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DEL VIAJE A LA CRÓNICA

por Carlos Iván Duque Salgado - Maestría en Estética y Creación.

ESPECIAL 2018: DEL VIAJE A LA CRÓNICA PRESENTA DE


FORMA INÉDITA, MÁS DE 10 CRÓNICAS DEL AUTOR CARLOS
IVÁN DUQUE.
Índice
pág.
Tu
2 pág. 5
El gringo come huevos
pág. 7
Casa del ciclista en Trujillo
pág. 8
La casa de Yala

pág. 4
Los calzones de la flaca

pág. 12
La fiesta en la funeraria
Coctel

pág. 6
Unas de cal otras de hamaca
pág. 10
La casa del Florista
pág. 13
La fiesta del Cusco

:: Pereira - Piangüita – Pereira ::

pág. 15 pág. 17 pág. 18 pág. 19


Un viaje que fue Navidad en el - No estaba muerto Viajar con
muchos viajes puerto - La estufa Karen

pág. 20 pág. 20 pág. 21


¿Es muy duro viajar en Sobre como
BONUS TRACK
bicicleta? perder
Página 2 TU


Tu
De las experiencias con los amigos uno recuerda algunas, y esa seguridad de
llevarlos en el corazón está hecha de eso, de pedazos de días que se volvieron
la historia de los dos, la historia de la amistad de los dos. Con ella me ocurre
igual, la veo rodar en un terraplén y yo sobre ella, mi padre nos observa y el
color predominante en el borroso recuerdo es el color tierra.
Si recuerdo bien,
Un peladero, así es como llaman a esos potreros que de tanto ser cancha de era negra, de cross,
futbol se lo creyeron. Ahí me veo, ahí nos veo. De ese día también recuerdo un que era como
ladrillo, seguro el paral de alguna portería abandonada que enmarcó un
llamábamos a las de
“pico-monto” de varias docenas de cari sucios. A ese ladrillo lo recuerdo por
ponerme contra el piso en mi primer intento de salto de obstáculos. La su tipo. Negra y
confianza ganada en los primeros minutos de equilibrio, me lanzó contra el ajustada a mi
bloque que impávido vio mi caída. No pasé sobre él pero tampoco renuncié a tamaño, cómoda
volver a intentarlo, con los días ya bajaba andenes y los ladrillos me servían para ser
como apoyo de tablas que convertía en improvisadas rampas. maniobrada con
agilidad.
Si recuerdo bien, era negra, de cross, que era como llamábamos a las de su tipo.


Negra y ajustada a mi tamaño, cómoda para ser maniobrada con agilidad.

Durante una buena época mis vacaciones se llamaron Medellín, en realidad se


llamaban Envigado o Itagüí, pero todo lo que fuera Antioquia para mí se
llamaba Medellín. Allí, perdí una cometa en algún barrio aledaño al “Pueblito
Paisa”, cuando en una exhibición de destreza, mi papá la elevó tanto, que los
La dicha de la vida “telegramas” ya no eran visibles y al romperse la cuerda nunca supimos contra
qué techo terminó, recuerdo que la buscamos. Ahora que lo pienso, mi papá
-aunque fuera solo
ya sabía que no la encontraríamos, pero buscarla era parte del paseo. Simulé
en vacaciones- de una lesión mientras montaba en patines y cuando mis tías vieron que me paré
conjunto cerrado, y continué patinando, casi son ellas las que me lesionan por hacerlas bajar
era completa cuando cinco pisos para comprobar que no había pasado nada. Me bañé mil veces en
estábamos juntos, la piscina de pelotas del parquecito infantil, supe lo que era el “Parque Norte”,
los policías vi el espectáculo navideño de “Noel”, vacié la nevera de mi abuela y jugué
todas las formas posibles de escondite. El cerdo, el muñeco, la tía, las chispitas,
acostados eran las
la misa, el piano del abuelo, el abuelo, él sí que necesita un capítulo
metas volantes y aparte…de todas las formas de juego y de todos los recuerdos de infancia en
tenía todas esas Medellín, tengo un par con ella. La dicha de la vida -aunque fuera solo en
calles para ir y volver vacaciones- de conjunto cerrado, era completa cuando estábamos juntos, los
en compañía de mis policías acostados eran las metas volantes y tenía todas esas calles para ir y
primos. volver en compañía de mis primos. En Medellín se convirtió en adolescente, un
día mi papá se la llevó de la casa y luego de unos días, la trajo irreconocible,
¡verde! pero no cualquier verde, fluorescente, brillante, sonriente. Seguía
siendo ella, pero estaba más chula.

En Santa Rosa de Cabal, pueblo en donde he pasado la mayor parte de mi vida, y en


donde pasaba la mayor parte del año, mis privilegios de conjunto cerrado eran
cambiados por el barranco y el picado de fútbol en la calle.
Página 3 TU

Ser niño en un barrio que empieza a construirse tiene Esa tarde conocimos la sangre juntos, no como la
sus ventajas, cualquier casa a medio hacer es un veía en las películas, no, sangre de verdad bajando
palacio y cualquier terraplén donde quepan unas por mi cara desde la cabeza. El truco estaba
guaduas que hagan de portería, es una cancha. Allí ensayado, calculadas las distancias, la actitud
estrellé de frente con mis antiguos enemigos los estaba puesta. Como en rutina de “Maestros de la
ladrillos, ahora por cuenta de un mal cálculo: apoyé acrobacia”, temerario y decidido avancé sobre el
una esterilla sobre un par de ellos, en apariencia era andén; uno, dos, tres, cuatro pedalazos, seguí
la plataforma ideal para un vuelo corto. Tomé hasta tomar suficiente velocidad y sobre el último
impulso desde una distancia como de media cuadra, pedalazo la cadena cayó. Sin cadena no hay freno,
arranqué en carrera y cuando estuve sobre la sin freno no hay derrape, sin derrape…dos
improvisada rampa, ¡zas! se rompió y de frente contra segundos después y como cuatro metros más
los ladrillos. Nunca volvimos a ser los mismos, ella adelante en medio de una calle, estábamos
quedó con una deformidad permanente y yo entendí abrazados luego de una voltereta que la puso
en la práctica, alguna ley de la física que tiempo sobre mi cabeza y abrió una herida que fueron tres
después un profesor no supo explicar con la misma puntos que lucir con orgullo frente a mis amigos
claridad que lo hicieron mis ahora archienemigos, los de cuadra. Ese aire a Frankenstein me llenaba de


ladrillos. orgullo y el susto no me alejó por mucho tiempo
de las bielas.
Hace mucho tiempo dejé de ver el sistema “contra
pedal”, que era bastante común durante mi niñez y
que permitía derrapar con un estilo particular si uno
sabía acomodarse en los pedales. Este sistema tenía
un pecado, un tremendo pecado diría yo, pues
dejaba de funcionar si la cadena no estaba en su No recuerdo la razón, pero ese día
puesto. No recuerdo la razón, pero ese día lubricaron lubricaron mi cadena con un pegote
mi cadena con un pegote blancuzco que prometía blancuzco que prometía un mejor
un mejor funcionamiento, los primeros pasos del funcionamiento.
baile me hicieron pensar que efectivamente el
asunto mecánico estaba al pelo, y confiado, me lancé
a impulsarme con toda velocidad en un ir y venir que De a poco fuimos creciendo juntos, nos
abarcaba toda una cuadra. acompañamos en los paseos a la finca de los
abuelos y le dimos mil vueltas al patio de tierra
Quienes conocen el Parque Los Fundadores de Santa que estaba frente a la casa de bahareque y al lado
Rosa de Cabal, deben recordar que hay una calle del cafetal.
ciega paralela a la calle 8 que es sobre la que se Años después, en sus conos traseros, paseé a mi
encuentra el Santuario de la Milagrosa, pues bien, novia y los tres le dimos la vuelta a la cuadra.
más allá de la ubicación espacial, el punto es que este Hicimos recorridos por las carreteras destapadas, y
callejón tiene un andén alto, el mismo que en la parte una que otra vez caímos para pararnos de nuevo.
que da a la carrera 13, tiene una altura como de un También tuvimos una temporada extrema, el
metro. ¡Haber me concentro! Es que quiero que downhill me mostró que ya no tenía 15 años y
dimensionen, mejor, que logren recrear el lugar de tardaba más tiempo en recuperarme de las
los hechos. Y ahora sí los hechos: Con mi cadena lesiones, aunque fue divertido e hicimos nuevos
como mata de sábila recién cortada, emprendí una amigos, dudo que volvamos por esas trochas, por
carrera que terminaba al borde del andén en donde lo menos a una velocidad competitiva.
iniciaba ese desnivel de metro y pedazo en donde lo Los años la pusieron más bella, más estilizada, más
que seguía era una calle, mejor dicho, la emoción del liviana, más funcional. No he parado de
pique estaba en poder derrapar al borde del desnivel. consentirla, de engallarla, de equiparla para el
Fui, volví, fui, volví, casi un experto, un osado piloto viaje, y no dudo que los recorridos juntos apenas
de parque infantil. comienzan.
Página 4 LOS CALZONES DE LA FLACA

Los calzones de la flaca

Frente a la puerta del baño espera algún Todos se ocupan de lo suyo, a excepción de los
madrugador. En sus manos un cepillo de dientes, una que viajan “emparejados”- que se guardan
crema dental y un jabón, sobre su hombro una toalla mutuamente el desorden- todos tenemos que
o cualquier trapo que haga sus veces. La mayoría responder por nuestras cosas, que siendo pocas,
prefieren no hacer cola, miran de reojo buscando el resultan ser muchas cuando se juntan.
momento de colarse a la ducha mientras la puerta
esté abierta. Esperar el turno para usar el baño La flaca, una hermana de viaje, camina entre el
cuando hay otros quince en las mismas, puede ser patio y la cocina, mira sigilosa, da vueltas por el
peor que una fila de cajero automático en salón donde quedan algunas “camas” sin
quincena. recoger, se para junto a la suya: levanta a la altura
de su vista la ropa que usó el día anterior, con cara
Hace semanas que no estamos todos juntos, la desconcertada vuelve a dejar la ropa en su lugar.
carretera nos enseñó que se sobrevive mejor en Va hasta un cuarto, hace una pausa junto al marco
familias pequeñas, y así lo hicimos. En grupos de tres, de la puerta, regresa al patio y revisa cada cuerda
máximo cuatro, fuimos llegando hasta la Casa del de donde cuelgan camisetas coloridas y
Ciclista, donde por fin estamos de nuevo reunidos. pantalones artesanales comprados en Ecuador.
Una familia de quince, mientras unos recogen la Vuelve al salón y desde donde todos puedan oírla,
improvisada cama casi siempre hecha de un aislante grita:
y sleeping, otros cocinan el desayuno, algunos lavan “¿¡Alguien ha visto mis calzones!?”
ropa y todos están entregados al oficio del zángano:
vivir.
Página 5 EL GRINGO COME HUEVOS

El gringo come
huevos
Una noche Andrew soñó
que pastoreaba ovejas en
un país suramericano, le
gustó tanto lo que sintió
que armó una bicicleta de
carreras, la equipó con
alforjas y salió a pedalear
rumbo a Argentina.
Andrew vivía en Minesota
Estados Unidos y trabaja-
ba como vendedor en una
tienda de bicicletas.
Unos meses antes estuvo
de visita en Venezuela,
practicó su español y vio


que era más conveniente
llamarse Andrés, así fue
como lo conocí en la
carretera, como Andrés,
un tipo de mediana
estatura, barba de una
semana y poco peine
Nos contó de la noche que debió dormir en una bodega y
sobre los rubios de la
cabeza. En tres meses termino con una de sus orejas mordisqueada por una
recorrió desde Minesota rata, pero lo que más recuerdo de este sujeto es que la
hasta Trujillo en Perú, alforja que llevaba en su dirección estaba provista de
nosotros en ese mismo huevos cocinados, que iba comiendo sin bajarse de la
tiempo únicamente bici y sin dejar de pedalear.
aviamos recorrido desde
Pereira Colombia hasta
ese mismo punto en Perú, Entre otras historias, nos contó de la noche que debió dormir en una bodega y
termino con una de sus orejas mordisqueada por una rata, pero lo que más


eso hablaba de su deter-
minación y de su convic- recuerdo de este sujeto es que la alforja que llevaba en su dirección estaba
ción. provista de huevos cocinados, que iba comiendo sin bajarse de la bici y sin
dejar de pedalear.

De sonrisa amplia y español masticado, este muchacho norteamericano hizo


llegar hasta mi casa una carta y una fotografía en la que aparecíamos juntos en
un desierto de Perú, en la carta agradecía por el tiempo compartido en la
En tres meses
carretera y por haberle enviado una foto al correo, y me invitaba a su casa en
recorrió desde Minesota.
Minesota hasta Creo que la mayoría de los viajeros dejamos ese mensaje por donde pasamos: “Si
pasa por Colombia, tiene una casa en mi casa”, no sé si lo volveré a ver o si
Trujillo en Perú. compartiremos nuestras casas, lo último que supe de Andrew fue que estaba
navegando rio abajo por uno de los estados de su país, vaya bonitos personajes
los que uno se encuentra en la vía.
Página 6 UNAS DE CAL OTRAS DE HAMACA

Unas de cal otras de hamaca


De itinerario flexible y con la agenda suspendida en Podía ocurrir que llegara la tarde sin alcanzar el
un permanente domingo, así pasaban la mayoría de destino que nos propusimos en la mañana, y ahí,
los días durante la travesía. Además, cada día de en ese momento, era necesario resolver dónde
pedaleo era diferente, si bien nos programábamos pasar la noche.
en la mañana para hacer una distancia determinada,
no siempre se lograba.

Recuerdo una escuela donde nos prestaron un salón para amanecer, como a esa altura del viaje todavía
contábamos con el apoyo del carro acompañante y este por cuestiones mecánicas se rezagó, nuestras
maletas estaban a kilómetros de nosotros metidas en su bodega. Ese día debimos acomodarnos en un
estrecho pasillo sobre unos cartones, lo más juntos posible para compensar con la cercanía corporal del
compañero, el frío de la noche.

Con meses en la carretera, ya era corriente que resolver el asunto de un sitio donde dormir no fuera precisa-
mente el mayor de los retos. Sin embargo algunas dormidas se volvieron memorables por incómodas,
como la noche en la que debimos instalar nuestras hamacas a la intemperie, muy cerca de unas porqueri-
zas que reunían zancudos, moscos y el olor característico de los marranos.

Despertar luego de una mala noche y salir a pedalear no era la rutina deportiva que alguno quisiera, sin
embargo se arrancaba con el mismo entusiasmo de domingo que caracterizaba todos los días. Quizás no
fue el peor lugar en donde dormí, pero si fue el que más recuerdo porque en ese momento todavía pensa-
ba que la comodidad era una ganancia, los días me fueron enseñando que solo era una circunstancia.
Página 7 EL SAN PEDRO QUE NO FUE - CASA DEL CICLISTA EN TRUJILLO


El San Pedro que no fue

Antes del viaje algunos de los aspirantes a ciclo


expedicionarios nos fuimos desde Pereira hasta
Ibagué en bicicleta, entre otras cosas, allí tuvimos la
oportunidad de probar el San Pedro, un cactus que En un pueblo de un país que ahora no
nos presentaron como el Peyote Sur americano. A mí recuerdo, nos encontramos con el tal
el efecto de la bebida preparada a base de ese cactus
me provoco un estado de contemplación parecido a
cactus, resulta que Chechi, un iniciado
lo que imagino que puede ser la levitación, muy en las ciencias “pachachamanicas”, se le
bonito sentirse liviano, desprovisto, despreocupado, ocurrió preparar una bebida a base del
ausente, contemplativo. cactus.
En un pueblo de un país que ahora no recuerdo, nos En mi caso el malestar fue peor, esa mañana
encontramos con el tal cactus, resulta que Chechi, un desayuné con maní, de ese que viene con cáscara,
iniciado en las ciencias “pachachamánicas”, se le yo me lo había comido completo, con cáscara y
ocurrió preparar una bebida a base del cactus, todo, por eso, cuando vomitaba me causaba unas
presumiendo que quedaría igual al menjurje heridas en la garganta que luego no me permitían

...
probado meses antes en Ibagué. Nosotros ya ni tragar saliva. Las cáscaras del maní al salir por mi
sabíamos de las maravillas de la planta y accedimos a garganta durante las vomitadas, causaron daños
tomarnos la bebida. Nadie contaba con que su que apenas al día siguiente me permitieron volver
experiencia en el arte culinario del San Pedro, no era a comer algo. Por ponernos de neo hipies,
la más avezada, así fue como terminamos en un terminamos enfermos y sin poder movernos de la
vomito grupal que nos tiró a la cama y esa mañana cama.
pudimos avanzar unas pocas cuadras antes de decidir
devolver las bicicletas al garaje de donde salimos.

Casa del ciclista en Trujillo

En Trujillo, una ciudad costera de Perú, un ex


ciclista adecuó su casa para recibir viajeros,
especialmente los que viajan en bicicleta.
Adecuó es un decir, porque lo que el hombre tiene
es un salón con baño y una cocina comunitaria,
más que suficiente para alguien que todo lo que
necesita es en donde no mojarse y guardar su
pequeña maleta. Para nosotros era perfecto:
espacio para todos y con las normas mínimas, creo
que la única exigencia era ser mínimamente
aseado, y de eso si teníamos la mayoría de los ciclo
expedicionarios.
Página 8 CASA DEL CICLISTA EN TRUJILLO - LA CASA DE YALA
Otra cosa era tolerar los pedos y el desorden de Con el tiempo terminé por pensar que la
quince fulanos, esa era la verdadera tarea diaria. Yo, experiencia extrema del viaje no consistía en

...
que le tenía estuche a los estuches, y procuraba dormir en cualquier lado o comer cualquier cosa, ni
madrugar y tener todo ordenado, debía hacerme el siquiera no saber qué va a pasar al día siguiente, la
de la vista gorda para no morir en el intento de viajar verdadera experiencia extrema era convivir, tolerar
con esa camada de peludos a los que terminé al otro y no dejar de pedalear. La estadía en la Casa
queriendo como a unos hermanos. Claro, no a todos, del Ciclista en Trujillo fue una de las vivencias más
porque lo bello del viaje es que sacó de cada uno de bellas, allí vivimos como la familia que éramos.
nosotros ese cobre del que estábamos hechos y que
no es del gusto de todo mundo.

La casa de Yala

En Jujuy, una ciudad en la parte norte de Argentina, Estando en las calles de Jujuy, conocimos a unos
me reencontré con Los Negros, una pareja de artesanos, en realidad también eran universitarios,
muchachos que salieron desde Ibagué para unirse a lo que pasaba era que hacían artesanías para
la Ciclo Expedición. Ella era una estudiante de sostener su viaje, que era más de mochiliada, a
economía y él estudiaba ciencias sociales, ambos en diferencia del nuestro que, ¡que va!, éramos igual
la Universidad del Tolima. de mochileros que ellos.

Página 9 LA CASA DE YALA

Resulta que entre una y otra caminada buscando charcos donde bañarse en
pelota, los artesanos viajeros encontraron una casa campestre en apariencia
abandonada. Claro que no estaba abandonada, simplemente su dueño no era
un visitante asiduo de su propiedad y claro, ellos sin casa y con todo servido en
bandeja, pues se acomodaron. Y nosotros, recién unidos al grupo, terminamos Estaba el metalero
también acomodando nuestros trebejos en esa cabañita.
vida buena que se
Estaba el metalero vida buena que se quería conspirar todo y no hacía nada, quería conspirar
estaba la amante de los animales, el vegetariano, el chef, la punkera, la todo y no hacía
depresiva, el dibujante de parque, y nosotros: los negros y yo. nada, estaba la
amante de los
En esa casa vivimos varias semanas hasta que el grupo se fue desintegrando, animales, el
algunos estaban tomando la ruta que los devolviera a sus casas y a su vida
rutinaria, otros querían continuar con su viaje y otros, simplemente no se
vegetariano, el chef,
aguantaron el hacinamiento. Yo terminé subido en un bus con rumbo a Buenos ... y nosotros: los
negros y yo.


Aires, si, también me monté en un bus y monté en él mi bicicleta y mis tres
mudas de ropa. Quería llegar, no sabía a dónde ni a qué, pero quería llegar, y
Buenos Aires parecía un buen destino.

Pero el cuento es otro. A la tal casa abandonada llegó el dueño con una
escopeta, luego de un tira y afloje con los ocupas, llegaron a un acuerdo en
donde estos care locos se comprometían a poner la electricidad y el dueño de
Yo si no tenía la casas los dejaba quedar otra temporada. Esa historia me la contaron luego,
porque para los días de la escopeta yo ya estaba en Buenos Aires aguantando
ninguna gracia, mi frío y llenándome de nostalgias.
cartón de
comunicador social Los negros hacían malabares en los semáforos y vendían copias piratas de
recién egresado no documentales y películas, yo si no tenía ninguna gracia, mi cartón de
me servía para nada comunicador social recién egresado no me servía para nada en ese mundo

...
en ese mundo callejero en donde lo que pesa es la malicia. De esa si tengo un poco, entonces
me valí de ella para no morirme de hambre y no llamar a la casa - aun - a pedir
callejero en donde que me mandaran para el pasaje.
lo que pesa es la
malicia. De la casa quedaron algunas fotos y videos, comidas ricas y un par de
amistades que aunque nunca volví a saber de ellas, siempre van a tener un
lugar entre las anécdotas que me piden que repita como en numerito de circo.
Página 10 LA CASA DEL FLORISTA

La casa del florista

Llegué a Buenos Aires acompañado de la


punkera, mejor dicho, yo era el que la
estaba acompañando a ella, y muy querida
me ofreció su casa, que en realidad era la
de sus papás. Por algunos días compartí
con ese par de viejos súper amables, y me
di cuenta que para los estómagos no
acostumbrados como el mío, eso de pasar
las comidas con vino era igual a estar
“prendido” todo el tiempo.


Juan, un tipo alto delgado y pálido, con una mata de pelo largo y recogido
en un peinado entre samuray y travesti recién levantado, era un aficionado
de la actuación y como todo artista sin fama, se la rebuscaba.

Fue Lole, que es como se llama ese encanto de El portón ajustaba bien, a pesar de que su lámina
personaje punk, la que me contactó con una sicóloga metálica ya estaba afectada por el óxido. En la
colombiana que trabajaba en una clínica como entrada, un pasillo de unos cuatro metros sin techo
aseadora mientras homologaba el título. En la casa de y de baldosas desteñidas por la intemperie, con el
la sicóloga vivían tres personas, un porteño que espacio justo para entrar con una bicicleta en la
vendía café en la entrada de una construcción mano. Le seguía un pequeño patio también sin
durante las madrugadas, el novio de la sicóloga que techo y en una esquina, un cuarto como de tres
no recuerdo qué hacía y ella, los tres en una casa de metros por cuatro en donde estaban dos
un cuarto y una diminuta sala comedor. Mi estadía pequeñas camas, una mesa de noche y un cajón de
ahí también tenía las horas contadas. madera que hacía las veces de armario
Con el florista me contactó la sicóloga, así fue como compartido. La puerta del cuarto era de madera y
terminé en la casa de otro sujeto colorido, por amigos corrediza, más bien desajustada. En ese cuarto iba
en común y por azares de esa ciudad en donde cada a vivir yo.
vez hay más colombianos y más pereiranos. Juan era el dueño de la casa, la heredó de su
madre, una publicista que perdió todo menos esas
La fachada de la casa era una puerta y nada más, a ruinas en donde ahora yo me hospedaba. El tal
lado y lado de la puerta: las casas vecinas. El barrio Juan, un tipo alto delgado y pálido, con una mata
estaba a pocas cuadras de la estación de Los Incas, en de pelo largo y recogido en un peinado entre
donde terminaba una línea del Subte – me causó samuray y travesti recién levantado, era un
gracia que el tren subterráneo fuera el subte, que lo aficionado de la actuación y como todo artista sin
llamaran así, como si un gomelo hubiera sido el fama, se la rebuscaba. Su rebusque estaba en un
encargado del bautizo-, las fachadas de las casas kiosco de esquina lleno de flores, en donde
tenían el aspecto de haber pasado de moda, y sin además contaba con una especie de socio: Un
embargo conservaban el estilo, como lo conservan pequeño rastafari que cantaba tangos y armaba
algunas señoras de edad que perdieron la juventud cacharros decorativos con raíces encontradas en
pero no el garbo. playas y ríos.
Página 11 LA CASA DEL FLORISTA

Juan también vendía pan


que él mismo cocinaba, y
para darle más estabilidad
a su economía de faquir,
alquilaba el pequeño
cuarto y organizaba
fiestas privadas en donde
participan diferentes
artistas exhibiendo sus
habilidades y emborra-
chándose con igual
destreza.
Yo no contaba con ningu-
na habilidad que pudiera
mostrar en un evento de
estos, entonces me limité
a ser un espectador y a
repetir mis historias de
viaje entre algunos
asistentes que curiosea-

Esa noche por esa casa pasaron, entre otros, una Lo acompañé a empacar y en la parrilla de mi
bailarina de tap, un mago, un actor que hacía stand bicicleta llevamos la maleta hasta una casa en
up comedy y el rastafari cantante de tangos. El salón donde funcionaba un templo y restaurante Krisna,
que se adecuó para las presentaciones funcionaba allí lo dejé, entre un poco de monjes cabeza
como sitio de ensayo para iniciados en las maromas rapada que cubrían su cuerpo con unas sábanas
del circo, y en las noches era la alcoba de Juan. Tenía naranjas.
un leve olor a orines de gato y un tapete rojo que

...
cubría parcialmente el piso en obra negra. La velada A los pocos días era yo quien partía, sin mucho
cumplió con las expectativas. ruido y con la bicicleta desarmada. Me esperaba
La mañana siguiente el ambiente se enturbió un un vuelo que me devolvería directo a otra realidad,
poco con la discusión entre Juan y el actor, que por Colombia.
cierto era mi compañero de cuarto, Juan muy moles-
to repetía frases que no me interesé por entender y
que al final, dejaron al actor en la calle.
Página 12 LA FIESTA EN LA FUNERARIA - COCTEL


La fiesta en la funeraria

La puerta estaba cerrada, al tocar se abrió un poco, lo


suficiente para ver que la persona que impedía el
paso tenía unas hojas en la mano, era la lista de
invitados. Mi nombre no estaba en el listado pero si el Un velo negro que hacía parte de su
de mi acompañante, gracias a eso pude entrar. traje, le servía para darle misticismo a su
Unos escalones amplios llevaban hasta el segundo
piso, en total eran tres y en cada uno la multitud no
acto de striper del demonio. Me quedé
paraba de bailar. Comencé a caminar entre la gente un rato a ver cómo se retorcía la
sólo por mirar, como buscando un lugar donde estar, muchacha...
nunca lo encontré aunque tampoco nunca me fui,
pasé la noche caminando entre la gente y cuando
quería hacer una pausa, me sentaba en una de las Después de un rato el numerito de la bailarina se
poltronas de las distintas salas de velación. agotó, seguí caminando entre la gente hasta llegar
Cada sala tenía una temática diferente: en el segundo a un primer piso en donde el ruido era menos
piso un DJ programaba música electrónica y en el estridente y la gente conversaba junto a un carro
tercero tenían una banda en vivo de Hardcore. fúnebre antiguo, negro claro y de esos que dan la
Recuerdo especialmente que a cada lado de la banda impresión de ser pieza de museo.

...
había bafles como del tamaño de una persona de pie En los baños la fiesta era con la nariz y luego de ver
y sobre uno de ellos, una bailarina gótica que se algunas caras conocidas volví a mi recorrido cíclico
retorcía entre pasos de baile eróticos. Un velo negro entre la multitud. Pensándolo bien, era una fiesta
que hacía parte de su traje, le servía para darle como cualquier otra. Si no fuera por la decoración
misticismo a su acto de striper del demonio. y el mobiliario de funeraria, me hubiera sentido
Me quedé un rato a ver cómo se retorcía la muchacha, como en una discoteca cualquiera, pero claro, ese
pues la gritería de la orquesta rockera nunca me era justamente el atractivo, ¿Cada cuánto se arma
cautivo. tremendo agasajo en una casa de velación?

Coctel

Desperté. Ahora que lo pienso, debió ser el frío Trato de recordar; me llegan imágenes sueltas de
Quiteño quien me invitó a despegarme de ese andén los pasillos y fragmentos de una improvisada
nocturno en donde me arrunchó la borrachera. charla con el curador del lugar. El Museo de Arte
Contemporáneo de Quito, primero sanatorio
Una vez me contaron que en las mañanas, luego de para enfermos de tuberculosis, luego hospital
las noches de fiesta durante el Carnaval de Riosucio militar y ahora museo, allí fue la inauguración de
en Caldas, un grupo de personas se dedica a poner a la exposición que patrocinó mi Carnaval de Río
la sombra y amontonados, a los borrachos que Sucio en tierra ecuatoriana.
amanecen dormidos en las calles, para que no se
insolen y quizás para que no estorben, en fin, esa
noche nadie me acomodó, y seguro el mayor riesgo
no era insolarme.

Página 13 COCTEL - LA FIESTA DE CUZCO

Arte, licor y pasa bocas Pero ese no es el tema, con discreción y


gratis, un coctel irresistible moviéndome por diferentes lugares de las salas de
para el lado snob de mi exposición, cacé a los meseros para vaciar sus
personalidad artista. Ahí bandejas, comí y bebí, fui el hijo preferido de la
estaba, observando un sirvienta y templé mi barriga con bocadillos finos
Ahí estaba, obser-
performance donde gente mientras perdía la cordura con champaña barata.
vestida de reloj, cantaba al
vando un perfor-
interior de un cuadrilátero mance donde gente Ya no sé cómo, pero en mis bolsillos terminaron las
mientras se atropellaban vestida de reloj, tarjetas de presentación de varios artistas, o eso
entre sí, “¡Que bobada!”, lo cantaba al interior decían las tarjetas, que eran artistas.
pensé en ese momento y de un cuadrilátero
lo pienso ahora, debe ser Apelando a un argumento bien criollo, voy a decir
mientras se atrope-

...
porque mis referentes no que me pateó el sereno. Luego de algunas
me permiten poner esa
llaban entre sí, palmadas en la espalda por parte y parte, dejé a
acción artística en diálogo “¡Que bobada!”, lo mis compañeros de coctel y caminé por las calles
con otras, y cargar de pensé en ese que aprendí de memoria para volver hasta la casa
significado lo que vi esa momento... en donde me hospedaba. En algún punto del
noche, ja!, ahora estoy camino, la patada del sereno me dejó seco, la
escribiendo en pared no me sostuvo y como dije al principio, me
posmoderno. arrunchó la borrachera.


La fiesta de Cusco
Llegar a Machu Pichu tiene una parada obligada en Cusco. Los primeros días
me hospedé en la pequeña casa de un conocido de un amigo. Ellos se
contactaron por una de esas páginas de internet “Crowdsourcing”, en donde
perteneces a una cofradía de gente que se hospeda en casas de desconocidos
que pertenecen a tu misma cofradía mundial de trotamundos, viajeros
frecuentes, mochileros o simples ahorradores del gasto. En fin, el punto es que Otros amigos ya
este fulano me permitió quedarme unas noches en la sala de su casa, mientras tenían un espacio
encontraba otro pedacito de mundo para mantener mi maleta y mi humanidad dentro de un
a la sombra. Así fue, otros amigos ya tenían un espacio dentro de un hospedaje
hospedaje
comunitario para campesinos en una calle muy central de Cusco, y claro, hasta
allá me fui con mis ganas de Inca Cola y mi necesidad de pernoctar seguro. comunitario para
campesinos en una
De ahí en adelante la historia se prolongó por varias semanas. Podría contarles calle muy central de
de platos típicos, procesiones de santos peruanos, detenciones policiacas, Cusco, y claro, hasta
prostitutas encubiertas, argentinos en Renault 4 por el mundo…Cusco, mucha allá me fui con mis
vida, mucha historia. Solo me detendré para decir un par de cosas sobre un par
ganas de Inca Cola y
de noches.
Las quinceañeras chilenas, las argentinas, algunos drogadictos europeos mi necesidad de
(muchos), uno que otro colombiano que se distingue entre la multitud por usar pernoctar seguro.
la palabra “gonorrea” cada tres frases, todos estábamos allí, todos
pertenecíamos a la democracia de la fiesta, de la noche, de la invisibilidad que
da estar de paso, ser extranjero entre extranjeros.

Página 14 LA FIESTA DE CUZCO

La plaza central, como en “¡El primer trago es gratis!” ese es el gancho común
la mayoría de las entre los locales que bordean el parque. Y como
principales ciudades en un San Andresito, hay personas afuera de los
peruanas por las que pasé, “¡El primer trago es negocios invitando a entrar y vociferando la
tiene unos jardines promoción de la noche, que es la misma de todas
floridos podados con
gratis!” ese es el las noches.
esmero, los prados verdes gancho común Salimos a la calle, yo intenté espantar el frio con un
a la altura del piso, la entre los locales chal en el cuello y una boina. Conocíamos la
arquitectura cuidada y que bordean el promoción y nuestra “tripa aguardientera” sabía
todo muy limpio. De día, parque. Y como en que era viernes. Una ronda por los bares y
los turistas se toman fotos, un San Andresito, discotecas y ya teníamos cinco primeros tragos
algunos niños juegan y las (risas), decidimos hacer una estación prolongada
personas de la ciudad
hay personas en un bar, cualquier bar, uno en donde poder
pasan en la rutina de ir y afuera de los confundirse con las quinceañeras, los drogadictos
volver al trabajo. En la negocios invitando y los otros colombianos. Allí estábamos, con los
noche, las luces le dan otro a entrar y vocife- bolsillos vaciados y la fiesta iniciada.
brillo a la plaza, se rando la promoción
conserva la belleza y los de la noche, que es Un compañero recursivo apareció con un par de
visitantes en sus bancas tragos, los noté mermados, casi terminados. No
son mínimos. En el marco
la misma de todas pregunté, bebí. La ronda se repitió un rato
de la plaza: La fiesta. las noches. después, con idénticas características.

A esa altura el ambiente ya nos había granjeado varias amistades. Bailamos. Alguien nos apuntó con una
pistola, la puso frente a mi boca y sin mediar palabra descargo dos chorros de vodka, atinaron.

...
La música estridente, el gentío animado. En la barra, el hombre encargado de atender y servir los tragos
inició una rutina de malabares con las botellas de varios licores que tenía a su espalda, preparó uno dos tres
muchos cocteles. Se le unió otro malabarista y compartieron coreografía. El acto alcanzó su pico cuando el
circo etílico llegó a la parte alta de la barra, los malabaristas, parados en la improvisada tarima, exhibieron
un número final en donde prendieron sus manos, desde la punta de los dedos hasta las muñecas, candela
azul y viva, bailaron mientras agitaban sus manos de fuego y encendían aún más al auditorio fascinado
con el show. Un corte en la música marcó el final de la función, la fiesta no paró y nosotros tampoco.
Página 15 PEREIRA - PIANGUITA - PEREIRA

Pereira – Piangüita – Pereira.


Un viaje que fue muchos viajes.


A Karen Prada Olivares
Que tiene otra versión de la historia

La salida se postergó durante varios días, mientras esperábamos la llegada de


la estufa que compramos por internet, mientras ordenábamos los detalles que
nos dieran la seguridad de tener todo lo necesario para salir a la carretera,
mientras le dábamos muerte al susto de salir a pedalear durante días, solos,
únicamente con la compañía del otro y con la incertidumbre propia de un viaje
como ese. Cada foto hizo las
Finalmente salimos. Pasé por la casa de mi abuela a dar el saludo de feliz veces de diario de
navidad y también el abrazo del feliz año. Sabía que para esas fechas estaría campo; cada video
lejos de la casa, de la familia. No importaba, había vuelto a rodar y tenía el era un sueño en
entusiasmo puesto. movimiento.
Despacito, como tarareando la canción. Pedaleamos los primeros kilómetros y
cada vez que pude dejé huella del momento en mi celular, cada foto hizo las
veces de diario de campo; cada video era un sueño en movimiento.

Lugares, gente, paisaje. Un “Arrechón” de carretera animó el pedaleo y anunció


que estábamos entrando en tierras vallunas, no faltaron las típicas preguntas y


las palabras de aliento y sorpresa: “¿Y cómo hacen para dormir? ¿En dónde
comen? ¿Hay que tener muy buen estado físico?” y así, toda una retahíla de
miedos que la gente usa para argumentar que no harían un viaje en bicicleta.
Buga La Grande nos brindó chocolate caliente con pan en la casa de mi amiga
de universidad Mayra Daza, en su casa, adornada con cuanta cosa navideña
puede uno imaginarse, su perro ciego y ella nos hicieron la estación para
descansar, saludar y cubrirnos por un rato del sol.
Aunque pedaleamos
sin prisa, ese día no La foto, el abrazo, los buenos deseos, la palmada en la espalda y “ustedes son
quisimos desviarnos. unos berracos”, pico y chao. La carretera, el sol, los pedales, los camiones.
De esa jornada Apenas estábamos iniciando. Ya olvidé si fue yendo o viniendo, lo que si
recuerdo recuerdo perfectamente es que paramos en una pequeña parroquia que tenía
especialmente que en su fachada el anuncio de ser patrimonio arquitectónico, estaba cerrada. La
rodeamos para ver de cerca que seguía cerrada. Nada en ella nos dijo algo, no
fue la primera vez
importaba, ni siquiera el cansancio que no evito acercarnos para vernos de
que intentamos usar cerca, eso si no estaba cerrado.
la estufa. Antes de
salir la probamos, Se mezclan los recuerdos, ahora nos veo pasando junto al Lago Calima, en la
daba gusto verla distancia podemos ver su tamaño y hasta contemplamos la posibilidad de
funcionar... bajar para verlo de cerca. No, aunque pedaleamos sin prisa, ese día no
quisimos desviarnos. De esa jornada recuerdo especialmente que fue la
primera vez que intentamos usar la estufa. Antes de salir la probamos, daba
gusto verla funcionar, cuando estaba prendida se oía un leve rugido
ininterrumpido, la llama azul y el calor listo para hacer casi cualquier plato. En
la vía fue otra historia.

Página 16 PEREIRA - PIANGUITA - PEREIRA

Los personajes que nos cruzamos en la carretera


fueron muchos, sus nombres se pierden en la
memoria como los parajes en donde los vimos.
“Loquilla”, fue el nombre que le pusimos a una señora
que nos acogió en su casa. Caminábamos empujando
las bicicletas por un puente peatonal que atravesaba Estaba oscureciendo e intentábamos
un río, estaba oscureciendo e intentábamos encontrar un lugar seguro en donde
encontrar un lugar seguro en donde dormir, de dormir, de repente, una mujer joven se
repente, una mujer joven se acerca y luego de acerca y luego de conversar un poco y
conversar un poco y llegar hasta el tema de un buen llegar hasta el tema de un buen sitio
sitio para armar la carpa, nos ofreció su casa. Esa
para armar la carpa, nos ofreció su casa.
noche comimos y charlamos, a la mañana siguiente
nos llevó de paseo hasta un charco de río en donde
nos bañamos, nos contó historias de su vida y nos
ofreció quedarnos más días si así lo queríamos. De vuelta a la carretera, un par de veces
encontramos animados benefactores con
Sobre la mesa que usaba como comedor, había unos intenciones de rehacer sus vidas. Mejor dicho,
medicamentos de uso psiquiátrico, al parecer eran de Karen los encontró, o quizás fueron ellos los que
ella. No supimos y tampoco preguntamos, solo nos creyeron encontrarla.
enteramos de su desprevenida forma de acogernos,
porque sí, porque le caímos bien, porque hay que Seguro estaba por los 70, un poco menos o un
estar un poco loquilla para dejar entrar a la casa a poco más, ya se veía en su cara el trajín de los años.


unos desconocidos que cargan su casa en un par de Atendía en el interior de una pequeña caseta en
bicicletas. donde funcionaba una tienda con surtido escaso.
Al lado, si recuerdo bien, un bailadero que por la
hora no estaba abierto. Todo un empresario, de día
atendía la tienda y de noche el centro de
diversiones, ambos eran de él y presumía de ser
también el dueño de la casa en donde
De ánimo conversador, no tardó en funcionaban. Paramos ahí para protegernos del sol
buscarnos charla y alargarla con repertorio del mediodía y aprovechamos para almorzar. De
propio, el empresario del confite y el baile ánimo conversador, no tardó en buscarnos charla y
se mostró cordial y nos prestó su lobby alargarla con repertorio propio, el empresario del
confite y el baile se mostró cordial y nos prestó su
para descansar un rato. Yo debí
lobby para descansar un rato. Yo debí ausentarme
ausentarme un momento para buscar un momento para buscar algunos ingredientes del
algunos ingredientes del almuerzo, al almuerzo, al volver estaba todo lo demás listo,
volver estaba todo lo demás listo... almorzamos y luego de una breve siesta
continuamos por la carretera.

Ya habíamos avanzado algunos kilómetros cuando Karen me contó que además de sus prósperos
negocios, él señor contaba con una pensión, y que todo eso lo había puesto a su disposición, parece ser
que solo a cambio de compañía. No la vi muy animada con la idea, sin embargo entre chiste y chiste si
contemplamos la opción de ceder esos privilegios a mi suegra. Falta ver qué dice el señor, y qué dice la
mamá de Karen.
Uno de los mejores sitios por los que pasamos, fue San Cipriano. Estuvimos como una semana en la casa
de “El Profe”, un negro bello como pocos, de trato cálido y servicial en todo el sentido de la palabra.
Llegamos con nuestras bicicletas luego de media hora en “Bruja”, que es como le llaman a un planchón en
madera que es empujado por una moto.
Página 17 PEREIRA - PIANGUITA - PEREIRA

Este improvisado vehículo funciona sobre los rieles Aprovechando que el charco estaba solo,
del tren, la parte de adelante de la moto está fija al decidimos desnudarnos y disfrutar del agua y de la
planchón, y la llanta de atrás está apoyada sobre el tarde. Sin espectadores a la vista, me animé a
riel, desde ahí se detiene o se pone en marcha todo lanzarme desde una peña que tenía improvisados
el aparato. Una semana no fue suficiente pero si trampolines, una y otra vez me lancé en clavados
alcanzó para disfrutar bastante. nudistas. Con algo de confianza ganada, decidí
En San Cipriano conocimos a Don Bianchi, el subir más sobre la peña y probar valentía a mayor
administrador de uno de los balnearios que altura. La piedra se fue volviendo barranco y entre
funcionan allá, y quien una noche al cerrar las más arriba mayor dificultad para treparlo, cuando
puertas del sitio siguió la fiesta con nosotros y un tuve oportunidad de apoyarme para acomodarme
grupo de señoras que festejaban una despedida de en mi intención de clavado, estaba demasiado alto,
soltera. Por razones de la fiesta, terminamos por lo menos demasiado alto para lo que las
bailando y festejando con la novia y sus amigas, a agallas me daban. Estaba en una sin salida,
Don Bianchi no le faltó compañera de baile en toda desnudo, en un peñasco del que alcanzaba a ver a
la noche, y nosotros tuvimos otra historia que contar. una Karen expectante e impotente, y sin
De San Cipriano también recuerdo que, como dice posibilidad de devolverme por donde llegué.
una amiga, por andar de empelotista: me ocurrieron Tirarme, no, ni por el putas, eso se veía muy alto.

...
dos chascos. El primero fue que me mordieron unos Finalmente distinguí entre el monte que si
peces: continuaba subiendo salía a una carretera, no tenía
Durante un chapuzón en uno de los charcos opción, me abrí camino entre las ramas y asomé la
cristalinos, en varias ocasiones sentí pequeñas cabeza para comprobar que no viniera nadie.
punzadas, cuando me fijé eran unos peces que se Había avanzado unos diez metros cuando escuché
acercaban con sigilo, no tengo idea de las razones, el motor de una moto, ahora estaba corriendo
succionaban o mordían, nunca supe realmente qué descalzo y desnudo por una carretera de piedra.
hacían, y luego se iban. El otro fue un poco más
vergonzoso.

Navidad en el puerto

Ese día salimos temprano en la tarde de la casa de Los Entrada la noche me pareció natural que las
Cristianos, una pareja amiga de la mamá de Karen discotecas estuvieran llenas, era diciembre, y un 24
que nos hospedó por unos días en Buenaventura, la siempre tiene fiesta. Sin embargo, al ver que se
idea era estar la noche de Navidad en Piangüita, una acercaban las doce y seguían tan llenas o más que


playa como a media hora de Buenaventura. Llegamos antes, empecé a sentir un sinsabor parecido a: “¿Y a
al puerto en medio de un aguacero. La primera esta gente no le llega el Niño Dios?”.
advertencia en la taquilla fue que si continuaba
lloviendo así, la lancha no podía salir.

Efectivamente, el agua inundó una parte del


parqueadero y para la hora en la que paró de llover,
ya no autorizaban la salida de más lanchas. No Entrada la noche me pareció natural que
quisimos volver a la casa cristiana y decidimos pasar las discotecas estuvieran llenas, era
la noche en el puerto. diciembre, y un 24 siempre tiene fiesta...
Página 18 PEREIRA - PIANGUITA - PEREIRA

...
Conforme pasaban los minutos y se acercaba la Karen se entretuvo conversando con una señora
media noche, me inundó un sentimiento de que atendía un puesto de comidas junto al puerto,
desconsuelo. Por razones que todavía no logro creo que hasta planes de ir a una discoteca
explicar, esa noche recordé mucho las navidades en alcanzaron a hacer.
familia. No era nostalgia barata, ya antes había A mí se me daño el genio y no podía ver más allá
pasado la noche de Navidad lejos de la casa, pero esa del sucio piso de la sala de espera en donde debía
noche era diferente. dormir esa noche. Ya poco recuerdo, en todo caso
al día siguiente estábamos rumbo a Piangüita.


No estaba muerto
Buenaventura es puerto de salida para diferentes destinos, su puerto reúne a
turistas pero también a quienes viven en las diferentes islas, playas y caseríos a
los que debe llegarse por vía marítima. Como toda sala de espera para abordar
un transporte, en esta no faltaban los pasajeros llenos de maletas, y entre ellos
un ataúd. Buenaventura es
puerto de salida
No haberme bañado me hacía sentir que esa mañana hacía más calor de lo para diferentes


normal, y claro, luego de una mala noche en la que no pude dormir ni destinos.
descansar suficiente, mi percepción de la realidad estaba levemente

...
extraviada.
La sala de espera en el puerto tiene un bulto de una virgen, yo estaba sentado
a unos veinte metros y desde mi silla la escena se hacía incomprensible. Una
virgen, un ataúd, una multitud de gente con maletas. No existía ritual ni
No existía ritual ni ceremonia en ese episodio, quizás por eso se hacía menos entendible.
ceremonia en ese Todavía hoy me pregunto si ese pasajero de su último viaje no estaría en el
episodio. puerto equivocado.

La estufa

Comer y dormir, lo que ocurra de más es ganancia. ¿YEs útil tener en donde cocinar, es cierto, sin
qué otra necesidad es indispensable, qué embargo eso implica tener consigo un menaje
necesitamos realmente si ya tenemos resuelto el básico de cocina y un pequeño mercado, que por
vestido? Todo lo demás son caprichos y lujos. pequeños que sean, hacen bulto y peso.
Nosotros optamos por comprar una estufa para
Viajar en bicicleta supone una austeridad inducida, camping, luego de buscar, asesorarnos y mirar las
una decisión personal de optar por lo mínimo, por opciones, nos decidimos por una que parecía la
estar liviano. Llevar una estufa puede o no, ser mejor opción. Funciona con gasolina, alcohol y
práctico. gas, es liviana y sencilla de armar.
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Además un amigo tiene una igual y dio buenas Nunca logramos que funcionara como en la
referencias del juguete. prueba que hicimos antes de salir, además, el
Cuando llegó, pues la compramos por internet, la viento hacía que se apagara. Debieron pasar unos
destapamos y examinamos con juicio cada parte. cuarenta minutos cuando optamos por poner la
Vimos tutoriales de youtube, la ensamblamos y olla sobre esa endeble llama. Como el fuego
cuando llegó el día de probarla la expectativa nos continuaba amarillo, de inmediato la olla empezó
poseía. a ponerse negra de tizne.
Durante la prueba funcionó muy bien, tal y como se Yo había tomado fotos desde que la sacamos de la
mostraba en el video. Otra fue la historia cuando caja para prenderla, era la primera vez que la
quisimos usarla por primera vez. usábamos en carretera y era un momento especial
Hasta ese momento no habíamos tenido que usar la que debía quedar registrado, luego, cuando
estufa, resolvimos todas las comidas comprándolas o quisimos revisar las fotos, lo que nos encontramos
pidiendo regalado. fue una tragicómica secuencia en donde se veía el
Ese día pedaleamos toda la mañana, cuando fracaso de nuestro intento por inaugurar la estufa.
decidimos parar, lo hicimos porque además de Depositamos demasiada expectativa en ese
querer comer algo, pasamos junto a un lugar que artefacto de cocina, o por lo menos yo si le tenía
tenía muy bonita vista hacia el Lago Calima. Parecía el mucha fe.
sitio perfecto para hacer una estación. Creo que ese día comimos pasta, no estoy seguro,
Yo armé la estufa y Karen intentó prenderla. Luego de en todo caso fue algo que cocinamos en nuestra
varios intentos nunca prendió, cambiamos el filtro mal armada cocina.

...
varias veces, llenamos de aire el tanque de la Afortunadamente para nuestro viaje, las siguientes
gasolina, armamos y desarmamos el sistema una y veces que debimos usarla funcionó muy bien, y
otra vez. Cuando por fin encendió, la llama era nos quedó la lección de evitar usar cosas que
amarilla y débil. tengan demasiadas piezas, siempre existe más
posibilidad de que algo falle cuando su
funcionamiento depende de muchas piezas. Entre
más sencillo, mejor.


Viajar con Karen
Estaba claro para mí que Karen podía cuidarse sola, es una mujer fuerte. Tan
decidida y tan fuerte que dijo sí y era la más animada con hacer el viaje.
Yo conocía los riesgos y ya había viajado antes en bicicleta. Sabía que con los
cuidados mínimos se está seguro, sin embargo, no puede uno confiarse de los Cuando viajé la
conductores imprudentes o de los riesgos y peligros que pueden surgir en un primera vez, debía
viaje como ese. responder por mi
Cuando viajé la primera vez, debía responder por mi seguridad y tenía la seguridad y tenía la
tranquilidad de estar viajando con adultos responsables. Entonces cada uno
asumía el riesgo. Para el viaje con Karen afloró un sentimiento singular, un
tranquilidad de
temor de que le ocurriera algo. estar viajando con
adultos... Para el
En la carretera siempre procuré tenerla a la vista, aunque a veces fuera viaje con Karen
complicado por no poder seguirle el ritmo, pedaleaba fuerte y más de una vez afloró... un temor de
se adelantó sin que mis piernas pudieran alcanzarla. que le ocurriera
algo.

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Pensándolo bien, fue ella quien cuidó de mí en varias ocasiones, sobre todo a
la hora de la comida, cuando siempre supo sorprenderme con platos
deliciosos que preparaba con nuestro limitado mercado.

Fue ella quien cuidó Viajar solo, como lo hice varias veces durante la ciclo expedición, me dio la
de mí en varias sensación de autonomía y me puso en una posición en la que no había estado:
ocasiones, sobre Todo dependía de mí, tenía lo posibilidad de construirme una realidad a partir
todo a la hora de la de lo que hiciera con los recursos que tenía. Al viajar con Karen, juntos
estábamos construyendo la experiencia del viaje.
comida, cuando

...
siempre supo Para enfrentar la vida cotidiana, en la que lavamos los platos en los que
sorprenderme con comemos y de tanto en tanto dejamos escapar algún gas personal, no
platos deliciosos contamos con la preparación de un equipo ciclístico durante una etapa de
que preparaba con carrera, no tenemos grupo técnico ni bicicletas de repuesto, no venimos
nuestro limitado entrenados ni hemos hecho pretemporada, no. En la vida cotidiana las etapas
se asumen con lo que hay, algunos más que otros están mejor equipados,
mercado.
algunos tienen mayor suerte y coinciden con compañeros de viaje
maravillosos, yo fui el más afortunado.

¿Es muy duro viajar en bicicleta?


Uno pierde la cuenta de las veces que le hacen Lo que era una pequeña parada, se volvió una
preguntas como: ¿Y ahí carga todo lo que necesita? pequeña fiesta. Esperamos que pasara un poco la

...
¿Se preparó mucho antes de salir? ¿Cuántos lluvia que nos sorprendió durante el receso. Para
kilómetros hace todos los días? recargar energía y suavizar el efecto de las frías, le
El estilo, esa es la respuesta. Todo depende de cómo mezclamos empanadas a las cervezas. No tuvimos
se haga. Nuestro estilo se influenció principalmente que prepararnos mucho para esa jornada, ya nos
por la empanada y la cerveza. En nuestro paso por gustaba la cerveza y la empanada, y estas estaban
“Los Tubos”, un balneario que está a orilla de carretera bien buenas.
en la vía que conduce a Buenaventura, nos
detuvimos para descansar. Ya se sentía el calor y una
cerveza puso sobre la mesa las otras.

Sobre cómo perder


Vamos a la playa - dijo ella ¿Esa no es la mochila? – dijo él mientras miraba un
Y nos metemos al mar - dijo él pequeño bulto que flotaba a lo lejos
El sol, la playa, el mar, los novios. Ahí estaba el celular – dijo ella
Dejemos la mochila sobre este tronco, desde el mar la
alcanzamos a ver –dijo él Y así es como se pierde casi un mes de fotos y
Caminaron, mojaron sus pies, entraron al agua y videos de un viaje que tendrán que reconstruir con
dando pequeños saltos cada que llegaba una ola, sus recuerdos.
avanzaron hasta donde los cuerpos parecían más
livianos, hasta donde jugaban a cargarse, a besarse, a
perderse.
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Bonus track
El mundo se mueve solo, así vaya “de culos pal estanco” o esté en un periodo de
prosperidad intelectual y material, esta vaina no para.
No son las ideas las que mueven el mundo, las ideas apenas amenizan la cosa,
la existencia. El giro de la rueda es apenas un polvo más entre todo el polvo de
estrellas, ni siquiera un buen polvo. Y eso ya afecta el ego, pero el universo Vi que alguien desde
sigue igual, aunque mi ego no.
No parece un buen lugar para discutir la idea de la inutilidad de las cosas un
la calle observaba,
escenario en donde se apela por la trascendencia académica, aunque esas silencioso, sin una
palabras no digan nada del escenario formativo de una maestría. El punto es expresión en su cara
que existen unos diálogos personales que hacen eco en los demás, tanto para que dejara saber sus
creer en esa trascendencia académica como para creer en cualquier cosa. La intenciones.
gente se junta bajo unas ideas, unos pensamientos, unos propósitos que se Al verse descubier-
pueden llamar maestría o zapatico roto.
Todo esto, porque mi experiencia como artista-docente-estudiante-humano,
to, señalando el
se afectó a partir de un episodio en apariencia sin importancia. frasco de pegante
Me encontraba en la sala de mi casa, con las sillas y la mesa contra la pared para me dijo:


hacer espacio suficiente en donde trabajar en un proyecto nuevo. Sentado en - Regáleme un
el piso y con los materiales dispersos a mí alrededor, absorto, ensamblando poquito
piezas de un gran rompe cabezas.

Preparar los materiales para este ejercicio me tomó varias semanas, pues cada
ficha del rompe cabezas fue sacada de una lámina de madera que antes había
pintado, con una técnica que implicaba el secado de varias capas y por
No son las ideas las consiguiente más tiempo en su elaboración. Esta lámina debía pasarla por
que mueven el una caladora de mesa para sacar las partes y luego ordenar su disposición. El
mundo, las ideas punto de la anécdota no está en cuanto tiempo me tomó hacer el cuadro, que
apenas amenizan la fue lo que finalmente hice, lo menciono porque este proceso y el tiempo que
cosa, la existencia. El dediqué a él, eran consecuentes con mi propósito de indagar en el estudio del
giro de la rueda es material y claro, tenía también la intención de generar obra. Todo en el marco
de la producción artística y convencido de un trabajo con unos medios, un
apenas un polvo más proceso y unos fines relevantes, por lo menos para mis intereses.
entre todo el polvo El pegante que usé es conocido como sacol, bóxer o pega amarilla, su olor es
de estrellas, ni fuerte y por esa razón esa noche, para ventilar el lugar, abrí las ventanas.
siquiera un buen Estando en un primer piso y con las ventanas a la altura del andén, desde la
polvo. Y eso ya calle podía verse hacia la sala.
afecta el ego, pero el Yo estaba concentrado en untar el pegante en ambas caras, tanto en la pieza
de puzzle como en la superficie donde iba pegada. Todo normal, hasta que vi
universo sigue igual, que alguien desde la calle observaba, silencioso, sin una expresión en su cara
aunque mi ego no. que dejara saber sus intenciones.

Al verse descubierto, señalando el frasco de pegante me dijo:


- Regáleme un poquito
Le dije que no, que lo necesitaba para el trabajo que estaba haciendo y que no sabía si iba a alcanzarme,
que no podía regalarle. Se retiró de la ventana y no lo vi más por un rato. Continué, midiendo la mejor
forma de distribuir las figuras, decidiendo en donde dejar los espacios sin fichas, combinando los colores,
absorbido por ese juego al que llaman arte.

Página 22 PEREIRA - PIANGUITA - PEREIRA

Calculo que fue unos cuarenta minutos después


cuando el sujeto volvió a pararse junto a la ventana,
sostenía una moneda de doscientos pesos en su
mano. Casi lo recuerdo con una sutíl mejora en el
semblante desde la última vez que lo vi:
- Véndamelo
Me dijo como si la conversación nunca hubiera sido Me dijo como si la conversación nunca
interrumpida, como si esos cuarenta minutos no hubiera sido interrumpida, como si esos
hubieran existido y como si nunca hubiéramos cuarenta minutos no hubieran existido
dejado de hablar del pegante. y como si nunca hubiéramos dejado de
hablar del pegante...
Ese episodio me dio perspectiva. Me hizo pensar en la
Lo que para mí era un elemento de
subjetividad del que “va de culos pal estanque” y del
que trabaja con la epistemología de su ego. Ambos se trabajo, para ese hombre, era su

...
mueven, como dije antes, por unas ideas, unos posibilidad de calmar una necesidad
pensamientos y unos propósitos que se cocinan en corporal como su adicción, o fisiológica
una olla llamada azar. Lo que para mí era un elemento como su hambre. Esta vaina no para, sin
de trabajo, para ese hombre, era su posibilidad de importar desde dónde la miremos.
calmar una necesidad corporal como su adicción, o
fisiológica como su hambre. Esta vaina no para, sin
importar desde dónde la miremos.

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