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una estrecha relación con la alegoría. Tiene fuertes connotaciones simbólicas y filosóficas, a
menudo relacionadas con la religión cristiana, ya sea católica o protestante. Este género
pretendía transmitir tres mensajes fundamentales: un concepto de la vida como algo pasajero,
transitorio, incluso extremadadamente fugaz; la idea de que cualquier bien que pueda adquirir
el ser humano, ya sea material o inmaterial, es vacuo, irrelevante, carente de sentido; y una
finalidad de redención, de preparar el alma para la salvación y la vida eterna.4
El historiador Jan Białostocki diferenció tres grupos de símbolos en las vanitas: los de la
existencia terrena, los de la mortalidad de la vida humana y los de la resurrección a la vida
eterna. Los dos primeros se refieren a la actividad humana, dividida a su vez, según Hadrianus
Junius, en tres conceptos: vita contemplativa (libros, objetos relacionados con las artes y las
ciencias), vita practica (joyas, armas, coronas, cetros) y vita voluptuaria (copas, vasijas,
instrumentos musicales, naipes y dados).7
Un tema derivado de la vanitas es la futilidad del conocimiento, ejemplificado generalmente
por libros, contrapuestos a los símbolos habituales de la vanidad: un exponente es Naturaleza
muerta con libros y un reloj de arena (c. 1630-1640, Gemäldegalerie de Berlín), obra de un
artista barroco español anónimo, en que aparecen tres libros sobre una mesa y un reloj de
arena invertido en el que justo empieza a caer la arena, simbolizando el paso del conocimiento
escrito de una generación a otra, aunque el conocimiento individual sea limitadoAunque se
desarrolló sobre todo en la pintura, existen también algunos ejemplos de vanitas en el
grabado, la escultura e incluso en la arquitectura, como en la capilla Magdalenenklause, en los
jardines del palacio de Nymphenburg en Múnich.11 También se dio incluso en la orfebrería y
joyería: entre los siglos xvi y xviii fueron corrientes un tipo de colgantes llamados Memento
mori, unos estuches con forma de ataúd que al abrirlos aparecía un esqueleto, realizados
generalmente en oro, plata o marfil. También se produjeron estatuillas con forma de
esqueleto o bien anillos, que además de imágenes de esqueletos o cráneos solían llevar algún
mensaje de tipo religioso.12
Conviene recordar que, como subgénero del bodegón, la vanitas por antonomasia basa su
composición en la exposición en una imagen de diversos objetos inertes, con la presencia o no
de la figura humana, en todo caso secundaria. Sin embargo, en ocasiones puede
entremezclarse con otros géneros artísticos en composiciones que combinen diversos géneros,
como puede ocurrir con la pintura religiosa (como, por ejemplo, Tentaciones de san Jerónimo
de Francisco de Zurbarán), la pintura de género (La tasadora de perlas de Johannes Vermeer) o
el retrato (Niña haciendo pompas de jabón (Luisa María Ana de Borbón) de Pierre Mignard).13