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ARISTÓTELES: Sociedad y política

Aristóteles (384-322 a.C.) nos ofrece uno de los sistemas filosóficos más completos y
profundos del pensamiento antiguo. Su reflexión se ocupó de todas las áreas principales de
la filosofía (metafísica, filosofía de la naturaleza, lógica, antropología, ética, política,
estética...) y en todos los campos, aunque influido por su maestro Platón, hizo aportes
originales.

La teoría social

El interés por las cuestiones sociales y políticas es una de las características de la actividad
filosófica de Platón, y queda reflejado suficientemente en la República. Aunque en
Aristóteles no alcance la misma dimensión que en Platón también formará parte
importante de su obra, especialmente en correlación con la ética, configurando lo que se ha dado en llamar la filosofía práctica
aristotélica. Aristóteles estudia las cuestiones sociales y políticas a través de sus obras "Constituciones" y "Política". Más que el
diseño de lo que debería ser una sociedad perfecta o justa, lo que le interesa a Aristóteles es determinar las características del
espacio social en el que se ha de desarrollar la vida del hombre. También bosquejará tímidamente su sociedad ideal, en los
libros 7 y 8 de la "Política"; pero al igual que en otros aspectos de su obra se sentirá más atraído por el análisis de la
experiencia, en este caso, el de la experiencia de la vida colectiva o social del hombre.

Respecto al origen y constitución de la sociedad mantendrá, al igual que Platón, la teoría de la "sociabilidad natural" del
hombre. El hombre es un animal social (zóon politikon), es decir, un ser que necesita de los otros de su especie para sobrevivir;
no es posible pensar que el individuo sea anterior a la sociedad, que la sociedad sea el resultado de una convención
establecida entre individuos que vivían independientemente unos de otros en estado natural: "La ciudad es por naturaleza
anterior a la familia y a cada uno de nosotros". El todo, argumenta Aristóteles, es anterior a las partes; destruido lo corporal,
nos dice, no habrá "ni pie ni mano a no ser en sentido equívoco"; el ejemplo que toma como referencia sugiere una
interpretación organicista de lo social, en la que se recalca la dependencia del individuo con respecto a la sociedad.

Es pues manifiesto que la ciudad es por naturaleza anterior al individuo, pues si el individuo no puede de por sí bastarse a sí
mismo, deberá estar con el todo político en la misma relación que las otras partes lo están con su respectivo todo. El que sea
incapaz de entrar en esta participación común, o que, a causa de su propia suficiencia, no necesite de ella, no es más parte de
la ciudad, sino que es una bestia o un dios. (Aristóteles, Política, libro 1)

El núcleo originario de la comunidad social o política es la familia. Las necesidades naturales de los hombres, las necesidades
reproductivas que llevan al apareamiento, por ejemplo, llevan a la configuración de este pequeño grupo social que será la
base de organizaciones más amplias como la aldea y la ciudad: "La familia es así la comunidad establecida por la naturaleza
para la convivencia de todos los días". Las pequeñas asociaciones de grupos familiares dan lugar al surgimiento de la aldea; y la
asociación de aldeas da lugar a la constitución de la ciudad: "de aquí que toda ciudad exista por naturaleza, no de otro modo
que las primeras comunidades, puesto que es ella el fin de las demás". Aristóteles utiliza también el argumento del lenguaje
para reforzar su interpretación de la sociabilidad natural del hombre: a diferencia de otros animales el hombre dispone del
lenguaje, un instrumento de comunicación, por ejemplo, que requiere necesariamente del otro para poder ejercitarse; sería
absurdo que la naturaleza nos hubiera dotado de algo superfluo; y sería difícilmente explicable el fenómeno lingüístico si
partiéramos de la concepción de la anterioridad del individuo respecto a la sociedad.
El por qué sea el hombre un animal político, más aún que las abejas y todo otro animal gregario, es evidente. La naturaleza -
según hemos dicho - no hace nada en vano; ahora bien, el hombre es entre los animales el único que tiene
palabra. (Aristóteles, Política, libro 1)

Aristóteles, como Platón, considera que el fin de la sociedad y del Estado es garantizar el bien supremo de los hombres, su vida
moral e intelectual; la realización de la vida moral tiene lugar en la sociedad, por lo que el fin de la sociedad, y del Estado por
consiguiente, ha de ser garantizarla. De ahí que tanto uno como otro consideren injusto todo Estado que se olvide de este fin
supremo y que vele más por sus propios intereses que por los de la sociedad en su conjunto. De ahí también la necesidad de
que un Estado sea capaz de establecer leyes justas, es decir, leyes encaminadas a garantizar la consecución de su fin. Las
relaciones que se establecen entre los individuos en una sociedad son, pues, relaciones naturales. Aristóteles estudia esas
"leyes" de las relaciones entre los individuos tanto en la comunidad doméstica, la familia, como en el conjunto de la sociedad,
deteniéndose también en el análisis de la actividad económica familiar, del comercio y del dinero.

La forma de gobierno propuesta

En el estudio de las diversas Constituciones de las ciudades-estado de su época nos propone una teoría de las formas de
gobierno basada en una clasificación que toma como referencia si el gobierno procura el interés común o busca su propio
interés. Cada una de estas clases se divide a su vez en tres formas de gobierno, o tres tipos de constitución: las buenas
constituciones y las malas o desviadas. Las consideradas buenas formas de gobierno son la Monarquía, la Aristocracia y la
Democracia (Politeia); las consideradas malas, y que representan la degeneración de aquellas son la Tiranía, la Oligarquía y la
Democracia extrema o (Demagogia). La Monarquía, el gobierno del más noble con la aceptación del pueblo y el respeto de las
leyes, se opone a la Tiranía, donde uno se hace con el poder violentamente y gobierna sin respetar las leyes; La Aristocracia, el
gobierno de los mejores y de mejor linaje, se opone a la Oligarquía, el gobierno de los más ricos; La Democracia o Politeia, el
gobierno de todos según las leyes establecidas, se opone a la Demagogia, el gobierno de todos sin respeto de las leyes, donde
prevalece la demagogia sobre el interés común.

La Democracia moderada o "Politeia" es considerada por Aristóteles la mejor forma de gobierno, tomando como referencia la
organización social de la ciudad-estado griega; una sociedad por lo tanto no excesivamente numerosa, con unas dimensiones
relativamente reducidas y con autosuficiencia económica y militar, de modo que pueda atender a todas las necesidades de los
ciudadanos, tanto básicas como de ocio y educativas. Asimismo, creerá que el mejor sistema político será aquel en donde los
mejores gobiernen pero como es difícil determinar quiénes sean los mejores y encontrar hombres que se destaquen
excepcionalmente del resto, el discípulo de Platón admite que un pueblo reunido puede gobernarse bien. La razón es que aún
cuando individualmente las personas sean mediocres reunidas en conjunto pueden llegar a ser mejores y más sabias que en
solitario pues en la deliberación pública podrán ver los pros y los contras que a un individuo aislado no se le ocurriría y podrán
encontrar soluciones originales que pueden pasar por alto al particular. Lo que le hace rechazar, o considerar inferiores, las
otras formas buenas de gobierno es su inadecuación al tipo de sociedad que imagina, considerándolas adecuadas para
sociedades o menos complejas y más rurales o tradicionales; pero también el peligro de su degeneración en Tiranía u
Oligarquía, lo que representaría un grave daño para los intereses comunes de los ciudadanos.
  PLATON: Sociedad y política
La vida social
A diferencia de los sofistas, para quienes la sociedad era el resultado de una convención o pacto entre los individuos,
para Platón la sociedad e s el medio de vida "natural" del ser humano. Si atendemos a las características de la vida humana, en
efecto, podremos observar que el ser humano no es autosuficiente, ni en cuanto a la producción de bienes materiales
necesarios para su supervivencia, ni en cuanto a los aspectos morales y espirituales que hacen de la vida del ser humano algo
propiamente humano. Las tendencias que inclinan al ser humano al amor, a la amistad, a la convivencia en general, son
tendencias naturales, por lo que no tendría sentido pensar que el medio, necesariamente social, en el que se desarrollan,
fuera algo no-natural. Esta teoría de la "sociabilidad natural" del ser humano será mantenida posteriormente también por
Aristóteles.
Por lo demás, forma parte de las convicciones sociales, firmemente asentadas en la época, la idea de que la vida del hombre
se identifica, de alguna manera, con su vida social. El predominio de la ciudad-estado como forma de organización de la vida
social en Grecia fortalecía el predominio de la vida comunal, hasta el punto de que difícilmente se podría concebir la vida del
hombre manteniéndose ajena al Estado; no obstante, esa tendencia debía ser compatible con el individualismo que también
se manifiesta en la vida y en las tradiciones culturales griegas.
De ahí las similitudes que establecerá Platón en la República entre la moral individual y la moral colectiva, o entre el gobierno
de los bienes individuales y el gobierno de los bienes colectivos, que le permitirá comparar la naturaleza del hombre y la
naturaleza del Estado con el fin de avanzar en sus investigaciones. Además, hemos visto que para Platón tenía que existir el
Bien en sí (la Idea de Bien), por lo que difícilmente la referencia del buen comportamiento del individuo puede ser distinta de
la del buen comportamiento del Estado. Tiene que existir un único modelo de comportamiento moral. Y ese modelo ha de
tener un carácter absoluto.
La teoría política
Platón nos expone su teoría política, - que será revisada en Las Leyes -, en la República, obra perteneciente a su período de
madurez. La República es una obra que tiene por objeto de discusión determinar en qué consiste la justicia. Consta de diez
libros que podemos agrupar en cinco partes, según los temas tratados: a) el libro primero en el que se plantea el tema de qué
es la justicia, al que seguirían b) los libros II, III, y IV que tendrían por objeto estudiar la justicia en la ciudad ideal, c) cuyas
formas de organización, de gobierno, características de sus clases sociales, etcétera, se establecerán en los libros V , VI y VII; d)
estudiando posteriormente los males que arrastran a las ciudades hacia la ruina, la injusticia, en los libros VIII y IX; e)
terminando la obra con la condena de la poesía y de aquellas formas de arte que nos muestran una mala imagen de las cosas,
así como con una reflexión sobre el destino final del alma. Por supuesto que, en el curso de las sucesivas discusiones, serán
tratados en la República otros temas de no menor importancia en la obra de Platón
El tema, - qué es la justicia -, se plantea, pues, ofreciéndose diversas soluciones, según la opinión de los hombres buenos, la de
los sofistas, etc., encargándose Sócrates, como es habitual en los diálogos platónicos , de demostrar las insuficiencias de las
definiciones de justicia aportadas. Se plantea entonces la necesidad de encontrar un método que permita llegar a esa
definición de un modo más preciso.
Sócrates recalca la necesidad de que la virtud, en este caso la justicia, sea común al hombre y a la ciudad; podríamos buscarla
por lo tanto en uno y en otra; pero dada la mayor magnitud de la ciudad deberá estar la justicia inscrita en ella con caracteres
más gruesos que en el individuo y, por lo tanto, más fáciles de encontrar.
Pero como no hay ninguna ciudad conocida de la que realmente podamos decir que es justa, Sócrates propone la creación de
una ciudad y un Estado ideal: siendo una sociedad perfecta no podrá carecer de ninguna perfección y deberemos encontrar en
ella la justicia.
En este Estado la sociedad está dividida en grupos atendiendo al modo en que cada uno de ellos debe satisfacer distintas
necesidades básicas: la función de los artesanos es crear los bienes (alimentos, vestidos, instrumentos...) que todos los
hombres puedan necesitar; los guardianes o guerreros se encargan de la seguridad del Estado, de mantener el orden interno y
defender al grupo de las agresiones externas; finalmente, los gobernantes deberán promulgar las leyes y establecer la
justicia entre todos los miembros. Pero la figura del rey-filósofo aparece como consecuencia de dos puntos de vista
fundamentales en la filosofía política de Platón: su concepción autoritaria y su concepción intelectualista. Platón hereda de su
maestro Sócrates la idea según la cual no se puede hacer el bien si no se tiene un conocimiento explícito de lo que es el bien.
En la propuesta política de Platón los dirigentes deben educarse desde muy jóvenes en las distintas ciencias, en el esfuerzo
físico, y en la práctica de la virtud, y cuando hayan alcanzado la madurez ―que Platón situaba en los cincuenta años―
deberán encargarse de las tareas de gobierno aquellos que más se hayan acreditado en sus capacidades morales e
intelectuales. De ese modo, el gobierno no estará en manos de unos dirigentes elegidos por la mayoría sino en manos de
aquellos que han podido acceder al conocimiento de la ciencia verdadera y del Bien: los filósofos.
“Hasta que los filósofos gobiernen como reyes o, aquellos que ahora son llamados reyes y los dirigentes o líderes, puedan
filosofar debidamente, es decir, hasta tanto el poder político y el filosófico concuerden, mientras que las diferentes
naturalezas busquen solo uno solo de estos poderes exclusivamente, las ciudades no tendrán paz, ni tampoco la raza
humana en general.”
“Las Leyes” es la obra más voluminosa de Platón y a juicio de la mayoría de los expertos también la última. En esta obra de
vejez Platón se replantea la utopía construida en “La República” intentando darle un matiz más posibilista. Llaman la atención
no sólo los cambios que se han producido en su pensamiento sino también aquellos elementos que han permanecido iguales
desde “La República”
En esta obra, vuelve a mostrar su rechazo a la tiranía y a la democracia a las que pone como ejemplo de sistemas que
entienden la libertad de sus ciudadanos de una manera extrema. La tiranía al reducir a nada la libertad política hace que sus
miembros no se sientan parte de la unidad política del estado; la democracia, por el contrario, al proporcionar a sus
ciudadanos una libertad extrema los desidentifica de la unidad política del estado y los hace personas individualistas. Una
ciudad bien gobernada debe tener en cuenta esto e intentar ser algo intermedio entre estos dos sistemas políticos
En cuanto a la organización política propone que los cargos públicos se elijan por sufragio universal, los cargos sólo se puedan
ejercer durante un tiempo determinado y al final del mandato los que ocupan cargos públicos deben  rendir cuentas de sus
actos ante un tribunal constituido al efecto. Hombres y mujeres tienen las mismas responsabilidades políticas y los mismos
derechos, igualdad que Platón conserva desde “La República”. Como órgano político más importante está el “Consejo
Nocturno” que recibe su nombre porque se reúne desde las primeras luces hasta salir el sol; el “Consejo Nocturno” se encarga
de vigilar el cumplimiento de la ley y realizar reformas en caso de que sea absolutamente necesario. El Consejo Nocturno
estará formado por hombres y mujeres de edades diversas aunque la mayoría tendrán más de 50 años y serán antiguos cargos
públicos que se destacaron por su virtud y sabiduría y que poseerán una educación complementaria en materias filosóficas.
En “Las Leyes” como en “La República” todo el universo político gira en torno al bien común de la ciudad antes que sobre el
bien del individuo.
CICERÓN: Sociedad y política

Marco Tulio Cicerón, (106-43 a.C.), fue escritor, político y el más elocuente orador romano.

La República Romana. Los romanos se sentían muy orgullosos de su sistema de gobierno. El


término res publica significa “cosa pública”, es decir, lo que afecta al conjunto de ciudadanos
(frente al campo de lo privado). Por extensión pasa a significar “tipo de gobierno” y “estado”.
Cicerón sostiene que tiene lo mejor de los tres sistemas justos: la monarquía (representada por
los cónsules), la aristocracia (representada por el senado) y la democracia (representada por los
comicios). Aunque realmente el sistema republicano es una aristocracia, puesto que el Estado
es controlado en la práctica por las familias nobles.

La sociedad romana se encontraba dividida en: Patricios, o descendientes de las antiguas gentes. En un principio individuos
con linaje que se regían por las costumbres del derecho paterno (patriarcado), que establecían que la herencia se transmitía
por línea masculina. Constituían la clase propietaria de la tierra, detentando de este modo el poder económico y gozaban de
ciertos privilegios políticos: derecho al acceso directo al Senado y a las Magistraturas. Plebeyos, o descendientes de la plebe.
Son hombres sin linaje y en su origen no tenían acceso a la propiedad. Formaban un conjunto heterogéneo: libertos,
artesanos, pequeños comerciantes, etc. Esclavos. No podían tener acceso a ningún tipo de propiedad ni eran considerados
personas sino meros instrumentos de trabajo al servicio de su propietario

Algunas de las instituciones de la República fueron: La Magistratura, o cuerpo de funcionarios administrativos y políticos,
(Estaba compuesta por: Los Cónsules, administradores de justicia, de las finanzas, ostentaban la iniciativa legislativa y era los
generales en jefe de las legiones (consulares); Los Pretores, administradores de justicia; Los Censores, confeccionan el censo y
vigilan las costumbres; Los Ediles, policía de vigilancia, y los Cuestores, administradores de la hacienda pública). El Senado,
integrado inicialmente por los jefes de las gentes (patricios), pasó a estar formado por patricios y plebeyos, según la
importancia de su propiedad. La función de esta institución consistía en asesorar a la magistratura y ratificar los acuerdos
populares. La Asamblea Popular se desarrolló en tres instituciones: Comicios de las curias (ya existentes en tiempos de la
Monarquía), Comicios de las centurias y Comicios de la plebe. Sus funciones fundamentales eran la elección de los magistrados
y la aprobación de las leyes.

Ideas políticas

La primera consideración que hay que hacer con respecto a las ideas políticas de Cicerón es la importancia e influencia que
tuvieron los griegos en él. En los textos de los filósofos griegos, se nos presentan ya esbozadas una parte de las ideas que
utilizará, principalmente en La República de Platón y en La Política de Aristóteles. También hay que señalar que
adicionalmente a los mencionados filósofos, Cicerón también se apoyó en las ideas del historiador griego Polibio

Fiel a la tradición, Cicerón no puede imaginar un mundo donde el desempeño en la gestión de la “cosa pública” no sea el valor
supremo. Es probablemente en este punto donde se sitúa el centro y el fin de su pensamiento político; esto explicaría sus
posiciones filosóficas y su rechazo absoluto al epicureismo, que consideraba la felicidad incompatible con el desempeño en las
actividades de la administración pública. Por la misma razón sus simpatías por el estoicismo se daban por los aspectos de esa
doctrina, que ponían su énfasis en la importancia de las virtudes sociales: la justicia, la humanidad, el valor civil, la devoción a
la patria.
Cicerón retoma de los griegos el concepto de la “constitución mixta”. En base a esta teoría las tres formas fundamentales de
gobierno (monarquía, aristocracia y democracia) son vista inevitablemente sujetas a degenerar en sus respectivas formas
“extremas” de la tiranía, la oligarquía (gobierno de pocos) y la oclocracia (gobierno de la turba). Por eso es que se hace
necesaria la contemporaneidad de las tres formas en el estado para evitar las tendencias generativas. La constitución mixta se
respeta en el estado romano donde el elemento monárquico se refleja en el Consulado, el elemento aristocrático en el Senado
y el democrático en las asambleas populares. Se nota aquí una divergencia fundamental en Cicerón ya que él no piensa en un
estado “Ideal” construido en un modelo teórico. Para él y de acuerdo a una visión historicista el estado que más se acerca al
ideal es la republica romana, que logra llegar a su plenitud a través de los siglos de formación. Cicerón sostiene que tiene lo
mejor de los tres sistemas justos: la monarquía (representada por los cónsules), la aristocracia (representada por el senado) y
la democracia (representada por los comicios). Aunque realmente el sistema republicano es una aristocracia, puesto que el
Estado es controlado en la práctica por las familias nobles.

Con eso se demuestra como la doctrina de la constitución mixta obedezca en sustancia a una tendencia conservadora: el
mantenimiento de las vigentes relaciones de poder y propiedad y la contemporánea garantía para los estratos inferiores de
una voz más o menos nominal en los asuntos políticos.

Dice Cicerón:  «(El Estado ideal) es aquel en el que los mejores buscan la gloria y el honor y evitan la ignominia y el descrédito, y si
no hacen el mal no es tanto por miedo a los castigos que imponen las leyes como por la vergüenza que ha dado el hombre a la
naturaleza y que nos hace temer la crítica justificada»

Defensa del derecho

Su aportación teórica respecto de la defensa del derecho como forma jurídica del Estado, estaba en consonancia con las
condiciones de su tiempo, en la medida en que el Estado romano necesitaba de una legitimación, justificación jurídica basada
en el derecho, en que basar el dominio a que sometían a las clases y pueblos explotados. En su contexto histórico aparece
como un logro social, el sometimiento de las relaciones individuales al interés general, aunque en realidad es el tratamiento
jurídico de las contradicciones sociales para tratar de legitimar y amortiguar los conflictos entre clases; presupone, por tanto,
el reconocimiento de la desigualdad social que se pretende legitimar y mantener en nombre de las leyes de la naturaleza.
También hay que decir que el recurso argumental del reconocimiento formal (jurídico) en que se apoya el político romano,
como soporte para la legitimidad del Estado, es algo débil ya que de acuerdo a él, todo Estado es legítimo si tiene una base
jurídica y, al contrario, es ilegítimo si no está apoyado en la norma legal. Por ultimo hay que decir que a pesar de las
discrepancias sobre el contenido del derecho natural, las formulaciones estándar de la idea básica de derecho natural en la
Europa medieval coincidían con la ciceroniana. La teoría de Tomás de Aquino (incluida en su imponente Summa Theologiae, y
a menudo identificada como la teoría del derecho natural) no es una excepción: aunque los intereses de Santo Tomás son
principalmente metafísicos y religiosos, su exposición de la ley natural no apela a doctrinas metafísicas ni religiosas. Más bien
explica tanto el carácter natural como legal de la ley natural en términos de la razón. Para Santo Tomás, la ley natural es
natural porque está de acuerdo con la naturaleza humana, y esta naturaleza es una naturaleza racional.
POLIS

SENADO ROMANO

CIVITAS EN LA

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