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MEDIDAS DE PREVENCIÓN:

Aunque no haya vacunas para prevenir la infección con el nuevo coronavirus, se pueden tomar
medidas para reducir el riesgo de infección; algunas de ellas podrían ser:

 Evitar eventos con mucha gente, y reuniones multitudinarias.


 Evitar contacto cercano (menos de 2 metros) con cualquier persona que esté enferma o que
presente síntomas.
 Mantener distancia física entre tú y otros si el COVID-19, se está propagando en tu comunidad,
especialmente si corres un riesgo más alto de contraer una enfermedad grave.
 Lavarte las manos con frecuencia con agua y jabón por lo menos por 20 segundos, o usar un
desinfectante para manos con base de alcohol que contenga al menos 60% de alcohol.
 Cubrirte la boca y la nariz con el codo o un pañuelo desechable al toser o estornudar.
Posteriormente desechar el pañuelo usado.
 Evitar tocarte los ojos, la nariz, y la boca.
 Evita compartir platos, vasos, ropa de cama y otros objetos de la casa si estás enfermo.
 Limpiar y desinfectar diariamente las superficies que se tocan con frecuencia.
 Quedarte en casa y no ir al trabajo, a la escuela, ni a lugares públicos si estás enfermo, a no
ser para recibir atención médica. Evitar el transporte público si estás enfermo.

Además se recomienda ponerse mascarillas de tela en lugares públicos, como el supermercado,


donde es difícil evitar el contacto cercano con otros. Esto se recomienda especialmente en las áreas
donde actualmente hay propagación en la comunidad. Usar mascarillas en público puede ayudar a
reducir el contagio de las personas que no tienen síntomas.

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El Coronavirus o COVID-19 se detectó por primera vez en la ciudad china de Wuhan (provincia de


Hubei), en diciembre de 2019. Según el Centro Chino para el Control y Prevención de
Enfermedades (CCDC), el 29 de diciembre un hospital en Wuhan admitió a 4 individuos
con neumonía, quienes trabajaban en un mercado de esa ciudad. El hospital reportó esto y enseguida
se inició una investigación. El equipo encontró más casos relacionados al mercado y el 30 de
diciembre las autoridades de salud de Wuhan reportaron estos casos.

Tras el primer brote de COVID-19 en Wuhan en diciembre de 2019, las autoridades chinas confirman
41 casos detectados entre el 8 de diciembre y el 2 de enero de 2020, hasta el 19 de enero, cuando se
confirmaron 17 casos más. Para ese entonces ya se habían reportado los primeros casos fuera de
China: dos en Tailandia y uno en Japón.

Para el 13 de enero el virus comenzó a convertirse en un problema global. Se empiezan a registrar


casos en Corea del Sur, Alemania, Italia, España y Estados Unidos; todos estos nuevos casos de
contagio en personas que no viajaron a China. La rápida expansión de la enfermedad hizo que
la Organización Mundial de la Salud, el 30 de enero de 2020, la declarara una emergencia sanitaria de
preocupación internacional, basándose en el impacto que el virus podría tener en países
subdesarrollados con menos infraestructuras sanitarias. En esa fecha, la enfermedad se había
detectado en todas las provincias de China continental, y se reportaban casos en otros 15 países

El 26 de febrero se registra en Brasil el primer caso de contagio en América Latina en un hombre de


61 años, conociéndose posteriormente otros casos en Nicaragua, El Salvador y Argentina, en donde
se anuncia el 7 de marzo la primera muerte por la infección en esta región.El 11 de marzo la
enfermedad se hallaba ya en más de 100 territorios a nivel mundial, y fue reconocida como
una pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El número de casos confirmados
continuó creciendo hasta alcanzar los 500 mil casos a nivel mundial el 26 de marzo de 2020.

Hoy por hoy, el virus tiene un origen desconocido, aunque existe la posibilidad de que la fuente inicial
pueda ser algún animal, ya que los primeros casos se detectaron en personas que trabajaban en un
mercado donde se vendían animales salvajes. Muy probablemente es una zoonosis, la transmisión de
un virus que pasa de un animal a un ser humano. En este caso, probablemente proviene de
murciélagos, aunque un estudio sugiere que los pangolines podrían ser el origen. Producen cuadros
clínicos que van desde un resfriado común hasta enfermedades más graves. La nueva cepa de
coronavirus se llama coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave SARS-CoV-2, causando la
enfermedad por coronavirus 19 (COVID-19).

Alrededor del 80% de las personas con COVID-19 se recupera sin necesidad de un tratamiento
especializado. Estas personas pueden experimentar síntomas leves parecidos a los de la gripe. Sin
embargo, 1 de cada 6 personas puede experimentar síntomas graves, como dificultad para respirar.
Se propaga de persona a persona a través de comunidades cercanas; cuando alguien contagiado con
COVID-19 exhala o tose, expulsa pequeñas gotas que contienen el virus. Estas gotas pueden entrar
en la boca o la nariz de alguien sin el virus, causando así una infección.

La forma más común de propagación de esta enfermedad es a través del contacto cercano con
alguien infectado. La enfermedad es más contagiosa cuando los síntomas están en su apogeo. Sin
embargo, es posible que alguien sin síntomas (asintomático) propague el virus. Un nuevo estudio
sugiere que el 10% de las infecciones proviene de personas que no presentan síntomas. Las gotas
que contienen el virus también pueden caer sobre superficies u objetos cercanos. Otras personas
pueden contraer el virus al tocar estas superficies u objetos. La infección puede ocurrir si la persona
se toca la nariz, los ojos o la boca.

La pandemia ha tenido un efecto socioeconómico disruptivo en la sociedad; es decir, ha producido una


interrupción brusca en nuestra forma de vida. Se han cerrado colegios y universidades en más de 124
países, lo que ha afectado a más de 2200 millones de estudiantes. Un tercio de la población mundial
se encuentra confinada, con fuertes restricciones de movimientos, lo cual ha conducido una bajada
drástica de la actividad económica y un aumento paralelo del desempleo. Se han desatado maniobras
de desinformación y teorías conspirativas sobre el virus, así como algunos incidentes
de xenofobia y racismo contra ciudadanos chinos y de otros países del este y sudeste asiático. Debido
a la reducción de los viajes y al cierre de numerosas empresas, ha habido un descenso en
la contaminación del aire.

Es inevitable mirar a la economía. Los mercados de valores no cesan en su volatilidad tras una caída
abismal; a pesar de las medidas agresivas de intervención de la FED y los bancos centrales.
Las grandes industrias, como las aerolíneas, ya tienen un número flotante de la cantidad de
inversiones que necesitan para evitar un colapso. Mientras tanto, ha surgido otro problema en medio
de la crisis. La pandemia de covid-19 podría afectar en mayor medida a los países frágiles y
extremadamente vulnerables. Venezuela, que se ha convertido en el epicentro de quizás la crisis de
refugiados más grande en la historia, es especialmente vulnerable dada la crisis humanitaria
desencadenada por la incompetencia económica en las últimas dos décadas. Se estima que 5
millones de personas han huido de Venezuela en los últimos años, con más de 2 millones emigrando
a Colombia, en menos de 2 años. Con un sistema de salud débil, existe la necesidad de una
respuesta adecuada de la comunidad internacional. Eso requeriría dejar de lado el conflicto político y
el estancamiento del país.
A medida que se desarrolla la crisis, las condiciones de la economía dependiente del petróleo del país
empeoran con la caída de los precios del mismo, que han alcanzado menos de 25 dólares por barril.
Entre tanto, la respuesta al coronavirus en toda Latinoamérica se hace sentir bajo el método de
ensayo y error, con muy limitados recursos financieros, sanitarios y profesionales. Países
desarrollados como Estados Unidos continúan desbordados por la crisis; gobiernos como el de
España, con una de las mejores redes sanitarias y de salud pública del mundo, igualmente luchan sin
controlar todavía la pandemia, en medio de la adversidad.

Cada país está informando de los casos de COVID-19 verificados en su territorio en base al análisis
genético de muestras en laboratorio. Sin embargo, estas cifras no son necesariamente representativas
de la propagación real de la pandemia porque la cantidad de análisis realizados varía mucho de un
país a otro, según los medios disponibles y las estrategias de contención adoptadas. El 13 de marzo
se confirma la detección de los dos primero casos de coronavirus en Venezuela. El primero se trataba
de una mujer de 41 años que llegó al país después de haber viajado por Italia, Estados Unidos y
España; el segundo fue un hombre de 52 años que regresó después de viajar a España.

En síntesis, una lección de esta crisis es que todo gobierno debe tener o cofinanciar a nivel de
organismo regionales, con la asesoría de la Organización Mundial de Salud y los organismos
multilaterales, unidades especializadas en atender pandemias, que estén siempre estudiando y
preparando escenarios de contención, respuesta y cooperación. Es decir, junto con el cambio
climático, las pandemias afloran como la segunda forma de amenaza existencial a la humanidad en
estos tiempos. Ya es hora de enfocar recursos y esfuerzos de forma sistemática para atender estos
dos problemas que, quizás en su respuesta sistémica, refuercen la transición hacia una sociedad más
saludable, próspera y sustentable.

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