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EL CONOCIMIENTO Y EL CONTROL DEL TIEMPO: LOS AÑOS, LOS MESES,

LOS DÍAS Y LOS NUMERALES ROMANOS.

La fijación de los acontecimientos en el tiempo es la base de la historia, tarea que nosotros


estamos acostumbrados a hacer porque disponemos de un calendario o almanaque.
Sería muy largo y no haría al caso recordar aquí el proceso de elaboración del calendario y la
determinación de la duración de los años, de las estaciones, de los meses, de las semanas y de
los días y las horas de cada día. Tendríamos que recordar la cultura de Babilonia, de Caldea, de
Egipto, de Judea, de Roma, de la Iglesia Católica, del calendario lunar musulmán, sin
olvidarnos de los aztecas o de los calendarios parlantes africanos. Durante siglos nos guiamos
por el calendario solar romano (Julio Cesar, año 46), en la actualidad seguimos el calendario
gregoriano (Gregorio XIII, año 1582). En el estudio del proceso de elaboración del calendario
nos encontraríamos con que en cualquiera de las culturas citadas la fijación del calendario ha
estado en manos del poder político y religioso porque el tiempo y su control, a la postre, está
íntimamente relacionado con la división temporal del trabajo, y por ende, es una cuestión de
índole religiosa, social y laboral.

Hacer una exposición completa de todos y de cada uno de los modos que en el tiempo se han
usado para datar los acontecimientos históricos es una tarea prolija y creemos que ahora no
es necesaria. Centraremos nuestra atención en la datación de los documentos durante la
Edad Media y solamente atenderemos a la forma más usual, aunque no única, para fechar los
documentos con los que hemos de trabajar y hemos de fijar en el tiempo histórico. Desde un
punto de vista cronológico nos situamos en el siglo XII y los siglos posteriores hasta el siglo
XVII.

1.- Los años.


Los documentos, de cualquier tipo, van datados indicando el año, el mes y el día en que
fueron escritos. Estos elementos de datación en los documentos históricos vienen dados por
un sistema distinto al que usamos en nuestros días. El conocimiento de los distintos sistemas
de datación nos facilita la conversión de la fecha dada en el documento histórico a nuestro
actual sistema de datación.

La era hispánica.- Dejamos a un lado la gran polémica existente acerca del origen del sistema
de datación por la era hispánica para contar los años: unos creen que su origen puede estar
relacionado con un importante acontecimiento bélico en tierras hispanas durante la época
imperial romana. Otros, siguiendo a Navascués, defienden con más acierto, que los primeros
testimonios conocidos de su uso se encuentran en unas dataciones epigráficas de Mérida,
capital de la Lusitania, donde podemos leer: era CCCCXVIIII (año 381). Este sistema de
datación pronto se extendió no solo por la Lusitania, sino también por la Bética y por todos
los rincones de la Península Ibérica. Otros, siguiendo a Álvaro D´Ors, piensan que el uso de la
era hispánica nació en la zona Astur-Cántabra y que tiene un origen cristiano.

Para convertir la fecha de un documento histórico datado por la Era a nuestro cómputo actual
basta con restarle 38 años al año-era que figura en el mismo.

La datación de los documentos por el sistema de la Era se mantuvo durante la época visigoda
y se afianzó durante la Edad Media cristiana. Su uso fue desapareciendo gradualmente, hasta
que se impuso, por razones políticas y religiosas el sistema de la datación por el Anno Domini,
en sus dos formas, el de la Encarnación o Anunciación y el de la Natividad de Cristo:
• En Cataluña, por su incorporación al mundo político carolingio, durante el siglo IX,
aunque se usaba la Era, se comenzó a datar por los reyes francos y el año cristiano. En
el concilio de Tarragona del año 1180 se ordenó que los documentos se dataran
solamente por el año del Señor (sistema de la Encarnación o Anunciación, 25 de
marzo) y no por el de los reyes francos. En este mismo concilio, con el apoyo político
unido al religioso, se excluyó también la datación de los documentos por el sistema
de la Era.
• En el reino de Valencia, en sus Furs de 1239, se indica que la datación documental ha
de realizarse por el Anno Domini (sistema de la Encarnación).
• En el reino de Aragón, en las Cortes celebradas en Zaragoza el año 1349, se decreta
que la datación de los documentos ha de hacerse por el Anno Domini, sistema de la
Navidad, 25 de diciembre.
• En todo el reino de Aragón y también en Cataluña y en Valencia, en el año 1350, se
ordenó la datación de los documentos por el Anno Domini, sistema de la Navidad. El
sistema se asentó al año siguiente de 1351.
• En Castilla y León, en las Cortes celebradas en Segovia el año 1383, se legisló que se
fecharan los documentos por el Anno Domini, sistema de la Navidad.
• En Portugal, en el año 1422 se ordenó la datación documental por el Anno Domini,
sistema de la Natividad.
En el Anno Domini, sistema de la Encarnación o Anunciación, esto es, Anno ab Incarnatione
Domini, Anno Incarnationis o Anno Domini, el año da comienzo el día de la “encarnación” de
Jesús, el día 25 de marzo, anterior al 25 de diciembre del mismo año.
En el Anno Domini, sistema de la Navidad, el año da comienzo el día 25 de diciembre, el día del
nacimiento de Jesús.

El paso del comienzo del año del día 25 de diciembre al día 1 de enero, se inició durante del
siglo XV, pero esta costumbre necesitó mucho tiempo para asentarse definitivamente; la
fecha más aceptada para establecer la unificación del año nuevo con el día uno de enero, se
relaciona con la reordenación del calendario, esto es, con el paso del calendario juliano
realizada el año 1582 durante el pontificado de Gregorio XIII.

2.- Los días del mes.

Comencemos por señalar que existen dos formas de datar los documentos a lo largo de toda
la Edad Media: uno siguiendo la kalendación romana, que es la forma culta de datar; otro,
enumerando los días del mes de manera sucesiva, el día uno, el día dos, el día tres, etc., que
es la forma popular o vulgar de fechar los acontecimientos y también los documentos.

1.- La formulación culta.

En la época medieval se sigue el llamado sistema de Kalendación romana.


Según este sistema el mes se divide en tres partes desiguales, con tres días señalados de la
siguiente manera:
• Las Kalendas son siempre el día 1 de cada mes.
• Las Nonas son el día 5 de cada mes.
• Los Idus son el día 13 de cada mes.

Señalamos las excepciones que se dan tanto en las Nonas como en los Idus:

• Las Nonas en los meses de marzo, mayo, julio y octubre son el día 7.
• Los Idus en los meses de marzo, mayo, julio y octubre son el día 15.
Para una correcta lectura de la fecha en la que escrito vamos a poner un ejemplo de la
datación de un documento por las kalendas, otro por las nonas y otro por los idus:

A.- “Facta kartula testamenti feria V, XV Kalendas iulii, era MXV”.

Esta datación debemos traducirla de la siguiente manera: se escribió la carta de testamento en


la feria V, cuando faltaban 15 días para las kalendas de julio, en la era de 1015.

Para determinar el día del mes a que corresponde la datación del documento se siguen dos
fórmulas:

Tenemos que situarnos en el mes de junio, puesto que la datación dice que faltan 15 días para
el día uno de julio. ¿Cuántos días tiene el mes de junio?
Días de junio: 30. A esta cifra hay que restarle los 15 que faltan para que comience el mes de
julio y sumarle dos por ser las kalendas.

30 – 15 = 15 y sumarle 2, lo que daría el día 17 de junio.

El mismo ejemplo lo podemos desarrollar “por la cuenta de la vieja” de la siguiente manera:

Hacemos 15 rayas: I I I I I I I I I I I I I I I al último “palote” le colocamos el número uno de las


kalendas de Julio, al segundo el 30 del mes de junio, al tercero el 29 del mes de junio,… así
sucesivamente, de forma que al primero de los palos le corresponde el número 17, es decir, el
día 17 de junio.
Al coincidir la fórmula primera con esta segunda, estaremos en la fecha correcta del mes en
que se escribió el documento.

B.- “Facta carta in era MCCLXVIII, et quoto III nonas ianuarias”

La datación debemos traducirla de la siguiente manera: Hecha la carta en la era 1268, cuando
faltaban tres días para las nonas de enero”

Siguiendo el mismo sistema anterior, pero ahora sumando uno por ser las nonas, nos daría
como resultado:
5 – 3 = 2 mas uno daría 3 de enero.

Hacemos tres rayas: I I I , al último “palote” le colocamos en número 5 de las nonas de enero,
al segundo el número 4 y al tercero el número 3, y estaremos en el día tres del mes de enero.

C.- “Facta carta apud Taurum, era M CC L VII, VI idus februarii”.

La datación debemos traducirla: Hecha la carta en Toro, era 1257, cuando faltaban seis días para
los idus de febrero.
13 – 6 = 7 más uno por ser los idus, estamos en el día 8 de febrero
Hacemos seis rayas: I I I I I I , al último “palote” le colocamos el número trece de los idus de
febrero, al siguiente el 12, al siguiente el 11,… y al primero le corresponde el número 8, que
daría el día 8 de febrero.

2.- La formulación popular o vulgar.

Ya en la obra clásica de Cronología de Agustí, Voltes y Vives, leemos que “la forma
verdaderamente popular sería la actual, el numeral del día del mes prescindiendo de
kalendas, nonas e idus. Se encuentran muchos ejemplos a partir del siglo XI”.
En este supuesto una datación formulada así: “Facta carta apud legionem, V idus septembris,
era M CC XL” tendríamos que traducirla de la manera siguiente: “Hecha la carta en León,
cuando han pasado cinco días desde los idus de septiembre”. Lo que daría una fecha muy
alejada de la que tendríamos si la traducción y la deducción a nuestro cómputo actual fuera
realizada según el sistema de datación que hemos denominado culto.
García Larragueta sostiene que esta forma de fechar los documentos, según el criterio
popular, se generaliza durante el siglo XIII. Por ejemplo: “Actum Zemore publice in palatio
domni episcopi, sub era M CC L VIIII, quarto die intrante iunio”; esta datación corresponde a un
proceso y sentencia judicial, donde, en principio, se debería esperar una datación documental
de tipo culto.
Se encuentra esta fórmula de datación popular, asumida por la cancillería regia, también bajo
la expresión “Días andados y por andar” desde la segunda mitad del siglo XII hasta la segunda
mitad del siglo XIV.

3.- Los conflictos entre los elementos de datación.


La cuestión se plantea si queremos o intentamos distinguir cuándo un documento concreto
ha llegado hasta nosotros datado por el sistema culto y cuándo la datación corresponde a la
fórmula popular. Sobretodo si la fecha documental aparece bajo la división de los días del
mes en kalendas, nonas e idus y no coinciden todos y cada uno de los elementos de datación
usados y combinados por el amanuense; la dificultad desaparece si no se cita la división
romana de los meses.

De nuevo surgen las dudas cuando, salvado el caso de error del amanuense, encontramos
algunos documentos datados por el sistema de la kalendación romana, el sistema culto,
acompañado de otros elementos de datación como las ferías o días de la semana o alguna
festividad litúrgica, y los datos de uno y de otros elementos cronológicos no coinciden. En
este supuesto son más de fiar los elementos añadidos al día del mes porque son más
cercanos al día a día y a la mentalidad y fiesta litúrgica del día o de días muy próximos a la
festividad a la que se hace referencia en la datación de un documento concreto.

3.- Los días de la semana.

Los romanos, y por pertenecer a la cultura romana, también nosotros, damos a los días de la
semana los nombres siguientes: Luna, (lunes), Marte (martes), Mercurio (miércoles), Júpiter
(jueves), Venus (viernes), Saturno (sábado) y Sol (domingo).

La iglesia católica dio a los días de la semana otros nombres: 1ª feria=domingo; 2ª feria= lunes;
3ª feria= martes; … a la 7ª feria= sábado, sábbatum= shabbath hebreo.

4.- Los numerales romanos.

Los romanos, aunque no fueron ellos los inventores del sistema, usaron siete letras de
su alfabeto con valor numérico: I, V, X, L, C, D y M, con las que indicaban las cifras de: 1, 5, 10,
50, 100, 500 y 1000. Las correspondientes combinaciones entre ellas dan como resultado los
diversos números.

En el cuadro general que reproducimos hay que reseñar algunos detalles: uno, la cifra de
“40” y la de “90”; en el primer supuesto la “XL” se resuelve en un nexo con una “”L” colgada
del astil de la “X”; en el segundo supuesto, donde “LX más la ”L” de nuevo colgada del astil
de la “X”, como en el caso anterior, da la lectura LXL, esto es, de “90” .
Dos, si a las letras “I”, “D” y “M”, les colocamos encima una rayita horizontal que significa
un valor mil veces mayor del que representan, estaremos escribiendo las cifras de mil,
quinientos mil y un millón; y para el supuesto de la “I”, si la rayita superior la pegamos mucho
a la “I” estaremos escribiendo igualmente la cifra de mil, pero el resultado gráfico es que la
“I” se convierte en una “T” mayúscula.

Ejemplos de letras con equivalencia en números, según los diversos tipos letras usados a los
largo de la historia de la escritura :

5=

10 = ,

40 =

50 =

90 =

100 =

500 = ,

1000 = , ,

1000 = ; = 8.500.

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