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MOTIVO DE LA DECISIÓN
Mediante sentencia del 5 de octubre del 2006, el Juzgado 34 Penal del Circuito de
Bogotá absolvió a la señora Janeth Castaño Sánchez del cargo que la fiscalía le
había formulado por la conducta punible de tráfico, fabricación o porte ilegal de armas
de fuego para la defensa personal.
HECHOS
Aproximadamente a los cinco minutos (eran las 7:30 de la noche) hizo su ingreso un
contingente policivo en labor rutinaria de registro. La señora Castaño Sánchez entró al
baño y, al salir del mismo, fue requisada, encontrándosele el arma en su poder, razón
por la cual fue detenida.
ACTUACIÓN PROCESAL
1. Con fundamento en las previsiones del Código de Procedimiento Penal, Ley 906 del
2004, el 26 de abril del 2006 el Juez 27 Penal Municipal, en función de Control de
Garantías, realizó audiencia preliminar de legalización de captura e imputación.
2. El 10 de mayo del mismo año la fiscalía presentó escrito de acusación ante el Juez
de Conocimiento.
3. Realizado el debate oral, en audiencia del 24 de agosto la Juez 34 Penal del Circuito
1
“anunció el sentido del fallo como condenatorio”.
LA DEMANDA
Primero: causal segunda, nulidad por desconocimiento del debido proceso, toda vez
que el Tribunal reconoció que el A quo incurrió en una irregularidad sustancial, porque
anunció el fallo en un sentido –condenatorio- pero lo profirió en el opuesto –absolutorio-
, no obstante lo cual no invalidó el trámite, como se imponía, sino que revocó la
sentencia de primera instancia para condenar a la procesada.
Segundo (subsidiario): causal primera, violación directa de los artículos 11 y 365 del
Código Penal.
Hace una reseña de las pruebas allegadas, de los fundamentos de las sentencias y
afirma que el acto imputado a la acusada no tenía una significación social como para
poner en peligro real a la comunidad, esto es, que si bien pudo ser antijurídico desde el
punto de vista formal, no lo fue materialmente, pues el arma era del pariente de la
procesada, presente en el establecimiento, quien temporalmente se despojó de ella y la
dio a la acusada para tener comodidad en el juego.
LA AUDIENCIA DE SUSTENTACIÓN
(I) De conformidad con el artículo 446 del Código de Procedimiento Penal, el anuncio
del juez sobre el sentido del fallo lo compromete, pues lo emite luego de presenciar el
debate, circunstancia que obliga a fundamentar ese aviso, lo que no cumplió el juez.
(II) Anunciada una sentencia de condena, se inicia el incidente de reparación, luego si,
finalizado éste, aquella es proferida de manera opuesta, como sucedió en este evento,
la víctima queda desprotegida, de donde se deduce que el debido proceso se fracturó,
en tanto el fallo del tribunal quedó como de única instancia, dejando a la defensa sin el
recurso de apelación.
2
(V) De las pruebas, que valora, concluye que el propietario legal del revólver sólo la
entregó provisionalmente a la acusada para que se la tuviera mientras jugaba tejo.
Estas personas no son extrañas, sino visitantes asiduas del lugar, de donde surge que
la procesada no conocía que la tenencia del arma, en esas específicas condiciones,
era delito, imponiéndose, por tanto, la absolución, según se pide en el segundo cargo
de la demanda.
3. Similar es la postura del señor Procurador Delegado para la Casación Penal. Sus
motivos son:
(II) El anuncio del sentido del fallo, que ordena el artículo 466 el Ley 906 del 2004, debe
ser motivado y se torna en vinculante para el juez, pues de allí derivan actos
trascendentes, como la audiencia para dosificar la pena y el incidente de reparación,
esto es, aquel constituye una condición procesal para las actuaciones siguientes.
Ese aviso no puede ser mudado al escribir la sentencia, porque el margen de error es
mínimo en atención a la inmediación. Lo único que puede ser enmendado es la
motivación.
(III) El único beneficiado con el irrespeto del juez al sentido comunicado, fue el
procesado. Por eso surge la ilegitimidad en la propuesta de nulidad, pues, además, si
bien la defensa no intervino como apelante, sí lo hizo como no recurrente, y el tribunal
acertó en la revocatoria porque la impugnación por parte de la fiscalía habilitó esa
determinación.
(IV) Sobre el segundo cargo, el ministerio público resalta varias fallas de técnica en
que, dice, incurrió el casacionista. Sobre éstas, la Sala no se pronunciará, porque la
admisión de la demanda comporta que se dieron por satisfechas tales exigencias
formales y se impone una decisión de fondo.
(V) Con base en su valoración de las pruebas infiere que el propietario del arma, al
percatarse de la presencia de la Policía, decidió entregarla a su pariente, toda vez que
se encontraba libando cerveza, comportamiento que posibilitaba la incautación del
elemento bélico y la imposición de una multa, de conformidad con el Decreto 2535 de
1993, y que, para ayudarlo, la acusada se escondió en el baño.
Pero esa conducta y la detentación del bien por escasos 5 minutos descarta que ella
fuera delictiva, porque la ilicitud es de carácter permanente y no se puede imputar el
verbo portar a partir de una tenencia momentánea y casual.
Solicita casar la sentencia, para dejar en firme la absolución del juzgado, así quede
intacto el yerro cometido por éste, porque no tiene sentido anular oficiosamente si la
exoneración es procedente.
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CONSIDERACIONES
“circunstancia que es latente y permaneció durante todo el proceso, sin que la defensa
técnica lo advirtiera y lo alegara, siendo evidente que al no existir una debida defensa
técnica, se afectan los derechos de la procesada a su defensa técnica y debido
proceso, derechos que van de la mano con la norma rectora del artículo 6 del C. P., es
decir, el principio de legalidad que debe regir en todas las actuaciones judiciales”.
4
En el acto de notificación agregó que no había lugar a anular la actuación, porque el
“sentido del fallo” era una decisión que no se notificaba y, por ende, no era recurrible,
es decir, que no cobraba ejecutoria material y, por tanto, podía ser revocada.
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No de otra manera tendría razón conforme con la lógica, que esa actuación procesal
sea la que habilite el inicio del incidente de reparación integral, cuyas resultas se
integran como un todo con el fallo finalmente adoptado.
(III) Si dentro de las normas de competencia se dispone que es carga del juez de
conocimiento imponer las penas respectivas, luego de avisar el sentido de la sentencia,
es claro que se parte del presupuesto necesario del apego irrestricto del funcionario a
su anuncio, conclusión que también surge de la reglamentación especial del trámite
para hacer el aviso, como que se regula el momento respectivo y se concede un
término prudencial para que el juez valore lo acaecido dentro del juicio, terminado el
cual debe hacer público el sentido de su determinación.
(IV) La inmediación que tuvo el juez con lo que dijeron las pruebas practicadas en su
presencia y con las pretensiones de las partes, aunado al lapso con que cuenta para
decantar lo acaecido, implica que el conocimiento a que llega y hace público sea
respetado en la redacción de la providencia.
Ese trámite se torna de obligatorio acatamiento, como que en punto de la seguridad
jurídica las partes saben a qué atenerse, pues sólo falta que el juez exponga a espacio
las razones de su resolución y decida aspectos, si se quiere accesorios en cuanto son
la consecuencia natural de la decisión comunicada, como el monto de las penas, la
viabilidad de subrogados penales, la indemnización de los perjuicios, etc.
(V) Cuando la interpretación de una disposición permite varios alcances, uno de los
cuales conduce a su inoficiosidad, a su inocuidad, debe preferirse aquel que permita su
aplicación.
En este contexto, si el intérprete concluye que el anuncio del sentido del fallo no forma
parte de la estructura básica del proceso, que no obliga y que puede ser mudado a
voluntad del juzgador en toda situación, se tendría que el legislador habría establecido
una regla absurda, inaplicable en la mayoría de los casos.
En efecto, en varias disposiciones estableció la forma y el momento en que ese sentido
debe ser avisado, no obstante lo cual esas normas resultarían inadmisibles y
conducirían a procedimientos dilatorios e inoficiosos cuando se comunica una condena,
pero finalmente se redacta una absolución, porque aquel anuncio habilita el incidente
de reparación integral y el registro que debe llevar el secretario.
Tales procedimientos resultarían sin sentido, porque serían inanes frente a la redacción
del fallo en forma opuesta a lo comunicado, lo cual desdice del sistema acusatorio oral
implantado, que tiene soportes importantes en la celeridad, en la eficacia, además de
que entronizaría una burla pública a la víctima, porque, con todo el andamiaje propio
del “juicio oral”, a partir del sentido comunicado se habría adelantado un incidente que
le reconocería unos daños, que finalmente quedarían “en el aire”, pues la absolución se
los negaría.
(VI) El anuncio sobre el sentido del fallo comporta un acto sustancial, material, de
fondo, tanto que marca el inicio del término de caducidad para que la víctima pueda
ejercer su derecho a reclamar la reparación por los perjuicios causados.
En esas condiciones, avisado un sentido de absolución, que posteriormente se muda a
sentencia de condena, se puede generar una de dos consecuencias lesivas de las
garantías de la víctima, pues que (a) no contaría con el período legal para intentar el
incidente, porque no habría acto procesal de “anuncio del sentido del fallo de condena”,
que es el único que lo habilita, y/o, (b) el error judicial podría estructurar la extinción de
su derecho, pues fácilmente entre el anuncio de la absolución y la redacción y lectura
de la providencia opuesta puede transcurrir el término de caducidad.
(VII) Para la Sala, en consecuencia, resulta incontrastable que la comunicación del juez
sobre el sentido del fallo, acto con el que culmina el debate público oral, forma parte de
la estructura básica del proceso como es debido y vincula al juzgador en la redacción
de la sentencia.
Por tanto, el fallo conforma un todo inescindible, un acto complejo, una unidad
temática, entre el anuncio público y la sentencia finalmente escrita, debiendo, por tanto,
ser coincidentes sus alcances.
Las normas reseñadas no dejan lugar a interpretación alguna: esos dos momentos de
un mismo acto deben guardar congruencia, consonancia.
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Para lograr esa armonía, el legislador otorgó al funcionario un lapso prudencial para
que decante lo percibido directamente en el juicio y, así, evite posibles yerros. Ahora, si
un asunto resulta en extremo complejo, nada obsta para que prudencialmente amplíe
ese término, pues criterios superiores, como la prevalencia de lo sustancial sobre las
formas, la necesidad y la ponderación (artículos 10 y 27 de la Ley 906 del 2004), lo
autorizarían.
Nótese, por poner un sólo ejemplo, cómo el artículo 447 de la Ley 906 del 2004 no
concede facultad alguna, sino que imperativamente ordena que anunciado un fallo de
condena se consulta a las partes sobre la regulación de la pena, esto es, que no hay
lugar a otro camino, sino que la consecuencia natural de avisar la condena es la
individualización de la sanción. Aún más: el incidente de reparación integral, dice la
norma, se integra al fallo como un todo, y es evidente que éste sólo tiene razón de ser
cuando se ha anunciado condena.
El parágrafo de la disposición también ordena que dentro de los 15 días que sigan a la
culminación del debate oral debe redactarse, escribirse, la sentencia de absolución,
esto es, que el periodo se confiere para darle cuerpo, para llenar de razones, de
argumentos, el fallo absolutorio anunciado, porque éste es el acto con el que culmina el
juicio público oral.
3. Sobre el específico tema de la obligación del juez de anunciar el “sentido del fallo”,
los antecedentes legislativos muy poco se ocupan del tema. La norma (que facultaba al
juez para decretar un receso de hasta una hora, luego del cual debería hacer ese
anuncio) fue propuesta por el Fiscal General de la Nación sin ninguna explicación1.
“Finalmente una vez instalado el juicio oral luego de conceder la palabra a la fiscalía y a
la defensa y a los demás intervinientes y agotada la práctica de pruebas, [el juez]
realizará la evaluación y valoración de las mismas, teniendo en cuenta los principios de
oralidad, inmediación, publicidad, contradicción, concentración y demás garantías que
constituyen el contenido esencial del debido proceso. Concluido esto, el juez señalará el
sentido del fallo”.
“Se aumenta de una (1) hora a cuatro (4) el receso que podrá decretar el juez para
anunciar el sentido del fallo porque en algunos casos la complejidad del caso le puede
impedir hacerlo en el tiempo inicialmente previsto”.
1
Gaceta del Congrego número 339, 23 de julio de 2003.
2
Caceta del Congreso número 104, 26 de marzo de 2004.
3
Gaceta del Congreso número 200, 14 de mayo de 2004.
7
sido reducido a dos horas, como finalmente quedó, pues el razonamiento no fue
cambiado.
“Tiene en tercer lugar, esta audiencia los alegatos de parte, tanto por parte del fiscal
como por parte de la defensa, y finalmente esta audiencia debe concluir con la
manifestación del juez de lo que se denomina sentido del fallo.
Si la persona es responsable o evidencias (?), si existe el principio de responsabilidad,
continuará la audiencia pública; si el juez determina en el sentido del fallo que hay un
principio de responsabilidad, la audiencia pública debe continuar y en esa etapa
intervendrá la defensa, el ministerio público y el fiscal. Ya un poco para establecer la
calidad y la cantidad de la pena. Y esta etapa termina con la audiencia para lectura de
fallo. Se entiende naturalmente que si la manifestación del juez, del sentido del fallo, es
de no-responsabilidad, ahí termina el proceso”.
De lo anterior deriva que el aviso público sobre condena o absolución hecho por el juez
una vez finalizado el debate oral, constituye la resolución de mérito al conflicto, emitido
el cual solamente resta redactar, a modo de sentencia, los aspectos que se deriven de
ese aviso. Por modo que ésta no puede desconocer el sentido pronunciado, de donde
surge que exista una unidad temática entre el sentido del fallo y la sentencia finalmente
adoptada.
5. Como el anuncio del sentido del fallo conforma parte de la estructura básica del
proceso penal, según ha sido dilucidado, asiste la razón a la fiscalía y al ministerio
público intervinientes en el trámite de la casación, en cuanto ese acto debe ser
motivado, sin que ello deba ser entendido como que se exija un elaborado discurso,
pues la inteligencia real es que basta una motivación sucinta, que concrete los
aspectos a que se contraen las disposiciones arriba señaladas.
La exigencia se cumple, por tanto, con acatar los lineamientos del artículo 446
procesal, esto es, que ese sentido se individualice frente a cada enjuiciado, que
concrete cada uno de los cargos formulados y que haga referencia a las solicitudes
que, sobre el tema (responsabilidad o inocencia), hayan hecho las partes.
4
Gaceta el Congreso número 354, 13 de julio de 2004.
8
absolución y la fiscalía condena, el aviso evidentemente se refirió a esos únicos delito y
procesada. Además, resulta obvio que acogió la pretensión del acusador y, por contera,
descartó la de la defensa.
6. No obstante el carácter vinculante del “sentido del fallo” con la sentencia redactada y
leída en audiencia pública, cabe el cuestionamiento de si en un evento dado el juez, al
observar, en el momento de la elaboración de la providencia, que de escribirla en
consonancia con el aviso, resultaría injusta, no pueda enmendar su equivocación inicial
y fatalmente se encuentre obligado a desatender lo que encuentra ajustado a ese valor
justicia.
(I) Resulta incontrastable que deben tener preponderancia garantías superiores como
la prevalencia de lo sustancial, como la razón de ser de la administración de justicia en
general y del juez en particular, porque, en últimas, la función constitucional y
primordial de éste es la de impartir justicia.
(II) Principios fundantes del denominado sistema acusatorio oral, que son de obligatorio
cumplimiento, prevalecen sobre cualquiera otra disposición procesal y que deben ser
utilizados como criterio de interpretación (artículo 26 de la Ley 906 del 2004), avalan la
conclusión a que llega la Sala.
En efecto, son deberes del juez respetar la dignidad humana (artículo 1°), actuar con
imparcialidad, en el entendido que el norte de su actividad es establecer con objetividad
la verdad y la justicia (5°), garantizar los derechos fundamentales de todos los
intervinientes, lograr la eficacia del ejercicio de la justicia, hacer prevalecer el derecho
sustancial (10), y obrar, sin excepción alguna, con absoluta lealtad y buena fe (12).
Desde la óptica que se analiza, es claro que se haría prevalecer la forma (el respeto
irrestricto al anuncio del sentido del fallo) frente a lo material, a lo sustancial, con lo
que, a su vez, a los asociados se mostraría lo ineficaz del ejercicio de la justicia, pues
su dispensador enviaría el mensaje de que resulta válido proferir sentencias definitivas
injustas, lo cual resulta desleal para con el conglomerado y para con la parte.
Pero el mecanismo para hacerlo jamás puede ser aquel por el que se optó en el
presente evento, esto es, “revocarlo directamente” y seguidamente proferir la sentencia
opuesta. No.
Ya se dijo, y se reitera, que ese acto de anunciar el sentido del fallo es sustancial,
forma parte de la estructura básica del proceso, luego su desconocimiento sólo puede
tener lugar por medio de la declaratoria de nulidad, pues únicamente así surge de
nuevo la posibilidad de que sea emitido conforme a derecho y sean de recibo los
trámites y consecuencias que se derivan de él.
No puede cobijar el debate público oral, como que el mismo ha sido adelantado con
respeto del proceso como es debido, con la intervención de las partes.
En resumen: la sentencia que pone fin al proceso en el sistema de la Ley 906 de 2004
es un acto complejo que se conforma con el sentido del fallo que, motivado
sucintamente con los aspectos señalados en el artículo 446 del Código de
Procedimiento Penal, el juez debe anunciar al finalizar el debate oral, y la providencia
finalmente redactada y leída a las partes, siendo imperativo para el juez que ésta
guarde armonía, consonancia, congruencia con aquel aviso, porque las dos fases de
ese único acto constituyen una unidad temática.
La solución al caso.
Otras consideraciones.
10
No haberlo hecho así en este asunto significó que se obviara señalar que en la “cancha
de tejo” se encontraba presente el propietario del arma; que el elemento lo tenía
legalmente amparado, según documento legítimo que llevaba consigo; que exhibió el
salvoconducto a la policía; que, con el fin de dedicarse a tomar cerveza (el propietario
del establecimiento así lo certificó, además de que en estos lugares el juego se permite
exclusivamente a cambio de ese consumo) temporalmente se la pasó, se la entregó, a
su pariente, la acusada, persona ésta que se encontraba en el mismo lugar y que no
salió de él, hasta cuando a los cinco minutos la policía la requisó y se la incautó.
Con independencia de su incidencia en los resultados del juicio, lo cierto es que esas
circunstancias resultaban, y resultan, relevantes no sólo para su debate, sino para la
solución del conflicto. Por tanto, se impone un respetuoso llamado de atención a todos
los involucrados en el sistema judicial para que pongan mayor diligencia en el ejercicio
de sus funciones.
RESUELVE
2. Declarar la nulidad de todo lo actuado dentro del juicio seguido en contra de Janeth
Castaño Sánchez por la conducta delictiva de porte ilegal de armas, exclusivamente
desde el momento en que, dentro de la audiencia del 24 de agosto de 2006, la Juez 34
Penal del Circuito de Bogotá “anunció el sentido del fallo como condenatorio”.
Notifíquese y cúmplase.
11
SALVAMENTO PARCIAL DE VOTO
En las discusiones de la Sala fueron expuestas las razones, que contenía el proyecto
inicial, no acogidas por la mayoría y que hoy reiteramos para, en forma respetuosa,
salvar parcialmente nuestro voto.
Si bien compartimos que se hubiese declarado la nulidad del trámite, somos del criterio
que la invalidez debió cobijar la totalidad del juicio, como que en el sistema de la Ley
906 del 2004 el anuncio del sentido del fallo se encuentra inescindiblemente ligado a la
valoración de las pruebas practicadas en presencia del juez y, por tanto, si su
conocimiento resultó viciado al hacer aquel aviso, también lo fue su percepción de los
medios de convicción.
Con los argumentos de la decisión surge que el acto de anunciar el sentido del fallo es
sustancial, forma parte de la estructura básica del proceso, luego su desconocimiento
sólo puede tener lugar por medio de la declaratoria de nulidad, pues únicamente así
surge de nuevo la posibilidad de que sea emitido conforme a derecho y sean de recibo
los trámites y consecuencias que se derivan de él.
Pero se impone retrotraer el trámite no solamente respecto del acto judicial por medio
del cual se comunica el sentido del fallo, sino que ello debe suceder con la totalidad del
juicio oral.
Entonces, para desconocer el sentido del fallo comunicado, el juez debe anular la
totalidad del juicio oral, con la finalidad de que éste sea repetido, lo cual, de necesidad,
debe hacerlo un funcionario diferente, porque aquel se ha “contaminado” por el
conocimiento previo y preciso que tuvo de los hechos, de lo dicho por las pruebas y por
las partes.
Reza el numeral 4° del artículo 250 en cita, cuando describe las actuaciones que debe
realizar la Fiscalía General de la Nación:
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“Presentar escrito de acusación ante el juez de conocimiento, con el fin de dar inicio a
un juicio público, oral, con inmediación de las pruebas, contradictorio, concentrado y con
todas las garantías.”
A su vez, el artículo 17 señala que tanto la práctica de la prueba, como el debate oral,
han de producirse de manera continua, con preferencia en un mismo día o en días
consecutivos.
Así mismo, para lo que se examina, pertinente resulta remitir a lo consagrado en los
artículos 445 y 446 de la normatividad en cita.
La primera de las normas, establece que una vez presentados los alegatos de cierre de
las partes e intervinientes, referidos a las pruebas practicadas en la audiencia de juicio
oral, el juez podrá decretar un receso de hasta dos horas, máximo, para anunciar el
sentido del fallo.
“La decisión será individualizada frente a cada uno de los enjuiciados y cargos
contenidos en la acusación, y deberá referirse a las solicitudes hechas en los alegatos
finales. El sentido del fallo se dará a conocer de manera oral y pública inmediatamente
después del receso previsto en el artículo anterior, y deberá contener el delito por el
cual se halla a la persona culpable o inocente.” (Las subrayas no pertenecen al original).
No es sólo, cabe anotar, que esas pruebas se practiquen ante el funcionario encargado
de decidir, sino que ello ocurra en el menor tiempo posible, sin solución de continuidad,
y que el fallo obedezca a la impresión inmediata que los elementos de juicio y
argumentos de las partes e intervinientes, produjeron en el juez.
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No es gratuito, así, que el artículo 17 del Código de Procedimiento Penal establezca un
término máximo de 30 días, que facultan suspender la audiencia de juicio oral.
Ni mucho menos es una ligereza del legislador, obligar, conforme lo dispuesto por los
artículos 445 y 446, a que el sentido del fallo se anuncie una vez presentadas las
pruebas y alegatos o, a más tardar, dentro de las dos horas siguientes.
Todo ello, debería resultar evidente, busca determinar como fundamento esencial del
fallo, que éste devenga como consecuencia exclusivamente de la impresión que en el
funcionario produjeron, inmediatamente, dichas pruebas y argumentos, pretendiendo
evitar, por contraposición, que con el paso del tiempo se pierda en la memoria, o
cuando menos se desdibuje, lo que ante su presencia se practicó, o que la decisión
venga mediada por factores diferentes a los elementos de juicio en cuestión.
Y si ello es así, mal puede la Corte, como se decidió por la mayoría, devolver el
proceso al estado en que el juez de conocimiento ha de anunciar el sentido del fallo,
pues, de un lado, ese anuncio ya se hizo y corrió condenatorio, porque esa, huelga
repetir, fue la impresión que dentro del principio de inmediación produjeron las pruebas
y argumentos en el A quo. De lo contrario, no se entendería la razón para que la Sala
estimase ilegítima la sentencia que se apartó del anuncio en cuestión. Y de otra parte,
desde que se practicaron las pruebas y se allegaron los alegatos de las partes e
intervinientes, ha corrido un término tan amplio que necesariamente se comprometen el
principio de inmediación y los factores de recordación y memoria que le son anejos, al
punto que de ninguna manera ese anuncio del funcionario puede obedecer a tan
precisos factores.
Apenas para abundar en razones, resulta pertinente traer a colación lo referido sobre el
punto por la Corte Constitucional, en la Sentencia C-591 de 2005:
5
Gerd Pfeiffer, Libro homenaje a Bemmann, Munich, 1997, citado por O.J. Guerrero, Fundamentos
teórico constitucionales del nuevo proceso penal, Bogotá, 2005.
6
Claus Roxin, Derecho procesal penal, Buenos Aires, 2000, p. 395.
14
excepcionales, se puedan practicar pruebas anticipadas, a condición de que se
respeten todas las garantías procesales7. (las subrayas no corresponden al original).
Impresiones que, decimos por última vez, se registran de inmediato en la mente del
juez y deben conducir, también en ese momento a tomar la decisión pertinente, pero
que, como lo entiende el legislador, incluso con el paso de unas pocas horas puede
desaparecer, desdibujarse o contaminarse.
Ahora, no sobra anotar que en la práctica sucederá que el sentido del fallo a anunciar
por el juez de conocimiento cuando el asunto regrese a su despacho no puede ser otro
distinto al de la absolución, dado que de manera razonada –más no en atención a las
pruebas y la impresión que ellas le produjeron- el funcionario ya tiene comprometido su
criterio con esa postura.
De ello se sigue, en primer lugar, por muchas abstracciones jurídicas que pretendan
hacerse respecto de esa especie de ficción a la cual conduce la decisión de la mayoría,
que no es a partir de lo probado y discutido en el juicio oral que se proferirá la
sentencia.
Sobre esto último, apenas para la reflexión de la Sala, en principio puede aceptarse
que la solución de la mayoría trae más ventajas que beneficios, si se asume que se
trata de un delito cometido contra la seguridad pública en el cual no se reputa existir
víctimas.
Y no puede el juez cambiar su inicial anuncio, por la potísima razón que la “unidad
temática” a la cual hace alusión el fallo de la mayoría, no es apenas formal –de ser así,
la consonancia se recupera con el sólo hecho de que el juez cambie su anuncio inicial
únicamente buscando que éste armonice con la sentencia-, sino material, obteniendo el
segundo acto –sentencia- su legitimidad precisamente de la legitimidad que debe
comportar el primero –anuncio del sentido del fallo-, la cual deriva, en este caso, de
que lo anunciado surja como consecuencia de la impresión que produjo en el
funcionario la práctica probatoria y argumental que se efectuó inmediatamente antes.
Por ello, reiteramos, la solución adecuada no es permitir que el juez declare la nulidad
del anuncio del sentido del fallo y de nuevo rehaga la actuación a partir del cambio de
este sentido.
Entonces, práctica de pruebas, alegatos de las partes, anuncio del sentido del fallo y
sentencia forman un solo acto procesal complejo que se retroalimenta a sí mismo y, por
16
ende, la afectación de aquellos factores indispensables para conformar el acto
subsecuente, necesariamente demandan irradiar la decisión de nulidad hasta allí.
En consecuencia, si se tiene dicho que el anuncio del sentido del fallo, depende
necesariamente de la impresión que en el funcionario produjeron, con rasgos de
inmediatez, dentro del amplio campo de los principios de inmediación y concentración,
las pruebas y argumentos de las partes, la desaparición de estos elementos, dado el
paso del tiempo, reclama cubrir con la decisión anulatoria toda la audiencia de juicio
oral, desde su comienzo.
ACLARACIÓN DE VOTO
2. La consonancia entre anuncio del sentido del fallo y el fallo mismo. Sobre el
tema debo decir que es la segunda consonancia que consagra el nuevo estatuto
procesal penal (art. 446 cpp). La primera (art. 448 cpp) es la ya antiquísima entre la
acusación y la sentencia, y que evolucionó de una consonancia absoluta a otra de
estirpe relativa, ampliándose en procura de criterios de justicia material, a que se
pudiera adicionar o complementar la acusación con tal que se respetara la imputación
fáctica y el derecho de defensa del enjuiciado. Y claro: nadie decía que se había
infringido esa consonancia porque existiendo acusación, a la postre el juez
absolviera.
8
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Prov. Segunda instancia, Rad. 27.484, oct. 2 de 2007, Mag. Pte., Dr.
AUGUSTO IBÁÑEZ GUZMÁN.
17
esta decisión que es la primera de la Corte sobre tema de tan radical importancia.
Antes que principios absolutos, señalar reglas generales susceptibles de excepciones,
como en este caso en el que -como se vio- no se perjudicó al procesado con la
mutación y la víctima pudo recurrir la absolución en procura del fuero de sus derechos.
O validar mecanismos menos traumáticos para el proceso como la revocatoria del
anuncio para hacerlo concordante con el fallo, teniendo presente que así exista
intermediación en el juicio oral, los jueces son seres humanos (y falibles) y, de seguro,
análisis más reposados pueden arrojar mayor correspondencia con los valores justicia
y orden justo, que priman sobre la mera formalidad (art. 228 Const. Pol.), y por eso en
el art. 410 del cpp-2000 se decía:
VI. Reducción de la capacidad de observación del juez. Por último, el juez siempre
debe estar en condiciones de seguir los acontecimientos del proceso, dado que, de lo
contrario, él no formará su convicción a partir de la totalidad del juicio. Por ello, la
reducción de la plena capacidad de percepción de un juez, tanto orgánica como
temporaria, lesiona, en general, los principios de inmediación y de oralidad.
1. Esto es indiscutible en el caso de un juez sordo; la falta del sentido del oído lo hace
absolutamente inidóneo para el juicio oral. También es inadmisible la participación de un
juez enfermo mentalmente, ya que, en su caso, no es posible una formación de la
convicción en debida forma. En ambos supuestos existe un motivo de casación,
conforme al art. 338, n°. 1, 1ª frase, 2ª parte.
El BverfG (NSTz 92, 246) ha decidido que la actuación de un juez ciego no atenta
contra el principio del juez establecido por la ley (art. 101, I, 2GG), contra el derecho a
ser oído conforme a la ley (art. 103, I, GG), contra el derecho a que el procedimiento
sea llevado a cabo con lealtad, ni contra el principio de igualdad.
18
3. También la reducción temporal de la atención puede atentar contra los principios
de inmediación y de oralidad.
a) Un juez que duerme no extrae su convicción de la totalidad del juicio oral, sino sólo
de una parte de él; por ello, el quedarse dormido constituye un motivo de casación
según los arts. 337 y 261 (así también BEULKE, núm. marg. 408; de modo más amplio
RGSt 60, 63; BGH NStZ 82,41:y 338 n°1). Sin embargo, según la opinión de la
jurisprudencia (RGSt 60,63; BGHSt 2, 14) ello sólo debe regir cuando el juez “se ha
dormido profundamente por un espacio de tiempo importante, de modo tal que
no puedo seguir sucesos fundamentales…” (BGHST2,15).
¿Será que si un individuo recibe prestada de su dueño legítimo un arma que utiliza
durante 2 minutos para asesinar, no será responsable de porte ilegal de armas (en
concurso con el homicidio) por la “brevedad” del porte?.
Atentamente,
Fecha ut supra.
9
CLAUX ROXIN, Derecho procesal penal, Editores del Puerto, Buenos Aires, 2000, págs. 404 y 405.
10
FERNANDO VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, Manual de Derecho Penal, Parte General, Tercera Edición,
Medellín, librería Comlibros, 2007, pág. 9.
11
FERNANDO VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, Manual …, ob. cit., págs. 663ss
19