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Partitura

El comienzo es grandilocuente.
Luego viene la depuración.
Como esta lluvia que inició con impaciencia
su descenso, ahora reducida
a una intermitencia en los techos
de metal. Entretenido
en mi retraso y sin planes
de moverme de la cama, oigo
el débil bombardeo imaginando
esta posible partitura:
la nublada ciudad convertida
en un espejo horizontal,
alguien que pisa y deshace
su reflejo sin notarlo,
alguien que pisa y reconoce
su inestable identidad.

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