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“ACERCA DE SABER SI LA VIRGEN MARÍA MURIO”

Por Diego O. Flores

La muerte como un momento más de la vida, o si se quiere ser más presentido, como fin
intermedio del ser humano, es un fenómeno de tanta trascendencia que nunca se llegara a
comprenderlo completamente. Pretender conocer lo que no entenderemos nunca en esta
vida, no es otra cosa que ir muriendo en el intento de vivir para comprender lo que se nos
permitió alcanzar. Este sencillo escrito, está realizado con la intención de presentar a modo
de introducción, para una futura redacción más elaborada, al sector de los teólogos y
biblistas que hoy en día sostienen, en sus diversas teorías, acerca de saber si la Virgen
María le tuvo que acaecer la muerte corporal o no, y de lo cual se desprende otro aspecto
muy importante a escudriñar, como ser la naturaleza del hombre original, en cuanto ser
inmortal, tema que se analizará en otra ocasión con más detenimiento y rigor.

Por lo general, gran parte del sector de intelectuales, analizan e interpretan temas
relacionados y derivados de la biblia, y otras fuentes de la revelación, como se debe de
hacer, pasando por una relectura de los padres de la iglesia, hasta llegar a los grandes
genios de la iglesia, para finalmente elaborar su obra. Esta forma de obrar, es aceptada y
permitida, aunque lamentablemente no lo es tan así cuando un pensador prefiere tomar otro
camino, más innovador, cosa que por un afán conservador no aceptan la oposición, y desde
ahí, realizar sus aportes a la verdad que es una sola. Los conservadores siempre comienzan
a elaborar sus ideas desde lo que ya está dicho con autoridad irrevocable, y todo aquel que
no haga lo mismo, se lo termina por ignorar y se lo condena de insensatez, aún cuando
desconocen que con sincera intención y no queriéndose apartar de la iglesia, prefieren mirar
desde otro punto de vista en lo que respecta a un análisis de algunos temas que, derivados
de las Sagradas Letras o de lo que sostiene la Tradición de la iglesia, no hacen sin embargo
a cuestiones dogmáticas.

Si he afirmado al comienzo la imposibilidad del hombre en poder penetrar tal misterio de la


muerte, no pretendo con este escrito querer dar una solución acabada al tema a tratar; al
contrario, solo la presento como una visión (re-visión) de cómo este fenómeno no le pudo
ocurrir a la Virgen María.

Para comenzar el artículo, hay que tener en claro que la mayoría de los biblistas y teólogos
de la iglesia católica sostienen, apoyándose en palabras de autoridad (Magisterio), que la
Virgen María si murió, como una necesidad que tuvo que experimentar, al ser ella un ser
más de la especie humana, y esto debido a que la muerte es algo natural al mismo hombre.
Otro sector dice, que la Madre de Dios, en algún momento de su vida, le vino un profundo
sueño, y en cuyo estado fue llevada al cielo por los ángeles, en cuerpo y alma. Por lo tanto,
se concluye que la virgen maría no murió, sino que se durmió. En esto último aspecto de
afirmar que realmente no padeció la muerte corporal, es como nos vamos a detener para
explicar tal fenómeno, pero no desde un análisis ingenuo, cargado de leyenda y fantasía,
sino razonando lógicamente sobre la realidad, de la cual no se puede inferir falsas
especulaciones.

Como he aclarado al comienzo, se trata de dar solo unos puntos de referencia, sobre los
cuales se puede analizar desde otra perspectiva, el tema que vamos tratar sucintamente y
que desde luego se lo puede elaborar más ampliamente. De lo dicho, es como se entiende
que se dejará de lado, como algo ya supuesto, temas referidos a lo que ocurrió con Adán y
Eva, y su condición paradisíaca, resaltándolo con algunos textos de san pablo, que hacen
introducción a la pérdida de la inmortalidad por el pecado cometido, y otros temas
derivados de ella. Todo esto ya está visto, por lo que sería inútil volver sobre ello. Más
bien, se irá de manera directa sobre las afirmaciones ya elaboradas, y ver en ellas, la
posibilidad contraria sobre una especulación posible y lógica, para demostrar otro enfoque
que no es el tradicional. Es decir, en otras palabras, que nos vamos a tomar el atrevimiento
de cuestionar lo que para muchos es incuestionable, recordando una vez más, que no se lo
hace con la pretensión malintencionada de criticar y oponerse a lo que se dice con
autoridad, sino que se busca sencillamente “pensar”, un trabajo nada escandaloso y
demasiado loable.

La Virgen María ¿murió?

El día que nunca llegó


Si la frase "hasta que vuelvas al polvo..." fuera la condena de muerte de Adán -como piensan algunos-,
llegaríamos a la conclusión verdaderamente absurda. Porque como -en la mentalidad del autor- la lista de
males corresponde a lo que le tocará vivir a cada uno de los castigados a partir de entonces, habría que
concluir que sólo Adán tendría que haber muerto, mientras Eva tendría que haber permanecido inmortal
pues a ella no se le impuso la orden de volver al polvo. Lo cual es ridículo. Por lo que debemos concluir que,
en el relato, la muerte biológica se sobreentiende para los dos.
Pero, un segundo detalle nos demuestra que en el Génesis la muerte biológica no es castigo provocado por
el pecado. Cuando Dios le prohíbe a Adán comer el fruto, le dice:"De cualquier árbol del jardín puedes
comer, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comas de él morirás sin
remedio" (Gén 2,17).
Ahora bien, Dios le advierte que "el día" que coma del fruto morirá. Pero Adán comió el fruto y no murió
ese día ni el siguiente ni el posterior, signo de que siguió viviendo. ¿Qué pasó? ¿Cómo Dios pudo dejar de
cumplir una promesa tan grave y seria como la que había hecho? Evidentemente, para el autor del Génesis
no era la muerte biológica la que debía venir "el día" que Adán pecara. ¿A cuál muerte se refería, entonces:
Adán y Jesucristo
La tercera vez que encontramos esta idea es en las cartas de San Pablo. Escribiendo a los Romanos, el
Apóstol les dice:"Por un solo hombre entró el pecado en el mundo. Y por el pecado entró la muerte. Y así, la
muerte alcanzó a todos los hombres, porque todos pecaron" (Rom 5,12).
Más adelante reitera en la misma carta:"Y así como el pecado de uno solo (Adán) trajo sobre todos los
hombres la condena... así también la justicia de uno solo (Jesucristo) trajo a todos los hombres la
justificación que da la Vida " (Rom 5,18).
Como vemos, Pablo establece una comparación entre Adán y Cristo. Y afirma que, si bien la muerte entró
en el mundo a través del pecado de Adán, Cristo vino a reparar esa tragedia trayendo el perdón y la nueva
vida.
Ahora bien, ¿cuál es la nueva vida que trajo Jesucristo al mundo para reparar la pérdida por Adán? No
es, por supuesto, una nueva vida biológica. Los hombres no tienen un mejor funcionamiento físico gracias a
la venida de Jesucristo. Entonces, tampoco fue una muerte biológica la provocada por el pecado de Adán.

Para la Biblia, lo más natural


Estas son las únicas veces en que la Biblia sostiene que la muerte entró en el mundo por el pecado. Y como
vimos, en ninguna de ellas se refiere a la muerte biológica. Por eso hoy los biblistas ya no aceptan la idea de
la inmortalidad corporal antes del pecado original.
Más aún. Si analizamos las otras veces que en la Biblia se habla de la muerte, se sobreentiende que éste
existe como algo normal, que forma parte del ciclo natural de ser humano, y que tarde o temprano todo
individuo la debe experimentar por el simple hecho de ser hombre. Nunca vemos que nadie se rebele contra
ella, ni que se lamenten de que por culpa de una primera pareja haya aparecido tan horrorosa realidad.
Así, leemos que "todos se irán de este mundo sin posibilidades de regresar" (2Sm 12,23). Que estamos
"formados de arcilla, y algún día regresaremos al polvo" (Job 10,9). Que ningún hombre puede "vivir sin ver
nunca la muerte" (Sal 89,48). Que es inevitable tener que "irse por el camino de todos" (Jos 23,14). Que
"todos morimos, porque somos como agua derramada que ya no puede recogerse" (2Sm 14,14). Que "todos
tenemos el mismo fin, tanto el sabio como el necio" (Ecle 2, 14). Que "todos los hombres vuelven al polvo,
igual que los animales" (Ecle 3,18). Por lo tanto, en la Biblia la muerte aparece como paso ineludible y
forzoso. Vida y muerte forman parte del ciclo normal del destino humano. Por eso se la acepta siempre, sin
discusión ni especulaciones posibles de lo que hubiera podido pasar en caso de que no hubiera existido el
pecado.

Lo que sí entró
Aclaremos ahora cuál es la muerte que apareció en el mundo por culpa del pecado. Actualmente, los
teólogos enseñan que no se trata -como se creía antes- de la muerte biológica sino de la muerte psicológica.
¿Qué es la muerte psicológica? En caso de que los hombres no hubieran pecado, la muerte física
igualmente hubiera existido, pero no se la habría experimentado como algo terrorífico y desesperante. El
hombre la habría podido afrontar con la paz y el gozo de los amigos de Dios. La muerte habría sido un
simple viaje, una partida feliz y placentera, un paso gozoso hacia el encuentro con el Señor, una despedida
momentánea de parientes y conocidos, con la seguridad de que pronto volveríamos a encontrarlos de un
modo más pleno y perfecto.
Pero, a partir del pecado se nos nubló la vista. Dejamos de ver a la muerte como un paso dichoso hacia la
vida con Dios, y empezamos a verla como verdadera "muerte", es decir, como algo pavoroso y traumático,
que nos angustia y agobia, que nos acosa en cada momento de la vida, y en donde se estrellan todas las
esperanzas y las ilusiones humanas, porque ya no sabemos bien qué nos espera al otro lado ni cómo será el
más allá. Esa es la muerte psicológica. Esa es la muerte que apareció con el pecado.
El poeta francés Charles Péguy lo dijo con una genial intuición:"Lo que fue la muerte a partir de ese día /
antes no era más que una partida natural y tranquila".
El nuevo rostro de la muerte
Por no haber entendido esto, hemos creído que la Virgen María fue preservada de la muerte corporal. Como
si ésta fuera en sí misma un castigo, o un mal de fábrica, cuando en realidad el mal está en cómo se la
experimenta.
Con la venida de Cristo, la muerte psicológica fue vencida. Es decir, perdió su carácter horroroso y
trágico y volvió a recuperar su rostro anterior. Con Cristo, el hombre recobró la posibilidad de verla como
era en un principio: un sereno encuentro de amigos íntimos.
Pero eso San Pablo habla de ella como de un "dormirse en Cristo" (1 Cor 15,18); dice que prefiere "salir
de esta vida para vivir con el Señor" (2 Cor 5,6); y que para él "la vida es Cristo, y la muerte una ganancia"
(Flp 1,21).
Desde entonces, miles y miles de cristianos, a lo largo de la historia, han afrontado la muerte con
tranquilidad y alegría. Y por eso, cuanto más cerca está uno de Dios, menos temor experimenta frente a la
muerte. Porque sabe que ésta ya no es más "muerte", sino una luminosa salida hacia el abrazo final y eterno
con el Dios de Amor.
Jesucristo ya le ha arrancado la máscara aterradora a la "muerte", sino una luminosa salida hacia el
abrazo final y eterno con el Dios de Amor.
Jesucristo ya le ha arrancado la máscara aterradora a la "muerte". Está en nosotros el volver a
concebirla como era antes. Para que la futura posibilidad de su venida -que a todos nos angustia-, no
marque ni angustie ni entristezca el tiempo de la espera.
Con razón dice el Apocalipsis:"Dichosos los que mueren en el Señor" (Ap. 14,13).

El primer punto que se presenta es la de entender la consecuencia que se derivo del pecado
que cometieron los primeros padres. Los teólogos dicen y afirman con “autoridad” que la
muerte era algo natural al hombre desde el comienzo, es decir que Dios lo creo para que
muriese. Y lo dicen y sostienen como una verdad. Ahora, yo les pregunto ¿Cómo saben
ellos que realmente así sucedió tal hecho? ¿Cómo saben que Dios los creo así? ¿Acaso Dios
le reveló estas cosas al hombre? Bien lo decía St. Tomás de Aquino, que nuestras
especulaciones deben de servir para que sobre ellas se afirme la verdad, y como
consecuencia, afirmaba en una de sus obras que el acontecimiento de la creación es
considerado un misterio al cual el hombre nunca podrá acceder plenamente, si
especulativamente, pero no implica que tengan la única verdad. Si esto es verdad, yo
también prefiero decir y mostrar otra cara de la verdad, y es que la muerte entro en el
mundo a causa del pecado que cometieron Adán y Eva; y por ello mismo es que tuvo
origen el mal moral (por eso se llama original), y que, como consecuencia de ello, le
sobrevino la mortalidad a la inmortalidad del hombre y la mujer, como un mal físico que se
deriva del moral.

Ahora, ante esto que acabamos de afirmar, podemos decir que, en primer lugar, la
Santísima Virgen María no murió porque ella nunca cometió pecado original, y por eso es
que debió pasara directamente a la vida eterna. Y esto lo podemos deducir por dos razones:
si es verdad (como se afirma doctrinalmente) que la virgen María “no pecó” lo es por la
sencilla razón de que ella no cometió el pecado “original” haciendo la distinción entre
“pecado original” y “pecado”, dos realidades muy distintas; tal distinción es preciso aplicar
ya que el pecado original no se lo comete, sino que se “acomete”, es decir que le irrumpe al
hombre en su vida, y es éste mal, el que dañó al ser humano y lo impregnó de la posibilidad
de optar por el bien y cometer el mal. Es así entonces como la virgen maría no pudo morir
físicamente, porque ella no tenía el mal moral, efecto de su “no cometió el pecado”, pero,
insistimos, el original. Por lo tanto, no pudo haber muerte física en la Madre de Dios. Y
como una segunda razón, derivada de la anterior y que no hace tanta falta explicitarla
ampliamente por su lógica, es que María, fue concebida sin la mancha del pecado original,
es decir que cuando ella fue concebida en el vientre materno, ya lo fue sin tal consecuencia
(Providencial) que sí la tuvieron su progenitores, por lo cual si el pecado original es lo que
transmite a modo de consecuencia la muerte corporal, es como María que no tuvo ni
siquiera el pecado original en su vida, es decir que no pudo experimentar la muerte, ya sea
por donde se lo mire desde estas dos perspectivas. Por lo tanto, la Madre de Dios no
experimento la muerte corporal.

El segundo punto que podemos presentar, es la de afirmar que en el ser humano, la muerte
es una condición que le es natural al mismo, como sostienen la mayoría. Esto sí es verdad,
pero es condición por el hecho de ser algo que tuvo un principio, pero no es que fue desde
el principio, es decir que en el momento en que Dios creó al ser humano, desde ese mismo
instante de vida, conlleve ya la realidad de la muerte. El hecho de la muerte no fue otro que
ese momento que surgió en la vida eterna del hombre, a partir de la decisión que tomo este
cuando opto por otra realidad opuesta a ella, es decir la realidad muerte, que se opone y
contradice a la realidad “vida” que estuvo desde el principio. El hombre, al ir en contra de
la vida, de ir en contra de Dios que es Vida, sufrió lo contrario a la vida, que es la muerte.
Diría yo que no es condición “normal” de todo ser humano el que tenga que morir
corporalmente como si fuera algo natural en el mismo, sino que es una condición
“anormal” porque de hecho no estábamos dispuestos para eso, no habíamos sido creados
para morir, sino para vivir en presencia eterna de Dios. ¿Como Dios va a crear a alguien
para que lo glorifique por un instante? Es absurdo. Por algo, la restauración que trajo
Jesucristo, entre todo el orden de las cosas, estaba esta realidad que la habíamos perdido
por el pecado, a saber, el de la vida eterna. Cuando afirmamos que después de la muerte y
la resurrección, estaremos en contemplación eterna con Dios, no es otra cosa que recuperar
lo que teníamos desde el comienzo, desde el origen. El “muerte” original, fue algo que el
hombre quiso, como algo opuesto a la “vida” original.

Otros pensadores, sostienen que en el relato del Génesis, se da una señal a interpretar que el
hombre fue creado por Dios, pero que cuando Dios lo creo (y no solo a él, sino también
incluyendo todo el resto de la creación terrenal) lo hizo en potencia de perfeccionarse. Es
decir que no los hiso perfectos, sino para que puedan llegar a serlo. Por lo tanto, concluyen
diciendo que la muerte física es una de las imperfecciones que lleva el hombre en acto, y
que será de serlo, es decir que llegará a ser perfecta, cuando el ser humano vuelva a Dios,
en su estado eterno de contemplación. Por lo tanto, la muerte es algo natural al ser humano
¿Qué podemos decir a esto? Una gran incoherencia. En primer lugar, ¿Por qué Dios crearía
algo para restablecerlo? ¿No coloca esto a Dios como un ser imperfectos de donde solo
salen imperfecciones? Además, si Dios creó imperfecto al hombre, es decir con el hecho de
la muerte física encima desde el principio, y que cuando vuelva a Dios desaparecerá eso,
¿no estaríamos mostrando una visión de un Dios despótico? ¿Un Dios que crea algo malo
(la muerte) para que solo después termine en “bueno”? Y por último, si la potencia es un
modo de ser del ente que no es en el presente, pero que puede llegar a ser, se puede concluir
que si no es, es porque no estaba. Cuando Dios crea al hombre, lo crea en acto, siendo la
potencia el que el ser humano pueda llegar a ser algo más de lo que ya es en acto. Por lo
tanto, la muerte sería potencia, no acto. Y todavía más, si el acto es, no puede no-ser a la
vez; y si la creación es un acto de Dios que desde su infinito amor, crea por amor, para dar
la vida, no puede ser a la vez aniquilador de la vida, creando al mismo tiempo la muerte. Es
algo ilógico, absurdo pensar eso.

Pasemos ahora, a como la iglesia se pronuncia sobre este tema, y los argumentos que
dictamina, y que no es raro, con un tono apologista. Así lo dijo una vez el romano pontífice
en una de sus catequesis: “Contra aquellos que piensan que la Virgen no habría sufrido la
experiencia de la muerte, quienes así piensan se apartan de la tradición común de la iglesia,
que siempre ha sostenido la muerte de María” (Observatore Romano, 27 de junio de 1997).
En esta catequesis que realizo el Papa Juan Pablo II, para cerrar de un modo definitivo la
cuestión a esta controversia, sostenía que la Madre de Dios tuvo que experimentar la
muerte, porque ella, al igual que todas las demás criaturas, están sujetas a la corrupción
corporal, que fue establecido desde el comienzo. Y justificó su afirmación por tres motivos.
1) “El primero argumento lo hacía desde el fundamento de la tradición de la Iglesia, la cual
siempre dice, ha sostenido que María fue llevada al cielo después de morir. Y entre ellos,
daba algunos nombre de importantes y reconocidos padres y doctores de la iglesia, como el
de San Ambrosio (+ 397), San Jerónimo (+ 420), San Agustín (+ 430), San Juan
Damasceno (+ 749), San Anselmo (+ 1109), Santo Tomás de Aquino (+ 1274), San Alberto
Magno (+ 1280), grandes pensadores del cristianismo que contribuyeron mucho con sus
doctrinas”. Pero el que se saque una conclusión de este modo, no es muy atinado, por el
hecho de que solo lo dijeron hombres de loable envergadura en su pensamientos; más bien
estaría cometiendo una falacia “ad verecundiam o un argumento ad ignorantiam”,
colocando el nombre de una personaje importante para dar autoridad al argumento.

Cuando se habla de la Tradición de la Iglesia, me parece muy arbitrario el decir que los que
no aceptan lo que dice la Tradición, se oponen a ella, a la Iglesia. A decir verdad, muchos
cosas ciertas y verdaderas se descubrieron luego del s. XVII, con el avance de las ciencias y
que ayudaron grandemente a una mejor comprensión incluso de la Biblia, y que la iglesia
las acepto. La pregunta es ¿Porque tiene que ser verdad solo lo que dijeron los Padres de la
iglesia y no lo que se dice ahora? Podría dar muchísimos ejemplo de errores que, visto
desde la actualidad, los padres de la iglesia han cometido en sus doctrinas, y esto es no
tiene que ser para nada humillante, y mucho menos lo digo en este sentido; en aquel
entonces no disponían de un microscopio los santos padres para formular una teoría
acertada acerca de bioética por ejemplo, como de hecho lo hicieron, o sobre teorías que se
apoyaban en la doctrinas neo-platónicas y formulaciones sobre el mas allá, diciendo que el
infierno era un lugar por ejemplo, o que en el mismo llegaban las llamas del infierno, como
dice santo Tomás. El que se pronuncien sobre el tema y luego se diga que ahí si no se
equivocaron, eso parece un poco dogmatico (en el sentido filosófico).

2) Se dice “en segundo lugar, porque pensar que la Virgen no murió es otorgarle un
privilegio que la colocaría por encima de su propio Hijo, ya que Jesucristo tampoco tuvo
pecado y sin embargo murió. ¿Cómo, pues, no va a morir María?”
En este punto hay que decir que, si a María se le dice que tuvo un privilegio, debemos de
corregir diciendo que, el que Jesús haya muerto no fue un privilegio que él quiso para sí al
aceptar la muerte que le venía, de ninguna manera. Si leemos en el evangelio, Cristo en el
huerto de los Olivos, sintió miedo, hasta tuvo terror a la muerte (sudo sangre), y lo
manifestó de ese modo porque si bien era Dios, también era verdaderamente hombre.
Jesucristo tuvo el privilegio de haber padecido la muerte por la redención del género
humano, aún cuando Él que no tenia pecado no estaba condenado a morir, y menos en una
cruz. En este sentido, es su privilegio, porque lo acepto siendo hombre, pero que bien no lo
pudo aceptar ni tampoco ocurrir, porque Él no podía morir, aún siendo hombre. Y esto por
lo siguiente: Jesucristo era Dios y hombre verdadero; murió por la salvación del hombre;
para eso se hiso hombre, pero como llevaba su condición divina, no tuvo que morir
necesariamente porque era Dios, y Dios no puede morir. De modo similar ocurría en el
hombre, que fue creado hombre, pero inmortal, por venir creado de un ser que es inmortal
(Dios); era una condición que el hombre tenía desde el principio, porque si bien no era
Dios, venía siendo creado de Dios, y por lo tanto, un ser no destinado a morir físicamente.

Además, Jesucristo, y no por privilegio, tuvo que morir para salvar a los hombres, pero lo
hizo porque esa era la voluntad del Padre, en ese momento concreto y particular. Jesús
descubrió como todo hombre su vocación, y vivió para ella, para volver al Padre, aunque en
Él, implicaba además un “llevarnos al Padre”. Y durante ese tiempo en que Jesús nos
proponía el Reino de Dios, se le fueron presentando diversos caminos a seguir, no por
voluntad de Dios, sino por la “culpa” del hombre que no quería aceptar su Palabra. Pero
que sin embargo, Él sabía que esa no era la voluntad de Dios, sino que era la conversión y
la salvación del género humano por la adhesión al mensaje de Dios, no ya interpretado por
un profeta, sino por el mismo Dios quien le hablaba al hombre. No es la voluntad del
hombre la que tenía que seguir para salvarlo a aquel, sino la de Dios. Y fue así como
comenzó a vislumbrar el camino que lo llevaría a la Cruz. Seguramente estaba en el plan de
Dios el camino del viacrucis, porque solo EL conoce nuestros caminos de antemano, pero
quizás era uno que Dios vislumbraba y que lo pensaba como “posible” (el ultimo camino,
cuando ya no hay más remedio para invitar a la conversión) aunque también lo estaban los
demás. Creo que el Señor Jesús con su solo nacimiento ya nos había salvado, pero por ser
fiel a la voluntad del Padre, mientras predicaba el Reino de los Cielos, tuvo que escoger
como camino, quizás el que Él no quiso (“Padre, si es posible aparta de mí este cáliz, pero
que no se haga mi voluntad sino la tuya”). Creo que como todo ser humano, Jesucristo, que
era verdaderamente hombre tampoco quiso la muerte. Pero la acepto por su Padre. El vino a
cumplir un plan (de salvación), y lo hizo y lo cumplió en la cruz, aunque pudo haber sido
de otro modo.

Decir que María estuvo por encima de su Hijo al no morir, no es argumento para justificar
la postura. Además si María ya estaba salvada, ya sea porque no tenía el pecado original o
porque recibió el beneficio de la resurrección de su Hijo, no necesitaba morir después para
obtener tales dones, si ya los había recibido.

3) En tercer lugar, se argumenta diciendo “porque para resucitar es necesario antes morir.
Sin la muerte previa es imposible la resurrección. Ahora bien, si María no hubiera muerte
¿cómo habría podido resucitar? ¿Cómo habría podido ir al encuentro de su Hijo y de todos
los santos que primero murieron y luego resucitaron?”

Este tercer argumento que los teólogos sostienen, siguiendo siempre las líneas del
Magisterio de la iglesia, encuentra su respuesta en parte en la aclaración anterior, sobre
todo en el hecho de que para resucitar necesariamente tendría que haber muerto antes. Pero
atendiendo a las líneas teológicas que se enseñan en el catecismo, también es cómo
podemos ver que no es necesario morir para resucitar. Por lo tanto, la virgen maría que no
murió, no tuvo porque resucitar. Y para comprender esto, es importante aclarar algo, que
por darlo por supuesto, muchos creen sin saber lo que creen. La resurrección es un hecho
divino que tuvo su origen con Jesucristo, y por medio del cual, todos lo que van a transitar
el mal de la mortalidad, mal que el ser humano no tenía desde el comienzo, van a resucitar
a una vida nueva, vida en la presencia de Dios, es decir vida eterna. Ahora, fue tal hecho y
lo es porque así lo quiso Dios, que Jesucristo resucitara, y tomo ese camino o modo de
volver a la vida, pero lo fue porque Jesucristo no tenía porque morir; de hecho lo acepto
como ya dijimos por la redención del hombre, pero como hecho tuvo su origen en Dios,
porque así lo quiso Él. Por lo tanto, la resurrección en sí, es un hecho divino que renovó, es
decir que volvió a la vida, al de que de por sí no tenia porque morir, que fue la persona del
Verbo encarnado. Ese era el medio para vivir, y vivificar la muerte, depurándola en el
hombre y anulándola para siempre una vez que el hombre llegue a su fin corporal y vuelva
a la vida como estaba en un principio. Dios puso ese medio ante la gravedad de la muerte
de su Hijo, para que por medio de la resurrección se devolviera lo que es suyo, en sí mismo
y desde el principio, es decir la vida. En conclusión, la virgen María no tuvo porque
resucitar, si no tenía nada que recuperar. Ella no murió, por lo tanto no hacía falta resucitar.
En el caso de los seres humanos, si es necesario resucitar por la condición pecadora que lo
coloca necesariamente ante la muerte corporal, para lo cual si necesita de la resurrección,
para ir al encuentro del Señor Jesús. María fue asunta a los cielos, llevada por los ángeles
para estar en compañía de su Hijo, y de todos los santos, que a su vez fueron precedidos por
la Madre del Salvador.

Además, hay que decir que el sentido escatológico de la revelación, uno llega a
descubrir y a comprender al ser humano, y a la vez lo que Dios es, desde las tres fuentes de
la revelación. Y este sentido, el cual lo vamos desentrañando en el tiempo (descubrir el
sentido, que es distinto a decir: darle un nuevo sentido) se va dando mientras haya historia,
mientras el hombre con su inteligencia logre penetrar con humildad y oración los misterios
divinos de la providencia de Dios en la historia del ser humano. Ahora, de esto dicho y
siguiendo el magisterio de la iglesia, todo esto implica que el tiempo de la humanidad no
determina un tiempo establecido para llegar a conocer en plenitud toda la revelación. Es
decir, que Cristo no va a venir cuando el ser humano acabe de tener una ciencia cierta y
completa de Él, o cuando todos estemos ya muertos. Cristo vendrá en cualquier momento y
a cualquier hora, como bien lo advierte Él mismo en las Sagradas Escrituras. Y solo el
Padre conoce la hora y el día en que sucederá ello. De esto, es como resulta que Cristo no
vendrá por segunda vez recién cuando todos hallamos muertos. Él vendrá en cualquier
momento, y en ese día en que venga algunos ya estarán muertos, pero otros estarán con
vida. Por lo cual no hace falta estar muerto para resucitar y tener que presenciar su venida
gloriosa. Los que estén vivos, tendrán su juicio en vida, juicio necesario para devolverle la
condición de ser libres y eternos tal como los creó Dios en el principio. Ahora, dice la
Iglesia que, en el día del juicio, todos con sus cuerpos, tendrán el día del juicio, para dar
cuenta de sus propias acciones. Si es así, ¿Qué cuenta tendrá que dar la Virgen María?
Ninguna, porque sencillamente no tendrá un juicio.

En otros apartados teológicos, se sostiene que “la esperanza de la resurrección corporal de


los muertos se impuso como una consecuencia de la fe en un Dios creador del hombre todo
entero, alma y cuerpo”. Una gran afirmación, puesto que el hombre fue creado inmortal en
alma y cuerpo, y no solo en el alma como creen muchos, que solo ven las consecuencias,
pero no las causas. La restauración que trajo Jesucristo con su resurrección, es la del alma y
también del cuerpo. Y esto por lo siguiente: el alma del hombre fue creada exclusivamente
para unirse a un cuerpo; ese y no otro es el fin único que tiene el alma al ser creada por
Dios. Ahora, con el fenómeno del pecado, ella (alma) permanece incompleta al separarse de
su cuerpo por la muerte que le sucede al hombre, mientras espera en el cielo hasta la
resurrección, donde recuperará el cuerpo glorioso que se le separó por causa del pecado,
cuerpo glorioso que no es nada nuevo, porque lo fue así desde el origen. Por lo tanto, el
cuerpo también espera unirse al alma que lo espera (alma) para unirse a él (cuerpo), ya que
éste fue creado para no morir, sino para vivir, otra condición que Jesucristo le devuelve en
su misterio pascual, no solo restaura la presencia del hombre ante Dios, sino también esta
presencia en toda su manifestación, como lo era en el principio. Si en cambio, sostenemos
que solo el alma es inmortal y el ser corpóreo algo independiente del alma, y que también
estaba desde el principio creado pero para terminar en polvo, ¿Qué sentido tiene entonces el
venir a reparar algo que se dice que fue desde el principio hecho para morir? Si el alma y
cuerpo son una unidad, ¿porque restaurar a uno (alma) y no a otro (cuerpo)? Si sostenemos
esta idea, caeríamos en el absurdo y la incoherencia de pretender encontrar respuestas a una
pregunta desde entrada mal formulada.

Otros de los puntos que tenemos que presentar es la de comprender correctamente el


sentido de la Palabra de Dios, para no hacer de ella una fuente de argumentos inválidos y
sobre todo falaces. Hay quienes tomando el relato bíblico del génesis, sacan la conclusión
de que el hecho de la muerte era algo que el hombre traía consigo al comienzo, cuando
comenzó a ser tal. (Continuar colocando la cita bíblica de génesis)

Esta frase no se puede tomar como argumento para decir que la muerte es algo que Dios no
haya incluido en los castigos que le impuso al hombre, sino que era algo que ya estaba en él
como algo natural. Esta frase con las que termina Dios su sentencia, lo es efectivamente en
cuanto está dando a entender que todos esos castigos que nombra, el hombre los tendrá que
padecer hasta que regrese al polvo, hasta que muera corporalmente. Ahora el polvo se dice
de una manera simbólica, porque Dios, leemos, hizo al hombre del barro, lo formo de la
tierra, y luego leemos, a ella tiene que regresar, es decir a Dios, de quien fue hecho. El decir
que el hombre “debe de volver al polvo”, no dice otra cosa que el hombre tiene que “volver
a Dios” (no entendiendo a Dios como “polvo”, sino como su Hacedor). Es verdad que la
frase no forma parte de los castigos, pero es una continuación y finalización del relato del
castigo. Y si fue para indicar el hecho de la muerte, lo fue, pero como algo que sobrevino al
pecado que cometieron Adán y Eva, y no como algo que le vino sobre ellos.

Inmediatamente expone el autor la ausencia de Eva en la sentencia de Dios. Ahora, es


verdad que Eva no está en esta parte del relato en el que Dios le dice a Adán que volverá al
polvo. Sin embargo a ella también le conciernen las consecuencias del pecado, por el hecho
de que también tendrá que sufrir como Adán. Esto es así, porque la muerte, consecuencia
del pecado, es indistintamente para todos. Esto mismo lo dice en unos versículos anteriores.
Expone también esta frase en la que dice: “…el día que comas de el morirás sin
remedio”. Si el texto dice que “morirás”, se entiende que no existía la muerte, que ésta
tuvo comienzo solo cuando se cometió el acto de la desobediencia. Además, siguiendo los
argumentos del escritor, si dice que no hubo cumplimiento de Dios en esta sentencia,
porque Adam no murió (en el momento en que comió el fruto) como se presenta en el
relato, se debe de entender cuando uno lee este pasaje, que se refería a que, el día que
comiera de tal fruto, iba a padecer la muerte, pero no de una manera inmediata, sino de una
modo inevitable. Por eso también se emplea el verbo en tiempo futuro. También la
resurrección es próxima, no inmediata (en un paralelo con la muerte), y si es inevitable, lo
será para todos (justos e injustos) Es decir, todos serán inmortales en el cielo o en el
infierno. Aquí hay que entender que la eternidad del cielo o del infierno, no es un hecho
esencial de tal estado (cielo o infierno), sino del mismo ser humano que fue creado para ser
eterno. Luego de la resurrección, cuando se restituya la condición eterna del hombre (alma
y cuerpo), lo será de tal modo en uno de los estados (cielo o infierno), y en el cual la misma
esencia del hombre (eterno) hace de tales estados, un eterno vivir o morir (pero lo hace el
hombre, y no el estado)
Cuando se remite al pasaje de S. Pablo (Rom 5,12) claramente se entiende que “por
el pecado entro la muerte…” es decir que del mal moral, se siguen los males físicos.
Entonces si se desobedeció, vino la muerte. Y en Rom 5,18, cuando se habla de “condena”
no es esta otra cosa que la que el hombre se gano con su desobediencia, es decir la muerte
inevitable.
Por eso Cristo vino a reparar esta tragedia, la muerte que no estaba en el plan de
Dios, y lo hizo a través de la resurrección, y lo hizo de un modo completo (alma y cuerpo),
como ya se dijo anteriormente.

Para esta teoría de que la virgen maría su padeció la muerte corporal como una condición
necesaria en ella, se apoya, aparte de los diversos argumentos teológicos, también en
diversas citas bíblicas que dan los distintos teólogos y biblistas que buscan un apoyo para
sus argumentos. En otro artículo publicado en internet sobre un tema respecto a la
interpretación de los pasajes bíblicos, decía una vez más que no hay que tomar las frases
bíblicas fuera de su contexto y su cuerpo literal para fundamentar algunas teorías
teológicas; decía que solo en su conjunto y su unidad, es donde se encuentra el mensaje de
Dios para nuestra salvación. De esto recordado, veamos algunos textos de la Sagrada
Escritura, y de los cuales se valieron los estudiosos para argumentar sus posturas respecto a
este tema.

Dice el autor:
“Nunca vemos que nadie se rebele contra ella, ni que se lamenten de que por culpa
de una primera pareja* haya aparecido tan horrorosa realidad.”
* En este párrafo el autor se lamenta implícitamente de la muerte que vino por Adán.
Igual referencia hace Job 10,9

Leemos que "todos se irán de este mundo sin posibilidades de regresar" (2Sm
12,23). Que ningún hombre puede "vivir sin ver nunca la muerte" (Sal 89,48). Que es
inevitable tener que "irse por el camino de todos" (Jos 23,14).
Es verdad lo que dice Job, de lo inevitable de la muerte. Pero si se sigue entendiendo
como algo natural del hombre que estuvo desde el principio, entonces el autor no
comprendió aun la verdad y por ello utiliza citas bíblicas para dar fuerza a sus
argumentos. Además, en el libro de Samuel que cita, se anuncia la resurrección, lo
cual da a entender que vuelve a la vida inmortal.

También se cita: "todos morimos *, porque somos como agua derramada que ya no
puede recogerse" (2Sm 14,14).
* En este versículo empleado, se percibe cuando uno saca de contexto un versículo de
la totalidad del mensaje para justificar algo. Porque si leemos el versículo que le sigue
al citado, se entiende que si “Dios no quita la vida a nadie” menos aun quiso la
muerte.

Que “Por lo tanto, en la Biblia la muerte aparece como paso ineludible y forzoso.
Vida y muerte forman parte del ciclo normal del destino humano. Por eso se la acepta
siempre, sin discusión ni especulaciones posibles* de lo que hubiera podido pasar en caso
de que no hubiera existido el pecado.”
* No se puede decir que no hay especulaciones posibles.

“…no se trata -como se creía antes- de la muerte biológica sino de la muerte


psicológica.
¿Qué es la muerte psicológica? En caso de que los hombres no hubieran pecado, la muerte
física* igualmente hubiera existido, pero no se la habría experimentado como algo
terrorífico y desesperante.”
* Si es así, ¿tiene sentido la resurrección de la carne? La resurrección lo es del cuerpo
como del alma = ambos son eternos. (Uno creado por el Eterno, y el otro creado para
lo eterno)

“El hombre la habría podido afrontar con la paz y el gozo de los amigos de Dios. La
muerte habría sido un simple viaje, una partida feliz y placentera*, un paso gozoso hacia
el encuentro con el Señor, una despedida momentánea de parientes y conocidos, con la
seguridad de que pronto volveríamos a encontrarlos de un modo más pleno y perfecto.”
En este punto se percibe claramente el eje de toda la visión que guía la exposición.
Esta visión que sigue el biblista no es otra que una idea socrática que tiene de la
muerte: la misma no justifica para nada lo que se pretende argumentar, porque no
lograría explicar el de porque la angustia que sintió Jesús en el huerto de los Olivos.
Jesús tuvo terror a la muerte. La desesperación es algo inseparable de la muerte. Para
Sócrates, la muerte, resumiendo sus dos sentidos, era como un estado en el que el
hombre no experimentaba dolor, y que luego de morir se iba a reunir con sus
semejantes, para continuar dialogando. Un escritor, hizo una comparación entre
Sócrates y Jesús, y en el cual ambos coincidían en muchas cosas: tenían discípulos,
ambos murieron injustamente y por decir la verdad, no escribieron nada, su
enseñanza lo era a través del ejemplo, y así en otras tantas coincidencias. Pero
diferían en algo esencial: Sócrates no le tenía miedo a la muerte, en cambio Jesús si.
La visión de Sócrates se remonta más bien a las religiones órficas, en el que no se
consideraban como bueno al cuerpo. Es una visión dualista de la persona.

“Pero, a partir del pecado se nos nubló la vista. Dejamos de ver a la muerte como
un paso* dichoso hacia la vida con Dios, y empezamos a verla como verdadera "muerte",
es decir, como algo pavoroso y traumático, que nos angustia y agobia, que nos acosa en
cada momento de la vida, y en donde se estrellan todas las esperanzas y las ilusiones
humanas, porque ya no sabemos bien qué nos espera al otro lado ni cómo será el más allá.
“Esa es la muerte psicológica. Esa es la muerte que apareció con el pecado.” *

*1 esta visión solo la trajo Jesucristo, pero no como recuerdo, sino como esperanza
real.
*2 En todo caso se pierde de vista el fin que tiene la muerte (como un momento que se
incorporo a la vida) = el encuentro con Dios =, pero aquí ya nos dice que sin muerte,
siempre estaríamos con Dios.

“Por no haber entendido esto, hemos creído que la Virgen María fue preservada*
de la muerte corporal. Como si ésta fuera en sí misma un castigo, o un mal de fábrica,
cuando en realidad el mal está en cómo se la experimenta.”
* La Virgen no tuvo pecado original, por lo tanto no tuvo que padecer la muerte, que
es de lo que nacen con el pecado original. Ahora, si lo dice de un modo implícito, al
querer decir en el fondo que la Virgen no fue preservada de la muerte corporal,
siendo esta consecuencia del pecado original, entonces estaría negando un dogma de la
Iglesia católica

“Pero eso San Pablo habla de ella como de un "dormirse en Cristo"(1 Cor 15,18) (*
ver 15,56); dice que prefiere "salir de esta vida para vivir con el Señor" (2 Cor 5,6); y que
para él "la vida es Cristo, y la muerte una ganancia*" (Flp 1,21)”. (* Ver el contexto = en
cuanto le permite estar con Cristo pronto)

1Cor 15,26 = la muerte es un enemigo a derrotar por Cristo = Ap. 20,14 = Mt.
22,321Cor. 15,21… = “vino la muerte…”; se entiende que no estaba antes. Y que Jesús
vino a restaurar ese mal.

Y termina diciendo al autor: Con razón dice el Apocalipsis:"Dichosos los que


mueren en el Señor*" (Ap. 14,13).
* Fieles al Señor, en el sentido de morir Mártir, y no como una consecuencia natural
en el ser humano. Recuerdo otra vez, que hay que tener presente el contexto del texto.
El mismo fue escrito en plena persecución de los cristianos, que no tenían otro modo
de morir sino a través del martirio.

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