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América Latina tiene dos caras, dos actitudes frente al mundo.

Un rostro oficial que es descriptivo,


configurativo, genérico, global y lleno de información que lo hace atractivo, divulgado por el
conocimiento científico y reconocido por el común, un rostro que le brinda a la integración,
desarrollo e identidad una sentido de existencia, con rasgos positivos y con bondades para actuar
en el mundo. El otro es un rostro real, profundo, desconocido, oculto, verdadero, es el rostro de
América latina que siente y la ubica en la real realidad, aquella doliente, trágica y compleja, llena
de variedades, retos y oportunidades malgastadas. La geografía, historia y cultura son las
encargadas de caracterizar, explicar y entender estos rostros.

En la geografía, América latina se encuentra ubicada en una posición especial en el planeta, una
ubicación geoestratégica, una geografía que perfila un largo espacio longitudinal y horizontal,
presenta océanos, costas, sierras y cadenas montañosas que la hacen especial. Alberga el mayor
conjunto de la población mundial de habla castellana y portuguesa, tiene a los fieles y seguidores
más numerosos de la región católica, es una región en la que predomina la exportación de
materias primas y tiene una gran contribución a la alimentación e industria mundial con su
variedad de cultivos y de flora y fauna, este es el rostro oficial de América Latina, aquel que genera
esperanza e ilusión. Sin embargo, en el rostro real no es parte del conocimiento común ese rostro
geográfico ya que no se encuentra al alcance de las mayorías pues los estados no aseguran el libre
y fácil acceso a las informaciones sobre el territorio y el pueblo, el acceso a la información tiene
un carácter privilegiado y no democrático, no se educa para el uso, conocimiento y
aprovechamiento de la información geográfica. Un rostro que es necesario conocer para saber las
posibilidades y la verdadera magnitud del espacio en el que vivimos y nos movemos, algo que nos
puede brindar una identidad nacional y una maduración de la democracia actual. La información
se ha convertido en un elemento estratégico para los gobiernos e instituciones, con la
globalización se hacen aun más necesarias sociedades bien informadas, un conocimiento
geográfico en función de un fin, de un propósito, de un plan de país y que este sea un integrante
de la vida y de su acción, la geografía debe ser un elemento para combatir la pobreza, para
identificarse en el espacio y lograr el bienestar, participación, integración e identidad, un
ciudadano democrático, desarrollado y creativo.

La historia también tiene dos rostros, toda américa latina comparte un proceso histórico común
compuesto de una etapa indígena, una colonial y una republicana, y también comparte dos
tiempos, uno antes de 1492 y otro después. Cada país tiene su propia historia, pero dentro de un
proceso y tiempo relativamente similares. El rostro oficial es la narrativa, la descriptiva y la
específica, la que nos cuenta una etapa indígena en donde descendientes indígenas sobreviven en
20 países latinoamericanos y representan casi el 7% del total de la población de américa latina,
unos grupos que han superado largos siglos de intentos de exterminio y aun así mantienen su
identidad étnica que los diferencia del resto de los pobladores; una etapa colonial a partir de 1492
que acabo con el desarrollo independiente logrado en la historia precolombina, por ello toda
américa paso a ser colonia de los países europeos conquistadores y por último la republicana, una
etapa en la que se mantiene el desarrollo dependiente, no como colonias, si no como países en
desarrollo, dependientes y dominados. La historia real es la que debemos conocer para forjar
ciudadanos auténticos, conocedores de su realidad y de su proceso, de sus derechos y
obligaciones, para forjar un ciudadano democrático, económicamente activo y creado, que sea
capaz de recrear y potenciar nuestra cultura. La historia real es la existencia una desestructuración
cultural y una grieta con consecuencias en los países que afecta la conciencia nacional, la
integración, la identidad y el desarrollo; como consecuencia del proceso histórico somos países en
desarrollo que forman parte del tercer mundo, dependientes y dominados, con crisis como la
deuda externa, el narcotráfico y la pobreza. Hay una democracia precaria, una crisis del estado, de
la política y de las ideologías, hay una brecha creciente entre poderosos y pobres, un retraso de
conocimiento y educación afectado así el desarrollo y el combate a la pobreza, hay una
dependencia y dominación que imponen un sesgo a los procesos de identidad, integración y
desarrollo. Sin embargo, con el fin de siglo se vio una nueva posibilidad de autenticidad,
identidades locales, regionales, nacionales y latinoamericanas, una integración y el comienzo de
un tipo de desarrollo acorde con sus realidades, esta nueva realidad es un desafío para todos y un
cambio de actitudes, aun así, esta historia reciente es inexistente en la educación oficial.

REFERENCIAS

Matos, J, (s.f.). Los dos rostros culturales de América Latina. Identidad, integración, desarrollo y
globalización.

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