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MERCADO

Desde el momento en que un grupo humano alcanza un excedente


en su producción siente la necesidad de cambiarlo por otros bienes de los
que carece. Con la primera permuta o cambio, antes de que se inventara
el dinero, surgió en tiempos prehistóricos el comercio y con él la exigencia
de disponer de un lugar neutral en el que, sin temor a la rapiña y al ataque
cruento, pudiesen intercambiarse bienes entre grupos o tribus. Nació así
el mercado, como uno de los primeros y más antiguos frutos de la
creatividad humana.

Conceptos. En lenguaje corriente se da el nombre de mercado al


lugar en que se realizan transacciones de mercancías y servicios entre
compradores y vendedores. La denominación corresponde, en este
sentido tanto a la plaza o recinto feriado de un pueblo o ciudad donde se
venden productos agrícolas, ganaderos, artesanales o industriales, como a
los centros internacionales a los que se dirigen las personas o entidades
interesadas en la contratación de bienes o servicios, en los que se
encuentran las mercancías o las organizaciones capaces de prestar los
servicios que se desean.

En términos económicos, el mercado consiste en un conjunto de


actos de compra y venta de bienes económicos (mercancías y servicios),
ubicados en el tiempo y en un área geográfica determinada, mediante
mecanismos que determinan el precio de cada uno de los bienes. La
actuación de esos mecanismos, su mayor o menor grado de automatismo
y el modo en que se obtiene el precio están en función de las
peculiaridades de cada mercado y de sus elementos componentes.

Criterios de clasificación: Para la clasificación de los distintos tipos de


mercado se tienen en cuenta sus relaciones externas, su estructura
interna, las características del bien económico, el número de compradores
y vendedores y las posibilidades de entrada en el mercado de que se trate.

En lo que respecta a las relaciones externas del mercado con los


distintos factores de su entorno, son de señalar especialmente los
condicionamientos a que pueden someterlo las autoridades políticas. Si
no existen condicionamientos de ningún tipo (lo que ocurre en los
regímenes liberales o capitalistas puros), el mercado se denomina
autónomo y el precio de los bienes es determinado automáticamente por
los mecanismos internos del propio mercado. Por el contrario, si
intervienen condicionamientos políticos (como sucede en los regímenes
comunistas y frecuentemente en los de economía mixta), el mercado se
califica de intervenido o regulado, y la determinación de los precios no se
produce por el libre juego de la oferta y la demanda.

En lo referente a su estructura interna, el mercado se denomina


transparente si compradores y vendedores pueden ponerse en contacto
fácilmente unos con otros, de tal modo que todos conozcan las ofertas y

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demandas de los demás para seleccionar la más adecuada a sus
respectivas conveniencias. Al mercado que carece de esta cualidad se le
denomina opaco. Este mercado resulta fragmentado en ofertas y
demandas contrapuestas, que suelen originar la coexistencia de diferentes
precios para la misma mercancía o servicio.

De acuerdo con las características del bien económico, si la


mercancía es homogénea en su funcionalidad, tamaño, presentación, etc,
el mercado donde se opera con ella se considera perfecto (por ejemplo, un
mercado de trigo en el que todos los ofertantes cultivasen la misma
variedad y el precio del transporte hasta el lugar de adquisición fuese
idéntico). Por el contrario, si la mercancía no es homogénea (por ejemplo,
el mercado de automóviles, en el que las distintas marcas ofrecen alguna
característica diferente), el mercado se califica de imperfecto y se produce
en él una diferenciación de precios.

Según sea mayor o menor la concurrencia de compradores y


vendedores, pueden observase nueve formas típicas de mercado: (1) libre
concurrencia o competencia perfecta, en la que tanto oferentes como
demandantes están presentes en el mercado en gran número; (2)
oligopolio de demanda, en el que son muchos los oferentes y pocos los
demandantes; (3) monopolio de demanda, en el que a muchos oferentes
se enfrenta un solo demandante; (4) oligopolio de oferta, en el que frente a
pocos oferentes existen numerosos demandantes; (5) oligopolio bilateral,
caracterizado porque tanto en la demanda como en la oferta actúan
escasos agentes económicos; (6) monopolio limitado de demanda, en el
que a un único demandante se enfrentan unos pocos oferentes; (7)
monopolio de oferta, en el que muchos demandantes se encuentran frente
a un único oferente; (8) monopolio limitado de oferta, en el que pocos
demandantes se enfrentan a un único oferente; y (9) monopolio bilateral,
en el que se enfrentan un único demandante y un único oferente.

Las posibilidades de entrar en un mercado determinado deben


considerarse principalmente desde el punto de vista de la oferta. Las
barreras que deben franquearse para actuar en un sector concreto de la
producción consisten en las ventajas que los vendedores ya establecidos
tienen sobre los que desean incorporarse al mismo. Generalmente, una
barrera se mide por la amplitud con los vendedores establecidos pueden
elevar persistentemente sus precios de venta sobre los costos medios
mínimos sin atraer nuevos vendedores. Las barreras pueden existir
porque los costos para los vendedores establecidos sean menores que
para los nuevos posibles vendedores, o porque puedan pedir precios más
altos por sus productos que los similares de los nuevos vendedores. De
acuerdo con las características de estas barreras pueden distinguirse tres
situaciones: (1) entrada bloqueada, que permite a los vendedores
establecidos fijar, si lo desean, precios monopolísticos, sin atraer nuevos
vendedores; (2) entrada difícil, que permite a los vendedores establecidos
elevar los precios sobre los costos medios mínimos sin atraer nuevos
vendedores, pero sin llegar a precios de monopolio, en cuyo caso si se

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incorporarían éstos; (3) entrada fácil, que no permite establecer precios por
encima de los costos medios mínimos sin atraer nuevos vendedores.

Determinación del precio de mercado. Frente a la tendencia natural


de todo vendedor a obtener el máximo beneficio en su negocio y a la del
comprador de conseguir al menor costo las mercancías que le interesan,
las distintas situaciones o tipo de mercado imponen sus leyes naturales.
Pueden considerarse a este efecto los casos de la competencia atomística
perfecta e imperfecta, el monopolio y el oligopolio.

Competencia atomística perfecta. En la competencia atomística


perfecta (gran número de compradores y vendedores y productos
homogéneos) no existen barreras para entrar en el sector de que se trate.
En esta situación, ningún vendedor individual puede influir en el precio del
mercado y tiene que aceptar el precio impersonalmente fijado por el
suministro total del bien o producto ofrecido por todos los vendedores y la
demanda total para el producto por todos los compradores. El precio de
equilibrio que se alcanza, apenas superior al costo medio mínimo de
producción, es al que se refería el británico Adam Smith cuando afirmó que
los precios se determinan por la mano invisible del mercado. Este tipo de
mercado está definido por las tres condiciones siguientes: (1) la producción
de la industria es la máxima posible al precio de venta mínimo posible; (2)
toda la producción se obtiene a los costos medios mínimos posibles, dado
que la competencia fuerza a bajar los costos; y (3) la naturaleza de este
mercado impide la acumulación de beneficios excesivos por parte de los
vendedores.

Competencia atomística imperfecta. En la competencia atomística


imperfecta (gran número de vendedores y compradores y productos
diferenciados), la situación es más compleja. Las principales diferencias
con la competencia atomística perfecta son:

1. Los vendedores individuales, debido a la diferenciación de sus


productos, pueden elevar o bajar ligeramente sus precios
individuales de venta; no pueden hacerlo, sin embargo, en
demasía, porque continúan fuertemente sujetos a las fuerzas
impersonales del mercado, que operan a través del nivel general
de precios.
2. La rivalidad entre los vendedores implica costos de promoción de
ventas, así como costos en la alteración de los productos para
atraer la atención de los compradores. Se trata de un juego de
competición en el que todos participan pero pocos ganan y en el
que el precio de equilibrio a largo plazo reflejará los costos
adicionales de publicidad y promoción generados.
3. Dado que no todos los vendedores tendrán éxito en sus políticas
de producción y promoción de ventas, algunos recibirán beneficios
que sobrepasarán el nivel normal sobre sus inversiones;
evidentemente, estos beneficios procederán de su éxito en
conseguir un número superior de compradores. Este tipo de
mercado, al igual que el de competencia pura, puede experimentar

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lo que se denomina competencia destructiva, que resulta no sólo
del fracaso generalizado por exceso o por defecto de la capacidad
productiva, sino también de la entrada en la industria de
demasiadas nuevas firmas a pesar del peligro de pérdidas.

Monopolios: en el monopolio, el único suministrador de un producto


determinado puede fijar cualquier precio para sus mercancías, siempre
que acepte el nivel de ventas que resulte del precio fijado. Como el
mercado demandará generalmente menos cantidad cuanto más alto sea
el precio, el monopolista fijará probablemente el precio que le produzca
el mayor beneficio, teniendo en cuenta la relación de costos a
producción. Al reducir la producción, el monopolista puede elevar el
precio de venta de modo significativo, opción que no existe en la
competencia atomística. Si el monopolista no teme la entrada de
ningún competidor, venderá posiblemente al precio que maximice los
beneficios para la industria que monopoliza. Por el contrario, si la
entrada en el mercado es simplemente difícil, puede optar por fijar un
precio lo suficientemente bajo como para desanimar el ingreso de
cualquier posible competidor, pero que le permita maximizar sus
beneficios a largo plazo.

Oligopolios. En el oligopolio se combinan las características de los


mercados del monopolio y de la competencia, dependiendo el
predominio de una u otra estructura específica en el mercado. Los
vendedores son pocos y cada vendedor suministra una cuota lo
suficientemente grande al mercado para que cualquier cambio en su
política de ventas afecte las cuotas de sus competidores y los induzca a
reaccionar. Por ejemplo, si un vendedor A reduce su precio de venta
por debajo del nivel general de precios que cargan todos los
vendedores, ello le permitirá capturar un número significativo de clientes
de sus rivales si éstos mantienen sus precios sin alteración. Por el
contrario, si los vendedores rivales reaccionan reduciendo sus precios
en una cuantía similar, de modo que ningún vendedor obtenga ventaja
de sus rivales, el grupo reducirá probablemente el beneficio conjunto.
También los rivales de A pueden reaccionar reduciendo los precios de
venta por debajo del nivel en que los situó aquél, forzándolo de ese
modo a una nueva reducción si no quiere ver perjudicada su cuota de
mercado.

Otra posible estrategia se presenta si el vendedor A eleva su precio


sobre el nivel del mercado, tendiendo así deliberadamente a ceder
algunos de sus clientes a sus rivales, pero con la esperanza de
conseguir un beneficio total mayor en relación con su posición anterior.
Puede ocurrir que sus competidores reaccionen elevando sus precios
en la misma cuantía que A, en cuyo caso el nivel general de precios de
la industria se elevará, en perjuicio de los compradores, y los beneficios
combinados del grupo aumentarán.

Como se deduce de lo anterior, cualquier vendedor integrado en un


oligopolio determinará si alterar o no su precio u otra variable de la

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política de mercado a la luz de sus conjeturas sobre la reacción de sus
rivales. Del mismo modo, éstos determinarán sus reacciones a la luz de
las conjeturas sobre cuál será la respuesta del vendedor A a la
actuación de ellos. Sin embargo, ese proceso de respuestas y
contrarrespuestas no tiene por qué llevar necesariamente el nivel de
precios del sector a igualar el costo medio mínimo, como sucede en la
competencia perfecta. Pueden producirse diferentes niveles de
equilibrio entre los precios del monopolio y los de la competencia
perfecta, según sean las circunstancias; por ejemplo, es común que se
establezca un “acuerdo entre caballeros” por el que el grupo fije su
precio como si se tratase de un monopolio.

FORMAS TIPICAS DE MERCADOS


Forma Oferentes Demandantes
Libre concurrencia o competencia perfecta. Muchos Muchos
Monopolio bilateral.
Monopolio de demanda. Uno Uno
Monopolio de oferta Muchos Uno
Monopolio limitado de demanda. Uno Muchos
Monopolio limitado de oferta. Pocos Uno
Oligopolio bilateral. Uno Pocos
Oligopolio de demanda. Pocos Pocos
Oligopolio de oferta. Muchos Pocos
Pocos Muchos

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