la caja que nos falta del inventario que no hicimos? ¿En el camión? ¿En una esquina retirada y oscura del placard que en una última inspección dimos por vacío? Cambiamos el color de las paredes. Imponemos nuestra lógica de muebles y clavos; lámparas que, como en una exhibición, graduamos a la atmósfera que la obra, nuestra obra adaptada al ambiente de esporádico relevo, demanda. Pero cómo nos cuesta olvidar la caja extraviada. ¿Qué era lo que había en su interior? ¿Algo que una vez decidimos apartar de nuestra vista intentando apartar así de nuestra mente? ¿Algo de lo que no conseguíamos desapegarnos? Tras la logística de desplazamiento queda cierta nostalgia por algo que una vez consideramos de importancia relativa.