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Sabemos que esta modalidad tiene su antecedente más destacado en el Decamerón, aunque
también hay otros como el Heptamerón de Margarita de Navarra, los Canterbury Tales de
Chaucer, las Novelas ejemplares de Cervantes y, dentro de la tradición oriental, Las mil y una
exemplum medieval.
El exemplum era una narración mínima inspirada en las fábulas y en las parábolas bíblicas.
y ahistórico. Su espacio tampoco era localizable y a menudo era lejano, exótico. A sus personajes
les faltaba profundidad psicológica: eran arquetipos emblemáticos que por eso mismo pretendían
poseer un valor universal. La historia que se relataba en estos exempla solía ser un fragmento de la
para la colectividad. La finalidad de la narración era edificante. Desde el punto de vista estilístico,
era un relato conciso e impactante, que buscaba el efecto fulminante. El autor nunca aparecía; se
trataba de una composición voluntariamente anónima. Se puede decir que el exemplum, al querer
que actúa como referente último, era un arma del inmovilismo, del conservadurismo.
La novelle tiene su origen en esta modalidad narrativa y es, al mismo tiempo, una
solamente estilísticos o formales, sino también de contenido. Vamos a ir viendo este proceso
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negador en nuestra novelle concreta.
aparición súbita de una novedad, de un hecho insólito. El hecho insólito no lo es tanto para el
lector como para los personajes del relato. Todo lo que leían los lectores de exempla era novedoso,
porque contaban hechos de personajes magníficos, como Salomón o Saladino. Lo que leemos en
la novelle es resultado de la aparición de algo insólito en la vida de alguien que antes tenía una
existencia corriente, mediocre incluso y que, por la irrupción de esa novedad, se altera
completamente, se tuerce, se descarría: se torna también interesante, digna de ser relatada. )Qué
es, entonces, lo que va a ser relatado porque es interesante, susceptible de ser convertido en un
texto? Es el golpe del destino y la consiguiente transformación que obra o puede obrar en la vida
"puesto fuera" (=expósito) de las relaciones familiares y sociales, uno que "solo es hijo de Dios".
Este elemento es el que introduce el caos en el sosiego de la familia burguesa que lo acoge. Más
adelante analizaremos mejor este personaje. De momento interesa resaltar lo siguiente: que la
irrupción del caos, del desorden, es posible en cualquier momento y en cualquier vida, en la vida
de un cualquiera.
paradigmático, nos sirva como ejemplo; ya no se trata de presentar un mito por su carácter
edificante, esto es, para que edifiquemos sobre el relato nuestra vida. Ya no encontramos la
preocupación acerca de la distancia entre el mito y lo corriente. Ahora lo relatable, lo digno de ser
contado, es la transformación de un orden que correspondía ―siempre como algo pasado, puesto
que la aparición del desorden se sitúa al comienzo de la novelle― a nuestra propia vida y que se
ha visto aniquilado por lo extraño. En nuestra obra se trata del orden burgués, un orden que ya se
tiene, que no hay que ir a buscar a ningún pasado legendario ni a ningún lugar exótico, que es
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secular, cercano, casi casero se podría decir. Encontramos la autocomplacencia burguesa, que se
cree que ya ha conquistado su mundo, su reino celestial, aquí, en el mundo de la ciudad y del trato
entre los hombres. Pues bien, este orden es inseguro. El legendario de los exempla era
inexpugnable porque era etéreo; este es frágil porque es solamente humano, demasiado...
humano.
He ahí uno de los vuelcos que podemos descubrir en el paso de los exempla a la novelle.
Pero debemos señalar más. Antes hemos dicho que en los exempla se presenta un último e
inapelable mundo de valores que actúa como foco axiológico donante de sentido: tanto los
pensamientos y las acciones de los escasos personajes que allí aparecen como la relación que el
texto haya de tener encuentran su explicación en ese transfondo moral, generalmente religioso,
Los valores que comparten los miembros de la familia burguesa romana son el del trabajo
personal, la generosidad, la caridad, el vínculo marital como forma privilegiada de relación entre
personas, etc. Este sistema fijo de valores queda roto por la irrupción del expósito; frente a la
valoración del trabajo personal y de la fidelidad, Nicolo introduce la beatería y el adulterio. Pero
La novelle no tiene ese esquema maniqueo: no hay buenos y malos. Lo que hay es un conjunto de
personas que vivían a la sombra de unos valores y que, a partir del momento en que irrumpe un
estilo de vida. El elemento extraño transforma a los demás personajes, los convierte también en
extraños a sí mismos, hace tambalear los valores que les daban solidez. En definitiva, la novelle
relata un conflicto de valores, una situación en la cual hay que volver a decidir qué vale y qué no
vale, cuál es el bien y cuál es el mal. Y esta cuestión se plantea en cada momento dentro de la
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brevedad de la narración: al principio hay que pensar si se atiende o no la súplica del expósito,
respuesta va siendo siempre a favor de Nicolo, es decir, a favor del débil, del que ha sido
abandonado, respetando el valor de la magnanimidad. Pero se trata de averiguar hasta qué punto
sigue siendo ese un valor, hasta qué extremo hay que respetarlo, cuánto se está dispuesto a
sacrificar por conformarse a él... Y eso es someter un valor a prueba, tensar el arco hasta que ya no
aguanta más y toda la axiología salta por los aires. Con el sistema de valores se destruye un
sistema que quiso encontrar en el hombre, en la humanidad, la medida de todas las cosas.
Hemos dicho que los valores ya no son divinos, sino humanos, y que se presentan en
conflicto, en discusión. De eso viven los personajes, que son en la novelle el campo de batalla de
los valores y no ya ese carácter paradigmático, "de una sola pieza", que encontrábamos en el
exemplum. Los personajes de la novelle, en efecto, no pueden servir de ejemplo, puesto que no
representan ningún valor ni ninguna norma de conducta. Tal vez la representaron, pero la novela
comienza precisamente cuando ya no ejemplifican nada, sino que son un enfrentamiento consigo
mismos, un enfrentamiento siempre diverso de sí, siempre mudable. El momento en que los
valores regían es en la novelle extraliterario, objeto tan solo de añoranza pero no de narración
―tal vez toda novelle tenga un exemplum previo que no ha sido escrito. Vemos a los personajes
cogidos en sorpresa ante el desmantelamiento de esa vigencia. Por eso el personaje cobra hondura
o relieve: es multifacial. Podemos observar en él una evolución. Tiene algo que ganar o algo que
perder porque se juego algo. En Der Findling se nos relata la pérdida de sí mismos de los
personajes, y sobre todo de Antonio Piachi, que termina convertido en un salvaje que solo quiere
la venganza.
La novelle tiene una localización concreta. La que nos ocupa tiene lugar en Roma, de
donde prácticamente no salen los personajes, y si salen es siempre por razón de su trabajo. Pero es
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importante que sea precisamente en uno de esos viajes, a Ragusa, en donde se produce el contacto
con ese elemento aniquilador, que queda determinado como extranjero. Ningún lugar exótico,
burgués, en definitiva.
movimiento narrativo que faltaba completamente en otras formas narrativas primitivas, como el
exemplum. Esta temporalidad tenía, para Goethe, una estructura dramática: hay en la novelle una
presentación, un momento álgido y un desenlace, generalmente trágico. Por otra parte, el narrador
hace acto de presencia en el relato. Y queda en suspenso la cuestión de si la novelle puede ser
edificante.
Hemos dividido el texto en siete partes y un epílogo. Las tres primeras forman la
introducción; las tres siguientes configuran el momento álgido, que se acentúa en la sexta parte.
Primera parte
En esta primera parte se nos narra el viaje a Ragusa. Ya en la primera lectura nos invade el
recuerdo de la Florencia del Decameron: también allí, como en Ragusa, se había declarado la
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peste. No obstante, este motivo juega en cada relato una función completamente diversa. En la
Florencia recreada por Boccaccio la peste actúa como elemento carnavalesco, que deshace y
trastoca el orden social. Es la peste la que provoca que un grupo de jóvenes se decida a abandonar
la ciudad, sumida en un caos moral, e instaure un nuevo orden en el que encuentra su espacio la
novelle. Aquí, en Ragusa, la peste es la causa de que Nicolo haya salido de la ciudad, pero no para
fundar un orden nuevo, sino para echar a perder la vida de todos los que le toquen, para propagar
el mal. La peste ha pasado de ser el agente de la subversión social a ser la representación del mal
en estado de pureza: ha perdido su carácter positivo, ha dejado de abrir el hueco para la libertad y
el ocio. Von Kleist rinde con este comienzo un recuerdo a la mejor de las novelle a la vez que nos
de cómo se pueden disolver los vínculos y valores sociales. Pero aquí falta el impulso creativo, y
por ello la peste es meramente destructiva, aniquiladora. Nicolo es el agente extraño, ajeno a toda
relación social, que introduce la enfermedad física y moral en aquellos con los que entra en
relación. Puede ir cumpliendo esta labor por la magnanimidad de Antonio Piachi, que
continuamente le franquea todas las puertas. Es importante notar que Nicolo es un personaje que
está absolutamente solo, fuera de toda relación familiar y social, expósito en todos los sentidos de
la palabra. Se presenta en franco contraste con Antonio Piachi, personaje que nada más empezar
la narración queda definido como una red de relaciones sociales: en seguida se nos habla de su
Esta primera parte concluye con un juego de miradas, motivo que encontraremos presente
en otros momentos de la obra. Antonio mira a Nicolo con lágrimas en los ojos mientras este
observa los accidentes del camino. El chico parte nueces con los dientes. Se nos dice que es
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La modalidad narrativa que encontramos en esta primera parte es el relato de un narrador
que se presenta como omnisciente, que tiene una "visión por detrás", según la terminología de
Todorov. También se puede observar que hay un focalizador-personaje, que es Antonio Piachi,
figura del expósito nos es opaca, impenetrable. Lo que decimos se observa sobre todo en el final
de esta primera parte, cuando contemplamos con el padre al expósito que en tan breve tiempo ha
ocupado el lugar que le correspondía al hijo. No somos capaces de focalizar la acción desde el
otro personaje: aparece como algo ajeno, extranjero, siniestro, negro... incomprensible. Iremos
En cuanto a la voz que narra, es una voz externa, que habla desde fuera. Tenemos una
Ya hemos dicho que esta primera parte es, desde el punto de vista discursivo, un relato del
narrador. El tipo de discurso en que se expone este relato es el llamado sumario diegético, pues el
narrador se limita a decir los hechos con una velocidad vertiginosa. El único fragmento mimético
que aparece es la respuesta del chico a la invitación de Antonio: "(Oh, sí, de muy buena gana!",
que resalta dentro de esta primera parte como la única voz que tiene un discurso directo. A partir
del momento en que pronuncia estas palabras, se introduce en la vida de los demás personajes,
empieza a tener influencias sobre ellos. Y el lector no puede por menos de pensar que ha quedado
silenciado para siempre ―en el relato nunca ha aparecido― el discurso de Paolo precisamente
cuando irrumpe esta voz a la que se deja hablar directamente en el relato. Nicolo aparece ya a
Hay otro discurso que llega a ser parcialmente mimético, aunque se presente como
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indirecto: el de Nicolo cuando le pide a Antonio que le lleve en el coche para huir de la ciudad.
Más tarde este personaje, como hemos señalado, adquirirá su propio discurso y su propio poder.
descripciones, nos encontramos con un tiempo narrado mucho mayor que el tiempo de la
narración, lo que por lo demás es característico de este tipo de relato breve. Por esto quedan aún
mimético, porque suponen un parón considerable en relación con el ritmo general del relato. Y
aquí interesa resaltar que esas ocasiones son aquellas en las que Nicolo va "ganando terreno" o va
Segunda parte
Se inicia esta segunda parte con una acotación temporal: "Al llegar a Roma, después de un
corto relato de lo sucedido...". Aquí se nos presentan los sucesivos peldaños que Nicolo va
trabajo, en el de las relaciones sociales ―no aceptadas por sus padres adoptivos― en las que se va
desenvolviendo cada vez mejor, en el terreno económico. Y, finalmente, el proceso culmina con
el casamiento con un miembro de la familia de Elvira, su madre adoptiva. Todo funciona bien por
el momento en lo que al trabajo y a la familia se refiere; todo empieza a ir mal en cuanto a las
amistades. La beatería y el amor ilícito son vicios a los ojos de la civilidad y la familiaridad
incluye la visión de otro personaje, puesto que Elvira comparte la perspectiva de su marido y lo
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hará durante toda la novelle. Por lo tanto, la focalización corresponde ahora a la familia, y no ya a
un individuo. Contemplamos desde fuera el éxito de Nicolo y contemplamos con los padres los
aún más comprimido que el de la primera parte, pues abarca en algo más de dos páginas un tiempo
narrado de más de cinco años. En cuanto a los dos vicios detectados en Nicolo, los dos tienen un
innegable carácter proyectivo, pues anticipan y hacen temer lo que, en efecto, luego se nos
narrará.
Tercera parte
Esta tercera parte relata un episodio de la niñez de Elvira que sigue actuando en su
presente y determinando su manera de ser. La historia otorga interés a este personaje, que de
repente y gracias a ella deja de ser secundario y cobra un nuevo relieve. El episodio que constituye
su pasado y define su presente es como otra novelle que se condensa en un final trágico. La huella
que ha dejado en su vida es un secreto que comparte con su marido, que pertenece a su vínculo
familiar. No descubriremos sus implicaciones hasta más adelante. Lo que sí podemos ver ahora es
la enorme diferencia, no solo de edad, que existe entre los cónyuges: ella continúa fija en su
pasado y no ha madurado más como mujer, continúa siendo la joven que sufrió aquella historia; él
sigue fascinado ante la figura de ella y ante su historia y las respeta. He aquí el tercer elemento que
Desde el punto de vista formal el único aspecto que varía con respecto a lo que venimos
estudiando es el tratamiento del tiempo. Casi toda esta tercera parte es una analepsis o retorno en
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Y con esta parte termina la introducción: tenemos ya todas las piezas que van a
sustituido al heredero contagiado por él y se ha quedado con su casa, con su fortuna, con su voz,
con su madrastra, con la que habría de ser tal vez su novia... Ha traído unos vicios extraños,
incompatibles con este mundo en el que ha ingresado. Ha llegado el momento de que estos
elementos se entrelacen.
Cuarta parte
La cuarta parte comienza con la siguiente indicación temporal: "Un día Nicolo, en
compañía de Xaviera Tartini...”. En ella una casualidad determina fatalmente que los elementos
que se nos han ido presentando en las partes anteriores entren en relación y se precipite la marcha
de los acontecimientos. En efecto, este episodio que leemos se podría interpretar como la suma de
los contenidos de la parte segunda y la tercera: las inclinaciones adúlteras de Nicolo, su carácter
asocial según los usos burgueses, se encuentra con la obsesión oculta y secreta de Elvira. El
encuentro se produce de noche y por pura casualidad. No sabemos por qué razón el traje que luce
niñez de Elvira produce un choque y una crisis en la salud de esta. La escena del encuentro entre
ella y el chico disfrazado permanece bajo un doble secreto, puesto que ninguno de los que en ella
participaron tiene interés en que se descubra: Elvira no puede desvelar su secreto y él no quiere
que se sepa de su salida nocturna y finge una sorpresa ante el "soponcio" de Elvira, como si no
hubiera tenido nada que ver con él. Esto confirma a la mujer en su creencia de que ha visto a su
antiguo salvador. Se trata de un doble juego de secretos al final del cual se ha producido, aunque
de manera fortuita, una indudable ventaja para Nicolo: ahora él sabe que ella tiene un secreto,
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mientras que ella no sabe que él lo sabe.
importante. A partir de ahora Nicolo empieza a cobrar un poder que antes no tenía. En la parte
segunda, cuando se nos relataba el ascenso de este personaje, se acumulaban ventajas sobre él,
pero todas le venían como premios por su trabajo y según el valor de la magnanimidad. Es verdad
que con esos logros iba adquiriendo poder, pero era un poder perteneciente al mundo por el que
había sido adoptado: era un poder reconocido, reconocible y comunicable. El poder que ahora
adquiere se refiere a otro mundo y hace aparecer ese otro mundo en el seno mismo de éste. La
historia de Elvira subyacía olvidada para que el mundo luminoso pudiera tener lugar.
Reconocerla, darla a conocer, significaría tanto como afirmar que la familia modelo que formaba
con Piachi no tiene su fundamento en el amor, puesto que el amor de Elvira pertenece a aquel
caballero genovés. El poder procede del conocimiento, porque este hace posible el dominio. El
poder que ahora adquiere Nicolo es más completo, puesto que abarca la parte obscura que seguía
Con este avance de Nicolo observamos cómo Piachi va quedando solo, que es lo que
termina por ocurrir al final de la historia. Ya ha perdido a su hijo y ahora empieza a ser destruida
su mujer. En este sentido, podemos interpretar Der Findling como la progresiva pérdida de
mundo de Antonio Piachi, como el proceso por el cual Antonio Piachi se transforma en algo
inmundo.
Desde el punto de vista formal, esta parte está contada por un narrador focalizado en los
dos personajes, y esto es una novedad importante, porque hasta ahora en el relato nunca se nos
había presentado la perspectiva de Nicolo; siempre había sido considerado como un personaje
opaco, insondable, como hemos venido resaltando. Ahora, al situarse el narrador también en su
punto de vista, cobra una vida nueva. Y es significativo que esta vitalidad que adquiere por medio
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de la utilización de esta perspectiva narrativa coincide con el momento en que comienza a adquirir
poder, el poder al que nos referíamos anteriormente. Se trata, pues, de una perspectiva dual, en la
que el narrador va contando la historia de modo omnisciente pero alternativamente desde uno u
otro personaje. Al mismo tiempo que se va aclarando el personaje de Nicolo, que va dejando de
ser un monstruo incomprensible para transformarse en un foco de la historia ―no por ello menos
monstruoso― se va enturbiando la figura de Elvira. Por eso decíamos al principio que en este
relato no hay ni buenos ni malos, sino que hay investigación de sí mismo y puesta a prueba de los
propios valores. Ambos personajes quedan configurados al final de este episodio como
personalidades complejas, conflictivas, que es precisamente uno de los rasgos que enunciamos
tiene en esta parte del relato una estructura de juego de miradas, como ya hemos dicho: solamente
por la mirada del otro se descubre cada uno en su propio conflicto, en el conflicto que lo
constituye.
Nicolo: "...entró Nicolo en bata y preguntó qué había sucedido..." A este discurso responde el
silencio de Elvira, que se queda sin habla y cae enferma. Se puede observar la similitud que hay
entre esta escena, este diálogo truncado, y el que hemos señalado en la parte primera: en ambos
En cuanto al tratamiento del tiempo, nos encontramos en una escena, pero que aparece
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Quinta parte
De nuevo una anotación temporal nos introduce en un nuevo tramo del relato: "Así
transcurrió un año y Constanza..." En esta quinta parte se produce la muerte de Constanza y el hijo
de Nicolo, que queda marcado aún más como elemento asocial. También se observa que sigue
manteniendo relaciones con Xaviera Tartini, incluso en momentos como los del luto por la
reciente muerte de su esposa. Entonces Antonio Piachi urde un plan para contraatacar estas
inclinaciones de su hijo adoptivo y llamarle la atención de una manera podríamos decir "terrible".
La artimaña pretende que, durante breves instantes, Nicolo piense que ha sido convocado para
citarse con una muerta. El horror que produciría este descubrimiento habría de conmoverle
culpable con el fin de hacerle retornar al buen camino. Toda la trama tiene un objetivo
hecho de que los dos fragmentos de discurso directo le corresponden esta vez a Antonio Piachi, y
no a Nicolo. En esta parte Nicolo es traído de acá para allá y engañado. No tiene voz, no tiene
poder. Es Antonio el que sabe y Nicolo el que intenta guardar un secreto y no sabe que aquél sabe.
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Sexta parte
"Este suceso, que le avergonzó en lo más profundo, despertó en el pecho del infortunado
un odio ardiente contra Elvira..." El avance del orden era solo momentáneo, como podemos ver. Y
contra aquellos que lo acogieron y le dieron un lugar en la sociedad. Se puede decir que es aquí
donde se gesta su crimen de ingratitud. Pero vayamos más despacio, pues la complicada
estructura de esta sexta parte así lo exige. En un primer momento, Nicolo "digiere" todo lo
desarrolla entonces un sentimiento de amor perverso hacia ella. Lo que pretende en un principio
es descubrir algún secreto amoroso suyo para descubrirla ante su marido: la sed de venganza le
exige que ella tenga que pagar con la misma moneda con la que ha tenido que pagar él. Este odio
y esta visión de Elvira a una nueva luz ―como amante de alguien, que en ningún caso puede ser
el viejo Piachi― le conducen a espiarla. Lo curioso es que da en el blanco, porque es verdad que
ella ama a otro hombre, y por eso guarda un secreto y por eso tiene un punto débil, y por eso se le
puede espiar.
Nicolo espía y registra la habitación de ella. Recoge informaciones que no sabe cómo
extrañamente. Inicia una investigación partiendo de estos dos datos. Mediante una mirada infantil
la imagen del cuadro queda conectada con la suya propia. Mediante un juego de letras no menos
casual el nombre que oyó queda conectado también con el suyo. Los dos indicios le apuntan ahora
a él. Esto hace brotar en él esperanzas; ahora ya no busca venganza, sino complicidad en el
pecado.
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Tartini le descubre la identidad del retratado, así como su nombre, y le relata la historia.
nuevo, de un desengaño, y esta vez sin que hiciera falta ninguna treta preparada por nadie. El ansia
de venganza ha sido burlada por una falsa esperanza y, cuando reaparezca, habrá adquirido mayor
por ello, un poder absoluto sobre ella. La narración tiene en esta parte una marcada focalización
desde este personaje, aunque el narrador sea omnisciente. Incluso se emplea en una ocasión el
estilo indirecto libre, un discurso del narrador contaminado por el discurso del personaje; cuando
Nicolo espía por el ojo de la cerradura la habitación de Elvira el texto dice: "Agitado por secretas
esperanzas, se inclinó sobre la cerradura aguzando sus oídos y con los ojos puestos en ella: (Santo
indirecto parcialmente mimético. En cuanto al tratamiento temporal de esta parte, tiene un ritmo
con las letras; se apresura en los tramos intermedios. Este instante del juego con las fichas del
esta ocasión no interviene el azar, sino que todo ocurre como efecto de un plan cuyo resultado es
Se podría afirmar que durante esta parte se ha perdido para Nicolo el último rastro de
sentimientos que se podrían calificar de humanos: el ilusionado amor que creía correspondido por
Elvira le había salvado del anhelo de venganza por un tiempo. Ahora su sabiduría desencantada y
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Séptima parte
"La vergüenza, la lujuria y la rabia se unieron para hacer estallar la espantosa acción que
estaba gestándose en su interior." Los elementos se habían ido acumulando durante todo el
relato: el suceso del entierro de Constanza, el deseo despertado y defraudado por Elvira, La
vergüenza de que sus sentimientos fueran descubiertos por Xaviera Tartini, todo se va encajando
para motivar el desenlace de la acción. Y ese desenlace consiste en que Nicolo se decide a utilizar
todo el poder que venía acumulando gracias, por una parte, a la investigación que había hecho
sobre Elvira, y por otra a la generosidad que siempre habían mostrado sus padres adoptivos hacia
él. Se puede decir que aquí Nicolo se toma la revancha. Lo curioso es notar en qué momento
Antonio Piachi ya no tolera más maldades. En el texto dice que estaba dispuesto a perdonar el que
Nicolo hubiera besado a su mujer; también perdonaría el que lo hubiera hecho valiéndose de un
engaño que consistía en disfrazarse con el traje genovés. Es decir, es capaz de tolerar la lujuria y
de su casa. Es ella la primera que reacciona. Él no lo hace hasta que ve que Nicolo lo que quiere es
más bien que se vayan ellos, esto es, hacer valer sus derechos sobre la propiedad que Piachi le
había entregado en un gesto de magnanimidad. El texto remarca este momento, en el que Antonio
Piachi reacciona ante Nicolo, diciendo: "Piachi apenas podía creer lo que oía, desarmado por esta
inaudita insolencia...". Luego incluso duda de sus oídos antes de pasar a la acción. Solo cobra
conciencia de la enormidad del poder de Nicolo cuando este menciona la propiedad, no cuando
pretende poseer a su esposa ni cuando quiere engañarla con respecto a la historia que ella guarda
en secreto. Incluso en ese momento, su reacción sigue siendo civilizada: se encamina a la casa de
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su amigo jurista, sigue confiando en sus vínculos sociales, en el entramado de sus relaciones. Es
aquí donde se enfrentan dos grupos y sale ganando la iglesia. Piachi y Elvira son esta vez los
En esta parte la perspectiva está situada dentro de Nicolo mientras prepara su trampa; pero
cuando aparece Piachi él focaliza la acción ya hasta el final de la novelle. A partir del momento en
que descubre a Nicolo, todo el relato será la exposición de su toma de conciencia y de su crimen.
Nicolo vuelve a quedar en la sombra, en la opacidad, hasta que termina por convertirse en un
cadáver. Piachi adquiere vivacidad hasta el punto de que desea seguir ejerciendo durante toda la
eternidad la acción criminal a la que le conduce su toma de conciencia; es como si deseara seguir
viviendo siempre en el momento en que está matando a Nicolo. Esta viveza que obtiene
casa, y esto es lo que ocurre en esta parte; en el epílogo se le deja sin familia. Acaba
completamente solo.
Epílogo
dinero, ni familia: se han invertido los papeles, la ingratitud ha llegado a su máxima medida. A lo
largo del epílogo también habrá de renunciar a sus vínculos sociales al convertirse en un criminal.
Y habrá de querer también la máxima renuncia: negará sus vínculos religiosos con el fin de llevar
silencio. Con esta última renuncia está sellando las demás hasta la eternidad: está eligiendo la
soledad vengativa por encima de la familia redimida por la muerte. La mayor soledad es la del
apóstata porque es una soledad eterna, sin esperanza, que se quiere a sí misma para siempre.
En este epílogo Piachi se ha quedado solo sin remedio, pero también ha conquistado su
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voz y su propio poder, precisamente al situarse fuera de las relaciones sociales y de los valores que
constituían su vida. Ha roto la red axiológica que guiaba su vida y le daba sentido. Esta retícula
estaba apoyada en una estructura social que poco a poco se ha ido carcomiendo hasta que todo ha
caído hecho añicos. Y entonces es cuando Piachi toma la palabra por primera vez en el relato, para
reafirmarse en su saña. En efecto, es el único discurso directo de este personaje en todo el relato.
Parece como si anteriormente todas sus cosas hubieran hablado por él y solo ahora, cuando ya no
Un final trágico, propio de una novelle. )Se podría decir que es edificante? Pienso que,
aunque en general en la novelle siempre se pueda hablar de un orden moral que sigue conservando
su valor a pesar de las "novedades" que puedan incidir en él, en el caso de Der Findling se trata
simplemente que un elemento desclasado y asocial ponga en peligro el orden social: es que revela
que no es tal orden. No es que un enemigo nos quiera robar nuestros valores: es que pone de
manifiesto hasta qué punto no los tenemos e incluso es peor que los tengamos. Y no creo que a
esto se le pueda llamar una enseñanza edificante. Der Findling empieza con la añoranza del orden
social perdido, que ya es irrecuperable, y narra la toma de conciencia del individuo como tal frente
a su clase. Un individuo solo no puede servir de ejemplo, y menos si lo que quiere es persistir en
su vida. No puede ser presentado como un ejemplo para nadie, porque está privado de mundo,
despojado de todo, convertido en un salvaje, alejado de la civilidad. Es sólo él, irreductible a todo
otro, incomprensible para todos en su actitud: por eso, cuando él decide su muerte, muere en
silencio.
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