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Las diversas visiones liberales sobre el Estado conciben como elemento central de
los actuales ordenamientos políticos dicho uso exclusivo de la coerción física. El
monopolio de los medios de coerción es un atributo sin el cual no podríamos
hablar de orden político en la modernidad.
Para entender entonces por qué el ejercicio del poder público tiende a perseguir
intereses minoritarios muchas veces en contra de la propia integridad física,
personal y moral de los miembros de una comunidad política se hace necesario
emplear esta categoría como orientadora de los debates alrededor del uso o mejor
abuso del poder público en las actuales democracias.
Según la historia, a partir de la segunda mitad del siglo XIX existen en Colombia
dos partidos políticos, el Liberal y el Conservador. No es falso. Pero ello no es
suficiente. En realidad, desde esa época, el país está dividido entre aquellos que
lo poseen todo y aquellos que nada tienen.
Al año siguiente, 1965, para luchar contra esos subversivos”, los consejeros
militares estadounidenses sugieren la creación de organizaciones civiles armadas.
Ya no se les llama "pájaros" o "chulavitas", sino “autodefensas”, legalmente
reconocidas.
Todo el alto mando militar con mando de tropa y control de los servicios secretos
estratégicos ha pasado por programas militares y de adoctrinamiento
estadounidense, lo que demuestra la influencia generalizada del Gobierno
estadounidense en la política colombiana. la asistencia a dichos programas y la
certificación que otorga Estados Unidos son elementos necesarios para ascender
en la carrera militar.
Estos no solamente son un brazo del Estado, sino también desempeñan un papel
importante como vínculo de la oligarquía y la elite política con el multimillonario
negocio del narcotráfico. La compleja red de élites, está compuesta por la clase
gobernante colombiana, el aparato imperial de Estados Unidos y el ejército
colombiano. Estos asesinos a sueldo desempeñan un papel importante en la
matanza de miles de líderes populares y en la expropiación de tres millones de
campesinos, recibiendo el apoyo de la oligarquía colombiana.
Una vez que los militares y el gobierno, gracias a los 5.000 millones de dólares de
ayuda militar de Estados Unidos, conquistaron las regiones disputadas a la
guerrilla, se desmovilizó en parte a los Escuadrones de la Muerte.
Los grupos paramilitares no sólo han masacrado poblaciones sino que se han
convertido en el cartel de droga más poderoso de Colombia. Washington se
contenta con hacer esporádicas declaraciones. Los paramilitares no han atacado
ni el mínimo de sus intereses estratégicos en Colombia: los han cuidado como si
fueran suyos.
El presidente Uribe Vélez ha tenido manos libres para firmar la ley de Justicia y
Paz, 21 de junio de 2005. Esta les otorga a los paramilitares, también acusados de
"crímenes de lesa humanidad", una casi impunidad, la legalización de sus fortunas
y una jubilación dorada. A pesar de que hayan cometido unos 3 mil asesinatos
más desde que firmaron un “cese al fuego” el 15 de julio de 2003.
Durante los primeros tres años de gobierno de Uribe (agosto 2002 – diciembre
2005) más de un millón de colombianos fueron desplazados por la fuerza, en su
mayor parte campesinos que fueron desarraigados violentamente y expropiados
de sus tierras y hogares, por los Escuadrones de la Muerte y los militares, que se
apoderaron luego de sus tierras con el pretexto de eliminar a partidarios
potenciales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y otros
movimientos sociales. Horrorosa violación de los derechos humanos.
En Colombia es más fácil organizar una guerrilla que un sindicato. Según la Unión
Europea, más de 300 activistas de los derechos humanos fueron asesinados por
el régimen de Uribe en su primer mandato. En los primeros dos años de su
régimen, Uribe era responsable del asesinato o de la desaparición de 6.148 civiles
desarmados en circunstancias de no combate.
Esta lesiva práctica no fue utilizada únicamente por el último gobierno de Álvaro
Uribe Vélez. Durante los años 1997 – 2002 (Gobierno Pastrana) se registraron 635
violaciones al derecho a la vida cometidas por agentes estatales (58
desapariciones forzadas y 577 ejecuciones extrajudiciales), lo cual deja en claro
una sistematicidad en la práctica violatoria del derecho a la vida perpetradas
directamente por agentes del Estado.
Dentro del gobierno de Uribe los meses más críticos en materia de ejecuciones
extrajudiciales fueron los 18 meses transcurridos
Los familiares de las víctimas y los testigos son amenazados para que se
abstengan de denunciar o para que desistan de las acciones penales.