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Nemo Nobody, pintando un mundo blanco

Mateo Medina Abad

Indudablemente Mr. Nobody es una película sobre el tiempo. Está


detenido y de repente avanza, o retrocede, o tal vez, jamás cambió. Es
un debate constante, como unas manecillas del reloj donde el segundero
avanza, pero el reloj no da la hora exacta, donde la fecha salta, 9 años
adelante, 15 años atrás, 40 años adelante, 80 años atrás. O tal vez es
como una hoja en blanco en una maquina de escribir, el escritor se
equivoca, tacha, retrocede, espicha cuidadosamente cada tecla, hasta
que quita la pagina, desecha la idea y vuelve a empezar. Así aparenta
ser la vida de Nemo Nobody, un hombre que no existe, pues existir es
una elección, y las miles de decisiones que tomamos pueden afectar qué
deparará el futuro.

A la hora de analizar entonces Mr. Nobody se debe partir de un hecho, el


tiempo es solo un imaginario, y en ese imaginario las líneas se bifurcan y
cambian constantemente. Las historias entonces no tienen un inicio, un
nudo y un desenlace claro, tienen muchos, que van virando en el
camino, y que van encontrando formas de narrarse de pensarse a sí
mismas.

En ese sentido Mr. Nobody es una curva incesante de algo que la


película repite constantemente en las reflexiones de Nemo,
posibilidades, morir ahogado es posible, como quemar el carro puede
evitar que la muerte llegue así también, escoger la madre o al padre
implica vidas distintas, y en esas vidas cualquier decisión puede afectar
el camino, ir a nadar o no, escoger con quien bailar primero en una
fiesta.

Allí radica la modularidad de la narrativa de la película. Empezamos con


nemo en el futuro, tiene 80 años y es el último hombre mortal. La
película luego entra a preguntarse e indagar sobre la vida de Nemo
Nobody, esto simbólicamente tiene mucha más fuerza cuando
entendemos que Nemo significa nadie en latín. Su vida entonces
representa una humanidad desacralizada y antigua, alejada de la
mortalidad y de esta forma de las decisiones que implica una vida
mortal, si se escoge el camino de la derecha o el de la izquierda, si la
vida en ese azar te deja vivir con el amor de tu vida, o morirte ahogado.

De esta forma Mr. Nobody encarna varias formas de narración, la


Anacrónica por como va saltando del presente al futuro, o al pasado sin
sentido aparente, hasta el punto de que es difícil identificar en qué
momento de la historia se está, es imposible dentro de la historia definir
cuál es el presente. Definir una historia base.
Así mismo la película tiene una trama entrecruzada en tanto
literalmente este concepto define su historia es el que la da un hilo, una
trama entrecruzada es aquellas que se bifurca hasta que aparecen
muchas posbilidades.

Estas tramas en la película se pueden entender en tres colores, rojo


representando a Anne, color que acompaña las escenas con ella, como
la caseta roja en el lago, su bufanda cuando ya es adulta o la sabana en
la que se ecodían cuando eran adolecentes; azul a Elise, se ve en su
vestido, en los colores del cuarto en el que lloran juntos, de su casa en
suburbios; y amarillo a Jeane, en la casa grande y amarilla, el color de
las luces en la fiesta en la que Nemo decide casarse que con la primera
persona con la que baile. También se podría hablar de otra trama
representada en el color blanco, Nemo en el futuro, como se ve en el
consultorio, en su cuarto de hospital, en la arquitectura de la ciudad que
representa el canvas en el que Nemo pinta sus historias, un mundo
creado por él.

Con Jean, Nemo vive una vida sin amar a su esposa, una vida donde a
pesar de tenerlo todo, no tiene nada, no encuentra felicidad, una vida
que lleva a su muerte asesinado por un gangster en un hotel; en su
historia con Elise, a pesar de sus esfuerzos por amarla y cuidarla,
termina o incinerado en una explosión, o ahogado en un lago. Anne al
final siempre es la respuesta, es la decisión correcta, el amor real
representado en el rojo, un amor pasional y puro, casi imposible de
alcanzar, pero que luego de varios golpes en el camino, es el anhelo de
Nemo, el final correcto.

Mr. Nobody así logra crear una narrativa escindida a partir de las
decisiones dentro de la cabeza de un niño de 9 años, vistas como
tramas, con obstaculos, dificultades, pero al fin y al cabo le permiten
alcanzar lo que quiere. Así Jaco Van Dormael construye toda una
metáfora del azar, del destino, de cómo girar a la izquierda o la derecha
puede cambiar un mundo, darle un sentido completamente distitno,
pero igual de significativo.

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