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Golpe de Estado repudiable

ALDO MARIÁTEGUI
amariategui@comercio.com.pe

Actualizado en 01/10/2019 a las 07:00

Al momento de escribir estas líneas (01:25 hora española), las cosas están meridianamente claras: lo sucedido
hace poco en el Perú es un GOLPE DE ESTADO. Ha quedado claro que Vizcarra estaba buscando cerrar el
Congreso como sea. Y así lo ha hecho. Esto significa que Vizcarra y TODOS los ministros que le apoyen deben
acabar necesariamente en la cárcel por golpistas, como así también cualquier uniformado, policía o militar que
apoye esto, de raso a oficial. Y también significa que Mercedes Araoz va a ser presidenta del Perú, porque
Vizcarra ya NO es nuestro presidente. Vizcarra no puede cerrar un Legislativo porque le disguste que una
mayoría congresal legítimamente elegida cumpla con su mandato de elegir a un TC.

Ahora vamos a verles las caras a los verdaderos demócratas en el Perú (no cuento a los rojos entre ellos). No a
los que usan la democracia como les conviene. Vamos a ver qué coleguitas, qué opinólogos y qué medios se
pliegan al golpismo, como ya lamentablemente se observó en una radio importante ayer. ¡A refregarles en la
cara su golpismo, a denunciarles! Vamos a ver también a los coleguitas “tibios” de siempre, tan criticables como
los anteriores. Porque un periodista aquí NO puede estar con medias tintas: o eres golpista o no. Por más
impresentable que sea este Congreso, Vizcarra no puede cerrarlo solo porque no obra como él quiere, buscando
cualquier excusa, vía esta absurda “cuestión de confianza”, que además NO se puede “inferir”, menos aún
cuando el Congreso cumplió EXPRESAMENTE con otorgarle la confianza. Seguramente este cierre será una
medida popular porque este Congreso es una desgracia, pero lo popular NO es lo legal. Y las masas te
abandonan pronto, Vizcarra. Se trata de cumplir con la Constitución, no “con lo que le gusta a la gente”.
 

Vizcarra ‘posmoderno’
Escribe: Martha Meier
  Domingo 13 de Octubre del 2019
  4:40 am
   
Martín Vizcarra torció la Constitución a su antojo para disolver el Congreso. Si cerrar el Poder Legislativo no es un Golpe
de Estado, ¿qué vendría a ser? Vizcarra perpetró ese golpe para deshacerse de un poder compuesto por una amplia
oposición democrática, incómoda y fiscalizadora. Si esto no lo convierte en dictador, qué es, ¿un dictablando? Si los
comunistas, socialistas y caviares celebran el quiebre constitucional, ¿no será porque les permitirá traerse abajo el libre
mercado? Si nos ceñimos estrictamente a la teoría del filósofo y politólogo estadounidense Gene Sharp estaríamos ante
un golpe ‘suave’ o ‘blando’. En su libro “De la Dictadura a la Democracia”, Sharp menciona cinco pasos para provocar
golpes blandos: ablandamiento; deslegitimación; calentamiento de calle; combinación de formas de lucha y fractura
institucional. Paradójicamente los gestores del golpe Vizcarrista aplicaron eso para robarnos la democracia, le sumaron
buena parte de la receta del manual castro-chavista y algo del posmodernismo, es decir un menjunje de ideas para
hacerse del poder total.

El posmodernismo surgió como movimiento artístico, cultural, literario y filosófico en los años setenta del siglo pasado,
reforzándose tras la destrucción del muro de Berlín y el fracaso de los regímenes comunistas de Europa del Este. “En la
posmodernidad el individuo no se aferra a nada, no tiene verdades absolutas y sus opiniones experimentan rápidas
modificaciones […] ninguna ideología política es capaz de entusiasmar a las personas en favor de actuar a modo de
ideario colectivo como un proyecto histórico movilizador”, escribe Jesús Alexis González en la revista Analítica; y añade
que la sociedad posmoderna ha mantenido durante medio siglo un “conflicto permanente con la razón, la racionalidad y
las grandes ideologías políticas […] Al propio tiempo, la moral está igualmente fragmentada, y tras la pérdida de la fe en
la verdad también se está desmembrando el criterio sobre el que se fundamenta la acción moral”. El vizcarrismo
posmoderno simboliza, pues, la incoherencia y la renuncia a las ideas del progreso y la razón, de allí su estupidez esa de
que “El crecimiento de un país no se basa solamente en la obra física, sino en los valores”, un desestimiento del
progreso tangible. “Los nuevos políticos […] ya no creen en nada, sólo en mantener el poder para hacerse ricos [aunque
deban] “, “aliarse con el diablo”, “abandonar las propias convicciones”, o “a los votantes”, escribió en 2006 Fernando
Pérez Borbujo, en el diario español ‘Córdoba’.

Un ejemplo es el golpista Vizcarra aliado con los rojos, los rojos defendiendo a la corrupta Odebrecht. Nadie votó por
Vizcarra y este recortar el periodo de los congresistas electos. Peligroso anticucho posmoderno con #BrisitaBolivariana.
Pandemonio
 Fácticamente jodidos

BETO ORTIZ
betoortiz@comercio.com.pe
Actualizado en 13/10/2019 a las 07:01

“Como yo recuerdo perfectamente el 5 de abril de 1991, siempre pensé que era una cosa gravísima y súper autoritaria
que un presidente constitucional cerrara el Congreso de la República, pero ahora que veo cómo la gente le pide a
gritos al presidente que cierre este maldito Congreso atestado de rabiosos fujimoristas, estoy entendiendo que
cerrarlo, en realidad, también puede ser una cosa buenísima y súper democrática, todo depende de quién sea el
presidente al que le toque salir en la tele a hacer el anuncio a la nación y quiénes, los congresistas defenestrados que
serán indignamente barridos por los chorros de agua de los rochabuses cuando intenten salir a las calles a protestar.
Cerrar el Congreso, entonces, no es bueno ni malo, solamente es algo relativo”.
La democracia es algo relativo. Pandemonio, 11 de diciembre de 2016

¿Y ahora?, ¿qué va a pasar? –me preguntan, a cada rato, por la calle, como si uno fuera el oráculo o supiera
alguna cosa que tú no. Y mi respuesta suele ser alguna diplomática, pendeja evasiva, del tipo “I don’t speak
Spanish”. Del tipo “qué sé yo, no estoy en periodismo ahora, no leo los diarios, desconozco” porque, además, es
la verdad. Vives mucho más en paz cuando no te enteras. No hay superficie más acolchada que la ignorancia. O,
mejor dicho, la negación. La negación de creer siempre que todo está muy bien. No hay nada más cómodo que
hacer de cuenta que aquí no pasa nada. Pero pasa. Y vaya que están pasando cosas en este valle de lágrimas al
que nunca pedí que me trajeran. Este fin de semana, durante una conversación con estudiantes en una
universidad de Trujillo, un jovencito muy serio, muy cejijunto, muy sentencioso él, me sacó al fresco de un solo
sopapo:

- ¿Está usted a favor o en contra del cierre del Congreso?


Lo más práctico hubiera sido hacerme el cojinova como los políticos cuando les preguntas si son de derecha o
de izquierda y te responden que son de centro democrático. Pero no le quité la nalga a la jeringa y respondí. Le
dije que estoy en contra. Y estoy en contra por una muy simple razón que me parece elemental: porque Vizcarra
ha ganado esta partida haciendo trampa. Si aceptas las reglas del juego y te parecen buenas cuando te sirven
para ser presidente –aunque sea de cazuela, por default, de taquito o carambola–, no puedes luego, de buenas a
primeras, decidir que esas mismas reglas ya no te gustan y, como ahora ya no te gustan, ya no valen porque vas
perdiendo la partida. Entonces pateas el tablero y haces volar por los aires todas las piezas del ajedrez o
Monopolio o damas chinas porque sabes perfectamente que esa viril exhibición de bacán del barrio va a ser
ovacionada por la tribuna y te va a hacer recontra popular en toda la cuadra. Excelente. Veo a la mayoría de mis
coleguitas ardiendo de la emoción y celebrando con serpentina y pica-pica que le arrojen conos de tránsito en la
cabeza a Tubino. Mmm. Algo me dice que, más temprano que tarde, muchos de los que hoy aplauden y brincan
y guaripolean se van a arrepentir amargamente de haberlo apostado todo –y cuando digo “todo”, quiero decir
“todo”– a un solo número de la ruleta. Ojalá me equivoque. Nada más. De lo que la Constitución Política del
Perú permite o impide nada diré, porque yo de lo que no sé, no digo nada.

Dos meses antes de las elecciones que terminarían sentándolo en el sillón presidencial, el 14 de abril de 2016,
Martín Vizcarra, a la sazón jefe de campaña, candidato a la primera vicepresidencia y seguro de vida de PPK,
vino a los estudios de Plan B, un programa político semiclandestino que el entonces editor periodístico de
Latina, Álvarez Rodrich, había aceptado que me dieran (en un horario horrendo en Panamericana) para intentar
producir una cierta ilusión óptica de pluralidad en una campaña en la que, como todo el mundo sabe, los
grandes medios estuvieron alineadísimos con el hoy arrestado Kuczynski. Nadie se acuerda de ese programa,
pero igual sería chévere volverlo a hacer en un momento como este porque no hay nada más adrenalínico que
nadar contra la corriente y desafinar cuando todos están ladrando tan parejito. En fin, la cosa es que he vuelto a
ver esa entrevista en YouTube y me han llamado la atención algunas cuantas cositas, como, por ejemplo, que le
pregunté si serían un gobierno de izquierda o de derecha y me respondió, claro, que eran de centro:
“Fomentamos la inversión respetando el medio ambiente y los derechos humanos”. Ajá. Pero ahora, a la luz de
los últimos sucesos, cabe preguntarse mirando el futuro: ¿es Vizcarra de derecha o de izquierda?, ¿qué tipo de
país estará planeando, en realidad, construir? La respuesta podría encontrarse en este fragmento de nuestro
diálogo de hace tres años. Como dicen las escrituras, el que tenga oídos, que oiga:

Beto Ortiz: Cuando PPK dijo que Verónika Mendoza era una “media roja que no había trabajado nunca en su
perra vida”, no se puso a pensar que con la izquierda también tendrían que sentarse a conversar…

Martín Vizcarra: Con la izquierda habrá que conversar. Cuando me he sentado en una mesa para debatir con su
vicepresidente Marco Arana, veíamos que el objetivo social es coincidente. Nosotros queremos mejorar la
educación pública. Nosotros también. Yo le decía. Nosotros queremos disminuir la pobreza. Nosotros también.
Es decir, los objetivos son iguales.

Ortiz: Pero ellos quieren cambiar la Constitución, ¿ustedes?

Vizcarra: En algunos aspectos, de ser necesario, también modificar algunos artículos específicos.

A confesión de parte, relevo de pruebas.


LA REPÚBLICA

La talla de Vizcarra
“La interpretación constitucional que favorece a la decisión tomada por Vizcarra solo se terminará de validar si
él conduce al país de manera desprendida, humilde, juiciosa y acertada”.

Redacción :
Claudia Cisneros

06 /10/ 2019 | 08:14h

“El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Esta frase de Lord
Acton debe ser desde hoy el mantra de Vizcarra. Ahora con poder absoluto y temporalmente sin una
de sus instituciones de contrapeso, sus acciones deben ser contundentemente claras y
democráticas.

El Perú ha ganado una batalla político-criminal que ha dejado varios muertos. Entre los muertos
están los dos partidos hasta hace poco referentes históricos de la partidocracia peruana, no por
méritos tanto como por longevidad y poder político. Pero tras la obstinación suicida de Keiko y el
suicidio material de Alan, ambos grupos han quedado virtualmente liquidados. Que sus congresistas
estén inmersos en procesos penales, o camino a estarlo, también ha abonado al desprestigio
absoluto y extendido. Y aunque aún no quieran darse por vencidos, ya son muertos vivientes sin
presidenta usurpadora, sin respaldo popular y con la justicia respirándoles en la nuca.

Esa debería ser una lección aprendida para quienes pretendan a futuro ejercer política, pero si algo
nos ha enseñado la historia es que cada personajillo que accede al poder político se ha creído
intocable. Desde Montesinos, pasando por Fujimori y su cúpula de gobierno (ministros, funcionarios,
congresistas), Abimael Guzmán, Alan García, Keiko y los viejos y nuevos-ricos del congreso fujia-
aprista, todos se creyeron intocables hasta que la realidad se les ha estrellado en la cara. Los
ladrones que se meten de políticos siempre sucumben al hechizo del poder y se creen más astutos
que los que cayeron (aun cuando esos tuvieron más poder que ellos). Lo bueno es que jamás podrán
volver a la política sin que se les recuerden sus fechorías. En épocas de internet y penetración
nacional cada vez mayor, la internet es una gran fuente de memoria infalible. Y la vamos a usar.

En esta guerra contra la kakistocracia hay dos personajes colectivos de los cuales enorgullecernos y
en los que puede descansar nuestra esperanza de un país mejor. De un lado, esta guerra de tres años
ha permitido a la población entrenarse más y mejor en el importante ejercicio de vigilancia de su
democracia y su país, usando sus calles como último bastión de expresión. Esa renovada y
transgeneracional consciencia y ejercicios ciudadanos también recuperan el concepto cívico y vital
de la protesta que por años fue estigmatizada -convenidamente como ‘comunismo o terrorismo’- por
los políticos sucios para callar a la ciudadanía.

Lo otro crucial en estos tres años es el pequeño pero sólido grupo de fiscales y periodistas que han
hecho historia acompañando esta guerra contra la delincuencia política y sosteniéndola.

Todo ello nos da esperanzas de un país mejor. La ciudadanía ha quedado atenta y lista en
permanente vigilancia y sin lealtades ciegas a ningún político; por eso estará observando a Vizcarra,
quien a partir de ahora, gobernando sin Congreso y pudiendo legislar a sus anchas, tendrá que
demostrar su talla. La controversia sobre la constitucionalidad del cierre del Congreso ha sido
utilizada irresponsablemente por los liquidados solo porque no querían perder su inmunidad; pero la
interpretación constitucional que favorece a la decisión tomada por Vizcarra solo se terminará de
validar si él conduce al país de manera desprendida, humilde, juiciosa y acertada. Que el poder
absoluto no lo haga caer en lo que Todorov llamó ‘la tentación del bien’, que lleva a quienes buscan
erradicar injusticias a caer en acciones totalitarias. Estamos más que atentos a cada señal.

Cambio y fuera, por Patricia del Río


“Ninguna medida drástica debió tomarse sobre la base de argumentos discutibles y
pantanosos”.

“La situación no podría ser más caótica: nos queda una Comisión Permanente, encabezada por el señor
Olaechea, que parece no haberse dado cuenta de que los peruanos no somos idiotas: negar la corrupción
dentro del Congreso para acusar de golpista a Vizcarra es, de lejos, lo más bizarro que hemos tenido que
escuchar en los últimos días". (Foto: EFE)
Patricia Del Río
prio@comercio.com.pe
Actualizado en 03/10/2019 a las 05:30

Había muchas formas de terminar este traumático período presidencial que empezó el 28 de julio del
2016. Pudimos tener un gobierno de consenso, en el que el Ejecutivo y el Legislativo, que compartían
la misma política económica, se pusieran de acuerdo para llevar adelante las reformas urgentes y
trascendentales que el Perú tanto necesitaba, se pudo avanzar en la reforma laboral, en reglas más
justas para la distribución del canon, en medidas que reforzaran la eficiencia del gasto público pero
no… nada de eso ocurrió. Primó el obstruccionismo, la matonería, la pequeñez. El fujimorismo jugó
su enloquecido partido de choque permanente que lo llevó a la debacle, y el presidente Vizcarra usó
la cuestión de confianza como escudo mágico hasta que se sacó el Congreso de encima.
La situación no podría ser más caótica: nos queda una Comisión Permanente, encabezada por el señor
Olaechea, que parece no haberse dado cuenta de que los peruanos no somos idiotas: negar la
corrupción dentro del Congreso para acusar de golpista a Vizcarra es, de lejos, lo más bizarro que
hemos tenido que escuchar en los últimos días. En Palacio de Gobierno queda el presidente Vizcarra,
que ha cerrado el Congreso haciendo piruetas con la Constitución y que, le duela a quien le duela,
tiene la calle de su parte. Sin embargo, a pesar de que el Congreso le dio todos los pretextos que
necesitaba para clausurarlo, no podemos hacernos los locos ante un hecho innegable: ningún cierre
del Congreso debe descansar sobre una medida que necesita ser explicada, justificada y acomodada
para que no parezca arbitraria. Ninguna medida drástica debió tomarse sobre la base de argumentos
discutibles y pantanosos.

Los goles siempre se celebran, pero no es lo mismo hacerlos limpiamente que ayudarse con la mano.
La hinchada igual aplaudirá, pero, aunque los miembros del otro equipo se hayan comportado como
unos delincuentes, nada legitima un tanto anotado con trampa. Podríamos pedir interpretación del
VAR, en este caso el Tribunal Constitucional, para que dirima si hubo mano o no, peeeero resulta que
justamente la elección de los miembros del TC desembocó en este lío y sus miembros no han sido
renovados. Obviamente, su decisión tampoco tendrá la legitimidad que se necesita en momentos tan
delicados.

¿Cuál debe ser la solución? Difícil saberlo, pero ¿qué tal si volvemos al lema “el Perú primero”? Si se
acepta la propuesta de Transparencia de buscar un adelanto de elecciones consensuado, que nos
permita a los ciudadanos elegir nuevas autoridades, tal vez podamos recuperar parte de la calma y la
decencia que nuestro país merece; y por fin salir de esta pesadilla que ya ha durado demasiado.
Cambio y fuera.

“Opositores al borde de un ataque de nervios”, por Farid Kahhat


No hay un solo medio internacional influyente, cuya opinión editorial califique como un golpe de Estado lo ocurrido en el
Perú, señala el internacionalista.
Un puñado de personas protestó en el centro de Lima días después de la disolución del Congreso. (AP)

Farid Kahhat
Actualizado en 13/10/2019 a las 10:03

Se atribuye al exsenador estadounidense Patrick Moynihan la siguiente expresión: tienes derecho a tu propia
opinión, pero no a tus propios hechos. Por ejemplo, todos tenemos derecho a creer que la disolución
del Congreso en el Perú equivale a un golpe de Estado, pero no a presentar la opinión de una columnista del
“The Wall Street Journal” como la posición editorial de ese diario (como hizo “Gestión” en días pasados).
Los hechos en esta materia son claros. No existe un solo medio internacional influyente (incluyendo al “The
Wall Street Journal”), cuya opinión editorial califique como un golpe de Estado lo ocurrido en el Perú. Sí
existen medios internacionales influyentes (como “El País” de España), cuya opinión editorial sostiene que la
disolución del Congreso en el Perú fue una decisión constitucional. Tampoco existe un solo gobierno en el
mundo que haya considerado esa decisión como golpe de Estado o, cuando menos, una decisión
inconstitucional. Ni existe una sola organización internacional que sostenga que se trató de un golpe de Estado
o siquiera una decisión inconstitucional.

Hasta aquí los hechos sobre la respuesta internacional a lo ocurrido en el Perú. Se puede argumentar que esos
actores podrían estar equivocados; lo cual, sin duda, cabe dentro de lo posible (aunque parece poco probable
dado que su respuesta fue unánime). Se podría argumentar también que solo compete a los peruanos, en
general, y al Tribunal Constitucional, en particular, decidir sobre la constitucionalidad de las acciones de
nuestro gobierno. Pero eso no es estrictamente cierto, porque el Estado Peruano es parte por voluntad propia
de acuerdos internacionales que, como la Carta Democrática Interamericana, autorizan a actores externos a
pronunciarse sobre esos temas.
A fines de setiembre, cientos de personas exigían en las calles el cierre del Congreso en Lima. (AFP)
Por lo demás, fue la propia mayoría del Congreso disuelto la que sometió este tipo de temas a la consideración
de actores internacionales, al solicitar la opinión consultiva de la Comisión de Venecia. Se puede argumentar,
por último, que algunos actores internacionales tienen su propia agenda. El secretario general de la OEA, por
ejemplo, buscaría su reelección en el cargo, lo cual le da incentivos para no alienar a los gobiernos de cuyos
votos depende esa postulación. Pero eso también es cierto de constitucionalistas peruanos que se pronuncian
sobre la constitucionalidad de la disolución del Congreso sin aclarar que, por ejemplo, uno de ellos representa a
Keiko Fujimori ante el Tribunal Constitucional y otro de ellos es abogado del fiscal Pedro Chávarry.

Por lo demás, existen razones para suponer que quienes se equivocan son, cuando menos, algunos entre
quienes consideran lo ocurrido en el Perú como un golpe de Estado. Me refiero a quienes, tras las elecciones de
1990, llamaban a un golpe para impedir que Alberto Fujimori asumiera la presidencia, y que en 1992
celebraban el golpe de Alberto Fujimori. O que en 1987 tenían por némesis al gobierno de Alan García por
estatizar la banca, y que en el 2006 postulaban que García habría de salvarnos de Ollanta Humala. A este
último comenzaron llamándolo con temor ‘nuestro Hugo Chávez’, para terminar, llamándolo con desprecio
‘Cosito’.

Ahora consideran que alguien que fue compañero de fórmula presidencial de Pedro Pablo Kuczynski y
Mercedez Araoz en representación del mismo partido por el que fue elegido congresista Pedro Olaechea, no
puede ser sino un dictador chavista.

PÁGINAS

https://www.wsj.com/articles/the-president-of-peru-stages-a-coup-
11570393957 El presidente de Perú da un golpe de estado

https://www.abc.es/internacional/abci-ramon-perez-maura-habido-brisita-bolivariana-201910130200_noticia.html
«…Ha habido una brisita bolivariana»

Política
 Patricia Donayre: ‘El próximo Congreso debe regular inmunidad’
“Podemos mirar al gabinete Zeballos como un gabinete de transición, quizás después de las elecciones de enero
haya cambios”, sostiene.

JOAQUÍN REY
jrey@peru21.com
Actualizado en 13/10/2019 a las 08:19

Patricia Donayre formó parte del ahora disuelto Congreso. Quizás por ello ahora prefiere que la identifiquen
como doctora en Derecho. “Eso no se pierde”, dice risueña y enseguida desmenuza la coyuntura política a la que
–dice– seguirá aportando desde donde esté.
Perú21 publicó una encuesta que le da 82% de aprobación al presidente Vizcarra, que no tiene ahora un
Congreso que lo fiscalice, lo que genera preocupación por la concentración de poder. ¿Qué debería hacer él
con ese poder y qué límites debería tener?
El presidente debe asumir un rol diferente al que ha tenido en este tiempo por una relación conflictiva con el
Legislativo que no le permitía avanzar en ciertas reformas que proponía. Es una enorme responsabilidad. Debe
plantear qué va a hacer en estos cuatro meses para que la población sienta que la economía mejora. El gobierno
tiene ahora la responsabilidad de mirar a las regiones, ver cómo están utilizando los recursos y si realmente lo
hacen en los ámbitos que las poblaciones necesitan.
¿Le preocupa esta concentración tan grande de poder en el presidente?
No me preocupa porque lo ha previsto la Constitución, no es algo que haya inventado o buscado para tener ese
superpoder. La Comisión Permanente tiene funciones limitadas a la revisión de los decretos de urgencia. El
presidente y el Ejecutivo van a tener que legislar pensando en lo que se viene después porque el próximo
Congreso sí va a poder revisar todo lo hecho en estos meses, así que tampoco la tiene fácil.

Olaechea ha presentado una demanda competencial y una acción de amparo por la disolución del Parlamento.
¿Tiene atribución para hacerlo?
Hay un grave problema de interpretación jurídica. La demanda competencial tiene que ser aprobada –según
dice el Código Procesal Constitucional– por el Pleno y la Comisión Permanente no es el Pleno por más que se
insista en que sí. Es una Comisión Permanente de un Congreso ya disuelto, con facultades limitadas, en la que el
presidente del Parlamento, si bien está en esa comisión en condición de tal, ya no lo es en los hechos. Entonces,
no podría estar legitimada esta comisión para presentar la demanda competencial. Lo primero que va a tener
que hacer el TC es pronunciarse sobre la legitimidad de quien presenta la demanda. ¿Se admite? Yo tengo mis
dudas. Además, ya hay dos miembros del tribunal que de alguna forma han adelantado opinión al respecto.

La Comisión Permanente no puede presentar ese recurso y el Poder Ejecutivo parece que no tiene intención
de hacerlo. Entonces, ¿cómo vamos a resolver este problema de interpretación constitucional?
Es que sería una locura que el Ejecutivo presente una demanda competencial contra sí mismo. Sería de locos,
¿no?

¿No es saludable que este tema se vea en el TC al margen de quién lo presente?


El TC no tiene esa facultad de oficio, ojalá la tuviera y por fin podríamos dilucidar, porque estamos en el mundo
de la interpretación. Está en las manos del tribunal. Si de alguna manera omite el tema de legitimidad de quién lo
presenta con el objeto de despejar las dudas, veremos qué nos dice, pero el tema de fondo de la demanda
competencial es saber si el Ejecutivo tiene o no la facultad de presentar cuestiones de confianza sobre
funciones propias del Congreso y, en realidad, lo que ha hecho el Ejecutivo es utilizar la facultad que le da la
Constitución de presentar una iniciativa legislativa.
Sobre el Congreso que vamos a elegir en enero de 2020 algunos dicen que no es importante porque solo
estará año y medio. Otros dicen que es trascendental. ¿Cuál es su posición?

Para mí va a ser un Congreso importantísimo que va a culminar un periodo parlamentario bastante conflictivo
que deja varias investigaciones y acusaciones constitucionales pendientes; igualmente reformas políticas
pendientes de segunda votación. El tema de la inmunidad parlamentaria está ahí y yo creo que ellos (los nuevos
congresistas) deberían partir de cero porque ha sido un dictamen que desnaturaliza totalmente la propuesta del
Ejecutivo y no porque sea la propuesta del Ejecutivo sino porque hay la necesidad de regular la forma de
levantar la inmunidad. Para mí, que se elimine por completo (la inmunidad), pero el término medio era que no
sea el Congreso, sino la Corte Suprema la que levante la inmunidad, no lo comparto. Por eso creo que hay la
necesidad de que el próximo Congreso analice el tema con cuidado y emita un dictamen que corresponda con la
realidad.

¿Debería este próximo Congreso ver otros temas? ¿Continuar, por ejemplo, con la reforma política que ha
quedado trunca?
Por supuesto que sí. No sé si les dé el tiempo para hacerlo, inclusive se habla de que podrían ver el tema de la
bicameralidad con otra óptica. Mira lo importante que hubiera resultado que la bicameralidad se hubiera
aprobado, tendríamos la posibilidad de un Senado que haga un contrapeso...

¿Cuál cree que debería ser el perfil de los próximos congresistas? Su excolega Carlos Tubino ha dicho que no
es rentable invertir en campaña para un periodo legislativo tan corto.
Estar en el Congreso no es un tema de rentabilidad, es un tema de servicio al Estado y a la población; creo que
está equivocado. Tendrían que presentarse las personas que tienen vocación de servicio, de aportar, de hacer
grandes cambios. He escuchado que se están animando algunos constitucionalistas, pero también futuros
candidatos presidenciales. No sé si sea positivo, pero de repente sea un mecanismo de filtro para una futura
elección.
Uno de esos casos es el de Keiko Fujimori, que cumple prisión preventiva, pero no tiene impedimento para
postular al Congreso. ¿Cree que finalmente postulará?
Ese era uno de los artículos que incorporamos en la reforma electoral: la prohibición de que personas con
procesos participen en una contienda electoral. Se nos dijo que no, porque viola el principio de presunción de
inocencia. En el caso del Tribunal Constitucional, para que uno pueda postular no debe tener procesos judiciales
en marcha; entonces, ¿por qué en un caso sí y en otro no? Nos encontramos en un escenario en el que
justamente personas con procesos penales pueden ser candidatos cuando ya hay serias dudas respecto de su
comportamiento por más que después resulten siendo inocentes. Yo he escuchado sí que piensa postular, pero
me parece que las personas que acuden al Congreso en circunstancias como esta lo hacen por un tema de
inmunidad que los protege…
¿Y cree que cuando le dijeron no a ese artículo, lo hicieron pensando en Keiko Fujimori?
No creo que, en ella, pero sí en casos que podrían darse de ene políticos que ya estaban en una situación similar.

Ud. ha dicho que ella hacía y deshacía en el Congreso y se involucraba, incluso, en la redacción de los artículos.
¿Sabe si ha mantenido este poder hasta el final?
No tengo la menor idea de si ha sido hasta el final porque estando en prisión hay limitaciones, pero que al
principio lo hacía, sí. Haría mal si ahora te digo que estoy segura de eso.

Usted llegó con Fuerza Popular al Congreso y ahora es crítica de la agrupación. ¿Cómo llegó a formar parte de
un grupo con el que ahora no se siente identificada en absoluto?
Creo que fue un error de buena fe porque siempre uno cree que hay la posibilidad de hacer cambios positivos
por su país, con gente joven y más aún con una mujer como Keiko. Yo conozco a su madre y fue ella una de las
personas que influyó mucho respecto de mi candidatura y, además, una promesa de cambio, de separación con
el pasado, se acababa el tema del fujimorismo de los 90, venían reformas importantes, se iba a aprobar la ley de
la Amazonía. (…) Lamentablemente, mi ilusión se rompió antes de cumplir un año en el Congreso cuando, ante
ese entusiasmo de lograr una reforma electoral positiva para el país, nos dijeron que no. Entonces, no es que
uno haya cambiado; quienes han cambiado son quienes nos llevaron al Congreso, los líderes. La línea que uno
sigue en la vida tiene que ser recta. Si los demás se desvían, uno tiene que seguir el camino por el que se ha
iniciado y yo estoy en ese camino.

¿Y está segura de que el fujimorismo ha cambiado? La historia de los años 90 no es inmaculada, había
antecedentes que a uno le hubieran hecho dudar...
Claro, pero los hijos no necesariamente son el reflejo de los padres y de repente tienden a corregir los errores
que ellos pueden haber cometido. Esa fue mi mirada en ese momento. Lamentablemente me equivoqué, pero
rectifiqué y pude salirme del grupo y seguir aportando en lo que creo que era positivo.

La izquierda puede tener un rol más protagónico en el Congreso que elegiremos. Hay voces que piden cambios
en la Constitución, no solo en el aspecto político, también en lo económico. ¿Cree que sería saludable?
Es saludable mirar la Constitución en su conjunto. Yo me preocuparía, más que en el tema económico, en el
tema de estructura del Estado que está echando agua y también por mirar referentes positivos de
constituciones más cercanas y actuales como la ecuatoriana y colombiana; inclusive la de Bolivia, que tiene
capítulos sobre el derecho de la tierra (...) que podríamos incorporar a la nuestra. No hay que persistir en asustar
a la población diciendo que viene un Parlamento rojo, un Parlamento de izquierda como si eso fuera el fin del
mundo, no creo que suceda. Tenemos que rescatar lo positivo de las ideologías, no asustarnos. Si hay algo de
esta ideología que nos permita tener una economía más humana, bienvenido sea, analicemos, pero obviamente
sin generar cambios estructurales que puedan asustar la inversión.

En el espectro político también hay una derecha más extrema. Hay grupos como el de Con Mis Hijos No Te
Metas que son bastante conservadores. ¿Le preocupan de alguna manera?
Me preocupa la intolerancia más que todo. Hay que saber respetar nuestras ideas y diferencias, y eso es lo que
no está sucediendo con cierto grupo de personas. En la medida que podamos ser tolerantes, las cosas pueden
caminar de manera diferente. Hay que aceptar la realidad como está y hacer normas en función de la realidad,
no podemos negarnos a eso. Yo no sé si esas personas sean de extrema derecha, conservadores quizás, pero de
extrema derecha, no lo creo.
¿Qué le parece el perfil del gabinete Zeballos?
Es un gabinete en el que la mayoría viene del equipo de Salvador del Solar. (…) Podemos mirarlo como un
gabinete de transición. Luego de las elecciones quizás haya cambios en este gabinete que se estrena en este
periodo en el que el Ejecutivo necesita asumir funciones legislativas también; han buscado personas que puedan
ayudar a consolidar este camino de transición.

Daniel Salaverry tiene intención de postular a la Presidencia. ¿Simpatiza con ello?


Daniel tiene todo el derecho de postular a la Presidencia, es la máxima aspiración de cualquier político y celebro
que así sea porque de alguna manera refresca el escenario.
¿Se anima a apoyarlo?
¿Por qué no? Quizás.
¿No hay planes ahora?
Por ahora no.
“ELECCIÓN DEL TC NO TERMINÓ”
Usted presentó uno de los dos pedidos de reconsideración de la elección del TC, pero Pedro Olaechea insiste
con que se designe a Gonzalo Ortiz de Zevallos. ¿Por qué es tan importante para Fuerza Popular y sus aliados
esta designación?
Los hechos ahora nos dicen el porqué. Hay varias razones, una de ellas porque Gonzalo Ortiz de Zevallos tiene
vinculación directa con el presidente de la Comisión Permanente (es su primo hermano). Estos días nos hemos
enterado de que tenía ciertos intereses respecto a la adquisición de medios. No tiene una preparación
constitucional, y no la pide la Constitución ni la Ley Orgánica del TC, pero genera suspicacia por qué tenía que
ser elegido en primer lugar frente a los otros candidatos. Lamentablemente, hay una persistencia en su
designación y no solamente del presidente de la Permanente, sino también por el mismo Ortiz de Zevallos a
pesar de que el proceso no ha terminado. Hay dos reconsideraciones y si bien el argumento es que se
presentaron cuando ya el acta se había cerrado –lo cual no es cierto–, hay antecedentes de reconsideraciones
que se han presentado al día siguiente y han sido tomadas en cuenta. (…) Es simplemente una cuestión de
voluntad y de respetar los procedimientos parlamentarios, lo que no se ha hecho en estos últimos tiempos.

¿La insistencia tiene que ver con el hábeas corpus de Keiko Fujimori que tiene que verse en el Tribunal
Constitucional?
Podemos hacer miles de presunciones: un caso como el que mencionas pendiente en el TC, hechos futuros que
pueden pasar frente a graves infracciones a la Constitución que se han cometido ese 30 de setiembre. Nos
podemos poner en todos los casos, pero, fundamentalmente, el Tribunal Constitucional, como está ahora, ha
actuado de manera imparcial, ha declarado inconstitucionales tres normas del Congreso y de repente eso no sea
algo que beneficie a la mayoría parlamentaria y a los intereses futuros.

SABÍA QUE
- Patricia Donayre es doctora en Derecho, especialista en derecho constitucional y magíster en Gestión Pública.

- Fue congresista de la República en dos periodos: 2000-2001 y 2016-2019. En este último ingresó con la
camiseta de Fuerza Popular, bancada a la que renunció en noviembre de 2018.

- “Creo que he cumplido mi papel en este Congreso que fue disuelto. No hemos podido terminar las reformas
que iniciamos –como la compilación de la legislación electoral–, pero espero que el próximo Congreso lo haga”,
comentó.

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