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tenido por VCZ primera en 1 1)34, Cl
gran p wta perillaflech) cxii ado en
Voronezh duranle ires anus, hasia su
,.sterior tieportacion: La muertc Ic
ilegaria en 193 8 , miefliras perm:inec!a
en tin campo tie tránsito a Ia espera
tie 5cr trasiadado a Siberia, l.a viuda
dcl escritor lograria sobrevi v ir como
profesora de inglés en peqllcñas citi-
dades tie provincias hasta 1936, Iceha
en que se Ic pernhiiiO rcgres:ir a Mos-
cu, di )ndc in do las niciflorlas qIle
format) este imprcsioflante relal a, ga-
nn
lardonado en 19 1 1 con ci (;ran Pre-Pre-
nno Europco de Ia prensa. Con un cx-
tra( ird mario scm ido del pornient 'F.
Nadiczhda Mandelstam relata [as tr'ãgi-
cas cxperiencias vividas por SI' marl-
cia V por 5115 compancrt)s de genera
dOn. efllrc eIios Anna AjniiIoVa. lsaak
Babel o Victor Shklovsk I La extraor-
dinaria Iucidez de Ia autora. So serena
ad ii ud en la lucha contra ci Irradu ma
lismo tie Li situaCitin V 511 CtlnOCirflietF
to de prinicra man') dcl niundo inte-
lcctual de Rusia durante esle periodo,
haccn de estas mernorias, cscritas en
on estilo direclo de sorprendenle call-
dad, un doeumenlo de valor Itintla-
mental para ci c( tilt )di In i enti ) de Ia
hit)graFIa tic una de las grandcs figuras
dc la iiie ratura Ct nil enipora rica - -qu
z;i.s ci rn:is iniportanle poela dc Ia Ru-
sia de csle siglo— Y tie una etapa de la
hisloria de ese pais que nun ho y per-
manece si ni Ida, t• n gran pane. en la
osetiridad.
Contra toda esperanza
Tiaducción: Lydia K. de Velasco
Nadiezhda I'!llandclstam
Contra toda esperanza.
Me m orias

Alianza Editorial
Titulo de la edicidn inglesa:
Hope Against Hope - A Memoir

Copyright 1970 by Atheneum Publishers - All rights


reserved
© Ed cast.: 4Jianza Editorial, S. A, Madrid, 1934
Ca/le Milan, 38; t 200 00 0
I. S.B,N.: 84-206-3135-0
Depósito legal: At- 17.078-1934
Imprime Level. Los Ifanos, nave 6. Humanes (Madrid)
Printed in Spain

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14fl)e Indice

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4')

11 Poema de Mandeistam sobre Stalin


13 Carta de Mandeistam enviada a su hermano Ak-
C,
jandro (Shura) y a su mujer, desde ci campo de
tránsito cerca de Vladivostok
1 15 Una noche de mayo
19 La requisa
S 24 Reflexiones matutinas
29 Segunda vuelta
33 Las cestas de la compra
35 Jugadas integrales
39 La opinion püblica
t2 44 La entrevista
48 Teoria y práctica
54 Preparativos y partida
58 Al otto lado
61 Lo irracional
69 El tocayo
73 La chocolatina
75 El salto
80 Cherdin
86 Alucinacjones
92 La profesion y la enfermedad
tI 96 4Dentrop
102 Jristoforovich
110 Quien tiene la culpa

-Ic
114 El ayudante
119 Sobre la naturaleza del milagro
124 Hacia Voronezh
129 No inatarás
138 La mujer de la rcvolución rusa
142 Correas de rransmisión
149 La patria del jilguero
154 Medicos y enfermedades
160 El propietario ofendido
171 El dinero
181 Las fuentes del milagro
186 Los antipodas
192 Dos voces
195 El camino funesto
201 La capitulación
209 Revision de valores
221 El trabajo
226 Murmullos y susurros
233 El libro y el cuaderno
236 El ciclo
241 Brotes gernelos
247 El Ultimo invierno en Voronezh
251 La Oda
257 Las reglas de ow
264 Mi ononiástica
269 Un dia de más
272 La carretela de Besarabia
276 La ilusiOn
281 El lector de un solo libro
289 Kolia Tijonov
293 El estante de libros
302 Nuestra literatura
305 Italia
312 La estructura social
318 •Ne treba'
321 La tierra y lo terrenal
330 El archivo y la
341 Lo viejo y lo
346 Antecedentes penales
350 La casualidad
355 El electricista
359 Veraneantes
364 La prueba dci miedo
368 La velada literaria y la vaca
372 Un viejo camarada
376 Tania, la bokhcvique sin partido
383 Los amantes de la poesia
389 El eclipse
392 Una escena de la vida
396 El suicida
399 El anunciador de la nueva vida
406 El ültimo idilio
414 Los trabajadores de la inclustria textil
419 Los Shklovski
423 Marina Roscha
426 El complice
431 La señorita quc mama envió a descansar a Samatija
434 Primero de mayo
438 Ahsa Gugovna
442 La trampa
445 La ventanilla de la calle Pushechnáia
452 La fecha de Ia muerte
469 Un relato mâs

A PE N D ICES
479 A. Nadieihda IakovlievnaMandelstam (1899-1980:
Osip Emilievich Mandelstam (1891-1938)
481 B. Nota sobre movimientos literarios y organiza-
cioncs
484 C. Poema escrito por Ana Ajmátova tras su visita
a Mandelstam en Voronezh (1936)
485 D. Notas sobre personas mencionada.s en ci texto
89/72
Th77he.
72
Pdema de Mandelstam sobre Stalin

Vivimos insensible: al suelo bajo nuestros pies,


Nuestras voces a din paso: no se oyen.

Pero cuando a media: a hablar no: atrevemos


Al montañis del Kremlin siempre mencionamos.

Sits dedos gordo: parecen grasientos gusanos,


Como pesas certeras las palabras . de sit boca caen.

Aletea ía nsa bajo sits bigotes de cucaracha


Y relucen brillantes las cañas de sus botas.

Una chusma de jefes de cud/os ,flacos Ia rodea,


infrahombres con los que S se divier,te y juega.

Uno silba, otto maul/a, otro gime,


5610 El parlotea y dictamina.

For/a ukase tras ukase como ben-aduras


A uno en la ingle go/pea, a otro en lafrente, en elojo, el!'.
[Ia ceJ9

Y cada ejecuc:ón es un bendito don


Q tie regocija el ancho pecbo del Osseta. *

El poenn, compuesto en noviembre de 1933,


fue la causa de la primera detencion del poeta.

Osseras: pobbdores dcl forte de Georgia. Existla la creencia de


que Stalin pertenecia a esa ran. mu y diferente de Ia georgiana. (N. de la
Traductora.)

O4428 11
Carla de Mande/stam enviada a su hermano
Alejandro (Shura) y a su mu/er, desde el
campo de tränsito cerca de Vladivostok

Querido Shura:
Estoy en Vladivostok, en ci U.S.V.I.T.L. , barraca nil-
mew 11.
El tribunal especial me ha condenado a cinco años pot
actividad contrarrevolucionaria. El convoy sali6 de Butyrki
el 9 de septiembre y liegamos aqul ci 12 de octubre. Mi
salud es muy mala. Estoy deigado y cornpletamente agota-
do, casi irreconocible, pero no sé si merece la pena que
enviéis ropa, comida y dinero. De todos modos podeis in-
tentarlo. Tengo muchisimo frio sin ropa adecuada.
Nadia amada, vives, querida mia? Shura, escrIbeme
inmediatamente sobre Nadia. Esto es un centro de trans¼,
to. No me ban seleccionado para el Kolyma y puede quV
tenga que pasar aqul ci invietno.
Os beso, queridos mios.
Ossia
Shura, otra cosa mâs: Estos ultimos dias hemos salido a
trabajar. Eso me ha animado. Este campo Cs Ufi campo de
transito y desde aqul se nos envia a los campos normales.
Patece que me ban eliminado, asi pie tengo que prepa-
rarme a pasar ci invierno aqut Asi que, pot favor, envia-
me un telegrama y algo de dinero pot giro telegrifico.

* U.S,V,1.T.L.: IDirección de los Campos de Trabajo colecrivo del


No,dcsrc.

13
Una noche de mayo

• •Después de haber abofetcado a Alexei Tolstol, Man-


deistam regresO inmediatamente a Moscü y desde all1 tele-
foneaba cada dia a Ajniátova suplicãndole que viniese.
Ella dudaba y él se enfadaba. Una yea ya dispdesta y con
ci billete en La mano, Sc quedo pensativa junto a la yenta-
na. .Estás rezando Para que pase de ti este cáliz? ' , Ic
preguntó Punin, su marido, hombre irritable y brillante.
Fue 61 quien, paseando un dia con Ajmátova pot las salas
del Museo de Tretiakov, Ic dijo de pronto: cVeamos ahora
cômo it Ilcvarán al patibulo. Y as! nació la poesia: eY
luego, al anochecer, la carreta se hundirã en la nieve..
,Qué loco Srikov describirá mi Ultimo suspiro?' Pero$
no tuvo quc rccorrcr csc camino, cTe reservan Para ci fi-
nab, deck Punin, y un tic contrala su rostro Mas al final
se olvidaron de ella y no La detuvieron, Pero se path toda
la vida despidiendo a sus amigos en su Ultimo viaje,
incluido el propio Punin.
A recibirla fue Liova, su hijo, clue en aquel entonces

• La autora hace referenda a] famoso cuadro del pincer Vasilis Süriri-


kov (1848-1916) titulado cfloiarina Morozova., que representa ci mo-
mento en que Ia Ilevan a] paributo. (N. de la T.)

15
pasaba unos dias con nosotros. Hicimos mal en confiarle
una misión tan simple; distraido como era, no vio a su
madre y ella se disgust6. No estaba acostumbrada a cosas
asi. Aquel aho, Ajmátova nos habla visitado con frecuen-
cia y estaba habiwada a oh, ya en la estaciOn, las primeras
bromas de Mandeistam. Recordaba su airado reproche:
•Viaja usted a la velocidad de Ana Karenina, un ella en que
ci tren iIcgO con retraso y .Por qué se ha disfrazado usted
de buzo?ia: en Leningrado Ilovia y se prescntó con imper-
meable de capucha, botas y paraguas cuando en Moscü ci
so] quemaba a más y mejor.
Cuando se reunlan, se tornaban tan alegres y despreo-
cupados como dos chiquilios que se hubieran encontrado
en el .Taller de los Poctas * •Tss! —gritaba yo—. iNo
puedo vivir con tales charlatanes!, Pero en mayo de 1934,
no tuvieron tiempo de alegrarse. El dia se prolongaba an-
gustiosarnente. Al anochecer se presentO el traductor
Brodksi y se instaiO tan sOlidamcnte que fue imposibie
moverlo del sitio. En la casa no habla nada que corner pot
mucho que se buscase. Mandeistam fue a casa de unos ye-
cmos con el propOsito de conscguir algo para la cena de
Ajmátova. Brodski se precipitO en pos de El. Quedarnos
chasqueadas; iconfiibamos tanto en que se fuera al faitar
ci ducilo de la casa! Mandeistam regresO poco después con
el botmn: un huevo, pero sin desprenderse de Brodski,
quien volvió a arrellanarse en ci silión y se puso a decia-
mar [as poeslas prediiectas de sus poetas predilectos:
Siuchevski y Poionski. Conocia la poet rusa y francesa a
la perfección. PermaneciO asi sentado sin dejar de char y
deciamar, y tan solo pasada la medianoche comprendimos
la causa de sernej ante insistencia.
Cuando nos visitaba Ajmâtova, la instalâbamos en la
cocinita, donde no habia todavia conducciOn de gas; yo
cocinaba lo que pasaba pot nuestra cena en ci pasiillo
sobre un infiernillo. Pot respeto a la invitada, La inactiva
cocina de gas se cubria con un hule y hacia las veces de
mesa. La cocina fue bautizada con el nombre de *san-
tuaro.. .Qué hace usted aqul tumbada como un idolo
en su sanruario?, habla preguntado un yea Narbut,
entrando en la cocina para ver a Ajmatova. .Más nos vale

Asociacián de poetas acmeistas, fundada en 1912. (N. de Ia T.)

16
it a cualquier reunion.... Dc este modo, la cocina Sc COfl-
virtiO en santuario y en éi estabamos las dos, dejando a
Mandeistam a merced del amante de la poesla. Dc pron-
to, a eso dc la una de la madrugada, resonO un golpe se-
co, insoportablemente cxprcsivo. Wienen en busca de
Osip., dije y fui a la puerta.
Al Otto lado de la puerta habia unos hombres —me pa-
reció que eran muchos— vestidos todos de paisano. Du-
rante una infima particula de segundo tuve la esperanza
de clue no era eso todavia. No distingul ci uniforme ocu!-
to pot ci abrigo de paflo. Dc hecho esos abrigos de paflo
también servian tie uniforme, Pero camuflado, como en
tiempos antiguos los abrigos verdes de la policia zarista;
Pero yo entonces no lo sabla. La esperanza se desvanecio
tan pronto covc los no deseados visitantes cruzaron el
umbral.
Esperaba, pot costumbre, ok: .tBuenas noches!. o bien
çEs La can de Mandeistam?. o cEstá en casa?. o, final-
mente, cUn telegrama.. -. Habitualmcnte, ci visitante in-
tercambia unas palabras con La persona que Ic abre la
pucrta y espera que ésta se aparre y Ic deje pasar a 'a can:
Pero los visitanres nocturnos de nuestra época no se ate-
nian a semejante ceremonial come, probablemenre, tam-
poco In hacen los agentes de la policia secreta de todos Ins
paiscs y todas las épocas. Sin preguntar nada, sin esperar
nada, sin derenerse en ci umbral ni ci mãs mInimo instan-
te, penetraron con increlbic agilidad y rapidez en ci pa-
sillo, apaitandome, Pero sin empujarme. La casa se lienO -.
inrnediatamenre de genre. Ya estaban comprobando los
documenros y con movimienros exactos, habituales y bien
estudiados palpaban nuestras caderas, tantcando los bol-
sillos para comprobar si ocuitábamos aigün arma.
Mandeistam sahó de la habiraciOn grande: cVienen pot
ml?., preguntO. Un agente de corta estatura lo miré casi
sonriente: -Sus documentos,' . Mandeistam sacO del bol-
sillo el pasaporte. Dcspués de comprobarlo, el chequista
Ic tendio la orden. Mandelstam la icyO y asinriO con la ca-
beza.
En el lenguajc de ellos, eso se calificaba de .operaciOn
nocrurna' . Segün supe más tarde, todos cilos estaban fir-

Chequista: miembro de Ia Cheka, I. po]icia serrera, hey KGB.

17
memente convencidos de que cuaiquier noche y en cual-
quiera de nuestras casas haliarian resistencia. En su medio,
y con ci fin de mantener su moral, circulaban románticas
leyendas sobre los peligros nocturnos. Yo misma ci ci rela-
to de cémo Babel, defendiendose a tiros, habla herido
gravemente a unode los .nuestros., segün expresión de la
narradora, hija de un importante chequista que Se destacó
en 1937. Estas Ieyendas alimentaban la inquietud pot su
padre enviado a realizar un ctrabajo nocturne., ese padre
tan bondadoso y consentidor, que amaba tanto a los nifios
y animales —en casa siempre tenia el gate en sus rodi-
Has—; y enseflaba a su hijita a no reconocer jamás la falta
cometida y a responder obstinadamente tno. a todas Las
preguntas. Esc hombre tan bonachón y amante del gato
no podia perdonar a los incuipados que reconociesen, in-
comprensiblemente, todas las acusaciones que se formula-
ban contra dies. cePor qué Jo hacian? —repetia la hija
imitando al padre—. i Haci6ndolo se perjudicaban a si
mismos y también a nosotros!.... Con *nosotros* se referla
a los que ilegaban per La noche con la orden, a los que in-
terrogaban y condenaban, a los que contaban a sus ami-
gos, en Ins rates de ocio, seductores relates sobre los pe-
hgros nocturnos. Las Ieyendas chequistas sobre los terrores
nocturnes me recuerdan ci diminuto orificio en el cráneo
del inteligente y prudence Babel, de frente tan espaciosa,
quien nunca habia tenido, probabiemente, un revOlver en
las manos.
Penetraban en nuestras miseras y atemorizadas casas co-
mo en guaridas de bandidos, o secretos laboratories donde
enmascarados carbonarios preparasen dinamita y se dispu-
sieran a una resistencia armada. A nuestra casa llegaron en
la noche del 13 al 14 de mayo de 1934.
Una vez comprobados los documentos y entregada La
orden, convencidos ya de no encontrar resistencia, empe-
zaron el registro. Brodski se dejo caer pesadamente en ci
sillOn y se quedo inmovil. Enorme, parecido a una escut-
ton de madera de algün pueblo extremadamente saivaje,
respiraba con fatiga, resoplaba e, incluso, roncaba; asi es-
tuvo resoplando y roncando. Parecia irritado y ofendido.
En una ocasiOn me dirigi a El, pidiendole, segün creo, clue
buscase en los estantes aigün libro para Mandeistam; me
respondiO groseramente: cQue se Ic busque El mismo., y

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volviô a sus resoplidos. Al amanecer, cuando ya recorria-
mos libremente La casa y los cansados chequistas flI si-
quiera nos seguian con La vista, Brodski desperto de pron-
to, levanto la mano corno un escolar y pidiô permiso para
ir a! rctretc. El agente que dirigia el registro, In mirô
butlon. .Puede irse a casa, dijo. cCômoh, preguntó a
su vez Brodski sorprendido... cA casa., repitió ci chequis-
ta y Ic volvio Ia espalda. Los agentes despreciaban a sus
ayudantes civiles y Brodski fue enviado, segurarnente, a
nuestra casa para que nosotros, al oh la ilamada, no tu-
viéramos tiempo de destruir ningün manuscrito.

La reqinsa

Mandelstam repetla con frecuencia las palabras de Jlébni-


kov 4a comisaria, iquE gran lugar! jEs donde yo y ci Esta- >'
do nos citamos!. Pero esa forma de encuentro es dema-
siado inocente; Jlébnikov se referla a la comprobaciôn ru-
tinaria de documentos del vagabundo sospechoso, es de-
cir, a unas relaciones can clâsicas ernie ci Estado y ci poe-
ta. Nuestras citas con ci Estado sucedieron de otro modo y
a on nivel rnás elevado.
Los no descados visitantes, aten jéndose a un ritual muy
estricto, y sin ponerse de acuerdo, se distribuyeron Ins pa-
peics. En total eran cinco. Tres agentes y dos testigos. Los
testigos tomaron asiento en unas sillas en ci pasillo y
quedaron adormilados. Tres ahos más tattle, en 1937,
roncaban probablemente de cansancio. Que constitución
nos habla asegurado ci derecho a la presencia de los testi-
gos durante los registros y las detenciones? Quién de no-
sotros recuerda todavia que precisarnente esa pareja sorn-
nolienta de testigos garantizaba a los ciudadanos ci
control social de la legitimidad de la detencion? Nadie,
ninguna persona desaparecla en nuestro pals en las
sombras y la oscuridad sin una orden y sin testigos. En
ello radica nuestro tributo a los conceptos jurIdicos de Ins
sigios pasados.
Asistir a la detencion en candad de control social se ha
convertido casi en una profesion en nuestro pals. En cada

19
casa densamente poblada despettaban pan ello a personas
designadas de antemano, siempre las mismas, y en pro-
vincias dos testigos atendian toda una calle o barrio. Lie-
vaban una doble vida: de dia se consideraban empleados
de la administraciôn de La casa: carpinteros, portetos o
fontaneros. No seth pot eso pot In que en todas nuestras
casas siempre gotean los grifos? Y pot las noches, en caso
de necesidad, estaban de plantOn en ca.sas ajenas. Una
parte de la renta de nuestro alquiler se destinaba a inante-
nerlos: figuraban entre Ins gastos de La casa. Pew ignoro
en cuânto se evaluaba su trabajo nocturno.
El agente de mayor graduaciOn se dedico a revisar el pe-
queflo baul donde tenlamos el archivo y Los otros dos se
ocuparon del registro en general. La torpeza de sus proce-
dimientos saltaba a la vista. Actuaban siguiendo las ins-
trucciones recibidas, es decir, buscaban all1 donde suele
pensarse que la gente astuta guarda Ins manuscritos y Ins
documentos secretos. Sacudlan uno tras otros los libros,
inspeccionaban sus lomos, estropeaban con sus cones las
encuadernaciones, buscaban cajones sectetos en la mesa
—quién no ha oldo hablar de esos cajones secretos?—,
rebuscaban en [as camas y los bolsillos. Si se hubiera es-
condido un manuscrito en cualquier cazuela, o, mejor to-
davia, sobte la mesa de la cocina, habria quedado alli has-
ta ci fin de Ins siglos.
De los dos agentes de menor graduacion, recuerdo a un
joven sonriente, de rostro grueso. Examinaba Los Libros,
admiraba Las viejas encuadernaciones y procuraba conven-
cernos de que fumaramos menos. En vez del perjudicial
tabaco nos ofrecia caramelos de una cajita de hojalata que
sacaba del bolsillo de su pantalôn de uniforme. Hoy dia,
un escritor, buen amigo mb, dirigente de La UniOn de
Escritores Soviéticos, gran coleccionista de libros, que pre-
sume de sus viejas encuadernaciones y de sus haLLazgos en
las librerias de ocasión —las primeras ediciones de Sasha
Chiorni y Severianin!— me ofrece también caramelos en
thu cajita de hojaLata, que extrae de un bolsillo de sus
impecables pantalones hechos a medida en la mejor sas-
treria reservada exelusivamente pan los escritores, Ese
escritor ocupaba en Ia decada de los años treinta un mo-
desto cargo en Los organismos de seguridad y paso luego a
la literatura con gran éxito. Pues bien, esas dos imágenes,

20
la del macluro escritot de los años cincuenta y la del joven
agente de la decada del treinta, Sc funden en mi mente
en una sola. Tengo la impresión de que ci joven aficiona-
do a los caramelos cambió de profesion, tuvo éxito, viste
de civil, resuelve problemas morales, como corresponde a
un escritor, y continua ofreciendome caramelos de la mis-
ma cajita.
Ese gesto, ci de ofrecer caramelos, se ha repetido en
muchas casas y durante muchos registros. No formaria
tambien parte del ritual, igual clue ci modo de penetrar
en las casas, comprobar los documentos, palpar a la genre
para vet si lievan armas y buscar, por mcdio de la percu-
Sian, cajones secretos? Es on procedimiento claborado has-
ta Ins rnás minimos detailes que en nada se parece a los
caóticos registros de los primeros dias de la revolucion y de
la guerra civil. Pero no puedo decidir cull era mIs
terrible.
El agente de mayor tango, rubio, de talla media, delga-
do y silencioso, en cuclilias ante ci baul, examinaba papel
tras papel. Lo hacia lentamente, con gran atención y meti-
culosidad. Nos.habian enviado, mejor dicho, nos visitaban
funcionarios muy competentes adscritos al sector iitcrario.
Dicen que ese sector forma parte de la tercera sección, pe-
to mi amigo, ci escritor de Ins pantalones ccnidos, ci que
me invitaba a caramelos, se esfuerza per demostrar, con
espuma en la boca, que Ia sección clue vela pot nosotros es
la segunda o la cuarta. La cosa no tiene ninguna impor-
rancia, pero ci mantenimiento de ciertas tradiciones poli-
ciaco-administrativas corresponde pienamente al espiritu
de la época staliniana.
Cada hoja de papel que sacaba del haul la ponia, des-
pUéS de set revisada, en una silia, donde se iba formando
poco a poco un montón que luego seth confiscado, o la
tiraba al suelo. Pot ci modo de seleccionar los papeles se
podia conjeturar siempre sobre qué base se formularia la
acusación; per ello me ofrecI como ayudantc del agente de
mayor graduación; Ic dcscifraba la dificil letra de Man-
deistam, fechaba los manuscritos y trataba de saivar todo
In posible, per cjempio, un poema de Piast quc guardaba
en nuestra casa y los borradorcs de Ins sonctos de Petrarca,
traducidos per Mandelsiam. Todos nos dimes cuenta de
quc ci agcntc se intercsaba pot las poesias de los Uitimos

21
aflos. EnseflO a Mandeistam el borrador de El iobois y con
ci cello fruncido ieyô a media voz csa poesla desde ci prin-
cipio al fin; luego le roth ci turno a Ins poemas satIricos
dedicados al administrador de una casa comunal quc ha-
Ma roto un ôrgano . quc un inquihno rocaba en ci aparra-
inento faltando a! reglamento. .De qué se trara?, prc-
gunró ci agente, perplejo, dejando cacr ci manuscrito
sobrc la silia, cEn efecto —respondió Mandeistam—, de
qué se trata?'.
Toda la diferencia entre los dos periodos, ci de antes y
ci posterior a 1937, radicaba en ci modo de hacer ci re-
gistro. En 1938, nadie buscaba nada ni perdla tiempo exa-
minando papeles. Los agcntcs no sabian siquicra a lo que
se dedicaba la persona que venhan a detener. En 1938,
dieron la vuelta con negiigencia al coichon, tiraron al
suclo las cosas que teniamos en La maleta, metieron en un
saco todos los papeles y dcspues de dar unas cuantas vuei-
us per la casa desaparecieron lievandosc a Mandeistam.
En 1938, toda esa operación duró unos veinte minutes y
en 1934 se prolongo durante la noche entera, hasra la ma-
ñana.
Pew ambas veces, al vet cémo preparaba las cosas para
que Mandeistam se las lievara consigo, dechan con aire
bromista: —isiguiendo instrucciones!—: .Para qué Ic da
tantas cosas! ,Cree, acaso, que In vamos a tenet de hues-
ped mucho tiempo? Le harin unas cuentas preguntas y lo
soirarán.... Eran los testes de la Cpoca del .gran hurnanis-
mo de la decada de los abs veinre y principios de Ins
treinta ,Pues yo no sabia quc estabamos en las garras de
Ins humanistas., me dijo Mandeistam en ci invierno de
1937-38, al leer en La prensa las criticas contra Yagoda
quien, segün decian, habia organizado verdaderas casas de
repose en vez de campos de trabajos forzados...
El huevo quc habiamos traido Para Ajmátova segula in-
tacto sobre la mesa. Todos —tambien cstaba con nosocros
ci hermano de Mandeistam, Evgueni, liegado rcciente-
mchte dc Leningrado— paseabamos per la habitacion y
charilbamos, procurando no fijar nuestra atcnción en las
personas que rebuscaban en nuestras cosas. Dc pronto,
Ajmátova dijo que Mandeistam debia comet antes de
marcharse y It rendiO ci huevo. El accedió, romó asiento
ante la mesa, salo ci huevo y se lo comió... Mientras unto

22
ci montón de papeles en la silla y el suelo iba creciendo.
Procurabamos no pisar los manuscritos, pero a los visitan-
tes les daba lo mismo. Y lamento profundamente que
entre Ins papeles robados pot la viuda de Rudakov se ha-
yan Perdido los borradores de las poeslas escritas en la de-
cada de los años diez y veinte, no destinados a la confisca-
cion, puesto que estaban en ci suelo, con la huella bien
visible de las botas militates. Pan ml eran muy vaiiosas
esas hojitas y pot elk las habla entregado a la persona que
consideraba más segura: a nuestro joven y abnegado ami-
go Rudakov. En Voronezh, donde estuvo desterrado aflo y
medio, compartIamos con éI cada trozo de pan, ya que no
podia trabajar en nada. Dc regreso en Leningrado, se en-
cargo gustoso de guardar ci archivo de Gumiliev, que Aj•
mátova Ic confio candidamente, llevindoselo en trineo.
Ni ella ni yo voivimos a vet los manuscritos. Dc vez en
cuando Ic liegan rumores de clue aiguien compró las car-
tas, que ella tan bien conoce, de ese archivo.
.Osip —decia Gumiliev—, te envidio, moriras en una
buhardilla. En aquei entonces ya habian escrito versos
profeticos, pero ninguno de Ins dos queria erect en sus
propias predicciones y se consoiaban con la version france-
sa sobre ci malhadado sino de Los poetas. Pero ci poeta no
es más que un hombre, on hombre'simplemcnte, y Ic de-
be ocurrir lo más habitual, lo más caracteristico y corriente
Para ci pals y la época, In que nos espera a todos y a cada
uno. No ci esplendor y ci espanto del sino individual, si-
no el sencillo camino ien trope] y en manada * . La muerte
en una buhardilla no es Para nuestra época.
Durante la campafla en defensa de Sacco y Vanzetti
—vivIamos en aquel entonces en Tzárskoie Sielo—, Man-
deistam propuso a las alias jerarquIas religiosas, pot me-
diacion de un dignatario eclesiIstico, que la Igiesia tam-
bien inanifestase su repulsa ante esa cjecuciOn. La respues-
ta no se hizo esperar: la Igiesia está dispuesta a manifes-
tarse a favor de los condenados siempre que Mandeistam
se obhgase a organizar una campafla de protesta y defensa
si algo semejante Ic ocurria a un sacerdote ruso. Mandels-
tam quedO estupefacto y se confeso vencido. Esa fue una
de las primeras lecciones clue recibie cuando trataba de
adaptarse a La realidad.
LlegO la mafiana del 14 de mayo. Todos Ins huespedes,

23
tanto los invitados como los que no Jo eran, se retiraron.
Los no invitados se lievaron consign al dueho de la casa.
Ajmãtova y yo quedamos solas en la casa vacia que conser-
vaba las huellas del alboroto nocturno. Creo recordar que
nos quedamos sentadas la una frente a la otra y en silen-
cio. En todo caso no nos acostamos y no se nos ocurriO si-
quiera tomar una taza de té. Esperibamos a clue ilegara La
hora de salir de casa sin Ilamar la atenciôn. Pero, ,para
qué? ,A donde? A casa de quién? La vida continuaba...
Deblamos de tener el aspecto de unas ahogadas... i Qué
Dios me perdone esa reminiscencia literaria! Pero en aquel
entonces no pensábamos en ninguna literatura.

Rejiexiones matutinas

Al conocer alguna nueva detencion, jamás preguntaba-


mos: •Por qué k ban detenido?,. Pero como nosotros ha-
bia pocos. La gente, loca de miedo, se hacla esa pregunta
con el ünico fin de auroconsolarse: si eran detenidos pot
algo, a ml no me lkvaran, no hay ningUn motivo. Sc in-
geniaban Para inventar causas y justificaciones de cada de-
tenciôn: cEs cierto, se dedicaba al contrabando., tSe per-
mitia cada cosal. cYo mismo le he oldo decir. .. Y tam-
bien: cEra de esperar, tiene un caráctcr terrible., •Sicmpre
tuve la impresión de que no era trigo limpio., Es una
persona totalmente ajena a nosotros.... '1 todo eso parecla
suficiente morivo para la detcncion y el exterminio: ajeno,
parlanchln, desagradable. -. Eran variaciones sobre un mis-
'- mo tema clue ya habia sonado en 1917: ,No es de los
t f 't3 \ nuestros... Tanto la opinion pCablica como los organismos
represivos inventaban nuevas e imaginativas variantes y
94' gechaban lena al fuego sin el cual no hay humo. Debido a
eso nosotras proscribimos la pregunta: cPor qué lo ban
detenido?., Por qué?, gritaba furiosa Ajmátova cuando
alguien de nuestro entorno, contagiado por el estilo gene-
ral, hacia esa pregunra, Cómo por qué? Ya es hora de
saber que a Ia genre se la detiene por nada....
Pero cuando se llevaron a Mandelstam, tanto ella como
yo nos hicimos la pregunta prohibida: ,por qué? Para la
detencion de Mandelstam habia, segUn nuestras normas

24
juridicas, todos los motives posibles. Podian haberselo lIe-
vado per sus poeslas, sus manifestaciones sobre La literacu-
ra o pore1 poema escrito contra Stalin. Podian haberto de-
tenido pot la bofetada que dio a Tolstoi. Después de la
bofetada, Tolstoi se puso a vociferar ante testigos que no
dejaria que Ic publicaran nada en ninguna editorial, que
10 echarla de Moscü... Aquel mismo ilia, coma nos dije-
ron, Tolstoi saliO para Moscü para quejarse de la ofensa al
jefe de la literatura rasa: Gorki. Porn después tlegó a
nuestros oldos la frase: .Le enseñaremos In que Cs pegar a
los escritores rusos'... Esta frase se adjudicaba, sin un aso-
mo de duda, a Gorki. Ahora tratan de convencerme de que
Gorki no podia haber dicho semejante cosa, que no era tal
como nos In imaginabamos. Hay una gran tendencta a
presentar a Gorki como on mârtir del regimen staliniano,
como un tuchador per la libertad de pensamiento y los in-
telectuales. No me atrevo a juzgar y creo clue entre Gorki
y el cpatrón' habla gran disparidad de criterios y que In
tenian bien sujeto. Pero de ningün modo debe deducirse
de ello clue Gorki haya negado su apoyo a ToLstoi contra
un escritor del tipo de Mandelstani, que Ic resultaba pro-
fundamente hostil y ajeno. Y para conocer Ia actitud de
Gorki frente a la libertad de pensamiento basta con leer
sus artIculos, discursos y libros.
Sea come fuere, todas nuestras esperanzas se cifraban
en que la detención se debiera a una venganza per la bo-
fetada que dio al cscritor ruso, A!exéi Tolstoi. Cualquiera
que fuese La forma que tornase la causa, In ünico que po-
dia amenazarnos era ci exilio y a eso no Ic temiamos En
aquel entonces los destierros y las deportaciones eran un
fenômeno habitual. En los afios de tregua, cuando
amainaba ci terror, en la Primavera —habitualmente en
mayo— y tambiEn en otoflo solia haber muchas deten-
ciones, sobre todo entre los intelecmates Con estas deten-
ciones distralan La atención de Ins fracases econômicos de
turno. En aqucl entonces casi no habia desapariciones sin
rasrro. Los desterrados escribian, regresaban una vez
cumplido et plazo y voivian a set deportados. Andréi
Bely, con quien coincidimos en KoktebeL en 1933, nos di-
jo que no acababa nunca de mandar telegramas y escribir
a los amigos que regresaban del exilic. Probablemente en
los ahos de 1927 y 1928, la escoba barrio los circulos teo-
soficos y en 1933 se produjo su retorno en masa... Ames
de la detencion de Mandeistam habia regresado Piast..
Los clue volvian tras haber pasado en ci destierro tres o
cinco años, se instalaban en pequeflos pueblos quc dista-
ban cien kilórnetros de Ia capital. Ya que todos se.4ban.,
por qué tenlamos que set mis afortunados? Poco antes
de la detencion, al oft que Mandelstam hablaba con de-
masiada libertad ante personas desconocidas, le recordé:
Estamos casi en mayo. Deberlas tener mIs cuidado,. Sc
encogiO de hombros: oiQu6 mis da! Bueno, que nos de-
porten--- Que ones tengan miedo ja nosotros no nos im-
portals... Y, en efecto, nosotros no temiamos a la depot-
tación.
Otra cosa serIa si hubieran descubierto la poesia dedica-
da a Stalin. En eso pensô Mandelstam cuando beth a Aj-
mitova antes de irse. Nadie ponia en duda que esa poesia
Ic costaria la vida. Pot ello, precisamente, observibamos
con tanta atención a Ins chequistas, tratando de compren-
der In que buscaban. El ciclo del Zobo. no auguraba ma-
les especiales, en caso extremo podlan enviarle a un cam-
p0...
QuC forma legal tomarian esas potenciales acusaciones?
Pero, iquE mis daba! Es ridiculo abordar nuestra época
desde ci punto de vista del derecho romano, del codigo de
Napoleon y demis disposiciones sirnilares del pensamiento
jurldico. Los organismos represivos actuaban con precision
y cautela. Tenian muchos objetivos: liquidar a los testigos
capaces de recordar algo, establecer unanimidad de crite-
rios, preparar el advenimiento de un reino milenario,
etc... Segaban a la genie por capas, segün las categorlas
(la edad también se tomaba en cuenta): eclesiIsticos, mis-
ticos, cientificos, idealistas, genie dotada de gran ingenio,
rebeldes, pensadores, charlatanes, introvertidos, discutido.
res, personas con ideas propias en la esfera de La jurispru-
dencia, del Estado o la economia y, ademas, ingenieros,
tEcnicos y agrOnomos, porque habla nacido ci tCrmino de
.sahoteador* que servia Para explicar todos Jos fallos y fra-
casos. (No se ponga ese sombrero —decia Mandelstam a
Boris Kuzin— no debe uno destacarse, puede acabar
mab. Y Kuzin, en efecto, acabO mal. Pero, fetizmente, La
actitud ante el sombrero cambiO cuando se tomO la deci-
siOn de que los cientificos soviéticos deblan vestir aOn me-

26
jot que los petimetres occidentales y Kuzin, una vez
cumplido ci plazo reglamentario, recibiO on cargo cientifi-
co muy decente. Lo del sombrero es una broma, pero la
cabeza bajo él predeterminaba, en efecto, el destino.
Los hombres que ejercian la profesión de exterrninado-
res inventaron un proverbio: <cDadnos al hombre, que la
acusaciôn ya la encontraremos'. Lo olmos pot primera vez
en Yalta (en 1928) en boca de Fürmanov, ci hermano del
escritor. Era un chequista que acababa de pasarse a la
cinematografia, pero, ligado a la policia secreta pot so es-
posa, algo sabia de todo ello. En la pequeha pensiOn don-
de casi todos venlan pan tratar su tuberculosis y FOrma-
nov fortalecia con ci aire marino sus alterados nervios,
habia on nepman * aiegre y bondadoso. Furmanov y éi
se hicieron rapidamente amigos y ambos inventaron el
juego de la einstrucci6n del sumario., que pot so realismo
les excitaba agradablemente. Fürmanov, ilustrando el pro-
verbio del hombre y la acusaciOn, interrogaba at temblo-
roso 4nepmam y Ste se embrollaba indefectibiemente en'
la malla de las astutas y elisticas interpretaciones de cada
palabra. En aquei entonces, un circulo relativarnente pe-
queho habia conocido hasta el fin, es decir, en su propia
experiencia, las peculiaridades de nuestra justicia. Pot esa
prueba pasaron tan solo las categorlas enumeradas pot ml;
dicho de otto modo, los que tenian una cabeza bajo el
sombrero y los que tenlan valores susceptibles de confisca-
ciOn y también los cnepmen., es decir, los empresarios
que habian creldo en la nueva politica econOmica. Pot es-
te motivo nadie, a excepciOn de Mandeistam, prestaba
atenciOn at juego del garo y ci ratOn clue para divertirse
lievaba ci ex chequista. Tampoco yo me habria dado
cuenta de ello si éI no me hubiera dicho: cEscucha un p0-
co>'.. Tengo la impresiOn de que Mandeistam hacia que
me fijase en todo aquello que, en su opinion, debla recor-
dar. El juego de FOrmanov nos dio una nociOn primaria
sobte los procedimien. tos judiciales de nuestro Estado en
su etapa de formaciOn. El procedimiento judicial se basa-
ha en la dialectica y en La gran idea inmutable: .iEI que no
esta Con nosotros, esrá Cfl Contra nuesrra..

- Hombres de empresa surgidos en Ia URSS en ci pertodo de Ia NEP


(Nueva Politica Economic>') iinpiantada por Lenin en 1921. (N. de Ia T,)

27
Ajmátova, quien desde Los primeros dias observaba con
inquictud ci rumbo de los acontecimientos, sabla más que
yo. Solas las dos en la casa devastada por ci registro noc-
turno, examinabamos todas las posibilidades y haciamos
conjeturas sobrc ci futuro, Pero, al mismo tiempo,. casi no
hablábamos.., cTiene quc hater acopio de fuerzas., me
dijo Ajmátova... Eso significaba quc debia prepararme pa-
ra una larga espera. Era fenomeno habitual c lue Ins dete-
nidos permaneciesen encerrados muchas semanas o meses
y, a veces, más de un aflo, mientras se decidla su deporta-
don 0 exterminio. Asi lo exigla la instrucciOn de la
causa. . - Y como no pensaban renunciar a ese procedi-
miento, registraban obstinadarnente en ci papci todas sus
delirantes invenciones... Pcnsaban, acaso, que los des-
cendientes, al examinar los archivos, lo creerian todo tan
ciegamente como nuestros enloquecidos coctáneos? Pero
tal vcz fueran sOlo manifestaciones del instinto burocráti-
€0, ci espiritu del chupatintas quc no se alimenta de la
icy, siho de Ins reglamentos y enguile toncladas de papei
51 Cs que pueden Ilamarse creglamentos....
Para la familia del detenido el perlodo de La espera está
ileno de gestiones. En La cCuarta prosa. Mandeistam las
califico de .jugadas integrales, imponderables... Eran ges-
tiones encaminadas a conseguir dincro y hacer largas colas
Para entregar un paquete ál reduso. Pot la longitud de ]as
colas sabiamos en qué mundo vivIamos. En 1934 no cran
grandes. Debia reservar mis fuerzas Para recorrer todos Ins
carninos ya hoilados pot otras esposas. Pero en aqucila
noche de mayo me trace otra misiOn y pot ella he vivido y
vivo. No tenfa fuerzas Para modificar ci destino de Man-
delstam, pero se habia salvado una pane de sus manuscri-
tos, muchas cosas conservaba en mi memoria y yo era La
Unica que podia saivar todo eso, y por In tanto debia
cuidar de mis fucrzas.
La liegada de Liova nos sacO de nuestro entumecimien-
to. Aqucila noche, y debido a la ilegada de su madre,
durrnio en casa de Ins Ardov, ya quc en la nuestra no
habia sitio. Liova, sabiendo que Mandelstam se icvantaba
muy temprano, se prcsentO casi al alba Para tomar té en
su compañia y oyO la noticia en cuanto cruzO ci umbral.
Esc muchacho, ese adolescente pletOrico de vida, ileno
de ideas, dondequiera que aparecia en aquclios ahos lo

28
ponia todo en movimiento. La genre percibia so fuerza di-
námica y comprendTa que estaba condenado. Nuestra casa
se habia contaminado y era funesta para todos los propen-
SOS a la infeccion. Pot ello, al vet a Liova, experimentE on
verdadero acceso de miedo. 4MIrchate —le dije—,
márchate a toda prisa, esta noche se ban llevado a Osip.
Y Liova se foe docilmente. Eso era lo habitual entre no-
sotros -

Segunda vuelta

Despertamos a mi hermano Evgueni con una liamada pot


telefono y medio dormido aün escuchó la noticia. Como
es natural no dijimos ninguna de Las palabras prohibidas,
tales como .detuvieroni, cc llevaron, •encerraron... I-Ia-
biamos elaborado on codigo especial y nos comprendia-
mos perfectamente unos a otros sin mencionar ningün
nombre. Poco después Evgucni y Emma Guershtein esta-
ban en nuestra casa. Los cuatro, uno tras otto, Pero con
bastante intervalo de tiempo, salimos de casa llevando
bien una cesta de 'a compra en las manos, bien simple-
mente un fajo de manuscritos en el bolsillo. De este modo
salvamos parte del archivo. Pero on cierto instinto nos so-
giro no Llevarlo todo. Más an, todo ci montOn de pape-
les quedO en el suelo. €No to toque!,, me dijo Ajmãtova
cuando abni ci baulito para guardar aill ese elocuente
montOn de papeles. Y la obedeci sin saber exactamente el
motivo... Confiaba tan sOlo en su instinto...
Aquel mismo dia, cuando Ajmátova y yo regnesamos a
la casa después de nuestras correrias por la ciudad, llama-
ron de nuevo a Ia puerta; csta y ea fue una Ilamada hecha
con bastante delicadeza y volvi a franquear el paso al
huésped no invitado. Era ci agente de mayor graduaciOn.
Mini satisfecho los manuscritos tirados en el suelo. .1Y no
ha recogido aünh dijo y se puso a revisanlos de nuevo. Es-
ta y ea se habla presentado solo, k interesaba inicamente
ci pequeño baüI y en éI, tan solo los manuscntos de Los
poemas. La prosa ni siquiera la miraba. Cuando mi her-
mano Evgueni —el hombre mks neservado y silencioso del

29
mundo— se cfltcró del segundo registro, dijo con aire in-
quleto: iSi vuciven a presentarse, os llcvarán a las dos con
cllos.
Qué cxp!icaciôn cabia dat a ese segundo registro y a
esa segunda confiscacion? Ajmátova y yo intercambiamos
una mitada: a los sovieticos les basta para enteñderse. El
jucz de instrucciôn ya tuvo tiernpo, probablcmentc, de
examinar Ins papeles confiscados dutante la noche —para
ello no se necesitaba mucho ucmpo, ya que las poeslas
ocupan poco volumen— y no habia encontrado lo que
buscaba. Habia ordenado un segundo registro pot temor a
que en ci apresuramiento nocturno no hubiesen visto ci
manuscrito clue precisaba. Dc esto se deducla fáciimcnte
que La büsqueda persegula un objetivo determinado y que
no les bastaban poeslas como El lobo,, pot ejemplo. Pero
ci manuscrito quc Ics inreresaba no esraba en el baül. Ni
yo ni Mandeistam hablamos copiado ese poema. Esta vez
no me ofred de ayudante y Las dos nos dedicamos a tomar
tranquilamente nuestro té, mirando de reojo a! visitante.
El agente se habia presentado a los veinte minutos jus-
tos de nuestto regreso Per consiguiente, ic hablan avisa-
do. Pero, quién? Podia set un agcntc que viviese en la
casa, cualquicr vecino que hubiera recibido la orden de vi-
gilarnos o bien el .Vasia, de turno en la caile. En aquel
entonces no sabiamos aiTh reconocer a los as! llamados. La
experiencia nos vino más tattle, cuando nos cansamos de
ver cOmo clios, sin ocultarse lo más minimo, permanecian
de plantón ante la casa de Ajmátova. Por qué no disimu-
laban y etan tan dcsvergonzadamcntc sinceros? Se debia
a so mal trabajo, a su chapucerla, o bien era una mancra,
tambien chapucera, de amedrentarnos? Tanto lo uno co-
mo lo otto probabtemente. Con todo so proceder nos
decian: no os podeis ocultar de ningUn modo, os vigila-
mos, siempte estamos con vosotros. Mks de una vcz, algün
buen amigo nuestro, de quien nada sospechabamos, Ian-
zaba alguna frase haciendonos comprender quién era y
pot qué nos honraba con su amistad. Esta sinceridad for-
thaba parre, probablemente, del sistema educativo gene-
ral, ya que después de oh la frase, que nos abria tan
amplios horizontes, nuestras lenguas se quedaban pegadas
al paladar y permaneciamos mudos como peces. A ml, pot
ejemplo, solIan aconsejarme con frecuencia que no Ilevase

30
encima Los manuscritos de Mandeistam, que olvidase ci
pasado, clue no tratase de regresar a Moscü. cEstin satis-
fechos dc quc viva usted en Tashkent... decian. No vatia
la pena preguntar quién estaba satisfecho. A esta pregun-
ta respondian con una sonrisa. Las insinuaciones, las frases
dichas con una sonrisa y Ins propôsitos velados me sacaban
dc quicio, provocaban en ml una resistencia furiosa. No
serla todo la vana palabrerla de un hombrecillo despre-
ciable que nada sabia y que trataba de adaptarsc al estilo
de las principales fucrzas dc la época? Habia gran nmero
de estilistas de este tipo. Pero también ocurrian otras cc-
sas. En aquel mismo Tashkent donde vivi con Ajmátova,
soliamos encontrar, al regresar a la casa, ci cenicero Ileno
de colillas ajenas, on libro, una revista o un periodico de
procedencia ignorada, y un dia descubrI en la mesa del co-
medor una barra de labios de un color tan chillén que
causaba repugnancia y, al lado, un espejito de rnano que
hablan Ilevado alli desde la otra habitacion. En Ins cajones
y las maictas reinaba a veces tal desorden que era impo-
sible ignorarlo. ,Dejarian estas huellas siguiendo instruc-
clones o bien se divertlan asl Ins encargados de rebuscar en
nuestras pertencncias? Sc reirIan alegremente, diciéndosc:
cQue to vean ' ... Ambas variantes son plenamenre admi-
sibles. - Por qué no iban a asustarnos? Asi no presumiria-
mos demasiado... A ml, dicho sea de paso, me asustaban
mucho menos clue a Ajmátova.
Pot lo quc se refiere a Los que ilamâbamos Vasia' , re-
cuerdo muy bien a uno, ya dcspues de la guerra. Eran
dias de mucho frio y el Sc calentaba dando patadas y agi-
tando Ins brazos al modo dc Ins cocheros. Duranre varios
dias seguidos, Ajmâtova y yo pasábamos avergonzadas de-
lante del danzante Vasia. Más rarde su puesto fuc ocupa-
do por otto, dotado de menos remperamento. Y otra vez,
cuando ibamos pot ci patio interior de la casa, hubo un
fogonazo dc magnesio detrâs de nosotras: nos hablan fo-
tografiado. Querian saber, pot to visto, quién visitaba a la
mujer calda en desgracia. Para entrar en ese patio interior,
habia que cruzar el vestlbulo del edificio principal. En la
pucrta quc daba al patio interior habla un puesto de
control. El dia de la foto nos entretuvieron largo ram en la
puerta. El prerexto para (a retención resultaba estUpido:
hablan perdido la have o algo por el estilo... Lo más pro-

31
bable es que ci poiicla encargado de hater la foto hubiera
comeozado a cargar su aparato en cuanto Ic comunicaron
que hablamos regresado. Todo esto ocurrla poco antes de
quc se promuigara la tesoluciOn acerca de Zoschenko y
Ajmátova , y a ml se me ponla came de gallina cuando
vela esas seflales de atenciOn por mi amiga.
A ml, personalmente, no me prestaban esa atención;
no se dignaban vigilarme individualmente. Alrededom de
ml pululaban vulgares soplones, pew no agentes. Solo
una vez en Tashkent, Larisa Glazunova, la hija de un des-
tacado dirigente de los organismos de seguridad, me pre-
vino contra una de mis alumnas particulates, que me reco-
mendO una estudiante de la facultad de Fisica y Matemá-
ticas; .SOlo a usted la quiere pot profesora... Larisa trope-
z6 con ella casuatrnente en la puerta de ml casa y me
explicO que esa joven trabajaba ,con su papá. Tranquihcé
a Larisa diciéndoie que lo sabla muy bien y desde hacia
tiempo. Mi querida discipula jamás ilegaba a la hora seha-
lada y procuraba sorprenderme de improviso pan excusar-
se, decirme que estaba muy ocupada y pedir que aplazase
la LecciOn... Además, tenla las maflas caracteristicas de los
detectives mediocres y jamás pudo evitar ci seguirme con
Los ojos cuando me desplazaba por La habitaciOn. No era
difIcil adivinat pan qué necesitaba las ciases, a Las cuaLes
apenas si asistia... Desenmascarada pot Larisa, la agente
no tardo en desaparecer y la estudiante que me Ia reco-
mendó como alumna, una buena chica clue habla caido
en la red, sufria evidentemente un drama y siempre pro-
curaba justificarse ante ml, Pude rehuir sus expLicaciones,
pew recorde pan sicmpre cOmo la agente tepetia sin cesar
entre grandes exclamaciones: c i Adoro a su esposo y a Aj-
mátovak... En aquel medio a Los maridos los Ilamaban
cesposos.. iEsposos sonaba tan bien! Y en los medios del
partido, ccompafieros.. - -
Mas todo eso tuvo lugar más rude; en 1934 ni siquiera
habiamos inventado la palabra tVasia, y no adivinamos
quién informo al chequista de quc habiamos regresado a
casa.

• En 1946, Zhdanov, mm de los máximos dirigenres del Partido Co-


munista de la URSS, criticó a varios escritores, entre elba a Ajmátova,
pot su .nefasta labor literaria.. (N. de la T.)

32
Las cestas de la compra

El agente que rebuscaba en ci baul pot segunda vez revi-


sando los manuscritos no se percató siquiera de que
habian desaparecido los poemas de Piast, hecho clue podia
hacerle comprcnder que tarnbien nosotras tuvimos tiempo
de retirar lo clue nos interesaba. La astucia de Ajmâtova,
quien me aconsejó que no recogiera nada iii arreglara La
habitacion, se vio coronada pot ci éxito. Dc haberlo
hecho, S chequista podia haber desconfiado.
Los poemas de Piast eran muy largos; esos fueron, pre-
cisamente, los que tuvimos que sacar en las cestas de la
compra. Estaban constituidos pot capitulos que se llama-.
ban dragmentos.. A Mandelstam le gustaron, tal vez por-
que en ellos se maldecla a las esposas kgitimas. Piast ha-
maba a so esposa la 1egitima * y no queria vivir con ella.
Mandelstam, que se encontraba pot primera vez en una
casa normal, aunque diminuta, intentO también rebelarse
contra ha pesadumbre de la vida familiar y elogiaba calu-
rosamente a Pia&. Al observar su entusiasmo, Ic pregunté:
çY quién es tu 'legitima'? dNo seré yo por casualidad?
Y pensar que también nosotros podiamos haber tenido
una vida corriente de corazones destrozados, escandalos y
divorcios! Hay dementes en el mundo que no saben que
esa es justamente, la vida a la cual se debe tender con to-
das las fuerzas iQu6 no dana yo pot un drama semejante!
Piast me entregé para su custodia dos poemas copiados
a rnano: las máquinas de escnibir eran caras y no estaban a
so alcance ni al nuestro. Era el ünico ejemplar en limpio,
come, se decia antes. Piast no quiso creerme, pese a los es-
fuerzos que hice Para convencerle, de que no podia haber
encontrado peor lugar para guardarlos. Después de su des-
tierro Ic pareciô clue gozabamos de una morada tranquila,
sôlida, segura, casi una fortaleza Al vet los .rfragmentos
en manos del agente, Mandelstam suspiro de pena: .jQue
Va a set de Piastl ' . Pero entonces, y segn expresiôn de
Ajmátova, Amc entró tat fuerza., que consegui rescatar de
las manos del chequista, y estuve a punto de rescatar Para
la posteridad, las maldiciones a las .iegitimas * y ias loas a
las bellas ilegitimas, ]as gigantonas de Piast, pues a él Ic
gusraban tan solo las mujeres con talla de granaderos.

33
Habia lievado a nuestra casa a la ültima de sus gigantonas
Para clue oyese los cfragmentosp. Habrâ conservado ella
sus manuscritos? Creo que no era Piast quien Ic interesa-
ba, sino los honorarios quc El recibia entonces de las Edi-
ciones del Estado por traducir a Rabelais. Recuerdo que en
aquel tiempo Piast se quejaba de los caprichos de su hi-
jastra, pero ella, segán me dijeron, vive ahora muy lejos y
guarda un buen recuerdo de su extravagante padrastro.
No estarán en su poder los poemas de Piast salvados pot
MI?
Ames de clue Mandelstam fuera detenido, reciblamos
frecuentes visitas de los milicianos Piast habia dado
nuestra dirección, al registrarse en el distrito, cuando oh-
P
tuvo varios dias de permiso ara estar en Moscü con e1 fin
de solucionar sus asuntos de trabajo literario. Se le habia
acabado el plazo y Ic instaban a que abandonase la zona
prohibida. Y menos mal que no In encontraron en casa el
dia del registro, cosa que habrIa ocurrido de no haberle
asustado Los milicianos. Si el cjefe de los chequistas lo
hubiera visto, se lo habrIa lldvado juntamente con los ma-
nuscritos Tuvo suerte, sendllamente. Y tambiEn tuvo
suerte de no haber Liegado con vida a La segunda oleada
de las detenciones: muriô en Chujlomá, zona que le esta-
ba permitida, de cancer, en so propia cama, o en la de un
hospital. Al igual que los dramas familiares, esto era pro-
pio de una vida normal y, por consiguiente, la felicidad.
Para comprenderlo habia que haber soportado un duro
aprendizaje.
De Jos manuscritos de Mandelstam saLvamos un pe-
queflo nUmero de borradores correspondientes a diversos
perlodos de su vida. A partir de entonces, jamás los guar-
damos en casa. Los IlevE a Voronezh en pequehos pa-
quetes a fin de reconstruir los textos y confeccionar una
lista completa de poesias no publicadas. Fue una labor
que ambos hicimos poco a poco. Mandelstam cambiô ra-
dicaLmente de actitud ante Ins manuscritos y papeles; an-
tes no querla saber nada de ellos y siempre se enfadaba
conmigo cuando, en vez de romperlos, los depositaba en
el baól amarillo de mi madre, traldo del extranjero. Des-

Guardia de orden publico. (N. de [a 1.)

34
pués del registro comprcndiO que era ms facil conservar
un manuscrito que a una persona y dcjO de confiar en so
memoria que, como es sabido, desaparece al mismo tiem-
p0 que ci set humano. Algunos de estos manuscritos se
ban conservado hasta boy, Pero en su mayor parte se per-
dicron durante las dos detenciones. Qué haclan en las
profundidades de nuestros juzgados con los papeles quc at
principio itevaban en carteras y luego en sacos? Pero, ja
qué hacer conjeturas respecto a tos papeks si no sabiamos
Ic quc haclan con la genteL. El hecho de que se hayan
conservado testigos de aquella época y un pufiado de ma-
nuscritos debe set considerado como un milagro.

Jugadas integrales

No vinieron pot tercera vez ni nos Ilevaron. Nos dedica-


mos a la ocupaciOn habitual de aquetlos que tenian a sus
familiares detenidos: haclamos gestiones. Dcspués de re-
cotter de dia la ciudad, regresábamos rendidas a casa,
abriamos un tarro de granos de maiz, que costaba un
rublo, y esa era nuestra comida. Asi estuvimos tres dias.
Al cuarto llego mi madre. Habia liquidado su habitaciOn
en Kiev, tras vender los pesados muebies familiares, y ye-
nia a terminar sus dias con la hija y el yerno, quienes, pot
fin, hablan conseguido un apartamento. Como nadie fue
a la estaciôn para recibirla, vine irritada y ofendida Mas
esos sentimientos desaparecieron en cuando conociO lo
ocurrido. Despertó en ella su espiritu de estudiante libe-
ral, bien enterada de cOmo hay que reaccionar ante el go-
bierno y las detenciones. Lanzó una exclamacion, expresô
sus ideas sobre la práctica y la teoria del bolchevismo, ins-
peccionO nuestra economla y manifesto que ya en su épo-
ca los profesores explicaban que la pelagra, habitual en
Besarabia, se debia al abuso del pan de maiz. Dcspués sa-
cO dinero de un saquito que Ilevaba en ci pecho y corriO at
mercado. Nuestra orfandad habia terminado y nos dedica-
mos aUn con mayor impetu a nuestras gestiones.
Visité a Nikolli Ivânovich Bujarin en los primeros dIas.
Al oft mis noticias, su rostro cambiO de color y me hizo

35
un sinfin de preguntas. No me imaginaba clue fuera capaz
de emocionarse tanto. Recorria a gran velocidad su enor-
me despacho y de vez en cuando se detenia ante ml pan
hacerme una nueva pregunta: .Le ban concedido una en-
trevistah. Tuve quc explicarle que ya no se •concedian
entrevistas. Bujarin ignoraba este detatle. Como todo teó-
rico, no sabia hacer deducciones prácticas de su teoria.
cNo habra escrito algo en un momento de
ofuscaci6n? Le respondi que no, unas cuantas poeslas di-
sidentes, no peores de Las que él ya conocia... Le menU. Y
me siento avergonzada incluso boy. Pero si en aquel en.
tonces Ic hubiera dicho la verdad, no habrlamos tenido La
ctregua de Voronezh.. Se debt mentir? Se puede men-
Ur? ,?Está justificada la mentira en .nombre de la salva-
ción? iQu6 bien se vive en condiciones en las clue no hay
necesidad de mentir! Pero, hay, acaso, un lugar asi en La
tierra? Desde pequeños nos han inculcado la idea de que
la mentira y la hipocresia imperan pot doquier. Sin men-
Ur no habrIa sobrevivido en nuestra terrible época. Y me
pasé minriendo la vida entera: a los estudiantes, en el tra-
bajo, a mis buenos amigos, en quienes no confiaba
mucho y que constiwian la mayorIa. Pero al mismo tiem-
po, nadie confiaba en ml: era La mentira habitual de
aquel entonces, algo asl como una cortesia estereotipada.
Esas mentiras no me avergonzaban, Pero a Bujarin lo en-
gahé conscientemente, pot Mo cãlcuLo: no podia asustar
al ónico defensor... Y eso era distinto... Pero, ,podrla no
haber mentido?
Bujarin me aseguraba que pot la bofetada clue dio a
Tolstoi no podian haberLo detenido. Yo insistia diciendo
que podian haberle detenido por Lo que les diera la gana.
En cuanto al articulo del cOdigo, siempre se aplica el cm-
cuenta y ocho, nada podia set más facil.
Las amenazas de Tolstoi y su frase: .Lc enseñaremos to
clue es pegar a Los escritores rusos., produjeron en Bujarin
la debida impresión, casi gemla. Ese hombre, que conocia
las cárceles zaristas y era partidario, pot convicciOn, del
terror revotucionario, debio presentir aquel dIa con pecu-
liar agudeza su propio futuro.
Durante aqueLLos dias de gestiones, visité con frecuencia
a Bujarin. Su secretaria, Kororkova, a quien MandeLstam
Ilamaba pequcña ardilla que roe una nuez con cada visi-

36
tame (cCuarta prosa), me recibia con una mirada entre
asustada y cariñosa y corria pan anunciarle mi visita. Sc
abria la puerta del dcspacho y Bujarin se precipitaba a ml
encuentro: cl-lay aigo nuevo?... Tampoco yo sé nada...
Nadie sabe nada...
Esas fucron nuestras Ultimas entrevistas. Dc paso hacia
Voronezh dcsdc Cherdin, me acerqué de nuevo a la redac-
cion de dzvestia.. .Qué terribles telegramas nos enviaba
usted desde Cherdinh'., me dijo Korotkova y desaparecio
por la puerta del despacho. Saliô de alli casi Ilorando:
,Nikoiái Ivánovich no quiere recibirla... Dice que hay un
poema' ... No volvi a verle. Ws tarde me contO Erenburg
que Yagoda Ic habia recitado dc mernoria ci poema escri-
to por Mandelstam sobre Stalin y que Bujarin, asuscado,
abandonó sus gestiones. Ames de que esto ocurriera, tuvo
tiempo de hater todo cuanto pudo y a el le debemos la re-
vision de la causa.
En ci perlodo de las gestiones, visitar a Bujarin en la re-
dacciOn de zlzvestia. no me ocupaba mks de una hora, pe-
to ci procedimiento a seguir para gestionar aigo exigia co-
rrcrias constantes per la ciudad. Las esposas de los deteni-
dos —la superioridad numérica, inciuso dcspues del aflo
1937, ha correspondido siempre a los hombrcs— apisona-
ron ci camino quc lievaba a la .Cruz Roja para Presos
Politicos con ci fin de hablar con Peshkova. En realidad
iban alli pan habiar y desahogarse; gracias a cHo tenian la
ilusiOn de que hacian algo, ilusiOn tan necesaria en los
periodos dc penosa espera. La .Cruz Roja no tenia ningu-
na influencia, pero a través de ella se podia, de vez en
cuando, remitir un paquete al campo, conocer la condena
dictada o la cjccuciOn lievada a cabo. En 1937 disolvieron
csa extraña organizaciOn y de ese modo liquidaron ci ülü-
mo vinculo entre la cáxcel y el mundo exterior. Debemos
tenet en cuenta quc la propia idea de ayuda a los presos
politicos estaba en flagrante contradicciOn con todo
nuestro regimen. Cuânta gente habrá sido dcportada o
recluida en sohtarias ceidas pot el mero hecho de conocer
a personas castigadas per los gobcrnantcs! La liquidaciOn
de la cCruz Roja para Presos Politicosb foe una medida 16-
gica, pero a partir de entonces las familias de los deteni-
dos sOlo Vivian a base dc rumores, paste de los cualcs eran
especiaimente difundidos con el fin de atemorizarnos.

37
Peshkova dirigia La cCruz Roja ' desde el momento de
su fundacion, pero yo no fui a verla a ella, sino a su ayu-
dante Vinaver, que era an hombre muy inteligente. La
prirnera pregunta que me hizo fue: ,qué grado tenia ci
agente que rebuscaba en ci baül? Aprendi entonces que
cuanto mãs alto fuera ci grado del visitante nocturno, tan-
to más grave era la causa y más terrible el destino c lue es-
peraba a la victima. Como era la primera vez clue ola esa
posibilidad de adivinar el futtiro, no se me ocurrió mirar
los galones de los agentcs en la noche del registro. Vinaver
me dijo tambifo que las condiciones de vida idcntro,
eran bastante deccntes: habia limpieza y la comida era
buena. •Seguramcnte mejor que en su casa y en la mia".,.
No tuve que explicar a Vinaver que más valia pasar
hambre pero estar libre y c l ue en esa vii ,civilizaciôn car-
celaria habla aigo insoportablemcnte siniestro. El In sabia
y to comprendia todo sin neccsidad de que yo se In dijera.
Algo rnâs tarde me explicé to que nos deparaba el futuro
y su predicciôn se cumptio: tenia una inmensa experiencia
y sabia sacar conclusiones de ella. Visitaba a Vinaver como
si fuese a una oficina para trabajar y siemprc le inforinaba
sobre nuestros cambios de fortuna. Y lo bach no con ci
simple fin de recibir un consejo, sino por la necesidad de
estar en contacto con una de Las pocas personas que no
habia perdido, en nuestra confusa época, la facultad de
pensar racionairnente y que luchaba con tenacidad, aun-
que inUtilmente, contra la violencia.
Y Vinaver podia dar un buen consejo. Fue él quien me
persuadió de quc inculcara a Mandelstam la idea dc
mostrarse lo menos activo posible, de no pedir nada, co-
mo, pot ejemplo, el trastado a otto lugar, no hacerse re-
cordar pot nada, mantenerse oculto, caliado en una pa-
labra, hacerse ci muerto... Que no circule ningün papel
con vuestro nombre... Todo con tal de que ellos se olvi-
den de vosotros... En opinion de Vinaver ese era el ünico
medio de salvarse o de continuar viviendo pot algün tiem-
p0. Vinaver no pudo utitizar esa receta para si mismo: es-
tuvo a la vista todo ci tiempo y desapareciO en La época de
Ezhov. Sobre él corriô ci rumor de que tievaba una dobie
vida y que no era tat como creIamos Yo no In creo y ja-
más lo creeré. Me gustaria que la posteridad rchabihtara
su nombre. Se que tales rumores difamatorios eran propa-

38
gados con frecuencia pot la propia Lubianka * respecto a
personas no gratas. Incluso 5! en SUS archivos apareciesen
documentos quc manciltaran su memoria, no podrian set-
vir de prueba de que traicionaba a sus visitantes; incluso si
hubieran convencido a Peshkova de que Vinaver estaba
all1 para espiarla, nosocros no debemos creerlo. No es tan
dificil fabricar documentos: la genre detenida firmaba
cuaiquier cosa pot absurda que fuese, y asustar a una vieja
hablándole de provocadores y chivatos no costaba gran co-
sa... Pero, cómo podran los historiadores establecer la
verdad si sobre cada gramo de ella yacen capas de rnons-
truosas mentiras? No de prejuicios, ni errores debidos a la
época, sino de mentiras conscientes y deliberadas.

La opinlén publica

Tambien Ajmátova se dedico de ileno a las Itarnadas ges-


tioncs Consiguio set recibida pot Enukidze, quien la Cs.
cuchó atentamente y no dijo ni una sola palabra. Luego
corrió a casa de Seifulina, quien iIarnO inmediatamentc a
un chequista conocido. Con tal de clue no lo vuelvan loco
all! —dijo ci chequista—, nuestra gente es maestra en esas
cosasa... Al dia siguiente comunicó a Sçifulina que habia
hecho indagaciones y quc no convenla intervenir en ci
asunto... Por qué?. - No hubo contestación. Seifulina se
desanimo. Nos desanitnabamos siempre cuando nos acon-
sejaban no intervenir en algün asunto y renunciábamos en
ci acto. He aqul otto rasgo sorprendenre de nucstra vida:
mis coctáneos presentaban escritos, peticiones, expresaban
su opinion y actuaban tan sOlo despues de averiguar In
que pensaban en [as ialturasb. Todos sentian con dema-
siada agudeza su impotencia para actuar en contra de todo
y todos. Estas cosas a ml no me resultan, decia Ercnburg
al explicar la razOn de su negativa a gestionar aigunos
asuntos tales como pensiones, viviendas, permiso de resi-
dencia. lEl sOlo podia pedir, Pero no insistir! iNada más

• Lubianka, calle en ]a que at cncornraba ci cuartel general dc Jos or-


ganisnios de seguridad y Ia car ccl de Mosth. (N. de Ia T.)

39
comodo Para las autoridades! Sc podia frenar toda mani-
festaciOn püblica, insinuando que arriba. eso no gustaria.
Utilizaban este procedimiento tanto en las instancias in-
termedias como superiores en su propio beneficio y cre-
aban de esta suerte asuntos intocables. Ya a mediados de
la decada de los afios veinte, ci (rumor de la opinion
pdblica. se hate cada vez menos perceptible y deja de
transformarse en acciones. Todas Las causas relacionadas
con detenciones cran, claro está, cintocables; tan solo Ins
familiares podlan interesarse pot ellos, es dccii, visitar a
Peshkova e it a La fiscalla. Era una cxcepciOn, y no una
regla, que alguien de fuera interviniera en ese tipo de ges-
tiones y es de justicia reconocer el mérito de estas perso-
nas En la causa de Mandelstam no valla la Pena interve-
nit: habia atentado en sus poeslas contra una persona de-
masiado temibLe. Pot ello aprecio en sumo grado que en
las gestiones del aflo 1934 hubiera qucrido tomar pane
Pasternak. Vino a vernos, a ml y a Ajmatova, y preguntO
a quién debia dirigirse. Le aconsejé que hablara con Buja-
tin, porque ya sabla su opiniOn respecto a ello, y con Dc-
miin Bedny.
El nombre de Demian Bedny no In citE pot casualidad
Por mediaciOn de Pasternak le recordE la promesa que me
hizo en 1928. En aquel entonces, Mandelsiam se enterO
casualmente —se lo dijo en la calle on conocido que lleva-
ba su mismo apellido—, que cinco empleados de banco,
viejos cespecialistas ' como se les calificaba entonces, esta-
ban condenados a muerte por fusilamiento, bien POE mal-
versaciOn de fondos, bien pot negligencia. Inesperada-
mente Para 51 mismo y para su interlocutor, y pese a la
regla de no inmiscuirse en asuntos ajenos, Mandelstam re-
moviO MoscO y salvo a los viejos. Habla de estas gestiones
en la Cuarta prosaL Entre otras 4jugadas integrales * se
dirigiO a Demián Bedny. La entrevista tuvo lugar en la
trastienda de Mezhdunarodnaia Kniga •. Demián era un
bibliofilo apasionado, asiduo visitante de esa tienda y alli,
probablemente, se vela con sus amigos; ya en aquel en-
tonces los que vivian en el Kremlin no se atrevian a invitar
a nadie. Demián se negO categOricamente a intervenir en

- Agenda encargada de vender libros soviéticos en ci exrranjero.


(N, de la T.)

40
favor de los vicjos cQué Ic importan a usted?., le pre-
guntó al saber que no se trataba de parientes y ni siquiera
de gente conocida. Acto seguido afladiO, sin embargo,
que si algo Ic pasara a Mandeistam, él intervendrIa sin fal-
ta.
Esta promesa, no sé por qué, alegro mucho a Mandels-
tam, aunque en aquellos tiempos estâbamos firmemente
convencidos de que no €se meterian con nosotros, no nos
matarianx. Cuando se reuniO conmigo en Yalta me con-
t6 esa conversaciOn: tPese a todo es may agradabic. - Me
habrâ mentido?... No to cieo... Pot este motivo aconsejé
en 1934 a Pasternak clue hablase con Demián. Pasternak
lo llamo inmediatamente, casi ci mismo dia en quc
fueron a hacernos ci segundo registro, pero Demiãn, at
parecer, ya sabla algo. ,Ni usted, ni yo, debemos interve-
fir en este asunto., Ic dijo a Pasternak... Sabrla Demián
quc se trataba de an poema dedicado a un hombre de
grasientos dedos con quien ya tuvo clue enfrentarse, o
contestó con La habitual formula soviética segün la cual
más vale mantenerse alejado de Jos apestados? Es posible
tanto lo uno como lo otro... En cualquier caso, ci propio
Demiân habia caldo ya en desgracia a causa dc su amor a
los libros. Tuvo La imprudencia de anotar en so diario que
no le gustaba prestar libros a Stalin porque éste dci aba en
las blancas hojas la impronta de sus grasientos dedos. Su
secretario decidio hacer méritos y copio para Stalin ese
extracto del diario. La traición, segün parece, no le fue
provechosa, Pero Dcmián lo pasO mal y hasta tuvo que
vender so biblioteca. Cuando volvieron a publicar sus
obras, habia caducado ci plazo de los quince años que
macca la ley para reclamar la herencia y creo que so ulti-
mo matrimonio quedO sin legalizar; fui testigo de cOmo
su heredero, un adolescenre consumido, solicitaba de Sur-
kov, en nombre de so padre, alguna que otra prebenda.
Delante de ml, Surkov se negO categOricamente. Esa fue
la ültima humillaciOn que sufriO Demián ya en so descen-
dencia. Pero, por qué? Demián Bedny habla trabajado
para el poder soviético no pot miedo sino pot conciencia.
C6mo va a sorprenderme clue a ml me traten a patadas
de vez en cuando? Yo, con toda seguridad, no merezco
nada.
A mediados de mayo de 1934, Demiân y Pasternak se
41
encontraron en una reunion organizada, probablemente,
con motivo de la creaciOn de la UniOn dc Escritores So-
vieticos. Demiin se ofreciO a Pasternak para Hevarle a su
casa y, prescindicndo del chofer, estuvo, scgün creo recor-
dar, dando muchas vueltas per Moscü. En aquel entonces,
muchas de nucstras personalidades no temlan An hablar
dentro de Ins coches; mâs tardc corriO ci rumor de que
tambien dentro habia micrOfonos. Demián Ic dijo a Pas-
ternak que contra la poesia rusa disparaban sin fallar * y,
entre otros nombres, mcncionO a Maiakovski. En su opi-
niOn, Maiakovski pereciO por habcrsc adcntrado en una
esfera donde El, Demián, se sentia come en su casa, pero
que a Maiakovski le era ajena.
Cuando se cansó de hablar, Dcmián en yea de ilevar a
Pasternak a su casa, In deja en la calle Fürmanov donde
vivIamos Ajmitova y yo, aterrorizadas pot los dos re-
gistros.
En aqucilos dias, en ci Congrcso de periodistas,
Baltrushaitis suplicaba a unos y otros que salvasen a Man-
delstam, conjurandoles con el nombre de Gumihev, que
ya habla muerto. Me imagino cOmo sonarian en los oldos
dc los ya curtidos periodistas de Ins aöos treinta esos dos
nombres, pero Baltrushaitis era ciudadano de onto pals y
no podian imponerie la idea de .no intervenir,, decirie
quc no cc le recomendaba hacerlo...
Baltmshaitis habla presentido hacia ya mucho qué final
le esperaba a Mandelsiam. - A principios de Ia decada de
los aflos veinte (en 1921, antes de la muerte de Gumiliev)
tratO de convcnccr a Mandclstam de quc se hiciese subdito
lituano, cosa posible, porque su padre habia vivido on
tiempo en Lituania y ci propio Mandeistam naciO en Vat-
sovia. LIege, incluso, a recoger unos cuantos documentos
y se los IlevO a Baltmshaitis, pero lucgo cambiO dc opi-
niOn: de todas formas era imposible evitar el destine y ni
siquiera debia uno intentarlo...
Las gestiones y el rumor levantado a rala de la primera
detenciOn de Mandelstam, tuvieron, al parecer, cierta im-
portancia porque las cosas no siguieron ci cauce normal.
Asi, por In menos, pensaba Ajmâtova. En nuestras condi-
ciones, hasta esa minima reacciOn —el ligero rumor, los
cuchicheos— constituyen también un fenemeno inhabi-
tual, sorprendente. Pero si analizarnos csc rumor, no se

42
sabe 10 quc se habria encontrado tras él. Debido a mi in-
genuidad, crela que la opinion püblica defendia siempic
al debit contra ci fuerte, al ofendido contra el ofensor, a
la Uictima y no a la fiera. Me abriO Ins ojos Lydia Bagrits-
kaia, mejor conocedora de la época que yo. En 1933,
cuando su amigo Postupaiski fue detenido, Sc me quejO
amargamente: .Antes todo era distinto... Cuando se ileva-
ron a Mandeistam unos estaban en contra, Pero otros con-
sidcraban que hablan hecho bien. En cambio ahora,..
1 Deticnen a los suyosbi
Es preciso apreciar la formulaciOn hecha por Lydia
Bagritskaia. Con espartana sinceridad expresO la icy moral
básica de aquelios quc debian constituir nuestra inteiec-
tuandad, no es, acaso, en esta capa social donde se
estructura la opiniOn publica? La divisiOn en los Anucstros.
y cbs otros. —en aquel entonces cran calificados de .cie-
mentos extrafios— provenia aün de la guerra civil con su
inevitable regla: Quien ganará a quien? DespuCs de La
victoria y la capirulaciOn del enemigo, Ins triunfadores
siempre exigen recompensas, prebendas y ventajas,
mientras que Ins vencidos cstán condenados al extcrminio.
Pero resulta que ci derecho de pertenecer a la categoria de
Ins tnucstros no es ni hercditario, ni siquiera vitalicio
Por cse dcrecho se Ileva y se ha Ilevado una lucha mm-
terrumpida y ci .nuestro ' de aycr puede, en un momento,
caer en la categoria de los cotros. Más aün, en su de-
sarrollo lOgico el principio de la divisiOn en inuestrosv y
4otros. trae par consecuencia quc todo aquel que sufre un
resbalOn pasa a 5cr .otro ' POE ci mero hecho dc haber res-
balado. El aflo 1937 —y todas sus secuelas— sOlo Cs
sible en una sociedad donde esa division ha Ilegado a su
fase final.
La nueva de la detenciOn de alguien trala como conse-
cuencia habitual que unos se hacian más silenciosos y se
encerraban todavia más en su agujero, lo cual, dicho sea
de Paso, no salvaba a nadie, y otros jaleaban unánime-
mente el hecho. En la decada de los alias 40, mi amiga
Sonia Vishflcvskaia, at enterarse cada dia de las deten-
ciones efccruadas entre sus amigos, cxclamaba horroriza-
da: cPor todas panes hay traidores y contrarrevoluciona-
rios! ' AsI correspondia decir a los que vivian rnejor y
tenian qué perdcr. Es posible que esa exclamaciOn en-

43
cerrara una especie de conjuro, como, pot ejemplo, Va-
dc, rctrok,.. jQu6 otra cosa podiamos hater sino entregar-
nos a la hechiceria!

La entrevista

Al cabo de dos semanas ocurriO un rnilagro, ci primero de


la lista: me IlamO ci jucz de instrucciOn y me concediO
una entrevista con Mandelstam. Recibi ci past con inusita-
da rapidez, subi la ancha escalera de la mistetiosa man-
siôn, entré en un pasillo y me detuve, segün In ordenado,
ante la puerta del jun. Y, de pronto, ocurriO algo insóli-
to: pot ci pasillo lievaban a un detenido. Al parecer no
pensaban que en aquel santuario pudiera haber alguien
de fuera Tuve tiempo de ver quc ci detenido era on chi-
no alto con los ojos muy desorbitados. Solo me din tiem-
p0 de vcr esos ojos dementes y observar que se it calan Ins
pantalones que él sujetaba con la rnano. Al verme, los
acompaflantes se agitaron y todo ci grupo desaparecio de
inrnediato en una habitacion o un pasillo lateral. Pude,
asimismo, si no examinar, por In menos intuit la
fisonomia dc los guardianes del interior que pot su tipo
diferian mucho de los que estaban en ci exterior. Put una
impresiOn fugaz, pero me hizo sentir terror y un cxtraflo
escalofrlo recorriO mi espalda. A partir de entonces una
sensaciOn de frio y un [eve temblor me informan siempre
de que se aproximan hombres de esa profesion .interiom,
aun antes de reconocer so forma de mirar: la cabeza per.
manece inmOvil y se mueven tan sOlo Ins ojos para seguir-
te. Los niflos copian esa mirada de los padres: la observe
en Ins escolares y los estudiantes. Aunque, dicho sea de
paso, se trata de una peculiaridad profesional c lue en
nuestro pals estã acentuada, como todo. Diriase que todas
las personas con esa mirada detectivesca fueran alumnos
aventajados que se csforzaban por demostrar al maestro In
bien que asimilaban sus lecciones.
El chino desaparecio, pero ante ml surgen constante-
mente sus ojos cuando oigo la palabra •fusilamientoi.
,COmo habran permitido ese encuentro? Segán he oldo

44
contar, •dentro, se toman Las mIs perfectas medidas técni-
cas para que semejantes tropiezos no se produzcan: los pa-
subs esrin divididos en secretes y una senalización espe-
cial informa a los guardianes de que ci paso estã ocupado.
Pero, sabiamos, acaso, In que 2111 ocurda? Viviamos a ba-
se de rumores y temblibamos de miedo. El tembbor es un
fenomeno fisiológico, y nada tienc que ver con ci miedo
normal. Ajmitova, sin embargo, al olrmelo decir se enfa-
do: Que no es miedo? ,Qué otra cosa puede ser?' Afir-
maba que no era nada fisiologico, sino miedo sencilla-
mente: un miedo vulgar, torturante, salvaje que la habla
martirizado todos los ahos hasta la muerte de Stalin.
Sc dejO de hablar del perfecto pertrcchamiento técnico
(se referfan a otras muchas cosas, además de la señaliza-
ciOn) sOlo a finales de la dEcada de Los afios treinta, cuan-
do se pasO a! .interrogatorio simphficado.. Los nucvos
metodos eran tan incomprensibles y tradicionaies que aca-
baron con todas las leyendas. &Ahora —comentO
Ajmitova—, todo esti ciaro, te dan ci gorro con orejeras
y, ihala, a la taigai Y de aqul naciO su poema: ,AlIi,
detras de las alambradas, en ci corazOn de la taiga profun-
da, Ilevan mi sombra al intcrrogatorio. .
Sigo sin saber a qué secciOn fui ilevada pan la entrevis-
ta, Si a La tercera o a la cuarta, Pero ci juez de instrucciOn
lievaba un patronimico tradicional en la literatura rusa:
Jristoforovich. Por qué no se lo habra cambiado, traba-
jando en ci sector Iiterario? Probabiemente be gustaba esa
coincidencia. A Mandeistam Ic irritaban sobremanera se-
mejantcs comparaciones. Ic parecia imposible mcncionar
en vano cualquier cosa quc estuviese rciacionada con ci
nombre de Pushkin. En tiempos pasados, y debido a una
cnfermcdad mia, tuvimos clue vivir dos afios en Tzirskoie
Siebo y, ademas, en el edificio del Licco, pues all1 aiquila-
ban habitaciones relativamente baratas y buenas. Eso mo-
lestaba a Mandebstarn en grado sumo, lo consideraba casi
una profanacion y aprovechando ci primer pretexto sc fuc
dc alli y nos condenO al nomadismo habitual. AsI, pues,
no me atrevi a comentar con él ese patronimico.
La entrevista tuvo lugar en presencia dc JristoforOvich;

• La auwra se refiere al parroniniico del jcfc tie la poticia zansta en la


ëpoca de Nicoläs I. (N. tie Ia 1.)

45
to ilamo con ese nombre prohibido porque no recuerdo so
apellido. Era un hombre corpulento, dotado de una voz
de inflexiones teatrales, de entonaciones secas y bruscas,
como un actor del Mali Tent; intervenia constantemente
en nuestra conversación, Pero no dialogaba, sino que su-
geria y subrayaba: Sus palabras sonaban amenazadoras y
lugubres. Sin embargo, Ia estructura psicológica del ser
humano es tal que yo, que habia venido de theta, en vez
de tenet miedo, sentia asco. Pero dos semanas sin dormir
en on calabozo de la cárcel interna y los interrogatories
habrian modificado, sin duda, mi estado de inimo.
Cuando trajeron a Mandelstam, me di cuenta de que
tenia los ojos de un dernente, igual que el chino, y que
sus pantalones resbalaban per sus caderas Dentro. les
quinn los cinturones, los tirantes y les cortan todas las he-
billas como medida preventiva contra el suicidio.
A pesar de su demencial aspecto, Mandelstam reparô
enseguida en que yo Ilevaba Otto abrigo. De quién? De
mi madre... Cuindo liege? Le dije el dia. cEntonces, des-
tuviste en casa todo este tiempo?. Tarde en comprender
el motivo de su interés pot aquel estupido abrigo, Pero
luego todo se me hizo claro: le habian dicho que también
yo estaba detenida. El procedimiento era habitual: servIa
para. deprimir La psique del recluse. All! donde la circe1 y
la instruccjón de la causa estin rodeadas de now misterio
como en nuestro pals, donde no existe ningün control so-
cial, semejantes procedimientos son infaliblcs
Exigi explicaciones al juez de instrucciôn, aunque la
inoportunidad de toda clase de exigencias en aquel tribu-
nal era de pot si evidente. AlIT se podia exigir solo pot in-
genuidad o rabia. A ml me sobraba tanto de lo uno como
de lo otto. Pero, como es natural, no se me dio ninguna
respuesta directa.
Pensando que nuestra separación iba a set larga o, tal
y ea, eterna, Mandelstam se apresurO a darme un mensaje
Para los de fuera. Los habitos carcelarios estin muy de-
sarrollados entre nosotros —tanto en la gente que ha esta-
do ya en la cArcel como en los que aUn no estuvieron— y
sabemos utilizar la ultima oportunidad de set oldos. Man-
deistam, en su .ConvcrsaciOn sobre Dantn, atribuye esa
necesidad a Ugolino.. Pero esa cualidad es nuestra ünica-
mente; para desarrollarla era preciso haber vivido como

46
nosotros. Tuve ocasiOn de .ser oldab varias veces y procure
utilizarla, pero mis interlocutores no entendian el subtex-
to, no registraban mi informaciOn. Les parecla clue
nuestras relaciones rcciCn iniciadas continuarlan eterna-
mente y que ellos, sin apresurarse ni esforzarse, podrian
saberlo todo. Era un error fatal pot parte de ellos y mis es-
fuerzos resultaban baldios. Durante nuestra entrevista,
Mandeistam se hallaba en mejor situaciOn: yo estaba per-
fectamente preparada para recibir informaciOn, no habia
necesidad de masticarme nada y ni una sola palabra se
pronunciO en balde.
Mandeistam me hizo saber que ci juez de instrucciOn
posela el poerna sobre Stalin, en su primera versiOn, con
las palabras cexterminador de mujiks., en ci cuarto verso:
cSe oye tan sOlo al rnontafiés del Kremlin, asesino y exter-
minador de mujiksr.. Este dato era suficiente para saber
quién habla informado a los .organismos. A conti-
nuaciOn, se apresurO a contarme cOmo se Ilevaba ci suma-
rio, pero el juez Ic interrumpia constantemente y trataba
de aprovechar La situaciOn creada para atemorizarrne tarn-
bién a ml. Yo trataba de cxtraer de la discusiOn toda claw
de noticias para poderlas comunicar fuera.
El juez habla calificado el poema de aclocumento
contrarrevoiucionario sin precedentes p y a ml de cOmplice
del crimen.
cComo cree usted clue deberla haberse portado un
ciudadano soviético en su lugar? ' , me preguntO. Supe en-
tonces que el deber de todo ciudadano soviético que estu-
viese en mi lugar era el de informar inmediatamente a la
policla acerca de ese poema, ya que en caso contrario serla
reo de delito comün. -. A cada tres palabras que decia, sa-
ran de su boca [as palabras ccrimen. y .castigo ' . Manifes-
tO que no me procesaban porque se habIa tornado la deci-
siOn de no cincoar la causa. Fue entonces cuando ol por
primera vez la formula: .aislar, pero conscrvar —tal era
Ia disposiciOn de .arriba—, y el jucz insinuO que proce-
dia de lo más alto... Era la primera merced... La condena
prevista en principio, ci envio a un campo de trabajo para
la construcciOn del canal del Mar Blanco, fue anulada por
decision superior. El criminal era deporrado a la ciudad de
Cherdifl... Y fue entonces cuando JristoforOvich me pro-
puso que to acompaiTase al lugar de la deportaciOn. Sc tra-

47
taba de la segunda rnerced, nunca olda, y yo, naturaimen-
te, accedi de inmediato, pero hasta la fecha siento curiosi-
dad pot saber qué hubiera ocurrido de haberme yo nega•
do.
Qué cola se habria formado si en 1937, por'cjemplo,
hubieran propuesto a todos cuantos lo deseasen acompa-
hat a su deportado! iLas esposas habrian montado guardia
en esa cola juntamente con las amantes, las madrastras al
lado de los hijastros!...
Aunque, tal y ea, no... La gente se inantiene firme pot
ci mero hecho de no conocer su futuro, porque confla en
que podra evitar ci destino comün... Mientras sucumben
los vecinos, los supervivientes se consuelan haciendose la
famosa pregunta: .Por que Ic han detenido? * y revisan
cuidadosamente todos Los descuidos y failos observados en
ci desaparecido. Las mujeres, y ellas son las auténticas
guardianas del hogar, mantienen con fucrza demoniaca Ia
!uz de la esperanza. Lilia Yájontova, al pasar pot delante
de Lubianka, decla en 1937: 4Mc siento segura mientras se
inantenga esta casa.... Con su santa fe ha prolongado,
probablemente, en varies años la vida de su rnarido: más
tarde ci temor a set detenido Ic hizo tirarse pot La yenta-
na. Y en 1953, una candidata a doctora en ciencias bioio-
gicas, judia y comunista fanatica, trataba de mostrar a otra
judia, venida de Occidente y pot ello compietamente tras-
tornada, que a ella no podia pasarie nada sieinpre que cno
hubiese cometido ningün deLito y wviese la conciencia
tranquiia. . - '1 una compaflera de viaje, en 1957, me de-
cia que a los rehabihtados habla que tratarios con cauteia,
pues los ponian en libertad pot motivos humanitarios y no
pot set inocentes ni mucho menos, ya que, digan lo que
digan, no hay humo sin fuego... La causalidad y la utili-
dad son las categorias fundamcntaies de nuestra fiiosofia
de consumo.

TeorIa y prictica

RegresC a casa con la noticia de que ci juez de instrucción


habia presentado a Mandeistam ci poema sobre Stalin y

48
quc el habia reconocido set su autor y que unas diez per-
sonas de su entorno inmediato Ic hablan oldo rccitario.
Yo estaba furiosa con él pot no haberlo negado todo, co-
mo corresponde a un conspirador. Pero es totaimente im-
posibic imaginarse a Mandeistam en ci papel de conspira-
dot: era un set sincero, incapaz de todo disimulo. Ade-
más, carecla en absoluto de habilidad para mentir. Pot
otra parte, personas expertas me han dicho que en las con-
diciones en clue Sc llcva ci sumario es preciso reconocer un
mmnimo, ya que en caso contrario empieza la •prcsiónv y
ci agotado preso acaba confesando redo cuanto quieren.
Además, jqué teniamos nosotros de conspiradores! El
politico, ci que trabaja en la clandestinidad, ci revolu-
cionario, ci conspirador, son siempre hombrcs de una
estructura especial. Pero semejante actividad es contraria a
nuestra natuialcza. La vida, sin embargo, nos ponia en
condicioncs casi scmejantes a la de los carbonarios. Al en-
contrarnos, hablábamos en un susurro y mirabamos de reo-
jo hacia [as Paredes: ,no estarán escuchando los vecinos?
dNa habran puesto algün micr6fono? Cuando licgue a
Moscü despues de la guerra, vi que todos tenian almoha-
dones puestos encima de los tclefonos: corrió ci rumor de
que habian colocado rcgistradorcs en todos ios telefanos y
la gente temblaba de micdo ante ci negro testigo metálico
que escuchaba sus más rccónditos pensamientos. Nadic
confiaba en nadic y en cada conocido velamos a un
sopiôn. Parecia, a veces, quc todo ci pals estaba enfermo
de mania persccutoria. Y hasta la fecha no nos hemos cu-
rado dc csa cnfermcdad.
Pot otra parte, teniamos todas [as razoncs pan sufrir de
cse mai: nos parecia estar constantcmcnte expuestos a los
rayos X. La vigilancia rcclproca era ci principio basico quc
nos rcgia. ,No hay que tenet miedo —habla dicho
Stalin—. Es preciso trabajar.... Los cmpicados ilevaban su
miel al director, al sccrctaxio dc la organización del patti-
do y a la sccción del personal. Los maestros, con ayuda del
rcsponsabic de la clase, del reprcscntantc sindical y del
komsomol, podian sonsacar lo que les dicta la gana dc
cualquier escolar. A Ins cstudiantes se les encargaba vigilar
al confcrenciante. La cárcel y ci mundo exterior estaban
intcrcomunicados en vasta escala. En cuaiquier institu-
ción, sobre todo en Ins ccntros dc cnseñanza superior, tra-

49
bajaban numerosas personas que habian iniciado so carre-
ra .dentro,. Su entrenamiento era tan perfecto, que los je-
fes estaban dispuestos a promorcionarles en cualquieresfe-
ra. Cuando se dedicaban al estudio * , eran estimulados
ampliamentc en so labor y los dejaban con frecuencia en
los centros de invcstigación profesional. Además de ellos,
ci contacto se mantenia por mediacion de soplones y és-
tos, mczclados con el tropel de empleados, en nada dife-
rentes de ellos, representaban on peligro todavia mayor,
cosa quc casi no ocurria con los antiguos flincionarios de la
policia secreta. Tal era la vida cotidiana, la exisrencia que
llevabamos, embellecida pot la confesion nocturna del ye-
cino que nos contaba cémo fue Ilamado callI, cómo lo
amenazaron y qué Ic ofrecieron, o bien sus consejos a los
amigos respecto a personas de quienes debian desconfiar.
Todo esto ocurria en vasta escala, afectaba a personas que
no eran objero de vigilancia individual. Cada familia pa-
saba revista a sus conocidos, buscando entre ellos a los
provocadores, sopiones y traidores. Después de 1937, la
gente dejô de visirarse. '1 con ello, los organismos de se-
guridad alcanzaron sus fines a largo plazo. Además de
reunir constanre inforrnaciôn, habian conseguido debilitar
Ins vinculos entre la gente, fraccionar La sociedad e incluir
en so circulo a numerosas personas que convocaban de yea
en cuando, que alarmaban, inquietaban, obligándoles,
bajo su firma, a no revelar el secreto de sus relaciones con
ellos. Y toda esa muchedumbre de convocados vivia ba-
jo ci eterno temor de set descubierta y, at igual que los
funcionarios de los organismos de seguridad, estaban inre-
resadas en la estabilidad del orden establecido y La salva-
guardia de los archivos donde figuraban sus nombres.
Esra forma de vida se establecio desde el comienzo, pe-
ro Mandelstam fue uno de los primeros que se hizo mere-
cedor de vigilancia individual; sri posiciôn literaria quedo
definida ya en 1923, cuando so nombre fue borrado de la
lista de colaboradores hterarios de todas las revistas. Por
esre motivo, ya en la decada de los afios veinte, los chiva-
tos pululaban en torno suyo... Distingulamos varias es-
pecies en esa tribu. Los que mejor se idenriuicaban eran
los jávenes de aire diligenre y apostura milirar que ni si-
quiera fingian inrerés por el autor, pero que Ic pedian en
el acto .sus ólrimas obras.. Mandelsram, habirualmente,

50
trataba de ciudirlos, diciendo que no tenia ningUn
ejemplar disponibie... Los jôvenes se ofrecian inmediata-
mente a copiarlo todo a máquina: eY también a usted
Ic daremos una copia.... Con uno de esos visitantes
Mandeistam regateO largo tiempo, negandose a entregaric
.El lobo,... Esto ocurria en 1932... El dihgente joven
insistia, afirniando que tEl lobo* era ampliamente conoci-
do. Sin haber corseguido ci manuscrito, se presence al dia
siguiente y Ic recitO esa poesla de memoria. Demostrada
asi la .amplia popularida& del poema, desaparecian sin
dejar castro. Poselan, adems, otra cuaiidad: siempre
tenian prisa y jamás fingian sec visitantes simplemente.
Creo que en sus funciones no estaba incluida la vigiiancia
del entorno., es decir, de aqucilos quc nos visitaban.
Otra especie de soplones eran los expertos.; se reciura-
ban con frecuencia entre personas de la misma profesien,
entre compalicros de trabajo o vecinos. En las casas de ad-
ministración local, ci vecino suele set compahero de traba-
jo. Esros se presentaban sin previa liamada relefonica, sin
avisar, como granizo de verano, por asi decirlo, como si
fuesen de paso... Permanecian de visita largo rato, habia-
ban de temas profesionales y se dedicaban a pequeflas
provocaciones. Mandeistam siempre exigia que les sirviera
té. cEl hombre estã trabajando, hay que dare r&... Para
reiacionarse con nosotros, recurrIan a pequeflas argucias.
S. —que era también B.—, se presentó pot vex pniinera
hablindonos de Oriente, decia que era oriundo de Asia
Central, que habia esrudiado en una medersa* . Para de-
mostrar su corientalismok nos trajo una pequefla estatuilla
de Buda, de esas quc suelen venderse en las ferias. Buda
Ic servIa como tesrimonio de quc B. —éi es tanibién S.—,
era un experto en Oriente y verdadero admirador del arte.
Nunca pudimos aciarar la relacion que habia enrre Buda,
ci nnahomerismo y La medena. S. no aguantó mucho
tiempo, armô un escindalo y ci puesto, al parecer, quedo
vacante, porque de buenas a pnimeras se presentô otro
vecino y para esrabiecer contacto trajo otro Buda exacta-
menre igual al prirnero. Esa vez, Mandeistam se cnfurc-
ció: .jOtro Buda! iBasta ya! Que invcnten alguna otra co-

Escuela musulmana de ensefianza superior, (N. de ii T.)

51
sa. y echo fucra al desafortunado sustituto. Aquella vez
no Ic ofrecimos te.
La variante tercera, que era ademis la mis peligrosa,
ilevaba ci nombre de .ayudantes. Sc trataba de jOvcnes
literatos, aspirantes a grados academicos, cuya actitud ante
la poesla era de sinccro entusiasmo y que sabian de me-
mona infinidad de poesias. Su primera visita era, casi
siempre, inocente; venlan a vernos con las mIs sanas in-
tenciones, pero mis tarde eran reclutados. Aigunos de
ellos confesaron sinceramente a Mandeistam (igual it ha-
bia ocurrido a Ajmitova), 4que Ins Hamaban e interroga-
ban. Después de esas confesiones solian desaparecer;
otros dejaban de visitarnos de pronto, sin explicacion nm-
guna. A veces, pasados Ins alias, me enteraba de In ocurni-
do con ellos, es decin, que los .habian ilamado., Eso foe
lo ocurrido con L. Me canto su historia Ajmitova. No se
atreviO a buscaria en Leningrado y la encontrO casualmen-
te en Moscü. cUsted ni se imagina hasta qué punto la
tienen controlada., le dijo. Era una pena que desapare-
ciese repentinamente una persona con quien habiamos en-
tablado amistad, peru, por desgracia, In ünico que podia
hacer la gente honrada era desaparecer, dicho de Otto mo-
do, renunciar al titulo de ayudante.. Los oayudantesb son
aqueiios que sirven a dos dioses a la yea. No perdian su
amor por la poesla, pero recordaban que también elks
eran escritores o poetas, que ya era hora de clue publicasen
algo, que ocuparan un puesto en la vida. Con eso los se-
ducian habitualmente y, en efecto, ci trato, la amistad a
cualquier reiaciOn que fuese con Ajmitova a Mandeistam
no ies abria ningün camino hacia la literatura; en cambio
el relato sincero de cualquier conversaciOn, pot inocente
que fuera, mantenida con nosotros, servia al cayudante
para que se publicase alga suyo en [as anheladas piginas
de una revista. En on momento cninico el joven literato se
rendia y comenzaba para éi una doble existencia,
Habia, ademis, los auténticos aficionados al mal, que
&e haHaban a gusto en la duphcidad de su existencia. Fi-
guraban entre ellos personaiidades relevantes como E., por
ejemplo. Era, sin duda alguna, un personaje importante
en su terreno. Trabajaba en otro campo de acciOn y yo s6-
lo habia oldo hablar de éi, pero una yea, al leer ci encabe-
zamiento de un artIculo suyo, 'Experiencias morales de la
época soviética, comprendi toda la refinada habilidad de
ese hombre. Esc articulo aparcciO justo en ci momento en
que se esperaba una acusaciOn pübhca contra su autor;
con ci titulo y ci tcma de Sn articulo querla dcmostrar a
sus lectores que nada le amenazaba por set él quien cono-
cia verdaderamente las normas Eticas de nuestra Epoca.
Sin embargo, no pudo evitar la acusaciOn, aunquc se tar-
do bastante tiempo en hacerlo. Pero no se Ic pudo aphcar
ni una sanciOn tan minima como la expulsion de la UniOn
de Escritores SoviEticos. No perdio nada, ni siquiera la fi-
delidad de sus discipulos. He aqui otro rasgo caracterIstico
de F.: fue ci causante del destierro de su amigo Sh., pero
siguiO visitando y aconsejando a su mujer... La mujer, que
ya conocia ci papel desempeflado por E., temia no poder
contener su furia: en nuestro pals no se podia desenmasca-
rat a un sopiOn; eso podia acarrear un cruel castigo. Cuan-
do después del XX Congreso. Sh. regresO, F. lo recibie
con una cesta de flores, abrazos y parabienes.
Viviamos entre personas que desaparecian en ci mIs
aili, en ci destierro, en ci campo de trabajos forzados, en
ci infierno y entre aquellos que los enviaban at destierro,
al campo, al mks aila y al infierno. Era peligroso rela-
cionarse con personas que continuaban pensando y traba-
jando; pot cHo Ahsa Usova tenia toda Ia razOn cuando no
dejaba que su marido visitase a Mandeistam. No se
puede it a Sn can —decia—, hay alil demasiados
canallas. Pcnsaba que mis vaila no arriesgarse, qnién sa-
be lo que uno podia decir en ci ardor de una discnsiOn ii-
teraria. Su cautela, sin embargo, no ayudO a su marido. A
su debido tiempo tambien Usov siguiO ci carnino del cam-
po, en compahla de ios linguistas en la .causa de los dic-
cionarios. Todos los caminos conduclan aiii. El viejo
refrin, segün ci cuai nadie estaba a salvo de la carcel o de
la pobreza actuaba sin faliar, y la paiabra ,escribir, ad-
quiriO una significacion supiementaria. Un viejo cientifico
(Zh.) me dijo refiriendose a un grupo de posgraduados,
que obtenian grandes éxitos en su carrera: .Todos cilos
escriben., y Shklovski afrmaba quc Sc debia tener cuida-
do con la pertita Arnica, porque habia aprendido a escribir
de los jOvcnes ayudantes, tan atentos y corteses... Cuando
trabajaba con Usova en la universidad de Tashkent no
buscibamos a los soplones, porquc .cscribIan. todos. No-

53
sotras nos ejercitábamos en ci lenguaje de Esopo. En pre-
sencia de los posgraduados haciarnos ci primer brindis por
aquellos que nos hablan proporcionado una vida tan feliz,
y tanto los iniciados como los ayudantes Ic daban ci senti-
do adecuado...
Es comptecamente natural que Los ayudantes y todos Jos
demas escribieran>, pero lo extraho es clue no hubiera-
mos perdido la costumbre de bromear y reir. En 1938,
Mandelstam inventó, incluso, una mâquina para evitar las
bromas, ya que eran peligrosas... Movia silenciosamente
los labios, como Jiebnikovx' , y mostraba con gestos que la
máquina ya la tenia en la garganta; el invento, sin embar-
go, no din resultados y siguió broineando.

Preparativos y partida

Tan pronto regresé, la casa se llenó de gente. Los man-


dos no acudieron a la casa apestada, pero enviaron a sus
esposas. Las mujeres cstaban menos amenazadas que los
hombres, pese a todo. Incluso en 1937, la mayorIa de las
mujeres fueron perseguidas a causa de sus maridos y no
por ellas mismas. Por eso no habia nada de exrraño que
los hombres manifestaran mayor cautela quc las mujeres.
Ademas, las eguardianas del hogarb superaban en su
çatriotismo' a los hombres mâs precavidos,.. Yo
comprendia perfectamente la razón de la ausencia de Jos
hombres, pero quede asornbrada al ver ese gran nñnlcro
de mujeres. A los deportados los rehuian habitualmente
todos... Ajmátova no pudo contener una exclamación:
.Cuántas beliezas!x.
Me dediqué a lienar las cestas, las mismas que tanto
irritaban a los funcionarios de Tzékubu, segün cuenta
Mandeistam en la iCuarta prosa. Más que guardar las co-
sas, iba arrojando desordenadamente todo cuanto caia en
mis manos: pucheros, libros, ropa... Mandelstam se habia
llevad'o a Dante, pero no lo exigió al set recluido en la ccl-

* Tzékubu: organizariãn fundada en 1921 para mejorar las condi-


ciones de vida de los incelectuales. (N. de Ia 1.)

54
da porquc le dijeron quc los libros que aill entraban no
volvian a salir, que eran entregados a la biblioteca *inte-
nor' . Como no sabla con exactitud en qué circunstancias
quedarla ci libro come eterno recluso, me ilevé otra cdi-
dOn de Dante. Habla que acordarse de todo, no olvidar
nada, ya que ci traslado, y adcmás al exilio, en nada se
parece a una partida normal con dos maletas. Lo sé muy
bien, per que me pasé la vida entera yendo de un sitio a
otto con todo ml misero ajuar.
Mi madre me entregO todo ci dinero que consiguiO en
Kiev pot la yenta de los muebles. Era, sin embargo, una
miseria, un punado de billetes. Las mujeres se precipita-
ron en diversas direcciones para recoger dincro. Esto
ocurria a los diecisiete aflos de existencia de nuestro régi-
men. Diccisiete años de concienzuda educaciOn no hablan
servido para nada. La genre que reunla dinero para no-
sotros y aquellos que lo daban infringlan redo ci codigo
establecido en ci pals de relaciones con los represaliados
pot ci poder. En los periodos de violencia y terror la gente
se esconde en so cascarOn y oculta sus sentimientos, pero
esos sentimientos son indestructibles y no hay educaciOn
que acabe con ellos. Incluso si consiguen desarraigarlos en
una gencraciOn —y en nuestro pals esto se ha conseguido
en gran medida—, vuelven a resurgir en la siguiente. Nos
hemos convencido de tile más de una vez. La nociOn del
bien es, probablemente, inherente al set humane y los
infractores de las Ieyes humanirarias deberan, tarde o
temprano, darse cuenta de eiio pot si mismos o pot sus hi-
jos...
Ajmitova fue a casa de los Bulgakov y regresO muy
emocionada par la conducta de Elena Sergueievna: se
echo a Ilorar al conocer Ia nueva del destierro y vaciO lire-
ralmente sus bolsillos. Sima Narbut corriO a casa de Babel,
Pete no regresO... Las otras, en cambio, volvian a cada
momento con su botin y at final logramos reunir una su-
ma considerable que nos sirviO para it a Chcrdifl, de alli a
Voronezh y vivir mis de dos meses. La verdad es que casi
en ningOn sitio tuvimos que pagar los billetes, tan solo un
suplemento en ci viaje de vuelta; esta es la comodidad de
la deportacion. Ya en el vagOn, Mandeistam se die cuenta
de que yo disponla de dinero y preguntO que de dOnde lo
habia sacado. Se lo expliqué. Se echo a rein era un 515w-

55
ma demasiado compkjo de conseguir dinero para viajar.
Durante toda su vida sintlO vehementes deseos de via*
fuera a donde fuera, pero no pudo hacerlo pot falta de di-
nero. La suma recolectada eta muy grande para aquel en-
tonces. Jamãs nos distinguimos pot set rices, pero antes de
la guerra nadie de nuestro medic podia presumir ni si-
quiera de una relativa holgura. Todos viviamos al dia. Al-
gunos escritores, ccompañeros de viaje', empezaron a go-
zar de cierto bienestar ya en 1937, pero era un bienestar
más bien ilusorio y se notaba sOlo en comparaciOn con ci
resto de la poblaciOn que apenas lograba subsistir...
Al tErmino del dia se presentO Dligach con Dinochka.
Le pedi dinero y saliO a buscarlo, dejando a Dinochka en
nuestra casa. Jams volvI a verb; desaparecio para
siempre. No esperaba que me these dinero, quefia saber
tan solo si iba a velvet o no. Siempre tuvimos la sospecha
de que era un cayudante.. Al conocer mi entrevista con
Mandelstam, el .ayudante* tenia que desaparecer, cemero-
so de que su papel fuera conocido. Y eso fue lo que
ocurriô. Su desapariciOn, sin embargo, no puede servir de
prueba total de so culpabilidad: podia haberse asustado
simplemente... Es una posibilidad que no esta excluida.
A despedirme a la estaciOn fücron Ajmátova, el herma-
no de Mandeistam, Aleksandr, y mi hermano Evgueni Ja-
am. Camino de La estaciOn, segün lo convenido con el
juez instructor, me detuve en un portal de la Lubianka, ci
mismo que crucé aquella mañana para vet a Mandelstam.
El encargado de la guardia me deja pasar y un minute
más tarde desccndiO pot la escalera el propio juez con 'a
pequefla mateta de M. en La mano. •zSe va usted?x' .Si,
me vop... Al despedirme Ic tendi maquinalmente la ma-
no, olvidândome pot complete con quién tenia que ha-
bermelas. Vuelvo a repetir que nosotros no éramos ni po-
pulism, ni conspiradores, ni politicos. Nos encontramos
de pronto desempeflando un papel inadecuado para no-
sotros y estuve a punto de quebrantar las nobles tradi-
ciones, estrechando la mano a un miembro de la policia
secreta. Pero ci juez de instrucciOn me librO de cometer tal
infraccion de la ley: el apretOn de manes no se produjo.
JristoforOvich no tendia la mano a personas come yo, es
decir, a sus tees potenciales. Recibi una buena lecciOn; la
primera beccion de conciencia pobitica dentro de las tradi-

56
clones revolucionarias: a Ins gendarmes no se les da la ma-
no. Siento muchisima vergUenza de que ci juez instructor
tuviera clue recordarme quién era yo y quién EL A partir
de entonces jamâs to olvide.
Entramos en la sala de la estación. Me dirigi a la ta-
quilia, pero me intercepté ci paso un hombre robin, no
muy alto, vestido de paisano —ci traje no lc sentaba nada
bien— y en éi reconoci at agente que rebuscaba en ci
baul, tirando al suelo los manuscritos. Me tendió ci billete
y no me cobro nada. Los mozos, pero no los que contrata-
mos al principio, sino otros nuevos, cargaron con nuestro
equipaje. Me dijeron que no me preocupara de nada, que
to ilevarian todo directamente at vagôn. Pude dante
cuenta de c l ue Jos primeros mozos contratados no se acer-
caron siquiera para solicitar una propina...
Tuvimos quc esperar mucho tiempo y Ajmãtova se fue,
pues so tren salia pan Leningrado. Finalmente volviô a
presentarse ci rubio y Iibrcs de las carps y preocupaciones
propias de on viaje, salimos at andén. Sc acercó el tren;
distingui en una ventanilia ci rostro dc Mandeisram. Pre-
sentE ci bililete y la revisora me ordeno que pasara at final
del vagén. A mis acompafianres, es decir, a Ins hermanos,
no los dejaron entrar.
Mandelstam estaba en ci vagón en compañia de ores sot-
dados. Nosotros dos, juntamente con los tres guardianes,
ocupábarnos todo ci compartimento destinado a scis per-
sonas, más Ins dos asientos laterales. El rubio que dirigia
nuestra parrida, ci quc vimos dc uniforme y ahora de ci-
vil, to habia organizado todo tan irreprochablementc co-
mo si intenrase demostrar las maraviHas de las mil y una
noches califo-soviéticas.
Mandeisram apretaba so cara contra ci cristal: oiEs on
milagro * dijo y se pegó de nuevo a Ia venranitla, pero
uno dc los soldados se to impidió: Esrá prohibidoh Apa-
redo de nuevo ci robin y comprobO si todo csraba en or-
den. Dio las ultimas instrucciones a la revisora: mantener
cerrada duranre rodo ci riempo del viaje la puerta quc
conducia a La piataforma de ese vagOn, no abrirta en nm-
gun caso y bajo ningün pretexto, no utilizar ci retrere dc
ese lado. Se permitla la salida, en las estaciones de parada,
a on solo guardian; Jos orros dos debian permanecer
siempre en ci vagOn. En una palabra, deblan 4atenerse en

57
todo a las instruccjones, Despues de desearnos feliz viaje,
el rubio se alejo, Pero yo vi clue se quedo en ci andEn has.
ta la partida del tren. Seguramente tarnbien El se atenla a
las instrucciones
El vagOn Sc iba Ilenando gradualmente. A Ia entrada
del üItimo compartimento se coloco on soidado quc
rechazaba a los pasajeros ansiosos de hallar un sitlo vaclo.
El vagón que no tenia plazas reservadas estaba lieno hasta
los topes. Mandelstam no se apartaba de la ventanilla. A
Los dos lados de la misma habla personas que anhelaban
establecer contacco entre si, Pero ci cristal no dejaba pasar
ningün sonido. El oldo era impotente y el sentido de los
gestos poco claro. Entre nosotros y aquel otto mundo se
habla formado una barrera, que todavIa era de cristal,
todavia transparente, Pero ya impenetrable. Y el tren par-
66 en direccion a Svierdloysjc.

Al otro lado

En el mismo instante en que pisE el vagOn y vi a través del


cristal a Ins hermanos, el mundo se partio Para ml en dos
mitades. Todo cuanto habia existido antes dcsaparecio, se
convirtiO en un recuerdo confuso, en algo clue estaba al
otto ]ado del espejo y ante ml se abrIa un futuro que no
queria soldarse con ci pasado. No se trata de hacer litera-
tura, sino de on dEbil intento para describir ci cambio de
mis Sentimientos; ese cambio In habran experimentado,
probablemente, infinidad de personas que ban cruzado
esa raya fatal. Este cambio se manifesto, sobre todo, en
una indiferencia absoluta hacia todo cuanto quedO atrás,
ya clue sentO la total seguridad de que todos hablamos
entrado en la via de un irremediable exterminio. A uno le
quedaba, tal y ea, una hora; a otro, una semana o quizás,
on afto, Pero ci final era identico. El final de todo: de Ins
familiares, de los amigos, de Europa, de mi madre... Mc
refiero, precisamcnte a Europa, porque en In .nuevoo
donde me encontraba no existia ni asomo de esc conjunto
de sentimientos, ideas y conceptos clue habian constituido
hasta aquel cntonccs mi vida. Fran otros conceptos, otra la
escala de valores...

58
Hacla poco aün estaba Rena de inquietud por mis fami-
lines, pot todo cuanto amaba, pot todo cuanto constitula
mi vida. Ahora habia desaparecido La inquietud y ya no
sentia miedo. Ese sentimiento fue sustituido pot la pun-
zante conciencia de que estábamos condenados y eso on-
ginaba La indiferencia, fisicamente tangible, perceptible,
terriblemente pesada. Me di cuenta de pronto de que ya
no disponla de tiempo, sino tan solo de plazos hasta La tea-
lizaciOn de to irremediable que nos acechaba a todos no-
sotros con nuestra Europa, con nuestro punado de ültimas
ideas y sentimientos.
Cuando Liegaria lo irremediable? DOnde? ZC6mo
ocurriria? Pero, jqué mãs dabal... La resisteneia era inütil.
Perdi ci miedo a la muerte porque habia entrado en la es-
fera de la no existencia. Ante La faa de lo irremediable de-
saparece hasta ci temor. El miedo Cs una luz, es La volun-
tad de vivir, la afirmaciOn del set. Es un profundo sent1-
miento europeo, produeto del respeto por uno mismo,
pot La coneiencia del propio valet, de los derechos, necesi-
dades y deseos humanos. El set humano se aferra a lo suyo
y teme perderlo. El miedo y la esperanza están Intirna-
mente vinculados. Al perder La esperanza, perdemos tam-
biEn el miedo: no hay motivos para temer.
EL torn, cuando lo Ilevan al matadero, confIa aün en es-
capar y pisotcar a los sucios matarifes. Los otros toros no
ban podido ensenarlc que una suerte semeja nte es iinpo-
sible y que ci ganado que va al matadero jarnis regresa.
Pero en la socicdad.humana se efectüa un ininterrumpido
cambio de experiencias y pot ello jamS he odo decir que
un hombre a quien itevan al patibulo se resista, se defien-
da, rompa Las barreras y escape. Los hombres ban Lkgado
a considerar, incluso como un acto de valor del condenado
ci que se niegue a clue le venden los ojos. Yo preflero al
torn, su ciega furia. Prefiero al animal obstinado que no
calcula sus probabiLidades de éxito con la sensatez y torpe-
za humanas y desconoce ci sucio sentimientos de la deses-
peranza.
MS tarde medite targamence en si debia uno aullat
cuando Ic pegan y patean. ,Vale más refugiatse en un sa-
tánico orgullo y responder a los verdugos con un despecti-
vo sileneio? Y decidi clue se debla aullar. En ese lastimero
aullido que penetra tie vez en cuando, y que se ignota de

59
dOnde provienc, en los sordos calabozos, casi impe.
netrabics para ci sonido, estin concentrados los ültimos
restos de la dignidad humana y de Ia fe en la vida. En ese
aullido, ci hombre deja su hucila en la cierra y comunica a
los demás cOmo ha vivido y muerto Con so aulhdo de-
fiende so derecho a vivir, envIa un mensaje a los que es-
tan fuera, exige defensa y ayuda. Si no queda ningün otto
recurso, hay quc auliar El silencio es un verdadero crimen
contra ci géncro humano.
Pero aquella tardc, bajo la escoita de ties soidados, en
un oscuro vagOn a donde fui tan cOmodamente Ilevada, lo
perdi todo, inciuso la desesperacion. Hay un momento en
quc las personas cruzan on umbral y quedan corno petrifi-
cadas por ci asombro; entonces, jasi es cOmo vivIarnos!
jCon esa genre! iDe eso es capaz la gente con la que vivo!
i-ic aqui donde me hallo! El asombro nos paraliza de tal
modo que hasta perdemos Ia capacidad de aullar. No se-
rá ese asombro ci que precede al estupor total y, pot con-
siguiente, a la pérdida de todas las medidas y normas, de
todos nuestros valores, ci que se apodera de la gente cuan-
do una y ea .dentro, comprenden de pronto dOnde y con
quién Vivian y cuál es la verdadera faa de so época? Solo
pot las torturas fisicas y por el miedo es imposibk exphcar
lo quc pasaba con la gente alit, lo que firmaban, lo que
haclan. lo que confesaban y a quién condcnaban junta-
mente consigo. Todo eso era posible tan solo cal otro la-
do,, en un estado demencial, cuando parece que ci tiem-
po está detenido, que el mundo se ha derrumbado y que
todo ya esta hundido para siempre. El desmoronamiento
de todas las naciones también es ci fin del mundo.
Pero, en realidad, equE me habia ocurrido a ml? Si se
enjuicia la situaciOn serenamente, ,qué habia de terrible
en el traslado a una pequeha ciudad a orillas del Kama,
donde, al parcccr, debiamos permanecer ties años? En
qué era peor Cherdin que Mali Yarosiavietz, Strunin, Ka-
linin, Muinak, Dahambul, Tashkent, Uhanovsk, Chita,
Chcboksar, Verei, Tarus 6 Pskov quc record, cual nOma-
da, despues de la muerte de Mandeistam? Habia, acaso,
motivos para volverse ioca y esperar ci fin del mundo?
Pues Si; habia motivos. Ahora, cuando he recobrado Ia
dcsesperaciOn y la capacidad de aullar, lo digo con plena
seguridad y firmeza. Habia y hay. Y me parece quc la

rcl
magnIfica organización de nuestra marcha, sin tropiezos
de ninguna clase, con la panda para recoger la maleta en
Lubianka, Ins mazos gratuitos y ci cortés rubio que nos
acompaiSó vestido de paisano y nos saludo, llcvandosc la
mano a la visera al tiempo quc nos deseaba feliz viaje (na-
die a excepción de nosotros rnarcho at destierro de esc ma-
do), es mãs terrible y repulsivo, y habla con mayor insis-
tencia del fin del mundo que Ins catres carcelarios, los ca-
labozos, las esposas y los groseros insultos de Ins gendar-
mes, verdugos y asesinos. Todo habia ocurrido con suma
perfección, sin ci más minimo tropiezo, sin una sola pa-
labra maisonante. Y ihora los dos, baja la custodia de tres
mozos campesinos —guardianes con instrucciones— era-
mos Ilevados par una fuerza ignota e invencible a un lugar
del este, al destierro, al aislamiento, donde, segün tu-
vieron a bien decirme, habla orden de conservar a al-
guien. Y me lo habian dicho en on despacho amplio, urn-
pio, donde ahora, ral vez, estuvieran intertogando al chi-
no quien, probablemente, tambiEn tenia csposa.

Lo irracional

El choque con la fucrza irrational, con La inevitabilidad


irracional, con el terror irracional, modifico sensiblemente
nuestra psique. Muchos de nosotros creycron en In inevi-
table y otros en la congruencia detodo cuanto ocurria. A
tod9s nos invadiO el sentimicnro de que no habia retorno.
Ese sentimiento cstaba condicionado por la experiencia del
pasado, ci presentimiento del future, y la hipnosis del pre-
sente. Afirmo que todos nosotros, la ciudad en mayor gra-
do que el campo, nos hallabamos próximos at letargo.
Nos habian inculcado realmente que estábamos en una
nueva. era y que nuestro ünico dcber era subordinarnos a
la necesidad historica que, dicho sea de paso, coincide con
los anhelos de los mejorcs combatientcs par la dicha hu-
mana. La propaganda del determinismo histórico nos pri-
vO de voluntad y de La posibilidad de tener criterio pro-
pio Nos rei2snos abiertamente de Ins cl ue dudaban y
completábamos la labor de la prensa, repitiendo las f6r-
6i
mulas sacramentales y los rumores de la represiOn de tur-
no — 1 he aqul cômo acaba la resistencia pasiva!— y bus-
cando justificaciones a lo existente. El principal argumen-
to era la desmitificacion de la historia en el tiempo y en el
espacio: en todas panes ocurre siempre to mismo, la hu-
manidad no ha conocido ni conoce otra cosa que la violen-
cia y la arbitrariedad: .En todos los paises se fusiia —me
dijo ci joven fisico L— Que nosotros fusilamos aün más?
Y qué, es ci progreso... cComprcnda, Nadiczhda —tra-
raba de convencerme L. E.—, también alil Sc e5tá Mal....
Muchos siguen sin comprender la diferencia cuahtativa
entre .cstar mab y nuestro •séptimo horizonte,
A mediados de la decada de los aflos veinte, cuando ci
alEc se iba haciendo más pesado sobre nuestros hombros
—en los periodos fatales pesaba mãs que ci plomo—, la
gente empezO de pronto a evitarse mutuamente Cabia
explicarlo todavia pot cI temor a Ins soplones y a las de-
nuncias; en aquel entonces no habiamos tenido tiempo
aün de asustarnos de verdad. Simplernente, habiamos en-
mudecido y aparecieron los primeros sintomas del letargo.
De qué ibamos a hablar si todo ya estaba explicado,
dicho e impreso? Tan solo los niños continuaron dkiendo
tonterias totalmente humanas y los mayores —los con-
tables y los escritores— preferian so compaflia a la de los
adultos. Pero las madres, al preparar a sus hijos para la vi-
da, les cnsenaban el sagrado lenguaje de los mayores: "Mis
nifios —decia Zinaida Nikolaievna, la esposa de
Pasternak— quieren a Stalin más quc a nadie y luego a
mh. Otras no iban tan lejos, Pero nadie compartla sus du-
das con los niflos: para qué condenarles a la perdicion?
(1 si el niho dice algo en la escuela y hunde a toda la fa-
milia? Para qué va a comprender lo que no hace falta?
Más vale clue viva como todos. -. Y los hijos creclan,
completando el nñmero de Ins sumergidos en la hipnosis.
cEl pueblo ruso esta enfermo —me dijo una amiga—. Dc-
be set curadox.. La enfermedad se ha hecho muy nororia
sobre todo ahora, cuando pasO la crisis y se manifiestan Ins
pfimeros smntomas de su curaciOn. Antes los enfermos era-
mos nosorros, los que no habiamos perdido la capacidad
de dudar...
Mijail Alexandrovich Zenkévich quedO muy pronto su-
mido en ese sueflo hipnOtico o letargo. Esto no Ic impedla

62
trabajar, ganar dinero, criar a sus hijos. Tal vez ese sucño
Ic haya ayudado incluso a conservar la vida y a tenet el as-
pecto de un hombre normal y sano. Pero si se ahondaba
un poco en el, saitaba a la vista que habia cruzado Ia Ilnea
divisoria hacia ya tiempo y que no habla sabido romper ci
cristal de la ventanilla. Zenkevich vivla consciente de que
todo aquello que antaño daba sentido a su vida estaba
irremediablemente perdido, se habia quedado al otro lado
del cristal. Ese sentirniento podria transformarse en
poesIa, Pero ci tacmelstao nürnero seis habia Ilegado a la
firme convicción de que tampoco habria poesla, pues no
existlan ci Taller de los PoeiasD ni las conversaciones que
tanto it seducian en los ahos de su primera juventud. Va-
gaba pot las ruinas de su Roma, convenciéndose a si mis-
mo y tratando de convencer a Ins dernas de quc era preci-
so rendirse to antes posible, entregarse at cautiverio no s6-
to fisico, sino tambien intelectual. tiSerá posible que no
comprendas —le decia a Mandelstarn—, que aquello ya
no existe, que ahora todo es distinto?. Sc referia a los
probiernas de la poesla, del honor y La ética con motivo de
la sorpresa politica de turno o los actos cit violcncia (los
procesos, las detenciones y La coieccivizaciOn). - - Todo se
justificaba tçorque rodo es distinto ahora... Sin embar-
go, a veces se disculpaba: he tornado ranto bromuro,
decia, que ya no recuerdo nada.,. Pew de hecho no habia
olvidado nada y sentia un cariño rnuy conmovedor por
Mandeistam, aunque le sorprendia su obstinación y de-
mente insistencia en su posrura. Lo ünico que ZenkEvich
qucria conservar en su nueva existencia pôstuma era un
puñado de autografos: cFijate, Gurniliev ya no exisre y no
me queda ni una hojita suyas... se quejaba a Mandelstam,
at tiempo que Ic suplicaba un borrador. Mandeistarn se
negaba enfadado: iYa se prepara para mi muerre ' , decia.
A principios de la década de los cincuenra —fue un
tiempo abominable—, encontré a ZenkEvich en ci patio
de Ia Casa de Guerrzen' y entablo conmigo su sempirerna
cantinela sobre los autografos (y hacia rnás de quince aflos
que no nos habiamos visro): <c,136nde están los papeles de

• Sede de reunion de escrirores y periodistas, fundada en Mosth en


1920. (N. de la T.)

63
Mandelstam? Yo no me quede con nada, no tengo nm-
gun autCgrafo suyo... iSi me diese usted uno al
menos!.... Recordé quc Mandelstam no soportaba que
fuese tan pedigueno y no le di nada, Pero €1 consiguió al-
go. Del panda no Ic quedaron ni libros ni poeslas, sino
tan sOlo borradores escritos por las manos de sus ViejoS ca-
maradas muertos, coma una prueba documental de la an-
tigua vida literaria. .Hasra las poesias son ahora distintas,
se quejaba Zenkévich.
ZenkEvich fue uno de los primeros en visitar el canal
del Mar Blanco y, cumpliendo el encargo, escribiO un poe-
ma laudatorio en honor de los hombres que transforma.
ban Ia naturaleza. Con este motive, Mandeistam le conce-
die ci derecho de llamarse Zenkévich-Canalskj, al igual
que en otros tiempos se anadio al apellido del explorador
SemiOnov el honroso de TiaflshanskL En 1937, Lajuti or-
ganizO para Mandelstam un viaje al canal coma enviado
de la UniOn de Escritores Soviéticos. El bienintencionado
persa confiaba en que escribiria algo y de este modo
salvaria la vida. De regreso, Mandelstam anotO cuidadosa-
mente un pequeño poema muy pulido y me lo ensefiO:
çQuieres que se Ic regalemos a Zenktvich?, me pregun-
tO. Mandelstam pereciO, Pero ci poemita quedO con vida,
sin haber cumplido su funcion. Un dia, en Tashkent, cayO
en mis manos y pedi consejo a Ajmâtova sabre Ia que
debia hater con éi, .Puedo tirarlo a la estufa?i pregun-
it .Nadenka —me respondio Ajmâtova—, Osip le conce-
diO plenos derechos a disponer de todos sus papeles sin
excepciOnx.. Era una pura mentira. Todos nosotros nos
oponemos a la falsificacion, destruccion de manuscritos y
toda manipulaciOn de la herencia literaria. Para Ajmãtova
no era facil dar su aprobacion a In que yo querla hacer y
por ella, en nombre de Mandeistam me regalO un derecho
imprevisto que él jamás me habia otorgado: destruir y
guardar lo que a ml me pareciera bien. La hizo Para
librarnos del poema sobre ci canal y de éI quedo en el ac-
to un pufladito de ceniza tan solo.
Si alguien conserva per casualidad una copia errabunda
con ese poema, Ic ruego, incluso Ic conjuro con ci derecho
que Ajmatova y yo nos adjudicamos en el poblado de
Tashkent, a venter su pasiOn per Ins autOgrafos y curiosi-
dades, y arrojarlo a 'a estufa. Una poesfa semejante podria

64
servir tan sélo a la comisión extranjera de la Union de
Escritores Saviéticos para mostrar a turistas curiosas la he-
rencia literaria de Mandelstam: mirad, acaso vale la pena
publicarlo? Nosotros no tenemos reparos en modificar las
biografias ni las fechas de La muerte. eQuiEn hizo cotter ci
rumor de que Mandelstam foe asesinado par Ins alemanes
en Voronezh? Quién fechaba todas las muerres ocurridas
en los canipos de trabajos forzados a comienzos de la dé-
cada de los abs cuarenta? Quién edita Ins libros de los
poetas muertos y vivos, guardando celosamente todo Ia
mejor de su obra? Quién mantiene durante alias en las
carteras de la redaccion manuscritos ya preparados para su
pubLicación de escritores y poetas ya desaparecidos o vi-
vos? Imposible enumerarlo todo: es demasiado Jo que csta
escondido y enrerrado en escondrijos de toda clase y aün
es mis lo que se ha destruido.
El poemita que describia las bellezas del canal me puso
tanto mis furiosa porque el propio Mandeistam estaba
dcstinado a construirlo, cosa que no habia ocurrido gracias
a la orden de taislar, pero conservar.. El canal foe susd-
tuido en aquel entonces por el destierro a Cherdib, ya que
en la construcción de aquellos canales no se podia conser-
var a nadie. Los linguistas Iisov y Yarjo, que eran jOvenes
y fumes, al salk en libertad no tardaron casi nada en mo-
nt, tan minada tenian La salud después de los arias pasa-
dos en ci canal, y eso que apenas si trabajaron fIsicameri-
te. Si Mandelstam hubiera ida al canal, habria mueito en
1934 y no en 1938. El omilagrop Ic conccdiO varios aftos
de vida. Sin embargo, yo sigo teniendo miedo a los cmi-
lagros* y no par ingratitud. Los 4milagrosb son alga propio
del Oriente, no apto para una conciencia occidental.
Pew ml actitud hacia Zenkevich, ese romano voluntario
que en las minas de su Coliseo guarda cuidadosamente al-
gunos autografos de poetas asesinados, ha cambiado. Su
vida me parece ahora conmovedora y pese a La ausencia de
catastrofes —no estuvo en la cârceL ni pasO hambre—,
incluso rrágica. Dc naturaleza fragil, Zenkévich sufrio an-
tes que otros ci contagio de la peste psicolOgica, perosu
caso no tuvo la forma aguda que padeci yo en el vagOn,
sino que fue crOnica, incurable. La facilidad con que en-
fermaban los inrelecwales, Zpuede explicarse por las con-
diciones posrevolucionarias ünicamente? No se ocultaban

65
los primeros microbios en la confusion prerrevolucionaria,
en sus busquedas y faisas profeclas?
Esa enfermedad —letargo, pcste, sueflo hipnotico— ad-
quirla caracterlsticas especiales en Ins que cometIan
terribles acciones en nombre de la .nueva era,. Toda ciase
de asesinos, provocadores, chivatos, tenlan un rasgo Co.
mün: jamás imaginaron que sus vIctimas pudieran resuci-
tar y recobrar ci uso de la palabra. Tambien ellos crelan
que el tiempo se habla petrificado, detenido y éste es ci
sintoma principal de la enfermcdad pie se describe. Nos
habian convencido de que en nuestro pals jamás se modi-
uicarla nada y que ci resto del mundo tendrla que Hegar a
la etapa en pie cstábamos, es decir, entrar asimismo en la
cnueva era, y entonces se acabarian para siempre todos los
carnbios. La gente clue aceptó esa doctrina, trabajo honra-
damente en nombre de una nueva moral que se dcrivaba,
en fin de cuentas, del determinismo histOrico Ilevado a su
ültimo extremo. A todo aquel a quien enviaban al otro
mundo o al campo lo consideraban arrancado para
siempre de la vida. No se Its ocurria pensar quc esas
sombras pudieran aizarse y demandar a sus sepultureros.
Pot eso en el periodo de La rehabihtaciOn se apodero de
ellos verdadero pánico: tuvicron la impresiôn dc que CI
(iempo habia vuelto bacia atris y que aquelios a quienes
tildaron de ccarne de campo * recobraron de pronto su
nombre y su cuerpo El miedo hizo presa en eilos.
Aquelios dias tuve ocasiOn de observar a una modesta chi-
vata, vecina de Vasilisa Shkiovskaia. No haclan mis que
citarla a la fiscaila y ella retiraba sus antiguas acusaciones,
rehabilitando asi a vivos y muertos. Dc regreso corria al
apartamento de Vasihsa, casa que antaflo tenla por misiOn
vigilar y le contaba entrecortadamente que ella, Dios Ic
era testigo, jamis habia dicho nada malo de nadie, ni de
Malkin, ni de otros, y ahora, en la fiscalla, no hacia mis
que dar buenos informes de todos a fin de clue rehabilita-
sen Jo antes posible a ios difuntos... Esa mujer quc jamâs
habia tenido nada parccido a la conciencia, no pudo so-
jSortar aquello, sufrio un atacjue y quedé paralizada. Es
posibk que en algün momento se hubicra asustado y crc-
yera en la seriedad de las revisiones y en la posibilidad de
que Ins calumniadores y sus adeptos fucscn demandados
como reos de dciitos criminales. Eso, naturalmente, no

66
ocurrió, mas Para ella, paralizada y semi-demente, es me-
jot asi: ci tiempo volviO a detenerse.
En Tashkent, uno de Los mis destacados funcionarios cit
la Cheka, jubilado después del cambio y convocado de vez
en cuando Para una confrontacion con Los antiguos pena-
dos que pot milagro habian sobrevivido y regresado a sus
casas, no pudo soportar semejante prueba y se ahorcO. Pu-
de leer el borrador de la ültima carta que enviO a! ComitE
Central. Su argumentaciOn era simple: pot so inquebran-
table lealtad al partido, fue enviado a los organismos de
seguridad siendo miembro de las juventudes comunistas;
recibiO pot su trabajo ascensos y condecoraciones. Duranre
todos aquellos afios no habia visto a nadie a excepciOn de
sus colaboradores y los detenidos; habia trabajado de dia y
de noche, sin descanso, y tan solo ahora, después cit su
jubilaciOn, tuvo tiempo de meditar y comprender lo
ocurrido. Fue entonces cuando se Ic ocurriO pensar que a
lo mejor no estuvo al servicio del pueblo, sino de un cier-
to cbonapartismo... El suicida trataba de hacer recaer so
culpa, en primer lugar, sobre los acusados que firmaban
toda suerte de mentiras acerca de sus propias personas y
con ello inducian a error a los jueces de instrucciOn y a Ins
procuradores; luego sobre los instructores del centro que
les explicaban la orden del cinterrogatorio simplificado' y
exigian ci cumplimiento del plan y, finalmente, sobre los
delatores de fuera que pot iniciativa propia informaban a
los organismos de seguridad, obligindoles a instruir causas
contra numerosas personas... La conciencia de clase no Its
permitia a ellos, Los chequistas, ignorar semejante infor-
maciOn... Pero In que más decididamente le impulsO al
suicidio the la kctura del libro eEl filtimo dia de on con-
denadox'... *
EL suicida fue enterrado y al asunto se Ic dio carpetazo,
cosa que era preciso hacer porque citaba los nombres de
los instructores del centro y de los informadores. Durante
mucho tiempo La hija del suicida estuvo lanzando rayos y
centeilas, anhelando vengarse de aquellos que habian
causado la muerte de su padre. Su ira estaba dirigida
contra Ins que habian removido todo aquel infierno:

Dc Victor Hugo. (N. tie la 1.)

67
'Tenian que haber pensado en Ia genre que trabajaba en.
tonces. No fueron ellos los que idearon todo eso, se limi-
taban a cumplir ordenes., decIa Larisa. Le hablan dado
ese nombre en honor de Larisa Reisner. Afirmaba que
celIa no dejaria asl las cosas, y se disponla, incluso, a in-
formar al extranjero de todo a fin de que supiesen all có-
mo hablan procedido con su padre. Le pregunté de qué
pensaba quejarse: para ella era completamente evidente:
no se podia modificar todo tan de repente, porque eso
traumatizaba a la gente. No Se podia traurnatizar aM a la
genre, a su padre ya todos sus camaradas... .Quién ace
que la compadecerá?., Ic pregunté yo, pero ella no me
comprendia. Ya que hablan prometido a la gente clue na-
da cambiaria, no debia permitirse ninon cambio. eQue
no hubjesen detenido a nadie, pero las cosas debian haber
seguido igual que antes.. El tiempo detenido debIa conti-
nuar como estaba. En Ia paralizacion del tiempo hay esta-
bilidad y paz; eso lo necesitan los dirigentes de nuestra
época...
Larisa exigia que el tiempo se detuviera de nuevo y su
ruego fue atendido en cierta medida. Los hijos de los de-
puestos colaboradores de su padre marcharon para Moscü
con el fin de aprender los nuevos métodos, pero antes de
partir Ilevaron fibres a la rumba del suicida. Ocuparan los
puestos y Jos despachos viejos y siempre estarán dispuestos
a la acciOn, siguiendo instrucciones superiores. Toda la
cuestiOn radica en saber cómo serán ahora esas instruc-
clones...
Larisa y yo no podiamos comprendernos, pero cuando
la vela pensaba siempre en por qué todos los caminos en
nuestro pals conducen a la perdicion. jCOmo se debla set
para salvarse? DOnde está esa madriguera en Ia cual
podia uno guarecerse para sobrevivir? Larisa y sus amigos
excavaban tanibien su madrigucra y metian en ella todo
cuanto significaba para ellos bienestar: aparadores, lampa-
ras, copas de cristal de roca checo, porcelanas de Kuz-
netsk, telas bordadas y abanicos japoneses. Than a Moscu
no solo para comprar muebles, sino tarnbien lapidas fune-
rarias, porque su madriguera tampoco era lo suficiente-
mente profunda. Unos desaparecIan pot mandato de Sta-
lin y otros se suicidaban.

68
El tocayo

Una vcz en el vagón, tardé en comprender lo que Ic pasa-


ba a Mandeistam. Mc rccibio con entusiasmo y ml presen-
cia se Ic antojaba casi un milagro. Y In era en efecro.
Mandeisram me dijo que durante todo ese tiempo pensô
que seria fusilado: *En nuestro pals se fusila pot morivos
más insignificantes.... Sus palabras cran, aparenremenre,
muy sensaras... JamIs habiamos dudado de c lue pagarla
con su vida ese poema. Vinaver, hombre sumamente en-
terado y de gran experiencia, conocedor de numerosos
hechos y secretos, me dijo mescs mks tarde, cuando past a
verle en un viaje que hicc de Voronezh a Moscü y Ic ici, a
ruegos suyos, ci poema dedicado a Stalin: Qué quiere?
Han sido muy magnânimos con €1: se ha fusilado a gente
pot cosas mcnos importantes.... Y fue entonces cuando
me advirtió que no confluramos dcmasiado en La gracia
del jefe supremo: 4Pueden cambiar de opinion tan pronto
como se acalie ci rumor.... aeY eso puede ocurrir?., pre-
gunté yo. Mi ingenuidad IC asombro: . 1 Ya lo crco!. —y
anadiO—: cTrate de quc se olviden de ustedes, a lo mejor
lo consigue.... El consejo de permanecer caliados, silen-
ciosos, de estar .mis quietos que ci agua, mâs bajos que
la hierba, no fuc cumplido pot nosotros. Mandeistam era
hombre ruidoso y siguiO siendoio hasta su muerte.
En ci vagOn, me dijo que ci magnánimo desticrro por
tres afios demostraba tan sOlo que ci castigo se habia pos-
puesto hasta momentos más propicios, es decir, me dijo
casi lo mismo clue meses más tarde rcpitiO Vinaver. Esa
afirmaciOn no me sorprcndiO en absolute: en 1934, todos
ya sablamos aigo. Mandeisram afirmaba que, de todas for-
mas, no podria evitar ci deseniace fatal y tenla toda la ra-
zOn: un análisis sensato de la situaciOn nos conducia irre-
mediabiemenre a esta conclusiOn. Y yo me Limitaba a
asentir con la cabeza cuando €1 me susurtaba: .No 'CS
creas!. Naturalmentc, j quién podia creerles!
Esa fue, precisamente, la causa de la psicosis traumârica
de la cual enfermo Mandeistam en la carcel. Pero al prin-
cipio, el que me parcciO loco no era Mandeistam, sino ci
jefe de la guardia, Osip', tocayo de Mandeisram y del

Osip es una forma del nombre de tiosif.. (N. de la T.)

69
destinatario del poerna, cuando, llevándome aparte y de-
sorbitando sus bondadosos ojos de carnero, me dijo:
.jTranqutlizalo! Due clue nosotros no fusiiamos pot can-
COflCSL,.
Osip adivino que se crataba de poeslas —en el pueblo
se Ilaman cantiones—, pot nuestra conversaciôn. A su
juicio se fusilaba en nuestro pals a los espias, a los sabo-
teadores En los palses burgueses, pot ci contrario, decia
Osip, no habia quifn se salvase; alli te matan por cual-
quiet bagatela, incluso si compones algun poemita que no
sea de sit agrado...
Todos nosottos, en distinto grado, crelamos come, es na-
tural en todo aquello que nos hacian tragar. Los más con-
fiados eran los jOvenes: estudiantes, escritores, soldados...
eSon las elecciones más justas —me dijo en 1937 un solda-
do desniovilizado—, nos proponen y nosotros elegimos. -
Mandelstam como escritor tambien picó ci anzuelo y se
mostrO muy confiado: cAl principio eligen asi, luego se
iran acostumbrando poco a poco y celebraran elecciones
normales.. -. me dijo al abandonar el distrito electoral, to-
do asombrado de la innovaciOn: eran las primeras y las (II-
timas elecciones en que participaba. Incluso nosotros, y
teniamos ya bastante experiencia, éramos incapaces de
apreciar debidamente todas esas transformaciones. Qué
se podia exigir de los jOvenes, soldados y estudiantes?... '1
la vecina que en Kalinin, poco antes de la guerra, me
trala la leche, me dijo on dia suspirando: cAqul, par lo
menos, nos traen algo de vez en cuando, arenques, azücar
o keroseno. iPcro en esos pobres paises capitalistas! 4111,
seguro que está uno Perdido del todo!. - Los estudiantes
siguen crcyendo hasta la fecha que ía enseflanza general
obligatoria solo es posible bajo ci socialismo y que callIp el
pueblo está sumido en la ignorancia y el atraso... En can
de Larisa, la hija del suicida de Tashkent, surgiO un dia
durante la comida una acalorada discusiOn sabre si se
niega en las ciudades importantes, como Paris o Londres,
-el permiso dc residencia a Jos piiotos invâlidos una yea
desmovjiizados. Un caso asi acababa de suceder en Tash-
kent (1959) y Larisa afirmaba que un photo, sobre todo si
era de pruebas, tenia derecho a esa residencia. Trate de
explicarles que caiih no habia, en general, ninguna nece-
sidad de permiso de residencia, pero nadie me creyó.

70
Alih todo era mucho peor clue en nuestro pals, pot to
tanto con relacion a Jos perrnisos de residencia las dificul-
tades deblan set afln mayores... Yademas, iqui6n podia
vivir sin estar registrado! iNo tardarla en set descubierto!
Si todos nosotros crelamos en nuestros educadores y hasta
los propios educadores, hechos ya tin Ho, empezaban a
acer en sI misinos, qué tiene de particular quc Osip, el
jefe de nuestra escolta, los creyese?
Me habla Ilevado pan ci viaje un pequeflo tomo de poe-
mas de Pushkin y Osip quedo tan encantado con ci rela-
to del viejo gitano que Ia estuvo leyendo durante todo ci
viaje en voz alta a sus abülicos camaradas Mandelstam,
refiriendose a eiios, habta de La .tribu de pushkin6Logos,
•jOvenes arnantes de poemas de blancos dienres. que .se
aLfabetizan vistiendo capotes y portando pistolas... cFi-
jaos —decla Osip a sus compafleros— IFijaos en to que
hacian Ins zares de Roma a los viejos! iLo desterraron par
sus canciones!.....La descripciOn del cxilio norteflo de
Ovidio Ic impresionO grandemente. El destierro a comas-
cas como aquellas era, sin duda, alga inuy cruel y Osip
decidiO tranquihzarnos: no nos amenazaba un exilio tan
riguroso como al desterrado de Roma. Un dia, al acompa-
ñarme al excusado —siguiendo las instrucciones—, Osip
se ]as ingeniO para susurrarme que la meta final de
nuestro viaje era Cherdin, donde el clima era bueno, y
que ci primer transbordo tenlamos clue hacerlo en
Sverdlovsk. Cuando supo que ci juez de instrucciOn ya nos
habia reveiado ci nombre de Ia ciudad de nuestro destino,
quedo atOnito: Ic hablan prohibido decir a dOnde ibamos,
ordenandole mantener en secreto ci icinerario. Adcmás,
esas cosas solo debra saberlas ci jefe de la escolta. Pew
Osip, que se habia encarihado con nosotros, infringio la
disposiciOn y nos informo de nuestro lugar de destino... Y
fiie en vano: ya Ia sabiamos. Sin embargo, lo console: si
no hubiese sido por sus ingenuas palabras, que confirma-
ban lo dicho pot ci juez, podria haber imaginado Dios sa-
be qué.. - De todo hacIan un secreto!
Este no fue ci ünico favor que nos hizo Osip. En los nu-
merosos transbordos que tuvimos obligaba a Ins otros dos
guardianes a lievar riuestros birtulos, y cuando en Solo-
karnsk nos trasLadamos a un barco me susurrO al oldo clue
tomase pot mi cuenta un camarote: Asi descansará it

71
hombre!...., me dijo. No dejó que pasaran al camarote
los otros dos: se quedaron pascando pot la cubierta. Le
pregunté el pot qué no cumplia Las instrucciones, pero
Osip se cncogió de hombros. Hasta aquel entonces habia
escoltado a delincuentes comunes y csaboteadores, con
quienes habia que set inuy precavido: cPero ci tuyo,
qué? iNo vale la pena vigilarlo!.. Pese a todas mis süpli-
cas no pude conseguir que aceptaran nada de corner: esta-
ha prohibido. Tan solo en Cherdifl, después de habernos
entregado al comandante, los soldados dijeron: 4Ahora es-
tamos libres, jinvItanos!...
A lo largo de ml vida, además de Osip, conoci a otros
dos hombres de su profesion. Uno se limitaba a rechinar
los dientes y a repetir constancernente que no sabiamos
nada, que nada comprendiamos ni sospechabamos. . - So-
naba con desmovilizarse, eso era pan él una verdadera oh-
sesiOn y me alegré pot €1 cuando supe que habia recobra-
do so libertad. cHasta ci sovjos es una especie de
paraIso, me dijo a! verme... El otro era un set de frente
estrecha y aspecto feroz que habia perdido su cargo pot
habersele escapado un criminal, icargo que auguraba posi-
bilidades y era tan de su agrado! Durante ahos, unto
cuando estaba sobrio como bebido, maldecla a Ins
contrarrevolucionarios, al calernan., al .saboteadom, al
tfascista,, al cnemigo que habia arruinado su carrera.
Vivia con la esperanza de encontrar y matar al canalla que
se le habla escapado En su fuero interno, guardaba tam-
bién rencor al poder soviético, para qué tantos miramien-
tos con esos canallas criminales? Nada de mandarlos a los
campos, sino liquidarlos, y hacia chascar expresivarnente
sus dedos.
- Mal lo habriamos pasado si las instrucciones relativas
al traslado del detenidc, Mandelstam hubieran sido con-
fiadas a ese hombre y no a Osip.

Exploraciones agrTcoias estataks. (N. de 'a T.)

72
La chocolatina

El primer tiansbordo to hicimos en Sverdlovsk. Estuvimos


muchas horas en la cstación y los guardianes no se aparta-
ron de nosotros ni un solo momento: ni de Mandelstam ni
de ml. Quise mandax un tekgrama, pero estaba prohibi-
do... Comprar pan... 1prohibido! Acercarme a un kiosko
de periódicos... 1 prohibidoL.. Tampoco me dejaban salir
en las estaciones intermedias, iestaba prohibido! Mandels-
tam se dio cuenta de ello enseguida: 'Eso significa que
tambien tü estás detenidat.. Intenté explicar a los soida-
dos que yo no estaba deportada, sino que iba por mi pro-
pia voluntad como acompañante... 41Estã prohibido! Son
las instrucciones que tenemosz...
En Sverdlovsk estuvimos esperando muchas horas, des-
de la mañana hasta muy avanzada la tarde, sentados en
un banco de madera de la estación, at lado de dos centi-
nelas armados. Al menor movimiento nuestro —ni Si-
quiera podiamos incorporarnos para desentumecer las
piernas, no se nos permitla movernos o cambiar de
postura—, Los soLdados se ponian en guardia instantánea-
mente y echaban mano a la pistola... No sé por qué nos
hicieron sentar frente a la sala; veiamos, incluso sin
querer, el torrente humano que entraba y saLia. Su prime-
ra mirada se dirigia a nosotros, pero en el acto todos apar-
taban la vista. Ni siquiera Ins chiquillos se dignaban pres-
tarnos atenciôn... No podiamos comer, ya que la comida
estaba en La maLeta y no se nos permitIa tocarla. Tampoco
podiamos beber... Osip no se atrevia a infringir las ins-
trucciones: Sverdlovsk era una estación muy impdrtance...
A La tarde subimos at tren de via esrrecha de Sverdlovsk
a Solikamsk. Subimos at vagón de asientos reservados en
ci apartadero. Nos separaban de los demas pasajeros algu-
nos bancos vacios. Duranre toda la noche dos guardianes
no se apartaron de nosotros y el tercero permaneció de pie
junto at ültimo banco vaclo de donde echaba a los obsti-
nados viajeros que pretendian ocuparlo. En Sverdlovsk es-
tuvimos juntos el uno al lado del otro, pew en aquel os-
curo vagón nos sentaron de frente, a ambos tados de la
ventanilla. Las noches ya eran blancas y ante nuestra vista
desfiLaban to bosques de los Urales, las estaciones y las co-
linas. La via ferrea atravesaba espesos bosques y Mandels-

73
tarn no se apartO de Ia ventanilla en toda la noche. Era la
tercera o la cuarta noche que no dormia.
El viaje 10 hicimos en vagonesy barcos repletos, pasába-
inos largas horas en espera en estaciones builiciosas, ad-
borradas de genre, pero en ningün sitio se prestO aten-
ciOn a un espectculo tan insOlito como ci de un hombre y
una mujer bajo la custodia de tres soldados. Nadie se
volvia siquiera para mirarnos. Estarian, acaso, habituados
en los Urales a semejantes espectáculos o temian, simple-
mente, el contagio? jQuién sabeL. Lo más probable es
que fuera la exteriorización de una especial etiqueta so-
viética, a la cual se arlene firmernente nuestro pueblo a In
largo de muchos decenios: silas autoridades los depottan,
pot algo seth y yo nada tengo quc vet con ello... La mdi-
ferencia de la gente dolla y atormentaba a Mandeistam:
Antes daban Iirnosna a Ins presos y ahora ni siquiera los
rniran.... Me susurraba al oldo, con espanto, que ante los
ojos de semejante muchedumbre podian hater cualquier
cosa con el preso: matarlo, despedazarlo, sin clue nadie se
inmutase, Sin clue nadie interviniese... Los espectadores se
limitarian a volverse de espaldas, Para evitar un espcctácu-
lo desagradable... Durante todo el viaje me esforce por
captar alguna mirada, pero no lo conseguL - -
Tal yea sOlo en los Urales fueran tan insensibles? En
1938, vivi en Strunino, a cien kilometros y pico de Moscü;
era un pueblecito textil en La linea férrea de Yaroslavl por
la cual pasaban en aquci tiempo convoyes repletos de pre-
sos. Los vecinos de la duefla de La casa donde yo vivia sOlo
hablaban de esos convoyes. Les ofendia que les prohi-
bieran compadecerse de los presos y que no pudiesen
darles pan. Un dia, mi patrona se las ingeniO para tirar
pot la ventanuca rota y enrejada del vagOn una chocolati-
na que lievaba para so hija... iRara golosina en una
misera farnilia obrera! El centincla la apartO de all! con La
culata, al tiempo clue la Ilenaba de insultos, pero ella se
sintiO feliz rodo el dia: ipese a todo habia conseguido ha-
ter algo! Bien Cs cierto quc una de las vecinas comentO
con un suspiro: .Más vale no meterse en esoL. Te harán
la vida imposible.. iTc mandarin de comité en
comité! ... . Pero mi patrona cestaba en casa, es decir, no
trabajaba en ninguna pane y por eso no Ic tenia miedo al
cornité de fábrica.

74
,Comprendera alguien de las generaciones futuras lo
que significaba en 1938 esa chocolatina con un cromo in-
fantil en ci asfixiante vagOn-jaula ileno de condenados?
Esos hombres para quienes ci tiempo se habia detcnido y
ci espacio quedo convertido en un calabozo, una celda,
una garita, clue solo podian estar de pie en un vagón
repleto hasta los topes dc mcrcancia humana medio muer-
ta, rechazados, olvidados, borrados de la hsta de los vivos,
sin nombre, ni mote, numeradas, sellados, enviados bajo
recibo a Ia negra inexistencia de los campos, habian recibi-
do, de pronto, ci primer rnensaje, ci primero a lo largo de
muchos meses, de Otto mundo, ahora prohibido para
elios: una barata chocalatina infantil que les decla que no
estaban olvidados aün y que al otro iado de la cared aft
vivIa gente.
Camino de Cherdin me consoiaba con la idea de que
los austeros habitantes de los Urales temlan, simplemente,
mirarnos y que cada uno de elks, de regreso en casa,
contarla en on susurro a la madre, a La esposa, al padre,
que habia visto a dos personas, un hombre y una mujer,
custodiados par tres soldados que los conduclan a alguna
pane del none.

El .calto

Comprendi que Mandeistam estaba enfermo desde La pri-


mera noche, cuando vi que no dormia y estaba sentado en
ci banco, con las picrnas eruzadas, escuchando algo muy
atentamente. tOyes?, me preguntaba cuando nuestras
miradas se cruzaban. Yo prestaba oldo, pero solo ola ci
ritmico golpear de las ruedas y los ronquidos de los pasaje-
ros. cTicnes mat oldo. -. nunca ayes nada,. El posela un
oldo reaimente exccpcionai y captaIn Los más minimos ru-
mates que a ml no me ilegaban; esta yea, sin embargo,
no se trataba de oldo.
Durante todo ci viaje, Mandeistam estuvo escuehando
aigo y, de yea en cuando, me comunicaba, cstremeciéndo-
se, que La catastrofe se aproximaba, que habia que estar
en guardia para no set sorprendidos y tener tiempo...

75
ComprendI que no solo esperaba la cjecuciOn final —yo
tampoco In dudaba— sino que pensaba que se iba a pro-
duck de un momento a otto 1 alli mismo, durantc ci
viaje... qDurante el viaje? —le pregunté yo— Piensas,
seguramente, en los veintiséis comisarios?. , çY por qué
no? —me respondiO—. ,!Crees que Jos nuestros no son ca-
paces de hacerlo?. Ambos sablamos que los nuestros eran
capaces de cualquier cosa... Pero Mandelstam, en su locu-
ra, confiaba en ganticiparsc a la muerte., huir, escabullir-
se, y perccer, Pero no a manos de los que ftisiiaban. Es cu-
noso que todos nosotros, tanto los dementes como los
normales, jamis perdemos esa esperanza: el suicidio es
aquei recurso quc tenemos en rescrva y creemos, inexpli-
cablemente, que nunca es tarde Para recurrir a El. Y, sin
embargo, iculma. gente clue se disponia a no entregarse
con Vida a Ia policla secreta flue sorprendida en el ültimo
instance!...
El pensar en esa ültima soiuciOn me consolO y tranquili-
zO toda la Vida y muchas veces, en diversos periodos inso-
portables de nuestra existencia, it proponia a Mandelstam
ci suicidarnos juntos. Mis palabras suscitaban siempre un
brusco rechazo per su pant Su argumento principal era
el siguiente: cjQue sabes tü de In que aün puede ocurrir!
La Vida es un don al que nadie tienc derecho a renunciart.
Y, finalmenre, su (1itimo argumento y el más convincente
Para ml: Por qué se it ha metido en la cabeza que de-
bes set feliz?, Mandeisram era un set Ileno de amor por la
Vida que jamá.s buscO el infortunio, Pero rampoco orientO
so Vida en busca de la asi Ilamada felicidad. Para él esas
caregorlas no existian.
Pero casi siempre me respondia con una broma: cSuici-
darse? Imposible! eQu6 diria Averbaj? lSeria un hecho li-
rerario positivo!. Y me decia también: .No puedo vivir
con una suicida profesional!.. -. PensO por primera vez en
el suicidio durante su enfermedad, camino de Cherdifl,
como un recurso P ara evitar ci fusilamiento que, a so

• La autora se refiere a los 26 com,sazios bolchcviques fusilados pot los


ingleses en Bath ci, 1921. (N. de Ia T.)
• * El 'elate de Gueorgui Ivánov de que Mandeistam habia intentado
suicidarse en Varsovia sicodo muy joven carece, a mi juicio, de wide fun-
damento, al iguat quc ocros escritos de ese menioriaiista.

76
juicio, era inevitable. Fue entonces cuando Ic dije: •Muy
bien site fusilan, asl te evitarân el suicidio... Y él, ya en-
fermo, en pleno delirio, obsesionado por una sola idea, se
echO a reir de pronto. .Y tU siempre lo mismo... A partir
de entonces, y debido a las circunstancias de nuestra vida,
volvimos a trarar de ese tema en reiteradas ocasiones, pero
Mandclstam decia: cEspera... Ahora no... Veremos'. Y en
1937, le pidiO incluso consejo a Ajmátova, pero ella ic
fallO: Sabe lo que barth entonces? Cuidaran aün mâs a
Ins escritores e incluso darân un chalet a un Leónov cual-
quiera. Qué necesidad ticne de ello.... Si en aquel en-
tonces Se hubiera decidido a hacerlo, se habria librado de
la segunda detenciOn y del interminable viaje en un
vagOn-jaula hacia Vladivostok, al campo, al horror y a la
muerte, y yo de seguir viviendo una vez desaparecido él.
Siempre me sorprende comprobar lo dificil que le resulta
al set humano cruzar ese fatal umbral. En la prohibiciOn
cristiana del suicidio hay algo que guarda profunda rela-
ciOn con la naturaleza humana: el hombre no toma esa
decision aunque su vida suele sër mucho más terrible clue
la muerte, como nos lo ha demostrado nuestra época. Y a
ml, cuando me quede sola, me sostuvo siempre la frase de
Mandelstam: çPor qué se te ha metido en la cabeza que
debes ser feliz?, y también Ia respuesta del arcipreste Av-
vakum a so desfalleciente esposa: çHasta cuando tenemos
que andar aün asP. cHasta la misma rumba, esposa., y
ella se levantO y siguiO caminando.
Si mis anotaciones se conservan, la gente, al kerlas,
podrá pensar que las escribiO una persona enferma,
hipocondriaca... La gente se habrá olvidado de todo y no
creerá en ninglin testimonio. iCuintos en ci extranjero si-
guen sin creernos incluso ahoral Y ellos son coetáneos
nuestros, nos separa tan solo e1 espacio y no el tiempo.
Mace poco lei un razonamiento
air muy sensato no sé tie
quién: .Dicen que todos tenIan miedo. No puede set
que fueran todos, algunos In tendrIan, pero otros not...
Es rational y lOgico pensar asi, pero nuestra vida no era, ni
mucho menos, tan lOgica. Yo nada tenla tie esuicida pro-
fesionab como decia en broma Mandeistam. Muchos eran
los que pensaban en ello. No en vano la cumbre de la
dramaturgia soviEtica flue una obra titulada eEl suicida....
Mi, pues, en el vagOn, bajo La escolta de tres soldados,

77
Mandelstam pensô en ci suicidjo por vez primera y eso
signifIcaba en él una enfermedad. Era un hombre que
captaba siempre los detalies más insignificantes de todo
cuanto ocurria en torno suyo y su capacidad de observa-
don era enorme. cLa atención —anotO en uno de sus
borradores— es una virtud del poeta lirico. La distracciOn
y la desidia son los subterfugios de la pereza lIrica,. Pues
bien, camino hacia Cherdin, esa aguda capacidad de oh-
servaciOn y su refinado oldo se volvieron en contra suya,
echando lefla al fuego de su mal. En ci loco buliicio de la
cstaciOn y de los vagones registraba constantemente cada
menudencia y lo referla todo a su persona, No es acaso ci
egocentrismo ci primer indicio de ]as enfermedades men-
tales? Dc todo hacia una sofa deducciOn; ci instante fatal
estaba prOximo.
En Sohkamsk nos hicieron subir a un camión para lie-
varnos desde la estación al embarcadero. Seguimos un ca-
mino forestal. El camiOn estaba repleto de obreros. Uno
de elios, barbudo, con una camisa de color rojo muy oscu-
ro y un hacha en La mano, Ic impresionO por su aspecto.
cLa ejecuciOn —me Susurró— scM como en la época de
Pedrox. Pero en ci barco, en ci carnarote individual que
conseguimos gracias a 0sip, Mandeistam se rela ya de sus
temores y se daba clara cuenta de que se asustaba de per-
sonas que nada tenian de temibies, como, por cjcmpio,
Jos mujiks de Solikamsk. Sc lamentaba de quc Ic dejarian
serenarse, oividar y lo cagarrarlanb cuando menos lo espe-
rase. Y asi fue como sucediO, Pero cuatro años más tarde.
En sus ataqucs de iocura, Mandelstam comprendia lo
quc Ic esperaba, Pero cuando recobraba la iucidez perdia
ci sentido de la realidad y se crela seguro. La genre dc psi-
quc sana que vivia nuestra existencia cerraba sin quercr Jos
ojos ante la realidad, para no consideraria una pcsadiila.
Es dificil cerrar Los ojos, sc rcquierc un gran esfucrzo Para
haccrio. Pero no vet lo que ocurre en torno tuyo no es, ni
mucho menos, un acto simpiemente pasivo. Los soviéticos
habian alcanzado un grado muy elevado de ceguera
psfquica y eso ejercia un efecto devastador sobre toda sri
cstructura espiritual. Hoy dia, ía generación dc los ciegos
voluntarios va desapareciendo y la causa de ello es de lo
ms primitiva: Ia edad. Pero, jquë han transmitido eHos
por herencia a sw descendientes?

78
Cherdin nos alegré pot su paisaje y su aspecto general
de antigua ciudad rusa. Nos Ilevaron a La Cheka y nos
entregaron, juntamente con los documentos, at coman-
dante. Osip le explicó que trala un pájaro raro pie se
debla conservar sano y salvo. Creo clue se esforzó grande-
mente pot hacerselo comprender al comandante, hombre
que pot so aspecto recordaba a los policias del interior, y
no exterior, que fusilaban y torturaban y que pot su cruel-
dad, es decir como testigos de cosas que 110 SC podian con-
tar, solian set enviados lejos. Me di cuenta de los esfiierzos
de Osip pot las miradas curiosas y malevolas del
dante y pot la facilidad con c lue obtuve su ayuda para la
hospitalizacion. Habitualmente, segün me dijeron más
rarde los deportados en Cherdin, él jamás ayudaba a los
que llegaban con escolta... En el hospital nos destinaron
una sala vacia, muy amplia, en La cual pusieron perpendi-
cularmente a La pared dos chirriantes camastros.
Me habla pasado cinco noches sin dormir, vigilando al
demente proscrito. En el hospital, agotada pot la intermi-
nable noche blanca, quede sumida al amanecer en un
sueflo inquieto, como transparente, a través del coal vela
como Mandelstam, con las piernas cruzadas, desabrochada
la chaqueta y sentado en el vacilante camastro, escuchaba
atentamente el silencio.
Dc pronto —lo semi a naves del sueflo—, todo se
desplazé: Mandelstam apareció sübiramente junto a la
ventana y yo a 'su lado... Colgo las piernas fuera de la yen-
tana y me dio tiempo de vet cómo todo El desaparecia. El
alfeizar de La ventana eta alto. Extendi desesperada los
brazos y lo agarrE por los homkros de la chaqueta. EL se
desprendio de ]as mangas y cayô. 01 ci golpe de su cuerpo
y un grito... La chaqueta quedó en mis manos. Gritando
corn pot e1 pasiilo del hospital, pot la escalera y salt a la
calle. Las enfermeras se precipitaron tras de ml. Encontra-
mos a Mandelstam sobre un montén de tierra preparada
para un macizo de flores. Yacla hecho un oviLlo. En me-
dio de insultos se lo Ilevaton escaleras arriba. Me insulta-
con a ml, principalmente, pot no haberle vigilado mejor.
LIege cottiendo la doctora, toda despeinada y furiosa;
lo examine rapidamente y dijo que se habla dislocado el
brazo derecho, que todo lo demis estaba bien. Tuvo suer-
te. Se habla tirado desde el segundo piso de un viejo has-

79
pital que pot su akura equivalla a tres modernos, per Ic
inenos.
Aparecieron de pronto numerosas enfermeras y mEdi-
cos. jSabe Dios quiEnes eran! Mandeistam yacht en ci
suelo de una habitacion compietamente vacia que se Ha-
main sala de operaciones, luchando con los hombres que
Ic suetaban mientras la doctora Ic encajaba ci hombro sin
dejar de proferir insultos, lo pie hacia las veces de aneste-
sia. El aparato de rayos X no firncionaba, ya que en la
Epoca de las noches blancas se paraba ci generador en aras
de la economla y ci electricista se iba a descansar. Por esta
razón, la doctora no se percató de que tenla rotura de hü-
mero (sin desplazamien t o) Esa fractura se descubrjo
mucho más tarde, en Voronezh, donde tuvirnos clue re-
currir al cit-ujano porque el brazo no funcionaba, Man-
deisrarn estuvo macho tiempo trarândose y sOlo en parre
recobro ci movimiento del braze; no podia levantarlo para
colgar ci abrigo, per ejemplo. Eso lo hacla con la mano iz-
quierda.
Despues del saito nocturno, Mandeistam se apaciguO. Y
asi Ia dijo en su poesla: 'tUn salto y ci juicio recobré,.

Cherd/n

Sin afeitar, casi cubierto el rostro per una barba biblica,


paso Mandeisram dos semanas en ci hospital de Cherdin,
fijando en todo una mirada concentrada atenta y extraija.
menre lucida. Creo que jamás tuvo una mirada tan atenta
y serena como en aquei periodo de su enfermedad. No se
asustO at vet a unos mujiks tan barbados como €1 que Va-
gaban por los pasilios del hospital. Segün me dijo más tar-
de, Ic ayudo a no temeries la experiencia de Soiikamsk:
elan mujiks y nada malo debla esperar de ellos... Los
otros. son de Un aspecto compietamen t e distinto... Los
mujiks tenian unas ülceras puruientas, mal curadas y los
trataban con los mismos mEtodos primitivos que a Man-
delstam. Manrenfan entre sI ientas charias y sonrelan sin
cesar. En Ia conducta humana hay muchas cosas inexpli-
cables: jamis pude comprender esa media sonrisa. Mis
80
sencillo era explicar las ülceras: ci traslado en condiciones
monstruosas, trabajos de increlbie dureza, golpes... Una
mujer delgadita, con todo ci aspecto de una revoluciona-
na del siglo pasado, también deporrada, que cumplia en
ci hospital las funciones de encargada de la ropa —ella
consideraba que habia tenido una suerte extraordinaria
con ci trabajo— decia quc estaba dispuesta a sacnificar su
vida pot esos mujiics y Mandeistam por esa frase compren-
dió qué tipo de persona era.
No recuerdo el nombre que daban alli a esos barbudos.
Emigrantes? Desplazados? Recuerdo bien, sin embargo,
que estaba prohibido liamarles antiguos kulaks, No nos
gusta Ramat a las cosas por su noinbre. Los barbudos de
las ülceras puruientas ha tiempo ya que reposan en sus
rumbas. Jamás se its menciona en ninguna pane. ,Tene-
inos miedo, acaso, de rozar esas Ilagas?
En aquel entonces, en Ins lejanos lugares de exilio y en
los cainpos de trabajos forzados se conservaba todavia el
espiriw de camaradeda y de ayuda mutua. Fuera de aili
habian acabado con ello hack ya mucho tiempo. Cherdin
vivia con sus tradiciones y la encargada de la ropa se inte-
resô vivamente por nosotros. Insistió en que comprase bo-
tas de piel para ci invierno —luego senia imposible
conseguinlas— y en que cuitivase un huerto para poder
subsistir. A Ins deportados se les asignaba una pequefla
parcela de tierra para ci huerto, pero la habitacion tenian
que alquilarla. En Cherdin, como en todas panes, habia
crisis de vivienda y los exiliados tenian que cobijarse en
rincones. Acompanada de esa mujer visité a un hombre
de piernas corns que habia sabido instalarse bastante
bien: por medio de cortinas de pana separó un rincén de
una habitacion y construyó éI rnismo unos estantes que
Ilenó de libros de Marx y Engels. Tras esas cortinas vivIa
con su mujer y ambos se presentaban cada tres dias en La
comandancia para registrarse. Mandelstam tambiEn tenia
que hacerlo, aunque estuviera en ci hospital. Le entrega-
ron un papel que no podia servir de certificado de resi-
dencia y cada tres dias el comandante estampaba en €1 su
sello. Los deportados de Cherdin temian que ci comandan.
te se Ic ocurriera mandarnos a otra pane de la region. Pro-
curaban clue no quedase nadie en Chendifl, que era centro
regional. ,Consideran que y,2-'iomos demasiados aqul....

81
Pero, ticnen detecho a hacerloh, pregunté yo, tras ha-
berles explicado que ci lugar de residencia fijado Para
Mandeistani era Cherdin y no el distrito.. cEstin ustedes
en sus manos y los puede enviar a donde Ic de la gana.
No hare mis clue echar a la gente fucra de la ciuclad.... A
principios de la Primavera habia aill muchos mis
Poli ticos, Pero todos fueron enviados a la campifia donde,
a cxcepción del trabajo flsico, no habia posibilidad de
conseguir ningfln otro. tY habia entre ellos camaradas
muy enfermos., me dijo la encargada de la ropa. En las
condiciones del destierro y del campo, la palabra ccamara-
da, adquiria un sentido especial, quc en el mundo hbre se
habia Perdido hacla mucho tiempo ya.
El marido de esa mujer discutia constantemente con el
marxista de las piernas cortas que vivia tras las cortinas de
pana. Fran los restos de los partidos vencidos, su periferia,
y las discusiones habian comenzado ya en la clandestini-
dad zarista. Las esposas se ocupaban mIs bien de la
economia domestica y del trabajo clue de las discusiones;
era evidente que echaban mucho de menos a los hijos. Las
dos parejas hablan dejado a sus hijos en casa de unos pa-
rientes. .jQUé tal les Iri!x, suspiraban las madres, Pero no
se decidian a llevarlos consigo. iNosotros estamos condc-
nados, que vivan elks al menos... Imaginaban con men-
diana claridad su propio futuno en caso preciso los
liquidarlan en el acto o bien les harlan pudrirse en on
campo. cTaI vez la situaciOn mejore., dijimos en una oca-
sión al marxista. .jQuii! —nos respondio—. Ahora es
cuando empieza a intensificatse,. No lo crel. Pense: es
cornpletamente lógico que sean tan pesimistas con rela-
ción al futuro: su situación no es Para estar optimistas. - -
Pero no es posible que se continue como ahora eterna-
rnente... Durante mi larga vida tuve muchas veces la sen-
sación de quc hablamos llegado al limite y que pronto
ocurniria eso que yo liamaba mejoria.,. Nadie quiere re-
nunciar a las ilusiones.
Los deportados de Cherdin me tranquilizaban respecto a
Ia salud de Mandelstam. Todos salen asI de alli, Pero
luego se recuperan... Por qué asP., preguntaba yo, pe-
ro nadie sabia explicirmelo. •dTambién antes ocurniâ
eso? Ellos, que habian padecido en las circeles zaristas,
podrlan decirmelo, explicarme de qué se trataba... Se li-

82
mitaban a decirme que antes ci hecho de set detenido no
influla as1 en la psique, pero que no debia preocuparme;
eso pasaba sin dejar huella... La enfermedad solia durar
de dos a tres meses. Lo fundamental era mantener La dis-
ciplina interna: no pensar en ci futuro que nada bueno
auguraba Teniamos que aprovechar Cherdifl coma si
fuese la üitima tregua; no esperar nada y estar dipuestos a
todo. En eso radicaba el secreto del equilibria.
Me suplicaban que me resignase a nuestro destino y que
no gastase mi tiltimo dincro en mandar telegramas. Todos
los deportados, atOnitos pot la fantástica peripecia sufrida
pot ellos cdentro,, empiezan pot bombardear al gobierno
con telegramas y protestas. Ninguno recibiO jamás una
respuesta. La experiencia de mis nuevos amigos era in-
mensa: habian recorrido diversos lugares de exilio y cam-
pos de trabajo forzado a In largo de cliez aflos, al principio
pot separado; más tarde los matrimonios lograron reunir-
se. Recuerdo aI viejo G. medico provinciano. Lo encontrE
a principios de La década de los alias veinte en Moscü; vi-
no para .gestionarx, pero no consiguiO nada. cNo queda
nadie —me dijo—, han desterrado a todos, incluso a Mi-
ha, hasta a Kolia * .,. Me citaba los nombres de sus hijos y
nictos adokscentes: cjamás habia ocurrido estoE -. El viejo
sabia que en los tiempos de antes, cuando el hijo mayor
era desterrado, cosa que ocurria con bastante frecuencia,
le mandaban inmediatamente a los nictos. La detenciOn
del hijo no afectaba a ningün miembro de La familia: to-
dos quedaban en tibertad y vivian donde mejor Its
parecia. EL vicjo fue a MoscU con ci propósito de recuperar
a alguno de los menores de edad, pero no consiguiO nada.
Hable a mis amigos de Chcrdifl de la formula: .Aislar,
pero conservar ' , les preguntC qué podia augurarnos, se
atreveria ci comandante a expuisarnos de la ciudad y man-
darnos a vivir en condiciones más duras todavia? No con-
seguiriamos, gracias a ella, unas condiciones de vida más
faciles, un tratamiento medico adecuado? Ellos In ponian
en duda... Muchos conocian personalmente a Ins que de-
tentaban el poder, incluido Stalin. Tuvieron ocasiOn de
tratarlos unto en la clandestinidad zarista coma en ci des-
cierro. Cuando les mandaron al destie4ro se les dijo que se
limitarian a caislarlos, pero que procurarlan •crearles Las
condiciones' nccesarias pan clue pudiesen vivir y

83
trabajar... Esta promesa, sin embargo nunca se vio
cumplida y las numerosas cartas y peticiones que enviaban
al gobierno desaparecian sin dejar huella. El aislamiento
no significaba .consex-vación, sino ci más vulgar cxterrni-
nb a La chita callando, sin testigos y en ci cmomento mâs
adecuado,... En, lo ünico que podian confiar era en su
propia resistencia y disciplina. Renuncia a la esperanza,
cspera la muerte y no pierdas la dignidad humana. Con-
servarla resultaba dificil; era preciso concentrar pan ello
codas las fuerzas, y eso se aprende con la experiencia y un
anilisis objetivo de la situación. -. Asi nos aconsejaban ha-
cer las personas que hablan adquirido esa experiencia an-
tes que nosotros. Pero a nosotros nos parecia que no eran
del todo objetivos en su pesimisrno. Su destino les obliga-
ba a vet todo inciuso involuntarianlente con tintas dema-
siado oscuras. ?Podian significar, acaso, el fin los tres afios
de destierro en Cherdin? Todo se arreglaria, mejoraria la
situación y la vida acabarla pot veneer...
El set humano SC aferra siempre al mks mmnimo desrello
de esperanza; nadie quiere despedirse de las ilusiones; mi-
rar de frente la vida, la realidad, es muy dificil. Un análi-
sis sereno y unas deducciones serenas exigen un esfuerzo
realmente sobrehumano. Hay ciegos voluntarios, Pero
entre aquei!os quc se consideran videntes, ,quedan, acaso,
muchos clue no sólo miran sino que Yen? Mejor dicho,
que no deforman un poco lo que y en pan conservar las
ilusiones y Ia esperanza... No será eso, quizãs, lo pie
explica nuestra vitalidad?
A mis amigos de Cherdin les quedaba tan solo un obje-
tivo: conservar su dignidad humana. Para ello renunciaron
a toda actividad: se condenaron voluntar jarnente a un
aislamienro total, teniendo como perspectiva su prOximo
fin. Sc traraba, sin duda, de una especie de resistencia pa-
siva, Pero en comparaciOn con ella la lucha que se conoce
bajo este nombre y se utilizaba en la India, es una lucha
politica acrivisima... En cierto sentido habian tornado el
camino del auto-perfeccionamiento propuesto antaflo pot
Ids .vejovtzi. * y que ellos rechazaron entonces con indig-
naciOn Pot otra pane, no podian hater otra cosa. Lo 6i-

• Seguidores de Ia linea ideolôgica de Ia revisra .Veji. (Jalones),


contraria a Ia preconizada per Lenin. (N. de la T.)

84
co que les quedaba era la posibiiidad de auflar, aullidos
que, pot lo demas, nadie habria oldo.
Pot verdadera casuandad liegue a conocer ci destino de
La encargada de ropa del hospital de Chcrdiñ. Fue des-
terrada a Kolyina y contó a otra leningradense, alit des-
terrada, la enfermedad de Mandeistam. Dcspués del saito,
siguió esperando ci fusiiamiento, pero ya no pretendia sal-
varse pot la huida. Pensaba quc sus asesinos vendrian a
una hora determinada y los esperaba temeroso e inquieto.
En la sala que ocupabamos en ci hospital habta un gran
reioj de pared. Mandeistam confeso que esperaba set eje-
cutado a Las seis de la tarde y la encargada de Ia ropa me
aconsejó quc, sin set vista, adelantase la agujas del reioj.
Ast lo hicimos y éi no sufrio la crisis de excitación y miedo
al acercarse La hora fatal. cMira —le dije yo—, di declas
que a [as seis y ya son las siete y cuarto * ... Por extrafto que
pueda parecer, el engaño fuc un exito y los paroxismos re-
iacionados con La hora no voivieron a repetirse.
La deportada de Cherdift recordaba muy bien este
hecho y se lo contó a su vecina de barraca. E. M. Taguer,
escritora de Leningrado. Después de rodar veinte aflos pot
diversos campos de trabajo, E. Taguer fue rehabilitada y
despues del XX Congreso regresO a su ciudad natal. Le
dieron on apartamento en la misma casa donde vivia Aj-
mátova y alit nos vimos. Y yo, que también habta sobrevi-
vido por casualidad y que habia conservado la memoria,
reconocI en la persona que conto el episodio del reloj a mi
amiga, la encargada de la ropa del hospital de Cherdifl.
La casualidad se prendia de La casualidad para que yo pu-
dicta anotar en esta hojita —,liegará a set leida aigün
dIa?— que las más pesimistas previsiones de los deporta-
dos de Cherdin resuitaron set citrus. Mi anénima herma-
na de Cherdin murió de pura extenuación en Kolyma...
No pude averiguar de ningün mock la suerte de sus hijos
a los wales renunció para que cellos, al menos,
vivieran... eflabrân conseguido evitar la suerte que habi-
tualmente sufrian los hijos de los deportados y condena.
dos? O bien habrin pagado tambien ellos en carceles y
campos pot sus padres, que trataron de conservar la digni- y
dad humana? Y, finalmente, jconservarian elios, los hi-
jos, esa dignidad humana clue tan cara costó a sus padres?
Eso no Lo se y no lo sabre jamás.

85
Alucjnacjones

Paseábamos pot Cherdifl, hablabamos con la genre,


dorrniamos en el hospital y yo habia dejado ya de tenerle
miedo a la ventana abierta. SOlo su brazo en cabestrillo
me recordaba la prirnera mañana (no seria más bien una
noche blanca?) y de cOmo quedo en mis manos la cha-
queta vacia. Cuando en 1938, los chequistas se lo Ilevaron
de nuevo, en mis manos volviO a quedar una chaqueta
vacla; en la prisa se olvido de llevársela.
Varios dIas de perrnanencia en Cherdiñ serenalon a
Mandelsram; la crisis pasO, pero Ia enfermedad, pese a
ello, continuaba. Segula esperando la ejecuciOn, pero su
psique sufriO un viraje que le hizo volver a La realidad.
Después de lo ocurrido con el reloj me dijo que no se
podria evitar la ejecuciOn, eso era evidente, que de todas
formas no habia tiempo para nada, incluso suicidarse no
resultarla fâcil. cYa que en caso contrario nadie caeria en
sus garras....
El estado de excitaciOn habla pasado, pero las alucina-
ciones auditivas segulan atormentandole. No las percibla
como una voz interior, sino como algo impuesto desde
fuera y totalmente ajeno a el. Ia en Cherdin, hablaba de
ellas con toda objeuvidad, trataba de explicârselo y
comprenderlo. Me decia que las voces que escuchaba no
podian provenir de dentro, sino de fuera: no era su lexico.
.Eso no lo podrIa haber dicho ni siquiera mentalmento,
tai era su argumento en favor de la realidad de esas voces.
Su capacidad de anâlisis le estorbaba en cierto sentido pa-
ra luchar contra esas alucinaciones. No podia creer en su
origen interno pues consideraba quc las alucinaciones
reflejaban de algün modo el mundo intimo del enfermo.
cNo seth algo de iii subconscientc?., le preguntaba yo.
Pero €1 insistia tercamente que su csubconsciente, era muy
distinto, que ese procedia cde fuera. clncluso el temor es
distinto,... Mandeistam se descubria tanto en sus poeslas
que para ml, al menos, habla en El muy pocos lugares os-
curos, digo clugares oscuros con toda intenciOn porque a
su manera era un hombre reservado y habia temas que ca-
si nunca tocaba. Pot ejemplo, jamás descubrIa ci curso de
sus asociaciones poéticas, no comentaba sus versos, habla-

86
ba con parquedad de las cosas y personas clue más queria,
de su madre, por ejemplo, de Pushkin... Dicho de otro
modo, habia una esfera a la cual Ic parecla casi on sacrile-
gio referirse. Y en este sentido justamente hablo de la re-
serva de su carácter. Pero no era una persona de pensa-
mientos, sentimientos y sensaciones reprimidos, más bien
a! contrario... Ademis, vale, acaso, la pena hablar de
.represiones' cuando la enfermedad es producida pot una
reacción muy fuerte ante la realidad?
.De quién es, pues, ese léxico? zQuién te dice esas pa-
labras?., Ic preguntaba yo, Pero él no podia definirlo con
exactitud. Tat vez fuera de aquellos que lo Lievaban por
los pasillos de la circel interna Para los interrogatotios
nocturnos. A veces se hacian guiflos, chascaban Ins dedos
(gesto sixnbólico que significaba 4iquidar1o), al tiempo
que intercambiaban algunas replicas amenazadoras. No
debemos olvidar que procuraban con toda su conducta
amedrentar a los reclusos. Ellos, por decirlo as!, colabora-
ban con los jueces de instrucción y eso lo sabian todos
cuantos estuvieron en la circel interior. Mandelstam recor-
daba con frecuencia la voz del hombre que Ic dejó salir de
las 4puertas de hierro de la GPLJx. Mandeistam lo llama-
ba comandante, Pero tal vez no fuera más que uno de Los
guardianes; no pudo ver at que lo soltó, porque se hallaba
dentro de La cabina del ccuervo,, como Se Ilamaba enton-
ces al coche celular por su color negro, Pero oyó que al-
güien comprobo la documentaciôn en el interior antes de
franquear ci Paso al coche; Ia voz, lo mismo que todo el
ritual, le habia producido una gran impresión. Pero In
principal fueron Ins discursos del juez de instrucción con
su ccritflen y castigo...
cLas VOCCS —me dijo en cierta ocasiôn— son como una
'cita seleccionada" de todo cuanto La frase ccita
seleccionada* pertenece a Andréi Bely, quien decia quc se
representaba a cada auwr no en forma de citas sueltas y
exactas sino en La de Una cita eseleccionada. general, que
venia a set la quintacsencia de sus ideas y expresiones.
Para comprender cómo se orientaba Mandeistam en la

Los organismos de seguxidad ban renido diversos nombres a to largo


de los anos. Cheka, OSPIJ,GPLJ, NKVD, MVD, MGB Su nombre acrual
Cs KGB. (N. de Is T.)

87
realidad circundante, Ic pregunté si oh las votes de los
soldados de la escolta, de Osip, por ejcmplo, o de los mu-
jiks que estaban con nosotros en ci hospital. Mandelstam
se indigno: Ins de la escolta eran simples mozos campesi-
nos a quienes SC 'Cs habia encomendado un terrible servi-
cio, gsjn comerlo ni beberlo., y a los campesinos acusados
de set .kuaks los habla tornado pot In que eran en la tea-
lidad, ' La genre corriente no puede ni dccii eso ni pen-
sarlo.... La •gcnte corriente, y aquellos que conoció
dcntro Ic parccian los polos opuestos. Mas de una yea,
tanto en Chcrdin corno despues, me decia: oNo it pucdes
ni imaginar córno Son Ins que están alli dentro,... Pew, al
mismo tiempo, establecia una clara diferencia entre ía
guardia exterior y algunos jefes, que tuvo ocasión de cono-
cer en Voronezh, del aparato especifico que trabajaba por
las noches. Los primeros fueron elegidos de acuerdo con ci
tipo del militar corriente, en cambio los de cdentro, eran
completaniente distintos: .Pan trabajar allI hay que tenet
vocación: una persona corriente no podria soportarlo...,
En Cherdin clasifico a una sola persona como pertenecien-
te a la categorla del cinterior,: al comandante. Y en ello
coincidio con la aprcciación de los deportados, que nos
hablan prevenido de que tuviéramos cuidado en nuestro
trato con ci cornandante y procuráramos ser poco vistos
por ei. *Solo Dios sabe in que se le puede ocurrir.. Habla
combatido en la guerra civil. cSiemprc se gula pot su ins-
tinto de clase., me dijo con terror el marxista de las pier-
nas cortas, ty eso no conduce a nada bueno; jam&s se
puede adivinar a qué puede irnpulsarlo.. El pobre marxis-
ta dependia por entero de ese hombre, trasiadado a La pe-
riferia por sus arbitrariedades. El horror instintivo quc
Mandclstam Scotia por él estaba plenamente justificado.
Mandeistam oh groseras voces masculinas que Jo ame-
nazaban, que analizaban su crimen, enumerando toda
suerte de castigos, que empleaban el léxico que usaba
nuestra prensa durance las campañas denunciadoras de
Stalin, oh cerribles insultos, se le reprochaba haber sido la
causa de la perdicion de tanta gente por haberles ieido su
poema... La voz enumeraba Ins nornbres de esas personas
como reos de un préximo proceso y clamaba ajaconcien-
cia del clue fue culpable de su perdicion. Pot extraflo que
parezca la palabra cconcicnciab habia dejado de usarse pot

88
completo, no se empleaba ni en periódicos ni revistas, ni
en La escuela, porque su función era cumplida pot ci tins-
tinto de das& al principio y Luego tpor ci bien del Esta-
do. Esa palabra, sin embargo se habla conservado y fun-
cionaba tdentro ' . A los reciusos se les amenazaba constan-
temente con los tremordimientos de conciencia. Kuzin
contaba que cuando lo Ilamaron air, exigiendoie que
fuese cchivatob, pan convencerlo lo amenazaron con la
detenciOn, con diuicuitades en el trabajo, con hacer circu-
lar rumores entre sus amigos y compaheros de que era
agente secreto, pero también con los tormentos de su con-
ciencia por las calamidades que acarrearia a su famiiia en
ci caso de renunciar a la propuesta de los organismos de
seguridad... Esta paiabra, que ola en sus alucinaciones en
so contexto especifico, demostraba a las clans que el on-
gen de ellas habia que buscario en Ins interrogatorios noc-
turnos. Mandeistam no invento ni extrajo de las esferas os-
curas de su conciencia ci .proceso ' y la lista dc Ins incuipa-
dos en La conjura contra Stalin. El juez de instrucción se
refiriO a este tema delante de ml, explicando clue no tini-
ciaba la causa por ordenes superiores Unicamente. A con-
tinuación hizo una pregunta retérica: qué otra cosa
puede explicar semejante conducta Si no una conjura?...
Nuestra realidad superaba la imaginación mâs audaz y de-
mcntc.
Cuai es, en épocas como Ia nuestra, la linea divisoria
entre la normalidad psiquica y La enfermedad? Tanto ei
como yo pensabamos en lo mismo, pero estos pensamien-
tos excitaban so imaginación: no sOlo pensaba, sino que se
imaginaba ci catiz que podia tomar todo... A veces, en
medio de la noche, me despertaba y me decia que Ajmá-
tova estaba detenida y clue en aquel momento La lievaban
al intcrrogatorio. çPor qué lo crees?., tMe lo parece...
Paseando por Cherdifl, buscaba pot los barrancos ci cadi-
ver de Ajmãtova... Era la demencia, naturalmente... Yo,
en cambio, recobrada del Lctatgo que se apodero de ml en
ci vagOn, me pasaba las noches sin dormir, tratando de
adivinar quién de nuestros familiares y amigos habla sido
ya detenido y de qué se les acusaba. . - Menos mal si era de
no habernos denunciado, pero podian incuiparies de lo
que ies dicta la gana... Serla una locura, e incluso una ca-
nallada, creer al juez cuando nos dijo que tno iniciaba la

89
causa' . Me acordaba del caso de Adalis, per ejeinplo, que
renuncjó a su marido, hombre del todo inocente Pot ha-
ber creldo en las palabras del juez.
Estaba tambiEn yo enferma cuando en mis noches in-
somnes me imaginaba interrogatories y torturas .—por en-
tonces psicologicas, de esas que no dejan sehales de tortu-
ra en ci cuerpo— de todos nuestros amigos? No, yo nat
tenfa de enfcrrna: toda persona normal en mi lugar
sufriria lo mismo y tendria esos mismos pensamientos.
?Quién de nosotros no se ha imaginado alguna vez en ci
despacho del juez? Quién de nosotros, por los motivos
ms fátiles, no ha inventado respuestas a las preguntas
que imaginaba IC scrian hechas? No en vano cscribio Aj-
mátova Ins siguientes versos:
AIM, detris de las alambradas,
en el corazón de Ia taiga profunda,
lie van mi sombra al intetrogatono...
Mandeistani era, sin duda, hombre de extremada sensi-
bilidad y muy excitable, más sujeto que otro a traumatis-
mos. Sus reacciones ante los estimulos exteriores siempre
eran muy intensas. Pero, hacia falta acaso tener esa sensi-
bilidad tan extrema pant set quebrantado por una vida se.
mej ante?
Sc supone que los enfermos deben set curados y, per
consiguiente, exigi un examen mEdico. Pero la doctora,
que era al mismo tiempo la directora del hospital, se negô
en redondo. Sus respuestas me hicieron recordar Ia frase
de Osip: cEstá prohibido.... Yo insistia, ella evitaba
hablar conmigo, me respondia de mala manera, hasta quc
un dIa, ya cansada, me dijo: QuE quicre que yo Ic ha-
ga? Todos Began de 4 'alli" en ci mismo estado....
I-labia conservado la vieja idea de que un hombre de-
mente no podia set deportado y calificaba a la doctora de
verdugo por su indiferencia. Pero no tardE en darme
cuenta de que los barbudos mujiks la trataban bien. (No
temetas con ella —me dijo uno de ellos—. Qué puede
hater ella? i Nada en realidadl... çQuE tal persona es?.,
preguntE. •No es peor quc otros, me respondieron los
barbudos. En efecto, no en todas las circunstancias se
pueden poner de maniflesto altas cualidades morales.
Acabé pot darme cuenta de que era una doctora provin-
ciana corriente. No habla tenido suerte. Fue enviada a un
shio donde Ilegaban los de callib y pot esta razón debla
estar en continuo contacto con los organismos de seguri-
dad y cactuar de acuerdo con las instrucciones ' . Fuc en-
tonccs cuando aprendio a morderse la lengua y a no in-
rniscuirse en las disposiciones de los jefes. Sc pasaba dias
enteros curando las purulentas liagas de Los barbudos, Los
renla, insultaba, Pero los atendia en La medida de sus
fucrzas y a ml me dio on buen consejo: no insistir en que
Mandeistam fuera enviado a consulta médica a Perm ni
dejarle en ninguna clinica. cEso se Its pasa, Pero si to in-
terna, acabarãn con él. Ya sabe cOmo son esos sitios...
AceptE so consejo e hice bien: ieso. SC 'Cs pasa en
cfccto... Pero me gustaria saber cômo se llama cso ' en
medicina, pot qué afecta a tad cantidad de encausados,
qué condicioncs hay Adentrop para que haya esa cantidad
tan rnasiva de afectados. Vuelvo a repair quc Mandeistam
era una persona sumamente excitable, propensa, tal yea, a
enfermedades psiquicas, Pero a ml no me sorprendia so
enfermedad, sino el hecho de que todos cuanros tratC en
Cherdin me hablaban del catheter masivo de esa dolencia.
Y las personas que conoclan las carceles zaristas, que nada
tenlan de humanas, confirmaron mi conjetura de que los
detenidos dc aquel entonces se mantenian con mayor en-
tereza y quc su psique se conservaba incomparablemente
mejor -
Muchos aflos mis tarde, en un tren que iba at este, fui
compaflera tie vagón de una joven doctora destinada al
hospital de un campo de trabajo. Los tiempos ya no eran
terribles, corria et año 1954 y la joven se franquco conmi-
go: ,QuC podia hacer para salvarse dc it?... iA donde de-
Ma acudir?... Era imposible seguir soportando... cLo peor
de todo es que no se puede hater nada... ,?Qué pinta aLL1
el medico? Escribimos to que nos ordenan... Hacemos to
que nos ordenanx.. Ya en aqueL entonces sabia con cute-
za que ningün medico era libre y que muchas veces se
velan obLigados a obrar en contra de so Crica profesional
cuando, pot ejemplo, negaban el certificado de enferme-
dad, de invalidez, etc. Aunque, zpara qué mencionar a
Los medicos? Todos nosotros hacemos solo aquello que nos
ordenan. Todos vivimos de acuerdo con las cinstruccionesp
y ante eso no hay que cerrar los ojos.

91
La profesien y la enfermedad

Creo quc Las alucinaciones auditivas son para ci poeta una


especie de enfermedad profesional. -
Cuentan rnuchos poetas que La poesia nace del siguien-
te modo —eso Jo dice tanto Ajmatova en ci Poema sin
héroc * , como Mandelstam—: Suena en sus oldos una frasc
musical insistente, al principio inconcreta y luego precisa,
pero todavia sin palabras. En mks de una ocasión fui tcsti-
go de cémo trataha Mandeistam de librarse de esa
melodIa, de escapar de ella... Movia la cabeza como Si pu-
diera sacudIrsela de encima igual que si fuera una gota de
agua que hubiera penetrado en su oldo durante el baflo.
Pero nada podia acallaria: ni ci ruido, ni la radio, ni las
conversaciones mantenidas en la misma habitacion.
Ajmátova contaba quc cuando Ic cllcgó ci poema antes
mencionado estaba dispuesta a todo con tal de librarse de
él: se puso incluso a iavar La ropa, Pero no consiguiO nada.
En alg-fin instante, a través de la frase musical, brotan
de pronto ]as palabras y comienzan entonces a moverse los
labios. Supongo que entre ci trabajo del compositor y ci
poeta hay algo de comUn, y la aparición dc las palabras
constituye ci momento critico que separa esas dos formas
de creación.
A veces, Mandeistam ola la frase musical durante ci
sueño, Pero al despertar no recordaba los versos sonados.
Yo tenla la impresión de que Los versos existlan antes de
set compuestos (él jamás decia cescritosi.. Primero los
componia y luego los anotaba). Todo ci proceso de la
composition c
onsiste en captar con suma atención y dat a
conocer lo ya existente —La unidad armónica y rational
que ellos captan no se sabe de donde— y que van plas-
mando poco a poco en palabras.
La Ultima etapa del trabajo es Ia expurgación de las pa-
Labras casuales en la poesia, que no figuran en el armónico
todo quc existe antes de ser plasrnado. Estas palabras ca-
suales se introducen por la prisa de tapar un hueco cuando
surge el todo. Quedan atascadas y su eliminacion supone
tambien una difIcil labor. En la ultima etapa se produce
ci proceso doloroso de escucharse a si mismo en busca de
aquella objetiva y absoiutarnentc exacta unidad que se ha-

92
ma poema. En ci poema cConserva mi palabra. ci ültimo
epiteto puesto fuc cscrupuioso' (el aIquitrán del trabajo).
Mandeistam decia, lamentandose, que necesitaba una de-
finición mãs exacta y parca, al estilo de las de Ajmátova.
EIIa es la Unica quc sabe hacerlo ' ... Diriase que esperaba
so ayuda.
Observe en su labor poética dos .suspiros de hberación*
y no uno. El primero cuando aparecen en la estrofa a la
linea las primeras palabras y otro cuando la palabra exacta
expulsa los vocablos casuales, intrusos. Entonces ci proccso
de escucharse a uno mismo, ci proceso que abona ci terre-
no para ci dcsarrcglo del oldo interno, para la enfermc-
dad, se detienc. El poema se desprende de so creador, de-
ja de zumbar en su oldo y atormcntarlc. El poscso se sicn-
tc libcrado. Jo, Ia pobre vaca, consigue huir de la abeja.
Si ci poema no se desprende, decia Mandelstam, signi-
fica quc algo en éi falla o que .tiene aUn algo oculto, Cs
decir, quc hay un brote fertil del c lue pretende salir un
nuevo germen; dicho de otro modo: ci trabajo no cstá ter-
minado.
Cuando la voz interna se acaliaba, ardia en deseos de
leer a alguien sus nuevas poesias. Yo no Ic bastaba: habia
asistido tan de cerca a sus busquedas, que tcnia la sensa-
ción de quc tambiCn yo habia oldo la melodla. A veces,
inciuso, inc reprochaba ci no haber oido aigo. Durante ci
Ultimo periodo dc Voronezh (poesias del Segundo y Ter-
cer Cuaderno) ibamos a la casa de Natasha Shtempei o
bien invitabamos a Fedia Marana, tin agrônomo de aspec-
to simiesco, pero hombre de In más encantador y puro,
cuyas csperanzas de set violinista Sc vieron truncadas cuan-
do de joven sufrio un accidente en una mano. Habia en
Fedia aquella armonia interna que distingue a las personas
que saben escuchar müsica. Era la primera vez que trataba
a un pocta, pero su sentido musical lo convertia en un
oyentc más preparado que muchos especialistas.
Diriase quc la primera lecrura culmina ci proceso de
creación poética y ci primer oycnte viene a set patticipante
del mismo. Los primeros oyentes de Mandeistam, a partir
de la decada de los afios treinta, fueron Boris Sergueievich
Kuzin, bióiogo, a quien dedicó ci poema cA La Iengua
aiemana., y Akxandr Marguliss; en realidad fuc Este quien
difundió las poesias dc Ins dos primeros cuadernos. Mar-

93
gulls se aprendia las poesfas de memoria o bien se hacla
una copia y Se las recitaba a sus amigos y conocidos, cuyo
nümero era incontable. Mandelstam compuso infinidad
de •marguletos, poemas dedicados ai propio Margulis,
que deblan comenzar con las palabras 4131 viejo Margulis
y 5cr obligatoriamente aprobados por el propio destinata-
rio. Mandelstam afirmaba que ci mIsero viejo Margolis
(que en aquel entonces no pasaba de los treinta ahos) alo-
jaba en su casa a un viejo todavia mIs misero, a quien
mantenia oculto. El propio Margulis era un aut€ntico
hombre-orquesra; sabia silbar las sinfonias mis complica-
das. Es una pena que se hayan perdido los marguletos
mejores que trataban de cómo el cviejob ejecutaba en Ins
bulevares de Moscü a Beethoven. Margulis se casó con la
pianista Izajantzin, excelente intérprete de Scriabin. Mar-
gulls aniaba la poesia, la rnüsica y las novelas de aventu-
ras. Me contaron que cuando agonizaba en un campo del
Extremo Oriente, contaba a Ins presos por delitos comunes
toda clase de fantasias y aventuras y elks, agradecidos, Ic
tralan mks comida.
Entre sus primeros oyentes figuraba tambien Liova Gu-
miliev, que habla vivido con nosotros durante ci invierno
de 1933-34. El comienzo del Primer Cuaderno de Voro-
nezh se lo leyo a Rudakov, desterrado allf juntamente con
Ins aristócratas de Leningrado; Rudakov, sin embargo, no
tardo en regresar.
Lo cierto es que todos los primeros oyentes de Mandels-
tam, a excepción de Natasha, tuvieron un sino trigico:
sufrieron ci destierro y la circel; Fedia, por ejemplo, estu-
vo preso mks de un aflo en tiempos de Ezhov, lo Soportô
todo y no firmó nada, gracias a lo cual estuvo entre los
aforrunados que recobraron la libertad despues de su
caida. Salió de esa prueba destrozado y enfermo; durante
la guerra volvió a set deportado por haber nacido casual-
mente en Viena, desde donde lo Ilevaron a Kiev a las tres
semanas de edad.
Pensando logicamente cabria Suponer que si los prime-
ros oyenres de Mandeistam fueron represaliados, alguna
relacion tenia clue haber entre sus causas. Pero la verdad
CS que no habia nada de comün enure elks. Kuzin tuvo
sus •malentendidos., aun antes de que nosotros lo cono-
ciéramos, en relacion con la causa de los biologos. Fue de-

94
tenido la primera vez pot unas poeslas satiricas que nos
ocultaba concienzudamente. Le hacian it a unas casas par-
ticulares donde en una habitaciOn especial, dedicada a
esos menesteres tan solo, habla un agente que rcclutaba
chivatos. Lo detuvieron por primera yea en 1932 y luego,
pot segunda yea, ci mismo dia que al biOlogo Vermel:
ambos eran considerados neo-Iamarquistas y ya hablan si-
do expulsados del Instituto Timiriazev.
El biologo Kuzin, ci agrOnomo Fedia Marantz, el hijo
del fusilado general Rudakov y Liova, ci hijo del poeta fu-
silado, no se conoclan entre si. Lo tinico cornón a todos
ellos era su amor per la poesia. Es de suponer que ese sen-
timiento exige aquel grado de intelectualidad quc en
nucstro pals condenó a la muerte o, en ci mejor de Ins ca-
SOS, al destierro, a tanta gente. Se permitla vivir tan sOlo a
los traductores.
El proceso de la traducciOn es diametralmente opuesto a
Ia creaciOn poética, al proceso de su composiciOn. No me
refiero, naturaimente, al milagro de Ia fusion de los poe-
us, como en ci caso de Zhukovsky o A. K. Tolstoi, cuan-
do La traducción insufla un nuevo hálito en La poesla pro-
pia o cuando la poesia traducida se convertla en un factor
vahoso de (a hteratura rusa como, pot cjcmplo, ,La novia
de Corinto' de Goethe, tan admirada pot todos nosotros.
Estes éxitos los obtienen tan sOlo Los poetas auténticos e,
incluso cHos, en raras ocasiones. La simple traducciOn es
un acto racionai, ffio, de versificaciOn, en ci cual se imitan
ciertos elementos del verso. Pot extraho quc parezca, en la
traducciOn no existe un todo acabado antes de su plasma-
ción. El traductor se pone en marcha como si fuera un
motor y mediante largos esfiierzos mecánicos provoca la
melodia que necesita utilizar. Carece de aquello quejoda-
sévich calificO muy justarnentc dc coldo sccrcto. La tra-
duccion es Un trabajo contraindicado pan Un poeta autén-
tico, trabajo que impide, incluso, el nacimiento de la
poesia.
En su .cConversaciOn sobrc Dantc, Mandeistam habla
de traductores del csentido ya dado.; de ese modo expresa
su opiniOn sobre el trabajo de la traducciOn y sobre
aqucllos que utihzan la forma poética para expresar sus
ideas. Mandelstam Ins diferenciaba siempre de los auténti-
cos poetas. Durante un cierto perlodo, en nucstro pals la

95
genre dejo de leer poesias. Ajmátova, refiriéndose a esre
fenomeno, dijo: t1a poesia auténtica es de tal naturaleza
que quien traga una vez un sucedáneo queda envenena-
do para siempre.. Ahora se vuelve a leer poesla y más que
nunca, pot la ünica razén de que ban aprendido a dife-
renciarla de todos Ins produccos del oficio de traductor.
Y lo mismo ocurre con la palabra. Una palabra cons-
cientemente inventada carece de capacidad vital. Asi In
demuestran todos los fracasos de La creación de palabras,
ingenuo juego individualista con ci don divino del
hombre: la palabra. Al conjunto fonético que se llama pa-
labra se le adjudica un sentido arbitrario y el resultado es
una jerga barriobajera o la escoria verbal que utilizan con
fines egoistas Ins sacerdotes, Ins exorcistas, Ins gobernantes
y demas charlatanes. Cometen este sacriIego con la pa-
labra y la poesia Para utilizarlas corno la bola de cristal del
hipnotizador. El engaño seth descubierto tarde o tempra-
no, pero el hombre estã sicrnpre amenazado de caer bajo
el encanto y el poder de nuevos truhanes clue hacen girar
su bola de cristal en otra direccion.

Dentrcm

QuE sucede en La circel interior durante la instrucción de


'a causa? Mandelstam hablo mucho de ello conmigo en
Voronezh, tratando de diferenciar las alucinaciones e ideas
delirantes de los hechos. No habia Perdido ni durante un
instante su aguda capacidad de observacion. Me convenci
de ello cuando durante Ia entrevista me preguntó de in-
mediato pot el abrigo quc Ilevaba; de mi respuesta: cEl
abrigo es de mi madrex. hizo una deduccion correcta: .En-
tonces, tñ no fiuiste detenidax.... Pero enfermo Si que In
estaba, y no codas sus observaciones y deducciones resulta-
con set correctas. Los dos sckccionábamos escrupulosa.
mente Ins gránulos de la realidad y hacerlo no resultaba
facil.
Teniamos un criterro de veracidad bastante acertado res-
pccto a sus recuerdos. Durante la entrevista, el juez de
instrucciOn tuvo tiempo dc referirse a rnuchas cuestiones.

96
Era evidente quc persegula tin fin determinado: inculcar
en mi ánimo su punto de vista sobre todo ci asunto en ge-
neral y sobre Ins diversos aspectos de La causa. Yo recibla,
por decirlo asi, explicaciones competentes acerca del modo
de cnjuiciar to sucedido. Hubo muchas mujeres que, co-
too Adalis, reciblan con gratitud semejantes
explicacioncs. - La mayorla lo haclan impulsadas por ci
instinto de la autoconscrvaciOn, Pero algunas con toda sin-
ceridad. AsI, pues, durante la entrevista yo era como una
especic de disco en ci cual grababan a toda velocidad su
propia versiOn de Ins hechos tanto el juez como Mandeis-
tam, Para que to pudiese comunicar a Ins de fuera. El juez
de instmcciOn trataba conscientemente de amedrentarnie
a navEs de ml, a todos cuantos hablasen despuEs con-
migo. Pero se equivocaba, al igual que otros dirigentes de
nuestra Epoca a quienes jamás se ies habla ocurrido pensar
que sus vlctimas pudicran recordar algo y enfocar Ins acon-
tecirnicntos no desde ci punto de vista oficial, sino con su
propia medida. El terror y La autocracia son siempre
miopes.
Debido a su extrema excitabilkiad, Mandelstam dcbiO
ser presa fâcil, probablemente, y no tuvo que empicar con
El mEtodos demasiado refinados. Lo mantuvieron en un
calabozo .para. dos.. El juez comentO este hecho del si-
guiente modo: .La incomunicaciOn esti prohibida en
nuestro pals per consideraciones humanitarias.. Yo sabia
que eso era mentira. De haber existido esa prohibiciOn,
seda tan sOlo en ci papel. A to largo de todos los perlodos
canocimos a personas que eswvieron incomunicadas. Pero
cuando habla necesidad de plazas carcelarias, csos diminu-
tos calabozos se ilenaban hasta los topes. Olmos habiar de
cilo per primera vez durance la confiscacion de valores. La
gente cl ue salIa de La cárceL contaba c lue debia permanecer
de pie dIas enteros en calabozos destinados a una sola per-
sona y ahora atestados de gente. Pero, habitualmente, el
segundo camastro se utilizaba con fines especiales clue
antes de la detenciOn de Mandelstam en 1934 ignorá-
bamos. . -
Su vecino de calabozo to asustaba con la inminencia del
proceso, trataba de persuadirlo de que todos sus parientes
y amigos ya estaban detcnidos y sedan acusados, analizaba
los articulos del cOdigo y It *daba consejos., pot decirlo

97
as!- De hecho lo asustaba dici€ndole pie In acusarian de
terrorisrno, compiot, etc. Al regresar de Ins interrogatorios
nocturnos, cala en las garras de su cvecino, quien no Ic
dejaba descansar. Pero ese individuo era muy wipe en su
trabajo y cuando Ic molestaba mucho, solla preguntarle:
qCOmo tiene las uflas tan limpias? El ctvecino, tuvo la
imprudencia de decirle que era un cvetcranob, que llevaba
muchos meses en la cárccl, pero tenla las uflas cuidadosa-
mente recortadas. Una mahana, ese tipo regresO algo des-
pués que éI, cdei interrogatorio segün dijo, Pero Man-
delstam notô que olia a cebolla y no tardO en decirselo.
Cuando Mandelstam me dijo quc In habian tenido in-
comunicado, ci juez manifesto que, por consideraciones
humanitarias, ese tipo de reclusion estaba prohibido y me
explica que en su calabozo habia otro recluso, Pero quc
Mandelstam lo iofendlax unto que no tuvieron mâs reme-
dio que trasladarlo. t j Que sohcitudk, apostillo Mandeis-
tarn, y as! tcrminO la conversaciOn sobre ese tema.
En ci primer interrogatorio, Mandelstam reconociO la
paternidad de Ins poemas imputados, pot lo cual ci papel
del falso preso no podia reducirse al descubrimiento de los
hechos que se trata de ocultar al juez. Entre las misiones
de esas personas estã, sin duda, la de asustarles y fati.
garies, a fin de hacerles poco grata la vida. Antes de 1937,
privaba la tortura moral, psicolOgica, que fuc sustituida
más tarde pot la fisica, por lo mãs primitivo como, pot
ejemplo, las palizas. Despues de 1937, no voIvio a hablar-
se de incomunicaciOn, sea con chivatos o sin ellos. Tal yea
las personas que en 1937 mereclan la incomunicacion ja-
mâs salieron vivas de Lubianka.
Mandeistam sufrio la tortura fisica quc se empleo
siempre en nuestro pals. Aphcaban, en primer Iugar, ci
sistema de no dejarle dormir. Cada noche In Ilevaban al
interrogatorio, que se prolongaba varias horas. La mayor
pane de la noche no se dedicaba a! interrogatorio pro-
piamente dicho, sino a Ia espera ante la puerta del des-
pacho del juca instructor, bajo la vigilancia de Ins guar-
dianes. Una noche, y pese a no haber interrogatorio, lo
despertaron y lo condujeron al despacho de una mujer
procuradora, quicn lo mantuvo a la espera muchas horas y
acabO preguntándo!e si tenia algün motivo de queja. Lo
absurdo de quejarse era tan evidente quc Mandeistam no

98
uulizO ese derecho. Lo ilevaron ante la procuradora pot
puro forinalismo y con ci fin de mantenerlo despierto la
noche que ci juez habia elegido para descansar Esas ayes
nocturnas Itevaban un tren de vida salvaje, pero
conseguian dormir, aunque a horas distintas que las per-
sonas corrientes. La tortura del sueño y ci desiumbrador
foco de luz dirigido a Ins ojos son conocidos pot todos
cuantos han recorrido ese camino...
Durance la entrevista, observe que Mandelsam tenia los
párpados inflamados y le pregunté qué Ic pasaha en los
ojos. El jun se apresurô a responderme, diciendo quc
habla leido demasiado, pero no tardo en ponerse de ma-
nifiesto cl ue no se perinitian ni libros ni papel en la celda.
Durante todos los aflos posteriores tuvitnos que estar cu-
rando sus pIrpados, pero no conseguimos la curaciôn to-
tal... Mandeistarn me aseguré que la inflamacion no era
debida solamente al foco, sino a un liquido muy cáustico
que Ic echaban en los ojos cada vez que se acercaba a la
mirilla del calabozo. En Mandeistam toda inquietud se
transformaba siempre en movimiento y al quedarse solo,
se agitaria en ella come un poseso.. Me contaron que la
mirilla estâ protegida pot dos gruesos cristales y por ello es
imposible que Ic echasen ningün liquido. Tal vez eso per-
tenezca a sus recuerdos falsos, pew, es suficiente, acaso,
la simple luz de un foco para causar una enfermedad tan
duradera?
Le daban comida salada, pero no Ic servian agua; este
era un procedimiento habitual en Lubianka. Cuando
pedia agua al centinela que estaba junto a la mirilla, to
lievaban a la celda de castigo y Ic ponian camisa de fuer-
a. Jamás habia visto antes una camisa de fuerza y pot An
me propuso clue comprobâramos este hecho del siguiente
modo: anotó el aspecto que tenia y fuimos at hospital pa-
ra vet si la descripcion coincidla. Resultó exacta.
Durante la entrevista, observe que tenia las muhecas
vendadas: .cQué te pasa en las manos? " , Ic pregunté.
Mandelstam dio La callada pot respuesta, pero el juez me
largo un discurso amenazador, diciendo que él habia lIe-
vado a la celda objetos prohibidos y què eso estaba pena-
do por ci articulo tal y cual... Resulté que Mandelstam se
habia cortado las venas y quc ci arma empleada fue una
hoja de afeitar. Kuzin, puesto en libertad después de dos

99
meses de encierro gracias a la intervención de un chequista
entusiasta de la entomologia, canto a Mandelstam que en
esas circunstancias lo que mIs se echa de menos Cs un
cuchillo a una hoja de afeitar. Habia leldo, inciuso, ci
modo de disponer de una hoja de afeitar pant un caso se-
mejante: la esconderla en la suela del thpato. Mandeistam
convenció a un zapatero conocido pan que Ic metiese en
la suela varias hojas de afeirar. Semejanre previsiOn forna-
ba pant de nuestras costumbres. A mediados de la decada
de los afios veinte, Lozinski ya nos habia enscñado un saco
que tenia preparado por Si acaso lo detenian. Los inge-
nieros y los miembros de otras profesiones *amcnazadas,
hacian lo mismo. Lo asombroso no era ci que tuvieran
preparados Jos sacos destinados a la cárcel, sino ci hecho
de quc eso no nos causara ninguna impresiOn, que nos pa-
reclera compictamente natural que pensasen en ci futuro
y que reconocieranios su mérito por hacerlo... AsI era
nuestra existencia diana y la hoja dc afeitar permitiO a
Mandeistam abrirse las venas: desangrarse no es una mala
manera de abandonar esta vida nuestra...
La desrruccjon de Ia mente se lievaba a cabo en Lubian-
ka en todos los sentidos, sistemiticamente y como
nuestros organismos cran tambien una instituciOn bu-
rocrática y nada se hacia sin .instrucciones., es de suponer
que también para ello existlan instrucciones pertinentes.
Nada se puede explicar pot los instintos de un personal
maiévoio, aunque, como es natural, eleglan personas ade-
cuadas; pero ese mismo personal podia set bondadoso al
dia siguiente en ci caso de recibir las instrucciones corres-
pondientes... Entre la genre libre circulaba ci rumor de
clue Yagoda habia montado laboratonios secretos con di-
versos especialistas que hacian variados expcnimentos a ba-
se de discos, nancOticos, hipnotismo. Comprobar esos ru-
motes resulta imposibie. Era tal vcz, ci producto de
nuestra enfermiza hnaginaciOn o de fibulas consciente-
mente divuigadas a fin de mantenernos bien sujetos. -
Mandelstam oh en su caiabozo una lejana voz femeni.
na que Ic habia parecido 5cr la mia. Eran quejas, lamentos
y apresurados relatos. Entonces es cuando creyO que tam-
bien yo estaba detenida, como se lo insinuO ci juez ins-
tructor durante los interrogatonios. Cuando hablibamos
de elk, no sabiamos a ciencia cierta si esa voz era produc-

100
to de una alucinación auditiva. ePor qué no pudo captar
las palabras? Cuando sufria alucinaciones auditivas
distingula las palabras con gran claridad; muchIsimas per-
sonas que en aquellos años pasaron por La circel interior,
habian oldo las voces y los gritos de sus esposas, que luego
resultó que no fueron detenidas. Cabe suponer quc to-
dos padecieran de alucinaciones? Y si era asi, a qué se
debian? Se comentaba que en Los arsenales de la policia
secreta habia discos con votes femeninas tipicas para espo-
sas, madres, hijas, que se utilizaban para quebrantar la
moral del detenido... Después de que los refinados siste-
mas de tortura y Los metodos psicológicos fueron susd-
tuidos por otros mucho mis primitivos, nadie volviO a
quejarse de que habia oldo la voz de su mujer. Conozco
asimismo procedimientos mis brutales; ensenaban pot
una rendija a un hombre apaleado, Ileno de sangre, con
un aspecto horrible y le decian a La detenida que era su
marido o su hijo. Pero en aquella época nadie se refirio a
las voces que ola a lo lejos... Existirian de verdad esos
discos? No lo se y no hay a quién preguntirselo. Como
Mandelstam, üna vez fuera de la prisión, continuó tenien-
do alucinaciones, me inclino a pensar que esa voz tambien
pertenecia a las voces internas que Ic atormentaron en
Cherdin. En canibio, hasta ci dia de boy se sigue hablan-
do de laboratorios de narcoticos.
Todos esos rnetodos son posibks solo alli donde la reLa-
ciOn entre el preso y el mundo exterior queda totaLmente
cortada desde el momento de la detencion. El preso no sa-
be nada de las personas clue dejó en libertad, a excepciOn
P
de su firma en el libro de Las entregas, ero no todos, ni
mucho menos, tienen derecho a recibir paquetes. EL pri-
mer medio que se emplea Para influir en el preso es
prohibirLe todo paquete, ese ültimo vinculo que Ic rela-
ciona con el munclo. Por eso, en una vida como la
nuestra, era rnejor no tenet afectos: i Cuinto mis fuerte se
siente la persona que no tiene motivos para acechar lo que
dice el juez de instrucciOn durante el interrogatorio, o rra-
tar de adivinar en sus alusiones o silencios el destino de las
personas queridas! Es mucho mis difIci! quebrantar Ia
moral de un soiitario; Ic resulta mis facil concentrarse en
sus propios intereses y mantener una linea sistemirica de
defensa. Pest a que la sentencia esti decidida de antema-

101
no, una defensa inteligente juega aigün papel. Un amigo
m10 logro set más astuto que ci juez instructor que, a de-
cir verdad, era de provincias. Despues de una larga resis-
tencia, accedio a firmar en su ceida todas las fibulas que
le adjudicaban. Le entregaron papel y escribiô todo cuan-
to Ic exigió ci juez, Pero no puso su firma al pie del escri-
to; el juez ileno de aiegrla, no reparô en ese detalie. Mi
amigo nació con suerte, sin duda alguna, porque fue en-
tonces cuando destituyeron a Ezhov. Su causa no tuvo
tiempo de Ilegar a las instancias superiores y iogró su revi-
sión, pues la fain de la firma invalidaba sus declaraciones.
Fue uno de Ins pocos afortunados que recobraron la tibet-
tad una y ea caldc, Eahoy. Pero no basta con nacer con
suerte; se recornienda, ademas, no perder la cabeza y Ins
que mejor logran hacerlo son los solitarios...

Jristofor6vjch

El juez de instruccion en ci sumario de Mandeistam, ci fa-


moso Jristoforovjch, era una persona no faita de esnobis.
me; parecla sentir cierto placer per su misión de amedren-
tar y quebrantar la mente. Procuraba demostrar con todo
su aspecto, forma de mirar y entonaciOn que ci reo era
una nulidad, una bestia despreciable un detritus del gé-
nero humane. tjPor qué se engaila tanto?, De qué pre-
sume?x-, nos habriamos preguntado de tropezar con €1 en
una situación normal, Pero durante Ins interrogatorios
nocturnos ci indivjduo debe sentirse anonadado pot esa
mirada o, pot In menos, darse plena cuenta de su propia
impotencia. Tenia toda la actitud de un hombre de raza
superior, que desprecia la debilidad fIsica y los miserabies
prejuicios intelectuaies. Demostraba ese aserto so bien
entrenada apostura y hasta yo, que no estaba asustada,
send durante la entrevista cómo iba disminuyendo gra-
dualmente bajo su mirada. Pero ya entonces intula que
todos esosjristoforoviches Sifgridos, descendientes de los
superhombres no soportan ninguna prueba y pierden to-
taimente la cabeza al encontrarse en nuestra situación.
Son magnificos tan sélo ante ci indefenso y saben despe-
102
da.zar perfectamente a La victima de turno caida en su cc-
0.
El esnobismo del juez instructor no se Limitaba a su mo-
do de portarse; se permitia, a veces, salidas de clase supe-
rior, con regusto a salones literarios. La primera genera-
don de chequistas jOvenes, reempiazada y aniquilada en
1937, se distingula por sus gustos modernos, muy refmna-
dos, y su debilidad pot la literatura, también de moda na-
turalmente. En mi presencia le dijo a Mandelstam que a
un pocta le convenia conocer la sensaciOn del miedo: 'Us-
ted mismo me dijo que favorece la inspiración '.; as!, pues,
* recibirá usted en su mks completa medida esta estimu-
lante scnsación.... Ambos nos dimos cuenta quc Jristofo-
rOvich usaba ci futuro —recibirâ— y no ci pasado: reci-
biO. En qué salones literarios se habria inspirado ci juez
instructor pan usar ese léxico?
Tanto Mandelstam como yo tuvimos la misma impre-
siOn con respecto a JristoforOvich; el lo expresO del si-
guiente modo: 4Ese Jristoforovich lo tiene todo cabeza
abajo y vuelto al revS ' . Los chequistas eran, en efecto, un
destacamento de vanguardia de chombres nuevos ' clue so-
meticron todos los valores humanos habituales a una radi-
cal y sobrehumana revisiOn. Fueron sustituidos pot
hombres de un tipo fIsico totalmente distinto quc
carecian, en general, de todo valor, revisado o no.
El procedimiento bâsico empleado pot el juez para
asustar a Mandelstam resuitO set de lo mâs primitivo: Ic
citaba un nombre cualquiera, ci mb, el de Ajmátova o ci
de su hermano Evgueni y Ic decia que hablamos hecho
deciaraciones.,. Mandelstam trataba de averiguar si las
personas mencionadas estaban detenidas; el juez no se lo
negaba, pero tarnpoco lo afirmaba. Sin embargo, y como
sin querer, Ic hacia entender que qa los tcnemos, para
momentos después negar sus propias palabras. cYo no Ic
dije csorc La ignorancia en estos casos es siempre destructi-
va para el Leo y sOlo Cs posibic en nuestras condiciones de
reclusiOn. JristoforOvich, al jugar al ratOn y al gato con
Mandeistam, insinuandole tan sOlo quc sus famiiiares y
amigos estaban detenidos pot su culpa, ilevaba la instruc-
ciOn dcsde un nivei muy alto ya c lue, habitualmente, se
solia manifestar al detenido, sin necesidad de jugar a na-
da, que todos estaban ya dctcnidos, aniquilados, interro-

103
gados y fusilados.. Y luego, ya metido en la celda, averi-
gua si eso es verclad o mentira...
El juez de instrucción, cespecialista en literaturai., aJar-
deaba constantemente de su excelenre informacion; nos
daba a entender que nos conocia a todos y que sabia al
dedillo .nuestros asunros,. Procuraba hacernos creer que
todos nuestros amigos Jo visitaban y que Para él eran bien
sabidos nuestros mis secretes entresijos. A muchos no Jos
nombraba per sus nombres, sino que se valia de algun in-
dicio caracreristico: cel bigamo., .el expulsado, a una de
las mujeres que nos visitaba, 'Ia teatralera... Estos tres
apodos los utilizô delante de ml durante la entrevista, pe-
to Mandelstam me conto que tenia sobrenombre para
otros muchos. Con ello, ademas de mostrarnos lo bien en-
rerado que estaba, consegula orra cosa: los agentes de la
poitcia secreta nunca son designados por SUS nombres vet-
daderos, sino pot apodos. Al nombrar a esas personas per
sus apodos, echaba sobre ellos como una sombra. Es muy
caracterIstico el hecho de que ci suicida de Tashkent, se-
gOn su hija, tambien 'conocia a todos e inventaba apodos
para cat uno... A Mandeistam los motes no le impre-
sionaban en absolute: comprendla lo que el juez instruc-
tor trataba de conseguir con ello.
Mandelsram afirmaba que ci juez en su trabajo era un
burócrata rutinario y esquemitico. Nuestra jurisprudencia
presuponia que cada clase e incluso cada determinada ca-
pa social se caracterizaba por su cforma de hablarxL Sc dice
que las fiierzas cientificas de Lubianka habian confec-
cionado lisras interminables de esas conversaciones de clase
y a base de ellas trataba el juez instructor de .xpescar. a
Mandelstam: 'Dijo usted a Fulano de Tal que Ic gustarla
mis vivir en Paris que en Moscth... Consideraban que
Mandelstam, comb escriror burgues e ideOiogo de las cIa-
ses a extinguir, renla que anhelar el retorno al seno de
esas clases. El hipoterico interlocutor se bautizaba con el
primer nombre que se les ocurria, pero debla set obligato-
riamente un nombre muy e.xtendido, como Petrov o ha-
nov o, en caso de necesidad, Guinzburg o Rabinóvich. El
procesado, que hacia las veces de cobaya, solia estremecer-
se y revisar convulsjvamente a rodos los Petrov o Rabini5-
vich a quienes podia haber confiado su recondiro anhelo
de it al extranjero. Segün nuestra jurisprudencia, semejan-

104
te deseo, si no on delito total, supone una circunstancia
agravante que, a veces, puede costar cara y ser castigada
pot cualquier articulo del codigo. El desco de it a Paris re-
vela, en todo caso, la clase a la cual pertenece el reo y este
hecho, en nuestia sociedad sin clases, tiene su importan-
cia... A este tipo de preguntas esquemiticas pertenece la
siguiente: 4eSc quejó usted a Fulanito de quc antes de la
Revoiución ganaba escribiendo mis que ahora?. Como Cs
natural, Mandelstam no picaba en ese cebo. El procedi.
miento era, indudablernente, tosco, pero ellos no precisa-
ban de grandes refinamientos. Para qué?... •Dadnos al
hombre, que La acusaciôn ya la encontrarernos.
Jristoforovich Ilevaba ci sumario como si preparase un
.proceso' , cosa que mencionó durante la entrevista: cHe-
mos decidido no incoar la causa., etc... De acuerdo con lo
habitual en nuestro pals, habla material mis que suficien-
te para ci .sumario. y esto habria sido mucho mis pro-
bable que lo sucedido. Jristoforóvich exigia que se Ic
explicase cada palabra del poema que se juzgaba. Lo que
mis Ic intcrcsaba era conocer ci motivo que Ic impulsó a
escribirlo. La respuesta de Mandeistam Ic dcjo estupefac-
to: Ic dijo que odiaba ci fascismo mIs quc nada.
Esta respuesta Sc It escapó involuntariamente sin duda,
ya quc no pensaba confcsarsc con el juez, pero cuando se
lo dijo todo Ic daba lo mismo, habla renunciado ya a to-
do... El juez instructor ianzaba rayos y centellas, como le
correspondla hater, gritaba y exigia que Mandelstam Ic
explicase donde vcia el fascismo en nuestro pals, esta frase
la rcpitió delante de ml durante la entrevista, pero, icosa
sorprendente!, se contentó con una respuesta evasiva y no
trató de precisar nada. Mandeistam intentó persuadirme
dc quc en toda la conducta del juez habla cierta ambi.
guedad y que a pesar de su wno fcroz y de sus amenazas
se notaba su odio pot Stalin. No In crel, pero cuando en
1938 supimos que rambién él habla sido fusilado, nos
quedamos muy pcnsativos. Tal vex Mandelstam percibiO
algo que un hombre sensato y sereno no hubiera descu.
bierto; una persona sensata y serena estã siempre esciavi-
zada pot ideas preconccbidas. Es difIcil imaginar que el
wdopodcroso Yagoda con su temibie aparato hubiera
claudicado sin lucha alguna ante Stalin. En 1934, cuando
se instrula ci sumario contra Mandeistam pot sus poemas,

105
era ya gencralmente sabido que Vyshinski hacia labor de
zapa contra Yagoda. Debido a nuestra increible ceguera
—jhe aqul ci poder de ]as ideas preconcebidas! captá-
bamos con interés los rumores acerca de la pugna entre ci
fiscal y ci jefe de la policia secreta, pensando quc Vyshins-
ki, como jurista profesional, acabaria con la autocracia y el
terror de los tribunales secretos Y eso lo pensabamos no-
sotros, que ya sabiamos pot los procesos de los aiThs veinte
lo que se podia esperar de Vyshinski... En todo caso, Para
los partidarios de Yagoda, en particular Para Jristoforo-
vich, era evidente que la Victoria de Vyshinski no les seria
beneficiosa y cilos, naturalmente, comprendian qué tortu-
125 y escarnios tcndrIan quc soportar antes de sucumbir.
Cuando dos grupos se disputan ci clerccho a disponer sin
ningün control de la vida y la muerte de sus conciudada-
nos, todos los vencidos están condenados a la extinciôn, y
tal vez Mandelstam hubiera descubierto de verdad los
ocultos sentimientos de su ferreo juez. Pero Ia sorprenden-
te particularidad de aquella época era que todos esos
nuevos personajes, los que mataban y acabaron per set
matados, no reconocian mks que su propio dcrecho a pen-
sat y a juzgar.
Cuaiquiera de ellos habrIa reido a carcajadas si supiera
que ci hombre a quien se Ic calan Jos pantalones y que
carecia de toda entonacijin teatral, aquel mismo hombre
que era lievado bajo custodia a la presencia de elios a
cualquier hora del dia y de la noche, no dudaba, pese a
todo, de su derecho a escribir libreniente. Parece que a
Yagoda Ic gusto tanto ci poema, que se lo aprendiO de
mernoria (fue él quien se In recitó a Bujarin cuando ya es-
tábamos en Cherdin), Pero habria acabado con toda Ia Ii-
teratura, la pasada, la presente y La futura, de haberlo
considerado conveniente Para so persona. Para estos
asornbrosos tipos humanos la sangre era lo mismo quc el
agua. Todos podian set reemplazados a excepciOn del so-
berano vencedor. El sentido de la vida humana radica en
Ia utilidad que presta al soberano y a so camarilla. Los ha-
bilesagitadores que ayudaban a inculcar en ci pueblo ci
entusiasmo pot el soberano merecen set mejor pagados
que la restante chusma. Tambien se puede favorecer en
ocasiones a algun amigo personal. El papel de Harun Al
Raschid y sus trucos gustaban a todos, Pero nuestros sobe-

106
ranos no permitian que nadie se inmiscuyera en sus asun-
tos y tuviese su propia opinion. Desde ese punto de vista,
la poesia de Mandelstam se consideraba como un auténti-
co crimen: era la usurpaciOn del derecho de las autorida-
des a. la paiabra y ad pensamiento. Para los enemigos de
Stalin, at igual que para su camarilla, esa sorprendente se-
guridad pasO a integrar sus cuerpos y almas: el derecho a
opinar se determina y seguirá determinandose por la posi-
ción juridica, la categoria y ci tango. Hate muy poco Sur-
kov me explicaba cuil era ci faHo de la novela de Paster-
nak: Zhivago no tenla derecho a enjuiciar nuestra reali-
dad. No le hablamos concedido ese derecho. jristoforOvich
no podia reconocer que Mandelstam tuviera ese derecho
El propio hecho de escrihir poesias era calificado por
JristoforOvich de .acciOn y las poeslas de •documento'.
Durante la entrevista me hizo saber que jamis habla visto
un *documento tan monstruoso e increibie. Mandeistam
reconocio quc habia leido ese poema a ciertas personas, en
total a once, inciuyéndome a ml, a dos hermanos, el min
y ci suyo, y a Ajmitova. El juez trataba de sonsacarle esos
nombres uno por uno, citando a las personas que frecuen-
taban nuestra casa y pudimos darnos cuenta de quc estaba
rcalmente bien informado de nuestro entorno inmediato.
Mandelstam me dio los nombres que figuraban en el su-
mario a fin de que pudiese prevenir a todos. Ninguno de
ellos sufria persecuciOn aiguna, Pero ci susto fue mayüscu-
lo. No cito esa lista Para que nadie tenga la tentaciOn de
buscar entre ellos ad traidor. El juez se interesO por cono-
cer la reacciOn de cada uno de elios ante ci poma. Man-
delstam afirmO que todos Ic rogaron que olvidase esos ver-
sos y quc no se expusiera él a La perdiciOn ni expusiera a
nadie pot esa causa. Además de esos once, habian oldo el
poema otras siete u ocho personas, pero el juez no citO sus
nombres y por ello no figuraron en el sumario. No se
mencionO, pot ejemplo, ni a Pasternak nia Shklovski.
Mandelstam firmO Las actas sin leerlas, cosa que Ic esw-
ye reprochando todos aquelios aflos. El juez tambien se In
recriminO delante de ml. cProbablemente confla en
usced., Ic dije iracunda... Y sigo pensando que en ese
sentido podia confiar en el juez: la acusaciOn, teniendo en
cuenta nuestras condiciones, estaba mIs que justificada,
habia suficientes dams Para diez personas y por eiio no

107
hacla ninguna falta inventar algo comp!ementarjo.
Mandeistam observo quc al principio de la instrucciOn
ci juez se mostraba mucho más agresivo que al final de la
misma. DejO incluso de calificar como acto terrorista ci
hecho de haber escrito un poema contra Stalin y de ame-
nazaric con ci fusilamicnto. Al principio, hablaba dc eje-
cutar no solo al autor sino tambiEn a .todos sus
cómplices., es decir, a las personas que lo hablan oldo.
Comentando esa suavizaciOn, decidimos que se dcbla a la
orden de econservar.. No vi al juez instructor en la prime-
ra fase —la amenazadora—., y me parcciO terriblemente
agresivo durante Ia entrevista. Pero asI Cs la profesion y,
seguramente, no sOlo en nuestro pals.
El juez se interesO tambiEn pot Ia actitud de Mandeis-
tam ante ci poder soviëtico y éi Ic contestO quc estaba dis-
puesto a colaborar con cuaiquicr instituciOn soviética a cx-
cepciOn de Ia Cheka. No lo dijo per valentla o bravucone-
cia, sino por su total incapacidad de maniobrar. Tengo !a
impresiOn de que esa excesiva incapacidad constituyO un
enigma Para el juex, enigma que no fue capaz de des-
cifrar. Una tal manifestacion y hecha, ademas, en su des-
pacho, se la podia explicar tan solo per estupidez, Pero no
habla tenido ocasiOn de trarar a estupidos semejantes;
tenia un aire evidentemente perp!ejo cuando citO esa res-
puesta durante la entrevista. Mandelstam y yo recordamos
ese cpisodio cuando Ezhov estaba en pleno apogco y se
publicO en cPravda, un articulo de Marieta Shaguinian en
el cual contaba cOmo los reos se confiaban gustosos a sus
jueces y •colaboraban con e!los durante los interrogato-
rios... Eso, en opiniOn de Shaguinian, se debla al gran
sentimiento de responsabilidad propio del hombre soviéti-
co.. No sé si Shaguinian escribiO ese articulo per su pro-
pia voluntad o ateniêndose a ]as •instrucciones, Pero sea
como fuere, no conviene olvidarlo.
En su calda y barbaric !os escritores superaron a todos.
Todavia en 1934, Ajmatova y yo nos enteramos de In que
contaba ci escritor Pavlepko: pot curiosidad aceptó la invi-
taciOn de un amigo suyo, juez de instrucción encargado
del sumario de Mandeistam, y asistiO a un intcrrogatorio
nocturne. Sc habia escondido, bien en un armario, bien
entre unas hojas de puerta doble. En ci despacho del juex
vi varias puertas iguales, demasiadas Para una sola habita-

108
cion. Luego nos explicaron que algunas dan Paso a unos
armarios fingidos y otras sirven de salida de emergencla.
La arquitectura moderna, cientificamente pensada, de se-
mejantes ediflcios tiene por misión la de proteger y garan-
tizar la vida del jun instructor que La arriesga en La lucha
pot el orden juridico contra ci rco, en ci caso de clue in-
tcnte escapar o atacar a un Jtisroforóvich.
Pavienko contaba que Mandeistam, durante ci interro-
gatorio, tenia un aspecto lastimero y confuso, que se Ic
calan Los pantaioncs —no hack más que sujetarselos—,
que contestaba intempestivamente, que iii una sola de sus
respuestas era clara y precisa, quc decia cosas absurdas, se
movia nerviosamentc, daba saitos como un pez en la sat-
ten, etc., etc... La opinión pübLica en nuestro pals se tra-
bajaba para que defendiese al fucrtc contra ci debil, pero
lo hecho pot Pavienko supera todo lo imaginable. Ningün
BuLgarin * se habria atrevido a tanto. Además, en ci
circulo de La litcratura oficial, de Ia cual formaba parte
PavLenko, hablan oividado poe completo que al reo solo se
le podia acusar de dar testimonios faisos para compLacer a
los superiores y salvar La propia pie1, Pero no de tenet
micdo y estar confuso. Por qué debcmos set tan valientes
pan soportar todos los horrores de Las carccles y Ins cam-
POs del siglo xx? ,Cacr cantando en Los barrancos y Las fo-
sas comunes?... Asfixiarnos valientemente en las cámaras
de gas?... ,Viajar con una sonrisa en los labios en
vagones-jaulas?... IMantener conversaciones de salOn con
los jueces acerca del papel del miedo en la creaciOn poéti-
ca?... ,O bien manifestar deseos de escribir poeslas en es-
tados de furia e indignaciOn?...
Pero ci miedo que es compafiero de la creaciOn poética
nada tiene de comün con el miedo ante La polida secreta.
Cuando aparece el temor primitivo ante la violencia, la
destrucción y ci terror, desaparece el otto miedo, ci temor
misterioso ante la propia existencia. Dc ello hablO con ftc-
cuencia Mandelstam: con la revoLuciOn, que ante nuestros
ojos vertiO torrentes de sangre, desapareció ese miedo.

Fadéi Bulgarin (1789-1859), cscrhor y agente de Ia policia zarisra.


(N. de Ia T.)

109
Quilt, tiene la cu/pa

La prirnera pregunta que le hizo ci juez de instrucción fuc


la siguiente: cPot qué crcc que Ic ban dctcnido?,, Des-
pués dc una respuesta cvasiva, ci jucz Ic propuso que re-
cordase ]as poesIas quc podlan haber servido de motivo
para ci arresto. Mandclstam recitó sucesivamente sE!
ioboj., .La vicja Crimea y .La vivicnda, confiando quc se
contentarfa con eso: cuaiquicra de esas poeslas seria sufi-
ciente para enviar a la cArcel a su autor. El juea instructor
no conocla ni tLa vieja Crimea ni cLa vivienclab y los ano-
to inmediatamente Mandeistain Ic recitó .La vivienda,>
suprimiencjo ocho versos y de csa forma aparcciO en la us-
ta de Tarasenkov. A continuaciOn el jUCZ sacó de una car-
peta una hoja, dcscrtbio ci poema dedicado a Stalin y ieyO
varias estrofas. Mandeistam reconociO set ci autor El juez
exigiO quc Ic recitara ci poerna. Despues de escucharlo,
obsci-vo que la pritnera estrofa de su copia era difcrente y
lcyO su variantc: cVivimos sin sentir ci pals bajo nuestros
pies, nuestras palabras no se oyen a diez pasos. Se oye tan
sOlo al monta16s del Kremlin, asesino y devorador dc mu-
jiks.. Mandeistam it expilcO quc se trataba de la primera
variantc. El juez it hizo copiar de nuevo el poema y se
guardo ci autógrafo en su carpeta.
Mandeistam y b Ia copia que Ic presentO ci juez, pero
no podia rccordar si Ia tuvo en sus manos y si habia icido
con sus propios ojos lo escrito aiD. Estaba tan aturdido en
aqueiios instantes que no recordaba nada. Pot ello queda
sin resolver el problema de cOmo fuc remitido ci pocma a
la policIa secreta, si por entero o por panes y tambien si
estaba correctamente copiado.
Entre las personas quc hablan olio ci poema muchos
podian haber retcnido esos diecisEis versos desde la prime-
ra lectura, incluso habiéndoselo ohio sOlo una vez. Re-
cucrdan facilmcnte los versos sobre rock ias personas que
los escriben, pero en estc caso son casi siempre inevitabies
hgeras deformaciones, sustitutiones de paiabras, omi-
siones... Si Mandeistam hubiera dcscubicrto esas dcforma-
clones habria podido asegurar que el poema fue dado a
los organismos de seguridad pot un hombrc que lo habia
ohio y no copiado, y saivar de esa responsabilidad a la

110
ünica persona a quien se permitiO copiarlo en su primera
variante. Pero no tuvo La suficiente sangre fda Para hacer
esta verificación. Era facil decidir en fechas posteriores, es-
tando ya en Voronezh, qué se debla haber hecho y cOmo
tenla uno que haberse portado. Ahora suelo oft con has-
tante frecuencia diversos relatos de cómo personas valero-
sas daban cien vueltas a los jueces instructores y se [as
hacian pasar moradas. - - No seria ci fruto de posteriores
reflexiones respecto a lo que se debia haber hecho y cOmo
tenia uno que haberse portado?
La indiferencia de Mandeistam tenia otra cxplicación:
no deseaba en modo alguno desenmascarar al traidor y no
estaba nada seguth de tenet tiempo para ello. VivIarnos en
un mundo donde .todos eran liamados aLlh, para dat in-
formacion sobre nuestras ideas y sentimientos. Convoca-
ban a mujeres, guapas y feas, designando distintas fun-
ciones a unas y otras, tentándolas con recompensas tam-
bién distintas. Uevaban a personas con biografias compro-
metidas, aquejadas de taras morales; a unos Los asustaban
diciéndoles que eran hijos de altos dignatarios del régi-
men anterior, de banqueros u oficiales; a otros Les
prometlan protección y mercedes... Se aprovechaban de
personas que temian perder su puesw o de Los que sofia-
ban con hater carrera y también de aquellos quc nada
querian ni nada temlan, y de los clue estaban dispuestos a
todo... Al convocarlos no solo persegulan la informaciOn:
nada liga tanto a la genre como el crimen compartido.
Cuanto mayor sea el nüniero de personas comprometidas,
manchadas, implicadas, cuantos más chivatos, traidores y
delatores, unto más partidarios habri de que ci regimen
dure milenios. Y cuando todos saben que cso existe, que
to cilaman a uno alli' , la gente pierde la capacidad de co-
municarse, los vinculos cntre las personas se debilitan, ca-
da uno se mete en su rincón y se calla. En eso radica, pre-
cisamente, la inapreciable ventaja de las autoridades.
Habian apelado a los sentimiencos filiales de Kuzin:
cSu madre no sobrevivirá si to detenemos.... EL respondio
que deseaba la muerte de su .madre y su interlocutor
quedó estupefacto ante semejante insensibilidad. Fue ese
mismo quien lo amenazO con hacer cotter el rumor de que
•estaba reclutado y asi no podria mirar de frente a
nadie...
111
El pintor B., hombre sin tacha, querido pot todos no-
sotros, acudia siempre con retraso a sus ilamadas. Nadie se
atrevia a faltar, aunque no se trataba de convocatorias ofi-
ciales; las mis de las veces Jo haclan por teléfono, como in
las obras de Kafka. Ellos le reprochaban su tardanza y él
respondia: .Siempre me quedo dormido, cuando me espe-
ra algo desagradable... A una amiga mfa, todavia en la
décacia de los aflos veinte, cuando era joven y bella, la
persegulan pot la calle, fingiendo que Se trataba de mi
rapto... jQué cosas no hacianL.
En general no citaban a Ia genie en Lubianka, sino en
apartamentos dedicados especialmente a ello. A Jos que se
negaban a colaborar, los mantenian alit largo raw, horas
enteras, proponiéndolcs que lo .pensaran.. No haclan
ningtn secreto dc la Ilamada; servIa de importantisimo
eslabon en el sistema de amedrentamiento y contribula,
asimismo, a La comprobacion de los sentimientos clvicos
del ciudadano... Tomaban nota de los obstinados y veni-
da la ocasión sc lo hacian pagar. Los que accedian vetan
facilitada su carrera profesional y en casos de reduccion de
plantilla o depuracion podian contar con la benevolencia
de la sección del personal. Siempre habla genie a quien
Ilamar: iban creciendo las nuevas generaciones.
Cada generación reaccionaba a su modo ante la pro-
puesta de colaborar con la policia secreta. Los pertenecien-
tes a la generación mayor sufrIan pot haber accedido a fir-
mar, pot miedo, su compromiso de mantener en secreto La
conversacion. Dc mis conocidos tan solo Zoschcnko se ne-
gO a firmar ese documento. Las generaciones siguientes ni
siquiera comprendian qué renla de reprobabie ese
compromiso. Sc defendian de otra manera completamente
distinta: .Si Ilegara a saber algo, yo mismo vendria a de-
cirselo, Pero yo nada podre saber porque a excepción de
mi trabajo no voy a ninguna pane.... Esos relatos proce-
den de personas que se negaron a ccolaborar.,. A todas
las cosas se les daba cse nombre... Pero, qué porcentaje
se negaba? Es imposible calcularlo. Debemos pensar quc
su nümcro aumentaba cuando disminufa el terror. Me-
mis de aquellos a quiencs cobligaban a colaborar., habta
tropeles de voluntarios. Todas las instituciones estaban
plagadas de denuncias; se convirtieron en una verdadera
catamidad. En visperas del XX Congreso yo misma of có-
112
mo ci Instituto Pedagogico de Chuvashia, mi lugar de tra-
bajo, suplicaba a Ins profesores que dejasen de escribir de-
nuncias y les prevenia de quc, en general, Las cartas anóni-
mas no se Lectian. Scria cso verdad? No acabo de
crecilo..
Debido a esas convocatorias. se produjeron dos tipos
de enfermedad: unos velan sopiones en cualquicr persona
y otros temian que les tomasen por tales. I-lace muy poco
todavIa, un poeta se lamentaba de no tener poeslas de
Mandelstam; me ofreci a dare una copia de elias, pero él
se hornorizó, jflO ida yo a pensar que trataba de conseguir
esa copia para mandania a Lubianka! Cuando ofrecI a Sh.
dare aigunas copias de poesias, considcro un deber suyo
contarmc que lo •convocaban aili y lo niartinizaban ha-
ciendole diversas preguntas. En 1934, cuando Mandeistam
ya estaba en Voronezh, se prcsentó en casa N, todo som-
brio y preocupado: .DIgame, ,verdad que no cree que fui
yo?. I-labIa venido para saber si In considerábamos cul-
pable de la detención. EL ni siquicra habia oldo ci poema
incriminado y era, además, un buen amigo. Sc lo dije y el
hombre respiró rranquiio.
Cuando oiamos que una persona se expresaba con de-
masiada libertad, sollarnos interrumpirle: qPor Dios!
Qué está diciendo? Por quién van a tomaric si Ic oyen
hablar de esta rnanera? ' . A nosotros nos trataban de con-
veneer clue no viéramos a nadie. Misha Zenkévich, por
ejempio, me aconsejaba que dejase entrar sóLo a ]as perso-
nas que conocia de toda la vida, Pero Ic repose con toda
razén que hasta esas personas podian convertirse en algo
diferente de to que hablan sido a lo largo de su existencia.
Asi viviamos y por eso sonios distintos a todos.
Una vida asi se paga muy caro. Todos estamos afectados
pslquicamente, somos iigeramente anormaics. No estamos
enfermos, pero tampoco del todo sanos: somos descon-
fiados, suspicaces, nos cuesta trabajo hablar y padecernos
un sospechoso optimismo infantil. Personas as1, come nos-
otros, ,pueden servir acaso de tesrigos? No debemos olvi-
dat que en el programa de exterminio se presuponla la
supresión de testigos.

113
El ayudante

Las .Estancjas, de los Cuadernos de Vornezh, cuvieron su


origen en el siguiente hecho: un tal Diigach habla publi-
cado, en una de las revistas más importantes, un poema
en el cual ascguraba que Ic bastaban para conocer at ene-
rnigo de clase los simples sones de su bra. En ese poema
mencionaba tEl cantar de las huestcs de Igor.
A Dligach In conocimos en Kiev, a mediados de la de-
cada de Ins aflos veinte, cuando un grupo de jôvenes pe-
riodistas atontaron a tal punto al cstüpido redactor del PC.
riódico local, que consintió en publicar varios artIculos de
Mandelstam. En la capital ya era iniposible hacerlo. La es-
posa de Dligach, una rubita transparente de esas que
siempre emocionaban a Mandeistam, habia estudiadc, en
ci mismo hceo clue yo. Viviamos cerca de mis padres y en
mis visitas a Kiev Ins vela con frecuencia. Anos despues,
Dligach apareciO en Moscü, en la redacción del *Moskov-
ski Komsomol * donde también trabajaba Mandeistam.
No prosperaba en ci trabajo ya que los rnoscovitas relega-
ban al provinciano Un dia, Dligach se prcsentó radiante
en nuestra casa, iPor fin Ic habia sonreido la suerte! En-
contr6 una carta, perdida per uno de los dirigentes del pe-
riodico, cnemigo suyo. Era la tIpica carta de un muchacho
del campo que habia ido a la capital pita abrirse camino.
Mandaba saludos a Ins farniliares, amigos, conocidos y ye-
cmos. Hacia saber a su madre que los jefes Ic tenian apre-
cio y Ic estimulaban, gracias a Dios, en su trabajo, que no
qucdara sin emplco ni se veria privado de su protecciôn y
que, con ci tiempo, se colocaria aUn mejor, seria recom-
pensado, Ic darian una habitacion y entonces lievaria con
€1 a aigün hermano para que tambien El se abriese camino
en la vida.
La carta era completa.mente humana y hablaba en ella
de sus intercses personales, pero como periodista respon-
sable y komsomol , no tenia derecho a escribir as!. Ade-
rnás, el joven mcncionaba a Dios y eso estaba prohibido a
Ins jefes del komsomol. Incluso locuciones verbales como
•gracias a Dios se consideraban manifesracion de rcligiosi-

Miembro de Iasjuventudes Comuniscas. (N. de la T.)


114
dad. Era evidente clue ci joven lievaba una doble existen-
cia y hablaba en dos idloinas diferentes. En qué momen-
to se pasa del idioma oficial, burocritico y altamente idco-
logico a! familiar? El mis prestigioso de nuestros drama.
turgos sonaba con escribir una obra de teatro sobte ese bi-
Iinguismo y ese momento crItico. Pero H pertenecia a la
generación de Ins mayores y no iogró realizar su propésito.
Ardla en deseos de hacerlo y siernpre preguntaba:
cCuindo ocurre? En la calic o ya en la casa?. -. Bastan-
tes a5os despues, abordo ese tema otto escritor, mucho
inks jovcn, al describir la sesión de un soviet rural. En ese
relato, los mujiks pasaban al idioma oficial en cuanto so-
naba la campanilla del presidente clue daba comienzo a la
sesiôn.
Dligach Sc disponia a utilizar su haliazgo, la carta del
bilingüe ideólogo del periodico del komsomol, pan dc-
senmascarar a su enemigo ante sus superiores. Habia veni-
do a casa para presumir de su buena suerte y enseñó la
carta a Mandelstam. Este sc la arrancó de las matins y la ti-
to a la estufa.
La conducta de Dligach era tipica para aquella época,
finales de la decada de Los ahos veinte y comienzos de los
afios treinta. En su lucha por La pureza ideologica, los je-
fes fomentaban pot todos los medics a los valerosos de-
nunciadores que .sin miramiento de las categorIaa
ponlan al descubierto los cvestigios. y restos de la vieja
psicologia entre sus compalicros de trabajo. Las reputa-
ciones estallaban como pompas de jabon y los denuncian-
tes subian puestos en el cscalafon burocritico. Cada din-
genie ascendido en aquella época habia recurrido a ese
procedimiento, antique sOlo Iiiera una yea, es decir, para
desenmascarar a su jefe. Ya que, de otto modo, cómo
iba a ocupar su puesto? La carta podia set de gran utilidad
Para Dllgach, Pero, con gran sorpresa nuestra, los argu-
mentos de Mandeistam hicieron mella en él y nos abando-
nO tristc, pero no enfadado, aunque sus esperanzas de un
futuro mejor se quemaron en nuestra estufa. Aunque, tal
yea, eswviera enfadado, porque tardamos varios aflos en
volverlo a ver depues de eso.
Dligach reaparcciO cuando ya vivIamos en el pasajc Für-
manov, en ci invierno de 1933-34. Lo trajo Dinochka, a
quien Yajontov nos habia dejado en herencia: era una

115
actriz menuda, extravagante, Pero muy agradable. Habla-
mos de la carta: Dligach din las gracias a Mandelstam pot
haberle impedido cometer una villanla. Sc ganó fácilmen-
te nuestra confianza: la vieja historia quedo olvidada...
Haclan tantas cosas los jóvenes de aquel entonces! iNo se
Its podia estar reprochando toda la vida un solo error!...
En 1933, Dligach frecuentaba tambien a Bezymenski:
procuraba solucionar pot mediación suya cuestiones de su
trabajo como periodista. No Sc cansaba de recomendarnos
que Ic pidiescmos consejo sobre diversos asuntos. Man-
delstam segula indignado aün pot lo ocurrido con Sat-
guidzhan y Tolstoi... Casi en vIsperas de la detencion,
Dligach procuró convencerle de que habiase con una pro-
curadora amiga de Bezymenski y le contase la historia de
la bofetada a Tolstoi. No sé el significado de esa insisten-
cia, Pero sé que Mandeistarn leyo a Dligach el poema de-
dicado a Stalin.
Al dia siguiente de Ia detención, muy ternprano, nos
Ilamó pot telefono Bezymenski. Le expliqué, znetaforica-
mente corno es natural —ese idioma nos era comprensi-
bie—, Ia ocurrido aquella noche. Bczymenski lanzo un
silbido y colgó. Nunca 005 habia Ilamado ni antes ni des-
pues de la detencion. Que le contó Dligach sobre Man-
delstam? dSabIa, tal yea, que iban a detenerlo y Ilamó a-
P
ra comprobar? Pete, jpor quién podia haberse enterado?
Quien lo sabia? Fuc Yagoda quien firmo la orden y
habia pasado muy poco tiempo desde quc se In Ilevaron,
apenas un par de horas, Para que se hubiera esparcido ci
rumor. iPor qué nos Ilaino?
La ültima y ea quc vi a Diigach fuc en nuestra casa del
pasaje de Fürmanov ci dIa de la entrevista en ci despacho
del jucz de instrucci6n. Acababa de regresar y DIigach
marchó en busca del dincro que yo Ic pedi; no regresó.
Cuando Dinochka fue a Voronezh Para vernos, Diigach Ic
armô un escandalo mayUscuio, exigiendole clue renunciase
a sus propósitos. Dinochka se indigno y rompieron sus re-
laciones. Ya en Voronezh, Dinochka nos contó Ilena de
asombro ci histerismo de su amado y la ruptura de sus re-
laciones, que habian durado varies años. Despues de la
guerra, ol decir que Uligach se habIa ahorcado. Supongo
que flit pot ci miedo a la campana contra los .cosmopoli-
us., Dligach no se distingula pot su valor.

116
Mandelstam no buscaba al traidor. Decia clue éi mismo
tenia La cuipa de todo; en nuestros dias no se podia teruar
a la gente. No en vano Brodski —ese mismo que en la
noche del arresto permaneció sentado en ci siilon— Ic
habia pedido una vet que no Ic ieyera poesias peligrosas,
ya que tendria que informar de elias... cSi no fue Dligach
serb otto., deS con sorprendente indiferencia. Fui yo
quien le dio la iata con Dilgach; tenla grandes deseos de
echar La cuipa de lo ocurrido a ese insignificante persona-
je, poique todas Las demis variantes resultaban insopor-
tables. Era mucho mis ficil caiumniar a Diigach quc sos-
pechar de una persona Integra a quien consideribamos
amiga. Y, sin embargo, no estoy segura de que €1 fuera ci
delator.
Durante ci somatic, no se rnencionó Para nada ci
nombre de Dhgach. Tal vet preservaron at agente, Pero
cabe suponer otra cosa: los chivatos que nos visitaban no
habian visto a Dligach en nuestra casa, porque habitual-
mente nos visitaba de dia con Dinochka, ya que por las
tardes ella trabajaba en ci teatro y, ademis, no se scotia a
gusto ernie nuestros amigos y preferia vernos a solas. Los
chivatos informaban siempre a la pohcia de todos los visi-
tantes: ci proyector no se dirigia contra una soia persona,
sino contra todo ci entorno. Y en nuestro caso, Jristoforô-
vich conocia a casi rodos cuanros nos visitaban.
Por otra parre, seria capaz Dligach de recordar de oido
los dieciséis versos? Jamis Ic ol reperir ninguna poesia
oida. Mandeistam recitó ci * Poema a Stalin, una soLa vet
en so presencia y, en contra de so costumbre, deiante de
orra persona, el pintor T. El nombre de ese pinror no satio
a reLucir durante ci sumario. Pero no pudimos precisar In
mis fundamental: quE variante oyo Dligach: con Las pa-
Labras ,devorador de mujiks. o sin elias? Lo mIs probable
es quc fuera sin eHas. El pintor T. nos visitaba raras veces:
se presenró poco antes de la detcnción, cuando La primera
variante hit desechada por compieto. La ünica persona a
quien Mandeistam permitiô copiar ci poema poscia la pri-
mera variante, Pero cse hombre, a juzgar por la trayectoria
dc so vida enrera, esti fuera de roda sospecha. ,Le hahn
tobado aiguien ese poema? Esta suposición no carece de
verosimilitud, mas yo creo que los caminos de circulación
ernie cada casa y la pohcia eran mucho mis primitivos.

117
La conducta de Diigach despues de la detencion podia
explicarse per cobardia o pot ci miedo de set considerado
un soplon, miedo que se habia convertido en una enfer-
medad. Teniendo en cuenta su biografia, ese era ci papel
quc Ic iba mejor, pete 10 horrible del case es que se dedi-
caban a die personas de las cuales no cabia esperarlo en
mode alguno. iCuInta gente honorable, señoras y jOvenes
de familias muy respetables, habla en esa profesión! Na-
die podia dudar de dilos, eran personas inteligentes, ami-
gas de las ciencias y del ace, clue se ganaban la estima ge-
neral, y tambjén Ia confianza de todos, pot sus conversa-
ciones elevadas y sensibles. Y esas personas eran mucho
mis apropiadas Para ese papel que ci obwso Dligach. Pe-
ro al fin y al cabo, jalli dIes! No eran más clue miseros
insectos a los clue correspondio vivir en una época terrible.
,Acaso ci set humane es realmente responsable de sus ac-
tos? Su conducta, su carâcter, todo él, depende de la épo-
ca en que vive; ella es Ia que atenaza al individuo con dos
dedos y exprime de éi aquelia gota de bondad o maldad
que precisa.
Habia, además, otro problema: ,cuándo se enteró la
policia de la existencia del poema? Mandelstan, lo escribio
en el otoño de 1933 y Ia detencion se produjo en mayo de
1934. Quizás despues de la bofetada de Tolstói, las auto-
ridades hubieran intensificado la vigilancia, interrogando
de nuevo a sus agentes, y conocieran entonces la existencia
del poema. Me parece improbable que lo hubicran relega-
do al olvido durante mis de mcdio aho. A mi juicio es in-
concebible. . - Dligach empezó a frecuentarnos relativa-
mente tarde, a mediados del invierno, y se ganó nuestra
confianza en Primavera.
Y Ia Ultima cuestión: Soy culpable de no haber echado
de casa a todos los amigos y conocidos? eDe no haberme
quedado a solas con Mandeistam come hue Ia mayorIa de
mis ceetãneas, buenas esposas y madres? Mi culpa queda
atenuada pot ci hecho de que el pese a todo, se habria
escabullido de mi vigilancia y. habria leldo ci peema mad-
misible —y desde nuestro punte de vista todos son mad-
misibles— a] primero quc hubiese encontrado. El regimen
de autocontrol y autofreno no eran pan Cl.

118
So/re ía naturaleza del milagro

Vinaver, que solia it con bastante frecuencia a Lubianka,


fue ci primero en saber que algo extraflo ocurria en la
causa de Mandeistam: tHay un ambiente especial,
cuchichean, van de un lado a otro.... Lo ocurrido fue que
se recibio inesperadamente la orden de revisar la causa y
dictar nueva condena: Menos doce,*. Todo ello ocurrió
con velocidad nunca vista: creo que en la revision no se
tardo más de un Wa o unas horas. Esa misma velocidad
testimoniaba un milagro. Cuando en lo alto se apretaba
un borOn, la máquina burocrática se mostraba asornbrosa-
mente flexible.
Cuanto niás fuerte es la centraiizaci6n, más impre-
sionante resulta ci milagro. Nos alegrabamos de los mi-
lagros y los acogiamos con credulidad oriental, digna, ral
vez, de la mostrada en su tiempo per la plebe asiria.
HabIan pasado a format parte de nuestra existencia coil-
diana. ,Quien de nosotros no ha escrito cartas a las instan-
cias superiores, al nombre más me t aiico**? Y una carta
asi es siempre una petici6n de milagro. Ingentes montahas
de cartas, en el caso de que se conserven, constituyen un
verdadero tesoro Para ci historiador. En ellas se ha plasma-
do la vida de nuestra época en grado mucho mayor clue
en todas las demãs formas escritas, porque hablan de
ofensas, daubs, golpes, trampas y fosas. Sin embargo, pa-
[a analizarias y extract de toda esa morralla verbal pe-
queñas particulas de verdad seria preciso realizar un traba-
jo titmnico No debernos olvidar que al escribir nos atenia-
mos a on cierto estilo y haclamos gala de una refinada cor-
tesia soviética: hablâbamos de nuestras desgracias con ci
lenguaje de los editoriales periodisticos. Pero basta con
Ianzar una ojeada a esas montaflas de cartas dirigidas a las
ialturasp para constatar sin error que habia una necesidad
vital de milagros o, dicho de otto modo, que resultaba
imposible vivir sin ellos. No debe olvidarse, empero, que
incluso si el milagro se reaiizaba, a los que escribian les es-

. Fsta condena significaba que ci rco podia vivir donde queria a cx-
cepciOn de 12 unidadcs. (N. de la T,)
El nombre de Stalin deriva de •stal, acerb en ruso. (N. de 'a T.)

119

peraba una amarga desilusion. Los dernandantes no esta-


ban preparados para ello, aunque la sabiduria popular
siempre haya afirmado quc el milagro no es más que un
chispazo momentanco que no produce ningUn resultado.
Qué Ic queda a uno una yea realizados los tres deseos,
como en los cuentos de hadas? En qué se convierte al
amanecer ci oro que por la noche entrega ci cojo? Una
oblea de barro, un pufladito de polvo... Una vida feliz es
la que no precisa de milagros.
Lo ocurrido con Mandelsram din principio a una serie
de historias marav j llosas transmjtjdas de boca en boca,
sobre Ins milagros que se producian en las alwras como ci
trueno y Ia bienaventurada torinenta, suponiendo que la
torrnenta pueda ser bienaventurada... Pero ci milagro nos
salvo y nos concedjO el don de tres aflos de vida en Voro-
nezh. jCOmo se puede vivir sin milagros? jimposibie!. -.
Mi hermano Evgueni nos comunicO telegraficamen te la
conmucacion de la condena. Ensenainos ci telegrama al
coinandante, quien se hmito a encogerse de hombros;
•Lenta Va la tortuga... Pero algun dia Ilegara ... . Y nos re-
cordo que ya era hora de que abandonaramos el hospital y
consiguiéramos vivienda Para el invierno: tComprueben
bien las rendijas. Aqul ci invierno es muy duroi.
El tclegrarna oficial llegó al dia siguiente El cornandan-
te, quizás, hubiera tardado algo en comunicárnosio pew
aün antes de que él se presentara en la oficina, nos lo di-
jeron dos jOvenes: la telegrafista y la secretaria, con
quienes Mandelstam solla brornear y charlar. Fuirnos a la
oficina y estuvimos esperando al .patrOn largo raw. LeyO
ci telegrama delante de nosotros, Pero no acababa de
creerlo: cNo serán sus parienres Ins quc lo ban escrito?. -
,jCOxno voy a saberlo!,. Durante dos o tres dias no nos de-
j6 rnarchar —cosa quc nos caus6 bastante inquietud_
hasta que por fin recibiO la confirmadon de Moscu de quc
Cl telcgrama era, en efecto, oficial y no enviado por los in-
geniosos pariences del deportado que habia recibido bajo
su guarda. Entonces nos IIarnó y nos propuso que eligiera-
inos la ciudad del exilio. Teniamos que resolvcrlo de in-
mediato, en eso insistla ci comandante, ya que en el te-
legraina no se decia que podiamos pensarlo. c iSin demo-
nos dijo y en presencia soya elegimos Ia ciudad. No
conoclarnos la provincia, no teniamos parientes en ningu-
120
na pane a excepclón de las doce ciudades prohibidas y su
periferia, también prohibida. Mandeistam recordo, dc
pronto, quc ci biologo Leonov, de la universidad de Tash-
kent, Ic habia hablado bien de Voronezh, de donde era
oriundo. El padre de Leonov era medico de la circel.
•QuiEn sabe, a lo mejor necesitamos un medico en la car-
ccl), dijo, y clegimos Voronezh. El comandante nos firrno
Ins papeles. Estaba a tal punto conmocionado pot el curso
de los acontecirnientos, es decir, pot Ia rapidez con que se
revisó la causa, que se mostré de una amabilidad insólita:
nos proporcionO un carromato oficial para trasladar
nuestras cosas al embarcadero. No habrlamos podido con-
seguir caballos pot nuestra propia cuenta, ya que la re-
ciente colectivizacion acabo con todos Ins particulates. En
el ültimo instante, ci comandante nos deseo toda suerte
de bicnes; nos debla haber considerado, probablemente,
como de Ins .suyos, ya quc fuc uno de los primeros testi-
gos del milagro venido desde .arriba...
Con la encargada de la ropa, en cambio, las cosas
ocurrieron al tevCs: perdio toda confianza en nosotros.
Qué clase de gente seriamos para que nos tratasen asi!
Tal era el mudo reproche que lei en sus ojos. Como es na-
tural, ella ni dudo siquiera de cjue Mandeistam tenla
enormcs mCritos ante ellos, ya que si no fuera asi, jamis
In habrIan soltado de entre sus garras, pucs nunca sueltan
al que apresan una vcz. La expericncia de esa mujer era
mis profunda que la nucstra y en la gente de nuestro pals
Sc habia desarrollado un egocentrismo cxtraño, pero muy
comprcnsiblc: confiaban tan solo en su propia experien-
cia. Mandelstam deportado era dc Ins ,suyos, pero tres
ahos mIs tarde sabia pot experiencia propia que no todo
proscrito podia incluirse en la categoria de los isuyos. y
que también detante dc ellos habia que tenet muy sujcta
la lengua. Mandeistam amnistiado repentinamente —para
un dcportado en Cherdin, Voronezh es un paralso— se
transformo para ella en un set extraño y sospechoso. Su-
pongo que los exiliados en Cherdin habrin repasado mis
de una vcz su memoria, despuEs de nuestra marcha, tra-
tando de recordar si dijeron algo peligroso dclante de no.
sotros y discutiendo si no fuimos enviados all1 adrede pan
averiguar sus ocultos pensamientos y secretos. No podia
sentirme ofendida pot ello, porque de estar yo en su lu-

121
gar, habria sentido lo mismo. La pérdida de la confianza
reciproca es ci primer indicio de la quiebra de la sociedad
bajo una dictadura de nuestro tipo y esto es, precisamen-
te, lo que trataban de conseguir nuestros dirigentes.
Tambien Para ml la encargada de la ropa era q ajena y
no comprendla muchas de las cosas que ella me decia. Te-
nemos unas ideas juridicas tan deformadas, nos hallamos
en un estado tan salvaje y contemplamos ci mundo con
ojos tan dementes que entre los que .saben y los que
nodavla no saben, no puede haber, de hecho, ningün
contacto. En aquel año memorable ya empezaba a
comprender aigo, pero no lo suficiente. La encargada de
la ropa aseguraba que todos los alil desterrados lo habian
sido ilegalinerue. Ella, pot ejemplo, cuando la detuvieron,
estaba totalmente apartada de su partido y se dedicaba a
su trabajo particular. .Y ellos lo sablan!. Pero yo, clue
era una salvaje o que me habla convertido en tal por todo
cuanto me hablan inculcado, no comprendla sus argu.
mentos. Si ella misma reconoce su pertenencia a un parti-
do vencido, ,por qué se queja de estar desterrada? Dc
acuerdo con nuestras normas, asI debe set-.. En aquel en-
tonces yo pensaba as!. cNuestras normas,, suponia yo en-
tonces, son crueles, terribies, Pero la realidad era asi y un
poder fuerte no podia tolerar adversarios evidentes, aun-
que no activos, y potencialmente peligrosos. No era muy
sensible a la propaganda oficial, pew tambiEn a ml acaba-
ron por inculcarme ideas juridicas saivajes. Narbut, pot
ejemplo, resultO set un discipulo más capaz de asimilar las
normas del nuevo derecho. Desde su punto de vista, la
deportacion de Mandeistam era inevitable: •EI Estado
tiene que defenderse, ,no comprendes que no puede set
de otra manera?... No Ic objetaba nada. No y alTa la pena
discutir y demostrar que un poema no leldo en püblico ni
publicado equivalia a un pensamiento y que a nadie se le
podia deportar pot ello. Solo la propia desgracia nos abria
los ojos y nos hacia set algo semejante a personas. Pero
An asi se tardaba tiempo en asimilar la lccciOn,
Un buen dia tuvimos miedo del caos y todos anhelanios
de pronto un poder fuerte, una mano poderosa que en-
cauzara Jos revueltos torrentes humanos. Tal vet ese temor
sea ci mâs estabie de nuestros sentimientos: no lo berries
superado todavia y se transmite pot herencia. Cada uno
122
de nosotros —tanto los viejos quc ban visto la revoluciOn,
como los jOvenes que An no saben nada— se imagina
que serâ la primera vIctima de la enfurecida muchT
dumbre. Al olr ci ctcrno estribillo de <Nosotros scremô
los primeros en set coigados de los posEes, recuerdo las
palabras de Guertzen sobre los intelectuales; decia que
tenian tanto miedo al pueblo que preferian seguir encade-i
nados con tal de que al pueblo no Ic quitaran las atadu- \
ras.
Nosotros queriamos rectificar ci curso de la histori
acabar con los bathes en ci camino pan que no hubic
nada imprevisto y todo se desarrollase de forma suave
uniforme. Y ese anhelo prepare psicologicamente 'a apari-
ciOn de sabios capaces de seflalarnos ci camino a seguir. Y
como habia sabios, no nos atrevirnos a obrar por nosotros
niismos sin directivas y esperamos indicaciones precisas y
recetas exactas. Y puesto que Ni yo, ni tü, ni él, somos ca-
paces de confeccionar una mejor lista de recetas, tenemos
quc dat las gracias por la clue nos suministran desde arr.i-
ba. Solo podemos atrevernos a pedir consejo en aigün que
otro caso particular, por ejemplo, dpueden recurrir los at-
tisras a diferentes estilos para ci cumplimiento de un en-
cargo social? Nos gustaria .mucho. - - Ciegos como éramos,
fuimos nosorros mismos Ins que defendimos la unanimi-
dad de criterios, ya que en cada divergencia, en cada opi-
niOn particular, velamos aparecer de nuevo la anarquia y
el indescriptible caos. Y nosotros mismos contribuinios,
con nuestro silencio o nuestra aprobaciOn, a que ci poder
fuerte cobrase brios y se hiciese más poderoso para defen-
derse de sus detractores: una mujer encargada de Ia ropa
en un hospital, un poeta, un charlatan.
Y asi vivianios, asi cultivábamos nuestra inferioridad
hasta clue nos convencimos en nuestra propia piel de lo
frágil que era el bienestar Tan sOlo en nuestra propia
piel, porque no confiábaxnos en la experiencia ajena. Era-
mos, en efecto, seres inferiores y no se nos pueden exigir
responsabilidades. Y sOlo nos salvan los milagros.

123
Hacia Voronez/,

Nos hicieron entrega de los documentos con ci sello de Ia


instituciôn más influyentc de la URSS y tuvimos ci de-
recho de adquirir los billetes en la caquilla del ejército.
Era una ventaja increible en aquel tiempo, ya clue todas
]as estacjoncs y embarcaderos estaban atestados de una
muchedumbre oscura y sombria que se pasaba semanas
enteras esperando ante las taquillas de y enta de bilictes.
Era una multitud hosca que Ic recordaba a uno las épocas
de migración de Jos pueblos o la evacuacion,., En ci em-
barcadero de Perm se disponian familias enteras sobre sa-
cos, crapos, junto a los baülcs de madera, ornados de tos-
cos dibujos laqueados; a veces formaban tribus o clanes de
personas andrajosas, de rostros cnnegrccidos. Junto a la ri.
hera, en hoyos cavados en la arena, habia carbones encen-
didos: alli cocinaban las gachas para los nih05. Los aduitos
masticaban cortezas de pan que Ilevaban de rescrva en los
sacos: ci pan segula racionado. El proceso de expropacion
de los kulaks * habia movido a ingentcs masas humanas
quc recorrIan el pals en busca de un lugar mejor, sin dejar
dc suspirar pot sus abandonadas isbas.
Pero, en rcalidad, no se podia habiar de cxpropiacion
de los kulaks; hacia tiempo ya quc fueron dcportados y
asentados en sus iugarcs de destino. Los de ahora cran
genres de la periferia que aguijoneados pot el temor
habian abandonado sus larcs y vagaban por todo ci pals;
se diriglan a cualquicr pant con tai de alejarse de su aidea
natal... Hcmos conocido muchas migraciones forzosas y
algunas voluntarias de pueblos: la gucrra civil, cl hambre
en las regiones del Volga y dc (Jcrania, la expropiacion dc
Jos kulaks, la cvacuación. Hasta ci comienzo mismo de la
guerra, las estaciones cstaban aün abarrotadas dc carnpesi-
nos que habian abandonado sus lugares nataics. Después
de la guerra, Ia gente voivió a moversc, pero no en ese no-
mcro, en busca de pan y trabajo. Toda familia quc conta-
ba con algOn hombre ansiaba Hcgar alli donde, segOri ru-
mores, hablan pan y demanda dc mano de obra. A veces

Cainpesino acomodado, (N. de la T.)

124
ci traslado se hacla organizadamente, es decir, por contra-
to previo. Pero en cuanto la gente se convencla de que lo
nuevo no eta mejor quc lo dejado, marchaba a otra pane
o regresaba a sus lares. Todo traslado forzoso —de cIties o
nacionalidades— provocaba oleadas de emigrantes volun-
tarios. Los niños y los viejos morian como moscas.
Las migraciones forzosas son algo absolutamente nuevo
que nos trajo ci siglo xx. O quizás se remonten a los
conquistadores egipcios y asirios? Vi trenes rcpktos de
hombres barbudos de Ucrania y Kubafl, luego vagones de
ganado precintados que se dirigian al tejano Oriente lie-
nos de exiliados, luego trenes con alemanes del Volga, con
tártaros, polacos, estonianos... Y de nuevo vagones-jaula
con deportados. Circulaban siempre, aigunas veces con
mayor frecuencia, otras con menor.,. Dc un modo algo
distinto salieron los aristécratas de Leningrado. Fuc la se-
gunda migraciôn masiva, que siguio al proceso de expro-
piación de los kulaks En 1935, Ajmátova y yo fuimos ala
estacién de Pavektsk para acompafiar a una frâgii mujer
que iba destinada a Sarátov —como residencia permanen-
te— en compañia de tics hijos pequehos. El permiso de
residencia no se lo dieron en la ciudad, naturalmente, si-
no en la regiOn. i Eran tan indefensos que bien podlan vi-
vir alit!... En La estaciOn encontramos ci cuadro habitual
en estos casos: no habia posibilidad de dat un Paso, todo
P
estaba lleno hasta más no poder, ero la gente no se sen-
taba sobre sacos, sino sobre maletas y pequefios baUles de
aspecto bastante bueno todavia, en los cuales aUn perdu-
raban algunas etiquctas extranjeras. Mientras nos abriamos
paso hacia el anden, fuimos constantcmente derenidas pot
viejas conocidas de Ajmâtova: nietas de decembristas, an-
tiguas damas y mujeres corrientes. cNo sabia yo que tenia
tantas aristOcratas conocidask, comentô Ajmâtova. Tania
Grigorieva, Ia esposa del hermano menor de Mandeistam,
una bolchevique sin particle, comentO con un mohin des-
deiSoso: i,A qué viene tanta indignaciOn? ,Por qué habria
de cargar Leningrado con cilos?i.
Let en cierta ocasiOn que en la historia de cada pueblo
hay un pertodo en el cual la gente .vaga en cuerpo y
espIritu ' . Es la fpoca de la juventud di pueblo, ci perlo-
do creador de su historia, que se exuende a lo largo de
muchos sigios y hare avanzar su cultura. Tambien no-

125
sotros somos vagabundos. Darã nuestro vagabundco ci
fruto del que hablaba ci pensador? Lo hemos pasado muy
mal, para conservar la fe en esos frutos. Sin embargo, no
podria negarlo. Todo ci pueblo, desde arriba hasta abajo,
aprendio algo, aunque, a] mismo tiempo, destniyo su cul-
tura y volvio al estado saivaje. Creo, sin embargo, que In
aprcndido es algo muy esencial.
Desde Cherdin a Kazan fuimos en dos barcos, y ci
transbordo en Perm resuitO bastante laborioso. Tuvimos
que esperar ci barco casi veinticuatro horas. No nos deja-
ron it al hotel porque Mandelstam no tenla pasaporte: se
In habian retirado en ci momento de la detencion. Ese pa-
saporte Cs un privzlegio del habitante urbano; en ci campo
no to tiene nadic, asI quc los .paletos no pueden ni soflar
con un hotel, In mismo que los ciudadanos caidos en
desgracia, aunque en los hordes nunca hay sitio ni si-
quiera Para los ciudadanos corrientes.
No pudimos sentarnos en ci embarcadero a causa de la
masa de ernigrantes voluntarios. Dearnbuiamos ci dia en-
tero pot la ciudad hasta caer rendidos en los bancos de un
anéznico jardin püblico; la palidez de los afortunados ni-
flos de Ia ciudad nos tenia muy sorprendidos, Recordamos
la sorprcsa que nos producia a veces ci color pajizo de la
piel de Ins niños moscovitas: era ci inicio dc un periodo
de penuria. La ültima y ea que In observamos fue en 1930,
cuando regresamos de Armenia. Acababan de subir Ins
precios y poco después Sc introdujo la cartilla de raciona-
miento. Moscü pagaba las consecuencias del proceso de
expropiaciôn de los kulaks. Cuando salimos, la capital se
habia recobrado ya, pero Perm scguia impresionando pot
su aspecto. Comimos en urj restaurante, pero de prisa y de
mala manera, ya que al lado dc cada mesita se formaban co-
las; la ciudad carecia dc producros y en los restaurantes se
conscguia algün quc otro sucedaneo dc comida.
Paralejamente con ci cansancio, la excitacj5n de Man-
deistam iba en aumcnto y yo temia una recaida. Los viajes
—uno con escolta y ci otro sin ella— agudizaban su enfcr-
medad. Pot la noche —seguiamos vagando per las ca-
lies— se cmpefiô en acudir a la ventanilla dc guardia del
Ministcrio de Seguridad Para cratar dc su asuntoi... El
encargado de la guardia lo echo de alli: cLárgate!... To-
dos los dias tcncmos a tipos como UI dando la latah..,
126
Mandeistam se recobro sUbitamente: g i Esta maldita yenta-
nilla atrac como un irnan!., me dijo y volvimos al embar-
cadero. Al referirse a ese periodo de tiempo, Ajmátova In
defmnio como celativamente vegetariano., pero el .1mm'
ya atrala todos Ins pensamientos. Dudo que existiera una
persona clue no pensara en interrogatorios, juicios, suma-
rios y fusilamientos,.. Tal yea entre los muy jóvenes hu-
biera seres tan felices.
El barco liege de noche. Después de recibir los billetes
en la taquilla destinada al ejErcito, no nos sentimos des-
terrados, sino hijos predilectos de la temible institución;
nos abrimos paso entre La tumultuosa rnuchedumbre y su-
bimos casi Ins primeros por la escala La genre nos miraba
con envidia y hostilidad. Al pueblo no le gustan Los privi-
legios y, como es natural, la muchedumbre del embarca-
dero de Perm ignoraba cuánto nos habia costado la grata
posibilidad de adquirir Ins billetes en una taquilla espe-
cial. En nuestra época el odio por Ins privilegiados ad-
quirió especial agudeza, porque hasta un pedazo de pan
solia set, a veces, un privilegio. De Ins primeros cuarenta
años, tuvimos cartillas de racionamiento por lo menos
diez y ni siquiera ci suministro de pan era por igual;
habla genre clue no recibla nada; otros, poco y Los terceros
lo tenian con exceso. cEsramos pasando hambre —.me dijo
ml hermano cuando regresamos de Armenia—. Pero aho-
ra todo es distinto. Han clasificado a la gente por catego-
rias y cada persona pasa hainbre o come de acuerdo con su
tango. Se Ic suministra exactamente aquello que
merece.. -. tin joven fisico —lo clue voy a contar sucediô
después de la guerra— dejo sorprendida a su suegra con la
siguiente frase cuando estaba comiendo un filete sumi-
nistrado pot la distribuidora de su suegro: cEstá muy rico
y, ademas, es tanto más agradable comerlo porque otros
no lo tienen.. La genre presumia de las raciones de su
suministro, de sus derechos y privilegios, Pero ocultaba su
cuantia a aquellos que las tenfan inferiores. Pot una ironla
del destino obtuvimos aquella yea el privilegio de adquirir
Ins billetes en la más cpura' de todas las taquillas privik-
giadas, y esto suscitó la envidia gener4. Pero nuestro as-
pecto distaba mucho de set privilegiadc y por ello la irrita-
don aün era mayor. Un cjefecillo, es decir, aquel que en
caso preciso puede dat una torn, impone siempre a

127
nuestra rnuchcdumbre y contra elk nada puede hacerse...
En cambio, ci personal del barco nos atendiO perfecta.
mente durante toda la travesla: sabian de memoria que
los primeros en subir la escala eran siempre personas dig-
nas de ese privilegio: tan cmportantes* que ni siquiera
daban propina...
Ocupamos un camarotc de dos camas, paseamos per la
cubierta, nos baflamos. . - En fin, que ci viaje lo hicimos
como auténticos turistas. Fuc precisamente en aquellos
dias de navegaciOn cuando la cnfermedad de Mandeistam
hizo crisis. Quedé incluso sorprendida del poco tiempo que
necesitO para recuperarse: tres dias de tranquilidad y repo-
so. Sc apaciguó inmediatamente, dormIa bien, Ida a
Pushkin, hablaba, con absoluta normalidad Incluso me
dejo admirada per todo un raudal de brillantes metáforas
comparativas respecto a Ins .constructores de milagros,
demostrandome que los juicios de analogia al uso entre
nosotros no resistlan ninguna critica. Era la primera yea
que hablaba de ese tema en aquelias áltimas semanas, ol-
vidado de si mismo y de Pa posibilidad de ser aniquilado.
Comprendi entonces quc habia superado su enfermedad.
No en vano Emma Guershtein Ic Ilamaba Ave Fénix, ci
ave clue despues de quemada renace de SUS propias ceni-
zas. Las alucinaciones auditivas, los ataques de miedo, la
excitaciOn y la percepción egocéntrica de la reandad no
voivieron a producirse; en todo caso aprcndiO a dominar
por si solo las ligeras recaidas. Pero la enfermedad no esta-
ba curada, sin embargo; en ci barco solo hizo crisis. Hasta
muy avanzado ci otoho siguiO muy excitado, se cansaba
muy pronto; ci cansancio era habitual en él porque, en
proporciOn, tenia un corazOn pequcño y aquel verano se
habia debilitado mucho. Adcmás, observe en CI una sensi-
bilidad enfermiza que no Ic era propia y una extrafla
apatia intelectuaL EmpezO a leer inmediatamente, Pero
evitaba todo ejercicio activo, y ni siquicra hojeaba a Dan-
te. Tai vez su retorno a ía normalidad fuera más lento
porque en Voronezh tuvo quo enfrentarse a nuevas cala-
midades. Primero enfermE yo de tifus, que atrapE segura-
mente en cualquier cstaciôn o embarcadero. Las calamida-
des populates siempre van acompahadas de tifus, y en
nuestro pars ci tifus ha sido endCmico hasta muy recicnte-
mente. En los hospitaics se falsea la csradistica y se susti-

128
tuye ci nombre de la enfermedad pot una cifra; la gente
no padece de tifus, sino de la enfermedad nümero 5 6 6.
No recuerdo la cifra exacta... Tambien de eso haclan
secreto de Estado, pan que los enemigos del socialismo no
supiesen que estábamos enfermos. DespuS del tifus, fui a
Moscü y pcsqué La disenterla. También esta enfermedad
se ocultaba y se catalogaba con un nUrnero. Me Ilevaron
pot segunda y ea a las barracas de infecciosos y me trataron
at modo antiguo. Los bactericidas no habian liegado aün a
Las barracas. Vishñevski cayó enfermo pot fa misnia fecha
y pot eso conoci la existencia de nuevos rnedicamentos ca-
paces de acelerar considerablemente la curación. Pero las
medicinas tambien se distribulan de acuerdo con las jerar-
qulas. Un dia me quejé de ello delante de on dignatario
ya jubilado, diciendo que todos necesitaban estas cosas...
çComo todos? —me contestô el dignatario—. cUsted
pretende que a ml me curen lo mismo que a cualquier
mujer de la Iimpieza?x.. La persona quc asi me respondió
era bondadosa y muy decente, pew quién puede set
cuerdo en on pals donde se luchaba as1 contra el igualita-
rismo?
Aunque a Mandelstam y a ml nos correspondia set tra-
tados de acuerdo con La categorla inferior, ambos nos cu-
ramos y se inició para nosotros la .tregua. de Voronezh
que habia de durar uses aflos.

No matarus

Dc entre todas Las formas de cxtcrminio de que dispone ci


Estado, Mandeistam odiaba sobre todo La Pena de muerte
o la tmedida suprema. como la clasificabamos pudorosa-
mente. No es casual, pot tanto, que en so deLirio habiase
con temor del fusilamiento. Reaccionaba con ttanquilidad
ante ci destierto, la deportación y otras formas de conver-
nt at set humano en polvo del campo: .T,u y yo a eso no
Ic tenemos miedo ' , me dijo, pero La soiaAdea de La ejecu-
ción Ic hacia temblar. En varias oca.siones nos enteramos
pot La prensa del fusiLamiento de diversas personas; en las
ciudades se fijaban a veces comunicados especiales con es-

129
te motivo. Estando en Armenia, lelmos el comunicado del
fusilamiento de Bliunkin (a no set que se tratase de
Konrad), fijado en todos los postes y Paredes, Mandelstam
y Kuzin regresaron al hotel impresionados y enfermos. -. A
Jos dos les resultaba insoportable La sola idea de la Pena
de muerte; Para ellos no solo simbolizaba toda violencia,
sino que se la imaginaban en forma muy concreta y pal-
pable. Para una mente femenina rational resultaba menos
perceptible y pot ello los traslados en masa, Jos campos de
trabajos forzados, las cârceles y demas métodos de escarnjo
humano eran aOn más odiados pot ml que la muerte in-
mediata. Para Mandelstam, no era asi y so primer conflic-
to con el Estado, demasiado joven * en aquel entonces, se
produjo pot su actitud ante la pena de muerte. La historia
del conflicto entre Mandelstam y Bliumkin se conoce pot
el relato que de él hizo Gueorgui Ivanov, relato inexacto
clue el conociO indirectamente y hermoseo. Erenburg, que
fue testigo de uno de los ataques de Bliumkin a Mandels-
tam —al verlo Bliumkin le amenazaba siempre con La pis-
tola— habla de eLlo... Tambien yo fui testigo de una de
esas escenas.
Ocurri6 en 1919. Mandelstam y yo estábamos en el bal-
cOn de un segundo piso del hotel Continental de Kiev
cuando de pronto vimos una cabalgata que avanzaba rápi-
damente pot la amplia avenida de Nikolaiev, compuesra
pot un jinete con una •burka. * negra al clue segula una
escolta a caballo. Al acercarse, el jinete de la aburka
negra levantO Ia cabeza y, al vernos, virO bruscamence su
montura y extendiO en nuestra direcci6n la mano con el
revOlver. Mandelstam se echo hacia atris, pew, en el acto,
se inclinO sobre la barandilla y saludo al jinete con la ma-
no. La cabalgata IlegO a nuestro nivel, pero la mano que
nos amenazaba con el revolver se habia escondido debajo
de la cburka,. Todo eso no dura más de un segundo...
Una vez, estando en el Câucaso, presencié un crimen: el
conductor de un tranvia, sin detenerse, math de un tiro a
un limpiabotas parado en la calle principal. Sc trataba de
una venganza de sangre. Toda la escena con Bliumkin se
desarrollO del mismo modo, pero no culminO con un dis-
paro; la venganza no lIegO a realizarse. Los jinetes dobla-

Capote dc ficitro rIpico del Cáuc2so. (N. de la T.)

130
ron la caile y se dirigicron a Lipki, donde se haliaba la se-
de de la Cheka.
El jincte de la .burka ' era Bliumkin, ci hombre quc
habla matado de un tiro a Mirbaj, .eI embajador del cm-
perador. Se dirigia, probablemente, a la Cheka, su lugar
de trabajo. Le habian encargado, segftn habiamos oldo
decir, una misiOn sumamente importantc y secreta ida-
cionada con la lucha contra ci espionaje. La cburka. y la
cabalgata cran, seguramente, ci tributo a los gustos de
ese misterioso personaje. Pero no acabo de comprendcr
cOmo se aunaba semejante cxhibición con el secrero dc su
actividad.
Tuve ocasiOn dc conocer a Bliumkin antes que a Man-
delstam. Yo habia vivido en cierta época con su mujer en
una diminuta aldea ucraniana en la cual se ocuitaban,
entrc un grupo de jOvcnes pintores y periodistas, aigunas
personas perseguidas pot Petliura. Después de la liegada
de los rojos, la esposa de Bhumkin se prescntó inopinada-
mente en ml can y me dio un saivoconducto a mi
nombrc, en ci cual se protegia ml casa y mis bienes. cPa-
ra qué es?, Ic pregunté asombrada. 41-lay que proteger a
los inteiectuaies., me respondio. Dc la misma manera las
mujeres de las miiicias obreras, disfrazadas de monjas, re-
partian iconos por las casas judias ci 18 de octubrc de
1905, con la esperanza dc clue eso les salvaria dc los .po-
groms.. Mi padre no presentó en ninguna ocasiOn de re-
gistro o confiscaciOn ese documento dc salvaguardia, cx-
tendido, además, a ml nombre, quc en aquel entonces s6-
lo, tcnia 18 aflos. Pucs bien, de boca de esa mujer, que
trataba de saivar a los intelectuales de esa forma tan inge-
nua, y de sus amigos, oi habiar profusamcntc del asesino
de Mirbaj y to vi varias vcccs de paso: aparccia y
desaparccia siempre repentinamente, con aire de conspira-
dor.
La scmcjanza entre la venganza de sangre y la escena
del balcon no era casual. Bliumkin habia jurado vengarse
de Mandclstam y mks de una VCZ se habia Ianzado contra
El, blandiendo el revolver, Pero janfás itego a disparar.
Mandelstam consideraba que sus amenazas eran gratuitas,
debidas al gusto que sentia por los efectos mciodramáti-
cos. .De quererio en serio, me habria matado hate tiem-
p0. ,Qué Ic cucsta disparar?., decla, Pero cada vez se

131
encogia involuntariamente cuando Buiumkin sacaba su re-
volver... Ese juego terminé en 1926 cuando Mandeistam,
at dejarme en ci Cáucaso y regresar a Moscü, se encontrô
pot casualidad en ci mismo vagón clue Biiumkin. Este, al
vet a su * enemigo., desabrocho demostrativamente la fon-
da, guardo La pistola en la maicta y le tendió la mano. Sc
pasaron todo ci camino charlando pacIficamerite. Poco
tiempo despues, supimos que to habian fusilado, El
problema con Biiumkin comenzó, precisamente, pot una
cuestiOn de fusilamiento. Gucorgui Ivánov, ateniéndosc al
gusto de lectores poco exigentes, adorno esa historia de tal
manera que acabo perdiendo todo sentido. La genre res-
perable, sin embargo, sigue citando su versiOn sin hacer
ninon caso de su falta de lOgica. La causa de quc esto
ocurra se debe a lo aislados que estamos unos de otros.
Poco antes de que hubiera surgido entre etlos ci conflic-
to, Bliumkin propuso a Mandeistam que colaborasc en
una nueva instituciOn que estaba a punto de organizarse y
a Ia cuat predecia un gran futuro. En opiniOn de Blium-
kin, esa instiwción marcaria la época y acabarla por con-
centrar todo ci poder. Mandelstam, asustado, se negO a
colaborar, aunquc en aquel entonces nadie sabla cull iba
a set ci catheter especifico de la nueva institución. A éI Ic
bastaba con saber que serla una instituciOn poderosa Para
apartarse de ella lo antes posible. Hula como un chiquillo
de todo contacto con las autoridades. En 1918 liege a
Moscü en ci tren gubernamental y vivio algunos dias en ci
Kremlin, en ci apartamento de Gorbunov. Una mañana,
en ci comedor comün a donde fue Para desayunar, ci anti-
guo iacayo del palacio, que se quedó Para atendcr al go-
bierno revolucionario y no habia Perdido sus mancras set-
viles y obscquiosas, Ic comunicO quc Trotski, en persona,
csaIdria a tomar café. Mandeistam agarrO su abrigo y saiiO
corriendo, sacrificando la ünica posibihdad dc comet en la
hainbricnta ciudad. No podia explicar de ninon modo ci
impulso que Ic hizo huir. .jYo qué séL. Para no dcsayu-
nat con 61... Un caso an5iogo Ic sucediO con Chichcrin,
cuando lo liamaron Para habiar con éi respecto a un traba-
jo en ci Comisariado de Asuntos Exteriores. Lo rccibiO
Chicherin y Ic propuso quc como prueba, pusiese en fran-
cés un teicgrama del gobierno y salió, dejandoio solo.
Mandclstam aprovcche la ocasiOn Para marcharse, sin in-

132
tentar siquicra cumplir ci encargo. .Por qué te fuiste?.,
Ic preguntaba yo; pot toda respuesta, se encogla de
hornbros. Si en lugar de Chicherin hubiera habiado con el
aigán ftzncionario de poca categorla, se habria quedado y
trabajaria en ci Comisariado, pero preferia mantenerse
alejado de la genre investida de autoridad... Tal vez ese
instintivo, casi inconsciente, rechazo de las autoridades le
salvara de muchos caminos falsos y funestos quc se le ofre-
clan en aquella época cuando ni hasta genre ya formada
comprendia nada. Cómo habria sido su destino de haber
ingresado en ci Comisariado de Asuntos Exteriores o en la
.nucva institución' a la cual Ic invitaba Bliumkin con tan•
ta insistencia?
Mandeistam comprendió pot primera vez las funciones
de esa cnueva institución durante su conflicto con Blium-
kin. Este se produjo en ci Café de los Poetas de Moscü y
es La ünica verdad en ci relato de Gueorgui lvinov. Pero
Bhiumkin no acudia a ese café en forma de un temible
chequista en busca de la vIctima de turno, como escriben
en Occidente; sino como an visitante deseado Estaba pro-
ximo a los circuios gubernamentales y Este es un factor
quc se aprecia grandemente en los medios literarios. El in-
cidente con Mandeistam se produjo unos dias antes del
asesinato de Mirbaj. La propia fecha en clue esto ocurriô
demuestra que ci término de cchequista' no significaba
nada. La Cheka acababa de set organizada y antes de ella
ci terror y los fusilarnientos estaban a cargo sic otras orga-
nizaciones, creo que dc los tribunales militates. En su con-
versación con Bliurnkin, Mandelstam dcbiO de compren-
der en qué consistian las funcioncs de la 4nueva institu-
ci6np a la, cual Ic invitaban a participar.
Scgün nos contó Mandeistam, Ehiumkin cmpezO a jac-
tarse delantc de éi de que tenha en sus manos la vida o la
macnc sic numerosas personas y quc se disponia a fusilar
a un ,intelectualillob detenido pot la .nueva instituciónx..
Era moda en aquelios aflos ci buriarse de los.encIenques
intelectualcs y permane*r indiferentes ante los fusila-
mientos; Bliumkin no solo seguia los dictados de esa mo-
da, sino que era uno de sus iniciadorcs y propagandistas.
El detenido era un historiador de artc, an conde hüngaro
o polaco, a quien Mandclstam no conocia. Al contarme
esa historia en Kiev, no recordaba ni el apeilido ni la na-

133
cionalidad del hombre a quien defendiO. Tampoco se dig.
n6 recordar ci apelhdo de los cinco viejos a quienes salvo
de set fusilados en 1928. Hoy dia resulta facil establecer la
personalidad del conde pot los materiales que publicO la
Cheka: en su informe con motivo del asesinato de Mirbaj,
Dzerzhinski mencionO que habia oldo hablar de Blium-
kin...
Las jactancias de Bliumkin, afirmando clue cdana ci pa-
saporte al intelectuaiiilo que se dedicaba a la Historia del
Arte, enfurecio a Otto encienque intelectual, Mandelstam,
quien declare que no se lo permitirIa. Bhumkin replice
diciendo que no toleraria que Mandeistam se inmiscuyera
en csus asuntos. y que Ic pegaria un tiro si intentaba me-
ter las naricess en eso... Durante la primera disputa, creo
clue Bliumkin IlegO a ameriazarte con el revOlver. Me ban
dicho que soila haccrio con sorprendente ligereza, inciuso
en su vida privada. Segun los relatos hechos en ci cxtran-
jero, Mandelstam, en un alarde de habilidad, se las inge-
niO para arrancarle de las manos la orden de arresto y la
rompiO... Pero, jdc qué orden podia tratarse? El histo-
riador ya estaba encerrado en Lubianka, por consiguiente
Pa orden de arresto hacia ya tiempo que figuraba en el su-
mario y no podia estar en manos de Bliumkin.,. Ademis,
un acto asi carecia de todo sentido: cualquier documento
puede renovarse... Conociendo ci temperamento de Man-
deistam, admito de buen grado que fuera capaz de arran-
car la orden de rnanos de Bliumkin y romperla, Pero ja-
más se habria limitado a elio. Eso no era lo habitual en €1.
SignificarIa que, asustado por las arnenazas de Bliumkin,
daba marcha atrás y para su propia satisfaccion organizaba
un pequeflo escandalo. En este caso, toda esa historia
vaidrIa Pa pena de set recordada como una ilustraciOn de la
decadencja de nuestras cosrumbres. Mas este asunto tuvo
su continuaciOn.
Al salir del café, Mandclstam the direcramente a la can
de Larisa Reisner y armO tal protesta que RaskOinikov, ci
inarido de Larisa, ilamo a Dzerzhinski y consiguió que re-
cibicse a su mujer y a Mandelstam. En ci informe que se
publicO sc dice que a la cita acudiO el propio RaskOlnikov,
Pero no es cierto. Con Mandelstam fue su mujer. Creo
que no habia fuerza en el mundo que obligara a RaskOlni-
kov a it a la Cheka pot un motivo semejante y menos con

134
Mandeistam, par quien no sentla ninguna simpatia. Las
a.ficiones literarias de Larisa Ic irritaron siempre.
El resto del informe es bastante exacto: Dzerzhinski es-
cucho a Mandeistam, pidio ci sumarlo de la causa, Ia
acepté como fiador y ordcno que pusieran en libertad at
historiador. No sé si esta oMen fue cumplida o no. Man-
deistam ucla que si, pew aflos más tarde y en una si-
tuación similar, supo que despuEs de la orden dada par
Dzcrzhinski, en presencia suya, ci detenido no fue puesto
en liberrad... En 1918, ni Se Ic ocurrió siquiera coinprobar
si La promesa del alto dignatario se cumplió o no. Pero
habia oldo decir, no recuerdo a quién, que ci conde fue
puesto en liberrad y habia regresado a su patria. Adcmás,
La conducta posterior dc Bliumkin tambiën In
demostraba...
Dzerzhinski se intcrcsó por ci propio Bhiumkin y pie-
gunró a Larisa pot él; ella no sabia en rcalidad nada sobre
él, Pero habló inucho y con gran falta de tacto, de 10 cual
se me quejô despues Mandelstam. Larisa se distingula pot
ella... En todo casO su locuacidad no perjudicó a Blium-
kin, ni atrajo la atención hacia su persona; las quejas de
Mandeistam sabre sus maneras terroristas frente a los dcix-
nidos fucron, como era de csperar, la voz quc clama en ci
desierto. Si en aquci entonces hubicran prestado atención
a Bliumkin, ci famoso asesinaro del cmbajador alcmán
P
podia haberse evirado, ero eso no sucediô. Bliumkin Ile-
v6 a cabo su plan sin ci ins minimo irnpcdimcnto.
IDzerzhinski rccordo la visita de Mandelstam solo después
del asesinato de Mirbaj y to utilize en su informe con ci
exciusivo prop6sito dc demostrar que estaba informado.
lncluso olvidO quién estaba con él duranre aqucila visita.
Dcspués del ascsinato de Mirbaj, Bliumkin fue apartado
del trabajo duranre un cie rto ricqipo, Pero no tardo en
regresar, permaneciendo en et misIho hasta su ejecuciOn.
,Por quf, entonces, no sc vengO Bliumkin dc Mandels-
tam, como amenazaba, par haberse inmiscuido en sus
asunros y haber triunfado incluso? Biiumkin, en opiniOn
de Mandeistam, era un ser terrible, pew nada tenia de
primitivo; afirmaba que Bhiurnkin jamis pensó en ma-
tarlo: lo auth varias vcccs, Pero siempre permitia que lo
dcsarmaran Los que esraban presentes en esas escenas y en
Kiev U mismo guardO ci revOlver... Al esgrimir el alma,

135
Bliumkin, furioso y vociferante coma un poseso, tendia
tributo a su temperamento y su amor pot causar impre-
sión: era pot naturaleza un terrorista impetuoso y freneti-
co, al estilo de los de antes de la revoluciOn.
Cabia plantearse otra cuestiOn: cOmo armonizar la re-
pulsiva jactancia de BIiumkin con respecto a los asesinatos
y su desprecio par los cinteiectualilloss., destinados al sacri-
ficio, con la actividad de su csposa, clue procuraba salvar,
de un modo ingenuo Pero sincero, a Los intelectuales? Es
posible también que mi conocida de la aldea ucraniana
fuera tan solo una .esposa casual. de Bliumkin, como era
frecuente en aquel medio, y no compartiera, ni mucho
menos, sus opiniones... Pero con hombres de la formacion
de Bliumkin jamás se podia tenet la seguridad de que la
apariencia correspondia a la realidad, a 'a esencia de la
persona; hay genre dispuesta a suponer que su actividad
encerraba un plan oculto y que con sus repulsivas charlas
respecto de los fusilamientos de los .intelectualillos en-
clenques* trataba de suscitar la desconfianza hacia la
•nueva instituciOn., donde trabajaba coma representante
de los socialistas de izquierda. En este caso, la feaccion de
Mandeistam era la que Cl trataba justamente de conseguir
y par ello no se produjo la venganza... Todo eso podria
aclararlo sOlo un historiador que estudiara esa extraña epo-
Ca y a ese sorprendente personaje.
A mi juicio, no existla ningUn segundo plan oculto y
los chiquillos que en aquel entonces hacian La historia se
distingutan par una crueldad e inconsciencia infantiles.
Por qué es más fácil convertir en asesinos a los más jove-
nes? Por qué precisamente Ins jOvenes tienen ese criminal
desprecio pot la vida humana? Esto se hace particularmen-
te visible en Cpocas fatales cuando corre la sangre y ci ase-
sinato se convierte en fenómeno cotidiano. Nos azuzaban
conio Si fueramos perros Contra la gente, y la jauria, la in-
sensata jauria aullante, lamia [as manos del cazador. La
actitud antropOfaga se extendla coma una plaga conta-
giosa. Yo misma experimentC un ligero acceso de ese mal,
Pero tuve la suerte de topar con un medico hIbil. En
Kiev, en ci estudio de Ekster, un amigo de paso, no re- -
cuerdo si era Roshal o Cherniak, leyO unas copias de
Maiakovski relativas a cOmo ahogaban a los oficiales en el
canal dc Moika, en Petrogrado. La copia me hizo gracia y

136
me echE a reIr, Pero Erenburg me atacO con furia; me riflO
tanto, que hasta Ia fecha siento respeto por éì a causa de
ella y también per ml misma, ya que la caprichosa chi-
quilla que era yo entonces supo escucharle dOcilmente y
aprender la lecciOn pan toda la vida. Esco ocurrió antes de
que conociera a Mandelsram y éI ya no tuvo que curarme
de accesos tie antropofagia y explicarme ci motivo que le
irnpulsO a interceder pot ci conde.
Esto es, precisamente, lo clue casi nadie comprende en
nuestro pals y muchos hasta la fecha me siguen pregun-
tando la razOn de la conducta de Mandeistarn, es decir,
pot qué intercedió par una persona desconocida en una
época en la cual se fusilaba a diestro y siniestro. Se
comprende la intercesiOn pot uno de los .suyos: pariente,
amigo, chOfcr, secretaria. -. Inciuso en vida de Stalin se
hacian estas gestiones. Pero cuando no hay interés perso-
nal, uno no debe inmiscuirse. La gente que vive en régi-
men dictatorial no tarda en sentirse completamente impo-
tente. La idea de la propia y total impotencia se aduefla
muy pronto de los hombres que viven bajo una dictadura
y en ella encuentran el consuelo y la justification a su pa-
sividad. Acaso lo que yo diga impedira Jos fusilamien-
tos?.. iEso no depende de mI!.. jQuién me va a hater
caso!. . - MI hablaban los mejores de entre nosotros y la
costumbre de medir nuestras propias ftierzas trajo por
consecuencia que todo David que trataba de atacar a Go-
hat con las manes vacias provocaba ónicamenre la perple-
jidad y el encogimiento de hombros. En esa situaciOn se
hallO Pasternak cuando en un periodo de.iiempo peligro-
sisimo se negO a firmar una carta colectiva de escritores
clue aprobaban ci fusilamienro de turno de los cenemigos
del pueblos... He aqul ci por qué los Goliat exterminaban
con tanra facilidad a Jos ültimos David.
Escogimos todos ci camino más facil: callábamos en La
confianza de que no nos mararian a nosorros sino . al veci-
no. No sablamos siquiera quién entre nosorros mataba y
quién se salvaba simplemente, gracias a su silencio.

137
La mujer 4e la revolución rusa

cDcbemos crear ci tipo de la mujer revolucionatia rusa.,


dijo Larisa Reisner aquella ünica vel que la visitamos des-
puS de nuestro regreso del Afganistán. cLa RevotuciOn
Francesa crco un tipo de mujer y nosotros debemos tenet
ci nuestro. Eso no significa que Larisa se dispusiera a
escribir una novcia sobre las mujeres de La revoluciôn [usa;
pretendia ünicamente crear ci prototipo y set ella quien to
representase. Pan eso cruzaba los frentes, iba a Alemania
y Afganistán. A partir de 1917, hallo su camino en La vi-
da, ayudada pot [as tradiciones famiiiares. El profesor
Reisner, cuando estaba en Tomski ya se habla acercado a
los boicheviques y Larisa se encontró en ci campo de los
vencedores.
Durante nuestra visita, Larisa nos conto infinidad de
historias y se traslucia en ellas la misma ligereza con clue
Bliumkin blandia su revolver y su misma aficion pot los
efectos espectacuiares. Pan construir ci etipo femenincm,
Larisa utilizO tin material parecido al de Biiumkin. No se
parecla en nada a quienes suspiraban a hurtadillas en su
almohada, quejindose de su impotencia: en su medio
florecia ci cuRe a la fuerza. Desde In ms remoto de Los
sigios, ci derecho a utilizar La fuerza se justificaba pot ci
bien del pueblo: hay que tranquiiizar at pueblo, hay clue
dat de comet al pueblo, preservarlo de todos los males...
Larisa desdeflaba semejante argumentación e, inciuso,
habia desterrado de su lexico la palabra cpuéblo. En ella
vela los viejos prejuicios de los inteiectuales. El filo de su
ira y énfasis denunciador iba dirigido contra la intelec-
tualidad. Berdiaiev se equivocaba al creer que fuc ci
pueblo quien acabO con la intelectualidad, ci mismo
pueblo en hen del cual se sacrifico en otros tiempos. Los
inteiectuales se dcstruyeron a sI mismos, aniquiiando en si
mismos, como hacia Larisa, tpdo aqueibo que contradecia
ci culto de La fuerza.
Durante aquella visita, Larisa dijo de paso que se habia
traicionado a si misma, al acompa5ar a Mandeistam en su
visita a Dzerzhinski: 'xQué necesidad tenla de salvar a ese
conde? 1Todos son esplas! ' ... Y con cierta coquetetIa se
me quejO de Mandebstam: gMe atacO de tab modo quc ni

138
tiempo me dio de reflexionar y am me vi metida en ese
No.,.. En efecto, por qué habia accedido, en contra de
sus convicciones, a interceder por un .intelectualillo. des-
conocido? Mandeistam consideraba que Larisa quiso de-
mostrarle In influyente que era y alardear de su proximi-
dad a los medios gubernamentaies. A mi juicio, curnp!ió
simpiemente un capricho de Mandelstam, a quien estaba
dispuesta a mimar de todas formas por sus poesias. Larisa
no pudo superar su amor pot la poesla, aunque hacerlo
formaba pane de su programa. El amor pot la poesia no
coincidIa en absoluto con la imagen de la mujer de la re-
volución rusa creada en su imaginación. Durante los pri-
macs ahos de La revolución habia muchos amantes de ía
poesla en ci campo de los vencedores. Como cornpagina-
ban ese amor con su moral de salvajes; cSi yo mato está
bien; si me mann a ml, está mab?
Larisa, ademas de amar la poesia, conuiaba en secreto en
su eficacia, y Para ella la ünica mancha oscura en los ana-
Its de la revolución era el fusilamiento de Gumiliev.
Cuando esto sucedió, ella vivia en Afganistan y pensaba
que de estar en Moscü habrIa inrervenido a riempo Para
evitar la ejecución. Duranre la visita, traré nuevamente de
esre tema y fuimos restigos del nacimiento de una Ieyen-
da: la del telegrama de Lenin ordenando que no se
cumpliese La ejecución. Aquella tattle, Larisa nos presentó
una version nueva de esa leyenda. La madre de Larisa, a!
saber Ic quc se disponian a hater en Leningrado, se dirigio
al Kremlin y convenciO a Lenin de que mandase el te-
legrama. Hoy dia ese papel de inrermediariThe Ic adjudi-
ca a Gorki; dicen que fue El quien Sc puso en contacto
con Lenin... Pero ninguna de las dos versiones correspon-
de a la realidad. En ausencia de Larisa, visiramos varias ye-
ces a sus padres y su madre se lamenuba ante nosotros de
no haber concedido importancia a la derencion de Gumi-
hey y no haberse entrevistado con Lenin, tal vez hubiera
conseguido algo... A Gorki se le pidio, en efecto, que in-
tercediera... Fue a verlo Otzup. Gorki no sentla ningun
aprecio pot Gumiliev, Pero prometió que haria gesriones.
Sin embargo, no cumpliO su promesa. El veredicto fue
dicrado con increible pronrirud y su ejecuciOn se hizo
püblica inmediatamente. A Gorki nile din tiempo a mi-
ciar sus gestiones... Cuando empezamos a oft emotivas

139
versiones respecto at telegrama. Mandeistam solia recordar
ci nacimiento de esa leycnda en la habitación de Larisa.
Antes de su regreso tile Afganistân, no circulaban estos ru-
motes y todos sabian clue a Lenin no Le importaba nada
un poeta de quien jams habia oldo hablar. Pero, por
qu6 en nuestro pals, donde se vcrtio tanta sangre, es tan
duradera esa leyenda? A cada paso me encuentro con per-
sonas que IIcgan a jurar que ci tal telegrama aparece
publicado en un tomo de las obras compktas de Lenin o
bien cl ue permanece intacto en un archivo. Esta leycnda
"ego hasta los oldos del escritor de los pantalones
estrechos, ci quc ileva una cajita con caramelos en un bol-
sililo. Me prometiO, inciuso, cnscñar ci tomo donde €1,
con sus propios ojos, IeyO csc telegrama, Pero no cumpltO
esa promesa. El mito inventado pot Larisa Para encubrir
su propia debitidad continuarâ viviendo largo tiempo aim
en nuestro pals.
Larisa tuvo menos suerte con la imagen de la mujer dc
la revoluciOn rusa clue con ci mito del telegrama. Esto se
debe, quizás, a cl ue pertenecia más at campo de los vence-
dores cl ue at campo de Los luchadores. Mandeistam me
contO quc RaskOInikov y Larisa vivian en ci hambriento
Moscü con auténtico lujo: en on palacete, con criados,
una mesa esplendidamente servida, etc... En eso Sc distin-
gulan de los boicheviqucs de la vieja gcncración, quienes
conservaron durante mucho tiempo hábitos muy modes-
ins. Larisa y su marido hallaron una justificaciOn adecuada
a su manera de vivir: construimos un Estado nucvo, somos
necesarios, nuestra actividad es creadora y, por eHo, seth
una hipocresia renunciar a lo quc siempre corresponde a
las personas que ostentan ci poder. Larisa fue una adetan-
tada a su tiempo y, desde ci principio aprendio a combatir
ci igualitarismo, quc aim no se conocia bajo csc nombre.
Recuerdo cl ue Mandeistam me contO la siguicnte histo-
na sobre Larisa: at comienzo mismo de la revoluciOn fuc
preciso detener a unos militates, creo que se trataba de ai-
mirantes (entonces se its ilamaba especialistas militates).
Los RaskOinikov se prestaron a ayudar: invitaron a los al-
mirantcs a utia cena en su casa; éstos se prcsentaron proce-
dcntcs del frente o de otras ciudades. Larisa, excelente an-
fitriona, agasajô cspiendidamente a sus invitados y Los
chequistas Ics sorprcndicron a todos, sentados tranquila-

140
mente ante la mesa y sin disparar un solo tiro. Sc trataba
de una operación realmente peligrosa, que se desarro11
perfectamente gracias a La habilidad con que supo Larisk't
tenderies una trampa... ;.
Larisa era capaz de muchas cosas, pew tengo la pl4ia
seguridad —y no sé pot qué— que de haber estado dila
en Moscü cuando detuvieron a Gumiliev, habrIa con'
guido sacarle de la cárcel y si en ci perlodo de la detencion
de Mandeistam An se hubiera hallado con vida, y en po-
scsión de influencias, habria hecho todo to posible pot sal-
varlo. Aunque de nada se puede esrar seguro: La vida cam-
bia a la genre.
Las relaciones entre Larisa y Mandeistam eran muy
amistosas. Ella quiso Ilevitselo a Afganistn, pero se opu-
so Raskólnikov. La visitamos cuando ya habia dejado a
Raskólnikov, pero nuestras relaciones terminaron con esa
visita: Mandelstam se sentia muy lejos de la mujer de la
revoluciôn rusa. Lamentó su muerte y una vez, ya en
1937, me dijo que Larisa tuvo mucha suerte: habia muer-
to a tiempo. En aquel aflo infinidad de personas de su
medio fueron exterminadas.
Raskólnikov era un elemento extraflo en todos los senti-
dos. En cierta ocasión bombardee literalmente a Mandels-
tam eon sus telegramas: fue cuando ocupo ci puesto que
deja Voronski como redactor de .Krâsnaia Nov. (Noveda-
des Rojas). Resulta extraho, pero Ins escritores que publi-
caba Voronski, los asi ilamados ccompañeros de viaje,
boicoteaban la revista y a su nuevo redactdrrque sin nm-
gun miramiento ocupO ci sillon del creador de Ia revista,
destituido repentinamente. Raskólnikov estaba tan necesi-
tado de material que acudió incluso a Mandeistam. Con
motivo de esos telegramas, Mandeisram comenté: eMe da
to mismo quién sea ci director, Voronski o RaskOinikov:
ninguno de ellos pubhcara nada mb,. - - Los ccompaneros
de viaje' olvidaron pronto a su primer protectory no vol-
vieron a reaccionar ante ci cambio del redactor-jefe. Man-
deisram se habria quedado con su .Rumor del Tiempo ' en
las manos si en una editorial particular no clausurada
todavia, •Vremia' (El Tiempo), no estuviese trabajando
Gueorgui Blok.
Todos aquellos que conoció Larisa cuando era todavia la
hija del profesor Reisner, cuando editaba una pequefla re-

141
vista absurda, visitaba a los poetas y les lela sus primeros
poemas ridiculos y tambien luego cuando intentó set la
mujer de la revolución rusa., hablan perecido prcniatura-
mcmx. Era bella con la pesada y maciza belleza alernana.
En la clinica del Kremlim, donde murió, La cuidaba su
madre, que se suicido inmediatamente después de La
muerte de su hija. Estabamos tan poco acostumbrados a
una muerte pot enfermedad, que no acabo de creer que
un tifus corriente haya podido lievarse a una mujer tan
llena de Vida y belleza. Contradictoria y desenfrenada, pa-
g6 con su temprana muerte todos sus pecados. A veces me
inclino a pensar que fuc ella misma 'a que inventé toda La
historia de Los almirantes para adornar con un asesinato su
imagen de 'mujer de la revoluciOn rusa'. La gente que
construla lo tIUCVO se esforzaba freneticamente pot de-
mostrar clue todas las leycs, como la de ,no matarãss., pot
ejemplo, eran pura hipocresia y mentira. Esa misma Larisa
fue Ia que visitO un dia a Ajmâtova en la época del
hambre y quedO horrorizada al vet en qué miscria vivia. A
los pocos dias volviO a presentarse con un fardo lieno de
ropa y un saco con productos conseguido pot medic, de
cupones. No debemos olvidar que conseguir un cupOn en
aquellos tiempos era tan diuicil como sacar a un preso de
la carcel.

Correas de transmisión

El milagro Cs un fenOmeno que consta de dos etapas: la


primera consiste en hacer Ilegar la carta o la peticiOn al
destinatario, que se halla fuera de los Limites accesibles.
DC no hacerlo asi, la carta seguiria el camino burocratico
habitual que no ofrece ninguna posibilidad de milagro.
Hay millones dc cartas, pero Ins milagros se pueden contar
en los dedos de una mano. En este sentido no cabe ni
hablar siquiera de igualitarismo. La primera etapa es in-
dispensable.
Los teLegramas enviados a los que detentaban ci poder
se habrian perdido irremisiblemente, como me predijo La
encargada de la ropa en Cherdin, de no haber enviado Co.

142
pias a Bujarin. . - Mi consejera de Cherdin no tonió en con-
sideracion ese detalle, pero de hecho tenia toda La razón.
Bujarin era igual de impulsivo quc Mandelstam. No se
prcguntó a si mismo: tY qué tengo yo que ver con ese
conde?x., ni se puso tampoco a medir sus £.ierzas: .A vet si
consigo resolver esas cosas... En yea de ello, se sentó ante
su mesa y escribio a Stalin, Lo hecho pot Bujarin se sale
pot completo de las normas de conducta admitidas entre
nosotros. En aquel entonces ya no quedaban en nuestro
pals hombres capaces de estas acciones impulsivas: habian
tenido tiempo de reeducarlos o exterminarlos.
En 1930, en una pequefla casa de reposo de Sujurni,
destinada a muy altos dignatarios, y a la cual fuimos en-
viados pot un descuido de Lakoba, la esposa de Ezhov en-
tabló conversaciôn conmigo: cA nosoros nos visita Pil-
niak., me dijo, A casa de quién van ustedcs?. ComentE
indignada esa conversaciOn con Mandclstam, pew €1 me
tranquilizO: ,Todos van a casa de alguien. Al parecer no
se puede vivir de otto modo. Tambien nosottos 'visita-
mos" a Bujarin.
.Visitábamos. a Bujatin desde el aho 1922 cuando
Mandelstam hacla gestiones en favor de su hermano Ev-
gueni, a quien hablan detenido. Mandelstam debe a Bu-
jarin todos los claros en su borrascosa existencia. Su libro
de poemas del afto 1928 jaxnás habria visto La iuz sin la ac-
tiva intervenciôn de Bujarin, que consiguió galujse para
elk el apoyo de Kirov. El viaje a Armenia. la casa, los su-
ministros, los contratos pan ediciones posteriores, que pe-
st a no set realizados eran abonados, cosa muy esencial ya
que a Mandelstarn no le admitlan en ningün trabajo, todo
eso era obra de Bujarin. Su ültimo regalo ftie el traslado
de Cherdiñ a Voronezh.
En la decada de Ins aflos treinta, Bujarin se quejaba ya
de no tenet ccorteas de ttansn1isi6nx Perdia influencia y,
de hecho, Sc hallaba muy aislado. JamIs negaba su ayuda
a Mandelstam y se atormentaba pensando a quién acudir,
pot mediacion de quién actuar. Y en el cenit de su gloria,
a finales de la década de los aflos veinte, ese hombre que
apenas si habla alcanzado los cuarenta aflos y se hallaba en
el mismisimo centro del movimiento comunista niundial,
que lLegaba al edificlo gris, visitado pot representantes de
todas las razas y nacionalidades, en un automovil negro

143
escoltado por tres o cuatro coches iguales donde viajaban
sus guardacspaldas, decla cosas en las cuales ya se
vislumbraba ci future.
Un dia, Mandelstam se enterO casualmente de la inmi-
nente ejecuciOn de chico ancianos y Ileno de ciega furia
corria por todo Moscü exigiendo La derogaciOn de la sen-
tencia. Todos se iimitaban a encogerse de hombros y se
dirigiO entonces a Bujarin, la ñnica persona que sahia es-
cuchar los argumentos sin preguntar: çY a usted qué Ic
imporra?.. Como alegaro final contra esa ejecuciOn, Man-
deistam enviO a Bujarin su tiltimo libro editado,
•Poemass, con una dedicatoria: En este libro cada verso
habla en contra de lo que usredes se disponen a hater...
No pongo esta frase ernie comillas, porque no la recuerdo
textualmente, sino tan sOlo su sentido. La sentencia fue
derogada y Bujarin se lo comunicó con un relegrama a
Yalta, a donde Mandelstam, agotados todos sus argurnen-
tos, flue pan reunirse conmigo. Al principio, Bujarin tratO
de proegerse contra sus presiones; en cierta ocasiOn habia
dicho: .Nosotros, los boicheviques, niiramos esras cosas
con senciilez: cada uno de nosotros sabe que también a El
puede sucederle. No se puede asegurar nada.... Y para
ilustrar sus palabras, nos contO que un grupo de komso-
moles de Sochi acababa de set pasado por las armas acusa-
do de corrupción... Mandelstam recordO esas palabras du-
tame ci proceso de Bujarin.
Desde qué lado esperaba el golpe ese bolchevique que
no podia asegurar nada? Tendria miedo de que resucita-
ran los vencidos enemigos o bien intula que la tormenta
vendrIa per parte de los suyos? Solo podiarnos hacer con-
jeturas: a una pregunta directa, ci hombre de la barba ro-
jiza nos habria respondido con una broma.
En 1928, en un despacho donde convergian los bibs de
los grandiosos logros del sigbo xx, dos hombres condena-
dos hablaban de la peru de rnuertc. Ambos caminaban
hacia su perdiciOn, pero pot caminos distintos; Mandels-
tam segula creyendo que el •juramenro excebso al cuarto
estamento' le obligaba a reconocer Ia reabidad soviética,
todo cja excepciOn de la pena de muerte!. La doctrina de
Guertzen sobre .prioritas digniratis. Ic habia preparado
para admitir las innovaciones; esta doctrina supuso en su
tiempo una fuerte zapa para las ideas de la soberania po-

144
pular. .Qué significa la mayorIa mecânica?, decia, tra-
undo de justificar Ia renuncia a las forrnas democráticas
de gobierno... No debemos olvidar, además, que la idea
de educar at pueblo también pertenece a Guertzen, aun-
que *1 lo suavizO con la formula siguiente: .por ci camino
de las leyes y las instituciones.. No radicará en ello ci
error inicial de nuestra época y de cada uno de nosotros?
zQué necesidad tiene el pueblo de que to eduquen? iQuE
satánico orgullo se necesita para imponerse por educador!
Tan solo en Rusia la aspiraciOn de instruir at pueblo the
sustituida per la consigna de educarlo. Y el propio Man-
deistam, convertido en objeto de educaciOn, the uno de
los primeros en rebelarse contra su esencia y sus metodos.
El camino de Bujarin fue totalmente distinto. Sc dio
clara cuenta de que el nuevo mundo en cuya edificaciOn
tomO tan activa parte era terriblemente distinw a! imagi-
nado. La vida no se atenta a los esquemas, pero estos
fueron deciarados intangibles y estaba prohibido comparar
los designios con las realidades. El determinismo teórico
habla originado, como era de esperar, dirigentes prácticos,
nunca vistos, que prohibieron audazmente todo estudio
de la rcalidad: para qué socavar los cimientos y suscitar
dudas superfluas si La historia, de todas formas, nos con-
duciri at objetivo previsto? Cuando los sacerdotes están li-
gados per La cauciOn solidaria, los réprobos no piitden es-
perar misericordia alguna. Bujarin no çcnegaba de nada,
pero presentia ya que no podria evitar el foso a donde Ic
conduciria la duda o la amarga necesidad de Llamar algu-
na vez las cosas por su propio nombre.
En cicrta ocasiOn Mandeistam se le quejO de que en las
Ediciones del Estado no se percibla un csano ainbiente so-
viético.. qY qué ambiente hay en otras instituciones?., Ic
preguntO Bujarin. €Lo mismo que en un buen basurero!
Hieden!.... tUsted no sabe hasta qué punto Ic hacen a
uno La vida linposibln, Ic dijo Mandelstam en otra oca-
siOn. •Que no lo sé!., exciamO Bujarin y se echO a relr a
La par que su secretario y amigo.
La regla fundamental de la época era no vet la realidad.
Los gobernantes debtan operar solamente con las catego-
rias de to deseab!e, y subidos en sus tortes de mar61
—eran ellos los que alit estaban y no nosotros— con-
templar con benevolencia ci pulular de [as rnasas. EL

145
hombre que sabla que de Ins ladrillos del futuro no se
podia construir ci presente, se reconciliaba de antemano
con ci inevitable final y ci exterminjo. Y, en realidad,
qué otra cosa podia hacer? Todos estabamos preparados
para este final. Mandelstam, al despedirse de Ajmatova en
ci invierno de 1937-38, Ic dijo: cEstoy preparadopara mo-
rim. Esta frase, en sus mks diversas variantes, Ia of decir a
decenas de personas. cEstoy preparado pan todo,, me di-
jo Ercnburg al despedirse de ml en ci pasillo. Viviamos la
etapa del proceso a los medicos y de la lucha contra ci cos-
mopolitisrno, y su turno se aproximaba. Una época
segula a otra y siempre estábamos dispuestos a todo.
Gracias a Bujarin, Mandeistam vio con sus propios Ojos
las primeras manifestaciones de lo onucvob que surglan
ante nuestra vista, y supo con bastante antelacion de don-
de habrla que esperar la tormcnta. En 1922, cuando dew-
vieron a Evgueni, rccurriO pot primera yea a Bujarin.
Fuimos a vcrio al hotel Metropol. Bujarin liamo inme-
diatamente a Dzerzkinski y Ac pidiO clue rccibiera a Man-
delstam. La entrevista tuvo lugar a la mañana siguiente.
Era La segunda y ea que entraba en la instituciOn a la cual
habia pronosticado Bliumkin un ftuuro tan grandioso, y
pudo comparar ci periodo del terror rcvoiucionario con el
de la formacion de un Estado de nuevo tipo. Dzerzhinski
no habia renunciado aün al viejo estiio. Recibio sencilla-
mente a Mandelstam y Ic propuso clue saliera fiador de su
hermano. Esta propuesta, a dccii verdad, fuc sugerida pot
Bujarin. Dzerzhinski descolgo ci auricular del teLefono y
dio las disposiciones pertinentes al juez. A la mañana si-
guiente, Mandelstam visito al juex y saiio de aili muy
impresionado. El juez ilevaba uniforme y Ic acompafiaban
dos guardaespaldas. cHe recibido la disposicion —le co-
municó—, pero no podemos accptarlo como fiador de su
hermano.. La causa de la negativa era la siguiente: cSerâ
rnuy violento para nosotros tenet que detenerlo si su her-
mario comete un nuevo delito,.. Dc esto se deducia que
ya habia un dehto. * Un nuevo deiito., dijo Maldeistam de

En 1952 on grope de medicos del Kremlin, judlos en so mayeria,


fue acusado de tratar de envenenar a los dirigentes soviCticos. Iras Ia
muerte de Stalin fueron liberados. Cosmopolita era on eufemismo pot
.;udio..

146
regreso a can. ,A base de qué Ic habran fabricado?.. No
sentiamos ninguna confianza y temiamos que pudieran
implicar a Evgueni en aiguna causa. Se nos ocurriO pensar
que la dispcsición dada pot Dzerzhinski habla sido hecha
en un tono clue no obligaba al juez a nada.
La forma de la negativa era todavia bastante amabie, a
usced no In detendriamos, venian a decir, pero ci ambien-
te general, toda esa poinposidad de La guardia armada, ci
aire misterioso y la intimidacion .51 comete un nuevo deli-
to., tenian resonancias nuevas. Las fuerzas a las quc din
vida la generación anterior se saran de Los Ilmites sefiala-
dos- Dc esta manera iba madurando maestro futuro que
en nada se parecla al terror rojo de Los primeros dias de la
revoluciôn. Sc elaboraba, inciuso, una fraseologla nueva:
estatal. Pot muy terrible quc fuera ci terror de Ins prime-
ros dias, no puede compararse con ci pianificado y masivo
exterminio al que ci poderoso Estado de .nuevo tipo. con-
dena a sus sübditos de acuerdo con las leyes, instruc-
clones, disposiciones y aclaraciones emanadas de jurados,
secretariados, asambleas y, simplemente, desde carriba.
Bujarin al enterarse del recibimiento hecho pot ci juez,
se enfureció. Su reacción fue tan violcnta que nosjcjó
sorprendidos. Dos dIas más tarde vine a vernos para decir-
nos que no habia ninon delito, •ni viejo ni nuevo,, y
que Evgueni seria puesto en libertad dentro de dos dias.
Estos dias suplementarios se necesitan para conduit ci su-
mario sobre un delito no cometido.
Qué explicación cabe dat a la reacción de Bujarin?
Tambien El era partidario del terror, ,por qué, entonces,
se indignaba? Habian detenido a un jovcnzuelo para ha-
cet un escarmiento entre Los estudiantes, no Ic amenazaba
ni ci flisilamiento, era un asunto de lo más corriente. - -
,Que Ic habia pasado entonces a Bujarin? No habria in-
tuido rambién €1 eso cnucvo. que se cernia amenazador
sobre todos nosotros? No habria recordado la escoba ma-
gica descrita per Goethe que ilevaba ci agua pot orden del
discipulo del mago? Habrla comprendido que ni ei, ni
sus compaheros, conseguirian frenar las fuerzas que des-
pertaron, al iguai que no pudo detener la escoba ci pobre
discipulo del mago? No, In más probable, quizás, fue clue
Bujarin se hubiera indignado simplemente de quc un sac-
noso juez de instnucción meticra sus narices en algo que

147
no Ic incumbia y no cumpliera ]as disposiciones de Ins su-
periores en jerarquIa. La máquina, habria pensado, no es-
0 a punto todavIa y funciona con aitibajos. Bujarin fuc
siempre hombre de gran temperamento, de reacciones H-
pidas y violentas, pero su indignacion la expresaba de di-
versos modes en las diversas épocas. Hasta ci ãñø 1928,
exciarnaba: .Idiotash., y agarraba ci auricular del telefo-
no, Pero a partir del aflo treinra, fruncia ci ceño y decia:
Hay que pensar a quién podemos acudir... El viaje a Ar-
menia lo organize €i pot mediacion de MOlotov, asi coma
la pensiOn quc recibiO pot sus (servicios a la hteratura ru-
sa. y teniendo en cuenta La imposibilidad de utilizar .a
dicho escritor en la literatura soviética.. Esta formula
respondia en cierto modo a la reandad y sospechábamos
que su autor era Bujarin. En ci caso de Ajmatova, sin em-
bargo, no se 'Cs ocurriO nada mcjor que concederie una
pensiOn par vcjez, aunque no renia entonces ni treinta y
cinco años. La danciana, recibia setenta rubios de pension:
ci Estado it aseguraba ci tabaco y las ceriIIas.
A principios dc la década de Jos años treinta, Bujarin,
en busca de las 4correas de transmisiOn,, pensaba siempre
en Gorki, en cMaximich,, como él It liamaba; hablo con
€1 acerca de Ia situaciOn de Mandeistam: de que no publi-
caban nada suyo en ninguna pane ni Ic daban trabajo.
Mandeistam tratO de convencerle de que per mediacion
de Gorki no conseguiria nada. Incluso it contamos La vieja
historia de Ins pantalones: a través de Georgia, Mandels-
tam regresO de Crimea, ocupada entonces por Wranguel,
fuc detenido dos veces y liege a Leningrado media muerto
y sin ropa ninguna de abrigo... En aquellos años la ropa
no se vendia: se recibia pot cupones exciusivamente. La
ropa con destine, a Los escritores se distribula con ci visto
buena de Gorki. Cuando Ic pidieron un jersey y unos
pantalones para Mandelstam, Gorki Ic negO Ins pantalones
y dijo: cYa Sc las arreglará. Hasra aquel entonces no
habia dejado a nadie sin pantalones y muchos escritores,
quc más tarde fucron 4compaiieros de viaje, recuerdan la
sohcitud paternal de Gorki. Los pantalones son una pe-
queflez, pew demuestran la hostilidad de Gorki hacia ci
representante de una tendencia literaria que Ic era ajena;
se traraba de cintelectuahilos encienques., que convenia
conservar sOlo en ci caso de que poseyeran una suma con-

148
siderable de conocimientos cientIficos. Igual que muchos
hombres de biografias similares, Gorki apreciaba los cono-
cimientos y los estimaba cuantitativamente: cuantos mis,
mejor... Bujarin no ic hizo caso y decidió tantear ci terre-
no. Poco después, nos dijo: .No hay que dirigirse a Maxi-
mich. Pese a mi insistcncia, no consegul averiguar ci
pot qué...
Durante ci registro del afio 1934, se incautaron todas
las notas que nos cscribiO Bujarin, con su !etra tigeramen-
te ondulada y ornadas con citas latinas: ruego que me dis-
cu!pen, no ics puedo rccibir ahora; volens-nolens tengo
que verles a la hora fijada pot la secretaria... No lo consi-
deren coma una manifestación de burocracia, es que de
otra forma no tendria tiempo pan hacerlo todo... Le
vendria bien mañana a las nueve de la mafiana?... Tendri
preparado el pase... Si no Ic vienc bien, tat vcz me pueda
proponer usted aiguna otra hora...
Mucho dana ahora pox poder habiar una vez mis con
Korotkova, La secretaria-ardilla de La 4Cuarta prosab y con-
certar con ella una entrevista con Bujarin, poder verlo y
decide todo cuanto no tuvimos tiempo de contanie... Ta!
vez Ilamara de nucvo pot teléfono interunbano a Kirov pa-
ra preguntarie qué pasa en Leningrado, por qué no
publicais a Mandeistam?... Hace ya tiempo que la edicion
esti prevista en ci plan y Ia vais apiazando de aflo en
año... X han pasado ya veinticinco afios desde que Man-
deistam muriö...
El destino no es una misteriosa fuerza enema, sino un
denivado, matemáticamente calculable, de La energia in-
terna del hombre y de la tendencia fundamental de !a
época, aunque en nuestro tiempo inuchas biografias de
mirtires fueron cortadas par un mismo monstruoso patron
estandar. Pero ellos dos, Bujarin y Mandeistam, portado-
rcs de la energia interna, determinaron por Si mismos sus
reiacioncs con su época.

La patria del jilguero

A Mandeistam Ic retiraron ci pasaporte cuando lo dew-


vicron. El ünico documento que tenia al ilegar a Voro-

149
nezh era un papelico expedido pot Ia GPU de Cherdin,
gracias al cual podlamos adquirir los billetes en las ta-
quillas destinadas a! ejército. Mandelstam hizo entrega de
ese pape!ito en una vcntaniila especial de Ia pisotcada an-
tesala de la GPU y recibio un nuevo salvoconducto gra-
cias a] cual se le permitia residir provjsjonalmen t e en Vo-
ronezh, es deck, unas cuantas semanas. Sc pascó con ese
salvoconducto niientras se aclaraba si podia permanecer en
Ia ciudad o habla quc mandarle a la provincia. Ademas,
nuestros tutores no sablan qué variedad de cxi!io se Ic
debla aplicar. Habias muchas variedades, P ero yo conozco
dos variantes fundarnenta!es: con adscripcion y sin ella.
En ci primer case ,
ci deportado debe Presentarse regular-
menre ante una ventanjija de esta misma antesaja. En
Cherdin, debia prcsenrarse cada tres dIas. En una deporta-
dOn sin presentaciOn obligada, también hay sus variantes:
en algunos da.Sos se Ic permite viajar a Ia regiOn, en otros
se Ic prohIbe. En otoflo, !a policia !lamo a Mandeistam y
se Ic concediO un pasaporte Para residir en Voronezh. La
variedad del exilio rcsulto ser la menos severa. jTenIa pa-
saporr& Fue enronces cuando supimos que la posesiOn del
pasaporte consriruye un gran privilegio: no rodos lo mere-
cen.
Obtener on pasaporte supone un gran acontecimiento
en la vida de! deportado, Ic hate sentir la i!usiOn de que
dent derechos civiles. Nuestro primer aflo de vida en Vo-
ronezh sc distinguio por constantes visiras a las Militias
Para conseguir un papelito que se Ilamaba cpasaporre pro-
visional.. Duranre siere u ocho meses nos hicicron entrega
de ese documento provisional, que sOlo tenia un mes de
validez. Una semana antes de quc finaiizase ci plazo,
Mandelstam empezaba a recoger los certificados precisos
Para el canje: de Ia administracion de la casa, testificando
que no eraun vagabundo, sino que constaba en el registro
de la susodicha casa, de Ia GPU y, finalmente, de so lugar
de trabajo. Las relaciones con la GPU eran evidenres a to-
do punro, P ero el ültimo cerrificado consriruIa la piedra
de toque. ,De donde obtener!o? Al principio tuvimos clue
mendigarlo en la secciOn local de Ia Union de Escrirores;
resultaba muy complicado conseguirlo. Los dirigenres de
la UniOn nos lo hubieran dado de muy buena gana, Pero
no se arrevian y aigunos de ellos analiza ban con auréntico
150
iniedo su derecho a poner ci sello en su hojita de papel:
Y si era un mal escritor! Recurrian no sé a quiEn para ob-
tenet una sanción aprobatoria y poder atestiguar quc
Mandeistam se dedicaba, en efecto, a la literatura.
Siempre se iniciaba ese proceso con cuchicheos, miradas
hoscas, correrias... Una vez obtenida La sanción, Ins escri-
totes dc Voronezh sonrelan: estaban contentos de que las
cosas se hubieran arregiado satisfacroriamente... Viviamos
en una época todavia inocente, vegetariana...
Como minimo habia que it dos veces pan recibir cual-
quier certificado: primero se solicitaba y, despues, se reco-
gia. Era frecuente ci retraso en la entrega del mismo: .To-
davIa no est&.. -. Estos certificados se entregaban at jefe
del negociado de Ins pasaportes de las milicias. 1-labia
siempre una larga cola de genre para verb. Dos o tres dias
más tarde, Mandeistani volvia a presentarse, hacia de
nuevo cola y recibia ci pasaporte provisional de turno; at
dia siguienre iba a registrar ese nuevo documento y hacia
otra larga cola ante la ventanilia de la señorita clue to cc-
gistraba. Esa señorita resubtó tenet buenos sentimientos y,
sin causa aparente, to tomó bajo su protección: sin hacer
caso de las quejas de Los administradores de vivienchs-co-
munabes que hacian cola provistos de gruesos libros bajo ci
brazo con la rebación de los inquilinos —anotaban en esos
libros todos cuantos Vivian en la casa y los que partian—,
llamaba a Mandeistarn a la ventanibba y Ic aceptaba ci pa-
saporre, que le devolvia at dia siguiente con ci preciado
sello del registro, liberandobo asi de la cola.
En el verano del año 1935 nos hicieron la muy senalada
merced de concederk un pasaporre vilido para tres meses.
Esto facilitó sobremancra nuesrra vida, tanto mâs cuanto
que las colas, después de la operaciOn dc limpieza de
Leningrado, habian aumenrado considerablemente. Los
afortunados que habian tenido la suerre de set desrina-
dos a Voronezh se enfrentaban con la ardua tarea de la
obtcnción del pasaporre. Durante ci cambio general de pa-
saporres, Mandelstani se hizo de pronto acreedor a un
pasaporte autEntico para tres años.
Los pueblos que carecen de pasapone jamS podran
comprender qué cümulo de distracciones puede propot-
cionar ese mágico libreto. En los dias en que su nuevo pa-
saporte constituia una maravilbosa novedad, ilegô a Voro-

151
nezh, como tin don del misericordioso destino, ci actorja-
jontov pan dar unas representaciones Con éì, precisa.
mente, se ejercitaba Mandeistam en Moscu en la lectura
de la cartilia de racionamjcnto del excelente almacen des-
tinado a los escritores. Ahora 'elan ci texto de los pasapor-
tes y, a deck verdad, sonaba menos divertido En la car-
tilia de racionamknto lelan a coro y en solitarjo los
nonibres de los cupones: ieche, leche, Iechc.., queso, car-
ne.. Pero cuando Jãjontov Ida ci texto del pasaporte, so-
naban en su voz entonaciones arnenazadoras y significati.
vas: motivo de la entrega. -. por quiEn... scñas particula.
rcs... visado, visado, visado. La cartilla de racionamjento
cstaba relacionada con la liecratura que se nos oftecia en
revistas y ediciones del Estado, y al abrir las páginas de
cNovi Mir. (Nuevo Mundo) o cKrásnaja Nov., Mandels-
tam decia: .Hoy tenemos en existencia a Gladkov, Zenlce-
vich o Fadéjey.,. Y con cse dobie scntido se vio reflejada
en un poema: .Leo cartilias de racionamien t o, escucho
discursos de esparto*... La lectura del pasaporte se piasmó
iguaimente en otro pocma: cAprieto en ci puflo Ia ya
borrosa fecha de nacimiento, y en tropel y en manada, su-
surro con labios exangues naci en la noche del dos al ties
de enero en ci inseguro aflo de mil novecientos y uno y los
siglos me rodean con sus llamas,...
La segunda diversion —tambien del tipo de una higa
en ci boisillo,— tenia lugar en ci escenario. Jájontov pre-
sentaba un montaje bajo ci titulo: cLos poetas viajan y
lela fragmentos del eViaje a Erzrum,, de Pushkin, y a
Maiakovskj, de los cuales se dcducia que Jos poetas
pueden viajar al extranjero solo bajo ci poder soviético El
p6blic0 permanecia totaimente indiferente: nadie sos-
pechaba siquiera que existiera la posibilidad de viajar al
extranjero: cYa no saben ni qué pedir!., comentaban los
oyentes con indolencia, al término de la incomprensibje
representacion jájontov, Para animarse, tenla que recurrir
a diversos trucos y bromas. Habla incluido en su recital un
extracto del cPasaporte soviétiço, de Maiakoyski y extra-
ycndo ci suyo del boisillo, lo agitaba en ci aire, mirando
fijamentc a Mandclstam quien, a su vez, sacaba ci suyo
—amado y nuevo— miencras intercambiaban mifadas de
comprension Las autoridades no habrian toicrado seme-
james bron,as, pro como nada se decla en las instruc-
152
clones respecto a eso, no In hablan previsto.
Además, con el pasaporte en la mano se podlan hacer
augurios. Pot cuanto todo cambio general de pasaportes
viene a set una especie de depuracion, realizada en secte-
to, no me atrevIa a cambiarlo en Moscü y lo hice en Voro-
nezh. Pot este motivo, perdi ci derecho a residir en La ca-
pital, derecho que recobré al cabo de veintiocho ahos.
Aunque, en realidad, no tenia ninguna posibilidad de
conseguir un pasaporte moscovita. De donde habria saca-
do ci certificado de trabajo? De qué modo podrla exph-
car donde se encontraba ci dueno de la casa en la cual yo
habitaba? Como explicarIa las relaciones existentes entre
ambos y quifn respondia pot quién? Una vez recibidos los
dos pasaportes nuevecitos de Voronezh, observamos que
teniamos La misma serie, es deck, que Las letras que ante-
ceden al nümero cran las mismas. Se consideraba que esas
ictras pertenecian a un cifrado secreto de la pohcia y de-
terminaban la categorla a que pertenecia ci individuo: si
eta libre, deportado, con antecedentes, etc... .jAhora 51
que it han pescado definitivamente!. dijo Mandeistam
examinando las series y los n1meros. Amigos optimistas
nos tranquilizaban diciendo que no era a ml a quien
habian pescado, sino que se olvidaron de que Mandeisram
era un deportado y no hicieron en su pasaporte la marca
correspondiente. Nuestro convencimiento de que todos los
ciudadanos estaban numerados y fichados de acuerdo con
su categorla eta tan firme, que ni dudamos siquicra del
significado de esos nómeros y letras. Aftos dcspués de su
muerte supe definitivamente clue las series no significaban
nada a excepción del orden numérico y que mis atemori-
zados conciudadanos superan en su imaginaciôn incluso a
la GPU y a las milicias.
El haber perdido mi pasaporte moscovita no nos afecto
gran cosa. .Si regreso yo —decia Mandeistam—, a ti
tendrán que registrarte. Y mientras yo no vuelva, a ti, de
codas formas, no te dejarán regresar.. En efecto, en 1938
me echaron de la capital y más tarde consegui un permiso
de residencia pot un mes o dos para un trabajo de investi-
gación cientifica. Finaimente, Surkov me propuso que
regresase: iYa está bien de vivir desrerrada.. Dejé ci isa-
bajo y marché a Moscü para hacerme cargo de La habita-
ción que me habla destinado la Unión de Escritores. Du-

153
rante sets meses me tuvieron esperando y, finaimente,
Surkov me dijo que no recibiria ni la habitacion ni el per-
miso de residencia: tDicen clue se marcho de Moscü pot
su propia voluntad, y que, ademas, él no tenia tiempo de
hablar de ml con sus compancros,.. Pot fin ahora, en
1964, se me concedió ci permiso de residencia. Tambien
Cs cierto que mucha gente hizo gestiones en mi favor,
escribio y suplico... eO se debeta tal yea a que una revista
insensata decidi6 publicar algunos poemas de Mandels-
tam?
Sea como fucre, eso significa que el ha vuelto a Moscu.
Duranre treinta y dos afios ninguna estrofa de sus poeslas
fue publicada, y han pasado veinticinco aflos de su muerte
y treinta desde su primera detencion.
El tener un vcrdadcro pasaporte supuso un gran alivio.
Las pesadas gestiones ya descritas no sólo nos quitaban
tiempo, sino clue iban acompanadas de constante in-
quietud y vanas conjeturas: lo daran, no lo daMn (me re-
fiero al tiempo en que sólo tenia pasaporte provisional).
Tanto en la sala de espera de la GPU, como en las miii-
cias, Se clan siempre las mismas conversaciones: unos Se
quejaban al hombre de la vcntaniila quc les habla negado
ci permiso de residencia, otros suplicaban que se les per-
mitiese registrarse... El hombre de la venranilia se limira-
ba a extender la mano para recoger la solicitud y comuni-
caba la negativa. Las personas que no reciblan ci permiso
de residencia en ía ciudad marchaban a la provincia, don-
de era imposible encontrar trabajo y las condiciones de Vi-
da resultaban insoportabics. Y nosotros, juntamente con
roda esa muchedumbre, recorriamos diversas oficinas en
busca de los certificados, ibamos a las milicias, temiendo
siempre que pot aquella y ea las cosas no nos saliesen bien
y nos viéramos obligados a it no se sabe donde ni para
qué. .Apriero en el puño la ya borrosa fecha de nacimien-
to, y en tropel y en manada.... Al leer esa poesla a Mi-
joels, Mandeistan, sacó el pasaporre y lo apretO en su puho...

Medicos y enfermedades
Al Ilegar a Voronezh, nos permitieron vivir en el hotel.
Nuestros vigilantes hablan decidido, seguramente, permi-
'54
tir a la gente quc no tenia pasaporte alojarse en ci hotel al
ilegar a sus lugarcs de residencia. No nos dieron habita-
cion, sino una cama en la habitacion de los hombres y
otra en la destinada a las mujeres. Viviamos en distintos
-pisos y yo me pasaba ci dia corriendo pot las escaicras,
porquc me preocupaba el cstado de salud de Mandelstam.
Pero cada dia inc costaba más trabajo subir la escalera:
dias después tuve fiebre y comprendi que me habia conta-
giado de tifus en algun lugar del viaje. Crco clue ci co-
mienzo del tifus no pucdc confundirse con ninguna otra
enfermedad, pot lo menos con ninguna gripe- Declararse
cnferma significaba permanecer en un hospital durante
varias semanas, en una barraca de infecciosos, y de mi
imaginación no se borraba la vision de cOmo se tirO Man-
delstam pot La ventana. Le oculte mi fiebre —quc era bas-
tantc aita— y segul subiendo pot las escakras, suplicándo-
Ic constantemente que fuCramos a vet a un psiquiatra.
.Ya que estás tan empefiada' , me dijo un dia, y fuimos.
El mismo describio con dctalle ci curso de so enfermedad
y nada pude afladir. En aquellos dias su mente era lücida
y objetiva al máximo. Sc quejó al medico de que padecia
dc aiucinaciones cuando estaba cansado; casi siempre en ci
momento de dorinirse. Pero ahora, ic dijo, comprendla la
naturaleza de Las .voces ' y habla aprendido a detenerlas
con un esfuerzo de voluntad. En el hotel, sin embargo,
muchos factores molestos le impedian combatir La enfer-
medad: habia mucho ruido y de dia resuitaba imposibie
descansar. -. Lo mâs desagradable era que se cerrasen Las
pucrtas, aunquc el sabia perfcctamcntc que se cerraban
pot dentro y no pot fuera. . -
La carcel segula anclada en nuestra conciencia. Vasilisa
Shklovskaia tampoco puede soportar las puertas cerradas.
dNo seth porque en su juventud estuvo presa mucho ticm-
p0 y sabe pot cxperiencia propia lo que significa estar en-
cerrada? Incluso personas clue no sufrieron pena de prisiOn
se han sentido afectadas pot estas asociaciones. Cuando
alSo y mcdio más tattle, Jâjontov se hospedo en aquei ho-
tel, observO inmediatamente ci chirrido de las haves en las
cerraduras: .t10h!, exclamO cuando salimos de su habita-
cion y cerramos La puerta. 4131 sonido es distinto, Ic tran-
quilizO Mandelstain. Se habian comprendido perfecta-
mente. Pot cilo precisamente dcfiendc en sus poeslas con

155
tanta vehemencia ci derecho ca respirar y a abrir las puer-
tas, ese derecho que él temia perder.
El psiquiatra lo trató con cautela: no debemos olvidar
quc en cada persona todos velamos a on chivato y entre
los represaliados habla inuchos, porquc las personas quc
sufren un trauma psIquico pierden con frecuencia la capa-
cidad de resistir. Despues de oft su relato nos dijo, sin
embargo, que cntrc los csujetos PsicoasrCnicosi que
hablan estado en la cárcel se daban con frecuencia seme-
jantes .complcjos. -
Lc liable de ml enferrnedad y Mandeistam comprendio
dc lo que se trataba: se asustó terriblemente. Pregunte al
doctor si no convendria ingresarle en una cilnica durante
ml enferinedad. El medico me aseguró con toda firmeza
que se Ic podia dejar en libertad, que ya no se observaban
secuelas dc la psicosis traumãtica. Nos dijo tambiCn quc
entre los deportados a Voronezh habla observado con fre-
cuencia estados similares a los descritos por Mandelsiam.
Esto soDa producirse al cabo de varias semanas o, incluso,
dIas de la detencion. La enfermedad cura siempre y no de-
ja huellas.
Esta y ea frie Cl y no yo quien le preguntó ci motivo de
que Ia genie enfermara al cabo de estar unos dIas en ía
cárcei interna y antes pasaban largos aflos en fortalezas y
sallan satins. El medico se limito a encogcrse de hombros.
Pero, dde verdad sallan sanos? Tat y ea toda cárccl pro-
duce enfermedades psiquicas, sin habiar ya de traumas.
No será algo especifico de nuestras cárceies? d° sucede
quizá quc nuestra psiquc ya está alterada, antes de la de-
tención, a causa de presentimientos, temores y rcflexiones
sobre .temas carcelarios,? En nuestro pals nadie se interesa
por ese tema y en el extranjero 10 desconocen pot cornple-
to porque sabemos guardar nucstros pequefios secreros del
mundo exterior.
He oldo contar clue alguien publico recientemente sus
memorias sobre la vida en un campo de trabajo. El autor
de estas memorias —un extranjero— estaba sorprendido
de la cantidad de enfermos mentales entre los reclusos.
Durante su estancia en el pals habla vivido en condiciones
espcciales y no conocla la realidad soviEtica, mejor dicho,
tenla de ella una idea muy superficial. Hare la deduccion
de que en nuestro pals no se tratan ciertas enfermedades,

156
es decir, las psiquicas, y que los enfermos que pot culpa
de su enfermedad cornetcñ faltas en ci trabajo, infringen
la discipiina, etc., son enviados a los campos. En efecto,
nuestro porcentaje de personas emocionalmente inestables
es enorme. Creo que encre los delincuentes, condenados
ahora pot actos de gamberrismo y pequeflos burros,
muchos son psicôpatas o psicoasténicos graves. Son
recluidos durante varios afios pot haber violentado la
puerta de algün almacen Para robar varios litros de vodka,
Pero al recobrar La libertad, no tardan en volver a La carcel
y al campo, esta vez pot bastantes aflos, acusados de deli-
tos semejantes al primero. En vida de Stalin se its hacia
menos caso y pocas veces se Its enviaba al campo, en cam-
bio a los otros los enviaban en masa... Pero sigue descono-
ciendose ci motivo de que los intelectuales y, to general,
las personas sensibles y nerviosas, reaccionen tan vivamen-
it ante su detención y padezcan con frecuencia de miste-
riosos traumas psiquicos, que se curan rapidamente y no
dejan secueias. Dónde hablan enfermado las pers6nas
que ese autor extranjero yb, en la circel o cuando estaban
libres? ,Quienes cran, chiquilios que robaron Para em-
borracharse o ciudadanos pactficos? Eran enfermos psicó-
patas o padecian del famoso traumatismo psiquico? Todas
estas cuestiones siguen sin resolver no sélo para los extran-
jeros, sino también para nosotros. Y no podremos resol-
verlas hasta que no analicemos to voz alta nuestro pasado,
presente y futuro.
Mandelstam volvió a la consulta psiquiãtrica cuando yo
sail del hospital, Pero esta vcz habio con un gran espe-
cialisra que halt Ilegado a Moscü en visita de inspección.
Fue a verle pot iniciativa propia, pan contark la historia
de su enfcrmedad y averiguar si no se trataba de alguna
lesion orgãnica. Le dije que ya antes habla tenido ideas fl-
jas, to ci perlodo, pot ejemplo, de sus conflictos con las
organizaciones literarias, cuando no podia pensar en otra
cosa. Además —y esto es la pura verdad— era en exceso
sensible ante cualquier trauma... Estas caracterIsticas,
dicho sea de paso, las habia observado yo en los dos her-
manos de Mandelstam, que eran completamente distintos
a €1, Pero tambiën extremadamente sensibies, pues
convertian en ideas fijas cada hecho biográfico que les re-
sultaba penoso...
157
El psiquiatra de Moscu hizo aigo sorprendente: le invitô
a recorrer con €1 las salas. Al terminar ci recorrido Ic pre-
guntó si habia notado aigin parecido entre Jo que Ic
ocurria a éI y los pacientes de La clinica. eEn qué categorIa
se incluiria él a si mismo: debilidad seth!, esquizofrenia,
histerismo?... El doctor y ci paciente se separaron como
amigos.
Al dia siguiente, y sin decide nada, fiji a vet al psi-
quiatra. Tenla miedo de clue ci terrible cspectaculo que
nos habia mostrado ci dia anterior se convirtiera en un
trauma nuevo. El doctor me tranquiiizo. Me dijo que Jo
habia hecho conscientemente porque la vista de los enfer-
mos Ic haria reconocer las cosas y asi se librarIa con mayor
facihdad de los dolorosos recuerdos de la enfermedad pa-
sada. Per In que se refiere a la excitabihdad nerviosa y su
vulnerabijidad a Los traumatismos ci doctor no vio en elio
ningün sintoma patoiógico especial: Los traumas habian si-
do bastante graves y Jo ünico que se podia desear es que
no hubiera tantos en nuestra vida... Se trata de un sujeto
faciimente excitable y de extrema sensibihdad,... Y asi era
en efecto.
Mc sorprendia la faciLidad con que se burlaba de su en-
fermedad y la rapidcz con que desgajo de su vida ese tro-
20 lieno de alucinaciones y debrios: cNadeflka, me dijo
unos meses despuEs de nuestra Hegada a Voronezh, irrita-
do pot una comida deficiente, (no puedo corner esta pot-
queria, ahora no estoy loco*...
La Unica secueia, a mi juicio, de la enfermedad, era el
deseo clue manifestaba de vcz en cuando de admitir la
realidad y hallarie aiguna justificacion. Le ocurria sübita-
mente e iba siernpre acompailado de un estado nervioso,
como si en aquellos momentos estuviera bajo Jos efectos
de una hipnosis. Decia entonces clue qucria estar con to-
dos y temia quedarse al margen de la revoiucion, dejar de
vet, Per miopla, todo cuanto de grandioso se realizaba an-
te nuestros Ojos... Debo confesar que ese sentirniento era
compartido pot muchos coctneos nuestros y que habia
entre ellos personas muy dignas, como Pasternak, pot
ejempio. Mi hermano Evgucni decia que no fue ni ci
miedo ni ci soborno —aunque hubo bastante tanto de In
uno como de Jo otto— lo que jugô un papei decisivo en la
domesticacjón de la intelectualidad, sino la palabra qrevo.

158
luciOni, a la cual nadie qucria renunciar. Con esa palabra
no solo sometla ciudades, sino tambiEn a muchos millones
de seres. Esa palabra posela una fuerza tan grandiosa que
no se comprende siquiera la necesidad de las autoridades
de tener circeles e imponer la pena de muerte.
Afortunadamente, Mandeistam no padecla con frecuen-
cia esos arrebatos de patriotismo. Una vez recobrado, él
mismo los calificaba de locuras. Pero Cs interesante senalar
quc entre la gentc dedicada al arte, la coinpicta negación
de lo existente conducla al silencio. El acatamiento total
tenla consecuencias flinestas para ci trabajo, lo hacla insig-
nificante; sOlo cran fructiferas las dudas que, por desgra-
cia, estaban perseguidas pot las autoridades
Li simple amor a la vida impulsaba tambien ci acata-
miento de la realidad. Mandelstam no tenla ningün apego
al martirio, Pero habla que pagar un precio clemasiado ca-
to pot ci derecho a vivir. Cuando se decidiO a efectuar ci
primer pago, ya era demasiado tarde.
Pot lo que se refiere a ml, fui Ilevada a una barraca 1E
servada a los enfermos de tifus. El médico-jefe se detuvo
un dia junto a ml carna y Ic dijo a un inspector que mi es-
tadd era grave y quc cfiguraba en ]as listas de los organis-
mos de seguridad.. Pensé que esa conversaciOn era pro-
ducto de ml delirio, Pero ese mismo médico-jefe, quc fC-
sultO set un buen amigo (era hermano de Fedia ci agrOno-
ma) me confirmO, una yea ya curada, que él lo habla
dicho. Mis tarde, durante mis peregrinaciones por la
Union Soviética, se me hizo saber en varias ocasiones, tan-
to pot agentes manifiestos, corno secretos, de la policla, es
decir, por las secciones de personal y los .chivatos., que
cfiguraba en las hstas de Moscü '. No sé lo que esto pueda
significar. Para comprenderlo es preciso estudiar la estruc-
tura de los organismos en cuyas listas .figuro. pot razones
quc desconozco. Me parece mucho mIs agradable no flgu-
tar en las listas de nadie, Pero no sé cOma conseguirlo. Me
gustaria saber si todos .figuranx. o sOlo los elegidos.
La doctora de la sala, una mujer muy agradable, me
contO que su marido, agrOnomo, estaba a punto de
cumphr su condena; se .fue* con otros intelectuales rura-
les acusado de envenenar los pozos. No se trata de algo
que yo invento ahora, ni de un fruto de ml imaginaciOn,
sino de un hecho real. Una yea curada, empecé a hacer

159
viajes a Moscü y ella me daba paquetes para que los en-
viara desde La capital. En aquellos ahos, los paquetes de
viveres solo se admitlan en Moscü, ahora, en cambio, hay
que mandarins desde los centros regionales. Emma
Guershtein se paso muchos aflos viajando a no sé qué fan-
tásticos pueblos Para Ilevar Ins pesados paquetes que Aj-
mitova enviaba a su hijo Liova.
Cuando ci cenvenenador de los pozosp regresO a su casa,
una y ea cumplida su condena, fuimos invitados a festejar
ci acontecimiento. Bebimos vino dulce en su honor y El,
radiante de alegria, cantO con su voz de baritono atenora-
do diversas romanzas. En 1937, volvió a set detenido...
Me atendiO mucho la enfermera Niura. Su marido, em-
pleado en un molino, sacO un dia un puhado de harina
Para su hambrienta familia y fue condenado a cinco alias
por decreto. Las enfermeras comian con voracidad Jos res-
tos de comida quc dejaban Ins enfermos de tifus y disen-
teria. Nos contaban sus penas y su miseria.
Sail del hospital con la cabeza pelada y Mandelstam me
Llamaba epresidiariab.

El propietario ofendido

Al salir del hospital, Mandelstarn me llevO a su scasa * y no


al hotel. IDurante ese tiempo habia conseguido alquilar
Para nosotros una terraaa encristalada en un ruinoso hote-
lito que pertenecia al mejor cocinero de la ciudad. La casa
segula siendo de su propiedad particular en razOn a los
méritos de su dueflo, que trabajaba de jefe de cocina en
Un restaurante tresenrados Para los mIs altos cargos. Con este
motivo, Mandelstam me dijo que, por fin, sabriamos qué
era eso de creservados.. Cuando en 1933 estuvimos en
Crimea, no nos dejaron entrar, ni en Sebastopol ni en
Feodosia, en ningün restaurante, alegando que eran 4reserva-
dos. En La Antigua Crimea habla, incluso, una peluque-
na resery ada. Pero ci cocinero no nos contO nada. Era un
viejo enfermo, inapetente, poco amigo de bromas,
siempre cansado, que vivia en una de las habitaciones de
su antiguo hotel; en las restantes se aLojaban los inquilinos

160
que hada tiempo ya no pagaban más que In regiamenta-
do. Como propietario, el cocinero debia hater las repara- -
clones a su costa y durante ci verano alquilaba la terraza a
fin de reunir Ins fondos necesarios para ello. Su maxima \
ilusión era que la casa fuera declarada en ruinas o se apro-
piascn de ella, pero era poco probable quc algün soviet
sensato quisiera encargarse de semejante ruina. El ültimcn
propietatio se desesperaba, se arruinaba, pero no perdia Ia
esperanza de set un inquilino mis de so propia casa, des-
unada, pot fin, a la demoliciOn pot las autoridades corn-
petentes.
En 1934, Voronezh era una ciudad sombria y
hambrienta. Los campesinos huidos del koljós y los kulaks
expropiados, pero no deportados aün, pedian limosna pot
las calles. Se siwaban junto a las panaderias y tendlan la
mano. Sc habian comido ya, pot In visto, todas las reset-
vas de cortezas traidas en los sacos desde so aldea natal.
En La casa del cocinero vivia un viejo ilamado Mitrofan; el
hambre crónica lo habla convertido en un set medio-5aIva-
je. El viejo soflaba con trabajar, aunquc fuera de guarda
nocturno, pero nadie lo contrataba. Atribula todos sus
fricasos al nombre que Ilevaba: *Como me Llamo Mitro-
fan, creen que soy del clero y no me admiten.. En el
centro de la ciudad se alzaba el semiderruido templo de
San Mitrofan y ci viejo, probablemente, tenia razón
Cuando nos trasladamos a la casa aiquilada para ci invier-
no, Mitrofan se ahorcó. Con nuestra marcha perdio sus
timos haberes: nos habia ayudado a encontrar habitacion.
TraIa a unas viejas que se dedicaban a poner en contacto a
los duenos de camas, rincones y habitaciones disponibles
con los potenciales inquilinos. Tenlamos clue buscar aloja-
miento en casuchas agrietadas que segulan siendo de pro-
piedad particular y entre aquelios que alquilaban una par-
te de su vivienda oficial. Hater esto ultimo se consideraba
ilegal: especulación de vivienda. Los duenos de la vivienda
y los presuntos inquilinos se odiaban de aritemano. Los
inquilinos anhelaban reflir Lo antes posible con su
•patrón* y dejar de pagarle un alquiler que superaba en
veinte veces al oficial. '1 los duehos de las casas, despues
de reparar el tejado o las puel-tas con el dinero obtenido
por ci aiquiler, se percataban de pronto que habian vendi-
do su primogenitura pot un plato de lentejas y se asusta-

161
ban al pensar que los inquiiinos se quedarian pan
siempre con ellos. El alquiler dc la habitacion solia tenet
este dcseniacc: ci inquilino, urn vez registrado en la vi-
vienda y pagado cI alquiler durante varios mews, se ponia
de acuerdo con ci administrador de la casa —habitual-
mente esto ocurria previo .unto— y iccibia el derecho le-
gal a la habitacion. Asi ocurria en las casas comunales, pe-
to en las de propiedad privada, ci inquilino se negaba
simpiemente a marcharse y no habia posibilidad de
echarlo apelando a los tribunales; ci inquilino dejaba de
pagar. La mayoria de 'a genre conseguia de esta manera la
vivienda y el permiso de residencia. Era, pot decirlo asi,
una nueva y natural redistribucton de la supetficic habita-
da. Este procedimiento resulcaba mâs euicaz clue la expro-
piación <Ic la superficie sobrante y su nueva distribuciôn,
pero iba acompanado de dramas, cscandalos y montañas
de denuncias con ayuda de ias cuales tanro los duenos de
las casas como los inquiiinos aspiraban a liberarse los unos
de los otros. Hoy dia esas relaciones se ban regularizado y
no se producen conflictos porque las habitaciones se al-
quilan sin exigir ci permiso de residencia; ci inquilino en
esta situación no puede aspirar a nada. El ünico motivo <Ic
rifla Cs la denuncia de aigun vecino de que hay alguien
que vive sin permiso de residencia; las autoridades, sin
embargo, hacen la vista gorda en estos casos: los tiempos
ban cambiado.
En Voronezh, los ducoos de las casas admitian gustosa-
mente a los deportados Sobre ellos pesaba siempre la
amenaza de set teexpedidos a iugares más lejanos y en ca-
so de conflictos ci propietario podia contribuir a su reex-
pedicion. Pot esta razôn recibimos muchas propuestas, y
Mandeistam se pasaba los dias de habitacion en habita-
ción pot toda suerte de perdidas callcjas. Sin embargo,
tardamos bastante tiempo en mudarnos, porquc en todas
panes soiicitaban ci pago pot anticipado de on año. En Ia
tcrraza ya se heiaba ci agua cuando fui a Moscü en busca
dc trabajo y consegui una traduccion con asombrosa facili-
dad: Luppol habia oido habkr del .milagrop y estaba con-
vencido de clue podia porporcionarnos trabajo sin cotter
grandes riesgos. Ademas, lo hzo de muy buena gana. El
anticipo recibido por la traduccion lo entregamos al dueno
de la casita situada en las afueras de la ciudad, quien se

162
contentó con recibfr ci pago de seis meses de aIquikr pot
adelantado. Cada viaje a la ciudad, que reniamos que ha-
cer con mucha frecuencia a causa de Ins certificados, ci
cambio de pasaporte, la bósqucda de trabajo, era una ver-
dadera tortura para Mandeistan,: las interminables esperas
en las paradas de los tranvias, los racimos humanos colga-
dos de sus pucrtas, los apretujoncs... Antes de la gucrra,
ci transporte urbano estaba en pésimo estado en todas
partes, incluso en Moscü. En aquel invierno conocimos ci
furor de los vientos esteparios: la genre que ha sufrido un
naufragio Cs particularmente sensible al frio. Nos conven-
cimos de ello en los sucesivos periodos de hambre y misc-
na, quc se repetian regularmente at cabo de varios años de
guerras y deportaciones.
Poco dcspués supirnos que ci dueno de la casa donde
nos instalamos, de profesion agrónomo, calzado con gran-
des botas de cuero, nos admitie con la esperanza de cono-
cer a personas intcresantes: cPcnsé que vendrian a visi-
tanics escnitores, como Kóchetova o Zadonski, qilrjuntos
bailariamos La rumba, Se nos quejaba ci dueflo de la casa.
Desilusionado, .tomó sus mcdidas: irrumpia en nuestra
habitacion cuando estaban de visita nuestros amigos Ka-
letzki y Rudakov, también deportados y carentes de pasa-
porte, y cxigia que Ic enseflasen sus documentos: Wstedes
están celebrando aqul una reunion y yo, como dueflo de
Ia casa, soy ci responsabki' ... Lo echabamos de la habita-
ciOn y el, aI encontrarse a solas conmigo, suspiraba tniste-
mente y se lamentaba: cSi al menos Ic visitara alguien que
valiese la pena' ... No podia devoivernos el dinero del an-
ticipo y no tuvimos más remcdio quc vivir aili Ins meses
pagados. Mandclstam to tomaba en broma: Ins deportados
siempre ban sufrido a causa de los propietarios, esa era la
tradiciOn. Antes iban a La policia pan quejarse, ahora van
a la GPU; nuestro agrOnomo se limitaba a amenazarnos,
pero, al parecer, (no escribia, 4ni iba* a ninguna parte. Y
esto era dc apreciar. -
La siguienic habitación, que ocupamos desde abril de
1935 hasta febrero de 1936, se hallaba en ci centro, en
una antigua pensiOn, donde se congregaba toda suerte de
chusma. Hubo varias redadas nocturnas: la policla buscaba
destiladorcs clandestinos de vodka. Nuestra vecina, una
prostituta jovencisima, adoraba a Mandelstain porque la

163
saludaba en la calle; venia siempre a nuestra habitacion
con un cubo para lavar ci suelo y no qucrIa cabin nada
pot mucho que insistiéramos: 'La hago per arnistad,...
Venla a qucjarsc de la vida una vieja judia que criaba a
ties nietos. El patron se obstinaba en echarla y escribia, a
donde correspondia, acusándola de prostitucion. La vieja
sc justificaba con la edad (c,Quién querria una as!?,) y
con Las dimensiones de Ia habitaciOn, en la cual los nietos
dorinian amontonados.
Era una suerte para nosotros que los delatores escri-
biesen lo quc SC 'Cs ocurria, sin cuidarse en absoluto de la
verosimilitud de La acusaciOn que, hasta 1937, se exigia,
pese a todo. Esta situaciOn se prolongO hasta que apare-
cicron en Ia prensa unos articulos recomendando clue se
informara a las autoridades de las conversaciones que
mantenian los vecinos. La delacion pone de manifiesto,
sabre todo, ci nivel del delator, revela los vuclos de su
imaginaciOn. Nuestro segundo patron de Voronezh
paba ci escalOn inferior de esa escala. Una vez nos llama-
ron del MGB (Ministerio de Seguridad Estatal), nos
mostraron una denuncia hecha contra nosotros y nos pro-
pusieron que la refutaramos por escrito. La denuncia decia
clue recibimos per la noche la visita de un tipo sospechoso
y quc se oycron disparos provenientes de nuestra habita-
ciOn. La primera pane de Ia denuncia podia pasar, pero La
segunda Lo echO todo a perder. El visitante nocturno era
Jájontov, cuyas representaciones estaban anunciadas en
carteLes por toda la ciudad, y €1 confirmo que habia esado
con nosotros hasta ci amanecer. Asi acabO todo el asunto.
El propio hecho de que nos Llamaran con motivo de La
denuncia, demostraba clue no hablan pensado en miii-
zarla. La inismo ocurriO conmigo, posteriormente a 1937
(Ezhov ya no estaba y ci terror habia disminuido). Un dia
me ilamaron a La secciOn de la GPU, adjunta a las inilicias
de Moscü, donde yo, despues de la muerte de Mandels-
tam, habia conseguido un permiso provisional de residen-
cia en mi propia casa y me exigicron cxplicaciones.
Aquella vez la denuncia resultO ser bastante calificada: se
decia en ella que en mis habitaciones se mantenian con-
vcrsaciones contrarrevotucionarias y Sc hacian reuniones.
La ünica persona clue me visitO fuc Pasternak. Vino a ver-
me al enterarse de la muerte de Mandeistam. A cxccpciOn

164
de €1, nadie se atrevIa a visitarme, cosa que expliqué al
que me interrogaba. El asunto acabo en nada, es decir,
me propusieron simplemente que abandonara Ia capital
antes de quc finalizara ci plazo del permiso provisional.
Esta vcz 'a duefla de la casa era yo y me echaba de ella un
inquilino temporal, instalado alli por la Union de Escrito-
res con La anuencia de Stavski. El inquilino se tildaba de
cscritor y decla, a veces, que su rango equivalia al de ge-
neral. Sc llama Kostyriev. Cuando después del XX
Congreso se disponian a darme vivienda en Moscü, me
ilamaron a la Union de Escritorcs y me prcguntaron cOmo
perdi la vivienda. Les hablé de Kostyriev. Jim, empleado
de la Union, busc6 mucho tiempo ese nombre en las listas
de escritores, mas no logro encontrarlo. El que Kostyriev
fueta general o escritor no tiene importancia: en su propó-
sito de conseguir vivienda actuaba segün la norma estable-
cida. En nuestro pals, .escriblan las capas mâs diversas de
la sociedad. Creo que Kostyriev intentO dejar su trabajo
en la policIa secreta y pasar a set literato, pero no In consi-
guió. La época en que se instalO en mi casa fiicun
periodo de transiciOn en la doble actividad y en la duali-
dad de misiones.
El ducho de la casa de Voronezh, que oh disparos por
la noche, no consideraba vergonzosa su actividad episto-
lar. Sentiase, probablemente, miembro ütil de la so-
ciedad, un guardian del orden. No era facil comprender
en qué consistia so trabajo. No hablaba de ello y nosotros
preferiamos no preguntarle nada. Se calificaba de tagente'
y hacia frecuentes viajes al campo por casuntos de La colec-
tivizaciOn. En todo caso era un peOn insignificante, pero
incluso ellos eran producto de cuidadosa selecciOn. -
La esposa del agente, una mujer muy joven, casi una
nina, que €1 ctomO por esposa. para librarla del pesado si-
no de una familia de kulaks expropiada, alquilo la habita-
dOn sin saberlo el durance una de sus largas ausencias
•por asuntos de la colectivizaciOn.. Ella se trasladO a la co-
dna, que era una habitaciOn de paso, y el dinero recibido
por el alquiler se lo enviO a su familia. El marido se en-
contrO de pronto con unos inquilinos y sin ningün benefi-
do. La esposa, aunque ,salvadn pot ese caballero, lo tenia
bien sujeto. A juzgar por sus conversaciones, ella sabia de
€1 alguna cosa que ni siquiera en aquella época cruel Ic

165
serla perdonada. Delante de él y a sus espaldas Ic liamaba
con ci nombre tradicional de Herodes y cuando lo insuita-
ba a más y mejor, el Sc limitaba a encogerse cobardemen-
te. Sin embargo, no podia soportar la presencia de los in-
quilinos y trataba de fastidiarnos en la medida de sus
fuerzas. Entraba en nuestra habitaciôn sujetando pot ci
rabo algun ratOn vivo, que pululaban pot doquier en la
casa. Correcto, atildado al estilo militar, nos saludaba des-
de ci umbral y decia: cMc permite clue lo fda?. y se en-
caminaba directamente al hornillo eléctrico de espiral.
Despreciaba ci hornillo, clue consideraba como un
capricho de inteiectuaies, una costumbre burguesa c lue to-
do honrado ciudadano sovietico debh combatir igual que
a los kulaks. Rudakov o Kaletzki, quc no saran de nuestra
casa, defendian al ratón y ci dueflo de la can, al encontrar
resistencia, se batia vergonzosamentc en retirada, pues era
muy cobarde. Desde la habitación vecina Ic olamos bro-
meat sobre los nervios dc los inteicctuaies: 4IYa verân ci
susto que ies voy a dat! iFrcirE un gato!.... Lo más curioso
del caso es que no bebia y reahzaba todos sus trucos en es-
tado de absoluta sobriedad. Su nümero predilecto era ci
del ratón.
Cuando Mandeistarn fuc al sanarorio de Tambov, ci
ngente* echo fuera todas nuestras cosas, quc recogiO y
conserve la prostituta... Al regresar, Mandelstam no sabia
dondc meterse y pasaba el tiempo en la redaccion del pc-
riOdico, situada en la casa vecina. Desde alti ilamaron a la
desconocida instituciOn donde trabajaba nuestro patrén,
devorador de ratones y agente. For la tarde se presentO
inopinadamente en La redacciOn y dijo: cRegresen, me
ban ordenado quc no cscandalice.; comprendimos enton-
ces la ventaja de vivir en la casa de un coiaborador de Ia
instituciOn donde reina la disciplina rnilitar. A partir de
entonces, ci agente fue una malva. - - Cuando aiquilamos
una nucva habitacion y abandonamos su casa, éI rnismo
nos ayudo a colocar nucstras cosas en el coche y estuvo a
punto de persignarse de aicgria. jQuién iba a creer que ci
victorioso inquiiino no iba a quedarse ya para sicmpre!
Me contaron que del siguientc inquihno se libero en
1937, pero no gozO mucho tiempo de su vivienda: fue
trasiadado al trabajo interno de un campo.
Durante los tres afios de permanencia en Voronezh

166
cambiamos cinco veces de casa, contando la terraza. Des-
pues de la casa del cgente., nos trasladamos a una
esplendida casa nueva, donde vivia una joven viuda. Al-
quilo de golpe dos habitaciones: una a nosotros y otra a
un joven periodista ilamado Dunaievski, quien fue ci or-
ganizador de nuestro traslado. Ella nos habia aceptado
con el ünico fin de crehacer su vida, pero él no tenia la
menor intención de casarse con ella. Cuando quiso inten-
ratIo de nuevo, tuvimos que marchar para dejar el sitio a
un novio potential. Nuestra ultima habitacion, en una ca-
sita diminuta incrustada en la rierra, resulto set un
paraiso. Pertenecla a una modista que trabajaba en ci tea-
tro y fue ci sucño de un pasado ya perdido para siempre,
ci premio pot todas las penalidades sufridas. Aunque
Mandeistam reaccionaba serenamente ante todas las
contrariedades relacionadas con las vivicndas, en casa de la
modista rcvivió.
La modista era una mujer corrienre, sencilla y bondado-
sa. VivIa con su madre, a quien llarnaba abucla, y su hijo
Vadik, un chiquillo como todos los chiquillos. Su marido,
zapatero, habia muerto hacia unos años y los actor6a
quienes remendaba ci calzado, colocaron a la viuda en el
teatro para que pudiese sostener a su famiha. Le habian
conseguido una pension para el hijo; ci marido habia side,
comunista. Vivian, como es de suponer, a base de paratas
y de algunas gallinas que la abuela guardaba en el coberti-
zo. Los doscientos rublos de la habitacion suponian un
considerable ingreso en so presupuesto. En su casa sollan
alojarse algunos acrores y era muy conocida entre ellos pot
so bondad. A causa de ello nos instalaron en su casa y alIt
respiramos a gusto.
Antaflo habia mucha genre bondadosa. Dire incluso
mks, hasra los rnaios se fingian buenos porque eso era In
debido... Dc aqul la hipocresla y falsedad, los grandes de-
fectos del pasado, denunciados pot el realismo enrico de
finales del siglo XIX. El resultado de esas denuncias fiie
sorprendente: las personas bondadosas desaparecieron.
Hemos de tenet en cuenra que la bondad no es sOlo una
cualidad innata, sino que debe cultivarse y esro se hace
cuando hay demanda de ella. La bondad era pan nosorros
una cualidad pasada de moda, en vias de extinciOn y la
persona de buen corazOn una especie de mamut. Todo

167
cuanto nos enseflaba Ia época, la expropiación de Ins hi-
laks, la lucha de clases, las denuncias y la busqueda de
motives ocultos en cada acto, educaba cualquier clase de
sentimientos, Pero no la bondad.
La bondad, igual que la benevolencia, habia quc bus-
carias en lugates perdidos, sordos a la ilamada de la época.
Unicamente las genres pasivas conservaban estas cualida-
des legadas pot Los antepasados. Un Thumanismon, al revés
se manifestaba en todo y en cada uno.
En esa casa-vivlamos tranquilamente, como personas, y
hasta olvidamos quc no teniamos vivienda propia. En mis
viajes posteriores pot La URSS, en coche de cabailos, en
tranvIas a automéviles pot las enormes ciudades del pals,
solia mirar con asombro las ventanas de las casas quc des-
fliaban delante de mi vista: Por qué no podia considerar
como mia ninguna de cilas? Tenia suehos absurdos: vela
pasillos enormes como calles techadas con puercas a ambos
lados, esperaba que Las puertas se abrieran de un momen-
to a otto y yo escogeria una habitacion. A veces descubrIa
que tras las puertas vivian mis parientes muertos hacia
tiempo. Entonces me enfadaba: Ah, estáis aqul todos
juntos?, por qué yo estoy sola? ,Qué Freud se atreverla a
interpretar estos sueflos como un complejo de inhibición
de la libido, pot el compiejo de Edipo u otras monstruosi-
dades semejantes?
Alguien dijo clue Ins ciudadanos soviéticos no precisan
construirse casas propias: tienen derecho a exigir clue el
Estado les proporcione viviendas gratuitas... Pero, a
quién exiglrsela? Incluso en sueftos no sabia qué hater y
me despertaba antes del feliz momento de recibir, pot
fin, ci documento que me otorgaba la vivienda y ci per-
miso de residencia. En Voronezh aün tenia La ilusión dc
set duefla de una casa, conseguida con esfuerzo, ünica en
su género. Ahora ya no tengo ilusiones y conozco las Le-
yes, segán las cuales a nada tengo derecho. ,Y cuántos
hay como yo? No crean, pot favor, que soy una cxcepción.
Nucstro nombre es legion.
Las generaciones futuras no comprcnderan el significado
que la palabra fsuperficie habitablez. ha representado en
nuestra vida. Pot ella y a causa de ella sc ban cometido no
pocos crimenes. La gente esta ligada a su superfIcie * y ni
siquiera se les ocurrc pensar, ni sonando, en abandonarla.

168
Quién Cs capaz de abandonar la cntraflabk, amada y va-
liosa habitation dc una casa comunal de doce metros y
medic, de extensiOn? En nuestro pals no existen locos de
esta especic y la tsuperflcin se deja en herencia como los
castillos patrirnoniales, los palacetes y las fincas. Esposos
que se odian, suegras y yernos, hijos e hijas adultos, anti-
guas sirvientas quc se aferran at cartucho prOximo a la co-
cina, están encadenados de por vida a su csuperficic y no
pueden separarse de ella. En casos de boda y divorcio, el
primer problema que se plantea es ci de la vivienda. He
oldo habiar de nobles caballeros clue se van de la casa y
dejan la habiraciOn a su mujer, he oldo hablar de novias
con buena vivicnda y de novios que buscaban novias asi. . -
Mujeres intelectuales se compraban una pelliza guateada y
Sc colocaban de asistentas en las residencias de estudiantes
donde se les destinaba tin cuchitril. Y alit se qucdaban
aguantando años enteros las maldiciones de los admi-
nistradores del inmuebie y la amenaza de ser puestas en La
calic. En esas residencias comunales también vivian los
profesores y tambien aguantaban el mal trato de los admi-
nistradores. Yo misma pude haberme aferrado a alguna
de esas residencias y cscuchar hasta ci alba, encerrada en
mi habitacion, las canciones y los bailes de Ins alegres es-
wdiantes que frecuentemente no disponen de cama pro-
pia y pot ello duermen de dos en dos.
Dc la csuperficie. depende también ci permiso de resi-
dencia: silo pierdcs en tu ciudad, no conseguiris volver a
ella en toda tu vida. Y, sin embargo, para la inmensa ma-
yoria de la gente la propiedad de la casa resulto ser una
verdadera trampa. Las nubes se cernian sobre sus cabezas,
habian desaparecido ya en torno suyo amigos y compafie-
ros de trabajo (deciamos: los proyectiles caen cerca), pero
los propictarios de la tsuperficicp segulan en sus sitios en
espera de que vinieran a buscarlos. En su espera, se conso-
laban con la esperanza de que podrian evitar ese caliz; de
esa forma defendian su cuchitril, el asi Ilamado aparta-
memo; si Este, además, era individual y en casa nueva,
entonces, su semejanza con una tampa era todavia ma-
yor: [as casas nuevas tienen solo una salida: carecen de Cs.
calera de servicio. No conoci más que a una sola mujer
sensata que durante la expulsion de los aristOcratas de Le-
ningrado hizo su equipaje y huyO precipitadamente a pro-

169
vincias 1 conservando asl limpio su pasaporte y liberindose
de numerosas calainidades.
Mi falta de vivienda me salvo de set detenida. Consegul
Ia vivienda una sola vex; fue en 1933, cuando gracias ala
presión de Bujarin nos dieron un Palomar en el 5.0 piso
de una casa destinada a los escritores. Seis meses despues,
Mandelstam fue detenido, Pero conservamos la casa. Mate
Zalka, presionado pot los escritores, fue a MGB en su cali-
dad de administrador de la casa pan pedir que Ic permi-
tiesen desalojar de la vivienda de un escritor deportado a
una vieja, mi macire, y utilizaria para un escritor auténti-
camente soviético. Pero el inilagro continuaba vigente y
no se lo permirieron, rogindole que comunicase a los
escritores que anhelaban csuperficie habitable * que no
habia que set mIs papistas que ci papa. La conservaciOn
de la casa nos hizo concebir la csperanza de que a Man-
delstam le seria permitido regresar a Moscü; sin embargo,
cuando les hizo falta nos la quitaron, echindome a ml,
dicho sea de paso, aunque no figuraba como exiliada. Pc-
to si me hubiera quedado en la casa de Moscó, junto al
escritor-general Kostyriev, mis huesos se habrian podrido
hace tiempo en la fosa comUn de algün campo., Despues
de su segunda detenciOn, cuando yo vagabundeaba sin vi-
vienda ni derecho de residencia, vinieron a buscarme a mi
ültima vivienda conocida, la de Kalinin, Pero ya no esta-
ba alli. No podia conservar esa habitaciOn en una casa
particular, costaba demasiado cara.. No hubo celada
para ml y acabaron pot olvidarme. Gracias a mi exis-
tencia nomada conserve la vida y las poesias de Man-
delstam.
Pero, ,qué habria pasado si la bondadosa modista de
Voronezh tuviese despues de nosotros, es decir, en el vera-
no de 1937, un inquilino que dejase de pagarle y una vex
obtenido ci derecho legal a la habitacion aiquilada se hu-
biera quedado a vivir all!? eHabria procedido como todos?
Es dccii, elo denunciarla a Io5 organismos de seguridad,
diciendo que celebraba reuniones clandestinas y mantenla
conversaciones contrarrevolucionarias?.. '1 que ella, como
duefla dc la casa, se consideraba en el deber... O bien
renunciarla humildemente a ese pequeflo suplemento que
Ic permitia vivir algo mejor con su madre y su hijo? Lo
Unico quc sé de ella es que su casita Sin porche quedO

170
destruida durante la guerra y en su lugar se alzô aigo
complctainente distinto.

El dinero

Desde ci punto de vista material, vivimos en Voronezh, al


principio, mejor que nunca. Las Ediciones Literarias del
Estado, atónitas por el milagro, nos dieron traducciones.
Evgueni, mi hermano, llegó a decir incluso que Moscâ se
habla herrnoseado tras ci incendio. Traduje rapidamente
una novela pésima e inmediatamente fume otto contrato.
Pero en el invierno de 1934-35, los que nos proporciona-
ban trabajo sufricron Las consecuencias de su bondad. Me
Ilamaron a Moscü para clue tconociese los nuevos metodos
de la traduccion.. En aquel entonces el redactor-jefe era
Startzev. Alabô los nuevos gmétodos, y el encargado de La
sección consiguió con habilidad clue yo les hiciese entrega
del libro que debia traducir; alegó como pretexto clue
debia rcvisarlo por si convenia acortario un tanto... No
volvi a vet el libro y poco despues se publico traducido
por otra persona. Nos abonaron unos pliegos mas de una
traducci6n de Maupassant, previstos en el antiguo contra-
to, y con ello finalizó la afluencia de dinero desde Moscü.
En busca de trabajo, Mandelstam escribio infinitas soli-
citudes y acudió muchas veces a la Union de Escritores lo-
cal. El problema del trabajo era una .cuestiOn de princi-
pio, segUn la expresiOn en boga en aquellos tiempos. Es-
to queria decir clue esperaban indicaciones de crriba., y
era la Union de Escritores quien las pedla, es decir, el ne-
gociado del que dependia Mandelstam. Ni €1 ni yo obtu-
vimos nunca un trabajo sin una espera y un cuchicheo
previo. Incluso en 1955, conseguI trabajo en Cheboksari
tan sOlo despuEs de que Surkov fue no sé a dOnde para.
obtener la autotización, y en mi ptesencia llamO al mi-
nistro de InstrucciOn Pübiica comunicandok ci resultado
de sus conversaciones. Pero en 1934, ninguna instituciOn
habria dado trabajo a un deportado sin una disposicion de
carriba,. Dc esta forma los dirigentes de las diversas insti-
tuciones evitaban la responsabihdad de tenet en la plan-
tilla a un ciudadano de categorla cinferiorx En los perk-

171
dos de •vigilancia revolucionaria., ninguna rcferencia a
permisos o autorizaciones anreriores de .arriba, servian de
ayuda, tanto mis cuanto que estas autorizaciones jamás se
daban por escrito: alguien asentia con La cabeza, alguien
mascullaba .bueno por telefono, alguien, en ci mejor de
los casos, decia: .Decidan ustedes mismos; nosotros no
nos oponemos.... Pero en ci expediente no quedaba nm-
guna huella de ese movimiento de cabeza, ni de ese far-
fuliar pot teLéfono y, a veces, los responsabies pagaban
muy caro la prcscncia de clementos ajenos en sus insti-
ruciones. Fuimos tanros afios celementos ajenos * que
conociamos a la perfeccion ese rnecanismo. A lo largo de
los aos experimenté ciertas modificaciones, Pero ci poder
del Esrado sobre eL individuo adquiria formas cada vcz
mâs precisas. Durantc los ocho años transcurridos desde ci
XX Congreso, la situación cambiO sensiblemenre: advmno
una nueva época. Pero yo me refiero a La época de Stalin,
y las erapas que recorrió Mandeistam iLustran ci proceso de
sojuzgamiento de la literatura. Lo mismo ocurrió en otras
esferas, claw que de manera aigo distinta, Pero en ci fon-
do era igual.
En 1922, cuando regresamos de Georgia, todas las revis-
us incluyeron el nombre de Mandelstam en las listas de
sus colaboradores, Pero resuitaba cada vez mIs dificil que
pubhcasen sus poesias. Como ejemplo tenemos a Voronski
que rechazaba todo cuanto se Ic ofrecIa: .Qué puedo ha-
cci yo?., se quejaba Serguéi Klychkov, entonces secretario
de la redaccion. 'Dice que no son actuaLes., -. En 1923, el
nombre de Mandeistam fue borrado de goipe de todas las
listas de colaboradores. No podia set casual, pues seme-
jante unanimidad de toda La prensa era irnposiblc. Es mis
probable suponer que en el verano se hubiera celebrado
alguna reunion ideologica, iniciándose en la iiteratura ci
proceso de diferenciacion entre los .nuestros * y los .otros..
En ci invierno de 1923-24, cuando Bujarin era e1 redactor-
jefe de la revista 4Prozhcktor, (El Proyector), Ic dijo a
Mandelstam: 'No puedo publicar sus poeslas. Haga na-
ducciones... Al principio, esa Iimitacion inicial se referia
al parecer a la prensa periodica, ya que ci libro de poemas
.Segundo cuaderno., contrarado en 1922, se pubLico en
1923. Dos aflos mis narde, sin embargo, Narbut, que era
ci director de ZIF, It repitiO lo mismo que dijo Bujarin:

172
cNo puedo publicar nada tuyo, Pero te dare todas las tra-
ducciones que quietas.. En aquel entonces, todos cuantos
querian comentaban que Mandeistam habia dej ado la
poesia Para pasarse a las traducciones. Esto fuc repetido
pot la revista ,Nakanuflcs (Visperas), quc se publicaba en
el extranjero, y Mandeistam se disgusto mucho. En gene-
rat, la situaciOn ya era bastante dificil en aquci entonces.
.Se me.permite traducir tan sOlo, se quejaba. Pero tam-
poco resultaba facil conseguir traducciones. Existia, como
es natural, la competencia y, además, jamts figuro en la
categoria de aquellos a quienes estaba ordenado casegurar
ci trabajo.. A partir de La segunda mitad de la decada de
Los ahos veinte, costaba cada vez mayor esfuerzo que it
dieran una traducciOn. Sc Ic discutia ci inero derecho de
ganar pan vivir. No consiguiO nada con sus libros Para ni-
fios, .Los globos, y cEl tranvia, que Marshak estropeó
considerablemente. El nico reducto eran las pocas y ml-
seras editoriales particulates quc existlan todavia. Consi-
guiO pubhcar algunos articulos en provincias (Kiev) y en
pequeftas revistas de teatro. En aquel entonces La prohibi-
ciOn no era total, habia tan solo limitaciones y la creco-
meridaciOn de tenet en cuenta La cactualidad.... La nueva
etapa, La lucha por la .pureza de la linea ideolagica. se
iniciO con la pubiicaciOn de un articulo de Stalin en La re-
vista Bollshevik. (El Bokhevique), en ci cual ordenaba
que no se publicase nada que no fucse adecuado (1930).
En aquel tiempo yo trabajaba en La revista ZKP (Pot una
Educacion Comunista) y por las conversaciones manteni-
das en la redaccion comprendi que se habia acabado ci pe-
riodo de las escaramuza.s y se pasaba a una ofensiva plani-
ficada. No obstante, en la prensa se pubhcaron aün varias
poesias suyas, Pero a causa del tViaje a Armenia., que se
pubhco en cZviezda. (La Estrella), fue destituido su
redactor-jefe Cesar Volpe, quien, pot otra pane, sabia a In
quc se exponia. El lazo se iba cerrando paulatinamente.
Tanto Mandelstam como Ajmátova fueron los primeros
que sinticron en su propia pie[ In que significaba La Cpoca
staliniana, Pero poco a poco lo fueron sintiendo todos. Pa-
ra muchos ese avasallamiento de la literatura rusa fue muy
beneficioso. Incluso ahora les encantaria retornar a los
tietnpos de antes y luchan por sus posiciones y por la con-
servaciOn de las viejas prohibiciones.

173
En ci exiiio no cabia ni sonar con pubiicar alga, nos
quedamos sin traducciones y ci nombre mismo de Man-
delstam dejo de mencionarse. Apareciô de pasada durante
todos aquellos alias en articulos denigratorios. Hoy di g no
esti prohibido nombrarlo, pero por inercia no se pronun-
cia su nombre y en los circulos de Kochctov sigue suscitan-
do furias. A Ercnburg le atacaban mis clue nada por unas
palabras clue dijo sobre Tzvetiieva y Mandeistam. En ci
invicrno de 1936-37 se acabo toda posibilidad de ganar
dincro. No consegul trabajo hasta 1939, cuando se hizo
saber clue las esposas de Los dctcnidos segulan teniendo
derecho a él; Sin embargo, en los perlodos de .vigilancia
revoiucionariab me echaban siempre. Coma todas Las posi-
bilidades de trabajar se haiiaban concentradas en manos
del Estado, Lo ánico que nos quedaba pot hater era caullar
bajo las murallas del Kremlin. En aquei entonces los mc-
dios privados de existencia en nuestro pals —que boy dIa
ya no existen— sc reducian a los siguientes: cultivar un
huerto en la parceia donde estaba la can propia, tener
una vaca allf mismo, aunquc ci heno era propiedad del
Estado, trabajar clandestinamente como modista, mientras
no apareciera ci inspector de finanzas, o como mecanógra-
fa t que se hallaba en ci mismo caso que la anterior, con la
particuiaridad de que Las miquinas de escribir costaban
muy caras antes de La guerra y, finalmente, La mendici-
dad, quc no resultaba rentable porque ci dinero In
poselan tan solo los fieles sersr idores del Estado y cOos no
iban a comprometerse rciacionindose con los repudiados.
Entrc todos estos medios recurrimos, mientras nos fue po-
sible, ai tauiiidoi., es decir, tratibamos de hailar una so-
lucion de principio * para ci probLema. MandcLstarn se de-
dicO a eLLo en Voronezh y yo me thi a Moscu y hable,
mieritras me fuc permitido, con los dirigentcs de la UniOn
de Escritores: Marchcnko, Scherbakov y otros. . - Todos
ellos se mostraban impenctrabies y no respondian a nm-
guna de mis preguntas, pero consultaban con alguien de
carribas.
En ci primer invierno de su destierro, Mandeistam fue
privado de su pensiOn personal. Traté de conseguir clue se
la dcvoivicsen, persuadiendo a Schcrbakov de que coma
los .scrvicios prestados a la hteratura rusa, no se pueden
anular, tampoco la pensiOn podia ser anuiada. Mi inge-

174
niosidad no cause ningUn efecto en ci alto dignatario clue
era Scherbakov. c,De qué servicios a la literawra rusa cabe
hablar Si precisamente pot sus obras fue dcportado?x, me
respondiô. Yo, como todos nosotros, habia perdido pot
compicto la nociOn dc Las normas juridicas y me gustaria
saber si se puede privar de una pension, igual 51 CS pot ye-
jez, años dc trabajo, academica o personal, a una persona
que fuc condenada a un cierto periodo dc ticmpo pero sin
perdcr sus derechos civicos.
No es casual quc haya motejado a Scherbakov dc alto
dignatario. Incluso ci tipo fisico de nuestros dirigentes
cambiaba con los ahos. Hasta mediados dc la decada de
Ins aftos veinte, habla pot todas panes antiguos militantcs
de La época clandestina, rodeados de la corrcspondicnte
juventud. Eran bruscos, seguros de su indiscutible razOn y
muy amigos de discutir y drhacer propaganda; sollan set
groscros. Tenian algo de seminaristas y de Pisaricv. Ellos
fueron Los prototipos de Ins primcros afios de la revolu-
ciOn. Fueron sustituidos gradualmente pot hombres ru-
bios, dc cabezas redondas que Lucian bordadas camisas
ukranianas, de mancras familiares, desenfadadas, risuchas
y totalmente artificiosas; les gustaba bromear y alardeaban
de su tosquedad. Luego vinicron los diplomiticos silen-
ciosos, clue valoraban a prccio de oro cada palabra suya,
que no declan nada dc mis, quc no prometian nada, pero
quertan dar Ia iinpresiOn de quc tenlan peso c influcncia.
Uno de los primeros dignatarios de este tipo fiie Scherba-
kov. Cuando fui a verle pot primera vez, ambos permane-
dm05 callados varios minutos. Yo queria quc fucra éI
quien rompiera el siLencio, pew no consegul nada, porque
ci dignatario ofrecia a La demandante la posibilidad de cx-
poner su ruego... Lc planteé ci problema de la publica-
dOn de las obras de MandcLstam aunque sabia de antema-
no quc todos mis intentos estaban condenados al mis
compLeto de Ins fracasos. Me explicO que ci Unico critcrio
a que se atenla para pubLicar obras literarias era su cali-
dad; las poeslas de Mandclstam, al parecer, no pasaban
esa prueba y pot ello no Sc publicaban. Lo mismo me rc-
pine Marchenko, aunque con entonaciOn menos lograda.
Schcrbakov se animO una sola vcz en el transcurso de
nuestra conversaciOn. Fue cuando me preguntO: .Que
escribe ahora?z.. Le due clue cscribia sobre ci Kama... No

175
me oyó bien, Ic pareció quc decia csobrc ci partisano..
c.Sobre ci partisano?., preguntó casi sonriente, pero la
sonrisa dcsaparcció en ci acto cuando se percat6 que se
trataba del rio Kama. Por qué sobre ci do? * , preguntó;
Ic parecia absurdo. La momentinea animación dc Scher-
bakes' nos hizo suponcr que esperaban quc escribiese odas
ciogiosas, pancglricos y se asombraban de quc no lo hi-
ciese. Sc dccidió a hacerlo en 1937, pero en aquci enton-
ces nada se tomaba en consideración.
Pese a redo, conseguimos abrir una brecha en ci mute y
nuestros esfuerzos mancomunados se vieron coronados pot
cierto éxito: Ic dicron trabajo en ci tcatro local. Ocupaba
ci puesto dc encargado de la pane literaria, pero no tenia
ni la mIs minima noción de 10 que debia hater. De hecho
se limitaba a charlar con los actores y ellos In querian.
Ademas, ganaba aigo gracias a la emisora local quc acaba-
ba de inaugurarse. Esta clase de trabajo anónimo se consi-
deraba admisibie inciuso para los deportados, aunque solo
en periodos dc caima, cuando no aparccian en la prensa
las palabras cvigiiancia revolucionariat' . Ambos prepara-
mos varias emisiones para la radio: La juventud de Goe-
the., .Gulhvcr, en versiOn para niños. - Mandeistam
escribia frecuentemente los programas para los conciertos,
en particular para cOrfco y Euridice. de Gluck. Sc aIegrO
cuando oyO per los altavoces de la radio, un dia que iba
pot ia calle, su relate sobre Euridice. -. Hizo igualmente
una versiOn hbre de romanzas italianas pan una contralto,
tambien desterrada.
A pesar dc ese periodo afortunado para nosotros, resul-
nba dificii vivir en Voronezh. En ci teatro cobraba 300
rublos, quc Sc destinaban a pagar La habitaciOn (nuestros
cuchitriles nos costaban de 200 a 300 rublos) y en ci-
garriliios. En la radio cobribamos de 200 a 300 rublos y
yo, a veces, tenia que hater unos artIculos criticos pan ci
periOdico y responder a las 4preguntas espontineas, de los
icctores. Todo ello nos aseguraba una modica pitanza:
una tortilla para comer, te j mantequilla. Una lata de
conservas de pescado era rode un .banquete.. Haciamos
sopa de roles y, a veces, no podiamos resistir la rentaciOn

•Partisano. signcfica guertillero en ruso. (N. de Ia T.)

176
y cornprabamos una botella de vino de Georgia.
Consegularnos, adernás, dat de corner a Rudakov, a quien
su mujer enviaba cincuenta rublos al mes, cantidad que Ic
Ilegaba pan pagar tan solo La cania. En aquci aflo -flit
cuando vivimos en la casa del cagenre.— raras veces
consegulamos estar solos: recibiamos La visita de los acto-
res, de los rnüsicos que Ilegaban de gira a Voronezh, una
de las pocas ciudades provinciaks que contaba con orques-
ta sinfonica propia. Todos los artistas en gin pot ci pals la
visitaban.
Mandeistam no se Lirnitaba a ir a los conciertos; asistla
tarnbién a los ensayos, Ic interesaba vet cOrno trabajaban
con la orquesta los directores, cada uno a su rnanera. Fue
entonces cuando pensó escribiLaigo en prosa sobre los di-
rectores, pero no realizo su propOsito: le faith tiempo.
Cuando Lev Guinzburg y su homOnimo Grigori venian a
dar conciertos, pasaban mucho tiempo con nosotros y los
banquetes se diversificaban con cornpotas en conserva que
a elios tanto les gustaban. Maria Veniamlnovna Yudina
consiguiO especialmente unos conciertos en Voronezh para
vet a Mandeistam y tocO rnucho pan ft Una vez que no
estabarnos en casa —habiamos ido al carnpo— vino a vex-
nos ci cantante Migai y lamentamos mucho no haberle
visto. Todas estas visitas eran grandes acontecirnientos en
nuestra vida. Mandeistarn era un set sociable y no sabia vi-
vu sin genre...
Nuestra ventura acabO en ci otoño de 1936, cuando
regresarnos de Zadonsic. El comité de radio local flit supri-
mido porque todas las transrnisiones quedaron centraliza-
das, ci teatro cesO en su actividad y no habla rnás trabajo
Para el periodico. Todo se hundiO de golpe. Mandeistam
despues de haber pasado revista a todas las formas priva-
das de vivir, dijo: .La vaca., y nos pusirnos a sonar con La
vaca; pew luego supimos que tarnbiEn necesitábamos he-
no.
Pot dura que fuera La vida en la ternporada què califico
de venturosa, la tregua de Voronezh flit una dicha
inaudita. A Mandelstam Ic gustO rnucho la ciudad en si
misma. Lc encantaba todo cuanto recordara ci lirnite, la
frontera, y Ic agradaba saber que Voronezh fue la periferia
de Pedro ci Grande, donde el zar construyO Ia flotilla de
Azov. Percibla en La ciudad el libre espiritu de las avanza-

177
das regiones perifericas y Ic gustaba oft ci habla rusa del
sur, que no era la ucraniana todavia. Y per eso, en sus
poesias, los pitidos de las locomotoras empezaron a hablar
en ucraniano. La frontera idiomatica pasaba algo al sur de
Voronezh y las campesinas regateaban coq acento ucra-
niano... En la aldea Nikólskoie, Mandeistam anotó ci an-
tiguo nombre de varias calles conservadas en la memoria
de sus habitantes, aunque ahora se liamaban de otra ma-
nera. La gente de ese pueblo se enorguilecIa de descender
de los delincuentes y ftigados de la época de Pedro ci
Grande; las calks ilevaban ci nombre de sus delitos: Pasa-
je de los Asesinos, calle de los Cuatreros, de los Falsiflca-
dores... Las libretas de Mandeistam con esas anotaciones
se perdieron durante la segunda detencion y yo olvide las
palabras del ruso antiguo que con tanta facilidad pronun-
ciaban los habitantes de Nikolskoie. Perteneclan a la secta
religiosa de los csalta.rines, y componian poemas religiosos
en los cuales hablaban de sus fracasados vuelos al cieio.
Poco antes de nuestra ilegada sucedio en Ia aidea un dra-
ma: se habia designado ci dia del vuelo y firmemente con-
vencidos de que al dia siguiente ya no estarian en la
tierra, repartieron todos sus bienes entre los vecinos que
no tenian alas. Una yea repuestos de la caida, corrieron a
retirar sus dones de la vispera y se entablo un terrible
combate. Los poemas mks recientes que Ilegamos a cono-
cer relataban coma ci saltarin se despedia de su coimena
predilecta antes de regalaria. Mandeistarn recordaba esos
poemas de memoria y los recitaba en ocasiones: ci saltarin
no queria volar al cielo, Ic gustaba la tierra donde terila la
colmena, la casa, la mujer, los hijos. . -
Durante ci invierno, Voronezh era un vasto y compacto
campo de hielo siempre resbaladizo, como dice Ajmátova
en su poema: •Dc cristales de roca que piso
timidamcntn... Ni siquiera en las grandes ciudades, que
nos estaban prohibidas, segulan existiendo los porteros
provistos de palas y arena. Mandeistam no temia ni al
viento ni a! hielo. A veces 1k ciudad Ic encantaba, pero la
mayor pane del ticmpo la mildecia y anhelaba escaparse.
Lc atormentaba estar encadenado a un lugar fijo como Si
estuviese tras unas puertas cerradas. .Por naturaleza soy
Un hombre que espera., decla, ty encima me mandan a
Voronezh Para que paw esperando todo el ticmpo... En

178
efecto, nuestra vida se reducia a una espera constante: es-
perabamos dinero, Ia respuesta a una carta o a una solici-
tud, un gcsto magnInirno a la satvacion. . - Pero nunca
conoci a una persona que viviese con tanta avidez ci pre-
sente como El. Percibia casi fisicamenrc la dimensiOn del
tiempo, de cada minuto de esta vida. En ese sentido era la
más compicta antitesis de Berdiacv, quien decia quc ja
mát-pudo resignarse al tiempo y que toda angustia expre-
saba la nostalgia de la eternidad. Crco que para todo artis-
ta la eternidad Sc hate perceptible en cada instante quc
existe y trariscurre, instante quc El detendria encantado
para hacerlo An más perceptible. La nostalgia del artista
no es producida pot ci anhelo de la eternidad, sino pot La
pérdida temporal del sentimiento de que cada segundo
ticne volumen, es ubErrimo, estI Ileno de sentido y
equivale, por 51 mismo, a cualquier eternidad. En la an-
gustia, como es natural, se originaba ci sentimiento del
futuro y Mandeistam se convertla en ci hombre *que espe-
ra.. En Voronezh estos dos rasgos se despiegaron at máxi-
mo y en sus momentos de angustia anhelaba huir a donde
fucra, Pero no podia, pucs estaba fucrtcmcnte amarrado
a! iugar. Tal vcz fucra como un pájaro que no soporta la
jaula y por CilO sc pasaba todo ci dia recogiendo no sé qué
certificados para que le permitieran it unos dias a Moscü a
fin de operarse de amigdaias (jamás padcciO de anginas),
Para seguir un tratamiento o para csoiucionar sus asuntos
hterarios,, olvidando pot compicto que no tenia ningün
asunto literario —no podia tenerlos. Como era de esperar,
no Ic dieron permiso para haccr ci viaje. Ajmãtova y Pas-
ternak, impresionados pot sus iamentos, visitaron incluso
a Katanian para pcdirlc so traslado a cualquier otra
ciudad. Pero tambiEn esto le foe negado. El despacho de
Katanian, abierto a todo visitante, sOlo existia para reco-
get las solicitudes que siempre recibian una negativa. De
esta forma, Mandeistam permaneciO los tres aftos en Voro-
nezh y solo en una ocasiOn cruzO las fronteras de [a region
permitida: flit a un sanatorio de Tambov, del cual Sc fugo
casi en seguida. Pot la provincia de Voronezh viajO varias
veces enviado pot el periOdico, y estuvimos en una casa de
campo de Zadonsk. Conseguimos it a Zadonsk gracias a
los quinientos rublos que Pasternak Ic dio pan nosotros a
Ajmitova, a los cuales cilas anadiO otros quinientos suyos.

179
Nos sentimos milionarios y pasamos en Zadonsk seis Se-
manas enteras.
Nuestros vagabundeos cesaron en el verano del aflo
1935 cuando en Zadonsk olmos anunciar por radio la in-
minencia de nuevos procesos y ci advenimiento de una
nueva etapa en nuestra vida. Se acercaba ci ño 1937. En
aquel entonces Mandeistam ya estaba gravemente enfer-
mo. Los medicos no podian o no querian diagnosticar su
enfermedad. Los ataques quc sufria guardaban semejanza
con la angina de pecho. Respiraba con dificuitad, Pero
continuaba trabajando. A decir verdad, quemaba su vida
y hacia bien. Si hubiera sido un hombre fisicamente flier-
te icuinto inótil dolor hubicra tenido quc soportar!
Sc extendia ante nosotros un camino espantoso y ya
sablamos Clue la Unica salvacion era la muerte. A la gente
de la gencración de Mandelstam, e incluso de la mia, na-
da bueno 'Cs auguraba ci future. Pero €1 no hubiera Ilega-
do con vida ni siquiera a la relativa bonanza del periodo
posstaliniano, que Ajrnátova y yo consideramos autCntica-
mentc fcliz. La comprend! con toda ciaridad a finales de
la década de los años cuarenta y comienzos de los cincuen-
ta, cuando la mayor pane de los Clue regresaron de los
campos, una vez cumplida la condena —y entre cilos
habla muchos Clue estuvieron en los frentes de la gue-
rra—, volvieron a ser deportados.
cMandelstam hizo bien en morirse enseguidax., me dijo
ci periodista Kazarnovski, que Sc encontró con éI en un
campo de tránsito y pasO iuego diez afios en Koiyma. Po-
driamos haber imaginado alga semejante cuando estába-
mos en Voronezh? TambiCn nosotros, probablemente,
crelamos que lo peor habia pasado ya... Mejor dicho, isa-
tábamos de no ahondar en ci futuro, al igual Clue hacian
otros condenados. Nos pteparabamos gradualmente a ma-
rir, alargando y ensanchando cada minuto, para quc su
gusto nos quedase en los labios, porque Voronezh fue un
milagro y un milagro nos IlevO all!,

180
Las fuentes del milagro
En su carta a Stalin, flujarin afladió una posdata en La cual
decla que Pasternak fue a verle muy inquieto por La de-
tendon de Mandeistam. Bujarin, evidentemcnte, necesita-
ha afiadir esa posdata para indicar asi La reacciOn de La
opiniOn publica. Dc acuerdo con nuestras normas habia
qu&personificarla. Sc puede deck que Fulano está preocu-
pado, pero no se puede mencionar siquicra ci descontento
de todo un grupo, de los intelectuales, pot ejemplo, o de
los circulos literarios... NingUn grupo de nuestro pals
dent derecho a tener opiniOn propia ante un aconteci-
miento cualquiera. En estos asuntos existcn finIsimas gra-
daciones que sOlo comprenden los clue ban estado en
nuestro peLlejo. Bujarin supo observar todas las normas
del juego Para asegurar ci ëxito a su gestiOn. Y esa posda-
ta explica el motivo de clue Stalin eligicra a Pasternak y no
a otto Para su Ilamada telefonica,
La conversaciOn tuvo lugar a finales de junio, cuando la
causa ya habla sido rcvisada. Pasternak divulgo ampha-
mente esa conversaciOn. Aquel mismo dia visit6 a Eren-
burg, clue estaba en Moscü... Pero, pot causas que ignoro,
no dijo ni una sola palabra a las personas intcrcsadas, es
decir a ml, o a Evgucni o a Ajmátova. Bien es cierto que
lLamO aquel mismo dia a Evgueni, que ya conocia la revi-
sión dc La causa, y Ic asegurO clue todo irla bien, pero se
limitO a esa aseveraciOn. Evgueni considero sus palabras
como un propOsito optimista y no les conccdio mayor im-
portancia. Conoci la Ilamada de Stalin varios meses mâs
tarde, cuando después de pasar ci tifus y la disenterla, hi-
cc pot segunda vez el viaje de Voronezh a MoscU. En una
conversaciOn casual, Shengueli preguntO si hablamos oldo
hablar de la liamada de Stalin a Pasternak y si esOs rumo-
res cran ciertos.. Shengucli no dudaba que todas esas
conversaciones fueran fruto de La ociosa imaginaciOn de
Pasternak, ya que éste nada nos habia comunicado. Pese a
todo decidi it a la casa de Pasternak: no hay humo sin
fuego, como se dice, y mucho menos de esa categorla... El
relato de Shengueli fiie confirmado hasta el más minimo
detalLe. Pasternak, al transmitirme su convetsaciOn con
Stalin, empleaba el lenguaje directo, es decir, se remeda-
ba a si mismo y a su interlocutor. Shengueli me habla da-

181
do la misma version: es includable que Pasternak se la
contO a todos del mismo modo y esa variante exacta fue la
quc se expandiO por todo Moscu. Rcproduzco textualmen-
te su relato.
Pasternak fuc rcquerido al telefono y se Ic advirtio
quién era ci que ilamaba. Desde las primeras palabras,
Pasternak empezO a quejarse de clue ola mal, porque
hablaba desde una vivienda comunal y en ci pasillo habla
niflos que hacian ruido. En aquellos tiempos esta queja no
equivalia aün al ruego de que se mcjorasen en forma de
milagro las condiciones de vivienda. Es que en aquel en-
tonces, Pasternak iniciaba cada conversaclOn con semejan-
tes quejas. Ajmátova y yo nos preguntábamos qucdamen-
te La una a la otra cada vez quc Pasternak nos ilamaba:
ç1-iab16 de la casa?x.. Pasternak hablO con Stalin como lo
hacia con todos nosotros.
Stalin comunicO a Pasternak que La causa contra Man-
delstam se estaba revisando y clue todo irla bien. Luego le
hizo un repioche inesperado: Por qué no se dirigio Pas-
ternak a las organizaciones de cscritorcs o Ca ml mismo. y
no hizo gestiones en favor de Mandelstam? cSi yo fuera
pocta y un amigo mio poeta se encontrara en dificultades,
malaria muros con tal de ayudarle...
Pasternak Ic respondio: cLas organizaciones de escritores
no se ocupan de esos asuntos desde ci año 1927 y si yo no
hubicra hecho gesriones, lo más probable es que usted no
supiera nada.. . - Luego Pasternak anadiO algo a propésito
de la palabra camigo, en su desco de precisar sus rela-
ciones con Mandelstani, que no correspondlan, natural-
mente, al concepto de arnistad. Esta precisiOn concordaba
perfectamente con ci estilo de Pasternak y nada tenia que
vet con el asunto. Stalin Ic intcrrumpiO con la siguiente
pregunta: cPero éI Cs un gran pocta, un gran poeta,
no?.. Pasternak Ic rcpuso: ePero si no se trata de eso.....
.De qué, cntonces?, repuso Stalin. Pasternak Ic dijo que
Ic gustarla verie Para hablar con éi. cDe qué?.. eDe la vi-
da y dc la muertc,, respondio Pasternak. Stalin colgO el
auricular. Pasternak intentO comunicar con él otra vez, pe-
ro Ic contestO cI secretario. Stalin no sc accrcO mis al tcle-
fono. Pasternak prcguntO al secretario si podia hablar de
esa conversaciOn 0 SI debia mantenerla en secreto. Incspe-
radamente Ic animaron a divulgarla: no debla hacerse nm-

182
gUn secreto de ella... El propio interlocutor deseaba, cvi-
dentemente, una amplia difusion. El milagro deja de set
milagro si no produce admiraciOn.
Al igual que no he nombrado a la Unica persona que'
anotO ci poema a Stalin porque In considero inocente de
la delaciOn y el arresto, no cito tampoco la Unica rep!a
de Pasternak clue, de set conocida, podrIa esgrimirse
contra suya Se trata de una replica de hecho inocente, pe-
ro que denota el egocentrismo y la suficiencia de su autor.
Para nosotros que lo conocemos bien, esa replica nos pare-
cc algo cOmica tnicamente.
Ahora es evidente Para todos lo que yalTa ci mitagro sta-
liniano, Pero a Pasternak Ic cupo ci honor no solo de di-
vulgarlo, sino ci de escuchar tambiCn ci sermOn. El objeti-
vo del milagro se habla aicanzado: la atenciOn paso de La
victima al bienhechor, del proscrito al milagrero. El signo
asombroso de aquel tiempo era que nadie de los que co-
mentaban ci milagro se preguntaban por qué hacla Stalin
esa excepción con Ins pocus y juagaba necesario que esca-
lasen muros Para salvar a un amigo caido en desgracia,
rnientras que €1, con toda tranquihdad enviaba a la muer-
te a sus propios amigos y camaradas. En ello no habla
pensado ni siquiera Pasternak y cuando yo se lo dije, se
sintiO algo incomodo. Mis coetáneos aceptaron con toda
seriedad las didácticas palabras de Stalin respecto a la
amistad de los poetas y se extasiaban ante el soberano que
habia demostrado tal ardor y temperamento. Pero Man-
delstam y yo no podiamos olvidar a Lominadze a quien,
Para ejecutarle, habian hecho salir de Tiflis cuando Man-
deistam trataba con €1 la forma de quedarse aliT pan tra-
bajar en Ins archivos. Y, ademas de Lominadze, a todos
aquellos que perdieron la vida en aquel entonces. No
fueron pocos, Pero en nuestro pals se empeflan obstinada-
mente en llevar la cuenta a partir del aflo 1937, fecha en
la cual Stalin, segUn dicen, sufrio un gran cambio y empe-
zO a exterminar a todos.
El propio Pasternak quedo descontento de su conversa-
ciOn con Stalin y se quejO a muchos de no haber sabido
aprovechar la ocasiOn para conseguir una entrevista. Tam-
bien a ml se me quejO... Dc Mandelstam no se preocupa-
ba, porque creyO ciegamente en las palabras de su interlo-
cutor de que todo irla bien. Esto Ic hacia percibir con ma-
183
yor agudeza su propio fracaso. Pasternak, al igual clue
muchas personas de nuestro pals, sentia un interés patolo-
gico per ci recluso del Kremlin. Opino quc Pasternak tuvo
suerte de quc esa cntrcvista tan anhelada no hubiera teni-
do lugar, Pero en aquel morncnto habla aün muchas cosas
quc no comprcndianios y otras muchas que ignorábamos.
Y en cilo radica ci Segundo rasgo sorprendente dc nucstra
época. eComo se explica que los ilimitados soberanos del
Pais, clue prometlan organizar ci paraiso tcrrenal en la
tierra, costasc lo clue costase, cegasen a tal punto a sus
contemporincos? Hoy dia nadic puede dudar que en ci
choque dc dos pocus con ci soberano, tanto ci prcstigio
moral como ci sentido histórico y la razón perteneclan a
los pocus. Pasternak, sin embargo, sufrIa pcnosamen(c
pot su fracaso y me confesó, inciuso, quc despues de ello
tardó mucho ticmpo en poder cscribir pocslas. Esto serla
comprensibic si Pasternak hubiesc querido palpar pot sI
mismo las Ilagas de la época. Como se sabe, lo hizo rnás
tardc, Pero no necesitO Para ello ningón cncuentro con los
dctentadores del poder. Opino, sin embargo, quc Paster-
nak en aquci entonccs crcla que en su interlocutor se en-
carnaba la Epoca, la historia y ci futuro y queria, simple-
mente, vet dc cerca aquel milagro vivo y paipitante.
En la actuaiidad Se propala ci rumor dc que Pasternak
cstaba tan asustado durante su conversacjón con Stalin
clue renegó dc Mandcistam. Porn antes de quc Pasternak
cayera cnferrno, In encontré en la calic y me hablo de csos
rumores. Le propuse quc juntos anotárarnos la conversa-
ción, Pero H no quiso haccrio. Tal vez Ins acontecimientos
hablan tornado tal giro que ci pasado Ic importaba poco.
Qué se Ic pucde reprochar a Pasternak, sobrc todo si
tornamos en considcracion quc Stalin Ic cornunicó de in-
mediato quc la causa iba a set rcvisada? En las versiones
actuales se dice que Stalin exigio quc Pasternak salicsc
fiador dc Mandeistam y quc €1 se ncgô. Nada dc cso es
verdad y ni siquiera se hablo de tin fiador.
Cuando Mandeistam conoci6 al dctallc esa conversa-
don, quedo muy conteito de Pasternak, en especial de su
frasc rclativa a las organizaciones de cscritores que cno se
dcdican a cilo desdc ci aUo 1927,... .Lc dio una informa-
ciOn exacta,, comentO risueño. Le disgusto cI propio
hecho de la convcrsaciOn: Por qué habran mczclado a
184
Pasternak en eso? Yo solo debo resolverlo, El nada tiene
que va... Decla tambiEn Tiene toda la razón, no se
trata de si soy un gran poeta... Por qué teme tanto Stalin
a los grandes pocus? Debe de set supersticioso y temer el
mal de ojo.. Y tambiEn: .El poemita debiô de impresionar-
Ic Si unto intetEs tiene en que se conozca so clemencia..
Y, dicho sea de paso, dcómo habria terminado todo Si
Pasternak hubiese elogiado a Mandelstam y lo hubiese ca-
lificado de gran poeta? A In mejor Ic hubieran acoquina-
do como a Mijoels o, en todo caso, habrian adoptado me-
didas mIs dristicas para destruir sus rnanuscritos. Estoy
convencida de que se han conservado gracias, sobre todo,
a los consumes denuestos de sus coetineos, unto de los
simbolistas como del LEF que lo calificaban de cx poeta,
ex esteta y a su poesia de caduca... Considerando que
Mandelstam estaba acabado y hundido, que pertenecla,
como suele decirse, al .dIa de ayerz, no se molestaron gran
cosa en buscar sus manuscritos y destruir sus huellas. Sc Li-
mitaron a quemar lo que cayô en sus manos. Si hubieran
tenido mejor opinion de la herencia poEtica de Mandels-
tam, ni yo ni Las poeslas habrian sobrevivido. Hubo un
tiémpo en que esto se liamaba 4dispersaf las cenizas al
viento..
La versiOn que se expandiO por el extranjero respecto a
La conversaciOn con Stalin carece de todo fundamento. Se
dice que Mandelstam, estando en casa de Pasternak, leyO
ante El y ante gente extraña su poema y que al pobre
.Pasternak no hacian mis que Ilevarlo al Kremlin y tortu-
ratio.... Cada palabra de esta versiOn demuestra un desco-
nocimiento total de nuestra vida... Aunque, ,quiEn tiene
la suficiente imaginaciOn para hacerse una idea real de
hasta qué punto estibamos sojuzgados? Nadie se atrevia a
decir una sola palabra sobre Stalin y mucho menos a leer un
poema semejante en ccasa ajenai'... It a una casa ajena y
leer delante de los invitados un poema contra Stalin, lo
podia hater un provocador (inicamente, y ni siquiera al-
guien asi se habria atrevido. Ademis, jamis llevaban a na-
die al Kremlin Para interrogarle; era el lugar destinado a
las recepciones de gala y a la entrega de las condecora-

• LEF Frerne de izquierda, agrupación de poem futuristas, opuestos


a los simbotistas. (N. de Ia 1.)

185
clones. Para Ins intertogatorios existla Lubianka, a donde
Pasternak no fue lievado pot causa de Mandeistam. No se
It puede compadecet pot su conversación con Stalin: eso
no Ic perjudico en absoluto. Pot otra pane, nosotros no
ibamos a la casa de Pasternak y éi nos visitaba en raras
ocasiones. Estas relaciones nos bastaban.

Los antIpodai-

En cierto sentido Mandeistam y Pasternak cran antipodas,


Pero los antIpodas están situados en puntos opuestos de
wi mismo cspacio: se pueden unit con una Utica. Poseen
rasgos y dcfinicioncs comunes. Coexisten. Ninguno de
elios, pongamos pot caso, habria podido set antIpoda de
Fcdin, Oshanin o Biagoi.
Dos poemas de Mandelstam vienen a set como una res-
puesta a Pasternak: uno a cierta poesia y otro a la conver-
sación inacabada con Stalin. Hablaré primero de cste 6lti-
mo, es dccii, del quc se refiere a la casa. Deben su apari-
ción a unas palabras casi casuales de Pasternak. Un dia se
prcsentó en nuestra casa del pasaje Fürmanov Para vet qué
tall nos hablan instaiado. Al despedirse sc entretuvo
hablando largo rato en ci pasillo. 4Bueno, pues ahora que
ya tienc casa, puede escribir poeslas., dijo at fin, despi-
diéndose.
qHas oido In que dijo?. Mandelstam estaba furioso...
No soportaba las quejas sobre las circunstancias exteriores
—malas condiciones de vivienda, falta de comodidades,
de dinero— que impiden ci trabajo. Segün su intimo con-
vencimiento nada puede impedirle al artisca hacer lo que
dcbe y viceversa, ci bienestar no puede servir dc estimulo
Para ci trabajo. No es que éi rehuyera ci bienestar ni quc
se opusicra a tenerio... Pero en torno nuestro Jos escritores
mantenian una lucha frenetica por una vida confortabic y
la vivienda se consideraba ci mayor de los premios. Aigo
mks tarde, empezaron a conceder tambien casas de campo
pot méritos. Las palabras de Pasternak dieron en la diana.
Mandelstam maldijo la casa y propuso que La devolviera-
mos a quienes estaba destinada: Jos honrados traidores,
pintores figurativos y demás arribistas.

186
Al maldecir la casa, Mandelstam no preconizaba la vida
errabunda, expresaba simplemente su horror pot e1 pago
que se nos exigia. Nada se recibia de balde: ni viviendas,
ni casas de campo, ni dinero...
Pasternak, en su novela, menciona también fa vivicn-
dap 0, mejor dicho, la mesa de despacho, para que ci set
pensante pueda trabajar en ella. Pasternak no podia pres-
cindir'lte la mesa: era un hombre c lue escribia. Mandels-
tam componha sus poesias sobre la marcha y luego se Sen.
taba un momento y las anotaba. Incluso en sus metodos
de trabajo eran antIpodas. Es poco probable que Manclels-
tam hubicra defendido ci especial derecho del escritor a
una mesa de trabajo cuando ci pueblo entero estaba priva-
do de todos los derechos.
La segunda poesia relacionada con Pasternak comenza-
ba: Fuera es de noche, miente ci señor ... .. Es una res-
puesta a las estrofas de Pasternak donde dice: eLa rima no
Cs una sucesión de estrofas, es ci nümero de guardarropa,
ci billete pan tin lugar junto a las colurnnasx.. En estas
estrofas se y e claramente la arquitectura de la Gran Sala
del Conservatorio a donde nos dejaban pasar aunque no
tuviéramos billetes. Es un simbolo de la privilegiada posi-
ciOn social del poeta. Mandeistam en sus poesias renunció
al puesto junto a las columnas. En su actitud ante el
bienestar, ante la admisiOn de La realidad de so tiempo,
Mandelstam estâ mucho mis cerca de Tzvetáieva que de
Pasternak, Pero este rechazo en la obra de Tzvetáieva
tiene un carácter mis abstracto. El conflicto de Mandels-
tam se produce con una época determinada y ei precisó
con bastante exactitud sus rasgos y sus cuentas con ella.
En cierta ocasiôn, todavia en 1927, le dije a Pasternak:
Tenga cuidado, ellos Ic prohijarán ... .. Me recordo esas
palabras en mks de una ocasiOn, y La ültima vez treinta
aiks mis tarde, cuando el ,Doctor Zhivagob habia sido
publicado ya en ci extranjero. La primera vez que habla-
mos de ello fue durante una conversaciOn sobre Mandels-
tam, y él comentó quc El era un fenómcno tipicamente
moscovira, una persona sedenraria, familiar... Pot su na-
turaleza moscovita se hacia cornprensibie a los prohombres
de nuestra lireratura y ellos estaban dispuestos a admi-
rirlo, aunque la ruprura seria inevitable de rodas formas;
ellos hablan emprendido un camino que El, Pasternak, no

187
podria seguir. Mandelstarn, en cambio, eta un nómada,
un set errante, del que se apartan hasta los inuros de las
casas moscovitas. Luego me di cuenta de que con relacion
a Mandeistam las cosas eran distintas y que lo convertlan
deliberadamente en nómada. Por lo que se refiere a Pas-
ternak, yo no pretendia set Casandra, ni mucho menos,
sino que habia tropezado con la realidad an poco antes
que el.. La mismo que la deportada de Cherdin que se
me adelanto con su experiencia. Me di cuenta, sin embar-
go, de que tarde a temprano, todos acaban por ver, Pero
muchos ocultan que ban recobrado Ia vista. En uno de
nuestros ültimos encueritros, Pasternak me recordo mis
palabras respecto a la inevitabihdad de la ruptura.
El destino de estos dos hombres, igual que la mariposa
en la crisálida, se ocultaba en su estructura espiritual. Am-
bos estaban condenados por la literatura oficial, Pero Pas-
ternak buscO hasta un cierto tiempo La forma de aproxi-
niarse a ella; Mandelstan-i, en cambio, trataba de huir de
ella. Pasternak, en su afan de conseguir una estabilidad,
principalmente material, sabla perfectamente que el cami-
no lucia ci bienestar era a través de la literatura Jamas sa-
ho de ese circulo y nunca lo rehuyo. El doctor Zhivago
más que medico es poeta y no fue Pasternak quien se
apartO de la literatura, sino Zhivago y tan sOlo lo hizo
cuando Se dio cuenta de que la ruptura era inevitable.
En su juventud, Pasternak reflexionó largamente sobre
Ia forma de literatura que Ic proporcionaria la estabilidad
anhelada. En una carla a Mandelsiam he comunicaba,
incluso, clue se disponia a set redactor profesional. Es cvi-
dente que se trataba de una fantasia del jovencisimo Pas-
ternak, aün inmaduro. Pero los planes fantásticos de Man-
deistam y Pasternak son asombrosamente diferentes. Man-
delstam renegO de la literatura y del trabajo durante toda
su vida, bien fliera una traducción, una redaccion o una
asamblea en la Casa de Guertzen Para hacer una deciara-
ciOn exigida por la época. Pasternak Sc hallaba en poder
de una fuerza centrffiiga y Mandelstam de una centripeta.
Y Ia literatura les trataba de forma correspondiente: al
principio fue benevolente con Pasternak y tratO de ani-
quilar a Mandeistam desde e1 primer momenro: Tampo-
co Pasternak es de los nuestros —me dijo en cierta ocasiOn
Fadéiev, hojeando las poesias de Mandelstam—, sin em-
188
bargo esti mis cerca y en algo nos podemos entender ... ..
Fadéiev era entonces redactor-jefe de 4Krisnaia Nov y
Mandelstam era ya poeta prohibido. Fui yo a lievarle los
poemas, porque El estaba enfcrmo. Son los mismos que
ahora forman pane del APrimer cuaderno de Voronezh.
FadEiev no se fijo en tEL lobo * ni en ci ciclo de ese
nombre. Le interesé tan sOlo tin pequeflo poema de ocho
estrofa-cSobre papel oficial verjuiado. la noche tragO es-
pinosos gobios —cantan Las estrellas— Los pajaritos bu-
rOcratas escriben y escriben sus informes Si deseos sien-
ten de parpadear, pueden una soLicitud presentar, y
siempre se renueva la autorizaciOn P ara centellear, escribir
y pudrirse... Mandelstam me dio ese poema satIrico pot
hacer una travesura: Por qué escribe (rapport) con dos
pes?x, me preguntO Fadéiev, pero en seguida comprendio
que provenla de la palabra RAPP "... Me devolvio las
poeslas con tin movimiento de cabeza: (Con Pastcrnak es
mis ficil, habla de la naturaleza.. Pero no sOlo se trataba
de La temitica de los poemas y ni siquiera de la poesia
propiamente dicha, sino de que Pasternak tenia ciertos
puntos de contacto con la literatura tradicional y a travEs
de ella con la RAPP, y Mandeistam no los tenia. Pasternak
anhelaba La amistad y Mandeistam renunciaba a ella. No
vale la pena de preguntarse quiEn de los dos tenia razOn.
Es un planteamiento falso de la cuestiOn. Pero lo
asombroso es que ambos, al final de su existencia, hi-
cieron algo en contradicciOn con toda so vida anterior:
Pasternak escribiendo y editando una novela en e1 cxtran-
jero orientO hacia Ia ruptura total y Mandelstam ya esta-
ba dispuesto a un compromiso, pero resultO demasiado
tarde. En su caso se trat6 en realidad de una tentativa de
saLvación justo en el momento en que ya tenia La soga en
el cuello, Pero es un intento que existió. En diferente si-
tuaciOn se haHaba Ajmitova. Hathan presión sobre ella
manteniendo como rehen a su hijo Liova. Si no fuera pot
eso, los asI liamados poemas (O5IUVOS) jamis hubieran
aparecido a la luz del dia...

• Juego de palabras intraducibic; en ruso sinforme* es raporl, Con UO3


sola p..
• * RAPT: Asociaciôr, Rum de Escritores Proletariat, organizada en
1925.

189
En urn sola cosa fue consecuente Pasternak a Jo largo de
toda su vida: en su actitud frente a los intelectuales o,
mejor dicho hacia aquellos intelectuales cuya forma de
existencia Pacifica y confortable fue destruida después de
la revolucion. En realidad, Pasternak permanece indife-
retire ante J os procesos internos que se producen entre los
intelectuales tomados en su conjunto; los profesores de
universidad, por ejemplo, son genre aburrida, de ideas
chatas, indignas de la amistad de Zhivago. La vida fami-
liar de Zhivago queda destrozada y ci autor culpa de elm
al pueblo amotinado. A Pasternak Ic gustarla erigir un
muro defensivo en forma de Estado entre los intelectuales
y ci pueblo. Pero, equi8n era ci misterioso hermano me-
nor de Zhivago, ese hombre de aspecto aristocratic 0 y ojos
oblicuos que aparecia siempre como un genio del bien tra-
yendo productos, dinero, buenos conse j os, .proteccion, y
ayuda? .El misterio de su poder no quedo resuelto,, dice
Pasternak. No obstanre, su vInculo con los vencedores y
con ci Estado resuita Parente a lo largo de toda la novela y
Ia ayuda que Ic presta a su hermano pertenece a la catego-
na de los cmilagros estatales, para los cuales se precisan te-
léfonos, correas de transmisjón y las comisiones creadas
por iniciativa de Gorki Para mejorar las condiciones de vi-
da de los cientIficos. Ocupa una posición tan alta que pro-
mete a su hermano mandarle al extranjero y hacer que
regrese a Moscu su familia exiliada en Paris. Pasternak
sabia perfectamente quién de los dirigenres estaba en con-
diciones de hacer todo eso a principios de la década de los
años treinta. Si Zhivago no hubiera muerto, su hermano
Ic habria proporcionado ci •billete, P ara un puesto junto
a las columnas. Esta esperanza en ci Estado y en sus mi-
lagros nada ten!a que vet con Mandelstam. El comprendio
muy pronto Jo que significaba Para la gente el nuevo Esra-
do y no confiaba en su proteccion. Crela que cci pueblo,
como juez, juzgariax Tambien dijo: ciAsciendes hacia
afios sérdidos, oh sol, oh pueblo oh juezl.. Tambien yo
comparro esta fe y sE que el pueblo emite su juicio incluso
cuanclo calla.
Bajo el apellido de Guinz, represento Pasternak al co-
misario Linde, asesinado por los soidados en el frente. Pa-
ra el escritor su muerte es una vcnganza contra los
hombres que no sabiendo dirigir ni frenar a la masa solda-
190
desca como Los oficiales cosacos, hablan sublevado al
pueblo... Mandelstam conocia bien a Linde; para caracte-
rizar su actitud ante esa muerte basta con char Las siguien-
es estrofas: tPara bendecirle, at lejano infierno Rusia des-
cenderá con suave paso.. - -
En su artIculo sobre tHamlet., Pasternak dice que la
tragedia cit Hamlet no radicaba en su falta de voluntad,
sino en cUiecho de que at cometer un acto impulsado por
su deber filial, pierde La herencia que Ic pertenece por de-
recho, es dccii, ese mismo dbillete junto a las columnas..
Moscü pertenecla a Pasternak desde su nacimiento. En
cierto momento Ic pudo parecer que renunciaba a su
patrimonio, pero esto no sucediO y no to perdiO. Marina
Tzvétaieva también Ilego a Moscü como heredera legitima
y fue aceptada como Ic correspondia. Mas toda herencia
era ajena a su naturaleza y Tzvetáieva rcnunciO efectiva-
mente a ella tan pronto como adquiriO su propia voz en la
poesla. Dc un modo totalmente distinto admitieron a Ins
acmeistas: Ajmátova, Gumiliev y Mandelstam. Ellos eran
portadores de algo que suscitaba ciego furor en ambos
grupos literarios. Los recibieron con hostilidad tanto
Viacheslav Ivanov con todo so entorno como Ins medics
prOximos a Gorki. Con Gumiliev eso no ocurriO de pron-
to, sino tan solo dcspués de su primer libro acmeista, 4EI
cielo ajeno.. Pot eso la lucha contra ellos se ha Ilevado
siempte a muerte y con mayor violencia que contra otros
pocus. Mandelstam decia siempre que los bolcheviques
cuidaban tan sOlo de aquellos que les fueron entregados
en mano par los simbolistas. Con los acmeistas esto no su-
cedió. En la época soviética tanto los de LEF como el resto
de Los simbolistas atacaban pot igual a Los tiltimos acmeis-
tas: Ajmátova y Mandelstam. Esta lucha tomaba a veces
formas cOinicas como, por ejemplo, los articulos de
Briusov en los cuales ensaizaba a los 4neo-acmestasb y a
su jefe Mandelstam, incluyendo entre sus discipulos a to-
dos cuantos Ic daba la gana a fin de desacreditar esta es-
cuela. Más divertidas resultaban An Las escaramuzas per-
sonales entre Briusov y Mandelstam. Un dia Briusov to ha-
a su despacho y estuvo elogiando largo rato sus versos,
citando a MakavEiski, un poeta de Kievque abusaba en
sus poesias del latin. En otra ocasiOn, at distribuir Las ra-
ciones para los intelectuales, Briusov in9isti6 en c lue a

191
Mandeistam se Ic diera una radOn de segunda catcgorIa,
uingiendo habetle conflindido con un abogado del mismo
apellido. Estas eran diversioncs a! estilo de La primera de-
cada del siglo xx: pew Briusov jamás recurriO a la discri-
minaciOn politica. De eso se ocupaba la organizaciOn de
LEF, que era mks joven. -
Pot Ic que se reficre a Mandeistam, ansiaba set reconc,-
cido por los sirnbolistas y los dc LEF, sobre todo pot Vet-
jovski y Kirsánov, pero no Jo consiguiO... Ambos se
mantenlan firmes en sus posiciones y todos los amigos de
Mandeistam se burlaban de el pot su total fracaso.

Dos voces

Segun Andrei Bely, ci cnsayo es una forma muy ampha


que abarca absolutamente todo lo que no está marcado
con ci ignominioso sello dc Ia novela costumbrista y, en
general, de la Ilamada hteratura. .Desdc ese punto de vis-
ta., Ic dijo Mandcisram, t'La conversaciOn sobre Dante' es
también un ensayo.. Andrei BEly Jo confirmo.
Conocimos a Bciy en Koktebel en ci aflo 1933. Los dos
hombres se tenian simpatia, pete la mujer de Bcly, recor-
dando probabiemente [as viejas discordias y los artIculos
de Mandelstam se oponla abiertamente a toda aproxima-
ciOn. Es probable que conociera la actitud desfavorabie de
Mandelstam hacia la antroposofia y la teosofia, cosa que
no solo Ic convertia en persona ajena, sine inciuso hostil.
Pesc a todo se velan, aunque a escondidas, y hablaban
gustosamente. En aquellos dias habia escrito Mandeistam
su cConversacion sobre Dante., y se Jo ida a Bely.
Discutian con ardor y Bely se referia constantemcnte a su
trabajo sobre Gogol quc en aquel entonces no estaba ret-
minado afln.
Vasilisa ShkiOvskaia me dijo un dia que de todas las
personas que habia conodido, Bely foe el que mayor
impresiOn Ic habia causado. Y la comprendo, Parecia tras-
pasado de luz. Jamás vi a otra persona dotada de scmejan-
cc luminosidad. No sé si era debido a sus ojos o a su pen-
sarniento en constante ebulhciOn, pero ci hecho es que

192
transmitIa a todo el que se it aproximaba una vibración
intelectual... Su presencia, su mirada, su voz enriquecian
ci pensamiento, aceleraban la mente. La irnpresión que
tengo de El es de aigo milagroso, de un vendaval mate-
rializado, de aigo incorpóreo, de una carga eléctrica... Era
un hombre que ya caminaba hacia su final, que recogia
guijarros en la plaza de Koktebel y las hojas otofiales pan
format-eon ellas complicados dibujos, un hombre que pa-
seaba protegido pot un paraguas negro en compaflia de su
mujer, menuda, inteligente, antaño bonita, que despre-
ciaba a todos los no iniciados en su complejo mundo
antroposofico -
Los sirnbolistas eran los grandes seductores y captadores
de almas humanas. Y Bely, al igual que otros, habla ten-
dido sus redes. Un dia me apresó a ml y durante mucho
tiempo me estuvo hablando de la teoria del verso, expucs-
ta en su libro cSobrc ci simbolismo.. Mandelstam Ic dijo,
riendo, que todos nosotros y, en particular yo, habiarnos
leido su obra y en ella nos educamos. Se trataba, natural-
mente, de una exageración, pero yo no objete nada, pot-
que Bely, a quien consideramos excesivamente mimado y
rodeado dc una adoracion casi religiosa, se aiegrô de pron-
to al saber que contaba con una lectora más. Probable-
mente tambien se sentia solo en aquellos afios, se notaba
rechazado y carente de lectores. El destino de sus admira-
dotes y amigos era rutty amargo: los despedla constante-
mente al destierro y recibia a Ins que regresaban de él,
una vez cumplido el plazo. A ei no Ic molestaban, pero
en torno suyo lo barrian todo. Cuando se Ilevaban a su
mujer —y eso sucedie más de una vez— se debatia y gri-
taba de furia. cPor qué se La Ilevan a ella y no a mi? ' , se
nos quejaba aquel verano. Poco antes de nuestro en-
cucntro la tuvieron detenida varias semanas en Lubianka.
Esto Ic enfurecia y acortó sensiblemente su vida. La ôltima
gota que colmó la medida de su desesperacion y envenené
su conciencia fue ci pr6logo que escribiO Kaménev en su
libro sobre Gogol. Este pralogo demostraba que por
muchos cambios que se produzcan en las relaciones inter-
nas del partido, no se permitirá de todas fofmas ci libre
desarrollo del pensamiento. Cualquiera c lue sea el giro de
Ins acontccimientos, la idea de clue es preciso educar y tu-
telar La mente seguirâ siendo el fundamento de los funda-

193
mentos. Aqul tenéis, nos decla, ci camino real y si lo he-
mos abierto para vosotros, para quE vais a buscar los Ca-
minos vecinales?,,. i A qué fantasear si os hcmos piantca-
do las mâs correctas tarcas y de antemano hernos fijado
su resolucjon! ..,
Nuestros tutores jamás se equrvocaban ni. tenlan dudas
en ninguna esfera de so actividad. Pot ci embrion sablan
determinar con audacia cuál serla ci fruto y de aqul sóIo
hay un paso Para decrctar el cxterminio de inutiks
embriones, ideas, vásragos. - - Y dos lo hacen y, ademas,
muy fructuosamentc,
El propio Beiy tenla Ia intima certeza de Clue su pensa-
miento no era accesibie, que resuitaba dificii, áspero. Dc
aqul quc su manera de hablar fucra coinpictamente dis-
tinta que la de Pasternak. Bely envolvia a su interlocutor,
lo conquistaba lentamente, convenciéndole y cncantándo.
le. Tenia unas entonaciones suphcantes, timidas; Sc nota-
ha en clias inseguridad en el oyente, ci temor de no sec
comprendido, de no set oldo, la necesidad de conquistar
su confianza y atcnción.
Pasternak, en cambio, se hmitaba a regar su sonrisa y
sus palabras. Ensordecia con su VOz de bajo con tanta se-
guridad como si de antemano supiese quc ci tcrreno ya es-
taba abonado Para la comprensión. No trataba de conven.
cer como Beiy, no discutla como Mandeistam, sino Clue
zun-ibaba cuforico y confiado, permitiendo que todos lo
escuchasen y admirasen. Dirlase Clue ejecutaba un solo de
opera, considerando quc Moscü, que it pertenecla desde
su infancia, habla preparado ya un auditorio maduro, do-
tado, ademas, dc oldo c inteligencia, enamorado pot obh-
gaciOn de su voz. Tomaba en consideracion, hasta un cier-
to punto, a un auditorio y procuraba no disgustarlo en na-
da. Pero El necesitaba de on auditorio y no de interiocuco-
res: a Esros los evitaba. Beiy, pot ci contrario, necesitaba
remas Clue despertasen la inente, a genre que en so pre-
sencia cornenzasc a pensar y a buscar. Prcgunte a Man-
delstam: .Cuái de esos dos estiios es el tuyo?.. Mc its-
pondio: 4CIaro que el de Bel ' .. Pero no era cierto. Le irri-
taban pot igual ci auditorio, Jos discipulos y los admirado-
res. Sentia descos insaciabics de relacionarse con personas
como El, cosa quc de aflo en año resuitaba cada y ea mâs
dificil. En nuestra sociedad se producia un proceso de ml-

194
metismo intelectual: todas las voces c ideas se inspiraban
en el modelo oficial.

El camino funesto

La muerte de un artista no es una casualidad, sino ci üld-


mo acto creador que como un haz de raycs ilumina toda
su vida. Mandelstam lo cornprendió muy pronto, en la
época en que escribió su articulo sobre la muerte de
Skriabin. Por qué se asombran de que los poetas prevean
con tanta clarividencia so destino y sepan qué muerte les
espera? El final y la rnuerte son elementos dc la estructura
de la vida, potentisimos, a los que se subordina todo lo de-
mâs. No hay en clio ningün determinismo, sino que debe
considerarse, inâs bien, como una libre manifestaciôn de
la voiuntad. Mandelstam condujo su vida de modo autori-
tario hacia el final que le acechaba, a la forma de muerte
más extendida en nuestro pals, een tropel y en manadas'.
En el invierno de 1932-33, durante una velada literaria en
la redaccion de 4Litieratürnaia Gazieta (La Gaceta Litera-
na), en la cual se klan poesias de Mandeistam, Markish lo
comprendió todo tic pronto y Ic dijo: .Usted mismo se lie-
va de Ia mano hacia el patibulo.... Se trataba de una pa-
ráfrasis de unas estrofas suyas en una variante del poema:
•Yo mismo me Ilevaba de la mano por La calle ... .
Mandeistam, en su poesla, hablaba constantemente de
esa forma de muerte, pero nadie se daba cuenta de ello,
igual que no se dieron cuenta de Las palabras de Maiakovs-
ki sobre el suicidio. Sin embargo, la gente que se disponia
a mont intentaba, en ci ultimo momento, apiazar ci fin
inevitable. Cerraban los ojos, fingian haberse escondido,
haciendo vet que podian seguir viviendo: buscaban aloja-
miento, compraban zapatos resistentes y se volvian de es-
paldas al foso ya abierto. Lo mismo hiao Mandelstam al
escribir el poema sobre Stalin.
Ese poema lo escribio a finales del proceso de expro-
piaciOn de los kulaks, entre La vieja Crimea) y cLa vivien-
da. dHubo algUn estimulo psicologico para la creación de
ese poema? Probablemente bubo varios o muchos y no

195
uno sOlo. Cada uno de elks habra parcicipado en cierto
modo en aquello que ci juez califico de cacciOn, y que al
principio del sumario figuraba como dacto terrorista..
El primer estimulo seria, probàbkmenrc, ci de ,no
puedo cailar.. La gcneración de nuestros padres sofia pro-
nunciar con frecuencia esa frase. Nosotros no la
repetiamos siguiendo a nuestros padres, Pero, como se ye,
hay una gota que rebosa la copa. En 1933 habiamos avan-
zado mucho en nuestro conodmienro de la realidad. El
stalinismo se habla manifestado ya en una empresa math-
Va: el de la expropiaciOn de los kulaks y, en particular, en
la organizaciOn de la literatura.
Durante ci verano cstuwmos en la Vieja Crimea y en las
poesias de Mandelstam aparecen per vez primera palabras
indicarivas de que habia visto las recientes huellas de ese
proceso de expropiaciOn: Us terribles sombras de Ukrania
y Kuban, los campesinos hambrientos... En la primera Va-
riante del poema de Stalin, se It califica de asesino y de-
vorador de rnujiks. En aquel entonces todos pensaban asi
y Ic decian, en voz baja, naturalmenre; ese poema no se
anticipO a su tiempo, se adelanto tan solo a la conciencia
de los circulos dirigentes y de aquellos que estaban a su
scrvicio.
La segunda premisa para la creaciOn del poema fue la
conciencia de Ia propia condenacion. Ya era tarde para cs-
conderse como ccl gorro en la manga. Sus poesias de la
dEcada de Ins aflos treinta ya circulaban de mano en ma-
no. En cPravda, se publico un editorial denigratorio, sin
firma, en ci cual se calificaba el eViaje a Armenia, de
.prosa Iacayuna * . Ya no se trataba de una advertencia, si-
no de un ajuste de cuentas Antes de ello, me hablO el
redactor-jefe de Goslit (Ediciones Literarias del Estado),
quien me .aconsejO. clue Manclelstam renunciase de inmc-
diato y püblicamcnte al .Viaje a Armenia para no tener
que arrepentirse, segón me dijo... Todas las advertencias
en forma de amenazas y consejos ya habian sido hechas
(Gronski y GOsiev), Pero Mandclstam lo desdeho todo. El
fin Sc aproximaba.
No recuerdo nada más terrible que ci invierno dc 1933-
34 en la nueva y ónica vivienda en mi vida. Pared por me-
dio sonaba 'a guitarra hawaiana de Kirsánov, por los tubos
de ventilatiOn nos Ilegaba el aroma de las comidas de los

196
escritores y de los insecticidas, no teniamos dinero ni nada
clue corner, y por las tardes reciblamos numerosos visitan-
its, la mind de los cuales cnn enviados ex profeso. El fin
podia ilegar en forma de exterminio rapido o lento. Man-
delstam, como persona, prefiriö el rãpido. Preferla moth a
manos de los organismos represivos y no de las organiza-
clones de escritores que Ilevaban La iniciativa de su exter-
minao.
Mandeistam, In mismo que Ajmâtova, no admitla la
forma habitual de suicidio. Y, sin embargo, todo Ic im-
pulsaba a ello: la soledad, ci aisiamiento, el tiempo, que
en aquel entonces trabajaba en contra nuestra. La sotedad
no es la faIn de amigos y conocidos, hay siempre suficien-
tes, sino ci hecho de vivir en una sociedad que no oye las
advertencias y continua caminando con los ojos cerrados
pot ci terrible camino del parricidio, arrastrando en pos de
si a todos y a cada uno No era casual quc Mandelstam
hubiera Ilamado Casandra a Ajmâtova. En situación serne-
jante no solo se hallaban Ins poetas. Los hombres de la ge-
neraciOn anterior a la nuestra presentian ci futuro, Pero
sus voces se hablan Perdido, se hablan acallado. Ames del
triunfo de In .nuevo * habian tenido tiempo ya de hablar
de su etica, ideologia, intolerancia y de sus deformados
conceptos juridicos. Era Ia voz clue clamaba en el
desierto - 'V cada ella comprendiamos con mayor claridad
que hablar con la Iengua cortada era cada vez más difIcil.
Al elegir so forma de mont, Mandeistam utilizO una
sorprendente peculiaridad de nuestros dirigentes: su exce-
sivo, casi supersticioso, respeto por la poesla: .De qué it
quejas, me decia, céste es el ünico pals que respeta la
poesia: niatan por ella. En ningün otro lugar ocurre
esox....
Un dia, viendo los retratos de nuestros dirigentes cx-
puestos en los escaparates de las tiendas, Mandelstam me
dijo que de lo ünico que tenia miedo era de Las manos
humanas. Los dedos grasicntos que figuran en ci pocrna a
Stalin son, sin duda, una rcminiscencia de la historia de
Dcmián Bedni. No en vano Este, ileno de temor, habia
aconsejado a Pasternak que se abswviese de intervenir en
ci asunto Mandeistam. En ci retrato de MOlotov se fijo en
que su cuello, que asomaba por encima de la camisa, era

197
muy delgado y la cabeza que lo coronaba, muy pequefla.
Parece un gato., dijo mostrandome el retrato.
Los primeros oyentes del poema dedicado a Stalin
quedaron horrorizados y Ic suplicaban que Jo olvidase.
Además, la evidencia de su verdad reducia ante los oyen-
tes coetáneos ci naérito de la poesla. En estos ültimos afios
observo una reacciôn más sensible. Alguno suele pregun-
tarme córno es posible que ya en 1934 hubiera Mandels-
tam comprendido todo. No escaria equivocada la fecha?
Se trata de personas que ban admitido la version oficial de
clue todo iba bien antes de Ezhov y que, en realidad, el
periodo de Ezhov tampoco fue tan malo. Lo clue pasO es
que Stalin, ya despues de Ia guerra, de viejo, perdio la ra-
zOn y causO grandes danos... Aunque esta versiOn ya re-
sulta caduca y la verdad empieza pot abrirse paulatina-
mente paso. Sin embargo, seguimos idealizando la decada
de los ahos veinte, a la tual ahadimos algunos de la deca-
da del treinta Es una idea muy arraigada entre nosotros.
Las viejas generaciones desaparecieron sin haber tenido
tiempo de decir nada. Los viejos de boy dia, incluso los que
ban estado en Ins campos, siguen hablando de su florida
juventud, interrumpida pot la detencion ünicamente. Qué
pensarãn nuestros nietos si todos nos vamos en silencio?
Entre los que oyeron el poema he podido establecer tres
opiniones distintas. Kuzin crela que Mandeistam no tenla
derecho a escribirlo porque su actitud general ante la revo-
!uciOn era positiva. Le acusaba de no ser consecuente: Si
has aceptado la revolucion, admite a su dirigente y no te
quejes... Este razonamlento no carecia de una cierta lOgica
rigorista. Pero no acabo de entender cómo Kuzin, que
amaba la poesia y la prosa de Mandelstam, que conocia de
memoria, In haya olvidado a la vejez, ilegando incluso a
escribirle a Morozov que jamás habia leido •El viaje a Ar-
menia, que no se habia percatado del desdoblamiento de
Mandelstam y de su inestabilidad. La gente, pot In que se
y e, comprende con dificultad ]as manifestaciones ocultas o
ligeramente veladas. Necesita que todo sea a las daras. A
veces creo clue Mandelstam se decidio a manifestarse con
tanta claridad porque estaba cansado de la sordera de sus
oyentes, que no dejaban de repetir: iQuE bella poesia!,
pero, ,qué tiene que vet con la politica? ,Por qué no la
publican?

198
A Erenburg no le gusta ci poema sobre Stalin. Lo califi-
ca de •versitos, con gran espanto de la encantadora y de-
licada Liuba, que no sabia que en nuestro medio no
existia en general otto epiteto pan la poesia. .&Escucha este
versitot., decia Mandeistam, cqué te parece? No está
mal, verdad?i.... Erenburg tienc toda la razón al calificar
ese poema de obra menor y poco representativa en la obra
poética de-Mandelstam.
Pero sea cual fuere la calidad de ese poema, pucde
considerarse accidental en La obra del poeta si flue La causa
de su terrible fin? Esc poema representa un gesto, una ac-
Sn y desde mi punto de vista es una consecuencia lógica
de toda la vida y cteaciôn de Mandelstam. Es indiscutible,
asimismo, que hay en este poema cicrtos elementos de
adaptación a la mentalidad del lector; el poeta que jamás
se esforzaba pot set comprendido, que consideraba a todo
lector e interlocutor suyo igual a €1 y que pot eso jamás
simplificaba sus ideas ni las presentaba en forma mastica-
da, hizo precisamente ese poema accesible, directo y facil
de .comprender. Pot otra pane, se preocupO de que no pu-
dicta servit de medio primitivo para la propaganda
politica; de ello me hablo incluso: cEso no me
incumbe.... Dicho de Otto modo, escribiO ci poema para
un circulo de lectores ms ampho que el habitual, aunque
sabia que en el momento en que to escribia no podia te-
net lectores. Creo que no quiso abandonar Ia vida sin de-
jar un claro testimonio de todo cuanto sucedia ante
nuestta vista.
La actitud de Pasternak ante el poema fue igualmente
hostil. Me Lienó de teptoches —Mandclstam ya estaba en
Voronezh—, de Los cuales recordé el siguiente: AiC6mo
pudo escribir ese poema €1, que es judio!z Sign sin
comprender hasta la fecha ci cutso de semejante tazona-
miento y en aquella ocasión propuse a Pasternak que Ieye-
se una yea más el poema, Para que me indicase concreta-
mente qué habia en él de inadecuado para un judlo, Pero
él se negé hotrorizado.
La actitud de estos primeros oyentes del poema me
hacia tecordar ci telato de Guettzen acerca de su conversa-
ción con Schepkin, quien fue a Londres para pedirle que
dejase de publicar cKoLokol. (La Campana) potque los jó-
venes eran detenidos pot leerlo... Pot suerte nadie fix de-

199
tenido por haber escuchado ci poema. Ademas, ci propio
Mandeistain no era, ni mucho menos, un escriror politico
y sus funciones sociales nada tenhn tic comUn con las tic
Gucrtzen... Pero, en realidad, d6nde está e! limite? En
qué medida debe uno proteger y cuidar a sus conciudada-
nos? Cuando se trata de los coctineos de Guertzcn, no
deja de sorprenderme Ia acticud de Schepkin: Cómo se
puede proteger asi a la gente? No se les puede mantener
entre algodones... En cuanto a mis contemporáncos, la
verdad es quc no quisiera exponcrics at peligro; más vale
que vivan en paz y se adapren a estos tiempos tan difici.
les: si Dios quiere, todo pasará y más adelante ya
veremos... La vida acabari pot triunfar y todo voivera a su
cauce... ;Para qué desperrar a Ins quc duermen, Si CtCO
cl ue algun dia ellos mismos se despertaran! No sé si tengo
o no razén, Pero yo, como todos, estoy contaminada por
ci instinto y la sumisión. -
Una sola cosa me resulta evidente: Ia poesia de Man-
delstam se adelanto a su tiempo y ci terreno no esraba
preparado en ci momenro de su aparición. Aün se reciuta-
ban partidarios del regimen y se olan las sinceras voces de
los adeptos seguros de que ci fururo 'CS pertenecia y que
ci reino milenario no acabarla nunca Los restantes —su
ncimero tat y ea fuera mayor clue ci de los adcptos—, se li-
mitaban a cuchichear suspirando. Nadie ola sus voces,
porque nadic las necesiraba. La estrofa •Nuestras palabras
a diez pasos no sc oyen, expresa con gran exactitud la si-
tuaciOn en aquellos afios. Esas .paiabras se consideraban
viejas, caducas, pertenecientes a un pasado que no podia
voiver... Los adeptos no sOlo crelan en su triunfante futu-
ro, sino tambien en que eran los portadores de una vida
feliz Para La humanidad y SUS concepcioncs del mundo no
carecian de una peculiar congruencia y armonla, quc re-
sultaban sumamente tentadoras. La época anterior habia
aspirado ya a esta integridad, a La posibihdad de obtcner
de una sola idea todas las cxphcacioncs Para ci mundo
material y el humano y armonizarlo todo con un solo y
ünico esfucrzo. Por esta razOn, la genre cerraba los ojos de
tan buen grado y seguIa at jefe, prohibiendolc comparar
la teoria con la prácrica y sopesar las consecucncias de sus
actos. Por esta razOn, se perdia sistcmâticamcnte ci send-
do de Ia realidad; y, sin embargo, para hallar el error te6-

200
rico inicial era imprescindibie recuperar ese sentido. Pasarâ
niucho ticmpo todavia hasta ci dia en que calcuiernos lo
clue nos ha costado ese error teórico y cornprobeinos 5 j es
verdad que cia tierra nos ha costado una docena de
cielos.... Pero pot ci precio de diez cielos, nos hemos
hecho dueflos de la rierra?

La cap itulación

Mandcistam ruvo un largo periodo de silencio; estuvo sin


escribir versos más de cinco años, desde 1926 hasta 1930,
Pero siguió escribiendo prosa. Lo mismo le ocurrió a Aj
mãtova. Tarnbién ella permaneciô silenciosa aigün tiem-
pa. En Pasternak, estc periodo se proiongo sus buenos
diez afos. cAlgo debia de haber en ci aires., dijo Ajmáto-
Va; y, en efecto, algo habla en ci aire, tal yea ci comicnzo
del letargo general, del cual no hemos acabado de salir
hasta ci dia de hoy...
dPuede considerarse casual que tres pocus en active, hu-
bieran enmudecido durante un cicrto tiempo? Las difcren-
cias en las posiciones iniciales de los tres no cambian en
esencia la cuestión y, para recuperar la voz, cada uno de
eiios tuvo que determinar su lugar en ci mundo que se
iba creando ante nuestros ojos y mostrar, mediante su pro-
pio destino, ci lugar que en €1 correspondia al hombre.
Mandeisrain ftie ci primero que enmudecio.. Sc debi6
sin duda a que ci proceso de su autodeterminacion se pro-
ducia con mayor agudeza: sus rclaciones con la época se
convirticron en la principal fucrza motria de su vida y
poesia. Pot so carácter —csu mndole no era angelicals.-
Mandeistarn, en y ea de atenuar, acenwaba más bien rodas
las contradicciones. A mediados dc la dEcada de los aflos
veinte, deja de cscribir versos. Qué habia, pues, en ci
aire de aquel tiempo quc lo asfixiaba y lo hacia enmude-
ccr?

• En esta Epoca comenzó la enfermedad cardiaca de Mandeisram y SOS


graves trasrornos respiratoños. Mi hermano Evgueni decia que mIs que
enfermedad profesiorial, se craraba de una enfermedad de chat.. Con-
201
A juzgar por los Signos exteriores, hemos vivido mIs de
una época en esos cuarenta aflos. Un historiadot puede es-
tablecer fáciimente varios perlodos dentro de Ins cuafes
hay diversas etapas, que no sélo parecen diferentes, sino
inciuso contradictorias, aunque yo estoy convencida pie se
deducian lógicamente una de otra, Desaparecia a cada ins-
tante la capa superior y cambiaba inciuso ci aspecto flsico
de los dirigentes. Dc pronto nos dimos cuenta de la des.
aparición de los .morenos, que fueron sustituidos pot Ins
crubios,, clue, a so vex, no tardaron en desaparecer. Y a la
par de esos cam bios, se modificaba todo ci estilo de Ia vi-
da y de gobierno. Sin embargo, hay aigo pie unifica esos
periodos. Los hombres que afirmaban que ci motor de la
historia era la chase., o sea, ci factor económico, dc-
mostraron con toda su prictica que la historia es el de-
sarrollo y Ia encarnación de una idea. Esta idea ha forma-
do la conciencia de generaciones enteras, ha reclutado par-
tidarios, se ha extendido, conquistado las mentes, creando
formas de vida estatal y social, triunfando, pero poco a
poco acabo por caducar y dcsapareccr. Cuando en 1921,
camino de Tiflis, visitamos en Bath a Viacheslav Ivanov
nos dijo que habla abandonado Moscü para ocultarse en la
soledad de Bath porque clas ideas hablan dejado de go-
bernar al mundo, y clue él estaba convencido de ello.
Que cuitos de Dionisio sobreentendla por ideas
Viachcslav Ivanov, maestro y profeta en la década de los
años diez, si no se dio cuenta que en ci perlodo de
nuestra conversation Ia idea ya habla tenido tiempo de
conquistar enormes espacios y y cantidades inrnensas de
gentc no sólo en nuestro pals, sino también en ci extranje-
ro? Era la idea de quc existe una includable verdad
cientlfica y que Ins hombrcs pueden dominarla; al domi-

firman cats suposición las circunstancias en quc se produjo ci primer an-


quc, ocurrido a mediados de Is decada de los alios Ycinte. Vino a visitar-
nos Marshak y esnivo cxplicando largamcnte y con emociôn 10 quc era Ia
poesia; defendia Ia linca alicia], ilena de sentimentalism0 Como
siempre. Marshak hablaba con cmociön, con voz conmovida y tcrnblo-
rosa. Era on gran captador de almas, de Jos débiles y de los dirigentes.
Mandelstam no discuria: no podia compararse con Marshaic. Pero dc
pronto no pudo soportar más: Ic pareciô oTt de rcpente el toque dc on
comerin quc intcrrumpió las dukes disquisiciones de Macshalt y sufria ci
primer acceso de angina de pecho. (N. de Ia A.)

202
narla, son capaces de prever el futuro y modificar a su an-
tojo el curso de la historia, introduciendo en él un princi-
pio racional. Dc aqul la autoridad de los quc poseen esta
verdad: pnoritas dignitatis. A esta religion, los adeptos la
calificaban modestamente de ciencia; convierte al hombre
revestido de autoridad en Dios, Han elaborado so credo y
so moral: la hemos conocido en acciOn. En los ahos veinte
mocha genté recordaba de qué modo venciO ci cristianis-
mo y auguraba, pot analogia, un reino rnilenario a la
nueva religiOn. Los mis concienzudos Ilevaban (a analogia
aün mis lejos; al enumerar los crImenes histOricos de la
Igiesia, la lnquisiciOn, por ejemplo, decian clue no habia
podido modificar la esencia del cristianismo. - Y para to-
dos era evidente la superioridad de Ia nueva idea, que.
prometia el paraiso en la tierra en yea de la recompensa
celestial. Pero lo mIs curioso era la ausencia total de dudas
y una ft absoluta en la verdad conquistada por la ciencia.
qY qué pasari si no es asi y en el futuro lo consideran
de forma diferente?., pregunté a Averbaj. Hablibarnos de
uno de sus juicios literarios. Me dijo: €He oldo decir que
Mandelstam regresO de Crimea y que ha publicado un
mal poema ... . Me interesó so opiniOn; me explicO enton-
ces que Mandelstam no enfocaba las cuestiones desde el
punto de vista de clase y, al poco, ahadiO: no existe nm-
guna cultura ni arte en general: hay arte burgués y ant
proletario y lo mismo cabe decir con relaciOn a la
cultura... No existe nada eterno y los valores estin condi-
cionados Unicamente por la clase. No sentia ningün repa-
ro en considerar que sus valores de clase eran, pese a todo,
eternos. Pot cuanto la victoria del proletariado inicia una
época nueva de eterna duraciOn, los valores quc Averbaj
establece para La clase a la coal sirve, también lo son.
QuedO sinceramente sorprendido de mis dudas ante sus
apreciaciones, pues el dominaba el ünico metodo
cientifico quc haclan infalibles sus juicios: lo que éI con-
denaba estaba condenado pot los siglos de los siglos. To-
das estas verdades las aprendi de pie en la plataforma de
un tranvia. A Mandelstam, a quien conté esa conversa-
ciOn, Ic entusiasmO la grandeza lapidaria de Averbaj,
quien crela honradamentc en su verdad y se embriagaba
con la original elocuencia de sus lucubraciones lOgicas. To-
do eso ocurria en 1930 y Mandelstam ya podia admirar los

203
resultados de ]as concepciones de Averbaj. En aquel en.
tonces habia recobrado ya Ia voz y su libertad interior. La
decada de los aflos veinte terminO con sus dudas e inhibi-
ciones y podia escuchar, como si estuviera fuera, Ins cdis-
cursos de esparto y no tomarlos muy a pecho.
Averbaj flue uno de los personajes más tipicos en la pri-
mera década de la revolucion. Mi pensaban, razonaban y
decian todos los adeptos de la nueva religion en todas las
esferas de la vida. En sus discursos habia un impetu juve-
nil: ics encantaba aleccionar y aturdir. Asumieron la mi-
siOn de derribar los idolos, es decir, Ins viejos conceptos de
valores y ci tiempo trabajaba Para ellos, pot Jo cual nadie
se percataba de la tosquedad de las herrramientas que uti-
lizaban.
El grito cPor qué hemos luchado ?* resonO a comienzos
de la década de los aiios veinte, pero se acallo inmediata.
mente. El pueblo no habia enmudecido aiTh, sin0 que
callaba, en espera de vivir y prosperar. Los intelectuales,
aprovechando el ocio, se dedicaron a la revisiOn de valo-
res: fue el periodo de la capitulaciOn masiva. Dc hecho
segulan ci camino trazado pot Ins derrocadores del perIo-
do prerrevolucionaijo y sus continuadores del tipo de
Averbaj, pero, como es natural, procuraban evitar los
extremismos y la groscra inflexibilidad dc la vanguardia.
Encabezaban a Ins capituladores hombres de treinta afios
que hablan conocido La guerra. Ellos conducian a Ins jove-
nes. En aquellos aflos, pot In general, los personajes acti-
vos tenian entre los treinta y los cuarenta aflos de edad.
Los de más edad, caso de estar con vida, se apartaban en
silencio. Cada capitulaciOn tenia per premisa que Jo
Aviejop debla ceder plaza a Jo tnucvo, y el que se aferraba
a Jo •viejo, se quedaria con un palmo de narices. Esta
concepciOn era fruto de la teoria del Progreso y tambiEn
del determinismo histOrico de la nueva religion. Los capi-
tuladores socavaban todos los viejos conceptos, pot el me-
to hecho de que eran viejos y, pot consiguiente, habIan
caducado. Para Ia inmensa mayoria de los neofitos no
existia ya ningün valor ni verdad ni Icy, a excepciOn de Los
que se necesitaban en aquel entonces y quc para mayor
comodidad se calificaban tde clase.. La moral cristiana se
identificaba fácilmente con la moral burguesa y juntamen-
te con ella el antiguo precepto: •No matarás. Todo pare-

204
cia una ficciOn. £La libertad? Y donde Ia habeis vistoL.
Jamás hubo ni habrá libertad... El arte y tanto más la lite-
ratura no hacian sino cumplir ci encargo de su clase y de
aqul se deducla claramente clue el escritor debia ponerse,
con pleno conocimiento de causa, al servicio de an nuevo
cliente.. Desaparecicron del lenguaje numerosas palabras
tales coino honor, conciencia, etc. No resultaba tan dificil
desacreditar esos conceptos cuando se conocc Ia forma de
hacerlo.
Un hecho rnuy caracteristico de aquellos afios es que to-
do concepto se rnanipulaba en so forma más Pura, es de-
cit, absolutamente abstracta, sin tenet ninguna cuenta de
su naturaleza social, humana y terrenal. Dc ese modo re-
sultaba ms facil acabar con ellos: no hay nada rná.s fácil,
pot ejemplo, que demostrar clue en ninguna pane del
mundo existe la libertad de prensa y declarar a conti-
nuaciOn que en y ea de consolarse con los sucedáneos con
clue se consuelan los miseros liberales, inâs vale renunciar
con valerosa sinceridad a todo intento de libertad. Estos
esquemas resultaban convincentes porque las mentes in.
maduras no conocian en aquel entonces los matices de los
conceptos ni de las definiciones.
El miedo de quedarse aislados y al rnargen del inovi-
iniento general era la prernisa psicolégica clue impulsaba a
la capitulaciOn, asi como la necesidad de una concepciOn
integra del mundo, orgánica, adaptable a todos los aspec-
tos de la vida y taxnbién la fe en la eternidad de la victoria
y de los vencedores. Pero lo principal es que los propios
capituladores nada tenian que ofrecer. Esa asombrosa va-
ciedad la expresó, tal y ea mejor que nadie, Shklovski en
su malhadado libro .Zoo., donde ruega con lâgrimas en
los ojos a los vencedores que It tomen bajo su tutela. No
sabrIa decir si eran rnIseros por si mismos o bien si fueron
la guerra y las trincheras las clue provocaron una reacciOn
tan amarga, Pero el caso es que la sensaciOn de debilidad
y la necesidad de protecciOn eran sentidas muy vivamente.
Solo aquel que compartia esos sentimientos con otros,
podia considerarse hombre de su tiempo.
cEn cuestiones relacionadas con la literatura, son ellos
Jos clue nos deben preguntar a nosotros y no nosotros a
ellos., dijo Mandelstam, en la redacciOn de cPribOb (Ma-
rejada), negandose a firmar una peticiOn colectiva de

205
escritores porquc se basaba en las disposiciones del Comité
Central sobre la literarura. Se trataba de defender a un
critico de los ataqucs dc RAPP: se Ic acusaba de haber
cscriro una critica sobre una novela de Liashko, sin haberla
tcrminado de leer. Los escritores recurrIan a las aituras pa-
ra pedir al ComitE Central su intcrvención a fin de que
cesara la persecución contra el critico. Citaban la disposi-
cion en cl ue se proponia acabar con la guerra literaria
—cntonces sc calificaban dc pendencias— y emprender
mano a mano el trabajo a fin dc cumplir todos juntos y a
la perfeccion la urea marcada por ci partido.
En la rcdaccion, como siempre, habia muchas personas,
que rodearon a Mandeistarn. El motivo de su negativa, co-
mo pudimos observar, habIa suscitado la más sincera
perplcjidad. Para los presentes, lo dicho pot Mandeistam
sonaba como una antigualla sacada de viejos baülcs, un
signo dc atraso. No cabc dudar de la sinceridad de su in-
comprensión: recuerdo la cara de sorpresa de Kaverin, que
recogla las firmas. Tambien Para El Mandeistarn era un 5cr
extravagante pasado de moda, que no comprcndla su Epo-
ca ni sus tendencias flindamentales. Cuando Ajmátova y
Mandelstam tenian algo más de treinta afios, Los considc-
raban sinceramente coma viejos. Pero ocurrió que ambos
empezaron a rejuvenecer gradualmcnte en Ia conciencia
de la gente, mientras quc las posiciones de los partidarios
de lo * nuevo, caducaban de forma visible c irremediable.
El niflo del cuento de Andersen dijo quc el rcy estaba
desnudo, Jo dijo en ci momento oportuno, ni temprano
ni tarde. Antes clue El, lo habian dicho otros, probable-
mente, Pero nadie los escuchaba. Mandelstam, en cam-
bio, dijo muchas cosas antes de tiempo y en mementos en
clue toda opinion normal parecia irrcmediablementc anti-
cuada y rcprobable. No habia sitio Para ci que no partici-
paba en ci coro general. El coro general Jo acallaba todo y
sonaba, efectivamente, con gran potcncia. Hoy dia mucha
gente quisiera unit Ia dEcada de los ai5os veinte con el dia
de boy y resucitar la unidid voluntaria que existia en
aquellos dIas. Los hombres de aquella dEcada boy en vida
tratan de inculcar con todas sus fuerzas a las nuevas gene-
racioncs que en aqucl entonces existiO un inusitado flore-
cimiento —ila ciencia, la literatura, el arte!— y que Si to-
do hubiesc seguido pot ci camino marcado, nos

206
habriamos encumbrado ya a las más altas cirnas de la vida.
Los supervivientes de LEF, los colaboradores de Tairov,
Mcyerhold y Vajtangov, los estudiantes y profesores del
Instituto de Filosofia y Literatura y del Instituto Zubov,
los profesores salidos del Instituto de Profesores Rojos, los
mancistas y los formalistas expulsados de todas panes, to-
dos aquclLo' que tenian treinta años en la decada de Ins
veinte, siguèn invocando el tetorno a esa época, invitan a
cmprender de nuevo, cin tolerar ya ninguna desviaciónx,,
el camino quc Sc iniciaba entonccs Dicho de Otto modo,
no admiten su responsabilidad par Ia ocurrido después.
Pero, es cierto eso? Fucron precisamente los hombres de
la decada del veinte los que dcstruyeron los vaLores y
hallaron formulas que an hay son imprescindibles: un
Estado joven, una experiencia nunca vista, no se puede
hater una tortilla sin cascar los huevos... Cada ejecuciOn se
justificaba diciendo que se estaba construyendo un mundo
donde no habrIa vioLencia y todos los sacrificios cran pocos
Para esa nueva sociedadv sin precedentes. Nadie se perca-
tO de que el fin comcnzaba a justificar Jos medios y luego,
como siempre ocurre en estos casos, habia desaparecido
gradualmente. Y fueron precisamente esos hombres de La
decada de los aflos veinte los que empezaron a separar
cuidadosamente a las ovejas de Los machos cabrios, a Los
.nuestros ' de los .otros ', a los partidarios de lo cnuevo, de
aquclios que no habian olvidado aün Las reglas más cLe-
mentales de la convivencia.
Los venccdores tendrlan que haberse sorprendido de la
facilidad con que obtuvieron la victoria, pero La aceptaron
coma alga que les era debido, porque crelan en su razón.
Ellos tralan la dicha del genera humano... Pero sus cxi-
gencias frente a los capituladores aumentaban gradual-
mente. Lo demuestra la rapida desapariciOn de la palabra
ccompaneros de viaje' , sustituida pot el epiteto cbolchevi-
que sin partido., y más tarde diel hijo de la patria que
ama apasionadamcnte a so pueblo y sirve con abnegaciOn
al gobierno y al partido. Y asi se cstabilizO.
La memoria humana está organizada de tal modo que
conserva de Los hechos una vaga reminiscencia y su leyen-
da, pero no el acontecimiento propiamente dicho. Para
extract tos hechos, es preciso destruir con mano dura la Ic-
yenda y para elLo debe precisarse ante todo en qué circulos

207
naciO. Los suspiros idilicos respecto a la década de los años
veinte son el resultado de la leyenda creada por los capitu-
ladores de treinta aflos, que pot casuaiidad siguen vivos, y
sus hermanos menores. Pero en realidad la decada de los
afios veinte fue un periodo que sentO las premisas de
nuestro futuro: dialéctica casuistica, desmitificaciOn de Va-
lores, voluntad de subordinacion y unanimidad de cute-
rios. Los más fuertes de entrc Ins demoledores perdieron la
vida, Pero antes tuvieron tiempo de abonar ci terreno Para
ci fururo. En Los años veinte, nuestros organismos de
represiOn iban acumulando fuerzas, pew ya actuaban. Los
hombres de treinta aiThs predicaban insistentemente su
credo. Convenciendo y, más tarde, amedrentando, Ileva-
ron tras 51 a ingentes muchedumbres de la Epoca si-
guiente, en La cual dcjaron de oIrse ya Las voces indivi-
duales.
En nuestro pals no existe, ni puede existir, un instituto
que estudie la opinion püblica, Pero es precisamente Ia
opiniOn püblica la que seflala todo ci fermento que acaba
por transformarse en proceso psicolOgico. Los organisrnos
de represiOn cumplian en pane las funciones de ese insti-
tuto. En los aflos veinte liegaron incluso a sondear ligera-
mente los medios sociales para ver qué pensaban; existian
Para ello cuadros especiales de informadores. Mis nude se
decidio que la opiniOn püblica coincidia con la estatal y ci
papel de los informadores se redujo a los casos de diver-
gencia, dc los cuales hacian deducciones administrativas
planificadas. Despues de 1937, los sondcos perdieron defi-
nitivamente todo significado debido al caricter masivo de
las medidas 4profi1icticas y la opiniOn püblica fue plena-
mente nacionalizada.
Pero en la época de los veinte, jugibamos An con
fuego y no comprendlamos nada. Apenas si tuvo tiempo
Mandelstam de decirme: •Qué mis puedes querer? No se
meterin con nosotros, no nos matarin., cuando liege la
primera golondrina del futuro. A Tzirskoie Sielo vino a
visitarnos Vsevolod RozhdiestMenski, tan sonrosado como
siempre. Vino para decirnos que ci juez de instrucciOn (El
acababa de salir de una breve reclusion) se habia interesa-
do mucho pot Mandelstam. Rozhdiestvenski se negó cate-
gOricamente a contarnos 10 que Ic habian preguntado con
relaciOn a Mandelstam. cDi mi palabra y desde pequeflo

208
me han enseflado que se debe cumplir ... .. Mandeistam
despacho a ese niño modelo y mis tarde recapacitamos
que lo hablan enviado para intimidarnos y rccordar a
Mandeiscam que no Ic perdian de vista. Mis tarde esto
volvio a repetirse en reiteradas ocasiones. En su .Conversa-
ciOn sobre Dante,, Mandeistam no se olvido de mencionar
la recIproca penetración —el 10 calificaba de difusión—
entre La circel y e'Fmundo exterior, y clue a los gobernado-
res les convenia que los gobernados se asustaran unos a
otros con terribles relatos carcelarios. Rozhdiestvenski
cumpliô bien su misión, pero inexplicablemente se olvidó
de mencionarlo en sus memorias. En cambio obligô a
Mandelstam a razonar sobre la poesia en ci estilo conven-
cional de los parnasianos y acineistas, adjudicandoie ideas
y sentencias propias de un esteta inventado por los criticos
soviéticos. A Mandelstam Ic seguirin atribuycndo machas
conversaciones estupidas. El mejor criterio de veracidad de
esas conversaciones son los articulos quc el escribio.
Muchos de cilos son su voz viva en la polemica y en la cx-
posiciôn. Sus coetineos no estaban a su altura y ellos en
sus memorias deformaban sus pensamientos voluntaria o
involuntariamente. Sobre todo Ic comprendian mal los
que vivieron la decada de los veinte lienos de fe, cuando
sc ataban todos los cabos; los hombres se infiulan unos a
otros, predicando la nueva religion, al tiempo que
destrulan los antiguos vaiorcs y desbrozaban el camino ha-
cia el futuro

Revision de va/ores

Mandeisram no crela en el reino milenario dc lo nuevo y


no habia Ilegãdo a la revoluciOn con las manos vacias. Su
carga era pesada. Por una pane se trataba de la cultura
judeo-cristiana, segün dijeron sus desconocidos amigos y,
por otra, la revoluciOn con letra mayüscula, la fe en su
fuerza saivadora y de renovaciOn, la justicia social, ci cuar-
to estamento y Gucrtzen. Cuando yo lo conoci, habia de-
jado ya de Leer a Guertzen, pero éi fue, sin duda, uno de
los que mis influyeron en su vida. En toda su obra se

209
hallan hucllas de so influencia en tEi rumor del
Tiempo* , en so horror ante ci ienguaje ambiguo, en ci
cuento del cachorro de Icon que lcvanta so Para inflamada
y se queja de la espina ante la indiferente muchedumbrc
(esa espina seth más tarde ci hucso atascado en la máquina
de escribir), en las traducciones de Barbier y en Ia in-
terpretaciOn de la funcion del arte. tLa poesia es como ci
poderb Ic dijo en Voronezh a Ajmatova y ella asintiO,
inchnando so largo cuclio Deportados enfcrmos,
miseros no querlan renunciar a so poder... Mandeistam
se comportaba como si tuvicsc poder y eso excitaba aiTh
rnás a los que ansiaban destruirle. Para ellos ci podcr eran
los cañones, los organismos represivos, la posibilidad de
distribuir pot cupones todo incluida la gloria, y encargar
sus retratos a los pintores. Pero Mandeistam insistla terca-
mcnte en Jo suyo: si pot la poesia mann, eso significa que
se Ic rindc ci debido respeto eso significa quc se la teme
Y, pot lo tanto es poder. -.
Es imposible imaginarse una carga peor quc la de Man-
delstam. Cabia prcdccir de antcmano que estaba condcna-
do y que en este mundo no haliaria so lugar. Tratar de
justificar los acontccimientos invocando ci nombre de
Guertzcn, es una tarca irreahzable. En y ea dc justificacion
se imponla pot fucrza la acusaciOn. Pero Gucrtzen se re-
sent ci derccho dc partir y permanccer aitivamente solita-
rio Mandclstam no accptó csc derecho. El camino Para ei
no era ci de alejarse de los hombres, sino it hacia eilos no
se scntia como una persona quc estuviese pot cncima de ía
muchcdumbrc sino uno más entre ella. Todo aislamiento
Ic estaba prohibido y en cIlo, probablcmcntc, se manifes-
nba so cultura judeo-cristiana Muchos de mis contempo-
rineos que aceptaron la revolucior, ban sufriclo un duro
conflicto psicoiOgico. Su vida oscilaba entre una realidad
quc dcbIa set condenada y ci principio quc exigia la justi-
ficacion de Jo existente. Tan pronto ccrraban Ins ojos ante
la rcalidad Para elegir sin dificultades las justificaciones
precisas, como los abrian dc nuevo y entonces se percata-
ban otra vcz de ía rcandad. Muchos de clios pasaron toda
so cxistcncia csperando la rcvoluciOn, Pero cuando la
vicron en la vida cotidiana se asusraron y la negaron.
Habia tambien otros, los que tcnian miedo dc su propio
miedo y temian no vet ci bosque pot culpa de los

210
ãrboies... Entre ellos estaba Mandeistam... Al no distin-
guir en el un claro espIritu revoiucionario, sus ,bicn inten-
cionados amigos simpilficaron su vida y privaron de con-
tenido una de las tendencias fundamentales de su pensa-
micnto. Si hubiese carecido dc espiritu revolucionarlo, no
tendria que ahondar en ci curso de Ins acontecimientos ni
aphc4ies el criterio de valores. La negaciôn completa daba
fucrzas pan vivir y maniobrar. Pero eso no fue ci caso dc
Mandeistam: viviO la existencia de los hombres de su
ticmpo y la ilevO a su logico desenlace.
Sus poesias dc los aflos veinte demuestran que Man-
deistam no puso en duda quc con ci triunfo dc la revolu-
dOn liegarla una nucva era: •La frigil eronologia de
nuestra eta está ilegando a su finala... Dc los viejos tiem-
pos sOlo quedO un son, aunque cha desaparecido ci moti-
vo de ese sons y, finaimente, habla del siglo como de una
fiera de roto espinazo, quc mira las hueilas de sus patas...
En todas esas poeslas se enjuicia en forma abicria o vciada
su propia situaciOn en la nueva vida: yeso en la sangre, ci
hijo enfermo del siglo... Se incluye también aqul ci
hombrc de doble cara en su cOda a la pizarra: ci-lombre
dc dos caras y alma doble * - . - Estas confesiones se en-
cuentran en toda su obra, diriase que brotan en contra de
su deseo, están lienas de reticendias y aparecen en ci con-
texto más inesperado, como por ejemplo: eel reseco afladi-
do de panes ya horneados * .. Mandeistam jamâs faciiitaba
al lector la comprensión de sus versos, no coqueteaba con
su auditorio; para comprender, habia quc conocerlo...

• En Ins poemas de Ia decada de los años treinta hay manifesraciones


tan pronto directas, como conscientemente veladas. Un dia SC 005 pre-
sentó to Voronezh on carnante de la poesia. de tipo semi-militar, uno
dc esos que ahora catificamos de ccritico de alEc de paisano., pero algo
mks tosco, y se interesô largamerne por saber ci signiticado que tenia Ia
estrofa: cUna ola sucede a otra, rompiendo la cresta de Ia que It sigue..
.No se referiri a los planes quinquenales?.. Mandeissam se paseaba pot
Ia habitaciôn y preguntaba sorprendido: cPiensa ussed?.... .Qué Va-
mos a hacer., Ic pregunté yo después, csi en todo van a buscar on semi-
do oculto?.. cAsombrarnos., me respondio. No siempre me daha cuenta
del oculto sentido de sus poemas y Mandeistam, sabiendo que podia 5cr
desenida, no tomentaba sus poesias: una sorpresa sincera podia. 5] no sal-
vat, at mertos aligerar ci destine- La idiotez y Ia incomprenslón mis abso-
lutas servian en nuestro pals de magnIfico biombo. (N. de Ia A.)

211
En las poesias de ese perlodo, prcdice la inminente mu-
dez: .Los labios humanos guardan la forma de la ültima
palabra dicha.. Esa estrofa fue la que dio motivo pan que
dijeran que tse repetia a Si mismo.... Pero los inventores
de esa formula —Brik, Tarasenkov— no proflindizaban
en su poema, sino que se limitaban a golpearlo de piano.
Toclos Jos medios Ics parecian buenos en su lucha. En la
casa de Brik, donde se reunian los literatos y los colabora-
dotes de Brik, incluido Agranov, se dedicaban a sondear
la opiniOn publica y a lienar los primeros expedientcs: ya
en 1922, unto Ajmatova corno Mandeistam fucron califi-
cados de cemigrados del interior.. Esto detcrmino en gran
manera su destino y tal vcz fue Brik quien empleo pot vez
primera procedimientos no literarios en la lucha literaria.
Sin embargo, quiero señalar la diferencia entre Brik y
otros detractores del tipo de Tarasenkov, pot ejemplo, a
quien Mandeistam Ilamaba cel angel caido,. Era un bello
adolescente, ávido lector de poemas, dispuesto a cumplir
el *cncargo socia6 de acabar con la poesia y, sin embargo,
coleccionaba concienaudamente en manuscritos todas las
poesias a cuya publicacion se oponia con tanta energia.
Eso lo diferenciaba de Lelevich, pot ejemplo, que ardia en
odio hacia la poesia pot ser .burguesa., en su opinion. La
posiciOn de Brik era completamente distinta. Inteligente
como era, comprendiO dcsde el primer momento qué
corrientes literarias gozarfan de la Parente estatal y precisa-
mente pot esa Parente lucho con un nümero infinito de
competidores. La lucha era ardua y hubo un tiempo en
que pareció que él iba a veneer. Se agrupaban en torno
suyo muchos partidarios, se ganaba a la juventud de in-
mediato; en los cIrculos del partido contaba con poderosos
protectores, sobre todo entre los chequistas clue se las da-
ban de estetas. Maniobraba con energia y per su cuenta y
riesgo, Pero acabaron venciendo Averbaj, que apareciO en
escena bastante más rarde, y su RAPP. Averbaj venciô gra-
cias a sus ideas ton,adas de Pisariev, tan amadas pot la in-
telectualidad media desde la-infancia. Con la caida de la
RAPP, acabO todo asomo de lucha literaria. Los numero-
sos grupos, que se disputaban mutuamente Ia patente Ii-
teraria, actuaban per medios exclusivamente politicos.
Brik, en sus ataques a Ajmatova y Mandelstam, no
recurria a Ia denuncia politica, propiamente dicha; le inte-

212
resaba tan sOlo privarlos de los lectores jóvenes, vehemcn-
tes partidarios de Ia 4nuevo,, y In consiguiO durante
mucho tiempo: tanto Ajmátova como Mandeistam queda-
ton aislados. Los ifitimos mohicanos de LEE, que boy dIa
tienen sesenta aflos pasados, continUan glorificando la de-
cada de los ahos veinte y se asombran de que los jOvenes
lectores hayan/escapado a su influencia.
Tall vez la decada cit los anos veinte fuera la Epoca más
difIcil en la vida de Mandclstam. JamIs habló antes ni
despues —aunque la vida mis rude fue mucho mis terri-
ble— con tanta amargura de su situaciOn en ci mundo.
En sus primeras poesias, Ilenas de angustia juvenil y
melancolia, jamis Ic habla abandonado La esperanza de
una victoria flitura y la conciencia de su propia fucrza:
•Siento la amplitud de mis alas'. En La decada de los aflos
veinte, pot ci contrario, habiaba constantemente de so en-
fermedad, de su imperfeccion y, en fin de cuentas, de su
inferioridad. Como resultado, cast liegO a confundirse con
Parnok', convirtiéndolo en una especie de doble suyo. Dc
sus poemas se deduce cuil era la causa de su enfermedad
y so imperfeccion. MI expresaba sus primeras dudas res-
pecto a la revoluciOn: .A quién vas a matar aCm, a quién
exaltarás, qué nueva mentira inventaris?'. - - EL hombre de
doble faz es aquel que intenra unit das vertebras de dos
sigios* y no se atreve a revisar sus valores.
Mandeistam abordo la revisiOn de valores con sumo
cuidado, pero Ic pagO so tributo, pese a todo. Quiso de-
terminar, en primer lugar, su postura ante el .viejo mun-
do.. HablO de eso en cEl rumor del Tiempo', en (El sello
egipcio* y en el poema cCon el mundo soberano mi rela-
ciOn flit la de un niflo.. Aunque este poema fue escrito
en los aflos treinta, pot sus ideas y sentimientos pertenece
a la década de los veinte. Mandelstam califica de infantil
su relaciOn con el mundo soberano, pero carga en so cuen-
ta numerosas ofensas, incluso las inferidas al adolescente
por las belias de entonces, das delicadas europeas'... La
revisiOn adoptó las formas mis duras en tres o cuatfo
articulos literarios publicados por las revistas iRusskoie Is-
kusstvo. (El arte ruso), Jossia' (Rusia) y un periOdico yes-
pertino de Kiev: en 1926, Ia prensa de La capital, asi como

Personaje de *EI sello egipcio' de Mandeisram. (N. de la T.)

213
las rcviscas, quedaron totalmente cerradas para él, pero en
provincias todavia podia filtrarse. -. En estos articulos se
percibe el deseo de hablar a todo precio y se hace un timi-
do intento de tomar parte en la vida, reconociendo y
aprobando algo y renunciando también a algo. Mandels-
tam intenta, incluso, hallar justificaciones a ciertos prosis-
us coetâneos suyos, los Ilamados compañeros de viaje,
aunque se daba clara cuenta de que €1 no podia seguir su
camino. En dos articulos clue publico Jusskoie Jskusstvoi
ataca a Ajmitova, lo clue también representa una conce-
sión a la época. Un aflo antes de que apareciesen esos
articulos en la revista, Mandelstam habia publicado otto
en un periódico de Jarkov en el cual afirmaba que Ajmá-
tova bebia en las flientes de la prosa rusa y aun antes, en
una critica no publicada del .tAlmanaque de las Musas
escribia clue cesa mujer pobremente vestida, pero de ma-
jestuoso aspecto * serla un timbre de gloria para Rusia. En
1937, en respuesta a las preguntas de los escritores de Vo-
ronezh (le habian obligado a dat una conferencia sobre los
acmeIstas y esperaban .denuncias.), dijo refiriendose a Aj-
mátova y a Gumiliev: cNo reniego ni de los muertos ni de
los vivosi. Algo semejante respondió a los escritores de Le-
ningrado durante su velada en la *Casa de la Prensa.
Dicho de otto modo: jamás negaba sus vinculos con esos
poetas, sobre todo con Ajmátova; su intento de renunciar
al acmeIsmo del aho 1922 se debio a los feroces ataques
contra el acmeismo, acusado por su falta de actualidad,
espiritu burgues, etc., etc.,. Mandelstam quedo csolo en
todos los caminos& y no resistió. Estaba realmente deso-
rientado: no es tan sencillo luchar solo contra todos y
contra su época. En cierta medida cada uno de nosotros,
al encontrarse en una encrucijada de caminos, siente La
tentaciôn de unirse a la muchedumbre clue sabe a donde
Va. El poder de la copiniôn publica, es inmenso; oponerse
a ella resulta mucho más dificil de In clue se cree y cada
periodo de tiempo deja su impronta en el individuo. El
tiempo se esforzaba pot sepa'rar a Mandelstam de Ajmáto-
Va, que era su ünica aliada posible. Sin embargo, oponer-
se dos contra todos no es mas facil, ni mucho menos, que
cuando se estã solo y él trató de separarse de ella, pero no
tardó en recobrarse. Ya en 1927, cuando preparaba un vo-
lumen de articulos, desechO uno de ellos publicado en

214
cRusskoie Iskusstvo ' , y de Otto retiró sus ataques contra
ella. Renunciô asimismo a los articulos que publico en ci
periodico de Kiev y en cRossia, calificandoios de ca-
suales, en ci prólogo quc cscribio para ese libro. Conside-
nba quc ci periodo en que escribiô estos articulos flue ci
peor de su vida. At condçnar asi ci periodo decadente
comprendido entre 1922 y 1'926, Mandelstam no se perca-
to de que también en éi habIa muchos factores positivo
de su pertenencia exciusiva, sobre todo su intento de corn-
batir ci estancarniento general que aparece en varios de
sus articulos.
Tal vez lo mis caracteristico para ci periodo de la revi-
sión de valores sea la actitud del propio Mandeistam ante
ci articulo que cscribiO a ta muerte de Skriahin. Expuso en
ei sus ideas sobre ci arte cristiano, es decir, su auténtico
credo. Es en estc articulo, precisamente, donde dice que
la muerte de un artista no es ci fin, sino ci uitimo acto
creador. Pot cuanto El nuismo eligiO su muerte, ten tropel
y en manadax, no se trataba de palabras vacuas.
Este texto no fue pubiicado en ninguna pane. Mandeis-
tam lo ieyO en forma dc conferencia en una asociaciOn de
Petcrsburgo, no recuerdo si fiiosofica o teosofica. Las
reuniones se ceiebraban en un hotel particular y un dia se
presentO aIR ci corneta Savin, conocido aventuicro; coiocO
una mcsita en ci descansitlo de La escalera y se puso a
cobrar la entrada al salOn. Más tarde intervino en los de-
bates y hablO del diablo ruso que se diferencia de todos
los demas pot su astucia, espiritu prictico e ingenioso...
Mandeistam asistia de vez en cuando a las reuniones de
esa sociedad e hizo amistad con Kablukov, que era uno de
sus organizadores. Ese hombre, ya mayor, se mostraba
muy atento con Mandeistarn, pocta incipiente en aquel
entonces. Compré hace poco ci hbro de Mandeistam, .La
piedra, que perteneciO a Kabiukov y en ci cual habia co-
piado con su propia mano autOgrafos y diversas poesias de
Mandeistam, asi como sus variantes. Fue también Kablu-
kov quien le pidiO ci manuscrito dc la conferencia sobre
Skfiabin. En 1921, estando nosotros en ci Ciucaso, muriO
Kabiukov y su archivo se entregO a la Bibtioteca Püblica
de Leningrado. Mandeistam lamentaba mucho la perdida
del manuscrito de la conferencia sobre Skriabin: cEra lo
mIs importante de todo cuanto escribi... y se ha

215
Perdido... no tengo suerte ... .. En Ins aflos veinte, en-
contré aigunas hojas sueltas del borrador en ci baül del
padre de Mandelstam. Sc alegro mucho Pero su actitud
ante ese texto era ambigua: por un lado queria conser-
varlo, Pero en ci periodo de la crevisiOn de valores, cstuvo
tentado de revisar tambjén sus manifestaciones en ese tex-
to. En los borradores de .El scllo egipciob aparece un pasa-
je en ci cual se buria de Parnok, que se disponc a pronun-
ciar una conferencia en ccl salon de madame Pcricphet.
nib... Es una clara alusiOn a su conferencia sobre
Skriabin. En ci texto definitivo, promere tan solo expulsar
a Parnolc de dos aristocrátjcos salones de la müsica y la
historia., Ins piebeyos nada tienen que hater alil, no de-
ben it cataviados con sefloriales abrigos de piel que a su
condición no corresponde .... El tema del plebeyo y del
arisrocrático Petersburgo se repite incesantemente. Es muy
probable que, habiendo tropezado con los elegantes de
Petcrsburgo en su juventud, recordara que él no era de
aquel medio. En particular, acababa de leer el relato de
Makovski sobre la visha de su madre a la revista cApolon,
y esro le habia disgustado sobremanera. Makovski habia
representado a Ia macire de Mandeistam como una estüpi-
da comerciante judia. Lo hizo, probablemente, para con-
seguir mayor efecto desde ci punto de vista periodistico y
reforzar ci conrraste: un niño genial en una familia vul-
gar. Pero la madre dc Mandelstam, profesora de müsica,
que habia inculcado en su hijo el amor por la müsica cia-
sica, fue una mujer muy cuitivada; din buena educacion a
sus hijos y era totalmente incapaz de hablar de ese modo
ran primitivo quc describe Makovski. Es un ejemplo de la
actitud despectiva y seflorial que Ic impuiso a afirmar su
calidad de .plebeyo,. Mandeiscam habia definido su ac-
thud ante ci cmundo soberanoD y en cEI sello egipciop ha-
cc remontar su genealogia y La de Parnok a la clase de los
.plebeyos. Algo semejante exisce en la eConversaciOn
sobre Dante,, cuando relata cOmo ci duicisimo padre Vir-
gilio impide a cada instante quc Dante, confuso y dcsma-
fiado, cometa alguna torpeza... Pero aqul no se trata de
ajustar las cuentas con ci viejo mundo: ante nucsrros ojos
habia surgido Un nuevo mundo de soberanos comparado
con ci cual ci viejo resultaba un pobre aficionado. Esta
primera revisiOn de valores be ayudo a encontrar su puesco

216
en ci mundo nuevo. Voivió a prociamarse, esta vez en sus
poernas, como piebeyo. .Las betas deterioradas de Ins pie-
beyos no ban pateado para que yo ahora los traicione
Pero, qué Ic quedaba a un picbeyo sovi4ico mis que un
puhadito de cultura judeo-cristiana? Mandeistam conservó
ese punadito juntamente con las hojas de La conferencia
sobre Skriabin. En cambio, a otto plebèyo, al hermano de
Parnok, Alexandr Gucrtzovich, Ic niega ci derecho a la
müsica: cTodo acabo, Aiexandr Guertzovich, acabó ya ha-
cc mucho, dejalo, Alexandr Gucrtzovich, ia qué seguir!
Da lo mismo!...
Sus intentos de reconciliarse con la época resuitaron
baidios. Se exigla muchisimo mis de los capituladores.
Ademis, Mandeistam conversaba con la revoiución y no
con lo 4nuevov clue surgia, no con ci mundo soberano de
tipo especial en el quc nos encontramos de pronto. Sus
explicaciones careclan de destinatario en nuestra realidad.
El coro de adeptos de La nueva religion y del nuevo Esta-
do, clue utilizaba ci ienguaje revoiucionario entre las ma-
sas, no queria saber nada del nuevo intelectual plebeyo
con sus dudas y vaciiaaciones. Para los adeptos y los compa-
hems de viaje era ya evidente: cToda La cuestiOn estriba en
saber para quién seth el pastel. Mandeistam ola decir por
doquier: tiDebe comprender donde vive!,, .Que mis
quiere?., Pero él continuaba reiacionandolo todo con ci
.cuarto estarnento.: COmo podre abandonar a La maic-
dicencia infame... ci juramento maravilioso al cuarto esta-
mento? ... .. Tal vex, asustado por ci desenfreno de los
adeptos, haya declarado en esa poesia su fidelidad a In
quc ellos ya habian traicionado. Pensando precisamente
en ellos, habia clegido y traducido ci poema de Augusto
Barbier, tiwlado La Curie (La jauria).

Et tous, comme ouvriers clue i'on met a La riche


Fouillent ses flancs a piein museau,
Et de longle et des dents travaillenc sans relâche,
Car chacun en vent un morceau;
Car ii faut an chenil que chacun d'eux revienne
Avec un os a demi rongé,
Et que, trouvant an seuil son orgucilleuse chienne,
JaLouse et le poii allongé
Ii lui montre sa gueuic encore rouge et quc grogne

217
Son os dans 'Cs dents arrété,
Et Iui crie, en jetant son quartier de charogne;
Voici ma part de toyauté!

El poema de Barbier the traducido en 1923 y en 1933


vuelve a surgir ci tema del padre de familia en la poesia
dedicada a la vivienda: iAlgOn honrado traidor, filtrado
como la sal en las depuraciones, tin buen padre de fami-
ha ... . El poema de Barbier the traducido en verano, y en
invierno del mismo año apareciO Cl juramento al ccuarto
estamentox.. Me parece clue no the casual el que lo aco-
gieran tan frIamente aquellos de quienes dependia la
distribución de los bienes.
No habri dejado Mandeistam de escribir pot haber
Perdido el sentimiento de que tenia razón a causa de to-
das sus dudas y vacilaciones? Cuando escribia en prosa,
determinaba su puesto en la vida, confirmaba so posiciOn,
hailaba el suelo bajo sus pies. Aqui estoy, y no puedo
hater otra cosa ... .. Los versos acudlan a €1, cuando se
hallaba seguro de tener razOn y de que la posiciOn elegida
era justa. En uno de sus primeros articulos, .Sobre el in-
terlocutor., Mandelstam hablaba ya de la •preciosa cons-
ciencia de la justa razOn poética.. Es de suponer clue esa
consciencia era para €1 ha premisa y la condicion de su
quehacer poético; de no set asi, no habrIa podido preci-
sarlo con tanta lucidez a! comjenzo inismo de so act jvi-
dad, ya que solo tenia veintidos años cuando escribiO ese
articulo. Al aceptar la realidad, Mandeistam no podia de-
jar de condenar sus dudas; al prestar oldo al coro general
de adeptos de lo •nuevo,, no podia dejar de asombrarse
ante so solitaria postura; al set denostado pot los simbohis-
us, los de LEE, RAPP y demas grupos, que apoyaban in-
condicionalmente lo existente, no podia dejar de sentirse
creseco anadido de panes ya horneados,. La consciencia de
la razOn es incompatible con todos estos sentimientos de
inferioridad. También es cierto que bubo siempre lectores
que lo defendlan a capa y espada y In admiraban incondi.
cionalmente, Pero él se apartaba involuntariamente de
ellos. Aunque parezca extraño estaba cada yea mIs des-
contento de sus lectores. Creo que también a ellos Jos
incluia en los .resecos afladidos, y confiaba en que en al-
guna parte habla hombres aurénticamente nuevos. En los
218
años veinte no se percataba An de que esos ,hombres
nuevos' , tan vocingleros y audaces a primera vista, experi-
mentaban una metarnorfosis clásica: se petrificaban, feno-
meno natural cuando se picnic aquello-que convierte al
hombre en hombre, es decir, la noción de los valores.
La liberación le llegó pot La prosa; esta vez fue iLa cuar-
ta prosa. Sc trata de on nombre familiar, porque es la
cuarta pot so niimero, incluidos los articulos, pero existia
tambien una asociación de ideas con la clase en que pen-
saba y con Roma, porque nuestra Roma tambiEn flit la
cuarta. Esta prosa it abrió el camino a la poesla, determi-
no su lugar en la realidad y it devolviO ci sentimiento de
clue tenia razOn. En .La cuarta pros", Mandeistam califica
a nuestra delta de sangrienta, maidice la literatura oficial,
se arranca ci disfraz literario y tiende de nuevo su mano al
intelectual plcbeyo, 4a1 komsomol más viejo de entre los
komsomoles, Akaki Akakievich ' '. . - En un momento de
peligro, destruimos ci primer capftulo, que trataba de
nuestro socialismo.
Las rakes de .La cuarta prosa. son biogrâficas. El asunto
de Eulenspicgel* * * con sus ramificaciones (que habria
acabado mucho antes si Mandeistam no In hubiera atiza-
do) It obligó a vet la realidad de frenre. El ambience de
las instituciones soviEticas, como obscrvO justamente Buja-
tin, recordaba en efecto un buen basurero... Durante
caquel asuntoa, tuvimos la impresiOn de asistir a La pro-
yccciOn de un film sobre la literatura al servicio de Jo
nuevo, sobre La burocracia con su inaudito aparato (tuvi-
mos que hablar incluso con Shkiriatov), sobre ci burocra-
tismo de la prensa con sus Zaslavski, sobre el komsomol,
en cuyo periódico trabajo Mandeistam casi un año después
de haber roto con las organizaciones de los escritores, etc.,
etc... Casi dos ahos invertidos en querelias produjeron el
ciento pot uno: 'tEl hijo enfermo del siglo' coniprendio,
de pronto, que ci satin era él. Cuando volviO a La poesia,

En ci siglo xvii, MoscU fue Ramada la Tercera Roma. (N. de La T.)


Personaje del relato de Gogol tEl capore, protoripo del humilde
plcbeyo. (N. de Ia T.)
En 1928, Mandclstam fue acusado de piagio por haber omitido ci
nombre del craductor de Till Eulerispiegcl, obra pie €1 revise. (N. de Ia
T.)

219
no habia nada en ella clue recordara el tema del treseco
añadido de panes ya horneados,. Era Ia voz del intelectual
plebeyo que sabe pot qué esta solo y aprecia su soledad.
Mandelstam madura y se convierte en crestigo.. El senti-
miento de inferioridad desaparece como un sueflo. Dunn-
te el primer periodo de las persecuciones contra €1, hasta
mayo de 1934, se emplearon métodos que nada tenlan
que vet con la politica o Ia literatura. Era, por decirlo asI,
una reacción espontánea de los propios escritores, apoya-
dos desde .arriba.. cNo pueden hacerme nada como Poe.
ta., decla, •y muerden mis pantorrillas de traductor.,..
Tal vez ese intento de .rebajarle. fuc lo que le ayudo a
enderezarse. Resulta curioso, pero también Mandelstam
comprendie la realidad gracias a su expert encia personal.
Dicho más burdamente, los soviéticos apreciaban su cc-
guera y consentian en reconocer la realidad ünicamente en
su propia piel. La campaftas masivas, tales como la expro-
piación, el terror en la época de Ezhov, todo lo hecho des-
pués de Ia guerra, contribuyeron a clue muchos recobrasen
la vista. Mandelstam the de los que la recuperaron
temprano, pero no era, ni mucho menos, uno de Jos pri-
meros.
Mandelstam sabla de siempre que sus ideas estaban en
contradiccion con so tiempo, que .iba a contrapelo del
mundo., pero después de cLa cuarta prosav eso ya no le
asustaba. En la eConversacion sobre Dante * y en su poema
.Canzona, no hablo pot casualidad de la vista especial de
las ay es de rapiña y de los muertos de .La Divina Come-
dia. de Dante: no distinguen los objetos de cerca, pero
son capaces de vet a enorme distancia; ciegos Para el pre-
sente, pueden prever el futuro. Su prosa, como siempre,
completa e ilumina su poesla.
Volvió a los versos cuando regresarnos de Armenia y nos
detuvimos en Tiflis. El film segula proyectandose: Lomi-
nadze perecio ante nuestros ojos. En sus ültimos dias se
habia mostrado muy bien dipuesto hacia Mandelstam.
Habla recibido un telegrama de GUsiev, del Comite
Central, con la orden de ayudar a Mandelstam a instalarse
en Titus y sentia grandes deseos de hacerlo, pero en eso lo
rcclamaron de Moscfl y ya no regresó. Todos los periódicos
Ilenaron de maldiciones a la faccion cnemiga de Lorninad-
ze y Syrtzov. Tal era nuestro destino: cada persona con

220
qukn Mandelstam podia hablar, perecia irrernisiblemen-
te. Eso significaba que un intelectual picbcyo de nuevo
curio no tenTh sitio en ci nuevo mundo soberano. Y dicho
sea de paso, tan pronto como estallO el drama de Lomi-
nadze, a quien Mandeistam visitO tics o cuatro veces en el
comité regional del partido, observamos que nos segulan
fiieramos a donde fuEramos. Probablemente la policia lo-
cal dccidiO vigilar pot si acaso, al extraflo visitante del dig-
natario caido en desgracia. Comprendimos entonces que
nada tenIamos que hacer en Tiflis y regresamos rapida-
mente a MoscU. Cuando contamosL9usiev (fuc el quien
nos recomendo a Lominadze) que estuvimos vigilados, nos
escuchO con rostro pétreo. Solamente Ins funcionarios so-
viEticos sabian tomar una expresiOn semejante. Con ella
querian decir: COmo puedo yo saber las razones de
vuestra visita a on enemigo del pueblo y qué motivos
tenian los camaradas georgianos para vigilaros?... Ya en-
tonces no costaba nada involucrar a una persona casual en
una causa ajena y pot ello Güsiev se puso la careta pétrea.
Lo misrno habria hecho MOlotov que, a ruegos de Bujarin,
encargO a G6siev que organizase nuestro viaje a Sujumi y
a Armenia. Güsiev se dirigio a los secretarios locales del
Comité Central del partido con el ruego de que nos awn-
diesen y ayudasen. Y Se dirigiO a on hombre destinado a
perecer poco despues. Esto podia haber sido tambien
causa de perdiciOn para Mandelstam, pero no tuvo conse-
cuencias No le acusaron de nada y podian haberlo hecho.
Pot consiguiente, tuvimos suerte. Pero en aquel entonces
no lo comprendiamos aün y nos reiamos de la mascara
pétrea de Güsiev. Con el episodio de Lominadzc, Güsiev
dejO de tutelarnos, pero no puedo decir que en manos de
Mandelstam quedo sOlo, como en La leyenda, una oblea
de barro: en Armenia volvi6 la inspiraciOn poética y co-
menzO on nuevo periodo de vida.

El trabajo

En 1930 comprendi pot primera yea cOmo nacen los ver-


sos. Antes sOlo sabia que se habia producido un milagro:

221
habia surgido algo que anteriormente no existia. Al prin-
cipio, desde 1919 hasta 1926, no sospechaba siquiera que
Mandeistan, trabajaba; me sorprendIa verlo tan tenso,
concentrado, renunciando a toda conversación y escapãn-
dose a la calle, al patio, at jardin.. - Más tarde comprendi
de In que se trataba, Pero no profundice en ello. Cuando
acabo ci periodo del siicncio, o sea, a partir de 1930, me
converti en testigo involuntario de sus trabajo.
Y rodo se me hizo particuiarmente evidente en Voro-
nezh. La vida en una habitacion aiquilada, mejor dicho,
en un cuchitril, madriguera o saco de dormir, o como se
blame, solos los dos, sin testigos de fuera, una vida deses-
peradamente elemental, sin base alguna, me permitiô ob-
servar con todo detalle su forma de trabajar. Al componer
sus poesias, Mandebstani jamás se ocultaba de la gente.
Decia que si el trabajo estaba en marcha, nada podia im-
peditlo. Vasilisa Shklóvskaia, de quien era muy amigo,
me contô que en 1921, cuando cran vecinos —vivian en la
Casa de las Antes de Leningrado— Mandeistam la visitaba
con frecuencia para calentarse junto a su pequefla estufa
de hicrro. A veces se tumbaba en ci divan y se tapaba el
oldo con una aimohada Para no oft las conversaciones en
la superpoblada habitacion. Estaba componiendo un poe-
ma y no encontrãndose a gusto solo, Sc iba a la casa de
Vasilisa... El poema sobre ci Angel Mary surgiO en el Mu-
sea Zoologico donde ftuimos pata vet a Kuzin, conservador
del mismo, y a beber en su compaflia una botella de vino
georgiano traida en secreto juntamente con algunos entre-
meses en la cartera de un cientIfico. Estábamos sentados
en torno a la mesa Pero Mandelstam, infringiendo el ri-
tual de la bebida, daba grandes zancadas pot el enorme
despacho. Componia sus poemas mentalmente, coma
siempre. '1 en el mismo musco Ia anoté bajo su dictado.
Una vez casado, se hizo, en general, terriblemente perezo-
so y slempre procuraba dictarme, en vez de anotarlos El
mismo.
En Voronezh su trabajo Sc me hizo del todo evidente.
En ninguna de las habitaciones que aiquilamos babia ni
siquiera un pasillo, ni cocina donde pudiera refugiarse to
el caso de querer estar solo. Tampoco en Moscó viviamos
demasiado bien, Pero alIT, at menos, yo tenia el recurso de
visitar a alguien Para deiarle solo Un par de horas. En Vo-
222
ronezh no tenla a donde it; ci unico remedio era helarme
en la caRe, pew durante los tres años que pasamos air, los
inviernos fucron muy rigurosos. Pues bien, cuando ci poe-
ma liegaba a su madurez, yo, compadecida de La pobre
fiera enjaulada, hacla cuanto podia: me dejaba caer en la
cama y fingia dormir. Al percatarse de elk, €1 mismo me
rogaba a veces que me fuera a dormir' un porn o, pot to
menos, que me volviese de espaldas a el,
El ültimo año de nuestra estancia en Voronezh, en Ia
casita que no tenla cporche, ci aislamiento liegO al maxi-
mo. Nuestra vida trascurria entre aquella madriguera y la
central telefonica que estaba a dos pasos de nuestra casa.
De afT telefoncabamos a ml hermano. Aquel invierno,
dos personas, Vishnevski y Shklovski, le entregaban den
rubios cada uno at mes clue mi hermano nos enviaba; ellos
tenian miedo de mandarlo. En nuestra vida todo era
terrible. Con ese dinero pagábamos la habitaci6n, que nos
costaba justamente doscientos rublos at mes. Nuestras ga-
nancias se habian acabado. Ni en MoscU ni en Voronezh
querlan darnos trabajo a ninguno de los dos: la vigilancia
estaba a la orden del dia. Los conocidos miraban para Otto
lado al vernos en la callc o fingian no reconocernos. Esa
era tambien una manifestacion de vigilancia habitual en
nuestro pals. Tan sOlo los actores se permitian infringir
esas reglas generales: sonrelan y se accrcaban a saludarnos
incluso en las cailcs más cEntricas. Esto se explica, tat yea,
pot el hccho de que los teatros fueran menos diezmados
que otras instituciones. A nucstra casa iban tan solo Na-
tasha Shtempei y Fedia, pero ambos trabajaban y apcnas
Si tenian tiempo libre. Natasha nos contó que su madre Ic
advirtio de las consecuencias que podia acarrearle nuestra
amistad... Ella dccidio ocultarle sus visitas, pero su madrc
Ic dijo en una ocasiOn: Por qué tc ocultas? Se a donde
vas. Mi deber es prevcnirte y ci tuyo, dccidir. Invitalos a
casa... A partir de cntonces visitamos a Natasha con ftc-
cuencia y su madre se esforzaba pot agasajarnos con todo
cuanto tenla. Hacla tiempo que se habia separado de su
marido, antiguo mariscal de la nobleza, y daba ciases, al
principio en una escuela secundaria y luego en la escuela
primaria, para sacar adelante a sus dos hijos. Maria Iva-
novna, mujer modcsta, inteligente, optimista y compren-
siva, fue la Unica persona dc Voronezh clue nos abriO las

223
puertas dc su casa. Todas las restantcs estaban cerradas a
cal y canto pan nosotros. Eramos Ins parias, los intocables
de la sociedad socialista.
Todo auguraba un râpido final y Mandeisram procuraba
aprovechar sus Ultimos dias. Un solo sentimiento Ic cm-
bargaba: habia quc apresurarse, 51 no lo detendrian y no
podria tcrminar de dccii Jo clue querla. A veces Ic suplica-
ba que descansase, clue saliese a pasear, clue durmiese, De-
to El se inipacientaba: no puedo, tengo ci tiempo justo,
debo apresurarme...
Los poemas brotaban seguidos, en gran nümero. Traba-
jaba en varias cosas a la ve. Mc pedia con frecuencia que
anotara dos o tres pocmas que acababa de componer No
podia derenerse: C'.ompréndeme, de otto modo no tendré
tiempo. .
Sc trataba, naturalmente, de un presentimiento scrcno
de 'a inminencia de la catástrofe, pew yo no In vela con
tanra claridad como él. A ml no me to decla ciaramente,
pero en sus cartas a Moscü, a donde fui aquel invicrno en
dos ocasioncs para conscguir dincro, a veces parecla insi-
nuar algo; sin embargo, daba marcha atrás inmediatamen-
te y hacia vet quc se trataba de las dificultades corrientes
Quizás éì mismo tratase de alejar esas ideas de su mente,
pero yo creo que me tenia lástima y procuraba no amar-
garme los ültimos dias de nuestra vida comfln.
Todo aquel alSo se dio mucha prisa. Sc apresuraba cons-
tantementc y a causa dc ello su disnea era cada vez más
rorturante: la respiraciôn se Ic hacla irregular, se Ic altera-
ba el pulso y los labios Sc Ic ponlan azules. Las crisis sc
produclan sobre todo en la calie. En el Ultimo alSo de
nucstra estancia en Voronezh, no podia salir solo. '1 en
casa se sentia tranquilo y yo permanecia a su lado. Y asi
estabarnos el uno cnfrentc del Otto: yo miraba sin hablar
sus labios susurrantes y €1, recuperando cI tiempo perdi-
do, se apresuraba a decir sus ültimas palabras.
Una vez anotados Ins versos de turno, Mandelstam con-
taba las esrofas y me comuni aba Ins honorarios quc per-
cibiria de acuerdo con la tarifa superior: no aceptarla que
Sc Ic pagasc pot otra inferior. Muy raras veces, cuando el
poema no acababa de gustarle, proponia quc In admi-
tiesen como de esegunda categorias o sea, ms barato, co-
mo hacia Sologub que clasificaba las poeslas por categorlas
224
con sus precios correspondientes. Una vez calculados
nuestros ingresos del dia, marchábamos en busca de dine-
to Para comprat té, pan y huevos para corner. El dinero
nos to daban los actores, los tipografos y, alguna quc otra
vez, ciertos profesores; uno de eltos era amigo de Natasha.
Generairnente, concertâbamos la cita con nuestros bene-
factores en alguna calle lateral, poco frecuentada de dia, y
conservando todas Las reglas dc la conspiraciOn pasábamos
sin apresurarnos Ins unos junta a Los otros, recogiendo al
pasar ci sabre con la dadiva. Soliamos it a la imprenta pa-
ra visitar a los tipografos cuandSiro teniamos ninguna cita
concertada de antemano. Mandeistam hizo amistad con
etlos en ci verano del año 1935, cuando viviamos en la ca-
sa del exterminador de ratanes quc estaba junta a la
imprenta y La redaccián del periodico. Wa a buscarlos para
leerles alguna poesia recién cornpuesta, sabre todo si la
habia acabado de noche cuando tan solo él y elios no
dormian. Los tipOgrafos to reciblan ainistosamente, Pero
los juicios de los más jOvcncs se parecian a los juicios de la
Litieraturnaia Gazietax.; en cambio los mayores Les hacian
cailar. En nuestros periodos calarnitosos, los viejos solian
rerener a Mandeisram unos instanres hablândole de diver.
sas cosas, inientras clue uno de clios corria a la tienda.
Luego le haclan entrega de un paquete. Reciblan un sala-
rio misero y probablemenre apenas si renian In suficiente,
pero consideraban que no se .podia abandonar a un corn-
paflero caido en desgracia en esros tiempos...
Dc camino pasabamos per Correos y mandabamos las
poesias a ]as redacciones de las revistas moscovitas. SOlo
una vez recibimos respuesra: La redaccion de AZnamenib
(Banderas) a donde habIamos enviado ci poema cEl solda-
do desconocidov nos cornunicaba quc las guerras solian set
justas e injustas y que ci pacifismo por si mismo no
merecia aprobaciOn. Pero nuestra vida era tal, que inclusa
esa respuesra burocrática nos pareciO una buena seflal:
pcse a todo alguien nos habia respondido y hablaba con
nosorros
El poema respecto a la sornbra que vaga entre la
genre .calenrándosc con su vino y su cielo. se mandO, co-
mo cxcepci6n, a Leningrado y no a Moscü, probablemente
a tZviezda, (La Estrella). Entre las copias que corren de
mano en rnano boy dia suelo encontrar a veces poemas y

225
variantes perdidos que proceden de los envios hechos a las
redacciones. Los colaboradores sollan hurtar las hojas con
las poeslas prohibidas y asi se difundian entre Los lectores
El periodista Kazarnovski, que coincidia con Mandeis-
tam en ci campo de trinsito, me contO clue acusaban a
Mandeistam de propagar sus poemas por l?s redacciones
de las revistas; las autoridades calificaban ci hecho con
una palabra condenatoria. Pew ipoco importa ci motivo
de la acusaciôn! El sumario de Mandelstam constaba de
dos hojitas tan solo; vi ese expediente en la fiscalia cuando
me informaron de su rehabiLitaciOn pot La segunda causa
incoada. Me hubiera gustado leer In que alIt estaba escrito
y aün más, publicarlo sin ninguna modifIcacion y sin nm-
gun comentano

Murmuios y susurros

In que voy a contar ocurriO en 1932. Regresaba a casa des-


de la redacciOn de la revista ZKP, dando un rodeo par
estrechos calLejoncs En aquel entonces viviamos en Tvers-
koi Bulivar. Dc ptonto divisE a Mandeistam sentado en el
porche de un semi derruido hotelito; tenia la cabeza vuel-
ta de tal modo que su barbilia casi Ic rozaba ci hombro.
Con La mano derecha hacia girar un bastOn y con la iz-
quierda, Para guardar ci equilibrio, se apoyaba en un
dana de piedra. Me vio de inmediato, se levantô de un
saito y juntos nos dirigimos a la casa.
Mandelstam sentia siempre La necesidad de moverse
cuando componia sus versos. Se paseaba pot la habitaciOn
de aruba abajo —desgraciadamente siempre vivimos en
cuchitriles que no permitian gran amplitud de movimien-
tos—, corrIa constantemente al patio, al jardIn, al bule-
var, vagaba pot las cailes. El dia en que In vi en ci porche,
se habia sentado simplemente Para descansar, cansado de
vagar pot las calies. En aquel entonces trabajaba en la se-
gunda pane de su libro cSobre la poesia rusa..
Para Mandeistam, la poesia y el movimiento guardaban
estrecha relacion. En su .ConversaciOn sobre Dantn pre-
gunta cuántas sueias desgasrO Ahghicri mientras escribiO

226
su ,Divina Cornedia.. Esa idea de La poesla y ci movi-
miento La repite en sus poemas sobre Tiflis, que guarda en
su memoria .la gastada majestadz de las suelas del poeta
forastero. No es simplemente ci tema de la iniseria —las
suclas, COfflO es natural, [as tenlamos siempre gastadas—,
sino tambien de La poesla.
Solo en dos ocasiones lo vi componer sin moverse. La
primera yea flue en KIev, en la casa de mis padres, donde
pasamos Las navidades de 1913; permaneciO varios dias sin
moverse junto a una estufa de hierro, lLamândonos de yea
en cuando a ml o a mi hermana Ania, Para anotar [as
estrofas del poema tiwlado •Primero de enero de 1924.
Y también en Voronezh, cuando se acostO de dia para
descansar: en aquci perlodo estaba terribiemente cansado
pot ci trabajo. Pero los versos zumbaban en su cabeza y
no podia librarse de ellos. Dc este modo naciO el poema
dedicado a la contralto al final del tSegundo cuaderno de
Voronezh. Hacia porn que habla escuchado cantar pot
radio a Marian Anderson y en la vIspera visitó a otra can-
tame exiliada de Leningrado; Para ella hizo una versiOn
libre de algunas canciones napolitanas Para que pudiese
acwar por la radio, donde ambos en aquel entonces gana-
ban aigo de dinero. Corrimos a casa de ella at saber que
su marido, que acababa de pasar cinco afios en un campo
y habla sido autorizado a vivir en Voronezh, fue detenido
de nuevo. En aquel entonces no habamos oldo habiar de
Las segundas detenciones y no sabiamos lo que significa-
ban. La cantante estaba acostada. La gente que sufre una
conmociOn se acuesta siempre. Mi madre, que como doe-
tora fue movijizada en ayuda de los campesinos de la re-
giOn del Volga durante un perlodo de hambre anterior a
la revoluci6n, contaba quc la genre en todas las casas esta-
ba acostada, sin moverse, inciuso en Ins lugares donde
habia pan y no se observaban slntomas de extenuaciOn por
hambre. Emma, profesora del Instituto Pedagógico de
Chita, fue enviada a trabajar a un koljos juntamente con
los estudiantes. Al regresar, comenrO con asombro que to-
dos los koijosianos estaban acostados. Los estudiantes
hacian y hacen In mismo en sus residencias colectivas; los
empleados Se acuestan at regresar del trabajo. Todos to ha-
cemos. También yo me pasé acostada toda la vida..
La cantante trazaba febrilmente sus planes para ci futu-

227
to. lUmo nos invade esa fiebre en los mornentos fatales
dc las muertes, las decenciones, las convocatorias policiales
y demis catástrofcs:! No seth cse dclirio febril el que nos
ayuda a soportar cosas inconcebibles para ci set humano,
tales como la muerte de alguien querido o su detención
en las cárcelcs del siglo xx? He aqul to que nos decia La
cantante: es linposible que lo hayan enviado de nuevo al
campo, In acaban de poner en libertad. Sin duda In
deportarlan a algün otto lugar pew eso no importaba... le
era igual. - - Ella In scguiria y cantajia... Daba lo mismo
donde cantar, en Leningrado, Ishim, Voronezh o lrguiz...
Se podia cantar en cualquier pane, en cualquier aldea si-
beriana. . - Ella cantaria y como pago Ic darian harina y
coceria pan... Y lo comerian juntos...
Su marido no regresó, pues se publicó no sé qué dccrc-
to, ordenarido detener pot segunda vex a todos cuantos ya
hablan merecido ese honor. Fue enronces o en 1950, no
recuerdo bien, cuando se ordeno que todos aquclios que
estuvieron en los campos quedaran desterrados pan
sicmprc... La cantante tambien desaparcciO, no sabemos si
fue enviada a cantar o a talar irbotes...
Mandelstam decia que en el poema dedicado a la can-
tante de la voz grave se habian fundido dos imigencs: la
de la mujcr dc Leningrado y la de Marian Anderson. El
dia en que compuso ese poema, no adiviné quc estaba
trabajando porquc yacia tan silencioso como un ratón. La
agitaciôn cra ci primer indicio de que trabajaba; el segun-
do, ci movimiento de sus labios. En una de sus poesias di-
ce que ese movimiento no se lo pueden quitar y que
seguiria moviendolos incluso bajo tierra. Y eso ftie In que
ocurrió.
Los labios son el anna de produccion de un pocta, ya
que trabaja con su vox. El murmullo de los labios quc na-
bajan asemeja al flautista y al poeta. Si Mandelstam no
hubicra tcnido la cxpeiiencia del movimiento de Ins Ia-
bios, no habria podido escribir su poema del flautista
—,con su sonoro murmullo... clue rccuerda el susurro de
los labios. . . .-, ni podria haber dicho de la flauta quc es
imposible convertirla en palabra. Se refiere al momento
cuando se percibc ci sonido en Ins oldos, los labios em-
piezan a moverse y buscan dolorosamcntc Las primeras pa-
labras...

228
El flautista era tambien amigo nuestro. Sc Ilamaba Sch-
wab. Era alemãn y temblaba pot so ünica flauta que un
viejo cornpafiero de conservatorio le habia enviado desde
Alemania. La visitabamos de vez en cuando y el sacaba a
su prisionera del etuche y alegraba a Mandelstam tocando
a Bach, Schubert y otros clasicos. ToØos los artistas que
venian de gin a Voronezh lo apreciaban grandementes
Schwab es un artista auténtico, declan Ins dos Guinz-
burg. Un dia, despues del trabajo —to quc cuento ocurriO
antes de los eterribles acontecimientos. y cuando Mandels-
P
tarn trabajaba todavia—, subimos al anfiteatro ara olr un
concierto sinfOnico. Desde arriba se vela perfectamente to-
da La orquesta como si estuviera en la palma de la maw
de pronto descubrimos quc en lugar de Schwab habia Otto
flautista. Me incline hacia Mandeistam: cMirak ' . Los qu
estaban a nuestro [ado sisearon, exigiendo silencio, pete-
seguimos cuchicheando. cSerá posible que lo hayan dete.
nido?., susurrO Mandclstam y aprovechando ci entreacto
corrió a los bastidores. Nuestra suposiciOn se confirnió. No
sé la razOn, Pero este tipo de suposiciones se confirmaban
siempre en nuestra vida. Nos volvimos supersticiosos y
tenlamos miedo de exponerlas, ipodiamos ilamar a la ma-
la suerteL. SegUn supimos después, Schwab fue acusado
de espionaje y condenado a cinco afios de reclusion en un
campo de delincuentes comunes, prOximo a Voronezh.
Alli acabO sus dias; ya era viejo y tenla, además, una
flauta... Mandeistam se preguntaba constantemente si la
habria lievado consigo o tuvo miedo de los ladrones con
quienes convivia en la barraca... Si se la lievo, tocarla per
P
las noches ara otros condenados... AsI naciO el poema
*La Flauta Griega, en el cual habiaba de los sones de la
flauta, del amargo sino del viejo flautista y del primer es-
panto ante ci .comienzo de Los terribles acontecimientos.
Habla en ese poema del murmullo de Los labios eque
recuerdan. Acaso los labios de los flautistas son los üni-
cos quc saben de antemano In que han de decir? En ci
proceso de La creaciOn poética hay como una evocaciOn de
algo que jamás habla sido dicho aün. Qué significado
tienc la busqueda de cia palabra perdida? ePerdi la pa-
labra quc quise decir, La ciega golondrina regresará al pa-
lacio de las sombras.. Para ml es un inrento de recordar La
no existente todavia. Hay aqul La concentraciOn precisa

229
que nos ayuda a buscar lo olvidado, que se ilumina de
pronto en nuestra conciencia. Durante la primera etapa,
los labios se mueven silenciosamente, luego aparece ci
murmullo. La mtisica interna se revela en palabras. El re-
cuerdo aparece como en una placa fotografica.
No es una casualidad clue Mandeistam odiara ci dualis-
mo, es deck, Las conversaciones sobre la forma y el conte-
nido, tan de moda entre nosotros y tan comodas para ci
clience: pan un contenido oficial se exigia siempre una
bella forma. Precisamente pot esa division en forma y
contenido, Mandeistam se ganO de inmediato la antipatia
de los escritores armenios. En una de sus primeras entre-
vistas con eiios, atacO la fOrmula: tNacionalista por su for-
ma y socialista pot ci contenido, aplicada a la cultura, a
la hteratura, etc., sin saber Siquiera a quién * pertenecian
esas palabras... Asi, pues, hasta en Armenia nos queda-
mos solos. Su intimo convencimiento de que la forma y ci
contenido son indisolubks procedia, al parecer, del j5ropio
proceso del trabajo poético. La poesia se originaba gracias
a un impulso ünico y Ia melodla que sonaba en ci oldo
encerraba aquello quc Ilamamos contenido. En la Con-
versaciOn sobre Dante,, Mandeistam compara la forma
con una tesponja. de la que se exprime ci .contenido. Si
la esponja cstá seca y no contiene nada, no se podrâ expri-
mit nada de ella. El camino contrario consiste en elegir la
forma que corresponde a un contenido dado de antema-
no, y ese camino In maldijo Mandelstam en la obra ya ci-
tada; a la gente que segula semejante metodo la calificaba
de straductores de un sentido prefabricado,.
Erenburg explica deiante de ml a Slutzki que Mandels-
tam estropeaba sus poesias pot las muchas .correcciones
foneticas, que introducia en eilas. Jamás observe nada de
eso. Las variantes y las •correcciones, son cosas cualitativa-
mente distintas. Cuando Mandelstam decia: somos los
portadores del sentido, sabia clue la palabra encierra
siempre una informacion, Cs decir, tiene sentido. Creo
clue las correcciones son caracteristicas de los traductores
cuando intentan expresar de la mejor manera una idea ya
dada; [as correcciones fonéticas, en cambio, sirven pan
embellecer. Una variante es cuando se suprime In que

Stalin.

230
sobra o, bien, Sc ccpara* algo clue pasa a format pane de
una diferente unidad. El pocta se abre paso hacia un trozo
de armonia total que se oculta en lo mIs secreto de su
conciencia, arrojando 10 superfluo y falso que le impide
ver aquello que yo califico ci todo ya existence.
La creaciôn poética es una dura y agotadora labor, que
exige enorme tension y concentraciOn(interiot. Cuando ci
pocta trabaja, nada puede impedir ci 'sonido de la voz in-
terior que debt tenet, probablemente, imperiosa fuerza.
Por eso no creo a Maiakovski cuando dice clue ha pisado la
garganta de su canciOn. jC6mo to hizo? Mi extrafia expe-
riencia —la experiencia de un testigo de la creaciOn poéti-
ca— me dice que es imposibie domar, ahogar ni amorda-
zar ceso. Sc trata de una de las mis elevadas manifesra-
ciones del hombre, ci portador de las armonias univcrsa-
les, y no puede ser ninguna otra cosa.
El trabajo del poeta ticnc caricter social y plasma la vi-
da humana porque ci portador de la armonla es hombre y
vive entre los hombres cuyo dcstino comparte. No habla
•por ellos., sino con ellos, no se separa de ellos y en ellos
reside so verdad.
El impuiso inicial de esa plasmaciOri armOnica —con los
hombres y entre clios— me ha sorprendido siempre pot su
caricter categOrico. No se pucde ni fingir, ni estimular.
Por dcsgracia pan aquel a quien califican de poeta. Y
comprendo las quejas de Shevchenko (Mandeistam hizo
que me fijara en ellas) acerca de la obsesión que sentia pot
La poesia, clue sOlo le causaba males y le impedia dedicarse
a La pintura, para el una fuente de placer. Este impuiso
deja dc funcionar cuando se agota ci material, o sea,
cuando se debilita la relaciOn del poeta con ci mundo y
los hombres, cuando deja de oirlos y vivir con cilos. ZNo
seri en esa relación con la gente donde ci poeta adquierc
el sentimiento de so razOn, sin el cual no hay poesia? El
impulso deja de actuar cuando ci poeta muere, aunque
sus labios continüan moviendose, porque ban quedado en
sus pocmas. Y, dicho sea de paso, qué tonto ha dicho
que los pocus dedaman mal sus poeslas, que Las estro-
pean? Qué comprende de poesia? Los versos viven so
auténtica vida tan sOlo en la voz del poeta y la voz del
poeta continua viviendo en elios para siempre.
He vivido también en compafiva de AjmItova. Pero su

231
creación poética no se manifestaba tan abiertamente como
en Mandelstam y no siempre comprendia que trabajaba.
En todas sus manifestaciones era mucho mas reservada y
comedida que Mandeistam. Su valor completamente
asombroso, casi ascético, tan raro en una mujer, me sor-
prcndia siempre. Ni siquiera a sus labios 'Cs permitia mo-
verse con la sinceridad con clue lo hacia Mandelstam. Me
parece que cuando ella componla un poema sus labios se
comprimlan y la boca tomaba un rictus aün mks amargo.
Mandelstam me decia, cuando yo no la conocia aün, y Jo
ha repetido despues muchas veces, que mirando sus labios
se podia oir su voz, que su poesia estaba hecha de su voz
y era inseparable de ella. Decla que los contemporárieos
que la habian oldo eran más afortunados que las genera-
ciones futuras que no la oirán. Esa voz con las mismas en-
tonaciones clue tenia en la juventud y en los aiks madu-
ros, y con idéntica profundidad, que tanto admiraba
Mandeistam, ha sido magnificamente reproducida pot Ni-
ka hate muy poco. Si el disco se conserva, mis palabras se-
ran confirmadas objetivamente.
Mandelstam habIa observado aigunos gestos caracteristi-
cos de Ajmátova y siempre me pregunraba, después de
haber estado juntos, si me fijé en cómo habia estirado ci
cuello, movido La cabeza y tensado los labios para decir, al
parecer, •no.. El repetla ese gesto y quedaba muy extraha-
do de clue yo no lo recordara tan bien como €1. En las va-
riantes de .El lobo, descubri la existencia de una boca que
dice .no, pero no se trataba de una boca de mujer, sino
de alguien que remedaba el gesto de Ajmâtova. La arnis-
tad de esos dos seres tan terriblemente desgraciados, que
duro toda so vida, flat, quizâs, la ünica recompensa pot Ia
amarga existencia que les roth vivir. En la vejez, la vida de
Ajmatova ha mejorado y ella it saca todo su provecho. Pe-
to sus poesia.s no se ban publicado, el pasado no se puede
borrar y si no fuera pot su capacidad de vivir el presence,
que parece inherente a Ins poetas, pot lo menos a ellos
dos, es poco probable que pudiera sentirse tan bien como
se siente ahora.

232
El libro y el cuaderno

t U eva usted un libro dentro ' , dijo Charentz al oh los poe-


nias sobre Armenia. Esto ocurria en Tiflis: en Eriván no
se habria atrevido a visitarnos. A Mandeistam Ic alegraron
Las palabras de Charentz. cQuien sabe, a In mcjor seth de
verdad an libro' ... Aflos después, Ilevé a Pasternak unos
poemas suyos escritos en Voronezh y me hablO de pronto
del cmulagro de la formaciOn del libro. . .zMe duo que en
su vida Ic habia ocurrido una sola yea, cuando escribio
•Mi hermana, La vidax.. -. Conté esa conversaciOn a Man-
deistam. cEntonccs un libro no puede componerse solo
de poemas?., k pregunté y El se LimitO a relt
La dinimica de las diversas obras que nacen obedece a
leycs tan estrictas como ci orden de Las estrofas en una
poesia, pero los signos exteriores de esas ieyes son menos
evidentes. Si se tratase de una forma excerna ünica, como
la de un poema, por ejemplo, seth visible Para todos, pe-
to el hilo interno de las poesias liricas no es tan percep-
tible. Y, sin embargo, lo que dice Mandelstarn sobre la
cpercepciOn estereométrica, del poeta (.ConversaciOn
sobre Dante) se refiere también a las poesias liricas en su
conjunto reunidas en ci asi ilamado clibroi..
El nacimiento de un libro se produce, probablemente,
de distinta forma en cada forma de poeta. Algunos sitüan
las poeslas relacionadas entre si en orden cronologico;
otros, como Annenski, por ejemplo, agrupan poemas
escritos en distintas épocas y Pasternak hace divisiones in-
ternas en sus libros en los cuales inclula poemas escritos en
diversos momentos, pero en un mismo periodo. Mandels-
tam pertenece aI primer tipo: sus poemas brotaban en
torrente mientras duraba la inspiraciOn. Una vez testable-
cida la cronologia, componia La obra en general. 4Tristia,
se cditO sin estar éI presente y por ello este principio gene-
ral se vio infringido.
Restabiecer Ia cronologia de las obras de Mandelstam es
dificil, y no sOlo porque muchos poemas no estân fecha-
dos- Incluso cuando to están, Las propias fechas suelen ser
inexactas pues fijan el momento en que la poesia se escri-
be, pero no ci comienzo 0 Cl final del trabajo Creo que ci
comienzo puede determinarse solo si se trata de an fib

233
proceso de versificacion. Podia saber, acaso, Mandeistam
lo que iba a escribir y, en general, to que saldria de sus
murmullos cuando empezaba a prestar oldo at zumbido
de la abeja? La segunda dificuitad radica en saber deter-
minar qué momento Cs ci decisivo para cada poesia, su
comienzo o su final? Y esto es tanto más importante por-
que en ci proceso de creaciOn no se halla un solo poenia,
sino vanos a la yea.
Muchas veces el propio Mandelstam no sabia establecer
con precisiOn ci orden general a que debia atenerse su
obra; dudaba, pot ejemplo, cOmo distribuir el cciclo lobu-
no " y las poesias de la mitad del * Segundo cuaderno de
Voronezh * . Eso no tuvo tiempo de acabarlo. En cambio
preparO en Vida so division en cuadcrnosD a fin de prepa-
car su edician, Me ban preguntado muchas veces la razôn
de este nombre de tcuadernos,. Su origen es puramente
familiar. Los poemas comprendidos entre los aflos 1930-
1937 se anotaron en Voronezh, ya que los manuscritos de
los afios 1930-34 fueton requisados y no se nos devol-
vieron. Para anotar las poesias conseguimos, y no sin tra-
bajo, unos cuadernos escolares corrientes; era imposible
obtener papel detente. El primer grupo esta constituido
per to que ahora titula .Primer cuaderno de Voronezh..
Luego tuvimos que recordar y anotar las poeslas de los
aflos 1930-34, Cs decir, los ANuevos poemas. Fue el pro-
pin Mandelstam quien determino ci comienzo y ci final
de los dos cuadernos quc formaron los .Nuevos poemas.
Un •Cuaderno constituye evidentemente una parte del
libro.
En otoflo de 1936, cuando se acumularon bastantes
poemas, Mandelstam, pot propia iniciativa, me pidiO que
Ic consiguiese otto cuaderno, aunque en los anreriores
habla todavia sitio. Fue el iSegundo cuaderno de Voro-
nezh. Entre cI cSegundo. y ci tTercer cuaderno. no hay
casi ningün intervalo de riempo, pero en el eTerceroD se
nota ci comienzo de algo nuevo. Los poemas del cTercer
cuadernob no son una continuaciOn del impulso anterior,
ya agotado. Si existieran métodos exactos de análisis poeti-
co, podria demostrarse que cada cuaderno agota un de-
terminado tema de inspiraciOn. Pero esto se nota a simple
vista.
La palabra clibro, va unida en nuestra mente a la idea

234
de so imprcsián: un libro presupone cierto formato y una
determinada cantidad de Ilneas previstas pot las necesida-
des tipograficas. Para on cuaderno no existe ninguna
regla y no se Ic pueden aplicar raseros matemáticos. El co-
rnienzo y ci final del ccuadernob se determina pot la uni-
dad de la inspitaclón que dio vida a poemas mntirnamente
relacionados entre si. El qcuadcrnob es también un 4librob,
en el sentido en quc In comprenden Charentz, Pasternak
y Mandelstam, con la ünica diferencia de que no ha de
preocuparse por las conveniencias de la impresión tipogrâ-
fica que exige cierto volumen y coinposictón, a veces
incluso artificai. Mas La propia palabra cuaderncm Cs
completamente casual y se debe a nuestra constante penu-
na de papel. Tiene ci inconveniente dcr demasiado
concteta, cosa que es desagradabic y, además, recuerda
por asociación ci .Cuadcrno de notas' de Schumann.
Tiene a su favor la tradicion familiar y manuscrita quc ad-
quiere enorine importancia por la forma en que nos hi-
cieron retroceder a la era anterior a Gutenberg.
En sus años de juventud, Mandeistam empleaba ci vo-
cablo ilibro, en el sentido de .etapa ' . En 1919 pensaba
que setia ci autor de un solo libro; luego se dio cuenta de
que habia diferencias entre iPiedrab y lo que más tarde
se dm16 .Tristia. Ese titulo, dicho sea de Paso, se debe a
Kuzmin en ausencia de Mandelstam, cTristia, contiene
poemas reunidos al azar: on puflado de manuscritos de-
sordenados que ci editor publicó en ci extranjero sin cono-
cimiento del autor. El iSegundo libro, fue mutilado por
la censura, pero recibiô ese nombre porque Mandeistam
comprendió su error respecro al ünico libro que estaba
destinado a escribir, Tardo en darse cuenta de quc 4Pie-
dra' , escrita antes de La revolución, habia acabado y co-
mcnzaba un nuevo libro: el de la guerra, el presentimien-
to y la ilegada de la revoiución. ,Nuevos poemas* es on
libro en el cual reconoce su posición corno desciasado, y
los cCuadcrnos de Voronezh' son el hbro del cxilio y de la
inminencia del fin. Al pie de cada poesia quc yo recopié
en Voronezh, Mandeistam ponia la fecha y la letra cV..
cPara qué?', Ic preguntaba yo. ,Pues... porque si ... .,
me contestaba. Diriase que marcaba todas esas hojitas,
pero se han conscrvado muy pocas: nos esperaba el aho
1937.

235
El ciclo

En ci concepto de .ctapa. se incluye una determinada vi-


sión del inundo. Refleja ci desarroilo del propio individuo
y éstc, a medida que se dcsarroiia, modifica su actitud an-
te ci rnundo y la poesla. .Tristiai es la obra quc corres-
ponde a la espera de la revoiuciOn y al primer conocimien-
to de la misma, mientras clue •Nucvos poemas' sucede a
Ia .Cuarca prosa. que marca ci fin de su periodo de silen-
cio. Dcntro de cada etapa puede haber libros diferentes.
Creo que Ins •Nucvos poemas y los cCuadernos de Voro-
nezh., dos libros entre los cuales se produce la detencion y
el exilio, constituyen una sola etapa. En uno de ellos hay
dos panes y en ci otro tics, quc se Haman cuadcrnos.
Dicho de otto modo, ci clibro, para Mandeistam es un
perlodo biografico y ci cuaderno, una division poética
determinada pot la unidad de lo tratado y del impuiso
cread or.
El ccicio, es una subdivision menor. En ci cPrimer
cuadernop de los •Nucvos poemasz destaca, pot cjcmplo,
ci ciclo clobuno, o ci dc Ins presidiarios, y tamblén ci at-
menlo. Sin embargo, Ia propia cArmenia no es, en rcah-
dad, un ciclo sino una seiccciOn dc poemas. Mandelstam
tiene dos sciecciones as!; Armenia y .Octavas,. Tan solo
en esos libros infringiO la cronologia y, por consiguiente,
su catheter de diario ilrico tan propio, por ejempto, de Ins
Cuadcrnos de Voronezh', pero oculto en los primeros
perlodos, cuando Mandelstam hacia una sciccciOn rigurosa
y destruia gran nflmero de poesias inmaduras.
En ci dSegundo cuaderno de Voronezin' ci primer cicio
comienza pot .El siibato y ci orro con ci poema tLa leva-
dura del mundo>. En cada uno de ellos hay una poesia
quc da origen a las demas. No es la primera y su clabora-
dOn sueie set mis iarga. En algunos cicios, las poesias sc
suceden como los eslabones dc una cadcna, pero en otros
forman una madeja y todos derivan de una sola, que es la
matriz. -
No resuita dificil dcmosrrar quc .El lobo. din origcn a
todo ese cklo de los presidiarios, porque se ban conserva-
do sus borradores. Las poesIas clue tienen un origen co-
mün resuitan, a veces, tan diferentes que, a primera vista,

236
parece que no guardan ninguna relación entre si; en ci
proceso del trabajo han desaparecido las paiabras y las
estrofas que las reiacionaban. En general, ci crabajo que se
hace con an ciclo recuerda al de una jardinera cuando Sc.
para Jos vástagos de las yemas para que Estas se desarrollen
ihdependientemente.
En ci dde dobuno. la Stima esuofa, ca ml me matará
uno iguai a rub, fue la ültima, aunque en ella se endierra
la cave de todo ci ciclo.' El origen de este cidlo hay que
buscario en las canciones de los presidiarios rusos. A Man-
delstam esas cran [as ünicas canciones populates que Ic
gustaban. En ci poema eEl marineroa habka de Ia canciOn:
4canta ci marinero su ãspera canciôn., y enlas variances de
eEl lobo, dice: cy aiguien canta imperioso y cci tieinpo
canta entre las ruinas' y tarnhién, cat oir aquelia voz, cm-
puñaxé ci hacha y la canciôn terminate pot éi.... Man-
deistam menciona raras veces la canción. En ci üitimo
periodo, ademäs tie los borradores de .El lobo" y .El marl-
nero., aparece tan solo en la cPcqueña canciOn abjaziana":
canto cuando remojada escá la garganra, seca ci alma,
humedos Los ojos en su debida medida y no tiene mi con-
ciendia malicia ... '. En Jos primeros dos casos los versos y Ia
canciOn no se identifican y eso era aigo que Mandeiscam
no toleraba. Al abrir ci üitirno nUmero de cZviezda 'i, se
admiraba siempre de que Jos pocus soviéticos, sobre todo
los dc Leningrado, hablasen constantemente dc so juven-
tad y de que cantaban. LLegO a contar, incluso, en una
ocasiOn cuántas veces se mencionaban en la revista estos
atributos del pocta soviético. El nimcro result6 set bas-
tante considerable.
Por Los borradores dc .El lobo' se pucde determinaf cO-
mo naciO esce ciclo. Sus diversas variantcs constituyeron
un poema indepcndiente titulado cLa mentira.... Los poe-
mas .Aleksandr Guertzovich' y eLas charreteras' constitu-
yen en cieno modo la perifcria del ciclo. La palabra
.chuba* [abrigo de pici] es su vinculo exterior de uniOn.
En cLas charreteras' se trata tie on senorial abrigo de pie1
y en cAleksandr Gucrtzovich' es cabrigo de cuervo colga-

• Shuba, en ruse, puede significar tame tin elegance abrigo de pie1.


come una pelliza o una zamarra. (N. de la T.)
237
do de una percha. Ambos poemas están re]acionados con
la .xcálida shuba de las estepas siberianas. - La shieba es
una de las imágenes que más se repiten en su obra. Apa-
rece ya en cPiedra,: los porteros con sus pesadas pelli-
zas, Ia muj er con su elegante abrigo de pie] y ci Angel con
su dorada zamarra de piel de corderillo. - - La primera obra
que Mandeistam escribiO en prosa, que se perdio en la
editorial de la hermana de Rakovski en Jarkov, se llama
Shubaiø. Finalmente, en •EI rumor del Tiempo>' hay una
estrofa que dice: q con shuba señorial que a so rango no
corresponde; en la Cuarra prosa. también habla de la
eshuba litcrariab que arranca de sus hombros y pisotea. La
chuba* representa Ia estabilidad, son los frios rusos, la
posiciôn social a la cual no puede aspirar on intelectual
plebeyo.
La qshuba que figura en •Las charreteras está reia-
cionada con un divertido episodio. A finales de los ahos
veinte, una dama muy bien relacionada, que más tarde
pereció, se quejó a Emma Guershtein de que Mandelsram
siempre le habia parecido extranjero, que no podia olvidar
ci esplendido abrigo de piel que lucia pot Moscc a princi-
pbs de la NEP.,. Quedamos atónitos. Compramos ese
abrigo de pie] en el mercado de Jarkov a un misero sacris-
in y se trataba de una vieja .rhuba de pie] de castor, Ilena
de calvas, de color rojizo, que se cruzaba como una sota-
na. - El viejo sacristán la vendia para comprar pan. Man-
deisram adquirio esa lujosa prenda al regresar del Cáucaso
para no helarse cncioscü. Ese primer abrigo direrarioi de
piei, cla .rhuba sefiorial que a su rango no corresponde,
foe cedida a Prishvin, que dormia en una residencia co-
munal, para que Ia usara como colchon. Un dia, so infier-
nillo de perrOleo exploto y use la .chuba para apagar ]as
llamas, con los cual los tltimos pelos del rojizo castor
quedaron carbonizados y a Mandelstam no le quedô ni el
consuelo de pisotearla.., Un abrigo de piel no
correspondia a so tango. -.
Con los abrigos de piel siempre tenhamos complica-
ciones. Un dia consegulmos dineto y quisimos comprar
una vulgar pelliza soviética en unos grandes almacenes,
pero las ünicas que tenian eran de pie1 de perro. Mandels-
tam no quiso ser un traidor a la noble raza canina y prefi-
no pasas frio. Hasta el ültimo año de su vida uso un abni-

238
go iigero, pese a nuestros constantes viajes en trenes sin
cakfaccion. Shklovski no 10 pudo soportar y nos dijo un
dIa: cTiene todo ci aspecto de alguien que ha viajado en
trenes de mercancias. Hay que conseguir una .c/iuba.
Vásilisa recordé que Andronikov tenia una vieja shuba de
Shklovski. La usaba cuando se abria camino en Ia vida,
pero ahora ya Ic correspondia algo más seflorial. Hicieron
venir a Andrônikov juntamente con la shttha y con
muchas ceremonias enfundaron en ella a Mandeistam.
Nos presto un gran servicio durante el inviernp pasado
Kalinin. Mandelstarn fue detenido en la prirnñvcra y no la
lievO consign- pesaba demasiado. La .rhuba se quedO en
Moscü y €1 se helaba con su abrigo amarillo de cuero, re-
galado tambien por alguien en ci ultimo año de su',
desgraciada vida errante a ciento cinco kilómetros de Mos-
cü.
En ci ciclo de El lobo, se presiente ci exilio: los bos-
ques siberianos, las tarimas, los lehos... El tema de e*,
ciclo es Ia madera: tajos, pinos, ataudes, teas, los bosques
siberianos. -. Los epitetos de este ciclo, en particular la pa-
labra crugoso, cáspero., pertenecen a ese mismo género.
Ames de iEl iobo, ci cicio se habla iniciado con [as ca-
denas de [as puertas, los incendios y las heladas de Peters-
burgo, el afilado cuchillo en la hogaza de pan, en la sen-
saciOn de clue aivir en Petersburgo es como dormir en un
ataüd, en la necesidad de correr 10 antes posible a la esta-
ciOn cdonde nadie pueda encontrarnos... Este ciclo expre-
sa su desclasamiento, su sentimiento de hermano repu-
diado... Mucho más tarde Id en un libro de Baudoin que
el (érmino 4hermanoD no indicaba inicialmente el grado
de parentesco, sino simpkmente ci de sadinitido en la tn-
bu. - En la tribu de la literatura soviética, Mandelstam
no fue admitido, y hasta Ia shuba del sacristán en sus
hoinbros testimoniaba su ideologia burguesa... Y ese
ciclo, además, es ci de quien dice cno y de aquellos clue
siguen a! .negro pueblo que a 51 mismo se gobicrna. Son
reminiscencias de Ia revoluciOn de 1917, de los goipes en
las puertas, del negro pueblo clue asalta cpalacios ... ..
Del armazOn de madera de 4EI lobob estos temas se ge-
neralizan en todo el cuaderno. El intento de hailar una se-
gunda patria en Armenia fracasO. Obligado a regresar a la
capital —cregresé, no, lee mejor, fui obligado a voiver a la

239
MoscO budista—, Mandeistarn determine ci iugar quc
debia ocupar. Y so detcrrninacion resulto set bastane ccr-
tera.
En ci poema cDespués de Ia asfixiaD se peruilan dos as-
pectos. El primero Cs Ia sorpresa ai ver una tierra nueva,
.chernoziom,, la tierra negra, y una vcz recobrado de la
sorpresa, comienza a recordar cOma liege alit, y csto din
nacimienco a Ns poeslas que corresponden a nuestra estan-
cia en Chcrdiii.
En ambos cicios de ese cuaderno, cada nuevo poema
surgia a partir de algun fertil vástago del anterior. Escas
asociaciones tomaron carta de naturaleza en las poesias
de aquclia Epoca. Mandeistam mcnciona con frecuencia,
canto en sus pocmas como en la prosa, la cared, Las
expresiones: •lo mcticron, cesO dencto, do soitaron,,
do cogierorn, adquirieron un significado nuevo en ci
idioma ruso y esto demuestra hasta qué punto ilenaba
nuestra vida ci tema de Ia cárcel. Mandclstam calificaba
de difusiOn esa intcrrciaciOn de la cárcel y cI mundo exte-
rior, tan necesaria a los gobcrnantcs para amedrentar a Ins
gobernados.
Quiero terminar mis disquisiciones sobre cstc tema
con una pcqucha escena que tuvo lugar en 1937. En el
cencro de MoscO Sc aiza un edificio en el cual convivian
escritores y chequistas. No sé cOmo liegaron alIt los che-
quistas, quizás recibieran las vivicndas de los decenidos de
algün otro negociado que compartla la casa con los escrito-
res. El caso es quc alit vivian, y los escritores cstaban en
concacto con ellos. Cicrto dia un chequista borracho a
quien su mujer echO de la casa, sc dedicO a escandalizar
en ci descansillo de la escalera: en su borrachera recordaba
cOmo habIa intcrrogado y pegado a un compahero y vertia
tardIas lagrimas de arrepentimienco. Llamé a su casa,
consegul hablar con su mujcr y la obligue a quc Ic dejara
cncrar, cxplicandoie que podia pasarlo muy inal a causa
dc sus paiabras de borracho... Rues bien, al patio de esa
casa Ilegaron unos cancantes cailejeros. Sensibles a las de-
mandas de aquclla Epoca, enconaron las mcjorcs canciones
clâsicas de Ins presidiarios: dc Siberia, Baikal, del hampa..
Todos los balcones se lienaron de gente, a excepciOn dc
los escritores, naturalmence. Coreaban ]as canciones, les ci-
raban dinero. Eso duro una media hora, hasra que uno de

240
los vecinos, mejor preparado ideolôgicamente, descendiô
para echarlos fuera. Pero tuvieron tiempo de avisarles y
desaparecieron rápidamente. Mandetstam y yo estabamos
en uno de esos balcones y tambien les tiramos dinero, rin-
diendo homenaje at folklore ruso. Ossia ci joven, como
tlaman ahora a Yosif Brodski, desterrado per parasitismo,
mejor dicho, por sus poesias, porque la vida se repite aun-
que bajo otras formas, dijo recientemente a Ajmátova que
Pasternak no tenia ninguna reiación con ci folklore.
Puede ser eso? Creo que una de las cuestiones que se de-
ben tener en cuenta at estudiar una obra póética es, preci-
samente, so retaciôn con et folklore. En Id obra poEtica de
Mandelstam resatta de inrnediato el folklore del presidio:
se to sugerla La vida y está en la superficie. Pero esa no es
su ünica retación con el rico folklore ruso y europeo. Na-
die puede evitar su influjo. El probtema reside en la for-
ma en que se asimita individualmente en [a poesla moder-
na.

Brotes geme/os

Mandetstam compuso lentamente y con diuicultad et poe-


ma cLa region de tas aguas negras; tardO muchos dIas y
se quejaba de que clgo casi perceptible y muy importan-
ce no querla ltegar. Era la iltima estrofa clue estaba madu-
rando y ItegO la óitima, cosa clue no siempre ocurre.
Mandeistam de pie junto a la mesa, de espaldas a ml,
anotaba atgo. Wen, mira to que tengo ... D. Me alegré de
que hubiese acabado con [as aguas negras; asl saidriamos
de Pasco. Estaba tan harta ya de ese poema como del ma-
pa de la regiOn de Voronezh cotgado de una pared de la
estaciOn telefônica, en ci cual se encendian unas bombillas
indicando con qué lugares habia comunicado. Pero me es-
peraba una desilusiOn: en et papetito clue me tendiO id:
Etapas de un convoy lejano. cEspera, que no es todo*,
dijo y anorO: cComo rardlo regalo, percibo el invierno...'.
cjEstas loco! —exclamé indignada—. Mi no saldremos
nunca. Varnos at mercado o me voy sota..
Fuirnos at mercado juntos, estaba a dos pasos de la casa:

241
vendimos no recuerdo qué y compramos alga. Creo recor-
dat quc aquel dIa vendimos una chaqueta gris de una
burda tela muy fuerte. Con chaquetas asi va uno a la car-
cc6, nos dijo ci comprador, un mujik de ciudad listo y
picaro. eTienc razón —le rcspondio Mandelstam—, pero
coma ya estuve, ahora no hay peiigro ... . El mujik sonrió
y nos diO In que pedimos. Nos dimos on banquete, es dc-
cit, compramos un rrozo más de came, a salchichon, si es
quc existla entonces. Es dificil rccordar Ia que nos daban
de comet en las diferentes épocas, pero siempre existia un
Cplaro del diaz y todos In comiamos. En Ia actualidad, pa-
ra Mosc es ci salchichOn cocido. Creo recordar quc en
aquci entonces nos surtian de gailinas esqueléticas y las
conservas se consideraban coma un lujo. Huhn un periodo
de faisancs y palomas congelados, pero duré porn tiemnpo.
El bacalao se mantuvo más. También Cs cierro que a pro-
vincias no liegaba casi nunca ningün eplato del diaz pero,
en cainbio, sablan apreciar ci pan diana.
Casi aquel mismo dia surgió la estrofa de la tetera
noctumna y dos poemitas, denivados de las aguas ne-
gras, fucron ligeramente retocados. En las 4Etapas del
convoy lejano quedé piasmado ci paisaje que se divisaba
desde las ventanas del sanatorio de Tambov y de ahi la
palabra cpalacetn. No viviamos en palacetes, sino donde
cuadraba, preferentemente en miseras casuchas. Compren-
do de qué forma el poema ccomo tardlo regalo percibo ci
invicrno It ayudO a encontrar Ia üitima estrofa de las
aguas negras ' . Lc proporcionaron Ia estrofa: la estcpa sin
invierno csta desnudax. Esa poesIa puso de manifiesto Ia
peculiaridad de Ia época del año: todo permanecia inmO-
vii en espera del retrasado invierno. La naturaleza espera-
ba al invierno y la genie en diciembre de 1936 ya sabia In
que Its traia el venidero año 1937. Para ella no se precisa-
ba poster ningn olfato hisrorico: tuvieron tiempo de ad-
vertirnos pot radio, todavIa en ci verano, de Ins procesos
que se avecinaban. Rcfirifndose a Ia tierra de Voronezh,
Mandelstam escribio: .Dônde estoy? Qué mal me ha
ocurrido? La estepa sin invierno está desnuda. - - Es la
madrastra de Kollzov. - No bromees, que es la patria del
jiiguero ... . Es la sintesis de su estado de ãnimo de
aquellos dim: el sentimlento de Ia desgracia era incapaz
dc vencer a la saivaje y eterna aiegria de vivir, la aiegria

242
cornpletamente inexplicable del poem enjautado. Luego
segulan Jos detalles precisos de su vida: per las caches,
cansado de trabajar, salla a pasear pot Ia ciudad desierta,
donde las calles estaban heladas. Nuestras ciudades de
provincias, una vez desaparecidos los porteros, se convir-
tieron en zonas de congelaciOn perpetua. - Ajmátova Ia
ha mencionado también en sus poesias después de so visi-
ta a Voronezh: ede cristales de roca que piso
tirnidamente ... >>. Tenlamos una tetera cléctrica, que en
aquel entonces en on lujo inusitado; nos lo habiamos
perinitido porque Maridelstam duranre su trabajo noctur-
ne consumia gran cantidad dc té. I-labia solo dos cosas a
las que no podia renunciar: al té y a los cigarrilllos. Lo de-
mâs lo considerabamos secundario.
En Voronezh, Mandelstam escribiô dos veces un <<trio>>,
es decir, tres poenlas de un mismo onigen. El primer <<trio>>
comprendia <<Agua oscura>>, <<El regale tardioz —ilamaba-
mos a estc poema ccl cuervo>>— y <<Las etapas del convoy
lejano>>. El otro <<trio, estaba constituido pot <<Los bosqucs
de diez cifras., <<Qué podemos hacer con Ia tnisteza dc ]as
Ilanurasv y, recordando el rIo Kama, <<0h, esta extensiOn
tan lenta y anhelante". En el primer <<trio todo se entre-
mezcla coma en una madeja enmaranada. En ci segundo,
los tres poemas se desarrollan independientemente, pero
parten de la misma raiz. Las estrofas <<qué podemos hater
con la nristeza de las Ilanuras, con e1 large milagro de so
hambre. y cel milagro de las lianuras que respiran>> her-
manan los dos poemas. El nercer poema está relacionado
con ci tema de la respiraciOn, del ahogo. que cambién
existe en los otros dos. La <<anhelante extension' del tercer
poema tiene reminiscencias del <<milagro de las Ilanuras
que respiran>>. En las poesias donde nombra a Judas, el
rhino del verse recuerda una respiraciOn entrecortada: <<Y
Ia pregunta surge, a dOnde van, de donde ... '. La disnea
que lo arorrnentaba se reflejO aquel otoño en el ritmo dc
numerosaS poesias.
En cuaiquier poema de Mandelstam destaca siempre
una estrofa quc es Ia primcra que compone; pero al bus-
carla, no debe olvidarse que muy raras veces inicia con ella
el poema. Una vez descubierta (en el case de que no haya
desaparecido del texto definitive, cosa que tarnbién solia
ocurrir) se puede reconstruir todo ci proceso del trabajo.

243
La clirninacion en ci tcxto ya acabado de la primera estro-
fa que acude a la mente del pocta es basrante normal, A
Mandelstam Ic gustaba recordar, con este motivo, las si-
guientes palabras de Gumiiicv: iEs una buena poesia,
Osip, pero cuando la acabes, no quedara ni uno solo de
estos versos.. .t, En estos casos, no es natural. Ia historia
del texto no puede set reconstruida ya que la mayor pane
del crabajo se realiza en Ia mente y oralmente; no se re-
gistra en ci papel.
La primera estrofa que sirve de punro de partida y la ül-
dma palabra quc se encuentra, son claves de Ia composi-
ción poética.
Los orlosb son raros en la obra de Mandelstam; mucho
más frecuenres son los poemas dobles, los cbrotes geme-
lost de una misma rala. Entre Ins pocmas publicados, los
mis caracteristicos son los siguientes: .No sé desde cuando
comcnzó esta canciOn., cSubi pot la escalera de mano al
henil de heno segadov y, rambién, c1 de enero de 1924t y
tNo, jamis de nadie 1w contemporáncot. En ci perlodo
de Voronezh fucron asimismo numerosos. Dos pocmas
sobre ci no Kama: Que oscuro ci no Kama, cuando las
ciudades esrán sobre sus rodillas dc robin y cAlejindome,
miraba hacia el oriente boscosot constituyen on ejemplo
corriente de poemas dobles. Dos poemas titulados cMe
perdi en ci cielo, forman también una pareja con idéntico
comienzo y desarrollo. Esa estructura per •parcst es muy
significativa en ía obra de Mandeistam.
Mandeistarn qucrIa conservar las dos versiones de Mc
perdi en el debt y publicarias una al lado de otra: los
compositores y tamhién Jos pintores asi to hacen
siemprc.. Si ilego con vida a la edicion libre de so obra,
lo hare asI, cumpliendo con ello su voluntad. Pero ahora,
indiuso Si el libro quc sc esti pudriendo co Ia cBiblioteca
de los Pocusb liega a set pubhcado, ni aJardzhicv ni a ml
nos dejaran hacerlo, pues careccmos de todo derecho. Al-
g6n redactor inteligcntc me explicará con toda claridad
quc se debe elcgir la variante que sea mejor, que en este
caso ni los propios pocus, ni sus amigos ni parientes
pueden set jucces; que la herencia de un poeta no perte-
nece a las personas quc durantc quince años tienen de-
rccho a percibir la mitad de sus honorarios, sino a
cicntlficos expertos que se lo saben todo en esos asuntos y

244
conocen a la perfecciOn to que es hueno y to que es
mato... Ademas de la correcta ideologla, un redactor so-
viético de nuestros dias aprecia, sobre todo, la claridad,
una factura limpia, la precisiOn y una composiciOn fron-
dosa donde se dispongan, como en una bandeja, las corn-
paraciones, metiforas y demás figuras recOricas. Mandels-
ram no IlegO con vida a ese florecer de la cultura, pero
más de una vez se mostrO sorprendido de que nuestros ex-
pertos no arnasen ta poesia Cuando Ajmãtova supo que a
un pobre chico Ic habian proclarnado como <fuwro Push-
kin,), dijo: ,Eso Cs porque odian la poesIa - El chico en
cuestiOn escribia poernas bien sonantes en los cuales halla-
ban todo to quc les era familiar desde siempre. Prefieren,
sobre todo, las traducciones con su prpItigio de articulos
acabados. En todas panes existen ese tipo de jueces y cx-
paws, Pero en época de Stalin flcirecicron esplendorosa-
mente y hoy dia son los que mandan tarno en pintura co-
mo en arquitcctura, en c1 cine y La titeratura. iAl diablo
con ellosh. Sc les ordenó que hiciesen renacimiento y les
saliO una especie de iCaf6 del Renacirnientox, pew tra-
rarlos no es facit.
En sus años jOvenes. Mandeistarn eliminaba las huellas
del origen comün entre poemas o bien destrula uno de los
poernas gemelos. En sus aflos maduros cambiO totalmente
de actitud: decidiO legalizar su principio de los brotes ge-
melos y dejO de considerarlos como variantes: cQue em-
pieza igual? Bueno, ly qué! iLa poesla es distintal. 0
bien: cTanto mejor si se ye... No hay nada que ocultar!.,
decia. Si en su juventud Mandelstam era reservado y
mostraba at lector tan sOlo algunos poemas sueltos, en sus
aflos de madurez y en su periodo final descubria todo el
torrente y consideraba valioso el propio impulso poético y
no algunas de sus manifestaciones. En C5O SC manifestaba
la libertad interna que habia adquirido. Y ella consrituyó
un escollo para muchos de sus antiguos adrniradores. Con-
sideran clue en esos poemas resalta su imperfecciOn, se ye
que no estin acabados. •El no preparO esos poemas Para
set publicados; habria que retocar un poco., insistlan Ins
dos herinanos Bernshtein. , 1 Cuántas repeticiones! iSon Va-
riantes simplemente!', decla Orlov. Tanto Slutski como
Orlov se quejan de que to publicado de Mandelstam es
comprensible y dificil en extremo to no publicado. Es una
245
suertc que hayan aparecido nuevos lectores que abordan
de modo diferentc la poesia.
Un poeta cuya obra sc compone de etapas muy difcren-
tes está condenado a clue Ins lectores que han asimilado
una de ellas, rechacen las otras. Muchos oycntes habi-
ruales de Mandelstam acoglan negarivamente todo poema
nuevo y roda nueva forma poEtica, porque no reconocian
en elios In anterior. Emma Guershtcin, pot ejemplo, du-
rante mucho tiempo repitiô obstinadamente que Mandels-
tam despu€s del cic]o <lobuno no debia haber escrito na-
da. Y Kuzin acogia del mismo modo cada nueva poesia;
diriase que se sentia personalmente ofendido. Pero poco a
poco se acostumbraban a esos poemas y les tomaban carl-
ho. Shengueli, en cambio, no se reconcilió con las poesias
tardIas y conserva su fidehdad a las viejas. En los poemas
de los ahos maduros Ic repelia sobre todo ci léxico: ]as pa-
labras del lexico no poético. En cambio ahora hay nume-
rosos lectores que conocen sus poesias pot ]as copias volan-
res y que jamãs han leido un iibro suyo. No sé si les gus-
tarâ ci primer perIodo de su crcaciOn poética. Mas ci de-
recho del lector a la clección es tan indiscutible como ci
derecho del poeta a set pubiicado y a defender su posiciOn
poética. Y pot eso, mi actitud ante Jos iccrorcs, con sus
gusros e inciuso caprichos, es complctamentc distinra que
ante los redactores quc poseen ci derecho del veto y ci de
retener a su antojo los manuscritos. Pot In que se rcficre a
que lo escrito pot Mandelstam en ci üitimo periodo está
inacabado,, o sea, a su dcseo de abrir su Iaboracorio,,
esa debe set la Icy de ]as ediciones pOstumas, ya quc en vi-
da del autor, y pese a sus deseos, no pudo set editado. No
debe olvidarse que cuando el lo consideraba preciso, sabia
separar e individualizar sus poemas.
No crco que los brows gemelos fueran una particulari-
dad exciusiva de Mandelstam... En Ajmarova rambién se
encuentran esas parejas, cDante,, (.Ni siquiera dcspués de
muerto pudo velvet a su Fiorencia amada.) y cPor qué
habeis envenenado ci agua y mezclado mi pan con barro?',
son indudablcmente dos poemas gemelos. En muchos Ca-
sos, esos pares sirven dc comenario reciproco.
Al seleccionar su libro, Mandelstam conscrvó los po-
emas gemelos, pero en el ültimo periodo tuvo muchas va-
cilaciones. -. El juicio del propio poeta sobre su obra cuan-

246
do trabaja en ella es siempre parcial y condicionado por
numerosas y complejas causas. La renuncia a un poema se
debe, a veces, a que oculca uno nuevo, en gestaciôn
t, odavla y que no puede abrirse paso. En ocasiones ci po-
ema viejo contiene on brote nuevo y cuando ésre surge, al
poeta puede parecerle que ci primer poema no foe más
quc el preludio, la preparación del proceso creador. Esta
sensación es particularmente intensa cuando aparecen los
brows gemelos y roman de pronto direcciones distintas.
Este fue ci caso de qLa sonrisa ' y EL jiiguero?. En ci texto
acabado nada hay de comün entre ellos y, sin embargo,
El jilguero p procede de Za sonrisa. Sc ha conservado por
casualidad ci borrador que pone de ninifiesto La inrerde-
pendencia de esos poemas. Al principid, Mandeisram con-
sideraba 4EI ji1guero como su hijo ilegitimo.
Los dos poemas sobre Ariosto surgieron de forma
completamente disrinta. Compuso ci primero en ci verano
de 1933, cuando veraneabamos en la Vieja Crimea con
Kuzin, quien acababa de salir de la cared, viviamos en la
casa de La viuda de Grin. En mayo de 1934, durance el cc-
gistro y la detención se lievaron los borradores y los ma-
nuscritos. En Voronezh, Mandelscam incenté recordar ci
texto, Pero le falló Ia memoria y escribió un segundo
Ariosto.. Poco después, durante uno de mis viajes a Mos-
cü, hailé ci 4Ariosta de 1933 en uno de mis escondrijos
Dc ese modo nos encontramos con dos poemas sobre un
mismo tema y con ci mismo material. Esta historia res-
ponde al espiritu de la época y se la brindo a los fururos
comentaristas.

El ultimo jnvierno en Voronezh

En el verano de 1936, pudimos descansar cn una casa de


campo: Ajmátova nos consiguió dinero, algo Ic dio Faster-
ink, luego mi hermano rarnbién anadiô cierta cantidad y
pasamos varias semanas fucra. Eso era muy importance
porque Ins ataques se producian cada vez con mayor fre-
cuencia. Elegimos la ciudad de Zadonsk, a oriiias del
Don. antaño famosa por su monasterio y pot ci monje Ti-
247
jon Zadonski. Pasamos aiD unas seis sernanas alegres y sin
pensar en nada, Pero un buen dia Ia radio nos informo de
que se iniciaba Un flUCVO petiodo de terror. Los asesinos
de Kirov han sido descubiertos, dijo ci locutor, y los pro-
cesos están en marcha... Al oh ci comunicado, satimos en
silencio al camino del monasterio. No habia nada de qué
hablar: Todo era evidente. Mandeistam me senaló con ei
baston unas huellas de cascos de caballo: habia liovido la
vIspera y estaban Ilenas de agua. cComo la mernoria., di-
jo. Estas huelias pasaron a set mis tarde Adedales dejados
por Ins cascos. cuando la voz Sonora del famoso locutor,
fijada en la memoria de Mandeistam, Ic incitO a tomar
medidas para su propia salvacion.
Regresamos a Voronezh y nos encontramos con todas ]as
puertas cerradas. Nadic nos hablaba, nadie nos recibia,
nadic nos reconocla, por In menos en Ins sitios pübiicos.
Pero a la chita callando trataban de ayudarnos. El admi-
nistrador del teatro consiguió una habitacion para nosotros
en casa de la modista. La casucha, situada en una colina
que dominaba el rb, estaba hundida en La tierra. Desde
ella se vcia la ribera opuesta y una franja boscosa. Los chi-
quillos se deslizaban con sus trineos directamente a! rio.
Ese paisaje In teniamos constantemente ante la vista y
Mandelstam tan pronto lo mencionaba en su poesia, como
lo maldecia, sin dejar de admirarlo.
Los chiquillos preguntaban: cOye, tu qué eres un
monje o un general?. Y Mandelstam Its contestaba inva-
riabiemente: .Un poco de las dos cosas.... Sospechaban
que era general, porque marchaba muy erguido y con la
cabeza echada hacia atris. Pot mediacion de Vadik, ci hijo
de nuestra patrona, tome pane en una subasta de pijaros.
Vadik se quedo con cilos. cLos niños —decia Mandeis-
tam— tratañ a los pijaros de un modo especial. Has visto
aiguna vcz una nifla con palomas o en una ventah. Tam-
bién Ins pijaros hallaron sitio en sus poemas.
Sabiamos clue ese calamitoso invierno era nuestra iti-
ma tregua y la aprovechamos af máximo. Repetlarnos los
versos de Klychkov, que gustaban mucho a Mandeistam:
,El porvenir nos trac inquietud, la inquietud esti detras.
Quedate conmigo un porn, quedate, por Dios..,,. Y por
eso ci cuaderno mis iuminoso y mis Ileno de amor a la vi-
da corresponde a ese perlodo.

248
Para realizar un trabao intelectual, ci set humano nece-
sita estar afinado to mismo que un instmmento. Existen,
probablemente, diversos instrumentos humanos: algunos
funcionan sin interrupciOn, se afinan sobre la marcha;
otros, at dejar de sonar, necesitan afinar su teclado. Los
poetas, cuyo trabajo estâ marcado pot etapas muy diferen-
ciadas, pertenecen at segundo tipo y los versos cave que
les sirven, en cierta medida, de diapasôn aparecen at co-
mienzo de cada nueva etapa. A principios del cSegundo
cuaderno., Mandeistam escribió La sirenat.. Por qué
'La sirena''?., Ic pregunté. *Tal vez sea yo., me respon-
dió.
COmo podia ese hombre perseguido, vikiendo en total
aislamiento, en ci vaclo y la oscuridad sentirse da sirena
de las ciudades soviéticas.? Desde su total inexistencia,
Mandelstain hacIa saber que €1 era la voz que se expande
pot las ciudades soviéticas. Sentia, probabiemente, que la
razón estaba de su parte; sin ese sentimiento no se puede
ser poeta. La lucha pot la dignidad social del poeta, pot
su derecho a la voz y a su postura en la vida es, quizâs, la
tendencia fundamental que determine su vida y su obra.
I-labia de cilo en su cConversaciCn sobre Dante.. Cuando
yo le reproché que ajustaba sus cuentas personales, €1 se ii-
mitó a responder: cEs preciso...
En el iSegundo cuaderno', inmediatamente después de
,La sirena*, surgió ci tema de Ia autoafirmacién del poeta
en la poesia. En aquel aAo de mixima opresiCn seria im-
posibie Ilegar a ese tema pot simple razonamiento. El te-
ma llegó pot 51 mismo, ya clue es siempre un fenomeno y
no un propôsito racional. Al principlo surgió veladarnen-
tC, se ocultaba tras realidades como cLa sirena ' , o bien
quedaba sobreentendido como en cr6 no las tienes, ni las
tengo yo, son ellos Ins que poseen toda la fuerza...
cQuiénes son ellos?, le pregunté. cEI puebIo?i. eNo
—me respondio—, seria demasiado sencillo ... ". .Elios',
entonces, era aigo que existia at margen del poeta, eran
esas voces, esa armonia que €1 trataba de captar con Su
oldo interno Para los hombres, cpara sus corazones
ViVO5 --- ).
En sus poemas sobre ci jilguero Sc esboza también ci te-
ma del poeta, pero sus ecos se observan solo en la variante
deride Mandclstam propone at jilgucro que viva a su ima-

249
gen y semejanza. En uno de sus articulo's, habla de un jo-
y en y presumido poeta que recorre las redacciones y a to-
dos ofrece su mercancia literaria, que a nadie hate fain.
Llama a ese joven con an nombre que se parece mucho a]
de jilguero MandeLstam jarnás olvidaba sus asociaciones
e ideas pasadas o, como suele decirse, imágenes. Al hablar
del jilguero y del joven no podia dejar de pensar que tam-
poco su mercancla literaria Ic hacia falta a nadie, y tal vez
pot C5O se ordenaba tan insistentemente vivir
Metieron al jilguero en la jaula; no Ic dejaron volar a!
bosque. •A nil, en cambio, no se me puede retener en an
sitio —duo—. Estuve de contrabando en Crimea.* Sc cc-
feria a •Las desgarradas bahlas Redondass, an poema con
ritmo in(encionadamcnte lento: <da vela knta, en La nube
prolongada.. Nos deprimla siempre ci ritmo infernal del
tiempo, y Mandelstam tenia 'a scnsación de que el presen-
te es realmente perceptible solo en el stir.
Tambien estuviste en Tiflis,, Ic dije recordando las
poesias de Tiflis. cFue un viaje obligado —me respon-
dio—. Me llevó allI una fucrza impura.. La oda a Stalin
fuc Ia que Ic impulsô a escribir esas poesias.
Despuës de haber admitido de nuevo el poema ANo
compares, ci que vive es incomparable., que habia recha-
zado, Mandelstam dijo: .Ahora sE, pot lo rnenos, pot qué
no puedo it a Italia,. Resulta que no Ic dejaban marchar
alli tla serena nostalgia.: da serena nostalgia no me deja
abandonar las jOvenes colinas de Voronezh pot las inmor-
tales que resplandecen en Toscana.... Italia segula vivien-
do en nuestra casa con sus poetas y monumentos. Man-
delstam me invitaba a pasear bajo ci baptisterio de Floren-
cia y ese paseo Ic alegraba canto como el salk a la plazole-
ta que Se extendia delante de nuestra casa. -. Cambiaban
las épocas del aflo y éI decla: .Tambien esto equivale a tin
viaje y no me lo puedo quint. -... Esc hombre que sentia
an arnor tan inrncnso pot La vida cxtraia fuerzas de
aquello quc para otros, para ml en particular, podia con-
ducir tan sOlo a la desesperaciOn, como pot ejemplo, los
barros otonaIes o el frio. El tenla Ia sensaciOn de que antes
le pertenecia todo —el sur, los viajes, los trenes, los bar-

La palabra a que se refiere es .rchegoll, que significa .presumido.,


.petimetre. y es may parecida a ithegol, 'jilguero.. (N. de Ia T.)

250
cos— y pot eso para describir su estado de fijación a La
tierra de Voronezh en su calidad de proscrito, sélo em-
pleaba una palabra: <idesposeldo'...
Cuando empezé a hablar en sus poemas de Las estrellas,
se disgustó. A su juicio, se habla de estrellas en poesia
cuando se agota la inspiraciôn o sse le acaba la tela at sas-
tre. Recordaba que Gumiliev dijo clue cada poeta tenia
su propio modo de tratar de las estrellas; ét crela que
hablar de elks equivalla al abandono de la tierra, y a Ia
perdida de la orientación.
cLa mujer de Kiev, ci segundo poema qqe escribió
aquel invierno, trataba de una rnujer que buscia su man-
do. .Eso no es casuals, me decia con profundo disgusto.
El temor de la separaciôn Ic persegula constanteniente. Y
con frecuencia tenIa miedo de Lo clue aparecia en sus poe-
mas y, sobre todo, Ins dedicados a las mujeres, cuyos pies
cdescalzos tenlan clue recorrer cnistales y ensangrentadas
arenas... Me leyô varias estrofas (recuerdo la que trata de
las planchas y cuerdas) y ;amás volvió a mencionat esos
versos. 4No me pregunces —me decia—, para que no su-
ceda de verdadb.
Teniamos La supersniciosa idea de que las cosas clue se
inencionaban en las poeslas desapareclan pot fuerza. Man-
delstam perdiO de la manera más absurda su bast6n de
puño blanco que mencioné en eEl Patriarca ' . Una mama
en la cual debia envolverlo cuando muniese: me envolve-
rás con ella come si fuera una bandera el dIa clue muera",
se deshilacho casi pot complete poco despues y quedó tan
sólo un jirOn, pero yo sigo Ilevandolo conmigo... Y la vi-
vienda pot la cual tanto luché, se perdiô cuando to detu-
vieron y al jilguero se to comió un gato y tambiEn éI des-
apareció despues. Y menos mal que yo no perdi la vista...
Siempre nave miedo de eso, peno un pintor sabio me con-
solo todavia en tiempos de Stalin diciendo: moriremos an-
tes de quedar ciegos y, ademas, nos ayudaran a eDo...

La Oda

El poeta, at tiempo que escnibe sus versos, Va compren-


diendo la realidad, porgue en ellos existe un elemento de
251
anticipación del futuro. Los ojos del ave dc rapiña distin-
guen mal los objcws cercanos, pero son capaccs dc abarcar
un enornie espacio de caza y los habitantes del inferno,
como se sabe, no y en ci presentc, pero si ci futuro. .To-
dos son ash, dijo Ajmitova con indiferencia cuando Ic en-
seflE un pocma dc Mandeistam en ci cual predecla con to-
da claridad so futuro. A cellos. los conocia bien y no la
sorprendia nada.
En ci eSegundo cuadcrno dc Voronezh * hay un ciclo
que proccdc de Ia cOda, que Mandcistam se forth a escri-
bit. La * Oda, no cumplió su cometido y no le salvO pero
dio origcn a numerosas pocsias, completarncntc distintas a
ella, inciuso opuestas, como si hubiese funcionado en este
caso la Icy de la retropropulsiOn.
El ciclo de Ins jilgueros se debe a su exacerbada ansia dc
vivir, a la afirmacion dc ía vida, mas ci prcscntimiento del
infortunio se abrc paso en los versos desde Ia primera
cstrofa, Es ci prcscntimiento de la mucrte: tine sentaré
muy pronto en ci trinco violcta., dc nucscra separaciOn y
de los horrorcs que nos esperaban. Hablaba dc que está-
bamos viviendo sOlo ci principio de terribics aconteci-
mientos, ci futuro Sc aproximaba ccautcioso, camenaza-
dot, e inevitable, come ía nube en ci pocma del cAgua
oscura.. Al final, Mandelstam cscribio un pocma sobre la
Ilanura y cOmo repta pot ella nqucl cuyo nombrc grin-
mos en sueflos, ci Judas de los pueblos vcnidetos; lo vio
todo con tanta claridad clue se Ic plantcO ci dilema dc si
esperar pasivamcnce so perdiciOn a hater una tcntativa pa-
ra salvarse. El 12 dc cnero de 1937 sehalO ci punto dcvi-
raje, ci final de los poemas del jilguero y ci comienzo dc
un nucvo cicio que surge en torno a la cOda.,
El hombrc a quien iba dedicada la cOda * ocupaba a tal
punto nuestra imaginaciOn que sc pucden descubrir alu-
sioncs vcladas a so persona en los lugarcs más insospecha-
dos. Las asociaciones de ideas dc Mandclstam In traicionan
siempre, porquc son sóiidas y constantes. Dc donde, por
cjcmplo, provicne el eldolo, quc vivc en ci interior de una
montafla y trataba dc rccordar la época en que aün tcnla
rostra humano? En estc caso puede tratarse de on pareci-
do fonetico: Kremlin-krcmcii-kamen i... Lilia, la mujcr

•Krernefl. signilica pederoal; •kamen., pkdra. (N de la 1.)

252
de Jájontov, una stalinista de tipo sentimental, que solla
visitarnos, contaba a Mandeistam qué maravilloso joven
era Stalin, un revolucionario ileno de valor e ingcnio... Y
en ese poerna surgiô la petigrosa palabra grasai ' , que re-
coidaba los dedos grasientos... Cuando se vive en Asiria,
es imposible no acordarse del asirio y Mandelstarn empezó
a prepararse Para la COda'.
En la habitación que alquilamos en casa de la modista,
habia junto a la ventana una ancha mesa que nos 5ervla
pan toda ciase de menesteres. Mandeistam se aduehô de
ella, dispuso papel y lapices. Jarnás habla hecho pada pa-
recido: ci papel y los iápiccs Ic hacTan falta sólo%l final de
su trabajo. Pero en honor de Ia cOda, decidió cambiar sus
habitos y, a partir de entonces, tuvimos que corner en una
esquina de la mesa o en el alfeitar de la ventana. Cada
mañana, Mandelstam tomaba asiento ante la mesa y em-
puñaba un Iápiz: tenia todo ci aspecto de un escritor. -.
Como Fedin, por ejemplo... Casi esperaba que dijese:
,Cada dIa, aunque solo sea una estrofa., Pero eso, gracias
a Dios, no ocurriô... Dcspués de permanecer, corno una
media hora en esa postura de escritor, Mandeistam se Ic-
vantaba de un salto y ernpezaba a maldecirse pot su falta
de macstrIa: oAskicv si que es un maestro. No habria du-
dado y ya lo tendria cscritoi.. Luego se tranquilizaba sü-
bitarnente, se dejaba caer en la cama, pedla t, se levan-
taba y daba de corner azücar al perro del vecino; pan lie-
gar al montance de la ventana, tenia que encaramarse a la
mesa con el papel cuidadosamente extendido encima,
voivia a pascar por la habitaciôn y una vez serenado, vol-
via a murrnurar. Eso significa que no habia podido ahogar
sus propios versos y que ellos se habian abierto Paso, yen-
ciendo a Las fuerzas del mal. El intento de forzarse a escri-
bit fracasaba siempre. El poema concebido artificialmente,
en el cual Mandeisram dccidiO aprovechar todo ci material
que en €1 builla, se convirtiO en la matriz de todo un ciclo
de poemas opuestos, contrarios a su prirnera intenciOn.
Este ciclo se inicia con el poema cLa levadura del Mundo
y se prolonga hasta el final del .Segundo cuadernoi',
El indicio formal del parentesco de La cOda, y Ins poe-
mas de ese ciclo lo tenernos en las palabras reperidas en
ambos y La cornposiciôn fonética de algunas rimas. En la
cOda' La palabra cave es osy (eje), que se encuentra en
253
numerosos poemas y, en particular, en <<Las avispas (en
ruse, ossy): <<Armado con la vista estrecha de las avispas,
quc succionan ci eje de la tierra, ci eje de la tierra ... . To-
dos los poemas del ciclo y de la .Oda> contienen numero-
sas asonancias y rimas con la letra <<s. Peso mucho más
significativo e importante que esos indicios formales es la
opuesta significacion de sus versos.
En la <<Oda, ci artista, con Iagrimas en los oos, traza el
retrato del jefe y en <<Las avispasz Mandeistam declara mo-
pinadamente que no sabe pintar: <<no se pintar, ni sé can-
tar, - A el mismo Ic sorprendra esa inesperada confcsiôn:
<<Fijate, resulta quc mis defectos consisten en que no sé di-
bujam...
La mcnción de Esquilo y Prometeo en la <<Odaz ha dado
origen en los versos libres at tcma de la tragedia y del
martirio, y Ins labios, esa arma de produccion del pocta,
nos introducen en ci * corazôn mismo. del drama. Vuelve
al tema del martirio en Jembrandtb, donde habla con to-
da claridad de sI misino y dc su ca!vario, carente de toda
majestad. Durante nuestra estancia en Voronezh, Ibamos
con gran frecuencia al musco para admirar un pequeflo
cuadro de Rembrandt, titulado •Gôlgota, asi come, anti-
gua cerimica griega, restos de la universidad de Dorpat.
El Cáucaso quc se menciona en la cOda,, come lugar
de nacimlento del ensaizado personaje, no recuerda al so-
berano, sino al poeta de ]as gastadas suelas. El monte
Elbrus SC convier(e en el simbolo de las necesidades del
pueblo, que necesita de sus nieves, y de pan y también de
poesia <<entraflable y misteriosa.. Pero su primera reacciOn
a la cOda. fue una queja: cmi primer deber es parlotear
oblicuamente., porque <<sobre el paso otto, se burlo de
ml, desvio mi eje....
La poesia, que es la cievadura del mundo., ccl trabajo
del duice parlar, es inocente. Mandelstam declare en ese
ciclo clue €1 canta cuando cia conciencia no 1e hare tram-
pas.; glorifica cia canciOn desinteresada,: <<La canciOn des-
interesada por si misma se alaba, es consuelo de amigos y
vencno para enemigos.. El enemigo instalado en nuestra
casa, ci asi ilamado gencral-escritor, copiaba en su propia
máquina dc escribir —casi nadiç tenia entonces scmejantc
lujo— todos los poemas de Mandelscam. Esto se cahficaba
de aniabihdad; no podiamos negarnos a entregarle los

254
rnanuscritos, los habrIa sacado de debajo de ml almohada.
Para asustarnos, subrayá con iapiz rojo las estrofas de la;
canción desinteresada. El dia en que se puedan consultat
los archivos, será interesante ver qué se denuncia en cst\
poema.
En los poemas de este ciclo, Mandelstam glorifica al
hombre: iNo compares, ci que vive no pued,
compararse., y expresa pot ultima yea su amor a la vidaa-
Y Ilora pot sus ojos apagados que eran cmás agudos que
una hoz bien afilada* y que no tuvieron tiempo de con-
tcrnplar hasta la saciedad Ia *inf;nita soledad de Las estre-
has.. En ese mismo ciclo hace ci balance de suda: cYo
acompañé el gozo del universo como ci órgano con sordi-
na acompafia La voz de una mujcrx' . Al hablar de Si mismo
emplea el .implacable pasado. como dice en su cConver-
sación sobre Dante. Algunos meses más tarde, hablando
con Ajmátova, dijo: oEstoy preparado Para mont.... Ella
utilizo estas palabras en un poema suyo y en la dedicatoria
puso la fecha de su .muerte: 27 de diciembre de 1938.
Pero la cumbre de este ciclo eran las altivas palabras del
hombre condenado a morir, quc segula luchando aün pot
la vida: idesgraciado aquel a quien como su sombra asusta
ci ladrido de los perros y ci viento siega, y pobre aquél
quien, medio vivo, limosna pide a la sombra..
Aquél a quien todos pedlan limosna es calificado de
sombra y resultó set una sombra. El hombre barbudo, de
respiración jadeante, asustado pot todo y sin temor a na-
da, humillado y condenado, lanzó en sus ultimos Was un
nuevo reto al dictador investido de una plenitud de poder
nunca vista en ci mundo.
Los hombres dotados de voz fueron sometidos a la mãs
vii de las torturas: se les arrancó la lengua y se les oblige a
ensalzar con ci muflôn al soberano. El instinto de ha vida
es tElvurIcible e impulsaba a los hombres a aceptar esta for-
ma de autodestruccien, con tal de prolongar su existencia
fisica. Los supervivientes resultaron tan muertos corno los
difuntos. No vale la pena de enumerar sus nombres, Pero
de las generaciones en activo de aquellos aflos no se ban
conservado ni siquiera testigos. Una vez enredados eran
incapaces de desenredarse y nada diran con Ins muhones
de sus lenguas. Y entre ellos habia muchos clue en otras
circunstancias hubieran hallado su camino y su voz,

255
Pese a todo la qOda fue escrita, pero no cumplio su
misión y no salvo a Mandeistam. En ci ültimo momento,
él hizo In que se le exigla: compuso una Ina a Stalin. Tal
vez gracias a cllo yo no fui aniquilada, aunque al princi-
plo lo intentaron. Habitualmente eso se tomaba en cuenta
con relaciOn a Las viudas, es dccii, si ci marido cumplia ci
•encargo, aunque a Este ya no Ic servia Para nada. Man-
deistam lo sabia. Y yo salve los poemas que, en caso
contrario, se habrian conservado tan solo en Las copias vo-
lames del año 1937.
Pan comprender hasta ci fin In que significa la iniplo-
raciOn de cLibrame, Senor, de este cábiz de amargura. hay
que saber hasta qué punto es insoportabie la benta y gra-
dual aproximaciOn de la muerte. Esperar la 4descarga del
peIotOn es mucho más dificib que caer segado per una ba-
Ia sobre la tierra. Esperamos ci fin todo ci ultimo aflo de
estancia en Voronezh y luego un año rnãs durante
nuestros vagabundeos por la regiOn de Moscü.
Para escribir una cOda, asi habia que afinarse como un
instrumento, someterse conscientemente a la hipnosis ge-
neral y dejarse embrujar por bas pababras de la liturgia
que, en nuestros dias, ahogaba todas las voces humanas.
Dc otro modo nada podria componer ci poeta, porque no
tenTh recetas preparadas. Los primeros meses del año
1937, los dedico Mandeistarn a un salvaje experimento
consigo mismo. Al tratar de entusiasmarse y exaltarse Para
poder escribir Ia * Oda. acabo por destruir so psique.
cAhora me doy cuenta., dijo a Ajmátova, 4de quc se tra-
taba de una enfermedad..
cPor qué cuando pienso en él veo cabezas, rnontahas
de cabezas? ,Qué hare éI con elias?., me decia.
Al dejar Voronezh, Mandeistarn pidiO a Natasha que
destruyese la cOda.. Muchos me aconsejan ahora que la
ocubte, como si nada dc eso hubiera existido jamás. Pero
no lo hago porque La verdad, entonces, no seria completa:
la dobic existencia es un hecho real de nuestra vida y nadie
pudo evitaria. Con la diferencia de que otros componian
esas odas en sus casas y chalets y reciblan recompensas per
elias. Tan sOlo Mandeistam lo hizo con la soga al cucHo...
y Ajmátova, cuando apretaban Ia soga alrededor del cuello
de su hijo. QuiEn puede condenarbos pot esos versos?...

256
Las reglas de oro

A principios de encro de 1937, cuando Mandelstam aca-


baba de escribir so poema: cSonrie, airado cordero Sc
prescntó en nuestra casa un jovencito, on verdadero mo-
coso y, scntandosc, nos manifesto clue 4os escritores
debian colaborar con los lectorcs. Conociamos esa can-
ción: qucria que Mandeistam Ic these sus nuevas poesias
Para sacar una copia. Para eso le enviaron, pero se olvida-
ton de dare las debidas instrucciones: ci muchacho se
embrollaba, mentla, decia tontenlas y ni siquiera supo
explicar claramente lo que quenla
Todos nosotros somos personas inuy pacientcs y nos ate-
nemos a una rcgla de oro: cuando se nos fucrza, no debe
uno obstinarse en modo alguno: vota, firma la procIama
quc te presentan, compra las obligaciones que te ofrecen y
responde a todas las preguntas de los soploncs Para que -
puedan rendir cuentas ante sus jefes, si no tacabarán con-
tigo, como dicen en el pueblo, y conseguirân de todas
formas to que les incrcsa. Lo principal en esas circunstan-
cias es liberarse In antes posible del quc atosiga TambiEn
Mandelstam Sc atenia a esas reglas, pew aquella yea se en-
fado o 4sc saliO de madrc>, scgün expresiOn de Ajmátova
En nuestra soledad, los visitantes del estilo de aquel
niuchacho cran francament'e insoportables. Mandelstam se
puso furioso y echO fuera al indescado visitante y luego se
burlo dc si mismo: jqué locura se me ocunriOl Exigir clue
me envien chivatos bicn preparados. Pero cuando en susti-
tucion del expulsado se presentO otto chivato, algo mayor,
pero igual dc inadecuado para. la urea, Mandeistam no
pudo más y *sufnio on paroxismoa, también scgün expre-
sion de Ajmátova.
No se debra dcscnmascarar a los agentes; las institu-
ciones clue estaban detrás dc ellos no toleraban quc se
compromcticse so labor y tarde o temprano se vengaban
dcl quc to hacia. Incluso ahora, muchos de Ins quc estu-
vieron en cârccics y campos prefieren callar y no hablar de
SUS •padninos: no vale la Pena armar jalcos, luego sate
uno trasquilado... Y en aquellos afios callaban todos. Las
raras excepciones sOlo confirman la regla. Una excepciOn
de este géncro fuc Maricta Shaguinian. Todos sabian que

257
no permitla que Sc Ic acercara ningün soplón; si aiguno se
atrevia a acercirsele, armaba un gran escandalo Para des-
enmascararlo delante de todos. En 1934, delante de ml
hizo una de esas escenas, y creo haber comprendido su as-
tucia. Salimos juntas de Goslitizdat y se interesó por cono-
cer detalics de nuestra vida en Voronezh: en aquelios dias
nadie nos evitaba ni nos temla porque se habia expandido
ampliamente ci rumor de la conversación de Stalin con
Pasternak. Salio corriendo detras de nosotras ci poeta B.,
quien tambien queria preguntarme pot Mandelstam. Fue
entonces cuando Marieta se encaró con El: oiA ml me reci-
ben en ci ComitE Central!', gritaba. .Y no permititE que
los espias me sigan ... . Tine de tranquilizarla, explicin-
dole que B. era un buen amigo mb. Pero ella no querba
oir nada y tuve la sospecha de quc habba elegido conscien-
temente ci sujeto para ci escindalo. Marieta atacaba a per-
sonas perfectamente decentes con la esperanza de asustar a
los autEnticos soplones con quienes, naturalmente, no se
habrIa atrevido a portarse asi. Pero incluso ella, y lo repi-
to, constitula una excepción y los agentes, al no encontrar
ninguna resistencia, se volvian cada vez mis insolentes y
atrevidos.
El nuevo soplón de Voronezh, ci que sustituyó al
muchachito expulsado, se presentaba cuando queria, a las
horas mis intempestivas: per la mahana, pot la tattle, per
Ia noche. No liamaba, porquc la puerta de la casita sin
porche habitualmente no se cerraba, porque Vadik, ci
gran conocedor de pardillos y jilgucros, salia constante-
mente a la calle. El nucvo soplOn aparecla tan inesperada-
mente en el umbral de nuestra habitación, que no salla-
mos de nuestro asombro y apenas si tenbamos tiempo de
recoger los manuscritos de encima de la mesa. Sin quitarse
el abrigo, tomaba asiento ante la mesa y comenzaba a re-
visar los papeles, acompaflando esta labor con diversos Co.
mentarios: .xiCuintas estrofas hay aqul! 1Vaya una letra,
no se entiende nada! Ella, en cambio —y me sehalaba—,
la tiene buena ... , Mandelstam, furioso, Ic arrancaba los
manuscrifos de las manos y los rompia en pedazos. Luego
tenia que reconstruir de memoria las poesias, y eso Ic en-
furecla todavIa mis.
cCómo es que viene usted en horas de trabajo?, Ic
preguntaba: ci soplon se hacia pasar por obrero, no sé si

258
fresador o mecánico... Le respondia diciendo que tenla
permiso o bien que trabajaba en ci turno de noche. cEs
que Ic dejan salk de la fabrica cuando usted quiere?, le
preguntabamos, pero a el todo Ic daba igual y nos respon-
dia con In primero que SC IC y enta a la mente, sin preocu-
parse lo mâs minimo de La verosimdirud de sus respuestas.
Después de echarle, Mandeisram me decIa cada vcz: Se-
guro que ya no vuelve.... Le parecia que rendria reparo en
volver a una casa donde ya sablan quiEn era... iVanas es-
peranzas Pasados dos o tres dias mdc empezaba de
nuevo. NingUn tonto confesaria a su jefe quc habia fraca-
sado en su misión... Un agente desenmascarado no valia
nada...
En aquel entonces, Mandeisram trabajaba en eLa men-
diga': dcsgraciado aquél a quien como su sombra asusta
ci lacirido de los perros y Ic siega ci viento cuando dcci-
dio ilamar a la GPU y pedir una entrevista con ci coman-
dante. La consiguiô, en contra de la costumbre; Ic normal
habria sido escribir una solicirud, pidiendo esa entrevisra,
y depositar la carta en un buzôn especial en ci mismo cdi-
flcio de la GPU. En nuestro pals, la relaciôn con cuaiquier
tipo de autoridades se reahza por ese procedimienro. Me
enteré de lo sucedido cuando ya estaba fijada la hora de la
cita y juntamente con él me dirigi a la ccasa grande. Des-
pues de su crisis cardlaca, ocurrida en ci verano de 1936,
Mandeistam evitaba salir solo. Ni siquiera a la cabina rele-
fonica habria ido sin ml, de no hallarse la central a dos
pasos de la casa. Natasha me conté clue un dia salieron
juntos a pasear y Mandeistam la lIcvo a la estación, ilamô
a la GPU y preguntó 51 Se habia fijado ya el dia de La
audiencia. Le pidio que no me dijera nada a ml, porque
sabia que yo me opondria: nada se conseguirla con esa
gestiôn y no convenia hacerse rccordar...
En la GPU, después de unas breves palabra.s, nos dieron
un pase pan dos: en Voronezh sablan que Mandelstam
estaba enfermo y no saila solo. Nos recibio el suplente del
jcfc, hombre de tipo militar corriente, ripo muy extendi-
do entre los dirigentes de los aparatos represivos. Mandels-
tam afirmaba quc los manwnlan cspecialmente para las
relaciones con el mundo exterior, para que en sus rostros
anchos y abiertos no pudiera leerse lo que ocurria
dcntro>. El hombre que nos rccibió se paso pronto a la

259
industria cinematografica y Shklovski afirmaba que se po-
dia tratar con El, clue era un tipo comprensivo... Es pro-
bable que Fürmanov, el hermano menor del escritor, quc
siguió la misma senda, gozase tambien de simpatIas entre
Jos medios cinematograficos.. Aunque hay infinidad de
personas con esa biografia en ci mundo del cihe. Tambien
son muchos en otros lugares, sobre todo en los institutos
cientificos y en ios centros de enseflanza superior; se dedi-
can al trabajo cientifico en las cátedras de literatura, fib-
sofia y economia. Los admiten en todas panes de muy
buen grade: esto se califica de .reforzamiento de los cua-
dross. Yo tengo la impresión de que hacian pasar cons-
cientemente por Ins corganismos de seguridad a masas de
jóvenes para que se instruyeran y educaran. Luego los sol-
taban a la vida libre, Pero ebbs jarnás olvidaban su alma
mater. Habia entre ebbs buenos chicos que, estando
ebrios, contaban muchas y divertidas historias: cómo Vi-
vian y servian alIT y cómo consiguieron su libertad. En el
Instituto Pedagogico de Chuvashia conoci a un buen chico
de esos. Preparaba una tesis sobre Ia base material de los
koljoses de Chuvashia y se quejaba de que era un proble-
ma endiabiado. Me comb clue, terminados sus estudios se-
cundarios y en busca de aventuras románticas, habia
ingresado en la policia secreta y tuVo clue pasarse horas en-
teras, con frio y calor, ante la casa donde vivIa un VICjO y
vigilar a todos cuantos lo visitaran. Pero todo ci mundo
parecia evitar su trato y él, tun viejo podridoi, tampoco
asornaba las narices a la calle; se limitaba a cotter de yea
en cuando los visillos y mirar hacia fuera. Mi amigo pensa-
ba a veces que el viejo era ci encargado de vigilar si el jo-
y en chequista aguantaba alli las horas prescritas o se
marchaba a beber una cerveza,.. .Si no, qué necesidad
tenla de mirarme? ,Qué Ic interesaba?, decia perplejo ml
interlocutor, uno de esos a quienes Ajmátova y yo habia-
mos bautizado de .Vasias. Los que montaban guardia an-
te la casa de Ajmitova lo pasaban mejor: de yea en cuan-
do recibia visitas, no la dejaban sola. A •Vasia Ic habian
dicho que el .viejo podrido* era un antiguo mencheique.
La genre no trataba mal a los individuos que pasaban
de la policia secreta a trabajar en sus instituciones. Se
decia que entre ellos jamás reclutaban a los soplones y eso
es completamente légico: es mucho más facil que una da-

260
ma o on joven de familia intelectual o aristocrâtica ganasen
la confianza y provocasen las confidencias que on ex che-
quista. Además, la gente que •reforzaba los cuadros ' no
temia a La reduccion de plantillas y por eso participaba
menos en las querellas interiores, orientadas a la elimina-
ción del rival.
El jefe de la policla secreta de Voronezh nos recibió en
on inmenso despacho clue tenia las mismas puertas y at-
marios que el del juez de Moscü. Preguntó a Mandelstam
qué asunto Ic trala y nos miraba con evidente curiosidad.
No nos habria recibido, en contra de la costumbre, movi-
do pot la curiosidad de vet qué pãjaro tenla en la jaula?
También Ins jefes estin sujetos a las debilidades hurnanas.
Pero creo que a on general soviftico no podia impre-
sionarle Mandelstam. No era asI como debian imaginarse
los hombres de esa institución a un escritor. Demacrado,
con [as mejillas hundidas, exangUes los labios, Mandels-
tam parecla estar .semi muerto., como se califico él mis-
mo en cLa mendiga., al lado del general bien afeitado, de
rostro fresco y sonrosado, de anchos hombros, que ya em-
pezaba a engordar, pero que mantenia aün so apostura.
Manddstam Ic dijo que habia venido pot dos motivos.
El primero era: dcómo ganar dinero pan vivir? A un de-
portado no In admitian en ninguna instituciôn, ya que de
hacerlo la persona que Ic these rrabajo seria despedida lo
mismo que fl acusada de falta de *vigilancia. Las bolsas
de trabajo no exisrian. Corno podia ejercer so derecho al
trabajo? En la actualidad, renia rodas las puertas cerradas,
Pero mientras fue admitido habia planteado esa cuestión
en reiteradas ocasiones a las organizaciones soviéricas y de
partido. La tltima vez, en el verano de 1936, consiguió
llegar al Comité Regional del partido, donde planteo so
problema de trábajo. Le dijeron: •Debe comenzar por el
principio: emplfese como vigilante nocturno o encargado
de on guardarropa y demuestre de In clue es capaz. -. Pc-
to eso era pura hipocresia. No In adrnitirIan como vigilan-
te nocturno a causa de la misma evigilanciav y, además, si
on intelectual aceptara ese trabajo, podria interpretarse
como una manifestacion polltica. Todas las organiza-
ciones, empezando por la UniOn de Escritores, afirmaban
que Mandeistam no tenia ninguna relación con ellos y pot
eso no tenian que ocuparse de buscarle trabajo, y no In

261
harlan. Por Ic visto, dijo Mandeistam, .la ünica organiza-
den que tiene relaciôn conmigo es Ia de ustedes. Y como
a los condenados al campo les aseguran ci trabajo, Ic gus-
tarla saber si esa regla no se aplicaba tambiEn a los depot-
tados. -
El jefe Ic respondió que los organismos de stguridad no
se dedicaban a proporcionar trabajo a los deportados, ya
que seria cuna carga demasiado pesada., que no es preci-
sa, ya quc los deportados pueden dedicarse a lo que
quieran y, como CS sabido, en nuestro pals no hay paro.
• dA qué se dedica usted ahora?, pregunté a conti-
nuación.
Mandeistam Ic respondio que como carecia de todo tra-
bajo remunerado, se dedicaba al estudio del idioma y de
la !itcratura espanolas, en particular de un poeta, de na-
cionalidad judia, quc permaneció encerrado largos aflos en
las mazmorras de La inquisiciôn y componla cada dla on
soneto. Una yea en libertad, anoté sus sonetos, pero al
poco lo volvicron a detener y lo encadenaron. No se sabe
si coritinuó entonces su actividad poética... No podria or-
ganizarse en ci club de la MGB on circulo de estudio del
espanol y conuiarle a €1 su dirección?
No puedo asegurarlo, pero creo clue en la época quc
fuimos recibidos pot ci general, ya conocIamos la deten-
ción de los hispanistas de Leningrado y pot esta razón
MandcLstam e!igio entre todas SUS ocupaciones precisa-
mente esa.
El ide quedo muy sorprendido al conocer los proycctos
hispanistas de Mandelstam y respondio quc Cs pOco pro-
bable que a ''nuestros muchachos" 'CS interese ci espa-
fbI,. Crco quc ni siquiera apreció ci reLato sobre la in-
quisición; debia sentirse perplejo ante ci extraho set clue
tenla enfrente de si. -.
cY pot qué no Ic ayudan sus paricntes o amigos?x
preguntó de pronto. Mandeistam le respondio que no
tenia parientes y quc los amigos, al verb, se vuelven de
espaldas y no tcsponden a • sus cartas. cUsted misino
comprende pot qué...
cA nadie Ic prohibimos quc trate con los deportados,
contestó ci general con bonachona nsa y propuso clue Ic
expusiéramos ci segundo motivo de nuestra visita.
Se trataba de sus poemas. Mandclstam dijo que podia

262
enviarle por corrco todos sus nuevos poemas. Para que no
tenga usted necesidad de hacer perder ci tiempo a sus Co.
laboradores*, explicO. Tenia muchas ganas de repetir, Se-
gun me confesO más tarde, las palabras del jefe: .nuestros
muchachost.: .xQué necesida4 tienen "sus muchachos"
de it a mi casa en busca de los poemas?*, pew, pot sucrte,
se abstuvo de esa terminologla profundamente
patriarcal...
El general era cada vez mâs benevolente. AsegurO a
Mandeistam que a su instituciOn no it interesaban los ver-
sos, que solo combatlan la contrarrevoluciOn! cPara qué
necesitamos sus poemas! iEscriba to quc quiera!s., Pero en
ci acto, afladiO: çY pot qué escribiO ese poema que fue la
causa de todo? Se asustO de la colectivizaciOn?'. En los
medios del partido estaba admitido hablar del proceso de
la cxpropiaciOn corno de algo pasado; se reconocia con ele-
gancia que fue una medida necesaria y util, thubo, claro
cstâ, excesos, no lo podemos ncgar, y se llevO a cabo con
tanta decision que afectO el sistema nervioso de aigunos
ciudadanos poco estables. La respuesta de Mandeistam fue
muy imprecisa: at parecer, Pero no del todo. -. tat yea, pe-
to no solo...
Durante nuestra conversaciOn, In llamaron pot telefono
y recordamos sus replicas: $1, si... es una calumnia..
Mándelo, lo formalizaremos.... Comprendimos que esta-
ba decidiéndosc ci destino de alguien y se preparaba una
orden de detenciOn por una denuncia: alguien habia
dicho atgo. - Eso era suficiente Para desaparecer de la vi.
da. Las conversaciones más corrientes, esas que se man-
tienen en cualquier pals a excepciOn del nuestro, podlan
servir de prueba de icusaciOn. Al separarnos de amigos
con quienes habiamos estado charlando en confianza, so-
ilamos hacer ci siguiente balance: .Hoy hemos dicho to
suficiente Para diez afios..
Nos despedimos muy amistosamente del jefe. PreguntC
a Mandelsiarn: cQuC necesidad tenlas de barer esa Come.
dia?.. Mc respondiO: Para que sepn, y yo con la habitual
lOgica femenina vocifere que clios de todas formas lo sa-
ben todo..,. Pero no consegul estropear ci buen humor de
Mandeistam y estuvo alegre varios dias, recordando los de-
talles de la conversaciOn. Algo, sin embargo, consiguiO:
los soplones desaparecieron como por ensalmo y no vimos

263
a ninguno de ellos hasta ci final de nuestra estancia en
Voronezh. Y, en realidad, qué falta hacian? Los poemas,
de todas formas, Ilegaban a donde era preciso, bien es
cierto que en Mosth y no en Voronezh, por mediacion del
vigilante Kostyriev y las redacciones de las revistas.
Cabe preguntarse por qué retiró el general a sus agentes
en vez de acusar a Mandelstam de calumniador y dat una
orden de arresto. Tal vcz segula vigente el mandato de
caislar, P ero conservar. o bien que Mandelstam depen-
diera de Moscü, y Voronezh mandaba a sus soplones pot
un exceso de celo, para demostrar que tampoco ellos se
dormian. Es posible, asimismo, que el general se hubiera
permitido cierto hberalismo. Sofia ocurrir: tambien ellos
eran seres humanos y tal yea aigunos estuvieran ya cansa-
dos de matar. Lo extraflo es que todo esto lo haclan perso-
nas de lo mis corriente, .gente como vosotros, con los ojos
hundidos en las órbitas, tan capaces de juzgar como vos-
otrost.. Cómo puede explicarse eso? eC6mo entenderlo?,
y una pregunta mks, para qué?

Mi onomästica

El plazo de los ties afios de exilio finalizaba a mediados


de mayo de 1937. Pero, ,quién se preocupaba de los
retrasos? No somos formalistas: el plazo es cuestiOn de
suerte y no de derecho: pueden reducirlo y también
aumentarlo, depende de la suerte que tenga cada uno.
Los deporrados con experiencia, como pot ejemplo, los de
Cherdin, se alegraban si sobre la marcha les afladian varios
afios mIs, ya que el procedimiento juridico del .suple-
mento de aflos, significaba una nueva detencion, nuevos
interrogatorios y acusaciones. AdemIs, la deportacion serIa
a un lugar nuevo, desconocido y tanto los exiliados como
los condenados a campos detrabajo saben lo importante
que es mantenerse lo mis posible en un mismo lugar. En
ello radica, fundarnentalmente, la posibilidad de salva-
ción: se hacen amigos, que se ayudan muwamente a so-
portar las terribles condiciones de vida, se proveen de un
miscro ajuar, echan, por decirlo as!, rakes y gastan menos

264
fuerzas en la iucha por la existencia. Pero, ia qué habiar
de deportados! Para cualquier persona ci traslado en
nuestras condiciones es un esfuerzo superior a las posibili-
dades humanas: no en vano se aferra la genre de ese mo-
do a su vivienda. Tan solo Mandeistam, incorregible vaga-
bundo, Para quien resultaba insoportabie ci solo pensa-
miento de permanecer per fuerza en un sitio, podia sen-
tirse a disgusto en Voronezh y soflar con un cambio de re-
sidencia. Ningón cambio trae nada bueno, sOlo calamida-
des.
En abril hice un viaje a Moscü, Pero me persuadi de
que tenia delante de ml tin muro iiso, imposible de hora-
dat. Para tranquihzar a Mandeistam le escribi a Voronezh
dicifndole pie se aproximaba ci final del plazo prescrito y
que pronto nos trasladarian a alguna otra parte. Mandeis-
tam no reaccionO de ningün modo a mis palabras de con-
suelo. Pero mi madre pith ci anzuelo y se presentO en Vo-
ronezh Para acompañarie y permitirme un nuevo viaje a
Mosth en busca de nuevas esperanzas.
Por qué me habrin dado ci nornbrc de Nadiezhda * en
los umbrales del nuevo siglo, al comienzo mismo del frati-
cida siglo xx? No hacia mIs clue oft de boca de amigos y
conocidos: •No esperes que te ayude alguien, todos Sc han
hecho ya a la idea de que esráis perdidos... No esperes re-
cibir ayuda particular... No esperes encontrar trabajo...
Nadie Iceri tu carta, no lo esperes... Nadie cstrcchari tu
mano, no lo esperes... Nadic tc saludarã al verte, no lo es-
Peres... lQttE cosas se te ocurren!.. Pero, ,qué podia espe-
rat? No se puedc vivir sin csperanzas, Pero pasibamos de
una esperanza falhda a otra. En Voronezh solo podiamos
vivir a base de ayudas particulates, segün nos dijo ci mag-
nánimo jefe dc la MGB, Pero nos convencimos dc pie
tampoco podiamos confiar en ellas y pot eso, a excepciOn
de la esperanza del traslado, no nos quedaba ninguna
otra.
El 16 dc mayo de 1937 nos presentamos en la direcciOn
de la MGB, ante la misma ventanilia donde tres aflos antes
habia cntrcgado Mandeisram ci papeliro cxpcdido en
Cherdin y a través de la cuai dcbia conversar con el Estado
acerca de su destine. Than a presentarsc alli Ins adscritos;

Nadiezhda en ruso signiflea .esperanza.. (N. de la T.)

265
algunos, una vez al mes; otros, cada tres dias. Era mucha
la morralla humana que ci Estado tenia en su mira y pot
e!lo se formaba junto a La ventani!la una nutrida cola. No
sospechabamos siquiera que esa muchedumbre era un in-
dicio de estabilidad y bonanza, pues continuaba !a época
que Ajmátova habia calificado de .relativd vegetarianis-
mo.. Todo se aprende por comparación. Poco después id-
mos en La prensa que Ins condenados a trabajos forzados
en la época de Yagoda Vivian en los campos como si
fueran sanatorios. Todos los periódicos, al unisono, acusa-
ban a Yagoda de proteger a La chusma proscrita y conde-
nada. .Resu!ta —nos dijimos el uno a! Otto — que estába-
mos en garras de humanisras. i QuiEn lo dirla!'.
A mediados de mayo de 1937, la cola ante la ventani!la
era minuscula: unos diez a quince intekctua!es cit aire
sombrlo y deteriorado. .Se ban ido de Voronezh*, me su-
surró Mande!stam. Comprendimos inmediatamente de
qué se trataba: la mayorla de los adscritos cumplian con-
dena sup!ementaria y no hablan mandado ninguna patti-
da nueva. El periodo vegetariano estaba terminado. Ya no
se concedia ningün *menos ni adscripcion. alguna. Des-
de la circel se abrian ünicamente dos caminos: al campo o
al otto mundo. A!gunos consegulan La merced de La reclu-
sión carcelaria. incluso a las esposas y a los niflos casi deja-
ron de exiliarlos; preferian internarlos en carupos espe-
ciales. Para los nifios, incluso Ins más pequeños, organiza-
ron casas especia!es. Velan en elks a los futuros vengado-
res de sus padres. .Seguro que Liova Gumiliev tiene a!go
en su expediente, me dijo Surkov en 1956. cHan fusi!a-
do a so padre! i Segurc, que e! ha querido vengarlo! ... i. Es
curioso que Surkov me !o hubiera dicho a ml: contagiado
de la psicologia caucasiana, consideraba que la venganza
cit sangre era cosa de hombres y no de mujeres... Pero an-
tes de 1937, los vengadores potenciales todavia eran de-
portados y lienaban las colas ante !as ventanillas de Las co-
mandancias provinciales. Cuando l!egamos a Voronezh
encontramos alil a! javen Sto!ietov; vagaba soLitario y me-
dio demente por Las cal!cs maidiciendo a so padre, clue re-
sultó 5cr un csaboteadori.. En 1937, ci hijo de un fusilado
no habria sido enviado a Voronezh, sino directamente al
campo, tras Las espinosas alambradas. No ie habrian servi-
do de ayuda sus recriminaciones al padre, recriminaciones,

266
que dicho sea de paso, nadie crela, incluidos Mandeistam
y yo. Pero habia hijos que maldcclan sinceramente a sus
ejecutados progenitores. Después de muerto Mandelstam,
vivi an cierto tiempo en un suburbio de Kalinin (Tver)
donde residian varias esposas que, pot casualidad, no
fueron enviadas al campo, sino al destierro. Allf instalaron
a un joven de catorce aflos, pariente o allegado de Stalin.
Lo cuidaba una tia quc vivIa cerca, también desterrada, y
su antigua preceptora. Los padres del joven desaparecieron
como tragados pot ci abismo. El joven se pasaba ci dia
maldiciendo a sus padres, traidores a la clase obrera y enc-
migos del pueblo... Habia hallado una formula en conso-
nancia con la concienzuda educaciOn recibida. ,Stalin es
mi padre; no necesito a ningün otrop y recordaba at héroc
de los libros de lectura soviéticos: Pavlik Morozov, quien a
su debido tiempo supo denunciar a sus padres. A ese jo.
yen ic atormenraba la idea de no haber descubierto opor-
tunamenre la criminal actividad de sus padres y no figu-
tar, a causa de ello, en las antologlas soviéticas. La na y la
preceptora solo podian callar. Sabian to que haria su pupi-
lo en el caso de que dijeran una sola palabra. Pucs bien,
ese chiquillo, después del año 1937, se quedO a vivir allffil
libremente, pero la cxcepciOn solo confirma la regla. A
Voronezh no volvieron a enviar mIs deportados.
Sin ninguna ft ni esperanza estuvimos esperando una
media hora en la exigua cola: c,Qué sorpresa nos depara
el destino?x., me susurrO Mandelstarn, acercandose a la
ventanilla. Una vez alli, se idcntifico y preguntO si habia
algo para él, ya que el plazo de su extradiciOn estaba aca-
bandose. Le tendieron un papehto. En el primer instante
no ilegO a entender lo que alit ponia, luego IanzO una
exclamaciOn de sorpresa y regresO a la ventanilla: cEnton-
ces, puedo it a donde quiera?, preguntO. El funcionario
de guardia vociferO afirmativamente —siempre hablaban
asi a Ins visitantes— y comprendimos c lue Ic devolvian la
Iibertad. Pot toda la cola que esperaba lânguidamenre
detrás de nosotros corriO como una chispa electrica. La
gente se agitO y comenzO a susurrar. Nuestro caso habia
despertado evidentemente sus extinguidas esperanzas: si
han soltado a uno, cal vez In hagan con ottO.. -
Tardamos varios dIas en Iiquidar nuestros enseres. Pese
a nuestra miseria hablamos acumulado alguna que otra

267
cosa: un cubo, un caldero pan agua, una sartén, una
plancha —Mandelstam habla escrito a Benedicto Livshitz
que yo planchaba a la perfección las camisas—, tin
hornillo, una lámpara, un colchón y un somier, ta-
zones, platos, dos o tres cazuelas, etc. Todo eso se corn-
praba en ci mercado y costaba muy caro: cada ad'
quisición habia sido un acontecimiento, Pero nos resuita-
na rnás caro todavia SI SC flOS ocurriera ilevarlo con nos-
otros: los cocheros y los rnozos nos habrian arruinado,
aunque la palabra arruinar no era la adecuada en nuestra
situación. Vendimos parte de las cosas, Pero la mayoria las
regalamos. Qut falta nos hacian en Moscü los cubos, pot
ejemplo? AID habia agua corniente... No se nos ocurda
dudar siquiera que regresabamos a MoscU: si en una época
tan cargada de amenazas no le habian aumentado la con-
dena, era evidente que su regreso a La capital estaba deci-
dido. Y recordarnos, ademas, que la reserva de la casa du-
raba tres aiThs enteros... Los escritores, reducidos a una so-
la habitacion, habian solicitado numerosas veces la requisa
de nuestro palacio y acudian a mi madre para vet de qué
supet-ficie disponia. Pero ella no los dejaba pasar y en el
mismo umbral Ics Ianzaba una filIpica explicandoles, de
acuerdo con la ética tradicional de los intelectuales, cémo
debia portarse un escnitor con respecto a so desterrado co-
lega. - No pensamos en Kostyriev, porque segulamos con-
fiando en la elemental decencia de los representantes de
los organismos sociales: In habla garantizado el mismo
Stavski. Eso significaba que dejaria libre la vivienda tan
pronto como la necesitase so dueflo... Recordamos asimis-
mo la frase de Stalin durante su conversación con Paster-
oak: .Con Mandelstam todo Id bien,... Pero nos olvida-
mos inexplicablemente de las prevenciones de Vinaver y
tambien de donde viviamos.
Unos dIas más tarde, nos hallabamos en la estación de
Voronezh, sentados sobre una montaha de cosas. El dine-
to traldo de Moscü nos habla liegado solo para tres bille-
tes: —mi madre estaba con nootros—. Nadie nos acorn-
pañó. Fedia trabajaba y Natasha renia una clase. Natasha
era macstra y Mandeistam le dedicaba siempre poemas
festivos: .Si Dios supiera que Natasha es pedagoga, diria,
poe Dios, retirad a esa profesorat...
En la vispera 00$ despedimos de ellos, bebiendo una

268
botella de vino y Mandeistain no dejaba marchar a Na-
tasha, aunque ella se lainentaba de que su madre estarla
inquieta... También para esta ocasiOn hay un poemita:
cLlegO Natasha. De donde vienes? No habris comido, no
habras bebido... Pero la madre, sombria como la noche,
nota que la hija huele a vino y a cebollat...
Ibamos contentos y lienos de las más risueñas esperan-
zas. Hablamos olvidado pot completo In engafiosa c iluso-
na que es aquella en cuyo honor me habIan dado ci
nombre.

Un dia de mäs

Abrimos La puerta de la vivienda con nuestra propia have


y vimos sorprendidos que la casa estaba vacia. Sobre la
mesa habia una lacOnica nota de Kostyriev comunicândo-
nos que se habia trasladado con su mujer e hijo a la casa
de campo. En las habitaciones no quedaba ni un solo tra-
po de su pertenencia, como si nadie hubiera vivido All,
como si nadie se hubiera ilevado poeslas para copianlas, iii
escuchado mis conversaciones con mi madre, mi hermano
y los pocos amigos que se atnevian, pese a todo, a visitar-
nos... Por qué decidiO Kostyriev desaparecer? En todo Ca-
so no fue por delicadeza. - Consideramos de buen augurio
su .ausencia: habia prometido dejar libre la casa tan pronto
Ic theta necesania a Mandelstam y el hecho de clue no es-
tuviese, significaba que se Ic permitla regresar de
verdad...
La ausencia de Kostyriev y la realidad de has conocidas
paredes y objetos —ha cama, las cortinas, las cazuelas y los
estantes con un punado de libros— ocultaron de pronto
todo U, vivido en Cherdin y Voronezh. Nos hicimos La ilu-
sión de que esa era la verdadera casa donde hablamos ivi-
do y volverlamos a vivir después de unto vagabundeo in-
comprensible e innecesario. En un instante se produjo la
fusion del pasado y del presente, cuando de pronto un
trozo dc nuestra vida, metido como una cufla entre elks,
impuesta desde fucra y no elegida libremente, se empañO
y desprendlO. Gracias a su capacidad de vivir con el pie-

269
sente, Mandelstam sabla pant de un periodo a otto, sin
mirar hacia atris. Esto se refleja también en sus poesias
con su clara division de ctapas. Pot cilo, cuando entrO en
Ia casa, sus tres años de exilio perdicron dc pronto toda
verosimilitud y el proceso de fusion se hizo sobre la
marcha, sin previa preparaciOn, de pronto, de
inmediato..
A veces los trozos de vida se fusionan unos con otros,
Pero otras, eso no se consigue. Ya conté cómo no
quisieron unirse cuando nos fuimos a Cherdin. Pero de
regreso a Moscá, tuvimos la impresión de que no nos ha-
biamos marchado. Muchos conocen ese proceso de fusion.
Lo experimentan los presos de los campos una vez libera-
dos si tienen a dOndc volver. Pero ingentes muche-
durnbres han permanecido tanto tiempo en *las redes
que a su regreso sólo encontraron escombros: las mujeres
flieron también deportadas, los padres habian muerto, Ins
hijos habian desaparecido o se habian convertido en extra-
flos. Para eHos no habia mis remcdio que empezar de cero
y su vida, en este caso, se componha de varios trozos impo-
sibles de unit. A veces, los trozos de vida se fusionaban no
pot ci retorno al hogar y a La familia, sino por la vuelta
a la profesion propia, despues de largos aflos de traba-
jos forzados, impuestos. Yo logre evitar el campo de tra-
bajos forzados, Pero también vivi la experiencia de los tro-
zos de vida fusionados. En esos instantes el set humano
vuelve a set el mismo y se arroja la mascara que por volun-
tad de las circunstancias tuvo que Ilevar, al igual que ci
Ilamado en la historia ,Miscara de hicrro. A muchos de
nosotros se nos permitia vivir bajo la condicion de ocultar
nuestro verdadero yo y fingir set uno mis de aquellos quc
formaban la sociedad en que viviamos. En esas condi-
clones no se debia revelar ningün vinculo con el propio
pasado. El campesino acusado de .kulak podia salvarse si
se convertia en peOn en el mornento debido y se olvidaba
Para siempre de La tierra. Entre la notificacion de la mud-
te de Mandelstam y el instanteen que extraje del escondi-
te y puse sobre la mesa, mejor dicho sobre la maleta, pot-
que no tenia mesa, el puflado de poemas salvados, habian
transcurrido casi veinte aflos y durantc todos esos aflos flu
otra persona y - ilevé, pot decirlo asi, una rniscara de
hierro. En realidad a nadie podia confesar que no vivia si-

270
no que esperaba en secreto ci momento de volver a set yo
y decir sin tapujos lo que pensaba y ocultaba
Los trozos sueltos de mi vida se unicron en 1956, Pero
en mayo de 1937 no podia producirse ninguna fusion: la
tendencia histOrica no conducia a la union de las partes
segregadas, sino a la profundizaciOn de la ruptura entre
ellas; ci dia en que ilegamos a Moscü fuimos vicrimas tan
sOlo de una ilusiOn 6ptica, de un clarisirno engaflo de los
sentidos. Pero gracias a esa ilusiOn, Mandeistam iogrO con-
seguir *un dia de más.
En una vida como La nuestra, todos se dejan ilusionar
de buena gana. La gente se esfucrza per creel en algo,
aferrarse a algo Para recobrar ci sentido de la rcalidad. El
set humano, rodcado de ficciones, se refugia volunta-
riamente en una actividad ficticia, entabla relaciones ficti-
cias con los dcmás o un amor ilusorio, con tal de tenet un
asidero. .Nos parece quc todo marcha como es debido y
quc La vida continUa, Pero es Unicamente porque fun-
cionan los tranvias, dijo Mandeisram mucho antes de su
primera detenciOn, un dia quc esperábamos el tranvia en
la parada. La casa vacia, donde nada nos recordaba a Kosty-
ricv, y ci estante de los libros cran un pretexto mucho
mâs váiido Para hacerse ilusiones que ci abarrotado tranvia
de antes de la guerra. Además nos animabarnos uno a
otto con gratas recordaciones: cStalin dijo o bien .Stavski
dijoz.. En aquel entonces ya sabiamos perfectamente ci
valor que tenia en nuestro pals La palabra —la mäs terrible
de rodas Las ficciones—, Pero procurabamos no pensar en
ello pan conservar la bendita iiusiOn. En vez de caer en el
abatimiento, enjuiciar serenamente la situaciOn y liegar a
terribles conclusiones, dejamos nuestras cosas en rncdio de
la habitaciOn y fuimos en ci acto a vet .a los franceses', en
ci pequeflo musco de la calie Kioporkin.
•Si algun dia vuelvo', soila decir Mandeistam en Voro-
nczh, ciré de inmediato a "Los franceses''.. Maria Ve-
niaininovna YUdina sc din cuenta de la nostalgia que
sentla pot la pintura francesa; no se olvidaba de ella ni
cuando YUdina, de gira per Voronezh, tocaba Para ei. Para
consolarle, le enviO un album que acababa de editar ci
musco. Pero las reproducciones, que eran, adcm&s, bas-
tante defectuosas, no hicieron mâs que incrementar su de-
seo de vet los originales. Sin cambiarse de ropa y apenas

271
terminada la sempiterna taza de té, corrió al museo a la
hora exacta de su apertura. Sc disponla igualmente a vlsi-
tar a Tyshler: 'Hay que verlo antes de que ocurra algoi...
Habla apreciado a Tyshier muy pronto, casi desde Ia pri-
mera exposición de SUS dibujos... cTü no sabes bien lo
clue vale tu Tyshier., me dijo al liegar a Yalta, La ültima
vez que vio a Tyshier y sus trabajos flue en matzo de 1938,
poco antes de su fin.

La can-etc/a de Besarabia

Nuestro primer visitantc flue Ajmátova. Vino a vernos ci


primer dia clue liegamos, pues hizo coincidir so viaje con
ci nuestro. Yo estaba tumbada en la cocina con un
terrible dolor de cabeza y Mandeistam recorria esa dimi-
nuta habitacion —que llamábamos santuario— y recitaba
sus poemas a Ajmitova. Rcndia cuentas ante ella del Se-
gundo y tercer cuaderno de Voronezh. Desde su más
temprana juventud se habla estabiecido entre etlos la cos-
tumbre de leerse mutuamente cada estrofa cscrita. Aquel
dia, Ajmátova recitó ci poema dedicado a Mandeistam,
cuando nos visitó en Voronezh, clue terminaba con las si-
guicntes palabras: .Pero en la habiracion del poeta proscri-
to, montan la guardia tan pronto la musa como el temor....
En efecto, cuando Ajmatova fue a visitarnos a Voronezh,
todos sufrimos un acceso de miedo, de un miedo absurdo
y torturante. Ocurrió una tattle, en la casa del agente clue
frela Ins ratones. Estábamos scntados a la iuz de una lam-
para de perróleo. Habian desconectado la elcctrieidad, Co-
mo sollan hacerlo con frecuencia en las provincias. Dc
pronto, se abrio la puerta y cntró en la habitacion, sin
prcvio aviso, Leónov, el bióiogo de Tashkent con un
acompahante. No teniamos ningün motivo para temer:
sabiamos quc ci padre de Leónov vivia en Tashkent y clue
éI to visitaba con frecuencia. El. propio Leónov, una espe-
cit de anacoreta o derviche ruse, un uilosofo de andar pot
casa, siempre algo bebido, era persona de toda nuestra
confianza. Nos In habia presentado Kuzin y a partir de
entonces venia a vernos de vcz en cuando para desaparecer
luego otra vez en su universidad de Tashkent, en Ia cual

272
habia trabajado en tkmpos con Polivanov y se habia afi-
cionado a La filosofia y a Ia poesla. Por qué nos asusta-
mos? Cuando estabamos con Ajmitova siempre tcniamos
la impresión de set unos conspitadores, por lo menos, y
nos podia asustar cualquicr cosa. Ademis, todos Ins ciuda-
danos soviéticos Sc asustaban de los visitantes imprevistos,
de los coches quc se detenian junto a la casa, del ascensor
que subla pot las noches... Cuando Ajmitova Ilego a Vo-
ronezh, ci miedo no montaba guardia todavia, se Limitaba
a atenazarnos La garganta de vez en cuando. En Moscü,
pot ci contrario, los dias en quc estuvimos embargados
por la ilusión, no tcmiamos nada. Se habia aduenado de
nosotros una tranquilidad inexplicable, confiabamos, no
sc pot qué, en la cstabilidad dc nuestra vida. Parece in-
cicible, pero Cs un hecho.
Dc aquellos dias de Moscü conservo recuerdos extrafios,
fragmentarios, aigunas imigcnes muy claras y Cntte elias
vacios imposibles de reconstruir. Una imagen muy clara
en La cual participa Ajmitova es la insoportabie espera dc
Jardzhiev, que habia prometido venir con una botella de
vino, pero SC retrasaba imperdonabiemente, como solo sa-
ben hacerlo los moscovitas cuando ninguno tenia reloj y
los tranvias y autobuses circulaban como its daba la gana.
Ajinitova se cansô de esperar y se fue; en aquella ocasiOn
vivia en casa tie Tolstaia. Pese a todo, Jardzhiev se presen-
té. cHay que hater clue vuelva., dijo Mandelstarn, y liamó
pot telefono. Era la hora puma: Ajmitova habia perdido
el tranvia e hizo todo ci camino a pie; no habia hecho
mis quc Ilegar, cuando Ic dijeron: •Regrese. Emprendió
de inmediato ci viaje dc regreso, como Febo en ci libro tic
la .AntologIa de la tonteria antigua., colecciOn de pocsias
festivas que escribieron en los dias tic su despreocupada
juventud Giumuiliev, Gucorgui Ivinov, Lozinski y Man-
delstam: cRueda pot los cielos en su cairo ci dorado Febo
y mahana repetiri ci misino recorrido de nuevo'.
Estibarnos sentados en Ia habitaciOn grande (que ahora
llamibamos de Kosryriev) y cuando Lleg6 Ajmitova regre-
samos a la nuestra, muy estrecha y pequeña, tie paso,
arravesada pot un armario. Ttas ci armario solo habia una
mesita y un colchOn encima tie un somier con patas. La
genre que no dispone mis que tie una habitaciOn, se acos-
tumbra pronto a prescindir de las camas. El somicr se ado-

273
sa habitualmente a la pared, pero ahora lo colocamos en
medlo cit la habitaci6n 1 temkndo a las chinches. Ocupa-
ha casi todo el ancho de la habitacion, dejando tin
estrecho paso hacia la ventana, muy ancha y abierta. Yo
trajinaba en Ia cocina y etlos tres estaban sentados en ci
somier. cEs la carretela de Besarabja., dijo. Mandeistam
cuando yo cntré. tUna terratenjence arruinada, su admi-
nistrador y yo, ci judIo.
En las relacioncs de Ajmitova y Mandelstam Sc notaba
siempre que su amistaci databa de los años de su alegre c
inconsciente juventud. Al verse, rejuveneclan y se haclan
cdt constantemente. Tenian sus propias palabras, su len-
guaje familiar. Los accesos dc locansa que Sc apodcraban
de ellos cuando estaban juntos se liamaban .grandcs
risos. Al verbs rcsuitaba imposible creer que se trataba
de dos seres atormentados, condenados; dirlasc una aloca-
da chiquilla que, sin saberbo sus padres, habIa hecho
amistad con Un mucrto dc hambre... La expresién gran-
des nisos * provenia de cuando Ajmátova posaba para Alt-
man y Mandclstam asistia a ]as sesiones. El vecino de Alt-
man, un italiano también pintor, al oinles reir a carcajadas
entró y dijo: .Veo que teneis aqul grandes nisosi... Tenlan
otras palabras tradicionales. Cuando Mandebstam ola con-
tar algo muy absurdo, decia siempre: .Y nadie Se sintlé
confuso.... Tambien esa frase ticnc su historia. Una vez Ic
pidieron a Ajmatova quc visitara al viejo actor G., parali-
zado hack tiempo para dare un encargo... La Ilevaron a
su casa y la presentaron. El actor la miré con ojos turbios y
dijo: 'Una rclaciOn nada intenesante.... Mandeistam, a
quien contaron esa visita en tiemposya muy ncmotos, re-
sumiô: tY nadie se sintió confusot.. Y, asi, ambas frases
continuaron viviendo. -. La vida bach todo lo posibk para
clue se olvidaran de reir, pero los dos eran diuicilmente
educables.
El cia en que la carreteia de Besarabia tronaba de nsa,
surgió una frase mis. Habia hecho una tortilla con los
huevos clue trajo Jardzhiev y entré con la bandeja en la
habitacion. Los tres tendieron hacia ml los brazos y grita-
ron: tEs nuestra mami., y Mandeistam modifico en el ac-
to la expresión: cEs mami nunüx. Me enfade: cViejos an-
tipaticos, por qué soy vucstra mama?., pero no consegul
nada y asi me quedo ci nombre de mamanunü.. -.

274
La imagen de la carretela es la ültima que recuerdo con
Ajmitova... Supongo que habria tenido que regresar a Le-
ningrado pan una explicación con Punin. Macía tiempo
que sus relaciones se habian deteriorado, ni siquiera re-
cuerdo cuindo me dijo por primera vez: *No estoy a gus-
to.... En Moscü habió con Garshin y eso infIuyo dcfiniti-
vamente sobre su ruptura con Punin. Después de su
maicha, su lugar en la carretela fuc ocupado por Yajontov
y Lilia. Fisicamente Lilia podia pasar muy bien por una
damita de Besarabia, pero ella no rela y se esforzaba por
aleccionar a Mandelstam en ci espiritu del stalinismo sen-
timental, quc también existla... Opinaba clue un escritor
que no se consagrase enteramente at servicio de Stalin, era
hombre perdido: se Ic cerraban todos los caminos en la ii-
teratura, porque, quién iba a leerlo?; estaba condenado
al olvido eterno. Lila no dudaba ni un solo momento de
que Stalin era ci salvador de la humanidad. Sc disponia
tambien a escribir a Stalin para decide que era preciso
ayudar a Mandelstain a tomar un camino correcto y pan
eso convenia publicar lo antes posible todos su poemas.
Mis tarde, esa tendencia recibio ci nombre de .gaponovs-
china.. Lilia estaba truly enterada de la literatura poiltica
porque era ella quien hacla Ins montajes pan Yijontov.
Cada dia nos contaba aiguna nueva historia sobre Ins mi-
lagros hechos pot ci jefe. Yajontov no compartia sus ideas
y se contentaba con bromear y representar divertidas esce-
nas. Uno de SUS nUmeros mIs notables era la imitaciôn
que hacia de su propio padre: un funcionario de gran
talla, obeso, sudoroso, que temblaba ante sus superiores.
Lilia comentaba: •En La Epoca del zar, todos los funciona-
rios temblaban.... A veces, Yijontov recitaba cEI profeta'
de Lermontov y manipulaba su bastón como si fiuera una
marioneta. El bastón se absia paso por entre la muche-
dumbre imaginaria, se apartaba medrosamente y se mdi-
naba con toda humildad ante Lilia: cEsti desnudo y es po-
brei., declamaba Yijontov seflalando a Mandelstam y Ste
lo seflalaba a ei, que en aquella êpoca también era pobre.

* Tornado dci nombre del cura Gapon. que, organize en 1903 urn
asociación obrera y dirigió urn marcha pacTflca hacia ci Palaclo de Invier-
no, cnielmcntc rechazada por la policla zarista. (N. de la T.)

275
Pew si en aquel periodo no teniamos problemas de dine-
to, se lo debiamos a éI.
Cuando nos liege la horade partir, Lilia ofrecio unos
libros marxistas a Mandeistam pan que se ilustrase, pero
Yijontov dijo: .No hace fain, es completamente inátib y
Ic regale su propia Biblia. Tanibién él pertenecia a los di-
ficilmente educables Y la Biblia sigue en mi poder.
Ajrnátova conoce bien ci Antiguc Testamento y discute
gustosamente sobre sus diversos matices con Amusin, gran
conocedor del mismo, a quien yo Ic presenré. Mandels-
tam, en cambio, sentia cierto temor del Dios del Antiguo
Testamento y de su poder amenazador y totalitario. Decia
que la doctrina de la Trinidad del cristianismo habia supc-
rado ci poder absoluto del Dios de los judios; y esta mis-
ma idea La encontré más tarde en las obras de Berdiaev. Se
comprende que tuviéramos miedo del poder absoluto...

La ilusión

Supimos lo que era la iiusion en otoflo de 1933 cuando


nos acomodábamos en nuestra ünica e irremplazable vi-
vicnda del pasaje de Fürmanov, antes liamada calic de
Naschokin; cambiO de nombre en honor a nuestros veci-
nos.
Un dia llamo a la puerta un hombre con una mochila
en la espalda y preguntó por Alcksandr, el hermano de
Mandeistam. En aquellos dias pasaba una remporada con
nosorros ci padre de Mandelstam, quien recordo de inme-
diato a ese hombre: renla un nombre rarIsimo, Pero utili-
nba uno de sus apodos, tat vez ci primero, que era
Bubhck. Quise enviarle a la casa de Aieksandr, Para que
el mismo se las entendiera con Bubhk; ya estaba harra de
genre que iba a dormir a casa de sus conocidos pot falta
de hoteles cuando cstaban de paso en Moscü. Pero el
abuelo intervino en favor de Bublik: habia estudiado en ci
mismo colegio que Alcksandr y se acordaba de €1 cuando
era un colegial sonrosado y bien nurrido. c;A lo que ha
Ilegado!i., decia ci abuelo a punto de Horar. Era su tema
predilecto: cHijos, estais hechos unos inendigos, no tenéis

276
ni camisa.... Mandelstam, quc sabla to que esto significa-
ba, me apartO a un lado y Ic invitO a pasar. El rccién lie-
gado decidiO tranquilizarnos en el acto y nos explicó de
inrnediato que habia sido condenado pot un delito cc-
ntn, de forma que no debiamos terner nada: ninguna re-
laciOn con el temible articulo cincuenta y ocho. En aquel
entonces, Mandeistam sabia que los policias de Occidente
usaban porras de goma, Pero Bublik sonriO irOnicamente
cuando se Ic hablO de elio: iqSi usted supiera to que hacen
con los presos comunes! ' , dijo. Pero ya, a principios de los
aflos veinte, nos habian ilegado ciertos rumores de lo quc
hacian cbs nuestros., y no solo con los delincuentes.
Bublik era un hombre de indestructible alegria. Se reu-
nia constantemente con unos camaradas en compañia de
los cuales se disponia a emprender un viaje at norte, quc
cesti Ileno de gente como nosotros* y siempre se podia
contar con alguna ayuda. No admitla la baflera —en
aquel entonces no teniamos aün calentador de gas y calen-
tibamos ci agua en la cocina, en un recipiente— y se iba
los sibados a tomar un bano de vapor para luego tomarse
en casa on vaso de if con un pastelito. Le gustaba mi mo-
do de hacer ci te, Pero preferla hacerlo €1 mismo. Le gus-
taba trajinar por La casa, clavar clavos, afianzar las tablas,
dar cera at piso y sacarle briblo. Habia .Perdido la cos
tumbre de la vida familiar y Le alegraba compartir con
Mandeistam los trabajos mIs masculinos de nuestra ele-
mental existencia. Mandelstam Ic enviaba con frecuencia a
Goslit con un poder a su nombre para cobrar sumas bas-
tante considerables: nos pagaban el 60 por ciento de La
edicion de sus obras completas, clue no se publicO jamis,
porque Mandeistam no quiso renunciar at eViaje a Arme-
nia., a algunos otros poemas y numerosos articulos. Esa
ediciOn, de todas formas, no habria visto la luz porque
Bujarin no renia ecorreas de transmisiOnt y en cualquier
P
etapa la habrian guillotinado, ero desde el punto de vis-
ta tictico nos convenia acceder a un compromiso y procu-
rar editar cualquier cosa. La ausencia de obras publicadas
permitiO a nuestros dirigentes hacer cotter el rumor de
que Mandelsram habla dejado ya de escribir en la decada de
los aflos veinre y que pasaba el tiempo en las tabernas. Pith
en ese anzueio mucha gente del interior del pals y aün mis
en Occidenre, ya que alli la faita de obras publicadas sig-
277
nificaba que ci escritor habia dejado de escribir. -. Cérno
se Its puede exphcar que en nuestro pals solia ocurrir lo
contrari& Pero la poesla cs una cosa extrafla: no se La
pucdc enterrar en vida y resucita pese a los esfuerzos de un
aparato propagandlsdco tan pocente coma ci nuestro. En la
década de Los años scsenta Ajmâtova me dijo. .Ahora estoy
tranquila. Ya sabemos qué vitalidad tienc la poesia...
Bublik traia ci dinero en la cartera y exigla que yo Jo
contara: se permitla gastar tan solo 10 necesario para
coinprarse un bocadillo a fin de distraer la espera en la co-
la de la caja. .Bublik se ha hecho insustituible., decla
Mandeistam. Le apreciaba sobre todo per sus grandes co-
nocimientos de latin.
Mandeistam mantenla conversaciones diferentes con Ca-
da uno de nuestros visitantes. Con Kuzin y los biOlogos
habiaba de genética, del élan vital de Bergson y de la en-
teiequia aristotéhca. Todos ellos perteneclan a la categoria
de narradores y no a la de aquellos que gustan de inter-
cambiar sus ideas; Mandeistam, en cambio, preferla es-
cuchar a hablar. Kuzin y él iban con frecuencia a los con-
cicrtos —ambos eran muy musicales y sabian ci uno silbar
y ci otto cantar las obras sinfonicas mâs complicadas. Mar-
guhs era igualmente un hombre-orquesta. Iza Jantzin, so
mujer, daba ciases en ci Conservatorio. Recuerda con fre-
cuencja cOmo ola la msica Mandelstam y cómo ella toca-
ba pan fl. Pero Iza vivia en Leningrado y Marguhs deam-
bulaba pot MoscU en busca de trabajo. Mandeistam soha
deck que Margulis It hacla las veces de una prensa ti-
pografica; gran aficionado a la poesla, pedia a Mandels-
tam que Ic enseñase cada nuevo poema, se lo aprcndia de
memoria o lo copiaba y de ese modo lo hacla circular.
Habia comenzado la era de la literatura manuscrita,
complicada per el hecho de que durante los registros se
confiscaban tanto los manuscritos como los ibros ya
publicados.
Solia venir a vernos Chechanovski, con quien trabaje a
principios de Its aflos treinta en la revista cPara una edu-
caciOn comunista.. Le invitábamos especialmente para dis-
cutir con un marxista. AEI desarrollo —decla Chechanovs-
ki— es ci progreso. No permiriremos quc Mandeistam nos
quite ci progreso.... Put a Chechanovski precisamente a
quien encomendaron la tarea de proponer a Mandelstam

278
que renunciase al cViajc a Armenia.. No se sabe Sl SC de-
dicaba a tareas de información. Parccc que no, mas no
tienc importancia. Mandeistam no ic leyó ci poema fatal y
Ic proporcionaba cada velada otros muchos morivos pan
ia detención: en nuestro pals eso no resulta dificil. En una
palabra, chabiaba to suficicntc para dicz aflos. . -
Entre nuestros visitantes figuraba también Nilender,
helenista y experto en hebreo antiguo. Oficial de marina
en otra época, trabajaba ahora en la Biblioteca Pübika y
solia venir ya avanzada la noche, trayendo, por si acaso,
un paquetito de té. TraducIa a Sofocles y hablaba cons-
tancemente de la .proporción justa. Un dia Shervinski in-
vitó a Ajmãtova y a Mandeistam a ott su traduccióri. No
debi dejaries it solos: no sé to clue armaron allt, pero
regresaron riendo a más y mejor. Mandeistam me explicó:
,En ci ocaso de nuestra ainistad, Shervinski a su casa nos
invitó para escuchar como Edipo en Colonna con Nilcnder
dcsfiiaba' .. - En aquel aflo soilamos vet a Vygotsky,
hombre de preciara inteligencia, psicólogo, autor del libro
,El lenguaje y ci pcnsamiento. Vygotski estaba frenado
en cierro modo por ci racionalismo, general para todos los
cientificos de aquel periodo. . - Soiiamos chariar en la calic
con Stolpncr, traductor de Hegel, quien queria convencer
a Mandelstam de que no pensaba con palabras...
Entre esospocos interlocutores, también Bublik halló su
lugar. Mantenia con H conversaciones particulates y con-
sultaba diversos libros. Mandeistam aprovechaba la mag-
nifica erudiciOn clásica y juntos gozaban de Ins mensajes
de Ovidio en ci destierro, ci uno presintiendo su futuro y
ci otto recordando los encantos del exilio soviético.
Bubiik vivió con nosotros varias semanas y estaba muy
contento de ese inesperado descanso. Su tez perdió ci co-
lor adquirido en ci campo, tenia buen aspecto y se parecla
a un profesor de latin de algün instituto de provincias de
los buenos viejos tiempos. Pero sus carnaradas le metian
prisa y el temor de La policia le obligaba a dejar Moscü.
Pedimos quc lievara hasta Leningrado al padre de Man-
delstam, a quien liainibamos abuelo. Bubiilt guardó
cuidadosamente en una vieja maleta pasada de moda los
pobres trapos del abuelo y pidió que le diésemos una vieja
tetera, pan cir en busca de agua calienre., y una vieja
manta, para tno gastar dincro en ci tren. At6 cuidadosa-

279
mente la tetera al asa de la maleta, cpara no perderla.,..
Los acompahamos a la estación y al dia siguiente reci-
bimos un telegrama furibundo del abuelo: Bublik ic
abandono en ci anden y desaparecio con la maleta. El
viejo estaba mortalmente ofendido y exigla que la policla
emprendiese inmediatas büsquedas para detenet a Bublik,
recuperar la maleta y entregar al malhechor a los tribuna-
les. Para eDo. Mandeistam debla formulac- una denuncia
bien redactada, pedir una entrevisra al cornisario y pie-
sionarle con su pertenencia a las organizaciones de escrito-
res. . - Dc otro modo, decla ci abuclo reccioso, no en-
contrarán la maleta.., Mandeistan, como es logico, no for-
mulo ninguna denuncia, Pero quedo muy sorprendido de
que a Bublik Ic hubiera tentado la rnaleta del abuelo con
la tetera cuidadosamente atada al asa y no las sumas bas-
tante decentes de dinero pie solla traernos. Apreciamos
grandemente la nobleza de Bublik y con ci resto del dine-
to cornpramos al abuelo nueva ropa interior, Pero ci viejo
tardo mucho en caimarse. No dejaba de lamentar haber
sido €1 quien insisttó en que acogiéramos a ese cvagabun-
doD que Ic traicionó de semejante manera. -. No Ic sirvió
de consuelo un paquete postal que Ic remitió Bublick en
ci cual venlan sus documentos, sus cartas y sus
memorias... El abuelo, en sus ratos de ocio, escribla en
aleman, con una letra imposible, sus recuerdos de viajes y
exigia que su hijo Ins leycra y editara,..
Pues bien, foe Bubhk, precisamente, quien nos explico
lo que era la ilusión. La primera noche que Mandelstam y
ci abuelo It dejaron entrar, yo yacia enferma en la cama y
boicoteaba al indeseable huéspcd. Las mujeres, como se
sabe, odian las perturbaciones y adoptan con gran rapidez
ci papel de duenas absolutas de sus magnificas viviendas,
de guardianas de un hogar que no existe desde hace tiem-
p0, Bubhk In comprendio y decidie prepararse eI mismo
su cama Para dormir. Extendió en ci suelo de la cocina Va-
rios periodicos y Ilamó a Mandelstam: cOsip Emihévich,
dsabe usted In que es una ilusiOn? Esto!, y Bublik, con
amplio gesto, senaió los periodicos. Mandeistarn no pudo
resistirlo y sacó de debajo de ml ci ünico colchOn que cc-
niamos en la casa; yo también me send generosa y Ic dl
sâbanas, almohada y aquella manta rota que luego des-
apareció juncamente con la maleta del abuelo.

280
Nuestra vivienda con ci estante de libros y toda nuestra
existencia también eran una ilusiOn de vida normal- Hun-
didos en nuestras aimohadas, nos esforzabamos pot creer
clue dormiamos apaciblemente.

El lector de un solo libro


Cuando joven, Mandelstam siempre meditaba sus pa-
iabras. Más tarde se hizo más irreflexivo. En 1919, cuando
era An muy joven, me dijo que no se necesitaba tenet
muchos libros: ci mejor lector es aquel que durante toda
su vida lee on 5010 libro: qCuIl, puesh, it preguntE yo
La Biblia?z' . •Por ejemplo., me rcspondiO. Me acordé de
los magnificos viejos barbudos de Oriente que se pasan la
vida ieyendo su Corin y clue son, tal vez, los ünicos repre-
sentantes en nuestros dias de La especie desaparecida de
lectores de on solo libro, Pero no me podia imaginar a mi
alegre acompafiante en ese papel. 4Bueno, yo, clam está
que no., me confcsO, caunque...'.
Mandeistam no se convirtió en lector ideal; en ci si-
glo xx no existen amores ónicos, pero aquella frase dicha
de paso no es casual. Hay un tipo de personas cuyos
juicios reflejan so concepciOn general del mundo y los
poetas pertenecen, probabiemente, a esta categoria, dife-
renciandose solamente pot la amplitud y profundidad de
sus ideas. No será eso lo que les irnpulsa a la autoexpre-
siOn y sirve de criterio de su autenticidad como poeta?
Hay personas que escriben versos no peor que los poetas,
pero algo faila en SUS poesias y esto es visible Para todos,
aunque imposibie de explicar. Resuka ingenuo, sin em-
bargo, decir que los coetáneos del poeta no lo admiten.
Al poeta Ic reconocen desde sus primeros pasos aquelbos
que lo admiran y aquelios a quienes irrita. Un poeta irrita
y enfurece a muchos. Al parecer, eso es inevitable. Incluso
Pasternak, que durante tanto tiempo y con tanta habili-
dad supo evitar la furia espontánea de sus no lectores, que
sabia cncantar y seducir tan conscientemente a cualquier
interlocutor, no pudo evitar, al final de so vida, el destino
comün. Tal vcz los poctas susciran esa furia pot ci sentido
de su razOn y la .rectitudv de sus juicios. tLa rectitud de
nuestros juicios no solo es un espantajo pan niflos., sino
281
que es la consecuencia de toda su concepciOn del
mundo.. No debe olvidarse quc cada poeta es Un .per-
wrbador del scntido, es deck, no utiliza frases hechas
que estãn en boga entre Ia gente de su época, sino que
extrae ideas de sus propias concepciones. La gente que se
sirve de formulas generates accptadas univcrsaimente, se
sicnre ofendida pot fuerza cuando sc cnfrcntan a una idea
nueva, angulosa, en estado todavia bruto... Tal vez en ese
sentido hablo Mandeistam de la naturaleza en bruto dc la
poesia, de clue Cs mucho más materia prima que ci vivo
lenguaje hablado. La gente clue se asusta de esa materia
prima dice: .En qué es mejor que nosotros?,, o bien: cBs
muy sensible, orgulloso, desconfiado, siempre estã discu-
tiendo, aleccionandor.. . - Desde ese punto de vista Ajmato-
va y Mandeistam fueron perseguidos, igual que Pasternak
y Maiakovski, mientras no lo convirticron en poeta na-
cional. Lo misrno decian de Gumiliev, incluso dcspues de
muerto. Esto es inevitable pot mucho que se intente re.
mediarlo, pew cuando se produce una revisiOn de valores,
la genre de las frases hechas olvida instantáneamente lo
dicho una semana atrás porque ha cambiado sus viejas for-
mulas pot outs nucvas. No debe olvidarse que los poetas
siempre tienen amigos. Y siempre son ellos los que yen-
cen.
Cuando Mandeistam hablaba del elector de un hbro
ünico se referia a la capacidad, odiada pot éi, de absorber
con indiferencia elementos incompatibles, la atrofia del
sentido scicctivo, y aquello que El calificaba de tomnitole-
rancta. . -
La primera fihipica que escuché contra esa ecapacidad
omnivora, —también he daba ese nombre— fuc en 1919,
en Kiev, cuando Mandelstam aacO a Briusov JOt 5U5 poe-
mas sobre las difcrentes épocas histOricas que él comparO
con farolillos de colores. Si esta comparaciOn es posible,
decia Mandelstam, significa que a Briusov todo Ic da igual
y la historia Para éi no es mâs que un objeto de adnlira-
ciOn. Tal es el sentido de lo que dijo, porque no recucrdo
sus palabras exactas, pero Ajmátova y él utilizaban pan
ese fin la formula: cbs siglos y Ins pueblos)... El propio
Mandeistam sabia o, pot lo menos, prerendla saber lo que
era para él csh y 'no.. Todos sus juicios, de cualquier mo-
do, se referian a uno u otto polo y habia en cIlo un pecu-

282
liar dualismo, como en la antigua doctrina del bien y del
mal como dos bases de la existencia. Pew Ins poctas no
pueden set indiferentes ante ci bien o ci mat, y jams di-
ten que todo lo existente es rational.
Su agudo sentido de la seieccion y la singular capacidad
seiectiva de su mente se han reflejado en so forma de leer.
En SUS 1ibretas de notas' relativas al •Viaje a Armenia*
hay unas cuantas palabras con relación al ,demonio de la
lectura, que se ha escapado de las profundidades de La
.devastadora culwra.. La gente, cuando lee, se sumerge
en un mundo iiusorio y procura recordar lo leido, dicho
de otra manera, se entrega pot compieto al poder de la
lena impresa. Mandelstam proponia que se ieyesc sin re-
cordar, sino acordandose, es decir, comprobando cada pa-
labra con su propia experiencia o bien confrontândoia con
su propia idea principal, la misma que Ic da personalidad
al individuo. A su juicio, en la tectura pasiva,
recordada., se ha estrucwrado a In largo de Los siglos la
propaganda de ideales comunes a todos y se ofrecian para
ci consumo masivo verdades ya fabricadas y bien pulidas.
Una lectura semejante no despierta el intelecto, sino quc
se convierte en una especie de hipnosis, aunque la época
moderna tiene recursos más poderosos para privar al
hombre de voluntad.
Mandeistam calificaba de .actividad. la lectura, y Para
él se trataba principalmente de la actividad de selección,
Hojeaba y examinaba pot encima algunos libros, otros los
Ida con interés y curiosidad, como Los de Hemingway y
Joyce. Pero a la par de eso, habia iecturas auténticarnente
formativas, libros con Ins cuales Ic parecla entrar en con-
tacto, que determinaban algün periodo de su vida o toda
su vida. La entrada en su vida de un libro nuevo, que dc-
terminaba un periodo de su existencia se parecia al en-
cuentro con aiguien destinado a set un amigo. La estrofa:
La amistad me desperté como un disparo ' no solo se re-
fiere a su encuentro con Kuzin, sino en grado mucho ma-
yor a so encuentro con Ins poetas alernanes: cDecidme,
amigos, en qué Walhalla juntos hemos cascado nueces, de
qué libertad éramos dueflos y qué jalones marcasteis a mi
poesia' ... Mandcistam conocia esos poctas de antes, a Goe-
the, Holderhn, Morike, los románticos, Pero la simple
lectura no es aün ci cencuentros.

283
Ese encuentro se pro dujo en Armenia y no pot casual1-
dad. La larga espera de ese viaje (en la 'Cuarta prosa' re-
fiere so primer intcnto failido de Ilegar a ese pals), habla
agudizado so interés, antes latente, pot aquello c l ue yo
ahora califico erróneamente de filosofla de la naturaleza y
que podria denominar, con mayor error todavii, de filoso-
fia de la cuitura. Sentia on vivisimo interés por ese pe-
queflo pals, avanzada del cristianismo en ci Este, que
habia resistido durance sigios la prcsiOn musulmana. Tal
yea fuera debido al periodo de crisis del cristianismo en
nuestro pals ci que Armenia, por so estabihdad, hubiera
atraido a tal punto su atenciOn... No era como Georgia,
cuya vida habia transcurrido mucho más felizmente... En
nuestra pequefla habitaciOn del hotel de Erevan apare-
cieron de inmediato hbros sobre la cultura armenia:
Strizhigovski, los anales armenios, Meiséi de Joren y otros
muchos que trataban de la economla y Ia naruraleza de
ese pals. Dc todos los libros de economia, Mandelsram eli-
giO el de Shopen, on funcionario de la época de Ale-
jandro I, ritulado .Descripcion exhausriva de Armenia.
Comparaba ci vivo inrerés de Shopen hacia ci pals con Ia
indiferencia de multitud de .comisionados refunfufiantes
e irritados que encontrábamos en ci hotel.
Su interés pot Armenia Ic Ilevo a los poetas alemanes,
hacia Goethe, Herder y otros. Su encuentro con el joven
biologo Kuzin, lleno en aquel entonces de interés vivisi-
mo por la filosofia y la Literatura —siempre con leve ten-
dencia a una tradiciOn algo anticuada— podria haber pa-
sado desapercibida en Moscó, pero en Alemania la bola
cayó en La tronera. Iniciaron la conversaciOn en ci patio de
la meaquita, donde servian té persa en pequeflos vasiros
con un pedacito de azücar quc daban en mano, fueron ill
hotel donde yo esraba y siguieron charlando. A Mandels-
tam Ic interesO, al parecer, el nuevo enfoque, esta vez
biologico, de las cosas en las que meditaba y de ]as etcrnas
cuesriones sobre La aparición de nuevas formas Mucho an-
tes de conocer a Kuzin, escribio una vez que ci estudio de
La poesla se convertirá en ciencia solo cuando se Ic apli-
quen los merodos de la biologia. Es muy posible que en
esa manifestaciOn se hubiera reflejado La tcorla de la lin-
güistica, popular en la decada de los años diez, sobre el
dobLe vinculo de csa ciencia con las sociales y con la biolo-

284
gia. Sin embargo, la fe en ci enfoque biologico de la poe-
sk desapareció, apenas nacida, conservándose tan solo Ia
curiosidad ante la literatura bioiOgica descripdva y Ins
problemas de la vida como tal. Kuzin admiraba a Goethe
y tambien en eso coincidian. Cuando ya en Moscü, Man-
deistam cencontr6b a Dante, la amistad con Kuzin y otros
biologos se convirtiO en una relación familiar ante un vaso
de vino. Respecto a Dante, Mandelstam declare de mine-
diato que eso era lo mâs importante para El. A partir de
entonces, jamS se separaba de la 4Divina Comedia* y se
la lievé, inclose, dos veces a Ia prisiOn. Previendo una p0-
sible detenciOn —y en eso pensaban todos cuantos yo Co.
nocla—, Mandeistam consiguiO una ,Comedia, de pe-
queflo formato y la ilevaba consign en ci bolsillo a todas
partes: a La genre no sOlo 'a detenian en sus casas, sino
también en la calle y en sus lugares de trabajo y en oca-
siones convocaban a algün sirio para lievársela per los
sigios de los siglos. Uno de mis amigos se quejaba de no
poder Ilevar al trabajo ci saco con todo lo preciso para la
vida en el campo; sin embargo, cuando Jo detuvieron, co-
sa que ocurriO de noche y estando éI en casa, se aturdie
tanto que se olvidO de lievar consigo ci saco preparado de
antemano... Mandelstarn dejO ci Dante de bolsililo en
Mosct y se llevO a Samatija (all1 fue de donde se In ileva-
ron) una edicion bastante voluminosa. Ignoro si liegO ese
libro al campo de tránsito en Vtoráia Riechka, cerca de
Vladivostok, donde muriO. Lo dudo mucho: en Ins cam-
pos de Ezhov y Stalin nadie pensaba ya en libros.
Per verdadera comncidencia, y sin haberse puesro de
acuerdo, Ajmátova rambien comenzo a leer a Dante.
Cuando se enteraron, Ajmátova Ic recitO de memoria un
fragmento de la •Divina Comedia" y Mandeistam se emo-
cionO casi hasta llorar al oir esas estrofas en la voz de Aj-
mátova que tanto it gustaba.
Tanto Ajmâtova come Mandeistam tenian la sorpren-
dente peculiaridad, al recitar poesias, de suprimir el tiem-
0 y ci espacio clue los separaban de elias. For su naturaie-
za, semejante lectura es anacrOnica, pew les permiria en-
tablar relaciones personales COO SU autor. Equivalia a con-
versar no solo con los coetâneos sino con Ins desaparecidos
hacia tiempo. Mandeistam sospechaba que tambien Dante
tenia esa posibilidad, pues encontraba en el infierno a sus

285
poctas predilectos de la antiguedad. En su articulo .Sobre
La naturaleza de la palabra., menciona a Bergson, que
busca ci vinculo entre fenomenos similares separados üni-
camente pot ci tiempo, y CSO se rcfierc taxnbién a la bus-
qucda dc amigos y aliados a través del tiempo y del espa-
cio. Eso lo habia comprendido probablemente Keats: tam-
bién €1 querla encontrar en una taberna a codes sus ami-
gos vivos y muertos.. Al resucitar a los que ya no existian,
Ajmátova se intcrcsaba pot su vida, por sus relaciones con
los dcmas. Fue ella quien me hizo conocer per vez prime-
ra a Shelley; él Ic sirviô de entrenamiento... Luego fuc un
periodo de relación con Pushkin. Con la sagacidad de un
juez de instrucción o de una mujer celosa, Sc iba cntcran-
do paso a paso de cémo actuaban, pensaban y hablaban
todos cuantos estaban en torno suyo; indagaba en los mo-
tivos psicologicos y analizaba exhaustivamente cada mujer
que hubieta mcrccido la mãs leve dc sus sonrisas. Ajmáto-
va jamás habla manifestado un interés tan personal y apa-
sionado por ninguno de sus coetáneos. Y otto detalle más:
no soportaba a las esposas de Ins escritores, en particular,
de los poetas. Jamas entendere per qué hizo una excep-
ción con relaciôn a ml, pew lo cicrto es clue lo hizo, aun-
quc no sé cxplicar la razôn. -. Mandelstam, al contrario de
Ajmãtova, jamãs ahondaba en La vida personal de sus
amigos —me reficro a los pocus de antaflo—, Pero en rc-
lación con sus amigos vivos era cxtraordinariamcntc obser-
vador, pcsc a su aparicncia dc hombre distraldo; sabia
mucho más que yo de todos cuantos nos rodeaban. Con
frecuencia me negaba a creeie, pero siempre tenla razôn.
En cambio las hermanas dc Natalia Goncharova * o la cs-
posa de Dostoievski no Ic interesaban en absolute; Ajma-
rova, conocicndo su indiferencia con respccto a esas cues-
tioncs, no compartia con él sus descubrimientos. Respecto
a los vivos, Mandeistam no decla nada: jqué hagan lo quc
quicranL.. La conversación entre ambos versaba sobre las
obras de sus poetas predilectos. - (Sc ha dado usted
cucnta dc esa maravilla? Recucrda ese pasaje?), Con gran
frecuencia lelan en voz alta, se mostraban los pasajes pre-
dilcctos, compartlan sus descubrimientos... Los ültimos

Esposa dc Pushkin. (N. de La T.)

286
años fueron dedicados a Dante y a los itatianos y, como
sieinpre, a la poesia rusa.
Me resulta mâs dificil determinar qué libros acompaha-
ban a Mandelstam en periodos anteriores. En 1919, llegó
a Kiev con Florenski: .El pilar y la afirmacion de la vet-
dad.. Creo que en esa obra Ic sorprcndio sobre todo la
duda, porque muchas veces al referirse a la duda repctia
!o dicho allI, aunque no mencionaba !a fuente. Es indu-
dab!e que en sus afios escolares habia leido a Guertzen y
de adolescente su interlocutor fue Vladimir Soloviev,
quien como filosofo y no poeta, está mucho más cerca de
Mandelstam de !o que se acostumbra pensar. La auscncia
del nombre de Soloviev en sus articulos sc explica fâcil-
mente: la inmensa mayoria de c!los fueron escritos en
época soviética con destino a la prensa, y ningün redactor
habrIa dejado pasar ci nombre de So!oviev, a no ser que
fuera denostado y vituperado. Sin embargo, las huellas de
su influencia formadora se trasluccn en toda la obra de
Mandelstam. Se hallan en su concepción cristiana del
mundo, al estilo de So!oviev, en sus métodos y procedi-
mienios polémicos, en su forma de conversar, en muchos
conceptos e, incluso, en algunas palabras sueltas. He aqul
un ejemp!o: en el poema a Bety !a estrofa: Multitud de
genre, de acontecimientos, impresionest es una reminis-
cencia directa de la cmultitud de ideas. de Soloviev a las
clue alude en aiguno de sus trabajos filosoficos. Mandels-
tam veneraba a Soloviev. Cuando viviamos en tUzki,, un
sanatorio a cargo de Tzekubu, situado en La antigua finca
de los principes Trubetzkoi, donde murió So!oviev, Man-
delstam quedo sorprendido pot la indiferencia de Ins
cientificos soviéticos que se ocupaban de sus asuntos, es-
cribian articulos, lelan !a prensa y escuchaban la radio en
ci mismo despacho donde habia trabajado y muerto Solo-
viev. Yo en aquel entonces no sabia nada sobre ei y me
dijo con indi gn2c,6n cEres igual de salvaje que eiios...
Esa multitud de profesores que nos rodeaba le hacian el
efecto de una invasion de barbaros en los lugares sagrados
de la cultura rusa. Hablaba poco con Ia genre que all1 es-
taba y se mantenia aislado. Un dia en Bolishevo, comen-
zaron a atosigarle unas damiselas amantes de la filosofia y
literatura; le pedIan que recitase algn poema, asegurán-
dote que él era *su poeta preferido.... El les respondiO
287
que su poesia era absolutamente incompatible con su
ciencia y que si esa existia, no podia existir su poesla y vi-
ceversa, que entre ambos era imposibk la coexistencia...
Mandeistam tenia numerosas salidas de ese genera: en las
redacciones, en sus discursos (en lugares siempre privados,
claro está), en conversaciones particulares y elias daban
origen a numerosos relatos sabre su inaguantable carácter,
aunque su carácter, en realidad, era simplemente intole-
rance. Su intolerancia habria sido suficiente para una
buena docena de escritores, mas esa cualidad no podia
distribuirse, desgraciadamente, par cartilla... La actitud
de Mandeistam ante nuestra intelectualidad academica era
particularmente intransigente: d'odos se vendenE - - A fi-
nales de la dCcada de los años treinra y cuarenta, las auto-
ridades habian aprendido ya a elevar ci nivel de vida de
]as personas que resultaban utiles y a no tolerar en ese
sentido ninguna ' nivelaciOn. La diferenciacion se hizo
muy notoria y cada uno anhelaba conservar el bienestar
adquirido con mucho trabajo. Sc aferraban a él con manos
y pies, porque atrás habia quedado la más espantosa mise-
na de comienzos de la revoluciOn. Era una experiencia
que ninguno queria volver a repetir y porn a poco se
fueron formando unas capas privilegiadas, capas muy poco
numerosas, que recibian .paquetes., casas de campo y
autos. Más tarde se convencieron de lo efimeros que resul-
taron esos bienes; en los perlodos de terror masivo, cuan-
do se puso de manifiesto que se les podia privar de todo y
sin ningUn motivo... Pero mientras tanto, Ia genre admi-
rida al pastel trataba de cumplir rodo cuanro se le exigia.
Un dIa en Voronezh, Mandeistam me enseñô ci periOdico
donde ci académico Baj hacia unas declaraciones con ma-
rivo de Ia publicaciOn del iBreve curso de la Historia del
Partido Comunista boichevique de la URSS. cFijate lo
que se ha ingeniado en escribir: <Esre "Breve Curso de
Historia'' ha marcado una Cpoca en mi vida... Y eso que
es 'breve''.. .No Ia habrá escrito, sino firmado., comen-
té yo. Documentos de ese género eran lievados a las casas
ya escriros y solo debian poner su firma... cTanto peor.,
dijo Mandelstam. Pero, en realidad, qué podia hacer ci
acadCmico Baj? Enmendar el texto, redactarlo mejor para
no perder su firma al pie de un escrito visiblemenre ofi-
cial? No estoy segura... O bien echar fuera al periodista

288
que habia venido a recoget su firma? Puede exigirse eso a
la genre sabiendo las consecuencias que semejante actitud
les acarrearla? Creo que no. Qué hacer entonces? No ten-
go respuesta. El tCttOt se distingue precisamente porque
fodos están atados de pies y manos y nadie puede mover
un solo dedo.
Pero cabe plantearse ahora otra cuestiôn: ,hubo en
nuestra vida un memento en ci cual Los intelectuales pu-
dieron defender su independencia? Probablemente ese
momento existió, Pero la intelectualidad, desunida y divi-
dida todavia antes de la revolucion, no pensaba siquiera
en su independencia porque se haitaba en el momento de
la capituiación y revision de valores. Tal yea ahora se está
procediendo a una nueva recopilaciOn de valores. Sc van
juntando a ciegas, lentamente, con esfuerzo. Jamás sabre
Si podran defendertos y conservarlos en las prOximas
pruebas que nos esperan.

Kolia flonov

El poeta Nikolai Tljonov hablaba siempre con voz fuerte,


expresiva, convincente. Sabla conquistar a la gente y era
uno de los cautivadores y seductores de almas. Su incorpo-
radOn a la literatura fue recibida alegremente: era joven,
viral, sincero... Un hombre nuevo, venido de la guetra,
un narrador admirable. Muchos siguen hallândose aun
ahora bajo ci encanto del Nikolai Djonov de anraho, aun-
que no comprenden lo que le ha sucedido despues. Nos
presentO a Tljonov Kolia Chukovski y ambos jOvenes
fueron del agrado de Mandelstam: .FIjate qué buen chico
es ci hijo de Chukoski'i... Y refiriéndose a Tijonov dijo:
no está mat, no está mal... Parece que va a entrar de un
momento a otro en el vagOn para decir: "ciudadanos, Los
documentos, per favor".--- Mandeistam pronunciO la pa-
labia cdocumcntosp con la misma entonaciOn de los en-
cargados del abastecirniento at revisar los trenes en ci
periodo de la guerra civil en busca de los especulado-
res que llevaban harina a las ciudades... Sin embargo,
tambiCn Mandelstam fue conquistado per Tijonov, Pero

289
durO poco. Vimos a Tijonov cal como era en verdad antes
que otros. Recuerdo con particular claridad ci tono sincero
y convencido de su voz cuando dijo: •Mandcistam no vivi-
rá en Leningrado. No le daremos vivienda... Eso ocurriO
a nuestro regreso de Armenia: no tenlamos donde vivir y
Mandeistam pidiO a la organizaciOn de cscritores que Ic
concedieran una habitacion clue habia quedado libre en la
Casa de los Literatos. Al conocer la negativa, quedé
asombrada pot la formula que empleO Tijonov; Ic pregun-
tE Si debia Mandeistam pedir permiso a Ia organizaciôn de
escritores para alojarse en Leningrado en una casa particu-
lar, per ejemplo: Tljonov rcpitiO tercamente: .Mandel-
stam no vivirá en Leningrado ' . - Traté de averiguar si
hablaba en nombre propio o repetia instruccioncs rccibi-
das de otros, pero no consegul saber nada. Si se trataba de
instrucciones, ea qué tanta sinceridad en ci tono? Eso no
presagiaba nada buena y nos fuimas a Moscü. La entona-
don de Tijonov significaba: todos nos portamos bien, ha-
cemos lo que nos corresponde, iy quién es CSC Mandeis-
tam que a nadic toma en considcraci6n, dice ci diablo sa-
be qué y encima exige que Ic demos trabajos y
viviendaL. Sc permite demasiado y luego los responsables
scremos nosotros... A su modo Tijonov tenia razOn: para
un hombre tan abncgadamcnte fiel al partido, Mandeis-
tam era una anomaila, un funesto vcstigio del pasado, un
hombre de mis en la literatura, donde las plazas eran re-
partidas per instancias superiores y per los encargados dc
hacerlo...
En aquei entances ya comprendiamos a Tijonov. Poco
antes de la conversaciOn sabre la vivienda y ci derecho a
vivir en Leningrado, lo encontramos cuando salia de la re-
daccion de la revista .Zviezda* con los bolsillos lienos dc
manuscritos que debia revisar. Tijonov se golpeO los bol-
sillos y dijo: .Como en ci frente.. -, Sabiamos que estaba
ileno de recucrdos de la guerra civil, pero no comprendi-
mos qué relaciOn tenian can ci frcnte sus abultados bol-
sillos. No tardo en aclararse. La guerra literaria... Tija-
nov habia transferido su impetu béhco al modesto trabajo
literario: Ic bastaba con ejecutar una docena de novcias
deieznables, de esas quc sicmpre inundan las redacciones,
para tener la sensaciOn dc habcr cumplido su deber revo-
iucionario. Y, de paso, descubrir alguna que atra des-

290
viación ideologica. No era acaso una guerra? Y, ademas,
ci guerrero no arriesgaba nada, en una guerra asi no seria
hcrido. - Y podrIa equipar su vivienda, tegalmente, pot
supuesto, con el modesto confort soviético. No estaba
mal, verdad?
•Como en ci frente., era ci dicho prediiecto de Tijonov.
Pero a veces Ic olmos otras variantes de gritos de guerra
victoriosos. En cierta ocasiOn tuve que it a vcrlo en Moscü,
no recuerdo pan qué. Sc habla alojado en casa de Pavien-
ko, Pero en La cpartc eiegante. de la Can de Guertzen, en
la cual también viviamos nosotros. Fue ci ella de la caida
de la RAPP, ci 23 de abril de 1932; nos enteramos de ello
pot la mañana al abrir ci periOdico. Fue una sorpresa Para
todos. Encontré a Tljonov y Pavienko sentados ante la me-
sa con una botelia de vino. Brindaban pot su victoria.
Muera ci RAPPstvo . —gritaba ci ingenioso Tljonov;
Pavienko, hombre mucho más intchgentc y peligroso,
caliaba...
cPero vosotros erais amigos de Averbaj!. —dije
sorprendida. No me rcspondiO Tljonov, sino Pavienko:
,La guerra literaria ha cntrado en una nueva fase,...
Desde Voronezh, Mandeistam envió en cierta ocasión
un poema sobre ci gato Koschei' * a Tljonov. Confiaba, no
sé pot qué, en que Tijonov Ic enviarla dinero, ai recibir de
un compaflero deportado y mlscro, un poema que habla
de 010 y tic Piedras preciosas. Tijonov Ic respondiO de in-
rnediato con un telegrama diciendo que harla pot éI todo
cuanto pudiera. Con ello acabaron nuestras relaciones: at
parecer no pudo hacer nada. Recorde a TIjonov, pot me-
diacion de Surkov, esc telcgrama a principios de la decada
de Jos afios scscnta: .La Biblioteca del Poeta ' buscaba de-
sesperadamente a aiguien a quien encargar ci prOIogo al
hbro de Mandeistam, que figuraba en ci plan de publica-
don. Todos a una se negaban a escribir ese estupido pro-
logo, nadie qucria compartir con la redaccion fa responsa-
bilidad de resucitar a Mandeistam. Si Tijonov hubiera ac-
cedido a escribirlo, ci libro se habria publicado hate tiem-
p0. Justamente antes de que se publicase ci relato de

• Juego de palabras intraducible. basado en Ia fonEtica de la palabra


.zabstvo. quc significa ciclavi(ud. (N. de Ia T.)
Personaje mlrológiro tie cuentos populates rusos. (N. de Ia 1.)

291
Soizhenitztn el momento era muy favorable... La candida-
tura de Tijonov como autor del prólogo era afortunada en
extremo: no Ic obligaba a nada y protegla a la editorial
contra los ataques, que son temibles hasta que el libro sale
a la iuz. Surkov tratô de convencer a Tijonov y le recordó
la promesa de thacer todo* del telegrama, Pero él se negó
categOricamente. .Se ha convertido en un auténtico idolo
chino' dije a Surkov y el no me repuso nada y nada habia
que responder.
Renunciar a Nikolai Tijonov, at joven de los movimien-
tos ampiios, resulta dificil. Ni Tijonov ni Lugovski jamis
ban hecho nada per nadie —me dijo Ajmicova—, sin em-
bargo, son mejores que ocros.... En 1937, Ajmátova en-
contró a Tijonov y estuvieron paseando una media hora
juntos por el muetle. TTjonov se Ic quejaba constantemen-
te de los malditos tiempos. .DecIa exactamente to mismo
quc nosotros. —me comentO Ajmâtova. Y pot eso no
siente ahora hostilidad hacia él. Pero ic6mo to decia! De
regreso en su casa no podia recordar ni una sob frase que
revelara su actitud ante ci terror. Todo estaba tan velado
que ni siquiera ante Ajmitova se habia comprometido to
mis rninimo... Se limitaba a quejarse de algo, Pero no di-
to ni una sola palabra de mIs. No es esta, acaso, la mani-
festación de una disciplina superior? También yo conside-
ro que no se le puede equiparar a Lugosvski. Este era on
tipo humano completamente distinto: mucho ma'singe-
nuo y puro. Tenia un miedo atroz at frente, no tomaba
pane en la guerra literaria y en estado de ebriedad podia
decir infinitas tonterIas. Tijonov, en carnbio, fue siempre
Liel a si mismo y a La causa que servia. A su entierro acu-
diran los ultimos mohicanos y rendiran honores militates
at luchador literario sin partido que comprendia bien que
la revista cZviezda. formaba parte del mismo frente.
Creo que la mujer de Tijonov confeccionaba juguetes
de papel prensado. Y ci propio Tijonov, antaflo lieno de
vida, acabo pot convertirse en una figurita de papel pren-
sado. Un estuche de esc material jamis contiene nada de
auténtico valor. Y, probablemente, Tijonov jamis to pose-
yó y no tuvo que hater revision de valores. El es uno de
los mejores representantes de los que defendian lo nue-
vo, at comienzo de los años veinte.

292
El estante de lthros

Hate más de un cuarto de siglo que durante las fiestas de


mayo de 1938, regresé a Moscü desde Samatija, una casa
de descanso cerca de Murom, con la nueva de Ia detenciôn
de Mandeistam. .Hay que resistir mientras se decida su
suerte* me dije. Tome unos cuantos libros de la estanteria
y fui a venderlos a una libreria de viejo. El dinero obteni-
do pot la yenta La empleé en ci ünico y primer paquete
que envié a Mandeistam, que me fue devuelto par la
.muerte del destinatario.. Siempre tuve deseos de que al-
go quedase de ese estante de libros que nos dio la ilusión
de una existencia apacible. En la elección de esos libros Se
reflejaban a pesar de todo, Los intereses de Mandelstam en
Ins años treinta. Entregué a Jazdzhiev una lista aproxirna-
da de los libros que vend!. Se trataba, naturalmente, de
una lisa ncompieta: en la situaciôn en que me hailaba
entonces no podia concentrarme en nada. El resto de los
libros, aquellos que no quisieron en las librerias de viejo,
está en manos de mi hermano Evgueni, porque hasta la
fecha no tengo donde guardarlos.
Empezamos a comprar libros cuando trabajaba en la re-
daccion de ZKP. Recibia alli todos los meses un talon para
la •adquisiciOn gratuita de libros.. Querian clue los pe-
riodistas se cultivasen... •Cornpre alga fundamental., me
aconsejO Chechanovski haciendoine entrega del primer ta-
lOn. Me recomendaba, sabre todo, las obras de Lenin en
seis tomos o las obras completas de Stalin c lue empezaban
a publicarse entonces. En las estanterlas de todos nuestros
conocidos se exhibian ya las obras de los clâsicos del mar-
xismo-ieninisnio; constituian un accesorio obligado en las
casas de los intelectuales. Nuestros educadores insistian
mucho en ella. Stalin estaba realmente convencido de que
bastaria que todos los intelectuales leyeran con atenciOn
esos libros para quedar convencidos pot su logica irresis-
tible y renunciar a sus prejuicios ideaiistas. La demanda de
literatura mancista habia liegado entonces a su maxima co-
ta. El chequista de las mejillas sonrosadas, ci que nos ofre-
cia caramelos durante ci registro de 1934, quedo realmen-
te estupefacto al comprobar la ausencia de libros marxistas
en nuestro estante. DOnde guardan ustedes a Ins clásicos

293
del marxismo?x me preguntO. Mandelstam que oyó so
pregunta, me susurré: 'Es la primera vez que detienen a
in hombre que no tiene a Marx en casai...
En general no tenlamos ningün libro clisico funda-
mental, ni tampoco obras en numerosos tomos, aunque
siempre nos incitaban a adquiririas. Benedict Livshitz Ic
consiguiô convencer y comprO una vez la iEnciciopedia
Larousse* en varios tomos. Livshitz Ic dijo: *Para un tra-
ductor es imprescindible.... Esto ocurrIa a mediados dc
los afios veinte, cuando no Ic quedaba mis remedio que
ganarse la vida como traductor... Los gruesos tomos de La-
rousse quedaron como fueron adquiridos, atados con un
cordel, y regresaron a la libreria de libros usados... Man-
delstam no se convirtiô en traductor. . - Lo fundamental y
las obras compietas jamis Ic sedujeron. Ademis, carecia
pot completo de espiritu coleccionista. No buscaba ni las
ediciones raras ni la ,informacion completa. de un proble-
ma. Le gustaba vivir entre libros con los que mantenia
una reiacion personal, pot decirlo as!, con los cuales con-
versaba. Podia apreciar, inciuso, a los restantes, Pero no Ic
costaba separarse de elios. Pot eso permitiô que Katiiev se
Ilevara la obra tMi hermana la vida. de Erenburg recién
publicada. cRecuerdo lo que preciso, y a éi Ic hace mis
faltax, me dijo. Siempre repetia: crDebe tener ci libro
aquél que lo necesita.. -.
Casi nunca consegula entusiasmarse con mis hailazgos
bibliofilos. Un dia extraje de on montón de libros viejos
ci .Cor Ardens de Ivanov y se lo enseflé triunfante. Lo
que yo mis deseaba era reconstruir los libros perdidos de
mi primera biblioteca, Mandelstam quedó indiferente:
cPor qué siempre lo inismo?.. -. Pertenecia al pasado y él
no qucria volver. En cambio se alegro al ver un pequeflo
volumen de BUrger: cTü siempre sabes lo que me hace
falta.. - - Pero no era verdad: a excepción de Burger habia
rechazado siempre todos mis ofrecimientos.
Entre Ins libros que teniamos en casa en los aflos treinta
casi no habia poetas del siglo .xx, a excepción de Annens-
ki, Gumiliev, Ajmitova y dos a tres volumencs casuales.
La poesia del siglo xx la habla revisado Mandeistam en
1922, cuando dos jôvenes decidieron probar suerte en call-
dad de editores particulates y encargaron a Mandelstam
una antologia de la poesIa rusa a partir de los simbolistas

294
hasta ci 4dia de hoy. La antologla exnpezaba pot Konevs-
ki y Dobroliubov y acababa en Boris Lapin. Mandeistam,
como era habitual, buscaba In mejor de cada poeta: Los
Aguilas parlantes ' de Dobroliubov, cLa CanciOn del Ara-
be cuyo nombre es nada. de Ballmont, En las plazas no
hay mâs que un solo nombre: dakiv de Komarovski, cLos
Vencejosb de Botodaievski, cLos Ajedrecistam de Lozin-
Lozinski. CopiO con verdadeto placer dos o tres poesias
de Boris Lapin, una a propOsito de una frente inteligente y
de cestrellas en las ventanas de la Cheka, y alguna más.
Pero lo diflcit Ilego con Briusov. No habia nada que le
gustase y omitirlo era imposible. En aqueltos abos parecla
mucho mãs importante que ahora; careciarnos de la vision
de LomonOsov para apreciar en su justa medida aquel fe-
nOmeno. Dc cerca las dunensiones se deforman siempre.
Mandeistam se enfurecia al leer a Briusov, que debia set
ampliamente representado: cQué quiere decir con: De-
bes set ardiente come la llama, debes set afilado como
una espada?' , preguntaba airado y cuando lIegO at Poe.
ma sobre Dante en el cual to describe con las rnejillas
abrasadas pot el fuego del infierno, Mandeistam corriO a
casa de los editores para renunciar al trabajo. Y elks, co-
me adrede, tralan los bolsillos ilenos de poemas de
Briusov. Pero eran buenos chicos y después de una breve
discusiOn se tranquilizaban, votvian a guardar sus tesoros
en los bolsillos, en su secreta antologia para su propio pla-
cer. Mandeistam, pasado el tiempo, solia recordarles con
frecuencia: en comparaciOn con cualquier redactor soviéti-
co eran verdaderos Ingeles. La antologia fue prohibida pot
no haber incluido en ella a los pocus que ya entonces go-
zaban de Ia protecciOn del Estado, es decir, los proletarios.
Sus nombres estãn boy totalmente olvidados y no teener-
do de quiénes se trataba. Además, el censor insistia en
que se suprimiesen muchas poeslas cburguesas, ajenas des-
de el punto de vista de c1ase. Dc todo ese trabajo, s6t0
quedo un punado de galeradas. Fue ci trabajo más agra-
dable de tortes los hechos sobre pedido, ci ünico que tuvo
auténtico sentido A mi juiclo, cada poeta debeila compo-
ner en su juventud su propia antologla de la poesia de su
pals,
cQué quiere decir eso?, era la pregunta que hacla fre-
cuentemente Mandeistam cuando estaba irritado pot al-

295
gun poema. Eso fue lo que dijo al leer ci poema de
Maiakovski cNuestro dios es la carrera, nuestro corazón,
el tambor.,.. A ml me gustaba ci ritmo crepitante de sus
versos, hasta clue me pregunté su significado. En general,
Manddstam apreciaba a Maiakovski y me conto que bubo
un tiempo en que se hicieron amigos en Petesburgo, Pero
luego flieron Ilevados en direcciones distintas: los poetas
de tendencias diferentes no acostumbraban a tenet amis-
tad. A ese periodo corresponde una fotografla en la que
apareccn Mandeistam, Maiakovski, Livshitz y Chukovskj.
Fuc publicada en un periOdico para mostrar qué cretinos
prctendIan set literatos. Pero lo cierto Cs clue debemos a
los simbolistas y a su enorme labor educativa la aparici6n
de lectores y el canibio de la actitud ante la poesia, clue se
manifesto con tanta claridad en la primera guerra europca
y a comj enzos de la revoluciOn. Yo misma, que naci con
ci siglo, pertenczco a la gcneración que ellos ban forma-
do. Prccisamente en los circulos donde tenlan influencia
—clrculos que se ampliaban constantemente— Toistai y
Dostoievski fucron comprendidos de un modo nuevo, Co.
menzó el estudio de Pushkin, renacieron Tiutchev, Ba-
ratynski, Fet y otros muchos. La literatura realista rusa
perdia lectores, aunquc segula conservando posiciones en
la propia literamra y en los cIrculos de escritores... Fue
ella, precisamente, la que emprendio la guerra contra to-
do lo hecho pot los simbolistas, contra el auge cultural
que condicionO su actividad, aunque ni siquiera esa litera-
tura fue capaz de atacarles como tales. Durante mucho
tiempo se tuvo la impresiOn de que la cultura del .siglo
de Plata*, como se Ic llama, estaba totalmente destruida,
Pero ahora se producen ciertos destellos. Qué serã de
ellos? A dOnde vamos?
En los afios treinta, Mandelstam dcjo de interesarse pot
la poesla de los ahos veinte y en nuestro estantc empeza-
ton a juntarse libros de poetas del siglo XIX. A Mandels-
tam Ic gustaban las primeras ediciones de las antologIas
poéticas y eso no contradice lo más minimo lo antes dicho
pot ml respecto a su total auscncia de espiritu coleccionis-
ta. En las primeras ediciones se y e siempre la mano tie su
autor, su apreciación pot los poemas, Ia seleccion que hare
de los mismos y cOmo los distribuye. Teniamos en prime-
ras ediciones a Derzhavin, Yazykov, Zhukovski, Baratins-
296
ki, Fet, Polonski y otros. Tambien entre elks buscaba
Mandelstam lo mejor, lo más logrado. En Mey habla seña-
lado 'La mujer de Pompeya., en Sluchcvski, .Yaroslavna.
y la .Ejecucion de Ginebra. (cuyos versos sobre la vieja
suenan como si fueran de Annenski), 'La Gitana. de Po-
le2halev. No recuerdo qué Ic entusiasmO en Grigoriev, de
quien también tena Ia primera cdiciOn; habia conseguido
casualmcnte un ejemplar, cuyo nombre no recuerdo, de
un' edicion de solo cincuenta ejemplares. Lc gustaban
muchas poeslas de Fet y entre ellas 'La Serpiente.. Es pro-
bable que inconscientemente hubicran influido en sus
gustos las opiniones de su primer maestro Vladimir Vasi-
lievich Guippius, de quien habla en so *Rumor del Ticm-
p0.. Ajmátova preferia de Fet la poesia tAquel clue vermc
perder la razOn qucria, cortO para ml esa rosa.... Pero con
Maikov Ic ocurriO lo mismo que con Briusov: no consiguiO
elegir nada... El rincOn del estante destinado a los poetas
rusos se iba completando sin cesar, Pero nadie Ic volviO a
encafgar una antologia, ni nadie podia hacerlo.
Luego, por su nümcro, venian los poetas italianos; jun.
tamentc con Dante, estaban Ariosto, Tasso, Petrarca. No
solo los tenlamos en sus textos originales sino tambien en
traducciones alemanas en prosa. Al principio, antes de do-
minar el idioma italiano, Mandeistam acudia a las traduc-
ciones. Entre ellas sOlo apreciaba una (creo que era de
Gorbov) al ruso y en prosa, del .Purgatorio., editado en
1910 aproximadamente. No soportaba las traducciones en
verso. Era muy raro que una traducciOn en verso entrase a
formar parte de Ia literatura propia, como ocurriO con la
de Gnedich,.. Eran ediciones modestas, con breves co-
mentarios, semejantes a las de Oxford del aflo 1904. Ha-
briamos comprado, naturalmente, ediciones más moder-
nas, Pero eran imposibles de conseguir. De los prosistas
italianos recuerdo a Vasari, Boccaccio, Vice, pero, pro-
bablemente, habia muchos más.
Teniamos numerosos pocus latinos: Ovidio, Horacio,
Tibulo, Catulo. -. Casi codes Jos comprabarnos con traduc-
ciones al alemán, porque los alemanes, como traductorcs,
eran más fidedignos que los franceses.
En Armenia, Mandelstam retornO a los poetas alemanes
y en los afios treinta se dedicO a comprarlos en gran nt-
mcro: Goethe, a los románticos, Burger, Lenau, Eichen-

297
dorif, los dos Kleist, Herder y otros. Habia adquirido, asi-
inismo, a Klopstock porque, segUn decia, sonaba como un
órgano; teniamos, ademis, a Morikc y Hoiderlin y algu-
nos poetas que escribian en ci alemin dc la Edad Media.
Teniamos muchos menos libros de poetas franceses. Dc
los antiguos a Chenier, Barbier y ci etetno Villon.
Compró en aquelios aflos a Verlaine, Baudelaire y Rim-
baud. En su juventud intentO traducir a Mallarmé: se to
habia aconsejado Annenski, diciendok: aprenda en las
traducciones. Pero no consiguió nada y Mandeistam trata-
ha de convencerme de que Mallarme era simplemente un
bromista. Gumiliev y Gueorgui lvanov se burlaban, ade-
mis, de Ci porque en una de las estrofas de su traduccion
dio lugar a un juego de palabras... Es bueno cuando la
gente puede bromear con esas cosas,..
Mandeistam habia traido de Leningrado sus libros en
frances antiguo de sus Epocas de estudiante; los necesitó
en 1922 cuando recibió ci encargo de traducir un viejo
poema Cpico frances. Hare poco, Sasha Morozov halló en
un archivo una versiOn libre del cLamento pot San Alexiss
y los tAliscans.. No se trata de una simple traduccion: en
ambas obras surge la voz del destine y Mandeistam se dio
cuenta de ello. En .San Alexis * es ci voto de pobreza y en
los cAliscansb diriase que jura no esconderse cuando Ilegue
la hora de defender su vida. Mandeistam era terriblemen-
te despreocupado con rciaciOn a los manuscritos, no guar-
daba nada (do guardari aquél a quien le haga falta), y
confiaba en los archivos y en las redacciones. Habia entre-
gado su version, un ejemplar ünico, a la redacciOn de la
revista 4Rossia) y no me permitiO hacer una copia. Ade-
mis de su habitual negligencia, habia tambifn otra cosa:
tenia miedo de esos versos, igual que de los disticos donde
se predice ci duro destine de la mujer. Trataba de eludir
poemas de ese género: mis los mencionaba y no los tenia
en casa, igual que un niño que cierra los ojos y cree que
no lo yen o un ave esconde la cabeza bajo ci ala. Y, dicho
sea de paso, qué importancia-tenia esa profecia? ,De qué
otto modo podia set nuestro destino en este mundo? Y
menos mat clue yo logrC sobrevivir y conserve los poemas.
Ahora ya no desaparecerin y esto puede considerarse co-
mo una gran suerte. También Ajmitova superO las
pruebas... dNo es, acaso, un milagro?

298
Entre los escritores rusos, Mandelstam compraba sobre
todo a los filósofos: a Chaadaiev y a Jos esiavofilos. La fib-
sofia alemana no era de so agrado: un dia comprO Un to.
mito de Kant, Jo examinO por encima y dijo: cNadcnka,
esto no es pan nosotros * y lo puso detras de Jos demas
libros para no caer en la tentación. Con los filésofos rusos
era distinto: vivia con ellos. A nuestros oidos llegö muy
pronto ci rumor de que Berdiaev Sc habia convertido en
una gran personalidad en ci exilio. Mandelstam pregunta-
ha pot él y trataba de conseguir sus obras, pew esto se
hacia cada vez mâs dificil y peligroso. Viviamos separados
de la actualidad y reducidos a alimentarnos de simples
mendrugos. Nos quedaba ci pasado ónicamente y Jo apro-
vechabarnos en la medida de nuestras posibilidades.
Durantc un breve periodo, comprendido cntrc el aflo
1930 hasta su desticrro, Mandeistam se dcdico plcnamcn-
te a Ia antigua hteratura rusa. Reunia diferentcs ediciones
de las ,Cronicas, 4HI Cantar de las 1-luestes de lgor, que
le gustaba muchIsimo y que conocia de mcmoria, asi co-
mo divcrsas compilaciones de cancioncs rusas y eslavas, de
Kiréiev, Rybnikov, etc... Mandelsam sentia pasión por la
antigua literatura rusa y conocia igual de bien a Avvakun'i
quc a la desgraciada princesa que case con el hcrmano de
la novia del zar. Apareciô en nuestro estante Kiiuchevski,
incluidas sus primeras obras, como, '&Leycndas de extranje-
ros>, asi como rnateriales de archivo que se editaban en ci
pals en gran cantidad: documentos de la rcbelión de Pu-
gachov, actas de los procesos de los decembrisras y de los
miembros de olslar6dnaia VoIia Tamblén Ajmátova se
intercsaba por elbo y en el periodo de Ezhov no se cansaba
de Jeer 'aExilio y trabajos forzados. * El Instituto Tenishev
habia proporcionado a Mandelstam buenos conocimicntos
del ruso antiguo en la Jiteratura y la Jlevaba, por decirlo
as!, en la sangre. Mi experiencia dc trabajo en los centros
pedagogicos me ha hecho pensar muchas veces en Io per-
judicial que fue la supresiôn de la enseflanza media. Ctco
clue ni Mandeistam ni yo hubiéramos podido acabar Ia es-

- •Na,ódnaia Volia,: .Volunrad del Pueblo., organización revolu-


cionaria de Ia segunda mirad del siglo xix. (N. de Ia 1.)
Publicación quc trataba de los prisioneros politicos del zarismo. Sc
edith basis 1935. (N. de Ia 1.).

299
cuela soviética, no podriamos, y en todo caso jamás dis-
pondriamos de ese cümulo de conocimientos simples y
clams quc nos proporcionó l Iiceo ruso.
Para Mandelstam las crénicas armenias constituyeron
una novedad. En las librerias de viejo consiguió a Moisés
de Chorena y algunos más, pero muy pocos. En carnbio
tuvo suerte con la biologia; compré las obras de Linneo,
Buffon, Pallas y Lamarck. Tambien adquirio un Darwin
(cViaje en ci Beagle.), y algün que otro filosofo, quc se
basaba en la biologla, como, por ejemplo, Driesch.
Mandclstam se intcresaba por la filosofia de la cultura y
la biologia, pero ni Hegel ni Kant lograron atraer su aten-
ción. Marx lo sedujo en sus ahos juveniles y all! acabo la
cosa. En la vIspera misma de su detencion, en 1934,
rechazó un regalo que Ic hizo Lczhnev, .La Dialectica de
Ia Naturaleza., dejindole estupefacto por semejante atre-
vimiento. Ese Lezhflev editaba en tiempos la revista cRos-
sia. y Mandeistam era uno de sus colaboradores. Fue €1
quien le encargó ci •El Rumor del Tiempo * quc despues
rccha26: esperaba otros recuerdos y otra infancia, que más
tarde cscribio el mismo. Era la historia de un adolcscente
judlo, de un pequeho pueblo, que descubrc el mancismo.
Lczhflev tuvo suerte: su iibro que nadie queria editar
—aunquc no era peor que otros— fue leido y aprobado
por Stalin. Incluso to llamó por telEfono, pero no lo en-
contró en casa. Despues de esa Ilamada, Lezhflev, confian.
do en su repetition, se pasO toda una semana en casa sin
apartarse del telefono. Confiaba en que ci milagro Sc repi-
tiese, pero los milagros, como se sabe, no se repiten. Una
semana mks tarde, le comunicaron que no habria una se-
gunda Ramada, pero quc se habian dado ya las oportunas
ordcnes para que se publicase cI libro y que a él se 1e ad.
mitia en el partido por recomendacion exprcsa de Stalin:
ademas, sc Ic nombraba responsabie de la secciOn iiteraria
de .Pravda.. Asi, puts, Lezhfiev, de sec una verdadera in.
significancia que cualquicra podia dcspreciar por haber si
do editor privado, se vio cncumbrado a lo más alto y Ic
faith poco Para enloquccer de alcgria y emociOn. Por cier-
to, de todos los milagros Este fuc el más estable: hasta su
muerce, Lczhnev siguio ocupando csc cargo u otro
similar...
Una vez sabido su destino, Lczhflev dccidiO alejarsc,

300
pot fin, del celefono. Corrió primerarnente a una pelu-
queria; durante una semana que permaneció en casa, Ic
habia crecido considerablemcntc la barba y tuego a
nuestra casa con ci regaio y ci relato del cambio ocurrido
en su vida y ci modo como habia Ilegado a! manismo.
Cuando editaba cRossia, ni siquiera pensaba en éI. Pero
más tarde, estudio los libros recién descubiertos de Engels,
en particular Ia cflialEctica de la Naturaleza, y se It
abrieron los ojos. Habia ido a una libreria para comprar
un ejemplar de ese libro porque confiaba en que Mandcls-
cam también comenzaria a ver claro. Lezhflcv era un
hombre extremadamente sincero y bondadoso. Incluso
send envidia de él: una profcsion de fe sincera, que ade-
más Ic !ibera a uno de todo lo desagradable y aporca en ci
acto unos ingresos regulates, debe set, sin duda, algo
sorprendentemcnte grato...
Mandeistam se paseaba por la habitacion haciendo so-
nar sus chinelas y silbaba, mirando de vez en cuando a
Lezhilev. Rechazaba con aire indoknte ci regato y ante las
insistencias de Lezhncv, recurrió al ükimo recurso: .No
me hace falta —dijo senalindome—: ella lo ha icido y di-
ce que no me hace falta.... Lczhñev quedo atónico: iC6mo
se podia confiar a la mujer la eleccion de libros sobre cues-
tiones idcologicas tan fundamcntales! cSe puede —le it-
puso Mandelstam—, ella sabe mejot que yo lo que debo
leer, lo sabe siempre.... Lezhnev se marché indignado y
un dia en quc me lo encontré frente a frente en Tashkent,
durante la evacuación, no me saludo. Mc consicieraba, se-
guramcnte, ci genio malefico de Mandelstam. Debo ten-
dine justicia: no mencionô mi nombre para que tambien
a ml me retinasen de la circulación. No conozco su corn-
portamiento en .Pravda., seguramente como todos, pero
siempre me ha parecido hombre detente y honrado.
Inciuso creo que se Ic abrieron los ojos cuando icyó la
cDialEctica de Ia Naturaleza.: ese iibro estaba justamcntc
a su nivel.
Mandeistam se valio de ml para rcchazar cI regalo y en
nuestro estante no hubo ninguna obra manista. Y, dicho
sea de paso, los biólogos, mucho antes que Lezhfiev,
hablaron a Mandelstam de ese libro y se quejaban de to
mucho que les hablan complicado la vida. El que Lezhnev
esruviena toda una semana sin afeicarse no es dc extraflar,

301
lo mismo habria hecho cualquier ciudadano soviético,
arriesgando, incluso, clue Ic echaran del trabajo por absen-
tismo.
En cambio, teniamos en nucstro estante albumes de at-
quitectura y entre clios el libro dc Rodin sobre ci arre go-
tico frances. Alguien nos enviO en 1937 desde Italia, at-
gunos catalogos de museos. Mandeistam se alegro muchI-
simo, pero Koscyriev Ic amargO su buen humor aconseján-
dole que evitase los contactos con los palses imperialistas,
porque todos allI cran espias: .Cuando Ic enviaron esos
libros, tendrian algo en mente....
En ci estante inferior estaban los libros que Ida de ni-
ho: Pushkin, Lérmontov, Gogol, La Iliada... Están descri-
tos en .El Rumor del Ticmpo, y, por casualidad, fucron
conservados per so padre. La mayor parte de ellos se per-
diO en Kalinin, cuando hui de Jos alemanes. jCOmo co-
rrIamos en c1 siglo xx presionados per Hitler y Stalin!
Tenlamos inuchos más libros, Pero de todas formas no
me puedo acordar de todos. Winckclman, por ejemplo,
etc., etc... Los libreros de los libros de ocasiOn sablan lo
clue nos gustaba. Un dia Ic propusieron una divertida
cDanza de la Muertc, Pero costaba cara y no la compra-
mos. .No importa —dijo el viejo librero—. Seth Para Leo-
noy , compra todos los libros quc cuestan más de cincuenta
rublos ... .. Jamás vi a Leonov y pot In tanco dejo la res-
ponsabilidad de ese chisme a Ia conciencia del quc In ha
dicho.

Nuestra literatura

En Ia decada de los años cuarenta, la encargada del gabi-


nete mancista-leninisra de Ia Universidad tic Tashkent era
una viejecita de pelo corto que andaba con muletas.
Decian que la habla atropellado un ciclisra despistado, y
clue los medicos tuvieron que amputarle una pierna por
haber comcnzado la gangrena, pero Usova juraba y per]
raba clue In hicieron adrede, porque todos estaban hartos
de ella. La vicjecira me hizo un gran favor y no creo en las
ma] iciosas insinuaciones de Usova.
La anciana, miembro del partido desde ci año 1905,
habia ocupado antes un cargo muy importante, Pero a]
302
quedar coja no tuvo mI.s remedio que refugiarse entrc los
muros de la universidad. Nadie La tomaba en scrio y, co-
mo es natural, no contaban para nada con ella; sin embar-
go. Ic tenian algo de miedo. Sc orientaba como on
cachorro ciego en la nueva realidad estatal, pew se atenia
cclosamente a los legados del pasado y estaba dispuesta a
armar jalcos pot cualquier cosa. Resulta dificil comprender
cOmo pudo salir indemne de la época de Ezhov; lo mis
probable es quc se hubieran olvidado de ella porquc CstU-
vo mIs de un año en el hospital, perc , si, por casualidacl,
se hubieran acordado de ella, no tendrian ningün reparo
en presentarse all1 con la orden de arresto. Sc ban dado
casos semejantes. tin dia que hacia cola en la circel de
Butirki en La Lila de la letra .M., una homOnima me contO
que a su marido, un viejo de setenta años —no seria ci
abogado?— se lo habian Ilevado desde la clinica donde In
trataban de una grave dolencia cardiaca. Lo mIs vcrosimil
es que La anciana coja, con tantos afios de militancia en ci
partido, fuera un anacronismo de tal especie que nadie se
acordO de ella durante los ahos fatales.
Sentada en ci gabinete marxista-leninista ante una mesa
atestada de libros preparaba ml tesis para el tItulo de Ii-
cenciada en filosofia. Eran ]as obras que se exigian en el
programa y yo las revisaba rapidamente. La viejecita entrO
en ci despacho y no crela In que velan sus ojos: alguien
Ida en original las obras que tan gran papel habian de-
sempenado en su vida. Recordarla, seguramente, su ju-
ventud, la clandescinidad y la exnoclOn clue sintiO al abrir
.EI Capital, pot vez primera.
•1Ah —me dijo—, si todos los escudiantes leyesen como
usted! No me piden mis que el Diccionario Filosofico..
Me send turbada pot su innierecido ctogio. TambiEn yo
conocla el modo de preparar ci examen de filosofia a base
de ese diccionario. .No, no! —repitiO la anciana—. Us-
ted no los conoce: utilizan solo los resflmenes, el dicciona-
rio y pare usted de contar.. Mc permitió Ilevarme todos
los Iibros a casa y hablO con mis examinadores para dispo-
nerlos en mi favor. cNo conoce usted a Ins jóvenes; ellos
quieren aprenderlo todo de memoria, palabra por pa-
labra, pero nosotros somos gente de edad y no estamos
acostumbrados a ello. Si tropiezan, se acabO, on
suspenso... Pero yo les conté todo, les dije cOmo se prepa-

303
raba, In clue lela y tarnbien les hablé de cómo Ic hacen sus
estudjantes,.. La segundo, es decir, In que clijo de los
otros estudiantes, fue lo más esencial. Pot temor a la ma-
ligna vieja, mis examinadores no se atrevieron a suspen-
derme, aunque hacerlo era de 10 más fâcil: yo no estaba
ducha en el arte del intercambio de replicas, como si
fuesen pelotas de tenis, y era muy capaz de confundir to-
dos los congresos... Pot los pasillos, ademas, ya se hablaba
de que no se debla confiar en ml y que era preciso
comprobar muy concienzudamente mis conocimientos.
No era, ciertamente, una orden dada desde arriba que no
se podia quebrantar, sino una iniciativa a los profesores
jóvenes. No querlan, simplemente permitir clue yo, una
extraña, entrase en la privilegiada categoria de los profeso-
res, que recibian excelenws emolumentos; dicho de otro
modo, que pasase a set un ccuadro.... Fibs tenlan buen
olfato: a un kilometro de distancia reconocian al elemento
ajeno, por mucho que Cste escondiera los ojos. En una pa-
labra, la viejecita me salvo y ella sabia Jo que hacla: no era
fácil Para una persona desvalida hacer frente a una genera-
ción joven, intrigante, ambiciosa y Ilena de pasiones.
Ademas, Ia viejecita se habia dado cuenta, tal vez, de que
entre ella y yo existia algo en comün. En aquellos alios
nadie Ida ni su literatura ni la mia. Tanto la una corno la
otra habian caldo en desuso y ambas confiábamos en que
resucitarla algün dIa, pese a todo. Tanto ella como yo
crelamos en la inaniovilidad de nuestros valores, aunque
Jos mios estaban y estin en Ia clandestinidad y su literatu-
La, clandestina de la Cpoca de su juventud, se hizo, por el
contrario, patrimonio del Estado. No obstante, tanto la
una como la otra han Perdido sus lectores.
Desde entonces, han transcurrido cerca de veinte aflos.
La anciana habra muerto seguramente hate ya mucho
tiempo, Pero existen aün personas de la dCcada de los
aflos veinte que piensan igual que ella, que confian obsti-
nadamente en que la juventud vuelva en si y busque res-
puestas a todas las preguntas en ci alfabeto dialectico de
sus aios juveniles. Conflan en qhe ese alfabeto fue aban-
donado porque Jo sustituyO ci cCuarto Capitulo.'. Pero

* Is autora se refiere al cuarto capItulo de Ia Hisroria del Partido Co-


niunisra (boichevique) tie la URSS, clue trata del niaterialismo dialecrico.
(N. de Ia T.)
304
hay también ocros clue son más jOvenes, no han cumplido
aün los sesenta ahos, que sueflan con ci retorno de cse
,Cuarto Capitulo* y de todo cuanto In acompanaba Están
bastante solos, pew se consuclan con la teoria de la tesis,
la antitesis y la sintesis. Conflan en Itegar con vida a Ia
sintesis y extenderse de nuevo con toda potencia. Y, final-
rnente, estã la juventud que recuerda los gloriosos hechos
de sus padres, hoy dia destituidos. .El fin no justifica los
medios. dijo uqo de los estudiantes del grupo que yo en-
sehaba. cPucs yo creo que los justifica —le respondie se-
veramente una bella muchacha que vivia en una espléndi-
da casa y gozaba de todas ]as ventajas que podia ofrecer
una ciudad provinciana a un habitanre respetable: clini-
cas, sanatorios, atmacenes exclusivos y secretos. El padre
de esa joven, jubilado despues del XX Congreso, habIa
elegido para. vivir la ciudad donde yo estaba de profesora.
Era la ünica del grupo que sabia lo que queria, la ünica
que habla leldo a Solzhenistzin; se manifesto absoluta-
mente contraria a la publicaciOn de semejantes libros. Si
la anciana bibliotecaria se afligla de que Jos estudiantes no
leyesen .El Capital., esa joven se interesaba ünicamente
pot el Cuarro Capitulo, y ci mantenimiento del orden.
Ambas esperaban el retorno del pasado.
En cuanto a ml, observo con emociOn y esperanza cOmo
aumenta el nümero de personas que teen los poemas y la
.Cuarra prosa de Mandeistam. Habitualmente ci conjun-
to de las ideas bisicas se forma en la juvenrud y raras veces
se revisa. Mis antagonistas y yo nos mantenemos en
nuestras posiciones. Somos la tesis y la anthcsis. No espero
Ia sintesis, pero quisiera saber a quiEn pertenece ci futuro.

Italia

A la pregunta çQué es el acmeismo?., Mandelstam


respondio: dEs la nostalgia per la cultura universal.. Esto
sucedia en los afios treinca, bien en la Casa de la Prensa
de Leningrado, bien en la conferencia ya niencionada en
la Union de Escrirores de Voronezh, donde Mandelsram
declaró que no renunciaba ni a los inuertos ni a los vivos.

305
Poco despues de ello escribiô: ty una serena nostalgia no
me permice dejar las aán jóvenes colinas de Voronezh pot
las luminosas y univcrsalcs de Toscanab... Las tierras de
Toscana perteneclan a toda la humanidad.
En estas estrofas se manifiesta quizás con mayor clan-
dad que en otras su accitud ante Italia y ci mar Meditenra-
neo. Cayo en mis manos pot casualidad on escrito de
Struve en ci cual se pregunta si ha estado Mandeistam a!-
guna vcz en Italia y enumera todos Ins otemas italianos,
segün expresión soya, quc figuran en sus poemas. Man-
delstam estuvo en Italia dos veces, cuando estudiaba en
Heidelberg y en la Sorbona. Pero esos solitanios viajes ju-
veniles que eran breves —duraban varias semanas— y su-
perficiales, Ic dejaron on sentimiento de insacisfacción;
tEs como si no hubiera estado... Pero no se trata de eso,
sino del papel que jugó Italia, Ia ctierra de coda la huma-
nidad,, mejor dicho todo el mar Mediterranco. cEs impo-
sible senrar ci comienzo de la historia —escribia en on at-
tIculo sobre Chadaiev en los aflos de su juventud—. En
general es inconcebible si no hay continuidad ni unidad.
La unidad no puede inventarse, ni crearse; tampoco se
puede aprender. Donde no existe hay, en ci mejor de los
casos, ''progreso'', Pero no historia: ci movimiento mecá-
nico de Ia manecilla de un rcloj y no el sagrado vinculo, y
Ia sucesión de los hechos,. Estas palabras Sc refieren a
Chaduiev, pero era también lo quc sentia ci propio Man-
deistam. Para él toda la zona del mar Mediterranco era
tierra sagrada, la tierra donde comenzó la historia que en
so desarrollo sucesivo din a Europa Ia cultura cristiana. No
acabo de comprender ci porqué cI siguiente pasaje del
.Viaje a Armenin puso en guardia a todos los marxistas.
tUna planta en ci mundo es on acontecimiento, on id-
dente, una flecha, pero no una evolucion tediosa y ramifi-
cada.. . - Supongo que la palabra tevolucion, éstaba inti-
mamente relacionada con Ins positivistas, Comte, Stuart
Mill y todos cuantos Ida y vencraba la gente de la genera-
ción de su madre que fue, además, la que desbrozo en
nuestros dIas el camino al maixismo. En todo caso, Man-
delstam distingue dos series de fenómcnos: la positiva y la
negativa. En la posiuva inclula la cormenta, Ins aconteci-
mientos, la formacion de cnistales... Aplicaba estos con-
ceptos tanco a la historia como al arte e incluso a la forma-

306
ción del caricter humano. En la negativa estaban todas las
clases del movimiento mecinico: la marcha de las agujas
del reloj, ci desarrollo, ci progreso. Podemos incluir en es-
to la sucesión de Las imágcnes de una pelicula que compa-
-ra en su ,Conversación sobre Dante. con la ,metarnorfosis
de una tenia.. Esta comparación es un ataque contra la
brillantez de La lOgica de Eisenstein, muy de moda enton-
ces, contra sus bellezas mecánicas. Ese movimiento, segUn
Mandeistam, equivalia al inmovilismo, al budismo,
comprendido al modo dc Vladimir Soloviov como una
marcha de ccarros de Bárbaros.. Por ello precisamenre, LIa-
me ,budisra. a Moscü: cyo regresE, mis bkn, me obhga-
ron a regresar a la Moscü budista'. En nuestras continuas
conversaciones sobre la vida nueva y el fururo reino mile'
nario del ininterrumpido progreso, Mandelstam soDa en-
furecerse y discutir con ardor. Percibia en esas teorlas el
antiguo .anhelo paneslavista de parar Ia historia.. No sé
en qué medida crela en la congruencia del proceso histori-
cc —hasra mediados del siglo xx era muy dificit creer en
ello.—, pero, en rodo case, no crela que ci objetivo de la
historia fuese la felicidad del género humano. Su acritud
ante la felicidad universal era la misma que ante la indivi-
dual. <Por qué se te ha metido en la cabeza que debes
set feliz?. La teoria de la felicidad universal Ic parecia la
mIs burguesa de toda la herencia del siglo xx.
El segundo punro que nos movia a discutir era la cues-
tiôn de la continuidad que él buscaba en todas panes: en
la historia, en la cultura, en el arte. También en esto recu-
ida a la analogia con el reloj: al reloj se Ic da cuerda y el
movimiento empieza de la nada, pero un acontecimienro
es inconcebible sin algo que In anteceda.
Mandelstam se disringula por un espiritu concreto muy
riguroso que tenia algo cómlcamenrc infanril; una yea
hallada la comparación que la recordaba cI est6pido infi-
nirob gracias a la manecilla del reloj, so antipatia se exten-
diC a ese objeto tan ütil. No Ic gustaba y jamis tuvo uno.
jQué faIn me hare un reloj! —decia—, sin necesidad de
mirarlo sé la hora que es. En cicero, media el tiempo con
sorprendente exactitud y jamis se equivocaba en mks de
varios minutos. Creo que esta es una propiedad de los
ciudadanos de [as ciudades y él lo era... La ñnica clase de
reloj que el admiria en casa, cuando yo insistia mucho, era

307
ci de pEndulo. Este tipo de rcloj con el pénduio, Ia pcsa
con so cadena y ci dibujo en la esfcra mitigaban su odio at
contador inecánico. Le hacia recordar la cocina, que
siempre fue su habitacion predilecta en la casa, aunquc H
jamás la tuvo. Tambien Ic gustaban los relojes de arena de
]as farmacias y tenia grandes dcseos de comprar uno Para
ci cuarco de baho, Pero no tardamos en set expulsados de
la ünica casa que tuvimos con baflo, asi que no nos dio
tiempo dc comprarlo. En sus poemas para niños figuran
las manecillas del reloj y se comparan con un par de bigo-
tes que corren pot un Plato. Hay personas tan pianas co•
mo un Plato...
Pero Mandeistam no sentia ninguna repulsion pot las
máquinas, sc interesaba per ellas, adniiraba su inteligente
funcionamiento, hablaba gustosamcntc con los ingcnieros
y Ic gustaba no tenet Iectorcs cntrc cilos. En efecto, si en
aquellos años los jOvenes técnicos se interesaban pot Ia Ii-
teratura, scguIan a LEF. Algunos klan a Pasternak, que ci
propio LEF les prcscntaba. Hoy dia la situaciOn cs distinta
y, adcmás, Ins técnicos ban dejado ya de set los reprcscn-
tames del siglo, como la vanguardia del Progreso... Los
más inte!igentcs dc crate elios se sicntcn inciuso confusos
dc set considerados tecnOcratas. El mitt dc la grandeza de
la industria, de su papel decisivo en la historia, de Ia .nc-
cesidad hisrOrica. y la superestructura que depende picna-
mente de Ia base, está casi superado. Parecc que la época
del determinismo social está finalizando, Pero ann perdu.
ra ci mitt al que din vida: ci de Ia incompatibilidad y
oposiciOn cntrc la cuttura y la civilizaciOn. No radicara ci
mal de nuestra cultura en ci hecho de que tengamos ins-
trurnentos más perfectos que hare cien afios?
lilok hablo ya del fin de Ia civilizacion quc habia susd-
tuido a la cultura y comparaba nucstra época con la caida
de Roma Segun Blok, Ia civilizacion individualista, falta
de integridad, se habia destruido, arrastrando en su calda
ci humanismo y sus valores éticos: a sustituirlos vendrian
mans de barbaros, no civihzados, que ban conservado ci
cespIritu de la müsica, portadores de una cultura nueva.
Es curioso señalar clue esas masas para Wok debian ser get-
mánicas o eslavas, como si ya en 1918 hubicra prcscntido
ci fascismo... La concepciôn de Biok se aproxima a la de
Spengler. Pesc a su cristianismo primitivo y at tespiritu de

308
la müsica ' , Blok siguc siendo, en esencia, un positivista.
El individuo para él no es un exponente de la cultura ens-
tiana, sino tan solo del humanismo, al igual que Ins valo-
res érieos y los sentimientos humanitarios. La teoria de
Spengler jarnás sedujo a Mandelstam ni por un breve ins-
tante. Después de leer .El Ocaso de Europa) me dijo, sin
dare importancia, que las analogias de Spengler no pa-
drian aplicarse probablemente a la cultura cristiana. Man-
dclstam jamás pensO en ci fin del mundo, lo que constitu-
ye una de las causas del pesimismo de Blok. La cultuna pa-
ra él es la base del proceso histOrico; la historia era el ca-
n-tino de su comprobaciOn, Ia prueba del bien y del mal.
La convicción de que la cultura, como la bienaventu-
ranza, es lo primario y que sin ella no hay, en general,
histonia, to llevO a considerar como tienra sagrada ci Mcdi-
terránco. Dcaqul ci constante retonno a Italia y a Roma
en sus versos. Roma es Cl lugar del hombre to el Univcrso
y los pasos son all1 acciones... Inclula en la esfera del Me-
diternineo a Crimea y Transcaucasia. En el poema dc
Ariosro expone su ilusiOn: .Fundiremos en un solo y fra-
ternal azul ntis rosicleres y nuestras costas del mar
Negro- -
.La tierra que sirviO de aprendizaje a los primeros horn-
bres, era ci lugar de la constante devociOn de Mandcls-
tam. Pese a su enorme aficiOn a los viajcs, se negaba catc-
gOricamente a visirar Asia Central y ci Extremo Oriente.
Le atralan tan solo Crimea y ci Caucaso. Los antiguos
vinculos entre Crimea y el Cáucaso, sobre todo de Arme-
nia, con Grccia y Roma, Ic parecian una garantia de la co-
munidad con la cultura mundial, mejor dicho, con Ia
europea. La mayoria de los escritones soviéticos clue hacian
viajes —los viajes a las regiones cxrrcmas del pals gozaban
de gran popularidad— eleglan habitualmente ci mundo
musulman. A juicio de Mandelsram esa atracciOn de
nuestros escrirores por el mundo musulmán no era casual.
El determinismo, la disoluciOn del individuo en Ia sagrada
militancia, las inscripcioncs ornamentales en una arquitcc-
tura clue aplasta al individuo, todo eso correspondia más a
los hombres dc nuestra época que la doctrina cristiana
sobre el libre aibedrio y ci valor de la personalidad huma-
na.
Mandelsram sentiasc ajeno al mundo rnusulmán: cy se

309
apartó con dolor y verguenza de las barbudas ciudades del
Oriente. Solo buscaba las tradiciones de la cultura heléni-
ca y cristiana. Sentia cariflo por Feodosia no sOlo por la
originalidad de sus paisajes, sino también pot su nombre,
pot Ins restos de la fortaleza genovesa y el puerto con bar-
cos Ilegados del Mediterraneo. En cierta ocasiôi Ic dijo a
jardzhiev que se consideraba como el iItimo poeta cris-
tiano y helénico de Rusia. Esa palabra tItimo> Cs la ünica
manifestacion de su temor a la destrucciOn de Ia cuitura...
Creo quc le habria gustado set enterrado en Crimea y no
en la tierra de su exilio, en los alrededores de Vladivostok.
Se comprende faciimente pot qué ci don poético retor-
nO a el en ci Ciucaso. En un poema suyo dice que dtraba.
jo cuando siento en el pecho ci palpitar de la Colquida,
es decir, cuando se siente relacionado con el mundo de la
cultura y de la historia. Solo entonces puede nacer el .can-
to limpio, desinteresado,... Habia anhelado it a Armenia
desde hacia mucho tiempo, prefiriendola, inciuso, a Geor-
gia, pot considerarla como una avanzadilia del cristianis-
mo en Oriente, aunque en más de una ocasiOn resaltO la
importancia que tuvo Georgia para la poesia rusa.
A Bujarin Ic debemos el viaje a Armenia como todo lo
bueno que hubo en nuestra vida. Intento mandarnos a
Armenia por primera vez a finales de los años veinte,
cuando el Comisario de InstrucciOn Püblica era Mravian,
quien invite a Mandeistam a Erevan pan dar un cicio de
conferencias y dirigir un seminario. El primer viaje fracasO
pot Ia inesperada muerte de Mravian y, ademas, Mandels-
tam tenla pánico a la enseñanza; no se crela capaz de en-
seflar a nadie y SC daba clara cuenta de que carecIa de co-
nocimientos sistemáticos. Cuando en la década de los aijos
treinta, Korotkova, Ia secretaria . ardiila descrita en Ia
.cCuarta prosav IC preguntO a donde queriamos it, ei res-
pondiO: .A Armenia. Ella ianzó un suspiro y le mirO se-
riamente: .Otra y ea? Entonces la cosa es grave.. ., Man-
deistam no la menciona pot casualidad. Era una persona
buena, cordial y atenta, lo que no se daba con frecuencia
en nuestras instituciones. Y como contraste recuerdo a Ia
•secreraria de belieza inhumana, en algunos fragmentos
dramticos de Ajmátova, destruidos en un acceso de
miedo, toralmente fundado. La secrecaria de Ajmitova no
hacia más que repetir una sola frase que olamos en todas

310
panes y siempre: cSon ustedes muchos y yo estoy sola...
En esta frase se refleja ci estilo de toda una época, expre-
sada pot boca de una insignificante funcionaria.
El editor americano de las obras de Mandeistam, Fili-
pov, Con la perspicacia propia de todos los editores decidiO
que Mandetstam se fuera a Armenia, huyendo de la cons-
trucciOn de Ins planes quinquenales. . - Es una barata espe-
culaciOn politica. En la periferia, la industrializaciOn se
notaba mucho más clue en ci centro y contra ella nada po-
dia tener Mandeistani. Por qué iba a disgustarle una or-
ganizaciOn planificada de la economia? Su problema no
era ese.
Crimea, Georgia y Armenia, Para él, eran ci mar Negro
que las unia con el Mediterrãneo y la cultural universal. El
rasero de todos los fenOmenos segula siendo Italia, No
habia elegido a Dante por azar Para exponer so credo poE
tico. Para el, Dante era la fuente de la cual emanaba toda
la poesia europea y la medida de la certeza poética. En sus
libros de notas relacionadas con la ,ConversaciOn sobre
Dante' habla varias veces del cinjerto italiano* en algunos
poetas rusos Estas notas no pasaron al texto definitivo
porque no quiso set demasiado sincero ni descubrir sus
pensamientos en exceso: diriase que dejaba solo Para si ci
curso de los mismos. En las catedrales del Kremlin des-
cubriO so naturaleza italiana: cy las catedrales moscovitas
de cinco cupulas con alma i-usa e italianas. *La tierra
AsunciOn: Florencia en Moscü.
Al contemplar la Trinidad. de Rubliev comentO que ci
pintor debia conocer, sin duda, a los maestros italianos y
que esto lo distingula de los pintores de iconos de su Epo-
ca. En Ia breve biografla de Goethe, hecha Para la radio
de Voronezh, figuraban numerosos episodios que no solo
caracterizaban La biografla del gran poeta, sino en general
de cualquier poeta, y terminaba con el viaje del jovcn Goe-
the a Italia. Esta 2 eregrinaci6n a los sagrados lugares de
la civilizaciOn europea era, en so opiniOn, una etapa nece-
saria y decisiva en la vida de cada artista.
COmo se explica, entonces, que Mandelstam descon-
tento de sus viajes juveniles a Italia, hubiera renunciado
en la decada de los años veinte a on viaje al extranjero? El
entonces todopoderoso flujarin lo avalO y también lo hizo
Voronski; el pasaporte Para el extranjero estaba asegurado.
311
Estos avales permanecieron todo ci riempo en ci balil has-
U que en ci primer registro los metieron en una cartera y
se los Hevaton a Lubianka juntamente con los manuscritos
de los poemas, anadiendolos al sumario...
En mis años jévenes no acababa de comprender la relacion
entre lo quc Mandeistarn hacia y In que escribla. Hoy dia
lo veo con mucha mayor ciaridad c l ue cuando El vivia y las
discusiones cotidianas, las mutuas pullas y disputas ocupa-
ban todo nuestro ti empo y nuestros pensamientos. En un
ardculo sobre Chadaicv hallE la cxplicacion de su renuncia
al viaje a Europa. Chadaiev, segiin cuenta Mandelstam,
visito Occidente, estuvo en ci .mundo historico,. y regresé,
pese a todo; ci hecho de clue hubiera encontrado ci cami-
no de regreso era un mérito a Ins Ojos de Mandelstam.
Con la misma ingenua rectitud quc Ic bach renunciar al
reloj recordo el regreso de Chadáiev y renunció a la tenta-
ciôn de visitar Europa una vez más. Sus pensamientos Sc
convertian siempre en acciones, Pero temiendo mis burlas
no siempre me descubria su trasfondo, Pero ya en vida su-
ya, sabia clue sus versos y prosa determinaban en cierto
modo su conducta, mejor dicho, que muchas de las cosas
que decia venian a set para El como tin voto. Tal era el vo-
to de la pobreza en ci poema de San Alexis y la promesa
de continuar la lucha pese a lo peligrosa y desagradable
que pudiera set en los •Aiiscans, y la rcnuncia a Europa
en ci articulo sobre Chadaicv. Este artIculci fue escrito en
los ahos de su primera juventud, Pero su ideologia ya esta-
ba formada y los votos hechos por un chiquilio conserva-
ron su fuerza hasta la hora de su muerte.

La estructura social

Ya a principios de la decada de los treinta, Mandeistam


me dijo un dia: .Sabes, si bubo alguna yea un siglo de
ow, fue ci xix, Pero no lo sabIamos.
En cfccto, habia muchas cosas que no sabiamos ni corn-
prendiamos y el conocimiento lo adquirimos a muy alto
precio. 1 Por qué tendrá que sufrir (ante la gente por la
büsqueda de formas más perfectas de vida social! Hare
312
pOcO of decir: .Es sabido quc toclos aquellos que ansiaban
proporcionar felicidad a Jos hombres, sOlo les causaron in-
mensos males.... Esto to duo un joven que ahora no
quicre ningün carnbio, con tal de no acarrear ninon mal ni
pan si ni para los demas. Como éì hay muchisimos ahora,
entre los circulos, naturalmente, más acornodados. Son los
jóvenes especialistas, Ins representantes de las ciencias
exactas cuyo trabajo necesita ci Estado. Viven en casas he-
redadas con dos, tres y cuatro habitaciones o bien esperan
recibir vivienda de los centros donde prestan sus servicios.
Están asustados pot la actividad de sus padres, pero temen
aün más Jos cambios. Su ideal es pasar tranquilamente La
vida en ci rnanejo de sus máquinas caiculadoras, sin pen-
sat para qué se necesitan sus cálcuios ni qué consecuencias
tendrán; dedican sus horas de ocio bien a la literatura, a
las mujeres, a (a müsica a a los viajes pot ci sur. No en Va-
no ci viejo guasOn Shkiovski, at recibir una nueva vivien-
da, dijo, dirigiEndosc a otros afortunados que tambiEn las
habian recibido: tAhora tenemos que pedir a Dios que no
haya revoiuciOn.... Victor Shklovski habia dark en el
bianco: se habia aicanzado ci limite de la dicha
personal... Con tat dc poder gozar de ella... Con tal de
tenet tranquilidad.. Un poco dc tranquilidad. - Nunca la
hemos cenido.
La formula de Jos jOvcncs especialisras quc no dcsean
cambios es dc una rara perfccciOn; en cfccto, la basqueda
de la perfeccien nos lieva sabe ci diablo a dOnde. Hace
poco un hombre de edad madura y de un destino diferen-
tc, con un pasado Ileno de pcnalidadcs, activo luchador
pot In .nucvo, pero no en nuestro pals, gracias a lo coal
conservO ci sentido de (a responsabilidad pot to ocurrido,
confcsaba: &Una sola vcz en (a vida quisimos hater feliz al
pueblo y jamás nos lo perdonaremos.. Crco, sin embargo,
que se to perdonara y procurarã tomar de la vida todo
cuanto Ic corresponde pot sus méritos... Y all1 abajo,
aquelias mismas masas de las cuales se ban dicho tancas
tonterlas (como Blok, pot ejempto, habiando de quc no
estaban contaminadas pot la civilizaciOn, que poscia ci es
piritu de la müsica, etc., etc.), cavilan intensamente sobre
ci modo de conseguir alga más de dinero quc ci salario pa-
ra poder tarnbiEn vivir en paz. Aiguno quc otto roba to
que puede, bien para reparar la casa, bien para comprarse

313
ropa; otros se preocupan sobre todo de la bebida. Dc
donde saran dinero pan cmbrutecerse con ci vodka? En
Pskov tenla pot vccino a un albaflil, antiguo guerriliero,
hombre ya entrado en aflos quc scguia siendo tin frenEtico
partida-io de Stalin. El dia de la paga, insultaba a su ca-
pataz por habcrie enganado con las peores palabras y pot
la tar& armaba camorra en ci pasilio dc la casa comunal:
cFijaos cómo vive Grigori Scmionich! iTiene dc todo!
Stalin Ic din todo!.... La mujer le arrastra hacia su habi-
radon donde viven cuatro, Pero no ccsa de alabarse: .Me
dio vivicnda, una condecoraciOn, la vida, ci respeto y ci
honor... Y vosotros sabéis a quién se Ia debo... Gracias a
€1, bajaban Ins prccios... ' . En esta famiiia, ]as fiestas se cc-
lebran en forma muy soicmnc: se rthncn ]as hermanas de
la mujer con SUS maridos, rccuerdan la expropiaciOn (ellas
consiguieron hut del caserlo paterno), primero se coioca-
con de criadas y iucga al servicio del Estado. La esposa del
albanil fuc la más lista: durante la guerra con flnlandia se
colocO en un comedor de la MGB, en una zona próxima
at frente y recordaba que Ins finiandeses .eran maIos. Be-
ben a la memoria dc Stalin y rccucrdan quc antes, en su
tiempo, tenian dc todo y ahora, en cambio, faIn de
todo... Los hombres son invalidos de gucrra y las mujeres,
ya de cierta cdad, tienen hijos nacidos despues de Ia
guerra... La esposa del albahil trabajo para ml de asisten-
ta durante todo ci invierno y en la Primavera, de acucrdo
con la costumbre, dcnuncio a la vccina que me habia al-
quilado la habitacion por no haberme registrado. Después
Iloro amargamente, me pidio perdon y fue a la igiesia a
rezar Para redimirse de su pecado... Este tipo de gcntc
pertenccc a un pasado muy podcroso aün que va desapa-
reciendo poco a porn. Y sus deseos de cambios se deben a
su añoranza de la juventud que ahora les parcce radiante y
del retorno de aquci clue les enscflO las fOrmulas más
simples: .Gracias pot nuestra vida fciiz,... Tambien
tienen mOsica, ci aparata de televisiOn quc es objeto de
primerisima necesidad. Desde luego, nos hicicron dicho-
sos, Pero nadie se arrepientc de ello.
A principios del siglo xx se ilegO at convencimicnto
—esto lo cnticndo ahora—, de clue sc dcbia crcar una so-
ciedad perfecta, mejor dicho, ideal, que debIa, que estaba
obligada y no podia no asegurar el bienestar general y Ia

314
felicidad de todos. Esta idea era producto del humanismo
y de las tendencias liberales del siglo xix, pero fue eso,
precisamente, ci obstaculo para la realizaciôn del reino de
la justicia social. No debemos olvidar que ci siglo XIX fue
denunciado como ci siglo de las nobles palabras y acciones
de compromiso, de maniobras e inestabilidad general. En
contraste, el siglo xx buscaba la salvacion y la cuiminación
de sus ideas en un orden fCrreo, rigido, y en la disciplina,
basada en el sometimiento ala autoridad. Todo se edifica-
ba en contra del pasado. El ansia de un regimen orgãnico
y de una sola idea en que se basaria la ideologia y toda la
àctividad, torturaba a los hombres a fines del siglo xix y
principios de este. La libertad de pensamiento, criatura
amada del humanismo, minaba la autoridad y fue sacrifi-
cada en aras de nuevos ideales. El programa racionalista
de las transformaciones sociales exigia una fe ciega y la su-
bordinacion a la autoridad. Asi, pues, se restauró Ia auto-
ridad y apareció la idea de la dictadura. El entusiasmo no
es una palabra vacla. Ha existido realmente. Un dictador
es poderoso de verdad solo si dispone de cuadros de ejecu-
tores que confian ciegamente en El. No se les puede
comprar, ya que serla demasiado simple, pero cuando ya
existen, cabe completarlos y adquirirlos, sobre todo si hay
donde elegir. Pew toda idea tiene su comienzo, desarrollo
y decadencia. Cuando Csta liega, queda la inercia: jOvenes
que temen cambios, hombres devastados que sOlo ansian
paz, un puhado de viejos acemorizados por lo que han
hecho y ejecutores subalternos que repiren mecãnicamente
las palabras que les fueron inculcadas en su juventud.
Mandelstam jamás renunciO al humanismo y a sus valo-
res, Pero tambien El tuvo que recorrer un largo camino
Para poder calificar el siglo XIX como el siglo de oro. Al
igual que todos sus coetãneos, revisó la herencia del si-
glo xix y Ic presentO su cuenta. Creo que en su formacion
ideologica jugó un gran papel so propia experiencia perso-
nal, La experiencia del artista que determina su concepciOn
del mundo igual que la determina la experiencia mistica.
Pot ello, tambiEn en la vida social buscaba la armonia y la
correspondencia de las panes en su subordinacion al todo.
No en balde Ia cultura era para El la idea clue regia el pro-
ceso histOrico y su estructura... Hablaba de la estructura
de Ia personalidad y de la estructura de las formas sociales.

315
juridicas y econOmica& El siglo XIX Ic repelia por so
pobreza, incluso per la fealdad de so estruccura social; en
alguno de sus artIculos habla de ello. Mandeistam no
hallaba en las democracias occidentales, satirizadas ya por
Guertzen, ni la armonia ni la grandeza a las que aspiraba.
Anhelaba una estructura definida de la sociedad, una cs-
cala de Jacob., como dijo en on articulo sobre Chadaicv y
en •Ei Rumor del Tiempo.. Habia percibido esa cescala de
Jacob. en la organización de Ia lglesia CatOlica y en el
marxismo, que Ic habian atraido en sus años de estudian-
it. Habla de eso en .El Rumor del Tiempo. y en una carta
que escribie desde Paris a so maestro V. V. Guippius, a
donde foe a estudiar, una vez terminado ci curso de la Es-
cuela Tenishev. lanto en el catolicismo como en ci mar-
xismo habia descubierto Ia idea organizadora clue ligaba
en un todo los diversos elementos de Ia estrucrura. En
1919, estando en Kiev, me dijo una vez que pata ét la
mejor organizaciOn social era una especie de teocracia. Por
ello no Ic asustaba Ia idea de la autoridad convcrtida en
poder dictatorial. En aquellos aflos lo finico que quizás Ic
disgustaba era la organizaciOn del parrido. cEl partido Cs
como la iglesia vuelta del revés.... Queria decir con ello
que ci partido se organiza como la iglesia, con Ia supedita-
ción a una autoridad, pero sin dies... En aquel entonces
aün no se imponia la comparaciOn con la Compaflia deje-
sth.
Despues de la guerra civil, empezaron a estructurarse
]as primeras formas del poder estatal. Engels tenia razOn
cuando indicaba que la .industria de !as armas mortiferas*
es siempre la mis avanzada. Lo demuestra toda Ia histo-
na, desde la invenciOn de la pólvora hasta la fusion del
átomo. Del mismo modo las instituciones mis ,avanza-
das., es decir, [as mis caracteristicas y las que mejor expre-
san Ia idea estatal, son ]as quc se dedican al cxterminio
del hombre para provecho y gloria de la estructura
social...
El primer encuentro de Madelstam con el nuevo Esta-
do ocurrió durance so visita a Dzerzhinski y al juez de ins-
trucción para interceder por su hermano que habia sido
detenido. Ese encuentro le obligo a meditar profunda-
mente sobre ci relative valor de Ia cestructura social. y la
personandad humana. La nueva cestructuras no hacla más

316
quc esbozarse en aquel entonces, pero ya prometla set
majesruosa en extremo, aün rnás grandiosa que las pirámi-
des dc Egipto. Y Sc ic podia ncgar la unidad de su con-
cepción. Dirlase que la iiusión juvenil de Mandeistam cm-
pezaba a realizarse, pero Ci, como todo arcista, jamis per-
dia ci sentido de La realidad y pot eso la majcstad de las
formas estataics del socialismo no Ic cegó, sino quc mis
bien Ic dio miedo. Dc csc periodo data su pocma cEl Si-
gb., en ci cual retorna al pasado y pregunta cómo *unit
]as vertebras de dos sigios, y tambiCn su articuio dEl hu-
manismo y ci mundo actual.. Dice en csc arriculo que el
rascro dc la estructura social cs Cl individuo, pero quc
suele haber Cpocas que se oividan de Ci. cDicen que nada
ics importa ci individuo, que debe utilizarse como ci
Iadriilo o ci cemento, clue SC dcbc construir partiendo de
ii y no para V. v Como ejemplo de estructura social hostii
al hombre cita Asiria y ci antiguo Egipto: cLos cautivos dc
Ins asirios buiien como poilucios a ios pies del inmenso
rey. Los guerrcros quc personifican para ci hombre ci hos-
di poderlo del Estado matan con sus iargas picas a los pig-
meos arados y los constructores egipcios tratan a la masa
humana como un material del quc deben disponer
sicmprc y en cuaiquier cantidad. ... La época en la cuai Ic
tocó vivir, le hizo recordar a Asiria y Egipto, pero segula
confiando en que Las futuras formas monumentaics del
Estado inmincntc serian suavizadas pot ci humanismo.
Sc han conscrvado dos fotografias dc Mandeistam. Una
de elias representa a un hombre joven, vestido con jersey,
con aire serio y preocupado; es del aflo 1922, cuando des-
cubrio por vez primera la naturaicza asiria de nuestro Es-
tado. En Ia otra foto aparccc un vicjo con barba. Ernie
ambas fotos sóio han transcurrido diex afios, pero en
1932, Mandcistam ya sabia en qué se habian convertido
sus sueños juveniles sobre la belia cestructura social ' , Ia
autoridad y la superación de las lacras del sigio XIX. En
aquel entonces ya tuvo ticmpo de decir, refiriCndosc al fey
de Asiria: cMi aire tomó para A. El asirio mi corazón suje-
ca. y escribir el poema: .Vivimos sin sentir el suelo bajo
nuestros pies.. Fuc uno de los primeros en voiver al si-
glo xix y en calificario de .cdad de oroa, aunquc sabIa
que nuestras ideas habian brotado dc una de las semilias
cultivadas en aquci siglo.

317
A finales de su vida, Mandeistam volvió a recordar una
y ea más Ia famosa eestructura social, y se no de si mismo:
€Fortalecido por selecta carne canina, ci Estado cgipcio a
sus muertos ofrece todo y hasta la bagacela de las Pirámi-
des. El incomparable François Villon amaba el gOtico,
hacia travesuras, se rela del derecho de las ara.flas, sabio y
escolar, angel ladron...
A lo mejor somos en realidad asirios y por tIles reaccio-
namos con tanta indiferencia ante Ia matanza masiva de
esclavos, cautivos, rehenes y rebeldes... Al conocer la ma-
tanza de turno, nos deciamos unos a ocros: cBs un feno-
meno masivo... iQu6 podemos hacer!.... Apoyamos las
medidas, los proyectos y ]as disposiciones masivas. Tam-
biEn entre los reyes asirios los habia buenos y malos, pero
quién puede detener la mano de un icy cuando hace la
senal para clue se exterminc a los pnisioneros o permite al
anquitecto cl ue Ic construya un palacio?
No senian esos exterminados cautivos la misma masa
con la cual nos asustamos ahora muwamente? En codas
panes donde reina un orden fErreo aparece la .masa*, pe-
to en las fábricas los hombres viven su propia vida y si-
guen siendo hombres. Siempre observe que en un hospi-
tal, en una fábnica, un teacro, en esas instituciones cern-
das, Ia gente vivia su propia vida, plenamence humana,
que no los mecaniza en absoluco, que no los convierte en
'masa....

Ne trebim

(Ahora resulta que vivimos en una superestructura., me


comunicó Mandelstam en 1922, poco despues de nuestro
regreso de Georgia. Habia escnito hack poco un articulo
sobre ci alejamienco de la cultura y del Estado, pero la
guerra civil habia terminado .y los jóvenes constnuctores
del nuevo Estado hablan comenzado, por entonces sOlo
teOnicamente, a situar en su lugar correspondiente todos
los fenOmenos de la vida. Fue entonces cuando la cultura
paso a set una superestructura de Ia base y esce hecho no
dejO de manifestarse. Klychkov, rebelde pot naturaleza,

318
pero de un gran corazOn, un gicano de ojos intensamente
azuks, decia todo confuso a Mandelstam, refiriEndosc a
Voronski: .Se ha obstinado Y no hay quien lo mueva. Di-
ce que eso no nos hace falta.. Voronski, como todos los
demas redactores, se negaba a publicar Ic que escribia
Mandeistam: la superestructura tenia por misiOn fortalcccr
Ia base y sus poemas no servian a ese Fin. La formula: cEso
no nos hate falta* sono aün más divertida en lengua ukra-
niana. En 1923, estando en Kiev, Mandelstam pidio per-
rniso a la secciOn artistica pan celebrar una velada. Un
funcionario con bordada camisa ukraniana Sc lo negO:
Por quE?., se le pregunt6: 4Ne treba, respondiO con in-
diferencia. Esra frase se convirtiO para nosotros en un pro-
verbio, pero a mediados de la decada de los años veintc,
]as bordadas camisas ukranianas se pusieron de moda, sus-
tituyendo a las rusas abrochadas de lado y con cuello de
tirilla, acabando pot set una especie de uniforme pan los
responsables del Comite Central y de los Comisariados.
En la decada de los aflos treinta se estableció on orden
perfecto en la superestructura cuando en la revista .Boll-
shevik. (El Bokhevique) se publico una carta de Stalin in-
vitando a no cditar nada quc difiriese del punto de vista
ouicial. Con ello la censura perdiO su razOn de set y toda so
importancia. La censura, de la que canto maidicen, es de
hecho un indicio de relativa libertad de prensa: prohibe
publicar escritos antiestatales. Incluso siendo estupida, co-
mo Ic corresponde, no puede, a pesar de todo, destruir
completamente la litiratura, El aparato de redactores stali-
nistas actuaba de modo mucho más eficaz. En la redaccion
de la revista ZKP (Pot la Educacion Comunista) en la cual
yo trabajaba, cuando se publicO el articulo de Stalin, co-
menzó una revision febril de manuscritos: hicimos cones y
supresiones, desechando todo cuanto no respondia al di-
recto encargo estatal. A esto se it Ilamaba 4reorganizarse a
la luz de Las indicaciones del camarada Stalin.. Mc IlevE a
casa ci nümero de la revista con la carta de Stalin para en-
seflársela a Mandelstam. La ieyO y dijo: a0tra vez 4 nc tre-
ba', pero ahora definitivamcnte.. Tenla razOn. Esta carta
significO un viraje en la edificaciOn de la superestructura.
Ni siquiera ahora se olvidan de ella los guardianes de las
tradiciones stalinistas, que defienden la prensa soviética
contra todos los Mandeistam, Zabolotski, Ajmátova, Pas-

319
ternak y Tzvietaieva. El argumento .ne treba* sigue zum-
bando en nuestros oldos hasta ahora.
Serguéi Kiychkov fue vecino nuestro durance couches
afios, tanto en la casa de la calle Guertzen, como en ci pa-
saje de Fürmanov y siempre fuimos amigos. A él Ic dedico
la tercera pane de sus ,Versos sobre la Poesla Rusa: .Me
prendE del bosque hermoso ... .. Esto ocurriO porque Kly-
chkov recitó unas estrofas que decian: .Y sin apuesta algu-
na los rnuy estüpidos juegan a las cartas con frenesh y co-
mentó: .Esto va pot nosorros, Osip Emihevichb, aunque
ninguno de Ins dos jugaba a las cartas; llevaban otro juego
y las apuestas eran mayores quc cualquiera que SC pudicra
hacer jugando a las cartas.
A Kiychkov Ic retiraron muy pronto de su puesto de re-
dactor, porquc éI, por su naturaleza campesina, no podia
converrirse en funcionario y cuidar de la pureza de la su-
perestructura. Vivia a costa de la traduccion de una inter-
minable epopeya y pot las noches se ponia las gafas con
una patilla rota, pie sustitula con on cordelito, y Ida la
enciclopedia, al igual clue un devoto zapatero lee so
Biblia. A ml me dijo Jo mâs halagueno que se Ic podia
decir a una mujer: .Usted, Nadenka, es una mujer muy
inteligente y una chiquilla muy tonta ... .. Me In dijo per
haber leido a Luppol ci epigrama que sobre él compuso
Mandelstam.
A Mandelstam Ic gustaba mucho la poesia de Klychkov
y sofia recitar algunos tie sus fragmentos imitando al acen-
to de su autor. Los poemas fucron requisados durance ci
registro y desaparecieron, porquc a Klychkov no se Ic
ocurrió esconderlos a so debido tiempo. Desaparecieron
como todo lo que era Ilevado a Lubianka, También Klych-
kov dcsaparecio. A su mujer Ic dijeron que se Ic habia
condenado a diez años sin derecho a correspondencia.
Tardamos en saber que eso significaba el fusilamiento.
Dicen que so actitud ante ci juez de instrucción fuc va-
hente y decidida. Yo creo que unos ojos como los suyos
tenian que enfurecer al juez. En aquel entonces ya se
sabia sin lugar a dudas que si una persona se habia consi-
derado culpable, no cabia dudar de su culpabilidad y no
hacla gran falta el juicio. En ocasiones se fusilaba a Ia gen-
te durance el interrogatorio y de Klychkov cuentan que
murió as! justamente.

320
Después de la muerte de K!ychkov, los moscovitas se
hicieron menos expresivos, mâs mediocres. Klychkov tenia
amistad con Pave! Vasiliev a quien calificaba de so genio
malo, porque Vasiliev lo lievaba con mujeres y lo hacla
beber. Una y ea en la revista dCrásnaia Nov (Novedades
Rojas) !as jOvenes empleadas de !a redaccion confundieron
un poema de K!ychkov y to firmaron con el hombre de
Mandelstam. Tuvieron que ir ambos a !a redaccion para\
poner las cosas en claro y transferir los honorarios a
nombre de K!ychkov. Los dos eran hombres inteligentes,
pero chiquillos muy estupidos. No se les ocurriO pensar
que !legarla on dia en el cual se p!antearia la paternidad
de ese poema. Las empleadas no querian confesar su
error,.. Tenian miedo a recibir una regañina de sus jefes
por negligencta o, a to mejor, set puestas en la calk. Por
esca razôn ni Mandelstarn ni Klychkov insistieron y ahora
ese poema apareciO en la ediciOn americana de !as obras
de Mandelstam. Me gustaria advertir a los responsables de
la siguiente ediciOn, Pero, ic6mo liegar a elks?...
Los dIas en que se decidia !a suerte de Klychkov y Vasi-
hey , Mandeistam y yo, esperando el tren en ha estaciOn de
Savie!ovo, !eimos en el periOdico quc conseguimos casual-
mente que se derogaba la Pena de muerte, Pero que los
plazos de reclusion aumentaban hasta veinte aftos. Al
principio, Mandelstam se alegrO —[as ejecuciones he han
horrorizado siempre—, pero luego comprendiO de lo quc
Sc trataba: Cuánta genre deben estar matando si conside-
ran preciso abohir ha Pena de muerte!x., me dijo. En 1937,
comprendimos con toda charidad que elegian a ha gente
para exterrninar!a de acuerdo con e1 principlo de otreba o
cno treba,. -.

La tien-a y /0 terrenal

Una mujer quc regresO tras largos años de exihio pot diver.
sos campos, inc contO que ella y sus compañeras de infor-
tunio buscaban consuelo en has poesias que ella, por suer-
te, recordaba de memoria; que les gustaban, sobre todo,
los poemas juveniles de Mandeistam: cPero amo esta
pobrc rierra, porque otra no he visto...i..

321
Nuestra experiencia no nos predisponia a separarnos de
la tierra y a buscar las verdades trascendentales. .Siempre
tendras tiempo —me decla Mandeistarn cuando Ic hablaba
del suicidio-.-; el fin es ci mismo en todas partes y a nos-
otros, ademas, nos ayudaran..i.. La muerte era canto rnás
real y simple que Ia vida quc cada uno procuraba involun-
tariamente prolongar su existencia aunque solo fuese por
on instance en espera de que ci dia siguienc aportasc a!-
gun alivio. En Ia guerra, en Jos campos de trabajos forza-
dos y en los periodos de terror, Ia genie piensa mucho
menos en Ia muerte y aun menos en ci suicidio clue en los
periodos de vida tranquila. Cuando en Ia tierra ci terror
mortal se espesa y aparecen montones de problernas abso-
Iutamente insolubles, los problemas generates de la exis-
tencia pasan a un piano secundario. ,Valia, acaso, la pena
de tenet miedo a las fuerzas de la naruraleza y a las leyes
eternas de la existencia si ci miedo tomaba entre nosotros
una forma social plenamente tangible? Por extra n- o que
pueda parecer en ello radicaba no sOlo el horror, sino tam-
biEn Ia riqueza de nuestra vida. eQuiEn sabe to que es Ia
felicidad? 1a plenitud y Ia intensidad de la vida quizás
sean una nociOn más concreta clue la tan decantada felici-
dad. En la forma en que nos aferrabamos a la vida habia,
tal vez, aigo más profundo quc aquello a to que tienden
habitualmente Jos seres humanos... No sé qué nombre
dare... Quizas fuerza vital?... Siempre recuerdo ml con-
versaciOn con Sonia Vishnevskaia, la viuda dc Vishneyslci.
Un dia hicimos como un balance de todo cuanto nos
habia sucedido: cNuestra vida ya toca a su fin —me dijo
Sonia—, Ia mia fue dichosa, la ruya desgraciada, i.
Pobre y simple Sonia! Simple no, ms vale deem, cstüpi-
da.. Su marido tenia una apariencia de potter en sus ma-
nos: los escritores It hacian reverencias porque disponia de
no sé qué fondos y comunicaba a sus .adeptos * las nuevas
Ordenes del gobierno. Tenia acceso at Comite Central y
Stalin lo recibiO varias veces. Bebia casi to mismo que Pa-
deity, olfateaba ávidamente ci aire oficial y se permitia
manifestar una minima oposiciOn: exigia que se publicase
a Joyce y enviaba dinero pnimero a un oficial de marina
desterrado a Tashkent y Iuego, a tra y S de ml hermano, a
nosotros a Voronezh. Tenia coche, vivienda y un chalet,
del cual despojaron vilmente a Sonia despues de so muer-

322
te, Sonia permaneciô fiel al hombre que Ic habia propor-
cionado todo ese lujo y estaba furiosa con Jruschev porque
los herederos solo cobraban la mitad de los derechos de
autor que, a su juicio, Ic correspondian integramente. Dc
Sonia contaban multitud de anécdotas, pero en realidad
era una buena persona y nadie se enfadaba cuando procla-
rnaba a voz en grito que a su marido to habian asesinado
los criminales saboteadores de la clinica del Kremlin. En
realidad tuvo mucha suerte de que su marido hubiese
muerto oporrunamente, sin haber tenido tiempo de ernie-
gar su herencia a una rival cualquicra de Sonia, pues la
envidiaban muchas y procuraban arrancarle ci bocado de
las manos. Eso si que era suerte y dicha y en ese sentido
tenia razOn
También a ml me habria gustado, si no la cfelicidad.,
pot lo menos on cierto bienestar, es decir, una vida paclfi-
ca con so desesperaciOn sencilla, con sus pensamientos
sobre la inevitabilidad de la muerte y la futilidad de todo
lc terrenal... Ese don no nos fue concedido y tal vez a eso
se referia Mandeistam cuando Ic duo all jucz de instruc-
dOn que con la revoluciOn habia Perdido ci sentimiento
del miedo...
El acmeismo para El no solo era la nostalgia de la cultu-
ra universal, sino tambien la afirmaciOn de la vida en la
tierra y en la sociedad. Como todo individuo con una cla-
ra concepciOn del inundo, cada uno de sus juicios se rela-
cionaba con su manera general de entender ]as cosas. No
se trata, naturalmente, de un sisterna de ideas meditado,
elaborado, sino más bien, como dijo en uno de sus articu-
los, de la .percepciOn del mundo de un artistai.. T., un
excelente pintor, me duo un dIa: cUn hombre estâ senta-
do y con su cuchillo talla un trozo de madera y el resulta-
do es Dios...,. Respecto a Pasternak me preguntO: cQué
necesidad tenia de cambiar de religiOn? Para qué necesita
intermediarios? 1El tiene su arte!,. Igual que la experien-
cia mIstica determina la concepciOn religiosa del mundo,
la experiencia del trabajo abre ante el artista el mundo de
los objetos y del espiritu. No será esa experiencia la que
explica ci que las concepciones de Mandelstam sobre la
poesia, sobre el papel del poeta en la sociedad y la cfusiOn
del principio intelectual y ético.en una sola cultura y en
cada individuo aislado se hubieran modif'icado tan poco a

323
lo largo de toda su vida y que no tuviera necesidad de re-
pudiar sus primeros articulos, publicados todavia en Apo-
ion? En Jo fundamental se atuvo durante toda su existen-
cia a ]as mismas ideas y concepciones. En su poesla, pese a
la division en periodos claramente delimitados, se conser-
va idCntica unidad y concuerdan frecuentemente con sus
escritos en prosa de etapas más tempranas. Por ello su pro.
sa puede servir de comentario a sus poemas.
Mandeistam conservó fidelidad a la tierra y a lo terrenal
hasta los ültimos dIas y esperaba la recompensa csólo aqul,
en Ia tierra y no en el cieio, aunque temia no Ilegar con
vida a ese dia: Que bien si vivimos hasta entoncesb, me
dijo una vez. En uno de sus ültimos poemas, preparando-
se ya Para moth, recordo quc obajo ci cielo provisional del
purgarorio olvidamos a menudo que ci bienaventurado
paraiso es la casa inmensa en Ia que habitamos,.
Al leer ci <Autoconocjmientox. de Berdiaev, uno de
nucstros mejores pensadores coetáneos, observe las dife-
rencias en la actitud de ambos hombres ante el fenómeno
de la vida y lo terrenal. Tai VCZ fuera debido al hecho de
que uno era artista y ci otro vivia en un rnundo de abs-
tracciones. Berdiaev, ademas, estaba interiormente hgado
a los simbolistas y aunque ya se perfilaban sus difcrencias
con ribs y un cierto desencanto, no habTa roto con ellos
del todo. Para Mandeistam, en cambio, Ia rebcbi6n contra
los simbolistas definla toda su vida y obra.
Para Bcrdiacv da vida es la rutina conscituida por preo-
cupaciones. y él taspiraba a la poesla de la existencia y a la
belieza, pero en la vida predominaban la prosa y la feal-
dad,. Su concepto de bellera era diametralmente opuesto
al que tenlan, segün mis observaciones, todos los artistas y
poetas que se habian apartado del simbolismo. Ni Para ci
pintor ni pan ci poeta existe la despreciabie prosa de la
vida; en ella y e precisamente la belleza, aunque esa pa-
labra casi no se empleaba en mi generaciOn. Los simbohs-
tas —Viacheslav lvãnov, Briusov se atribulan ci papel de
sacerdotes, que están pot encirna de la vida cotidiana, la
cuab carece de toda belleza para eRos. El retorno a la tierra
de las generaciones posteriores amplio considerablemente
sus horizontes y ci mundo deja ya de dividirse en horrible
prosa y sublime poesla. Esto me recuerda a Ajmátova
cuando dice saber ode qué basura nacen los versos, sin

324
sentir vergUcnza alguna, y a Pasternak con so ardiente
defensa de lo cotidiano en Ia novela. Todo ese dilema era
totalmente ajeno a Mandelsiam. El no buscaba la evasión
de lo terrenal, de lo corriente, del espacio y del tiempo a
las regiones del espiritu puro como Berdiaev y los simbo-
listas. En so primer intento de argumentar en forma poe-
tica su apego a la tierra con sus tres dimensiones, dice que
la tierra no es .una carga para él, ni mucho menos una
triste casualidad, sino un palacio divino dado por Dios,.
A continuaci6n ataca a las personas que como Berdiaev
dcsean abandonar la tierra por un mundo mejor, conside-
rando la vida terrenal como on castigo divino. En su ma-
nifiesto El alba del acmeIsmo. escribió: ctQué dirian de
un huesped miserable que viviera a costa del anfitrion,
gozara de su tiospitalidad y, at mismo tiempo, lo despre-
ciara en su fuero interno, pensando finicamente en el mo-
do de enganarlox... Por engaflarlo entiende aqul salir del
tiempo y ci espacio tridimensional. A Mandeistam o al
acmeista, que es como CI se califica, ci espacio tridimen-
sional Ic resulta vitalmente nccesario, porque se siente en
deuda con el anfitrion; está aqul para edificar y solo
puede hacerlo en tics dimensiones. Dc aqul su actitud an-
te el mundo de los objetos. Es un mundo que no es hostil
al artista o, corno CI dice, al constructor, porque las cosas
Ic ban sido dadas para construir con ellas. La piedra es un
material de construcciOn, diriasc que canhela otra existen-
cia'> y pide ser utilizada cen la bOveda de alguna nave>>,
quiere participar en la jubilosa y conjunta actividad con
otros mareriales semejantes. Mandelstam no utilizaba la
palabra ,creaciOn,, carecla de ese concepto. Desde su ju-
ventud se sentia (constructorE dc alguna malCvola carga,
tambiCn yo algün dia crearC algo bello '>. Dc aqul so no
rechazo de Ia materia, sino la sensaciOn de so peso, de su
carga, de su destino dc participar en Ia conscrucciOn. Bet-
diaev habla con frecuencia del supremo dcstino del
hombre en esta tierra, de su creaciôn, pero no descubre en
qué consiste esa creaciOn. Eso se debe, probablemente, a
su falta de experiencia artistica, a que no siente ci peso de
las cosas y de las palabras. Su experiencia es mistica y Ic
Ileva al término del mundo material. La experiencia del
artista, afmn a la mistica, Ic revela al Creador a travCs de su
obra y a Dios a travCs del hombre. Este camino, a mi

325
juicio, esti justificado por la doctrina de V. Soloviov y
Berdiaev sobre Ia humanidad divina. No seth por eso
que cada artista verdadero posee ci sentido de su razón,
tie la cual hablaba Mandeistan,?
Berdiaev siente desprecio por ci hombre de la calle.,
aunque lucha intensamente contra ese sentimiento. Tam-
bi€n eso Ic aproxima a los simbolistas. iNo vendri ese
sentimiento de Nietszche, que tanta influencia ejerció
sobre los simbolistas? Berdiaev se queja de quc •vivimos
en un siglo mediocre quc no es propicio al nacimiento dc
grandes personalidades.. A Berdiacv Ic gusta cpasar des-
apercibido, le repugna mostrar csu vaha y su superioridad
intelectuab. Al leer otras frases recorde las palabras de
Pushkin: q entre los insignificances hijos del mundo, el
mis insignificante cal yea sea El., que fueron tan errónea-
mente comprendidos por la chusma que scguia a Veresi-
cv. Pushkin expresa en estas palabras el sentimiento ele-
mental de la union entre los hombres, quiere decir que es
igual a todos, en nada mejor, que Cs came de su came, de
igual contextura, pero tal yea algo menos hermoso que
otros... Creo que ese sentimiento de comunidad con los
hombres, de su identidad con ellos y, quizis, de una cier-
ta envidia per los que son mis bellos, es un rasgo ina-
lienable del poeta. Mandclstam, en un articulo que escri-
biO en sus aflos juveniles ticulado .Sobre ci interlocutor.,
habla de la diferencia clue existe entre la literatura y la
poesia: 4EI escritor se dirige siempre a un lector concreto,
A vivo representante de la época... El contenido de Ia
obra literaria es asimilado por sus coetineos en virtud de
la Icy fisica de los vasos comnunicantes. Per consiguiente ci
cscritor debe estar 'pot encima'', set superior" a la so-
ciedarL El nervio de la literatura es Ia didictica. Otra cosa
es la poesla. El poeta esti relacionado con un interlocutor
providencial. No esti obligado a set mejor que su época,
mejor que su sociedad ... .. Y Mandelstam se sentla igual a
los demas, semejante a codes o, tal yea, peor que otros:
con los mujiks barbudos yo camino, come, hombre quc
va de Paso,... La actitud de los simbolistas era la de men-
tores y de aqul su misiOn cultural. Per ello se colocaban
per encima de la masa y se sentian atraidos por las gran-
des personalidades. Ni siquiera Blok pudo evitar el sentir-
se algo exceptional, aunque esa sensaciOn altemnaba en El

326
con ci sentimiento, natural en un pocta, de su vinculo con
[as masas, con la calle, con ios hombres. Pero Berdiaev co-
mo filosofo y no artista se sentia evidentemente superior a
la masa y su inclinaciOn pot la aristocracia y las personali-
dades descollantes no pasa de ser un tributo dc la época.
A Mandeistam no le agradaban Los ataques contra Ia
.pequefla burguesia* y H jamás se Ins permitia. Mu bien
sentla respeto pot los cpequeños burgueses urbanos* y no
es casual que hubiera caiiflcado de caristOcrata. a Guert-
Zen que los condenaba. Pero In que más Ic asombraba
cran los ataqucs a La pequefla burguesla en nuestro pals...
cQué quieren de los pequefios burgueses? —me dijo en
cierta ocasiOn—. Es la capa más estable de Ia sociedad y
todo reposa sobre ellos.. Dc hecho rechazaba tan solo a
una categoria de personas: a las damas quc se las daban
de literatas y mantenlan salones literarios y a sus sucesoras
soviéticas. No las soportaba por set pretenciosas y ellas lo
pagaban con la misma moneda... En el .Viaje a Armenia'
hay un lugar que puede parecer un ataque a La pcqueña
burguesla cuando habla de nuestros vecinos de Moscu..
Pero no se traraba dc Ia pequefla burguesia con so existen-
cia estable y sus hIbitos, sino de una muchedumbre som-
bria, rutinaria, de hombres pesimistas, tristones, que
hablan aceptado con alegrla y de buen grado Ia nueva
esclavitud. Compute Mandelstam la opiniOn de Berdiacv
de que despues de cia primera guerra mundial surgiO una
generaciOn que sentia odio por la libertad y on gran apego
por La autoridad y la viokncia. Para Berdiaev esto era una
.consecuencia del siglo dcmocrático, y en cso no ticne ra-
Zen. Los ültimos decenios de nuestra historia fueron anti-
democraticos al máximo y los procesos arriba mencionados
se manifestaron con toda evidencia en nuestro pals.
Toda 'a tendencia al ccaudillaje del quc adoleciO la
primera mitad del siglo xx significaba una fcnuncia a la
democracia. Berdiaev, como estaba lejos, no se dio cuenta
de cOmo se pisotcaba al hombre de La calle ni vio el des-
arrollo de lo que nosotros calificabamos como .desprecio
de la gente por la GPU.. No habla on solo dictador, sino
que todo aqucl que posela algun poder, pot pequeflo
quc fuera, un juez de instrucciOn, por cjemplo, un admi-
nistrador de alguna casa, ejercia ese derecho... No corn-
prendlanios la seduccion del poder. Quién, por ejemplo,

327
hubiera querido set Napoleón? Pero no se trata de que un
director de instituto aspire a un cargo más elevado, sino
que se aferraba con todas sus fuerzas a un puesro de direc-
tor y extrala de €1 todo ci placer de mandar Flabia per
doquier pequeños dictadores. Pululaban y siguen pululan-
do per nuestra tierra; sin embargo, van desapareciendo
porque es Un juego que ya cansa, cuyo tiempo ya estã ca-
duco.
A semejanza dc Ins simbolistas, Berdiaev no admite ni
cia moral de grupo * ni eel principio del clan porque son
opuestos a la hbertad. La libertad que el preconiza Sc 25C-
mej a mucho a la arbitrariedad que minó a los intelec-
tuales prerrevolucionarios. No debemos olvidar que la cul-
tura no representa ünicamente a Ia capa superior dc la
pobiacion, sino a aquello que se transmire pot herencia de
generación en generación, esa continuidad sin la cual la
vida se desmorona, eLo que se heredab es a veces insopor-
table y adquiere formas estancadas, Pero en su conjunto
no debe de set tan terrible ya que ci género humano ha
resistido y existe. Lo que amenaza al género humano no es
la moral heredada, sinG la extremada inventiva de sus ca-
pas más inquietas. Mandeistam cahfica al poeta de •per-
turbador del sentido., Pero no se trata de una rebchon
contra los piiares, los principios y la continuidad, sino más
bien del rechazo de la imagen estancada, de la frase cadu-
ca, muerta, que dcforma el sentido. Viene a set un llama-
miento a la vida, a la observacion viva, al registro de los
hechos, es decir, una lucha contra todo estancarniento.
,No se referira a ello cuando habla de la .cultura conve-
nida.? En arte, evidentemenre, debe set Ia repctición de
lo que hubo y acabó, Pero que se acepta con alegria per la
genre porque prefieren esrar lo más lejos posible de los
cperturbadores del sentido,.
La liberrad fue el probiema basico de Berdiaev y per
ella iucho durante toda su vida, Pero ese problema no
existia Para Mandeistam. Como rodo artista no se imagi-
naba, probablemente, que hubiera personas carentes de
hbertad interior; consideraba que la libertad era ina-
lienable del set humano como tal. En la esfera social, Bet-
diaev aspiraba a la primacia del individuo sobre la so-
ciedad. Para Mandeistam, probablemente, la cuesrión se
planteaba en forma del individuc en la sociedad al igual

328
que luchaba per la posición de la poesla y del poeta en la
sociedad. For Ic tanto reconocla que la sociedad era una
forma de organización superior.
Per curioso que pucda parecer, tambifn en la cuestiôn
relativa a la actitud ante la mujer, o mejor cliche, de las
relaciones con las mujeres, Berdiaiev y Mandetstam reac-
cionab-an como un simbolista y tin acmeista. En la poesia
de los simboliscas figuraban ebcllas darnas>, sacerdotisas y
tportadoras de mirra ' , como deciamos Ajmátova y yo.
Durante mi juventud aün eran numerosas y tenian unas
pretensiones tremendas porquc reconocian la grandeza*
de su papel. Decian increibles estupideces como, per
ejemplo, ]as nc.tas de E R. a la iAutobiografi faD de Bet-
diaev, en las cuales se habla de serpientes sin garras, de
mujeres con rostros de serpientes y de hombres con capas y
espadas. Todas esas mujeres eran extraordinarias y las rela-
ciones con elias eran asimismo extraordinarias. Entre no-
sotros las cosas sucedian de manera mucho más sencilla.
Bcrdiaev no conocia las alegrias de La existencia. Aun-
que Mandelstam no buscaba la felicidad, todo lo valioso
que tuvo en su vida lo calificaba de gore, de juego. Gra-
cias a la maravillosa bondad del cristianismo, toda nuestra
bimilenaria cultura es la absolución dada al mundo para
jugar en libertad, para ci placer espiritual, para la libre
imitaciôn de Cristo'. Y dice también: 4a palabra es puro
gore y curación de [as penas".
Me gustaria contar In que significaba la palabra para êl,
pete hacerlo es superior a mis fucrzas. Pienso, tan solo,
que el sabia cOmo era la .forma interna de la palabra. y la
diferencia entre la palabra como signo y como simbolo.
RecibiO con gran frialdad la farnosa poesia de Gumiliev
sobre la palabra, pero no explicO ci per qué. Es probable
que su idea de las cifras fuese distinta que la de Gumiliev.
Y, dicho sea dc paso, Mandeistam cornaba siempre el nü-
mero de lineas y estrofas en sus poesias y ci nflmcro de ca-
pitulos en los textos en prosa. .Ticne eso importancia,
acaso?, le preguntaba sorprendida. El se enfadaba: ml in-
comprcnsión para H era pura ignorancia: no era casual,
pot ejemplo, que la gente considerase como mágicas algu-
nas cifras, el rres o el siete... También las cifras eran cul-
tura y nos vienen por herencia tie otras genres.
En Voronezh, Mandeistam empezó a escribir poemas de

329
nueve, siete, diez y once cscrofas. Los poemas de siete y
nueve estrofas pasaban frecuentemente a integrar poemas
más largos. Tenia la impresión de que iba a crear una for-
ma nueva, tTe das cuena de lo que significan catorce
estrofas?... Seguramente las de siete y nueve tamblen sig-
nifican algo... Me aparecen a cada instante>.:. No era una
manifestacion de la miscica de las cifras, sino más bien un
método experimental Para comprobar la armonla.
Todo cuanto he dicho de las diferencias ernie Berdiaev
y Mandelsiarn se reficre 6nicamente a las concepciones
clue el filosofo compartia con los siinbolistas. Pero Berdiaev
no se fusiona, ni mucho menos, con ellos. Juntamente
con sus concepciones filosoficas aparecen a veces manifes-
taciones estfticas en las cuales se refleja Ia impronta de Ia
época. Todos, segün parece, estamos supeditados a
nuestro tiempo y aunque Bcrdiaev, al igual que Mandels-
tam, decia que jamás habia side coetáneo de nadie, vivio
en aquel tiempo y con aquella gence. Fue eI, sin embargo,
quien al hablar de los simbolistas dijo In principal: para
ellos no existen ni los problemas sociales, ni Jos éticos. Ha-
blan renunciado a ellos y pot eso se rebcló Mandelstam
contra la .omnivoracjdad. de Briusov, contra la fragilidad
y el carácter fortuito de sus valores. Berdiaev consiguió su-
perar plenamente Ia influencia de los simbolistas, a excep-
ción de ciertos gustos estéticos. No consiguiO librarse del
encanto de esos captadores de almas.
Es una Pena que Mandeistam no hubiera conseguido leer
las obras de Berdiaicv, a pesar de In mucho clue las bus-
c6. No leyó a su coetáneo y no sé cómo habria reaccionado
ante su doctrina. En nuestro aislamiento estábamos aleja-
dos, por desgracia, de todo pensamiento. Esta Cs una de
las mayores desgracias que Ic puede corresponder al
hombre.

Elarchivoy la voz

cLa percepción del mundo para el artista es el medic y el


instrumento de su trabajo. al igual clue lo es ci zapapico
en manos del picapedrero y la ünica realidad es SU obra,
(EEl alba del acmeismo.),
330
Algunos poemas y textos en prosa de Mandelstam des-
aparecieron, Pero se ha conservado la mayor pane y esta es
la historia de mi lucha contra las ciegas fuerzas de la riatu-
raleza que intennron arrasarme a ml y a los pobres trozos
de papel que conservaba.
En La juventud, la gente no cuida sus papeles. iPucdc
imaginarse un chiquillo clue aquellas garabateadas cuar-
cilias podrán servirle un dia? Tal vez sea una sucrre que sc
picrdan los poemas escritos en la juventud, cs una espccie
de setección y cada artista debt hacerla. Mandeistam llcgó a
Kiev con una canastilla bastante voluminosa en la cual su
madre guardaba los bibs y la costura; él la Ilevaba consigo
porque era la ünica pertenencia de su madre que Se habla
salvado. La canastilla se cerraba con un candado muy
grandc; me dijo clue guardaba en ella las cartas de su
madrc y algunos papeles. Ni él mismo sabia to que habia
metido dentro. Desde Kiev, Mandelstam y su hermano
Alexandr se fueron a Crimea. Alcxandr jugó a las cartas
con unos soldados y perdio, una rras otra, Las camisas de
su hermano. En ausencia suya, los soldados rompieron ci
candado y aprovecharon Los papeles que habla dentro Para
liar pitiltos. Mandeistam tenla en gran estima las earns de
su madre y se enfadó con su hermano. Dc sus manuscritos
no sc prcocupó: to tenia todo en la memoria.
En Ins primeros ahos de nuestra vida conjunta, Man-
delstan no tenla ni un solo papel escrito. Redactó su .Se-
gundo Libro* de memoria: al acordarse de un poema o to
anotaba o me lo dictaba y luego to revisaba rodo, dejando
algunos y desechando otros. Con anterioridad a to que
cuento, habia entregado bastantes borradores a la editorial
.Petropolis quc funcionaba en Berlin y que edith ci libro
cTristia,. En aquel entonces no se nos ocurria pensar si-
quicra que una persona pudiese mont y desaparecer con él
su memoria. Adcinás, Mandelscam crcia que at entregar
sus poesias en una editorial quedaba asegurada su conser-
vación. No se imaginaba con qué negligencia y chapuceria
se rrabajaba en las editoriales.
Mi madre me habia regalado unas maletas bastantc
buenas y un pequeño baUi cubierto de etiquetas de how-
les europcos. Las maletas pasaron a manos de unos zapate-
ros clue nos hicieron zapatos con su cuero duro. Pan
aquellos tiempos era un lujo inusitado y hubo una época

331
en que presumimos de botas amarillas de piel. Pero el
baól, que era pequefto y elegante, no tenia gran utilidad
para nosorros, de dondc Ibamos a sacar cosas pan lie-
narlo? Y entonces empecé a guardar en éi coda suerte de
papeles, sin saber siquiera que a eso suele liamarse ci
archvo del escritor.
Cuando enfcrmo ci padre de Mandeistam tuvimos clue
it a Leningrado. El viejo, al salir del hospital, no podia
rcgrcsar a su habiración cerriblemente abandonada y lo
trasladamos a la casa del hermano menor, Evgueni. Cuan-
do reunia sus cosas, me encontré con otro baul igual quc
ci mb, pero algo mayor y también con eciquctas y rótu-
los. Mandelstam Jo habia comprado en Munich cuando
quiso pasar por rurista alemãn. Esos baulcs estaban de
moda antes de la primera guerra mundiai. El abuelo
habia meudo dentro sus libros de cuentas cntrcmezclados
con billetes de banco carentes de codo valor de la época
del zar y de Kerenski, Pero en ci fondo descubri una piia
de manuscritos: borradores de poemas juveniles y algunas
de las conferencias sobre Skriabin... Nos lievamos los ma-
nuscritos juntamence con ci baüi a Moscá. Y asi comcnzó
ci archivo. Metba dcnrro coda ciase de papeles innecesa-
rios: borradores de poeslas, articulos, etc. Mandelstam no
protesraba y ci montén crecia. Sálo los trabajos cotidianos
no se guardaban: traducciones de poemas y de textos en
prosa, articulos de periodicos, reseflas criticas para las cdi-
toriaies y manuscritos que se recibian, casi siempre del
extranjero. Todas las resehas se perdieron en Lenguiz (Edi.
clones del Estado de Leningrado). Mandeistam confiaba
que all se conservarian. -. Pot casuandad quedaron dos o
trcs en ci baUi, por descuido, claro csa. Esos artIculos
escriros para revistas y periodicos Ic hicieton faita cuando
trató de reunirlos en un voiumen. Entonces mi hermano y
yo los copiamos en la biblioteca, scguramcntc con cones
de censura. No sE poe qué .El Rumor del Tienipo. no se
considero digno de set guardado en ci archivo. Tal vcz
porquc ci baói apareciô más tarde.
Dcspués de la .Cuarta Prosa, Mandelscam cambiO de
actitud ante los borradores; fue el primer aviso de que era
preciso hater algo con los papcics. El segundo aviso flit la
detcnción en 1934.
Cuando emprendimos ci viajc a Armenia yo no quise

332
Ilevar conmigo el ünico ejempiar de Ia cCuarta prosa".
Aunque aquel periodo era muy apacible, no Ic habrian fe-
licitado por esa obra. Tuvirnos que buscar una persona de
conflanza para dejar ese ejemplar. Era la primera yea que
dabamos a guardar algo fuera de casa. Aunque, a dccii
verdad, no era la primera. En Crimea, en 1919, Mandels-
tam escribiO dos poemas que no quiso guardar consign y -
se perdieron en casa de so amigo Lenia. Vi a ese hombre
una vez en Moscü, en 1922, y me dijo que los poemas se\
habian conservado. Pero mãs tarde tanto Lenia como los
poemas desaparecieron. Solo recuerdo una o dos escrofas
de ellos. Probablemente no aparecerán jamás. Eso me e-
scM a cuidar de todos Ins sitios donde se guardaban i.
manuscritos y hacer muchas copias de los mismos. La
cCuarta prosa. jamâs la tuvimos en casa, sino escondida
en sitios diferentes y Ia copié a mano tantas veces que la
conocla de memoria.
Cuando regresamos de Armenia, Mandelstarn comenzó
a escribir intensamente y se dio clara cuenta de su condi-
ciOn de proscrito. Recuerdo una conversaciOn en Leningra-
do, en la Avenida de Nevski, en la redaccion de clzvestie,
(Noticias). Uno de los redactores, persona al parecer amis-
tosa, después de leer ci poema cRegresé a ml ciudad, le
dijo: €,Sabe usted In que ocurrc despues de un poema
asP Vienen tres con uniforme ... .. Nosotros lo sablamos,
Pero el paciente poder soviético no tenla prisa todavIa...
El poema se difundio con increible rapidea en on circulo,
ciertamente, bastante restringido, Pero Mandelstam corn-
sideraba quc ése era ci medio de conservar su obra. La
conservará la genre.. Eso a ml no me satisfacla y el tiempo
demostrO que tenla razOn - A partir de entonces empecé a
hater copias y guardarias. Generalmente las metia en toda
suerte de escondrijos en mi propia casa, Pero siempre da-
ba a guardar algunos ejempiares a otra persona. Durante
el registro de 1934, vimos dOnde buscaban, Pero ya te-
niamos poemas escondidos dentro de los almohadones,
metidos en cacerolas y en las botas. AID no buscaron.
Desgraciadainente no eran más que copias incompletas y
no era cosa de deshacer cada vez la almohada para cada
nuevo poema... En cuanto liegamos a Voronezh, saqué de
la almohada ci poema de Ariosto.
Voronezh marcO una nueva etapa en nuestra vida y un

333
nuevo modo de conservar los manuscritos. La era idilica de
las almohadas se habia terminado; yo no habia olvidado
aün cOmo volaba ci plumOn de las almohadas de los
judios durante los •pogrorn de Kiev en la era dc
L)enikin... Con los años, la memoria de Mandeistam se
habia debilitado y ya sabiamos que desapare4xria at mis-
mo dempo que ci hombre y la cotizaciOn de la vida en
nuestra znisteriosa bolsa se depreciaba de dia en dia,
Habia que buscar personas dispuestas a guardar los ma-
nuscritos, pero su nmero era cada vez menor. Adquiri
un nueva profesion: durante los tres años de exilio de Vo-
ronezh me dedque a hacer copias de ]as poesias y a distri-
buirlas, pero no tenia on lugar seguro, a excepciOn de mi
hermano Evgueni, que tampoco las guardaba en casa. Fue
entonces cuando conocimos a Rudikov.
Serguéi Borisovich Rudikov, hijo de un general zarista,
fue expulsado de Leningrado con Ins arisrôcratas. A co-
mienzos de la revoluciOn, su padre y sus hermanos fueron
fusilados. Lo educaron sus hermanas y paso La infancia ha-
bitual de los pioneros soviéricos; destaco por su inteligen-
cia en la escuela y llegO a terminar, incluso, la ensefianza
superior. Sc preparaba pan una actividad del todo deco-
rosa, cuando fue desterrado. A scmejanza de otros
muchos hufrfanos, sentla grandes deseos de adaptarse a so
tiempo. Defendia una curiosa teoria literaria: habla que
escribir tan solo aquello que se podia publicar. Escribla
poesias de moda en aquellos tiempos, bastante influido
por Maiakovski y eligio como lugar de residencia Voro-
nezh para estar at lado de Mandelstam. ApareciO en
nuestra casa, cuando yo estaba en Moscü en busca de una
traduccion y permaneciO a solas con Mandelstam casi un
mes, Cuando volviamos de la estaciOn, Mandeistam me
dijo que tenia un amigo nuevo que se disponia a escribir
un hbro sobre la poesia y que, en general, era un buen
chico. Es probable que Mandelstam, después de su enfer-
medad, no confiara en sus propias ftjerzas y necesitara Un
oyente amistoso para leerle sus nuevos poemas. Ademis,
nunca pudo trabajar completamente a solas y no creo que
haya nadie capaz de eso.
Rudákov ni intentO siquiera instalarse convenientemente
en Voronezh: confiaba que su mujer conseguirla sacarle
de alIt por mediacion de un general importante que mks

334
tarde, en 1937, fue fusilado. AlquilO una cama en una
habitacion donde ya vivia otto inquilino, un obrero llama-
do Trosha, muy buen muchacho, y comia en nuestra casa.
Atravesábamos entonces un perlodo de relativa bonanza
gracias a la traducción, a la radio y al teatro y no nos cos-
nba gran cosa dar de comet at pobre chico. En mi ausen-
cia, Rudâkov estuvo recopilando muy concienzudamentc
todas las variantes de tTierras Negras compuestas en
aquel periodo. Cuando yo llegué, Jtudákov me ayudó a
reconstruir los versos perdidos durante ci registro y los co-
piaba todos en un cuadernito. Al dia siguiente nos trala
las poesias escritas con una caligrafla divertida, ilena de
florituras en una hoja de seudo papel Whatman. Despre-
ciaba mi tetra de patas de mosca y mi total ausencia de es-
tética caligrafica. Rudakov consideraba humillante cscribir
con rinta corriente, solo admitia tinta china... Dibujaba
asimismo con tinta china siluetas que no eran peores que
las hechas pot Los borrachos que se dedicaban a ello en los
bulevares y 005 rnostraba orgullosamente sus obras de at-
it. Al ensefiarme un cuaderniro en ct cual habia copiado
con su bella tetra las poesias de Mandelstam, me dijo:
4Eso si que to guardarán en los archivos y no los garabatos
que hacen usted y Mandelstam.... Nos liinitibamos a
sonreir, pero no Ic deciamos nada que pudiera ofenderle.
Más de una yea Ic advertimos que la amistad con nos-
otros podia serle perjudicial, pero nos respondia con tat
cümulo de nobles frases, que sOlo abriamos la boca de
sorpresa y tal yea por ello reaccionabamos con mâs suavi-
dad de la debida ante aigunos rasgos desagradables de su
carácter. Pot ejemplo, era demasiado orgulloso y siernpre
grosero con nuestro segundo y constante visirante Kaletz-
ki, tambien leningradense y discipulo de todos nuestros
amigos: Eijenbaum, Tynianov y otros... Kaletzki, joven
modesto y timido, decia a veces cosas que otros no se
habrian atrevido a proferir. Un dia, horrorizado, Ic dijo a
Mandelstam: cTodas las instituciones que conocemos no
sirven para nada, no están en condiciones de soportar ni la
mãs minima prueba, son pura y caduca burocracia soviéti-
ca en estado de descomposiciOn... cQué pasarã Si el ejétci
to es igual a todo to demás? Y si estalla la guerra?' ... ..
Rudákov, recordando to que Ic habian ensenado en la es-
cuela, manifestO: *Yo conflo en ci partido.. Kaletzki, no-

335
rado, se puso rojo: wYo creo en ci pueblo, dijo en voz ba-
ja. Tenia on aspecto insignificance al lado del guapo y
apuesto Rudakov, pero tenla fuerza interior. Rudakov se
buriaba de €1, Ic llaniaba 4quanturnz y explicaba: cEs la
unidad rnás pequefla de encrgla....
El segundo rasgo negativo del carácter de Rudákov era
que no cesaba de lamcntarse. A so juicio, cen Rusia ci
medio acaba siempre con los hombres tie taiento y éì,
Rudikov, no podria cumphr su misión, no podria escribir
su libro sobre la poesia, no abriria los ojos a la gente. - -
Esas conversaciones sacaban de quicio a Mandeistam: ceY
pot qué no lo escribe ahora? Cuando se tiene algo que de-
cif, se dice siempre ... . Pot este motivo discutlan. Ruda-
kov se quejaba tie las condiciones: la habitacian, el dine-
to, el estate de ánimo. Acababa enfadandose y se
marchaba dando un portazo... Pasaba una hora o dos,
volvia de nuevo como si tai cosa...
Rudákov posela una clara cendencia didáctica: enseflaba
a todos y por cualquier motivo. A ml, a copiar los ma-
nuscritos, a Mandeiscam a escribir, a Kaieczki a pensar. -.
Acogia todo nuevo poema con alguna revolucionaria
teoria tie su no escrito libro; con elio queria decir: Por
qué no me Jo consultó antes?*. Me daba cuenta tie que a
veces molestaba a Mandelstam y sentla deseos tie echarie,
pero él no me lo permitia. çDonde comerã entonces?',
preguncaba y todo continuaba como antes. Pest a todo,
tanto Rudakov como Kalcczki fueron on gran consuelo
para nosotros. Dc no set pot cilos, nos habriamos sentido
más aisiados todavia. Ambos regresaron a Leningrado a
principios de 1936 y nos quedamos solos. Fue entonces
cuando hicimos amistad con Natasha. Cuando viviamos
en Voronezh en casa de la genre que freia racones, Ruda-
kov enfermo de escarlacina y en ci hospital conoció a unas
cehoritas., que no queria presentarnos por nada del
mundo. Una de cilas era Natasha, a quien hizo prometer
que no iria a visitatnos, pero ella no cumplió so pro-
mesa e hizo bien... en una palabra, eta un joven extrava-
gante y en nuestra época la amistad con tipos asi suele ter-
minar mal. A éI Ic confie la guarda tie los autografos mS
vahosos y Ajmátova Ic Hevo en un trinco ci archive de
Gumiiiev.
Durance la guerra, y despues de su primera herida, Ru-

336
dakoy ocupO en Moscü ci cargo de jefe de un centro de
reclutamiento Un dia se le presentó un pariente suyo y Ic
dijo que pot sus convicciones tolstoianas no podia comba-
tir. Rudákov, valiendose de su cargo, ic iiberó del servicio
militar, Pero fuc descubierto y enviado a an batallón dis-
ciphnario donde no tardó en perecer. Los manuscritos
quedaron en poder de su viuda y no los devolvio. En
1953, Ajmatova la encontró en un concierto y ella Ic dijo
que todo estaba a salvo, pew unos meses más tarde confe-
so a Emma Gucrshtein que la habian detenido y Jo conuis-
caron todo. La versiOn se modificOdespues: ella fue dew-
nida y su madre lo quemO todo.,. Es imposibte establecer
Ia que ocurriO en realidad. Sabemos tan sOlo que ella yen-
diO algunos manuscritos de Gumiliev, Pero no directa-
mente sino por medio de otras personas.
Ajmátova está furiosa, Pero no puede hacer nada. Un
dia conseguimos quc la viuda de Rudâkov fuese a su casa
con ci pretexto de Vet si habia alguna posibilidad de
publicar un articulo de su marido, Pero fue irnposible nat
cabos. Jardzhiev tuvo más suerte: se ganO su confianza y
ella Ic mostrO las cartas de Rudakov y Ic permitiO copiar
de cilas todo cuanto le hiciera falta. Jardzhicv era un gran
seductor, un hombre apuesto y encantador cuando Ic da.
ba la gana. Pew en las cartas de Rudakov que El escribia
en forma de diario y enumeraba concienzudainente para
la posteridad no habia nada interesante para nosotros. El
infeiiz era sin duda alguna un psicOpata. Sus cartas esta-
ban Ilenas de delirantes frases como, pot ejemplo, cuando
dice que en la habitacion de Mandelstam se dio cita toda
la poesia (no recuerdo si decia rusa o universal): El, Man-
delstam y el libro de Vaguinov, tambien gran poeta - -
Que El Ic enseflaba a Mandeistam cOmo escribir poemas,
se lo expiicaba todo y le horrorizaba la idea de que todos
los elogios flieran Para Mandeistam y no para El... El pro-
pin Mandelstam se comportaba como si fuera Dcrzhavin:
tan pronto gritaba que era ci zar, como se quejaba dc set
un gusano... En una de sus cartas, Rudákov decia que ci
propio Mandelstam ic habia nombrado heredero suyo: Fs
usted mi heredero y puede hacer con mis poesias mdc
cuanto considere necesario ... '. Cito esas cartas de memo-
na, pues las copias estân en poder dcjardzhiev. Al icenlas,
comprendimos que los manuscnitos no fueron robados par

337
casualidad, sino de acuerdo con un plan de Rudakov. Su
viuda se limitaba a cumplir sus deseas. Lo que nosotros
habiamos considerado coma una vefuajosa transaccion
mercantil (la y enta de los manuscritos), resultó set ci fruto
de las dementes ideas del propia Rudâkov. Es difIcil saber
lo que habria pasado si 3RD hubiese muerto. Rudakov, po.
siblemente, en nombre de Ia justicia haria pasar per suyos
los poemas de Mandelstam. Pero no Ic serla fad!, porque
la mayoria de ellos circulaba en copias. Un intento seme-
jante pot pane de Seva Bagritski fracaso estrepitosamente
y acabo en escãndalo cuando so madre publico .El jil-
gueroz baja su firma. Las cosas habrian sido más graves de
haber yo hecho caso a Rudákov cuando a través de Emma
Guershtein (de quien se habia hecho amigo) me propuso
que Ic entregara todos Ins papeles, sin exccpción alguna,
de Mandeistam. Decia que todos debian estar concentra.
dos en ci mismo lugar, pero Jardzhiev y yo decidimos quc
más valia no hacerlo: silos descubrIan en on ]ado, podrIan
salvarse en otto.. - En casa de Rudákov se perdieron varios
poemas, casi todos los borradores de Voronezh y numero-
sos autôgrafos del libro €Tristia,, Mandelstam, segün pare-
cc, presentia la desaparicion de un archivo cuando en su
Conversacion sobre Dante. decia: tQue los primeros
borradores sean conservados o no depende de la pugna
entre las fuerzas contrarias. Para Ilegar al fin piopuesto,
hay que aceptar y wmar en cuenta ci viento que sopla en
otra direccion.
En toda esta historia de Rudakov, no cuipo at pobre
chico, sea cuales fuetan sus fines; culpo a los que nos pro-
porcionaron una cvida tan feliz,. Si hubieramos vivido co-
mo personas y no coma fieras acorraladas, Rudikov serla
uno de los muchos quc visitaban nuestra casa y es poco
probable que se Ic hubiera ocurrido robar ci archivo tIe
Mandeistain y declararse su heredero y a su viuda comer-
ciar con las cartas que Gumiliev escribio a Ajmátova.
En la historia de la conservaciôri del archivo, Rudakov
desempena un papel importante, pero además de €1 tuvi-
mos muchos tracasos y tambien logros. Hobo cpisodios
dignos de figurar en ci escenario de un film: Natasha lie.
vando las cartas quc me escribio Mandeistam en una caja
de te cuando avan2aban los alemanes y Voronezh estaba
en llamas; Nina destruyendo his copias de sus poesias en

338
Ins dias que esperaba ci segundo arresto de so suegra y su
amigo Edik, que presumla de haber conservado las copias
que yo Ic di, aunque no habia motivo pan presumir pot-
que vivia en casa de su suegro, ci suicida de Tashkent... V
yo, repartiendo copias y tratando de adivinar cuál de ellas
Sc conservarla. -. Mi unico ayudantc en esta urea fue mi
hermano y no haclamos más clue cambiar de un skio a
oro los principales manuscritos... Metidos en mi maleta,
Ilevaba conmgo a todas panes on punado de borradores
de prosa, intercalados con mis apuntes sobre lingulstica,
con destino a mi tesis Para quc Ins ignorantes soplones
que metieran alli las narices no supicran a qué atenerse y
se ilevaran to que no era. Dc vez en cuando me desapare-
dan algunos papeles y esto ocurrc incluso ahora, pero Ia
causa debe de set otra indudablemente. No puedo acor-
darme de todos los documenws, Pero hate poco note Ia
desapariciOn de una carpeta enrera con ci rOtulo: .Mate-
riales Para Ia biografla.. Sc ban conservado sus copias, pc-
to no acabo de comprender dOnde se ban metido los origi-
nates. En la edicion de Picdra. que compré por doscien-
tos rublos habla cuatro autografos, pero quedaron solo
dos; era el libro que perteneciO a Kablukov, con las Va-
riantes anotadas pot El y varios autOgrafos metidos dentro.
Desaparecio, asimismo, una carta de Pasternak dirigida a
ml (inmediatamente despuEs de Ia guerra), en Ia cual me
decla que de Ia literarura contemporánea Ic interesaban
ünicamcntc Simonov y Tvardovski porque querla
comprender ci mecanismo de Ia celebridad. Quicro ricer
que esta carta y los autografos fueron robados por colec-
cionistas y no se perderan. En todo caso, despues de esas
pérdidas dejE de guardar en casa —y rampoco tengo casa
en realidad— cualquier papel y me vuelve a torturar la
idea de saber en qué lugar estarin más seguros... -
Dc una u otra forma he liegado at final con pocas pEr-
didas, pero ci final no se divisa todavia. A un solo modo
de conservaciOn tuve clue renunciar pot la edad: hasta los
56 afios to recordaba todo de memoria, unto Ia prosa como
los poemas. -. Para no olvidar es preciso repetir cada
dia algün que ocro fragmento: to hice mientras conflE en
mis fucrzas vitaks. Ahora ya es tarde... Y Para terminar,
contarE una historia que no trata de ml.
La mujer de mi historia vive y por eso omitirE su

339
nombre. En 1937, Jos periodicos atacaban codos los dIas a
so marido, destacado dignatario en aquellos tiempos, y
en espera de set detenido no salla de so vivienda, porque
la casa estaba rodeada de esplas. Par las noches redactaba
un largo mensaje al Comire Central y so mu* er se apren-
dia de memoria fragmentos del mismo. El foe fusilado y
ella paso unos veinte aflos de campo en campo y en dice-
les. Dc regreso, escribio ci rncnsaje de su marido y In llevO
al sitio al que estaba dirigido; quiero creer que no habra
dcsaparecido alit Para siempre. -. Cuântas mujeres como
nosotras aprenderian de memorii y par las noches Ins
mensajes de sus maridos exterminados?
Alga más sabre la voz de Mandelstam. -. La fonoteca de
SerguEi Ignatievich Bernshtein fue destruida y éi mismo
expuisado del Instituto Zubov por Aformalismo, Conserva-
ban alit el registro de la voz de Gumiliev y Mandelstam.
Era ci perlodo en el cual aventaban las cenizas de los
muertos. Yo guardaba las fotograflas, que eran muy pa-
cas, del mismo modo que los manuscriros, Pero el registro
de la voz no estaba a mi disposicion. Recuerdo muy bien
cOmo recitaba Mandeistam y también su voz, Pero es irre-
peuble y sOlo suena en mis oldos. Si se le pudiera ott, se
comprcnderia perfectamente In que El calificaba de deem.
ra interpretada., .dirigida, igual quc dirige la orquesra
su director. La transcripciOn fonetica y la entonaciOn pro-
porcionan on esquema muy tosco de las pausas, de las su-
bidas y descensos de la voz, Quedan fuera de so alcance la
duraciOn de las sulabas, ci modo mayor y el timbre de la
voz. Qué memoria es capaz de conservar todas las mile-
xjones de una voz enmudecida hate más de un lustro!
La voz, sin embargo, se conserva en la propia estrucrura
de los versos y ahora cuando la mudez y el silencio estãn
llegando a su fin, millares de jOvenes han captado el soni-
do de sus poemas, perciben su tonalidad y repiten espon-
ráneamente las entonaciones de su autor. Nada se puede
dispersar al viento.
Par fortuna no se han aduenado todavIa de sus poemas
los actores, locutores y maestros de escucia. Una sola vcz
llego a mis oldos la insolenre voz de una locutora de la
emisora de radio cSvoboda. (Libertad). Recitaba *Bebo a
la salucl de las charreteras militates., Este pequeño poema
humorisrico fuc siempre objeto de cspeculacion polirica en

340
nuestro pals por pane de diversos Nikulin y secuaces y
ahora lo habia utilizado una locutora extranjera y lo reci-
taba con una entonación tan vilmente cexpresiva. (que
habia copiado de nuestros locutores) quc, liena de asco y
tristeza, apagué la radio.

Lo viejo y 10 nuevo

Pocos dias después de nuestro regreso a Moscü desde Vo-


ronezh, Valentin Katáiev nos paseó pot La ciudad en su
nuevo coche recién traido de Estados Unidos. Miraba carl-
ñosamente a Mandelstam y decia: .SE In que it hare falta:
urn residencia obligatoria ... .. For la tarde visitamos la
nueva casa de Los cescritores. con un vestibulo de mármol
impresionante ya quc los escritores recordaban afln las ca-
lainidades de la revolución y de la guerra civil.
En ci nucvo apartamento de Katáiev todo era nuevo: la
mujer, ci nina, ci dinero y los inuebles: iMe gusta ci esti-
lo moderno, decia Katiicv, entornando los ojos: en ci pi-
so de abajo, Fedin adoraba la caoba y todos sus muebles
eran de esa madera. El tenet dinero pot vcz pritnera habia
enloquecido a los escritores. Una vez instalado en la casa,
Katâicv subió tres pisos pan vet la vivienda de Shklovski.
Los pisos cran un indicio del tango del escritor. Vishnievs-
ki, pot ejemplo, exigió que Ic dieran la vivienda desrinada
a Erenburg (que en aquel entonces estaba de viaje) pot-
clue consideraba clue teniendo en cuenta su posición en la
Union de Escritores no seth bien visto que estuviese cerca
del tejado. El pretexto oficial era clue Vishnievski padecla
vertigo y temia las alturas. DespuCs de recorrer la can de
Shkiovski, Katáiev Ic prcguntO asombrado: çY donde
guarda usted sus trajes?.. Pero Shldovski vivia con su mu-
jet de antes, sus hijos de antes y un par de pantalones o,
en el mejor de los casos, dos. Pero ya se habia encargado
ci primer traje de su vida... No era correcto it de cual-
quiet modo, habla que tenet the de señor para visitar una
rcdacciOn o el comitC de la radio. La sahariana y l tipica
camisa rusa de los años veinte habian pasado definitiva-
mente de moda: •Todo debt set como antes..... A finales

341
dc la guerra hablan prometido premiar, incluso, a los pro-
fesores quc se presentaran bicn vestidos...
Katâiev nos obsequio con vino español, nuevo para
Mosth, y con naranjas, jera la primera vez que aparecian a
la y enta despu€s dç la revolucion! Todo .como antes,,
incluso naranjas! Pero nuestros padres notenlan frigorifi-
cos eléctricos, guardaban Jos productos en neveras sencillas
y por ]as mañanas les tralan barras de hielo sacadas del
Don. Katáiev se trajo de Estados Unidos Ia primcra nevcra
eléctrica, fue ci primer escritor en tenerla y en el vino ho-
taban trocitos de hick fabricados de acuerdo con la ülrima
palabra de la técnica y del confort. Nikulin se presenró
con su nueva esposa, quc acababa de dark dos gemelos y
Kataiev lanzaba exciamaciones de asombro de que dos se-
res tan indecentes tambien tuvieran hijos. Y yo recorde Ia
vieja mIxima de Nikulin, que ya no me hacla reir: .No
somos Dostoieyskj, nosotros con tal de tener dinero ... r.
Nikulin bebia vino espanol y hablaba de Ins dialectos cs-
pañoies. Acababa de estar en Espana para observar la
guerra civil.
Cuando dejamos Moscü, los escritores no eran rodavia
un estamento privilegiado, Pero ahora echaban raIces y
meditaban en Ia forma de conservar sus privilegios. Ka-
táicv nos contó su plan: cAhora hay que escribir al modo
de Waiter Scott.... Ese no era ci camino más fácil, se cxi-
gia para ello capacidad de trabajo y talento.
Los habitanres de la nueva casa del vestibulo de márcnol
comprendian mejor que nosorros la importancia del año
1937, porque habian sido resrigos de ambos lados del pro-
ceso. Ocurria algo semejanre a lo previsto para ci DIa del
,Juicio Final, cuando a unos los pisoteaban los diablos y
otros cran giorificados. El que ha probado Ia bebida celes-
tial, no quicre it al inferno. Y, ademas, quién lo quiere?
Por eso en sus reuniones familiares y amistosas decidicron
clue era preciso adaptarse al ano 1937. •Valentin es un sta-
linista auténrico., decia Ester, la nueva mujer de Katáiev,
quc habia tcnido ticmpo sic probar en la casa de sus
padres cómo vivIan los rechazados. Y el propio Katáiev,
aleccionado por tempranas cxpericncias, hacla tiempo que
repetia: No quiero ningün disgusto... jCon tal dc que no
se enfaden los superiores! ...'.
•Quién se acuerda ahora de Mandelstam —nos dijo

342
con Pena Katáiev—. SOlo yo o Evgueni Petrov In men-
cionamos cuando hablamos con los jóvenes y eso es
todo...'
Mandelstam no se enfadaba al oirie y, ademas. era Ia
pura verdad, salvo que Jos hermanos Katáiev no Sc
atrevian a mencionar su nombre al hablar con extraflos. La
nueva MoscO se reconstrula, se promocionaba, batia los
primeros records y abria las primeras cuentas en los ban-
cos, compraba muebles y escribia novelas... En potencia
todos eran candidatos a ocupar altos cargos, porque cada
dia alguien causaba baja y en su puesto se designaba a
otto. Y todos, naturalmente, eran también candidatos al
exrcrminio, pero de dia no pensaban en ello; Ia noche era
más que suficiente para los temores. Se olvidaban inme-
diatamente de los caidos y ante las mujeres de los proscritos,
incluso cuando lograban aferrarse a una pane de su vi-
vienda, las puertas de las casas afortunadas se cerraban a
cal y canto. Por otra pane el nümcro de esposas era cada
vez menor. En 1937, no solo talaban de raiz, sino que cx-
tirpaban las rakes.
Mandelstam sentia amistad por Katáiev: .Tiene rodo ci
chic de un verdadero bandido., decla. Conocimos a Ka-
tãiev enjarkov, en 1922. Era un joven harapiento, de ml-
rada inteligente y viva, que ya habia tenido tkmpo de
cmcterse en lbs. y salvarse de costs muy desagradables.
DejO Jarkov y se fue a Moscü Para conquistaria. Cuando
nos visitaba en Moscü, nos contaba muchas y divertidas
historias de los bajos fondos de Odessa, propias de los pri-
meros aflos de la bohemia odessita. Muchas de esas diver-
tidas historias las leimos más tarde en las .Doce Sillas..
Valentin Katiiev se las regalO a su hermano menor, que
vine, desde Odessa con ci propósito de colocarse en la
policia criminalista, pero, atendiendo el consejo de su her-
mano mayor, se hizo escritor.
A finales de la dEcada de los afios veinte —coincidiendo
con sus primeros éxitos—, todos los prosiscas clue conocia
en mi juventud, a excepciOn de Tynianov y Zoschenko,
emprendieron un camino bastante sordido y oportunisca.
En' ci caso de Katáiev, gracias a su talento y cinismo, esto
se manifesto en forma particularmente briliante. Al fib
de la dEcada de los años treinca ibamos una vex en taxi
con Katâiev. Hacia mucho tiempo quc no nos velamos,

343
porque habiamos vivido en Leningrado y Crimea. El en-
cuentro fuc de 10 mis amistoso y Katiiev se ofrcciO, inclu-
so, a acompafiarnos. Sentado en ci taxi, no dejaba de
habiar: jamis habIa oldo decir semejantes cosas.
Reprochaba a Mandeistam ci haber escriro poco y no tenet
grandes tiradas... *Si se mucre, jdóndc csin sus obras
completas? Cuintos pliegos tcndrin? Ni siquicra se
podia encuadernar un iibro... Un escritor ha de rener do-
cc tomos con los cantos dorados ... .. Lo nuevo de Katiiev
retornaba a Jo viejo: todo cuanro escribla ahora podia ha-
berse pubiicado en el supiemento de 'tNiva (rcvista que
se editaba antes de la revoluciOn): la esposa ,va de corn-
pras, y éi, padre de famiiia, ci dEspota del hogar, pataica
de rabia si la cocinera deja quemar ci asado. Dc niño
habia pasado hambre y terrores mortaies, Pot cilos anhela-
ba seguridad y Paz: dinero, mujcres y la confianza de sus
superiores. Tarde mucho en comprender dOnde termina-
ban las bromas y dOndc aparecia su verdadero yo. .Todos
elios son igliales —me dijo Mandeistam—. Solo que Ste
es inceligente..
Durante aquei viaje en taxi Katiicv dijo: 4No hay que
buscar la vcrdadi',
En Tashkent, durante Ia cvacuaciOn me cncontré con
un Katiiev fciiz. Ya cerca de Araisk vio a un camclio y se
acordo en el acto de Mandeistarn: .Lievaba la casa exacta-
mente igual que ese cameilo., me dijo Esta visiOn lo reju-
veneciO y comcnzO a escribir poesias. Esta era la diferencia
entre Katiiev y los demis escritores: para ellos no existia
ninguna asociaciOn de ideas poco sensatas. Qué it impor-
tan a Fedin, pot ejemplo, los camelios o la poesia? Dc to-
dos cuantos fueron elegidos para el bienestar, tal yea fucra
Katiiev ci ünico que no perdiO el arnor pot la poesia y ci
sentido de la Iitcratura. Pot esta razón paseO Mandeistam
con El por Moscü y bcbiO vino espaflol en junio de 1937.
Al acompañarnos a la puerta, Katiiev dijo: cTal vez lo de-
jen, Pot fin, asentarse... Ya es hora ... .
En ci periodo de la rehabilitaciOn, Katiicv intentO cons-
tantemente publicar unos poernas de Mandeistam en
.Iunost (Juventud), pero no se atrcviO a indisponerse con
sus superiorcs. Otros, sin embargo, ni lo intentaron
,QuE habria sido de Katiicv si no hubicra tenido que
escribir a lo Walter Scott? Era hombre de gran taicnto, in-

344
genioso y agudo, de aquellos que constituyen ci ala mis
ilustrada de la hteratura de un pals.
Aquel vcrano nos habria gustado mucho asentarnos..
Haclamos planes para ci futuro, nos gustaria cambiar de
vivienda para no vivir en un quinto piso sin ascensor...
Pero no habla que apresurarse para hater el cambio. - -
Stavski debia cumplir antes su promesa y crasladar a Kosti-
riev... Mandeistam sostuvc, una acalorada discusion con mi
hermano sobre si debia aceptar o no traducciones. Mi her-
mano decia que era imprcscindibic hacerlo en Ins prime-
ros tiempos y clue •si le parece insoportable, quc traduzca
Nadia.. Mandelstam afirmaba que no podia soportar ese
trabajo y que eno se encuentra a gusto) cuando traduce
Nadia. La discusian quedo resuelta pot Luppol, ci redac-
tor jefe de Ediciones del Estado. Dijo que rnientras él ocu-
para ese cargo, Mandelstam no recibiria ni una sola Ilnea
de traducciôn y, en general, ningün trabajo. Poco des-
pués, Luppol fue detenido y desapareciô. Su puesto In
ocupó otro, Pero eso no cambio nada; las personas cam-
biaban, Pero das decisiones de principio ' conservaban co-
da su fuerza. Eran mis estables que las personas. Las ,de-
cisiones de principio ' eran como un rnuro y hasta hoy dia
resulta imposible abrir en el una brecha.
La respuesta de Luppol nos hizo voivcr a la realidad: se-
gulamos confiando en que todo se arregiaria. NarbuE ya
no estaba; tampoco Margulis, ni Klychkov. Faltaban
muchos. Mandelstam rumiaba las estrofas de una poesia
de Gumiliev: <pena, pena, miedo, el lazo y la fosa, Pero
se alegraba de estar vivo y se consolaba diciendo que todo
se arreglarla. Por qué te lamentas? —me decla— Vive
mientras se pueda v va veremos- iAsi no puede continuar
por mucho tiempo!. iCuAntos aflos ya que esa frasc: ,AsI
no puede continuar pot mucho uempo) es La ünica fuente
de nuestro optimismo!
Wn dia mis ' habla durado una semana y pico
Ajmitova, teycndo la Biblia, se enteró de que la estrofa
pena, pena, iniedo, dogal y fosa, era una cita casi literal
del profeta Isaias: qEI terror, ci foso y el lazo, son para 6,
habitante de la tierra...

345
Antecedentes penales

.Es que Jos bomberos se mueren?., preguntó Tatka, la


sobrina de Mandclscam. .cAcaso mueren los ricos?., pa-
rafraseo Mandelstam, at dane cuenta de -que en Voro-
nezh, pest a code, ci dinero y ci bienestar rambién contri-
bulan a la longevidad. .Es que tarnbien en Moscü tengo
que rcgisrarme?, decla cuando Ic recordaba quc debia-
mos it a registrarnos. En eso se presentO Kostiriev en Mos-
di Para pant un dIa o dos y Mandeistam comprcndio que
no debla alargarlo mis Fue a vet at administrador de la
casa y regresó de inmediato. 'Dame to pasaporte., me di-
jo. qeQuE fain te hare mi pasaporte?.. Resuito que des-
pUéS de ml marcha a Voronezh to ci mes de mayo, Kosti-
riev arregió ]as cosas y me dio de baja como inquilina.
Hasta aquel entonces figuraba como habitante de Mosdi y
en Voronezh estaba de .transdinte. La administración de
Ia casa ni siquiera sabia que renové ci pasaporte en Voro-
nezh. Se les habia pasado.. Kostiriev, mientras unto,
consiguió set registrado como inquiiino permanente y no
ctranscóntc.. Para eilo necesitaba vivir en- la casa un perlo-
do de tiempo bastante grande, pero €1 supo anticiparse at
tiempo. .Nos ordenaron quc hiciésemos una excepción
con Koscirien, me dijo ci administrador. Nuestra casa se
habia construido en regimen cooperativo y pagamos una
suma considerable pot ella. Dc acuerdo con Ia Icy éramos
propictarios de Ia misma y nadie, sin permiso nuestro,
podia set registrado en ella. Puts bien, con estas casas coo-
perativas empezaron ]as complicaciones, es decir, las fami-
has dc los desaparecidos intentaron mantenerse en clias y
oponerse a la instaiaciôn de nuevos inquilinos. Con este
motivo se estaba preparando una nueva Icy que anulaba
los derechos de los constructores en regimen de cooperati-
Va. La Icy no habia sido promulgada aün, Pero ya SC habla-
ba de ella en ha alias esferas y creo que se promulgô a fi-
nales del aft 1938, Pero en nuestro pals, incluso una Icy
no promulgada, tiene fuerza retroactiva. Y, ademas, jquC
tenian que vet con eso las icycs! El hecho de que hubieran
registrado a Kostiriev indicaba que Ic ayudaban a pose-
sionarsc de una vivienda y eso era de mal augurio. Man-
deistam, sin embargo, no se disgusto to mIs minimo. Sc

346
habia hecho fatalista al modo soviftico. .Si les da la gana,
lo arregiarán todo y Si no quieren, nada se podrá haccr.
Su fatalismo se extendia también a ml. Fue entonecs
cuando me dijo: .Regresarás a Moscü si me dejan voiver a
ml. A ti soia no te dejaran voiver ... .. Pero veinticinco
aflos después de su muerte, me lo permiticron, Pero a ét,
scgün parece, todavia no Ic dcjan; Ic permitieron tan sOlo
asomarsc a una rendija en la revista literaria •Moskvaz
Kostiriev es un detalic, una minuscuia tucrca del
complejo mecanismo. Era un hombre sin rostro, uno de
aquellos clue es imposible reconocer en la calle o en ci
autobüs, pero euyo rosro se trasluce en otros muchos.f.
Cuaiquiera que fuera la coyuntura histOnca siempre se ha-
Ilaria un uniforme Para éI; nuestra época favorece en
extrerno la apariciOn de ese tipo de hombres y éi fue escri-
tot y general al mismo tiempo. Instalado en la habitaciOn
de Mandeistam no dejaba de teclear en su mâquina relatos
acerea de Extremo Oriente y en aqucila misma rnâquina
saeaba copias de las poeslas de Mandeistam. Una vez, que
eopiaba un poema inspirado en Crimea, me dijo: .A
Mandelstam Ic gusta Crimea unicamente, Pero es porque
no ha visto ci Extremo Oriente. El opinaba que carla
escritor debla visitar ci Extremo Oriente. Ya en aquel en-
tonces salIan trenes enteros de reclusos hacia Vtoraia
Riechka en Vladivostok, empezaba la colonizaciOn de
Kolyma y nosotros In sablamos. Un hombre que estaba vi-
giiado pot un funcionario tan importante corno Kostiriev
tenia grandes posibilidades de set enviado al Extremo
Oriente, Pero ahora no se trataba de Kolyma, sino de set
registrado en Moscü.
En las milicias del distrito se negaron a registrarnos con
sorprcndente rapidez. Nos explicaron que tenlamos aUn ci
recurso de acudir a las Militias Centraics, en la calle de
Petrovka. .Si nos lo niegan, regresaremos a Voronezh.,
me dijo Mandeistam. Incluso telefoneamos a nuestra anti.
gua patrona Para que nos reservase la habitaciOn en ci caso
de quc tuviéramos que voiver. En las Mi!icias Centrales
reiteraron la negativa y nos explicaron ci motivo: ,Antece-
dentes penaIes. No debe confundirse el .tcner anteceden-
(Cs penaks., concepto puramente soviético, ahora abolido
segUn parece, si la condena no pasa de cinco años, con la
privaciOn de los derechos cIvicos pot decision de los tribu-

347
naks. El tener antecedentcs penales. Cs una mancha Para
toda la vida y no sOlo Para la persona que fuc juzgada, si-
no tarnbien Para Jos miembros de su familia. En mi vida
rellenf decenas de cuest jog-larjos en los cuales debia res-
ponder a la pregunta de los anteccdentes penales, unto si
se referlan a ml personalmente como a los parientcs más
prOximos. Para ocultar Jos cantecedences pcnales de los
parientcs, gente se invcntaba biografias falsas. Uno de los
temas que más sc debatian en ]as familias era de 51 Sc
debIa o no rnencionar al padre represaliado cuando los hi-
jos de las familias que se hablan salvado por casualidad
terminaban la escuela. Lievo viviendo varies ahos en el es-
tigma dc Jos •antecedentcs penalcsz reflejos, pero an lie-
vo ci estigma literario.
En la milicia central de Petrovka supimos pot vez pri-
mera las consecuencias de tenet cantecedentes penales.
A dOnde piensan if?,, preguntO el miliciano de turno al
negarse a la peticiOn de Mandeistam, tRegresaremos a Vo-
ronezh., respondio. .Bueno —dio el funcionarlo, Pero
acto scguido afladio—, Pero tarnpoco alli Ic darán la resi-
dencia.,, De acuerdo con Ia sentencia Amenos docc, para
Mandeistam se cerraban las puertas de doce ciudades, pe-
ro habiendo cumplido los tres años de condena, perdla el
derecho a residir en setenta y pico de ciudades, con la par-
ticularidad de quc la prohibicion era vitalicia.
•Y si me hubiera qucdado en Voronezh?,, preguntO. El
funcionario Ic explicO que, naturalmente, ,aun tenemos
fallos en el trabajo y pot eso podian no haberse dado
cuenta, Pero eso seria temporal ya que no tardarlan en
desterrarlo de la ciudad prohibida. Ahora CSO ya no nos
sorprende: estamos acostumbrados a considerar que el per-
miso de residencia es una valla tan alta que solo pueden
franquearla los mãs capaces. Nadie, a excepciOn de los ha-
mados a trabajar, puede recibir el permiso de residencia
en una ciudad. Ademas, Para conseguirlo, se necesita un
pasaporte y hay muchas categorlas de personas que care-
cen de ese documento. Estos, en general no pueden mo-
verse del sitio. Muchos de nosotros siguen sin comprender
quc ci pasaporte en nuesrro pals es tambien un verdadero
privikgio. En 1937 esto era una novedad y Mandelstam
comentô muy seriamente. (Es Ufl progreso.
-slntenta conseguirlo to sola, me aconsejO en cuanto

348
regresamos a casa. iTfi no tienes antecedentes penales."
Esa foe ía prirnera y ünica vez que intenté scparar mi
destino del suyo. Y yo decidi probar suerte: fue la primera
y 6nica vcz que sent1 deseos de saint la casa.
Entré en una gran sala donde ante sus mesas estaban
sentados los más altos funcionarios de ía milicia urbana.
Cuando recibi la negativa, quise conocer la causa. tAnte-
cedentes penaies", me respondiô el miliciano. €Yo no ten-
go antecedentes pcnales", repuse indignada. eCômo no!",
exclamO sorprendido ci funcionario rebuscando entre sus
papetes Mire. Osip, antecedentes... b cOsip es on hombre
—insisri---, pew yo soy mujer, Nadiezhda ... ,,. El fun-
cionario reconoció que tenIa razôn: En efecto —dijo, pe-
to se enfurecio en el acco—, y qué tiene que vet que sea
un hombre? ,QuiEn es éI para usted? No Cs 511 marido?
El miliciano se ievantó y golpeó La mesa con ci puño:
cTJsted sabe lo que es ci articulo cincuenta y ocho?b. Es-
VIVO gritando algo rnás, pew yo hurl amedrentada, aun-
que me daba clara cuenta de que su ira era fingida y clue
al negarse, se limitaba a cumplir las instrucciones recibidas
y no sabla qué responder a mi demanda. Todos nosotros
cumpliamos siempte las instrucciones y si nos contrade-
clan 1 cambiabamos inmediatamente de tono. Hubo genre
con suerte y Las instrucciones que debian cumplir eran de
lo más inocente come, por ejemplo, negar un certificado
medico, retirar la beca a un esrudiante o enviarle a un lu-
gar donde no querla it. Otros, obedeciendo ordenes de
sus superiores, aporreaban La mesa con el puflo, desterra-
ban y detenlan. Dependla de La profesion de quien
cumplia las disposiciones. Yo no me habrla asusrado si el
que me gritaba fuera un miliciano biLioso, pew pot la be-
ca de aquel hablaba ci Estado.. A partir de entonces no
puedo entrar en un departamento de poLicla sin tembLar,
tanto mâs que nuesrras diferencias no han terminado aün
y nunca puedo vivir en on sitio come, ciudadana dotada
de todos los derechos. Dc MandeLstam herede et espiritu
vagabundo y una total ausencia de rakes. Justamente por
ello, se olvidaron de extirparme.
Mandeistam me esperaba en la calle. Tuvimos que re-
cordar por fuerza una festiva poesla de GumiLiev: .El
hombre nace, Luego muere, pero la policla permanece..
'1 regresamos a casa, a una casa que ya no era nuestra...

349
La caj-ua/jdad

Nuestros destinos no querlan separarse, Pero ci hecho de


que no se huhieran separado entonces, predetermine mi
destino ulterior: fui una vagabunda sin hogar, rodeada de
extrafios, en un ambiente que no era el mio y, por lo tan-
to, nadie al verme recordaba a Mandeistam, cosa que no
hubiera sido posible de haber vivido en Moscü o en la casa
de los escritorcs. Mi expedience, como es natural, me se-
guba a todas panes, Pero como .dcpendia de Moscu., las
denuncias provinciales no me causaron daño. Gracias a
Kostyriev quc me echo de casa y al miliciano clue me
chub, conserve la vida.
Dc haberme quedado en la vivienda de Mosct, los
cscritorcs, seducidos pot ella o bien pot motivos put-amen-
cc estatales, habrian hecho que se acordasen de ml los que
detentaban ci podcr.
Me salvo la casualidad. Nuestros destinos eran goberna-
dos con demasiada frecuencia pot la casualidad, Pero en la
mayorla dc los casos eran fatales y llevaban a la gente a su
perdicion tambien por Pura casualidad. Pude observar
muchas casualidades de esre tipo cuando hacia cola horas
enteras en la fiscalia Para entregar dinero o en busca de al-
gun certificado. Una y ea conoci a una mujer cuyo hijo fue
arrescado pot casualidad en lugar de su homOnimo que vi.
via en la misma casa y que en aquel momento no estaba
en su vivienda. La mujer habba conseguido Ilegar hasta al-
gun personaje influyente y demostrar que en la orden de
arresto, que determine la detenciOn de su hijo, figuraba ci
nombre y ci parronimico del vecino. Para conseguirlo tuvo
que mover literalmente montaijas, Pero lo consiguiO.
I-labia Ilegado ya la orden de Iiberacion y supo enronces
que su hijo ya no vivia. Habia muerto victima de una fe-
roz casualidad y ci vecino salvO casualmente la vida y pu-
do ocultarse.
La mujer —esro sucedla en la fiscalia— lioraba a Iágri-
ma viva y vociferaba cuando supo la muerte de su hijo de-
tenido pot casualidad. El procurador salio de su jaula y Ic
chilJ6 con la misma afectada ferocidad que lo habia hecho
ci miliciano conmigo. Griraba con propOsitos educativos,
podIa, acaso, cumplir con su responsabic misiOn sin tener

350
asegurado un total silencio? Las obligaciones del procura-
dot se reducian a dat informacion sobre los reclusos, sobre
las condenas: a diez afios, a diez altos sin derecho de
correspondencia, etc. No tenia la obligación de notificar la
muerte de nadie. Aquella mujer dio pruebas de una ener-
gia poco comün pucs habia conseguido saber ci motivo
pot ci que su hijo, detenido pot error, no regresaba. Ha-
bitualmente las muertes se sablan pot casualidad o se ig-
noraban. En aquci entonces no se comprendia todavia lo
que significaba: isin derecho a la correspondencia..
En torno al furioso procurador y a la vociferante mujer
empezO a congregarse la gente que estaba en Ia cola. No
aprobaba ninguno a la que chiliaba. .A qué vienc liorar
ahora —resumia calmosamente una mujer quc habla veni-
do también pan conocer la suerte de su hijo—, ya no ic
puede resucitar... Solo nos hace perder ci ticmpo.. Saca-
ron de All a la escandaiosa y se rcstabkciO ci orden. Los
soviéticos tiencn un respeto especial pot las instituciones.
Si ci hijo hubiera muerto en casa, nadic se habria indigna-
do de los gritos y lamentos de la madre, Pero la disciphna
interna no permitia escandalizar en las instituciones pübli-
cas. Una asombrosa sangre fria nos distingue a todos. Al
dia siguiente de la detencion de los seres queridos y del
correspondiente rcgistro, sabiamos Ilegar a la oficina
sonrientcs como siempre. Nos guiaba ci instinto de la
autoconservación, ci temor pot los farniliares y un codigo
soviético especial de buenos modales. En la scgunda de-
tcnción de su hijo. AjrnItova infringio ese codigo: cstalló
en sollozos en presencia dc los quc vinieron en busca de
Liova. En general se comportaba bien e incluso mcreciO la
aprobaciOn de Surkov: . j Qué asombrosamcrstc bien se ha
mantenido Ajmitova durante todos esos altos!.... Pero,
,quién iba a portarse mal con un hijo detenido?... ,!Pucde
considcrarsc casual que ninguno de nosotros hubicra
infringido [as reglas de Ia decencia soviéticas? Mandcls-
tam, en cambio, no las observaba ni en lo mIs minimo.
No tenia ningUn control de 51 mismo. Bromeaba, gritaba,
golpeaba en [as puerta.s cerradas, sc cnfurecia y no dejaba
dc sorprenderse de todo cuanto ocurria.
En la actuandad, mi capacidad de auto-dominio y auto-
control se han debilitado y escribo estas pIginas, aunque
se nos ha dicho que aquelios años deben set recordados

351
con prudencia. La ünica forma en que se permiten esos re-
cuerdos es cuando se demuestra que La persona, cuales-
quiera que scan las circunstancias, sigue sienda un fiel
constructor del comunismo y sabe distinguir lo principal
—nuestro objetivo— de io accesorio: su propia vida
destrozada y pisateada. Nadie se ha preocupado de la ye-
rosimilitud de semejante concepciOn: se puede prescindir
de ella... Parcce set que sus autores son personas que pa-
saran la mitad de sus vidas en los campos y aquellos que
Ins mandaron a trabajos forzados asistieron y les dieron su
aprobacion. Solo una vez conocia a una persona que parti-
cipaba de esa concepciOn, pero entre ellas y yo se aizan
impenetrables tabiques sociales y ese encuentro sOlo puede
producirse per casuaiidad.
4qQuwn es ese Solzhcnirzin? Todos sus amigos habla-
ban de El., me preguntó un compañero de vagOn cuando
yo iba de Jarkov a Moscó. Fue a despedirme a la estaciOn
un tropel de genre feliz y emocionada porque en la
vIspera supimas que Tvardovski habia conseguida, per
fin, ci permiso de publicar ci relate de Solzhenitzin 4Un
dia en la vida de Ivan Denisovich. en .Novi Mir. (Mundo
Nuevo). Miré a mi cejijunto compahero de viaje y corn-
prcndi en el acto que existia entre nosotros un lazo invi-
sible a modo de los vasos cornunicantes. Aunque con una
diferencia: el liquido de Los vasos comunicantes oscila,
mientras no se igualan Ins niveles, en cambio nuestro esta-
do de animo jamás podia estar al mismo nivel: cuando
this alto estuviera el suyo, más baja seria el mio y vicever-
sa.
Le hable de Solzhenitzin y me dijo quc no aprobaba la
pubiicaciOn de esa obra... c.I-ia kIdo usted el relato Me-
tal nativo''? —me preguntO—. Podriamos haber prescin-
dido de él, aunquc encierra una idea educativa ... .. A mis
objeciones, dijo: .Dcbc comprender clue se trataba de una
necesidad historica,, .Por qué necesidad? —le repuse—.
Dicen clue fue una casualidad debida al mal carácter de
Stalin.. .Parece usted una persona culta, pero a Marx In
ha estudiado mal. eHa alvidada clue Ia casualidad no es
más que una necesidad no consciente? ... .. Con ella
queria decir que si no hubiera side Stalin, habria side otro
el que se encargaria de mandar tada esa gente al campo...
Mi compahero de viaje Ilevaba una chaqueta militar sin

352
chaxreteras y tenia tin rostro abotargado y amarillento co-
me ci de las personas que se pasan la vida ante un escrito-
rio y padecen de insomnio. Estaba evidentemente acos-
tumbrado a estar sentado en un sillon, inclinado con todo
ci cuerpo hacia su interlocutor y solia levantar de pronto
las manos como si buscase apoyo en los brazos del siIlón.
En las conversaciones de mis amigos distingui6 tambiEn
ci nombre de Pasternak. tSe trata de ese mismo Paster-
nak?.. Y me expuso su opinion sobre ci 4Doctor Thivago'
con tono categOrico y profesional: se trataba de un fallo
imperdonabic. cC6mo ban podido permitirlo?... jFjcse
a 10 quc IlegO! 1Lo ha publicado en ci extranjero! iQu6
fallo!.. No habla leIdo nada de Pasternak, •fll Sc disponla
a lccrlo.. .QuiCn .1cc sus libros? Yo tengo que estar al
unto de La literatura... CuestiOn de trabajo... Y nunca 01
hablar de El..... Le repuse que tampoco habIa oldo hablar
de Tiutchev, ni de Baratinski. Saco un bloc de notas
.xCOmo dice clue se liaman? Los buscarE ... ..
Al principio, al hablar de si mismo, me dijo quc era
medico, Pero que ya estaba jubilado —me parcciô joven
Para elio— y quc sc ocupaba de ayudar a La policia en su
trabajo con los delincuentes mcnores de edad. .tPor qué
no trabaja como medico?., Ic pregunté. .Mi son Las
cosas.. La medicina resuito set un pasado muy remoto; en
su actividad tuvo ocasiOn de escuchar a los partidarios y a
Ins detractores del regimen soviético. DOndc ha podido
oft a los dctractoresh, Ic pregunté, pero no obtuve res.
puesta. Al jubilarse, ciigiO pan vivir Tallin, a dondc solia
it
per cuestiones de trabajo; disponla all! de una vivien-
da de ties habitaciones quc compartia con su esposa y su
hijo menor. .Nunca ol decir que a un medico con tan p0-
ca familia k diesen tin apartarnento dc tres habitaciones.,
comenté. cOcurre a vcces., me respondiO laconicamente.
Hablando de su familia me contO sus problemas como a
un pedagogo. Estaba contento con Los dos mayores. Habla
tornado unas vacaciones c iba a visitarks: la hija estaba ca-
sada con ci secretario del comitE regional del partido y ci
hijo tambiEn trabajaba all!. En cambio ci pcqueño, naci-
do después de la guerra, no servIa para nada: era un vago,
querIa dejar La escueLa o it a trabajar a una fabrica. cPor
qué dice que Cs un vago si quiere trabajar?., le preguntE.
El hijo, segün me dijo, no querla vivir con él, sus compa-

1131
news Ic hablan contado no sabia qué cosas... y, ademâs,
ci chico influla sobre su madre y tambien ella se rebelaba.
cY todo eso se debe a que los mayores ban conocido Ia
guerra y pasaron miscrias. El pequeflo, en cambio, creció
en plena bonanza: naranjas, chocolate... Y asi saiio él, No
tenia que haber nacido. . .. No supo explicarme Jo quc
pasarla en ci cornunismo cuando los hijos no conocicran
ninguna necesidad: SerIan todos unos rebeldes? Pro-
bablemente los de su hijo recordarlan la actividad del
padre pie visitaba Talin pot ecuestiones de trabajoi....
Pan ml era evidente que hablaba con un cresiduo del
imperio staliniano,. &Era una casuandad que el hijo se
rebelase contra ci padre? eEra una casualidad c l ue ci padre
no qutsiera remover ci pasado, esa .neccsidad historica, a
la cual él contribuyo con unto edo? El relato de Solzhe-
nitain (.Un dIa en Ia vida de Ivan Denlsovich.) es como
una piedra de toque: pot la reacciOn de cada lector puede
juagarse de su pasado o el pasado de su famiiia. El pasado
no está petriuicado ni bien entendido. Demasiada gente
tomó pane en €1 directa o indirectamente o, pot Jo me-
nos, siienciaba todo cuanto sabia pan quc nosotros ahora
no nos atreviéramos a mirarie de frente, cara a can. Se
comprende perfectamente lo que pretenden los .residuos
del imperio. que Sc encuentran en ci anonimato y ayudan
a la policla en su trabajo de educat a los delincuentes me-
notes de edad o dificiles. Esperan la licgada al poder de
sus jóvenes correligionarios para bendecir esa .joven y des-
conocida tribu, en so andadura politica.
La gente que se limitaba a cailar o a cerrar los ojos ante
lo clue ocurria, procuran, asimismo, justificar de alglin
modo ci pasado. Sueien acusarme de subjetivismo: enfo-
que usted un solo aspecto, pero hubo otras muchas cosas:
la construccjón, ci teatro de Meyerhoid, Ia hazana del
.&Cheliushkin., etc., imuchas cosas!... Podria afladir que
existlan también ci cieio y las estreiias, Pero que es
imprescindible comprender el significado de todo In
ocurrido. El humanismo del sigio xix sufriO una dura cri-
sis, se derrumbaron todos shs vaiores éticos porque se ba-
saban ünicamente en las necesidades y deseos del set hu-
mane, o, simplemente, pot su anheio de set fehz. El si-
910 xx, pot ci contrario, nos demostro con meridiana cIa-
ridad que ci mal posee una inmensa fucrza de auto-

354
destrucción. En su devenir aboca irremisiblemente al ab-
surdo y al suicidio. TambiEn comprendimos, pot desgra-
cia, quc ci trial al autodestruirse puede acabar con toda la
vida en La tierra y eso no In deberlamos olvidar. Sin em-
bargo, pot mucho que la gcnte prociame a voz en grito
esas verdades tan simples, Las oirmn soiamcnte aquellos
que no quicran ci mal. Ademas, todo eso ya cxistió y Ca-
ducó, y voivió a empezar, pero siempre con mayor fucrza
y amplitud. Afortunadamentc yo no veré ya lo c lue nos
depara ci futuro.

El electricista

cEs temprano aün para rendirse., dijo Mandeitam al dia


siguicntc y fue a la tJnión de Escritores pan ver a Stavski,
pero él no lo recibió; Ic hizo saber pot boca de su secreta-
rio que antes de una semana no podria recibirie pues esta-
ba ocupado a más no podcr. Mandeistam entonces corrió
al Litfond y sufrio alil, en la escaiera, un ataque de este.
nocardia. LLamaron a una ambulancia y In trajeron a casa,
ordenándoie que no se levantase de la cama. Eso era Lo
que éL pretendia: confiaba en set recibido pot Stavski y
conseguir, pot mediación suya, ci permiso de residencia
en Moscü. No comprendia quc todos esos Stavski que
hacian de intermediarios entre nosotros y nuestros amos
decian siempre quc estaban ocupadisimos, que no podian
dcdicaric ni an minuto de su tiempo... Tambiên Surkov
en 1959, la üitima vez quc me echaron de Moscü, me
exphcO quc no tenia ni un minuto Libre para tratar de mi
asunto con los compaheros. En aquci entonces eso signifi-
caba para ml la perdida de La casa, pero en Epoca de Sta-
lin era cuestión de vida o muerte.
Mandeistam yacla de bastante buen humor en la .carrc-
teia de Besarabia, y it visitaba cada dia un medico de Lit-
fond. Diez dias más tarde fue enviado a la consulta de la
doctora Razumova, mujer de rostro inteiigente en cuyo
despacho haba bocetos de Nesterov. Nos asombro la fad-
lidad con que extendio un certificado en ci cual constata-
ba que Mandeistam precisaba estar en cama y una explo-

355
radon general. Ella, naturalmente, no estaba obligada a
conocer su situaciOn juridica, Pero después de las calami-
dades pasadas en Voronezh y Cherdin, la actitud de Raw-
mova y de otros medicos de Litfond nos pareciO asombro-
sa, como si de pronto hubiera surgido en Rusia La intelec-
tualidad de antes con su actitud ante los déporcados.
Fue entonces cuando Mandeistam se forjo la demente
idea de sobreponerse al destino y aferrarse a Moscü pot to-
dos los medios, ünica ciudad donde tenlamos, pese a to-
do, un techo sobre Ia cabeza y podriamos subsistir de al-
gun modo. Le desorientO el hecho de que Litfond se Ic
mostrase propicio: Ic enviaba medicos y se interesaba pot
so salud. QuE cxplicaciOn cabia dat a cste hecho? Quizas
alguno de sus empleados simpatizaba con él o, tal yea, tu-
vicran miedo de que los culparan, al vet el ataque, de no
haberle atendido debidamente... Tame, lo uno como lo
otro era posible, Pero sea como fliera, Litfond procuraba
ayudar y en nuestras condiciones era algo sorprendente. La
nivelacion no ha existido ni existe en nuestro pals y a cada
uno Ic corresponde tan solo aquello que rnerece
Vino Kostyriev, dio unas cuantas vueltas pot la casa ha-
ciendo ruido y Ic dijo a mi madre que pasarla unos dIas
en Moscü. Poco despues saliO, Pero no tardO en regresar,
dejando abierta la puerta que comunicaba su habitacion
con la nuestra. Pensamos (con nosotros tambien estaba
Rudikov que iba a Crimea desde Leningrado) que Cs.
cuchaba simplemente nuestra conversaciOn, Pero resuftO
que esperaba a un visitante. No hiao pasar al visitante a
su habitaciOn, sino que se detuvo con €1 en la nuestra,
donde estabamos sentados al lado del armario. Hablaba
con el visitante de la instalaciOn cléctrica y Cste, en apa-
riencia electricista, Ic aconsejaba que cambiase toda la ins-
talaciOn; yo Ilegue a pensar, incluso, que Kostyriev se ocu-
paba demasiado de la casa. cEso no me gusta., dijo de
pronto Mandelstam alarmado. No me din tiempo de rae-
nerle: tuve la impresiOn de que le volvian las alucina-
ciones porque salto de la cama, salio pot detras del arma-
rio y se foe directamente hacia el electricista. •No venga
con disimulos —le dijo— dIgame francamente lo que
quiere. eViene pot ml?..
.Que dice?. —susurré desesperada a Rudakoy, plena-
mente segura de quc Mandelstam deliraba. Pew con gran

356
sorpresa mia ci clectricista lo admitió como algo compkta-
mente logico y despues de una o dos replicas exhibicron
sus documentos. Aquel clue momentos antes se hacla pa-
sat por electricista, cxigió que Mandelstarn Ic acompaflase
a las milicias. Un sentimiento de temor y alegria me em-
bargO de pronto: 44Le mandarin a on campo?x y .jGracias
a Dios quc no son aIucinaciones!.
En compaflla de aquel hombre, Mandeistam fue at
distrito tic Ia policia; Rudákov corriO detrás de ellos, pew
ci dclincucnte no pudo iicgax at distrito pucs de camino
sufrio otto ataque. Liamaron a una ambuiancia y en un
sillOn tuvieron quc subirle al quinto piso; ci siIlón to con-
seguimos en casa de un vecino. Mientras et medico Ic
reconocia, ci miliciano-cicctricista esperaba en Ia habita-
ciOn. Cuando pasO ci ataque, Mandelstam Ic ensefl6 sus
certificados medicos. DEme ese que tienc ci selio triangu-
lar., dijo ci policla y con ci certificado extendido pot La
doctora Razumova se fuc a la habitaciOn de Kostytiev para
liamar por telefono. Una vet recibida la inscrucciOn,
rcgresO y dijo: tPor ahora no se mueva * y se marchO.
Mandeistam permaneciO en cama varios dIas. Cada ma-
ñana y cada tardc se presentaban nuestro electricista 0 sus
suplcntcs, todos vestidos de paisano. Además, venian los
medicos. Mandclstam se divertla mucho: .1Qu6 de trabajo
Les estoy dando!.. Decia que habrlan venido a molestarnos
de noche, si Ci no se hubicra dado cuenta de qué pájaro
era ci electricista, -, Por las noches empeoraba so humor.
Una vet, at despertarme, lo vi de pie, cchada hacia atrás
Ia cabeza, abiertos los brazes junto a los pies de la cama.
cQuC tc pasa?., Ic pregunté. Me senalO la abicrta yenta-
na. .No crees quc ya es hora?.,. Venga... Mientras este-
mos juntos. . .. Ic rcspondl: cEsperemos. y Ci no discutiO.
Hice bicn? 1De cuantos sufrimientos Ic hubiera librado a
el y a ml!...
Al dia siguiente soportamos La visita del ciectricista quc
prometiO enviarnos a .su medico.. No esperamos la Ilega.
da del poiicia dc La tarde y abandonainos La casa. Dorrni-
mos en ci apartamento tic Yajontov, distrayendonos como
podiamos. Dc dia regresé a Ia casa para recoger las cosas
quc debiamos lievarnos, pero Kostyriev corriO al distrito y
me obligaron a it tambiCn a ml. cDOnde está Mandels-
tam?., me preguntaron. cSe fuc.. çA dOnde?x '. .No lo

357
sé.... Mc ordenaron que abandonara Moscü en un plazo
de veinticuatro horas. Kostyriev recibio por su cooperación
Ia habitacjon de Mandeistam de 16 metros cuadrados. Si-
guen viviendo en ella su viuda e hija. Mc gustaria que su
hija leyera 10 quc cuento dc su padre, pero los hijos de
esos padres no leen libros, a excepción de que ics obliguc
a ello ci 'cargo que desempciian, si cs que tambien ellos
trabajan en la .sección de hterarura, de Lubianka. En este
case, más vale que mi manuscrito no caiga en sus manes.
Durantc tres dias permanecimos en la casa de Yájontov,
rodeados dc mapas de la regiOn de Moscü. Elegimos un
pueblo Ilamado Kimry. Nos scdujo la proximidad de la
cstación de Saviclovo de Marianova Roscha donde vivian
los Yájontov y ci hecho de que Kimry estuviese a las
orillas del Volga. Un pequcflo pueblo a orillas de un rb
CS siempre mejor que otro de su misma categoria sin do.
No regresamos más a la casa del Pasaje de Fürmanov.
Nuestros hermanos prometieron tracrnos las cosas a la es-
raciOn. Nos despedimos de ml madre en un bulevar, en ci
cual fijamos Ia cita. Al verla, Mandelstam se levanto y
avanzO a su encuentro con la mano tcndida. tiHola,
suegra clandestinal., dijo. Mi madre se limitO a lanzar
una exclamacion de asombro.
A principios de jun10 abandonamos Moscü.
Debo confesar que la milicia se mostrO extremadamente
humana y bondadosa: permitieron a un enfermo que vivia
sin derecho en Moscü rcposar, curarse y luego abandonar
la capital. Habitualmenre no gastaban tantos miramientos
y los cnfcrmos no se atrevian a detenerse en las ciudadcs
prohibidas. Ademas, en nucstro caso la policia tenia toda
Ia razOn dc su parte: a las personas con antecedentes pena-
les sc les prohibla vivir en Moscü. Yo habia Perdido mis
•vinculos con Moscü * por habcr seguido a provincias a un
hombre condenado .El Estado debe defcndcrse., dijo
Narbut en cierta ocasiOn. Pero ocurre clue al defenderse ha
creado demasiadas leyes para aislarse del individuo.
Una cuestión más: jExageraba Mandeistam sus dolen-
cias con e1 fin de engafiar al Estado? Jndudablcmcnte. Fue
neccsario un aho mis de vida crrantc y ocho meses de cir-
ccl y campo para enviaric al otro mundo. En nuestro pals
tienen derecho a quejarse dc males no mortaics sOlo
aquellos quc son ütiles al Estado. Los delincuentcs

358
politicos deben mont de pie. Mandeistam se acostó cuan-
do An podia sostencrsc de pie y se comportO como si
fucsc una persona necesania a la cual ci Estado protegia,
curaba y mimaba. Pot consiguiente, exageraba su enter-
medad y procuraba engaflar at Estado. Y ci Estado no sOlo
tcnia ci derecho legal, sino también moral, de protcgcrse
de un ciudadano tan indisciplinado.
Nuestro Estado tutcia doscientos millones dc ciudada-
nos y no cstá dispuesto a soportar a las personas clue no Ic
sirven de todo corazOn. El Estado es una fuerza aurosufi-
cicnte que sabe mejon que nosotros mismos to que nos ha-
cc falta. Cuando todos los pueblos sigan nuestro camino,
sabran que la Iibcrtad es una necesidad consciente.

Veraneantes

cHemos saiido aigo temprano a veranear este ao., dijo


Mandeistam, at ocultarse en Savieiovo de las miicias mos-
covitas: era un pequeflo poblado en la aka onilla dci Vol-
ga, enfrente a Kimry. El bosque era raqumtico; y en el
mcrcadillo de la cstaciOn vendIan bayas, leche y cercales;
la medida, idEntica Para todo, era un vaso. Ibamos a to-
mar ci ré en la plaza dc la estaciOn y all! hojcabamos el
pcniodico. Sc titulaba •Ei Eco de los Invandos, y ese
nombre nos divirtiO tanto clue to recorde durante toda ml
vida.,. El local dondc tomábamos el té se iiuminaba con
un quinqué de pctnOico y en la casa usábamos una vela y
Mandeistam no podia leer con esa iluminacion a causa dc
sus ojos enfermos. Durante gran pane de nucstra vida solo
dispusimos de esa iuz, pot to cual nuestra vista no es de
las buenas... Adcmãs, tampoco Ilevamos demasiados
libros, porque no pensabamos echar rakes y viviamos co-
mo auténticos veraneantes. Era un alto provisional quc
nos hacia faita Para descansar y mcditar.
Savielovo era un poblado quc sOlo tenia dos o trcs
callcs. Todas [as casas daban impreslOn de sohdcz con sus
antiguos jambajes y portalones. Se notaba la proximidad
de Kaliazin que iba a set sumergido en breve porque
tralan constanremente a Savielovo magnificos armazones

359
de madera y tambien nosotros sentirnos deseos de hater-
nos una cisbab. Pero, como hacerla Si £105 faitaba dinero
para los gastos del dia? Los habitantes de Savielovo traba-
jaban en la fábrica y se alimentaban del dTo: pescaban y
vendian clandestinamente los peces. En invierno se calen-
taban asimismo gracias al no; pot la noche, valiéndose de
garuios, sacaban los troncos que desccncjian corriente aba-
jo. El Volga seguTa siendo ci gran bienhechor, pero boy
dia ban impuesto ci orden y los ties ya no ahmentan.,.
Preferimos quedarnos en Savielovo, üitima estación del
ferrocarrii del mismo nombre y no meternos en Kimry,
desvencijado pucblecito al otro lado del rio porque la tra-
vesia del rio dificultaria nuestras comunicaciones con Mos-
cii. El ferrocarril venia a set ci iitimo vInculo con la vida.
clnstalaos en cualquier agujero perdido —nos aconsejó
G. M. que habla pasado pot todas Wvicisitudes de las
Epocas, es decir, pot el campo y la ulterior existencia de
"antecedentes penales' '- pero no os separéis de la via
férrea; asi, Pot lo menos, oiréis los pitidos de los
trenes. S..,
La ciudad prohibida de Moscii atraia como un imán. Sc
concedia permiso de residencia a partir de los ciento cinco
kilómetros de las ciudades prohibidas y todos los centros
ferroviarios de esta zona se lienaban a más no poder con
desterrados y los clue salian de los campos. Los habitantes
locales los Ilamaban €cienkilornctristas,. Sin embargo, la
01 pot y ea primera no en Savielovo, 5mb
en Strunin, don-,
de me instalé despues dc la detencion de Mandeistam. AsT
me llamaban los obreros de la fábrica textil en ía cual
atendia doce máquinas hiladoras. Cambiaba mi turno de
trabajo diurno pot el de noche con alguno de los obreros,
cosa que consegula fácilmente pucs todos preferlan traba-
jar de dia, y marchaba a Moscu Para entregar un paquete
o recibir informacion, que nadie jams proporcionaba.
Entre los cienkilometristas. de Moscu gozaba de gran
popularidad Alexandrovsk, Mandeistam lo califico en sus
poemas de cpobiado de locosdluminados,, porque en Za-
gorsk podian tomar ci trcn electrico y en un solo dia
podian it y volver de Moscu: iban a conseguir dinero y ha-
cer aiguna gestión y regresaban pot la noche con el tiltimo
tren a su residcncia permitida, Debian dormir aliT donde
estaban registrados. El viaje desde Alexandro y sk, gracias al

360
tren clEctrico, se hacia en menos de ties horas, en lugar de
las cuatro y pico de los demas caminos. Cuando en 1937
volvieron a detener a la genre que ya habia cumplido con-
dena, la acumulación de personas con antecedentes pena-
les en detetminados lugares fuc de gran cornodidad para
Los organizadores rpresivos... En vez de apresar a sus vic-
timas de uno en uno, diezinaban todo ci pueblo. Como
estas medidas se hacian de acuerdo con un plan y se
controlaban numéricamente, es de suponer que los che-
quistas recibieron numerosas recornpensas pot su abnega-
da labor en ci curnplimicnto del plan. Los diczmados
pueblos volvIan a lienarse de nuevos contingentes de cxi-
liados que, a su y ea, acabarlan pot set detenidos nueva-
inente. ,Quién podria suponer que pueblecitos como Ale-
xandrovsk, pot ejemplo, eran simplemente una trampa? A
ninguno de nosotros se nos ocurria pensar que Sc procedia
a la destrucción sistcmática de una cierta categoria de per-
sonas, es dccii, dc aqucilos que ya fueron sancionados una
vez. Cada uno crcIa que so causa era puramente indivi-
dual y quc los relatos respecto al clugar cmbrujado eran
hueras charlas. No fuimos alli, porque a Mandelstam no
Ic apetecla vivir en un cpoblado dc iIuminados. cNo po-
driamos hallar un lugar peor, me dijo. Supimos, adeinás,
quc cI prccio dc una habitación en Alcxandrovsk era rnuy
alto y nos apartamos del camino trillado.
En Savielovo no habia ni verancantes ni cienkilometris-
tas a cxcepciôn dc nosOttos, Si no contamos unos cuantos
ex condcnados pot delitos comunes que esperaban affil que
pasase la tormenta. La can no iba pot ellos, pefo si el
plan numérico no se cumplia, podrian agarrarlos tambien
a ellos para complctarlo. Con uno dc ellos entablamos
convcrsaciôn en una cantina y nos explico muy razonable-
mente las ventajas dc Savielovo en comparación con Ale-
xandrovsk o con Kolomna: .Si toda ci hampa se reUne en
un mismo sitio, La quitan de goipe como si fuese nata.....
Resultó set más perspicaz que los ingenuos del articulo
cincucnta y ocho entre Jos cuales habia muchos viejos uni-
versitarios que recordaban con toda uirmeza que cada mdi-
viduo responde personalmcntc pot sus delitos y que por
un mismo dclito nadie es juzgado dos veces. Y como, en
general, no se sabian responsables de ningñn delito, se fi-
guraban constanremcnte que, pcse a todo, conseguirian

361
obtener justicia —asi no podria continuar eternamente—,
pero acababan pot set metidos de nuevo en ci furgon que
se liarnaba * la negra Marusia, o ci .cuervo..
Dc 1948 a 1953 volvI a set testigo del drama de Ins
•cienkjlometrjstas,. Pero esta y ea fue un drama minüscu-
Jo, sin las desgarraduras en La piel, la fosa comün, sin ci
plomo ni las torturas a las cuales nos habia acostumnbrado
nuestra época. Vivia entonces en Ulianovsk y vi con qué
esmero limpiaban la ciudad de todos cuantos tenian ante-
cedentes penaics. Una pane de elios fue detenida de in-
mediato, otros perdieron ci permiso de residencia y se pre-
cipitaron a la zona de Ins ccien kiiómetros.. En ella goza-
ba de gran popularidad la ciudad de Mehkes Atli si din-
gió un amigo mb, violinista, que habia pertenecido at
RAPP y all partido, hombre de la misma edad que Man-
deistam, quien en tiempos habia onientado la tendencia
musical juntamente con la hermana de Briusov En 1937,
fue enviado a un campo y despues de permanecer aili
unos ocho o diez afios se instalo en Ulianovsk a finales de
la dEcada de Ins ahos cuarenta. Loco de alegria y convenci-
do de que to malo pertenecia ya al pasado (jCuantas veces
picamos todos en ci anzuelo!) ci violinista decidio iniciar
una nueva vida, se casó (su esposa y sus hijos hablan me-
nunciado a ei) con una compafiera mia de trabajo, una cx-
celente mnujer, y encontró trabajo en una escuela de müsi-
ca. El hijo de ese matnimonio, un chiquilio de frente des-
pejada tendia ya sus bracitos hacia el violin y ci dichoso
padre sohaba con hacer de 61 Un gran violinista. Me decia
que no habia mayor fciicidad que vivir por y para ci arte y
me citaba en apoyo de sus palabras a Ins ciasicos del mar-
xismo. Su hijo tenia tres ahos cuando la policia iiamó at
padre, Ic retiró ci permiso de residencia y Ic ordeno aban-
donar la ciudad en veinticuatro how. Por easualidad pasé
aquel dia a visitarios y con solo ver sus rostros comprendi
de inmedjato to ocurrido y fiji su confidente: esas historias
se conservaban siempre en sccreto, ya que en caso contra-
no podia sufnir las consecuencias toda la famnjlia.
Aquclia misma noche ci violinista partiO para Meiikes.
Alquiio afT un rincón y consiguiO varias ciases de violin y
piano. Poco después, entre la multitud de cx condenados
que se refugiaron en Meiikes empezaron ]as detenciones.
En ciudades pequeiias estas noticias se propagan con gran

362
rapidez: La patrona no tarda en contarle a la vecina que
pot la noche se lievaron a su inquilino. Las detenciones
significaban que en Melikes se habla formado una con-
centraciOn de elementos sospechosos y que a los organis-
mos locales se les habia ordenado un plan de Limpieza de
la ciudad. Todos se precipitaron a las milicias locales para
darse de baja y la estación se llenô de fugitivos. El viol1-
nista tambien se las ingenió para huir a tiempo de la pe-
ligrosa ciudad. A partir de entonces y hasta la muerte de
Stalin, es decir, algo mas de dos aflos, iba y venla Volga
arriba, Volga abajo, hasta Syaran y pot todos los tamales
ferroviarios de ciudad en ciudad. En algunos lugares no
consegula alquilar ni siquiera an rincén, pues todo estaba
repleto y en otros no resgistraban a nadie. A veces
consegula instalarse en algün lugar e incLuso dat clases de
müsica en la escuela local, pero poco despues ala decir
que también alli hablan empezado las detenciones y en-
tonces levantaba ci vuelo y hula. Durante sus vagabunde-
as pasaba a veces pot Ulianovsk y visitaba de noche a su
mujer. Dc dia no se atrevIa ni a aparecer pot la calle ni a
Llamar a su casa: los vecinos no tardarian en denunciarlo.
Temblaba de miedo, adelgazaba, tosIa y de nuevo
emprendIa ci viaje con su violin. Y en cada nuevo lugar
empezaba todo desde el principio. LLego, inciuso, a pre-
sentarse en Moscü, en ci Comite de las Artes, donde le re-
cordaban todavIa, para quejarse de que en las escuelas
musicales admitian a personas sin preparación alguna y
que El, an violinista diplomado, no lograba trabajar. Le
prometieron ayuda, pero en la ciudad donde pensaba ins-
talarse, comenzaron Las detenciones y huyó de nuevo. Ni
siquiera pudo averiguar si los funcionarios moscovitas
hablan cumplido su promesa o no.
DespuEs de la muerte de Stalin, It permitieron coma
invalido regresar a Ulianovsk, a La casa de su mujer. Murió
en casa, pero no pudo enseflar a tocar ci vioLin a su hijo.
Ni siquiera se atrevIa a acercarsele pot miedo a contagiarlo
de tuberculosis, adquirida durante sus vagabundeos par
las ciudades provinciales a fin de salvar so vida.
El violinista La tenia todo a su favor: una esposa con vi-
vienda, que no perdio su trabajo porque supo ocultar su
matrimonio que, ademas no estaba formalizado, experien-
cia (averiguaba siempre el peligro a tiempo), incluso la

363
nacionalidad, en aquel entonces ci primer golpe iba desti-
nado a los judlos. El violin Ic proporcionaba ci pedazo de
pan, precisamente de pan y no de otra cosa, Pero también
eso era muy importante. En general los müsicos sufricron
menos que genres de otras pro fesiones. Pero debia su sal-
vactón gracias ünicamente a su indomable energIa.
Muchos en su lugar habrlan esperado sin moverse del sitio
la detencion: tAcaso es posible escapar de "elios''!,. Pero
se habia saivado sOlo par volver a su casa Para morir.
Tambien eso era una gran felicidad.
Ante ci ejemplo de ese afortunado vioiinista he pensa-
do muchas veces en cull habrIa sido ci destino de Man-
delstam si hubicra regresado con vida del campo. Si estu-
viéramos en condiciones de prever todas ]as posibles va-
riantes del destino, no habriamos Perdido la Ultima posi-
bilidad de una muerte normal: la abierta ventana de
nuestra can en el quinto piso de la Can de ios Escritores
en ci pasaje Fürmanov de Moscu.
Voronezh fue un milagro, el milagro nos Iievo alil y los
milagros no se repiten.

La prueba del miedo

En mi infancia, cuando Ida hbros sobre la revolucion


francesa, me hacIa con frecuencia la siguiente pregunta:
&Es posible salvarse en una Epoca de terror?.. Ahora sé
con firmeza quc no es posible. El que haya respirado ese
aire cstá Perdido, incluso si por casualidad conserva la vi-
da. Los muertos estãn muertos, Pero todos los demas, ver-
dugos, ideoiogos, ayudantes, adeptos entusiastas, Jos que
cerraban los ojos y se lavaban las manos e inciuso aquellos
que por las noches rechinaban los dientes, todos elios son
también vlctimas del terror. Cada capa de La pobIacion en
dependencia de cómo iba dirigido ci goipe contra ella, pa-
saba su propia forma de la terrible enfermedad que se lla-
ma terror; y hasta La fecha no se ha recobrado aün, sigue
enferma y no es apta para una vida civica normal. Ese mal
sc transmitc por herencia, los hijos pagan por los padres y,
364
tal vez, sOlo los nietos empiezan a swat o, mejor dicho, la
enfermedad adquiere en ellos otra forma.
QuE miserable se atreviO a decir que en nuestro pals
no hubo una gencraciOn perdida? Es una mentira inaudita
y tambien ella es ci resultado del terror. En nuestro pals
perecia generaciOn tras generaciOn, pero es on proceso quc
en nada se parece at ocurrido en Occidente. Todos traba-
jaban, luchaban por su posiciOn, confiaban en salvarse y
procuraban pensar solamente en sus asuntos cotidianos.
En épocas asi, los asuntos cotidianos son como un narcOti-
co verdadero. Es preciso que los haya en abundancia, con-
viene dedicarse a ellos plenamentc y asi los ahos pasan
mks ripidamente; qucda de elios en la memoria una gris
marejada. Entre las gentes de mi generación son muy p0-
cos los que ban conservado una mente lücida y la memo-
na. La esclerosis temprana afectO a toda la generatiOn de
Mandeistam.
Todo esto es cierto, pero no deja de sorprenderme el
que hayamos resultado set tan rcsistentes. Dcspués de La
muerte de Stalin, mi hermano Evgueni me dijo un dia:
eTodavia no nos damos cuenta de to clue hemos pasado ' y
es verdad. I-lace muy pow viajaba yo en un autobus reple-
to y a mi lado SC colocO una viej ecita que con todo su peso
se apoyaba en mi brazo. c,!Te peso, verdad?x., me pregun-
tO. •Nada de eso —le respondi—. Todos nosotros somos
fuertes como ci hicrroi. Como el hierro? —rcpitiO Ia
viejita y se echo a reir—. Pues si, es cierto, de hierro ... ..
Es verdad, es verdad., dijo alguien y también se echO a
telL Durante un instante los viajeros repitieron: qDe hie-
rro., pero en eso el autobOs se detuvo, todos se dirigicron
a la salida y Se dedicaron a sus asuntos cotidianos, es dc-
cii, a abrirse paso a codazos. Durante un instante se hizo
la Iuz y en otto se fue. Somos, en efecto, de hierro, si no
to fuéramos no podrIamos haber soportado todo aquello
que nos deparO el destino.
En el perlodo que ileva el nombre de cezhovschina., las
detenciones se producian en oleadas, Con sus descensos y
crecidas. Tat vez en las circeles ya repletas no hubiera mIs
sitios y a nosotros, los que estibamos aUn en libertad nos
parecla a veces que el momento culminante habia pasado
y venia Cl descenso. Dcspues de cada proceso la gente lan-
zaba un suspiro de alivio, diciendose: ya es el final... Con

365
ello queria decir: gracias a Dios, estoy a salvo, scgán pare-
cc.. Pero luego se aizaba una nueva ola y esa misma gen-
te se apresuraba a escribir articulos Ilenos de maldiciones a
Ins cenemigos del pueblo. CuIntas cosas escribieron
contra aquellos que ya habian sido fusilados, para cotter a
continuacjón su misma suerte. cStalin no necesita cortar
cabezas —decia Mandelstam—, ellas mismas se caen como
las fibres de los dientes de leOnt. - Creo recordar que Jo
di;o Per primera y ea despues de leer ci articulo de Kossior
y enterarse de que tambien él, pese a todos sus articulos,
estaba detenido.
En ci verano de 1937, framos 'veraneat-ites, y en vera-
no, como decla Mandelstam, .todo Cs mks fácil.. ibamos
con bastante frecuencia a Moscu, visitábamos a veccs a
nuestros amigos en sus casas de campo.. Fuimos a Peredel-
kino pan vet a Pasternak. Nos dijo: cCreo que Zina está
haciendo empanadillas * y flue a la cocina para averiguarlo,
Pero regresO apenado: Zina no querla vernos... Varios
aflos más tattle, cuando de regreso de Tashkent liame pot
teléfono a Pasternak, me dijo: 'Pot favor no venga a Pete-
delkino ... .. A partir de entonces, jamás volvI a Ilamarle y
a veces al encontrarme junto a la casa de Vasilisa Shklovs-
kaia, en la cual solia pasar largas temporadas, subia a vet-
me. El fue la ünica persona que me visitó cuando supo la
muerte de Mandelstam
El dia en que estuvimos a verle pot ültima vez en Pere-
deikino, nos acompañó a la estaciOn y eswvimos charlan-
do largo raw paseando pot el anden y dcjando pasar un
tren tras otto; Pasternak segula obsesionado con Stalin y se
quejaba de que no podia escribir versos porque la yea que
Ic llamo Stalin no supo conseguir una entrevista personal
con €1. Mandeistam sonreia irOnico y comprensivo y yo Ac
escuchaba con asombro. Después de la guerra, esa obse-
siOn se Ic quitO. En todo caso no la mcncionaba al hablar
conmigo. Macía mucho que tenia pensada su novela (Doc-
tor Zhivago) y cada vez que nos veiamos —todavia antes
de la guerra— decia clue estaba escribiendo una obra en
prosa sobre todos nosotros... La idea inicial de su obra de-
biO variar con ci cotter de los años y eso se nota en Ia pro-
pia novcla. Era una época en la cual la gente se agitaba de
un lado pan otto sin saber de pane de quién estaba la
verdad.

366
En aquellos afios Shklovski to comprendia todo, pero
confiaba en clue las detenciones se limitarian a cun ajuste
de cucntas entre ellos mismos.. Delimitaba asi las cosas;
cuando detuvieron a Kollzov dijo que eso no nos concer-
nia, Pero reaccionaba pcnosamcnte cuando los detenidos
eran simples intelectuates. Qucria conservarse como .testi-
go' , Pero cuando acabó esa época, todos habiamos enveje-
cido y hablamos perdido todo aquello quc convierte a una
persona en nesugo ' , es dccii, la comprensiOn de Ins aeon-
tecimicntos y un determinado punto de vista. Esto fuc to
ocurrido con Shklovski.
Liova Bruni metió dincro en un bolsillo de Mandeistam
y dijo: .1A quién Ic hace falta cste maldito rEgimen!..
Marieta Shaguiniãn fingio no saber nada de las deten-
ciones: cA quién detienen? Por qué? Habrán descu-
bierto una conspiraciOn, habrán detenido a cinco personas
y Ins intelectualillos ya ponen el grito en ci cielo!.. Su
propia hija Ic gritaba at oldo contándolc to ocurrido con la
familia de Tretiakov. Pero gracias a su bendita sordera no
se enterO dc nada. Adalis ruvo miedo —cosa completa-
mente normal— que durmieramos en su casa, pew en el
acto considero necesario hacernos una comedia: cPor qué
no vais a dormir a vuestra casa? Ire con vosotros y si se
presenta la policia, se to explicatE todo... Yo me encargo
de hacerlo ... .. La gente, desorientada, decia to primero
que se Ic ocurria y Sc salvaban como podian. La prueba
del miedo cs una de las torturas más terribles y dcspués de
pasar por ella, La gente no puede recobrarse.
No tenlanios ningUn medio dc vida, y nos velamos
obligados a pedir ayuda a nuestros amigos. Una parte del
verano la pasamos a costa del dinero que nos dicron Ka-
taiev, Evgueni, Petrov y Mijoels, quien abrazo a Mandels-
tam y trató de consolarle to mismo que Markish. Yájontov
nos eswvo dando dincro continuamente hasta que se fue.
Cada vcz que iba a Moscü, Mandelstam visitaba Ia Union
de Escritores tratando de set recibido por Stavski, Pero Es-
te rehula la entrevista y cncargO a Lajuti que hablase con
El.
Lajuti se csforzó todo cuanto pudo para conseguirle al-
gun trabajo. Incluso le proporcionO un viaje al Canal co-
mo enviado de la UniOn de Escritores, suplicandole que
escribiese alguna pocsia sobrc la construcciOn del mismo,

367
Fue esa poesia la que arrojé a la estufa con ci permiso de
Ajmátova. Además, era un poema que a nadie dejarla sa-
tisfecho: sOlo pudo referirse al paisaje.

La tm/ada literaria y la vaca

Tambien nosotros buscábamos la salvación. La gente


siempre busca la salvaciOn. Solo los orientales se incineran
y nosotros, pese a todo, érarnos europeos y no queriamos
Ianzarnos a las llamas pot nuestra propia voluntad.
Teniamos dos planes para salvarnos: uno mio y ci Otto dc
Mandelstam. Un solo rasgo Ins hermanaba: ambos eran
totalmente irrealizabies.
Mi plan se Ilamaba •vaca. En nuestro pals, donde to-
dos ios medics para conseguir ci sustento diario estin na-
cionalizados, es decir, se hallan en mantis del Estado, hay
dos salidas para subsistir y defenderse: la mendicidad y la
vaca. Viviamos gracias a Ia mendicidad y esto resultaba in-
soportable. Todos huyen de los mendigos y nadic quiere
dar limosna, canto más cuanto aquello de lo que cada uno
dispone es tambiEn como una limosna quc Ic otorga el Es-
tado... Hubo tiempos en quc el pueblo ruso compadecia a
los 4desgraciados, presos y presidiarios y los intelectuales
consideraban como un deber suyo ayudar a los deportados
politicos, mas todo eso desaparecio con ci qhumanismo
abstracto.. Y La gente acabO pot tenernos miedo: no sOlo
éramos miscros, sino tambiEn apestados. Todos se temian
recbprocamente. Pot la noche podia presentarse la policia y
detener al hombre más afortunado, ci que acababa de
publicar en ePravdas contra los cenemigos del pueblo..
Tras una detenciOn segulan en cadena otras: los parientes,
los amigos, las personas cuyo teléfono figuraba en ci bloc
de notas del detenido, aquellos con quienes habla celebra-
do el pasado Min Nuevo y aquellos que habIan prometido
acudir, pero asustados no vinieron a la cita. - - La gente
temla cada encuentro, toda conversación y con mucho ma-
yor motivo procuraba evitarnos a nosotros, ya afectados
por la peste. Tambien nosotros tenlamos la impresión de
propagar la peste. Yo tenla un solo deseo: meterme en un

368
rincén y no vet a nadie, pot eso sohaba con una vaca.
Gracias a las peculiaridades de nuestra ec000mia, una vaca
podIa alimentar durante muchos alias a una familia. En
iniseras casuchas se cobijaban rnillanes de familias que
vivian gracias a una minüscula parcela de tierra que les
producia patatas, pepinos, coles, reinolacha, zanahoria y
cebolla y, además, tenIan la vaca. Pane de la kchc La
P
vendlan ara comprar heno, Pero quedaba leche suficiente
para blanquear la sopa de coles. La vaca daba indepen-
dencia y podian trabajar, sin matarse, Para tener pan.
Hasta La fecha, el Estado no sabe qué hater con este resro
del anriguo mundo que muge y proporciona leche. Si se
le proporciona heno, La gcnte se tumba a la bartola y tra-
baja en el koljós el minima exigido; pero si se Ic quita la
vaca, morirá de hambre... La vaca tan pronto se permite
como se prohIbe... Sin embargo, su nümero disminuye P
paulatinamente. Las mujeres no tienen fuerzas ara de-
fender su cornudo tesoro,..
Una vaca nos habria salvado y yo esraba segura de
aprender a ordenarla. HabrIamos desaparecido, nos
habriamos diluido en la muchedumbre, no saidriamos
nunca de casa y permaneceriamos meüdos entre cuatro
Paredes... Pew ci cuchirril y La vaca exiglan una gran in-
versiOn y ni siquiera ahora dispongo de ese dinero. En Sa-
vielovo nos ofrecian armazones de madera al mâs barato
de Los precios, Pero nos limirabamos a relamernos al oir
sus apetirosas dcscripciones de la solidez de las Paredes,
fuertes y amarilias coma la yema de un huevo. Para diluir-
se en la muchedumbre se debe perrenecer a ella par naci-
miento y recibir en herencia alguna vieja abueLa reseca por
ci hambre, un cuchitril inmunda con goteras en ci tejado
y una parcelita de tierra rodeada de vacilanres rablas. Tal
vez en los paises capiraiisras se habria encontrado genre ra-
ra que hubiera reunido dinero Para que el poeta proscrito
se pudicra comprar una isba de mujik y una vaca, Pero en
ci nuestro una soluciOn asi estaba excluida. Organizar un
acto de ayuda del deportado, reunir dinero Para El, se
considera un crimen en nuestro pals, par ci cual no tarda
uno en set enviado al campo.
La reacciOn de Mandeisram ante mi plan fue más bien
fria: no tenlamos dinero Para Lievarlo a la prácrica y. ade-
mis, la propia idea no Le agradaba gran cosa. icNunca se

369
consigue nada dc una empresa semejante.... Su plan era
diametralmente opuesto al mb: queria apartarse de Ia
masa. Tenia la impresiOn, inexplicable para ml, de que si
conseguia celebrar una cvelada poética. en Ia Union de
Escritores, no rendrian más remcdio que proporcionarle
algun trabajo. Conservaba la ilusiOn de que la poesla
podria venter y convencer. Era una ilusión de sus alias jo-
venes: en cierta ocasiOn me dijo que nadie Ic negaba nada
porque era poeta. Probablemente asi era: tuvo una juven-
rud fehz y amigos que lo querlan y apreciaban. Pero con-
fiat en que esas relaciones pudieran conrinuar en ci Moscu
de 1937 era totalmerite absurdo. Ese Moscü no crela en
nada ni en nadie. Vivia con la consigna de sâivesc ci que
pueda. Le importaban un bledo todos los valores del
mundo y unto más la poesia. Lo sabiamos, Pero Mandels-
tam, como persona sumamenre activa, no podia permane-
cer cruzado de brazos. Pero no se trata de actividad
simpiemenre: es generalmente sabido que al lobo le au-
menra la velocidad de su carrera y hasta que muera no
podra descansar.
A Lajuti Ic gustO la idea de la velada y se !e antojb sal-
vadora, sé, acaso, algo sobre Lajuti a excepciOn de que
era una persona afable y acogedora? Absolutamente nada.
En aquel ambiente feroz, su amabihdad me parecia un
milagro. Ni Stavski ni Lajuri podian decidir pot si mismos
51 SC celebraba o no esa velada. Todo se decidia en las al-
ruras. Esperabamos en Saviélovo la soluciOn a ese proble-
ma de importancia esratal y de yea en cuando haciamos
acto de presencia en la Union de Escritores Para conocer la
opiniOn de ]as instancias superiores. En una de esas visitas,
Mandelstam hablO con Surko y en un pasillio y al salk a la
calle encontrO en su bolsilio trescientos rublos. Al parecer,
Surkov se los habia metido a escondidas. No rodos se
habrian decidido a esta acciOn; que podia acarrear muy se-
rios disgustos. Al enjuiciar a Surkov, debe renerse en
cuenra este hecho: es la cebollira a Ia cual debe agarrarse
ci pecador para que la Virgen lp Ileve al paralso.
Seguia Sin anunciarse la velada. Por fin liamaron a la
Union de Escritores a mi hermano, It preguntaron cOma
podian encontrar a Mandeistarn y si podia avisarle de in-
mediate, que la velada se celebrarba al dia siguiente. El te-
légrafo trabajaba coma Ic daba la gana y mi hermano de-

370
cidio confiar en El. Corrió a La estaciôn y lIegó con ci Ulti-
mo tren a nuestra casa de SaviEiovo. Tambien éI debia
conflar en aquel momento en la velada y en la poesia.
Al dia siguiente salirnos Para Moscü y a la hora fijada
lkgamos a la Union de Escräores. Las secretarias estaban
todavia en sus puestos, Pero nadie sabia nada acerca de la
velada: ics parecla haber oldo aigo, Pero no In rccordaban
con exactitud... Todas las habitaciones del club estaban
cerradas y nadie nos dio una explicacion...
La ünico que nos quedaba pot saber es 51 Se hablan en-
viado las invitaciones. Shklovski no habia recibido nada,
pero nos aconsejó que ilamiramos a algun pocta: Las invi-
taciones solian enviarse con frecuencia a Los miembros de
la sccción correspondiente. Teniarnos a mano el telefono
de Aséiev y Mandelstam lo llarnó pan preguntarie si
habia recibido alguna invitación. ColgO ci auricular con el
rostro demudado: AsEiev le dijo que aigo habia oldo, pero
que no podia hablar pues tenia prisa pot ilegar al Gran
Teatro a vet Blanca Nieves... Mandelstam no se atreviO a
llama[ a otros poetas.
No Logramos 4escifrar el misterio de la velada. La Ila-
mada procediO reahnente de la Unión de Escritores, Pero
no Sc sabe quién la hizo. Tal vez fuera de la secciOn del
personal, Pero las secretarias que habitualmente se ocupan
de esas cosas no habian recibido ninguna disposiciOn al
respecto, aunquc alga habian oldo dear. Si era de La 5cc-
ci6n del personal, ,qué falta les hacia Mandelstam? Se nos
ocurrió pensar que Ic hablan hecho sahr de SaviéLovo Para
detenerie, Pero clue no les dio tiempo de recibir la sanciOn
correspondiente de las aLturas, tal y ea del mismo Stalin,
ya que en la causa anterior habia una resoluciOn de éi mis-
ma. Para facilitar el trabajo de los muy atareados chequis-
tas, habia veces que liamaban a la gente a aiguna otra ins-
tituciOn Para llevarla de all1 a Lubianka. Circulaban
muchos nimores a este respecto. Hacer conjeturas carecla
de todo sentido: no valia la pena enterrarse antes de tiem-
pa. Regresamos a Saviélovo y seguirnos fingiendo que era-
mos veraneantes.
Ambos planes de salvaciOn fracasaron: la cveladav con
estrepito y el de La vaca a La chin callando. Ni siquiera en
suenos habia saivaciOn.
Pot lo que se refiere a cSnegurochkai no es casual que

371
Asékv hubicra mencionado csa opera precisamente. La
tendencia poética a la cual éì pertenecia rendia tributo a la
Rusia precristiana. No nos molestamos en comprobar qué
obra sc rcpresentaba aqucila tarde en ci Gran Teatro TI! 51
estaba ya ccrrado pot vacacioncs. Mc han contado que a la
vejez, Aséicv qucdO solo y abandonado. Fxplicaba su
abandono diciendo quc perdio su posiciOn dcbido a la
lucha que sostuvo contra ci culto a la personalidad. En los
artIculos criticos consagrados a Kochetov, sus corrciigiona-
rios dicen quc también ei combatio ci culto a La personali-
dad. Rcsutta, pot lo unto, que en nuestro pals no hubo
ni un solo stalinista y quc todos Luchaban vahcntcmcntc.
Yo puedo testificar quc entre mis amigos no luchO nadic:
la gcnte intentaba, simplcmentc, pasar desapercibida. La
genre clue no habla Perdido la concicncia se comportaban
precisamcntc asT. Tambien Para eso habta quc tenet
auténtico valor.

Un viejo camarada

El fracaso de La velada no desanimo a Mandeistam.


diabra que apiazarlo todo hasta ci otoflo., dijo. Moscü
qucdO vacla en julio como sicmpre. For eso no haclamos
ningün plan de salvacion sino quc mcditabamos en la for-
ma de vivir hasta ci otoflo. Fue entonces cuando Mandels.
tam dijo: * Hay quc cambiar de profesión: ahora somos
mendigos...., Y me propuso quc fueramos a Lcningrado.
Ames Mandelstam y yo habiabamos mucho; rccucrdo
sus palabtas y pcnsamicntos. Pero en aquci Ultimo año no
intcrcambiábamos ideas, sino tan sOlo fuses sucltas. De
qué hablábamos? Simplemcntc de nada: tEstoy cansado,
déjamc dcscansar... no pucdo jr.. hay que hater algo...
todo se arrcgiara... ahora siemprc seth asI... Dios!, a
qulén han detcnido?... otra vez ... ,.
Cuando La vida se hacc frañcamcnte insufribic, parece
que ci horror no acabará jamás. En Kiev, durante un
bombardco, comprendi que tambien lo insoportable tiene
fin pest a todo; Pero en aqucl cntonccs no comprcndia
aün que solla acabarse frecucntementc a la par de la vida

372
humana. En cuanto al terror de la época stalinista,
sabiamos perfectamente que podia intensificarse o debili-
P
tarse, ero quc no podia acabar. Por qué iba a terminar?
A santo de qué? Todos estaban ocupados, codes hacian
lo que se Its habia encomendado, todos sonrelan, todos
cumplian sin rechistar las disposiciones y volvian a sonrcir.
La ausencia de la sonrisa significaba descontéito o ccmor y
nadie se atrevIa a reconocerlo: si una persona tiene miedo
significa que se siente culpable de algo, que no tiene la
conciencia limpia... Todo aquel clue servia a! Estado —y
en nuestro pals cada vendedor de kiosko es un funcionario
y, además, responsable— se hacia pasar pot un bonachón
sonrienre, como si dijera: todo cuanto ocurre nada tienc
que ver conmigo, realizo un trabajo responsable y estoy
ocupado a más no poder... soy üti! a! Estado, no me mo-
lesten... mi vida cstá tan limpia como un cristal... si se
ban Ilevado al vecino, habrâ motives Para hacerlo... La
mascara se quitaba en casa tan solo, Pero no siempre: ante
los hijos habia que ocultar su propio espanto, no quicra
Dios que en la escuela se les escape algo... Muchos se
habian adaptado tan bien al terror que aprendicron a
extraer beneficios del mismo: acusar al vecino por ocupat
su habitaciOn o su puesto era algo completamente normal.
Pero la mascara presuponc la sonrisa ünicamente y no Ia
nsa. También la alegria parecia sospechosa y suscitaba un
mayor interés entre los vecinos: •De qué se reirán unto?
1No estarán burlandose!... La simple alegria dcsapareció
y no podrá conseguirsc clue vuelva.
Al Ilegar a Leningrado, encontramos a Lozinski en una
aislada casa de campo en las cercanias de Luga. Saco en ci
acm quinientos rublos Para que pudieramos regresar a Sa-
viélovo y pagan por la habitacion hasta finales de verano.
Qué valor tenlan esos quinientos rublos? Jamás tuvimos
precios estables, sino que cambiaban sin cesar y resultaba
imposible descubrir alguna logica en esas oscilaciones. Los
canibios de precios en el mercado particular obedecen a
unas Icycs, tanto en ci aumento como en la caida del valor
monctario, pew en las misteriosas vibraciones de una cco-
nomla planificada ci propio diablo acabaria pot quebrarse
una pata: cuando quieren, suben los precios; cuando
quienen, los bajan... Pero en las cifras quc nosotros mane-
jabamos, cientos, miles, habia una verdadera fuerza mági-

373
ca y al recibir esos quinlentos rublos dados pot Lozinski no
nos sentimos mendigos, corrientes, simples, normales, si-
no especiales, magnufIcos, que recoglan limosnas al por
mayor. Y asi era, en efecto, porque a Los mendigos
corrienres les daban unos kopeks de limosna que equivalia
a un ttozo de pan.
Comimos en can de Lozinski. Bajo las serias miradas de
la gcneraciOn joven, Lozinski bromeaba, Mandeistam con-
taba divertidas historias unas tras otras y ambos relan a
carcajadas como en los dias del cTaikr de los Poetas. Des-
pués de corner, Los dos se fueron a otra habitación y Man-
deistam Ic recitO sus poemas. Lozinski se animO y fue a
despedirnos a La estaciOn. El camino pasaba pot un bos-
que, pero en las calles populosas no nos atrevimos a it
juntos. 1AIguien podia vet a Lozinski con unos desconoci-
dos sospechosos! Y seria peor todavia si nos encontriramos
con alguien de la Union de Escritores que conociera de
vista a Mandelstam. Noqueriamos comprometerle, y pot
eso nos despedimos en el lindero del bosque.
Tanto Ajrnátova como Mandelstarn y Lozinski, c lue na-
cieron en la decada noventa del siglo pasado, eran en los
afios treinta los representantes de la generaciOn intelectual
anterior, ya que los intelectuales de mayor edad clue cilos
habian perecido, cmigrado o desaparecido. Los tres se
convirtieron muy pronto en 4viejosb para los demas,
mientras clue los .compaflcros de viaje, tales como Kave-
rin, Fedin, TIjonov y otros fueron considerados como jOve-
nes durante mucho tiempo, aunque sOlo habia unos años
de diferencia entre cilos. Babel no se catalogaba ni entre
los viejos ni entre los jOvenes: era un set aparte. Mandels-
tam y Lozinski envejecicron rnuy pronto, como si
quisieran dar razOn a la opiniOn püblica. En 1929, cuando
Mandelstam trabajaba en el periodico cMoslcovski Komso-
moliets. (El Komsomol de Moscu), el conserje, al ver que
Ic buscaba, me dijo: •Su viejecito se fue a la cantina.. El
viejecito no habia cumplido aün los cuarenta años '1
dicho sea de paso, Erenburg inventO que Mandelstam era
de baja estatura. Yo usaba taones altos apenas si Ic lie-
gaba a la oreja y mi estatura era la media normal. En todo
case, ci propio Erenburg era mIs bajo que él. Tampoco
era enclenque; era ancho de hombros. Erenburg recorda-
ha, probablernence, al Mandelstam que vio en Crimea,

374
extenuado per ci hambre, y con vistas al contraste perio-
distico —tan debit e inofensivo y to que ban hecho con
El!— to represent6 come a un set delicado, un tipo judlo
refinado, semejante al pianista Ashkenazi. Pero Mandels-
tam no se parecla en nada a Ashkenazi: era mucho más
robusto.
Mandelstam padecia de un corazén quq no pudo sopor-
tar la brutal carga tie nuestra vida y ci desenfrenado tern-
peramento de so dueflo. Lozinski padecio la misteriosa
enferniedad ilainada elefantiasis, algo de carâcter biblico,
pete que parecla fuera de lugar en Leningrado. Los dedos,
la lengua y los tabios de Lozinski aumentaron al dobte an-
te nuestros ojos. A mediados de los ahos veinte, cuando lo
vi por primera vez —vino a visitarnos—, diriase que pre-
sentia la proximidad de su mal y nos dijo clue después de
la revolución todo era rnás dificil, que todos se cansaban
pot la más minima tension: de las conversaciones, los en-
cuentros, Ins pastes... Igual que Mandeistarn, Lozinski ya
habia estado en la cárcet y era uno de aquellos que
siempre tenia un saco preparado con sus efectos persona-
les. Fue detenido varias veces y en una ocasiOn pot el
hecho de que sus discipulos —en aquel entonces dirigia
un seminario sobre la traducciOn— se itamaban pot apo-
dos. Los apodos no eran bien vistos en nuestro pals:
haclan pensar en una conspiraciOn: Todos tos bromistas
fueron encarcetados. Fetizmente, la mujer de Lozinski
conocIa a alguien en Moscü y cuando encerraron a su ma-
rido, acudio ripidamente a su protector. Lo mismo hacla
Ia mujer de Zhirmunski. Si no fuera pot esa casualidad, la
existencia de una mano amiga en las alturas, no habrian
satido tan bien tibrados. En realidad, ambos parecian con-
denados de antemano y todos se alegraron dever el apelti-
do de Lozinski en la tista de Ins primeros escritores conde-
corados. En aquella lista era como un mirto blanco at que
hubieran permitido vivir entre pájaros extrafios. Más tarde
supimos clue tampoco las condecoraciones salvaban de na-
da: las recoglan simplemente cuando sus duchos eran de-
tenidos. Pero Lozinski tuvo suerte y consiguiO morir de su
propia enfermedad terrible e inverosImiL
Todos nosotros quedamos conmocionados y enfermos
desde tos primeros aflos de La revolución. Al principio esto
se manifesto en las mujeres, Pero fueron resistentes y des-

375
pués de pasarse media existencia enfermas siguieron vi
viendo. Los hombres, quc en apariencia cran mâs fuertes y
resistieron mejor los primeros embates, enfermaron se-
guidamente del corazón y muy pocos Ilegaron a sobrepa-
sar los setenra afios. Aquellos a Ins quc perdonaron las
guerras y las cárceles, murieron por infartos o enfermeda-
des extranas como la de Lozinski o Tynianov. En nuestro
medio nadie cite que ci cincer no sea debido a las gran-
des conmociones. Hemos vista con demasiada frecuencia
cómo descarga Ia tormenta sobre un hombrc, cómo se mo-
fan de éI ptbIicamente, cómo lo amedrantan y lo amena-
zan sabe Dios con qué y un año más tarde corre ci rumor
de que no murió a causa del corazón, sino de un vulgar
cancer. No hay ni que decir que nos han zurrado de Ia
undo. La imparcial estadistica es la ünica clue afirma con-
tinuamente que el plaza medio de vida va en constante
aumento. Esto acurre, probablemente, con las mujeres y
Ins niflos, ya quc la estirpe femenina demostro ser de
hierro realmente.

Tania, la bo/chevique sin partido

El hcrmano dc Mandeistam, Evgucni vivIa con su familia


en la calle Sivcrskaia y fuimos a visitarlo dcspues de ver a
Lozinski para ver al abuelo. Con su hermano no mantenia
ningün tipo de relaciones: era una espccic de agente lite-
farm quc habia abandonado Ia medicina en aras dc un
trabajo mejor remunerado. Se dedicaba a recoger Ins ho-
norarios dc los dramaturgos del Litfond y otras cosas simi-
lares. A finales de su vida se dcdico a trabajos relacionados
con Ia industria cinematográfica. JamS en su vida ayudó
en nada a su hcrmano y nos exigia constanwmente quc
lieváramos a vivir con nosotros al padre que ya era viejo.
Nos Jo repetia cada vez que nos vela, nos Ia escribia a Va-
ronezh, a Savielovo, a donde podIa... Mandeistam It
escribio varias carras desde Voronezh y no It dio pereza de
quedarsc con un borrador de la misma, puts sabia quc Ev-
gueni dcstruiria esas cartas. En cilas criticaba la actitud dc
su hermano y Ic rogaba quc se olvidase de su parentesco
con él. Hasta 1956, Evgucni, jamãs lo rccordo y sabla des-
376
pachar muy bien a la genic que se interesaba per mT pre-
guntandoselo a él. Pero en estos ültimos altos, vencra La
memoria de su hermano y ha intcntado, incluso, estable-
cer relaciones conmigo. LIegô a visitarme un dia para invi-
tarme con insistencia a visitant en so can. Era un mdlvi-
duo vulgar, de gran espiritu práctico, que sacó de la vida
todo aquello con que habIa soflado: bienestar, dinero
coche e incluso una cámara cincmatográfica para distraerse
en sus ratos de ocio. En nuestra cruel existencia hombres
de ese tipo no viven a costa de un simple trabajo sino que
van trampeando y eso no les hace mejores.
Además de su padre, Mandeistam queria vet a su sobri-
na Tatka, hija del primer matrimonio de Evgueni con la
hermana de la escultora Sara Lébedieva. Tatka cnfermô de
tuberculosis durance el bloquco de Leningrado y rnurió
muy joven. La conoci cuando era una nifla encantadora
que no se parecia en nada a su padre. La educaba su
abueta materna, Maria Nikolaievna Darlomatova, una
vieja maravillosa, en cuya casa siguc viviendo Evgueni.
Después de la detenciOn de Mandelstam, la abuela me or-
ganizaba entrevistas secretas con Tatka en casa de LebE-
dieva, pues su padre Ic habia prohibido todo contacto
conmigo. Tatka Sc quejaba de que su padre hubiese arro-
jado al fuego numerosas copias de poesias de Mandelstam
que ella habia conseguido con mucho trabajo; se las
hablan dado unos chicos amantes de La poesia. Habia p0-
cas copias y cuando hacian registros, se las Ilevaban
siempre. La guerra sorprcndió a Tatka estudiando en la fa-
cultad de Filosofla: era novia de un joven que escribla ver-
sos y veneraba a Mandelstam. El pereció en los primeros
combates y Tarka recorria el hambriento Leningrado en
busca de alguien que Ic dicta noticias suyas. El ambicntc
familiar tampoco Ic era grato: ci padre discutia constante-
mente con la abuela desde sus posiciones de komsomol
que desenmascara a urn partidaria del viejo regimen. Sen-
tiase igualmente ajena a su madrastra, Tania Grigorieva.
No dejaba de sorprcndcrme que una chiquilla, criada en
una época tan dura y en ci seno de una familia tan dificil,
hubicra podido superar toda la mnfluencia de lo .nuevo ' y
hubiera conservado Las mejores tradiciones de la intelcc-
tualidad rusa, oividada, escarnecida y vencida en nombre
de la suprema razén de la nueva ética.

377
La madrastra de Tatka, Tama Grigorieva, hija de un
profesor de quirnica de una de las mejores y más progresi-
vas instituciones docentes, procedia de una familia intelec-
mal en sumo grado, de aquellas quc hablan conservado ci
estilo de los revolucjonarios del aflo 1860 y reverenciaban
a Belinski y Dobroliubov. Tania se enorgullecia de las tra-
diciones familiares y despreciaba ligeramente a Ia abuela
Maria Nikoláievna pot su origen aristocrâtico. Por su as-
pecto, Tania representaba asimismo la imagen de una es-
tudiante demócrata de aquella época: rostro inteligente,
cabelios ilsos, descoloridos, que recogia en un simple mo-
flo, vestidos sencillos de color indefinido de aquellos que
antes de Ia revolucion llevaban las macstras de la más clara
tendencia progresista. Tenia una voz suave y le gustaba
bromear. Sc coorgullecia de conocer el nornbre de todos
los árboles, pajaros e hierbas porque su padre la Ilevaba a
dat largos paseos pot las afueras y Ic enseflaba a observar
la naturaleza circundante. Opinaba que Tatka habia reci-
bido una educacion anti-clemocratica y se burlaba de la
niüa que no sabia diferenciar en invierno las diversas espe-
cies de arbusros y arboles... El que Tatka hubiera elegido
la facultad de filologia tambien Ic sirvió de motivo de
burlas. Admitia un tanto la formula tradicional y hablaba
de Ia utilidad a los koijoses. Para que Tatica no se coma-
giara del espiritu religioso de su abuela, Tania la Ilevaba
consigo al Musco de La catedral de Isaak y un dia, en pre-
sencia nuestra, se produjo un drama auténtico: la nifla no
creyO en la interpretación de un texto cvangéhco y al
explicarle clue debia confiar en 'a experiencia colectiva de
Los mejores que denunciaban el engaflo de los peores, que
no debia de set tan suficiente, estallO en sollozos. Segün
ci comentario que ella vio en ci Museo, resultaba que el
Evangelio predicaba, ni más ni menos, que la veneración
ante la riqueza. La nifia, que era muy inteligente,
comprendio que esto no podia set asi. Tarka, a escondi-
das, acudiO a su do Para que Ic explicara quién tenia ra-
zen: su abucla o su padre y madrastra. Es probable que a
partir de entonces se encariñase tanto con su do.
Desde cuando vivia su padre, Tania conservaba
magnificas relaciones con la capa superior de los dirigenres
del partido. Ella y su hermana Natasha quedaron huerfa-
nas al comienzo mismo de la revoluciOn y quedo a cargo

378
de elks Enukidze, a quien Ilamaban ci tpelirrojo Abel,.
Tat y ea fuera un viejo apodo politico o un carifioso apela-
tivo dado en casa de los Grigoriev. En 1937, Enukidze fue
detenido, pero Tania iba at unisono de la Epoca y me
explicó: tAigo habra hecho seguramente: iel poder
corrompe tanto!.. En aquel entonces ya era independiente
y no necesitaba protectores. Llegó, Iticluso, a superarios:
ellos habian quedado a La zaga y no supieron seguir a Sta-
lin para realizar todas las transformaciones revolucionarias
debidas con las que tanto soflaba su diftmnto padre. Pot es-
It motlVo se explicaba Tania las detenciones de los viejos
bolcheviques y apoyaba de todo corazón Las medidas de
Las masas, como la expropiación de Los kulaks hasta la cx-
pulsión de los aristócratas de Leningrado y las detenciones
de 1937. En su deseo de ser concreta, citaba ejemplos to-
mados de La vida de su instituto y de Ia administracion de
La casa donde Vivian.
Tania era ci centro ideolOgico de la casa y la dirigia sin
alzar la voz. Probablemente se atenia at mismo estilo en
su trabajo, pero alli no pude observaria, aunque conocia a
personas muy semejantes a ella. Lo que más disgustaba a
Tania en su hijastra era so obstinación. Tatka aprendio a
callar muy pronto y no habia ftmerza en ci mundo capaz
de hacerle decir una sola palabra de apoyo de las teorias
de Tania. El primer choque violento entre ambas se pro-
dujo durante la expulsion de los aristOcratas de Leningra-
do. Tuvo que abandonar entonces la ciudad Olia Chicha-
gova, amiga de Tatka y convecina suya. Tania afirmaba
que los aristOcraras nada tenhan que hacer en la ciudad de
Pot la
Lenin y que no valia la pena de barer un drama
marcha de los Chichagov. Tatka catlaba. Tania decia que
teniendo en cuenta la crisis de vi yicndas en Leningrado,
dejar que los aristOcratas la tuviesen cuando los obreros ca-
recian de ella era un verdadero crimen. Tatka callaba. Ta-
nia repetia que Ic extrafiaba mucho que Tatka eligiese
amigas tan poco apropiadas para ella j qué podia haber en
comün entre ella, criada en la familia de Evgueni Emi-
lievich y Tania con una señorita de la aristocracia! Tatka
callaba y pese a todo fue a la estaciOn a despedir a su ami-
ga. Y Tania culpaba a la abuela de complicidad. . - Poco
después del drama, vino la farsa. La propia Tania y su
hermana fueron conVocadas a la comisiOn depuradora de

379
Leningrado y les propusicron que abandonaran la ciudad.
La depuracion se hacia a base del anuario cTodo Leningra-
do. y en él los Grigoriev figuraban como caristOcratas.. A
la comisiOn depuradora le interesaba la palabra •aristOcra-
ta. y no to que venia a COfltlfluaciOn: Ca titulo personal).
Cumplian una misiOn numérica y Ia cantidad de aristOcra-
tas autEnticos no resuitaba suficiente o, en todo case,
habia que buscarlos... Salvo a las dos herrnanas el 'peli-
rrojo Abel, que en aquel entonces no habia perdido aün
su influencia; sus fticrzas, Pot to menos, cnn todavIa sufi-
cientes para resolver este caso. ' Ha triunfado la justicia.,
me comunicó Tania cuando nos vimos en Moscü. •Por
qué permitiO su padre quc Ic inscribieran coma "noble cle
titulo personal''?. —pregunté yo. La gente pagaba dinero
para que eso figurase en los documentas. .Mi padre, pot
principio, no daba dinero para esos fines., me respondiO
friamente Maria Nikoluievna y yo ironizamos bastante a
costa de ella: tuvimos la sensaciOn de que at progresista
Grigoriev, tan intransigentc, Ic halagaba figurar como
cnoble* y utilizO ci derecho clue Ic otorgaba el haber cur-
sado estudios superiores. -
Sabiarnos de antemano ci recibimiento que nos espera-
ba en can de Evgueni y pot ella nos alegramos de que El
no estuviera en Ia casa; regresO muy avanzada la noche. Al
dia siguiente tuvo lugar la consabida escena: exigiO que
nos Ilevaramos at abuelo quien, scgün sus palabras, era
una carga insoportable para so farnilia, que seria la causa
de la perdiciOn suya y de todos los suyos... Mandeistam
no discutio con su hermano. Habia tenido ya tiempo de
hablar con su padre y con Tatka —Mandelstam se levanta-
ba siempre temprano— y de leerle ci poema de cOmo se
casaba la bella Natasha; tanto el no como la sobrina Ia-
mentaron que el poema ya tuviera destinataria. Tan pron-
to como Evgueni se levantO y empezó a hablar de so
padre, nos dcspedimos para marcharnos. Fue entonces
cuando Tania nos preguntO ci motivo de nuestra visita a
Lcningrado. Se lo explicamos coma pudimos y ella quedo
rnuy sorprendida: cNo comprendo cOma dos personas ya
adultas no pueden ganarse la vida. Trate de explicaric
que todo el trabajo se hallaba en manos del Estado y que
no admitlan a Ins indignos, pero Tania condeno a los nte-
lectuales pot dejarsc llevar pot cI pánico, asi como sus in-

380
fundios. Igual clue Marieta Shaguiniin, no habia oido
hablar de las detenciones. Lc recordé al cpelirrojo Abel, y
fue entonces cuando emitió su juicio... Haba en ella algo
inquebrantable que recordaba las herolnas de antaño: a
una espartana, a la madre de las Gracos, a las mujeres de
la 4Narodniia Volia.. Al dcspedirme Ic dije: 4Si por la
noche sustituyen a los bolcheviques por fascistas, usted ni
se dar6 cuenta.. Tania me respondió que eso era impo-
sible que ocurriese.
Asi fue el ültimo encuentro de Mandeistam con so
padre y Tarka. Tania Ic hacia gracia: .Todo como debt
set. No olvides que es una boichevique sin partido.. En
aquel entonces ese tCrmino se iba haciendo popular y to-
dos nosotros, si trabajábamos en sitios respetables, nos Ca-
lificábamas de bolcheviques sin partido y nos portábamos
coma correspondla. A personas como Tania las promo-
cionaban en el trabajo hasta donde era permitido clue se
hallaran Ins no miembras del partido. Representaban en
las instituciones a La intelectualidad democrática sabre la
cual, pot mandato de Stalin, habia que apoyarse. Recar-
daban, incluso por so aspccto a las heroicas y sacrificadas
generaciones anteriores a Ia revoluciôn y eran necesariaS a
la familia y al Estado.
Volvi a verla veinte años mãs tarde, cuando ella en
compañIa de Evgueni vino a visitarme a casa de Los
Shklovski. Coma es natural, it prcgunté qué pensaba del
XX Cangreso, pero Evgueni respondiô por ella. Al princi-
pio estaba muy descontenta: •jQué han hecho, qué ban
hechoL.. Para qué armar todo ese jaleo? ... x., y ni siquiera
quiso mirar a Jruschev cuando estuvo en Leningrado y so
coche, en la Avenida Nevski, se adelantó al de ella.,. iiSe
imagina! iVolvi6 la cabeza a otro lado!.. Bien es cierto
que Tania, al poco, se resignO: reconociô que, en efecto,
se cometieron algunos excesos, pero la dialéctica...
En 1938, visité al abuelo ya agonizante; elegi una hora
en que no estuvieran ni Evgueni ni ella con ayuda de Ma-
ria Nikolâievna. El viejo se alegré de verrne. Confiaba en
que Osip y yo le podriamos salvar de la miseria, La soledad
y la ültima terrible enfermedad. Le oculté clue su hijo ma-
yor estaba detenido. . - Poco despuCs, Evgueni lo Ilevé al
hospital donde murió de cancer. Los medicos avisaron por
telegrama al hijo mediano, pero llegó con tiempo de asis-

381
tir a su entierro. Segun me contó ci personal del hospital,
nadie visitó al viejo en la clInica. Murio solo. Recorde el
relato de Tanja sobre ci modo como murió su abuela: tan
limpita, tan Silenciosa como un ratoncito, se retiró a su
cuchitril y aiD exhaió ci ültimo suspiro sin molesrar a na-
die, sin alterar para nada el orden establccido en la casa
de sus nietas. Tania solla repair con frecuencia ese con-
movedor relato y Maria Nikolaievna aseguraba que lo
hacia para dat ejemplo at viejo y a ella. '1, en efecto, am-
bos niurieron sin molestar ni a Evgueni ni a Tania: el
abuelo en ci hospital durante el verano, cuando Tania es-
taba en ci campo y Maria Nikoiaievna durantc ci bloqueo.
Tambien Tatka rnurió en un hospital, en Vologda, al cual
Ilego cuando se pudo salir del bioqueado Leningrado. El
dia de su muerte, la acompaiiaba su tla, Sara Lébedjeva y
ci dia clue antccedio a su muerte, Tania sc ]as ingenjé pa-
ra ilevarse del hospital toda so ropa, ya que dentro les po-
than las ropas del hospital... En aquel entonccs, todos
viviamos cambiando las ropas por pan y Tania considero
conveniente utihzar Ins trapitos de Tatka con c1 fin de ob-
tener pan para ella y su hijo, en y ea de enterrarlo en la
tierra. Era muy racional, pero no habla con qué sepulrar a
Tarka. Eso me In conró su na, Sara Lébedjeva.
Hay un grado de barbaric en ci cual desaparecen todas
]as mascaras clue utiliza la sociedad hipocrira para ocultar
Ia verdadera esencia de las cosas. Pero nosotros nos
distingulamos por no quitarnos jamás nuestra miscara de
ciudadanos honorables y demos. Conoci a bastantes mdi-
viduos que habian hecho una brillante carrera gracias a su
aspecto intelectual y a su voz suave. El director del Instiru-
to PedagOgico de Ulianovsk dirigla alegremente a los cpo-
gromistas, del aflo 1953. Cuando me echaron del Institu-
to, celebraron una sesiOn especial de la cáredra, presidida
por el director y yo no podia apartar Jos ojos de su castro:
Sc parccia como dos goras de agua a Chejov; Jo debia de
saber, porque no Ilevaba gafas como era habitual sino
unos lenres con montura dorada. No puedo olvidar la
expresividad de su rostro y la's modulaciones de su voz.
No merece la pena describir cOmo se iograba eso, podrian
considerarlo como una caricarura,.. Conmigo empezaron
]as expulsiones. La misión llegó rarde a la provincia y dias
despues nos enteramos de la muerte del Jefe... Asisti
382
todavia a Ins mitines funerarios cuando rodos en realidad
Iloraban a lágrima viva. Una de las empieadas del Institu-
to me expiicó: cYa nos habiamos hecho a €1... Viviamos,
nadic se metia con nosotras... iQuE va a pasar ahoral.. El
director no wvo ticmpo de cumplir su misión en vida de
Stalin y por ello continuô su pianiuicada labor despues de
su muerte: cada expulsion exigia su oportuna formaliza-
ciOn. Le dio tiempo de echar a veintiséis personas, no solo
judios sino también a intelectuales de otras nacionalida-
des. Durante La persccuciOn de que hizo objeto a! profesor
Liubischev, tin biologo contrario a las doctrinas de Lysen-
ko, ci director fue depuesto. Lo trasladaron a otro institu-
to donde sus colaboradorcs Ic aprecian grandemente pot
su delicadeza y parecido con Chejov. Era un hombre por
vocación .pogromistab y nuestra hipócrita época In utiliza-
ba gustosamente por su engaflosa apariencia. Este género
de mimetismo se apreciaba grandemente y ci anzueio de
la apariencia intelectual y suave voz era absorbido por no
pocos simplones.

Los amantes de la poesia

En Leningrado pasamos dos dIas. Dormiamos en casa de


Ins Punin, donde todos trataban de distract a Mandels-
tam. Invitaron incluso a Andronikoy , que era en aquel
entonces un joven encanrador quc interpretO gusrosamen-
te para Mandelstam rodas sus historietas At anochecer,
nos senramos ante la mesa, bcbimos y brindamos. Todos
nos dabamos clara cuenta de lo clue nos deparaba el futu-
ro, Pero no queriamos amargar Ins ülrimos momentos de
nuestras vidas. Ajmátova parecia alegre y despreocupada,
Punin rela y bromeaba... Pero observe que el tic de su
mejitla izquicrda se habia intensificado...
Al dia siguiente visiramos a Ins Sténich. Blok calificO a
Sténich de dandy ruse. Entre Ins escrirores soviéricos tenia fa-
ma de cinico. No serla porquc todos remian su bien afiiada
iengua? StCcnich nos representô tambiCn varias escenas, Pero
de tin género complcramente distinto que las de Androni-
kov. A mediados de la decada de los aflos veinre, tenia un

383
nürnero cumbre: hablaba del rniedo Clue sentia pot sus su-
periores, y de lo mucho Clue los queria, tanto Clue estaba
dispuesto a ponerle ci abrigo al propio jefe de ]as Edi-
ciones del Estado.. Este relato se lo contaba a todos los
escritores, que Ic escuchaban con bastantc frialdad. Era
rnás fácil considerar cmnico a Sténich Clue yerse reflejados
en la persona representada. Pero, ,quién era en realidad
Sténich, un cinico 0 Ufl hurnorista?
Sténich cmpezó escribiendo versos. En Kiev, en 1919,
en un sOtano donde se reunian los literatos, Ilamado .EI
trastero, recitaba poernas satiricos, entre Ins cuales muchos
recordaban el titulado tReuniOn del Consejo de Cornisa-
rios del Pueblo., en ese poema Sc reflejaba la pura reali-
dad y no el cumplimiento de un encargo. Dejó de escribir
versos, Pero siguió siendo un gran amante de la poesia.
Tenia dotes Para convcrtirse en un magnifico prosista, es-
tilista o critico, corno se llama ahora a esa extraha profe-
sión, Pero la época no favorecia a individuos corno fl. Sté-
nich se lirnitaba a vivir, mantener relaciones con diversas
personas, a charlar, alborotar y a traducir de vcz en cuan-
do; sus traducciones fueron cI modelo para todos los tra-
ductores en prosa. Como suele decirse era un formidable
cestilista, y supo poner al dia a los autores norteamerica-
nos que traducia. Pew en realidad utilizó dc este modo
sus fucrzas potenciales, su agudo sentido de la época, del
hombre contemporáneo, de la lcngua y de la literawra.
Stenich recibió a Mandelstarn con los brazos abicrtos. Ic
explicamos ci motivo de nuestro viaje y Stenich, suspiran-
do, nos dijo que la mayoria de los escritores estaban iuera,
Pero que algunos vivIan en ci campo. Esto, como es natu-
ral, lo tranquilizó. PromctiO it a Siestrorietak e inmediata-
rnentc despues de corner, se encasquetó Un coquetôn
sombrerito y ernprendio cI viaje. Sténich no nos dejo it a
ningün lado y esperamos en su casa el regreso de Liuba.
Venia genre Para vernos, entre elks Ajrnátova y Volpe, el
rnisrno a quien ccharon dc .Zviezda. pot haber publicado
ci €Viajc a Armenia * y, para colmo, con ci final del zar
Shapuj a quien el asirio habia concedido cun dia más.. Es-
ix final fuc suprimido pot la censura. El dia pasado en ca-
sa de Sténich tambien fue un ,dia de mâs....
Liuba regresé con ci botin: algo de dinero y un montén
de ropa. Entre los diversos trapos habia dos pares de pan-
384
talones: unos enormes y muy anchos y otros como hechos
a medida. Los pantaioncs enormes liegaron a Savieiovo y
pasaron a set propiedad de nuestro amigo, ci dciincuentc
comün, ci quc nos habia explicado que los .cienkiiomc-
tristas, no debian asentarse en ciudades como Ale-
xandrovsk: dos quinn como si fuese espurna.. Mandeis-
tam jamis logré poscer un segundo par de pantalones,
siempre habla aiguien que carecia de cilos. También Sh-
kiovski pertenecia a la categoria de personas que sólo po-
scian un par y su hijo Nikita se disponia a emprender ci
mismo camino. Un dIa su madre Ic preguntô qué Ic
pediria al hada madrina Si como en ci cuento IC COnCC-
diese un desco. - - Nikita, sin reflexionar, respondio: cQue
todos mis camaradas tengan pantalones. .... En nuestras
condiciones la renuncia al segundo par dc pantaloncs y la
preocupación Pot los camaradas, porquc tambien ellos tu-
viescn otto par, caracterizan mis a una persona quc sus
paiabras, sin hablar ya de las novelas, Los relatos, ensayos y
articulos... Los escritorcs soviéticos son, de acuerdo con
mis observaciones, personas mIs bien tacaflas, pero ante
Liuba, Ia csposa de Stenich, no era scncillo negarse a pres-
tar ayuda a un compaflero proscrito...
EL dia pasado en casa de Stenich parecia apacible y tran-
quilo, pero La vida irrumpia también en éI. Stenich era
amigo de la mujer de Diki; ella ya estaba detenida y tam-
bién a Diki se lo habian Ilevado. Stenich esperaba su des-
tino. Tenia micdo Pot Liuba, quE serla de ella si se
quedaba sola? Pot La tarde sonó ci teiefono. Liuba ievanto
ci auricular, pero no Ic rcspondiO nadie y ella se echo a
liorar. Todos sabiamos que de ese modo comprobaban si
estaba el ducho en casa antes dc presentarse con La orden
de detenciOn. Aquella tarde no detuvieron a Sténich. Es-
perO so destino hasta ci invierno. Cuando nos despedla-
mos en el descansillo de la escaicra, a la cual daban varias
puertas, Stenich nos contO, seflalando ora una puerta, ora
otra, en qu€ circunstancias fuc detenido su dueno. En dos
pisos, casi el ünico que permanecia libre era él, si a eso se
It podia calificar de libertad. .Ahora me toca a ml.,
dijo... La siguientc vcz que fuimos a Leningrado, Stenich
ya no estaba y Lozinski, cuando fuimos a verle, se asustO:
Sabcn lo que ie ha pasado a su anfitriOnh. Lozinski
crcia que Ic habian detenido Pot estar con nosotros. V tu-

385
vimos que irnos de casa de Lozinski a toda prisa, sin ha-
berle pedido siquiera el dinero. Creo que exageraba los
métodos detectivescos de nuestros organismos represivos.
Lo que menos les importaba era la realidad. Basindose en
una red de chivatos permanentes, y en las denuncias de
los volunrarios, componian listas que servlan de base Para
]as detenciones. No precisaban hechos, sino nombres, a
fin de cumplir ci plan. Durante los interrogatorios,
recoglan datos contra cuaiquier persona, incluso contra
aquellos a quienes no se disponfan a detener. He oldo
hablar de una mujer que resistiO heroicamente todas las
torturas sin hacer ninguna declaracion contra MOlotov. A
Spaski Ic exiglan que deciarse contra Liuba Erenburg, a
quien jamás habla visto. Consiguio hater que llegase esa
comunicacion desde ci campo y Liuba fue avisada rápida-
niente. Crco que se In dijo Ajmatova. Liuba no Jo crcyo.
€Quien es Spaski? Si yo no lo conozco ... .. Era todavia
una ingenua, Pero más tarde Jo comprendio todo. Los cx-
pedientes de Erenburg, Sholojov, Alcxéi TolstOi y otros
muchos a los que no pensaban moiestar, iban engrosando
de dIa en dia. Decenas, centenares de personas fueron en-
viadas a los campos acusadas de complot dirigido por Fa-
deiev y Tljonov. Entre ellos el ya mencionado Spaski. Las
más increibjes fantasias, las acusaciones más monstruosas
acababan por convertirse en un fin en si mismo y los fin-
cionarios de la policia se regocijaban de ello, gozando de
su poder. Pero el principio básico del sumario segula sien-
do la frase quc a finales de Ins aflos veinte nos habIa dicho
ci hermano de Fürmanov: cDadnos al hombre, que la
acusaciOn ya la encontraremos,. El dia que estuvimos en
casa de Sténich, su nombre se hallaba ya probablemente
en ]as lisras de los que debian set detenidos, porque Diki
tenia anotado su teléfono. No hacian faita más datos. Los
principios y los objetivos del terror masivo se diferencian
radicaimente de ]as tareas habituales de los Organos dc Se-
guridad. El objetivo del terror es atemorizar. Para sumir al
Pais en un estado de contiriuo terror, debe elevarse hasta
una cifra astronOmica el nümcro de las victimas y limpiar
en carla piso varias viviendas. Los restantes habitantes de
la can, dc la calle, de la ciudad, alli donde barrio la esco-
ba, serán ciudadanos ejemplares hasta ci final de sus dIas.
No hay que olvidar, sin embargo, a las nuevas genera-
386
clones que no creen en sus padres, por In que hay que re-
novar periodicamente la depuraclOn. Stalin vivió una larga
vida y cuidaba que las oleadas del terror aumentaran de
vez en cuando su amplitud y fuerza. Los panidarios del
terror tienen, sin embargo, un fallo constante; no se
puedc exterminar a todos y siempre quedara on testigo
entre la semi demente muchedumbre.
En nuestro primer viaje a Leningrado visitamos a
Zoschcnko, no recuerdo si en Siestrorietsk o Razliv.
Zoschcnko padecia del corazOn, pero tenia una vista exce-
lente. .Pravda' le habla encargado un relato y él In escri-
biO hablando de la mujer del poeta Kornilov, de cómo
buscaba trabajo y cOma la echaban de todas las panes por
set la csposa de un detenido. Coma es natural, ci relato
no fue publicado, Pero en aquel entonces solo Zoschenko
era capaz de hacer una manifestaciOn de ese género. Lo
asombroso es que en aquei entonces no Ic hubicra ocurri-
do nada, pero es includable que se tomO nota más tarde y
pagó de goipe todas sus cuentas.
Salimos de casa de los Punin para it a la estaciOn:
debiamos tomar ci Ultimo tren y pot eso salimos pasadas
las doce de La noche y en esa dmedianoche azul. la ciudad
se Ic antojó a Ajmátova, como dice en su poema, cno la
capital europea premiada pot so bclleza, sino un terrible
paso hacia Eniseisk, ci transbordo para Chin, para Ishim,
para el seco Irguiz y ci cElebre Atabasar, una parada en
direcciOn a la ciudad Svobodni de pestilente olor de sus
canes podridos, as1 vi yo la ciudad en esta medianoche
azui, la ciudad que exaltO ci primer poeta y que tü y yo,
pecadores, también cantamos ... ..
,Qué tiene de sorprendente que In haya visto asP To-
dos sentimos to mismo. Asi era, Pero las deportaciones a
esos tugares relativamente habitados habian cesado ya casi
por completo.
Liuba StCnich me contO un episodio oividado pot ml:
en la cstaciOn, Mandeistam se acercO a una paimera mcii-
da en un barrii, coigO alga de ella y dijo: cEI arabe nOma-
da en ci desierto....
El primer viaje a Leningrado nos porporcionO tres meses
P
de rcspiro. En la rimavera, antes de salir pan Samatija,
decidimos volver de nuevo, pero no conseguimos nada. A
la mañana siguiente, visitamos a Ajmâtova quien nos [cci-
387
tO ci poema de la ciudad que cantaban los poetas y que
ella dedicO a Mandelstam. Fue Ia ültima y ea que se
vieron; convinimos un encuentro en casa de Lozinski, pero
tuvimos que salk precipitadamente de su casa y ella no
nos encontrO. Nos fuimos sin más dilacion y en ci ñitimo
instance nos despedimos de ella pot teléfono.
Cuando salimos de la casa de Lozinski, estuvimos
mucho tiempo en la calie sin saber a dOnde it; iuego dcci-
dimos visitar a Marshak.
Marshak nos recibió con tanta alegrIa, quc Mandeistam
no se atrey jO a hablarle del dinero. El tema de la conversa-
ciOn verse sobre iitcratura; Mandeistam le rccitO algunas
de las poesias escritas en Voronezh. Marshak suspirO: no Ic
habian gustado: 'No se refleja en sus poemas con quién
trata, de qué habla.,. En la época de Pushkin.... •j Mira In
que quicrek, me susurrO Mandelstam y nos despedimos...
Luego fiuimos a casa de otro escritor, no estaba; estuvimos
esperándole mucho tiempo en la calle y acabO pot liegar.
Mandeistan'i Ic pidiO dinero, pew ci escritor no Ic tenia,
habia gastado mucho en Ia construcciOn de un chalet...
Durante todo aquel tiempo era la segunda negativa. El
primero que se negO fije Scivinski. No quiero char ci
nombre de este segundo escritor pues creo clue su negativa
fue casual, un simple malentendido. Era una persona muy
decente. Recurriamos siempre a Ia ayuda de los ültimos
intelectuales ocultos. El escritor de quien hablo era de Lc-
ningrado, un inteIectuai autEntico y gran amante de la
poesla. Pero en aquel instance debiO de enturbiarse su in-
telecto y se convirtiO en digno miembro de la Union de
Escritores...
En lOS dias anteriorcs a nuestra partida hacia Samatija,
Mandeistani me dijo: cHay que pedir dinero a
Paustoyski.. Ni siquiera Ic conoclanlos y quede muy
sorprendida. .El nos In data., me tranquilize. Hace poco
se 10 conté al viejo Paustovski. •Y pot qué no vinieron?,?,
me pregunto mdc disgustado. .No tuvimos tiempo, Man-
delstam fue detenido. IC expiique. Paustovski se tran-
quilizo. .Si hubiera venido, habria vaciado todos mis bol-
sillos., dijo echandose a reir con su eritrecortada nsa... No
dudo de que Ic hubiera hecho: era un tipico intelectual
ocuko y ahora lo es evidente: no hay que ocultarlo más.
Recientemente IlegO a mis oldos un chisme: un alto
388
funcioriario de la literatura preguntaba entre indignado y
sorprendido quiEn era ese Mandeistam que pedia dinero
prestado y no to devolvia... Era evidente que Mandeistam
no Ic agradaba... En sus años de ftivola juventud es p0-
sible que no pagara las deudas, Pero ese funcionario no
habia nacido todavia. Pero lo que ocurria en la época de
Stalin, no se califica de .prEstamoL Se trataba de la más
evidente mendicidad, a la cual Ic habia obligado el Esta-
do, o dicho de otto inodo, la vida quc en La prensa se call-
ficaba de feliz. Y La mendicidad no era to peor de esa vi-
da.

El eclipse

4A quién it hate falta ese maldito regimen! ' , exciam6


Liova Bruni, metiendo en el bolsillo de Mandeistam el di-
nero para el viaje a Maly Yaroslavietz. En et otoho se nos
volvió a plantear ci problema de trasiadarnos de Savielovo
a otto lugar y volvimos a estudiar ci mapa de la provincia
de Moscü. Liova nos aconsejó Maly Yarosiavietz, donde éI
habia comprado una cisba. para La mujer y los hijos de su
hermano Nikolai, antes sacerdote, luego constructor de
aviones, y condenado a un carnpo de trabajos forzados en
1937. HabIa cumplido ya el primer plazo de su condena,
Pero to habian vuelto a condenar .por un dehto cometido
en ci campo., segün se decia entonces. Dicho de otto mo-
do era un treincidence,, sin haber tenido tiempo de gozar
de la libertad ni un solo instante. Nadia Bruni y sus hijos,
exputsados de Moscü, Ilevaban varios ahos viviendo en
Maly Yaroslavictz. Subsistian gracias a un pequeflo butt-
to, porque a Liova no Le habia liegado ci dinero para
comprar una vaca. Liova mantenia a su numerosa familia
y a codos los hijos dc su hermano. Probabiemente ei no
cornia to suficiente ni siquiera cuando iIegó la Paz: vivia a
base de patatas y después de la guerra no tardo en mont
de txtenuación. Eso it ocurria a los autCnticos intelec-
tuales ocuttos. Todos qucrian a Liova. ViviO sin dejar de
set persona, pcsc a todas las pruebas clue Ic deparó ci des-
tino. La mayoria de nosotros no vive, sino que hasta la

389
misma muerte espera acurrucada en su rincôn que ocurra
algo y existe de dia hasta la noche.
En otoño oscurece pronto, En Maly Yaroslavietz solo es-
taba iluminada Ia estaciOn. Sublamos pot calles resbaladi-
zas pot ci barro y en todo nuestro trayecto no virnos un
solo farol, ni una sola ventana iluminada, niun solo tran-
seünte. Liamamos dos veces en otras ventanas para averi-
guar ci camino. A nuestra liamada, surgia un rostro ate-
morizado, contraldo de micdo: •COmo podcmos it
a..,?., y ci hombre de la ventana sufria una metamorfosis:
se distendlan sus rasgos, sonrela y nos explicaba de muy
buena gana el camino a seguir. Cuando dimos, pot fin
con la casa, Nadia Bruni nos explicO clue ültimamente se
habran intcnsificado las detenciones, tanto entre los habi-
tantes locales, come entre Ins desterrados y, pot elk, la
genre estaba asustada. Durante la guerra civil, en las casas
procuraban no encender la luz pata no Ilamar La atenciOn
de los merodeadores vagabundos, pot miedo a que acu
dieran a La luz... En las ciudades ocupadas pot los alema-
nes tambien permanecian a oscuras. En 1937, una ventana
iluminada no jugaba ningün papel: las detenciones no se
efectuaban atbitrariarnente, sino de acuerdo con las Orde-
nes recibidas. Sin embargo, la genre se acostaba antes para
no encender la luz. Obedecian, probablemente, a un ins.
tinto prirnitivo: en un cubil oscuro hay mayor seguridad
quc en uno iluminado. Personalmente, conozco ese send-
miento: al oft clue un coche se para junto a la casa, se
apaga involuntariamente la luz...
La visiOn nocturna del pueblo nos causO tal espanto que
despues de pasar la nochc en casa de Nadia Bruni volvi-
mos corriendo a Moscü. No aceptamos el consejo de
Liova: se precisaba tenet la fuerza de espIritu de la modes.
ta y delicada Nadia para soportar ese miedo clue como un
manto cubria toda la pequefla ciudad. Serla más justo de-
cir, todo el pals, pero en las aldeas y en las grandes ciuda-
des no se sentia con tanta intensidad.
La otra persona a quien pedimos consejo flue Babel.
Creo que él jams viviO en Ias'casas destinadas a los escri-
totes, sino en sitios inesperados, diferentes de los demas.
Lo encontramos con dificultad en una especie de hotelito
incomprensible. Crco recordar confusamente que Vivian
aill extranjeros; y a Babel Ic habian alquilado unas habita-

390
ciones en ci segundo piso. Quizis nos In dijo Para
sorprendernos. Le gustaba mucho sorprender a la gente...
No debe olvidarse que a Ins extranjeros se les temia como
a la peste. Pot La relacion mis superficial volaban [as cabe-
zas. Quien se atreveria a vivir en casas ocupadas pot
eLlos? Hasta La fecha no salgo de mi sorpresa y no sé de
qué se trataba. Bibel nos sorprendia siempre per aLgo.
Contamos a Babel nuestras penas. La conversación fue
larga y nos escuchó con cxtraordinaria curiosidad. Su for-
ma de girar la cabeza, la boca, la barbilla y, sobre todo,
los ojos de Bibel expresaban siempre curiosidad. Era una
mirada porn frecuente en Ins adultos, Ilena de sincera cu-
riosidad. Tuve la impresiôn clue Ia fucrza motriz básica de
Babel era la insaciable curiosidad con clue observaba la vi-
da y Los seres humanos.
Bibel decidiô ripidamente nuestro destino: sabla coger
ci toro per los cuernos. cDcbeis it a Kalinin —dijo—, ahi
esti Erdman y Las viejitas Ic quicren mucho ... .. Babel, 16-
gicamente, se referia a viejitas jóvenes y sus paLabras signi-
ficaban que Erdman no se instaLaria en un mal sitio: sus
admiradoras no In permitirian. Bibel consideraba posibk,
en caso de necesidad, utilizar a Las .viejitas de Erdman en
nuestro favor: eneontrar una habitacion, pot ejempLo...
Para ello basrarla con las .viejitasx. locales... Babel, sin em-
bargo, supervaloraba ci podcr de Erdman sobre las .vieji-
tas.: en Kalinin no Las descubrimos. Al parecer era Erd-
man ci que iba a visitarlas y no ellas a él. Aunque, iqui6n
conoce el corazOn femeninoL.
BibeL nos prometió conseguir dinero al dia siguiente
Para el traslado y la conversación versó sobre otros temas.
Nos contó clue frecuentaba ünicarnente a los agentes de
Las milicias y tan solo con elios bebia. En la vispera, habia
bcbido con uno de Los jefes mIs importantes de Moscü y
Este, ebrio, Ic explicaba que quien a hierro mata, a hierro
muere. Los dirigentes de Las milicias, en efecto,
desaparecian uno tras otto... Ayer se llevaron a uno, hare
una semana a otto... . 1 Hoy estis vivo y mañana ni ci
diablo sabe donde vas a pararl....
La palabra cmilicias, era, claro esti, un eufemismo. Sa-
blamos que BibeL se referia a Ins chequistas, pero creo que
ernie sus compañeros de francachelas habia asimismo altos
dirigentes de [as milicias.
391
A Mandeistam it interesaron los motivos de esa prefe-
rencia de Babel pot Los .mihcianos. Se debia a su Cu.
riosidad por conocer mejor ci aparato distribuidor de la
muerte? Mcter dentro Ins dedos? cNo —le respondie Ba-
be!—, no meteré los dedos, pero aspiratE ci aire pan vet a
qué hueie..
Sc sabe que entre los 'milicianos. que visitaba Bibel fi-
guraba también Ezhov. Despues de so detencion, Katáiev
y Shklovski se lamentaban de que ci miedo Ic hubiera em-
pujado a visitar a Ezhov y quc precisamente pot ello, lo
detuvo Beria... Estoy segura de que Babel Ic visitaba no
por miedo, sino per curiosidad, para vet a qué oiia
aquello...
El tema: çQuE seth de nosotros mañana?, era ci funda-
mental en todas nuestras conversaciones. Bibel, que era
prosista, lo ponia en boca de terceras personas, •los miii-
cianos.. Mandeistam Jo silenciaba: su mañana habia liega-
do ya. Solo una y ea estallO al encontrar en la calle casual-
mente a Shervinski, hombre compictamente ajeno a no-
sotros, ic CXpLICÔ de pronto 4que asi no podia
continuar... 'No me picrden de vista ni un solo momen-
to y no saben en absoluto qué hacer conmigo. Eso quiere
decir que me encerrarán pronto..... Fue una conversaciOn
breve y acalorada. Shcrvinski Ic escuchaba en silcncio.
Después de la muerte de Mandeistam lo encontrE varias
veces, pero jamis mencionó esa conversaciôn. No me sot-
prenderia que se hubiera olvidado de ella: jeran tantas las
cosas desagradabies de nuestra vida que deblamos olvidar
forzosamente!

Una escena de la vida

No solo Babel conocia a Ezhov, tambiEn nosotros lo cono-


amos. El Ezhov con quien vivimos en Sujumi en ci año
1930, en una finca perteneciente al gobierno, se parece
asombrosamenre al Ezhov de los rettatos y fotografias del
alto 1937 y ese parecido es mis notorio wan en la foto
donde Stalin Ic riende la mano y felicita a un Ezhov todo

392
radiante pot la recompensa estatal concedida. Creo recor-
dar que ci Ezhov de Sujumi tambien cojeaba y que Pod-
voiski, a quien gustaba moralizar sobre ci tema de las
cualidades de un verdadero boichevique me ponla como
ejemplo a ml, que era una vaga que no hacia nada, a
.nuestro Ezhow que bailaba la danza rusa pest a su pier-
na enferma e incluso en contra de ella... Pero hay muchos
apcllidos asI y no acabo de creer que hayamos visto al Ic-
gendario comisario del Pueblo en ci alborear de su cotta,
Pero flulgurante carrera. Es imposible imaginarsc que nos
sentamos a la misma mesa y comimos, bebimos y charla-
mos intrascendentemente con ci hombre que iba a set uno
de los grandes asesinos de nuestra época y que acabo, no
en teorla, sino en La práctica, con todas las premisas del
humanismo.
El Ezhov de Sujumi era un hombre modesto, bastante
agradable. No se habia acostumbrado aün al coche, pot lo
cual no lo consideraba como un privilegio especial suyo, all
cual no debt aspirar .una persona corriente. A VCCs Ic
pedlamos que nos acercara a la ciudad y jamás se negaba.
Y eso era muy importante pan nosotros que viviamos en
una finca alejada... Al sitio donde estabamos ilegaban
constantemente los coches del Soviet de Comisarios del
Pueblo de Abjasia. Los hijos de los funcionarios del Comi-
té Central clue descansabam. alli apartaban a la sucia wrba
de chiquillos (los hijos de los empleados) de los coches
que its pertenecian pot derecho de nacimiento, ya que sus
padres eran funcionarios responsables, y se sentaban en
eilos con aire suficiente. En cierta ocasión, Mandelstam
mostró a Tonia, la esposa de Ezhov, y a otra dama del Co-
mite Central esa escena de expulsion de los mugrientos.
Las mujeres ordenaron a los nifios que hickran sitio a los
demas y los dejaran subir al coche. Sc disgustaron mucho
cit quc los niöos infringieran las tradiciones deniocráticas
de sus padres y nos contaron que los enviaban a las es-
cueias corrientes y que los vestian igual que a los demas,
cpara que no se aparten del pueblo.. Los ni?os, mientras
tanto, se preparaban para dirigir al pueblo, Pero Les espe-
raba un destino diferente.
Por las mafianas Ezhov se levantaba antes que todos pa-
ra cortar el mayor nümero de rosas y ofrecerselas a una jo-
yen historiadora de literatura, amiga dc Bagritski, a quien

393
cortejaba. Podvoiski se precipitaba en pos de €1 y se apre-
suraba igualmente a cortar rosas pan ofrecerselas a la
ofendida esposa de Ezhov. Era un puro acto cabalkroso,
segün los habitantes de Ia finca, porque Podvoiski era un
padre de familia modelo y no cortejaba a ninguna esposa
a excepción de la suya. Las restantes damas, a quienes na-
die hacla Pa cone, adornaban pot sI mismas sus habita-
ciones, cornentando la romintica conducta de Podvoiski.
Tonia Ezhova —creo que se Ilamaba Tonia— se pasa los
dIas en una tuinbona en una terraza situada enfrente de la
uinca. Si la actitud de su marido Ic molestaba, no Ia exte-
riorizaba en absoluto. En aquel entonces, Stalin no habia
comenzado aün a consalidar la farnilia. çDónde está su
companero?., me preguntaba cuando me vela sola. Al
principio no comprcndi que se referia a Mandelstam. En
aquel circulo conservaban los habitos de la clandestinidad
y el marido era, antes que nada, cornpaflero. Tonia Ida
.El Capital * y se lo repetla a si misma en voz baja. Se en-
fadaba con la inteligente y vivaracha esposa de Kossior
que paseaba a caballo con un rnüsico presumido y joven
dedicado a recopilar el folklore abjasiano. cTodos conoce-
mos a Kossior —decla—, es nuestro compaflero... Pero,
quién es ese hombre? jA lo mejor es un espial. Tories
criticaban la ligereza de Lakoba que habia instalado en un
lugar tan responsable a una persona extrafla. -. Probable-
mente la presencia de todo aquel que no fuera miembro
del partido en aquella finca provocaba el descontento
entre los .suyon, pero Lakoba no lo tomaba en considera-
ción, porque esa finca era propiedad del Soviet de Comi-
sario del Pueblo de Abjasia, es deck, de él. 01 comentar,
incluso, que ya era hora de centraiizar la distribución de
puestos en las casas de dcscanso pertenecientes al
partido...
A nuestro ]ado, en una pequeña habitacion del tercer
piso, vivia un miembro del Comite Central perteneciente
a la generación anterior: un letón muy inteligenre. Era
muy reservado y distante y solo hablaba con Mandelstam.
Perciblamos con frecuencia cierta alarma en el tono de sus
conversaciones y quedibamos perplejos. La *Cuarta prosa
ya estaba escrita y sablamos que las cosas iban mal en cI
terreno Iirerario, pero nuestro letón no se dedicaba a la Ii-
teratura, era simplemente uno de los dirigentes del parti-

394
do, al que no se acusaba de ningUn dcsviacionismo enton-
ces. Por qut se Ic vela inquieto y surgian constantemente
en sus conversaciones ci tema: çQué ocurrirá mahana?x'.
No 5€ nada de €1, pero no podia dejar de asistir at ,Con-
greso de los Vencedores y pot ello no es dificii conjeturar
to que Ic sucedio. Todos somos muy listos juagando
restrospcctivamcntc.
Pot las tardes vcnia Lakoba a jugar unas partidas de
billar y a charlar con los que alit descansaban en ci come-
dot, junto at piano. Aquella finca con sus sciectos huespe-
des era una ünica válvula de escape, ci lugar dondc podia
distraerse y charlar a gusto. Un dia, Lakoba trajo un osez-
no que los montañescs le habtan regalado. Podvoiski to
metiO en so habitaciOn y Ezhov se to Iicvo a Moscü para
dársclo at Parque ZoolOgico. Lakoba sabla distract a la
gente con divertidas historias. Nos habló de on antepasa-
do suyo que fuc andando a Petersburgo pan invitar a on
mortal enemigo suyo, creo que se Ilarnaba principe Shcr-
vashidze, a una comida en su casa de Sujumi. Shervashid-
ze creyó que eso significaba ci fin de Ia venganza de
sangre y accptO la invitaciOn. Fue asesinado pot so excesi-
va crcdulidad El relato de Lakoba hizo gran impresiOn en
Mandeistam, Ic pareciO distinguir en eI on cierto sentido
ocuito, wino un segundo piano. Nos dijeron que en
1937, Lakoba habla muerto ya. Fue enterrado en on lugar
de honor, algo asI como ci muro del Kremlin, pero en
Abjasia. Stalin, sin embargo, cnfadado por algo con ci di-
funto, ordenO que sacaran sus restos y los destruyeran. Si
CStO es cierto, solo podemos alegrarnos de que Lakoba hu-
biera muerto oportunanlente.
Fue Lakoba quien nos invitO a descansar en La finca del
gobierno, pues antes de emprendcr ci viaje a Armenia y
provistos de tin aval del Comité Central quertamos des-
cansar en alguna pane. Habla alit otros escritores, como
Besimcnski y Kazin, que se sentian perfectamenre a gusto
en aquel ambiente, cosa quc no nos sucedIa a nosorros.
El dia de la muerte de Maiakovski paseâbamos por ci
jardin en compaflia dc on georgiano altivo y elegante, es-
peciahsta en radio. En ci comedor se habian rcunido los
veraneantes para. divertirse. Todas las tardes se distralan
cantando y bailando at estilo ruso, clue ranto Ic gustaba a
Ezhov. Nuestro acompafianre nos dijo: cLos Comisarios

WA
del Pueblo de Georgia no bailarian ci dia de la muerte de
un poeta national georgiano.. Mandeistam me hizo una
seha: eVe a decirsejo a Ezhov ... i. Entré en ci comedor y
conté a Ezhov, sofocado pot el baile, lo que nos dijo ci
georgiano. El baile se interrumpió Pere, a excepción de
Ezhov nadie, creo yo, comprendio ci - motivo... Varies
aflos antes de eso, en 1923, Mande j stam ilamó la atención
a Vishinski que rela y habiaba en voz aita cuando un jo-
y en poeta Ida sus poesias. Lo que cuento sucedio en ci sa-
natorio de Tzckubu, en Gaspr. Odiábamos los sanatorios
y las casts de descanso, Pero de vez en cuando ibamos auu
cuando no teniamos ningün otto shio a donde it. No sé
per qué, pero nos ollan a muerte.

El suicides

,Quien comprendia que la renuncia voluntaria al huma-


nismo, sea cual fuere el objetivo, no conduce a nada
bueno? eQuién saSh gut al prodamar que todo nos esta-
ba permitido, emprendiamos on camino funesto? Se daba
cuenta de ello un pequcño grupo de intelectuales tan so-
lo, pero nadie lo escuchaba. Ahora Its reprochan so cabs-
tracto humanjsmo., pero en los años veinte se burlaban
de eilos todos cuantos querian. No estaban de moda. Los
calificaban de cintelectualillos enclenques, y se hacian ca-
ricaturas de ellos. Tambien se Its aplicaba ci epiteto de
cbiandengues.. Los cenclenques. y los tblandenguesz no
hailaron su puesto entre los partidarios de do nuevo, que
en aquel entonces contaban treinta aflos. La primera ml-
siOn que habla que cumphr era ridicuiizarlos en ci piano
literarlo. Se encargaron de esa tarca lIf y Petrov; ci tiempo
borro ci carácter especifico de esos personajes literarios y a
nadie se Ic ocurre pensar ahora que ci tacirurno imbecil
que arosiga a la infiei esposa debia encarnar Ins rasgos
tipicos, fundamentales, del inrelecrual. El lector de la dé-
cada de los años sesenta, al leer esa inmortal obra de dos
jOvenes saivajes, no comprende en absoluto hacia donde
va dirigida su santa y de quién se burlan. Aigo pot el esti-
lo sucedin con una obra mucho más profunda: cEl suici-

396
da de Erdman, obra que entusiasmaba a Gorki y trató de
representar Meyerhold... En el plan inicial de la obra,
aparece una miscra curba de intelectuales con horribles
mascaras que rodca a un hombre que intenta suicidarse.
Intenta aprovechar su muerte en sus propios intereses, co-
mo una forma de protesta contra las dificuitades de su
existencia, dificuitades quc eran de hecho insolubles debi-
do a su incapacidad de haHn su propio puesto en la
nueva vida. Pero acaba per triunfar ci sano instinto de la
vida y ci presunto suicida, en cuyo honor se ha organizado
ya un banquete funerario y se han pronunciado discursos\
liberales, permanccc, no se suicida y se burla del cow de.
mascaras que Ic empujan a quitarse la vida.
Erdman, como auténtico artista, introdujo, incluso pese
a su voluntad, en las escenas polifonicas de las m&aras
que representaban a los pequeflos burgueses (asi califica-
ban a los intelecruales y .convcrsaciones pequeflo burgue-
sasp eran todas aqueilas que expresaban descontento per ci
orden cxistente) noras auténticamente trágicas y desgarra-
dons. Hoy dia cuando todos saben y no se recaran en de-
cirlo abiertamente que vivir asi es imposible, las quejas de
las mIscaras suenan como cores de sombras atormentadas.
La renuncia del héroe al suicidio se interpreta ahora de
distinto modo: la vida es insoportable y horrible, pero sc
debe vivir porque la vida es vida... No s6 Si Erdman dio
conscienremente cse sentido a su obra o sus objetivos eran
más simples. No lo sé. Creo que en su propOsito inicial, es
decir, el dirigido contra Ins inreiectuales, contra Los pe-
queflo burgueses, irrumpió el terna del humanismo. En
esa obra expiica por qué seguimos viviendo, aunque todo
nos impulsaba al suicidio...
Y el propio Erdman se condenó al silencio, con ral de
conservar la vida.
En Kalinin ocupaba una pequefla y estrccha habiracion,
donde sóIo cabian el carte y una mesira. Cuando llcgamos
estaba acostado, alli solo se podia esrar tumbadø o senra-
do en la ünica silia. Se ievantó en el acto y nos ilevó a las
afueras de la ciudad donde, a veces, alquilaban habira-
clones en las casas de madera que eran de propiedad per-
sonal. Nos visitaba con basranrc frecuencia, pero siempre
solo, sin su co-auror y anripoda Misha Volpin. Venia, se-
guramente, los dias en quc Misha marchaba a MoscU.

397
Coma se sabe, Erdman fuc detenido par las fibulas Clue
Kachaiov kyo pot imprudencia en una velada celebrada
en ci Kremlin o sea, en aquel mismo cfrculo en ci coal vi-
vimos en la finca gubernamental de Sujumi y donde del
acompanante de la mujer de Kossior se sospechó inme-
diatamente Clue fuera un espla... Aqudlla misma noche
fueron detcnidos y desterrados sus ingeniosos autores, con
la particularidad de que Misha Voipin fue enviado a un
campo; segn parece tenla viejas cuentas con los organis-
mos represivos y siendo todavia un chiquillo les habla
hecho pasar Ia suyo... Dicen Clue Erdman en las cartas a
su madre uirmaba .Mamin sibiria6 y que compuso coma
despedida Ia siguiente fibula: din dia la GPU visitó a
Esopo y lo agarré par ci trasero: el sentido de esta fábuia
está clara: basta ya de fibulas ash... Asi era ci prograrna
vital de Erdman y ya no voivimos a air ni sus fibulas ni
sus ingeniosas historictas. Habla enmudecido. Al contrario
de Mandeistam Clue habia defendido ci derecho al .susu-
tro de los iabios, Erdman cerró los suyos con candado. Dc
vez en cuando se inchnaba hacia ml y me contaba ci argu-
mento de alguna abra teatral que Se IC acababa de ocurrir,
pero Clue habia decidido de antemano Clue no escribirla.
Una de esas piezas no escritas se basaba en Ia sustituciOn
del idioma oficial par el familiar. En qué momenta ci
empicado, después de cumplir las horas de trabajo es-
tablecido en su institución, sustituye ci lenguaje, los semi-
mientas c ideas pot las corrientes y comunes a toda la hu-
manidad? Mas tarde escribio sabre ella Yashin.
Al enterarse de la detencion de Mandeistam, Erdman
rnascullo alga ininteligible, alga asi coma Si detienen a
personas asl ... . y saliO para acompanarme.
Durante la guerra, cuando viviamos evacuados en Tash-
kent, se presentaron en casa de mi hermano dos militates.
Uno era Erdman y ci otto Volpin, que no cesaba de
hablar. Valpin hablaba de poesia: la poesla debla ser inte-
resante, me gusta leer a Maiakovski, considero que es inte-
resante Jesenin, Ajmatova no me interesa... Volpin era un
educando de LEE y sabia lo que Ic interesaba. Erdman
bebia en silencio. Luego se levantaron y fueron a la casa
de Ajmatova clue vivia en la misma casa que mi hermano,
pero en la bohardjlla.
Dc vez en cuanda veo a Erdman y a Volpin en casa de
398
Ajmátova. Erdman, al verme, dice: eMe alegro de veria,,
Luego bebe y calla. Habla Volpin. Trabajan juntos y creo
que muy fructiferamente.
Un verano coincidi con Garin en Tarus. Se quejaba del
teatro contexnporáneo y se Ic notaba nostáigico. For las
tardes se discutia en qué dominio iban peor Las cosas: en
la literatura, en ci teatro, en la pintura o en La müsica.
Cada uno defendia su esfera, aflrrnando que ocupaba ci
primer puesto en cuanto a la dccadencia. Un dia Garin
nos Leyo 4EI suicida de Erdman, pieza que no fue estre-
nada. En su lecrura todo sonaba de un modo nuevo, coma
si dij era: ahora os explicate por qué no os habCis roto la
cabeza y continuãis *viendo...
Pero Los ataques contra Los intelectuales continüan. La
tendencia anti-inteLectuai es la herencia de los años veinte
y es preciso acabar con ella.
Muchos se sentirán ofendidos pot la ligera mención que
hago de las iDoce sillias.. Yo misma he reido y sigo rién-
dome ante los divertidos episodios y me admira la valentia
de sus autores cuando describen cómo Ostap Bender y los
demás bribones odessitas entran en el vagón destinado a
los escritores en la via férrea reciCn inaugurada del Turk-
sib, Sc inezcian con sus colegas y hacen todo ci viaje Sin
set reconocidos ni desenmascarados. Pero es un pecado
reirse de La genre que se describe. Las personas quc vivian
en aquella casa a puma de desmoronarse se hablan trans.
formado, naturaLmente, en ones salvajes y [as mujeres que
tenlan alguna cotización en el mcrcado de valores no
podian set ficles a sus maridos. Aunque Los peces no
siempre buscan lo más honda, no Les resulta tan senciLlo
pasearse pot la arena... Y reirse del que está ya asfixiado
es de Ia más facil...

El anunciador tie la nueva vida

Debo confesar que soy una optimista incorregible: a seme-


janza de aquelios que a principios del sigLo creTan que la
vida tenia que ser, no podia dejar de set, no se atreveria a
no set mejor que en ci sigio xix, tambien yo ahora estoy

399

FA
absolutainet-ite segura de que nos hallamos en visperas de
un nuevo triunfo del humanismo y de una gran aiza de
Jos valores humanos. Esto se refiere tanto a Ia justicia so-
cial, coma a la cultura, coma a to que se quiet-a. Mi opti-
mismo no se ha vista afectado siquiera por Ia cruel expe-
riencia de la primera mitad de nuestro increible siglo.
lncluso at revés: to pasado Per nosotros apartará durante
mucho tiempo a los hombres de reorlas, seductoras a pri-
met-a vista, segün las cuales el fin justifica los medios y
que ctodo está permitido.... Mandeistam me ensefló a
creer que la historia es la comprobacion en la acci6n y en
la experiencia de los caminos del bien y del mat. Memos
comprobado Jos caminos del mal. Sentfremos, acaso, de-
seas de volver a ellos? No suenan ahora con fucrza mayor
las voces que hablan de la conciencia y de Ia bondad?
Creo epic estamos en visperas de nuevos dias. Capto Jos
sintomas de una nueva comprensión del mundo. Son pa-
cos. Cast impercepribies. Pero existen, pese a todo.
Desgraciadamcnte, casi nadie compaRe mi optimismo y
ml fe. La gente que distingue el bien del mat espera más
bien una nueva reincidencia de calamidades y males.
Comprendo que esto cs posible, pet-a ci camino general se
me antoja clara. £Quién de nosotros tiene razOn? La vida
nos to demostrara a, quizás, to ha demostrado ya.
Debo precisar, empero, que, coma es natural, no espe-
ro un triunfo especial del bien. Se trata de algo distinto:
me interesan las ideas matrices y no las lagrimas de ca-
codrilo de los futures gendarmes. No se trata de ellos.
Fuimos testigos de cOma triunfo Ia voluntad del mat, una
y ea mancillados y pisoteados los valores del humanismo.
La causa de ella, a mi emender, radica en que esos valores
no tenlan ninguna base, si exceptuamos ci entusiasmo an-
te el intelecto humane. Pienso que ahora deberan set me-
jar fundamentadas, aunque solo sea per la revisiOn que
hacemos dc nuestra experiencia y porque vemos los errores
y los crimenes del pasado. Los atractivos del pasado ban
caducado that-a: en otra época itusia salvo la civilizacion
cristiana de Europa de los táctaros. Hay dia la ha salvado
del racionalismo y de sus consecuencias• la voluntad del
mat- Y eso ic ha costado muchos sacrificios. Puedo creer,
acasa, clue han sido cstériles?
Tengo un amigo, muy taciturno, muy joven todavia,
400
pero cuya inteligencia no corresponde a sus ahos. Dc to-
dos los pocus, prefiere a Blok, porque Blok presentia el
hundimiento de La culwra rusa y sufria a causa de ello.
Este admirador de Blok me desprecia porque veo las cosas
de color de rosa. Opina que la cultura, tat como lo predijo
Blok, ha perecido efectivamente y clue estamos enterrados
bajo sus ruinas. Este pesimista no percibe los avances que
se han producido desde que nos conocemos. Vino a verme
inmediatamente despuEs del XX Congreso cuando La gen-
te, desoricntada, no hacia más clue preguntarse: çPor qué
nos lo ban dicho? ' . Unos no querian oft cosas desagra-
dables, otros —los que se disponlan a gobernar— estaban
disgustados porque esa ocupación se habla hecho más difI-
cil de pronto; algunos suspiraban perplejos, considerando
quc ya no podrian hater carrera a base de los viejos méto-
dos y que habria que inventar otros nuevos.. Fuc una
época que se dio en calificar de deshielo, porque alguien
creyó que la gente, con autorizaciôn de arriba, podia
hablar a plena voz. Esta esperanza no se jusuficó, pero no
todos comprenden que no se trata de eso. Sc trata de la
gente, de cada persona pot separado y de so propia per-
ccpción del mundo. l.a necesidad dc recibir un permiso es
un residuo de la Epoca pasada, con su fe en la autoridad,
en la sanciôn, en las instruccionCS, su miedo al castigo y ci
terror ante la reprimenda del superior. Ese terror puede
volver si envian de nuevo a Los campos de trabajo forzado
a millones de ciudadanos, pero ahora, cada uno de esos
millones, aullaria. Y sus familias tambiEn aullarian; lo
mismo harlan sus amigos y vecinos. Yo no serian pocos.
Mi amigo vino a verme pot vcz primera cuando vivia en
una barraca oscura y sucia donde se habian instalado Las
viviendas comunales de los profcsorcs del Instituto Peda-
gógico de Cheboksar. Todo era pestilente y ci hollin del
petróLco formaba como urn nebLina. En mi habitacion
hacia el rnismo frio que en el patio; una de las vigas del
segundo piso se habia desprendido y coLgaba en el aire,
amenazando con cat; sobre las cabezas de los nihos quc
jugaban en el patio. El viento, oloroso a nieve deshelada,
se pascaba pot la habitación con toda libertad. El visitante
me dijo que admiraba tanto a Mandelsiam c lue no habia
podido resistir la tentación de visitarme. Sc prcsencó sin
ninguna carta de recomendacion dc aLgün amigo cornün

401
clue Ic avalase y me permiticra determinar a qué categorla
de genre pertenecia. Pero su aspecto general y, sobre to-
do, la expresión de los ojos me infundio inmediatamente
confianza Le invite a tomar asiento y Ic hable como jamás
In habla hecho con Un visitante casual. Le dije: cCuando
alguien viene a verme y asegura que admira a Mandels-
tam, se que se trata de un chivato. Bien fue enviado, bien
viene por propia iniciativa para hacer luego una documen-
tada denuncia. Eso dura ya veinte ahos. A ml nadie me
habia sencillamente de Mandeistam: los literatos que an-
taño leyeron sus poemas, jamis lo mencionan al hablar
conmigo. Le digo todo esto porque me ha causado usted
buena impresión. Siento confianza en usted, Pero ni si-
quiera con usted puedo habiar de Mandeistam y ahora ya
sabe ci motivo. -
El visitante se flue. Al cabo de dos aflos y medio supe
que tenTamos amigos comunes y Ic invite a visitarme.
Quemado pot el primer encuentro, se presentô con cvi-
dente desgana, Pero al poco ya Ia habla olvidado todo.
No sé si habri comprendido que todo cuanto Ic dije en
nuestro primer encuentro fue una prueba de profunda
confianza que supo infundirme con todo su aspecto...
Han transcurrjdo pocos afios desde entonces, Pero ya
respondo tranquilamente a toda persona que me pregunta
por Mandeistam y todas percenecen a la nueva generaciOn,
aunque los mayores tambien dicen alga de vez en
cuando... Ahora habiamos de muchIsimas cosas que antes
estaban totaimente prohibidas y Ia mayor pane de las per-
sonas de ml entorno no se atrevian, no querlan pensar e,
inciuso, habian perdido la costumbre de hacerlo, Mas
todavia, ahora no queremos saber si existe o no aigun te-
ma prohibido. Ya no lo tomamos en cuenta. La hemos ol-
vidado. Pero aün hay mis. Los jóvcnes inteligentes de la
dCcada de los afios veinte reunlan datos sobre los demas y
los comunicaban gustosamente a sus jefes y a los organis-
mos de seguridad. Consideraban que hacerlo era preciso
para ci bien de Ia revoluciôn, en su defensa, al servicio de
la misteriosa mayoria interesáda en mantener ci orden y
fortalecer ci regimen. A partir de los afios treinta y hasta
la muerte de Stalin continuaban haciendo lo mismo, con
la diferencia de que los motivos cran distintos. El estimulo
que les mo-via era la recompensa, Cl beneficio o ci miedo.

402
Lievaban a los sitios adecuados las poesias de Mandelstam
o las denuncias contra sus compafieros de trabajo con la
esperanza de cl ue, en premio, publicarian sus propias
obras o bien les ascenderian en su trabajo. Otros In hacian
per ci más pritnitivo de Ins temores: con tall de que no me
detengan, con tal de que no me exterminen... Los intimi-
daban y ellos tenian miedo. Les tiraban una limosna y se
precipitaban a recogerla. Les aseguraban, pot otra pane,
clue su actividad jamás seria conocida, nadie sabria nada.
Esta ültima promesa se ha cumplido y estas personas ter-
P
minan sus dias en az, gozando de todas las rnodestas
ventajas obtenidas pot su actividad. Pero los reclutados
boy dia para esa actividad ya no se fian de ninguna garan-
tia... No hay retorno al pasado. La nueva gencración no
está ni tan asustada ni Cs tan dOcil, ni mucho menos, -
mo la anterior. Y In principal es clue no se les puede c -
vencer de que sus padres acruaban correctamente, no crc-
en quc crodo está permitido.. Eso no signifIca, naturahl
mente, que ya no existen Ins chivatos, sino tan sOlo que stS,
porcentaje es menor. Si antes podia esperar un golpe por.
la espalda de cada joven, sin hablar ya dc Ins corrompiclost.
de mi propia generaciOn, boy dia puede emboscarse un
canalla entre mis conocidos, Pero solo casualmente, per
astucia; y tambien es probable quc ese canalla no comera
ninguna villania porque en las nuevas condiciones no re-
sulta ventajoso hacerlo y todos Ic volverian la espalda.
Enrre La nueva intelectualidad que se está formando ante
nuestra vista, ya no goza de simpatias el refran: iDonde
pan se come, caen migajas. o bien .No se puede nadar
contra la corrienre ' . Dicho de otro modo, se forman de
nuevo Ins valores clue pareclan abolidos para siempre e
incluso aquel que por su indole podrIa prescindir de ellos,
ahora esrá obligado a tomarlos en cuenra. Esto es lo que
ocurriO y, ademis, inesperadarnente para todos aquellos
que recordaban esos valores y para aquellos que los habian
enterrado. Estos valores vivIan clandestinamente, existian
en ci silencio de Las cerradas viviendas de luces veladas.
Ahora están en movimiento y cobran fucrzas. Fueron los
intelectuales quienes iniciaron la revisiOn de los valores.
Dcspués de ello, la intelectualidad se convirtiO en cual-
quier cosa, menos intelectualidad. Hoy dia se produce ci
proceso inverse, proceso asombrosamente lento que agota

403
nuestra paciencia. dY de donde vamos a sacarla? iLa tene-
mos mis pie agotadal...
Nadie puede definir qué es Ia intcicctualidad y en qué
se diferencia de las clases ilustradas. Sc trata de un con-
cepto historico quc nació en Rusia y de nosotros paso a
Occidente. La intelectualidad posec numcrosos indicios,
pero incluso ci conjunto de los mismos no proporciona
una definicion completa. Los desunos histOricos de la in-
eiectualidad son oscuros y confusos, porque csc nombre
soila darse a estamentos que no tenian derccho a usarlo.
,Pucde, acaso, inciuirsc en la intelectualidad a los tec-
nocratas y a ios funcionarios incluso en ci caso de que ten-
gan diplomas, escriban novclas y poemas? En ci periodo
dc la capituiaciOn se mofaban de la auténtica intciccwah-
dad y los capituladores Sc apropiaron dc su nombre. eQu6
es pues, La intelectualidad?
Cuaiquiera de sus indicios no sOlo pertenece a La inte-
icctuandad, sino a otras capas sociales: un cicrto grado de
instrucciOn, espiritu critico y unido a éi la inquietud, la
Conciencia, la libertad de pcnsamiento ci humanismo...
Estos ültimos indicios tienen mucha importancia sobre to-
do potpie como hemos visto, con su desaparicion dcsapa-
rece Ia propia intclectualidad; ella es la portadora de los
valores y la mis minima tentativa de revisarios degenera
en ci acto y desaparece, igual que ha desaparecido en
nuestro pals. Pero no es sOlo la intelectualidad la dcposita-
na de los valores. En ci pueblo conservaron su fucrza en
las épocas mis sinicstras, cuando rcnunciaban a eflas las
cumbres culturales mis altas.. Tal y ea eso se dcba a que
la intelectualidari no es estabic y los valores en sus manos
adquieren fuerza dinámica, ticnden al desarrollo y a la
autodestruccion. Los hombres que ilevaron a cabo la revo-
lucion y que actuaban en los afios veintc, pertenecian a Ia
inteIectuandad que habIa renunciado a una sent de valo-
res en aras de otros que consideraban supeniorcs. Este vita-
je fuc ci que los condujo a La autodestruccion. Qué hay
de comün entre un Tljonav o un Fedin con un intelectual
ruso corriente? Tan sOlo las gafas y la dentadura postiza.
Pcro hay intelectuales nuevos, casi unos chiquillos todavia,
quc se reconocen en el acto, pero que resulta muy dificil
explicar WE rasgos los convienten en auténticos intelec-
wales. El linguista jespersen, hombre sumamente inge-
404
nioso, cansado de oft discusiones acerca del modo de dife-
renciar Las panes de Ia oraciOn, dijo: •El pueblo sabe dife-
renciar ci substantivo del vcrbo igual que el perro distin-
gue ci pan del barro ... z.. Asi, pues, han aparecido y es un
proceso irreversible, no lo puede detener ni ci extcrminio
flsico, al que tanto aspiran los representanres del pasado.
Hoy dia, la represiOn contra un intelectual origina decenas
de otros. Lo hemos visto en la causa seguida contra Brods-
ki.
La inrelectualidad rusa posec un indicio especial quc,
probablemente, no cxisre en Occidente. Entre Ins profeso-
[Cs de ienguas occidentales que conoci en provincias, en-
contré tan solo a una inteiectual, originaria de Cherno-
vitz, llamada Marta, quien me preguntO asoinbrada el
motivo por ci cual los estudiantes quc buscan ci bien y ci
mal, arnan La pocsia. AsI es, en cfecto, y esto es Rusia.
Mandeistam me preguntO una vcz, mejor dicho, sc lo pre-
guntó a si mismo, qué hacla que un hombre fucse intelcc-
tual. No habia empicado esa palabra que en aquelios aflos
estaba sometida a revisiOn y a escarnio; más tarde sc apiicO
a las capas de funcionarios de las llamadas profcsiones Ii-
bcralcs... Pero ci sentido de su pregunta era ese. cEl ha-
bet estudiado en una universidad? —preguntaba—. -. El
Licco? Tampoco... Que, cntonccs? Tal vcz su acrirud
ante la literatura?. -. Quizis, pero no del rodo ... ". Y en-
tonces, como rasgo dccisivo dijo que era so posrura ante la
poesla. En nuestro pals, la poesla desempefla un papel es-
pecial; dcspierra a La genre y forma su conciencia. El naci-
miento dc nuestra nucva inteicctuaiidad va acompanado
dc un increibie apcgo a La poesla. Es el fondo de oro de
nuestros valores. La poesia csrimula la concicncia y el inre-
lecto. No sé qué explicaciOn dar a este fcnomeno, pero es
un hccho.
Mi amigo, el admirador dc Blok, dc quien alimentaba
su pesimismo, fuc ci primero en anunciarmc el renaci-
miento de la inteiectuaiidad, que despicrra, copiando y
recitando pocsias. Su pesimismo no esrâ justificado. La
poesia rumple su misión. Todo está en movimicnto. El
pensamiento vive. Los guardianes del fuego se escondian
en oscuros escondrijos, pero cI fuego no se ha apagado.
Existe.

405
El ültimo idiWo

Moscü DOS atrala irremisiblemente: alli podiamos charlar


con los amigos, enterarnos de ]as novedades, conseguir di-
nero... Cuando nos dabamos cuenta de que era tarde, co-
rrIamos como locos a Ia estaciOn para tomar ci üitimo tren
y no dormir una vez más en Ia ciudad prohibida. A veces
me cedian un asiento en ci repleto vagón y me hablaban
con rara simpatla. Mandeistam In comentó un dia con
Piast y Ste resopló: tenla una forma de reIr que recordaba
on resoplido. cEs que va vestida de una forma que pien-
san que la deportada es ella y no usted,... Yo vestla en-
tonces un abrigo de cuero vueko y a eso aludia Piast...
Habia tanra genre en Moscü que se apartaba de nosotros
precisamenre por do, que la simpatia de genres extrañas
que Ilevaba boras chirrianres se 1105 antojaba un inespera-
do regalo. El abrigo de cuero vuelto jugaba un papel se-
cundario, porque eso se reperia en otras circunstancias.
Ya en ci vagón, Mandeistam y yo empezibamos a dis-
cutir: alquilar o no en Kalinin un coche de caballos para it
a Ia casa. Yo opinaba que era mejor it a pie y guardar ci
dinero para un dia de tregua más en Kalinin. Mandeistam
pensaba de mancra diamerralmente opuesta: un dia no
cambiaba nada y de codas formas tendriamos que it a
Moscü para carregiar nuestros asuntosi. Eran varianres del
tema habitual en aquellos ültimos ahos: cAsI no puede
conrinuar más.. En Kalinin solo habiabamos de eso, pero
no habIa nada que hacer ni asunto que arreglar.
La discusion se resolvia bien pronto. Junto a la estaciOn
de Kalinin habia dos o tres cocheros: ya habian renido
riempo de arruinar con impuesros a esos cpropietarios pri-
vados., de liquidarios coma ciase. Sc abalanzaba hacia
elios una verdadera muchedumbre y desapareclan con los
clientes mks Igiles y aforrunados: no nos quedaba mks re-
medio que it a pie.
En Jos puenres sobre el Volga y el Tmak soplaba un
vienro penetranre, el viento de los exihos y persecuciones
del que ya hable en otra ocasiOn. En el barrio extremo
donde renlamos alquilada una habiracion, ci barro atonal
era infranqueable y en ci invierno nos hundiamos en la
nieve. La gente puede vivir alli porque a excepciOn del
406
trabajo no sale a ninguna pane Mandeistam se ahogaba
y repetia constantemente que habiamos hecho mal en no
tomar un coche per ahorrar; yo le segula renqueando.
Nos abria Ia puerta nuestra patrona, una mujer aita,
enjuta, de unos sesenta años de edad. Nos miraba con aire
severo y nos preguntaba si tenlamos hambre. La patrona
nos miraba severamente pero no era pot haberla desperta-
do de noche. El cello fruncido era algo inherente a ella;
jamás sonrela. Tal vez crela que a una madre de familia,
esposa y dudha de una gran casa de cinco paredes, no Ic
sentaba bien la sonrisa. Le aseguramos Clue no teniamos
hainbre, que acabibamos de tomar un bocado en MoscU,
antes de partir... Sin decir nada, desaparecia en sus habi-
taciones y volvia a aparecer en nuestra habitación con un
jarro de leche y restos de su propia comida: ubleas, pata-
tas, coles... En ci invierno inataban al cerdo y nos trala,
además, un trozo de came: cComan, todo es dc la can,
nada es comprado ... . Las mujeres rusas jamás valoran su
trabajo: todo cuanto producla la huerta o se criaba en la
cochiquera era the la casas, no costaba dinero, era algo
dado pot Dios... Mientras comlamos, perrnanecTa a
nuestro lado interesandose pot ci resuitado de nuestras
gestiones en Moscü. -. Si nos hablan permitido volver o
nos habian dado trabajo... Hablâbamos en voz baja para
no despertar a los demâs inquilinos, un rnatrimonio tam-
bien ccienkilometrista que dommia tras on tabique hecho
de planchas de madera que no ilegaban al techo. Nuestro
vecino era de Leningrado y habia sido secretario dc Sche-
goliev; vivla en Kalinin después de haber pasado pot ci
campo y Ia deportacion. Cuando ilarnamos a la casa de
Tatiana Vasiliévna, asi se llamaba nuestra patrona, pot
consejo de unos transeüntes, el leningradense sahó al oft
nuestras voces y reconoció a Mandeistam. Cuando Tatiana
Vasiliévna supo que no framos unos granujas, nos aiquiló
la habitación y fue una gran suerte para nosotros. En
nuestro pals eso resulta sieinpre difIcil, como supongo Jo
era en la Europa de la posguerra, cuando las ciudades
quedaron destruidas, después de los bombardeos. 0, tai
vez, aün más dificil...
Tatiana Vasihévna vivia con su marido, obrero metalür-
gico. Ella era la Clue mandaba, la duena absoiuta de la ca-
sa y su marido, hombre bondados& y de poco carácter, la
407
obedecia en todo de buen grado. Sin embargo, observa-
ban siempre ell decoro. Tatiana Vasilievna no decidia nada
sin ci consentimiento del amo y en espera suya nos invitO
a tomar té. Cuando ci amo venga se decidira si nos aiquila
o no la habitacion. El amo contestaba a todo: Como de-
cida la macjre, El no tenia nada en contra de los nuevos
inquihnos y no tardo en hacer amistad con Mandeistam:
les unia su pasiOn pot la müsica. Los hijos, con motivo de
]as bodas de plata de los padres, les hablan regalado un
gramófono —los dos hablan hecho carrera en la aviaciOn y
one de ellos fue presentado incluso a Stalin— y nurnero-
sos discos. Casi todos cran de canciones de moda en aqud
entonces entre los komsomoles y Jos militates. El viejo
prefirio a los .vocingleros * discos de sus hijos aigunos quc
consiguió Mandeistam: ci Concierto de Brandenburgo,
otto de müsica religiosa de Dvorak, de müsica antigua ita-
liana y de Musorgski. En aquel entonces los discos se
adquirian con gran dificuitad y ci surtido era siempre ca-
sual. Los hombres se sentlan felices con ellos. Pot las tar-
des, cuando estábamos en Kalinin, se organizaba un con-
cierto, Tatiana Vasiliévna ponia ci samovar, nos obse-
quiaba con té y confitura hecha pot ella misma. Mandels-
tam procuraba hacer 61 misrno la infusion y contaba quc
cuando cobrO Ia traduccion de los poemas de Schevchen-
ko, lo primero que hi±o fue comprar una libra de té... A
la hora del té Mandeistam hojeaba habituaimente ci pe-
riodico; nuestro patrOn, como obrero profesional, habla
conseguido suscribirse a •Pravda,.
Pude observar que en aquelios duros tiempos en las fa-
milias obreras se hablaba con mucha más sinceridad, rnás
abiertamente, que en las famiiias de intelectuales. Des-
pués de las reticencias moscovitas y las convulsivas tentati-
vas de justificar ci terror, quedarnos atónitos al oir los
implacables juicios de nuestros patrones. Nos habian ense-
flado a callar y Tatiana Vasilievna, ante una respuesta eva-
siva de Mandeistan 1 dijo, mirándole con lástima: ciQue le
vamos a hacer si todos andáis asustados!...,.
Los padres y los abuelos dc nuestros patrones habian
trabajado ya en la fabrica y Tatiana Vasiliévna nos explica-
ha con orguilo: * Somos proletarios de origen. Recordaba
a los agitadores politicos clue en época zarista habian es-
condido en su casa. cDecIan una cosa, pero jmira Ic que
408
ha resultado! ' . Ambos cQndenaban unánimcinente los
procesos: .Qué de cosas hacen en nuestro nombre!,
decia ci patron, apa.rtando con indignaciOn ci periOdico.
Luchan pot ci podcr* , esa era la explicaciOn quc daba a
10 que sucedia. El que todo se calificara de dictadura del
proletariado, les enfurecla a ambos. cOs han vuelto ta-
rumbas con nuestra clase,, tambien decian. Ascguran
que el poder pertenece a nuestra clase, Pero atrévete a de-
cir aigo y it daran una buena clase... ' . Les hablé de la
teorta segUn La cual Las ciases son dirigidas pot ci particle, y
ci partido pot sus jefes. *Eso es muy c6modo ' , dijo ci
viejo... Ambos se atenian al concepto de la conciencia
proletatia y no qucrian renunciat a ella.
En esa familia se planteaba muy agudamente la cues-
dOn, eterna en Rusia, de las relaciones entre padres e hi-
jos. Nuestros patrones no se alegraban de los exitos de sus
hijos y no confuaban en su solidea tAbajo somos muchos y
es más Mcii saivarse, pew Si te encararnas muy alto,
puedes caerte en un mornento ' , repetia Tatiana Vasiliév-
na, El padre profundizaba más y no confiaba en sus hijos;
no se atrevia a hablar deiantc de ellos. ,!No tardarán en
denunciarte. Ya se sabe cOmo son los hijos ahora ... .. Pero
tardamos en descubrir el punto más doloroso, ci quc rnás
atormentaba a los padres; para ello, como dice ci rcfran,
debiamos consumir juntos un .pud. de Sal...
Tatiana Vasiliévna tenia una vaca: .A base de un solo
salario no se pueden criar hijos; la vaca fue la quc nos sal-
v6. La vaca era ci ünico punto de contacto de esa familia
con ci campo, porque hacia tiempo quc todos se habian
trasladado a la ciudad, convirtiEndosc en la *clase proicta-
da.. El heno para la vaca se In compraban a Los koijo-
sianos y las transacciOn se hacia sentados a la mesa en tor-
no a! samovar. Durante esas veladas, Tatiana Vasiliévna
oyO habiar de Ia colectivizaciôn, de las jornadas dc trabajo
y de ios planes... Un dia, despues de despedir a sus visi-
tantes y todavia agitada pot Ia conversatiOn, se presentO
en nuestra habitaciOn y nos contO clue so hijo mayor,
cuando todavIa era komsomol, foe enviado a participar en
la campafla de expropiaciOn de los kulaks. Permaneció en
el campo bastante ticinpo y al regresar no contO nada a
SUS padres, no respondiO a ninguna de sus preguntas y p0-
Co despues abandono la casa paterna. .jQuE es lo que

409
habra hecho alIV jImposible saberlo! jPara qué lo habre
criado! ... . En sus conversaciones con los koijosianos, Ta-
tiana Vasiiiévna trataba de imaginar lo que habia hecho
su hijo. Su marido la tranquilizaba: .Déjaio, madre, to,
dos son asi ahoraL.j
No tardamos en darnos cuenta de un rasgd curioso de
nuestros patrones: esas personas tan sensatas, quc tan cer-
teramente enjuiciaban nuestra vida, no aprobaban ningu-
na forma de lucha politica ni, en general, ninguna activi-
dad. Al leer los comunicados sobre los procesos, nuestro
patron decla: •Por qué se habrán metido en ese ho? Ga-
naban bien!.. Pese a todo sospechaba que las vIctimas del
proceso hablan tenido, pese a todo, una cierta actividad y
a nosotros nos causaba horror la idea de que nadie hubiera
movido un dedo para impedir que Stalin tomara ci poder.
Pot ci contrario, cada uno y pot separado Ic ayudaban a
acorralar a la victima de turno. Pero nuestro cpatrOn re-
cordaba cOmo eran los de antes y pot eso sospechaba que
los de ahora .val!an menos. Ambos trataban muy bien a
Mandelstam, porque Ic consideraban una victima pasiva
del regimen, .a éI nada Ic importa ci poder, se dedica tan
sOlo a escribir ... .. Les gustaria que sus hijos se mantu-
vieran alejados de la polltica, que no tuviesen trains con
Ins que detentaban el poder y cno saheran de su ciase,.
Consideran injitiles e incluso falaces todas las formas de
resistencia. Estando en Kalinin tomamos pane po t vez
primera en las elecciones. Mandelstam, sorprendido pot su
organizaciOn, no sabia qué hacer. TratO de consolarse.
•Eso es ci principio ünicamente, luego ci pueblo se acos-
tumbrará y todo se desarroilara normaimente.,pero a
continuaciOn decia que no participaria de ningün modo
en esa comedia. Nuestros parrones discutian con él. Su
primer argumento era: No se puede nadar contra la
corrienteb; ci segundo: oNo somos mejor que otros y como
van a it todos, tambien nosotros iremos. Y ci más con-
vincente: .Más vale que no se fijen en uno; si no, se acaba
mal.. Con cste üitimo argumento habia que cstar dc
acuerdo, sobre todo en nuestra situaciOn. Y todos fuimos
a votar: Tatiana Vasilievna y su marido a las seis de la ma-
ñana, como se its indico en la fábrica y nosotros aigo mks
tarde, dcspues del desayuno.
Dc hecho, nuestra patrona se atenla en todo a las leycs,
410
P ero no porque las apreciara (su actitud ante las nuestras
era francamente negativa) sino pot toda su actitud ftente a
la vida. Consideraba clue su primera obligaciOn era vivir y
en aras de ese objetivo se debla, en su opinion, evitar toda
acciOn superflua. La idea del sacrificio o la muerte por un
ideal le parecla ci mayor de Ins absurdos. Defendia Ia tesis
de csomos gente humilde. y no debemos destacarnos. Per-
cibiamos cieno orgullo en semejante postura: arriba se
lucha, se cometen maldades, se especuia con ci nombreP de
la clase obrera, a La cual se sentia tan apegada, ero ella
nada tenTh que ver con todo eso, sus manos obreras esta-
ban limpias... Su misión era vivir y trabajar y aquellos
podian condenarse si querian. - Pero, cosa curiosa, no ob-
servamos en ella ningUn espiritu religioso, no frecuentaba
la iglesia, aunque siempre tenTh encendida una lamparilla
ante Ins iconos.
En ciertos momentos tambi€n nosotros Ic pareciamos
como una parte de las capas superiores hueras; eso sucedia
cuando sospechaba c lue careciamos de firmeza y voluntad
de vivir. Cuando Mandeistam lela alguna declaraciOn cmi-
ca, terrible a salvaje, solia decir: 4iEstamos perdidosL...
Lo dijo pot primera vez cuando leyO el comentario de Sta-
lin sobre el relato de Gorki .La Joven y la Muerte.: *Esta
obrita tiene más fuerza que ci "Fausto" de Goethe... El
amor vence a la muerte ... '. VoiviO a repetir sEstamos per-
didosp al ver en la cubierta de una revista ilustrada a Sta-
lin, tendiendo la mano a Ezhov. .qflonde se ha visto
—decla sorprendido— que ci jefe del Estado se fotografle
con el Ministro de la policia secreta? ' . Pero no se trataba
solamente del retrato, sino de Ia expresiOn de Ezhov. .MI-
tab, está dispuesto a todo por Stalin... " . Un dia, sentado
ante La mesa de Tatiana Vasiiiévna, Mandclstarn ley6 en
voz aita el discurso de Stalin ante los dipiornados de una
escuela militar. Stalin brindaba por la ciencia que nos
P
hacla faira, ero no pot la ciencia que no necesirabamos...
Esas palabras sonaban amenazadoras: Asi existe una ciencia
que no nos hace falta, que Cs ajena a nosotros, la
destruiremos, la arrancaremos de raiz ... '. Y Mandebstam
dijo su habitual .Estamos perdidos ' . Fue entonces cuando
Tariana Vasilievna y su marido se enfurecieron: djsted so-
lo piensa en perecer... Eso Ic traerá mala suerte... Mas Ic
valiera pensar en cOmo van a vivir... Mirenos a nosotros,
411
aprendan, flosotros vivimos. - No se men en nada y vivi-
ta ... .. .La primera obligacion del hombre —resumiO
Mandejstam_ es vivir..
Despues de la decencion de Mandelstam, volvi a la casa
de ]as cinco Paredes a recoger una cesta con manuscritos
que dejé aJil. Al conocer Ia nueva, nuestros patrones se
disgustaron tanto, quc no pude reprin-iir mis Jágrimas. Ta-
dana Vasilievna, la que nunca sonrela, me abrazó y dijo:
cNo Jlores, serãn come santos,, y su marido afiadiO: eTu
marido no pudo hacerle dano a nadie; no podemos estar
peor Si se Ilevan a personas como él ... .. Y ambos deci-
dicron contárselo a sus hijos para que supiesen a quién
servIan y a quienes veneraban. cPero no nos haran case.,
dijo el patron suspirando. Los hijos de Tatiana Vasiliévna
cran thalcones de Stalin,. La verdad es clue no valia la pe-
na contarles nada; les hablan vaciado de las ideas que ri-
gen el muncie. En la actualidad, a mediados de los sescn-
ta, son esos hijos los que se quejan a diestro y siniestro de
sus hijos; los nietos de Tatiana Vasiliévna. Los nietos Se
unen a SUS abuelos y reniegan de sus padres. Recuerdo
otro encuentro que tuve en un tren con otro residue del
imperio. Eta acérrimo partidario del XX Congreso, per-
que en tiempos de Stalin habia sufrido ciertas molestias:
no Jo Ilegaron a derener, pete lo pasO mal. -. Ahora disfru-
taba de una buena pensiOn, como antiguo responsable
Politico, y se alegraba de vivir. Como miembro del parri-
do no podia permanecer con Ins brazes cruzados y se dedi-
a la educacion polItica de los jOvenes en una Escuela
Técnica de Leningrado. Me hablo de sus dificultades, sa-
biendo que era profesora. El dia de las elecciones se pre-
semé en Ia Escuela para incitarles a votar lo antes posible,
pero ninguno querIa it. El decia: .Debeis tomar ejemplo
de nosotros, de nosotros clue hicimos la revolucion, y Its
hacIa saber que €1 mismo habla ide a votar a las primeras
horas de la mahana... Y los muchachos Ic dijeron:
c ?Quien os pidiO que hicierais Ia revolucion? Ames se
vivia mejori.... Toda su fraseologia revolucionaria quedo
en el aire: .jFIjese qué juventud la de ahoral. COmo se
]as arregla usted con ellosh. Le contese sinceramente que
de ningthi mode... Es la generaciOn de los nietos de Ta-
dana Vasilievna, pero tienen alguna otra cosa en la men.
te aparte de las reacciones negarivas?
412
A casa de Tatiana VasiLiévna vinieron a buscarme con
una orden de detenciOn, pew yo no estaba ya. Revol-
vieron toda la can, incluidos la buhardilla y ci sótano, pe-
to no encontraron nada, pues habia tenido ticmpo de lie-
vármelc, todo. Trajeron una fotografia de mujcr y estu-
vicron comparandola atentamente con La ducila de la can
y la otra inquilina... Me enteré de ello un aflo ms tarde,
en La estación cuando intenté instalarme aiD de nuevo. Esa
nueva procedla de Leningrado y fue comunicada pot ci
antiguo secretario dc Schcgoiiev. Tat vez de haberlo sabi-
do antes, no habria vuelto a Kalinin, pero mis cosas ya es-
taban en el vagón y inc encogi de hombros: .jSea to que
seal.,.. Adeinás, ci miedo eta menor. Ezhov fue dcsti-
tuido y acabaron las detcnciones masivas. Vivi en Kalinin
hasta La evacuación, casi dos aflos, y nadie me molesté,
aunque en mi expediente figuraba una orden de deten-
ciôn, no utiiizada. El caso parece increible, pero se daba
con bastante frecuencia: se habian modificado Las cifras Li-
jadas para ci cxterminio humano y aquei a quien no
habian tcnido tiempo de arrestar, se habia salvado... El
terror se organiza igual quc La economia, es decir, se pla-
nifica, se regula La vida y la muerte.
El registro causô enorme impresión a Tatiana Vasiliév-
na: tres mocetones de gruesos rostros revoLvieron toda su
casa. Tatiana VasiLiévna insultaba a Los policlas y a ml pot
habcrlc ocultado qucestuve en la carcel... Tat vez haya
sospechado algo más: * Por qué te han dejado salir?
Ahora no dcjan a nadieL... No podia concebir clue
celLos, hubieran qucrido dctener a alguien y no to hi-
cicran pot no encontraric... Y en qué cabcza cabe? Final-
mente, se suavizô y me pregunté si tenla donde vivir. .Si
no tienes sitio, quEdate aqul —me dijo—, dicen que at
que cuida, to cuida Dios, aunque ahora nadic puede cui-
dane ... s. Con ello infringio, de hecho, su principio de no
intervención en la inquieta vida de nuestro pals, pero no
me quede en su can porque ci recuerdo de los poiicias de
gruesos rostros me impcdiria dormir y en su casa más que
en otras.

413
Los trabajadores de la industrja textil

En mis vagabundeos nate con diversas personas y en todas


panes me send rnás a gusto que en compaflia de los que
eran considerados como la flor y la nata de la intelectuali-
dad sovietica. Aunque tambien es cierto que tampoco
ellos ansiaban mi presencia.
Después de la detcnción de Mandeistani me instalé en
Strunino, un poblado textil pegado a Zagorsk. Conoci Ia
existencia de ese poblado pot casuandad, cuando regresa-
ba de Rostov Veliki donde pensé instalarme al principio.
Durante ci primer dia de estancia alli, encontré a Efros.
Cuando Ic conté que Mandelstam estaba detenido, se pu-
so pálido: acababa de pasar varios meses en la cárcei inte-
rior. Tal vez fuera Efros la ünica persona que en tiempos
de Ezhov no sufrio más que una simple deportacion.
Cuando Mandeistam, pocas semanas antes de su deten-
don, supo que Efros saliO de la circel y se instaló en Ros-
tov Veliki, exclamO admirado: aEI grande es Efros y no
Rostov...., TambiCn yo confié en la sabiduria de Efros
cuando me aconsejó que no me quedara en Rostov: .jVá-
yase de aqul! Somos ya demasiados ... ,. En ci tren; duran-
te ci viaje de regreso, entable conversaciOn con una mujer
de edad; Ic dije que buscaba una habitación, que en Ros-
tov no la habia encontrado. -. Me aconsejO que bajara en
Strunino y me dio la dirección de unas buenas personas:
El no bebia, no blasfemaba,.. Y, en el acto, afiadio: 'La
madre de ella estuvo presa, te tendra Iástima ... .. La gente
que viajaba en los trenes tenia mejor corazOn que los mos-
covitas y siempre adivinaba qué pájaro era yo, aunque es-
tábamos en primavera y yo no llevaba la pelliza.
Strunino está en la via fErrea de Yaroslavl, por donde
pasaban los convoyes con los condenados. Yo abrigaba la
demcnte esperanza de ver alguna y ea por la ventanilla, es
decir, por una rendija del vagOn-jaula ci rostro de Man-
deistam,.. BajE en Strunino y me dirigi a la casa indicada.
No tardE en establecer con éllos relaciones de amistad y les
conté las razones que me obligaban a iveraneart a cien ki-
lomaros de la capital, aunque ya Jo habian comprendido
sin necesidad de explicaciones. Me alquilaron un zaguán
por el cual nunca pasaba nadie. Cuando ernpezaron los
414
frios hicieron que me trasladase pot fuerza a su habita-
don, apartindome on rincOn clue separaron con armarios
y sibanas: .para que tengas como una especic de habita-
dOn, puts tü no estis acostumbrada a vivir en una comu-
na..'.
Pot ml propia experiencia puedo decir quc ci antisemi-
tismo no existe en ci pueblo. Procede siempre de las aim-
us. Jamis ocuité que era judia y en todas esas familias,
obreras, koljosianas, pequeños empleados, me ban tratado
siempre como una de Las suyas y nunca send nada seme-
jante a lo clue se produjo en los ccntros de cnsehanza su-
perior en ci periodo de la posguerra y que, dicho sea de
paso, sigue produciendose en la actualidad. Lo mis
terrible es la faIn de cultura y to un terreno asi se hallari
sicmpre ci terreno abonado para el fascismo, para las for-
mas bajas del nacionalismo y, en general, para el odio ha-
cia todo lo intelectual. La tendencia antiinteiecwal es mis
ampha y mis temiblc clue ci antisemitismo primitivo y se
percibe constanteniente en todas las instituciones estatales
sobrecargadas de personal en las cuales la gente defiende
con furia so derecho a la incultura, proporcionada pot la
ensefianza implantada to tiempos dc Stalin. Sus diplomas
eran asimismo stalinistas. Es natural que se aferren a Jos
privilegios que Its proporciona el diploma, pues de no set
asi, no tendrian a dOnde it.
Desde Strunino viajaba a Moscü para mandar paquetes
a Mandeistam y mis escasos recursos (a base de vender Ii-
bros) no tardaron en desaparecer. Mis patrones se dieron
cuenta de que no tenia nada que corner y compartlan con-
migo so escaso alimento. Liamaban a Jos nabos, ccl tocino
de Stalin.. La patrona me servia una jarrita de leche recién
ordeflada y decia: .Bebe, que no vas a tener fuerzas para
nada.. Tenla que vender casi toda La leche para poder
comprar heno y no abusaban de ella. Yo Its trala del bos-
que frambuesas y bayas. Me pasaba allI casi todo el dia y
de regreso a casa, aminoraba ci paso: siempre tenia la sen-
sación de que Mandeistam saidria a mi encuentro, puts It
acababan de poner en hbertad. Me resuitaba imposible
admitir que un .hombre fuera sacado de su casa y desapa-
reciese simplemente exterminado... Creerlo resultaba im-
posible, aunque nuestra mente lo sabia.
En otono se acabaron mis recursos y tuve que pensar en

415
ci trabajo. Mi patron era obrero textil, la patrona hija de
una tejedora y de un tintorero. A ellos les disgustaba
mucho la idea de que tuviese clue uncirme a ese Yugo, PC-
to no habia ninguna otra salida y cuando en ci portOn de
ía fâbrica Se anunciO que se admitla mano de obra, me co-
loque en ci taller de hilar; cada obrera debia atender Va-
rias máquinas y yo per las nochcs corria pot ci enorme
taller, y cuidando de las máquinas murmuraba versos.
Debia recordar todos los pocmas porque los papeles
podlan set requisados y sus guardianes deshaccrse de ellos
en un momento de pánico. Cosas semejantes me hablan
ocurrido ya con personas excelentes y amantes de la litera-
tura... La memoria era un medio complementarjo de con-
servaciOn y debo confcsar clue me flue de gran utihdad en
mi dificil misiOn. Las ocho horas de trabajo nocturno no
sOlo se consagraban a las máquinas, sino tambien a Ia poesla
Para descansar, las mujeres sc refugiaban en los servi-
cios. Alit se formaba un auténtico club, Pero tan pronto
como aparecia con airc atareado aiguna muchacha komso-
mola, que procuraba destacarse, se callahan y desapare-
clan. .Ten cuidado con ésta., me prevenian las obreras.
Pero cuando estaban solas y en confianza, me hacian
buenos lavados de cerebro, explicindome cOmo Vivian,
qué habian ganado y qué perdieron... 'Ames ci dia era
largo, Pero las tejedoras podlan tomar su if; sabes cuán-
us máquinas habia que atender?.... Fuc alit dondc me
convencI de ía gran popularidad de Essenin, pues deiantc
de ml mencionaban constantemente su nombre. Era un
poeta con verdadcra leycnda popular, ía gcnte lo conside.
raba como a uno de Ins suyos y lo querla...
Per las maflanas, al término de la jornada de trabajo, se
ponian de inmediato en las colas de las tiendas, bien Para
comprar telas o pan. Ames dc la guerra, ci percal era una
mercancia compictamente deficitaria, escaseaba ci pan y la
vida clue lievaban era de vcrdadcra miscria. Ahora esto se
ha olvidado por completo y mis staiinistas de Pskov afir-
man tenazmente quc antes de Ia guerra no habia necesi-
dad de nada, clue tan sOlo ahora se conoce la miseria... La
gente posee una memoria asombrosamcnte corta cuando
quiere.
Fuc en Strunino, precisamente, donde aprendi la pa-
labra ' stopiatniza.: todos me Ilarnaban A. Me trataban

416
bien, sobre todo los hombres entrados en afios. A veces a!-
guno pasaba pot ci taller y me tendla una manzana 0 Ufl
trozo de crnpanada: cCome, ayer mi mujer hizo una,. En
ci comedor, durance ci descanso, me guardaban sitio yme
aconsejaban: .Come pan, sin él no te hartaris.. Observa-
ba esa actitud amistosa a cada paso, pero no era por m
personalmentc, sino pot mi condicion de cstopiatniza*'
entre clios no existla ninguna animosidad contra los inttf
lectuales.
Una noche entraron en mi taller dos jôvenes muy ati%
dados y desconectando las máquinas, me ordenaron les sP
guiese a la sección del personal. El camino hacia esa Sec.
ciôn, que sc cncontraba en ci patio, en un pabeli6n aisia-
do, pasaba pot varios talleres. A mcdida clue los iba cm-
zando, los obreros paraban sus miquinas y nos segulan.
Al descender la escalera, tuve miedo de volver la cabeza
porque sentla que me estaban despidiendo. Los obreros
sablan quc desde la secciôn del personal, la genre era lie-
vada con frecuencia a la GPU directamentc.
En la sección del personal tuvo lugar una conversación
muy estüpida. Me preguntaron por qué no trabajaba de
acuerdo con mi especialidad. Contesté clue no tenla nm-
guna; qué motivo tenla para haberme instalado en Stmni-
no. Respondi que no renia donde vivit.. .Es usted una
mujer culta y sin embargo trabaja de obrera ... .. No tenla
mIs que instrucción media y si era instruida no se debla a
un diploma, sino a mi pertenencia a la intelectualidad;
ellos lo hablan comprendido. (Por qué no trabaja en una
escuela?., .No me admitirian sin un diploma.. 'Hay aqul
algo que no concuerda. -. Sea sincera ... .. No acabé de
comprender qué pretendian de ml, pero aquclia noche
me dejaron marchar tal vez porque habia muchos obreros
en el patio. Ames de quc me fuese me preguntaron si tra-
bajaba en ci turno de la nodie al ella siguiente y me orde-
naron que antes de iniciar el trabajo me pasase per la sec-
ción dc personal. Induso firmé no sé qué papelito...
Aquella noche no volvl mãs al taller y me liii directa-
mente a la casa. Mis patronos no dormian, alguien de la
fabrica les contó quc me hablan lievado a la secciôn del
personal.. Mi patrén sacO una pequefla botella de vodka,
de cuarto de litro, lleno tics vasos y dijo: •Bebamos y
luego pensaremos lo que se debe hacer..

417
Cuando acabo ci turno de noche, a nuestra ventana se
ftzeron acercando Ins obreros unos tras otros. Decian:
•Márchatc* y ponian dincro en ci alfeizar. La patrona em-
paquetó mis cosas y su marido con orros dos vecinos me
lievaron a uno de los primeros trenes. Dc esta forma, esca-
pé de la catástrofe gracias a personas que nohabian apren-
dido aUn a set indiferernes. Si la sccción del personal no
se disponia, al principio, a detenerme, despues de la des-
pcdida que se me organizô, no habria sobrevivido como
Cs natural...
Los habitantes de Strunino se compadeclan de nuestras
desgracias y de nuestra vida de .cienkilometristass. Los
convoyes con los detenidos sollan pant casi siempre pot la
noche y put las maflanas los obreros de las fábricas texti-
les, al cruzar las vIas, miraban acentamente al suelo en
busca de alguna nota. Los detenidos consegulan, a veces,
lanzar pot las vcntanillas atgun mensaje. El que lo en-
contraba lo metia dentro de un sobre, copiaba la dircccion
y Ia eny jaba. Dc este modo Ins familiares tenian noticias
de su condenado. Y si ci tren se detenia de dia, cada uno
procuraba lanzar alga de comida o tabaco en ci vagón a
espaldas de Ins centinelas quc se paseaban pot el anden.
Fue asI como ml patrona tiró la chocolatina. . - En Stninino
fueron numerosas las detenciones y los habitantes anda-
ban sombrios y taciturnos. Fue allI donde 01 par yea pri
mera que a Stalin le liamaban en ci pueblo el cvirolento,.
Cuando pregunté pot qué, me respondian: .No sabes
que tuvo la viruela?... En ci Caucaso es una plaga cso. .
Probablemente pot decirlo tambiEn In hubieran pasado
mal, pero esa patabra se pronunciaba tan solo entrc Los
.suyos.; sabian perfectamcnte quiénes eran Ins chivatos.
Esta cs la ventaja que tienen los pequefios pueblos. No-
sotros no conoclamos siempre, ni mucho menos, a
nuestros chivatos.
En Saviélovo la gente era igualmente también docil a
las leycs, pero su natural bondadoso Ics impedia someterse
incondicionalmente a ellas. cLa revoluciOn rusa no es cruel
—me dijo un dia Yakulov—, toda la crueldad fue absor-
bida pot el Estado, se he a la Cheka..
En Rusia, al parecer, todo sucede en las alturas. El
pueblo permanece callado, bien se somete pasivamente o
con rebeldia; condena la crueldad, pero en ningün caso

418
data su aprobación a cualquier clase de actividad. No sé
cómo se combinan estas facetas con tremendas revueltas y
revoluciones. Puede comprenderse acaso?

Los Sbklovski

En Moscfl solo habia una casa abierta para nosotros, Los


proscritos. Cuando no estaban en La casa ni Viktor ni Vasi-
lisa, sailan corriendo a nuestro encuentro Ins fin05: Ia pe-
queña Varia, con una chocolatina en la mario, la lar-
guirucha Vasia, hija de Talia, hermana de Vasilisa, y Niki-
ta, chiquillo de enérgicos ademanes, amante de la pesca y
de la verdad. Nadic les habia explicado nada, pero cilos
mismos sabian lo cl ue debian hacer. Los niños reflejan
siemprc ci clima moral de La casa. Nos lievaban a La cocina
—que servia de cornedor— nos daban de corner, de beber
y nos consolaban con su infantil charla. Vasia tocaba la
viola y le gustaba hablar del ültimo concierto oldo. En
aquel entonces habia hecho sensación una sinfonia de
Shostakovich y Shkiovski, tras escuchar atentarnente todas
]as opiniones, resurniO alegremente: •jShostakovich podrá
con todos! ... . La época ansiaba una exacta distribuciOn
de los puestos: a unos ci primero, a otros ci ifitirno, ci
quién podia con quién... El Estado utilizaba ci vicjo siste-
ma jerárquico y designaba a las personas que debian ocu-
par los prirneros puestos. Dc esc modo Lébcdiev-Kumach,
persona modestisima, segün cuentan, fue designado como
ci poeta nrnero uno. Vasia tambien otorgaba ci primer
puesto a Shostakovich. Mandclstarn sentia grandes deseos
de c(Ir esa sinfonla, pero tcnha miedo de perder ci ükimo
tren.
La conversaciOn con Varia era diferente. Nos rnostraba
su libro escoiar en ci cual, por ordcn de la maestra, se re-
cubrian con grueso papel las fotografias de Ins ilderes cal-
dos en desgracia. Varia tenla grandes deseos de cubrir la
forografIa de Semashko. cDc todas formas tcndrcrnos que
taparlo, más vale hacerlo ahora, inrnediararncntc ... .. La
rcdacción dc la Gran Enciclopedia Soviética enviaba una
lisra de los arrlculos que deblan set recortados o borrados.

419
Viktor se dedicaba a ello. A cada nueva detencion, pasaba
revista a los libros que tenia en La casa y volaban a La estu-
fa las obras de los dirigentes represaliados. Pero en las
nuevas casas donde no habia estufas, Di fogones, los Libros
prohibidos, los diarios, las cartas y demas .literatura sub-
versiva se cortaba con tijeras en menudos trocitos y se tira-
ban por ci retrete. La gente sabia reaccionar debidamente.
Nikita, que, de los niAos, era el mãs silencioso, dejaba
a vcces estupefacto a los adultos. Viktor me contô un dia
que *1 y Paustovski visitaron a un famoso pajarero espe-
cialista en enseñar a los canarios. A una schal suya, ci ca-
nario salIa volando de la jaula, se posaba en una pértiga y
empezaba a cantar. A otra senal del amo, se retiraba do-
cilmcnte a so jaula. cigual quc un miembro de la UniOn
de Escritores, apostillo Nikita y salio de la habitacion.
Después de una salida asi, que a todos dejaba atOnitos, se
rctiraba siempre a su habitacion en la cual vivian los pija-
ros capturados pox él; Pero Nikita era su amigo y no se de-
dicaba a amaestrarlos. Sabiamos ya c l ue los pájaros apren-
den a cantar con Ins de so misma especie. En Kursk captu-
raron a todos los famosos ruisefiores y los j6venes no
tienen de quién aprender. Dc ese modo dcsaparecio la es-
cuela de los ruisefiores de Kursk pot ci capricho de los
hombres de enjaular a los mejores cantores.
Llegaba Vasilisa, sus ojos de un azul clarisimo parecian
sonreir e inmediatamente comenzaba a trajinar. Encendia
ci calentador del bano y nos sacaba ropa limpia. Luego
nos obligaba a reposar. Viktor no sabla qué hater para
distract a Mandelstam, alborotaba, Ic contaba las ültimas
novedades... Ia avanzado el otoflo Ic consiguiO una pelli-
za. Tenia una corta pelliza de pie] de perro que el aflo an-
terior habia Ilevado el pobre Andronikoy, el hombre or-
questa, Pero ya en aquel entonces empezaba a prosperar y
tenia un abrigo digno de un escritor. Viktor Ic hizo tract
la pelliza. Mandelstam fue solemnemente enfundado en
ella a los sones de una martha de Beethoven quc silbaba
Andronikov. ShkLovski lIege a pronunciar incluso un pe-
quefto discurso: tPara que thdos vean que ha Ilegado en
un tren y no bajo los topes,.,. Con anterioridad, Mandels-
tam Ilevaba un abrigo amarillo de cuero, rarnbién regala-
do. Y con el fue enviado al campo.
Cuando llamaban a la puerta nos escondian, bien en la
420
cocina, bien en La habiración de los niños, antes de abrir.
Si ci recién ilegado era de confianza, nos ponian de inme-
diato en libertad con exclamaciones de alegda, Pero si era
Pavlenko o la vecina chivata, Lelia Povolotzkaia, la que
quedo paralitica después de las rehabilitaciones, no salia-
mos de nuestro escondrijo. No consiguieron sorprendernos
ninguna vez y eso nos enorgullecia enormemente.
La casa de Jos Shklovski era ci ünico sitio donde nos
sentiamos personas. Esa familia sabia cémo tratar a unos
condenados. En la cocina se discutia en qué sitio
debiathos pasar la noche, de qué forma podiamos asisrir a
un concierto, donde conseguir dinero y, en general, qué
hacer. Evitábamos pasar la noche en casa de los Shklovski
porque habia porteras, ascensoristass, mujeres clue se encar-
gan de La Limpieza. Esas mujeres pobres y mIseras servian
a la policia desde tiempos inmemonales. No cobraban por
su trabajo como informadoras, se trataba de una labor
supLementaria. No recuerdo donde pasamos la noche, pe-
ro al concierto fuimos pest a todo... Y la mujer encargada
de la porteria cuando me vio sin Mandelstam, ya despues
de su muerte, me preguntó por él. Le contestE quc habla
muerto. La mujer suspirO: cY nosotras pensâbanios que
usted setia la primera ... . Dc esto saquE dos conclusiones:
la primera que nuestros rostros estaban marcados por la
condena y, segunda, que no habla motives para remer a
esas desgraciadas: también ellas tenlan corazón Esas mu-
jeres que en aquel entonces me compadecian, no tardaron
en ser llevadas al cementerio: morian como moscas con su
ración de hambre; a partir de entonces siempre fui amiga
de sus sucesoras y ellas jam-is inforrnaron a la policia de
que en casa de los Shklovski dormia una persona no re-
gistrada. Al regresar, después de las doce de la noche,
cuando renlan que levantarse para abrirme la puerta,
siempre Its dejaba en la mano veinte o rreinta kopeks,
que era lo usual. Pero en 1937, ya no dábanios propinas,
evitâbamos a los porteros y temiamos quedarnos en casa
de Los Shklovski Para no comprometerles; nos calamos de
fatiga, y corriamos sofocados de un lado Para otro,
siempre apresurados.
Algunas veces, cuando no habla ninguna orra solución,
nos quedábamos a dormir en su casa. Nos ponlan un
colchOn en el sueio del dormitorio y una piel de cordero.

421
Desde ci séptimo piso no se ola, naturalmente, si se para-
ba aigün coche delante de la casa, Pero cuando se ola su-
bir el ascensor, los cuatro corriamos al pasillo y prestãba-
mos oido: tGracias a Dios, se ha parado en ci piso de
abajo!k o zGracias a Dios ha pasado de largo!.... Esa es-
cucha del ascensor se repetia todas las noches indepen-
dientemente de si nos quedábamos o no a dormir. Por
suerte, Cl ascensor subia tans veces. Los escritores que
tenian apartamentos en Ia casa vivian habitualmente en
Peredelkino, Ilevaban un género de vida muy austero y
sus hijos eran todavia pequeños. En los años de terror, no
habia ninguna casa en el pats donde la gente no temblara,
prestando oldo al susurro de los coches quc pasaban y al
ruido del ascensor que subia. Incluso ahora, cuando duet-
mo en casa de los Shklovsjcj ciemblo al ott de noche el
ruido del ascensor... Pero esa visiôn de la gente a medic,
vestir, encogida junto a Ia puerta escuchando el ruido del
a.scensor Para saber donde se detiene, es inolvidable.
Mace poco tuve un sueño porque junto a 'a casa se de-
tuvo un auto. Soflé que me despertaba Mandelstarn: CV1S
tete. -. Esta vez vienen pot tb. Yo me resistia y ic dije:
Basta ya. No pienso levantarme para it a su encuentro.
No me importa ... .. Y dandome 'a vuelta, me quedé dot-
mida, esta vez sin sonar. Fue una rebelion psicológica.
Aquello también era una forma de colaboracion: vienen
para lievarte a la cârcel y tu te levantas voluntariamente de
la cama y te vistes con manos temblorosas, Basta! Ya es-
tamos hartos. Ni un solo Paso Para facilitarles la misión.
Que nos Ileven en angarillas, que nos maten alli mismo,
en 'a casa... iNo me da la gana de it voluntariamente!
Un dia de invierno decidimos que no debiamos abusar
niás de la bondad de los Shklovski. TemIamos ponerles en
situación dificil. Alguien podia denunciarnos y ellos no
tardarian en •caer.... La sola idea de que podiamos set la
causa de la perdicion de Shklovski y con el de toda su fa-
milia nos horrorizaba. Les comunicamos solemnemente
nuestra decision y pese a todas sus protestas estuvimos va-
rios dias sin visitarles. El sentimiento de desamparu y sole-
dad se agudiza en nosotros en progresión geométrica. Un
dia que estábamos en casa de Bruni, Mandelstam no pudo
resistir más y Ilamo a la casa de los Shklovski. Nenid ripi-
damente —nos dijo Viktor—, Vasilisa os echa mucho de

422
menos, no está a gusto sin vosotros... P. Un cuarto de hora
más tarde, liamibamos a la puerta de la can y Vasilisa nos
recibió con a1egra y lágrimas. Y entonces comprendi que
La ünica realidad en ci mundo eran los ojos azules de esta
mujer. Lo mismo pienso ahora.
Debo precisar clue jamás cxciuI a Ajmitova, Pero en
aquel entonces estaba lejos: Leningrado era inaccesible.

Manna Roseha

Un dia, cuando estibamos en can de los Shklovski, se


presenté Sania Bernshtein (Ivich) y nos invitó a dorrnir en
su can, en la cual saitaba una nifla diminuta, imitando a
un conejito y su encantadora mujer, Niura, nos invitaba a
tomar té y charlaba con nosotros. Sania, clue era un
hombre deigado, fragil y mimado, no daba la impresiOn
de set valiente, Pero marchaba tranquilamente por la calle
como Si 00 pasara nada y dccia toda una serie de dispara-
tes sobre La literatura como si nada ocurriese y €1 no estu-
viese dispuesto a ocultar en su casa a los dos temibks de-
lincuentes contra ci Estado clue éramos Mandelstam y yo.
Con la misma tranquilidad guardo en su casa, en 1948,
Ins manuscritos de Mandeistam c lue tenia mi hermano y
los conservó. Y su hermano, Serguéi Ignatievich Bcrnsh-
tein habia cscondido en 1937-38 a otro criminal, a Vikrot
Viadimirovich Vinogradov, lingilista, clue pot sus antcce-
dentes penales tenia prohibido vivir en Moscü. Cuando ci
asunto de Vinogradov se arrcgló y se it confiô, ya siendo
academico, dirigir la hngiiIstica staliniana, se olvido de en
pobre can y ni siquiera acudió al entierro de la mujer de
Serguei Ignatievich, su hospitalaria anfitriona del aflo
1937.
Dc can de Shklovski ibarnos casi siempre a dormir a la
casa de Natalia, la hermana de Vasilisa, que no se cansa
de leer y clue eccuerda perfectamente hasta La fecha, cien-
tos de poemas del siglo xix.
Natalia vivia en una habitacion de la antigua can de Ins
Shklovski, situada en Marina Roscha en compania de su
hija Vasia, la pequeña que estudiaba viola. Cuando

423
ibamos a dormir a su casa, Vasia se quedaba en la casa de
sus dos y nosotros dormiamos en la habjtacion de Ia
madre. En aquella misma casa, ocupaba otra habitacion
jardzhiev y los hombres charlaban largo tiempo, hasta
muy avanzada La nochc. En la casa de Jardzhiev pasé Jos
primeros dIas que siguieron a La detencion dc Mandelstam
y tambien despues de saber que habia muerto. Yacia co-
mo una muerta y todo me daba Jo mismo; Jardzhiev coda
unas salchichas y me obligaba a corn er:ctomc, Nadie, es-
ti calentito. o .Coma, Nadie, quc esto cuesta mucho.
Jardzhicv, pese a su pobreza, procuraba hacerme volver a
la vida con sus simpáticas bromas, las salchichas calientes y
los caros bombot-ics. Fue ci unico amigo Lie! que Ajmátova
Y yo tuvimos a Jo largo de los periodos más duros de
nuestra vida. Un dia vi en su casa un retrato a lapiz hecho
por Tatlin de Jlébnikov. Tatlin lo dibujo muchos años
despues de su mucrte y parecia vivo, era exactamente
igual a como yo lo recordaba cuando venia a corner con
nosotros kasha a la casa de Guertzen y permanecla silen-
cioso sin dejar de mover los labios. PensE, entonces, que
tal vez tambien Mandelstam resucitarIa en algün dibujo y
me sent! mejor. No se me ocurrió pensar que todos los
pintores clue lo conoclan tendrian tiempo de morirse antes
de atreverse a pintar su retrato. El pobre dibujo de
Miklashevskj en la revista cMosjcva, no se parece en nada a
Mandelstain. Los pintores jamás consegulan plasmar su
imagen; en ]as fotos, por ci contrario, salia asombrosa-
mente bien.
Mandelstam decia que Jardzhicv tenia un oldo perfecto
para la poesla y pot ello insisti en que fuera encargado de
prcparar Ia cdicion del libro que ya va para diez afios que
no puede vet Ia luz en La •Biblioreca del Poeta,.
La semiderruida casita de madera de Marina Roscha se
nos antojaba una fortaleza, pero para Ilegar a ella habia
que recorrer una distancia respetabie. Dc casa de los Sh-
klovski salianios juntamente con Natalia, pero ante la pot-
tera desLilabamos por separ;do. Y despues Natalia tam-
bién segula sola, saltaba al tranvia, nos esperaba en ]as pa-
radas, cambiaba de transporte. Nosotros ibamos detras,
sin perder de vista sus anchas espaldas. Eramos conspira-
dores y pot eso no podiamos caminar juntos. En el caso de
que Mandelstam fuera detenido en la calle —ya hablamos
424
oldo hablar de esa forma de arresto—, Natalia como tran-
seunte casual nada tendria que vet con nosotros. Ni si-
quiera Ic hubieran pedido los documentos. Podria coon-
nuar tranquilamente —tranquilamente?— su camino y
no habriamos comprometido la casa de los Shklovski
Nuestra conspiraciOn era ridicula, pero todo eso teniamos
que hacerlo per haber nacido en ci siglo xx. Scguianios a
Natalia como hipnonizados por su balanceante andar.
Siempre tenia un aspecto imperturbable y si no lograba-
mos tomar el mismo tranvia clue ella, nos esperaba en la
parada dondeteniamos quc transbordar o bien en la esta-
ciOn final. Al vernos volvia a emprender la marcha y no-
sotros dos, rendidos de cansancio, la segulamos. -. En su
alejada vivienda jam5s encontrábamos a nadie, aunque
tambiEn habia otros inquiiinos. Entrabamos de tal modo,
que nadie sospechaba nuestra presencia. Para conseguirlo,
Natalia debia abrir Ia puerta de su habitaciOn, mirar bien
en torno suyo y ya luego dejarnos pasar. Sin embargo, su
vecino, un tal Yaks, rambién de la UniOn de Escritores, no
podia ignorar que en casa de Natalia dormia genre extra-
ña. Debia de set persona detente, porque no nos denun-
ciO. Per las mañanas, Yaks hablaba per telefono en ci pa-
sillo y exigia de la Union de Escrirores materiales y dinero
para arreglar su cubit quc nosotros considerábamos una
fortaleza o el paraiso. Con este motive, Mandelstam
componia pequeños poemas humoristicos. Habia dejado
de escribir; en una vida como la que nosorros llevábamos
los versos no surgen, pero de y ea en cuando componia al-
guna poesia humoristica que Shktovski odiaba no sé por
qué. Le parecia clue los poemas humoristicos cran un mdi-
cio de reblandecimiento cerebral por to mcnos. Y no pot-
que la época no les fuera propicia, sino quc en general no
Ic gustaban sus rimas, y todo en su conjunto... Los poe-
mas humorisricos consnituyen una tradiciOn petershur-
guesa; MoscU admitia solamente las parodias y Shklovski
debiO olvidar su juventud pasada en Petersburgo.
Por las noches yo gritaba; aquel invierno mis gritos eran
terribles, inhumanos, como si fucra un animal o un pájaro
a quien ahogaran. Shklovski se burlaba de ml porque toda
la genre en sueflos suele grirar 4 1 MamáI. y yo gritaba
1 Osipk' . Hasta la fecha asusto con ese grito a mis vecinos
y también con ci color que tienen las palmas de mis ma-
425
nos: a partir de aquel aflo, en los momentos de inquietud
se vuelven purpüreas. Pero Mandeistam conservaba obsti-
nadamente su prescncia de ánimo y no dejaba de bro-
meat.
A veces teniamos cl ue permanecer varios dias en Moscü
per no haber conscguido dinero. El circulo dc los donan-
tes era cada vcz mIs restringido. Esperábamos que Sh-
klovski cobrara. Liegaba a su casa con dinero metido en
todos los bolsilios y nos apartaba una pane de su botin.
Entonces volviamos a la casa de Tatiana Vasiliévna a gastar
ese dinero en las afueras de Kalinin, una ciudad que nada
tenia que ver con nosotros.

El cémplice

En otoflo de 1937, Katáiev y Shklovski decidieron que


Mandeistam tenia que vet a Fadéiev; todavia no era ci
presidente de la Union de Escritores, Pero tenia una gran
influencia. Mejor dicho, estaba a punto de serb. Creo re-
cordar que ci encuentro se celebro en casa de Katiiev.
Mande!stam recitó sus poeslas. Fadéiev se emocionO: era
muy emotivo. AbrazO a Mandeistam con ligrimas en Jos
Ojos (a1 parecer no estaba ebrio) y Ic dijo todo cuanto
corresponde decir a una persona sensible. Yo no asisti a
ese encuentro: Ic esperaba unos cuantos pisos encima, en
casa de los Shklovski. Mandelstam y Viktor regresaron
contentos. Sc fueron antes, Para que Katáiev tuviera tiem-
p0 de predisponer a Fadeiev. Poco despues de ello, Pa-
déiev fue a Tiflis en compañia de Erenburg, creo que Para
una conmemoracion de Rustaveli y be dijo clue intentaria
que se publicase una selecciOn de poemas de Mandelstain.
Pero no se hizo. Tal vez no se !o caconsejaron.. Esta era
una simpitica fOrmu!a que se daba en nuestro pals. La
persona a quien sc Ic pidc p ermiso Para hacer algo, frunce
ci cello y dice: cSi usted quiere y bajo su
responsabilidad ... .. El cello fruncido equivale a una nega-
tiva, Pero se salvan ']as apariencias., el 'no * fatal no se
pronuncia y la renuncia a hacerlo viene a set una 4iniciati-
va de la base., todo muy democrático... Ningün regimen,
426
a excepciOn del nuestro, ha conocido esos delicadisirnos
matices de direcciOn burocratica, ya que, además de todas
sus virtudes propias, se disungula per una hipocrcsIa sin
precedentes. Asi, pues, decidimos clue a Fadeiev no se In
aconsejaron, pert) lo ms probable es que no In hubiera
preguntado siquiera, para 4no verse complicadob... Esto es
In más probable. Sin embargo, cuando se cncontrO con
Mandeistam a finales del invierno de 1937-38 en la UniOn
de Escritores, Sc ofreciO para averiguar In que pensaban
ten las alturas.. Pasados unos Was debtamos volver a la
UniOn de Escritores por La respuesta o La informaciOn.
Con gran sorpresa nuestra, Fadéiev no nos engafiO y se
presentO en el Wa y en la hera fijada. Salimos juntos y to-
mamos asiento en su coche. Se ofreciO a Ilevarnos a donde
quisiérainos a fin de charlar per el camino. FadEiev tome
asiento junto al chofer y nosotros Thames detras. Sc volvia
hacia nosorros y nos dijo quc habia hablado con Andreicv,
pete clue no consiguiO nada; Andréiev le dijo categOrica-
mente que no cabia ni hablar de ningün trabajo pan
Mandelstam. tUna negativa rotunda., dijo Fadéicv. Se IC
vela disgustado y confuse. Mandelstam tratO, incluso, dc
consolarle. d3ueno, ya nos arregLaremos de algün
modo..... Teniamos ya en ci bolsillo La reserva de dos pla-
zas para dos meses de estancia —los dos— en La Casa de
Descanso de Samatija; nos las habia dado Stavski, quien
dias antes habia recibido incsperadamcnte a Mandelstam,
proponiendole 4un descanso en lugar saludabie* en espera
de la decision respecto a sus posibilidades de trabajo. Esta
merced del destine nos hizo concebir grandes esperanzas y
el fracaso de Fadeiev no nos disgustO gran con. Cuando le
contamos esa novedad, pareciO irritarse: .A una Casa dc
Descanso?. -. DOnde? fQuién se las proporcionO?..
DOnde está eso?... ,Por qué no se Las dieron en una casa
de la Union de Escritores?.. Mandelstam Ic cxplicO que la
UniOn de Escritores no tenia casas de descanso en la zona
que nos estaba permitida, o sea, a cien kilOmetros de las
ciudades prohibidas. .Y Malevka?., preguntO Fadéiev.
No teniamos ni idea de la existencia de Malevka y €1, de
repente, die marcha atrás. CES una casucha que cedieron a
Ia UniOn de Escritores... Seguramente esta en
reparaciOn ... .. Mandelstam opinO que no considerarlan
oportuno, probablemente, enviarle a una casa de la Union

427
de Escritores antes de clue se resoivicra su problema. Fa-
déiev aceptO csa expiicacion de buen grado. Sc le vela in-
quieto y disgustado. Ahora, al analizar ci pasado, me doy
cuenta de lo que pensaba. Los acontecimientos que €1 te-
mia estaban más prOximos y habla comprendido la técnica
de su realizaciOn. Ni la persona más curtida puede mirar
esas costs de frente y Fadéiey era un hombre sensible.
El coche se detuvo en ci barrio de Khaigorod. No re-
cuerdo por qué au; tal vez estuviera en esa direcciOn ci
negociado de Ins sanatorios y tuviéramos clue comunicar ci
dia clue pensábanios salir Para clue nos enviasen un coche
a la estaciOn Cherusti, en Ia ilnea férrea de Murom. Dc
all! a Samatija, habla unos veinticinco kiiOmetros.
Fadéiev bajO del coche y besO a Mandelstam al despe-
dirse de él. Este Ic prometiO clue a su regreso irla a verle.
.Si, 51, sin faltal., dijo Fadeiev y nos separamos Nos tur-
bo su solemne despedida, su cnigmática y cxtrafla tristeza.
jQue Ic pasaba? Pero, imuchas eran its costs clue le
podlan pasar a un hombre entonces! Habia penas de
sobra...
Deslumbrados por nuestro primer hito desde que cstá-
bamos en Moscü —la Union de Escritores empezaba a
ocuparse de nosotros y nos mandaba a un sanatorio— no
pensamos siquicra que el aire taciturno de Fadeiev pu-
diera estar relacionado de algun modo con ci destino de
Mandelstam y con la respuesta de Andréiev que, en reali-
dad, cquivalIa a una terrible condena. Fadeicv, hombre
ducho en estas cuestiones, muy entero en los asuntos del
partido, tuvo quc habcrlo comprendido. Y, por qué,
dicho sea de paso, no tuvo miedo de hablar delante del
chOfer? Eso no lo hacia nadie. Teniendo en cuenta nuestro
sistema de vigilancia, todos los chOferes de las personali-
dades destacadas informaban obligatoriamente a quicn co-
rrespondia de todos sus actos y palabras. Supe, por ca-
sualidad, que Surkov, cuando se hizo cargo de la Union
de Escritores, ya después de la muerte de Stalin, heredó ci
coche de Fadeicv y su chOfcr. Lo.priniero clue hizo, vaiién-
dose de un simple pretexto, flue renunciar ai cochc (es
viejo y cstã en mal estado) y también al chOfer. Al parecer
quiso evitar en los nuevos tiempos set constantemcnte Cs-
piado.
Cabe suponcr que Fadéiev tuviese una fe tan ciega en
428
su inmunidad que desdeñaba Las corejas del Estado. en su
cochc? ?O bien ya se habla mostrado conforme con ci des-
tino quc se Ic deparaba a Mandeistam y pot cso podia mi-
tar de frente a su chafer at hablar con un paria? Liuba
Erenburg me dijo que Fadéiev era hombre frio y cruel, co-
sa muy compatible con La emotividad y ci arte de soltar
unas lagrimitas en ci momcnto oportuno. Me dijo tam-
bien quc estO se habla manifestado con excepcionai clan-
dad en ci momento de la represiôn contra los escritores
judlos. También entonces hubo besos, despedidas con
!âgrimas y la aprobaciôn Para su dctcnción y cxterminio.
Con la particularidad dc Cl ue Mandelstam era un extraflo
para. Fadeiev, mientras clue los otros se contaban entre sus
amigos... Pero entonccs, ajenos at mundo burocrático dc
nucstro irrational pals, no comprcndiamos, en genera!, Ia
duplicidad. i Para qué diabLos la necesitaba un cscritor
incLuso Si ocupa Un cargo en la organización!... No éramos
conscicntes aün de toda la profundidad de su degenera-
ción. No sospechábamos siquicra Clue en ci proceso del cx-
terminio humano estaban incluidos como compliccs Los
dirigentcs de todas la organizacioncs y Clue ellos deblan
estampar su firma al pie dc las listas de los detenidos.
Crco, sin embargo, Clue en 1938, csa función Ic corrcspon-
dla a Stavski y no a Fadéicv. Asi to dicen, pot to menus.
El pasado siguc sicndo mistenioso y hasta la fecha no sabe-
mos to quc hacian con nosotros.
No habia pasado ni un aflo desde cse encucntro, cuan-
do Fadéicv, celebrando en su casa las concesiones de las
primeras condccoraciones a los cscritores, se entcró de la
mucne dc Mandelstam. Bcbiô pot su eterno descanso y
dijo: 4 1 Hemos Perdido a un gran poetal ' . Traducido at
idioma soviético eso significa: cdondc pan se come, caen
migajas.
La histonia de nuestras reLaciones con Fadfiev no acaba
aqul. Poco antes del fin de La gucrra, subIa en el ascensor
a la casa de los Shklovski y me cncontré con Fadéiev dctths
dc ml, cuando ya me disponia a pulsar el botón; la porte-
ra me avisO Clue esperase, Clue vcnia alguien más... Al
entrar, no me saLudó. Como cstaba acostumbrada a ello,
me volvi simplemcnte para no poncr en aprieto a la perso-
na que no querla reconocenme. Pero tan pronto como ci
ascensor empczô a subir, Fadéiev se inclinó hacia ml y me

429
susurrO que la sentencia contra Mandeistam la habia fir-
mado Andreiev. Mejor dicho, eso fuc lo que comprendi.
La frase que me dijo era, mãs o menos, asi: 'Lo de Osip
Emiliévich se Jo encargaron a Andreicv.. El ascensor se de-
tuvo y Fadeiev saliO... En aquel entonces no conocia la
existencia del tribunal de tres miembros qu decidia c
destino de los condenados, pensaba clue era de la incum-
bencia exclusiva de Ins organismos de seguridad; pot ello
quede desorientada: equE tenia quc vet Andreicv con to-
do eso? Ademas note que Fadeiev estaba algo bebido.
,Por qué me hablO? Era verdad In que me dijo? Es po-
sible que se hubiera formado una asociaciOn de ideas en
su mente bajo el efecto de la bebida: recordo la conversa-
ciOn mantenida en el coche y el recuerdo de Mandeistam
se unió al de Andréiev. Tampoco esta excluida la posibili-
dad de que me hubiera dicho la verdad. Pot la carta del
suicida cit Tashkent se que Andreiev era uno de Ins diii-
gentes de la politica terrorista staliniana y quc habia ido a
Tashkent pan instruir a los chequistas sobre la .forma de
actuar en la nueva etapa., o sea, Jo que significaba la or-
den de proceder a Ins .interrogatorios simplificados..
Ademas, ,qué importancia tienc Ia firma? En aquellos
ahos cualquiera estaba dispuesto a estampar su nombre
bajo no importa qué documcnto y no solo porquc al que
se negaba se Ic enviaba de inmediato al otto mundo. La
potencia de nuestra organizaciOn era tan grande que per-
sonas semejantes a nosotros, con tojos hundidos en el crá-
neo., destrozaban a sus semejantes, borraban sus huellas,
justificando todos sus actos pot la .neccsidad histOricai.. La
matanza de San Bartolomé duro solo una noche y aunque
los heroes que entonces vertieron sangre humana se va-
nagloriaron quizás de su acciOn hasta el fin de sus dias,
csa matanza quedO para siempre en la memoria dc la hu-
manidad. Los principios humanitarios del siglo xix, aun-
que mal argumentados y causantes de muchos errores pot
eso mismo, ban impregnado la conciencia de los hombres.
Sicmprc habrá asesinos a sueldo, pero los vicjos revolu-
cionarios, educados en las ideas humanisticas del si-
glo xix, que amaban indudablemente al género humano,
quc en aras del bienestar comün sacrificaron su juventud,
qué sentian al participar en esa .necesidad histOrica.?
jSerá posible que la gente no aprenda en nuestro ejemplo

430
quc no se pueden transgredir las .leyes de la
humanidad?. P
No estoy segura de nada y nada sE, ero creo que ya en-
tonces, en ci coche, Fadeiev sabia ci destino que Ic espera-
ba a su interlocutor. Mu An, habia comprendido de in-
mediato clue no Ic enviaban sin motivo a un sanatorio clue
no pertenecia a la Union de Escritores.

La señonta que mama envió a


descansar a Samatija

Todo marchaba sobre ruedas. Salimos en la estaciOn de


Cherusti y ya nos esperaba un largo trineo provisto de
pieles de cordero pan que no pasáramos Mo. Era un fenO-
meno tan extrafto en nuestras vidas quc las cosas trans-
currieran sin dificultades, que nuestra sorpresa fuc muy
grande: tenian que haber recibido Ordenes muy severas
Para que todo funcionara tan bien y no se olvidaran de
mandarnos ci trinco. Decidimos quc se nos trataba como
a unos huCspedes de honor... Era un mes de matzo bas-
tantc frjo y sentiamos crujir los pinos en el bosque. La
nieve tenia mucha' profundidad y durance los primeros
dias pudimos esquiar. Como todos los aiumnos del Insti-
tuto Tenishev, Mandelstam esquiaba y patinaba muy
bien, En Sarnatija ir en trineo costaba menus esfuerzo clue
it a pie y además no habia que alejarse dc la casa. Nos
dieron inmediatantente una habitaciOci Para dos en la casa
P
comUn, ero como habia all1 rnucho ruido nos traslada-
ron, a nuestro primer ruego, a una pequena .isba. que
set-via habitualmente de salon de lectura. El medico de la
casa nos dijo que le habian advertido de nuestra Ilegada,
indicandole que nos instalara en las mejores condiciones y
que pot ello habia decidido cerrar temporalniente la
biblioteca, a fin de que pudiéramos descansar tianquila-
mente. Durante nuestra estancia en Samatija, Ilarnaron
varias veces de la UniOn de Escritores, Para inreresarse por
la salud de Mandelstam; ci medico nos hablO de esas Ha-
madas con cierta sorpresa. Debia creer que tcnia en la casa
a un personaje importante. Pero nosotros nos reafirmaba-
431
mos en nuestra creencia de que se habia producido un
cambio y que cmpezaban a preocuparse por nosotros, No
era, acaso, un milagro? IJamaban, advertian, se interesa-
ban, ordenaban que se .nos crcascn ]as mejores condicio-
nes, como si fuésemos unas personas auténticas... J is
habia ocurrido nada semejante... -
La genre que descansaba en Cl sanatorio era tranquiia,
casi todos cran obreros procedentes de diversas fibricas.
Como siempre ocurre en csos sitios, se dedicaban a sus
temporales aventuras amorosas y no nos hacian ci menor
caso. Nos atosigaba Unicamente ci tanimador., cmpeuado
en organizar una velada iitcraria a base de las poeslas de
Mandeistam. Conseguimos quc nos dejara en Paz dicien-
dole que sus poeslas estaban prohibidas pot ahora y que
para organizar esa velada se necesiraba un permiso de la
Union de Escritores. Lo comprendio en ci acto y nos dejo
en Paz. Nos aburriamos bastante, ciaro csta. Mandeistam
trajo consigo iibros de Dante, Jlébnikov, un volumen de
Pushkin y otto de Shevchenko que en ci ültimo instante Ic
rcgaiO Boris Lapin. Mandeistam intentó varias veces ilegar
a la dudad, Pero ci medico Ic decia que no habla sftio ni
en ci trinco ni en ci camión. Era imposibie conseguir ca-
baflos particulates porque casi no habla aideas en los aire-
dcdores y los pocos caballos que habla pertenecian, ark-
mis, al koijos. cNo habrcmos caldo en una trampa?., me
pregunto un dia Mandeistam después de una de las nega-
tivas del doctor a ilevarnos a la estaciOn, pew no tardo en
olvidarse de lo dicho. Pese a todo, en Samatija vivIamos
bien, tranquiios, y crelamos que lo malo pertenecIa al pa-
sado: fue la misina Union de Escritores la quc nos propor-
cionó las plazas , a los dos!, y ordcnado quc cse nos crca-
sen ]as condicioesn debidas,.
A principios de abril —todavia viviamos en la casa prin-
cipal, es dccii, durante Jos primeros dias dc nuestra estan-
cia all!—, llego a Samatija una señorita de aspecto muy
intcicctual. Sc accrcó a Mandeistam y Ic dijo que conocia
a Kaverin y a Tynianov y citó aigtn que otto nombre de
personas muy decentes. La sefiorita, scgün nos dijo, tarn-
bien tenia antccedentcs y por csc motivo sus padres tu-
vieron que pagarie la estancia en Samatija, lugar muy de-
mocritico a ciento cinco kilOmetros. -. Qué se Ic iba a ha-
cer! Le dijimos quc lo sentlamos mucho y manifestarnos

432
nuestro asombro de que tan joven como era habia tenido
tiempo de cumplir una condena de cinco años... Pero co-
sas asI ocurrian en la tiara... La señorita nos visitaba con
frecuencia, sobre todo cuando nos trasladamos al salon de
lectura... iSe estaba tan bien all!!... La señorita habiaba
sin cesar de su papa y de su mama, de cOmo su papa la
IlevO en brazes cuando se puso enferma hasta Ia misma sa-
Ia de la cllnica (a qué papa Ic dcjan entrar en la sala?),
de !o sedosa que tenian la piel los gatos de !a casa y cOmo
les gustaba estar sentados en las rodillas de papa, qué am-
biente de noble serenidad sc respiraba en su casa... Nos
hablaba dc lo pequeflos quc tenia los pies y Las manes,
distintivo de La nobleza de su otigen... Y, de pronto, en
medic, de todas esas tonterias mencionO al juez de instruc-
ciOn y de cOmo le exigia quc !e dijese ci nombrc del autor
de unos poemas, Pero ella se ncgó categOricamente y cayO
desmayada: .Que poemas eran esos? —preguntO Man-
delstam—. Qué tienen quc vet con su case?,. A esta pre-
gunta, nuestra nueva amiga balbuccO que durantc ci re-
gistro habian encontrado en el caOn de su mesa de escri-
torio unas poesias prohibidas, Pero quc ella no descubriO
a so autor... En otra ocasión insis;iO en saber quiEn se in-
teresaba por !a poesia de Mandclstam, quién guardaba sus
poemas... Mindeistam, enfadado, respondio: 4Alexei
To!stOi.. Sin embargo, al principio no vio las cosas clans y
Ic recite, incluso, algün clue otto poema (creo quc uno de
ellos fue cLas desgarradas BahIas Redondas.). La señorita
puso ci grito en el cielo: cICómo se atreviO a escribir aigo
semejante!. y !uego Ic pidiO una copia... ReñI a Mandels-
tam de que per puro aburrimiento se olvidara de !as cir-
cunstancias. •Qué tonterias dices! lEs amiga de
Kaverin ... .. La vida confortable del sanatono y el aburri-
miento Ic disponlan a escuchar incluso las historias de cpa-
or
pa y de mama.. Más tarde tantas historias semejantes
acerca dc papa y mami y demas idilios fami!iares de boca
de Larisa Ia hija del suicida de Tashkent, y de otrãs disci-
pulas mias de identico origen, que se me ocurriO pensar
que en aquel medio eso debia de considerarse come mdi-
do de inte!ectualidad.
La señorita se fuc dos o ties dIas antes del primero de
mayo. Se disponla a pasar en Samatija dos meses, Pero su
papa la lIamo inesperadamente por teléfono y Ic dio per-

433
miso pan regresar a Moscü. Se Jo permitiO 0 SC Jo Ptopu-
so, no Jo cntendjmos bien. Marcho a la cstaciOn en ci ca-
miOn y con ella se fue ci animador y uno de los quc aqul
descansaban a quien encargaron hacer unas compras para
ía fiesta. Nosotros Ic pedimos que nos trajese cigar los,
porque los del kiosko local cran muy malos: Man stam
sentia grandes deseos de fugarse a Moscu para las lestas:
prevelamos borracheras y cantidades ingentes de diver-
siones y cánricos conies, Pero ci director Sc opuso: en ci
viaje de vuelta, ci camiOn vendria lieno y no habria sitio,..
El hombre a quien encargamos los cigarrillos se entreruvo
en Cherusri y consiguió volver a duras penas en carros de
campesinos. Nos contO que la señorita organizO la gran
juerga en Cherusri con ci animador y ci chOfer. Se em-
borracharon e hicieron tantas barbaridades que ese
hombre, testigo involuntarjo de su francachela no sabia
cOmo escapar. Le sorprendie que ci jefe de la estaciOn no
se hubjera enfadado con ellos, sino que hubiera puesto,
incluso, a su disposicion la habiracion destinada a los ni-
fibs al primer ruego de la señorita... Al dia siguienre con-
tinuó la juerga y nuestro conocido resolvio no esperar al
chofer y emprender la vuelta a sus propios riesgos. Des-
puS de sus reiaros sobrc ci papa y la mama, ran refinados
y cuitos, la elecciOn de sus compafleros de francachcia nos
parcciO un ranto extrafia. çNo seria una sopiona?., dije.
•jQuC más da! —me rcspondio_. Yo no les hago falta
ahora. Ya paso todo.... Nada podia hacernos creer clue
nuestros males no estuviesen en comisiOn de servicio y que
ci medico habla recibido la orden de no dejar salir a Man-
deistam de Samatija. Y, mientras tanto, en MoscG se dcci-
dIa su destino.

Pümero de mayo

Sc aproximaba ci Primero de Mayo y rodo ci sanatorio se


adornaba, se aseaba, disponiendosc a Ia fiesta. La genre
trataba de adivinar ci menu de aquel dia y corria ci rumor
de que ya habian encargado los heiados. Mandeistam
anhelaba escaparse y yo procuraba apaciguarlo: no era cosa
434
de it andando a la cstaciôn. Aguanta, Ic decIa, dos dIas
mIs y luego todo volveri a la normalidad.
En uno de Ins ultimos dias de abril, cuando Mandels-
tarn y yo nos diriglamos at comedor que se encontraba en
una barraca aislada y próxima at edificio central, vimos
junto a la casa del medico-jefe dos autos. Los turismos ifos
asusraban siempre y to mismo nos ocurrió esta vez. Junco
at comedor, encontrarnos at medico con dos recién llcga-
dos. Pot su aspecto se distingulan notablemente de los ha-
bitantes de la casa: fuertes, bien nutridos, cuidados...'
Uno Ilevaba uniforme militar y el otro iba de paisano.
Fran, evidenternente, unos dirigentes, Pero no se parecian
en nada a los secretaries regionales del partido clue tuvi-
mos ocasión de conocer. .Es una cornision., pensé. cNo
vendrin a comprobar si estOy aqul? —dijo de pronto
Mandelstam—. dTe fijaste en cómo me ha mirado?.. En
efecto, uno de Ins lLegados, el que iba de paisano,volviô
la cabeza y nos mirô fijarnente; Luego Ic dijo algo at medi-
co. Pero to olvidamos todo en seguida. Era mucho mis
natural suponer que se trataba de una comisión regional
que comprobaba la preparación de la fiesta del Primero de
Mayo en ci sanatorio. En una vida corno la nuestra habia
quc luchar constantemente contra los accesos de miedo
cuando los indicios de La inminente catastrofe, a veces rca-
les, otras imaginarios, se van acumulando. Pero la bus-
queda de Ins indicios nos Ilevaba involuntariarnente at
borde de La enfermedad psiquica. Procuribamos combatir
ese iniedo, Pero era inütil. Y los accesos de terror mortal
alternaban con orros de inconsciencia y hablibamos con
los soplones de turno como si fuéramos amigos.
El jolgorio duró todo el dila del primero de mayo. Per-
maneclamos metidos en nuestra habitaciôn y solo saliamos
a Las horas de corner, pero hasta nosotros llegaban las vo-
ces, las canciones y los ecos de las querellas. BuscO nuestra
tranquila compahia la obrera de una fibrica textil prOxima
a Moscü clue pasaba all1 sus vacaciones Nos contaba cosas
de su vida, Mandelstam brorneaba y yo tenia verdadero
pinico de que él dijera algo de mis y ella fuera corriendo
a denunciarle. Nos hablO de las detenciones hechas en su
pueblo, de que uno de los dctenidos era buena persona,
que siernpre se mostrO muy atento con los obteros. Man-
delstam le hizo muchas preguntas... Cuando ella se fue,

435
Ic hice infinidad de reproches: .Por qué tienes que
hablar? Quien te tira de la lengua?..... Me aseguró que
no lo volverla a hacer, que se corregiria sin faita y no diria
ni una sola palabra de más con la gente desconocida... Y
mi respuesta no pude olvidarla jamás: cArnes d ue te
corrijas, te dara tiempo de it a Siberia..,.
Aquella noche soflé con iconos. Era de mal augurio.
Desperte ilorando y Ilamé a Mandelstam. .De qué pock-
mos tener miedo ahora? —me dijo—. Lo malo ya
pasO ... .. Y nos dormimos de nuevo... Jamás habia sonado
con iconos ni antes ni cicspués, no formaban pane de
nuestra vida y los antiguos, pie nos gustaban, eran Para
nosotros cuadros en tablas empastadas.
Nos despertO a la mañana siguiente una delicada llama-
da Pen la puerta. Era muy temprano. Mandeistam se levan-
to ara abrir. Entraron ties hombres en Ia habitacion: dos
militates y ci medico jefe. Mandelstam comenzO a vestir-
se; yo me eché encima una bata y me quede sentada en La
carna. .Sabes de cuándo es la fecha en la orden de aries-
to? —me dijo Mandelstam—. Dc hace una sernana,.
•jQué quicre! —dijo uno de los militates—. jEstamos
sobrecargados de trabajo!.. -. Sc lamento de que la gente
se divirtiera los dias de fiesta mientras que ellos tenian
que trabajar. Les costO mucho trabajo conseguir on ca-
miOn en Cherusti, no habla nadie... Cuando volvi en ml,
comencé a recoger sus cosas y oi la frase habitual: Para
qué it da tantas costs? Cree que lo vamos a tener mucho
tiempo con nosotros? Le haran unas cuantas preguntas y Ic
dejarin que sc vaya.....
No hubo registro: volcaron sirnplemente la maleta y lo
metieron todo en un saco ya preparado Para ello. Eso fue
todo... Dije de pronto: Mi direcciOn en Moscü, caile
Naschikinski, nuestros papeles están aliL En aquella direc-
ción ya no habla nada, pew quise desviar so atenciOn de
Kalinin que es donde estaba La cesta con los manuscritos:
•Qué faita nos hacen sus papeles?., me respondiO pacIfi-
camente ci militar y dirigiendose a Mandeistam Ic dijo
que lo siguiera •Acompiñame en el camiOn hasta Che-
rusS, pidio Mandelstam. .No se puede., dijo el militar y
se fueron. Todo esto durO unos veinte minutos o, tal yea,
menos.
El medico jefe se fue con ellos. 01 ci ruido del camiOn

436
en el patio. Segula sentada en la cama sin moverme, ni si-
quiera eerie la puerta Eras eiios. Sc fueron y el medico
regresO a nuestra habitaciOn. gLos tiempos son as! —me
dijo—, no desespere, tal vez se arregk todo ... . Y anadie
la frase habitual de que debla hater acopio de fuerzas,
que me harlan falta. - Le pregunté pot los visitantes del
dia anterior, Me contesto que eran funcionarios del centro
regional del partido, que le hahian pedido, entre 01125 Co.
sas, la lista de las personas que all! descansaban. .zPero ni
siquiera pensé en ustedes., dijo. No era la primera yea
que venlan a detener a personas que estaban en la casa de
descanso. En otra ocasiOn tambith vinieron en la vispera
Para comprobar las listas y otra y ea Se limitaron a pregun-
tar pot telefono quién de los que alil descansaban no esta-
ha en aquellos momentos... El gran plan de exterminio
renla su propia técnica: para detener a una persona habla
que encontrarla en ci sitio. El medico jefe era un viejo co-
munista y buena persona. Se habia apartado del munda-
nal ruido Para recluirse en un modesto sanatorio y el solo
dirigla toda la economla y curaba a la genre. Sin embargo,
la vida irrumpla en su retiro y no podia evirarla de ningün
modo.
Al dia siguiente vino corriendo La obrera textil, aquella
misma que tanto me habla asustado en la vispera. Se echO
a Ilorar e insult6 con las peores palabras a esos hijos de
perra. Para poder Ilegar a Moscü, tuve que vender algunas
cosas. El poco dinero que tenlamos se lo di a Mandelstam.
La tejedora me ayudo a venderlas y a hacer La maleta. Tu-
ye que esperar largo tiempo La tartana que me Ilevara a la
estación. Iba en compania de un ingeniero que habla ido
al sanatorio Para visitar a su padre que all! descansaba. El
medico se despidiO de ml en la habitaciOn y la rejedora sa-
hO a la calle pan decirme adiOs. Cuando dabamos tumbos
en la tartana, el ingeniero me dijo que tenla dos herma-
nos y los tres trabajaban en la industria del automOvil, de
forma que si cam uno, los otros dos no dejarlan de caer.
Cuando se colocaron eran jOvenes y no pensaban que
habla que set precavidos y mantenerse lejos los unos de los
otros... iMenuda pena tendria su padre!... iY yo pensaba
que el era un chequista encargado de Ilevarme a Lubian-
ka Aunque eso me daba igual.
Mandelstam y yo nos conocimos el primero de mayo de

437
1919; me contó que los bolcheviques hablan rcspondido
al asesinato de Uritzki con una &hccatombc de
cadavercsx. Nos separamos en mayo dc 1938. No tuvi-
mos tiempo de decirnos nada: nos interrumpieron a me-
dia palabra y no nos dejaron despedirnos.
Una vez en Moscu, fui a Ia can de mi hermano y dije:
,Se han Ilevado a Osip.. El corriô Para avisar a Jos Sh-
ldovski y yo me dirigi a Kalinin para recoger Ia cesta con
Jos manuscritos, dejada en la casa de Tatiana Vasilievna.
Si me hubiera entretenido aunquc sélo fuera unos dIas, ci
contenido de la cesta habria ido a parar dentro de un saco
y llevado en el ccuervo.. En aquellos dIas habria preferido
el ccuervo a mi aM Ilamada vida libre. Pero, qué seth de
los vcrsos? Cuando veo los libros de los Asagon de este
mundo, poetas que pretenden ayudar a su pals y ense-
flaries a vivir como nosotros, pienso clue dcbo habiar de
mi experiencia. En nombre de qué ideal, propiamente
dicho, habia que enviar esos interminabies convoycs de
presos al Extremo Oriente y entre ellos al hombre que yo
amaba? Mandelstam decia siempre que en nucstro pals no
cfallaban, en las detenciones: no solo destrulan al
hombre, sino también su pensamiento.

A/isa Gugovna

Un dia cayO en mis manos un tibro sobre las especies cx-


tinguidas de pájaros y comprendI de pronto que todos mis
amigos y conocidos eran precisamente eso: especies extin-
guidas y volátiles. Ensehe a Mandelstam una ilustracion
del libro que representaba a una pareja de papagayos de
una especie ya desaparecida y adivino de inmediato quc se
trataba de nosotros. Acabé por perder ese hbro, Pero la
analogla me hizo comprender muchas cosas. La ünico que
entonces no sabia es que los pájaros poscen extraordinaria
vitalidad, mientras que los cuervos se distinguen por su
poca resistencia para la vida.
El difunto Dmitri SerguEievich Usov consideraba quc
Mandelstam era mãs asirio que judlo. .Por qué?, pre-
gunté yo. Me exphcO quc en ]as estrofas: •Los soles de los
girasoles arnenazantes se vuelven y te miran a los ojos'

438
habia matices asirios, .Por eso desenmascaró tan facilmen-
te al Asirio, anadió Usov.
Barbudo, respirando con dificultad, cn estado casi sal-
vajc come, Mandeistam, y como el sin tenet P miedo a nadie
y asustado pot todo, Usov me ilamô ara despedirme
cuando se mona en un hospital de Tashkent, pero yo lie-
gué tarde. Espero quc me Jo habrá perdonado, puts dulci-
fiqué SUS Ultimos dIas recitandole los poemas de Mandels-
tam a quien qucria entrañablemente. Cuando Misha Zen-
kevich viajaba pot el canal, ci forzado Usov se habia gana-
do ya su angina de pecho. Estaba incluido en ci sumario
de los .Iinguistas., causa que auguraba muchos fusila-
mientos- Su condena fue mitigada gracias a la intcrven-
ciOn de Romain Rolland. Dunante La guerra, algunos un-
güistas recobraron su libentad después de habcn pasado
cinco ailos en ci campo, y fueron a vivir at Asia Central
donde estaban deportadas sus esposas. Esos hombres; que
ya tenian más de cuarenta afios, monian uno tras otto a
causa de las enfermedades contraidas en Jos campos. Entre
ellos mi amigo Usov. En cada una de las causas de este ii-
p0, tanto si se trataba dc historiadores, como de linguistas
o crkicos de ante, se destrula sistcmáticamente una
particula de intçlecto, de ideas y fuerza espiritual, que
pertenecia al pueblo.
Alisa Gugovna enterró a su gigante en ci cementenio de
Tashkent, preparó una rumba a su lado y Sc quedó en
aquel lugar de clima mortal pan ella a espenan ci final dc
sus dias. Se las ingenió aün Para neclamar a un destennado,
antaho responsable funcionario, que posela una familia
numerosa y se hallaba en un remoto lugar del Kazajstán,
en agnadecimiento pot la ayuda que Ic presto en sus ai'ios
de exilio, cortandole La lena y Ilcvândole ci agua. Los it-
gistró a todos en su habitaciOn del lnstituto PedagOgico.
In hizo con el fin de que sus bienes, es deck, la habita-
dOn obtenida pot el profesor Usov no se perdiesen cuando
ella muniera. DecidiO, entonces, clue habia cumplido su
misiOn en la tierra y murió tranquilamente, habiendoP pa-
gado pneviamcnte al guarda del cementenio ara que
piantana en su rumba ci mismo arboi que estaba en la
rumba dc su manido y que también lo regasc, mientras Sc
acordase de hacerlo. No confiaba mucho en La gente que
habia dejado en su habitaciOn.
439
Mientras tuvo vida, Alisa Gugovna reaccionaba con
gran viveza ante todos los acontecimientos de la vida;
sabIa aplicar los más escogidos epitetos a los burócratas,
esthpidos y seudo cientIficos. En la vida academica se
sentia como ci pez en ci agua y determinaba con exactitud
quién era digno o no del grado cientifico, 4uién era ci
sopion y con quién se podian tener reiaciones arnistosas y
compartir una botella de vino ácido. Fue ella Ia que in-
ventô ci brindis de ' por aquelios que nos han propor-
cionado una vida tan fcliz, cuando en nuestros modestos
ágapcs aparecla de pronto alguien en quien no podiamos
confiar. Pero jquE se puede denunciar si un profesor Ic-
vanta voluntariamente su copa y pronuncia semejante
brindisl Como es natural, los sopiones quedaban chas-
qucados...
Alisa Gugovna se atarcaba, cojeando, por Pa habitacion
para hacerla increiblemente confortabie a base de los res-
tos de porcelana rncllada, de mantas de estambre,
completamcntc deterioradas, muy antiguas —no me cx-
traftaria que provinieran de Pa época de servidumbre— y
un pufiado de iibros de Usov. Ella y Usov tenian un jarri-
to predilecto de porcelana que liamaban cjiiguera, y per-
mitian bebcr de El tan sélo a [as personas que sabian de
memoria ]as pocsias de Mandclstam. Con sus finos dedi-
tos, Alisa se daba masajes en la cara y refzriEndosc a Aj-
mátova decia quc era una mujer cquc no se cuidaba
nada,.,. Se ocupaba constantcmente de la manicura, cosa
muy comprcnsible cuando se vcia obligada a encender la
estufa, frcgar cacharros y suelos, y de su trenza canosa. La
torturaba la secreta inquictud de quc si .no cuidaba su
apariencia., Usov no podria reconocerla en ci otro mundo,
Igualmente se habia ocupado de so aspecto en Kazajstán.
cuando Usov cumplia su condena en el campo. Qucria
quc la cncontrase igual de bclla quc cuando se separaron.
Despues de so muerte, estuvo enfadada mucho cicmpo
con El por haberla abandonado con tanta frivohdad, por
habcr dcscrtado simplemente, .dejandola sola para resolver
codes esos problemas lingüisticos y ganar aM su amargo
pan dc viuda.
Alisa era una de las üitimas personas que conservaba ci
bcllo acento musical que distingula a la aristocracia trios-
covita y Usov ascguraba clue en cualquicr circunstancia

440
seria considerada como una judia distinguida. Adeinis,
tendrian en cuenta so antigua profesiôn, es decir, la ante-
rior al cxiiio: trabajaba en la Biblioteca Lenin y sabla iden-
tificar a las personas representadas en los retratos de los si
glos xviii y xix. Conocia todos Los chismes referentes a Las
damas dc ese periodo y no existla persona que conociese
inejor que ella las gencaLoglas de las familias donde hubo
poctas.
AM finalizaban sus dias las bellas damas de mi época,
Las viudas de los mártires, clue consolaban a sus compafie-
ras en Las cárceles, campos y exihos con las poeslas que
guardaban en so memoria. El lector de poemas también
pertenecia a una especie particular de pájaros, en vias de
extinción. Los mejores lectores eran asimismo las ültimas
personas valientes, sinceras y buenas. De donde sacaban
sus fuerzas o, mejor dicho, so firmeza? Se parecerá la
nueva generación de lectores, esos que ban surgido ahora,
en la decada de los sesenta, a sus antecesores? Sabrán so-
portar las pruebas que les deparará el destino, como las
soportO ALisa Gugovna que repetia siempre que era una
mujer mimada, caprichosa y mala?... La suerte la mimô
tanto quc hasta en ci destierro conserve so Larga trenza,
una memoria excelente y una feroz intolerancia ante toda
mentira y oportunismo.
Un dia, en La Universidad de Tashkent, on joven
cientlfico Ia decuvo en on pasillo y Ic preguntó con insis-
tencia pot ml y si guardaba conmigo Los manuscritos de
MandeLstani. Alisa Ic respondia con evasivas y fue corrien-
do a verme pan transmicirme el consejo que €1 Le dio: ti-
rat inmediatamente todos Los papeles a la estufa. EL cienti-
Iwo habia aiudido a una mistçriosa informaciôn cuyo on-
gen no podia revelar. .Tonterlas! —dije yo—. No pienso
hacerlo. Si vienen, pie se Los Lieven, qué ic vamos a ha-
cer, Pero yo no destruiré nada. .. .Tiene razón —aprobó
Alisa—. Pero tampoco debemos entregaries nada. Hare-
mos copias para ellos y guardaremos los originaLes'. Nos
pasamos copiando toda la noche y por la maflana, ALisa
Gugovna se llevó los originales y los escondió no sé don-
de. Nos ateniamos a la siguiente regla: en caso de deten-
ción yo no debIa saber dOnde estaban escondidos los pa-
peLes. Eso significaba clue bajo ninguna circunstancia
podria descubrir el lugar de su escondite... Nos preparã-
441
bamos siempre para lo peor y, tal y ea, per ello salvamos la
vida. Cuando nos velanios en la universidad donde arnbas
trabajábamos Ahsa me informaba de la salud de Jos .jii-
gueros: todo estaba en orden, scgulan cantando. Llcgue a
tenet lama de set muy amante de los pájaros. Esto ocurrla
en ci periodo cuando tuve pot discipula cparricular. a la
joven de quien me dijo Larisa que ctrabajaba con papa,.
No creo pie esa discipula trabajase por emandato supe-
rior), sino pot iniciativa propia, porque ci padre de Larisa
cuando ella, Cs decir la ediscipula. Sc
le quejó de que Lan-
sa me visitaba y le impedia •rrabajar., Ic ordeno que me
dejara en Paz. Le dije tambien que Mandeistam no era un
delincuente politico, sino de derecho comün: cFue dcteni-
do pot armar un escándalo en Moscó cuando Ic estaba
prohibido esrar allh... También dijo que yo cfiguraba en
las listas de Moscü,. Todo eso me lo conté Larisa. Pro-
babkmenre, estos datos viajaban con mi expediente dc
ciudad en ciudad. Cuando la 4 discipula. desaparecio, Au-
sa me devolvió mis papeles. No Ilcgo con vida a la muerte
de Stalin Pero al igual que yo era una optimista incorre-
gible y no dudaba de quc moriria algün dia. Yo lo sigo
creyendo hasta ahora.

La trampa

Mientras no conoci la muerte de Mandelstam, softaba to-


das las noches lo misn-io: compraba algo para la cena y éì
estaba detras, no tardariamos en irnos a casa... Cuando
volvia la cabeza, éI ya no estaba y lo vela confusamente
delante de ml... Echaba a cotter, pew no me daba tiempo
a alcanzanlo y preguntatle qué Ic haclan tall!,... Ya circu-
laban rumores de quc se torturaba a los presos...
Dc dia me atormentaba ci rem ordimiento: ?por qué al
ver Ia comisiOn y presentir que algo malo ocurria no nos
dejamos ilevar por ci miedo. y corrimos andando a Ia esta-
don? iQuE estupido espiritu espartano nos prohibia caer
en el pánico! iTcniamos clue demostrar incluso entereza!
Deberlamos haber ido a pie, abandonar ci montOn de ha-
rapos y, tal yea, un infarto nos hubiera tumbado en esos
vcinrjcjnco kilOmctros de camino.
442
Por qué permitimos que nos tendicran esa trampa Para
no pensar varias semanas en un techo y en ci pan, pan no
dat la Ian a los amigos y mendigar? Estoy plenamente se-
gura de que Stavsici nos tendio conscientemente una cela-
da. AN en las alturas esperaban seguramente una dcci-
sión de Stalin o bien de alguno de sus aliegados. Sin una
sanción de tarriba' no podian detener a Mandeistam ya
clue en el sumario del aflo 1934 figuraba la resolución:
caislar, Pero conservan. Es de suponer que a Stavski Ic
propusieron que nos fijase en un sitio pan no tenet que
buscarnos. Para aliviar a la policia de sus sobrecargadas
funciones, Stavski nos envió a un sanatorio con toda ama-
bilidad. Los organismos represivos estaban sobrecargados
de trabajo y un comunista tan consciente como Stavski es-
taba siempre dispuesto a ayudarles... El sanatorio fue dc-
gido con conocimiento de causa: no era fácil escapar de
aID: un enfermo del corazón no podia recorrer Jos veinti-
cinco kilómetros que le separaban de la estaciôn.
Ames de enviarnos a Samatija, Stavski recibió a Man-
delstam pot primera y ea. Lo consideramos como buen in-
dicio. Pero, probablemente, necesitaba datos suplementa-
rios para su .caracterIstica ' , antes de proceder a la deten-
ción. Esas caracteristicas se escribian, a veces, con fecha
posterior, cuando la persona en cuestión ya estaba en la
cared, pero en otras, con antcrioridad. Era un detalle mis
del procedimiento seguido para el exterminio humano. En
casos corrientes, las caracteristicas las escribia ci director de
la empresa, pero cuando se tracaba de escritores se exigian
algunas mis; para esta labor, los organismos represivos
podian acudir a cualquier miembro de la Union de Escri-
totes. Segtin la ética de los aflos sesenta habia diferencias
entre las denuncias directas y las caracteristicas ' escritas
bajo presiOn. ,Quién de los convocados podia negarse a
dat una .caracteristica ' al compañero detenido? Esto podia
significar la inmediata detenciOn del que se negara y, en
ese caso, qué Ic pasarIa a La familia, a los hijos? La genre
que en aquel entonces escribia esas caracteristicas se justi-
fica ahora diciendo que no ponian en elias nada que ya no
figurase en la prensa. Stavski, seguraniente, estudió lo
dicho por la prensa —las atentas secretarias se to habrian
seleccionado todo— y anadió algunas de sus impresiones
personaks: Mandeistam Ic ayudó en ese sentido, pues

443
hablO de Jo clue pensaba de Jos fusilamientos. Observo
clue Stavski Ic escuchaba muy atentamente. - Sc sabe clue
nada une tanto a los circulos dirigentes como Jos crlmenes
realizados conjuntamente y de eso tuvimos los suficientes
Para todos...
En 1956, cuando pisé pot primera y ea la Union de
Escritores, Surkov me recibia con alborozada alegrla: en
aquellos .dias mucha gente creIa que la revision del pasado
serla mucho más radical de lo clue fue en la reaiidad. Los
optimistas no tuvieron en cucnta Ia retropropulsiOn del
muelle, preparada de antemano pot ci regimen stalinista,
Cs decir, la resistencia de verdaderas muchedumbres
invo-
lucradas en los crimenes del regimen pasado. Como decla
Larisa, la jovcn dc Tashkent: No se puede cambiar tan
bruscamente, eso traumatiza a los viejos militantes ...t Dc
eso, probablemente, querla quejarse al extranjero.
Con Surkov la conversaciOn versO de inmediato sobre la
herencia literaria de Mandeistam. Donde estaba? Fue en-
tonces cuando me afirmo con insistencia que tambiCn CI
tenla poesIas de Mandelstam, escritas de su puño y letra,
Pero que Stavski se las habla quitado sin dare ninguna
explicaciOn... jQue falta ic harlan a CI que jamás Ida poe-
slas?... Para poner fin a esta absurda conversaciOn,
interrumpI a Surkov y Ic dije lo que pensaba del papel de-
sempehado per Stavski. Surkov no repuso nada.
Lo mismo tuve clue repetirselo a Slmonov, a quien visi-
if un dia en ausencia de Surkov, SIrnonoy que es un gran
diplomatico, me sugiriO que pidiera el ingreso pOstumo
de Mandeistarn en la Union de Escnitores, alegando que
Stavski se disponia a formalizar su ingreso comprendido
antes de la segunda detencion. Renuncie a semejante tác-
tica y volvi a repetir Jo que pensaba de Stavski. Tampoco
SImonov me objeto nada. Era hombre experto y sabla lo
que haclan los dirigentes en aqucilos ahos fatales. Creo
que tanto Surkov coni c, Slmonov tuvieron suertc: en
aquelios afios no ocupaban ningün cargo directivo y por
eso no tenlan quePfirmar las iistas de Jos detenidos ni dar
•caraaeristicas * ara Jos condcnados al exterminio...
Quiera Dios que asi seal...
Pero, acaso, importa algo la firma del dirigente? Cual-
quiera lo habrIa hccho, ya que de no hacerlo, vendnian a
buscanle de noche. Todos nosotros Cramos ovejas que se
444
dejan matar o respetuosos ayudantes de verdugos, porque
no qucriamos engrosar las filas de Las ovejas. Tanto unos
como otros mostraban una sorprendente docilidad, sojuz-
gando en si mismos todos Los instintos humanos. Por qué
nosotros, per ejemplo, no saltamos pot (a ventana, no
permitimos que ci estupido miedo nos echara al bosque, a
cotter hacia ftzera bajo its balas? Por qué permaneciamos
quietos mirando cômo revoivIan nuestras pertenencias?
Por qué siguió Mandeistarn dociimente a los soldados y
yo no me lance contra ellos como una fiera? Tcnlamos
miedo, acaso, del articulo del codigo que castigaba La re-
sistencia en ci momento de la detención? El fin era ci mis-
mo en todos los casos, de qué podiamos tenet iniedo?
Pero no, no era miedo. Era un sentimiento totaimente
distinto, algo clue encadenaba Las fuerzas y La vo!untad, la
concicncia de La propia impotencia que dominaba a todos
sin excepción, no sólo a los que mataban sino a los pro.
pies asesinos. Aplastados pot un sistema, en cuya edifica-
don habiamos participado, en una u otra medida, todos,
Eramos incapaces de opener ni siquiera una rcsistencia pa-
siva. Nuestra docilidad contribula al desenfreno de los cc-
losos servidores del regimen y ci resuitado era on circu!o
vicioso Como podriamos salir de el?

La ventanilla de la calle Pushechnlia

El ünico vinculo que la famiiia podia mantener con ci de-


tenido era la entrega del paquere. Una yea al mes y des-
pués de hacer una larguisima cola —las detenciones se
habian reducido y In miximo clue se esperaba eran tres o
cuatro horas— me accrcaba a La ventanilia y decia ci
apcilido. El hombre de la vcntanilia hojeaba la lista dc los
apeliidos que empezaban con la ictra cM. (yo venia los
dias en que tocaba esa lista) y prcguntaba: cNombrc y
Patronitnico?.. Sc lo decia; asomaba una mano pox La yen-
tanilla, yo podia en ella ci pasaporte y ci dinero; La mano
volvia a reaparecer con ci recibo metido dentro del pasa-
porte y me iba. Los demas me envidiaban porque sabia
donde cstaba ml detenido y clue aán vivia. A cada instan-
445
te resonaba la voz desde la ventanilia: •jNo figural... El
siguicnte. Todas las preguntas eran inüciies. En vcz de
responder, ci hombrc de la ventanilla la ccrraba de golpe
y uno de Ins soldados de la guardia se acercaba al que
hacia las preguntas. Sc rcstablecIa la calma inmediatamen-
te y a Ia ventanilla se aproximaba ci siguicntc para dar ci
nombre de su detenido. Si alguien hubiera qüerido dctc-
nerse junto a La vcntanilLa, La propia cola ayudaria al so!-
dado de la guardia a restablecer el orden.
Durante la cola no se hablaba habitualmcntc. Sc trata-
ba de la cárcel más importante de la Union Soviética y ci
püblico aili congregado era sclecto, disciplinado, rcspon-
sable... Nunca habia rrialcntendidos; tal vez alguien quc
hacia una pregunta inoportuna, pero consciente dc do se
retiraba en ci acto, rnuy turbado. Solo una vez Ilegaron
dos nihas muy bien vestidas; su madre fue detenida la
noche anterior. Las dejaron pasar sin hater cola y sin prc-
guntar por qué letra empezaba su apellido. Todas ]as mu-
jeres, seguramentc, sintieron que se les oprimIa el corazOn
a) pensar que sus propios hijos no tardarian en acercarse a
esa ventanilla. Alguien lcvantO a la nifla de más edad ha-
cia la ventanilla porque no alcanzaba y ella gritO: cDOn-
dc csta mama? iNo queremos it a una casa de niflosL.
No volveremos ala casaL... La ventanilla se cerrO de gol-
pe, pero a [as niñas Its din ticmpo dc decir quc su papa
era militar. Eso podia significar que en cfccto lo era o que
pertenecia a los organismos dc seguridad. A Ins hijos de
los chequistas se 'Cs cnschaba a dccir desde pequeflos quc
su padre era militar, para no poner en guardia a sus corn-
pafieros de clasc. .No nos tienen simpatia, cxplicaban en
esos casos a los nifios. Y antes dc saul al cxtranjero, Ins
chcquistas hacian quc sus hijos aprendieran un nuevo
apellido bajo al cual trabajan fucra... Es de suponer que
aquellas nihas bien vestidas vivian en una casa pertenc-
ciente al Ministcrio de Seguridad, y contaron a la genre
que estaba en la cola quc se habian lievado ya a otros ni-
fibs que Vivian en sus mismas casas, pero que alias querian
vivir con su abuclita quc estaba en Ukrania. En esto se
abriO una puerra lateral, saiiO un militar y se IIeVO a las ni-
ñas. La ventanilla Vol VO a abrirse y ci orden sc restableció
de nuevo. Pero cuando se llcvaban a las niflas, alguien co-
mentO: . Han caido las muy tontitas!.. Y otra mujer dijo:

446
,Habrá que mandar a los nuestros rnientras no sea
tardei...
Las nias de Punta en blanco constitulan una excep-
don; los pequeftos que habia en las colas eran habitual-
mente reservados y silenciosos como Ins mayores. Por lo
general, detenian primero at padre; la madre, al quedarse
sola con Los hijos les aleccionaba sobre el modo de corn-
portarse en cuanto se quedaran solos. Muchos de elks hu-
yeron de Las casas de niños, Pero eso dependia fundamen-
talinente de la posiciOn que sus padres ocupaban en La so-
ciedad; cuanto rnás elevada era, tantas menos posibilida-
des tenlan los hijos de una vida privada. Pero lo más
sorprendente de todo es que La vida continuaba, la genre
contrala rnatrimonio, tenia hijos. COmo podian resoiverse
a ello sabiendo lo que pasaba ante la ventanilla de la calle
Pushechnáia?
Las mujeres que estaban en La misma cola que yo procu-
raban entablar conversaeiones. Todas a una afirmaban que
sus maridos fueron detenidos por error y que pronto
estarlan en libertad y aunque tenian los ojos enrojecidos
por las lagrirnas y el insornnio, a ninguna vi llorar en la
cola. Las mujeres, al salir a la calk, se esforzaban pot sere-
flax su rostro y arreglarse. La mayoria regresaba a su traba-
jo: habian pedido permiso pan ausentarse y podcr entre-
gar el paquete valiendose de cualquier prctexto. No se
atrevian a exteriorizar su pena en ci trabajo y en yea de
rostros tenian mascaras. A finales de la decada de los afios
cuarenta, trabajaba conmigo en Ulianovsk una mujer que
vivia en una habitaciOn colectiva con dos hijos. EntrO a
trabajar como ayudante de laboratorio y pronto se hizo in-
sustituible. Le subieron, induso de categoria y Ic dieron
permiso para estudiar por libre. Vivia inuy pobremente,
los niflos pasaban auténtica hambre y su marido La habia
abandonado y se negaba a dade dinero para los niños. Le
aconsejaron que reclamase los alirnentos por via judicial,
Pero ella, ilorando, decia que su orgullo no se lo permitia.
Los ties, la madre y los niños, enflaquecian a ojos vista. La
ilamaron del cornité local del partido y al despacho del di-
rector y todos insistian en que por los hijos debia de olvi-
dat su orgullo; ella se mantenia firme: él la engaflO
vilmente con otra y ella no recibiria dinero de €1, ni le
permitiria que se acercara a los hijos. Trataron de influir
447
sobre ella mediante el mayor de los nihos, pero €1 resultó
tan firme como su madre. Pasaron varios años y, de pron-
to, se presentó su marido y todos vimos cómo se Ianzó a
SUS brazos. Pidió de inmediato so baja en ci Instituto y se
dispuso a partir. Las omnipresentes porteras contaron que
a él se Ic habia negado ci derecho a residir en Ia ciudad
porque venha de un campo. Durante todos aquellos afios
nos halt mentido hablando de so orgullo y destrozado
corazôn para no perder el trabajo. Se debia de carat, pro-
babiernente, de un dclito insignificante, ya que en caso
contrario la policha habria avisado a ía sección del personal
de que se trataba de la esposa de un condenado; lo ms
probable es que no estuviera incurso en ci famoso artIculo
cincuenta y ocho, sino por algo de delito comUn. Lo pu-
sieron en libertad en visperas de ía muerte de Stalin, de
forma que ya no tuvo una segunda detencion. Conflo en
que todos gocen ahora de prosperidad. Me imagino a esos
tres conspiradores —ella y los dos nihos—, se hablarlan
quedamente durante la noche: 4Me preguntaron por pa-
pá... pero les dejé cortados... Trataron de convencerme,
pero yo no me di por enterado. ... Y la madre: cMantente
firme... con tal de quc vuelva... El padre habla sido pro-
fesor de economia politica y prometha Ilegar a set una cc-
lebridad ideologica. Era uno de los innumerables casos de
cuando la cartilleria dispara contra los suyos'...
Despues de hacer cola en la calle Pushechnáia durante
varios meses, supe que habian trasladado a Mandelstam a
Butyrki, de donde saran los convoyes para los campos.
Corrh a Butyrki para saber cuando daban informacion para
los detenidos cuyo apellido comenzaba con La letra •M..
En Butyrki me aceptaron un solo paquete y la segunda yea
me comuriicaron quc Mandelstam fue enviado a un cam-
po con una condena de cinco aflos por disposicion de un
tribunal especial. Lo mismo me confirmaron en Fiscalia
donde hice todas las colas prescritas. Habia ventanilias
donde recibian las peticiones y yo entregué una lo mismo
que todas. Justamente un mes 4espues de haberla ernie-
gado, nos comunicaron a todas que la respuesta era nega-
tiva. Tal era el camino habitual de la esposa del recluso,
en el caso de clue hubiera tenido la gran suerte de no ha-
bet sido enviada asimismo al campo. En ci liso e impe-
netrable muro contra ci cual nos estrellabamos todos,

448
habian horadado ventanillas especiales pan recoger solici-
tudes, entregar, recibir y negativas. Del carnpo recibi una
carta, Ia ünica, y también eso se consideraba como una
gran suerte. Supe donde estaba Mandelstain. Le envié in-
mediatamente un paquete quc me fue devuelto pot
cmuerte del destinatario,>. Unos meses más tarde, Alek-
sand Emiliévich, so hermano, rccibió la confirmación oil-
cial de su muerte. Ninguna de las mujeres que yo conozco
psee on certificado semej ante. No sé a que se debió tan
gran merced.
Pew antes del XX Congreso, on dia que pascaba con
Ajmâtova pot una calle de Moscfl, observamos una gran
acumulaciOn de policias. Estaban literalmente en cada
portal. cEsta vez no tenga miedo —me dijo Ajmatova—,
ocurre algo bueno.. A sus oldos habIan Ilegado confuses
mmores sobre La conferencia del partido en Ia cual Ieyó
Jruschov su famosa carta. Debido precisamente a esa con-
ferencia, la ciudad se protegia con infinidad de policias
vestidos de paisano. Fue entonces cuando Ajmátova me
aconsejó que fuera a la Union de Escritores a sondear ci
terreno. Ya sablamos que La viuda de Babel y la hija de
Meycrhold habian presentado la demanda de rehabilita-
dOn. Hacla ya tiempo que Ecenburg me aconsejaba que lo
( hiciera y yo no me apresuraba; sin embargo, fui a la
UniOn de Escritores. Surkov saiiO corriendo a mi en-
cuentro y por la manera de tratarme comprendl que los
tiempos hablan cambiado: jamás me habian hablado as!...
Mi primer encuentro con Surkov tuvo lugar en la sala de
espera, en presencia de varias secrctarias..
Me prometiO que me recibiria dentro de unos dIas y me
rogO que no me fucra de Moscü sin haber hablado con él,
Durante dos o tres semanas scguidas estuve llamando a la
secciOn del personal y inc suplicaban muy carifiosamente
que esperara algUn tiempo más. Eso significaba que Sur-
kov no habia recibido aün las instrucciones respecto a las
formas de tratarme y yo esperaba, maravillada de que ese
terrible lugar que Haman isecci6n de personal. hubiera
cambiado unto de pronto. Pot fin se celebrO la entrevista
y vi cOmo se alegraba Surkov de poder hablar como una
persona. PrornetiO ayudar a Liova Gumiliev e hizo todo
cuanto Ic pedl para ml. Gracias a Surkov llegué a conse-
guir la pensiOn, porque en la fecha de nuestra conversa-

449
dOn carecia nuevamente de trabajo; él hablO con el mi-
nistro de InstrucciOn PUblica y Ic contO las faenas que me
hacian... El flituro, scgün Surkov, era radiante; prometiO
que me trasladarla a Moscti, que me darian vivienda y
permiso de rcsidencia y me hablO dc la publicacion de las
obras de Mandeistam, de su herencia... Me pidiO que, pa-
ra comcnzar, solicita.se la rchabilitaciOn. Le pregunté qué
habria pasado si Mandeistam no tuviese viuda, quién, en-
tonces, pedirla esa rehabilitaciOn, pero no insisti en el te-
ma... Poco despues recibi un documento de rehabilitaciOn
pot la segunda causa del aflo 1938 y una procuradora me
dine la solicitud solicitando Ia rehabilitacion pot la pri-
mera causa, la del aho 1934. .EI encausado escribiO un
poerna, pete no IlegO a divulgarlo .... Esa solicitud se exa-
mlnó en ci transcurso de los acontecimicntos de Hungria y
se me negO la rehabiiitaciOn. Surkov decidiO no tomar en
consideraci6n esta negativa y nombrO una comisiOn desti-
nada a estudiar la herencia literaria de Mandeistam. Sc me
hizo entrcga de cinco mil rublos per La cabeza del muerto.
Los repartI cntre aquellos quc nos hablan ayudado en
1937. Tal era el ritual que presidia ci retorno a la vida de
los escritores que habIan muerto en los campos. La segun-
da etapa era la ediciOn de SUS obras.
Para la ediciOn dc los libros habla demasiados impcdi-
memos. No sé Jo clue pueda significar la concurrencia, con
la cual nos asustan, Pero vela perfectamente la lucha que
Sc entablaba per supuesto en la vida, lucha que se lievaba
valiendose de todos los medios. Cuando llegO a nucstros
oidos la formacion de las comisiones de Mikoyan, muchos
no se sinticron a gusto y no solo aquellos, ni mucho me-
nos, que contribuyeron al exterminio y deportaciOn del ri-
val. 01 como la genre se preguntaba en un susurro a qué
pucstos irian Los clue volvian del destierro, no les devol-
verian Jos cargos que habian ocupado anteriormente?
Cuántos nuevos puestos habria que crear en las institu-
ciones soviéticas pan dat cabida a toda esa gente? Sin em-
bargo, csc drama no se produ}o. La mayorla regresO en tal
estado que no podia ni pensar en trabajar activamente.
Todo transcurriO muy tranquilamente y los que ocupaban
puestos responsablcs y tcmIan tenet quc estrecharse, suspi-
raron con alivio. Pero la literatura es una cosa distinta. El
orden de prccedencia, cuidadosamente establccido y

450
estructurado, debla salvaguardarse a toda costa para evitar
que se hundicran muchas reputaciones consotidadas. Pot
eso SC OOflCfl con tanto tcsOn a clue se editen las obras de
los difuntos. Pew tampoco Sc portan mejor con los que vi-
yen.
Los poemas de Mandeistam figuran en ci plan de edi-
ciones de La cBiblioteca del Pocta, para 1956. Todos los
miembros de la redaccion estân conformes. Me gusto
mucho ci punto de vista de Prokoficv: él opinaba que
Mandcistam como pocta no existe y pot eso se debe cdi-
tar. Pero, desgraciadamcntc, es incapaz de mantcner ese
noble punto de vista y sigue oponiendosc a la edicion.
Orlov, el redactor-jefe de la .Biblioteca del Poetav no sos-
pechaba que iba a cncontrar una oposiciOn tan activa y me
escribia earns muy amables, Pero al darse cucnta, pro-
babiemente, de quc si editaba el libro podria tenet ciertas
dificultades, renunciO rapidamente a ese proyecto, dejO de
escribirme y nuestra correspondencia se interrumpiô. Pero,
Ia qué hablar de Orlov, funcionario importante a quien la
poesla de Mandelstam deja completamente indiferent&
Mucho más importante Cs La postura de los verdaderos
amantes de su poesla, personas de prestigio, de critcrio
propio que, ademis, nada tienen dc burOcratas Dos de
entrc ellos, los mejores entre Ins representantes de Las gc-
neraciones exterminadas que han sobrevivido, opinan quc
Orlov tiene toda Ia raiOn al negarsc a editar a Mandels-
tam, cosa que, desde ci punto de vista técnico, podrla ha-
cer facilmente, cPodrIan aprovechar este hecho sus enemi-
gos, son muchos los que ambicionan su cargo, In destitui-
Han y de esta forma pondrian fin a una buena
editorial.... A costa de renunciar a editar Los poemas de
Mandelstam, conservarIa su posiciOn y cumplirla ci plan
de publicacion de obras de poetas dc Ins afios veinte,
trcinta y cuarenta del siglo pasado, en cuyo trabajo parti-
cipan las dos personas que menciono. En este entre-
mezcLamiento de intereses personaLes, de intereses de gru-
p05, de lucha por Ins puestos y ci trozo de pastel estatal
no acabo de emender las cosas. Lo Unico clue podria hacer
scria .cditar la obra de Mandclstam pot mi cuenta, Pero en
las condiciones de nuestro pals hacerlo es imposible. Y
comprendo que no podre ver ese libro ya que también mis
dias Ilegan a su final. Mc tranquilizan ünicainente las pa-

451
labras de Ajmãtova cuando dice que Mandeistam no nece-
sita del invento de Gutenberg. En cierto sentido, nuestra
época es en efecto, anterior a la imprenta. El nümero de
lectores de poeslas aumenta y los poenias circulan de ma-
no en mano. Y, sin embargo, me gustaria ver ci hbro que
no verf.

La fecha de Id muerte

Unos periodistas de .zPravda, contaron a Shklovski que


oyeron decir en ci Comité Central que contra Mandelstam
no se habia incoado ninguna causa... Esta conversación
ocurrió a fines de diciembre o principios de enero de
1938-39, poco después de la destitucion de Ezhov e
ilustraba los desmanes de éste. Comprendi In que esto sig-
nificaba y deduje que Mandeistam habia muerto. -.
PasO aigün tiempo más y recibi aviso de una estafeta de
correos de Nikitskie Vorota. Aill me devolvieron un pa-
quete cPor la muerte del descinatario.. Fijar la fecha de la
devoluciOn del paquete es facil: foe ci mismo dia en que
los periOdicos publicaron una inmensa lista de escritores
condccorados.
Aquel mismo dia mi hermano fue a casa de Shklovski
para comunicarles la nueva. Viktor estaba en casa de Ka-
(áiev donde Jos compaheros de viaje, juntamente con Fa-
deiev, celebraban la merced del gobierno. Llamaron a
Viktor y fue entonces cuando Fadéicv, ya ebrio, vertiô una
lágrima por Mandelstam y dijo tiQu6 gran poeta hemos
perdido!. La fiesta de los nuevos condecorados adquiriO
un extraflo matiz de exequias clandestinas. Pero a excep-
ciOn de Shktovski, ninguno de elios se daba clara cuenta
de In que significaba ci exterminio de una persona. Casi
todos cilos perteneclan a la generaciOn que habia revisado
los valores y que luchaba per .Jo nuevo.. FIbs fueron los
que abrieron ci camino al hombre de la gran personali-
dad, al dictador quc obrando a su antojo puede castigar y
premiar, piantear objetivos y elegir los medios para conse-
guirlos.
En junio de 1940, ci hermano de Mandelstam, Alek-

452
sand, fuc Ilamado a la oficina de registros del distrito de
Bauman y Ic fue entregado ci certificado de la defuncion
de su hermano destinado a ml. Sc indicaba en ci certifica-
do que a la edad de 47 años y en la fecha del 27 de di-
ciembre de 1938 habia muerto a causa de un pam car-
diaco. Sc puede parafrascar diciendo que murió porque
muriô. El paro cardiaco es, justamente, la muerre. Y se
aiSadia, además, arteriosclerosis. Y recorde lo que deck
Kliuiev, refiriéndose a sus tempranas canas.
La cntrega de ese certificado dc dcfuncion no era algo
corriente, sino una excepción. La muerte civica, la depor-
tación o, más exactamente, la detenciôn, porque el simple
hecho de set detenido equivaila a la deportaciôn y a Ia
condena, se equiparaban, al parecer, a Ia muerte civica y a
la desaparicion total de la vida. Nadic comunicaba a la fa-
milia cuando moth ci recluso en el campo o en la cárcel.
La viudedad y la orfandad comenzaban en el momento de
la detención. A veces, en la fiscalia, al informar a una
mujer quc so marido habia side condenado a diez años, Ic
declan: puede casarse... Nadic se preocupaba de cémo
concordat esa amable invitación con la condena oficial que
no significaba; ni mucho menos, una pena de muerte.
Como ya dije, no sé per qué fui acreedora de tal merced,
es decir, del certificado de defunción. ZNo habria en ellos
una segunda intdnción?
En aquellas condiciones la muerte era La Unica soluciôn.
Cuando supe que Mandeistam habla muerto, dejé de te-
net aquellos horribles sueños. cOsip Emiliévich hizo bien
en morirse —me dijo más tarde Kazarnovski—, en caso
contrario lo habrian mandado a Kolyma.. El propio Ka-
zarnovski estuvo desterrado en Kolyma y en 1944 se pre-
sentô en Tashkent. Vivia sin permiso de residencia y sin
cartilla de racionamiento para ci pan, se escondla de los
milicianos, tenia miedo de todos y de cada uno, bebla
hasta caer sin sentido y per fatta de caizado lievaba dos di-
minutes chanclos de mi difunta madre. Le servian, por-
que no renia dedos en los pies: se le hablan helado en ci
campo y él mismo se los cortó con ci hacha para no tener
gangrena. Cuando los condenados cran Ilevados al baflo,
en el hümedo aire de los vestuarios se helaba la ropa y
hack el mismo ruido que si fuera de hojalara. Hace poco
asisti a la siguiente discusión: quién sobrevivia en ci cam-

453
po, ci Clue se esforzaba pot trabajar o aquel Clue lo evita-
ba. Los trabajadores acababan agotados y los segundos
morlan por falta de alimento. Para ml, que carecla de at-
gumentos en favor de una u otra teorla, que no tenia ob-
set-vaciones propias ni ejemplos, era evidentc que morlan
unto Jos unos como los otros. Los pocos clue lograban
sobrevivir constitulan una excepción; dicho de otro modo,
esa discusiOn hacla recordar at valientc guerrero del cuento
ruso Clue en ci cruce de ties caminos, cada uno de los
cuales supone una amenaza pan su vida, no sabe cull de
elios elegir. La caracterIstica principal e inmutable de la
historia nsa es que tanto para el guerrero como Para ci
clue no to es, cuaiquier camino supone una amenaza Para
su vida, Clue sOlo podia salvar pot casualidad. Esto no me
sorprende, pero si ci hecho de clue algunos individuos,
pese a su debilidad, hayan resultado de hecho unos tita-
nes, que no solo conservaron la vida, sino tambien una
mente Clara y buena memoria. Conozco a personas asi y
me gustarla citar sus nombres, pero todavIa no vale la pe-
na y por ello nombrare tan solo a uno clue todos conocen:
Soizhcnitzjn
Kazarnovski conservO la vida ünicamente y aigunos re-
cuerdos sucitos. Llego al campo en invierno y recordaba
que el lugar era desértico y Sc estaban construyendo
nuevos recepticulos Para recibir a enorme cantidad de
condenados Cuando €1 llegO no habia nada edilicado, ni
una sola barraca. La gente vivia en tiendas de campafla y
construlan pan sI mismos la cited y las barracas Rotura-
ban tierra.s virgenes Para los nuevos colonos.
He oldo contar Clue desde Vladivostok hasta Kolyma
enviaban a la genre pot mar tan sOlo. La bahia se hiela,
aunque es verdad clue tarde. De qué modo llegO Kazar-
novski a Kolyma en invierno? La navegaciOn tenia Clue es-
tar intcrmmpida . - Tal yea no ic cnviaron a Kolyma, sino
a otro campo mis prOximo Para descargar ci campo de
tránsito abarrotado de rcclusos clue llcgaban en los
trenes... No consegul aclarar este punto: en la mentc en-
ferma de Kazarnovski se habia meiclado todo. Sin embar-
go, para fIjar la fecha exacta de la mucrte de Mandclstam
debia saber con exactitud cuindo abandonO Kazarnovski
el campo de trinsito.
Kazarnovski fue el primer mensajero, mis o menos fi-

454
dedigno, del otro mundo. Mucho antes de que ilegara a
Tashkent, habia oido contar a los que regresaron que esta-
ba en La misma expedición que Mandelstam. En ci campo
de tránsito habian vivido juntos y Kazarnovski, al parecer,
it ayudaba en aigo. Tenian los catres contiguos... Por este
motivo oculté a Kazarnovski durante tres meses de la
polida y ic fui extrayendo poco a poco todo cuanto recor-
daba al iiegar a Tashkent. Su memoria se habia convertido
en algo biando e inconsistente donde las realidades y Los
hechos de la vida de los forzados se mezclaban con ieycn-
das, fantasias c invenciones. Sabla ya que esta enfermedad
de La memoria del dcsgraciado Kazarnovski no era una pe-
cuharidad individual suya y que no se debla al vodka. Ca-
si todos los supervivientes de los campos de trabajos forza-
dos padecian del mismo maE para eiios no existlan ni
fechas ni tiempo, eran incapaces de distinguir los hechos,
de Los que fueron testigos, de Las icyendas que circuiaban
pot ci campo. Los nornbres, lugares y ci curso de los acon-
tecimientos formaba en La memoria de esos seres traumati-
zados una madeja que ya no podian desenredar. La mayor
pane de los reiatos referentes al campo yenta a set, al
principio, una enumcración incoherente de algunos mo-
memos de gran intcnsidad de cuando ci narrador estaba a
punto de perecer pero c l ue pot milagro habia conseguido
salvarse. La vida en ci campo se fragrnentaba para elios en
momentos semejantes, que se fijaban en su memoria en
prueba de que sobrevivir era imposibie, pero que La vo-
luntad de.vivir en ci hombre era tal que se las ingeniaban
para conservaria. Y ilena de horror me decia a ml misrna
que entrarlamos en ci futuro sin testigos capaces de atesti-
guar lo quc fue ci pasado. Tanto fuera como dentro de las
alambradas todos habiamos perdido La memoria. Sin em-
bargo, habia personas que desde ci priviiegio se piantea-
ron como misión Ia de no conservar simpiemente la vida,
sino la de set tcstigos. Son los implacables guardianes de
la verdad c l ue se habian diluido en La masa de los conde-
nados, pero para un determinado periodo de tiempo.
Creo que en ci presidio su nümero es mayor quc fucra,
donde muchos cayeron en la tentación de reconciliarse con
la vida y acabar tranquilamente Los aflos quc Its quedan
-dc existencia. Como es natural, no quedan muchas perso-
nas as!, dc mente lücida, pero ci hecho de que hubicran

455
sobrevivido es la mejor demostracion de que la Victoria de-
finitiva pertenece siempre al bien y no a! mal.
Kazarnovski no pertenecla a esa caregoria de hombres
heroicos; de sus inrerminabies historias, podia seleccionar
algunos detalles veridicos sobre la vida de Mandelstam en
ci campo. Los efectivos en un campo de tránsito varian
constantemente, Pero la barraca a donde fucron destina-
dos al principio estaba ilena de intciectuaies de Moscü y
Leningrado, incluidos en el articulo cincuenta y ocho. Eso
facilitaba mucho la vida. Los jefes de la barraca cran, co-
mo siempre en aquella época, presos pot delitos comunes,
Pero no ladrones vuigares, sino personas relacionadas con
la policla cuando estaban en libertad. Estos .mandos ink-
riores, de los campos se distingulan pot su gran crucidad y
Jos reos del articuio cincuenta y ocho sufrian a causa de
dos no menos clue a causa de los auténricos mandos a
quienes, dicho sea de paso, velan menos. Mandeistam se
distinguio siempre pot su inestabilidad motriz y toda
emoción se manifestaba en éi pot un andar presuroso de
un rincón a otto. AM, en ci campo de tránsito, esa agita-
ción motora, ese nerviosismo, eran motivo de constantes
reprimendas y malos tratos. En su deambular pot ci patio
se acercaba con frecuencia a las zonas prohibidas (las vallas
Y los sectores custodiados), y los guardianes it cchaban de
allâ en medio de gritos, maldiciones y denuestos. No se
confirmo ci relato de que fuera golpcado pot los presos de
delitos comunes pot ninguno de los testigos que yo in-
rerrogué y fueron más de diez. Creo quc se trataba de una
kyenda.
En ci campo de tránsito no daban ropa —Iiay, acaso,
un campo donde 12 den?— y Mandelstam se hclaba con
an abrigo de cuero amarillo convertido ya en un harapo,
aunquc, segün me contó Kazarnovski las peores heladas Sc
produjeron despus de su muerte: el no tuvo quc
sufrirlas. Tambien esto me sine de punto de referenda.
No hacia casi nada, tenla miedo de corner, cosa que más
tarde Ic ocurrió tambien a Zoschenko, perdia su raciôn de
pan, confundia las escudilias... Segün contaba Kazarnovs-
ki, en el campo habla an tcndcrctc donde vcnd!an tabaco
y, al parecer, azücar. Pero, donde conseguir dinero?
Ademas, ci temor a los alimentos se extendia, en ci cso
de Manddsram, a lo quc vendian alli y ci azücar Jo toma-

456
ba solo de manos de Kazarnovski.,. i Bendita sea la sucia
Palma de ese condenado con on pedacito de azücar que
Mandelstani titubea en aceptar! Pero, ,diria la verdad Ka-
zatnovski? No habria inventado ese detaile?
Además del miedo a los alimentos y su constante in-
quictud motota, Kazarnovski observo una mania de Man-
delstam, tan caracteristica en éI que no podia set inventa-
da: se consolaba pensando que las condiciones de su vida
scrian mejoradas porque Remain Rolland escribirla a Sta-
lin hablándole de el. Ese pequeflo dctalic me demostraba
que Kazarnovski habia estado efectivamente en contacto
con él. Durante nuestra estancia en ci exilio de Voronezh,
lelmos en la prensa que Remain Rolland y su esposa
habian ilegado a MoscU. Mandeistam conocla a Maya Ku-
dasheva y decla, suspirando: cMaya está paseando pot
MoscU. Le habrán hablado de ml seguramente. i Qu6 Ic
costarIa pedir a Stalin que me deje en Iibertad!.. Man-
delstam no podia creer de ningün modo que a los huma-
nistas profesionales no les intetesaban los destinos indivi-
duales, sino tan solo la humanidad en so conjunto. En la
situaciOn en que se encontraba, cifraba sus esperanzas en
Remain Rolland. Ese nombre fuc para ml la demosraciOn
de que Kazarnovski no habia Perdido del todo la memo-
na. Con respecto a Remain Rolland afladine, para set jus-
ta, que consiguiO, segUn parece, aliviar el destino de los
4inguistas' dunante su estancia en MoscO... Asi se dijo,
per lo menos - Pero eso no cambia mi opiniOn sobre los
chumanistas. profesionales... El humanista auténtico lo
sabe todo y todo le interesa: jque no se canse la mano del
quc da!
Otto detallc tipico de los relates de Kazarnovski: Man-
dclstam no dudaba siquiera de quc tambien yo cstaba en
un campo; suplicaba a Kazarnovski quc si €1 tegtesaba,
que me buscasc. ePida al Litfond que la ayuden...x.. Toda
su vida, igual que un foizado a sus cadenas, estuvo Man-
delstam atado a las onganizaciones literarias y sin La san-
ciOn de éstas no habnla podido tenet ni un pedazo de
pan. Pot muchos esfuenzos que hizo para libenarse de esa
dependencia, jamás IogtO conseguinlo. Estas cosas no se
permitcn, al gobienno no le conviencn... Per ello confiaba
tan sOlo en el Litfond al recaban una ayuda Para ml. Pero
mi destino tomO Otto dettoteno y durante La guenra, cuan-

457
do se olvidaron de nosotros, consegul cambiar dc ambien-
te y por ello conserve la vida y la memoria.
A veces, en sus momentos de lucidcz, Mandeistam reci-
taba pocsIas a Ins condenados y algunos las anotaban. Tu-
ye la ocasiOn de ver .álbumes, con versos suyos que en ci
campo pasaban de mario en mano. Le coraaron urn yea
que en Lefortovo, en ci calabozo de Ins condenados a
muerte (en Ins años de terror habia varias personas en cada
uno) vieron arafiadas en la pared las estrofas de un poema
suyo: .Será posible que yo exista reaimentc y clue la
muerte verdadera itegará?.. Cuando Mandeistam Jo supo,
se puso contento y estuvo cranquilo varios dias.
No Ic mandaban trabajar, ni siquicra en ci interior del
campo, en las facnas dc limpieza. Incluso entre esa extc-
nuada muchedumbre destacaba por su mal estado de sa-
hid. Sc paseaba ocioso todo ci dia ganândose las maldi-
ciones, los insultos y las blasfcrnias dc toda suerte de jefes.
Sc disgusto mucho por no haber sido enviado de innic-
diato a un campo regular de trabajo. Le parecla que en un
campo de Csos la vida Ic seria mãs fácil, aunque la gente
cxperta aseguraba lo contrario.
Un dia oyo contar quc habia un hombre Ilarnado Jazin
en ci campo y pidio a Kazarnovski que Ic ayudara a bus-
cane, para saber si era o no pariente mb. EscJazin rcsulto
ser un homonimo y al leer las memorias de Erenburg Ic
escribio y consegul entrevistarme con H. La existencia de
Jazin confirma ci hecho de que Kazarnovski estuvo real•
mente con Mandeistam. El proplo Jazin vio dos veccs a
Mandeistam: la primera cuando vino con Kazarnovski y la
segunda vcz cuando el lo llevo a donde cstaba otro preso
que Ic buscaba. Jazin me contó clue ci encuentro fue muy
emotivo. Queria recordar quc el apellido de cse hombre
era Jim, ingenicro de profesion y leton por su nacionali-
dad. A ,Jint lo mandaban del campo donde habia estado
varios aflos a Moscü, para una nueva revision de su causa.
Esas revisiones solian acabar trágicamente en aquellos
afios. No sé quién era Jim. Jazin tuvo la impresiOn dc que
sc trataba de un compaflero ie colegio de Mandeistam, y
de Leningrado. En aquci campojint sOlo permaneciO unos
dias. Tambien Kazarnovski recordaba que Mandeistam,
por mediaciOn de Jazin, habia encontrado a Un viejo ca-
marada.

458

Segun me contó Jazin, Mandeistani rnurió durante una


epidemia de tifus. Kazarnovski, en carnbio, no rnencionó
Para nada esa epidernia que, sin embargo, existió; varias
personas me hablaron de ella. Tenia que haber tornado al-
guna medida para encontrar a Jim, Pere en nuestras con-
diciones hacerlo resuitaba imposible: no iba a poner un
anuncio en ci periodico dicicndo que buscaba a una per-
sona que vio a mi marido en un campo de trabajo forza-
do... El propio Jazin resulté set on individuo rnuy primi-
tive. Quiso conocer a Erenburg pan contarle sus recuerdos
del cornienzo de la revolución en la coal participó junta-
mente con sus hermanos que cran, al parecer, chequistas.
Era ci periodo que recordaba rnejor y procuraba orientar
todas las conversaciones conmigo hacia su heroismo de en-
tonces...
Vuelvo a los relates de Kazarnovski. Un dia, pese a los
gritos y a Los insultos, Mandeiscam no bajo de su catre.
Hacla rnucho felo aquel dia y Este es ci ünico date de que
dispongo. Todos fueron enviados a limpiar la nieve y
Mandeistam quedO solo. Pecos dbas después se lo Ilevaron
al hospital y al cabo de unos dias Kazarnovski supo que
habba muerto y to habban entertado, mejor dicho, lo
i1 habian tirade a una fosa comün... Como es natural, La
genre era enterrada sin ataudcs ni ropa, quizás desnudos,
para que no se perdieran los bienes, varias personas en
una misma fosa —siempre habia suficientes rnucrtos— y a
cada uno, en ci pie, se Ic ataba una plaquita nurnerada.
Esta variante de la muerte no es de las peores y quisiera
creer en lo cliche per Kazarnovski. No se puede cornparar
con 'a muerte que tuvo Narbut. Cuentan que en ci campo
de trânsito lo utilizaban para limpiar Ins pozos negros y
quc pereciO juntamente con ones invalidos en la explo-
siôn de una balsa que hicieron volar intencionadamente
para librarse de hombres inütiies para el trabajo. Creo que
se ban dado algunos cases semejantes... Pavel, un ladrOn
reincidente quc me trala el agua y la lena en Tarus me
contó un dia, per iniciativa propia, que oyo una explosion
en el mar y vie cOmo se hundia una balsa que segUn ru-
mores estaba Ilena de condenados per el articulo cincuen-
ta y ocho, invalidos de entre los .poiIticos.. Personas que
aun ahora trataban de buscar justificaciones a todo —y
son numerosos entre los antiguos condenados— procuran

459
convencerme que solo fue volada una balsa y que ci jefe
del campamento responsable de esa ilegalidad fue fusilado
despuEs. El cpIlogo es conmovedor, pero a ml, no sE par
qué, no me conmueve.
La mayorIa de mis conocidos pereció en el campo al pa-
co de Ilegar. Los intelcctualcs podian sobrevivir difIcil-
mcntc en aquellas condiciones y, adem&s, para qué vivir?
,A qué prolongar una vida cuando la muerte significa una
liberación? ,Que IC hubieran aportado a Margulis, a
quien protegian Ins prcsos comunes porque ks contaba
por las nochcs novelas de Dumas, unos dias más dc cxis-
tencia? Estaba en el mismo carnpo clue Sviatopolk-Mirski
quien no tardo en caer en un estado de total extenuaciOn,
muriendo poco despuEs. Gracias a Dios que Ins hombres
son mortalcs, pero vivir all!, tras La espinosa alambrada,
valia la pcna para rccordar ci pasado y contarsc!o a Ins dc-
mã& Tal VCZ eso sea un freno cuando descen repair tales
locuras.
El segundo testigo fidcdigno fue ci biologo M., a quien
Mandelstam pidiO clue, en caso de set libcrado, visitase a
Ercnburg y Ic hablase de sus Oltimos dias en el campo: El
mismo comprendla que no saidria dc alIT con vida. Repito
ese relato tal como me lo contO Erenburg, que de algo se
habla olvidado ya cuando ilcgue dc Tashkent. En particu-
lar habia calificado a M. de agrOnomo porque éstc, des-
puEs de su hbcraciOn y a fin de ocultarsc mcjor, habia tra-
bajado dc agrOnomo. En lo fundamental, Ins datos clue
me proporcionó M. coincidian con los dados por Kant-
novski. M. consideraba que Mandelstam muriO en ci pri-
mer año de su cstancia en ci carnpo, antes dc quc sc
abricsc la navcgaciOn, es dccii, con anicrioridad a mayo o
junio dc 1939. M. transmitiO con bastante detallc la con-
versación mantenida con el medico, felizmente tambiEn
deportado, quicn conocTa dc nombrc a Mandeistam. El
medico dijo quc fuc imposibie salvarle la vida a causa de
su increibie extenuación. Esto se confirma con ci testimo-
nio dc Kazarnovski respecto al tcmor de Mandeistam por
los alimcntos, aunquc la comida quc daban en ci campo
era tal, naturaimente, que la genre se convertla al poco
ticmpo en una sombra. Mandclstam estuvo solo varios
dias en el hospital y M. habló con el medico inmediata-
mente despuEs dc su muerte.

460
Mandeistam tuvo razOn en dat ci nombre de Ercnburg
al biologo a fin de que le contase sus ñltimos dias. Nm-
gun otto escritor soviético, a excepciôn de Shklovski, se
hubiera atrevido en aqucilos dias a rccibir un mensajero
emejante. Y el propio mensajero no se hubiera atrevido a
visitar a los escritores parias pot micdo de set enviado al
otto mundo pot segunda vcz.
La gente, después de haber cumplido sus plazos de cm-
co y diez aflos de condena, In quc, segün nuestros concep-
tos era to minima, se quedaba habitualmente en el mismo
lugar bicn voluntariamente, hen obligada. 'V permanccia
agazapada en sus remotos rinconcs. Después de la guerra
muchos fueron enviados de nucvo al campo y nuestro léxi-
co, asi coma nuestros conceptos juridicos, se vieron cnn-
quecidos con un nuevo vocablo, povtornik.. Pot esta ía-
zen, entre los condenados al campo en los aflos 1937-38
salvaron la vida muy pocos dc entre los j6venes, que em-
pezaron muy temprano sus andanzas pot Los campos y tu-
ye ocasiôn de habtar . con muy Pecos de los que estuvicron
alit y Ic vieron. Pero su historia se expandio ampliamente
pot los campos y decenas de personas me contaron su vet-
sión sobre la suerte del maihadado poeta. Muchas veces
fui llamada per personas que habian oldo (en su idioma
C50 se llama An sé con certcza) decir que Mandeistam
segula vivo o que llegó con vida hasta los comienzos de la
guerra, que estaba en un campo o, incluso, que habia re-
cobrado la libertad. Algunos dc cntre ellos afirmaban ha-
bet sido testigos dc su muertc, Pero al verme solian reco-
nocer con turbación que lo habian oldo contar a otros que
eran, naturalmente, personas de toda su confianza.
Algunos inventaban historias novelescas acerca de su
muerte. El relato de Shalamov es un tributo rendido al co-
lega y al compañero de infortunio sobre el rnodo de cómo
debió mont y de sus sentimientos en aquel memento. Pe-
ro entre esas fantásticas historias hay algunas que se prcten-
den veridicas y aparecen rodcadas dc multitud de detalles.
Una de dllas refiere que Mandelstam muriô en un barco
que se dirigia a Kolyma. Se describe a continuación cômo
fue arrojado su cuerpo al Océano. Sc incluye en las leycn-
das el relato de clue fue asesinado pot elementos del ham-
pa y también la lectura del Petrarca junto a la hoguera.
Este Ultimo anzuclo fue mordido per muchos debido a su
461
indole poEtica. Hay también historias de tipo realista con
la participaciOn obligatoria de Ins elementos criminales
Uno de Ins más etaborados pertenece at poeta It Una
noche, cuenta R., ilamaron a la barraca y exigicron la pie-
sencia del 4poeta. R. se asustó de los visitantes nocturnos.
,Qué querian de él esa gentuza? Pero los visirantes noc-
turnos no tenian malas intenciones, In Ilamaban con ci
ónico fin de que viese a Otto poeta que estaba agonizan-
do R. encontrO al moribundo, o sea Mande!sram, rumba-
do en un carte. Dcliraba o esraba inconsciente, pero al ver
a R. se recobro de inmediato y se pasaron hablando toda
la noche. A la mañana Mandelstam murk. y R. Ic cerrO Ins
Ojos... Como es natural, en ci relaro no se menciona nm-
gun dato, Pero ci lugar indicado eta exacto: .Vroraia
Riechka,, campo de tránsiro, cerca de Vladivostok. Siutzki
me conto toda esa historia y me dio, incluso, la direcciOn
de R. Le escribI, pero no tuve respuesta.
Todos mis informadores eran personas bien intenciona-
das. Solo una y ea fui sometida a una broma muy cruel,
rayana en ci cscarnio. Ocurrio en Ulianovsk, a comienzos
de la decada de los ahos cincuenra, en vida de Stalin toda.
via. Pot las tardes tome la cosrumbre de visitarme un ral
Tiufiakov, suplente del director del Instituto donde yo
rrabajaba, miembro de la catedra de lireratura. Era invali-
do de guerra y lucia muchas condecoraciones pot so labor
en las secciones politicas del ejército. Era un gran aficiona-
do a las novelas de guerra donde se descubria ci fusila-
miento de un desertor o un cobarde deiante de las filas.
Tiuflakov habia dedicado su vida enrera a la creorganiza.
ciOn de los centros de ensefianza superior. y pot ello no
tuvo riempo de obtener diplomas, ni grados cientIfIcos y
ni siquiera de acabar una carrera. Era ci ererno joven co-
munisra de Ins aflos veinte, el ctrabajador insustituible,.
Desde que Ic hicieron abandonar Ins estudios y Ic encarga-
ron dc una misiOn responsable, su deber era *velar Pot La
pureza ideologica * en los centros de la enseflanza superior,
en caso de la más minima desviacion informaba de ello a
donde correspondla. Lo trasladaban de un centro a otto
con el exclusivo propOsiro de vigilar a los directores sos-
pechosos de liberalismo. Pot ello, precisamente, fue en-
viado a Ulianoysk, aI cargo honroso, Pero extraho, de
esuplenre., antique carecia de todo tiruio para trabajar en
462
on centro de enseflanza superior. Teniamos dos eternos
komsomoles de ese género: Tiufiakov y Glujov; este
apellido habria que conservarlo pan la posteridad, pan
los hijos y nietos quc se dedican a ensehar historia y litera-
- tura. Glujov haba obtenido una condecoracion pot haber
participado en la campafla de expropiación de los kulaks y
ci grado de candidato a doctor por su tesis sobre Spinoza.
Actuaba a las clans: ilarnaba a los estudiantes a so des-
pacho pan indicarles lo que debian decir en la asamblea,
a quién debian denunciar y cómo hacerlo. Tiufiakov tra-
bajaba bajo sordina. Ambos se dedicaban a depurar los
centros de enseñanza superior desde principios de Los ahos
veinte.
Tiufiakov ctrabajaba. conmigo por so propia voluntad,
per encima de sus obligaciones, per distracción y descan-
so, sentia casi un placer estético. Cada dia inventaba una
nueva hisroria: Mandelstam flue frisilado; Mandelstam es-
tuvo en Sverdlovsk y él, Tiufiakov, fue a visitarle al campo
movido por sentitnientos humanitarios. Otras veces me
contaba que lo hablan matado en on intento de fuga,
otras que cumplia nueva condena por un delito comün;
llegó a decirme que lo hablan matado a golpes los delin-
cuentes comunes por haber robado un trozo de pan o bien
que esraba libre y vivIa con otra esposa. En sus versiones
habia también otras: Mandelstam se habia ahorcado hacia
poco, asustado por la carta de Zhdanov que acababa de
set conocido en los campos... Cada una de esas versiones
se me comunicaba con toda solemnidad, me decla que
acababa de preguntar en la fiscalla y esa era la respuesta...
No tenia mIs remedio que escucharle, potque a los soplo-
nes no se les podia echar. Nuestra conversación finalizaba
con las teorlas de Tiufiakov sôbre la literatura: Las mejo-
res canciones son las de Dolmatovski... Lo que mis apre-
do en la literatura es la forma cincelada... Diga lo que
quiera, pero la poesia sin metáforas no puede existir, ni
existiri... El estilo no es tan solo un fenomeno formal, si-
no tambien ideolOgico... Recuerde las palabras de
Engels... No podemos no estar de acuerdo con eiias...
No ha recibido ningUn poema de los escritos por Man-
deistam en el campo? Escribió mucho alit.. .. El enjuto
cuerpo de Tiufiakov se encogia como un muelle. Bajo sus
bigotes cortados al estilo de Stalin, revoloteaba una sonri-

463
sa. Habia conseguido en la clinica del Kremlin la auténti-
ca rala de ginsenf de efectos rejuvenecedores y prevenia a
todo ci mundo Contra los reparados artificiaks: cNo
pueden ni compararse. -
Habia oldo hablar muchas veces de las poesias escritas
pot Mandelstam en ci campo, pero resultaba set siempre
una misuficacion voluntaria o no. Hate poco me enseña-
ran una curiosa colecciOn de poemas teunida de los 41-
bumesv que circulaban en el campo. Son copias bastante
mutiladas de poernas no publicados, donde no figura nm-
gun texto de carâcter politico, tales como La vivienda,,,
pot ejcmplo La mayorIa de ellos provienen de poemas
que circulaban en los afios treinta, Pero fueron anotados
de memoria, Jo quc explica sus numerosos errores Algu-
nos poemas aparecen en sus antiguas variantes, desechadas
pot Mandeistam (pot ejemplo cA la lcngua aIemana).
Otros fueron dictados indudablemente pot ci propio Man-
deistarn, porque jamâs circularon en lista alguna. ePero
flit el mismo quien rccordo su poema, escriro en sus afios
infantiles, sobre Ia crucifixion? En Ins albumes figuraban
algunos versos humorIsticos que yo no tenia, como, pot
ejemplo, eEl cochero y Dantc, pew, desgraciadamenrc en
muy mal estado. Solo los leningradenses podian haberlos
Ilevado alli y su nñmero eta más que suficiente.
Me ensehO esas copias ID., autor tie un relato sobre
nuestra vida, escrito, como se decia en los viejos tiempos,
con Ia csangre del corazOn,. En ese relato se pone de ma-
nifiesto la propia esencia de nuestra desgraciada vida,
aunque hable en ella tie excavaciones, serpientes, ar-
quitectura y sefloriras tie oficina. Una persona que ahonde
en el contenido de ese relaro, no puede dejar tie compren-
der el porqué los campos tie trabajos foezados fueron Ia
Principal fuerza que manruvo el equilibrio en nuestro
pals.
D. afirma que vio a Mandeistam en el periodo de la
cextrafia guerra., es decir, casi un año despues del 27 de
diciembre de 1938, que yo consideraba como la fecha tic
su muerte. La navegación se habia abierto ya y la persona
en quien D. crcyO reconocer a Mandelstam o que lo era,
en efecto, estaba en la expedicion que se ditigia a Koly-
ma. La acción tenia lugar en el mismo sitio: .Vroraia
Riechka, D, que era entonces muy joven, expansivo y
464
vehemente. oyO decir que en Ia expedicion habia una per-
sona apodada icl poeta ' y sintio deseos de verb. Cuando
D. Ic saludO, diciendo: cl-lola, Osip Mandeistam,, ci
hombre rcspondio a so saludo. D. no conocia so patroni-
- mico. El poeta daba la impresión de set un enfermo men-
tal, Pero conservaba, sin embargo, cierta lucidez. El en-
cuentro fue brevisimo: hablaron de la posibilidad de lie-
gar a Kolyma en tiempo de guerra. Luego al viejo —el
cpoeta, en apariencia, tenla más de setenta aims— lo ha-
maron a corner y se fue.
El hecho de que ci -recluso (fuese o no ci verdadero
Mandeistarn) pareciese viejo nada tiene de particular; en
aquellas condiciones la gente envejecia con increible rapi-
dez y Mandelstarn jarnás se habia distinguido pot un as-
pecto juvenil. Siempre aparentO tenet muchos mks afios
de los que tenia en realidad. Pero, cOmo hater coincidir
esos datos con los clue yo tenia? Cabe suponer que Man-
deistam saliO del hospital cuando todos aquellos que lo
conocian fueron enviados ya a los diversos campos y que
hubiera vivido como una sombra varios meses o aflos rnás.
Tal vez fuera algin viejo que se llamase igual que El —en
casi todos los Mandeistani Se repiten los mismos nombres
y, adernas, tienen rasgos sernejantes— y respondiese al
4 sobrenombre de 4poetab y viviese en el campo donde lo
tomaban pot Mandelstarn. Hay suficientes pruebas Para
considerar que la persona que D. encontrO en el campo
fuera el auténtico Mandelstam?
Mis datos socavaron un tanto la seguridad de D., Pero
so reiato creO la confusion en mi animo y ahora ya no es-
toy segura de nada. Existe, acaso, algo que se pueda con-
siderar fidedigno en nuestra vida? Y yo sopesé bicn todos
Los pros y contras de su historia.
D. no conocia personalmente a Mandelstam, aunque en
Moscü tuvo ocasiOn de verb, Pero siempre en los periodos
cuando se dejaba crecer la barha, en cambio el .poeta. de
quien El habia estaba completamente rasurado. Sin em-
bargo, algunos rasgos suyos Ic hicieron recordar a Man-
deistam. Para tenet una seguridad plena eso era, claro es-
tá, muy poco; era muy facil equivocarse Pero D. se enterO
de un detalle muy interesante, aunquc no pot boca del
•poeta. sino de una tercera persona: el destino de Man-
deistam lo decidiO una carta de Bujarin. Es de suponer

465
que en 1938 saiio a fore la carta que Bujarin escribio a
Stalin con motive ic la primera detencion de Mandeistam
y las numerosas notas que nos escribio a nosotros, requisa-
das en aqucila fecha. Esto es más que probable. Y eso lo
podia saber tan solo ci auténtico Mandelstam. Queda, sin
embargo, sin resolver si füe ci misterioso viejo 1 apodado
ci poetaz quien habló de esa carta o bien se Ic adjudicaba
ci relato hecho por un hombre ya muerto por quien Ic to-
maban. Dicho de otro modo la gente que estaba en ci
campo sabla que en ci expediente ' de Mandelstam figura-
ba una carLa de Bujarin, A un viejo, que, quizás, se ha-
mase igual, ho tomaban por Mandeistarn y recordando la
historia de ha carta, se la habian atribuido a! viejo. Es im-
posible averiguar Jo que paso en realidad. Pero hay en (e-
do eso un hecho que me interesa: el rumor sobre Ia carta
de Bujarin. Es el Unico rumor que me IlegO con motive de
la segunda condena de Mandelstam. No en vano, Man-
delstam dijo en la .Cuarta prosa: Mi causa no acabo ni
acabara nunca --- . A base de Ia carta de Bujarin del the
1934, Se revise su causa en 1934, y a base de esa misma
carta, volvio a revisarse en 1938... A continuaciOn vohviO a
set revisada en 1955, Pero quedo sin resolver y tengo la es-
peranza de que vuelva a set revisada alguna yea verdadera-
mente.
Pew, en reandad, qué datos confirman on versiOn de
que Mandelstam murió en diciembre de 1938? La primera
noticia quç tuve de su muerte fue la devoiución del pa-
quete por la .muerte del destinatario.. Pero esto no es su-
ficiente. Conocemos millares de casos en clue los paquetes
fueron devueltos pot ese motive y luego se sabia que ci
destinatario habia side transferido a otro campo y pot dIe
no hiego ci paquete a sus manes. La devohuciOn de un pa-
quete se asociaba siempre con la muerte y para la inmensa
mayorla de la gente esa era la tnica posibilidad de conocer
la muerte de la persona querida. Sin embargo, en el caos
de los campos sobrecargados, Jos cinicos funcionarios de
uniformes militates escriblan lo que se les antojaba. No
era, acaso, lo mismo? Los que se êncontraban detrás dc las
alambradas espinosas ya estaban excluidos de la vida por
el mero hccho de estar aIll y no habia miramicntos con
ellos. Desde Ins frentes de la guerra tambien- ilegaban no-
tificaciones sobre la muerte de soldados y oficiales, cuando
466
en realidad estaban heridos o prisioneros. Pero en ci fren-
tC se hacia pot error y los hombres, rodeados por gente
igual a ellos, gozaban de simpatlas y atenciones. A los
reclusos de los campos, en camblo, se les trataba peor que
a las bestias y las bestias quc disponlan de sus vidas esta-
ban cspccialmente entrcnadas Para pisotcar todos sus de-
rechos humanos. Los paquetes devucitos no podian consi-
derarse como una prueba de que el destinatario hahia
muerto.
En ci certificado de dcfunción, que me fuc entregado.
por la Oficina dc Registros, la fecha indicada tampoco sig-
nificaba nada. Las fechas se ponian al tuntün y miliones
de mucrtes se hacian coincidir conscientemcnre en an
mismo periodo, el de Ia gucrra, pot ejemplo. Era muy có-
modo Para la estadIstica que las muertes ocurridas en los
campos coincidieran con las producidas en ci campo de
bataila... Dc ese modo se velaba la panorámica dc las
rcpresiones y a nadic Ic importaba descubrir la vcrdad. En
ci periodo de Ia rchabihtación se hacian coincidir, casi mc-
cánicamentc, las fechas de las rriucrtes con los aflos de
1941, 42 y 43. Asi, pucs, ec6mo creer que la fecha que fi-
gura en el certificado es la auténtica? J quién hizo corrcr
ci rumor en cI cxtranjcro de que Mandeistam, que estaba
en un campo próximo a Voronezh, fue asesinado por los
alemanes? Es evidente quc algün dipiomático o escritor
progresista, acorralado a preguntas por los extranjeros que,
segün expresión de Surkov, se inmiscuycn en lo quc no
deben, pudo haber echado la culpa a los alemancs; cso era
sencilio y comodo...
En ci certificado de defunción de Mandelstam se indica
quc su muerte fuc anotada en ci Libro de Registros en
mayo dc 1940. Esto es, quizás, lo ünico real dc que dis-
pongo. Cabe creer que si estuviera vivo no to habrian ano-
tado como muerto, aunque tampoco en cso se poSe te-
net absoiuta scguridad. Supongamos quc hubiera interce-
dido a favor de Mandelsram alguicn como Romain
Rolland, a quien Stalin aprcciaba, solicitando so libera-
ción. Habia casos en que la genre era hberada por alguna
intervcnción del extranjero a su favor... Es posible que
Stalin no quisicra soltarie o no hubiera podido a causa de
las torturas sufridas en La cárcci... En este caso, nada costa-
ba dcclarario muerto y dandomc ci certificado de defun-

467
ción en mano, convertirme en ci pottavoz de la mentira
oficial. ?Por qué a ml se me din ese certificado de defun-
ciOn cuando a otras no se lo daban?
Y si, en efecto, Mandeistam muriô antes de mayo de
1940, supongamos quc en abril, D. podia haberie visto y
el viejo 4pocw set él. -
Se podia confiar en Ins testimonios de Kazarnovski y
Jazin? En la mayorla de los casos, Ins recluses casi nunca se
acuerdan de las fechas. En aquella vida monétona y de-
mcncial ci tiempo se borra. Kazarnovski pudo haberse
marchado —sigue sin saberse cuándo y cômo sahó del
campo de trinsito— antes de que Mandeistam saliera del
hospital. Los rumores de su muerte tampoco demuestran
nada: Ins campos viven a base de rumores. Tampoco ten-
go la fecha de la conversación de M. con ci medico.
Podian haberse visto uno o dos aflos despues... Nadic sa-
be nada. Nadie sabrá nada de lo ocurrido dentro de las
alambradas, ni fuera de ellas. En la terrible promiscuidad
de los campus, donde Ins mucrtos con una chapa atada al
pie yacian junto a los vivos, nadie podra aclarar nunca na-
da.
Nadie lo vio muerto. Nadie lavo su cuerpo. Nadie lo
coloco en ian ataud. En su febril delirio Los mártires de Ins
campos no saben distinguir el tiempo, no diferencian la
reandad de la ficcion. Los relatos de esos hombres no son
mIs fidcdignos que cualquier otra narración sobre el cal-
vario humano. Y los Pecos testigos que se han conservado
—y D. es uno de ellos— no tuvieron la posibilidad de ha-
cer un trabajo de investigación y anahzar en ci mismo lu-
gar todos los datos, a favor y en contra.
Solo se una cosa: Mandelstam dejo de sufrir; su vida cit
mártir acabO en alguna parte. Asi termina toda vida. An-
tes de mont, yacia sobre una tarima y en tomb suyo pulu-
laban otros condenados. Probablemente esperaba un pa-
quete. No se In entregaron o no IlegO a tiempo. El pa-
quete fue devuelto. Para nosotros fue la prueba y la noti-
ficacion de su mucrtc. Para él, clue esperaba el paqucte,
su ausencia significaba la muerte de todos nosotros. 1 to-
do cso habla ocurnido porquc un hombre bien cebado,
con uniformc militar, entrenado Para exterminar a otros
hombres, cansado de buscar en Las listas interminables
que cambiaban continuamente un nombre de dificil pro-

468
nunciación, borré de un trazo La dirección y escribió en la
hoja correspondiente in más sencillo que se le ocurriô:
devuelto pot la muerte del destinatario.. El paquete vol-
viO a mis manos y yo que rezaba para quc terminasen sus
padecimientos, me tambaké ante la ventanilla cuando la
ernpleada de correos me comunicO esa ültima e inevitable
buena nueva. -
Y despues de so muerte —no seria antes de ella?— vi-
vió en las leyendas de Los campos como un viejo dernente
de setenta ahos con una escudilla para corner gachas, que
en tiempo habia escrito poemas y quc por ello se apodaba
el poeta. Y otro viejo —no serla el auténtico Mandels-
tam?— vivia en ci campo Vtoraia Ricchka ' y estaba
incluido en la expedición destinada a Kolyma y muchos
consideraban que era Osip Mandelstam y yo no sé quién
era éi.
He aqul todo cuanto sé sobre los ültimos dias, La enfer-
medad y la muertc de Mandeistam. Otros sabcn todavia
menos sobre ci fin de sus allegados.

Un relato mds

Sin embargo, se algo mks. El convoy saliô de Moscü ci 7


de septiembre de 1938. L., on fisico que trabajaba en un
centro de ensehanza superior de Moscü que fuc totaimen-
tc diezmado pot Stalin, porque all1 trabajaba ci hijo de
un hombre a quien éì odiaba, iba en esa expedicion. Me
pidio que no citara so hombre: iParcce que ahora no
puede pasar nada, pero 1 qui6n sabe Pot eso Ic ruego que
no me nombre ... .. Ese fIsico me contô que estuvo deteni-
do en la cárcel de Taganka, otros procedlan de Lubianka y
de Butyrki, a donde los trasladaban poco antes de format
la expedición. Ya en el tren supo que iba en La expedición
Mandeistam. TJno de los compafieros de L. cnfermó du-
tame el viaje y lo lievaron a un vagón que hacia las veces
de hospital donde aislaban a los enfermos. Dc regreso en
ci vagón, Ic contó que se encontrô alit con Mandelstam.
Segün contó, Mandeistam se pasaba acostado todo ci
tiempo, con La cabeza cubierta pot una manta. Tenia alga
469
de dinero, y en las estaciones, los guardias Ic cornpraban a
veces una barra de pan. Mandeistarn la paula en dos y da-
ba la otra mitad a su compafiero pew no comIa su pane
hasta no haber visto pot una rendija de la manta que su
companero ya se habia comido su pane. Entonces SC Sen.
taba y comla. Le persegula ci temor de set envenenado,
esa era su enfermedad, y se dejaba mont de hambre, pues
no comla nada de In que les daban.
Liegaron a Vladivostok a mediados de octubre. El cam-
p0 de .Vtoraia Riechka estaba terriblemente superpobla-
do. No habla donde alojar a ins recién liegados. Sc les or-
den6 instalarse al aire libre, entre dos uilas de barracas. El
tiempo era seco y L. no tenia prisa pot meterse en ci inte-
rior. Sc habia dado cuenta de que en las letrinas (y cómo
eran esas letrinas en las condiciones del campo puede uno
imaginarseio) habia siempre hombres senados en
cuchillas, semi desnudos, dedicândose a exterminar los
piojos de sus ropas ya convertidas en andrajos. Pero el ti-
fus no habia comenzado ain.
Dias despues, los recién lkgados fueron enviados a pa-
sar por una comisión constituida pot representantes de los
dirigentes del campo de Kolyma, AllI se estaba conscru-
yendo y necesitaban mano de obra de primera categorla,
Pero no era fácil encontrar gente sana entre esa muche-
dumbre de hombres agotados pot Ia cárcel, los intetroga-
totios nocturnos y los emétodos simplificados.. Muchos
quedaron excluidos, entre ellos L. No tenia más que trein-
ra y dos ahos, Pero de niño se habla row una pierna. La
descarga del campo se efectuaba con gran lentitud y
nuevos convoyes tralan cada vez a centenares o, tal vei,
millares de hombres hambrientos, sucios y semi salvajes.
L. se formé una Clara idea aproximada de los efectivos del
campo. Estaba dotado de espirku matemâtico, que sabia
analizar, recordar y registrar todo cuanto habla visto en el
transcurso de sus veinte ands y pico de permanencia en
campos de trabajos foriados. Pero sus conocimientos ja-
más serán patrimonio de la gente porque cansado de set
un recluso no confia en nadie ni en nada y solo anhela la
Paz; vive entregado a su nueva familia y todo el sentido
de la existencia esta concentrado para él en su hija, el ülti-
mo consuelo y alegrIa de ese hombre ya mayor y enfermo.
Es uno de Ins mejores testigos de su tiempo, pero no data
470
ninon testimonio Hizo una excepciOn para ml. En gene-
ral, de su encuentro con Mandeistam, que It impresionO
mucho, habló aiguna vez en ci campo y tambiEn después
de su libcración. No Ic pregunté, y debi hacerlo, si la Co.
misiOn de Kolyma cxigiO durante mucho tiempo solo
hombres sanos, si no se contentaban después con cual-
quiera para dade de baja una vcz agotadas sus ültimas
fuerzas. La calidad del trabajo humano podia sustituirse
pot su cantidad.
Empezaron las iluvias y fue preciso batirse para en-
contrar an sitio en las barracas; esas luchas se entablaban a
cada momento. En aquëi entonces. L. ya era jefe de una
brigada de sesenta hombres. Sus obligaciones consisoan
tan solo en la distribuciOn de la raci6n de pan pero cuan-
do cmpezO a hover, su brigada Ic exigió que consiguiese
aigün local. L. Its propuso que buscasen en la recimara de
las barracas por Si habla algo aprovechable. Los hombres
mâs enérgicos —ha energia, la mayor parte de las veces,
dependia de la edad— y fuertes preferian las rccámaraS,
habia en ellas menos genre y ci aire no estaba tan viciado.
En ci invierno, naturalmente, tendrian quc abandonarlas
para no helarse, ni quemarse junto a los tiros de humo,
pero nadie pensaba en el invierno: Jos recluses pensaban
11 mente en los objetivos inmediatos. Metidos per las
no es en ha recámara, podrian ganar unas semanas de re-
lativa libertad.
Poco después hahlaron un desvãn adecuado donde se
habian instahado cinco delincuentes comunes, aunque era
lo suficicntementc grande para triplicar su nümero. L., en
compahia de varies camaradas, hizo una exploraciOn. La
entrada estaba ccrrada con unas tablas claveteadas. Una de
ellas cedio a la presiOn y L. la arrancó, encontrandose hen-
te a frente con ci representante de los comunes. L. ya se
disponia a batirse, cuando ci ocupante se prescntO cortés-
mcnte: * Arjanguelski ... '. Entablaron conversaciOn. Resul-
tO que el jefe del campo habla cedido ese desvân a Arjan-
guelski y a sus compafieros. L. Ic propuso que visitaran
juntos at comandante, a ho cual Arjanguelski accediO
amablemente. El comandante natO de reconcihiar ambos
bandos. Tal vez sintiese respeto per L. quien no tuvo
miedo de cnfrentarsc a los comunes o tal vez lo considera-
se como uno de ehlos. Les dijo: 4JebEis tenet en cuenta la
471
situación... hay quc apretarse... crisis de vivienda... z'. Ob-
tenido ci triunfo, L. rcgresO a donde estaban sus compa-
fleros Para elegir entre cilos dicz personas a fin de insta-
larias en ci dcsvân, Pero elios hablan cambiado de opiniOn
y no q uertan vivir con los delincuentes comunes. iLcs ro-
harlan! L. tratO de convencerles: nada tenlanque pudiera
set robado y por su nOmero serian ci dobie que ci de los
harnponcs, pero clios prefiricron quedarse baja ci ciclo ra-
so. Pero L. ganO un nuevo amigo: cuando se velan se salu-
daban siempre; esos encuentros se produclan casi siempre
en ci centro dc] campo donde habia una especie de merca-
do de cambio y y enta y estaba lieno de reciusos,
Un dia, Arjangueiski Ic invitO a pasar la tarde en ese
mismo desvan Para olr unos poemas L. no temia clue Ic
robasen: lievaba durmiendo varios meses sin desvestirse y
sus andrajos no tentarian a ningün iadrOn. Solo conserva.
ba un sombrero, pero eso no tenla ningün valor en ci
campo, Sintia curiosidad pot saber de qué poemas se tra-
taba y fue.
En ci dcsvan ardia una vela y en el centre., sobre un to- to-
nel
ne que hacia de mesa, se velan unos bates de conservas
abiertos y pan blanco. Para los hambrientos reclusos era
un festin inconcebibic: se alimentaban de sopa de lentejas
y en cantidades insuficientes. Para el desayuno ics daban
un medio vaso de caido muy clara...
Un hombre, con ci rostro cubierto de barba bianca con
un abrigo de cuero amarillo estaba sentado cntre Ins de-
lincuentes comunes. Recitaba poeslas. L. reconociO esos
versos: era Mandeistam. Los comunes ofreclan al poeta
pan y conscrvas y éi comia tranquilamente: al parecer solo
tenla miedo de la comida clue Ic daban en ci campo y a
los que se la daban. Le escuchaban con el más profundo
de los silencios, a vcccs Ic pedian que repitiese y éi
repetla.
Despues de esa velada, cuando L. lo vela se Ic acdrcaba
siempre. Sc hicieron amigos. L. observo que Mandelstam
o bien padecia de mania persçcutoria o de ideas fijas. No
solo ternia set crivenenado, pot In cual Sc dejaba mont de
hambre, tcmia tambien a las inyecciones... Cuando toda-
bia estaba en libertad, habia oldo hablar de esas miste-
riosas inyccciones interna.s quc privaban al hombre de vo-
luntad para obtcner de El toda la información precisa. Ig-
472
norabamos, ciertamente, si esos rumores muy extendidos
en Ins afios veintc, tenian algün fundamenco. Además es-
taba entonces en baga una palabra terrible: •socialmence
peligroso y en la mente enferma de Mandeistam se habla
mezclado todo. Se imaginO que Ic hablan inoculado la ra-
bia pan hacerlo efectivamente cpeligroso * y librarse de él
In antes posible. Habla olvidado clue en nuestro pals
sabIan librarse de La genre sin necesidad de vacunas...
L. no entendia nada de psiquiatrIa, pero sentla grandes
descos de ayudar a Mandeistam. No se puso a discutir con
€1, pero fingiO creer que hacia correr conscientemente y
con determinado fin los rumores de que padecla La
Arabia.. Tal vez 10 haeIa pan que se apartaran de El...
•Pcro a ml no quiere usted asustarme., le dijo L. Su astu-
cia dio resultado y con gran sorpresa soya, Mandelstam
dejO de hablar de las inyecciones y de La rabia.
En el campo de tránsito no obiigaban a trabajar, pero al
lado, en un territorio destinado a Ins delincuentes comu-
nes (de acuerdo con ci reglamento los condenados por ci
artIculo cincuenta y ocho coma genre .socialmenrc peli-
grosa' tcnIan cl ue estar aisiados de todos los demas, pero
ci reglamento no Sc cumpila pot La superpoblaciOn del
campo) se trabajaba: descargaban unos materiates de cons-
ucciOn y los lievaban a otra pane. Los clue trabajaban no
gozaban de ninguna venraja, ni siquiera les aumentaban
La raciOn de pan y sin embargo habla voluntarios pan el
trabajo. Eran aquellos clue estaban hartos de estar encerra-
dos en el campo, de dat vueltas en mcdio de una muchc-
dumbre enloquccida y semisalvaje. Querlan escapar aun-
que solo fuese at terrirorio contiguo, menos poblado, y
prolongar de ese modo ci pasco. Los jOvenes, además, des-
puês de una Larga permanencia en la cárcel necesitaban
hacer ejercicio fIsico. Más tarde, agorados par ci trabajo
sobrehumano de Ins campos regulates no se ofrecian vo-
lunrarios para ninon grabajo, como es natural, pero ese
era un campo de rránsito.
Entre los voluntarios estaba L. Su inimo no decala.
Cuanto más insoportables eran Las condiciones, más fuerte
se hacia su voluntad de vivir. Caminaba pot ci campo,
apretando fliertemente los dientes y se repetia cozuda-
mente a 51 mismo: iLo veo todo, In sé todo, pero ni si-
quiera cso es bastante para clue me marerm. Todos sus

473
pcnsamicntos estaban dirigidos a un solo fin: no permitir
quc lo aniquilen, conservarse vivo pese a todo. Conozco
bien ese sentimiento porquc tanibien yo, In mismo que
éi, vivi apretando los dientes casi treinta afios. Pot csa ra-
zon sicnto un enorme respeto por L. Se lo que costaba vi-
vir en condiciones normaics y El sc habia plantcado esa di-
ficilIsima tarea en un campo de trabajos forzados en ci
año 1938 y no rcnunció a ella durante todos aquellos
tcrribies aöos. Rcgreso en 1956, enfermo de tuberculosis y
con ci corazón en mal estado, pero regresó pesc a todo; su
psique petmancció inaiterada y conserve la memoria, que
era mejor de la que tenia la mayor parte de la gente que
conscrvO la libertad.
Como ayudante para ci trabajo, L. se llevo a Mandeis-
tam. Era posible hacerlo porquc en el campo de tránsito
no existian normas de rendimiento y ci propio L. no pen-
saba fatigarse demasiado. Cargaba en unas angarillas una
o dos picdras, ]as lievaban a unos quinientos metros de
distancia y se sentaban a dcscansar, En ci camino de vuci-
ta, L. lievaba las angarillas. Un dia, cuando descansaban
sobre un montón de piedras, M. Ic dijo: 'Mi primer libro
se titula ''La piedra" y ci ültimo tambiEn seth una
piedra ... .. L. recordo esa frase, aunquc ignoraba los
tItulos de sus obras; interrumpió su relato pan preguntar-
me: .Es verdad que so libro se Ilamaba ''La piedra"? Sc
sintió muy satisfecho cuando yo se lo confirmE, porquc asi
comprobaba una y ea más su memoria.
Librcs de Ia muchedumbre, en un territorio relativa-
mente ampho y iibre de los delincuentes comunes, ambos
recobraron Ins ánimos. El relato de L. exphca una frase de
la ültima carta de Mandclstam. Dice en ella clue saLio a
trabajar y que eso le ha animado. Todos afirmaban que en
un campo de trânsito no obligaban a trabajar y yo no
podia comprender de qué se trataba. Esto Se aclaró gracias
a L.
A principios de diciembre una epidemia de tifus hizo
estragos y L. perdio de vista a Mandelstam. Los respon-
sables del campo tomaron enCrgicas medidas: los deporta-
dos fueron metidos en barracas en donde habian quedado
libres numerosas plazas de Ins que cayeron cnfermos, y
encerrados con have, no ics dejaban salir a ninguna pane.
Por las mañanas abrian las barracas, sacaban las cubas y los
474
sanitarios median la fiebre a todos. Estas medidas profilâc-
ticas no conducian a nada, como es natural, y la enferme-
dad segula matando a la gente. Los enfermos eran trasia-
dados a lugares incomunicados sobre los cuales circulaban
espantosos rumores. Los hombrcs se asustaban mutuamen-
it con relatos sobre elios. Se consideraba que de alli nadic
salia con vida.
En las tarimas colocadas en ties pisos, L. consiguiô ocu-
par la del mcdio, quc se consideraba La mejor, porquc en
la de abajo habia siempre mucho ajetreo y en la superior
se asfixiaba uno: ci bochorno era insoportable. Pasados
unos cuaruos dias, L. sintio escalofrios. Para entrar en ca-
lot propuso al vecino de la tarima superior que cambiasen
de sitio. Fueron muchos los voluntarios. Pero en La tarima
superior siguió teniendo frio y comprendió que tenia ci ti-
fus. Una sola idea Ic embargaba: pasar la enfermedad en
la barraca y no permitir que lo Ikvasen a la barraca inco-
municada de los infecciosos. No se ponia bien ci termó-
metro y consiguió engafiar varias veccs a los sanitarios. Pc-
to la fiebre era cada vez más alta y una vez no pudo sacu-
dir bien ci tcrmômetro, so engaflo fue descubierto y se to
llevaron. En ci pabellôn de infecciosos Ic dijeron quc aca-
baba de pasar por all! Mandeistam. No habia tenido tifus.
Los medicos, tambien deportados, Ic habian tratado bien
Ic consiguieron, incluso, una pelliza. Tenian un exce-
dente de ropa heredada de los que morian, y la genre
mona all1 como moscas. En aquci entonces, Mandetstam
estaba muy necesitado de ropa pues habia cambiado su
abrigo de cucro amarillo pot kilo y medio de azcicar que
no tardaron en robarle. L. prcguntó qué habla sido de
Mandelstam, pero nadie supo rcsponderle.
L. paso varios dias en la barracá de los infecciosos hasta
que los medicos diagnosticaron que tenIa tifus. La Lleva-
ron entonces al hospital que rcsultO ser bastante deccntc
en ese campo, de dos pisos y bastante limpio. La dedica-
non a los enfermos de tifus. Pot primera vez después de
muchos mescs pudo acostarse L. en una cama con sabanas
y la enfermedad se tonnó en descanso y en la duice sensa-
ciOn de un confort increible.
Al salir del hospital, L. se entcrO de que Mandelstam
habia muerto. Esto sucediO entre diciembre de 1938 y
abril de 1939, porque en esa fecha L. fuc enviado ya a un
475
campo regular, L. no hablo con ningün testigo de su
muerte y lo sabia pot nimores. El era un hombre digno de
fe. pero es dificil juzgar a sus informadores. Su relato con-
firma, a! parecer, Jo dicho pot Kazarnovski sobre la rápida
muerte de Mandeistam. Dc todo esto saco una conclusion
más como ci hospital estaba dedicado exciusivamente a
Jos cnfcrmos de tifus, Mandelstam sOlo pudo dormir en Ia
barraca dc los infccciosos y ni siquicra antes de mont pu-
do descansar en una cama cubierta con una horrible pero
maravillosa sabana hospitalaria.
No hay ningán lugar donde pueda hacer avcriguaciones
y nadie hablarl conmigo sobre csto. Quien removerá to-
dos esos horribles asuntos pot un Mande!stam quc no
puede publicar siquiera on !ibro?... Los que han perecido
pueden estar contentos de su rehabilitacion pOsruma o,
pot Jo menos, de que se hayan detenido sus expedientes
por ausencia del cuerpo del deliro. Incluso los certificados
en nuestro pals suelen set de dos clases, sin ninguna nivc-
laciOn, y la de Mandeistam pertcnece a la segunda... Pot
eso sOlo puedo reunir mis escasos datos y hacer conjeturas
sobre cuándo muriô Mandeistam. Y hasta la fecha me sigo
diciendo quc cuanro antes l!egue la muerte, mejor. No
hay nada mis terrible que una muerte lenta. Mc horroriza
pensar que en ci momenro que supe clue habia muerto El,
tal vez, aün vivia y que en cfecto, marcho a Kolyma. No
se ha podido establecer con certeza la fecha de su mue#
Y no está en mis manos la posibilidad de hater algo mis
para fij aria.

476
Apmn dices
Apéndice A
Nadiezhda Iâkovlievna Mandelj-ianz (1899-1980)

rJi

Sc sabe muy poco sobre Los primeros afios de vida de la


aurora de cstas memorias. NaciO en la ciudad de Saratov
el 31 de octubre de 1899. Su padre, Iakovjazin, se trasla-
do poco despues a KIev, ciudad en la cual transcurre la ju-
ventud de Nadiezhda Iákovlievna. Su madre era doctora,
pero se ignora la profesion de su padre. Su familia goza-
ha, evidentemente, de buena situaciOn econOmica. Na-
diezhda Iakovlievna credo en un ambiente culto e
instruido. Dc joven se sinriO atraida pore1 arte, en particu-
lar por la pintura y fue alumna de la conocida pintora
Alexandra Ekster, de Kiev. Después de la muerte de su
marido, Nadiezhda Iâkovlievna obtuvo en 1956 ci grado
de candidato a doctor en ciencias fliolOgicas. El tema de
su tesis, escrita bajo la direcciOn del relevante crudito Vik-
tor Zhirmunski, se titulaba .FunciOn del acusativo en Ins
monumentos poéucos angIo-sajones. En la decada de los
ahos 40 y 50, Nadiezhda Iikovlievna dio clases de inglés
en muchas escuelas provinciales de la URSS. En 1956 se Ic
permitiO regresar a Moscü, donde comenzO a escribir ]as
memorias que consrituyen este volumen.

479
Os:jO Emf/jevjc/, Mande/stam (1891-1938)

Osip EmIiievich Mandeistam naciô en Varsovia en


1 891, pew siempre considero a Petersburgo como su
patria chica, ya que su familia se traslado alli poco des-
pués de su nacimiento. Su padre era negociinte en pieles
y su madre, profesora de müsica, oriunda de Vilno,
procedia de una familia de intelectuales judios. Finaiiza-
dos sus estudios en ci ceicbre Instituto de Tenishev, Man-
deistam estudia en la universidad de Petershurgo. En su
juvenwd visitó varias veces Europa y paso ci invierno de
1 909-1910 en Ia universidad de Heidelberg.
Sus primeras tentativas poéticas datan de 1910 cuando
se adhiere al grupo de poetas acmeistas, de cuyo sindico,
Gumiliev, era amigo. Tambien entonces conoce a Ma Aj-
mátova que se convierte despues en su mejor amiga. Ana
Ajmâtova, muerta en ci año 1966 en MoscU, descmpeoa
un gran papel en las memorias de la viuda del poeta.
En Ins aiThs de la primera guerra europea, Mandeistam
reside preferentemente en ci sur: en Crimea y ci Cáucaso.
En visperas de la guerra publica su primer hbro dc poesla,
.Piedra, quc Ic dio fama en los estrechos circuios litera-
rios de la capital. Despues de la guerra, regresa al none
con un nuevo voiumen: .Trisua., 1922, que Ic hate set
conocido pot ci gran publico. En 1928 se puhiico una
antologla de sus poesias (.Poesias), un libro en prosa (cLi
sello egipcio.) y una recopiiacion de sus mejores articulos
criticos (.Sobre Ia poesla.). Todd ello nos permite conside-
rat ci On 1928 como la cumbre de su carrera hteraria. Pe-
ro esa carrera Cs, en muchos sentidos, relativa e inciuso fic-
ticia: mucho antes de cilo, a principios yade la década del
20, ias relaciones entre Mandeistam y las editoriaics e ins-
tituciones estataies habian empezado a deteriorarse gra-
dualmente. Mas ci relato de ello y del ulterior destino del
pocca lo hailará ci lector en ci presente hbro.

- Palabra romada dcl griego &LT7, qua significa puma cresca, expan-
sión. (N, dc Ia T.).
480
Apindice B
Note sabre movimientos /üerarios y organizacianes

En ios veinte años clue precedieron a la Revolucion de Octubre,


Ia literatura rusa, reaccionando contra Ia tradición realism del si-
glo xix, atravesó un periodo de fermcnto conocido a veces como
Ia Edad de Plata, cuya caractcristica mis destacada era la re-
surrecciôn de la poesla, que en la segunda mitad del siglo XIX Se
habia visto eclipsada casi totalmente pot la prosa.
El primero y mis influyente de estos movimientos fuc ci de los
simbolistas (desarrollado aproximadamente entre 1894 y 1910)
los cuales, como seliala Nadiezhda Mandeistam, transforman los
criterios estéticos del pQblico ruso. Su precursor fue ci filosofo re-
ligioso y poem Vladimir Soloviev y entre las figuras sobresalientes
se cuentan Valeri Brinso y , Viachcslav ivanov, Alexander Blok y
Andrei Rely. ijentro del simbolismo habia difcrcnrcs tendencias
pero su punto comlin era una biisqueda de otro mundo: la poe-
sIa era, a menudo, un vehiculo de perccpciones mIsticas a las que
solo se podia aludir mcdiantc un lenguaje cimbolico..
Los acmeIstas eran miembros del Ilamado Taller de poeras.,
fundado en 1912 pot Nikolai Gumiliev y Sergei Gorodctski en
oposiciOn a los simbolistas. Su intenciOn era restablecer la auto-
nomia del lenguaje poérico rechazaban ci tmisticismo, y busca-
ban precision y claridad en el lenguaje. Ajmitova y Mandebstam
fueron los acmeistas mis destacados. Como grupo organizado los
acmeistas sOlo existieron hasta 1914.
Otto movimiento iruportante lanzado en 1912 fue ci futuris-
ma, que era también una reacciOn contra e1 simbolisrno. Los fu-

481
turistas (cuyos miembros más importances fueron Vladimir
Maiakovski y Vehmir Jlébnikov) adoptaron la tccnologia mo-
derna y en su pocsia tendIan a introducir neologismos y palabras
de argot o de su propia invcncidn. Atraldos tcmperamentatmen-
te pot la rcvoluciOn, la mayoria de ellos era vanguardista tanto en
politica como en arte. Pot esta causa flzndamentalmcntc ci fliru-
rismo fue ci 6nico movimiento Iiterario quc sobrevivio a la Rcvo-
lucion de Octubre, constituyéndose en 1923 en ci ilamado Prentc
de lzquicrda (LEE) y prociamandosc como la Unica voz auténtica
del nuevo regimen.
Esta pretension fue rcchazada con Cxito pot la AsociaciOn Rusa
de Escritores Proletarios (RAPP), flindada en 1925. Aunque p0-
(05 dc sus miembros cran verdaderos proietarios pot su origen so-
cial, los miembros del RAPP come Leopold Avcrba, y Ale-
xandr FadCicv afirmaban que la literatura debla tenet csencial-
mente la misiOn dc servir a los interests del proletariado, la
nueva ciase dirigentc, y de reflejar su ideologia.. De 1929 a
1932 la RAPP disfrutO del apoyo del Partido y ejcrciO un poder
dictatorial sobre la literatura. Sus jcfes eran fanaticos convencidos
que aplaudieron los rigores del Primer Plan quinquenal y de Ia
colecrivizaciOn: ci .Libcraljsmo, relative tic la NPE (Nueva Politi-
ca Economica) les habia parccido una traición a las promesas de
la Revolucion.
En la 'inca de csc diberalismo., el ComitC Central del Partido
habia publicado en 1925 una famosa rcsolucion, redactada, al
parecer pot Hujarin, proclamando su neutralidad, pot ci momen-
to, entre Ins grupos hterarios en oposiciOn. En esta atmOsfcra dc
rclativa toierancia, la mayor pane de Ins cscritores pudo prose-
guir rncdiados Ins afios veincc, con independencia dc so .clasei
de origen, su actividad como compañeros tie viaje, nombre que
les habIa dado Trotski. Los .compaeros de viaje., que formaron
ci gi-upo más importante de escritores soviCticos en Ins dica pri-
mcros afios cras La RevoiuciOn, debian dat su plena aprobaciOn at
nuevo regimen Pero no sc les exigia todavia un compromiso con
€1 en su trabajo.
Algunos tic estos escritores, que habian formado en 1921 un
grupo liamado los cHermanos Serapion. (Mikhail Zochtchenko,
Konstantin Fedin, Nikolai Tijonov, etc.) trataron de que 'a tire-
ratura fliera indcpcndiente de todo compromise poli t ico y so-
cial, Pero csta postura Sc hizo cada yea más insostenible hacia
ci final tie Ins a?ios vcinte. Los Hermanos Scrapion se habian
aliado con los formalistas (Viktor Shiovski, Viktor Jirmunski,

482
etc.). una escuela nueva de crItica literaria que se ocupaba princi-
palmente de Los problemas de Ia forma en ci proceso aitistico.
Hacia ci final de los ahos veinte, los formalistas sufrieron fuer-
tes ataques y ci formalismo se coflVlrtiô en on t&m!flO peyorativO
P ara designar cuaiquier intento de separar Ia literatura de [as
funciones politicas y ceducativas' que queria imponerle ci Patti-
do.
En 1932, Stalin hizo de esas funciones una obligaciôn suprç. -
ma, decretando brutalmente la disolución de todos los grupos
terarios existences, incluida la RAPP. A partir de ese momento,
rodos los escritores deblan afihiarse a la Union de Escritores
viéticos, máquina burocrática destinada a importer un control ri.J
guroso sobre la actividad literaria. La doctrina del crealismo socia
listai, proclamada entonces, se hizo obligatoria pan todos los<
escritores clue querian publicar sus obras.
En Ins aflos clue siguieron a Ia muerte de Stalin, hubn un lige-
to relajamiento del control impuesto en 1932 (y reforzado des-
pués de la segunda guerra mundial pot on cierto nümero de
decretos con lo clue Sc asocia ci nombre de Zhdanov), pero los
escritores siguen sin poderse manifestar legalmente más que
dentro del marco administrativo e ideoiOgico general estabiecido
bajo Stalin.

483
Apéndice C
Poema esenlo por Ana Ajmd;ova tras su thita a Mandelseam
en Voronezh (1936)

Voronezh
'1 Ia ciudad sc ycrguc enccrrada en hiclo:
Un pisapapelcs dc árboles, muros, nievc.
Pho timidamente cristales dc roca;
Ins trincos pintados se deslizan sobre sus surcos.
La estatua de Pedro en Ia plaza seflala
cuervos y chopos y una cpuIa verdosa
lavada, sembrada de polvo solar.
Aqul Ia ticrra riembia todava tras a vieja
batalla que doblcgo a los târtaros.
Dcjad que los chopos eleven sus cálices
en un brindis clue conmueva al cielo,
como miles de invitados de boda que
beben jubilosamente en la fiesta.
Pero en Ia habiracion del poeca proscriro
montan la guardia tan pronto Ia musa como el tcmor,
y la noche cae
sin la esperanza de la aurora'. -

• Los
cuatru óltimos versos ban sido omitidos en Ia edicion soviérica
de la poesia dc Ajmatova

484
Apéndice D
Notas sabre personas mencionadas en ci texto

Adalis (Efron), Adding Yiflmovna poemas a Ia gloria de Stalin.


(1900-1969): Poetisa y prosista. Después de 1956 publicO de
Agranov, Yakov Saülovich nuevo poesia y se ganO rápida-
(?-1939): Chequista quc creó y mente a la joven generaciOn de
dirigió ci .Litkontrol., departa- lectores.
mento de la GPU encargado de Altman, Na/an L47epicb (1869-
la vigilancia de los escritores. 1970): Pincor, autor de un rena-
Participó activamente en Ia pre- to de Ajmácova.
paración de Ins procesos deMos- Amusin, Yos:f Davidovkh: Espe-
cü. Detenido y fusilado to 1939. cialista en hebreo clásico, ha
Ajmätova (Gorenko), Anna An- publicado on tibro sobrc los ma-
drEievna (1889-1966): Gran poe- nuscricos del Mar Muerto.
tisa rusa. Nacida en Odesa, pasó Anderson, Marian: Contralto ame-
Ia mayor pane de su vida en San ricana. Su voz inspirO un poema
Petershurgo (Lcningrado). a Mandeistain en 1936.
Publicé sus primeros versos en Andreiev, Andre: Andriievich
1911 y con su marido Nikolai (1895-1971): Miembro del Ca-
Gumilcv se convirud en una Li- miteCencral del Partido corns,-
gura desracada del acmcismo. So nisra de la Unión Soviêcica de
matrimonio con Gumilev termi- 1920 a 1961.
no en divorcio. So tercer marido, Andronikon (Andronikac/noli),
N. N. Punin y so hijo, In Go- lrakli Luarsahovici, (1908- ):
milev, fueron detenidos en los Historiador y crItico licera,io,
ailos treinta. Ella nunca foe de- Annenski. Innokenti Fedorovich
tenida, aunque durante muchos (1856-1909): Poeca lirico.
aflos no publicO apenas y su obra Ardop, Viktor EjImovich (1900-
estaba virtuatmente prohibida, 1976): Autor de relacos humoris-
como lade Mandelstam. Someti- urns, guiones de cine y piezas
da a presiones inroterablcs y a breves sacIricas.
amenazas de represalias contra Asseiev, Nikolai Nikoldievich
so hijo. en 1952 escribiO varies (1889-1963): Poeta fucurisra,

I
influido per Jlebnikov y Baratinshi, Evguerti Abramorich
Maiakovski, miembro del L.E.F. (1800-1844): Gran poera, con-
Recibió ci premio Stalin en tcmporáneo cit Pushkin. -
1941. Ayudo a aigunos poetas Bedny, Demian (Ejim A. Pndvo-
jóvenes tras Ia muerte de Stalin mi) (1883-1945): Pocta de mocha
pero siempre fue muy confor- en los afios veincc, destacacio pot
m is I a sus sátiras antirreligiosas.
Avvakum, el Arc4'reste (1620- Be/inski, Vissanon Gngoñevich
1681); Adversa,io del Patriarca (1811 . 1848): Publicisra radical
Nikon, se negó a aceptar los critico Iitcrario.
cambios per el introducidos en ci Bely, Andrii 'Both Nikoijievich
rho orrodoxo. Fuc dcstctrado a Bugaiev) (1880.1934): Gran
Siberia con su mujcr. poeca simbolista, novelisca y
Averbaj Leopold Leopôldovich cririco. Como los otros simbolis.
(1903-?): Critico litera,io, fue (as, al principio vela en Ia Revo.
uno de Jos durigentes de Ia Iución cit occubre un significado
RAP.?. y como tal ejerció una mistico.
verdadera dictadura sobre la litc Berdüüer, Nikolai Alexandrov:ch
ratura soviética de 1927 a 1932, (1874 . 1948): CClcbrc filosofo
fccha en Ia Clue cayô en dcsgra- pcnsador ruso, cit tendencia tell.
cia. Ocsaparccio durantc In put. giosa. Expulsado dc Rusia en
gasde 1937. 1922 con orros intelectuales anti-
botcheviques. Sc cstablecio en
Bibel, Isaac Emanuilovich (1894- Paris.
1941?): Gran novelista ruso, cC- Bernshtein, Serguii lgnasievich
lebre per su cCaballeria Roja.. (1892- ): Emincntc lingtiis.
Rcducido at si!encio, como Man. ta, interesado particularmente
deistam. Ajrnatova y Pasternak, por la fonCtica. Grabo en los
en 'Os ahos 30. Fuc detenido en años veinte In voces de Blok,
1939. Maiakovski, Essenin y Mandels-
Bach, Alexii Nikolaievich ( 1857- cam. Su hermano Alejandro (Sa-
1946); Bioquimico. premiado nia). nacido en 1900, cscribiô
con ci premio Stalin en 1941. obras de Iiccracura popular.
Bag nisky (Dzhubin), Eduard - Bezymenskz, Alexandr Ilich (1898-
Gueo rgie rich (1895.1934): Poe- 1973): Poeta soviCtico quest dis-
t2 Cpico y lirico, traductor cit ringuio por su conformismo po-
Burns, de Rimbaud y otros. Tras litico. Put uno dc los dirigentes
babe: scrvido en ci cjCrcito rojo, cit Ia RAP.?.
organizS ci primer circulo Iltera- B/ago:, Dnzitri Dmitrifvic/,
rio .proictacio. en Odesa y en (1893. ): Historiador litera-
1925 se traslacio a Moscü. rio soviCtico.
Miembro cit Ia R.A.P.P. Bhiumkin, YIkov Grigorievich
Bailmoni, Konstansin Dmitrievich (1892. 1929): Socialista revolu-
(1867-1943): Poeta muy demo- cionario de izquicrda, que ascsi
cia a principios cit sigio; cmlgrô no al conde Mirbach, embajador
despuCs cic la Rcvolución y mu- de Alemania, en 1918. Conde-
n6 en Paris. nacio a rnuerte, hit indulrado y
Baltrushaitis, Jurgis Xazimirov:ch se convirtiô en dirigenic cit Ia
(1873-1944): Pocta ruso y Ii- Checa y en ciiscipulo de Trotski.
tu2no, proximo a los simbohstas. Fuc ejecutado en 1929 por haber
Ministro de Latuania en Moscü llcvado un mensaje cit Trotski a
cit 1921 a 1939. Murió en Paris. Turquia pan Ia oposición.

486
B/ok, Alexandr Alexandrov,'cb itatiano que habta emigrado a
(1880-1921): El más importance Rusia a principios del siglo xix.
poeta sixnboiista ruso. En los ph- Autor de un retrato de Mandels-
meros años clue siguictOn a la tam.
Revoluciôn, participô acdva- Bujann, Nikoldi lvdnovich (1888-
mente en In distintas ernprcsas 1938): Miembro del partido
culturates bajo La egida de Lu- boichevique a partir tie 1907, del
nachaiski. Comisario del Pueblo Cornice Central del Pauido Co.
para la lnstrucciôn. munista Soviëtico tie 1917 a
B/ok, Georgui(1888. l962): Primo 1934, y del Potitburó de 1919 a
de Alexandr Biok. Periodista. 1929. Redactor jefe de Izvestia
Bom&ievsk, Valerian B.: Poeta de 1934 a 1937. Expuisado del
clue escribia en Ia revista Partido y detenido en 1937. fuc
cApoto.. Ia figura principal del Oltimo
Borodin, Sergarli Petrovich (1902- gran p1 oceso tie Moscü tic 1938,
1974): Actor tic novelas histori- donde fuc condcnado a 5cr fusi-
cas, la más famosa de las wales lado.
a Omit,1 Don.rko. Ha&a 1941 Bu/gakov, MiyaI/ Afanisievich
usb ci seudônimo de Amir Sat- (1891-1940): Gran noyclisca,
gidzhan. autor de tEl Maestro y Marga-
fink, Quip Maximovich (1888- rita' que se publicó en 1967,
1945): Amigo de Maiakovski. veintisicte años después de su
Asociado inicialmente a los for- muerte,
malistas, conuibuyó rMs tarde a Bulgarin. Faddei (1789-1859):
(rear ci L.E.F. Su mujer Liii, her- Escritor recordado sobrc todo co-
mana tie Elsa Triolet, inspire mo informador dc la policia du-
inuchos poemas de amor a tame ci reinado de Nicolls I.
Maiakovski.
Bn'usov, Valeri Yakovlevich (1873-
1924): Gran poeta y teerico del Cha dale,, Piotr Yakov/evlch
movimiento simbolista. Sc adhi- (1794-1856): Amor de cCartas
riô al Partido comunista en Filosoficas, clue condenan ci
1919. retraso cultural de Rusia y exhor-
Bnodsk, David Gngorievic/, (189 5- tan a integrarla en Ia cradición
1966): Poeta y traductor del curopea. Mandeistam habia
frances (Barbier, Hugo. Rim- publicado un ensayo sobre cste
baud), del Altman (Goethe, escritor.
Schiller), del yiddish y de otras Charente (Sogononian), Eguirbe
lenguas. (1897-1937): Pocu arinenio clue
Brodiki, Youif Alexändrovzch rradujo a Puskiri, Maiakovski y
(1940- ): Uno de Jos mas im- Gorki at armenlo.
portantes poctas tic It joven ge- Chechanovuki, Mark Quipovich:
neración en Rusia. Protegido por Periodista y traductor.
Ajmátova, fue deportado en Cherniak, Robert Msjii/ovich
1964 a la regiôn de Arthngcl por (1900-1932): Artista gráfico.
.parasitismo', Pero pudo regre- Chiche yin, Gueorgui Vail/il rich
sat a Leningrado al alto siguien- (1872-1936): Comisario del
te, gracias al movimiento de pro- Pueblo (Ministro) para Asuncos
testa que Se desencadenó en su Exteriores, 1918-30.
favor. Cbiorn1 Sasha (/ilexandr Mijido-
Brant, Lev Nexmndrnvich: Pintor vich Glik berg) (1880-1932): No-
ruso, descendiente de un Pinter table arnor tic poemas satIricos

487
cuentos. Emigro en 1920 y se 1954): Destacado historiador del
instaiO en Francia, arte y traductor.
Chorene, MoisE.r de: Repucado E:jenbarirn, Boris MiJáilo rich
autor de una historia de Arme- (1886 . 1959): Erudito y critico ii-
nia del siglo v. terario, destacado miembro de la
Chukovrkt Kornei lvänorich escucia formalista miembro del
LEE.
(1882-1869): Eminenre hombre
de letras. Su hijo, Nikolai Kor- Eksler (Grigorovich), Alexandra
Alexandropna (1884 . 1949) Pin-
néievich (1905-1965) flit nove- sofa, discipula de LCger, p2rrici-
lista.
p6 en Ins circulos vanguardistas
Count nay. Jan Ignacy Niecislap, rusos, cuitivando Cl estilo cubista
Random de (1845 . 1929) Desta- C ilustrando libros Para Ins futu-
cado fllologo esiavo, catedrarico ristas. l'ras la Revolucion trabajo
de la Univers j cJad de San Peters- Para el Teatro Kamerny de Mos.
burgo. cO, Pero emigré en Ins allot vein-
ft.
Elsberg, Yakop Yefimovich
Denikin, Anton lvanorrich (1872- (1901- ): Hombre de letras
1947): Coniandarne en jefe del soviCtico, fue secrerario de Ka-
Ej&cato Blanco en ci Sur hasia mdcv, el viejo bolchevique eje-
1920. MuriO en Jos Estados Uni- cutado pot Stalin.
dos de America. Enukidze, Abel Sofronovic/, (1877-
Derzhavzn, Gavn'l Romänorich 1937): Viejo camarada de Stalin.
(J743-1816): Notable poeta ni- secretario del Comite Ejecutivo.
so. Espuisado del partido en 1935,
detenido, juzgado en secrero y
Diki. A/exei Dernsovjc/, (1895- ejecutado en 1937.
1955): Conocido actor y produc- Erdma n, Niko/ai Robertovici,
tot. (1902- ): Dramaturgo. Entre
Dobroliubop, Alex,qndr Mijailo rich sus obras se cuenta .El suicida,,
(1876.1944?) Poera simbolista y Fue detenido dos veces en los
anarquista miscico. Murió pro. abs treinta,
bablemenre duranre Ia Guerra Erenburg, Ilia Gngôrievich (1891-
Civil. 1967): Célebre escritor y pe-
Do/,ru/,ubop Nikolai A/exjndro. riodista soviético, fuc correspon-
rich (1836-1861) Publicisra ra- sal en Europa de Izvestia y viviO
dical. mIs en ci extranjero que en Ia
UniOn Sovietica. Sus memorias,
Do/matovskr, Evgueni Aronovich
publicadas a mediados de los
(1915- ): PoetasoviEticoce. abs sesenra, ofrecen un cuadro
lebre por su conformismo poli- fascinance de Ia vida de los inre-
tico.
lecruales soviCricos. Su novela
Dons bro vskr Yuri Osipovic/, .El deshielo, abrio una primera
(1910 . ): Escricor soviCrico brecha en Ia mitologia estalinis-
que Paso rnuchos alIas en Un ;a. Tras Ia muerre de Stalin,
campo de trabajos forzados. Erenburg se convirtio en defen.
Dzenlnnski, Felix Edmündovich 5cr de Ia liberrad de expresion en
(1877 . 1926); Jefe de Ia Checa, literarura y arre.
Labor, N:kola'i Iva'novicb (1894.
1939?): Miembro del Comite
Efros, Abraham Mdrkovich (1888- Central y jefe de la NKVD hasra

488
1938. Se supone que fue fusila- Gladkov, Fedor V. (1883-1958):
do en 1939. Escriror .prolerario., célebre pox
so novela tEl cemento.,
Fadeiev (Bulyga), ,4lexdndr Gorbunov, Nikolai PetrOvich
AlexAndron'cb (1901-1956): No- (1892-?): Secretaxio ejecutivo del
- vetista soviético. Actor de La jo- Consejo de Comisarios del
yen guardia (1945), considerado Pueblo; virepresidenre de It
to 'a época de Stalin como un Academia Lenin de Agricuirura.
modelo de crealismo socialist, Govt. Máximo (Alexii Maximo.
aunque ci propio Stalin it hizo vichPeshkov) (1868-1936): Gran
publicar una versiOn revtsada en escritor ruso, amigo de Lenin y
1951. Foe secretario general de de Stalin. Hizo mucho pot ayu-
Ia Union de Escritores soviéticos dar a los intelectuales durante la
de 1946 a 1953. Sc suicido en Guerra Civil. Despues de so
1956. muerte. en 1936. Yagoda y ci
Fedan, Konstantin Alexindrovich profesor Plerniev fueron acusa-
(1892-1977): Novelista, impor- dos por Stalin de haberlo asesi-
tame .compaflero de viaje.. Su- nado .médicamente..
cedio a Surkov en 1959 en ci Gnkoviev, Apolon Alexândrovich
Secrerariado de la UniOn de (1822-1864): Poeta y enrico.
Escritores soviécicos - Gronski, Ivan hi ijdilovich
Pet, Afanasi Afanasilvich (1829- (1894- ): Periodisra y- enrico.
1892): Poem lirico niso. Editor de Izvestia de 1928 a
Fi4pov (Fili,rtinthx), Both An- 1934.
drjievich (1905- ): Poem Guershtein, Emma Grigovievna.-
editor emigrado. ColaborO con Lirerata amiga de Jos Mandels-
Gleb Strove en la ediciOn de las rum y de Ajmátova, autona de
obras de Mandeistam en Nueva .El desrino de Lermontov. (Mos-
York. cO. 1964).
Florenski padre Pavel Alexandro- Guertzen, Alexdndr lvdnovich
inch (1882-1952): Matemarico, (1812-1870): Celebre publicista
(tie luego profesor de filosofia de ruso, editor de Ia revista sKolo-
la Academia de Teologia de kol. en Londres.
MoscO en 1908. Se ordenO en Guinzburg, Grigori Rominovich
1911. Deportado a Siberia tras Ia (1904- ): Pianista y profesor
RevolutiOn. en ci Conservacorio de MoscO,
Fürmanov, Dmitd Andrizevich Guinzburg, Lev Mothovich (1901!
(1891.1926): Escriror soviético 1974): Director de orquesta.
celebre pot su novela Chapaiev. Guippius, Vladimir Vasiliévic
sobre Ia Guerra Civil. Fue secre- (1876-1941); Poera e hisroriadon
ra,io de Ia rama moscovita de Ia liccrario; director de la escuela
R.A.P.F. Temishev a la que asistiO Man.
deistam antes de Ia RevoluciOn.
Gapon, Georgi Apollonovich Gumil,ev, Lee Nikoldievich
(1870-1906): Sacerdote ruse que (1911 ): Hijo de Nikolai
organizO en 1903 una asociaciOn Gumiliev y de Ajmitova; hisco-
obrera y dirigiO Ia marcha al Pa' riador y onientalista. Fue dereni-
tado de Invierno ci .domingo do pninlero en 1934 tras ci ascii-
sangriento.., 9 de enero de 1905. nato de Korov y de nuevo en
Gavin, Eraste Pdvlovich (1(>02. 1937. Durance Ia guenra fue
1982): Conocido actor y produc- puesw en libercad y sirviO en el
tor, ayudante de Meyerhold. frente. Detenido otra yea en

489
1949 y puesto en libertad en taciOn lingilistica. Murió de mal-
1956. nurrición en 1922. Algunos de
Gumilie p, Nikolai Stepanovich sus poemas ban sido publicados
(1886-1921): Poeta acrflelsta cras ahos de supresiOn.
cofundador del .Taller de poe- Jodasivich, Viadislar Felisianovich
tas.. Ames de Ia primera guerra (1886-1939): Poeta y critico.
mundial viajô a Abisinia. Su Ii- Emigré en 1922 y niurié en
teratura estã influida per sus Parts.
viajes, su senicio rnilitar y sus
crecncias monárquicas. Fue Fusi-
lade en 1921 dcspus de babes Kablukov, Serguii P/atanovi'ch:
admitido so participación en una Secretario de Ia Sociedad de
coospiraciön antibolehevique. Filosofia religiosa de San Peters-
Su poesia es popular entre It ju- burgo.
ventud soviética aunque aün no Kachalor (Yhvenibovich), Vail/i
ha sido rehabilitado. Fue el pri- Ivanovich (1875-1948): Eamoso
mer marido de Ajmátova. actor del Teatro de Arte lIe Mos-
C-tier 'Drabki&, Serguii ltto- Cu.
vich (1874-1933): Destacado Kalinin, Mi/au' lvä.zovich (1875-
miembro del Partido, jefe del 1946): Miembro del Politburo
Depanamento de Prensa del Co- desde 1925; presidente del Presi-
miré Central de 1925 a 1933. dium del Soviet Supreme de
1922 a 1946.
lessen/n, Sergui. Alexmndrovrch Kamener (Rosenfeld), Leo Bor/ro-
(1895-1925): Poeta lirico popu- rich (1883-1936): Viejo bolche-
lar en Rusia. Aceptó al principio vique, miembro del Cornice
Ia Rcvolucion de Octubre, pero Central a Parris de 1917- Dereni-
pronto se sintió deccpcionado. do en 1934, fue ejecutado en
Fuc objero de incesanres ataques 1936.
por su vida desordenada. Se casó Katanian, Rabin Paviovich
con Isadora Duncan en 1922 (1881-?): Ayudante del Procura-
viajô con ella a Europa occiden- dor General de Ia U.R.S.S. de
tal y America. En 1925 se sujcidó 1933 a 1937.
en on hotel de Leningrado. Katayer, Valentin Petrovich
loaner, Gueorgui Viadiminonch (1897- ): Destacado novelis-
(1894-1958): Poeta acmclsta que ta soviCtico, uno de Jos dirigen-
ernigrô a Paris dcspues de Ia Re- ret de los ccompañeros de wajes
volucion. Sus memor]as, .lnvier- en los atios veinte. Su obra .La
nos de San Petersburgo., fueron cuadratura del circulo. se ha
publicadas en Parts en 1928. representado a menudo en Ore1-
lvanov, Viacheslav Jeanovich dente en los años treinta. Redac-
(1866-1949): Destacado poeta tor jefe de Ia revisra Yunost Qu-
simbolisra. Emigré a Roma venrud). Tras Ia muerre de Sta-
1924. lin, esrLmuló a los autores jóve-
nes, Hermano del escritor
Jardzhiev, Nikolai lvanovich satirico Eugeni Petrov.
(1903- ): Hombre de lecras Kaverin (Zilber), Venjamin Ale-
periodista sovietico. Amigo de xindrovich (1902- ): Nove-
los Mandelstam. lista soviécico, uno de los princi-
J/ibnikov, Velimir (Vikior Vladl- pales rnicmbros de los .Herma-
mirovich)(1885-1922): Pocta fu- nos Serapim' en los años veinte.
turista lamoso por vu cxperimen- Tras Ia muerte de Stalin. desem-

490
peao un importante papel en Ia R.A,P.P. Foe detenido durante
resrauraciOn de Ins valores cuitu- [as purgas.
rales. Kossior, Stan/slip Vikintievich
Kazin, Vasili(1898. ): Un po- ( 1 889-1939): Viejo bolchevique,
eta .prolerario.. miembro del Politburo desde
Kirov (Kostrikov), Sergio Mirdno- 1930, primer secretario del Patti-
itch ( 1 886-1939): Dirigente del do comunista de Ucrania de
Partido, asesinado en 1934, 1928 a 1938. Fue arresrado en
quizi con It compticidad de Sta- 1938 y ejecutado en 1939.
lin. Kudas/sepa, Maria (Maya) Pavlov-
Kirsanov, Semion Isakovick (1906-. ia: Dc padre ruso y madre Iran-
1972): Poeta, traductor y cesa, amiga de muchos escnitores
miembro del L.E.F., influido en soviéticos. Sc casO en Suiza con
su juvenrud pot Maiakovski, Remain Rolland, con ci que visi-
Klycbkov (Leshenkov), SergujiAn- to Mosc6 en 1937,
Ionor'icb (1889.1937) Poem Kusmin, MiJIil Alexeievic/, (1875-
campesino y novelisra, arrestado 1936): Poeta cuyas obras seflala-
en 1937. ron ci Paso del simbolismo al
Kluyev, Nikolai Alexändro pick aemeIsmo.
(1887-1937): Poeta campesino.
Fur detenido en los atios treinra Lajuti, Abolgasem Ajmedzade
monO en Siberia. (1887-1957): Revoiucionanio y
Kochetov, Vsevolod AnIssimo pick poem persa. Se trasladO de Ion a
(1912-1973): Novelisra clue en Turquia en 1917 y en 1922
los Olcimos ahos se convirtiO en emigrO a Ia UniOn Soviéuca,
portavoz de las fuerzas extremis- donde desempe6 cargos en ci
tas antilibera]es de la literatura gobierno de Tajikistn y en Ia
sovlética. Dos de sus novelas, UniOn de Escrirores sovidricos.
.Los hermanos Yershov y iiQuE Lakoba, Nestor Ivinovici, (1893-
queréish, son sátiras contra Ins 1936): Viejo boichevique geor-
intriectuales liberates. Editor de giano: presidente del Comite
la revista Okriabr. Ejecurivo de Abkhazia. POssu-
Kolisop, M:ad EJimovich (1898- mamente fur arusado de haber
1942): Periodista sovietico, inrervenido en un complor
corresponsal de Pravda, celebre contra Stalin,
per sus arriculos durante la Lapin, Boris Maiplievich (1905-
guerra civil espaola. Elegido 1941): Esericor y tradoctor so-
miembro cotrespondiente de Ia viético, yerno de Ilya Erenburg.
Academia tie Ciencias en 1938, MuriO en ci frente, donde era
fur detenido ese misnio año y corresponsal tie guerra.
probablemerne monO en un Lelerqch, Grrkon' (labori Gilelevici,
campo de trabajos forzados. Kalmonson) (1901-1945): Poem
Komarovski, connie Vasili Ale- y critico soviético. Miembro de la
xiievich (1881-1914): Poeta me- R.A.P.P. hasta so expulsiOn en
nor relacionado con ci movi- 1926 pot oponer se a colaborar
miento simbolisra. con Ins cCompaaeros de viaje..
Koflevsk,', Ivan (I. I. Oreus) (1877- Detenido durante as purgas,
1901): Poeta simbolista de on- muriO en un campo de trabajos
gen sueco. forzados,
Kern/lop, Both Petrovich (1907- Leonov, Leonid Maximovich
1938): Poera soviërico infloido (1899- ): Importante novc-
par Essenin; miernbro de Ia lista y dramat-urgo soviético. Per-

491
sonalidad cornplcja clue se adap- (1901.1957): Poets soviético.
con éxito a Los cambios de la Sirvio en el Ejército Rojo hasta
politics del Panido luchando at 1924. Sus primcros poernas se
mismo tiem per retener cierta in- publicaron en 1925. Foe corres-
tegridad corno escritor. ponsal dc guerra durante la se-
Lermoctov, /I1:yail Yurievich gunda guerra mundial.
(1814-1841): Gran poeta fuso y Luppol, Epic Kapitonovich (1896-
aucor de una famosa novela, cUn 1943): Periodista, critico e histo-
héroe de nuestro tiempo.. Murió riador marxista de Ia literatura.
to un duelo a los veintiséis años. Dirigió el Inscitmo Gorki de Li-
Lezhnev (Atshuler), Lrai Gngô- terarura de 1935 a 1940 y fur
n'evich (1891.1955): Editor y PC. clegido miembro dc la Acade-
riodisra. Ernie 1922 y 1926 edith mia de Cicncias en 1939. Dete-
Novaya Ross,a y Rosna. pars las nido en 1940, monO en on cam-
que escribiO Mandeistam. En po de trabajos forzados y se Ic
1926 fuc expulsado del Partido rehabilitO pOsnimamenic.
(se habia unido a los boichevi- Lysenko, Trojim Den:sovicb (1898-
ques ames de is RcvoluciOn) y 1976): I3i6logo, miembro tie 'a
fur deportado por decisiân del Academia Soviética tie Ciencias.
GPU. En 1931 Se .arrcpintiOs y Con el apoyo de Stalin natO de
volvio a Ia URSS donde fur fead- destruir a tots siis oponentes
mitido en ci Particle. Dc 1935 a entrc Jos gencticistas soviEticos.
1939 dirigio la sccciOn de arte y Totalmente desacreditado ac-
literacura tie Pravda. tualmente.
Liashko (Liashchenco), Nikolai N.
(1884.1935): Novelists y autor Maiakovski, Vladimir Viadimiro-
de cuentos. sich (1893-1930): Principal figu-
Linde, Fedor F. (? . 1917): FilOsofo ra del funirismo rosa. Dramarur-
bokhcvique, matenilticO y co- go, editor del periOdico del
misario militar. L.E.F. (1923-1925). Atacadopor
Livshitz, Benedikt Konstintinovich - Ia RAP.?., envuelto en asuntos
(1887.1939): Poeca asociado con amorosos dificiles y probable-
Los futuristas. Traductor de lite- mcntc desilusionada per Ia reaii-
ratura francesa. Fue arrestado dad postrevolucionaiia, se suici-
durance las purgas y rehabilitado dO en 1930. En 1935 Stalin dijo
haS 50 mucrte. de el: .Maialcovski sigue siendo
Lominadze, Besso (P-1934): cI mejor poeta de nuescra Cpoca
Miembro del Comité Central. Sc soviCtica..
It encalgO en 1930 de organizar Ma:kov, i4polon Nikoliievich
on .bloque antipartidov y en (1821-1897): Poeta rise.
1934 se suicide. Makovsk:, SergueiKonsiantinovith
Lozin-Lozinskr Alexii Konstanil- (1877-1962): Hijo del pinnor
novich (1888-1916): Pocta. Konscanrin Makavski, escribia
Lozinski, MijailLeonidovicb (1886- poesia, organizO exposiciones de
1955): Poets y traductor del Cs- sire ruso de vanguardia, fundo
pahol, fiancés. Angles e italiano, edith la revista .4po/o (en Ia que
uno tie los fundadores con Nico- Mandelscam publice pane de sos
lai Gumilicv del cTaller de Po- primeros trabajos) tie 1909 a
etas.. RecibiO el Premio Stalin 1917. Emigré a Praga y dcspuCs
en 1946 por su traduccion de La a Paris.
Divina Comedia, de Dante. Ma/kin, Both Fedirovich (1890-
Lugovski, Vladimir t4lexindrovich 1942): Editor.

492
Markis4 Perely Dar'idovich (1895- Mikoyan, Ana.rthsivJnor'ich (1895-
1952): Destacado poem yiddish, 1978): Miembro del Policbur&
dramaturgo y novelista. desde 1935 y presidente del So-
Mienibro del Cnmicejudto Anti. viet Supreme de 1964 a 1967.
Fascism, foe detenido en 1948 y Mn-bath, Wilhelm (conde von
ejecurado en 1952 junto con Mirbach-HarJJ) (1871-1918):
turns escrirores yiddish. Embajador de Alemania en Ia
Marshak, Sam nil Yakovlevich Rusia soviCrica despues de Ia fir-
(1887-1964): Traductor (Shakes- ma del tratado de pn de Brest-
peare, Heine, Burns), poem y Litovsk en 1918. Foe asesinado
auror de obras pan niflos. En pot Rliurnkin y Nikolai An-
1924-25 edith una reviser pam dreiev. socialisras revoluciona-
niflos, Nor7 Robinson, donde rios.
Mandelstam publicO algunos Mirski, Dmitri Pégrovich (p,mnc:be
poemas y traducciones. En 1925 Svialopolk-Mirski)
y 1926, conio jefe de Ia seccifln (1890-1939?): Hisroriador
the titeratura infanril de las Edi- cririco lireranio de ralenro, confe-
ciones del Esrado, publicO dos rencianre en ta Universidad de
libros de poemas para nifies de Londresde 1922 a 3932. So Hi,-
Mandelsram, .Globos* y cLos tona de la Literature ruse sigue
dos Tranvias.. Aunque Marshak siendo una de las mis imporran-
destacó pot su adaprabilidad res que exisren. Tras haberse
potitica, mostr6 tendencias jibe- adherido al Partido Comunisra
rates cras Is muerte de Stalin. britinico, regresé a Rusia en
Mey, Lev 'Aledndrovich (1822- 1932. se hizo miembro de Ia
1862): Poem menor. Untón de Escrirores soviCdcos.
Meyerhold. l/sjvolod Emiiévic/, publicó arriculos sobre lirerarura
(1874-1940): Actor y director y dio chartas en Ia radio de Mos-
rearral. Sc hizo miembro del th. Derenido duranre las prngas,
Parudocomunisraen 1918. Din- muriO en Un canipo de rrabajos
gió ci Tearro de la Rcvotución forzados.
hasta 1924 y después creO su pro- MOloto p (Skriabin) Viacheslav Mi-
pie reatro que flit cenrado en jJilor'ich (1890- ): Viejo
1938. Detenido en 1939. des- bolchevique, ministro de Asun-
pués de haherse negado pübtica- ros Exceriores soviéticos de 1939
mente a aceptar Ia docrrina del a 1956. Fue aparrado del poder
.realismo soviético. en ante, mu. en 1957 porjmchev.
66 en prisión en 1940. Morozov, Alexandr Antonovicb
Miv; Serguci Ivinovich (1888- (1906- ): Hombre de lerras
1859): Canranre del Teatro traducror.
Bolshoi. Morozop, Pavel (Pavlik) (1918-
lilijoels (Vousi), Solomon Mt/Jib- 1932): ,Joven campesino que de-
rich (1890-1948): Actor yiddish nunciO a su padre pot sus
creador del Tearro judlo del Es- simparias •kulak.. So padre flue
rado de MoscO, que fue cerrado fusilado y Pavel fue muerro pot
en 1949 duranre una campafla un grupo de campesinos dirigido
anrisemita oficial. Foe asesinado pot su rIo. Durante et regimen
por Ia policla secrera pot orden de Stalin, Pavlik Morozov servia
de Stalin. Su hermano Vovsi fue de ejemplo pan Ia juvennud so-
uno de los medicos acusados en viCrica pot no haber dudado en
1952 de haber inrenrado asesinar denunciar a su padre en interés
a dirigentes soviCticos. del Escado. Sc escribieron libros

493
ypoemas en so honor y St Cf i- Pasternak, Boris Leonidovici,
gleron estatuas suyas en lugares (1890-1960) Poem y amer de Ia
püblicos. novela cDoctor Zhivago..
Mra plan, Askenaz Artjmjepich Paustovsk,, Konstantin Gueorguie-
(1886-1929): Personalidad revo- vial, (1892 . 1968): Novelists y
lucionaria 57 literaria armenia. dramarurgo. Sus memorias han
Bolchevique desde 1905, flit Co. sido traducidas al irigles con ci
m'sario Para asunws extranjeros titulo Histon'a de una vida. Dc'
de Armenia en 1920 . 21 y Comi. fendia valsentemente la noveL
sarlo de Educacior, en 1923. de Dudincscv No solo de pan
Escribj o articulos sobre los auto. (octubre 1956).
Its clásicos armenios, Paplenko, Piotr Andréit vial, (1899-
Narbut, Vladimir Ivinovich (1888- 1951): Novelisca soviecico muy
1944): Poeta menor acmeista ortodoxo que rccibio ci Prcmio
que se unio a Ins boicheviques Stalin per su obra .Felicidad.
pero hit expuisado del partido (1947), violentamente antiocci-
en 1928. Fuc jefe de las Ecu- denial. EscribiO ci guion de Ia
ciones del Estado Z.I.F. Deteni- pclicola .Alexandr Nevski..
do durante las purgas. boy ha si- Peshko p a, Ekaterina P4 v/anna
do rehabilitado a citulo pOsiulo. (1876-1965); Esposa legitima cit
Simi Narbut era su mujer. Miximo Gorki, del que estaba
Ncsterov, 14#ail Vasilie pich (1862- separada amiscosamente. Des-
1942); Pintor religioso gut Sc poe5 de Ia Revolution fundo la
adapto al regimen soviCiico. .Cruz Roja Policica., para ayuda
Nikulin, Le g' Veniaminovich cit los prisioneros politicos de ro
(1891-1967): Novel ista soviCtico do tip0.
sospechoso de haber denunciado Petliura, Semi6n Vasilievich (1879-
a otros escrilores soviCticos, en 1926); Jefe del gobierno anti-
particular a Isaac Babel. bolcheviquc (el Direcrorio), de
Nile rider, Vladimir Ouonovich 1918 a 1920. Foe asesinado en
(1883-1965); Pocta y traductor ParIs en 1926.
asociado con Ins simbolistas. Petrov (Katayep), Evgeni Petrovich
(1903.1942) Hermano cit Va-
Qrlov, Vladimir N,koláievich lentin Katayev; coautor con Ill
(1908- ): Literato, director (Ilia Fainzilberg) de cl.as docc
de Is .Biblioteca del Focta.. sillas* y cLa ternera de ore., no-
Oshanin, Len Iva'novich (1912. velas cOmicas muy populates en
1982): Poeta y dramaturgo so. Ia Union Soviesica.
vie rico. Piast (Pe.rtovsk,), Vladimir Ale-
Otzup, Nikolai Avdiievich (1894- xiievicl, (1886.1940) Poeta
19)8): Poets acmclsta. Emigré a traducror. Amigo de Alexandr
Paris en 1923. Blok.
Pilnrak (Vogau), Both Andréievich
Parnok: Personaje en Ia obra the (1894.1937?) Destacado nove-
Mandelsiam tEl sello egipcio. y lisra soviCcico. Presidente cit Ia
gut es ci debit del pocta. Inspi- UbiOn de Escrirores sovieticos en
rado en ci poeta menor Valentin 1929, relevado de sus funciones
YakovJevich Parnak, gut viviO tract la publication en Berlin de
en Paris a principios cit Iris arios so novels breve Mahogany. Dc-
veinte. So retrato, pintado per tenido en 1937, foe acusado dc
Picasso, revela on gran parecido haber sido espia a favor cit los ja-
con Mandelsram, poneses.

494

Pliant', Dmitn Jvdnovic/, (1840- Embajador soviético en Afganis-


1868): Publicista radical notable tan, 1922-23. DesertO cuando
pot so enfoque extremadamence era embajador soviecico en Bul-
uulitaria de Ia cuitura. garia en 1937 y se suicido en
Podvoiski. P11461al 111th (1890- Paris en 1939.
1948): Organizador de la Guar- Reline,, Lansa (1897-1928):
cia Roja co 1917. ParticipO en Ia Heroina bolchevique de ia Revo-
direcciôn Milirar de Ia Guerra luciOn, aurora de Frente (1922),
Civil y flue miembro del Comité mujer de Fedor RaskOlnikov.
Central. Rozhdestvenski, Vievo/od Ale-
Polez baler, Alexandr Jvânovich xandropich (1895-1977): Poeta
(1805 . 1838): Poeca. traductor.
Polivanov, E. D.: Filologo de Le- Rustaveli, Jura (c. 1200): Poeta,
ningrado, asociado con la escuela aucor de Ia epopcya national ge;
formalista etc critica literatia. orgiana tEl caballero de la piel-
Poloniki, Yakop PetrOvkh (1819- de tigre..
1898): Poeta.
Post upaliki, 'go' Stefánovich Sarguidzhan, Amir: Véase Boro-
(1907- ): Poeca, traductor din, Serguéi Petnóvich.
critico. Schegoliev, IMuel Pãr'lo rich (1902-
Pthhvin, Mi/a:! Mzjâilovkb (1873- ): Histoniador, profesor de
1954): Novelista y autor de Ia universidad de Leningrado.
cuencos, destacado pot su amor a AyudO a Alexei Tolscoi en la in-
la naturaleza. vestigaciOn para sus novelas his-
Prokoflev, Alexandr Andrilevich tOnicas.
(1900-1971): Poeta conocido pot Scriabin, Alexand, Nikolä,en:ch
su conformismo politico. Secre- (1872-1915): Compositor y
tario de la sectiOn de Leningrado pianista ruso. Ha ejercido gran
de Is Union de Escritores sov'éti- influencia sabre la joven escuela
cos. Recibio ci premio Stalin musical rusa.
fue condecorado dos veces con Ia Se(fu/ina, Lidia Nikoläievna (1889-
Orden de Lenin. 1954): Escrisora conocida en los
Punin, Nikolai Nikoldievich (1888- aflos veinre pot sus descnipciones
1953): Critico e hiscoriador de la realisras de la vida campesina ru-
liceratura. Tercer marido de Aj - sa.
macova. Fue detenido en la dé- Selvinski, Ilia Lvovich (1899-1968):
cada de Ins años treinra y en- Poeca soviético.
viado a on campo de trabajos Semashko, Nikolai Alexindronich
forzados. (1874-1949): Primer Comisario
Pushkin, Alexand, Sergulievich de Sanidad del Pueblo y más car-
(1799-1837): Poeta y novelista. de miembro del Connive Ejecuri-
Es ci valor más completo de las vo soviEtico.
letras nz$25. Severianin (Lotariev), Igor
Vasflievich (1887-1941): . Poera
Rakov.rki, Kristian Gueorguierich célebre pox sus extravagancias
(1873-1941): Viejo bolchevique. verbales.
Condenado a veinte aflos de ph- Shaguinian, Marieta Sergueyevna
siOn en ci proceso de Bujanin en (1888. 1982): Novelista soviética
1938. antes de Ia revoluciOn, poecisa
Raskólnikov (11in), FIt/or Fidoro- mentor próxima al movimiento
vich ( 1 892- 1 939): Cornisario del simbolisca.
Pueblo pan Ia Marina en 1918. Shalamo p , Var/am Tijonovich

495

(1907- ): Petra y prosista histOrico sobre las condiciones de


que pas6 diecisiete años en un Ia regiOn armenia en ci momen-
campo de trabajos forzados en to de su union cone] Imperio ru-
Kolyma. Sus .Cuenros de Koly- so..
ma, Sc publicaron en Occidenre Shostakovich, Dmitmi Dmiinevich
en ruso y en frances. (1906- ): Famoso compositor
Shcheb4in, Mijail Seniionovicb soviético.
(1788-1863): Famoso actor ruso. Simonov, Konstan tin Mijailovich
Sherpins4u Serguli Vasilievich (1915-1980): Novelista, poeta y
(1892-1964): Poera, critico y tra- dramaturgo.
ductor. Sinarn Both Naumovich: Medico
Shengueli Gueorgur Arkádiertich de San Petersburgo, confidence
(1894-1956): Poem, traductor y de Jos dirigentes socialistas revo-
critico. lucionarios. Descnito pot Man-
Scherbakop, Alexandr Sergueievith delstam en .El ruido del
(1901-1945): Oficial comunista tiempo.,
veterano, asociado de Zhdanov. Slucheuski, Konstantin
Fue nornbrado secretario de Ia Konstantinopici, (1837-1904):
Union de Escritores soviCticos en Poem.
1934 aunque no renia ninguna S/gazE, Both Abrdnzovich ( 1919-
relaciOn con la literatura. Más 1978): Poeta soviCrico y traduc-
tarde se hizo cargo de las purgas ton.
en [as organizaciones provin- Sologub, Fedor (Fedor Kuzmich
ciales del Partido y durante la Teternikov) (1863-1927): Poeta
guerra fue uno de los secre(arios simbolisra y novelisra. Sus obras
del Comae Central (y candidaro del periodo sovjCtico han queda-
a] Politburo), con especial res- do en gran parre sin publicar.
ponsabilidad en ci control poll- Solo pier, Vladimir Serguêie rich
Tito del ejCrcito. Su muerte en (1853-1900): Mistico, filosofo y
1945 se atribuyO a los medicos poera que influyO mucho en los
judios derenidos pot orden de simbolastas.
Stalin en 1952. Solzhenitzin, Alexandr, isayevich
Shevchcnko, Tarair GnAónevich (1918- ): Novelista ruso que
(1814-1861): Poeca national estuvo en un campo de rrabajos
ucraniano, exiliado pot sus forzados de 2945 a 1953. Su obra
criticas a la pculitica social y na- €Un dia en la vida de IvIn Deni-
cional de regimen zarista. sovich. (1962) flue ci primer rela-
Shkina:or', MainE Fe do mulch to sobre Jos campos publicado en
(1883. 1954): Imporrante ouicial la Union SoviCtica.
estalintsta, miembro de Ia Comi- Spa.rski, Sergatei Dmitrievich
nOn Central de Purgas esrablcci- (1898-1956): Poeta, Detenido
da en 1933 y ayudante principal en 19366 1937, fue rehabilitado
de Ezhov durante el Terror. - tras muchos aiThs de carcel -
Sbklovski, Vikior Boruiovuch Stainer, Abel Jsakoa'icb: Ensayista
(1893- ): Emincnte literate, y enrico literario.
enrico formalism, miembro del Stnn'ski, VasiliP. (7-1943): Prosista.
L.E.F. Su influencia en Jos altos Secretario de la UniOn de Escni-
veinte hue inmensa y ha conti- tones soviCtucos.en 1936, partici-
nuado escnibiendo baum el pie- p6 en la denuncia de escnitones
sente. acusados 'de trotskismo y orros
Shopen, Juan Ivanovich (1798- 'crimenesi..
1870): MEat de .Un informe Stenich (Smetanich), Valentin Yó-

496
sij2vith; Poem, traductor (mEre oficialmenrehasta 1956. Susme-
otros, deJamesjoyce y .John Dos morias sobre Mandelsram Se
Passes). Arresrado y flisilado en publicaron en Nueva York en
1938. 1965.
Stolpner, Boris Gnk onàich ( 1863 Tairov, A/exandr Ylkop/evich
-1):Filosfmarxtyduco (1885-1950): Actor y director del
de Hegel. Teatro Kamerny de Moscü, cargo
S#izhtgovsk( Josef (1862-1941); del que fue desutuido en 1939.
Hisroriador de arte austriaco, Tarasenkozs, A nato/i Kuzmish
autor de .Die Bankunst cia Ar- (1909-1956): Literato y critico.
menien und Europa. (Viena, Tat/in, Vladimir Evgrdfovich
1918). (1885 . 1953): Pinter conscmcti-
Struve, G/eb Petrovich (1898- vista y disenador de escenarios.
); Eminente erudito Thbnov, Nikolai Semionovich
emigrado, autor de la .Hisroria (1896-1979): Poeta soviético,
de Ia literatura rusa soviécica'-. infiuido pot Gumiliev y Jlebni-
Con Boris Filipov edith las obras kov; posteriormente Se adapto a
de Mandelsram, Pasternak, A- las exigencias del .sociatismo tea-
mátova, Gumiiiev y otros. lista.. Secretario de Ia UniOn de
Sunkov, Vasi/i Ivanovich (1848- Escritores soviéticos de 1944 a
1916): Arrista ruso cuyo cuadro 1946 y desde 1950, presidenic
tMaflana de Ia ejecuciôn de los del Comite Soviético de Ia Faa,
Streltsy. se expuso pot primera Tiutchev, Fedor ivanovich (1803-
vez el 1 de matzo de 1881, dia 1873): Imporrante pocta utica.
del asesinato de Alejandro Ill. Tolstoi conde Aiexii Konstanti-
Surkon, A/exii Alexãndrovich nocich (1817-1875): Pocta y dra-
(1899-1982); Poeta y periodista: maturgo cuyos versos humoris-
secretario de Ia Union de Escrito- tires y piezas histOncas siguen
res desde 1954 a 1959. siendo rnuy populates.
Syrtzov, Serguci Ivanovich Tolrtth conde A/era Niko/ãievich
(?-1938); Miembro del Comir (1882-1945): Poera, dramaturgo
Central. Fue acusado en di- y periodista, famoso par sus no-
ciembre tIe 1930 de haber creado velas tEl camino del Calvario. y
con Besso Lominadze on cblo- .Pedro I.. Emigré en 1919, peso
que antiparrido.. Desaparecie regresó a Ia URSS y se adapth rá-
en 1936 y muriO probablemenre pidamente ala polirica del Parri-
en on campo de trabajos lana- do,
dos. Son poco conocidos Ins moti-
vos que impulsaron a Mandels-
Taguer, Elena Mijar/ovna (1895- tam a abofecearlo; segOn las me-
1964): Poets y prosista. En 1920 morias tIe E. Taguer, ci escricor
fue expulsada de Petrogrado a Serguei Borodin importune a
Arcángel pm Ia Cheka, pero vol. Nadiezhda Mandeistam durance
vi6 a Leningrado en 1927- En una velada que se celebraba en
1939 fue detenida y acusada de so casa. Un .rribunal de honor.
trabajar pan ci .servicio de es- presidido pot Tolstoi juagO Ia
plonaje fascisra,. Cumptié una ocurrido, pew declare inocence a
sentencia de diez altos en Koly- Borodin (conocido también par
ma y se's altos mâs de exilio en so seudonimo de Amir Sat-
Siberia occidental y Asia central. gidahan) echando Is culpa a Jos
En 1954 se it permitiO vivir en Mandelstam. Poco despus, du-
Mosni, pero no foe rehabilitada rante una estancia en Leningrado

497
(en mayo de 1934), Mandelstam campo. Cuando esrallO Ia guerra
Jo abofetco duranre una reunion Tavetlieva foe evacuada a Yela-
y en presencia de varies escrito- buge donde, en 1941, se ahorcO.
res. Una selectiOn de sus poemas so
Tomasheviki, Both Victoro vicij publkO en 1961 yen 1965 en It
(1890.1957) Lirerato y editor de Union Soviérica. .Ademas de
Leningrado. poesia, escribiO obras de rearro y
Tre:iakov, Piotr PTikoiiierich valiosos ensayos criticos. Unas
(1892-1939): Ensayista y drama- mernotias de sus relaciones con
rurgo, miembro del L.E.F. Dete- Mandelstam Se publicaron en
nido durante las purgas, muriO 1964 en Ins Oxford Slavonic Pa-
en on cartlpo. pers.
Tvardosvski, Alexandr Tn/dna rich
(1910-1971): Poeta soviérico,
autor de Ia balada del soldado Uritzki, Mt/all Salomdnovich
Vasili Tiorkin, compositiOn (1873-1918): Merichevique que
enormemente popular duranre se uniO a los bolcheviques en
la guerra. Editor de la revista Ii- 1917 y foe director tie Ia Cheka
teraria liberal Nosy Mir (Nuevo de Perrogrado. Su asesinato ci 30
Mu,,do de 1949 a 1954 y de de agosro de 1919 (por ci joven
nucvo de 1958 a 1970. pocta Kannengiesser) y las hen-
Tyn:anov, Yuri Nikoläievich das de Lenin el mismo dia desen-
(1895-1943): Eminente rricico cadenaron ci primer Terror Rojo
formalisra, famoso también per en masa. La Cheka de Perrogra-
sus novelas biogrMicas (sobre do fusilO inmediatamente a 512
Pushkin, Griboyedov, etc.). derenidos.
Tysh/er, Alexandr Gn'goiü rich
(1908-?): Pintor y escuiror. Ense- Vaguinov, Konstantin Konstanil-
hO arte a Nadiezhda Mandels- novich (1900.1934): Poera poco
ram. conocido, de gran disrinciOn.
Tzvetajeva, Marina Ivinorna Vajtangov. Ergueni Bagrationovich
(1392-1941): Gran poctisa rusa, (1883.1922): Famoso director de
amiga de Pasternak. Mandels- rearro de MoscO.
tarn y Ajmitova. Los cuatro se Veresaiev (Snsidovich), Vikenti Vi-
dedicaron poernas unos a ones klntievich (1867-1945): Novelis-
se les considera sin igual denrro ta e historsador de Ia literatura.
de su generaciOn. El destine de Verjovski (Srnidovicb), Vikenti Vi-
Tzvetiieva foe el más trágico de hintievich (1867-1945): Novelis-
- rodos. Sumarido, SerguciEfron. ta e historiador de la literarura,
con ci que Se casO en 1912, sirvid Vtnogradov, 1/1k/or Vladimirovich
durante la Guerra. Civil como (1895-1969): Eminence linguis-
ouicia! del Ejercito Blanco, Peru La, caredritico de Ia Universidad
ella se VtO bloqucada en Moscu de MoscO y miembro de la Aca-
hasra 1922. Dc 1922 a 1925 viviO demia de Ciencias.
en Praga y luego en Paris hasta Vishnershi, Vsevolod Vitälie rich
1939. Coma sospechoso de Sec (1900-1951): Amer de obras de
agerire del CPU, Efron se via rearro sobre ci Ejército y la Ar-
obligado a huir de Francia y mada Rojos. Ardienre defensor
regresar a Moscü. Tzvetáieva lo de Stalin. So obra 'Inolvidable
siguiO en 1939 y Sc encontrO con 2929 (1949) ensalza el papel de
que habia sido ejecurado a so Stalin duranre Ia Guerra Civil.
regreso y so hija enviada a on Per ella recibiO el premio Stalin.

498
Volpe, Cesar SamOilovich (1904- (1899-1945); Importante actor
41): Critico y editor. soviitico. Asocjado con ci Teatro
ye/pin, Miaf1 Davidovich (1902- del Arte de MoscO, era conocido
): Poeta y guionista. Cola- tambifn pot sus lecturas de obras
bore con Erdman. lirerarias. Sc suicidO en 1945. Li-
Voronskiç Alexaedr Konstantino- ha Yajontova era su mujer.
vich (1884-1943); Viejo bolche- Yakulov, Gueorgui Bog&noinch
vique que edith la impoffante (1884-1928); Pinter y disenador
revista lireraria soviêtica Krasna- de escena.
ya Nov. portavoz principal de los Yarlo, Boris lsaakOvich (1889-
.Compafleros de viaje* en Jos 1942); Linguista y traductor.
ahos veinte. Conic defensor de Yashin (Popov) /slexandr Yako vie-
on acercamiento entre .compa- nick (1913-1969): Poem y prosis-
ñeros de v1aje y .protetarios.'. ta.
Voronski fue atacado per Ia Yazykov, Nikolai Myaziovich
RAPP y en 1927 foe expuisado (1803-46); Poeta.
del parddo y sustituido como Yñdina, Maria Veniaminova
editor de Krasnaya Nov pot Fe. (1899- ): Destacada pianisra
dor Raskolntkov. Desparecid do- soviftica, profesora del Conser-
mute las purgas en 1937 y pro- vatotio de MoscO.
bablemente munC en on carnpo
de trabajo en 1943. Zadonshi, Tijon (1724-1783):
Vyshinski. Andrei Yanudrevich Obispo, jefe espiritual del mo-
(1883-1954): Menchevique hasta nastcrio de Zadonsk, autor de
1920, fue profesor de Derecho obras neligiosas.
durante Los alos veinte y después Zaika, Mati(1896-1937): HOngaro
flue Rector de la, Universidad de que luchó at lade de los boiche-
MoscU. Nombrado Procurador viques durante Ia Guerra Civil.
General en 1935, come cal foe ci Miembro de Ia LA.P.P., pubti-
principal acusador de los viejos cC una novela cn Jos años treinta.
bolcheviques (a los que llamó Intervino en Ia guerra civil espa-
.perros locos.) durance los prose- nota con ci tango de general y
sos de Moscá. Susrimyô a Mole- mono en el frente.
toy como Ministro de Asuntos Zaslavthi. David L (1880-1965):
Exteriotes en 1949 y mono en Periodista, Defensor del esrali-
Nueva York, donde representa- nismo, atacó vlolentamenre a
ba a Ia Union Soviética ante las Pasternak cuando éste recibio el
Naciones Unidas. Prcmio Nobel en 1959 (al que se
vie obligado a nenunciar).
Wrangnel, baron Piotr Niko- Zenkivich, M(iaiI Alexandrovich
faievith (1878-1928): General (1891-1973): Poera acmcista.
ruse que sucediO a Denikin co- Zhdanov, Aiadrei Alexândrov,ch
mo coniandante en jefe del Ejér- (1896-1948): Colaborador de
cite Blanco en ci sot de Rusia. Stalin, su lugarrenienre en asun-
tos culturales. En ci Primer
Yagoda, Henrich Grigdnevicb Congreso de Escntores Sovieticos
(1891-1938); Miembro de la en 1939, pronunciO un discunso
Cheka, dirigiC Ia NK,V.D. en en ci que se promulgC la doctri-
1934. Detenido en 1937, foe na del .realisnio social, come
juzgado en ci ültimo gran proce- linea oficial del Partido en lircra-
so y ejecutado. tura, En 1946 denuncio a Ajmá-
Yajon:ov. Vladimir Nikolaievich tova, Zoshchenko, Pasternak y

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corns por tratar de venverienar las nov Per so .vulgar parodia. de Ia
mentes. de Jos jOvencs soviéticos vida soviética y, junto con Ajnii-
con sus escrkos decadentes, tova, expulsado de Ia Union de
apoliticos y .vulgares., apareci- Escrirores soviericos.
dos to las revisras Zpezda y Le- Zubov, conde Valentin Platono-
nrnsrado, vãh (1884. ): Fundador del
Zhrrmunskj, V/hio, Maximovich Instituto de Histoija de [as Ares
(1889-1970): Destacado literate. (1912), escuela difusora de tra-
Miembro correspondiente de Ia bajos de investigacion hasta clue
Academia de Ciencias. foe cerrada en 1930. El conde
Zoscbenko, Mijail Mijailovich Zubov rue hecho prisionero, PC.
(1895-1958): Autor satirico unity to se Ic puso en liberrad y emigré
popular. Fue atacado pot Zhda- a Paris en Jos anus veinre,

MI
Alianza Tres
Titulos publicados

102. Gunnar Ekelof


DTWJn

103. Rafael Cansinos-Assens


La novela de tar literato, I

104. August Strindberg


Teasm escogido

105. Beatriz Guido


La invitacidn

106. Miguel Angel Asturias


Mulata de ted

107. Fernando Pessoa


Poesia

108. Jorge Luis Borges


Obras corn pletas en colaboración, 2

109. F. Scott y Zelda Fitzgerald


Pizcas de paraiso

110. Jorge Amado


Tereza Batista cansada de guerra
111. Francisco Ayala
Recuerdos y olvidos. 2. El exilio

112. Henri Michaux


En otros lugares

113. Iris Murdoch


La cam pana

114. Hermann Hesse


Escritos sobre literat ura, 1
115. Jose' Lezama Lima
Paradiso

116. Thomas Bernhard


Correccjón

117. Octavio Paz


Los signos en rotación y otros ensayos
118. Pedro Salinas
El de/ensor
119. Miguel Angel Asturias
Viernes de dolores
120. C. P. Snow
Una mano de barnix
121. Ernst Junger
Visita a Godenholm
122. Adolfo Bioy Casares
Diario de la guerra del cerdo

123. Silvina Ocampo


Los dias de la noche

124. José Lezama Lima


Op piano Licario

125. August Strindberg


Teatro de cámara

126. Theodor Foritane


Ef/i Briest

127. Miguel Angel Asturias


Maladrán

128. Hermann Hesse


Escritos sobre literatura, 2
T O
TOM ES P ERAZA C N T R A
ETAMNADI(189E/-J1ID98AMANDE
0) LS.
nl:lnuscrito tie
enci
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1970.
tuna los
ultimos abos de vida tic su esposo,
Ilego ckindestinarncnte; t Etados (mi--
dos y fin, publicado en Ossip
Mandebtarn pencenecienre at grupu
acrneisra y a! .TaJleLde pOetas funcla-
do en 191 pun Nikolai Gunijljç\',
sirnbo!i,.a ci drarnth iç desrino de La
xeneraciOn tie escnilores j inlelectud-.
cs silencia(los e)1 Jos anus einte V
treintal pun ci johicrnq ik Stalin. Dc.

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