad humana -de los· detenidos. Pero los No podemos decir que una nación muestra desprecio por el va-
militares disponen de un procedimiento para revisar el estatus de lor de las vidas de los acusados de delitos comunes si no les ofrece
los detenidos en Guantánamo: se llevan a cabo audiencias en las que un juicio con tantas garantías como el que nosotros ofrecemos a
los oficiales del ejército deciden caso por caso si el detenido es efec- nuestros acusados comunes. Muchas naciones tienen procedimien-
tivamente un combatiente enemigo y, de serlo, si dicho detenido tos penales distintos de los nuestros. Algunos de éstos no protegen
continúa constituyendo un peligro para Estados Unidos. De hecho, a los inocentes de un modo tan efectivo como lo hacen nuestros
unos cuantos detenidos han sido liberados tras esas audiencias, las procedimientos ordinarios, pero no podemos decir por ello que sus
cuales aparentemente han dictaminado en su favor. Es cierto que prácticas violan derechos humanos primordiales. Sin embargo, las
estas audiencias no proporcionan nada similar a las garantías y pro- audiencias celebradas en Guantánamo ofrecen muchas menos ga-
tecciones que exigimos para nuestros conciudadanos en los juicios rantías que los procedimientos menos estrictos de que disponen
penales ordinarios que se celebran en nuestro país. A los detenidos naciones cuyos sistemas de justicia penal respetamos, y también
no se les permite escoger a sus propios abogados. Tampoco se les menos garantías que los procedimientos penales exigidos por mu-
informa de las pruebas que existen en su contra, por lo que no se les chas convenciones internacionales de derechos humanos. A princi-
concede la oportunidad de refutarlas. Las decisiones de esos tribu- pios de 2006, cinco inspectores de la Comisión de Derechos Hu-
nales no son revisadas por los jueces o por alguien ajeno al poder manos de Naciones Unidas defendieron el cierre del campo de
ejecutivo del gobierno: de hecho, los militares actúan como fiscal, Guantánamo a causa de las violaciones de los derechos humanos
juez y jurado. No obstante, según este argumento, tales disposicio- que en él se cometían. El primer ministro del Reino Unido, Tony
nes mínimas satisfacen los derechos humanos primordiales, porque Blair, el principal aliado de Estados Unidos en Irak, calificó el cam-
un país que no reconociera que los prisioneros a los que considera po como una «anomalía»; lord Goldsmith, el fiscal general británi-
como amenazas para su seguridad son seres humanos, y cuya dig- co, afirmó que la manera correcta de hacer frente al terrorismo «es
nidad tiene la responsabilidad de proteger, no les proporcionaría ni un juicio justo» y que los tribunales militares que la Administración
siquiera ese tipo de audiencias. había propuesto no proporcionarían «un juicio justo según los
62 La democracia posible Terrorismo y derechos humanos 63

estándares que aceptaríamos». Así pues, el argumento de que los dignidad, es mucho más exigente para Estados Unidos que el pri-
procedimientos de detención de Estados Unidos muestran un res- mero. El segundo criterio prohíbe al gobierno actuar de modos
peto suficiente por la dignidad humana que baste para satisfacer que no podría justificar con arreglo a la concepción de dignidad que
los derechos humanos primordiales parece como mínimo débil y la nación ha adoptado. Las prácticas de la justicia penal ordinaria
no concluyente. En cualquier caso, éste no es el único desafío que de Estados Unidos establecen lo que creemos colectivamente que
los derechos humanos plantean a esos procedimientos. requiere el respeto de la dignidad humana para las personas acusa-
das de haber cometido algún crimen; por consiguiente, cuando ne-
gamos ese respeto a los sospechosos de terrorismo, violamos su hu-
VIOLACIONES MALINTENCIONADAS manidad. Ciertamente sería muy útil -e incluso es posible que
hiciera aumentar en gran medida nuestra seguridad colectiva-,
Y a afirmé que el más básico de los derechos humanos es el de- que la policía pudiera encarcelar, como cosa corriente y habitual, a
recho a ser tratado por parte del gobierno con una determinada ac- simples ciudadanos de los que pensase que amenazan la seguridad
titud, cual es el respeto debido a todo ser humano. Hemos estado de otras personas sin tener que asumir los costes, la demora y lapo-
considerando los derechos humanos primordiales: aquellos dere- sible incomodidad que acarrea el hecho de someterlos a un juicio
chos más concretos que toda nación debe respetar independiente- previo. También sería algo muy provechoso en el combate contra
mente de su cultura o tradición. Pero no siempre el respeto de esos la droga que se pudiese encarcelar a alguien que no es sospechoso
derechos primordiales basta para satisfacer el derecho humano de haber cometido delito tan sólo porque creemos que dispone de
fundamental; este derecho exige algo más a algunas naciones en cierta información relacionada con el tráfico de drogas que espera-
particular, puesto que las prácticas de esas naciones pueden mos- mos obligarle a compartir con nosotros. Rechazamos conceder a la
trar que consideran ultrajantes algunos tipos de trato, aun cuando policía tales poderes, por muy útiles que pudieran ser, porque cre-
otros países no lo entiendan así. En ese caso dichas naciones no res- emos que las personas tienen derecho a no sufrir injustamente da-
petarían a aquellas personas a las que dispensasen esos tipos de tra- ños tan graves, aun cuando ello nos proporcionase mayor seguri-
to. Imaginemos que una comunidad ha establecido y protege una dad y contribuyese a salvar a nuestra comunidad de peligros tan
versión de libertad de expresión particularmente vigorosa. Si esa serios como el que comporta el azote de las drogas.
doctrina representa la opinión reflexionada de la comunidad acer- Renunciamos a aumentar de ese modo nuestra seguridad por-
ca de lo que exige la dignidad humana, entonces no puede defen- que pensamos que encerrar a una persona privándola de su libertad
der que la negación de una igual libertad a algún colectivo dentro es una violación de su condición de ser alguien cuya vida tiene un
del país -o también en el exterior- es un intento bienintenciona- valor intrínseco y un atentado contra la responsabilidad que tiene
do de respetar sus derechos humanos. Si la práctica de una nación de dirigir su propia vida. El encarcelamiento es una forma extre-
exhibe respeto por un principio fundamental que exige unas ga- ma de esclavitud. N o podríamos justificar la imposición de esa te-
rantías para evitar la encarcelación de posibles inocentes más gene- rrible esclavitud a una persona a fin de aumentar la seguridad de
rosas que las que otros países conceden a sus ciudadanos, debe otras, a menos que considerásemos que la vida de aquella persona es
aplicar esta convicción a cualquiera que caiga en su poder. Si no lo irrelevante comparada con las de las demás. De manera que la polí-
hace, entonces deja de tratar como seres plenamente humanos a tica de encarcelar sin cargos ni juicio, o de encarcelar a personas que
aquellos con quienes hace excepciones. son inocentes pero que la policía considera peligrosas, violaría las
Así pues, el segundo requisito que impone la idea de los dere- exigencias que a nuestro parecer impone el respeto de la dignidad
chos humanos, el requisito de la consistencia en el respeto de la humana.
64 La democracia posible Terrorismo y derechos humanos 65

Por supuesto, a veces infligimos tal esclavitud -e incluso la nes relativamente benignas que estipula la Convención de Gine-
muerte- a aquellos a quienes imputamos algún crimen, y lo hace- bra, las cuales incluyen un alojamiento similar al que tienen los
mos únicamente para que el resto de nosotros estemos más segu- guardianes y la prohibición de cualquier tipo de interrogatorio
ros. Actuamos así siempre que tras un juicio justo condenamos a al- coercitivo. Sostenemos que los reos detenidos por ser sospechosos
guien y le aplicamos esas penas. No obstante, nuestra actuación es de terrorismo que permanecen en Guantánamo y en otros lugares
consistente con nuestra concepción de la dignidad humana puesto no tienen derecho a disfrutar de tales condiciones, y que podemos
que, si el juicio ha sido realmente justo, podemos pensar razona- retenerlos hasta que el terrorismo deje de ser una amenaza para
blemente que no hemos juzgado que la vida del convicto es menos Estados Unidos (lo que podría significar perfectamente retenerlos
importante que la de los demás. No le hemos escogido para dañar- por el resto de sus vidas) argumentando que han actuado de for-
le en beneficio nuestro; ha sido él mismo quien eligió ese papel ma ilegal. Les tratamos como criminales, pero les denegamos los
cuando tomó la decisión deliberada de dañar a los demás en su derechos que tienen los criminales, incluido el derecho más básico
provecho. Esta justificación del trato que dispensamos a los conde- a conocer los cargos que se les imputan y a ser juzgados por ellos.
nados depende de la equidad y adecuación de los procedimientos Una vez más hay que decir que esto no puede justificarse si asumí-
que usamos para juzgar si el criminal realmente se ha seleccionado mos que nuestro derecho penal ordinario establece los derechos
a sí mismo de ese modo. Por eso ponemos tanto empeño en garan- esenciales que creemos que debe tener un acusado, puesto que en ese
tizar que nuestros procesos sean tan justos como sea razonable- caso no podemos afirmar que actuamos honestamente cuando de-
mente posible; ésta es la verdadera explicación de nuestra antigua claramos que el trato que dispensamos a los sospechosos de terro-
convicción de que es mucho mejor liberar al culpable aunque sea rismo satisface las exigencias de sus derechos esenciales. En lugar de
peligroso que condenar al inocente. Ciertamente podríamos haber eso, mostramos que no les consideramos como totalmente humanos.
desarrollado procedimientos penales inspirados en criterios de
equidad diferentes y menos exigentes. Podríamos haber decidido
que, en los casos de asesinato, un proceso lo suficientemente justo SEGURIDAD Y HONOR
podría conceder a la policía autorización para juzgar a los deteni-
dos sin que éstos tuvieran la oportunidad de conocer o confrontar He construido un argumento cuya conclusión es que la política
las evidencias en su contra, ni existiera la posibilidad de una revi- norteamericana de recluir indefinidamente a los sospechosos de te-
sión judicial de la condena. Ahora mismo viviríamos quizá más se- rrorismo viola los derechos humanos. El argumento parte de una
guros de haber formado y seguido esa convicción. Pero nunca pen- concepción de los derechos humanos que se basa en los dos prin-
samos de ese modo. Al contrario, hemos llegado a la conclusión, cipios básicos de la dignidad humana. Dicha concepción exige, en
como país, de que un proceso de ese tipo no sería lo bastante im- primer lugar, que los gobiernos, cualesquiera que sean sus prác-
parcial como para justificar el grave daño y la ofensa que supone el ticas y tradiciones, actúen en consonancia con una interpretación
encarcelamiento. bienintencionada de la igual importancia intrínseca de las vidas de
También detenemos a personas sin juicio en unas circunstan- las personas y de la responsabilidad personal que tienen sobre sus
cias muy distintas: cuando estamos en una guerra y capturamos a propias vidas. En segundo lugar, exige también que las naciones
soldados enemigos que no han cometido ningún crimen al luchar que hayan desarrollado su propia interpretación particular de lo que
contra nosotros. En esas circunstancias, nuestra conducta está go- estos estándares exigen, no denieguen a nadie el beneficio de esa
bernada por leyes internacionales que nos permiten retener a esos interpretación. La última exigencia es especialmente fuerte en el
soldados hasta el fin de las hostilidades, pero sólo en las condicio- caso de Estados Unidos y significa que, para nosotros, nuestra po-
66 La democracia posible Terrorismo y derechos humanos 67

lítica de detención indefinida sin juicio viola los derechos humanos sorientados en cada una de ellas, rechazan el relativismo con idén-
de aquellos a quienes recluimos. / tica convicción.
Este razonamiento contradice lo que cree un buen numero de Por consiguiente, daré por supuesto que los millones de norte-
norteamericanos, razón por la cual debemos considerar ahora de qué americanos que rechazarían mi argumento no rechazarían la teoría
modo podrían atacarlo. ¿Qué podrían argüir en defe~sa ~e una de los derechos humanos en la que aquél se basa. ¿Qué otros argu-
conclusión opuesta? En primer lugar, y como estrateg1a mas fun- mentos podrían construir? Podrían objetar mi afirmación según la
damental, podrían rechazar la teoría de los derechos humanos que cual del hecho de que los norteamericanos exijan el respeto de cier-
aparece entre las premisas de mi argumento. Ciertam/ente algunos tos procedimientos en su derecho penal podemos deducir que creen
países y algunos movimientos rechazarían esta te~na ~orque se que dichos procedimientos son indispensables para proteger la dig-
basa en principios de la dignidad humana que estan leJoS de .ser nidad humana. N o cabe duda de que ciertos aspectos de nuestros
universalmente compartidos. Ahora bien, consideremos lo que 1m- procedimientos penales no permiten justificar de manera convin-
plica rechazar dichos principios. Los ser~ios ?/e
Bosnia negaron cente la deducción anterior. Durante algún tiempo el Tribunal Su-
que sus programas genocidas fueran una v1olac1on de los derechos premo defendió que las pruebas incriminatorias que la policía
humanos argumentando que los musulmanes no eran realmente se- hubiera obtenido de forma ilegal no podían utilizarse contra un
res humanos· los hutus declararon algo muy parecido sobre los tut- acusado en su juicio, con independencia de la evidencia que aporta-
sis que morí~n víctimas de sus machetes. Si estamos dispuestos a ran sobre su culpabilidad. En la justificación de esta norma, ya re-
aceptar plenamente la idea de los derechos humanos, debemos adop- vocada, se argüía que era un mecanismo disuasivo que contribuía a
tar una determinación acerca de a quién consideramos como ser frenar las irregularidades policiales; nadie supuso que aportar prue-
humano y sobre qué significa tratar a alguien con respeto hacia su bas auténticas de la culpabilidad criminal de un acusado implicase
dignidad humana. No podemos ser ecuménicos a la baja; debemos negar la igual importancia de su vida, ni siquiera aunque la policía
dar contenido a esas expresiones, y debemos basarnos en nuestras hubiera obtenido esas pruebas de una forma ilegítima.
propias creencias al hacerlo. ./ Sin embargo, las normas que prohíben el encarcelamiento sin
Algunos podrían objetar que insistir en la concepc1o~ de la juicio y exigen que se permita a los acusados conocer los cargos
dignidad que he definido nos obliga a asumir que es pos1b~e al- y pruebas en su contra, pertenecen claramente a una categoría dis-
canzar una verdad objetiva en los reinos de la ética y la morahdad. tinta. N o satisfacen un propósito secundario e instrumental; están
Estoy de acuerdo. Pero debemos hacer esta suposi~ión por~ue la diseñadas para impedir que se cometa lo que creemos que sería una
tesis escéptica opuesta es filosóficamente indefend1ble. He lnten- grave injusticia. Pagamos un precio considerable en términos de
tado explicar por qué en otro escrito,5 y doy por supuesto a~emás seguridad cuando renunciamos a la detención preventiva de quie-
que el rechazo a este escepticismo forma parte de la base comu_n que nes tenemos razones para pensar que es probable que cometan crí-
compartimos. Los conservadores cargan a veces contra los hbera- menes violentos en el futuro, y cuando otorgamos a quienes creemos
les acusándoles de escepticismo moral; justo después de su elec- que han cometido tales crímenes la oportunidad de defenderse con
ción, el papa Benedicto XVI afirmó que los liberales suscriben/ :1 la ayuda de abogados competentes y de ser juzgados por funciona-
rios que no han prejuzgado su culpabilidad. Carece de sentido su-
relativismo moral. No es cierto: las dos supuestas culturas pohtl-
cas norteamericanas, excepto un pequeño número de filósofos de- poner que pagamos este precio por alguna otra razón que no sea la
de impedir que se cometa una grave injusticia.
5. Véase mi libro Justice for Hedgehogs (Harvard University Press, en Quienes defienden al gobierno podrían plantear una argumen-
prensa). tación ligeramente diferente y sostener que la nacionalidad marca
Terrorismo y derechos humanos 69
68 La democracia posible

la diferencia. Podrían afirmar que las normas ordinarias de nuestro ciudadanos. Esto es más cierto aún cuando se trata de perjuicios
procedimiento penal únicamente reflejan lo que cr~emos deber a graves. En el ámbito de los derechos humanos no hay lugar para los
nuestros propios conciudadanos, por lo que podnamos ~uponer pasaportes.
honestamente que el respeto de la dignidad de los extranJeros no Finalmente, quienes desean defender a la Administración Bush
exige imponer unas limitaciones tan severas sob.re nuestro poder pueden conceder que sus políticas de detención violan los dere-
policial y militar. El juez Robert Jackson, un maglstrad~ ~uy nota- chos humanos de nuestros prisioneros pero pueden insistir, sin em-
ble del Tribunal Supremo y uno de los fiscales que partlclparon en bargo, en que debemos «contrapesar» los derechos humanos de los
los juicios de los nazis que se celebraron en Núremberg tras la Se- otros con nuestro propio derecho a la seguridad frente al terror, de
gunda Guerra Mundial, dijo una vez que sería absur~o pensar que modo que podemos apropiadamente ignorar los derechos de los
la Constitución norteamericana otorgaba a los enem1gos de la na- extranjeros cuando el peligro que éstos suponen es suficientemen-
ción los mismos derechos que a los norteamericanos. Ahora bien, te grande. Desde luego, se dice a menudo que ningún derecho pue-
la idea de derechos humanos perdería todo su significado si una de ser absoluto, que hay siempre circunstancias en las que un go-
nación no debiera nada a los extranjeros. Necesitamos una teoría bierno puede justificadamente limitarlos o ignorarlos. Las grandes
de la ciudadanía que establezca y justifique una distinción entre. lo declaraciones de derechos humanos, incluyendo la Convención
que una nación puede hacer o dejar de hacer por sus prop1os Europea sobre Derechos Humanos, reconocen este hecho cuando
miembros -o a sus propios miembros- y lo que debe hacer por lastran muchos de los derechos que enumeran con importantes res-
cualquiera 0 no debe hacerle a nadie. N o puedo construir esta teo- tricciones. La Convención Europea sobre Derechos Humanos, por
ejemplo, identifica la libertad de expresión como un derecho hu-
ría ahora, pero sí describir sus rudimentos. .
Es obvio que los ciudadanos deben tener privilegios exclus1vos mano básico, pero a continuación añade que los gobiernos tienen
de participación en el gobierno: votar y ser elegidos. De o~ro modo autorización para recortar este derecho cuando ello sea necesario
no tendría sentido la distinción entre ciudadanos y extranJeros. Los para proteger el orden o la moral públicos. Estas restricciones fue-
ciudadanos también pueden tener derechos especiales a los benefi- ron el resultado de componendas políticas que sirvieron para alen-
dos de la residencia: por ejemplo, el derecho a entrar en el país tar a los países titubeantes a la hora de suscribir la convención.
cuando se vuelve del extranjero, algo que los extranjeros, a los que Pero parecen sugerir que los derechos humanos no son absolutos
'
se les puede rechazar un visado, no tienen. Un go.~ierno ~iene ~es­ y por tanto ponen en entredicho mi tesis de que los derechos hu-
ponsabilidades especiales en lo tocante a la a~e?c1on y as1stenc1a a manos son poderosos triunfos que prevalecen sobre los, por otro
los ciudadanos y demás residentes, responsab1hdades que explora- lado, legítimos objetivos de los gobiernos.
ré en el capítulo 4. La política económica de una nación puede ser No obstante, la afirmación de que los derechos humanos no
diseñada principalmente para favorecer a quienes residen .e~ ella, Y son absolutos entraña una importante ambigüedad. A veces dicha
puede suministrarles recursos de bienestar y otros beneflc1os que afirmación significa que la descripción de un derecho en algún do-
no distribuye a gente que vive en otros países. En todos estos te- cumento o en alguna expresión común es tan sólo una abstracción
mas, un país puede -y hasta cierto punto debe- discriminar a fa- que debe clarificarse antes de saber qué significa exactamente en
vor de sus ciudadanos y, por tanto, en contra de los que no lo son. circunstancias concretas. Decimos que la libertad de expresión es
Pero la provocación deliberada de un perjuicio es un hecho dife- un derecho humano, pero nadie piensa que se violan los derechos
rente, y un gobierno no tiene ningún derecho o autoridad pa_ra per- humanos de cualquier persona cuando se imponen constricciones
judicar deliberadamente a los extranjeros por razones o en clfcu~s­ razonables relativas al momento y al lugar para realizar manifesta-
tancias en las que no estaría permitido perjudicar a sus prop1os ciones y desfiles. Decimos que la libertad de expresión es un dere-
7O La democracia posible Terrorismo y derechos humanos 71

cho, pero nos debemos una descripción más precisa del contenido i~te~nas demu~stran que somos valientes: elevamos el riesgo esta-
de este derecho; podríamos establecer, por ejemplo, que es el dere- d:~tlco de su~nr u~ c:imen violento cuando prohibimos la deten _
cho a no ser censurado en la expresión de ideas políticas conside- c1on prevent1va e 1ns1stimos en que las personas que hayan sido
rando que tales ideas son erróneas o peligrosas, lo que explicaría por acusadas d~ cometer un crimen tengan un juicio justo. Debemos
qué son aceptables las restricciones relativas al momento adecuado demostrar 1g~al :alentía cuando el peligro viene de fuera, puesto
para celebrar un desfile. Es decir, en cuanto disponemos de una des- que nuestra d1gn1dad está en juego del mismó modo.
cripción cuidadosa del contenido exacto de un determinado dere- Y ahora consideremos los aspectos cruciales del ejemplo típico
cho humano, dejamos de tener dificultades para afirmar que ese de- de la bomba ~uclear escondida en Manhattan. El peligro es a la vez
recho es absoluto, o para afirmar que no admite violación alguna. horren?o y c1erto; sabemos que nuestra víctima es responsable de
Sin embargo, otras veces la afirmación de que ni siquiera los de- ese ~ehgro y suponemos que si le torturamos y conseguimos que
rechos humanos son absolutos significa algo más drástico y más conflese, podremos eliminar la amenaza. Nada de esto es cierto res-
pertinente: que ante una emergencia lo suficientemente seria, un pecto de nuestra política de encarcelar sin acusación ni juicio en
gobierno está justificado para violar incluso los derechos humanos Guantánamo y en otras de nuestras bases en el mundo. Es verdad
más básicos y fundamentales aunque hayan sido establecidos con q~e corre~os el riesgo de padecer otro ataque devastador. Pero
una formulación precisa. Existe un caso típico cuya repetición pue- aun no .ex1sten razones para pensar que este peligro se acerca de
de haber atenuado su fuerza. Supongamos que hemos capturado a modo clerto o que nuestras violaciones de los derechos humanos
un terrorista del que sabemos que ha colocado una bomba nuclear e.stán bien calcula?as pa~a .eliminar o al menos reducir significa_
que explotará dentro de dos horas en algún lugar de Manhattan. tlvamen~e este pehgro. H1c1mos prisioneros indiscriminadamente.
Sería absurdo, dice la gente, no torturarle si pensáramos que la tor- N os :qu1vocamos al excedernos en las detenciones; cualquiera que
tura le forzaría a decirnos dónde está la bomba a tiempo para de- pensabamos que podría ser peligroso, o disponer de información
sactivarla. Supongamos ahora, sólo en aras de la discusión, que es ~til: ~ue dete~ido. Ya hemos liberado, bajo presión diplomática y
moralmente admisible violar los derechos humanos en una emer- jud1c1al, a vanos de los que retuvimos en Guantánamo durante mu-
gencia tan seria como ésta. Entonces nuestra cuestión se convierte chos meses. En todos los casos, afirmamos estar convencidos de
en la siguiente: ¿cuán seria debe ser la emergencia? q~e ~a no es necesario retener a los prisioneros. Por supuesto, el
Recuérdense nuestras premisas. En el capítulo 1 dije que nos p~bhco desco?oce la información que los interrogatorios hayan po-
dañábamos a nosotros mismos, y no sólo a nuestras víctimas, cuan- dldo proporc1onar hasta la fecha. Pero las críticas hacia nuestras
do ignoramos su humanidad, porque al menospreciar su valor políti~as de ~etención, tanto dentro del país como en el extranjero,
intrínseco menospreciamos también el nuestro. Ponemos en peli- han s1do tan lntensas, que sospecho que el gobierno se hubiera ex_
gro nuestra dignidad y nuestro autorrespeto. Así pues, debemos si- presado con más precisión acerca del valor de esa información si
tuar el umbral de la emergencia muy arriba. Debemos tener cuida- hubiera podido hacerlo.
do de no definir «emergencia» simplemente como «gran peligro», Corremos un gran peligro de caer en la trampa contra la que
y no debemos suponer que cualquier acto que mejore nuestra se- acabo d~ advertir, es .decir, la trampa de pensar que cualquier cosa
guridad, aunque lo haga en muy pequeña medida, queda por esta que m~Jo~e !~ segundad de Estados Unidos, aunque sea de un
razón automáticamente justificado. Debemos adquirir una virtud modo 1ns~gn1f1cante o hipotético, constituye una política juiciosa.
muy diferente, como es la anticuada virtud de la valentía. Sacrificar Esto conv1erte a 1~ ~rudencia aterrorizada en la única virtud que re-
el autorrespeto frente al peligro es una forma particularmente ver- co~ocemos y sacnflca la valentía y la dignidad por el prejuicio mez-
gonzosa de cobardía. Nuestro derecho penal y nuestras prácticas qulno Y cobarde de que nuestra propia seguridad es lo único que
72 La democracia posible

importa. N o cometemos ese mismo error en nu~stras vidas n~ en Capítulo 3


nuestras leyes internas, y no está claro que el pehgro que prov1en.e
del terrorismo sea mayor que el que suponen las drogas, los asesl- RELIGIÓN Y DIGNIDAD
nos en serie y otros crímenes. Pero hoy en día es realmente m~yor
la amenaza a nuestra dignidad, y debemos mantenernos un1dos
para vencer este mayor peligro. La met~fora del equili~rio entre
derechos y seguridad es, como ya he d1cho, muy enganosa. Una
metáfora diferente sería mucho más apropiada: debemos encontrar
un equilibrio entre nuestra seguridad y nuestro honor. ¿Estamos POLÍTICA Y RELIGIÓN
hoy tan asustados como para que el honor ya no signifique nada?
La religiosidad norteamericana no es un fenómeno nuevo; Esta-
dos Unidos ha sido un país religioso desde sus inicios. Un número
mucho mayor de norteamericanos que de europeos cree en la exis-
tencia de una vida después de la muerte, en la Inmaculada Concep-
ción y en el relato bíblico de la creación, tanto del universo como de
los seres humanos. Por supuesto, los países islámicos también son
muy religiosos y la guerra que hemos declarado contra el terror se
asemeja a menudo a una anacrónica guerra de religiones; de hecho,
Bush se refirió una vez a ella con el término «cruzada». Los historia-
dores debaten sobre las causas de que la religión haya llegado a ser
aquí tan importante; muchos creen que la religión ha prosperado,
paradójicamente, porque Estados Unidos, a diferencia de lo que
ocurre en muchas otras democracias, carece de religión oficial o es-
tablecida. Una Iglesia de Estado absorbe las sectas marginales y tien-
de más hacia el ecumenismo que hacia el fundamentalismo; en au-
senda de una Iglesia oficial, florecen las sectas fundamentalistas, y
son estas sectas las que probablemente tengan programas políticos.
Lo que ha cambiado ahora -y ha atemorizado a muchas per-
sonas no sólo en N orteamérica sino en todo el mundo- es la mili-
tanda política, la agresividad y el aparente éxito del fundamen-
talismo religioso. La religión desempeñó en el pasado un papel ~
deplorable en la política norteamericana, pero tras la elección de
John Kennedy en 1960 -ningún católico había sido elegido presi-
dente antes que él-, el uso partidista de la religión pareció tabú.
Sin embargo, la inhibición empezó a evaporarse durante el manda-
to de Reagan, y hoy parece haber desaparecido. Los ministros de la
Iglesia católica y evangélica pidieron abiertamente la derrota de

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