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INTRODUCCIÓN.
En el primer capítulo de este libro, se hace la crónica de la clasificación que por sí
misma tiene la propia animación, es por ello que este apartado hace referencia a la
animación gastronómica ya que esta asocia el arte de la gastronomía con la calidad de
vida (Morfín 2010, P.68). Los operadores turísticos han elaborado circuitos turísticos
gastronómicos, con la finalidad de lograr mostrar lo auténtico de una comunidad
determinada, las tradiciones y costumbres alrededor de una cultura, lo natural de un
lugar determinado, los productos e insumos de temporada, su proceso de siembra,
cosecha y preparación final; tales son las rutas conocidas como las del queso, la del
vino, del mole, del mezcal, del nopal, de la sidra, de la mermelada de fresa, del mole
de caderas, del tequila, entre muchos más; siempre integradas con las visitas de los
lugares, entendiendo el proceso completo y por supuesto la degustación. El objetivo
principal, es vivir la experiencia, despertar sensaciones y sabores nuevos y combinarlos
para ampliar la cultura de la misma gastronomía costumbrista. Esta animación
particularmente atrae a diferentes interesados en las artes culinarias, frecuentan el país
de forma particular porque se convierten en conocedores de las texturas, colores,
sabores… al grado de exigir una recreación alimentaria, una animación completa de
costumbres, vivencias, sensaciones, degustación, combinaciones, mezclas, hasta que se
logre formar en la mente ese momento único de esencias exclusivas, sazón artístico e
innovador. De aquí parte el taller del mole que por décima tercera ocasión (marzo
2015), se ha impartido en San Andrés Cholula, como una animación gastronómica de
tradición y orgullo de los lugareños; una primera animación del proyecto de
investigación denominado Alfabetización Socioecológico del Turista en el Destino. En
estos se ofrecen los talleres de cocina, como el del taller del molen y el de tortillas, en
donde el participante no solo se lleva consigo una fotografía, sino toda una experiencia
* Chef Guillermo Horacio González. Experiencia con Michel Guerard (3 estrellas Michelin), Alain Senderens (3 estrellas
Michelin) y George Blanc (3 estrellas Michelin). Coordinador de la carrera de Artes Culinarias Universidad de las Américas
Puebla. Representante de la Academie Bocuse d’Or Argentina. guillermo.gonzalez@udlap.mx
** Hotel, restaurant and institute Management program (Science Master Degree), Texas Tech University- Lubbock, Texas.
Profesora-investigadora de Tiempo Completo del Depto. Turismo. Universidad de las Américas, Puebla. Ex-hacienda Sta.
Catarina Mártir. Cholula, Puebla. 72810. México, Tel: 222.2292059 Correo electrónico: mariac.morfin@udlap.mx
de sensaciones, sabores, métodos, técnicas de cocción, olores, así como conocimiento
de utensilios nativos o prehispánicos, como la prensadora de tortilla, el comal y la
cazuela de barro, el anafre, el molcajete y el metate. O conocer el molino de la
comunidad (pueblo), como parte fundamental del día a día del nixtamal para tener a
tiempo las tortillas de la familia. La animación gastronómica es la actividad basta e
íntegra de echar andar los sentidos individuales, a través de la vivencia grupal, así como
de los usos y costumbres de los lugareños. Es la única forma en que una experiencia
cultural vacacional, no podrá ser olvidada (como objeto) o perdida (como fotografía),
sino siempre formará parte de la persona que lo saboreo, experimentó y vivió.
Presencia habitual
Cocinar siempre ha formado parte del desarrollo de la vida del individuo gustoso,
conocedor que encuentra el placer y la gran satisfacción en el área designada para
ejercerla, incluyendo actualmente la vida profesional de muchos de los cocineros y no
solo por estar de moda, sino por la complacencia que el mismo actuar genera y provoca
en la persona. Como profesional siempre se busca la perfección por medio de la cocina,
dedicando tiempo a la vez, a la investigación a la inquietud de innovar, crear y
desarrollar nuevas formas, métodos, sabores y sin perder de vista la rica y vasta
experiencia de trabajado en lugares de una u otra categoría, hasta llegar a los mejores
lugares del mundo.
Para lograrlo, es necesario esforzarse, dedicar tiempo por comprender (por seguir
aprendiendo), por qué el cocinar hace un comportamiento enriquecido para lograr
(basada en experiencia del Chef Guillermo H. Gonzalez), mostrar y hacer llegar a través
de los sentidos, las costumbres, vivencias personales, experiencias diferentes, creativas
que logran hacer y crear un momento único en dónde todos compartan ideas, charlas,
sabores y sentimientos.
En momento como los actuales, hay que considera por qué se dedica más tiempo a
pensar en la alimentación y a ver más programas de cocina justo en el momento
histórico en que se abandona el gusto o el tiempo para prepararlos y se deja la
elaboración de la mayoría de nuestros alimentos a la industria alimentaria, ya que se ha
elegido consumir comida ya preparada.
Al parecer, cuando menos tiempo dedicábamos a cocinar, más nos interesa la comida
y su preparación de forma indirecta. Nuestra sociedad parece estar dividida en este
tema. Los estudios que se han realizado a ese respecto a nivel mundial confirman que
cada año se cocina menos y se compra más platos preparados (Wrangham 2009).
Ahora bien, el tiempo que se emplea en cocinar en los hogares se ha reducido a la mitad
desde los años setenta, cuando aún se veían a las madres junto con las abuelas
cocinando. Sin embargo, actualmente cada vez se habla más de cocinar, se ven más
programas, se lee más libros y se asiste a restaurantes donde se puede observar en
directo, cómo se realiza ese trabajo. Además no es necesario decir que los platillos que
se ven preparar en televisión, no son los que se consumen con habitualidad, o que casi
nunca se consumen.
Para quien le gusta Cocinar, ya sea el trabajo o el proceso, tiene un poder emocional o
psicológico del cual no se puede desprender o no se desea desprenderse sino enriquecer
cada vez más.
La idea de que cocinar es una actividad específicamente humana no es nueva. En 1773,
el escritor escocés James Boswell citado por Jean-Anthelme Brillat-Savarin (1825) al
observar que “ningún animal cocina”, denominó al Homo Sapiens el “animal
cocinero”. Cincuenta años después, en su libro “Fisiología del gusto”, el gastrónomo
francés Jean-Anthelme Brillat-Savarin (1825), afirmó que cocinar nos convirtió en lo
que somos, ya que aprender a utilizar el fuego “ha sido el mayor progreso de la
civilización”. Más recientemente, Levi-Strauss, al escribir en 1964 “Lo crudo y lo
cocido”, dijo que muchas culturas compartían un punto de vista similar, ya que
consideran el acto de cocinar como una actividad simbólica que “establece la diferencia
entre los hombres y los animales”.
Para Levy-Strauss (1964) cocinar era una metáfora de la transformación humada de la
naturaleza cruda en “cultura cocida”. Sin embargo, desde la publicación de Lo crudo y
lo cocido, otros antropólogos han empezado a asumir literalmente la idea de que la
invención de la cocina podría haber sido la clave de la evolución de nuestra humanidad.
Hace unos años, al leer el libro del antropólogo y primatólogo de la Universidad de
Harvard, de Richard Wrangham (2009), llamado “Catching Fire: How Cooking Made
Us Human”, afirma que fue el descubrimiento de la cocina -no la fabricación de
herramientas, el hecho de comer carne o el lenguaje- lo que se diferenció de los primates
y nos convirtió en humanos.
Según la “hipótesis de la cocina”, (Wrangham, 2009), el descubrimiento de los
alimentos cocinados cambió el curso de la evolución humana. Al proporcionar a los
antepasados una mayor cantidad de energía y una dieta más fácil de digerir, hizo que
aumentara el tamaño del cerebro y se redujera el del aparato digestivo. Al parecer, los
alimentos crudos necesitan más tiempo y energía para ser masticados y digeridos, razón
por la que otros primates del mismo tamaño, tienen un tracto digestivo más grande y
emplean más tiempo en masticar, casi unas seis horas al día.
No cabe duda la acción de cocinar redujo gran parte del trabajo llevado a cabo por
masticar y digerir, y lo transfirió fuera de nuestro cuerpo, utilizando fuentes externas
de energía. Cocinar también elimina muchas partículas tóxicas de los alimentos, con lo
que puso al alcance un sinfín de calorías no disponibles para otros animales. Al no tener
que dedicar la mayor parte del día a recolectar grandes cantidades de alimentos crudos
ni tener que masticarlos incesantemente, los humanos pudieron dedicar más tiempo y
más recursos metabólicos a otros propósitos, como por ejemplo crear una cultura.
El proceso de cocinar proporcionó no sólo la comida, sino también la ocasión de poder
comer juntos en un determinado lugar y a una determinada hora. Esto fue algo
totalmente nuevo, ya que el recolector de alimentos crudos probablemente comía solo
y sobre la marcha, como los demás animales. El hecho de que el humano necesito
sentarse y reunirse para compartir una comida, manteniendo un contacto visual y
ejerciendo la moderación, provocó la civilización. “Alrededor del fuego nos volvimos
más dóciles” escribe Wrangham (2009).
Por los motivos señalados, se piensa que cocinar ha transformado el comportamiento
del individuo en cada etapa de su vida y no sólo para hacer de la especie humana, más
sociables y cívicos, ya que después de cocinar permite ampliar la capacidad cognitiva
y disminuir el tiempo de digestión, ya no hubo forma de retroceder… con un mayor
cerebro y un menor estómago provocó iniciar y depender de una dieta basada en
alimentos cocinados. Eso significa que cocinar es algo obligatorio, es decir, que es
como si se hubiera horneado en la biología. Lo que Winston Churchill citado por
Flammang (2009), dijo en cierta ocasión de la arquitectura -“primero fuimos nosotros
los que moldeamos los edificios, pero luego ellos nos moldearon a nosotros”- también
se puede aplicar a la cocina. Primero fuimos nosotros los que cocinamos los alimentos,
pero luego ellos nos cocinaron a nosotros.
Si el hecho de cocinar, como dice Wrangham (2009), es tan esencial para nuestra
identidad, para nuestra biología y para la cultura humana; entonces es razonable pensar
que la caída actual de la cocina tenga consecuencias muy serias para la vida moderna,
como se puede comprobar. Pero no se consideran todas negativas, ya que el hecho de
delegar gran parte de la actividad culinaria en las corporaciones, ha liberado a las
mujeres de lo que tradicionalmente ha sido su responsabilidad exclusiva de alimentar a
la familia. Asimismo, ha evitado muchos de los conflictos y discusiones domésticas
que se hubieran originado con semejante cambio en los roles de género y la dinámica
familiar. Ha eliminado según Frammang (2009), muchas presiones en el hogar, incluida
esas jornadas laborales tan largas y esos hijos tan programados, proporcionando más
tiempo para otros propósitos. También nos ha permitido diversificar sustancialmente
nuestra dieta, posibilitando que personas que no tienen grandes destrezas culinarias, ni
mucho dinero, disfruten de una cena diferente cada día de la semana contando tan sólo
con un microondas.
Son beneficios considerables que deben tenerse en cuenta. Pero no obstante, esto ha
causados problemas que recién ahora se comienza a notar. La cocina industrial nos ha
ocasionado un enorme perjuicio a nuestra salud y a nuestro bienestar. Las corporaciones
cocinan en forma muy distinta a las personas; por eso se denomina a lo que hacen
“procesamiento de alimentos” y no “cocinar” (Wrangham, 2009).
A saber, en enero 2014 según Redacción Énfasis Alimentación; PepsiCo, Nestlé y
Cisco informaron que invertirán 7 mil 350 millones de dólares en los próximos años
con el fin de fortalecer el negocio de alimentos y bebidas en México.
Junto con el presidente Enrique Peña Nieto, los directores mundiales de PepsiCo, Nestlé y Cisco,
detallaron la inversión. Indra Nooyi, presidenta y directora general de PepsiCo, anunció una
inversión para los próximos años de 5 mil mdd con los que se crearán 4 mil empleos directos. Destacó
que la estrategia de inversión está diseñada para fortalecer el negocio de alimentos y bebidas de
PepsiCo en México, uno de los mercados más atractivos de América Latina, y que cuenta con
numerosas oportunidades para el crecimiento económico a largo plazo en la región. La empresa
destinará la inversión para innovación, infraestructura, agricultura y atención comunitaria
(Redacción Énfasis Alimentación, 2014)
Por su parte Paul Bulcke, jefe global de Nestlé (en el mismo documento), precisó
que esta empresa invertirá en México mil millones de dólares para construir dos
nuevas fábricas, una de nutrición infantil en Ocotlán, Jalisco, y otra para alimento
de mascotas en Silao, Guanajuato, Explicó que se crearán 700 empleos directos y
3 mil 500 indirectos, además de ampliar la compra de materia primas. Dijo que
México es el segundo mercado más importante en Latinoamérica y el sexto en el
mundo. De tal forma que las empresas PepsiCo y Nestlé, llevan a cabo la
“preelaboración de alimentos y bebidas” (significando aumento de platillos e insumos
previamente elaborados, preparados listos para calentar y comer) respectivamente; y
por la parte de Cisco, invertirá en tecnología en el país (Redacción Énfasis
Alimentación, 30-01-2014).
Normalmente, “estas procesadoras de alimentos” utilizan más azúcar, grasa y sal, y
también emplean nuevos ingredientes químicos que rara vez se encuentran en las
alacenas de las cocinas, para hacer que los alimentos duren más y parezcan más frescos
de lo que realmente son. Por ese motivo, no debe sorprendernos que el descenso de la
comida casera, haya provocado un aumento de la obesidad y una serie de enfermedades
crónicas vinculadas a la dieta; cosa que antes estos problemas no eran tan graves
(Flammang, 2009).
El auge de la comida rápida y la decadencia de la comida casera también han afectado
a la institución de la comida compartida, ya que han fomentado que se coman cosas
(alimentos) diferentes y ajenos a la alimentación tradicional, normalmente sobre la
marcha y lo que caiga de momento y con frecuencia a solas. Los científicos según
Flammang, 2009), nos advierten que empleamos demasiado tiempo en eso que
actualmente se llama “comida secundaria”, es decir, comer constantemente alimentos
empaquetados, y menos en “comidas primarias”, un término bastante deprimente para
lo que en su momento fue una venerable institución conocida con el nombre de “la
comida”; la cual provocaba el momento de reunir siempre alrededor de una mesa para
consumir nuestros alimentos primarios.
No son grandes reivindicaciones para la importancia de cocinar (o no cocinar) en la
vida diaria; ya que en la actualidad para muchas personas, esa elección no es tan clara
como se ha descrito, es decir, no es tan fácil optar entre la comida casera elaborada
desde cero o la comida rápida preparada por las corporaciones. Muchos ocupan un lugar
intermedio que cambia dependiendo el día de la semana, la ocasión o el estado de
ánimo. En función de la noche, se preparar la cena, salir a cenar, pedirla o cocinarla a
“medias”. Esta última opción en palabras del Chef Guillermo Gonzalez, consiste en
recurrir a los muchos y útiles atajos que se ofrecen en la economía de los alimentos
industriales: un paquete de ravioles congelados en la tienda departamental de alimentos
puestos a calentar en una olla con agua hirviendo y servida con crema y queso
parmesano rallado.
Todas estas acciones para “facilitarle” la vida al empleado, ama de casa, ejecutiva, al
trabajador y/o empresario por las mismas situaciones sociales en las grandes ciudades
han provocado (distancias entre trabajo y hogar, llevar hijos a la escuela y llegar hacer
comida a casa, entre otras), comer fuera de casa ha sido la solución para evitar cocinar
en casa, sino comer alimentos elaborados en serie… los motivos son ahora cada vez
más, según Morfín (2015), ya que como lo que se encuentre más barato o más cerca del
trabajo o escuela, se realizan actividades que no permiten disponer de mucho
tiempo para desplazarse; practicidad lo que significa, evitar la elaboración de
alimentos; curiosidad por solo querer conocer un lugar, probar un platillo que
pudo haber sido recomendado o no; carencia de habilidad o conocimientos para
lograr cocinar sus antojos, o simplemente no se tiene el deseo de hacerlo.
En su amplio sentido “Cocinar” abarca un extenso espectro, como ha sucedido durante
al menos un siglo, hasta que los alimentos envasados entraron por primera vez en la
cocina y la definición de “cocinar desde cero” empezó a desvirtuarse. Pero lo que sí es
nuevo es el gran número de personas que casi todas las noches se encuentran en el
extremo más lejano, delegando la mayor parte de sus comidas a una industria dispuesta
a hacer lo que sea necesario por ellos.
Eso es un problema no sólo para la salud, la familia, la comunidad y la tierra, sino
también para el concepto que se tiene de cómo los alimentos logran conectar con el
mundo que nos rodea. Nuestro creciente distanciamiento de cualquier compromiso
directo y físico con los procesos mediante los cuales la materia prima de la naturaleza
se transforma en alimentos cocinados, está alterando nuestro concepto de lo que es la
alimentación. La idea de que los alimentos están conectados con la naturaleza, el trabajo
humano, creación o la imaginación, es difícil de concebirle cuando éste llega en un
paquete, totalmente preparado. La comida se convierte en un producto básico más, en
una abstracción y, cuando eso sucede, el actor o comensal se transforma en una presa
muy fácil para las corporaciones que venden versiones sintéticas de algo real, algo a lo
que (en propias palabras del Chef Guillermo H. Gonzalez) denomina sustancias
comestibles con aspecto de comida. Terminamos alimentándonos a base de imágenes.
Aunado a éste comportamiento (El Universal 2011) Joaquín Arias, especialista del
Caespa (Centro de análisis estadístico para la agricultura), en su ponencia Mercado
Mundial de los Alimentos, presentada en la asamblea anual de Fedeagro
(Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios), “Los precios de los
alimentos han subido un noventa por ciento desde el 2005”, presentó que los precios se
han incrementado 79% respecto a 2008, cuando se registró la última crisis de volatilidad
en el mercado de conmmodities; y en los últimos 12 meses el aumento ha sido de
65,1%. Explicó también, que los rubros que más se han visto impactados por esta
situación coyuntural son cereales (maíz y sorgo), oleaginosas (soya y aceites), leche,
carnes y cultivos tropicales como café, cacao y caña de azúcar. Definitivamente la
situación económica y la concentración del comercio mundial de alimentos es otro
factor que incide en la volatilidad de los precios de los principales commodities. Así
mismo, Arias señaló que sólo 10 países concentran 57% de las importaciones mundiales
de alimentos; mientras que más del 53% de las exportaciones mundiales están
controladas por los mismos 10 países. En el caso de la soya, Brasil, Argentina y Estados
Unidos concentran 90% de las exportaciones mundiales; mientras que 75% de las de
trigo depende sólo de seis países (Estados Unidos, Canadá, Francia, Australia, Rusia y
Argentina). Por su parte Estados Unidos, Argentina y Francia se reparten también 75%
de las exportaciones mundiales de maíz, y en el caso del arroz las ventas foráneas
dependen de cinco países: Tailandia, Estados Unidos, India, Pakistán y Vietnam. Es el
mismo Arias quien señaló que una de las medidas que se debe tomar a largo plazo para
garantizar la estabilidad tanto en la oferta como en los precios de los alimentos, es la
desconcentración del mercado mundial. Es impresionante que esta situación haya traído
como consecuencia que los precios mundiales de los alimentos estén 90% por encima
de los valores registrados en 2005, que es el año base que toma el Centro de Análisis
Estratégico para la Agricultura (Caespa) para medir la variación de los precios.
Por estas razones se considera que cocinar es tan importante que no se debe delegar en
un solo género o equidad. De hecho, una de las principales razones por las que las
corporaciones se introducen en las vidas individuales, se debió a que la cocina casera
se consideraba durante mucho tiempo, una “actividad de las mujeres y, por tanto, no lo
bastante importante para que los hombres la aprendieran”.
Resulta difícil saber qué sucedió primero, si la cocina casera se menospreció porque era
una labor que desempeñaban principalmente mujeres, o si las mujeres tuvieron que
dedicarse exclusivamente a la cocina porque culturalmente denigraba esa labor. Pero la
realidad es que durante gran parte de la historia, las mujeres han sido las encargadas y
dueñas de las cocinas, enriqueciendo culturas, tradiciones, costumbres de nuestros
países principalmente latinoamericanos, de tal forma que hasta la fecha son
desafortunadamente, un valor hogareño en privado y sin reconocimiento público. Salvo
en ciertas ocasiones especiales, ceremonias presididas por hombres, la cocina ha sido
una actividad femenina, una parte integrante de las labores domésticas y el cuidado de
los hijos, y por tanto, no merecedora de una atención especial por parte de los hombres.
A pesar de ello, puede que haya otras razones por las que no se le ha dado importancia.
En el libro titulado “The Taste for Civilization: Food, Politics, and Civil Society”, su
escritora Janet A. Flammang (2009), profesora de ciencias políticas que ha defendido
fehacientemente la importancia social y política de la “labor culinaria”, escribe que el
problema puede que radique en la misma comida, la cual, por su propia naturaleza, se
encuentra en el lado equivocado -el femenino- del dualismo entre la mente y el cuerpo
que impera en el mundo occidental. “La comida se percibe mediante los sentidos del
gusto, del olfato y el tacto” -señala-, situados por debajo, en la jerarquía de los sentidos,
de la vista y el oído, a los que se los toma como las fuentes del conocimiento. En casi
todas las filosofías, religiones y literaturas, la alimentación se asocia con el cuerpo, los
animales, las mujeres y el apetito, como que los hombres civilizados han tratado de
superar mediante la razón y el conocimiento. Cabe hacer mención que en México, se
destacó un artículo de Mariana Castillo Hernandez (2013), denominado 10 mujeres
importantes para la cocina mexicana.
http://menumania.seccionamarilla.com.mx/manjar-editorial/articulo/especialistas-
culinarios/10-mujeres-importantes para-la-cocina-mexicana (agosto 2013). En este se
mencionan las características de cada una de ellas, desde cocinera de comunidad lejana
que defiende y conserva sus insumos naturales, hasta chef con estilos propios, en donde
cada una se ha hecho presente en la animación gastronómica mexicana, por sus
técnicas, métodos de cocción, instrumentos y utensilios para guisar sus propias recetas.
Perfiles y estilos de vidas diferentes pero con una finalidad de conservar la cocina
tradicional, costumbrista, así como su materia prima de temporada.
Aprender a cocinar es establecer una estrecha relación con las leyes de la física y la
química, así como con los hechos de la biología y la microbiología. No obstante, Levi-
Strauss (1964), comenta que los elementos más antiguos y pre-científicos ocupan un
lugar destacado en las principales transformaciones que abarca la cocina, cada uno a su
propia manera: el fuego, el aire, el agua y la tierra; estos elementos constituyen parte
de las principales formas que se conocen como “cocinar”. El hecho de que la ciencia
moderna haya minimizado estos elementos clásicos, reduciéndolos a sustancias y
fuerzas aún más elementales -el agua a estructuras moleculares de oxígeno e hidrógeno,
el fuego a un proceso de oxidación, y así sucesivamente- no ha cambiado la experiencia
directa de la naturaleza o la forma de imaginarla.
La ciencia (basada en vivencia del Chef Guillermo Gonzalez), puede haber sustituido
esos cuatro elementos tan básicos pero a la vez tan importantes en la cocina por una
tabla periódica de 118 elementos, y éstos elementos a partículas aún más reducidas,
pero los sentidos y sueños aún no se han adaptado a esos nuevos conocimientos; siendo
todavía la “cocina” algo más primitivo en nuestro ser, en nuestros usos y costumbres.
Dentro de la cocina cada elemento requiere una serie de técnicas diferentes para
transformar la naturaleza, pero también una actitud distinta con respecto al mundo, un
tipo diferente de trabajo y un estado de ánimo específico.
La cocina y el cine.
Las experiencias significativas de la animación gastronomía en el cine son numerosas.
Aunque el cine nació a finales del siglo XIX, la alimentación no se convirtió en un
componente dramático, al mismo nivel que el vestuario o la escenografía, hasta pasada
la primera mitad del siglo XX. Es cuando adquiere la categoría de elemento
configurador o receptor de espacios, sentimientos o grupos sociales.
Por ello algunas de las películas “favoritas” que están impregnadas de sabor,
evidenciando la animación propia de la gastronomía, son:
a.- La quimera del oro, filme de Charles Chaplin (1925), nos muestra dos visiones sobre
la alimentación. De un lado, tres hombres encerrados disputan por un muslo de ave; es
decir, asistimos a la supervivencia del hombre en la selva de la vida. De otro,
percibimos la sagacidad picaresca para procurarse lecho y comida.
b.- La Grande Bouffe (La comilona), película de Marco Ferrreri (1973) supuso un gran
escándalo. Cinco personas se encerraban un fin de semana para comer hasta explotar
literalmente.
c.- El ala o el muslo, película de Claude Zidi (1976), muestra a un Louis de Funes,
refinado gastrónomo, que lucha desesperadamente contra la comida basura.
d.- El festín de Babette, de Gabriel Axel (1986), basada en un relato de Isak Dinessen,
en la que unos austeros devotos de la Europa nórdica van transformándose
milagrosamente en afables y animados conversadores y en festivos personajes
humanizados por la comida. Babette, la cocinera del festín, despierta la sensualidad, es
la imagen feminizada del nuevo cocinero, de su arte y del espacio de los fogones como
lugar mágico.
d.- El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante, es una película británica de 1989,
escrita y dirigida por Peter Greenaway. Es una gran representación de la vida dentro de
un restaurante, una mezcla de comedia negra, drama y horror cargado de simbolismos
con aspecto teatral, con una historia cruda e impactante.
e.- Como agua para chocolate, de Alfonso Arau (1992), título homónimo de la novela
escrita por Laura Esquivel, nos muestra a una mujer libre y a la vez esclavizada por la
gastronomía. Todo el filme rebosa comida en primeros planos: la energía sexual, la
piedad, el humor y la alegría están en íntima comunión con las posibilidades o la
imaginaria del moderno cine culinario (Belluscio, 173).
f.- Comer, beber, amar de Ang Lee (1993) es un homenaje a la cultura gastronómica,
una metáfora de los estados anímicos transferidos a ella. Por medio de la alimentación,
el padre de tres chicas taiwanesas pretende transmitir su autoridad, su amor y las
tradiciones. Una confrontación de pasado y presente está en toda la trama; frente al
padre, que “sabe lo que más conviene”, están las hijas, que saben lo que quieren. Las
secuencias primera y última del filme son antológicas.
g.- Los sabores del palacio (2012). Hortense Laborie, conocida cocinera del Périgord,
es llamada por el presidente de Francia para que sea su chef particular y se encarga de
todas sus comidas privadas en el palacio del Eliseo. Demuestra una autenticidad de sus
platos y logra seducir al presidente, en especial por las comidas de niño que le hizo
recordar sazones inolvidables.
f.- El mayordomo de la casa blanca (2013), Lee Daniels’ un hombre de color que
atendió a los presidentes desde 1952 hasta 1986. Estilo, disciplina, métodos, protocolo
para servir, atender y/o montar una mesa dependiendo del menú y características de
invitados.
g.- Julie & Julia (2009), Película de Estados Unidos, describe los acontecimientos en la
vida de la chef Julia Child en los primeros años de su carrera culinaria, en contraste con
su vida Julie Powell, quien aspira a cocinar todas las 524 recetas del libro de cocina de
Child durante un año.
h.- Ratatouille en el 2007, La película narra la historia de una rata que sueña con
convertirse en chef y para realizar su objetivo, decide hacer una alianza con el hijo de
uno de los cocineros más prestigiosos de París. Fue un éxito de taquilla y recibió críticas
positivas además de ganar el premio Óscar a la mejor película de animación entre otros
premios.
Estos filmes enumerados hasta ahora rezumen cultura alimentaria desde los comienzos
hasta su final. Sin embargo, hay otras películas en las que la alimentación, aunque no
es un elemento aparentemente predominante, sí está al servicio de la trama. Así nos
encontramos con:
1.- El Gatopardo, de Luciano Visconti (1963), cuyo correlato literario está escrito por
Giuseppe Tomasi di Lampedusa, muestra la alimentación como rito sofisticado propio
de una clase social aristocrática que estaba en declive y condenada a la muerte.
Plasticidad, manjares, danza y música se unen en un alarde festivo con resonancias
poéticas.
2.- La edad de la inocencia, filmada por Scorsese (1992) según la novela de Edith
Warthon, nos da un testimonio fidedigno de la realidad de una época, muestra como
fondo una gastronomía de lujo y ostentación. En un New York decimonónico desfilan
siete sibaríticos banquetes como máscaras de gestos hipócritas y sectarios.
3.- Tomates verdes fritos, rodada por Aunet (1991), según la novela de Faunie Flagg,
Tomates verdes fritos en el café de Whistie Stop, muestra la liberación de unas
auténticas heroínas de la cotidianeidad que comparten la dureza de la gran depresión
en la América profunda. Las dos mujeres logran superar sus problemas regentando un
restaurante.
4.- El banquete de bodas, de Ang Lee (1993), con toques autobiográficos, refleja la
confrontación de dos culturas: la ancestral China y la norteamericana.
5.- American cuisine, 1999, 90 minutos, Jean Yves Pitoun. desarrolla una ingenua
historia de amor y cocina en la que parece el mito de Francia como país gastronómico.
6.- La sal de la vida / Un toque de canela de Tassos Boulmetis (2003), es una película
de olores, sabores y texturas donde la gastronomía está aderezada con gotas de
astronomía. El protagonista ejerce con refinado sabor culinario, pero como astrónomo
deja bastante que desear.
Por último, aludamos a determinados realizadores en los que la alimentación está
presente a lo largo de toda su filmografía de una manera aparentemente imperceptible
pero firme y reiterada. Un ejemplo significativo es Alfred Joseph Hitchcock, maestro
del suspenso cinematográfico y famoso gourmet, que compensaba sus fracasos
sentimentales con la comida y la bebida. Gustaba de engullir gigantescos y cremosos
helados americanos. En sus setenta películas, sobre todo en las cuarenta sonoras, la
comida y la bebida representan un papel significativo.
Durante la comida se sientan las bases dramáticas para el crimen o para evitar el delito,
y suele ser en la colación cuando los protagonistas de la acción establecen sus
relaciones. Por regla general son personajes hambrientos en el aspecto emocional y
compensan su “hambre asesina” en sentido real y figurado, al igual que su inventor.
Los personajes de sus películas, como él mismo, raras veces quedan de verdad
satisfechos ni espiritual ni físicamente tales como Frenesí, atrapa a un ladrón,
encadenados, los pájaros, psicosis, recuerda, la soga, vértigo y la ventana indiscreta,
entre otras, son muestras de la eficaz sutileza que emplea el director al relacionar a los
personajes con la alimentación.
Se conoce que el hombre come para vivir, una conveniente y tendenciosa selección de
textos literarios, cinematográficos, pictóricos y musicales podría llevarnos a la
conclusión de que vive para comer, tal es la abundancia de menciones que aparecen en
la literatura, los filmes, los lienzos y la música.
Conclusión
Este artículo presenta una fusión de ideas, conocimientos, experiencias, puntos de
vista que pretenden ofrecer las vivencias, gusto y sapiencias que de diversas formas
y métodos se han transmitido ya sea en escritos, experimentos, trabajo, cursos,
aplicaciones y laboratorios, donde las mezclas diferentes se combinan para crear por
sí misma, una animación gastronómica que provoque un inoculación o contagio, un
ver más allá de un anafre, pala de palo y una olla de barro (utensilios históricos de
la cocina) o de una cocina eléctrica, un infiernillo, gueridón u horno Convector
(equipo del estilo actual que facilita y agiliza el terminado del alimento), para que
con esto se fomente la reflexión del reto de la buena alimentación, de la animación
gastronómica prudente y sustentable, que aun con la tecnología descrita, se busque
cada vez más evitar los intermediarios, realizar a través de la animación (creativa,
innovadora, individualizada), nuestros propios huertos, consumir lo de la región, de
la comunicad, de la zona, evitando los costos variables y procurar unos costos más
fijos; de tal forma que la animación gastronómica logre cada vez más, crear
actividades de valoración de las costumbres, tradiciones, métodos locales, técnicas
caseras, re utilizar los menesteres de la cultura, para fomentar una cultura
gastronómica regional, sostenible, sana y temáticas, para vivir la experiencia
sensorial, gustativa, única de probar, elaborar, realizar con lo que se tiene un manjar
y un arte culinario propio. A propósito, las principales Apps y web sites estarán
buscando como prioridad minimizar el intermediarismo (Montecinos,2014), para
bajar costos y obtener un servicio más personalizado como es el caso de Londres en
cuya página web http://www.hotelmap.com encuentras un sitio “vivo” donde puedes
hacer reservaciones de hoteles, restaurantes, teatros, limusinas en tiempo real y a los
precios más bajos del mercado. También y a la par, se comenta el caso local, de la
dueña del restaurante El Recaudo, ubicado en San Andrés Cholula
(https://www.facebook.com/recaudo/info ), egresada de Administración de Hoteles
y Restaurantes de la UDLAP, que defiende y fomenta la negociación con los
campesinos de la zona para consumir productos exclusivamente de la localidad, con
esa creación, gusto, servicio y pasión que solo a ella le caracteriza. En éste web site,
claramente señala “Somos un restaurante que surge de la iniciativa de apoyar a
productores de Puebla y aledaños”. Haciendo uso de las redes sociales como el
Facebook, ofrece exclusivamente cuatro menús, uno para cada temporada,
promocionando al inicio de cada estación del año, una cena temática (animación
gastronómica, cultural, tradicional y local) de tal forma que se cuenta con un
restaurante que se vende con una expresión como: “de la zona de cultivo, para el
mundo”.
La animación y la gastronomía, han permanecido relacionados entre sí, desde que el
ser humano tuvo la necesidad de alimentarse, inició siendo quizás un juego (cazar,
sembrar, cosechar, fuego, mezclar sabores para comer) y se desarrolló conforme a
esas necesidades de alimentación con mayor variedad de productos, insumos,
sabores y olores, con la finalidad de ir saciando exigencias, deseos y necesidades
culinarias, desde la época de abundancia en ciertos extractos sociales y desperdicios
desmedidos, marcando más la pobreza hambrienta y la exuberancia sofisticada en
banquetes.
En cada una de las etapas ha estado y seguirá haciéndose presente la animación con
la gastronomía. Esta memoria histórica entre está unión (matrimonio), en esta
relación con los estilos, enfoques, formas de visualizar las costumbres y retos de las
cocinas, sus sazones, sensaciones, texturas, olores y en esta inclusión de actividades
cotidianas del día al día, que se han conocido a través de las películas, hacen que la
acción propia de cocinar siga siendo la provocadora de la integración familiar,
sociocultural y socio laboral; aún más con reuniones temáticas, donde la animación
es generada por el mismo entorno “vestida de fiesta”, celebración y remembranza
de los grupos sociales que no dejaran de fomentar estas acciones de animación
gastronómica. El evento de cocinar por sí solo, genera automáticamente, una
conmemoración temática, creativa y maquillada para alagar, complacer y lograr de
éste un recuerdo grato, de sensaciones y sabores inolvidables, como la animación
que en este libro se presenta.
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