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(Título)

En algún lugar del mundo, existía un humilde hombre bien parecido de bajos
recursos económicos, con oficio de leñador y grandes sueños guajiros que lo
llevaban hasta el cielo, pero al cada mañana al despertar, su realidad era que
apenas podía conseguir el pan del día, el solía salir por las mañanas a trabajar,
al medio día regresaba cansado pensando en que tenía un gran avance en su
trabajo y que con eso podría ya levantarse un poco de sus problemas
económicos.

Cierta mañana con la esperanza de tener un nuevo día, salió a caminar por el
bosque, yendo tranquilamente, escuchando como el aire movía aquellos
árboles que lo rodeaban. En un momento de aquello empezó a escuchar
murmullo, el comenzó a buscar de dónde provenían y cada que se acercaba
podía escuchar mejor las voces, en un rincón del bosque se sorprendió por ver
una reunión de distintos animales que tenían el don de hablar, el leñador
asombrado sin creer lo que veía y al observar que ninguno de los animales
salió a esconderse de el. Los animales sin importarles su presencia siguieron
su charla, el leñador al escuchar y por fin decir algo, les pregunto si el les
podría ayudar en algo, a lo que un venado le contesto que tenían un problema
al repartir sus alimentos que cada estación del año ellos juntaban y que
siempre había alguien que llegaba a llevarse un poco de más. El leñador
sencillo y justo repartir a cada uno de los animales de manera equitativo el
alimento. Al finalizar los animales muy agradecidos y contentos le manifestaron
la conformidad, uno por uno le dio su gratitud y a medida de esta, le iban dando
un pequeño detalle.

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